[Port Royal] Sombra de Luna

Trama de Malik, Hana y Jess

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Nell » Vie Feb 14, 2014 2:10 pm

[Antes del abordaje…]

Durante su impaciente espera a la inminente batalla, Jess se acercó un momento a ella para arrastrarla a un lugar aparte. Hana se dejó guiar obedientemente. Ella también prefería hablar en privado cualquier tema delicado que pudiera surgir con sus aliados, para asegurarse de que nadie más en el barco se enteraba.

Se le ocurrían un par de cosas de las que Jess podría preocuparse, pero no se esperaba en absoluto ninguno de los temas que trató.

En primer lugar, Ana Lucía y Faris. ¿Qué opinión se le merecían? En cierta manera, las admiraba. Pero era innegable que la actitud de Faris daba lugar a sospecha. Sin embargo, hasta entonces, Hana había desechado la posibilidad por un par de razones que, creía, eran buenas.

Y haces bien: no te fíes, ni de ellas, ni de nadie en este barco. Sólo de nosotros dos. Tres ―recordó a Ronin―. No digo que el resto sean enemigos o indignos de confianza. Pero, en realidad, sólo son aliados temporales. Si no les somos útiles, se librarán de nosotros, sin un ápice de compasión. Estamos aquí para luchar y es nuestro único uso. Confraterniza lo que quieras y con quien quieras, pero no les des más poder sobre ti con fe absurda ―le advirtió.

A pesar de sus palabras, también creyó que eran innecesarias. Jess, con su acto de rebeldía, se había ganado en parte a Hana. Si bien había sido muy inconsciente y parecía una aprendiza ainexperta, tenía las ideas claras y seguramente sabía todo lo que le había dicho más. No obstante, el ir a contárselas le hizo ganar más puntos.

Sobre Faris, si este fuera mi barco, no le quitaría el ojo de encima. Pero ella es la no debe fiarse de nosotras, con razón. Sin embargo, creo que su interés por Malik es puramente sexual ―se encogió de hombros. No entendía tan bien como aparentaba aquel tipo de temas―. Y si es amable con nosotras o nos quiere ganar a través de él, no sabría decirte, pero no me extraña. Si te das cuenta, aparte de esas dos guardianas, somos las únicas mujeres en el barco que no son piratas. Y además, jóvenes. Quizá tenga la esperanza de que reneguemos de Ronin y nos unamos a ellas si valemos la pena ―soltó una seca carcajada.

En el fondo, esperaba que así fuera. Si bien rechazaría la oferta, tentada por un universo más vasto que aquel mundo como portadora de la Llave, se sentiría orgullosa y preciada por haberla recibido.

Luego, Jess dio paso al trío de desconocidos, formado por Rosa, Vanora y Alejandro. Hana se sorprendió de que conociera a ésta primera. ¿Cuándo se habían encontrado? ¿Qué sabría exactamente de ellos? ¿Le estaría ocultando algo, como hacía ella misma, por su interés en “trabajar” para Alejandro? Y, por supuesto, la horrorizó aún más que Jess pareciera confiar en ellos.

¡Para nada! ―discrepó, al principio con estupor, pero se repuso a continuación―. He hablado con su jefe, Alejandro. El chico al que ambas están a su mando ―admitió―. Es peligroso, créeme. Diría que tiene más tentaciones de lanzarnos por la borda que Ana Lucía ―de hecho, ya la había amenazado con ello―. Ocultan algo, sí, y voy a intentar averiguarlo. Nos quitarán del camino si nos interponemos en él, así que ten cuidado. Rosa parece la más amigable, pero recuerda que, en última instancia, obedecerá a su líder ―aunque no conocía hasta donde alcanzaba su lealtad, la muchacha no tenía más aliados que Vanora, razón de peso para no traicionarle por unas crías como ellas.

Dada la advertencia, sólo quedaba que Jess decidiera por sí misma si seguir su consejo o no. Sin embargo, recordó al peligroso juego en el que se había metido y añadió:

Si te preguntan o hablan de mí, mide tus palabras y avísame de lo que hayas dicho ―le pidió―. E intenta venderme un poco ―le guiñó un ojo, sin explicar nada más. Esperaba que captara que quería ganarse su confianza y no que se traía incluso un negocio con ellos―. Nos mantenemos informadas la una a la otra, ¿vale?

Tenía curiosidad por saber qué actitud adoptaría el trío con cada una de ellas.

Crecí aquí, ¿sabes? ―le confesó―. En este mundo y entre piratas. Eso no significa que sea menos propensa a los engaños, ni tampoco que tal vez no esté metida hasta el cuello en uno, pero no estoy preocupada por los peligros que pueda haber dentro del barco. Si no, fuera, con esa mujer y las sirenas. A ellos no podremos conocerlos tan bien como a estas personas cuando llegue el momento de enfrentarlos.

Habló sin darse cuenta de las sirenas como si fueran enemigas. En realidad, ya casi estaban catalogadas como tal dentro de su cabeza.

Pensó en si añadir algo más sobre incluir en su intercambio de información a Malik o no, pero decidió dejarle, por el momento, aparte. No tenía intención de medir sus palabras sólo porque estuviera encaprichado de Faris, pero no podía arriesgarse a que le contara algo por despiste. Cuando viera el momento oportuno, le hablaría del trío misterioso. Hasta entonces, tendría que ser un secreto de chicas.


[Durante el abordaje]

Jess acudió a ayudarla con el sincorazón, al que ambas ganaron fácilmente, por lo que Hana se apresuró a saltar al otro barco, perdiendo de vista a la aprendiza. No quería depender de ella, ni de nadie, por muy peligrosa que fuera la situación. ¡Iba a labrarse una reputación fuera como fuese! Y, sobre todo, pensaba disfrutar al máximo del fragor de la batalla.

Sin embargo, los sincorazón eran tan numerosos que, si no fuera por su círculo de aliados temporales, como los había llamado antes, habría sido absorbida por una masa de oscuridad con ojos ámbares. Eran muchísimos, pero peleó tenazmente junto a ellos. Acabó aceptando que necesitara ayuda, pero le producía placer ser capaz también de valerse por sí misma en cierta medida.

Recibió una herida, pero casi no le prestó atención. ¡Lo único que importaba era la batalla!

Entonces, se vio acorralada por tres sincorazón Soldado, con sus bamboleos e impredecibles movimientos, que tanto la asqueaban. Intentó deshacerse de al menos uno de ellos, para verse más aliviada, pero fue incapaz. El tiempo pasaba y era incapaz de reducirlos, lo que también aumentaba las posibilidades de que se les sumaran otros aliados…

La ayuda se plantó a su lado y, sin despeinarse, venció a dos de los tres sincorazón. Hana observó la hazaña de Ana Lucía con creciente admiración, casi boquiabierta, y recobrando de nuevo la razón por los ánimos de la mujer.

Sus palabras, pese a ser seguramente un aliciente de motivación más que de reconocimiento por su labor, hincharon de orgullo a Hana. Sí, ella también quería hacer alarde de su experiencia, pese a no ser tan extensa como la de Ana Lucía. Ni, mucho menos, tan fuerte.

Observó a su alrededor y lo que vio la planteó una difícil decisión. Por un lado, atisbó un fuerte cañonazo procedente de un sincorazón… ¿¡con forma de barco!? No, más bien, lo pilotaba uno, con un gracioso sombrero de pirata. Por otro lado, en cambio, estaba Malik. Faris estaba cerca de él, pero justo en aquel momento el aprendiz estaba siendo atacado por uno. Y éste, ignorándolo, corrió a interponerse entre la pirata y otra que pretendía matarla…

En ese momento, a Hana le hubiese gustado maldecir en alto la temeridad o estupidez del aprendiz. Algo como: “¡No te arriesgues por ella, idiota!”, recordando su anterior conversación con Jess. A lo mejor sí necesitaba una urgentemente con Malik.

Sin embargo, no tenía tiempo. Intentaría correr hacia Malik para atacar al sincorazón que se estaría dirigiendo ahora hacia él, cuyo objetivo inicial hubiera sido Faris, para que éste se centrara en el que de verdad se había fijado en él. No sabía si la distancia entre ambos, ni los obstáculos, le permitirían llegar hasta el aprendiz a tiempo. Pero iba a intentarlo.

Una vez solucionado, fuera por su mano o con catastrófico resultado para Malik, su atención se centraría en el barco volador. Estaba demasiado lejos para saltar hacia él o incluso alcanzarlo con magia y no tenía ningún arma de largo alcance. Además, no tenía demasiada puntería, así que sería desastroso pedirle una pistola a una pirata para dispararle.

Recurrió a lo único que se le ocurría poner en marcha, aunque tuviera pocas posibilidades de éxito. Lanzó un Magneto hacia el barco, a la espera de si la fuerza magnética era o no suficiente para atraer la mole. En caso afirmativo, una vez cerca, se serviría de los apoyos más altos para saltar hacia él y abordarle, enfrentándose directamente al sincorazón que lo pilotaba. En caso negativo, se quedaría en la cubierta luchando como hasta entonces, mientras pensaba en otra idea u otra persona se encargaba de él.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Sometron » Lun Feb 17, 2014 2:19 am

Nos mantenemos informadas la una a la otra, ¿vale?

La muchacha sonrió y asintió. Hana había sido bastante agradable, y le alegró comprobar que pensaba algo parecido a lo que ella opinaba. Aún así había algunos puntos en los que no estaba de acuerdo, especialmente tratando sobre la segunda de abordo. El interés de Faris le parecía exagerado, tenía que tratarse de algo más que de un interés meramente sexual. Por otra parte, le chocó un poco su reacción ante la mención de Rosa y su grupo ―del cual había averiguado que el hombre se llamaba Alejandro―, pero lo dejó pasar sin preguntar nada más.

Crecí aquí, ¿sabes? En este mundo y entre piratas. Eso no significa que sea menos propensa a los engaños, ni tampoco que tal vez no esté metida hasta el cuello en uno, pero no estoy preocupada por los peligros que pueda haber dentro del barco. Si no, fuera, con esa mujer y las sirenas. A ellos no podremos conocerlos tan bien como a estas personas cuando llegue el momento de enfrentarlos.

Entiendo como te sientes, pero lo que me preocupa es que si aquellos que supuestamente son nuestros aliados no lo son del todo, ¿qué impide que uno de los enemigos realmente no lo sea?

>>No importa, quizá le estoy dando demasiadas vueltas.

>>Yo también soy de aquí, por cierto; pero-

La campana empezó a sonar y la conversación terminó inmediatamente.

* * *


Voló por encima del mar durante unos instantes que le parecieron eternos. Pudo vislumbrar bajo el agua una cola de algún ser, dando por hecho que se trataba de una sirena. Los hipnotizantes ojos de Galatea volvieron a aparecer en su cabeza.

Cuando al fin cayó sobre la cubierta enemiga, lo primero que vio fue a Rosa y su compañera calva derrotando a los sincorazón uno tras otro, casi sin esfuerzo. Se dirigió hacia ellas para buscar alguien que le cubriera las espaldas en caso de necesidad, sería más fácil sobrevivir a aquello.

Pero no logró alcanzar su destino, puesto que un cañonazo impactó cerca del lugar en que ella se encontraba y cayó al suelo irremediablemente. Un dolor punzante recorrió su cuerpo, la chica observó que tenía un trozo de madera clavado en el hombro. Cerró los ojos un instante y tiró con fuerza para sacar la madera en cuestión de la herida.

Abiertos los ojos, observó un barco volador acercándose al navío. Al parecer estaba pilotado por un sincorazón, pero de momento resultaba difícil de alcanzar.

Jess rodó sobre su espalda hasta situarse cerca de Rosa y Vanora. Se levantó ágilmente e invocó la Llave Espada en su mano.

Combatiría a partir de aquel momento a cualquier sincorazón que se le acercara; y si el Magneto de Hana era efectivo, lanzaría un Piro contra el barco, pensando en que quizá ardiera y el piloto hubiera de bajar de la embarcación, volviéndose un blanco fácil.

Spoiler: Mostrar
Edit para eliminar una palabra que había repetido y se me había olvidado borrar.
Imagen
Imagen
Imagen
^¡Gracias a ita y Nebula por las firmas de Railgun, Ygritte y Kurisu! n.n^

Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Copiado de Red pero con permiso (?)
Avatar de Usuario
Sometron
27. Trepador
27. Trepador
The Unknowns
 
Mensajes: 807
Registrado: Sab Feb 02, 2013 12:53 am
Dinero: 540,120.33
Banco: 15,749.17
Sexo: Masculino
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 39

Ronda 9

Notapor Suzume Mizuno » Mar Feb 18, 2014 11:46 pm

Spoiler: Mostrar


¡Cuidado con esos bichos! —exclamó Vanora, arrancando a un Sincorazón de encima de Jess, que había sido derribada y golpeada por un Soldado. Cogió impulso y la impresionante mujer lo lanzó por la borda.

¡Arriba! —Rosa tendió la mano a Jess y la ayudó a incorporarse de golpe: era sorprendentemente fuerte—. ¡Vamos, no te despistes, encanto!

Y dio una estocada contra un Sincorazón volador que las acometía desde el aire. Luego, quizás Jess se lo imaginó, la mujer lanzó a la criatura bien lejos… Pero sólo con un movimiento de su espada, sin llegar a tocarle.

Hana, entre tanto, consiguió detener al Soldado que se arrojaba sobre Malik, aunque su verdadero objetivo fuera Faris, pero con tan mala fortuna que chocó de lado contra el Sincorazón que había intentado degollar al hombre. Aun así, ¡logró su objetivo! Malik no recibió más que un tajo, profundo, en un muslo. Faris se dio la vuelta y lanzó tres disparos contra el Sincorazón que había caído al lado de Hana. Malik tenía la oportunidad de rematar a ambos; entre el ataque de Hana y el de Faris estarían bastante débiles.

¡No seas idiota! —exclamó Faris al comprender lo que había pasado—. ¡Protege tu propia espalda! ¡No me sirves de nada estando muerto!

Pero al hablar sonreía. Se trataba de una sonrisa agresiva, sí, pero Malik probablemente pudo deducir que era un gesto de agradecimiento y que apreciaba su acción.

Hana, entre tanto, se volvió hacia el barco volador y trató de atraerlo con un Magneto. Durante unos segundos el Sincorazón enemigo pareció que fuera a ser atraído por la magia de la muchacha.

Pero no fue así.

Era demasiado grande y estaba demasiado lejos como para ceder a una habilidad de nivel bajo. El barco se puso en marcha y se acercó a ellos, hasta situarse cerca de las venas, y dejó caer varias bombas que hicieron saltar por los aires a Hana. Cuando se incorporó estaría aturdida y dolorida por la explosión, que le había lanzado contra el cuerpo sangre de alguna víctima, además de pedazos de madera, sin hablar de la onda expansiva.

¡Maldito monstruo malnacido! —rugió entonces Ana Lucía, limpiándose una mancha de sangre de encima de los ojos—. ¡Te voy a mandar al infierno del que has venido!

Y la capitana se arrojó sobre las jarcias, espada en mano y con la pistola entre los dientes. A pesar del movimiento del galeón, trepó rápidamente por las cuerdas hasta situarse a la altura del barco, que había vuelto a alejarse, y disparó varias veces, furiosa. Las balas alcanzaron el casco del Sincorazón enemigo.

¡Por supuesto, sólo había que conseguir altura!

Pero era muy arriesgado. Varios Soldado trataron de trepar por las jarcias tras Ana Lucía y Faris lanzó un grito de guerra al cargar contra ellos y consiguió despegar la amura, de momento.

Entonces todos escucharon el gemido de algo muy grande. Los que estuvieran en disposición de despistarse un segundo de la batalla, contemplaron con las bocas abiertas de par en par cómo el otro galeón enemigo comenzaba a tumbarse de lado. Numerosas figuras, se arrojaban contra su casco, tiraban con lo que parecían ser cuerdas de sus mastiles y algunas incluso saltaban sobre la cubierta para barrerlas de Sincorazón.

Las sirenas siguieron luchando con todas sus fuerzas hasta que, entre gritos de triunfo, el galeón volcó.

¡Somos los siguientes! —gritó Rosa al comprender lo que iba a suceder a continuación.

La batalla se recrudeció en ese momento: seguramente no tendrían más que un par de minutos, lo que tardaran las sirenas en acabar con los Sincorazón que se habían hundido en las aguas. Debían acabar con todos los enemigos posibles.

En ese momento, resonó un disparo y un cuerpo cayó de espaldas sobre la cubierta.

¡Capitana! —gritó Faris—. ¡Proteged a la capitana, protegedla!

Y un círculo de mujeres se formó en torno al cuerpo de Ana Lucía. Malik y Hana, que seguramente andaban cerca de Faris, quedaron en su interior y pudieron ver que Ana Lucía estaba pálida y semi inconsciente pero, por suerte, parecía haber sobrevivido al cañonazo del barco: es más, si habían estado mirando, se habrían dado cuenta de que la mujer saltó antes para evitar ser alcanzada.

¡Volvamos al Sombra de Luna! —dijo Faris.

¡No! —gimió entonces Ana Lucía—. ¡Con ese… monstruo no… estaremos a salvo…! ¡Que no dañe a mi Sombra de…Luna! ¡Destruidlo! ¡Es una orden!

Faris asintió con sequedad y tiró con toda la suavidad que fue capaz de la capitana para ponerla en pie y luego la levantó en brazos.

¡Dejaré a salvo a la capitana en el Sombra de Luna!

Y, rodeada por sus mujeres, se dirigió a la borda para intentar regresar al galeón.

Alguien —o varias personas— debía trepar a las jarcias y disparar al barco. Pero necesitarían que les protegieran desde el suelo… Y se arriesgaban a convertirse en un blanco perfecto. Pero el tiempo corría a toda velocidad y Ana Lucía tenía razón: si regresaban a la cubierta del Sombra de Luna, todavía quedarían muchos Sincorazón voladores y un barco con gran potencia de fuego para atacarles desde el aire. Seguramente el Sombra de Luna sufriría muchos desperfectos y moriría todavía más gente si no trataban de acabar con la mayor amenaza ahí y ahora.

Además, era una buena ocasión para ganarse el respeto de la tripulación.

Spoiler: Mostrar
Malik. PV: 20/24. PH: 10
Hana. PV: 18/21 PH: 15/24
Jess. PV: 6/8. PH: 12


Spoiler: Mostrar
Fecha límite: sábado 22
Imagen

¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Suzume Mizuno
63. Komory Bat
63. Komory Bat
 
Mensajes: 1883
Registrado: Vie Mar 02, 2012 9:52 pm
Dinero: 1,462,577.72
Sexo: Femenino
Karma: 6

Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Tanis » Vie Feb 21, 2014 12:09 am

Spoiler: Mostrar


Al segundo de recibir el corte sintió un profundo dolor en la pierna, pero aguantó todo lo que pudo para no caer sobre la rodilla. Con un grito seco ejecutó otro ataque al sincorazón al que había atacado Hana y disparado Faris para rematarlo, encadenando un segundo movimiento para deshacerse del segundo monstruo.

Le temblaba el muslo. Dolía de una forma aguda muy intensa y sangraba bastante. Apretó la mano contra el corte, manchándose la mano de sangre.

¡No seas idiota! —levantó la cabeza al oír a Faris—. ¡Protege tu propia espalda! ¡No me sirves de nada estando muerto!

Gruñó de forma automática, pero no replicó. Tenía razón, muerto no era útil, y no podría seguir ayudando a los demás, o protegiéndolos de los sincorazones. Correspondió un tanto culpable su sonrisa de agradecimiento, y miró a Hana, como con una disculpa.

Gracias —dijo, antes de que ella se volviera hacia el barco volador que les estaba atacando.

Se sintió inútil de verdad, otra vez, al pensar que de saber hacer un mísero Piro, podría al menos dañar al aparato, o al sincorazón que lo manejaba. El hechizo de Hana no parecía surtir demasiado efecto, y lo único que pudo hacer fue seguir peleando, con más cuidado de que le pillaran desprevenido por la espalda.

La explosión de aquellas bombas le desestabilizó, y aunque no llegó a tirarle al suelo, si se desorientó un poco, por culpa del ruido y la vibración de la onda expansiva. Estaba lejos del epicentro.

¡Maldito monstruo malnacido! —oyó bramar a Ana Lucía entonces—. ¡Te voy a mandar al infierno del que has venido!

Contempló su arrojo por un segundo antes de volver a la batalla de cubierta. Él no podía enfrentarse a ese barco volador, así que debía hacer lo más consecuente en cubierta. Los Soldado no se terminaban… Pero de pronto, un gemido grave, parecido al rechino de la madera al combarse. Al alzar la vista y deshacerse de un sincorazon que se encontraba en medio, Malik vio cómo el segundo galeón enemigo se tumbaba sobre el agua. Asombrado, bajó un poco el arma, al sentir, incluso desde tan lejos, la furia de las sirenas haciendo volcar el navío.

Jo… der… —musitó.

La fascinación inicial se transformó en respeto por la aprensión.

¡Somos los siguientes! —gritó Rosa.

Malik comprendió a qué se refería. Sólo quedaba ese barco, y seguramente apenas tendrían tiempo para regresar al Sombra de Luna. Se concentró de nuevo en los enemigos, debían darse prisa. Las sirenas no tendrían compasión con los que se quedaran allí a bordo, y no les rescatarían del agua lo más probable. Eso había oído…

Esquivaba el ataque de otro sincorazon, cuando tronó un disparo y un cuerpo cayó de espaldas sobre la cubierta. El cuerpo de la capitana. Ana Lucía. Malik lo vio por el rabillo del ojo, desconcentrándose totalmente del combate, esta vez de verdad.

¡Capitana! —gritó Faris—. ¡Proteged a la capitana, protegedla!

Sin pensárselo dos veces, arma en ristre corrió junto con las mujeres que rodearon y formaron un muro de cuerpos junto a la capitana. Logró abrirse paso para ver su estado, haciendo desaparecer la Llave-Espada. Ana Lucía no parecía herida de suma gravedad, pero sí agotada, pálida y algo ensangrentada. Aunque esa sangre no parecía suya, ya que estaba seca. Debía de haberse salvado por los pelos del cañonazo.

Hay que sacarla de aquí —murmuró—. No está en condiciones para pelear…

¡Volvamos al Sombra de Luna! —ordenó Faris inmediatamente después.

¡No! —clamó Ana Lucía—. ¡Con ese… monstruo no… estaremos a salvo…! ¡Que no dañe a mi Sombra de…Luna! ¡Destruidlo! ¡Es una orden!

Malik miró a Faris, esperando su reacción. Él estaba dispuesto a continuar hasta terminar con todos los sincorazon. Lyn le tenía bien metido en la cabeza que por nada del Mundo dejara uno suelto siquiera, porque podía ser fatal. Se apartó un poco cuando Faris fue levantando a Ana, para dejar espacio.

¡Dejaré a salvo a la capitana en el Sombra de Luna!

Malik se apartó del todo, abriéndose paso a través del círculo de mujeres que ya rodeaban a Faris y la capitana para protegerlas de vuelta al barco. Miró hacia el barco volador, luego a los sincorazon que quedaban correteando por la cubierta. Tenían que eliminarlos, fuera o no orden de la capitana.

Tragó saliva. Pensaba, pensaba… Había que darle una oportunidad al Sombra de Luna, para que pudiera sobrevivir. Era su deber como aprendiz, librar a los Mundos de los sincorazon… No supo de dónde sacó la fuerza para gritar, le raspaba la garganta y estaba cansado, pero… necesitaban moverse rápido. Sin darse cuenta, tomó aire y se adelantó un poco al grupo que pudiera quedar con él allí, incluidas sus compañeras si se habían quedado.

¡Ya habéis oído! ¡Los que puedan atacar a distancia que vayan a por los voladores y ese barco! ¡Los que quieran quedarse en cubierta que me sigan, acabaremos con los demás!

No pensó que hiciera falta añadir que debían hacerlo antes de que las sirenas hundieran el barco. Serían blancos fáciles, pero tenían que hacerlo, debían hacerlo. Con un movimiento seco, invocó de nuevo la Llave-Espada y miró por encima del hombro a los piratas…

¡En marcha!

… antes de ir al encuentro del primer sincorazon más cercano, con un mandoble para asestar un golpe fatal.
Avatar de Usuario
Tanis
28. Samurai
28. Samurai
 
Mensajes: 813
Registrado: Mar Feb 19, 2013 10:20 pm
Dinero: 75,353.31
Banco: 15,572.00
Sexo: Mucho, gracias por preguntar
Karma: 5

Re: Ronda 9

Notapor Sometron » Sab Feb 22, 2014 2:10 am

¡Cuidado con esos bichos!

¡Arriba! ¡Vamos, no te despistes, encanto!

Cuando se quiso dar cuenta se hallaba de pie en la cubierta, preparada para luchar. Las dos acompañantes de Alejandro le habían cubierto las espaldas perfectamente mientras volvía a su posición de batalla.

Rosa, entonces, se libró de un sincorazón que se lanzaba contra ellas sin llegar a haber contactado el acero con la criatura. La respuesta era simple: magia. Debía tratarse de aquello, puesto que explicaría que la muchacha simpatizara con ella la noche anterior mientras estaba encerrada por practicar la magia.

Aunque, tal y como había dicho Hana, cada vez parecían gente más peligrosa, ella era incapaz de verlos como una amenaza. Tendrían sus objetivos propios, como todos, pero eso no impedía que pudieran simpatizar con ellos.

¡Maldito monstruo malnacido! —la voz de la ilustre capitana llegó a sus oídos, al parecer tenía intención de acabar con el oscuro capitán del barco volador—. ¡Te voy a mandar al infierno del que has venido!

Ana Lucía empezó a trepar, dispuesta a llegar hasta la altura de aquella criatura; pero, por desgracia, Jess no podía pararse a observar las acciones de la mujer, tenía que preocuparse de salvar su propia vida. Así, pues, se abalanzó sobre el sincorazón más cercano a ella en aquel momento, descargando sobre él un golpe descendente usando las dos manos para empuñar el arma.

Unos extraños sonidos empezaron a oírse, en cuanto la muchacha se libró del sincorazón con el que estaba combatiendo en aquel momento, se giró hacia el origen del ruido. Observó estupefacta como el otro barco del enemigo volcaba gracias a los esfuerzos de las sirenas. Un grito la hizo volver a la cruda realidad.

¡Somos los siguientes!

El mensaje era claro: había que despejar el barco antes de que las sirenas llegasen. Jess aferró su Llave con fuerza y se lanzó contra el siguiente enemigo, lanzando ataques desde todas las direcciones al máximo que permitían sus posibilidades.

Realizó un ataque circular de barrida, alejando a un sincorazón de ella de manera que cayera por la borda o atacara a otro. Cuando se giró hacia su siguiente objetivo, vio como algo de un tamaño considerable caía con un sonido seco sobre la cubierta del galeón.

¡Capitana! ¡Proteged a la capitana, protegedla!

Al descubrir que se trataba de nada más y nada menos que de Ana Lucía, que había sido derrotada, no pudo evitar tener un sentimiento de triunfo y superioridad. Aún así, se acercó a ella, como el resto de la tripulación, aunque quedó fuera de una barrera humana que habían formado las piratas del Sombra de Luna alrededor de su capitana.

¡Volvamos al Sombra de Luna!

¿Retirada? Nadie parecía moverse, por lo que la chica continuó repeliendo a las criaturas que intentaban acercarse a aquel círculo protector. Le pareció oír la voz de Ana, pero era incapaz de distinguir sus palabras debido a la distancia que las separaba y el sonido que generaba la batalla. El tiempo se les agotaba y la situación no parecía mejorar.

¡Dejaré a salvo a la capitana en el Sombra de Luna!

La barrera se diluyó, y Faris se fue del lugar junto con la capitana y algunas mujeres que les hacían de guardianas. La batalla había quedado, pues, sin nadie que la dirigiera durante su momento más crucial. Esa situación duró poco, puesto que Malik aprovechó la situación para llevar la voz cantante.

¡Ya habéis oído! ¡Los que puedan atacar a distancia que vayan a por los voladores y ese barco! ¡Los que quieran quedarse en cubierta que me sigan, acabaremos con los demás!

No tenía ganas de llevarle la contraria a su compañero y tampoco tenía un plan mejor que aquel, por lo que acataría las “órdenes” dictadas por el aprendiz de Agrabah. Se dirigió a las jarcias, parando brevemente ante Malik.

Cuida esos humos, grandullón.

Y se alejó soltando una risita.

¡En marcha!

Guardó su arma en la espalda como pudo y empezó a escalar por las cuerdas. Escalar no tenía demasiados misterios para ella, pero quizá el movimiento del mar provocara que la experiencia fuera algo más complicada de lo esperado. Siguió subiendo hasta llegar a la altura del barco flotante.

Pensando en la forma más eficiente de actuar, una idea brotó en su mente. Era tremendamente arriesgada y quizá absurda, pero estaba convencida de que no conseguirían derribar aquel enemigo tan solo con ataques a distancias, por lo que tenía que probarlo.

Con una mano se asió a una de las cuerdas y con la otra empuñó la Llave-Espada. Dio una bocanda de aire profunda y alzó su arma, apuntando al capitán del navío.

<<¡Piro!>>

En cuanto el hechizo impactara con el enemigo —o al menos consiguiera distraer su atención—, cogería fuerzas y volaría brevemente sobre las aguas con un Doble Salto, Llave Espada en alto, intentando aterrizar sobre la embarcación flotante a la vez que golpeaba con todas sus fuerzas al sincorazón que hacía de piloto. Si el aterrizaje era exitoso, se aferraría a algún objeto que estuviera fijado al barco e intentaría golpear todo lo que pudiera al capitán de este.

A veces, en las situaciones más complicadas, se necesitaba un salto de fe.
Imagen
Imagen
Imagen
^¡Gracias a ita y Nebula por las firmas de Railgun, Ygritte y Kurisu! n.n^

Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Copiado de Red pero con permiso (?)
Avatar de Usuario
Sometron
27. Trepador
27. Trepador
The Unknowns
 
Mensajes: 807
Registrado: Sab Feb 02, 2013 12:53 am
Dinero: 540,120.33
Banco: 15,749.17
Sexo: Masculino
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 39

Ronda 10

Notapor Suzume Mizuno » Mar Feb 25, 2014 1:37 am

Spoiler: Mostrar


¡Ya habéis oído! ¡Los que puedan atacar a distancia que vayan a por los voladores y ese barco! ¡Los que quieran quedarse en cubierta que me sigan, acabaremos con los demás!

Varios mercenarios y otras tantas mujeres se quedaron unos segundos en silencio, titubeando, mientras un grupo de piratas se retiraba lo más rápido que podía para poner a salvo a la capitana. Pero habían visto cómo el brujo hablaba con la segunda de abordo y había sido el primero en tomar el mando, de modo que se lanzaron a obedecer.

Una ola de personas acompañó a Malik mientras luchaban con todas sus fuerzas contra los Sincorazón, esforzándose por despejar la cubierta.

Mientras tanto, Jess trepó por las jarcias, resbalando alguna que otra vez y llegó a la altura del barco de guerra. Los ojos del Sincorazón que lo pilotaba resplandecieron y empezó al descubrirla y comenzó a cargar los cañones.

La joven lanzó un Piro que acertó en la cabeza del Sincorazón de lleno, aturdiéndolo por unos instantes. Triunfante, Jess quiso saltar sobre el barco para acabar con sus propias manos con el enemigo.

Pero había olvidado que no se podía hacer sola aquella tarea: habría tenido que contar con la ayuda de alguien que se asegurara de que nada iba tras ella. Y no había querido esperar.

Una garra se cernió en torno a su pie y le clavó violentamente las zarpas. Si miraba hacia abajo, vería a un Soldado que había trepado en pos de la muchacha.

Jess había cogido impulso para saltar, pero la mano tiró de ella en medio del salto y la muchacha se precipitó hacia abajo. De pronto sintió un horrible dolor al golpearse contra la amura del barco en las costillas, que le arrancó el aliento y la dejó al borde de la inconsciencia.

Malik debió verla caer, pero una muralla de Sincorazón le impidió avanzar. Recibió entonces un tajo cerca de la garganta y un Soldado le golpeó con su casco en la boca del estómago, dejándolo sin respiración y obligándolo a caer sin rodillas.

¡Las sirenas! —gritó alguien entonces—. ¡Vienen las sirenas!

¡Todo el mundo al Sombra de Luna! —rugió Faris; si Malik trataba de levantar la cabeza, la vería de pie sobre la baranda, agitando su espada y señalando con violencia hacia el barco—. ¡Rápido, gusanos de mar! ¡Vamos! ¡VAMOS!

Y piratas y mercenarios retrocedieron a toda velocidad. Entonces el barco Sincorazón comenzó a disparar desde lo alto.

¡Maldita sea, ¿no iban a destruirlo?! ¡Malik! —exclamó Faris al reconocerlo—. ¡Vamos, muévete, ven aquí!

Pero quedaba una compañera atrás. Y, en ese momento, si Malik se daba la vuelta, entre las mujeres y los hombres que se retiraban lentamente, ansiosos, tratando de no dar la espalda a los Sincorazón, reconocería una melena azulada: Hana yacía rodeada de Sincorazón. Malik no podía saberlo, pero uno de los monstruos voladores la había alcanzado por detrás mientras trataba de pergeñar un plan para derrotar al barco Sincorazón… Y había perdido el conocimiento. Los demonios se cernían sobre ella, golpeándola y arañándola.

¡Si no la ayudaba, iba a morir! ¡Si no se encargaban de ello los Sincorazón, lo harían las sirenas!

¡Malik! —Faris saltó a la cubierta entre maldiciones y la perdió de vista en medio de los piratas.

Si Malik quería salvar a Hana o a Jess, tendría que moverse rápido y abrirse a codazos y empujones entre la marea que iba en contra suya...

Entonces sintió algo detrás de él. Quizás vio su sombra, o puede que un instinto le advirtiera. Pero cuando se dio la vuelta, vio a Alejandro, el silencioso hombre al que acompañaban Rosa y Vanora, mirándole con una rabia fría que le tuvo que poner los pelos de punta.

Alzaba su espada sobre la cabeza, dispuesto a dejarla caer sobre su cabeza.

En ese momento un violento golpe sacudió el galeón de arriba abajo y los hizo suspenderse unos instantes en el aire. Malik cayó hacia atrás y, en el lapso de un par de segundos, pudo ver cómo la espada de Alejandro no caía sobre él, sino que cortaba a un Sincorazón en dos como si estuviera hecho de mantequilla.

El aprendiz se desplomó de espaldas, pero, para su sorpresa, empezó a rodar hacia un lado: la cubierta se estaba inclinando. Pudo ver cómo Alejandro dirigía una mirada indescifrable en su dirección antes de que Faris lo sobrepasara y corriera a ayudar a Malik. Alejandro se dio la vuelta y trepó a toda velocidad hacia la borda del barco, para saltar al Sombra de Luna, que cada vez se alejaba más.

¡Maldito seas, ¿es que estás sordo?! —chilló Faris, levantando a Malik de un brusco tirón.

Tuvieron que hacer equilibrios cuando una nueva acometida embistió al barco y lo ladeó un poco más. Los Sincorazón resbalaban y se precipitaban hacia la borda contraria, braceando inútilmente. El cuerpo de Jess no aguantó más que unos segundos antes de caer al mar, mientras el de Hana se deslizaba hacia la baranda. Faris la localizó con la mirada y maldijo en voz alta antes de lanzarse al frente a toda velocidad. En un par de zancadas cogió a Hana por un brazo y tiró de ella para alejarla de los Sincorazón que se debatían entre caer al mar y hacerse con el cuerpo de la aprendiz. Un par de voladores atacaron a Faris, que gritó de rabia y tendió la mano a Malik en una súplica muda de ayuda mientras cargaba con el cuerpo de Hana como un fardo al hombro. ¡No podía subir sola!

La cubierta estaba casi vacía, a excepción de ellos. Y una nueva carga estuvo a punto de lanzarles de cabeza al mar. Pero podían aferrarse a los mástiles y trepar.

Una sombra les cubrió: el barco de guerra, que apuntaba sus cañones hacia ellos, con el Sincorazón piloto asomado maliciosamente por un borde, dispuesto a ver cómo acababa con ellos.

Entonces una lengua gigante de fuego golpeó con violencia al barco, arrastrándolo fuera del galeón. La figura del Sincorazón se agitó unos segundos bajo las llamas antes de que él y su transporte se convirtieran en ceniza… Y un corazón ascendiera al cielo.

¡Arriba los dos tortolitos, que esto se hunde! —gritó una voz conocida.

Ronin se sostenía con una mano en una jarcia, sobre la amura, y sonreía en su dirección, con las ropas ondeando al viento y apoyando su Llave Espada contra el hombro. En esa misma mano tenía dos cabos, cada vez más tirantes.

Cuando llegaron hasta arriba cogió a Hana con un solo brazo y tendió un cabo a Malik y a Faris. El pirata saltó y sobrevoló las aguas antes de caer limpiamente en la cubierta del Sombra de Luna, donde las piratas jaleaban en su dirección.

¡Haz los honores! —exclamó Faris, rodeando el cuello de Malik y aferrándose a él.

Cuando saltaran al Sombra de Luna, verían cómo un banco de sirenas se acercaba toda velocidad en medio de las turbulentas aguas desde las profundidades para empujar de nuevo el galeón. Sólo en ese momento, Malik comprendió lo cerca que había estado de morir, pues el cabo estaba tan tenso que podría haberse roto y cada embate de las sirenas separaba más ambos galeones.

Aterrizaron en la cubierta y una masa de piratas se arrojó sobre ellos, gritando de alegría. Ronin mismo revolvió el pelo de Malik con tanta violencia que estuvo a punto de arrancarle la cabeza. Sonriendo, el Maestro se volvió a su alrededor. Pero entonces su sonrisa se desvaneció cuando preguntó:

¿Dónde está Jess? —y clavó el ojo en Malik. Al comprender, Ronin borró su sonrisa y se volvió mientras gritaba—: ¡¡Ana!!

¿Qué ocurre, maldito viejo loco de…? —la gente calló y abrió paso a la capitana, que avanzaba con una mueca de enfado, aunque no de dolor. Parecía completamente restablecida—. ¿Ronin?

¡La chica pelirroja, Jess! ¡Ha caído en el mar la muy tonta! —el Maestro recuperó su sonrisa, aunque algo forzada y detonando preocupación por el destino de su aprendiza—. Por favor, Ana.

Ronin y Ana Lucía se miraron intensamente unos segundos. Luego la capitana chasqueó la lengua y masculló:

Sólo porque me has curado.

****

Spoiler: Mostrar


Hacía frío. Jess se hundía en las profundidades del océano, cada vez más lejos de la superficie, cada vez más lejos de la luz. Luchaba entre la inconsciencia y la consciencia y podía sentir cómo el agua helada le penetraba en los pulmones, cómo la presión le aplastaba el cráneo y el pecho. Pero, ante todo, veía las sombras de los barcos sobre ella, veía el resplandor de las explosiones, y las fugaces sombras de las sirenas. Luchaban contra lo que parecían ser Sincorazón; los que habían caído al agua y unos con cola o en forma de pulpo, adaptados al mar.

El agua se sacudió con violencia cuando las sirenas cargaron contra el galeón enemigo. Pudo escuchar el gemido de derrota de su madera cuando las sirenas, entre melódicos gritos de triunfo, que sonaban tan bellos, tan perfectos bajo el mar, conseguían tumbarlo.

Y ella cada vez estaba más y más lejos de la superficie.

****


La tripulación del Sombra de Luna contempló como el segundo galeón volcaba y las sirenas, como una plaga, saltaban sobre sus costados, destrozaban la madera con sus propias manos. Era una visión estremecedora. Arrasaban con todo en medio de una furia abrasadora.

Entre tanto, la capitana se había subido a la amura y tocaba lo que parecía ser un extraño cuerno o concha en miniatura. Nadie podía escuchar nada, pero tampoco se atrevieron a romper el silencio que gobernaba en la cubierta del barco.

Entonces, Galatea emergió de entre las aguas y miró con sus profundos ojos a la capitana. Esta se inclinó y pidió:

Galatea, hemos cumplido con tu misión. Ahora tengo un favor que pedirte

Galatea contemplaba a la humana sin despegar los labios.

****

La conciencia de Jess se desvanecía. Había llegado el final. Por fin se acabaría aquella tortura que le estaba destrozando todavía más las costillas, que la dejaba sin aire, que la aplastaba hacia la oscuridad…

Entonces la rodeó una corriente cálida de agua. Sintió dos manos frías, heladas, contra su cara y que le abrían la boca. De pronto, algo se retorció en su interior y una fuerza ineludible le arrancó el agua que le inundaba los pulmones. El dolor volvió, pero menos agudo que antes, probablemente porque estaba congelada hasta el tuétano de los huesos. Consiguió abrir los ojos y se encontró hundiéndose en los iris que tanto la habían atrapado un par de horas antes.

Galatea se acercó a ella y sintió que sus labios presionaban sobre los suyos; un chorro de aire insufló su interior.

Con suavidad, se vio arrastrada hacia arriba y arriba y arriba…

Y rompió la superficie del mar. Empezaría a toser, a tiritar, mientras gritos de triunfo la rodeaban por todas partes. No se enteró prácticamente de nada de lo que sucedía, pero Ronin bajó por una escalera de cuerda hasta ella y la recogió con cuidado para subirla al Sombra de Luna. La depositaron en la cubierta, donde pudo recuperarse.

¡Vosotras queréis matarme del susto! —exclamó Ronin, sonriente como de costumbre, y señalando con la barbilla a Hana, que estaba sentada al lado de él, recuperándose poco a poco del golpe: Ronin la había curado, así que debía encontrarse ya bien.

El Maestro tendió una poción a Jess, que le restauró las costillas rotas, y luego le palmeó alegremente la espalda mientras la ayudaba a incorporarse.

¡Qué! ¿Qué tal el paseo bajo el agua? —rió, atronador.

Cuando se acercaran a la borda, verían que la mayoría de las sirenas volvían a arremolinarse a los pies del Sombra de Luna. La hija de Galatea tenía una herida en el torso, pero sonreía, orgullosa de su cacería. Todas las sirenas parecían conformes, a excepción de Galatea.

He cumplido tu petición, Ana Lucía —dijo con voz calmada—. La muchacha está a salvo

Y yo os lo agradezco, Galatea —respondió Ana Lucía con aplomo—. Habéis luchado con bravura, mi señora y me alegra ver que faltan pocas de las vuestras. Pero al fin hemos dado caza a esa malnacida —sonrió la capitana.

Galatea meneó lentamente la cabeza.

Te equivocas, Ana Lucía. No había otro ser vivo en esos galeones que vosotras y vuestros hombres.
»No había ninguna otra mujer. En ninguno de los dos barcos


Spoiler: Mostrar
Malik. PV: 17/24. PH: 10
Hana. PV: 21/21 PH: 22/24
Jess. PV: 8/8. PH: 10/12


Spoiler: Mostrar
Fecha límite: viernes 28
Imagen

¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Suzume Mizuno
63. Komory Bat
63. Komory Bat
 
Mensajes: 1883
Registrado: Vie Mar 02, 2012 9:52 pm
Dinero: 1,462,577.72
Sexo: Femenino
Karma: 6

Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Tanis » Mié Feb 26, 2014 3:38 am

La batalla se recrudecía por momentos.

Por todas partes corrían piratas, saltaban sincorazones, se oían gritos, chillidos, euforia… Saltaba la sangre, tronaban cañones. Nunca se habría esperado que realmente le siguieran, aunque no les quedara otra. Una sensación de satisfacción le inundó el cuerpo y le imbuyó el sistema nervioso.

Malik peleaba lo mejor que podía, golpeando, esquivando, corriendo, saltando, cooperando con otros mercenarios y piratas para deshacerse de las criaturas oscuras. La adrenalina del combate le hacía insensible al cansancio, más temerario, más rápido, fuerte y ágil, pero no acusaba golpes menores… Y por supuesto, le hacía más temerario.

Otra vez.

Tras un golpe de espada contra un sincorazón, reparó, por suerte o por desgracia, en Jess más allá de sus enemigos… y al sincorazón que fue detrás de ella.

¡¡¡JESS!!! —gritó en medio del frenesí, al verla golpearse contra la amura, cayendo como un peso muerto.

Entonces sintió el corte, tan cerca de la garganta, y el cabezazo que le dejó sin aire, que se derrumbó de rodillas, boqueando y escupiendo sangre. Se le nubló la vista por un momento y el sentido de oído se diluyó, entre tanto ruido. No oyó nada por segundos, salvo un inconstante golpeteo. No sintió nada más que el goteo de la sangre brotando de la herida del cuello…

Aún apretaba fuerte la empuñadura de la Llave-Espada, pero los dedos estaban empezando a aflojarse.

¡Las sirenas! —gritó alguien entonces, tan cerca de él que recobró de pronto la orientación—. ¡Vienen las sirenas!

Levantó la cabeza, llevándose la mano libre a la herida, manchándose los dedos de sangre caliente. No parecía muy profunda, pero el dolor era horrible y la sangre, aunque estaba empezando a dejar de manar, aún fluía a cuentagotas. Allí de pie sobre la baranda, vio a Faris gritar:

¡Todo el mundo al Sombra de Luna! ¡Rápido, gusanos de mar! ¡Vamos! ¡VAMOS!

Agitaba su espada con violencia señalando al barco, y él, aturdido, consiguió levantarse por fin. Sin embargo, entre el contingente de piratas y mercenarios que retrocedía y le empujaba, y el ataque del barco volador, no pudo moverse con acierto. La cubierta tembló bajo los cañonazos del barco sincorazón, y él se tambaleó, provocando que soltara la Llave-Espada y se deshiciera en luces blancas.

«Mierda».

Tendrían que haberlo logrado derribar, pero la imprudencia de Jess había truncado la oportunidad.

«Jess… », barbotó en su mente.

Tenía que ir por ella… Los sincorazón, las sirenas… Tenía que…

Los recuerdos de La Red le golpearon con saña, y apretó los dientes.

¡Maldita sea, ¿no iban a destruirlo?! ¡Malik! ¡Vamos, muévete, ven aquí!

Spoiler: Mostrar


Volvió a mirar a Faris,y aunque sabía que era desacato a su autoridad, y un acto que conllevaba un castigo por desobediencia, negó con la cabeza y dio media vuelta para correr hacia la borda por donde Jess había caído, intentando que los sincorazon no le alcanzaran. Fue difícil porque la huida de los piratas le frenaba…

Fue entonces cuando también vio a Hana… y no se lo pensó dos veces.

Ladeó la trayectoria de sus pasos e invocó la Llave-Espada, golpeando a medio camino al primer sincorazón a su alcance. Hana yacía en la cubierta, y los monstruos la golpeaban y arañaban, para pronto sacarle el corazón. No iba a permitir eso tampoco. Sin querer se mordió la lengua, tajando a diestra y siniestra para abrirse un hueco entre los monstruos. Pensó que Jess podía tener más probabilidades de sobrevivir. Pero Hana no las tendría rodeada de sincorazon, por eso había ido primero por ella. Era muy joven para morir, y menos así. Le quedaban muchas cosas por hacer como aprendiz, y quien sabía si algún día maestra.

Y qué demonios, no podía evitar no pensar en el pellejo de los demás cada vez que estaban en peligro. Era un defecto, quizá, el de lanzarse en pos de salvarle el cuello a un compañero, fuese amigo o conocido de cinco minutos. Además… Hana le había ayudado, se lo debía.

Se lo debía.

¡Malik! —oyó el grito de Faris a lo lejos, pero no podía perder tiempo en responder.

Pronto las sirenas…

«¿Eh?»

El desliz de una sombra sobre él le hizo pararse, y darse la vuelta, dispuesto a blandir su arma para defenderse. Pero en lugar de ser un sincorazon, se encontró con el misterioso chico que acompañaba a Rosa y a la otra mujer, cuyo nombre desconocía. Por un segundo se sintió helado bajo su mirada. Desvió la vista hacia el filo de su espada, que levantaba para descargarla contra su cabeza. Malik siseó y frunció el ceño, a punto de levantar su propia Llave-Espada para bloquear la espada del chico.

Pero de pronto, un brusco azote contra el barco, que lo sacudió entero haciéndole alzarse por segundos largos en el aire, le desestabilizó y le hizo caer hacia atrás, justo al mismo tiempo que la espada del joven sesgaba a un sincorazón por la mitad, como si estuviera hecho de papel o humo.

«¿Qué demonios…?»

Intercambió una muy rápida mirada con él, sin lograr discernir qué narices pensaba ese muchacho. No tuvo tiempo para pensar en nada más, era el único en pie que quedaba sobre el barco enemigo. Ese chico ya había regresado, y Hana y Jess estaban inconscientes. Al caer y rodar hacia el desliz que ya se inclinaba, Malik hizo desaparecer Llave-Espada para intentar agarrarse a algo, lo que fuera. Iba a caer al agua, estaba seguro de ello… Y entonces…

¡Maldito seas, ¿es que estás sordo?!

Se vio levantado de un tirón por nada más y nada menos que la segunda de a bordo. Malik la miró, entre sorprendido y un tanto… ¿contento? de verla allí con él. No pensó que se arriesgaría a ir a buscarle si fallaba. Se deshizo de sus brazos, sujetándose sólo a uno para mantener el equilibrio.

No podía dejarlas atrás —dijo refiriéndose a sus compañeras.

Aunque la disculpa era muy pobre, no lo sentía tanto como para mostrarse compungido.

El barco sufrió otra sacudida. Las sirenas lo estaban volcando, igual que había hecho con el otro. Los sincorazon intentaban salvarse, pero era inútil, resbalaban y caían al agua. Malik intentó moverse para alcanzar a Faris, que se había lanzado en pos de Hana para evitar que cayera al agua. Con la mirada él recorrió el resto del barco, no quedaba nadie de verdad.

«¿Dónde está Jess?», se preguntó, con miedo de que hubiera caído al agua.

Al no verla en el lugar donde la había visto por última vez, se temió lo peor, y se deslizó todo lo que pudo hacia Faris para coger fuertemente su brazo, agarrándola hasta el codo. Sacarían a Hana al menos de allí, antes de que…

La sombra del barco de guerra se cernió sobre ellos, a punto de disparar. Malik tiró de Faris para hacerla avanzar más rápido y alzó la mano para invocar su arma, y al menos… intentar parar alguna bala.

Pero antes de hacerlo, antes de que el enemigo atacase y les matara, una asombrosa columna de fuego monumental impactó contra el barco volador y el sincorazon que lo pilotaba, ante sus asombrados ojos, y los destruyó.
Un corazón brillante se elevó hacia el cielo.

¡Arriba los dos tortolitos, que esto se hunde! —gritó una voz conocida.

Malik giró la cabeza, atónito, sintiéndose absurdamente conmocionado al ver al Maestro Ronin sobre la amura, sujeto a una de las jarcias del barco. Sonreía con ese deje que el maestro tenía, como si aquello en realidad fuera un juego. Sostenía su Llave-Espada al hombro, en una imagen totalmente magistral. Sostenía dos cabos, así que Malik tiró y ayudó a Faris a subir hasta allí, ella cargando con Hana. Lograron dejársela a Ronin antes de cogerse al otro cabo. Asiendo el extremo, Malik contempló el salto de Ronin hasta el barco de Ana. Los piratas allí les animaban a saltar ya, no quedaba tiempo. Las sirenas se preparaban para otro embate y no podrían…

¡Haz los honores! —exclamó Faris, sintiendo sus brazos alrededor del cuello.

¡A sus órdenes, señora! —Malik respondió, con una media sonrisa espontanea, antes de sujetarse todo lo fuerte que pudo a la cuerda y saltar hacia Sombra de Luna.

Se permitió el lujo de intentar planear todo lo que pudiera por si acaso iban a caer como un plomo al agua. Una vez estuvieran a salvo en cubierta, tenía que decirle a Ronin sobre Jess. Se atrevió a mirar entre los barcos, a tiempo de ver a las sirenas en su apogeo combativo. Pero no la vio a ella…

Aterrizó todo lo digno que pudo sobre la cubierta, con el pecho lleno de orgullo. Se había salvado… ¡se había salvado! No pudo evitar reír, intentando quitarse a los demás, el brazo de Ronin y su manaza de encima. Pero a la vez que la sonrisa de Ronin desaparecía y preguntaba…

¿Dónde está Jess?

… se le formó una expresión de culpa y miró hacia las aguas como acto reflejo.

¡¡Ana!!

Maestro, yo…

Pero se calló, igual que todos los demás, al oír la voz de Ana Lucía, que avanzaba al parecer recuperada del ataque. Ronin debía de haberla curado. Si era capaz de conformar esa gran masa de fuego de antes, quién sabía qué más podía hacer…

¿Qué ocurre, maldito viejo loco de…? ¿Ronin?

¡La chica pelirroja, Jess! ¡Ha caído en el mar la muy tonta! Por favor, Ana.

Malik pensó que de ser necesario él estaba dispuesto a ir, sin embargo, la intensidad con la que se miraban Ronin y Ana le amedrentó, y le impidió hablar. Se mantuvo callado y quieto, a la espera.

Sólo porque me has curado.

«Alá, gracias…».

* * *


Malik observaba junto a todos los demás cómo las sirenas terminaban de destrozar lo que quedaba del galeón enemigo, sobre el que él había estado tiempo antes. La fiereza de esas criaturas le encogió el estómago, y se alegró en parte de no haber caído al agua. Constantemente miraba hacia el agua, como si en cualquier momento Jess pudiera aparecer, tosiendo y escupiendo en la superficie. Era poco probable, y a medida que pasaba el tiempo, se iba poniendo cada vez más nervioso.

¿Dónde estaba, dónde?

Se llevó una mano al cuello. Aunque le habían curado aún le dolía, y se sentía débil. En descanso y parado acusaba el cansancio físico y mental del combate y se sentía como si fuera a desplomarse. De vez en cuando le costaba respirar, y se le emborronaba la vista… Cuando volvieran a Tierra de Partida pensaba meterse en la cama y no salir en días, aunque Lyn fuera a buscarlo echando la puerta de su cuarto abajo.

Se apoyó en la borda, manteniéndose todo lo erguido que pudo, con los ojos fijos en el agua, con el fragor de las sirenas de fondo en los oídos.

Si le ha pasado algo… —murmuró

No se lo perdonaría nunca.

Se estaba adormilando sobre la borda cuando de repente oyó gritos de júbilo, y chapoteos. Al abrir los ojos vio que Ronin bajaba por una escalerilla de cuerda y recogía el cuerpo inerte y moja de Jess, de manos de Galatea, la líder de las sirenas. Bastante más despacio de lo que le gustaría, se despegó de la borda, sintiéndose mortalmente aliviado, y corrió —o lo intentó—, hasta Ronin, que dejaba ya a la muchacha junto a Hana sobre la cubierta. A Hana Ronin ya la había curado, igual que a él y se encontraba mejor, pero Jess estaba… tan pálida. ¿Cuánto tiempo había pasado en el agua?

Se acercó todo lo que pudo, para comprobar de más cerca todo lo bien que podían estar, y suspiró, pasándose la mano por el pelo. Estaba claro que para líder no servía… No quiso agobiar a las chicas, más de lo que Ronin podría hacerlo, así que se retiró por la cubierta, entre los tripulantes, para asomarse de nuevo a la borda. A su espalda tronaba la risa de Ronin, y sonrió débilmente. Estaba tan cansado…

Por una vez no prestó demasiada atención a las sirenas que estaban allí abajo, tras haber peinado las aguas y limpiado de sincorazón las olas. Galatea estaba entre ellas, y hablaba con la capitana. Malik se acercó un poco más, simplemente curioso.

He cumplido tu petición, Ana Lucía —oyó que decía Galatea, seria—. La muchacha está a salvo.

¿Habían sido ellas, cuando?

Y yo os lo agradezco, Galatea —respondió Ana Lucía a su vez—. Habéis luchado con bravura, mi señora y me alegra ver que faltan pocas de las vuestras. Pero al fin hemos dado caza a esa malnacida.

Una exclamación quiso nacer en su garganta, porque no recordaba haber visto a ninguna chica en el bando enemigo en el barco, y a menos que hubiera estado en el primero que volcaron… Pero no lo recordaba, le dolía mucho la cabeza. Por alguna extraña razón no se sorprendió cuando Galatea negó a las palabras de Ana. Sintió un nudo en la boca del estómago, y un regusto agrio en la boca.

Te equivocas, Ana Lucía. No había otro ser vivo en esos galeones que vosotras y vuestros hombres.
»No había ninguna otra mujer. En ninguno de los dos barcos.


Malik se dio la vuelta, apoyado aun con una mano en la borda. La sensación agria se transformó en una ácida y le quemó por dentro. Eso significaba que no volverían pronto a casa…

Y que todavía les quedaba por pelear mucho más.
Avatar de Usuario
Tanis
28. Samurai
28. Samurai
 
Mensajes: 813
Registrado: Mar Feb 19, 2013 10:20 pm
Dinero: 75,353.31
Banco: 15,572.00
Sexo: Mucho, gracias por preguntar
Karma: 5

Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Sometron » Jue Feb 27, 2014 10:03 pm

Su vuelo fue interrumpido nada más empezar por una mano férrea, que provocó que cayera sin remedio. La cubierta del barco se acercó rápidamente hacia ella y le golpeó duramente en el tórax. haciendo que escupiera sangre.

Spoiler: Mostrar

Desde ese momento todo empezó a parecer lejano, su vista se oscureció y se volvió más borrosa, mientras que su oído apenas permitía que algún sonido fuera descifrado por la muchacha.

Intentó levantarse apoyándose en la barandilla del borde de la embarcación, pero lo único que consiguió fue ponerse de rodillas para perder el equilibrio y caer de nuevo entre toses. Toser provocaba que el pecho le doliera aún más y, por otra parte, le hacía perder más sangre. La respiración se le hacía algo complicada y moverse, muy costoso.

Una sacudida recorrió el galeón, provocando que éste se inclinara. Estaba un poco más cercana a la borda y sin fuerzas para alejarse de ella.

Con la cabeza apoyada en el suelo observó la poca acción que quedaba a aquellas alturas en el navío. Alejandro había salvado a Malik de un sincorazón y se marchaba del barco, Faris intentaba sacar al aprendiz de allí, a la vez que él intentaba rescatar a Hana, que al parecer tampoco estaba en muy buena condición en aquellos momentos.

<<¿Estamos acabados?>>

Rió entre toses y se respondió a sí misma en voz alta.

No… nun...ca… —hablar costaba una barbaridad debido al estado en que se encontraba.

Otra sacudida agitó la cubierta, pero esta vez fue la decisiva: su cuerpo se separó del suelo de madera y cayó.

El frío invadió su cuerpo y su entorno se volvió más denso de lo que lo era antes, pero ella seguía cayendo igualmente.

Más allá de dónde acababan sus pies pudo ver cómo las sirenas luchaban contra las criaturas de la oscuridad que ella había estado combatiendo arriba, en la lejana cubierta del barco. Fue partícipe también de cómo la embarcación daba la vuelta y pasaba a ser un barco que parecía viajar por las profundidades marinas. El espectáculo rezumaba una extraña belleza difícil de describir, reforzada por los esbeltos movimientos y las hermosas voces de las sirenas.

Aunque el agua la aplastara y sus pulmones reclamaran urgentemente algo de oxígeno, Jess ni se planteó que aquello fuera a ser un final: aún le quedaba mucho por vivir. Sus pesados párpados amenazaban con cerrarse; y ella no opuso la menor resistencia, porque sabía que aquello no acabaría allí, que cuando volviera a abrir los ojos tendría una nueva oportunidad para vivir, y una nueva oportunidad para empezar a valerse por sí misma y dejar de ser una carga para el resto. Cerró los ojos.

Sus sueños fueron cálidos, a excepción de el suave tacto de unas delicadas manos sobre su cara. No sabía de quién eran las manos, pero provocaban una sensación agradable en ella. Así cualquiera desearía no despertar; aunque aquel no iba a ser su caso, puesto que el dolor que se había ido atenuando hasta desaparecer volvió a atravesar su pecho. Las piernas de la chica realizaron un movimento brusco de forma inconsciente y abrió los ojos.

Su visión estaba completamente ocupada por una cara conocida, sobre todo los ojos, aquellos ojos misteriosos que parecían esconder un universo entero detrás suyo. Pero aquello no era lo único, sus labios estaban pegados a los de Galatea, que estaba insuflándole aire en los pulmones. La caída se detuvo al fin y comenzó a convertirse en un ascenso, hasta que volvió a salir a la luz del día.

Allí fue recibida y socorrida por las tripulación, especialmente por el reaparecido Ronin. El Maestro le hizo beber una poción, que hizo que las heridas sanaran y el dolor desapareciera paulatinamente. El hombre parecía preocupado por ella, pero el rencor no era algo tan fácil de olvidar.

Buscó rápidamente con la mirada a los otros dos aprendices, comprobando que ambos estaban bien y recuperándose de la batalla. Después buscó otras caras conocidas en la multitud: Rosa, Vanora, Alejandro, Faris, Mary y, por último, el hombre que había osado molestarla el día anterior. Después de comprobar el estado de cada uno —o simplemente no encontrarlos entre las caras de los tripulantes—, se acercaría a la borda, donde parecía que volvían a aparecer las sirenas.

He cumplido tu petición, Ana Lucía. La muchacha está a salvo.

<<Vaya, eso sí que no me lo esperaba.>>

Y yo os lo agradezco, Galatea. Habéis luchado con bravura, mi señora y me alegra ver que faltan pocas de las vuestras. Pero al fin hemos dado caza a esa malnacida

Te equivocas, Ana Lucía. No había otro ser vivo en esos galeones que vosotras y vuestros hombres.

»No había ninguna otra mujer. En ninguno de los dos barcos


Tuvo que aguantar la risa ante la ingenuidad de la capitana, cazar a una prisionera “tan peligrosa” no podía resultar tan fácil. Jess ni siquiera se había planteado la posibilidad de que alguno de aquellos dos barcos contuviera a algo que no fuera un sincorazón por lo que no tuvo esperanzas de encontrarla allí desde el principio. Estaba claro que aquello no era más que una bienvenida.
Imagen
Imagen
Imagen
^¡Gracias a ita y Nebula por las firmas de Railgun, Ygritte y Kurisu! n.n^

Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Copiado de Red pero con permiso (?)
Avatar de Usuario
Sometron
27. Trepador
27. Trepador
The Unknowns
 
Mensajes: 807
Registrado: Sab Feb 02, 2013 12:53 am
Dinero: 540,120.33
Banco: 15,749.17
Sexo: Masculino
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 39

Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Nell » Sab Mar 01, 2014 2:00 am

Logró salvar a Malik del sincorazón, recibiendo las gracias de éste. Sin embargo, únicamente asintió en su dirección y volvió al fragor de la batalla. Se dijo a sí misma que, a partir de aquel momento, dejaría en paz a Jess y Malik. Los tres eran aprendices y tenían que valerse por separado. Hana no iba a tenderles la mano en cada ocasión que uno de ellos necesitase un escudo humano.

La estrategia de Magneto no funcionó, así que Hana se encogió de hombros y se centró en los sincorazón más accesibles. No veía modo de alcanzar el barco por sus propios medios, así que no le quedaba otra que confiar en que otra persona se encargase.

Se centró en derrotar todo sincorazón que se pusiera sobre su camino, sirviéndose de las piratas y los mercenarios de su alrededor para salir bien parada de los enfrentamientos con desventaja. Desvió la mirada, junto a los demás, cuando el otro barco se hundió y, escuchando el grito de Rosa, reanudó el combate para darse prisa en deshacerse de sus enemigos.

Y entonces, Ana Lucía cayó. Hana ni siquiera la había visto subir, pero cuando se vio lanzada al interior de un círculo de piratas que la cubrían, comenzó a entender qué había pasado. Al final, la única que se había visto capaz de hacer frente al barco volador había sido la capitana, con un destino fatal.

Verla en semejante estado hizo un nudo a la garganta a Hana. Todos tenían su momento de debilidad, pero jamás imaginó verlo en Ana Lucía. Tan dura, tan fría. Incluso malherida vociferaba órdenes con un don casi innato.

Hana no era una tripulante del Sombra de Luna. Ana Lucía no tenía poder sobre ella. Y, sin embargo, asintió con sequedad y volvió a la batalla. Sí, iba a proteger el barco, como pudiese, por esa capitana tan terca. Se quedó con Malik en la cubierta, luchando, mientras Jess subía por las cuerdas para unirse al batallón a distancia.

Llegados a ese punto, tenía que pensar en un modo de derribar al barco volador. Mientras luchaba, intentó concebir un plan. Se permitió distraerse unos segundos, observando con atención la distancia con el sincorazón, y enfrascada en sus pensamientos, todo se volvió negro de golpe.

Cuando despertó, Ronin se cernía sobre ella. No tardó en comprender que había caído inconsciente. ¿Cuán cerca habría estado de morir? En mitad de semejante horda de sincorazón… ni siquiera quería imaginárselo.

Se sentó, a su lado, sin mediar palabra, para reponerse poco a poco. ¡Qué vergüenza! Caer en mitad de la batalla y vivir para contarlo. En aquel momento, rabiosa consigo misma, no quería hablar ni saber nada de nadie. Fue vagamente consciente de que Jess había caído al mar, pero como apareció un rato después, se alivió que las sirenas no se la hubieran zampado y volvió a su brote de mal humor.

No se acercó junto a los demás a la borda, rumiando aún, pero escuchó la breve conversación entre Ana Lucía y la reina sirena desde allí. Al parecer, habían salvado a Jess. Y sin mordiscos. Vaya, puede que hubiese alguna sirena buena entre ellas. La mala noticia es que la batalla sólo había servido para diezmar sus tropas, pues en los barcos no viajaba la principal enemiga.

Maravilloso.

Se levantó, arrugando la nariz por la mala noticia, y se acercó a la barandilla junto a los demás. Aún se mantendría algo más rezagada, pero quería enterarse de cuáles serían los pasos que tomarían a continuación.

Y aún tenía algo más que hacer, por mucho que le pesara…
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

Ronda 11

Notapor Suzume Mizuno » Lun Mar 03, 2014 11:59 pm

Transcurrieron dos días antes de que la vigía comenzara a tocar con arrebato la campana y gritara que había avistado tierra.

La tripulación estaba sorprendida: habían viajado rápido, muy rápido. El viento les había acompañado día y noche sin descanso, como si Calypso les hubiera bendecido, ansiosa porque las piratas regresaran a su hogar.

Al fin en casa —sonrió Faris, apoyada en la amura del barco junto a Malik, al que había invitado a tomar un trago—.¡Hora de repartir el botín, señoritas! —gritó, volviéndose hacia las mujeres.

Hubo un rugido de satisfacción como respuesta y la actividad estalló en la cubierta del Sombra de Luna.
Durante la tarde anterior, Jess, Hana y Malik habían escuchado a Faris y a Mary charlar, delante de un grupo de mercenarios, sobe el lugar que iban a visitar, mientras los últimos rayos del atardecer acariciaban la cubierta del galeón:

No he navegado más que unos pocos meses con la capitana y es la primera vez que pisaré Cabo Blanco, pero sé que se trata de un lugar próspero, que protege la selva… Que lleva al Agua de la Vida. —dijo la anciana, con su voz tranquila y su gesto imperturbable.

¿Qué era el Agua de la Vida?, había preguntado alguien.

El secreto que protegen las sirenas, y por el que se aliaron con Ana Lucía. La Fuente de la Vida.

¿Es que alguno de vosotros no la conoce? La fuente que da la vida eterna, la fuente que protegen las sirenas de Galatea a toda costa. No pongáis esas caras, no os permitirían pasar bajo ningún concepto. Allí sólo van los idiotas que quieren la vida eterna… Y encuentran la muerte —sonrió Faris—. Cambiando de tema, os gustará nuestro hogar, caballeros. No muchos pueden decir que hayan pisado un lugar habitado exclusivamente por mujeres, ¿verdad?

Y entonces fue cuando les hablaron de la ciudad que había fundado Ana Lucía; un lugar donde las prostitutas, las ladronas, las desheredadas y, en definitiva, todas las mujeres que dieran prueba de querer luchar por su propia mano para sobrevivir, podían vivir. De vez en cuando llevaban algún hombre —jocosa, Faris comentó que todas necesitaban descargarse alguna vez—, pero por lo general sus visitas eran esporádicas. Las únicas excepciones eran los niños. Muchas mujeres habían tenido hijos y lo que en un principio se creó como un refugio de piratas, se estaba convirtiendo en un pequeño pueblo. Gracias al Sombra de Luna y a la protección de las sirenas, las piratas podían asegurarse de su aislamiento y trabajaban levantando edificios, un puerto y tenían proyectado construir otro galeón. Cuando necesitaban algo, viajaban a Tortuga con su dinero o atacaban los barcos enemigos para conseguir botín. Así, se podía decir que estaban prosperando. En especial por la gran cantidad de oro que habían acumulado con el paso de los años.

Y la protección del dragón de mar —había añadido Rosa, que parecía muy interesada en las palabras de Faris y Mary.

Faris había esbozado una sonrisa peligros.

Y la protección del dragón de mar —confirmó, burlona.

La bahía de Cabo Blanco, resplandeciente bajo el sol, apareció ante los ojos de los aprendices y de Ronin, que se había dignado a hacer su aparición después de una violenta discusión con Ana Lucía —que por poco no llegó a las manos— acerca de la desaparición de un barril entero de ron.

Se podía ver una ciudad pequeñita, de casas blancas casi idílicas, y un puerto que, por las obras, parecía estar siendo ampliado. Había incluso lo que parecía ser el inicio del torreón de una iglesia.

Un par de mujeres, emocionadas, empezaron a comentar entre ellas, emocionadas, que se morían por ver a sus hijos después de tanto tiempo.

El plan era simple: descansarían un par de días, efectuando las reparaciones que fueran necesarias, y después partirían de nuevo a la búsqueda de Chihiro… Después de cobrar un sustancioso adelanto, por supuesto. Ana Lucía, con una sonrisa afilada, había advertido a cualquiera que pensara que podía saquear su tesoro, que todas las mujeres de la ciudad estaban bien dispuestas a matar a cualquier extranjero que causara revuelo. Así que a los que tuvieran mucha ansia de oro más les valía esperar a que la segunda de abordo se lo entregara en persona.

Echaron el ancla, pues el puerto todavía no estaba preparado para una embarcación del tamaño del Sombra de Luna, y unas cuantas barcas se dirigieron hacia ellos desde la playa. Las piratas se saludaron unas a otras mientras bajaban con poco equipaje y montaban en las pequeñas embarcaciones.

Cuando Hana se acercara a la borda, vería una cabecita flotando en medio del agua. La hija de Galatea le sonreiría, como había venido haciendo desde que se conocieron: las sirenas habían acompañado al Sombra de Luna en su viaje, convencidas de que encontrarían a la «peligrosa mujer» en algún momento. Pero la tripulación de Ana Lucía no había sufrido más ataques inesperados durante el resto del camino. Aun así, las sirenas se entretenían saltando cerca del casco del galeón, saludando a los atontados hombres. Y a alguna que otra mujer.

Aquella sirena en particular se mostraba insistente con Hana. Es más, hacía dos noches, cuando le había tocado guardia a la aprendiza, había dicho:

¿La bruja tiene nombre? —desprendía un timbre juguetón y había algo en su voz que, por mucho que Hana se esforzara, no podía evitar prestarle atención. Otra cosa es que fuera a disgusto—. ¿O la bruja sigue enfadada por la sangre? Creía que las brujas humanas eran menos asustadizas. —soltó una risa cristalina y añadió—. Mi nombre es Halia. Tú y tus compañeros magos habéis luchado bien. ¿De dónde venís?

Independientemente de si Hana respondió, o no, al día siguiente Halia también le clavó los ojos cada vez que estuvo al alcance de su mirada. Parecía que la joven sirena estaba encaprichada de ella.

Ahora, Hana comprendió que era muy probable que la sirena aprovechara que iba a estar tan cerca del agua, una vez montara en la barca, para hablarle de cerca.

Antes que el grupo Tierra de Partida, pasó por delante de ellos el de Alejandro, Rosa y Vanora. El hombre apenas sí le dedicó una mirada de frialdad a Malik antes de bajar con rapidez y brusquedad por la escalera de cuerda: desde el incidente no había vuelto a dirigirse a él e incluso lo había evitado. Ronin, si Malik le había contado lo sucedido, le había restado importancia alegando que seguramente estaba intentando matar a un Sincorazón porque, ¿qué motivos tenía para atacarle? Y, en fin, no había sucedido nada más reseñable desde entonces.

Rosa guiñó el ojo a Jess. En una de las horas de vigilancia que le habían tocado a la aprendiz, la joven la había abordado con una botella de ron y un par de copas.

Has luchado muy bien, encanto. ¡Y qué suerte que te rescatara una sirena! ¡Esa preciosidad en persona! Y bueno... Vanora y yo no hemos podido evitar preguntarnos qué hacen unos magos como vosotros luchando por unas monedas de oro.

»Auque, claro, podrías hacerme la misma pregunta, ¿verdad?
—soltó una risita—.Quizás está relacionado con esa Fuente. ¿A quién no le gustaría vivir para siempre? Es tan... excitante la idea...

Había escuchado su respuesta con una sonrisa animada, para luego apurar la copa e incoporarse estirando los brazos.

¡Qué ganas de llegar! Cuando estemos en Cabo Blanco, tenemos que beber juntas —una ráfaga de aire las acarició y Rosa preguntó—:¿Te gusta el viento, Jess?

Llegó su turno. Viajarían en dos barcas; Ana Lucía, Faris, Malik y una pirata que se ocupaba de remar, y Hana, Jess, Ronin y Mary en la otra. Poco por delante navegaba la barca de Rosa, que se volvió hacia ellos para saludarles con un gesto de la mano.

Avanzaban hacia la playa y apenas se habían alejado unos metros del Sombra de Luna cuando, de pronto, el agua se agitó violentamente: desde uno de los bordes de la isla, cubierta por una tupida red de árboles, una especie de espina dorsal partió el agua y, levantando olas de espuma blanca, surcó el agua a toda velocidad hacia ellos.

Spoiler: Mostrar


¡Alto! —ordenó Ana Lucía con brusquedad. Luego la capitana frunció el ceño y masculló—:¿Por qué viene…?

¡Leviatán! —exclamó Halia, que se asomaba cerca de la barca de Hana, con los ojos muy abiertos y una expresión de regocijo.

Con un rugido ensordecedor, surgió una inmensa mole alargada. Entre las cataratas de espuma, que se elevaban metros y metros en el aire, pudieron discernir una afilada dentadura de dientes gigantescos, y un cuerpo escamoso de un intenso color azul.

Spoiler: Mostrar
Imagen


Las barcas se agitaron con violencia y tuvieron que aferrarse a sus asientos para no caer al agua.

Con una elegancia desconcertante en un cuerpo tan inmenso, una titánica serpiente marina dirigió sus ojos rojos hacia las barcas, que se habían separado las unas de las otras. Tras un silencio, una voz profunda como el mar y grave, que reverberó en los pechos de los aprendices, dijo:

No sigáis…

¿Cuál es el problema, gran dragón del mar? —preguntó Ana Lucía a voz en grito, sujetando su sombrero para que el viento no se lo llevara consigo, y sin perder ni por un momento la tranquilidad.

Demasiada magia. Entre vosotros hay gente… peligrosa —respondió la gran serpiente, Leviatán, abriendo y cerrando ligeramente las mandíbulas.

¡No debéis preocuparos! ¡Están bajo mi protección!

Galatea me encargó proteger la isla… Y no voy a permitir que pongan un pie en la orilla —la voz de Leviatán no resultaba amenazante, ni tampoco amable. Simplemente, torturaba los oídos de los piratas y los aprendices.

Ana Lucía maldijo y fulminó con la mirada a Ronin. Éste, para sorpresa de Jess y Hana, tenía el ceño fruncido.

No puedo ser sólo yo —le oyeron mascullar.

¡Leviatán! ¿He de llamar a Galatea para que os haga saber que esta gente puede pasar?
Humanas y sirenas no sienten la magia igual que yo. Llámala si te place, humana… Pero si intentáis seguir… Os mataré.

Por Calypso, qué demonios está pasando —siseó Ana Lucía, incorporándose y sacando el cuerno que había utilizado en su ocasión para convocar a Galatea.

Qué remedio. —suspiró Mary, poniéndose también en pie.

Antes de que ninguno pudiera reaccionar, sacó una pistola de su casaca y disparó.

El cuerno se destrozó en las manos de Ana Lucía.

Cuando Ronin se incorporó, haciendo tambalearse a las dos aprendizas, las dos se quedaron de piedra: Mary ya no estaba allí.

No puede ser —dijo entonces Ronin, y su ojo se clavó en el Sombra de Luna.

Allí, sobre la cubierta, Mary cambió ante sus ojos: su pelo cobró brillo, su piel se suavizó, ganó estatura y curvas. De pronto, sacudiendo su cabello blanco al viento con elegancia, una mujer completamente desconocida, se encontraba en el lugar de Mary:

No quería tener que luchar contra ti, monstruo. Pero si no me dejas más opción… Te destruiré

¡¡Chihiro!!

Spoiler: Mostrar
Imagen


Hola, Ronin. ¿Te ha gustado el viaje?

¡Cómo que Chihiro! —rugió Ana Lucía.

Chihiro se permitió un asomo de sonrisa.

Nadie comprendió lo que sucedió a continuación.

Restallaron cientos de cañonazos seguidos, uno tras otro, como si se encontraran en medio de la batalla de, ya no dos barcos, sino dos flotas al completo. Fue atronador. El aire reventó en pólvora que les hizo lagrimear los ojos y las barcas se sacudieron con tanta virulencia que estuvieron a punto de volcar.

Pero, entonces, un gemido profundo, tan grave que pareció que la tierra se partía en dos, les sacudió:

Leviatán estaba cubierto, de arriba abajo, de innumerables de heridas humeantes que supuraban sangre; una sangre que se extendía rápidamente a su alrededor, tiñendo el mar de rojo. El fuerte viento hizo llover gotitas escarlata hacia las barcas. Las mandíbulas de la criatura estaban abiertas de par en par y, sus ojos, se encontraban en blanco.

Los cañones del Sombra de Luna despedían humaredas. Y Mary, o Chihiro, retiraba la mano de uno de ellos.

¡Leviatán…! —susurró Halia. Su expresión se dividía entre el horror y la incredulidad.

Leviatán empezó a caer, lenta, muy lentamente, hacia atrás. Y cuando su cuerpo impactó contra el agua, varias olas lamieron las barcas y, esta vez sí, derribaron unas cuantas.

El silencio que había reinado hasta ese momento se rompió en un aluvión de gritos de terror desde el pueblo.

¡¡Llama a las demás sirenas!! —ordenó entonces Ronin a Halia—. ¡¡Rápido!!

La sirena titubeó sólo un instante. Después, se sumergió con un chapoteo.

¡Qué está pasando! —gritó Faris—. ¡Quién es esa mujer!

¡Alejaos de ella! —Ronin se había puesto de pie con firmeza y enarbolaba su Llave Espada—. ¡Puede dominar el tiempo, no os acerquéis! ¡Id a la playa!

Spoiler: Mostrar
Fecha límite: sábado 8
Imagen

¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Suzume Mizuno
63. Komory Bat
63. Komory Bat
 
Mensajes: 1883
Registrado: Vie Mar 02, 2012 9:52 pm
Dinero: 1,462,577.72
Sexo: Femenino
Karma: 6

Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Nell » Mié Mar 05, 2014 2:24 am

La mala noticia para Hana no fue, desde luego, que Chihiro no se hallara en el barco, sino que en su empeño por encontrarla, las sirenas se habían unido en su periplo hacia quién sabe dónde. Al conocer la noticia, se alejó inmediatamente de la borda. Creyó ilusamente que, cuanto menos las viera, menos recordaría que estarían allí, a la par que el barco, esperando a que algún desventurado cayera al agua, a su territorio, para comérselo.

Sin embargo, no habría podido esquivarlas eternamente. Aquella misma noche, haciendo guardia, estaba inclinada sobre la baranda, contemplando el horizonte y escuchando el dulce sonido del palpitar que le traía su caracola, cuando la sirena volvió a aparecer. Por poco se cayó del susto, y escondió con rapidez la concha en su espalda.

La miró ceñuda. ¿A qué venía tanto interés por ella? ¿Acaso la divertía el evidente rechazo de la aprendiza? No iba a ignorarla, no cuando podía recuperar algo del orgullo perdido, así que hinchó el pecho con una fingida seguridad que no sentía y respondió:

¿Insinúas que estoy asustada? Creía que las sirenas erais más perceptivas. Averiguaste que éramos brujas ―recordó. ¿Cómo lo habría hecho?―. El mío es Hana ―se lo dio, algo a disgusto, aunque, ¿qué daño podía hacerle un nombre?

Meditó unos segundos su siguiente respuesta. La posibilidad de darle datos sobre Tierra de Partida quedaba completamente descartada, ni tampoco quería hablarla de su vida anterior en Port Royal. Y si mentía, puede que lo percibiese. Ya que la sirena no parecía interesada en atacarla de nuevo, lo mejor era seguir teniéndola contenta.

De aguas plagadas también de esas criaturas. Nos enseñan a luchar contra ellas ―contestó escuetamente―. ¿Alguna vez las habíais visto?

La conversación terminó prácticamente ahí. Hana no lo lamentó, pues aunque el breve contacto con Halia había calmado un poco su temor hacia la especie, éste no había desaparecido por completo. Todos los días agradecía la distancia que había del mar al barco, y que la separaban de ellas, y todas las noches mantenía un ojo abierto para vigilar que no se colara ninguna, por lo que no dormía del todo bien.

Además, siguió evitando las cercanías a la barandilla, aunque siempre había momentos donde no le quedaba más remedio y, como no, allí estaba ella, Halia, mirándola desde el mar, con esa sonrisa de tiburón que la ponía los pelos de punta. Si todas las sirenas eran así, le habría gustado no tener que conocer a ninguna más.

Hablando del resto, Hana no sabía muy bien qué pensar de ellas. Nadaban alrededor del barco y, cuando se aburrían, saludaban a los hombres y mujeres, mayoritariamente a éstos primeros. La aprendiza se planteó la posibilidad de tirar a alguien por la borda, tal vez Malik, en un intento de distraerlas, a ellas y a Halia, para que la dejase en paz.

No obstante, tenía un asunto pendiente con Malik que no le permitía usarle aún como cebo. Le había salvado la vida y tenía que agradecérselo. Por otro lado, necesitaba saber qué pensaba acerca de los tripulantes, y de dónde debían poner su lealtad. Pero no encontró ningún momento adecuado en los siguientes días para esa charla individual, y quedó pospuesta.

La tarde siguiente, finalmente, Hana, Jess y Malik obtuvieron más datos acerca del lugar al que iban: Cabo Blanco, la ciudad de las mujeres. Y, aún más interesante, la información sobre el tesoro que tan celosamente guardaban piratas y sirenas por igual.

Así que la Fuente de la Vida… Sorprendentemente, fue una nueva decepción para Hana. A la aprendiza, tan joven e inexperta, no le interesaba en absoluto el secreto de la inmortalidad, ni de la vida eterna. Ella sólo quería tesoros incalculables, riquezas sin igual y bienes sustraídos a terceros y, a poder ser, de manera ilícita. La emoción del robo de lo ajeno y la existencia rica en despreocupaciones y posesiones evidentemente valiosas eran su utopía ideal.

Aún con todo, bebió con avidez la descripción de Cabo Blanco de Faris, la ciudad de ensueño para las mujeres en desventaja social, el paraíso que muchas buscaban. Vivían prácticamente de la piratería y no les faltaba nada, porque todo lo que querían lo construían con sus propias manos. El nacimiento de varones lo convertiría dentro de unos años en un pueblo más, y entonces, ¿cómo evolucionaría? ¿Se mantendría el papel igualitario de las mujeres o los hombres querrían imponerse? Hana quiso preguntar la opinión de Faris y Mary, las piratas presentes, pero no se atrevió, sabiendo que su reacción podía ser muy negativa a la insinuación de que Cabo Blanco escapara del férreo control de Ana Lucía.

Sin embargo, por mucho que quisiera, la capitana tendría que renunciar algún día al liderazgo de Cabo Blanco. Como mortal que era, moriría y… En ese hilo de pensamientos, Hana se sorprendió dando vueltas a la idea de si Ana Lucía habría bebido o no de la Fuente de la Vida. Al fin y al cabo, ya que la protegía, ¿por qué no hacerlo?

El dichoso dragón marino era otro de los misterios que a Hana le gustaba pensar. Tenía curiosidad por verle y, estando de parte de las piratas y las sirenas, no había nada que temer de él. Por una vez.

Al día siguiente, no obstante, descubrió que las cosas no eran tan sencillas.

Avistaron Cabo Blanco y, a causa de las obras aún en marcha de ampliación del puerto, tuvieron que esperar a que las mujeres de la isla acudieran en barcas más pequeñas para llevarlos hasta ella.

En ese momento, Hana estaba enfadada con Ronin. A la aprendiza no le importaba que fuera a su aire y apareciera cuando le diera la gana, pero no le perdonaba que, de ser cierta la historia del ron, ¡no se hubiera dignado a compartirlo con sus aprendices! O con ella, al menos. Se enfurruñaba y cruzaba los brazos cuando estaba cerca, recordando también la batalla perdida de dos días atrás, y ni le dirigía la palabra.

Por todo lo demás, la aprendiza estaba de un exasperante buen optimismo. Ana Lucía, en su amenaza velada de que no intentaran robar en Cabo Blanco, había mencionado un cobro a los tripulantes ajenos y, aunque Hana no sabía si también le correspondería algo, daba por supuesto que sí. Y tampoco despreciaba el bonito paisaje que ofrecía la isla, claro.

Recogió sus escasas pertenencias para abandonar el Sombra de Luna y, sólo cuando bajó y se sentó en la barca que compartía con Ronin, Mary y Jess, maldijo en voz alta y clara. Apenas unos segundos después, vio aparecer la cabeza de Halia y su sonrisa bravucona. Ahora ya no había prácticamente distancia entre ella y el agua.

Se inquietó. Bastaría un empujón para tirarla al mar y, aunque Hana se resistiera, ¿qué podía hacer contra una sirena en su propio territorio? ¿La salvaría Ronin? Recordó su enfado y, pese no ser recíproco, se negó a ser rescatada por semejante desconsiderado.

En cualquier caso, pronto olvidó las pequeñas redecillas que tenía en su cabeza, puesto que el mar se embraveció y, de repente, un gigantesco cuerpo alargado surgió del océano. Hana se agarró al borde de la barca, que se agitaba por la cercanía de las olas que había provocado, antes de levantar la cabeza para quedarse boquiabierta ante la imagen del enorme Leviatán.

La criatura era monstruosa. Hana agradeció, una vez más, estar en su mismo bando, puesto que no habría sabido por dónde empezar a enfrentarse a aquella cosa.

Sin embargo, cuando se dirigió a ellos para vetarles la entrada, se le encogió el corazón (o eso sintió, obviamente, no era posible). ¡Otra vez acusándoles de ser grandes magos! Si bien Hana podría haberse sentido orgullosa de tal apreciación, la lógica le decía que era imposible que entre los tres, los cuatro, constituyeran tal peligro. Y la extrañeza de Ronin reafirmó su suposición.

Así pues, tenían a un dragón marino inmenso que les impedía desembarcar. Ana Lucía discutió con él, advirtiéndole de llamar a Galatea para solucionar el problema, pero Hana veía cada vez más claro que tendrían que regresar al Sombra de Luna y pasar allí los dos días de descanso que disfrutaría el resto en la isla. Le molestaba no poder visitar Cabo Blanco, pero no quería contradecir al temible Leviatán.

Entonces, Ana Lucía sacó el cuerno con el que anteriormente había convocado a Galatea, con la intención de hacerlo de nuevo. Mary suspiró algo, Hana se giró a escucharla y la vio sacar una pistola, para apuntar a la barca de Malik. Para cuando siguió el rumbo que había tomado el disparo, la corneta ya se había roto y Mary había desaparecido de su lado.

La mirada de Ronin le indicó dónde se encontraba: en el Sombra de Luna. Sólo que allí no estaba exactamente Mary, sino alguien que cambiaba delante de sus propios ojos, rejuveneciendo o modificando su aspecto, no lo sabía muy bien, hasta adquirir el de una bonita mujer joven, de cabello blanco y lacio, vestida galantemente como militar y de negro.

Chihiro.

Pero, ¿¡cómo!? Al igual que el resto, Hana estaba estupefacta. ¡Chihiro les había engañado! Había viajado camuflada bajo la identidad de Mary, la amable pirata Mary. ¿Y cuántos meses llevaría desempeñando aquel papel?

Recordó, vagamente, que la primera vez que se habían visto, Mary les había pedido que acudieran a ella si necesitaban cualquier cosa. ¡Qué arpía! Seguramente no quisiera escuchar sus problemas, sino enterarse de qué ocurría en el barco y tomar nota de todos sus movimientos. Ronin y ella, además, parecían conocerse. ¿Hasta qué punto sabría ella de su misión particular?

Por si fuera poco, había que añadir que el dragón marino no les había dejado pasar por su culpa. ¿O tal vez por el conjunto de Ronin, ella y los aprendices? Hana no tardó en comprobar la respuesta a su propia pregunta.

Repentinamente, innumerables cañonazos surcaron el aire, cortando de un plumazo la tensión en el ambiente. Hana se llevó las manos a los oídos y cerró los ojos, dolorida por el viento que traía la pólvora y el atronador ruido. Y tras ese mismo ruido, escuchó un gritó agónico.

Cuando abrió los ojos, deseó no haberlo hecho. El Leviatán estaba cubierto de heridas, mientras se alzaba moribundo, tan magullado que Hana dudaba que estuviera con vida. El viento trajo su sangre y la aprendiza observó, aún conmocionada, cómo era salpicada por la siniestra sustancia.

Le bastó un vistazo al Sombra de Luna para entender que había sido Chihiro, de manera inexplicable, quién había dirigido los cañones hacia la criatura. Ésta cayó hacia atrás, por suerte no hacia ellos, y se sumergió de nuevo en el mar, llevándose a unas cuantas tripulantes consigo.

El caos era absoluto, sobre todo en el pueblo, donde contemplarían la escena con palpable horror. Su protector había caído y, quienquiera que fuera el culpable, había asediado su barco. Hana, que se encontraba en una posición privilegiada para entender la situación, estaba tan en shock que, de haberles atacado Chihiro, no habría reaccionado a tiempo.

Las órdenes de Ronin la sacaron de su estupor. Mandó a Halia a buscar al resto de las sirenas y advirtió a Faris que se alejara de Chihiro. Según aseguró, ésta dominaba el tiempo, una magia que Hana no creía que nadie pudiera alcanzar. Era demasiado… ¡absurdo! Y sin embargo, pocas explicaciones había sobre lo que acababa de sucederle a Leviatán.

Tardó en comprender que, seguramente, la orden de Ronin no sólo era para Faris, sino también para Jess, Malik y ella, aunque tuviesen que bajar de la barca y nadar para escapar. Aun así, su reacción fue rápida e instantánea, incluso antes de razonarla ya la estaba escupiendo:

¿¡Estás loco!? ―le soltó, tan histérica que ni se molestó en cuidar las formas―. ¡Ya has visto lo que le ha hecho a esa cosa! ¡Su intención era entrar en Cabo Blanco! ¡Si huimos a la playa, nos perseguirá y perderemos la ventaja sobre el mar! ―en otras palabras, las sirenas―. ¡Retrasaremos lo inevitable! ¿¡No habíamos venido a luchar contra ella!? Pues…

Tragó saliva. Se arrepentiría, seguro, vamos que si se arrepentiría…

¡Pues eso haremos!

Desafió a Ronin con la mirada, dispuesta a luchar con garras y dientes contra el control del Maestro para que la permitiera luchar. Si Chihiro era una mujer tan peligrosa, no iba a posponer su lucha, cuando quizá hubiese vencido a Ronin y no quedara nadie en Cabo Blanco capaz de hacerla frente.

Entonces, Jess manifestó también su deseo de participar en la contienda. Hana asintió, entendiendo que estaban en el mismo barco, literal y figuradamente, y esperó el veredicto de Ronin.

Lo esperó, sí, pero en su cabeza ya maquinaba la manera de escapar del Maestro para enfrentarse a Chihiro, a llegar al punto de no retorno para que Ronin se viera obligado a permitir su participación. Si se negaba, Hana lo tenía muy claro: se pondría en cuclillas, pidiendo a Jess que se subiera a su espalda y, haciendo acopio de su fuerza, la subiría sobre su espalda. Después, con la rapidez que pudiera, saltaría de la barca al agua, hechizándose con su magia Corpóreo para caminar sobre el agua, y avanzaría hacia el barco. Las olas se deslizarían bajo sus pies como cintas transportadoras, teñidas de rojo por la sangre del Leviatán, pero Hana intentaría ignorarlo y se esforzaría por avanzar para alejarse de Ronin y acercarse a Chihiro.

Era una locura. Una apuesta. Hana pensaba luchar contra la capitanía de Ronin por un plan que ella veía más correcto. No, más bien, estaba asustada, y actuaba casi por instinto. Quedarse con Ronin era la opción más sensata, porque creía que él podría protegerlos de Chihiro. Ella misma le había dicho días atrás a Jess que no se fiara de nadie, salvo de ellos cuatro. Pues bien, eso mismo iba a aplicar, y más después de la traición de Mary.

Además… retroceder a la playa, como ya le había dicho, sería adelantarse a su llegada. Y entonces… Chihiro haría lo que quisiera con Cabo Blanco.

Por el contrario, en el caso de que Ronin aceptara de primeras su colaboración, borraría de su mente los planes de huida y sólo tendría que remar con ellos hasta Sombra de Luna para alcanzar a la enemiga.

Fuera cual fuese el caso, Hana iba a luchar contra aquella bruja. Temía aquel poder con el que había derribado a Leviatán, pero si su misión era capturarla, mejor hacerlo con Ronin que sin él.

Y una vez hubieran subido al barco, se enfrentaría a ella.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Sometron » Mié Mar 05, 2014 8:52 pm

Después de la contienda, el galeón volvió a partir, esta vez con un rumbo aún desconocido. La velocidad que llevaba la embarcación era realmente sorprendente, ¡a ese paso estarían en su destino, por lejano que fuera, en menos de media semana!

Una tarde, escuchó como Mary y la segunda de abordo conversaban acerca de su nuevo destino: Cabo Blanco. Al parecer era una especie de ciudad creada por Ana Lucía donde se refugiaban mujeres como las que forman la tripulación del Sombra de Luna. Casi parecía una ciudad utópica, de no ser por el hecho de que la capitana del galeón era el mandamás del lugar.

Y la protección del dragón de mar.

Y la protección del dragón de mar.

<<Así que el famoso dragón marino es más que una leyenda… será curioso verlo.>>

Y aunque el barco avanzaba con una velocidad bastante alta, tuvo la mala suerte de tener un turno de vigilia antes de llegar. Nada podía hacerse, tenía que elegir entre vigilar e ir a nado, por lo que la primera opción le pareció bastante decente.

Pero, por suerte, apareció Rosa con una botella y copas, dispuesta a hacerle la velada más amena. Jess cogió una de las copas, pero no bebió demasiado, puesto que no estaba aún demasiado acostumbrada a ello y no quería que Ana Lucía o Faris la encontraran en un estado poco adecuado durante su turno de guardia.

Has luchado muy bien, encanto. ¡Y qué suerte que te rescatara una sirena! ¡Esa preciosidad en persona! Y bueno... Vanora y yo no hemos podido evitar preguntarnos qué hacen unos magos como vosotros luchando por unas monedas de oro.

No le dio tiempo a responder, ya que lo hizo ella misma.

»Aunque, claro, podrías hacerme la misma pregunta, ¿verdad? Quizás está relacionado con esa Fuente. ¿A quién no le gustaría vivir para siempre? Es tan... excitante la idea...

Mentiría si dijera que me lo pensaría dos veces si se presentase la oportunidad. El universo es inconcebiblemente inmenso, demasiado para poder explorarlo en una sola vida; una persona muere habiendo visto una porción mínima de todo eso, y yo no quiero que eso me pase a mí...

La mujer se había mostrado sonriente en todo momento. Se acabó el contenido de la copa de un trago y siguió hablando.

¡Qué ganas de llegar! —dijo, cambiando de tema— Cuando estemos en Cabo Blanco, tenemos que beber juntas

Por supuesto —rió—. Pero sólo si prometes que no me harás nada indecente mientras no sea consciente de mis actos… nada que no pida yo, claro está. —añadió a modo de broma, o quizá no tan broma.

Una corriente de viento suave sopló.

¿Te gusta el viento, Jess?

No acabó de entender la pregunta, ¿qué quería decir con aquello?

Ehm… supongo que es aceptable en cantidades moderadas. —dijo mientras su rostro formaba una mueca.

Con aquella extraña cuestión final, finalizó el turno y la conversación, y Jess se fue a dormir.

Dos días después de la batalla contra los sincorazón, llegaron a su destino. Cabo Blanco resultó parecer un pequeño pueblo de casitas blancas con pinta de acogedor, nada de lo que se esperaría uno de un refugio pirata.

El puerto del lugar era demasiado pequeño aún para el Sombra de Luna, por lo que tuvieron que ir en botes hasta la costa. Primero pasaron Alejandro, Vanora y Rosa —que le guiñó un ojo, a lo que la joven pelirroja rió— a una de las barcas; seguidamente fueron Ana, Faris, Malik y una mujer cuyo nombre desconocía; y, por último, Hana, Ronin, Mary y ella misma embarcaron en otra.

Las olas mecían las barcas, que avanzaban lentamente sobre las aguas de la bahía. Rosa les saludaba alegre desde su respectiva embarcación. Todo parecía normal.

Pero la normalidad duró poco, ya que un muro surgió sin previo aviso de las aguas y se dirigía directamente hacia ellos; la muchacha se quedó helada en el sitio. Si se observaba mejor, el muro parecía una especie de aleta dorsal, ¿sería aquel el archiconocido dragón del mar?

¡Alto! ¿Por qué viene…?

¿Esto estaba…?

¡Leviatán! —exclamó la voz de la hija de Galatea a su espalda, que parecía estar siempre siguiendo a Hana.

Y la espina dorsal se elevó en el aire, provocando la precipitación de grandes cantidades de agua marina. De entre aquella lluvia torrencial surgió un gran ser de cuerpo alargado, alado y con una mandíbula que parecía afilada y peligrosa. Tuvo que agarrarse al asiento debido al movimiento de las aguas provocado por la salida de Leviatán.

<<Con la ayuda de este bicho nos habríamos ahorrado la batallita del barco>> Pensó, reviviendo el dolor en su costado.

No sigáis…

¿Cuál es el problema, gran dragón del mar?

Demasiada magia. Entre vosotros hay gente… peligrosa.

Ella definitivamente no era peligrosa, y dudaba que Hana o Malik lo fueran; por lo que tenían que ser Ronin, Alejandro, Vanora o Rosa, o los cuatro.

¡No debéis preocuparos! ¡Están bajo mi protección!

Galatea me encargó proteger la isla… Y no voy a permitir que pongan un pie en la orilla.

No puedo ser sólo yo

¡Leviatán! ¿He de llamar a Galatea para que os haga saber que esta gente puede pasar?

Humanas y sirenas no sienten la magia igual que yo. Llámala si te place, humana… Pero si intentáis seguir… Os mataré.

Por Calypso, qué demonios está pasando

La capitana se puso en pie y echó mano a un cuerno que llevaba colgado del cinto.

Qué remedio.

Pero Mary lo destruyó de un tiro, poniéndose también de pie. Ronin se levantó enseguida y la mujer ya no estaba allí.

No puede ser

Y allí, sobre el galeón de Ana Lucía, se podía observar a una mujer con un cierto aire a la anciana, pero que cada vez se parecía menos a ella, hasta llegar a ser una mujer totalmente distinta.

No quería tener que luchar contra ti, monstruo. Pero si no me dejas más opción… Te destruiré

¡¡Chihiro!!

¡¿Chihiro?! —sus ojos se abrieron como platos.

Spoiler: Mostrar
Imagen


Hola, Ronin. ¿Te ha gustado el viaje?

Y entonces, todo pasó muy rápido. Chihiro se rió y un centenar, o quizá un millar, de cañonazos sonaron al mismo tiempo, impactando todos ellos en Leviatán, que se había convertido en una masa rojiza y sangrante. La sangre teñía el mar y caía cual lluvia sobre ellos. Jess observó a los presentes, incapaz de creer que aquella bestia hubiera sido derrotada tan fácilmente.

¡Leviatán…!

Pero cuando el cuerpo del dragón se hundió en las aguas supo que aquello era cierto y estaba pasando.

¡¡Llama a las demás sirenas!! —Ronin, realmente serio, ordenaba a la sirena que les acompañaba—. ¡¡Rápido!!

>>¡Alejaos de ella! ¡Puede dominar el tiempo, no os acerquéis! ¡Id a la playa!

Se refería a ellos. Estaba en peligro allí. Aún así, alguien con tal poder no les iba a dejar escapar tan fácilmente.

¿¡Estás loco!? ¡Ya has visto lo que le ha hecho a esa cosa! ¡Su intención era entrar en Cabo Blanco! ¡Si huimos a la playa, nos perseguirá y perderemos la ventaja sobre el mar! ¡Retrasaremos lo inevitable! ¿¡No habíamos venido a luchar contra ella!? Pues…

>>¡Pues eso haremos!

Asintió antes las palabras de su compañera.

Contigo o sin ti, Ronin. —afirmó mientras se ponía en pie.

El primer paso era llegar al galeón como fuera. Si Ronin no les permitía utilizar el bote, preguntaría a Hana sobre cualquier otra idea y la ayudaría a llevarla a cabo. Y, si nada de eso saliera bien, siempre les quedaba la opción de nadar los metros que los separaban del Sombra de Luna.
Imagen
Imagen
Imagen
^¡Gracias a ita y Nebula por las firmas de Railgun, Ygritte y Kurisu! n.n^

Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Copiado de Red pero con permiso (?)
Avatar de Usuario
Sometron
27. Trepador
27. Trepador
The Unknowns
 
Mensajes: 807
Registrado: Sab Feb 02, 2013 12:53 am
Dinero: 540,120.33
Banco: 15,749.17
Sexo: Masculino
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 39

Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Tanis » Sab Mar 08, 2014 2:29 am

Los dos días de viaje ininterrumpido le sirvieron para descansar un poco más.

Y al igual que todos, le sorprendió que hubieran llegado tan rápido a tierra. Realmente sólo habían transcurrido, ¿cuántos?, ¿cuatro días? Aún le dolían los músculos de la batalla contra los sincorazón. Se preguntó si siempre eran así de rápidos los viajes en barco, aunque lo dudaba. En cuanto el viento decidiese soplar para otro lado…

Al fin en casa. ¡Hora de repartir el botín, señoritas!

Malik, que había estado bebiendo con Faris hasta que sonase la campana de la vigía, se contagió de la emocionada concurrencia de la cubierta, y medio sonrió, pensando en lo nada mal que sería llevarse de recuerdo un poquitito de oro en monedas al final.

Sin embargo… había otra cosa que le llamaba más la atención que el dinero, si se paraba a pensarlo. Aún tenía fresca la conversación del día anterior, entre Faris y Mary delante algunos de los mercenarios sobre Cabo Blanco, el lugar al que supuestamente iban.

Y que conducía a lo que muchos hombres ansiaban en esa vida y en la otra.

Vivir eternamente. Una Fuente que otorgaba más años a quién bebiera de ella, la Fuente por la cual Ana Lucía era aliada de las sirenas y protegían esas aguas de los piratas que osaran entrar en ellas. La verdad era que no se atrevería a desafiar a las sirenas, ni a Ana Lucía, por intentar beber de la Fuente, aunque la idea de poder vivir un poco más se le antojase… embriagadora. Si lo consiguiera… podría hacer tantas cosas…

«Bueno, podemos hacerlas en esa ciudad de mujeres», pensó divertido, para sí.

Aunque estaba seguro de que a lo mejor a Faris se le ocurría despellejarlo vivo y luego darle su cuerpo de comer a las sirenas… Cuando una mujer te ponía los ojos encima, podía darte por perdido.

Lo que ya no le gustaba tanto era saber que por ahí cerca andaba un dragón marino, que por cómo sonaba el nombre no debía ser un amable caballo hecho de agua. Aunque no le dio tampoco demasiada importancia, se suponía que esa bestia protegía Cabo Blanco de los intrusos, y ellos no lo eran… De momento.

Malik se quedó junto a la amura hasta avistar la bahía por fin. Nunca se cansaría de esos paisajes marítimos, tan extraños, brillantes y hermosos y sabía que tardaría en dejar de echarlos de menos cuando volvieran. El mar tenía un significado especial para él. Se sentía impaciente por desembarcar, pisar tierra firma después de esos días, comer algo más sustancioso que el engrudo del barco, dormir sin balanceos… Se dejó arrullar por los comentarios de las mujeres ansiosas mientras ayudaba a echar el ancla.

Montó en la barca a la que le mandaron, después de echarle una mirada a ese chico, Alejandro, de forma imperturbable. Todavía pensaba que el episodio del sincorazón había sido pura casualidad. Dijera lo que dijera el maestro Ronin, él seguía pensando que Alejandro había querido atacarle a él… No había querido acercarse, aunque Alejandro tampoco había dado más muestras de hostilidad. Sentía una frialdad que no comprendía dirigida a su persona, pero… Tampoco le podía dar más vueltas a eso, sencillamente no se cruzaría con él, y listo.

Por suerte o desgracia, acompañó a la capitana, a la segunda de a bordo y a otra de las piratas, que remaba con fuerza, en el bote. Callado, se dedicó a observar, bastante tranquilo…

… hasta que de repente aquella espina dorsal gigante cortó el agua, surcándola a una velocidad endiablada.

¡Alto! —ordenó Ana Lucía al verlo. Malik se descruzó de brazos y asomó un tanto por el borde del bote, asombrado—: ¿Por qué viene…?

Miró a la capitana de reojo, sin decir nada. ¿Qué era eso que se acercaba?

¡Leviatán! —exclamó una voz inmediatamente después.

Al ir tras la barca de de Ronin, Jess y Hana, pudo ver desde esa distancia la cabeza de la hija de Galatea, a medio emerger del agua.

Entonces apareció, alzándose desde las aguas que rodeaban la isla, un increíble monstruo enorme que rugió con toda la furia de la que era capaz. Malik se aferró al borde de la barca, mecida por el violento movimiento de las olas.
Nunca en su vida pensó que llegaría a ver algo así.

No sigáis…

Su voz era grave y profunda, que hacía temblar su corazón dentro del pecho. El terror que le producía ese monstruo no podía compararse a nada.

¿Cuál es el problema, gran dragón del mar? —preguntó Ana Lucía elevando el tono de voz.

Malik admiró que pudiera mantener la calma en una situación así. De saber nadar, él se habría lanzado al agua para regresar al barco y esconderse en la bodega.

Demasiada magia. Entre vosotros hay gente… peligrosa.
¡No debéis preocuparos! ¡Están bajo mi protección!
Galatea me encargó proteger la isla… Y no voy a permitir que pongan un pie en la orilla.

«Otra vez lo de la magia… ». Malik frunció el ceño. Los tres aprendices no eran poderosos en lo absoluto, ni juntos. Y Ronin…

No puedo ser sólo yo.

Algo raro pasaba…

Capitana… —intentó llamar, sin éxito.

¡Leviatán! ¿He de llamar a Galatea para que os haga saber que esta gente puede pasar?

Humanas y sirenas no sienten la magia igual que yo. Llámala si te place, humana… Pero si intentáis seguir… Os mataré.

«Uh-oh… ».

Por Calypso, qué demonios está pasando —siseó Ana Lucía, yendo a convocar a Galatea con su cuerno.

Malik, sin embargo, no prestó atención a su movimiento porque otro captó su atención, en la barca de Ronin. Mary se estaba levantando y antes de que nadie pudiera decir o hacer nada, disparó contra el cuerno de la capitana, que saltó en pedazos.

¡Capitana! —por si acaso recibía otro intento de tiro, Malik puso la mano en el hombro de Ana Lucía, quizá para apartarla del disparo.

Pero al ver que Ronin se ponía en pie sobre el bote, mirando hacia el barco, Malik no pudo evitar mirar también, quedándose de piedra.

Mary, la agradable mujer que les había guiado en el trabajo, cambió de forma sobre la cubierta, dejando de ser la casi anciana que era para convertirse en una mujer esbelta de pelo blanco, totalmente desconocida.

No quería tener que luchar contra ti, monstruo. Pero si no me dejas más opción… Te destruiré

«¿Qué clase de magia es esa… ?»

¡¡Chihiro!!

Hola, Ronin. ¿Te ha gustado el viaje?

¡Cómo que Chihiro! —rugió Ana Lucía.

Su grito se perdió en el clamor de los repentinos cañonazos salidos de ninguna parte. El sonido le dejó sordo por momentos, con el corazón a punto de salírsele del pecho. Se agarró aún más a la borde del bote, esperando no caerse de él.

Pero ninguno cayó, salvo el monstruo Leviatán.

Malik tosió y abrió los ojos a tiempo para ver cómo la criatura marina caía, cubierta de sangre, y abría dos surcos de olas a cada lado de su cuerpo.

«Estamos perdidos».

Chihiro había matado a esa bestia sin despeinarse. No había posibilidad de vencerla… ¿Cómo demonios había pensado Ronin que la podrían capturar? Maldita sea.

¡¡Llama a las demás sirenas!! —oyó que le ordenaba Ronin a la hija de Galatea—. ¡¡Rápido!!

Se sorprendió a si mismo manteniendo la poca compostura mental que le quedaba. Apretar los dedos contra la madera había servido, pero ahora le inundaba una furia intensa. Esa mujer les había engañado delante de sus narices… Y había pocas cosas que le enfadasen así.

¡Qué está pasando! —gritó Faris—. ¡Quién es esa mujer!

¡Alejaos de ella! —Ronin había convocado su Llave Espada, puesto de pie—. ¡Puede dominar el tiempo, no os acerquéis! ¡Id a la playa!

Malik no perdió tiempo y se incorporó a medias a la proa del bote, echando una última ojeada al barco y a las barcas de sus compañeras. Luego se dirigió a Ana Lucía, rezando todo lo que sabía para que por favor esa mujer tan orgullosa estuviera dispuesta a escuchar su idea… y a obedecerla.

No hay tiempo —dijo— Capitana, segunda de abordo… Hagamos lo que dice Ronin, Chihiro no se llevará el barco —si lo hubiera querido lo habría robado desde el principio. Ella parecía querer sólo acercarse a Cabo Blanco— y no podemos enfrentarnos a ella con esta desventaja. Si nos reunimos en la playa quizá tengamos alguna oportunidad de presentar defensa…

Tomó aire, irguiéndose un poco más, dándose cuenta de que tanto Hana como Jess iban a quedarse con Ronin a pelear. Quiso gritarlas para que no lo hicieran, pero sabía que no le harían caso. Bueno, se dijo, estando con el maestro no les pasaría nada… ¿verdad?

… ¿Verdad?

Convenciéndose de ello, se dirigió entonces hacia la barca de Rosa, que estaba un poco más lejos. Tuvo que gritar para hacerse oír.

¡Rosa! —tenía que ignorar el hecho de que quizá Alejandro le dijese que no siguieran nada de lo que expusiera—. ¡Id a la playa, hay que agruparse lejos de su rango de acción! ¡Ronin, Jess y Hana la entretendrán!

Había que actuar rápido, por eso no esperó aún a la respuesta de Ana Lucía o Faris, y miró serio, directamente a la mujer que hasta entonces había estado remando y dijo:

Reme hasta que se le caigan los brazos, o moriremos.

Entonces sujeto con una mano a la borda de la proa, convocó con su otra mano la Llave-Espada, en actitud defensiva. Si les sobrevenía cualquier ataque, estaría dispuesto a defender a aquellas mujeres con su vida.
Avatar de Usuario
Tanis
28. Samurai
28. Samurai
 
Mensajes: 813
Registrado: Mar Feb 19, 2013 10:20 pm
Dinero: 75,353.31
Banco: 15,572.00
Sexo: Mucho, gracias por preguntar
Karma: 5

Ronda 12

Notapor Suzume Mizuno » Dom Mar 09, 2014 12:26 am

Spoiler: Mostrar


¿¡Estás loco!? ¡Ya has visto lo que le ha hecho a esa cosa! ¡Su intención era entrar en Cabo Blanco! ¡Si huimos a la playa, nos perseguirá y perderemos la ventaja sobre el mar! ―Ronin, que estaba mirando fijamente a Chihiro, probablemente pensando en algún tipo de plan, sacudió la cabeza y la miró con una mezcla de desconcierto y enfado―. ¡Retrasaremos lo inevitable! ¿¡No habíamos venido a luchar contra ella!? Pues…¡Pues eso haremos!

Contigo o sin ti, Ronin. —Jess se puso en pie.

¡Pero qué estáis haciendo! —gritó Ronin cuando Hana saltó al agua, haciendo uso de su magia para poder caminar sobre la superficie de esta, y Jess se montó a su espalda.

Pero Ronin no pudo reaccionar a tiempo porque las olas que había levantado la serpiente marina al caer todavía sacudían el agua y tuvo que aferrarse a la barca para no salir caer al agua. Hana, por tanto, debió enfrentarse con todas sus fuerzas a la subida y bajada del oleaje y Jess se le resbaló de entre los brazos, lo cual la obligaría a detenerse antes de continuar con su camino.

¡Volved aquí!

Chihiro se asomó a la amura y arqueó una ceja, esbozando una sonrisa cínica. Con parsimonia, sacó la misma arma que había utilizado para volar por los aires el instrumento de Ana Lucía y apuntó en su dirección.

¡No te atrevas a hacerlo! —rugió Ronin, con toda la fuerza de sus pulmones.

Sorprendentemente, Chihiro alzó su pistola y miró de reojo a Ronin.

Tienes razón. No merece la pena gastar balas en insectos

Chihiro apuntó entonces con su mano en dirección a las muchachas y, con una sonrisa, musitó algo entre dientes.
Hana sintió un latigazo en su interior y, de pronto, perdió todas las fuerzas. Sintió cómo la magia que había estado utilizando hasta ese momento se evaporaba y su cuerpo se hundió bruscamente en el agua.

Chihiro, de alguna manera, había hecho que su magia se terminara. Y ahora no tenía energías ni para nadar. Si Jess no la sujetaba, se hundiría sin remedio en el agua.


****


No hay tiempo —dijo entonces Malik, captando la atención de las tres aturdidas mujeres— Capitana, segunda de abordo… Hagamos lo que dice Ronin, Chihiro no se llevará el barco —el rostro de Ana Lucía se tensó al escuchar aquellas palabras: parecía que hasta el momento ni se había planteado la perspectiva de que quisieran llevarse su Sombra de Luna—. Y no podemos enfrentarnos a ella con esta desventaja. Si nos reunimos en la playa quizá tengamos alguna oportunidad de presentar defensa…

¡Capitana, tiene razón! —exclamó Faris, sujetando por el brazo a su superior—. ¡No podemos acercarnos al barco sin que nos…!

Ana Lucía se deshizo de su agarre y gruñó:

¡Ha debido gastar todas nuestras balas de cañón! ¡O al menos la pólvora! Aunque todavía no entiendo cómo lo ha…

¡Pero capitana, el pueblo! ¡Tenemos que proteger el pueblo!

Ana Lucía se mordió con rabia el labio inferior, pero terminó por asentir.

¡Rosa! —gritaba Malik, entre tanto, tratando de comunicarse con la barca de Rosa y los demás—. ¡Id a la playa, hay que agruparse lejos de su rango de acción! ¡Ronin, Jess y Hana la entretendrán!

Vamos a tener que hacer algo más que eso —masculló Ana, clavando los ojos en el cuerpo del Leviatán—.Vamos a tener que estar bien lejos cuando esa cosa despierte

Reme hasta que se le caigan los brazos, o moriremos.

****


Malik, Ana Lucía y Faris desembarcaron poco después. La mujer que les había llevado corrió a repartir las órdenes de Ana Lucía: despejar el pueblo, que todo el mundo huyera tierra a dentro.

Como destruya mi barco, como le haga un solo rasguño…¡Eh, vosotros! ¡Moveos, no os quedéis cerca de la playa si no queréis morir!

Malik vio que se estaba dirigiendo hacia Rosa, Alejandro y Vanora, que contemplaban estáticos el espectáculo. Algo debió sorprender a Malik: Rosa se había llevado algo a la oreja, algo que no pertenecía a ese mundo.

Un móvil.

La joven asintió y dijo:

¿Procedemos? Lo ha dejado muy débil, no debería suponer ningún problema

Haced lo que queráis —respondió con sequedad Alejandro, encarándose hacia Malik y las mujeres con una mueca de helada furia—. Yo tengo algoque hacer antes.

Y, ante los ojos de los tres, Alejandro se difuminó como un reflejo en el agua sacudido por las ondas. En su lugar apareció alguien muy diferente.

Spoiler: Mostrar
Imagen


Rosa asintió y dio unos gráciles pasos al frente. Luego comenzó a elevarse del suelo y su imagen también se transformó en una mujer muy diferente. Una pluma de cristal que llevaba en el cabello resplandeció, cegando a Malik por un momento, antes de que la perdiera de vista.

Spoiler: Mostrar
Imagen


Lo mismo se podía decir de Vanora. En su lugar había ahora una criatura espeluznante, que le hizo pegar un grito ahogado a Faris.

Spoiler: Mostrar
Imagen


La mujer guiñó un ojo al grupo y salió despedida hacia Leviatán. La criatura, que avanzaba rápida, pero pesada, a cuatro patas, corrió a una velocidad asombrosa hacia el agua y se sumergió bajo las olas.

Ya estamos solos —gruñó el que había sido una vez Alejandro, con una voz muchísimo más grave y oscura—. Ahora, decidme dónde está la Fuente de la Vida

Y se puso en posición de atacar, convocando fuego en una mano y afirmando la lanza que sujetaba en la otra.

Ana Lucía, que hasta ese momento parecía demasiado aturdida para reaccionar al comprender que su barco había estado lleno de intrusos hasta ese momento, soltó un grito de rabia y desenfundó su espada, mientras sostenía su pistola con la otra mano:

¡Como si fuera a responderte, despreciable gusano!

Faris también desenvainó su espada y dirigió una mirada a Malik, señalándole con la barbilla que se preparara para pelear.

A un gesto de Ana Lucía, ambas mujeres se separaron y corrieron alrededor del hombre, dispuestas a atacarle desde ambos lados.

Poco después, Leviatán comenzó a rugir.

****


Hana de pronto se sintió levantada en vilo y cuando quiso darse cuenta vio que Halia las sostenía tanto a ella como a Jess como si fueran más ligeras que plumas. Numerosas cabezas, con expresiones recelosas, comenzaron a aparecer en torno al barco. En ese momento Ronin enarboló su Llave Espada y gritó:

¡No os acerquéis al barco! ¡A la playa, todas a la playa!

Y en torno a la punta de su arma exploto una violentísima llamarada que comenzó a extenderse a toda velocidad a su alrededor.

¡Coged aire!

Halia no esperó a ver si habían escuchado su advertencia, directamente se sumergió bajo el agua. Justo a tiempo pues, como pudieron comprobar las aprendizas, la superficie se cubrió de una ola de fuego que la deslumbró.

La velocidad y potencia a la que se desplazaba Halia las dejó rápidamente sin fuerzas para aguantar la respiración; sus brazos se les clavaban en las caderas, apretándolas para no perderlas mientras su cola azulada reflejaba la luz del fuego. En medio de destellos, pudieron ver otras tantas sirenas huir a la costa junto a ellas.

Entonces hubo un par de cañonazos. Como en la ocasión anterior, los balazos eran demasiado rápidos, sin espacio de tiempo entre uno y otro. Como si hubiera varias personas en vez de una manipulando las armas del Sombra de Luna.
Pero no hubo más disparos. Tras unos segundos, Halia las arrastró hacia la superficie y se debieron quedar desconcertadas al ver que estaban a medio camino entre el barco y la playa: ¡se habían movido a toda velocidad!
En ese momento emergió junto a ellas Galatea, sosteniendo a Ronin, que tosía, medio ahogado. Había un pequeño charco de sangre a su alrededor.

Deja a las humanas, Halia. Tenemos que ayudar a Leviatán, antes de que…

No había terminado su frase cuando escucharon un rugido profundo, que hizo temblar el agua.

Leviatán se removía, intentando levantarse, entre gruñidos de dolor. Tenía los ojos en blanco y la sangre resbalaba por sus mandíbulas, pero en seguida quedó claro que no iba a rendirse sin luchar.

El dolor debe estar cegándolo —dijo Galatea, demostrando cierta contrariedad a pesar de que su gesto no se alteró demasiado—.Estamos en peligro. Que todo el mundo se aleje de la costa. Si Leviatán ataca, barrerá todo lo que haya a su alrededor —indicó a Ronin—. Mi hija os llevará a la playa. Decid a las humanas que huyan hacia la selva.

¿Y la maga, madre?

Esperemos… que Leviatán pueda matarla.

¡No, esperad!—tosió Ronin, que lanzó un gruñido y se aplicó un Cura a sí mismo—. ¡Usar toda esa magia ha debido dejarla agotada! ¡Y la necesitamos viva, es nuestra oportunidad! ¡Si la presionamos lo suficiente…!

No me importa lo que vosotros necesitéis. Pero… —Galatea dirigió los ojos a Leviatán y luego los volvió hacia las aprendices y Ronin—.Nosotras queremos a Leviatán vivo. Si lo protegéis, nosotras os ayudaremos a capturarla

¡Eso está hecho! ¡Llevadnos hasta esa serpiente gigante!

Sin esperar, Halia se precipitó hacia Leviatán junto a su madre. Pero en vez de dejarlas junto al monstruo, se dirigieron a un risco cercano, lo suficientemente escarpado y alto para que pudieran trepar por él hasta su cima y ponerse a salvo de las olas. Mientras subían, seguramente debieron sentir algo curioso: al contrario que en los dos días anteriores, el viento había dejado de soplar.

Entre tanto, Leviatán se incorporaba.

Justo cuando llegaron a lo alto, una sombra cubrió a las muchachas.

Hola, encantos… ¡Y adiós!

Una violentísima ráfaga de viento las golpeó y lanzó al agua junto a Ronin. Cuando emergieron, ayudados por Halia —Galatea se había dirigido hacia Leviatán para intentar calmarlo y asegurarle que iban a ayudarle—, vieron que una figura de largo cabello rubio se elevaba sobre el risco, poco dispuesta a dejarles subir.

Desde el agua, pudieron ver cómo una figura redondeada y que parecía tener el caparazón de una tortuga gigante emergía cerca de Leviatán. Galatea trató de atacarle, pero en ese momento el mar se sacudió con virulencia. La sirena desapareció, arrastrada por una gigantesca ola y ellos mismos fueron arrastrados lejos de las rocas. Halia, que seguía junto a ellos, trató de aferrarles, pero ni ella podía luchar contra la corriente. Antes de que pudieran ni entender qué estaba ocurriendo, la criatura del caparazón rugió y una gigantesca ola los golpeó contra el risco y tumbó a Leviatán. Pudieron escuchar su bramido de dolor.

Desde lo alto, la mujer les daba la espalda, dándolos por muertos y exclamaba:

¡Ten cuidado, Cagnazzo, no lo mates! ¡Y tampoco a la sirena, no vayan a atacarnos todas!

Ronin ayudó en silencio a las muchachas a aferrarse a las resbaladizas rocas y dijo, con la voz ronca:

No podemos permitir que acaben con el bicho gigante. Le necesitamos para enfrentarnos a Chihiro. Tenéis que subir sin hacer ruido y acabar con ella, mientras yo intento cargarme a la tortuga. No necesitáis matarla, sólo atraed su atención. Yo os ayudaré en cuanto pueda. Sirenita, ven conmigo. Vamos a ayudar a tu madre.

****


En el Sombra de Luna, Chihiro se apoyó en la amura para recuperar el aliento. Luego, algo pálida, extrajo un móvil y marcó un número. No le había importado en especial la fuga de Ronin y sus aprendices; había sido bastante espectacular ver cómo esa cortina de fuego se extendía en torno al Sombra de Luna, impidiéndole vislumbrar por dónde se desplazaban las sirenas. Pero también le había demostrado que le tenían miedo, que no se atrevían a acercarse a ella. Sonrió. Eso era completamente normal. Y lo más inteligente que podía haber hecho Ronin, la verdad. Estaba convencida de que le había acertado con una de sus balas. Con eso se conformaba.

Al quinto tono respondieron a su llamada.

Ya he cumplido mi parte del trato. Ahora es vuestro turno. Acabad con el monstruo y con los Caballeros

Colgó y exhaló un suspiro. Luego miró hacia Leviatán, tamborileando con impaciencia los dedos sobre la madera.
Estaba esperando a que le abrieran el camino.

En ese momento una figura redondeada y que parecía tener el caparazón de una tortuga gigante, emergió cerca de Leviatán. A pesar de que estaba muy lejos, vio cómo abría las fauces y levantaba unos brazos cortos. Entonces el mar se sacudió, retrayéndose unos metros, y se arrojó contra él, hiriéndolo con furia.

Leviatán rugió de rabia y dolor.

Chihiro sonrió.

Spoiler: Mostrar
Hana: PV: 19/22 PH: 14/19
Jess: PV: 5/8 PH: 12


Spoiler: Mostrar
Fecha límite:jueves 13
Imagen

¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Suzume Mizuno
63. Komory Bat
63. Komory Bat
 
Mensajes: 1883
Registrado: Vie Mar 02, 2012 9:52 pm
Dinero: 1,462,577.72
Sexo: Femenino
Karma: 6

Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Tanis » Dom Mar 09, 2014 1:44 pm

La situación de la playa y el pueblo era caótica.

Nada más llegar a tierra, la mujer que había estado remando se dispuso a cumplir con las órdenes de la capitana y corrió a avisar a todo el mundo de que despejaran la costa y se adentraran en tierra.

Malik pensaba a toda velocidad, volviéndose hacia el mar, el cuerpo de Leviatán y el barco. Su maestro, Hana y Jess estaban ahí, arriesgando el cuello y aunque le resultaba amargo creer que estaba siendo un poco cobarde por haber retrocedido, se decía a sí mismo que al menos había mantenido lejos de Chihiro a Ana Lucía y a Faris.

«¿Y ahora qué?».

Como destruya mi barco, como le haga un solo rasguño… ¡Eh, vosotros! ¡Moveos, no os quedéis cerca de la playa si no queréis morir!

Se quitó la mano de la frente, mirando hacia la capitana. Estaba iracunda, y se habría dirigido al trío de Rosa, Vanora y Alejandro a patadas de haber podido. Tenían que moverse rápido, irse ya hacia la selva… Pero ellos parecían estatuas, ahí quietos contemplando el panorama como si fuera lo más delicioso del mundo.

Entonces lo vio. Vio a Rosa llevarse aquello a la oreja… Los había visto en Tierra de Partida, e incluso planeaba comprarse uno en un futuro cercano, para estar mejor comunicado cuando saliera de viaje con alguien… Pero que un supuesto nativo de un mundo en el que no existían esas cosas lo tuviera…

Supo que estaban en problemas.

¿Procedemos? Lo ha dejado muy débil, no debería suponer ningún problema.

«¿Pero qué… ?».

Haced lo que queráis —Malik frunció el ceño, manteniéndose junto a Faris y la capitana, al ver que de pronto Alejandro se encaraba hacia ellos como si… —. Yo tengo algo que hacer antes.

… …
… … …

«Hijo de… chacal… ».

Ante sus narices, de pronto Alejandro se transformó —o no transformó, recobró su verdadera forma— en alguien totalmente diferente a quién había sido todos esos días, mostrándose como alguien que, sinceramente, no dejaba demasiado a la imaginación sobre sus intenciones.

A su vez, Rosa también se transformó en otra mujer distinta con un resplandor… Y Vanora…

«¿Pero qué demonios es esa… cosa?»

Malik sujetó el brazo de Faris, en ademán tanto nervioso como protector, y empezó a sentir el sabor agrio de la traición en la boca, el sabor agrio y picante, caliente, que subía por el estómago y clavaba las garras en los pulmones. Apretó los dedos en el puño libre, y se aguantó las ganas locas que tenía de acercarse a ese tipo y partirle la cara.

No había cosa que detestase más que una traición… Porque le hacía sentir estúpido y le parecía lo más vil y rastrero que podía cometer una persona, aun si tenía motivos para hacerlo. Tanto la que había sido Rosa como la criatura que había sido Vanora, se dirigieron a toda velocidad hacia Leviatán, dejando a Malik, Faris y Ana Lucía con… ¿Alejandro?

Ya estamos solos. Ahora, decidme dónde está la Fuente de la Vida.

Malik apretó los dientes y siseó al verlo ponerse en posición de combate.

«Era eso, claro… ».

No pensó en la desventaja que tenían frente a la magia de ese ser, hombre, lo que fuera, si él mismo no podía. Bueno, al menos eran tres contra uno, algo podrían hacer si se las arreglaban bien.

¡Como si fuera a responderte, despreciable gusano!

No le hizo falta ni que Faris le hiciera ningún gesto más. Con una ira fría y corrosiva, convocó la Llave-Espada en su mano, lanzándose al ataque a la vez que ambas mujeres corrían a rodearle para atacarle por los lados. Él atacaría de frente, con una estocada lateral, aunque no fuese buena idea. Podía ser un cebo… con ese ataque frontal.

En eso estaban cuando al poco de iniciar el ataque… Leviatán empezó a rugir. Y Malik esbozó una tenue sonrisa astuta.

«Ah… sigue vivo…».
Avatar de Usuario
Tanis
28. Samurai
28. Samurai
 
Mensajes: 813
Registrado: Mar Feb 19, 2013 10:20 pm
Dinero: 75,353.31
Banco: 15,572.00
Sexo: Mucho, gracias por preguntar
Karma: 5

AnteriorSiguiente

Volver a Segunda Saga

¿Quién está conectado?

Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 1 invitado