[La Cité des Cloches] No quedará ni uno

Trama de Hana, Sorkas y Ban

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

Re: [La Cité des Cloches] No quedará ni uno

Notapor Suzume Mizuno » Sab Ene 11, 2014 4:43 am

La verja de la celda se abrió y Nanashi entró, arrugando ligeramente la nariz, al triste cubículo en el que habían confinado a Ban. Con un suspiro, se agachó sobre el joven, que seguía inconsciente por el golpe que le habían asestado, y lo levantó en brazos como si no pesara más que una pluma.

Y eso que te dije que no te metieras en líos —musitó, mientras salía de la celda y se llevaba de vuelta a casa a Ban.

Desde luego, el desenlace de su primera misión no había sido la que el chico había debido imaginar. Pero no todo el mundo podía decir que Nanashi lo había rescatado de una prisión y lo había cargado en brazos para llevarlo de regreso a su hogar.

****


El último comentario de Hana mereció una mirada helada de la Maestra, pero no hizo ningún comentario, pues Sorkas empezó a contarle su propia aventura.

¿Un individuo? —repitió entonces. De no haber llevado la cofia habrían podido ver cómo sus orejas se alzaban, rígidas—. ¿Quieres decir que te ha visto alguien? —agarró al muchacho por los hombros y lo sacudió con violencia—. ¿Has dejado que alguien te vea mientras luchabas contra un Sincorazón?

La Maestra siseaba entre dientes, furiosa, y parecía que fuera a arrojarse de un momento a otro sobre Sorkas. No necesitó una confirmación, el joven ya había dicho suficiente. Se llevó una colleja que le hizo ver las estrellas y la Maestra tuvo que apretar con fuerza los puños para no descargarse contra él.

¡Estúpido! ¡Maldito niñato estúpido! ¡No sólo os separáis! —y lanzó una mirada fulminante a Hana—. ¡Sino que además dejan que te vean y te salven en la lucha contra un Sincorazón! ¿Te das cuenta de lo que significa eso? ¡Alguien sabe de nosotros! ¡Y tú…!

Lyn se mordió el labio en el último instante y apartó a Sorkas de un violento empujón. Dio unos pasos, furiosa, y luego le apuntó con un dedo:

No pienses que te vas a quedar de rositas después de esto. Ya pensaré en algún castigo apropiado cuando regresemos a Tierra de Partida. Nos vamos, ¡andando!

Y la Maestra echó a andar con largas zancadas hacia las murallas. No iba a ser un viaje de vuelta agradable.

Además, los Aprendices tenían mucho en lo que pensar. Cuando ya no estaban muy lejos de los suburbios de la populosa ciudad, Lyn dijo con voz grave:

A tu pregunta de antes...Nosotros no intervenimos en los Mundos, Sorkas, no sólo para que idiotas como tú no metan la pata, sino porque no tenemos derecho a hacerlo. Cualquier acción alteraría el equilibrio. Y no podemos permitir que esto ocurra, por mucho que cueste... Sería más peligroso de lo que puedes imaginar.

Y continuó el resto del camino en silencio.

La ciudad parecía más bulliciosa y alegre que el día anterior. Era como si se hubiera desprendido de un velo ominoso, de un miedo que atenazaba los corazones de los parisinos. Una angustia que había desaparecido mientras el humo negro de las piras ascendía hacia el cielo.

****


A media tarde, en lo alto de una de las torres del campanario de Notre Dame, un joven se preparaba para tocar las campanas. Su figura era deforme y su paso, torpe, pero tenía una mirada límpida y la sonrisa inocente de un joven amable. Cuando ascendió por unas escaleras de mano hasta situarse junto a las grandes campanas que advertían a toda la ciudad del momento del día en el que se encontraban, sus grandes manos acariciaron la superficie de la Gran Marie con cariño. Luego soltó un suspiro y reposó su irregular frente contra la campana.

Esa mañana había escuchado los gritos y le había llegado el intenso olor de la carne quemada aunque se refugió lo más lejos que pudo de las ventanas. Había tardado horas en ventilar su santuario, pero todavía tenía la impresión de que, cada vez que inhalaba una bocanada de aire, le picaba la garganta por ese olor dulzón.

Sacudió la cabeza. No, no debía pensar en eso.

Quizás sería mejor centrarse en el terrible demonio al que se enfrentó el día anterior. Todavía no podía creer que hubiera tenido el valor suficiente para salvar a aquellas dos personas. Pero no había sido capaz de quedarse quieto sin hacer nada…

Pensó con cierta inquietud en su amo que, cuando escuchó su historia sobre el demonio, mandó llevarse al muchacho para interrogarlo más tarde.

«Ahora tengo asuntos importantes que atender» había dicho con una sonrisa que le puso los pelos de punta, y no necesitó darle demasiadas vueltas para averiguar que se refería a aquella ejecución.

Se alegraba de no haberle contado —y se sentía terriblemente culpable por ello— lo más importante:

Que ese chico había volado.

Tomó la cuerda de la campana, tensó sus grandes bíceps, y empezó a tocar. El dulce sonido de la campanada reverberó en su cuerpo, acelerando los latidos de su corazón.

No me lo he imaginado. ¡Estaba volando! —inspiró hondo, con un hormigueo de emoción, y volvió a dar una campanada.

¡Cuántas cosas impresionantes había ahí fuera…!

Y un día, se prometió en lo más hondo de su corazón, saldría para verlas.

****


Raphaël ascendió apresuradamente por unas elegantes escaleras. El regusto de la bilis le inundaba la boca y no era capaz de deshacerse de aquel amargo sabor por mucho vino que bebiera. Había contemplado la ejecución, por supuesto, pero, aunque había sido desagradable, no era aquello lo que más le traía de cabeza. No era la primera ni la última ejecución de inocentes de la que sería testigo.

Sino saber que, con aquella acción, Frollo se había ganado al pueblo.

Emitió un profundo gruñido de desagrado y, sin detenerse a llamar, entró en una habitación. Eran unos aposentos hermosos, con una gran cama, un escritorio lleno de papeles perfectamente ordenados, además de numerosos libros colocados con mimo en distintas estanterías. Raphaël ignoró el costoso mobiliario y se dirigió directamente hacia la mujer que escribía de espaldas a él.

Hincó una rodilla en el suelo.

Alteza…

Buenas tardes, Raphaël —respondió la mujer, de largos cabellos rubios que llevaba sueltos sobre los hombros. La pluma rasgueaba el papel con elegancia—. Puedes levantarte.

Raphaël obedeció y contempló a la princesa antes de preguntar:

¿Qué ha dicho vuestro hermano?

La joven tensó los hombros. Dejó la pluma a un lado y se volvió hacia él con un gesto de intranquilidad.

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Mi hermano, nuestro rey —respondió con cierto retintín— ha decidido que si las actuaciones de Frollo tranquilizan al pueblo y, además, acaban con los demonios, mejor que mejor. El juez, por tanto, tendrá vía libre a partir de ahora si ya no aparecen más… Demonios.

Raphaël apretó los puños y ella le miró entornando los ojos.

¿Estás seguro… de que eran demonios de verdad?

El joven asintió lentamente, a su pesar.

Los vi con mis propios ojos y… Luché contra ellos. No se parecían a nada que haya visto nunca, alteza. Eran... terribles...

La princesa se incorporó y empezó a pasear por la habitación, acariciando el suelo con los bordes de su largo vestido.

En ese caso… En ese caso no sé qué pensar. ¿Tiene Frollo razón, Raphaël?

Éste se encogió de hombros, sin saber qué responder.

Sólo el tiempo lo dirá. Estaba convencido de que todo era una estratagema de Frollo pero… Lo de anoche…

Con un suspiro, Ana se cruzó de brazos y miró hacia las ventanas con un gesto de incomodidad.

No quería pensar que los gitanos tuvieran nada que ver. Pero está claro que si no aparecen más demonios, Frollo tendrá razón. Y entonces...

No hizo falta que ninguno de los dos pronunciara en voz alta sus pensamientos.

En ese caso, nadie podría detener a Frollo. Y tras los gitanos, vendría cualquier otra persona sospechosa o enemiga del juez.

«Y del cardenal» añadió Raphaël para sus adentros con irritación.

Tendría que haber ido tras él. Tendría que haberlo protegido. Ahora estaría, sin duda, de parte de Frollo.

Tantas cosas habían salido mal…

Antes de que su señora lo despidiera, se preguntó si debía hablarle de Fiore. Aquella extraña muchacha y su compañero, de los que en un primer momento sospechó de ser aliados de Frollo… Pero no. Fiore, fuera quien fuera, no parecía estar del lado de nadie. Mejor no preocupar a Ana con más problemas.

Se marchó, dándole vueltas a lo ocurrido el día anterior. A pesar de que todavía le irritaba pensar en la temeridad con la que se había jugado la vida, rememoró su indómita mirada, la rebeldía de cada uno de sus gestos, y se sonrió para sí mismo. Tan joven y tan brava... ¿De dónde habría salido?

Espero que esa fierecilla esté bien y se haya marchado sin problemas.

La sonrisa se evaporó de sus labios.

Porque las cosas en París parecía que iban a ir de mal en peor.

****


Y lejos del Palacio Real, en otro palacio mucho más oscuro, Frollo paseaba por delante del cardenal recién llegado. Sus heridas estaban comenzando a sanar, pero todavía estaba pálido y tenso por lo que había ocurrido en la catedral.

Ahora se ha hecho justicia —le aseguró.

¿Cómo sabéis que esos gitanos eran los responsables? —preguntó con sequedad.

Frollo suspiró. A veces era tan difícil hacer entrar en razón a la gente… Incluso si habían estado a punto de morir a manos de un demonio. Demasiado joven. Pero le necesitaba.

No eran ellos —respondió, lacónico. Antes de que el cardenal pudiera responder—. Pero eso no importa. Todos sabían cómo convocar a esos demonios. Les he lanzado una advertencia —se volvió hacia él y con un gesto del brazo, la capa negra ondeó a su espalda. Su mano de blancos y largos dedos señalaba hacia la plaza de Notre Dame—. ¡Esto es lo que les espera si siguen atacando a los civiles. ¡Esto es lo que les aguarda por haber atentado contra la Casa de Dios!

El joven cardenal le miró unos instantes en silencio. Sin lugar a dudas rememorando cómo aquel monstruo había entrado en la catedral. Frollo se acercó a él y le puso una mano en el hombro:

Os lo advertí, ¿recordáis? Que irían a por vos, porque sois un representante de Nuestro Señor. Y se atrevieron incluso a entrar en la sagrada Notre Dame… Su eminencia… —bajó la voz—. ¿No comprendéis de qué lado tenéis que estar? Necesitamos estar unidos para luchar contra esta monstruosidad. ¿O es que queréis que haya más víctimas? Pensadlo, ni en una iglesia estamos a salvo...No se detienen ni ante el Señor.

El cardenal alzó la mirada y dijo con gravedad:

Tenéis mi colaboración, Frollo.

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Bien —Frollo le dio la espalda—. ¡Y yo os prometo, Eminencia, que acabaré con todos ellos!

»La próxima vez me aseguraré de que no quedará ni uno.


Y una cruel sonrisa retorció sus labios.


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¡Fin de la Trama!

Ha sido larga, pero creo que hemos llevado un buen ritmo. Espero que os haya gustado y pido perdón por todos los errores que haya cometido durante su desarrollo.
Y sin más dilación, vayamos a las puntuaciones

Astro

Siento que no hayas podido continuar la trama. Parecías venir con muchas ganas y habría sido muy entretenido ver cómo se desarrollaba tu personaje. Espero verte pronto por el foro de nuevo.


Sorkas

En cuanto a personalidad e interpretación

No me ha terminado de gustar tu interpretación en los momentos clave o más «dramáticos» de la trama. He encontrado poca seriedad, a pesar de que afirmas que «Borré la sonrisa de mi cara y dibujé la habitual seriedad que me caracterizaba.»:

-«Ahogué una pequeña risita por lo cómico del asunto y aterricé. Al menos el ataque desesperado había servido para hacer dudar al Sincorazón sobre a quién matar primero.»

No has prestado atención a mis post y un ejemplo muy claro es que le pasa a tu personaje una avalancha de personas por encima y haces que se levante como si nada. En un alguien que no «siente» nada como Hana, entendería que con la muerte de una persona frente a sus ojos no hubiese demasiada reacción. Pero no sólo tu personaje ha ignorado esa muerte, sino que ha apartado a una chica que acaba de ver morir a su padre sin “prestar mucha atención”. Se comporta como si fuera algo habitual ver morir a gente con el cuello rebanado. Quizás me equivoco y sí lo ha hecho, pero en ese caso quedaría bien resaltarlo en tu narración.

Sorkas se ha comportado todo el rato como si comprendiera lo que es un gitano, lo que es un sacerdote y una iglesia. Por tanto y teniendo en cuenta que han llamado a menudo «demonios» a los Sincorazón le parezca ridículo que alguien no entienda como un demonio entra a la «casa de Dios».

He visto más esfuerzo en el último post por interpretar de acuerdo a la situación, pero no has conseguido terminar de convencerme. Lo siento. No escribes mal, pero te falta ponerle más sentimiento a tus post, integrarte mejor en la situación que estás describiendo y, ante todo, empatía de Sorkas.

He de tener en cuenta además una falta y retrasos con la hora en las últimas rondas.

Expresión

A veces te falta explicar por completo por qué Sorkas llega a una conclusión:

-«Decidí no indagar en sus asuntos personales, pero desde luego era una rara negación.» ¿Por qué es rara?

Debes tener cuidado con el uso de comas y de puntos. Por otra parte, hay frases que no están bien expresadas, a pesar de que se pueda entender a lo que te refieres:

-«Necesité de un tiempo para ordenar en mi cabeza calentada»

-«Mis puños se cerraban con fuerza provocándome un leve corte por las uñas que me auto clavaba.» Quedaría más claro «cerré los puños y me clavé las uñas en la piel»

Y por último te recomiendo tener cuidado con las repeticiones, de las que abusas un poco. Un repaso siempre viene bien antes de postear. Te selecciono unos cuantos ejemplos:

—«Ya me imaginaba que no erais de por aquí (Raphaël)»/«Tras mirarnos de arriba abajo, dedujo claramente que no éramos de por aquí.» (Sorkas)

-«Daba igual, nunca lo sabría». Y un par de líneas más abajo: «Nunca lo sabría».

-«Acabaría por acabar con ella muy rápido.»

-«[…]mi risa tapándome la boca. La verdad, hacía mucho tiempo que no oía mi risa, los últimos acontecimientos no invitaban mucho a la risa



Hana

En cuanto a personalidad e interpretación

No tengo quejas, a excepción de las ausencias y los más de tres retrasos. Pienso que te has metido bastante bien en tu personaje y que lo has desarrollado con lógica, aunque sí que me gustaría comentar —como opinión personal— que me falta en Hana algo que la guíe mejor por su camino. Es decir, en un primer momento acude a defender a un gitano. Mata por defender a un gitano. Está claro que se identifica con ellos. Pero luego ignora la situación y se marcha sin más, a pesar de estar también en un lugar clave para averiguar sobre los Sincorazón. No es una crítica, quizás te interesaba más seguir a Raphaël, pero sólo te comento que ese cambio me desconcertó en parte.

Por otra parte me han gustado las reacciones del personaje en casi todas las circunstancias y, en especial hacia el final, he tenido la impresión de que buscabas sumergirte más en la historia.

Con todo «A raíz de esto, suele comportarse de forma impulsiva y atrevida, sin pensar antes en las consecuencias, pero tampoco siendo una temeraria».

Considero que hacer magia en medio de una multitud o enfrentarse sola a tantos sincorazón es algo temerario.
Peeero tengo que restarte algo de puntuación por las faltas y los retrasos.

Expresión

No mucho que comentar, sólo algunos detalles:

Ten cuidado con las repeticiones, en especial con el «además», que en algún post he encontrado que lo usas a menudo. Otro ejemplo con el que tener cuidado sería:

—En realidad, sentía curiosidad de verla por dentro. Si era un referente del mundo, quería verlo para valorarlo correctamente.

Algunas de tus frases son demasiado largas o añades detalles que no son necesarios para comprender a lo que te refieres. Creo que con la personalidad de Hana las frases bruscas y secas van mejor con su personalidad. Por ejemplo:

-«En cuanto los viese, era su deber erradicarlos. Punto». Sería más rotundo decir un «Su deber era erradicarlos. Punto».
-« Su salvador tuvo que cogerla por sí mismo y echar a correr para moverla de allí». Es evidente que si coges a alguien no es para dejarlo en el mismo sitio.

A veces usas alguna expresión que no termina de concordar con la situación. Por ejemplo, cuando ha sido herida por la Neosombra «Le dolía un montón el costado izquierdo».

Por otra parte hay algunos errores de expresión o frases que no terminan de estar completamente claras:

-«Por no ser ajen al tema, poco le debería importar una más o una menos.»



Resolución

Ban: no puntúa.

Sorkas: 39/60 PX. ¡Subes a nivel 10!

Hana: 52/60 PX ¡Subes a nivel 12!
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¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

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