[Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Trama de Exuy, Hikaru y Fátima + Kousen & Hiro

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Suzume Mizuno » Mar Ene 14, 2014 9:55 pm

Fátima se quedó mirando con preocupación a Hiro, no sólo por su apagada respuesta o por la venda de su brazo, sino porque Ronin, paradigma de la discreción, gritó a los cuatro vientos algo sobre su fracaso en una misión. Se preguntó si debería decir algo pero, al final, decidió que lo mejor sería ser discreta y no intervenir, por miedo a herir los sentimientos de Hiro.

Entre tanto, se fijó en que Exuy tenía su cuaderno de dibujo en las manos y Fátima, muerta de curiosidad, dijo:

¿Te importa que eche un vistazo? Si no te molesta, claro —titubeó un poco. Quizás Exuy no quisiera que se entrometiera y considerara que estaba metiéndose en su intimidad. Pero juraría haber visto parte de un esbozo y parecía bastante bueno… Intentó entablar conversación—. ¿Dibujas desde hace mucho?

Sonrió a Exuy, pensando que era un chico realmente mono, y además con talento. Lo que no terminaba de entender era qué hacía entre los Caballeros, aunque, claro, las apariencias engañaban. No debería juzgar sin conocer a la gente.

****


Fátima dio un par de pasos, desestabilizada, cuando terminó la teletransportación. ¡Qué sensación más desagradable! Podía estar acostumbrándose —a marchas forzadas, aunque, qué remedio le quedaba— al glider, pero eso de aparecer y desaparecer no le gustaba nada, por útil que resultara.

Sintió el frío en la manos y las mejillas y se estremeció dentro de sus ropas, pero cuando miró a su alrededor le sorprendió comprobar que no había nada de nieve. Sí, estaban en la ladera de una montaña, pero todo era de un verde puro, intenso, precioso.

Miró a Kousen con una sonrisa divertida.

¡Parece que hoy no vas a poder rodar!

Haciendo visera con una mano, echó un vistazo a su alrededor y comprobó que, no muy lejos, había un poblado rebosante de actividad y, no muy lejos, lo que claramente parecía ser una campamento militar.

¡Mulán! —susurró Fátima, sintiendo un hormigueo de emoción.

¡Por fin podría verla! Porque seguro que no le había pasado nada. Seguro... Sí, Mulán era una chica espabilida, aunque fuera temeraria. Se la habría apañado bien.

Al escuchar a la Maestra Rebecca pegó un brinco y apretó los labios mientras miraba de reojo a Ronin, esperando que no la hubiera escuchado. Se suponía que no tenía ni idea de dónde estaba Mulán… Pero el Maestro no parecía interesado en sus aprendices, sino más bien en…

¡Comer!¡Me muero por probar un buen plato de arroz con pollo! ¡Vamos, muchachos, yo invito!

Decidme que no hemos venido para esto —masculló Fátima.

Quería creer que no. No, ni siquiera Ronin podía ser tan… superficial.

¿Verdad?

Escuchó a Rebecca de fondo y vio que le entregaba una llave a Hiro par acambiarse en una cabaña. Sonrió para sí misma y se alegró de haberse puesto el uniforme; así no habría problema. Había crecido un poco y le quedaba algo más justo, pero serviría. Mientras tanto, la Maestra afirmó que se dirigiría a la montaña y Fátima admiró la cumbre nevada con los ojos como platos. Pero no, ya había tenido suficiente nieve y montañas chinas para toda una vida.

Además, tenía alguien importante a quien buscar.

Se acercó a Kousen un momento, imaginando que era muy posible que se separaran, y dijo:

Tengo a alguien con quien encontrarme en el campamento militar… Pero no puedo dejar que me vean con vosotros —dijo en voz baja—. En realidad creo que la gente no debería ir al campamento o llamaremos mucho la atención, nadie excepto yo tiene un uniforme con el que pasar algo desapercibido. ¿Tú qué vas a hacer?

Después de saber lo que pretendía hacer su amigo, Fátima se dirigió a unos árboles y se quitó rápidamente la túnica y los pantalones, quedando así en el uniforme de la región. Con un escalofrío guardó todas las cosas en un fardo y emprendió apresuradamente el camino hacia el campamento, dispuesta a encontrar a Mulán. No estaba completamente convencida de que su uniforme fuera a protegerla porque, después de tanto tiempo, los reclutas debían conocerse unos entre otros. Tenía que elaborar alguna excusa por si la descubrían. Y recordar el nombre falso que había utilizado. ¿Cómo era...?

Así descendió hacia el campamento. Si alguien iba con ella no se lo impediría, aunque seguramente estarían más interesados en seguir otros caminos.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Kousen » Mié Ene 15, 2014 10:07 pm

Eem… me llamo Exuy. Encantado. —respondió el muchacho más joven, estrechando mi mano.

Su compañero no tardó en responder de igual forma:

Encantado Kousen. Soy Hikaru Akari, aprendiz de la Maestra Rebecca. Eeeeh... Veo que el viaje va a ser algo largo, ¿os queréis echar una partida a “Ya-Mi-Oh!”?

A continuación, extrajo de su gabardina un mazo de cartas de aspecto algo singular. Al contrario que las clásicas cartas con motivos de picas, espadas, corazones y diamantes, cada carta portaba una imagen de un monstruo con distinto nombre o características.

¡Oh, he oído hablar de ellas!— recordé —Se trata de echar un duelo con criaturas, magia y trampas para vencer al oponente, ¿verdad? Me gustaría probar al menos una vez.

Y así acabamos el resto del viaje echando algunos duelos. En las primeras ocasiones perdí, pero en cuanto le pillé el tranquillo, logré arreglármelas para ganar una partida o dos. Había una carta blanca con un dragón verdoso estampado, con el que acabé encariñándome, pues me salvó un par de veces.

***


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Una vez llegamos a nuestro destino, no tardamos en ser teleportados desde el interior de la nave a una ladera de la montaña. El súbito frío me golpeó en la cara y el repentino cambio en el aire me hizo soltar un buen estornudo.
Al menos esta vez no estaba todo cubierto de nieve como antes, sino que verdor y flores preciosas se extendían por todo el campo cercano, solo interrumpidas por un camino que llevaba hasta un poblado cercano. Cerca del mismo había lo que parecía ser un campamento, pero por aquella forma... ¿Militares?
Cerca y dentro del campamento se movían hombres envueltos en armadura, llevando cosas de un lado a otro. ¿Seguían en guerra? Seguro que aquello era un punto estratégico o de aprovisionamiento, al menos.


De repente me dio mala espina el hecho de que Ronin hubiese arrastrado a tanta gente allí solo para comer. Me subí la bufanda para combatir el frío de las alturas, al tiempo que Fátima me hablaba.

¡Parece que hoy no vas a poder rodar!— comentó, sonriendo

Aún me duele la espalda cada vez que me acuerdo, ¡no seas cruel!— le reí la gracia.

No pude comprobar su reacción, pues algo hizo que le cambiase completamente la cara, mostrando una mezcla de nervios y alegría. Si mal no recordaba, nos comentó que tenía una amiga en aquel mundo.
Rebecca colgó su teléfono, informándonos de que Simón no regresaría a por nosotros hasta la noche. Otra sombra de sospecha se extendía sobre aquella visita, pues o el conductor tenía asuntos que atender o allí se cocía una misión oculta de la Orden. Ningún maestro nos llevaría un día entero a otro mundo solo para un plato o dos, teniendo el comedor de Tierra de Partida.

¡Me muero por probar un buen plato de arroz con pollo! ¡Vamos, muchachos, yo invito!— exclamó Ronin.

<<Ya, claro.>>

Pero por mucho que mi cerebro me llevase a sospechar, mi estómago le estaba ganando la partida. Un rugido bastante sonoro se le escapó solo con escuchar "arroz con pollo". Apenas había podido desayunar y el entrenamiento me había drenado la poca energía que me quedaba. La propuesta de Ronin sonaba más que apetecible.

Si queréis cambiaros de ropa para pasar más desapercibidos, los Maestros tenemos una pequeña casita en el pueblo. Sólo tiene una habitación y no tiene gran cosa, pero... Algo podréis sacar de ella. Buscad el símbolo de la Orden encima de la puerta.— Nos comentó Rebecca.

Hiro fue el primero en adelantarse a por la llave de la casa, mientras que Fátima se acercó un momento a mí.

Tengo a alguien con quien encontrarme en el campamento militar… Pero no puedo dejar que me vean con vosotros —susurró—. En realidad creo que la gente no debería ir al campamento o llamaremos mucho la atención, nadie excepto yo tiene un uniforme con el que pasar algo desapercibido. ¿Tú qué vas a hacer?

Creo que de momento voy a seguir el consejo de mi estómago, antes de que me desmaye. —respondí— Además, si voy con estas pintas al campamento, me echarían a patadas. Tienes mi número de móvil de todas formas, así que no dudes en llamarme si necesitas apoyo con algo, iré en cuanto coma algo.

Dicho esto, me despedí de Fátima y me dispuse a seguir a Ronin hasta la taberna más cercana, pues conociéndole seguro que iría a algún lugar donde pudiese beber algo de alcohol.
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Yuehito » Jue Ene 16, 2014 9:08 am

— ¿Te importa que eche un vistazo? Si no te molesta, claro —Dijo Fátima.

Desvié un poco la vista y mis mejillas se tornaron rojizas. Sabía que si ella tomaba el libro se daría cuenta de su retrato y para ese entonces quedaría congelado de vergüenza. Me costaba mucho mostrar mis dibujos por pensar que se burlarían de ellos, además, ¿Qué de valioso tendrían para una misión?

Le devolví la mirada y con un gesto amable le extendí el libro para que ella lo revisara, en ese momento me tragué las consecuencias. Pero gracias a la Hikaru solamente esa chica pudo ver mi vergonzosa cara en ese instante, ya que Kousen jugaba con interés el juego de Ya-Mi OH!

—¿Dibujas desde hace mucho? — preguntó con una tierna sonrisa en su cara.

C-creo… que desde pequeño… —dije un tanto avergonzado. Mientras hojeaba el libro y nervioso balanceaba mis pies.

La nave aterrizó y fui el último en salir. La razón fue porque me quedé algunos segundos observando al conductor de gigantesca máquina. Aún no sabía el por qué de su mala cara y esa duda me comía por dentro.
¿Qué le habría hecho Ronin para merecer esto?


Se lo dejo acá —Le dije poniendo las bolsas de frutos que llevaba — es un regalo —sonreí y baje de un brinco de la nave para caer en la expansiva nieve de Tierra de dragones.

Por sorpresa no vi dragones, solo un amplio paisaje digno de ser retratado. El blanco del piso se mezclaba con la tranquila brisa del lugar, y a lo lejos se divisaba algo que parecía ser un campamento. El mundo parecía interesante y la curiosidad comenzó a picar mis entrañas.

Para ese entonces Red había recibido la llave en disposición de conseguir equipaje y ropa, más Kousen y Hikaru se iban a comer, no entre ellos, sino junto a Ronin. Pero en seguida me di cuenta que no divisaba a Fátima por ningún lado, como si la tierra se la hubiese tragado.

Sentí un poco de miedo en ver que todos se movilizaban y no podía quedarme parado ahí sin hacer nada. Por error seguí a la Maestra Rebecca pensando que Fátima había ido por ese lado, hacia la gigantesca montaña. Después de un momento no fue tan grande el arrepentimiento pensando que me dirigía un lugar estimado por Rebecca y además que esta podría ser la ocasión para conocer más a fondo a mis maestros.

Maestra… perdón. Tengo curiosidad ¿Podría contarme de este lugar? —le pregunté un tanto avergonzado.
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Ronda #4 - Se acerca el invierno (I)

Notapor Soul Artist » Jue Ene 16, 2014 1:19 pm

Exuy


Cada aprendiz decidió tomar su propio camino. Fátima se dirigiría hacia el campamento de inmediato, dispuesta a infiltrarse en el campamento militar con el objetivo de encontrar a su vieja compañera; MoguDer, Hikaru y Kousen acompañarían a Ronin, dispuestos a aprovecharse de la cartera de este para alimentar sus estómagos; y por último Hiro decidió dirigirse hacia la cabaña, donde podría cambiarse en la intimidad.

Exuy, por su parte, acompañó a Rebecca pensando en que Fátima habría ido con ella; sin embargo, no tardó en descubrir su error. Pero pese a ello no se desanimó y se propuso conocer mejor a la Maestra de Hikaru, su compañero, y decidió romper el hielo con una pregunta acerca del mundo en el que se hallaban con algo de timidez:

Maestra… perdón. Tengo curiosidad, ¿podría contarme de este lugar?

Rebecca se quedó perpleja al darse cuenta de que el chico le estaba siguiendo, enmudeciendo de inmediato y desviando su mirada del chico. Entró en un sendero nevado junto a él y le contestó en alto tras meditar sus palabras:

Bueno... Este mundo se llama Tierra de Dragones. No hay tantos dragones como antaño ya, pero el recuerdo de esas criaturas sigue presente en las creencias de sus habitantes. El territorio del mundo es muy amplio, y eso lleva a una guerra constante entre dos bandos... Chinos y hunos.

»Hace alrededor de veinte años Ronin estuvo aquí, todavía como aprendiz, junto con una compañera suya de por entonces. Ambos se enfrentaron a una amenaza externa a este mundo, la cual apoyó a los hunos en la batalla. Siempre ha tenido un cariño especial a este lugar... Y yo también.

»N-no he vivido las mismas aventuras que Ronin —se apresuró a explicarse la Maestra para que el chico no interpretase erróneamente sus palabras—. Pero creo que este mundo tiene algo especial y sagrado en el aire. Es largo de explicar.

Rebecca no continuó, dejando en el aire sus palabras para el pobre muchacho. Al final, de tanto caminar, terminaron por alcanzar un templo pegado a la montaña, con parte de su fachada hacia el exterior como un edificio normal y la otra parte en el interior del terreno. La madera oscura con la que el edificio estaba construido era de gran calidad y muy bien cuidada, y el tejado estaba bien cuidado con varias estatuas en las puntas de dragones chinos. Una gruesa puerta doble de roble bloqueaba la entrada, y el tejado alargado otorgaba en el suelo una pequeña plataforma de mesas y sillas sin el más mínimo rastro de nieve donde probablemente los monjes hicieran su vida cotidiana.

Ah, Exuy... ¿Eres creyente? —preguntó la Maestra al muchacho—. Vamos a entrar en un templo. Debes guardar respeto y silencio en todo momento. ¿O prefieres quedarte aquí fuera?

* * *

Kousen, Hikaru y MoguDer

¡Bienvenidos al Buda Feliz!

Aquel sitio de feliz no tenía nada. Una alegre figura rechoncha hecha con bronce les esperaba en el exterior de la entrada, sentado y con la mano derecha en alto; pero el interior del restaurante era más bien triste. La baja iluminación del local apenas hacía visible el contenido de los platos, la madera de las paredes y el techo parecía podrida y para colmo el dependiente tenía cara de pocos amigos. O incluso puede que ninguno.

¿Y la clientela? Casi nula. Sólo había un hombre en el restaurante, de imponente tamaño, con un grosor que casi hacía ocupar dos asientos de la barra en la que estaba siendo atendido. Tomaba una sopa en silencio, aunque con su rostro tapado por el abrigo rojo que llevaba puesto dificultaba su tarea.

¡Buen hombre, mesa para cuatro! —anunció Ronin riéndose en alto y llamando la atención del dependiente, que se encontraba limpiando un vaso—. ¡Hoy sí que te traigo dinero!

El dueño suspiró amargamente y dejó el vaso, caminando hacia Ronin y los chicos con algo de pesar. Observó al Maestro y sus aprendices con descaro, casi dudando de ellos y sus intenciones. El hombre estaba ya en una edad avanzada y sus arrugas y su pelo ya grisáceo así lo demostraban. Tenía una ligera barba resaltada por su perilla, y pese a su enorme calva el poco pelo que le quedaba estaba recogido en una coleta.

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No me tomes el pelo, viejo ladrón. ¿Dónde está la trampa?

¡Yo nunca te engañaría, Hao! Mira, esta vez sí que traigo el dinero.

Ronin se llevó la mano al bolsillo de su ropa y sacó una pequeña bolsa de terciopelo que lanzó al hombre. Este la cogió en el aire y pesó su contenido con la palma de la mano, dudando del Maestro. Tras dudar unos instantes devolvió el dinero a Ronin del mismo modo.

A ver si no te comes toda mi cocina esta vez —advirtió Hao, dando a entender que aceptaba los platines del Maestro—. Pasad. Hoy no tengo mucha clientela.

Hao les acompañó hasta una mesa para cuatro personas junto a una ventana, donde Ronin se apresuró a tomar asiento y abrir la carta ya preparada para ellos. Mientras consultaban qué podían pedir para comer y Hao volvía para atender al otro cliente del establecimiento, Hikaru se abalanzó con una pregunta al Maestro que se moría por hacerle aparentemente desde el final de su anterior misión:

Maestro Ronin, en mi última misión, fui a un mundo llamado Agrabah y me vi envuelto en la búsqueda de una lámpara, que parecía ser muy valiosa, por que cuando salí de la cueva en la que estaba, encontré a la Maestra Lyn peleando contra una mujer pelirroja. Y ambas parecían conocerse de algo. ¿Sabe usted algo de esto?

¡Tendrás que ser más concreto, muchacho! —Ronin echó a reír, casi burlándose de la pregunta del chico. Después bajó el volumen para que sólo los presentes en la mesa le escucharan—. Pero sí, Lyn me lo notificó. Se trata de Hisa Wix, una de nuestras Maestras antes de todo el asunto de Bastión Hueco. Fue convertida en Incorpóreo y ya no contesta ante la Orden.

Hao volvió a la mesa, dispuesto a tomar nota de qué querías. Ronin fue a abrir la boca para decirle lo que deseaba, pero el anciano se le adelantó:

Ya sé lo que quieres tú. ¿Pero tus amigos? Extranjeros todos, por lo que veo.

Era hora de consultar la carta. Tenían todo un abanico de posibilidades, y la verdad era que todo parecía sumamente apetecible... Y caro. La carta anunciaba una promoción especial de un producto traído desde muy lejos, una especie de pescado crudo que pese a no sonar muy bien debía estar realmente delicioso; eso sí, caro caro. Pero como Ronin invitaba, ¿qué más daba?

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Carta del Buda Feliz

Arroz tres delicias – 300 platines
Arroz con pollo – 450 platines
Tallarines con gambas – 400 platines
Pato con bambú y setas – 750 platines
Cerdo agridulce – 500 platines
Sushi especial – 3000 platines
Pan – 200 platines
– 50 platines

Después de pedir su comida, los aprendices pasarían a tener un rato de intimidad con Ronin nuevamente. El Maestro parecía alegre de poder comer en aquel restaurante, pero quizás era hora de que le preguntaran las cosas que de verdad querían saber.

* * *

Hiro

Localizar la cabaña no fue muy difícil para el joven Hiro. Era bastante modesta para ser pertenencia de la Orden: pequeña, pero bastante bonita, con una pintura polícroma roja y amarilla que le daba un bonito aspecto. El símbolo de los Caballeros de la Llave Espada estaba sobre el marco de la puerta, identificable por el corazón.

El chico perro entró a su interior y se detuvo a contemplarlo. Bastante sencillito: una cama junto a la única ventana de la casa, una mesa para dos o tres personas, una chimenea apagada con algunos utensilios de cocina a su lado y un armario con la ropa que necesitaría. Casi como una habitación individual de Tierra de Partida.

Y al poco de entrar escuchó la puerta cerrarse detrás de él y el sonido de la cerradura. Antes de querer darse cuenta fue empujado contra la pared e inmovilizado con su brazo izquierdo contra su espalda, agarrado por la mano de un hombre que se pegó contra él sin dejarle escapatoria.

Vaya, vaya. ¿Vienes a hacerme compañía?

Probablemente Hiro sólo le hubiese visto durante unos minutos en Bastión Hueco, pero era imposible obviar de quién era aquella voz. Un gitano de piel oscura e increíblemente insoportable al que le gustaba jugar con sus víctimas y controlarlas cuales marionetas: Andrei Saavedra, portador de la Llave Espada.

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No parecía muy dispuesto a soltarle. Había venido solo y eso le había costado aquella humillación: estaba contra la pared, indefenso ante los deseos del gitano, sufriendo un potente dolor en su hombro izquierdo con toda aquella situación.

¿Qué crees que va a pasar ahora? —preguntó el chico acercando sus labios a la oreja de Hiro—. ¿Debería soltarte, Hiro? ¿Dejar que tomes el control de la situación? No, ambos sabemos que esto es lo mejor...

Andrei retorció con más fuerza el brazo del chico para provocarle aún más dolor. Le conocía, había dicho su nombre: ¿sabía que venía a Tierra de Partida con Ronin o los demás? ¿O es que llevaba tiempo espiándole?

Pero Andrei se portó con él. Tras empujarle una única vez con brusquedad contra la pared con todo su cuerpo le liberó, aliviando su dolor y dejándole descansar en paz. El muchacho se acercó a la pared e invocó su baja de cartas, con la cual comenzó a jugar haciendo volar sus naipes entre sus manos.

Vamos a ser buenos amigos, ¿sí? —propuso con descaro el chico—. No tenemos nada en contra el uno del otro, ¿verdad? Haz lo que tengas que hacer y márchate.

Andrei se quedó quieto en su sitio, observando con una sonrisa chulesca a Hiro. Si pretendía cambiarse, tendría que ser bajo la atenta mirada del gitano en todo momento.

* * *

Fátima

¡Tú, joven!

El intento de Fátima de infiltrarse en el campamento tuvo sus dificultades desde el principio: una vieja y muy poco agradable cara le impidió el paso nada más poner el pie en el campamento. El lugar estaba bien vigilado por dos guardias que le bloquearon el paso de inmediato con dos lanzas, y entre ellos estaba él: el insoportable Chi-Fu. Al parecer ni el ejército podía haberse librado del burócrata representante del Emperador.

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¿Qué te has creído que haces aquí? —preguntó el hombrecillo, fuminando con la mirada a la pobre Fátima—. ¿Es que te piensas que me engañas?

Había sido descubierta con todas las de la ley. No le iban a permitir el paso de una forma tan gratuita, estaba claro: el ejército ya debía conocer a sus soldados, como ella misma había pensado, y cualquier otra persona era un intruso. En una situación de guerra como aquella era normal que pasaran duros métodos para evitar el acceso de extranjeros al campamento.

Por lo tanto, podía volverse por donde había venido. Estaba claro que así jamás iba a lograr entrar al interior y ver a Mulan.

¡El capitán Li os llamó a todos, no intentes escabullirte! ¡Anda, rápido, a la zona de entrenamiento, ya! ¡Están preparando la expedición!

Menudas técnicas se las guardaba el ejército para evitar la entrada de espías. Los dos guardias agarraron a Fátima por los hombros y le obligaron a entrar al interior del campamento, bloqueando inmediatamente después la salida: ya no podía regresar. Había logrado meterse de inmediato, pero igual se había metido en un lío mayor.

Delante de ella una gran multitud de soldados estaban escuchando las palabras del apuesto capitán Shang, el hijo del General Li que en la última misión en aquel mundo había atacado a Axel tras contarle de la existencia de otros mundos. Debido a las malas miradas que le enviaban Chi-Fu y los guardias Fátima no tuvo más remedio que avanzar hacia adelante, uniéndose a los soldados.

El capitán estaba manejando varias figuras sobre un pequeño mapa que marcaba la posición del pueblo en la montaña. El ejército chino parecía estar representado por una figura azul, mientras que lo que parecía ser un contingente enemigo estaba en azul.

... tras las indicaciones del Maestro, podemos concluir que Shan Yu se encontrará aquí, bajando la montaña —señalizó el capitán con una larga vara—. Con la mitad de nuestro ejército podemos tenderles una emboscada y con él muerto los hunos se rendirán. Por ello, propongo un ataque inmediato, esta misma noche.

Muy bien, capitán —aplaudió el padre de Shang, sonriente y orgulloso de la propuesta del chico—. Esta guerra terminará esta misma noche. Tú dirigirás al ejército colina abajo; yo defenderé el pueblo desde aquí.

¿Está seguro, mi general?

Y tanto si estaba seguro. Los soldados parecían sorprendidos por la decisión del hombre, mirándose unos a los otros; quien acabara con Shan Yu pasaría a ser recordado en la Historia como uno de los mayores generales de la Historia. Cualquiera pensaría que, con una estrategia tan sencilla, se otorgaría ese mérito a otra persona.

Completamente, capitán. Sólo bajo tu mando podemos garantizar la victoria absoluta. Claro que —el general se llevó la mano a la barbilla y se acicaló la barba— yo tampoco lo haría mal.

¡Fátima!

Aquellas palabras fueron susurradas por la persona que más esperaba ver la chica en el mundo. Giró la cabeza y sus ojos se encontraron con el rostro de Ping, la versión masculina de Mulan. El soldado abrazó con energía a Fátima tras la multitud, pero al darse cuenta de que aquel no era el comportamiento adecuado entre machotes la liberó y le ofreció la mano.

¡Qué sorpresa verte por aquí, tío! —la voz de Mulan había pasado a fingir de forma algo tonta la de un hombre, con una risa tonta y movimientos exagerados—. ¡Pensaba que ya no vendrías a estas cosas!

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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Suzume Mizuno » Dom Ene 19, 2014 2:07 am

¡Tú, joven!

Fátima pegó un respingo cuando las lanzas de los guardias se cruzaron, impidiéndole así el paso, y levantó la vista del suelo. Había intentado entrar sin llamar la atención, caminando con toda la tranquilidad de la que fue capaz, bajando la mirada con la esperanza de que nadie se fijara en sus rasgos. Por el camino se había recogido el pelo en una coleta —no tenía el pelo lo suficientemente largo para hacerse un moño como tal— para pasar más desapercibida, pero sabía, ¡lo sabía!, que no iba a conseguirlo. Había pasado demasiado tiempo, los soldados se conocían entre ellos y se habrían dado cuenta de que era una intrusa.

Cuando alzó los ojos y vio la figura de la que procedía la vocecilla, el pulso se le desbocó.

¡Ese hombre!

No había vuelto a pensar en él desde que dejara por primera vez Tierra de Dragones, pero sus facciones eran incofundibles. Se le tensó la mandíbula al recordar que se había encontrado con aquel indeseable en casa de Mulán, antes de que la chica decidiera escapar y poner su vida en juego por proteger a su padre.

Al darse cuenta de que estaba adoptando un gesto hostil se apresuró a clavar los ojos en el suelo de nuevo. ¡No era el momento para mirar mal a nadie!

¿Qué te has creído que haces aquí? . ¿Es que te piensas que me engañas?

Contuvo un gemido. ¿Qué harían con alguien que intentara infiltrarse en un campamento? Seguramente tomarlo como un enemigo. Estaba perdida. Aunque si era lo suficiente rápida, quizás pudiera escapar… Lo que estaba claro era que no iba a poder encontrarse con Mulán. ¡Torpe, más que torpe, idiota! ¡Habría sido más inteligente no ponerse el maldito uniforme! ¡Estúpida, estúpida!

¡El capitán Li os llamó a todos, no intentes escabullirte! ¡Anda, rápido, a la zona de entrenamiento, ya! ¡Están preparando la expedición!

¿Cómo? —balbució, creyendo que había escuchado mal.

Los guardias la sujetaron por los hombros, por poco le arrancaron un gritito de la impresión, y la arrastraron al interior de la empalizada y cerrando filas a su espalda una vez la dejaron con brusquedad en el interior.

Fátima, que se había quedado encogida del susto, les miró de hito en hito. ¿Estaba dentro? ¿Era algún tipo de trampa?

Eh… —se volvió, todavía medio en guardia, pero ningún oficial, ningún soldado se acercó a ella ni intentó llevársela al interior de alguna tienda donde interrogarla.

«¿De verdad… ha colado?»

Le costaba creerlo, por mucho que pareciese que así era. Se suponía que estaban en guerra, que las medidas de seguridad serían más estrictas. Que se registraría a las personas que entraran al campamento…

Pero nadie le prestaba atención, a excepción del larguirucho, que le estaba lanzando miradas muy desagradables, y los soldados que protegían la entrada. Por ello, todavía algo titubeante, se dirigió hacia un gran grupo de reclutas. Al acercarse comprobó que se habían dispuesto en forma de círculo para escuchar la estrategia de… Oh. ¿Aquel no era el hijo del General Li?

Sobre un mapa habían distribuido pequeñas figuras de colores rojos y azules. Con observar y escuchar un poco, Fátima comprendió que se trataba de una estrategia militar y las palabras del joven capitán confirmaron su impresión:

... tras las indicaciones del Maestro, podemos concluir que Shan Yu se encontrará aquí, bajando la montaña —el capitán usaba una especie de fina vara para mover y señalar las fichas. En este caso, tocó las azules que, por tanto, eran las de los hunos—. Con la mitad de nuestro ejército podemos tenderles una emboscada y con él muerto los hunos se rendirán. Por ello, propongo un ataque inmediato, esta misma noche.

«¿Cómo? ¿Esta noche?» pensó Fátima con los ojos muy abiertos. Ahora comprendía por qué el hombre, ¿Chi-Fu?, estaba tan enfadado con ella. Aun así consideró, con cierta incomodidad, que si el ejército chino permitía con tal facilidad la entrada de cualquier persona que vistiera un uniforme… Entonces temía por las tropas. No le extrañaría que los hunos estuvieran al tanto de los movimientos chinos.

Muy bien, capitán —el General Li aprobó la propuesta de su hijo con una sonrisa satisfecha—. Esta guerra terminará esta misma noche. Tú dirigirás al ejército colina abajo; yo defenderé el pueblo desde aquí.

Hubo un murmullo de asombro y la misma Fátima, que no llevaba allí más que unos pocos minutos, enarcó las cejas. No tenía ni idea de qué había sucedido desde que dejó a Mulán allí, pero las expectativas parecían exageradamente optimistas, ¿no? ¿Acabar la guerra esa msima noche? ¿Y ceder el puesto a su hijo?

¿Está seguro, mi general?

Completamente, capitán. Sólo bajo tu mando podemos garantizar la victoria absoluta. Claro que —el General se pasó una mano por la perilla y sonrió mientras añadía— yo tampoco lo haría mal.

La chica reprimió una suave risa. De acuerdo, estaba claro que allí había nepotismo, pero parecía que el General no iba a permitir que las cosas se desmadraran. Sí, ahora que lo pensaba, había sido compañero de Ronin y había leído que era un gran estratego. Si aprobaba la estrategia de su hijo, sería porque tenía confianza en su plan… Y porque esperaba que hiciera honor al nombre de la familia, con seguridad.

¡Fátima!

La chica se volvió, sorprendida por escuchar su nombre en medio de aquella multitud de soldados. ¿Al final la habría seguido alguno de sus compañeros? Pero, ¿cómo había logrado infil…?
Entonces vio a Mulán.

Antes de que pudiera ni sorprenderse, la muchacha saltó sobre ella y la abrazó con ganas. Fátima tuvo un instante para devolverle el gesto, todavía aturdida, cuando Mulán se separó entre carraspeos y le ofreció la mano.

¡Qué sorpresa verte por aquí, tío! —dijo con voz grave y exagerada. Fátima la miró, desconcertada. ¿Cómo que «tío»?—. ¡Pensaba que ya no vendrías a estas cosas!

Y cuando le estrechó la mano y apretó, mirando de reojo a su alrededor, comprendió y estuvo a punto de romper a reír. ¡Mulán estaba intentando fingir ser «masculina»!

¡Perdona por haber tardado tanto… P-Ping! —menos mal que lo había recordado. No pudo evitar imitar el tono de la muchacha con cierta jocosidad.

Le sorprendía que después de tanto tiempo, Mulán siguiera interpretando una personalidad que le quedaba tan forzada. Lo increíble era que no la hubieran descubierto precisamente por comportarse así. Pero la gente era muy ciega ante cosas que consideraban imposibles, como que un hombre fuera, en realidad una mujer. O viceversa. Se limitaban a creer lo que les mostraban los ojos.

Pero si Mulán había conseguido salir así adelante, no iba a ser ella la que pusiera en duda su estrategia.

Le dio unas palmadas en el brazo y apretó con fuerza, sonriendo. Estaba bien. ¡Enterita! El alivio que experimentó fue indescriptible.

Pero entonces recordó que estaban cerca del General y su hijo —y en medio de una maraña de soldados—, y decidió que prefería hablar en un lugar más privado. Hizo un gesto con la cabeza a la joven y se dirigió hasta detrás de una tienda, comprobando en primer lugar que no hubiera nadie cerca. Entonces le dio un abrazo y la examinó, sujetándola por los hombros.

—¡Siento no haber podido venir antes! Pasaron muchas cosas y no pude escaparme —las mejillas le tiraban de sonreír tanto—. ¡No sabes cómo me alegro de ver que estás bien! ¿Qué tal ha ido todo? ¿Ha sido muy duro? ¿Y Mushu? Ah, por cierto, aquí me llamo Daliao —no recordaba si se lo había dicho o no a la chica la última vez, pero lo mencionó por si acaso. Apretó una de sus manos—. Cuéntamelo todo.
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor James Bond » Dom Ene 19, 2014 11:32 pm

¡Bienvenidos al Buda Feliz!— Dijo Ronin cuando entramos en el local.

Desde luego, cualquiera no lo diría. Aquel sitio no radiaba felicidad por ninguna parte. Apenas se podía ver que era lo que había en el restaurante debido a la oscuridad que había en el. Encima apenas había clientes en el local. De hecho, la única persona que había estaba sentado bebiendo una copa. El Maestro Ronin se acercó a esa persona

¡Buen hombre, mesa para cuatro! ¡Hoy sí que traigo dinero!

Aquella declaración de sí traía dinero hizo que me pusiera alerta. ¿Acaso la excusa de que nos invitaba a comer era para que le pagáramos las deudas que tenía en este local? Debía de andarme con ojo. El hombre, cuyo nombre era Hao, le preguntó donde estaba el truco, lo que reafirmó mis sospechas, pero el Maestro insistía en que no había trampa alguna. Le dio una pequeña bolsita a Hao y este la examinó. ¿Acaso el Maestro Ronin solía engañarle a este hombre? ¿Y si quizás por culpa suya el local estaba como está? Poco después, Hao nos dijo que podíamos pasar y le advirtió a nuestro Maestro de que no se comiera toda su cocina.

Entonces el Maestro me respondió a la pregunta que le hice.

¡Tendrás que ser más concreto, muchacho! Pero sí, Lyn me lo notificó. Se trata de Hisa Wix, una de nuestras Maestras antes de todo el asunto de Bastión Hueco. Fue convertida en Incorpóreo y ya no contesta ante la Orden.

Así que se trataba de una antigua Maestra de Tierra de Partida que había sido convertida en Incorpóreo. Pero...

Disculpe Maestro Ronin. Pero, ¿qué es un Incorpóreo? ¿Y qué le pasó exactamente a la Maestra Wix?

Entonces volvió Hao. Ronin fue a decirle algo, pero el hombre se le adelantó. Como si ya supiera lo que iba a decir.

Ya sé lo que quieres tú. ¿Pero tus amigos? Extranjeros todos, por lo que veo.
Lo siento, señor Hao. Es la primera vez que estoy aquí— consulté la carta— .Quiero arroz tres delicias, tallarines con gambas, sushi especial y un té.
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor RedXIII » Dom Ene 19, 2014 11:57 pm

¡Bienvenidos al Buda Feliz!

No era precisamente un lugar que desbordara mucha alegría, incluso el propio dependiente tenía más pinta de enfadado que de alegre.

¡Buen hombre, mesa para cuatro, hoy sí que te traigo dinero! — No le extrañó nada ese comentario al Moguri, Ronin tenía la pinta de ser de esas personas que siempre se metían en líos por cualquier cosa.

Se acercó a ellos y les observó, tal vez el aspecto de los aprendices le hacía dudar de ellos, todos y cada uno de ellos con una pinta llamativa y diferente.

No me tomes el pelo, viejo ladrón. ¿Dónde está la trampa?

¡Yo nunca te engañaría, Hao! Mira, esta vez sí que traigo el dinero.

El Maestro sacó una bolsa, la cual se suponía que estaba llena de dinero, algo que le encantaba al pequeño Moguri.

A ver si no te comes toda mi cocina esta vez. Pasad. Hoy no tengo mucha clientela.

El señor mayor les llevó a una mesa de 4 personas, Ronin se acomodó rápidamente, seguido del Moguri que se puso al lado de la ventana, esperando impaciente por comer algo.

Mientras el aprendiz mantenía una conversación con Ronin, MoguDer empezó a notar como vibraba uno de sus bolsillos, de el sacó un comunicador en el cual vio que le estaba llamando Hiro ¿Había pasado algo? Contestó, pero no parecía que el aprendiz le hablase.

¿Como sabes mi nombre, tan famoso soy ya? — Era claro que lo único que quería el aprendiz era que escuchara la conversación.

Mientras estaba con el comunicador volvió el señor a preguntarles lo que querían.

Ya sé lo que quieres tú — Dijo refiriéndose a Ronin —. ¿Pero tus amigos? Extranjeros todos, por lo que veo.

Dejo un momento la conversación de lado para poder elegir algo de la carta, la mitad de las cosas ya las había probado, así que no era muy difícil pedir.

Kupóa diferencia del glotón de mi lado a mi me gustaría tomar solo arroz tres delicias y un té, por favor. — Comentó el Moguri.

Decidió tomarse en calma la conversación de Hiro, ya que por el momento no había escuchado nada alarmante.

Kupóhabeis leído el libro que hay en la biblioteca que se llama Moguri Quest Book? Lo escribió el Bibliotecario, es muy divertido — Comentó el pequeño Moguri.

***


La cabaña no era una cosa difícil de encontrar, incluso con la orientación pésima de Hiro se podía encontrar enseguida.

Al entrar echó un vistazo simple, era una casa pequeña y acogedora, de pronto escuchó el ruido de la puerta y del cerrojo ¿Alguien se había colado en la casa detrás suyo? El brusco golpe que sufrió su cuerpo contra la pared y su brazo inmovilizado fueron la prueba de que sí.

Vaya, vaya. ¿Vienes a hacerme compañía?

Pues no, no era ese mi plan.

¿Qué crees que va a pasar ahora? ¿Debería soltarte, Hiro? ¿Dejar que tomes el control de la situación? No, ambos sabemos que esto es lo mejor...

Aléjate, me das mucha grima

Aquel tipo tenía una pinta de homosexual que daba miedo hasta al dolorido aprendiz.

¿Y como sabes mi nombre, señor retuerce brazos? — Preguntó con cierto tono de sarcasmo, mientras sentía como le retorcía más el brazo.

Pero su interés por el aprendiz desapareció al soltarlo e irse a un lado a jugar con sus cartas.

Vamos a ser buenos amigos, ¿sí? No tenemos nada en contra el uno del otro, ¿verdad? Haz lo que tengas que hacer y márchate.

Hiro le tomó la palabra, abrió el armario que había, dejó la chaqueta grade y cogió el traje más amplio que vio, disimuladamente activó su comunicador y lo enlazó con el de MoguDer, haciendo que pudiera escuchar la conversación.

Así que de Bastión hueco ¿Eh? — Comentó mientras se ponía la ropa encima de la que ya llevaba —¿Como sabes mi nombre, tan famoso soy ya? — Alardeó un poco, aun sabiendo que seguramente no era esa la respuesta.

Por cierto — Se giró mientras se colocaba el sombrero y se soltaba el pelo —¿Que sabes de los contrabandistas de armas? — Le preguntó —Es raro que un aprendiz viva en una casa así en un mundo donde hay tantos problemas, no puede ser casualidad, no insinuó que sea cosa tuya, pero algo sabes seguro — No quería ninguna pelea con Andrei, únicamente sacar información e irse con el Maestro Ronin.
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Yuehito » Lun Ene 20, 2014 7:09 am

Bueno... Este mundo se llama Tierra de Dragones— dijo la maestra —No hay tantos dragones como antaño ya, pero el recuerdo de esas criaturas sigue presente en las creencias de sus habitantes.

Ya veo… —respondí mientras caminábamos en ese extenso camino de nieve — ¿Y cómo es que pasó todo?

El territorio del mundo es muy amplio, y eso lleva a una guerra constante entre dos bandos... Chinos y hunos.

¿Hunos?

Hace alrededor de veinte años Ronin estuvo aquí, todavía como aprendiz, junto con una compañera suya de por entonces. Ambos se enfrentaron a una amenaza externa a este mundo, la cual apoyó a los hunos en la batalla.

Comprendo. Con que son los vándalos de esta ciudad ¿Es por eso que hemos venido a este lugar? —seguí preguntando.

Siempre ha tenido un cariño especial a este lugar... Y yo también.

¿han pasado experiencias juntos? —dije un poco nervioso ya sintiendo que le acosaba con preguntas.

N-no he vivido las mismas aventuras que Ronin. Pero creo que este mundo tiene algo especial y sagrado en el aire.

Suena misterioso. M-me gustaría saber más —sonreí.

Es largo de explicar — concluyó.

Con aquella conversación la expedición tenía un poco más de sentido, sabía que no era todo y eso se hizo notar en la última frase de la maestra Rebecca. De cierto modo había algo que me inquietaba y era los temidos Hunos. No sabía qué clase de personas eran ni cuáles eran sus intenciones con los habitantes de China. Sea cual fuese la razón tenía que permanecer atento a su aparición dispuesto a actuar de forma sensata.

Seguí callado siguiendo el rastro de las pisadas de la chica hasta ver a lo lejos la forma de un gran edificio que manifestaba un aspecto majestuoso a medida que nos acercábamos. La miré durante todo el camino hasta quedar a una cercana distancia que me hizo quedar boquiabierto con la maravillosa estructura que sobresalía entre las montañas. Fue inevitable el que mi mirada quedara pegada a las esculturas de dragones que me llevaban a las mas frívolas fantasías, y al cuidado material que hacía lucir su delicado color.

Increíble —murmuré con mis ojos brillando de sorpresa.

Ah, Exuy... ¿Eres creyente?

¿Creyente? D-digo… ¿Sobre dragones? Pues… s-si… —dije un tanto confuso sin saber a qué cosa se refería exactamente.

Vamos a entrar en un templo. Debes guardar respeto y silencio en todo momento. ¿O prefieres quedarte aquí fuera?

¡No!, o sea ¡SI! —Dije un tanto nervioso — Me refiero a que si quiero entrar. Y-yo quiero conocer eso sagrado y especial que se respira en el aire.

Fue ahí cuando mis mejillas se volvieron rojas de vergüenza al responder. No sabía cómo Rebecca interpretaría mis palabras pensando a que habían sonado de manera grosera. A pesar de esto mis ojos decían lo contrario, demostraban ese brillo de descubrir y maravillarse con tales situaciones.
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Kousen » Lun Ene 20, 2014 8:21 am

Seguimos a Ronin por las calles del pueblo, llegando hasta la puerta de lo que parecía ser un restaurante, con una estatus de un hombre bastante obeso y sonriente en la entrada.

¡Bienvenidos al Buda Feliz!— Exclamó Ronin mientras abría la puerta.

El local no es que hiciese fe a su nombre, pues el ambiente estaba muerto al no haber ni un alma aparte de un hombre que tomaba una copa. El Maestro se acercó a quien parecía ser el dueño del local, un hombre ya entrado en años y con cara de pocos amigos.

¡Buen hombre, mesa para cuatro! ¡Hoy sí que traigo dinero!

<<Hoy sí que traigo dinero.>>, repetí en mi cabeza.

Madre mía. Conociendo a Ronin, podrían hasta echarnos del local, si es que de verdad se había largado haciendo un sinpa. Por suerte parecía que ya se conocía al dueño, que no tardó en responderle.

No me tomes el pelo, viejo ladrón. ¿Dónde está la trampa?

Viendo que el hombre ya se las sabía todas, nuestro mentor se sacó una pequeña bolsa que lanzó al hombre, quien la sopesó antes de devolvérsela, haciendo sonar los platines al chocar unos con otros. ¿Una bolsa tan pequeña para todos? Me daba a mí que íbamos a acabar pagando a base de lavar platos.

...Se trata de Hisa Wix, una de nuestras Maestras antes de todo el asunto de Bastión Hueco. Fue convertida en Incorpóreo y ya no contesta ante la Orden.— Escuché a Ronin responder a Hikaru.

Ya había oído hablar de la Guardiana de Bastión Hueco. Aquella mujer que apareció junto a Ryota y Ariasu cuando se presentaron ante nosotros había resultado un feroz enemigo para los aprendices que se infiltraron dentro del castillo. ¡Y resultaba que era otra de las Maestras "desaparecidas" durante el incidente de Bastión Hueco!
La parte de "incorpóreo" aún me dejaba algo confundido. Lyn y Yami hablaron sobre que "no era ella", y se suponía que aquellos seres, de alguna forma, no estaban completos. ¿Cómo había logrado hacerle eso a alguien con el nivel de Maestro?

Disculpe Maestro Ronin. Pero, ¿qué es un Incorpóreo? ¿Y qué le pasó exactamente a la Maestra Wix?— Preguntó mi compañero, adelantándose a mi duda.

Lo único que yo he escuchado de los Incorpóreos es... bueno, que no "existen" de por sí.—comenté por lo bajo— Pero, ¿cómo es eso posible? ¿Acaso no están ahí, en carne y hueso?

Dediqué una mirada de reojo al tipo del abrigo rojo, sin que se diese cuenta. Mejor era no hablarlo en voz alta, pues las paredes suelen escuchar bastante mejor de lo que se cree.
Entonce volvió a aparecer Hao, interrumpiendo lo que iba a decirle Ronin.

Ya sé lo que quieres tú. ¿Pero tus amigos? Extranjeros todos, por lo que veo.

Tenía razón Fátima. Con aquellas pintas no pasábamos desapercibidos, aunque de alguna manera parecían conocer a Ronin como alguien autóctono del mundo. ¿Cuánto tiempo pasaría allí?

Eché un vistazo a la carta, buscando algo que llevarme a la boca. Y la verdad es que para el aspecto del restaurante, era todo bastante... carillo. ¿En qué se gastaba las ganancias en lugar de en reformas? Aunque con aquella clientela...

Finalmente, me decidí por un menú de precio algo elevado. De todas formas, pagaba Ronin.
No haberme arrastrado de aquella manera de un trabajo a otro.

Tomaré... Arroz tres delicias, Cerdo agridulce, un surtido de sushi y un té, si es tan amable.— pedí, mientras dejaba la carta sobre la mesa.

Sonaba todo bastante bien, y no tardaría en abalanzarme a comer en cuanto llegase el primer plato. El estómago empezaba a hacerme un vacío bajo las costillas.
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Ronda #5 - Se acerca el invierno (I)

Notapor Soul Artist » Lun Ene 27, 2014 12:18 am

Exuy

Exuy afirmó que quería entrar en el templo con la Maestra para así conocer más de cerca todo aquel ambiente sagrado y especial que podía percibir en el ambiente.

Sólo debes guardar silencio en todo momento —explicó Rebecca mientras abría las puertas de par en par, bajando el tono de su voz y dirigiendo una tímida sonrisa al aprendiz—, y debes guardar respeto a los monjes que...

Pero Rebecca enmudeció cuando pudo ver el interior del templo. El silencio de su interior era fantasmal, y se podía explicar nada más echarle un vistazo adentro. Varios cuerpos se encontraban tirados en el suelo, inertes, alrededor de la estatua de un dragón de piedra destrozada.

Rebecca corrió a los cuerpos y se agachó a inspeccionarlos, pero descubrió con horror que ya habían fallecido. Sus cuerpos mostraban signos de lucha, así como heridas de espadas y sangre que manchaba el suelo. Se llevó ambas manos a la boca, con los ojos en blanco.

Esto es reciente —señaló la mujer, colocando su mano sobre el cuello de uno de los cadáveres—. No ha debido para ni una hora. ¡Exuy, busca supervivientes!

La Maestra se alejó corriendo escaleras arriba. El interior del templo se separada en dos plantas: la superior y la principal, en la que el chico se encontraba. La escalera de acceso al piso superior se encontraba a su izquierda, tras pasar el hall donde el dragón roto se encontraba, y parecía ser la residencia de los monjes.

El piso principal parecía ser el lugar de oración, y era donde menos cadáveres había. Se trataba de una gigantesca habitación llena de murales con varios dibujos que parecían relatar una misma historia, de izquierda a derecha, con un dibujo central que parecía mostrar el final de aquel mismo cuento. Pero no era momento para fijarse en todo aquello.

Allí había sólo tres cadáveres, los tres muertos atravesados aparentemente por armas blancas. Dos de ellos se encontraban en el suelo, sin ningun orden concreto; el tercero, sin embargo, había fallecido abrazándose al mural central, dejando su sangre en él. Si se trataba de fe o de algo más dependía de Exuy investigarlo.

En el centro de la habitación había una mesa con innumerables velas, la mayoría apagadas, y varios dragones en miniatura que también habían sido destruidos. Parecía que quien hubiese atacado al templo no tenía aprecio por aquellas criaturas mitológicas. Las velas podían encenderse con un Piro o apagarse con un Hielo.

Si Exuy no quería investigar demasiado aquel lugar, podía volver con Rebecca. Dependía de él en todo momento saber qué quería hacer; estar rodeado de cuerpos de muertos tampoco debía ser muy agradable, y más si debía inspeccionarlos en busca de pistas.

* * *

Kousen, Hikaru y MoguDer

Kousen contestó por Ronin a la pregunta de Hikaru, aunque tampoco parecía comprender bien qué era un Incorpóreo. Su existencia parecía ser una contradicción en sí misma, y aquello no hacía más que confundir al aprendiz. El Maestro rió y afirmó con la cabeza, dando su aprobado a las palabras del chico:

¡Vas bien encaminado, Kousy! Veréis, cuando alguien pierde su corazón, este se convierte en Sincorazón, ¿no? Pues los Incorpóreos son la cáscara vacía que deja el cuerpo. No se consideran nadie a sí mismos por faltarles el corazón, que son la seña de identidad de cada uno.

Hao acudió a la mesa con los platos de los dos aprendices, ahorrándose el de Ronin y la mascota para una segunda tanda posterior. El Maestro jugueteó con sus dedos mientras se embriagaba con el delicioso sabor del pollo en el arroz.

¡Al ataque, muchachos!

Ronin tomó los palillos y comenzó a devorar a una velocidad espantosa los granos de arroz y los trozos de pollo. Los demás aprendices tenían mucho que comer, por lo que tenían para rato; y en cuanto el Maestro terminó (que fue cuestión de segundos), tiró la pequeña bolsa de dinero sobre la mesa y se llevó la mano al estómago.

¡Delicioso, como siempre! Desde que conozco a Hao ha sido un cocinero excelente. Ahora, sobre Wix...

»Viajó a Bastión Hueco, junto con Daichi y Diana, tras la caída del mundo. No volvimos a saber nada de ellos hasta... Bueno, ya sabéis. No sabemos cómo llegó a ese estado, ni por qué no quiere regresar a casa.

Lo que Ronin no sabía era que en Tierra de Partida no resultaba ser un misterio completo el cómo había llegado la Maestra a convertirse en una Incorpórea. Uno de los aprendices, Hitori, había dado con un informe que explicaba este proceso; claro que, como prefirió ocultárselo a él y al resto de Maestros, nunca se averiguó la verdad sobre este hecho.

Pero aquello daba igual en aquel momento. MoguDer sacó un comunicador un momento que le distrajo durante un instante, llamando la atención del Maestro. Habiendo terminado ya, Ronin se levantó de su asiento y se estiró, llevándose la mano al hombro y ejercitando el brazo.

¡Bueno, todo muy rico! Pero ahora, si no os importa, tengo un prisionero que exige su libertad —dicho de forma cortés, el hombre tenía que ir al baño—. Pagad con lo que hay en la bolsa, y no os olvidéis de dejarle propina al pobre Hao. ¡Y dad un paseo por aquí, muchachos, que es una oportunidad única!

El Maestro se levantó y se marchó sin más dilación, completamente despreocupado. Tanto Hao como el hombre de la barra le clavaron la mirada mientras se alejaba, pero ninguno hizo nada por detenerle. En todo caso, el dependiente continuó limpiando el vaso, y su cliente tomó una jarra de aguamiel que bebió de un trago entera.

Y una vez terminaron de comer, el anciano se acercó a los muchachos para pasar la cuenta. Les miró con ojos de desaprobación y recogió los platos para volver raudo, asegurándose de que nadie se escapaba sin pagar.

¿Habéis dejado que se largue? No vais a ser los primeros que lo lamenten... —susurró para sí mismo el dueño, negando con la cabeza y sintiendo pena por los aprendices—. Son 8400 platines.

Ningún problema, debieron pensar. Con el dinero de la bolsita de Ronin tenía que haber suficiente; pese a ser pequeña parecía pesada. Y tan pesada. Cuando la abrieron, descubrieron que estaba llena de piedrecitas sin ningún valor más allá que el de lanzárselas al Maestro cuando le vieran por moroso.

Tenían que pagar o intentar excusarse de algún modo. Quizás no deberían haber pedido el sushi.

* * *

Hiro

Hiro lanzó dos preguntas a Andrei que el joven esquivó sin ninguna preocupación. Se tumbó en la cama con las manos tras la nuca y cerró los ojos, confiando en sí mismo tras ver que su compañero no tenía ninguna intención de desnudarse. No al menos delante de él, al parecer.

¿No crees que yo debería hacer las preguntas, Hiro? Que yo sepa, eres el que ha invadido mi intimidad al entrar en esta casa —señaló con rentintín el muchacho, girando la cabeza y guiñándole un ojo—. Cualquiera malinterpretaría eso, ¿verdad? ¿No pensarías lo mismo si yo entrara en tu habitación y espiara tus pertenencias?

Lo que el aprendiz de Tierra de Partida no sabía era que Andrei llevaba un tiempo haciendo eso con la mayoría de gente que vivía en el castillo. Algunos ya le habían visto merodear por allí, pero pocos sabían que se colaba en las habitaciones de los aprendices con oscuros motivos. Y el cuarto de Hiro había sido uno de sus lugares de visita, claro que el chico no había dejado ninguna pista de ello.

Andrei levantó su mano hacia el techo con la baraja de tarot y comenzó a jugar con las cartas entre sus dedos, haciendo que volaran entre ellos. Sonrió relajado, ignorando la presencia de Hiro, y se quedó contemplando un segundo La Torre antes de volver a dirigirle la palabra.

¿Qué haces que aún no te has ido? Si no quieres nada de mí puedes perderte. A menos que quieras que te lea el futuro, claro...

* * *

Fátima

¡Siento no haber podido venir antes! Pasaron muchas cosas y no pude escaparme.

Fátima llevó a Mulan hasta detrás de una tienda, lejos de la multitud de soldados reunidos alrededor del General y su hijo. Una vez en la intimidad abrazó a su amiga y la tomó por los hombros, observándola como una soldado hecha y derecha: había cambiado muchísimo en el año de ausencia. Ahora parecía mucho más segura de sí misma, más preparada para la guerra que cuando la dejó allí después de que le pidiese que no la delatara.

Y Fátima tampoco se había quedado corta. La chica había crecido y dejó impresionada por un momento a Mulan, que no la había reconocido en un principio. Travestida así de hombre parecía menos la misma persona que había conocido aquella fatídica noche.

¡No sabes cómo me alegro de ver que estás bien! —se entusiasmó Fátima, dedicándole una amplia sonrisa a su amiga—. ¿Qué tal ha ido todo? ¿Ha sido muy duro? ¿Y Mushu?

¡Bien! O sea, sí, ha sido duro ——. Pero ha merecido la pena. Mushu me ha ayudado muchísimo, está ahora en la tienda de campaña. Estoy mejorando muchísimo, y Shang... El capitán —se corrigió rápidamente la mujer, mordiéndose la lengua por haber llamado a su superior por su nombre de pila— me tiene como parte de su avanzada personal. Creo que podría decir que soy su favorito, Fátima.

Ah, por cierto, aquí me llamo Daliao.

¡Lo siento! —se disculpó Mulan, mordiéndose el labio y juntando ambas manos para agachar un poco la cabeza—. Igual Fátima era también nombre de hombre. No estamos acostumbrados aquí, y desde que llegó el Maestro menos...

Mulan desvió la mirada un momento al mencionar a aquel Maestro. También el General había hablado de él, pero no parecía ser alguien de tanta importancia. Aquella palabra despertaba un curioso miedo en ella, más que notable cuando sus ojos se perdieron en una de las tiendas de campaña. Quizá por eso Fátima pidió a la chica algo tan simple como:

Cuéntamelo todo.

La soldado suspiró y volvió a clavar sus ojos en Fátima. Afirmó en silencio y bajó las manos, procediendo a explicarle a Fátima la situación:

Hace aproximadamente un mes que llegamos al pueblo. Aquí parece vivir un hombre que se hace llamar a sí mismo el Maestro y que desde el primer momento ha demostrado saber mucho de los hunos. Nos ha revelado la ubicación de sus campamentos, lugares que pensaban atacar... Todo nos parecía ir genial. Ahora incluso ha revelado dónde puede estar Shan Yu esta noche.

»Pero hace tres noches me desperté en mi tienda y él estaba allí. Sólo le vi un par de veces, pero incluso en la oscuridad le pude reconocer. Había estado husmeando en mis cosas y parecía tranquilo. Se llevó un dedo al labio y me sonrió. C-creo que lo sabe, Daliao.

¡Ping!

Mulan dejó la conversación de inmediato y se dio la vuelta, colocándose lo más firme que pudo. Entre las tiendas apareció el capitán Shang, buscando con la mirada al soldado. En cuanto la reconoció se colocó frente a él y tras hacer un soldado militar miró por encima del hombro de su subordinado a Fátima, llamándole la curiosidad.

¿Quién es, soldado?

¡Un amigo, señor!

¿Qué clase de amigo? —preguntó Shang con un tono de desconfianza en sus palabras. Mulan pareció confusa por el interrogatorio.

No entiendo la pregunta, señor.

Es igual —el capitán agitó la cabeza y se quitó a Fátima de su mente. Parecía confuso y... ¿Decepcionado, igual?—. Te quiero conmigo esta noche. Y tu amigo se viene también. Descanse, soldado.

Tras aquellas órdenes Shang se alejó de los dos, devolviéndoles a la intimidad. El resto del ejército parecía haber terminado ya la reunión, y cada soldado había sido seleccionado para ir con Shang o con su padre. Mulan era la única persona que parecía haber tenido un trato especial.

Ay... ¿Crees que estará enfadado?

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Fecha límite: 30 de enero de 2014.

Disculpad la tardanza. Ha sido una semana sumamente complicada.
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor RedXIII » Jue Ene 30, 2014 9:29 pm

Los aprendices y el maestro se pusieron a hablar de cosas de los portadores de las llaves, algo que no le interesaba demasiado al pequeño Moguri, que solo tenía en mente comerse aquel deseado plato de arroz tres delicias.

¡Al ataque, muchachos! — Por fin llegaron los platos, la educación cerró los ojos mientras Ronin y MoguDer comían con ansias sus respectivos platos. Terminó el maestro, seguido del Moguri, que dejó el plato en la mesa y empezó a sorber lentamente su té.

¡Delicioso, como siempre! Desde que conozco a Hao ha sido un cocinero excelente. Ahora, sobre Wix...

»Viajó a Bastión Hueco, junto con Daichi y Diana, tras la caída del mundo. No volvimos a saber nada de ellos hasta... Bueno, ya sabéis. No sabemos cómo llegó a ese estado, ni por qué no quiere regresar a casa.

No entendió mucho sobre aquello de lo que hablaban, sabía que lugar era Bastión Hueco, como para no saberlo, después de haber ido allí, un lugar horrible y desolado, lleno de peligros y aprendices haciendo el tonto y conocía a Diana después de su encontronazo, pero ni idea de Dachi y de lo que se referían.

¡Bueno, todo muy rico! Pero ahora, si no os importa, tengo un prisionero que exige su libertad. Pagad con lo que hay en la bolsa, y no os olvidéis de dejarle propina al pobre Hao. ¡Y dad un paseo por aquí, muchachos, que es una oportunidad única!

¿Kupócreeis que lo ha dicho literalmente? — Se preguntaba el Moguri mientras veía como se alejaba de la mesa.

No creo en esas cosas, pero bueno, puede ser divertido — El comunicador de MoguDer dejó escuchar esas palabras un momento, pero la atención del Moguri desviada al escuchar la factura del dueño del Restaurante y al ver que la bolsa estaba vacía en cuanto a Platines se refería.

Kupóno se por que pero me lo esperaba — Ignoró cualquier imprevisto y se levantó de forma perezosa, se dirigió a la salida y se quedó afuera esperando a que los otros dos aprendices salieran.

Si cualquiera de los dos conseguía salir del lugar escucharía como el Moguri se excusaba —Kupóno pretenderíais que pagara la mascota ¿No?.

* * *

Hiro


¿No crees que yo debería hacer las preguntas, Hiro? Que yo sepa, eres el que ha invadido mi intimidad al entrar en esta casa — Guiñó un ojo—. Cualquiera malinterpretaría eso, ¿verdad? ¿No pensarías lo mismo si yo entrara en tu habitación y espiara tus pertenencias?

Pues no, y no me guiñes el ojo que me da grima — Aquel chico le daba muy mal rollo a Hiro, sobretodo porque empezó a creer que le estaba tirando los tejos ¿Tanto éxito tenía con los chicos? Era un poco deprimente si se ponía a pensarlo.

¿Qué haces que aún no te has ido? Si no quieres nada de mí puedes perderte. A menos que quieras que te lea el futuro, claro...

Creía que querías respuestas — Soltó de forma sutil —No creo en esas cosas, pero bueno, puede ser divertido

Se acercó al misterioso aprendiz, pero sin fiarse ni un pelo, a saber si había colocado una trampilla en la casa o tramaba algo raro.

Por cierto, aun no me has respondido ¿Sabes algo de las armas o no?
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No hagas click aquí, despertarás a la conejita.

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Oh, no, hiciste, click, has despertado a la conejita.

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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor James Bond » Jue Ene 30, 2014 10:10 pm

El chico llamado Kousen fue el primero en responder a mi pregunta sobre los Incorpóreos. Pero parecía tener tan poca idea como yo. Entonces Ronin explicó que un Incorpóreo era lo que los Sincorazón dejaban atrás cuando se convertían en estos. No me quedaba muy claro, pero parecía que era una especie de muñeco o algo así sin personalidad.

Llegó Hao con la comida y empezamos a comer. El Maestro comió a una gran velocidad, como hacían algunos protagonistas de las series de dibujos que solía ver en la Televisión. Luego tras llevarse la mano al estómago, y sacar la bolsa donde tenía el dinero, me respondió a mi pregunta sobre Wix. Básicamente se fue a Bastión Hueco con dos personas, supongo que aprendices suyos, llamados Daichi y Diana. Además, tampoco sabía el propio Maestro cómo se transformó en Incorpóreo o por que no quería volver a Tierra de Partida. Fue ese preciso instante el elegido por Ronin para levantarse de la mesa.

¡Bueno, todo muy rico! Pero ahora, si no os importa, tengo un prisionero que exige su libertad— ¿Prisionero? ¿Qué prisionero?— Pagad con lo que hay en la bolsa, y no os olvidéis de dejarle propina al pobre Hao. ¡Y dad un paseo por aquí, muchachos, que es una oportunidad única!

Un rato después, tras acabar de comer, se acercó el dueño del restaurante, el cual recogió los platos y volvió en un momento.

¿Habéis dejado que se largue? No vais a ser los primeros que lo lamenten... Son 8400 platines.


Cogí la bolsa que nos dejó Ronin para pagar la comida. Cuando la abrí, descubrí con horror que lo único que había dentro eran nada más y nada menos, que un montón de piedras. En aquel momento quise que me tragara la tierra. ¿Cómo podía ser que el Maestro de Maestros, fuera un moroso?

De todas maneras, llevaba bastante dinero, por lo que no sería ningún problema. Aún así, esa actitud en alguien de la categoría de Ronin era simplemente inexcusable

Tome, aquí tiene los 8400 platines. Y le dejo 600 platines de propina por las molestias causadas por Ronin.

Cuando salí fuera del restaurante, y llevarme conmigo la bolsa llena de piedras, el Moguri, el cual no había visto desde hace un rato, nos reprochó.

Kupóno pretenderíais que pagara la mascota. ¿No?
¿Tengo acaso cara de ser alguien así?— Le repliqué.— Cuando vea a Ronin le voy a decir cuatro cosas— dije mientras me guardaba la bolsa.
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Suzume Mizuno » Vie Ene 31, 2014 3:36 am

Hace aproximadamente un mes que llegamos al pueblo. Aquí parece vivir un hombre que se hace llamar a sí mismo el Maestro y que desde el primer momento ha demostrado saber mucho de los hunos. Nos ha revelado la ubicación de sus campamentos, lugares que pensaban atacar... Todo nos parecía ir genial. Ahora incluso ha revelado dónde puede estar Shan Yu esta noche.

Fátima asentía cada poco para darle a entender a Mulán que escuchaba con atención. Sin embargo, al llegar a aquel punto, se quedó con la boca entreabierta. Eso quería decir que estaban confiando en un informador externo, que el ataque que iban a realizar esa noche no era iniciativa propia del general… Bueno, evidentemente sí era algo premeditado, pero… Pero tal y como lo decía Mulán, era como si el ejército se estuviera dejando llevar simplemente por ese tal Maestro. Fue a preguntarle cómo era esta hombre, si bien se calló al ver la exprensión incómoda de Mulán y decidió continuar escuchando en silencio.

Pero hace tres noches me desperté en mi tienda y él estaba allí.

¡Qué! —chilló Fátima, desconcertada—. ¿Cómo has dicho?

Sólo le vi un par de veces, pero incluso en la oscuridad le pude reconocer. Había estado husmeando en mis cosas y parecía tranquilo. Se llevó un dedo al labio y me sonrió.

¡Pero qué demonios hacía en tu tienda! —exclamó Fatima, cerrando las manos en torno a los brazos de Mulán. Sentía que una rabia e indignación incipientes le hacían hervir la sangre.—. ¡Y dices que miraba tus cosas! Pero, ¿qué cosas? — al darse cuenta de que había levantado la voz se cubrió una mano con la boca y luchó por tranquilizarse.

Resultó ser una empresa complicada. De pronto sólo podía pensar en coger a ese Maestro y estamparle su Llave Espada en la cara.

C-creo que lo sabe, Daliao.

Aquello desinfló a Fátima de inmediato y el calor de la ira fue sustituido por un frío que le sentó como una bofetada. No lo había considerado así. Había cosas que no se podían ocultar cuando se dormía.

«Oh, no…»

Acarició el brazo de Mulán, dolida al verla tan compungida, e intentó adoptar un tono firme pero comprensivo:

No te preocupes, Mu… Ping. Estoy segura… Seguro de que si lo hubiera descubierto, ya… Bueno, puedes imaginarlo. No sé qué hacía en tu tienda, pero estoy convencida, ¡convencido!, de que…

¡Ping!

Mulán calló y Fátima reprimió un respingo, apartando rápidamente la mano como si la piel de la chica le hubiera dado calambre. Cuando su compañera se puso firme, la imitó sin pensar y apretó los labios, preguntándose si no le habría venido mejor desaparecer, cuando vio que el capitán Shang se plantaba frente a ellas y le dirigía una mirada de curiosidad.

«Ay… Ahora sí que me echan del campamento» pensó, mientras por fuera mantenía un gesto rígido y, esperaba, respetuoso.

¿Quién es, soldado?

¡Un amigo, señor!

¿Qué clase de amigo? —el tono hostil del capitán desconcertó a Fátima y, como pudo ver, a Mulán.

No entiendo la pregunta, señor.

«Yo tampoco» pensó Fátima. «¿Cómo que qué clase de amigo? Eso sólo se dice cuando se está… Oh… Pero eso…».

El eco de las palabras de Mulán resonó en su cabeza:

Estoy mejorando muchísimo, y Shang... El capitán, me tiene como parte de su avanzada personal. Creo que podría decir que soy su favorito, Fátima.

Es igual —el capitán Shang desechó el tema con un gesto, pero a Fátima no se le escapó la expresión que le cruzó el rostro y Fátima estuvo a punto de lanzar una carcajada de diversión.—. Te quiero conmigo esta noche.

«Ay, por favor…».

Y tu amigo se viene también. —aquello le cortó las ganas de reír de inmediato—. Descanse, soldado.

Shang se marchó, dejándolas a solas. Fátima relajó los músculos del cuerpo y exhaló un largo suspiro.

Por qué a mí… —susurró, mirando al cielo.

Se asomó entre las tiendas y vio que los soldados se habían dispersado una vez terminada la reunión, aunque parecía que se estaban reuniendo por grupos; unos seguirían al capitán; otros, al general. Pero eran otros oficiales los que parecían estar encargándose de ellos. En cambio, con Mulán… Con Ping… Shang había ido a buscarlo en persona.

Ay... ¿Crees que estará enfadado?

¿Contigo? —Fátima dejó escapar una risita—. No, lo dudo mucho. Más bien parecía molesto por mi presencia.

Se volvió hacia ella y la examinó con una ceja arqueada y una sonrisa burlona bailándole en los labios. No parecía que Mulán comprendiera por qué Shang la trataba como su favorita. Por un momento se preguntó si no sería que los dos… No, no tenía sentido. Mulán parecía aterrorizada ante la idea de que ese Maestro la descubriera, pero si contara hasta ese punto con la protección del capitán, se consideraría a salvo. Y estaba convencida de que se lo habría dicho si hubiera pasado algo. Es imposible callarse esas cosas, en especial en medio de un campamento donde tienes que proteger todas y cada una de tus acciones.

O eso quería creer.

De pronto la idea de que Shang estuviera tan encariñado con Mulán, hasta el punto de tenerla cerca —¿una «avanzada personal», había dicho ella?— podía resultar muy, muy peligroso.

Pensó en la forma en la que se había turbado al decir el nombre del capitán y suspiró para sus adentros. Quizás no era el mejor momento para tratarlo, pero en algún momento quería decírselo. Sólo para estar segura.

Bueno, tú sabrás cuándo hay que ir a la tienda del capitán. —esbozó una sonrisa amable y luego se puso seria:—. ¿Entre tanto, cuéntame todo lo que sepas de ese Maestro. ¿De dónde sale este hombre? ¿Cómo sabe tanto de los hunos?

Se quedó un momento pensativa, cruzada de brazos y con el ceño fruncido. Había muchas cosas que no le gustaban, pero no sabía por dónde empezar.

¿Tienes alguna idea de porqué estaría hurgando en tus cosas? —bajó la voz hasta estar convencida de que sólo Mulán podria escucharla—. ¿¿Crees que será porque eres tan cercano al capitán…?

»Y… Has dicho que lo reconociste… ¿Cómo era físicamente? Si lo ves por el campamento, señálalo, ¿de acuerdo?
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Yuehito » Vie Ene 31, 2014 6:50 am

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Al entrar al templo sentí un denso silencio que traía con ello una siniestra escena. Me hizo quedar perplejo y desconcertado por no recibir las expectativas que tenía de aquella visita.

Q-que.. ¿Qué es todo esto? Maestra esto es una…

No terminé la frase porque al mirar a Rebecca logré entender que ambos reflejábamos un rostro de no comprender lo que pasaba. Corrió hacia la persona tirada en el suelo y yo en estado de inercia me moví con junto ella sin saber realmente cual eran mis nuevas intenciones en ese lugar.

Esto es reciente

¿Reciente? Quiere decir que… — Si, en ese instante pensaba en los Hunos.

No ha debido para ni una hora. ¡Exuy, busca supervivientes!

La maestra dejó el cuerpo sin vida en el suelo y acto seguido se puso en marcha a las escaleras. Extendí mi mano insinuando a que no se alejara porque estaba asustado a quedarme solo con tal situación. Sin poder hablar a que me esperara, me quedé en medio de tres asesinatos a sangre fría.
Al mirar los cadáveres pude traer a mi mente un trágico recuerdo que convergía a mis amigos arrasados por la muerte en la añorada inclusa. Retrocedí asustado en un insinuado tambaleo. Con una rápida reacción cerré los ojos para poder tranquilizarme y racionalizar la situación.
Comencé a sentir un pequeño ormigueo en el estomago y los intentos de calmar el miedo se hacían insostenibles.

No es hora de temer, relájate Exuy… Ahora llevas una responsabilidad —repetía esas palabras en mi mente.

Por ellos… y por los que luchan en vivir.

Con una pequeña determinación me acerqué al otro caído que estaba cerca del primero. Me agaché para tomarle su muñeca y descubrir que su corazón ya no latía. Luego cerré sus ojos suavemente con las yemas de mis manos.
Le dejé en el suelo sintiendo una tristeza que me hacía pensar a dónde podrían parar las personas muertas como ellas, quiénes eran esas personas que tomaban vidas ajenas para hacer de las suyas. Todas estas interrogantes me hacían confundir al no tener una respuesta clara, pero por dentro le reclamaba tranquilidad a mi espíritu.
Con duras manchas de sangre en mi ropa me arrimé a revisar a la última persona que en sus últimos intentos de vida parecía buscar salvación en un hermoso mural.

Señor, ¿me escucha? ¿Q-quien le hizo esto? —Decía con empeño de rescatar la suficiente información.

En mis intentos de recibir alguna respuesta no pude evitar seguir investigando y más cuando llamaba mi atención la pintura plasmada en una de la pared del templo. La poca luz del cuarto me hizo buscar entre los muebles algunas linternas que me facilitaran visualizar de mejor manera, pero solo pude encontrar unas velas acompañadas de destrozados dragones. Realmente parecían ser sus enemigos y que mejor manera de venir a matar a sus seguidores, Pensé.

Tomé las velas encendidas para ubicarlas a los pies del mural y encendiendo una de las velas con piro la usé de guía para iluminar de mejor manera mi recorrido visual.
Al contemplar por segunda vez la muralla noté el grabado de sublimes dragones que contaban una historia. Luego de un rato medité por unos segundos preguntándome si a quien pedía clemencia de vida ese hombre mal herido era a tales seres mitológicos.

Te pido que descansen en tu regazo —clamé cual niño esperanzado pedía por misericordia. Esperanzado, dedicando mis palabras a los ya caídos.


Sin tardar demasiado y guardando la imagen de los dragones en mi cabeza, decidí seguir la búsqueda teniendo como objetivo revisar y buscar las suficientes pistas. Aunque no podía negar que muy dentro sentía miedo y temor por lo que sucedía, todo esto no me lo esperaba y estaría atento a invocar mi llave espada si la situación lo ameritaba.
Antes de salir del piso principal hice una rápida revisión a los cadáveres, esta vez deduje que habían sido dañados por armas cortantes, tal vez dagas o lanzas. Luego indagué entre los papeles del mueble que me habían facilitado las oportunas velas, esperando encontrar datos o informes importantes. Todo esto para pronto tomar la lumbrera y seguir a Rebecca.

Si había algo de esperanzas en ese lugar, seguiría hasta entonces encontrar supervivientes a quienes ayudar.
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Ronda #6 - Se acerca el invierno (I)

Notapor Soul Artist » Mié Feb 05, 2014 8:19 pm

Exuy

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Las pinturas que Exuy decidió atender eran hermosas. El estilo artístico seguida en estas era muy difícil de encontrar en Tierra de Partida, pues era característico de aquellas alejadas tierras: frescos delicados, con trazos muy cuidados pese a parecer bruscos y fuertes.

Eran cinco los dibujos que conformaban lo que intentaban representar en el templo. A la derecha del muchacho estaban los dos primeros, y a la izquierda los dos siguientes; en el centro descansaba el final de la historia, con el mural más grande y precioso de todos, donde había muerto uno de los monjes por los que el muchacho había rezado.

Y debajo de cada dibujo venía la historia que pretendían contar. Se trataba claramente de una leyenda, una parte del mito de los habitantes de aquel mundo. Al no poder encontrar ninguna clase de informes ni diarios en aquel piso que le ayudase a descubrir lo que pasaba allí, tomó una de las velas para poder entender qué ponía allí. Quizás pareciese sin importancia, pero si uno de los cadáveres había arrastrado su cuerpo hacia los murales quizás quería dar una pista sobre su asesino.

El primer dibujo mostraba un hermoso y gigantesco palacio que se erigía sobre una ciudad, la cual se dividía en dos partes; la izquierda, con casas hermosas y de color rojo, y la derecha, con edificios grises oscuros y tristes. Encima de todos elementos estaba la noche, con sus cientos de estrellas y una preciosa luna con forma de corazón. La inscripción de debajo no estaba precisamente intacta. Había palabras que habían sido erosionadas, y aparentemente, se había hecho a propósito con fuerza bruta; pero quien fuera no lo había hecho recientemente. Pudo haber sido meses, años incluso; era poco probable que se tratara del asesino.

I. Hace mucho, mucho tiempo, China era el m---óspero de todos.
Sus avaces médicos, su economía sin igual, la hacía única.
La diferencia entre hunos y chinos era casi inexistente, todos gobernados por una persona.
Sólo los hunos, violentos señores de la guerra, rechazaban el mandato del Emperador.
Salve el Emperador, salve China.


El segundo dibujo era menos bonito. Mostraba una figura, aparentemente demoníaca, sentada prepotentemente en lo que parecía ser un trono mientras la oscuridad se lo tragaba. A su alrededor había decenas de ojos amarillos, y en el suelo, un charco rojo de lo que sin duda debía ser sangre; y era difícil verlo, pero sobre la figura descansaba una palabra escrita en gris, Novedad, justo encima de otra que había sido parcialmente borrada, Jasp--.

II. Pero el mal llegó a China, convocado por los corazones oscuros de los hunos.
El Señor Oscuro llegó y reclamó como suya estas tierras, amenazando con la matanza de miles de inocentes. No escucharon.
Las manos del Señor Oscuro ya estaban manchadas. Él era el mal, él era la ciencia.
Estrellas murieron por él, y sus gritos seguían escuchándose en el cielo.
Maldita sea la ciencia oscura.


El tercer dibujo mostraba de nuevo a la misma figura demoníaca, acompañado de las mismas sombras que anteriormente. Estaba en una cueva y se hallaba sorprendido al ver un corazón brillante y de tamaño considerable. Las manos del hombre parecían llevar algo, pero al igual que en los otros dos frescos, alguien había eliminado del dibujo aquel elemento. Y más partes habían sido borradas de la inscripción:

III. El Señor Oscuro buscaba el mayor tesoro de China, el mayor tesoro de todos.
Engañó a los hunos para descubrir dónde se hallaba para así dominarlo.
Pretendía llevárselo lejos, hasta un Rei---ad.
China sin su Emperador estaba perdida, la culpa fue de los hunos.
Muerte y caos para China.


El cuarto dibujo seguía mostrando la estética oscura, pero por fin un elemento lumínico entraba en juego en ella: la figura de un hombre vestido de rojo, con el pelo negro recogido en un moño y una larga capa. Se hallaba en lo alto de una montaña, enfrentándose a la figura demoníaca con dos dragones detrás de él apoyándole en combate. El demonio parecía estar a punto de caer del acantilado, sin ninguna oportunidad de sobrevivir a aquel enfrentamiento.

IV. Y en la noche más oscura, el mayor héroe de todos surgió.
El Emperador llamó a alguien en su ayuda, y el mejor de los chinos acudió.
Con su la fuerza milenaria de los dioses de Kin---izo frente al Señor Oscuro.
Los dragones le apoyaron, los ancestros le alabaron. Él era el héroe, él era el poderoso.
Salve sea Xiang, héroe de todos.


Y finalmente, el gigantesco dibujo central. Pese a las destrucciones que habían sufrido los anteriores retratos, aquel se conservaba inusualmente bien, aunque no desde luego de forma fácil: estaba claro que había sufrido mucho. Claramente había sido destruido en múltiples ocasiones, pero aquello no quitaba que la iconografía hubiese sido redibujada varias veces. En el fresco, el gran héroe Xiang levantaba su puño hacia el cielo aclamado por cientos de personas, y el sol volvía a surgir en lo más alto para otorgar la luz perdida al reino chino. Lo más característico del dibujo era, sin duda alguna, que el aclamado héroe levantaba en su mano no un arma cualquiera: era, clarísimamente, una Llave Espada. Era el elemento que más había sufrido, borrado varias veces a la fuerza, pero tal era el amor a aquella leyenda que alguien había vuelto a dibujarla con tal detalle y cariño que no parecía propio de aquel mundo:

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Y así rezaba su inscripción:

V. Y así, la amenaza terminó.
El héroe de todos habló con su maestra, y una nueva Emperatriz comenzó a gobernar en la gran China.
El tesoro del reino volvió a quedar oculto, fuera del alcance de la ciencia oscura.
Los días de esplendor y gloria del Emperador dieron paso a los días de Kamra, la ---.
Salve la Emperatriz. Salve China.
Salve el gran Xiang, héroe de todos.


No había nada más, a excepción de un pequeño detalle que era muy difícil de ver con tal poca iluminación. En el sol había algo mal dibujado en rojo, con la propia sangre del monje que se había escurrido en el mural: una cerradura. Qué podía significar era difícil de decir, pero quizás fuese una pista para Exuy. Aunque igual muy difícil de descifrar. Podía intentar averiguarlo o volver con Rebecca, dependía de él.

* * *

Kousen, Hikaru y MoguDer

Hao aceptó el dinero de Hikaru y lo contó en la palma de la mano con la mirada. Cerró su puño al ver que estaba la cantidad de dinero exigida y se alejó a paso lento, dirigiéndose de nuevo hacia la barra. Así Hikaru perdió la dolorosa cantidad de 9000 platines, aunque al menos habría disfrutado del sushi. El cual, por cierto, había estado delicioso; el restaurante podía ser un poco decadente en cuanto a decoración, pero en cuanto a la calidad de la comida era más que respetable.

Volved pronto.

Los aprendices mostraron la intención de levantarse de sus asientos y abandonar el recinto, pero la risa animada de un hombre les detuvo. El caballero sentado frente a la barra tomó su jarra de hidromiel mientras sus carcajadas resonaban en las paredes y acercó su silla hasta la mesa de los chicos. Dejó caer con brusqueza su bebida y esta salpicó los platos ya vacíos de los aprendices, mientras el hombre ocupaba su asiento y seguía riéndose. No se estaba mofando de ellos, desde luego; parecía más un amigo de toda la vida que otra cosa.

¡Ese tipo os la ha dado con queso! —señaló el desconocido, dando otro trago a su jarra—. ¡Pobres! La verdad es que yo me habría largado nada más entrar aquí, tiene una pinta de pirata que no se sostiene. ¿Es que os fiaríais de un pirata? ¡Ja!

El hombre dirigió la mirada hacia Hikaru y se acercó ligeramente hacia Hikaru, inspeccionándole de arriba abajo. Ahora que le podían ver de frente, podían asegurar que no era chino; más bien parecía un japonés en tierras extrañas, pues la primera palabra que les podía venir a la mente al verle era samurái. Quitando su enorme tamaño, vestía de rojo y una pesadísima armadura protegía su cuerpo, mientras que una larga capa granate ocultaba gran parte de su cuerpo, de la cual salía su musculoso brazo izquierdo para beber de la jarra. La parte delantera de la capa y su capucha ocultaban su rostro en gran medida, pero podían ver que llevaba pintura de guerra en él, marcándole como un guerrero.

No he podido evitar oír lo que os han cobrado. Es decir, ¡wow! ¿Nueve mil platines? ¡Yo hubiese peleado hasta la muerte por hacer que pagara vuestro amigo!

De nuevo el desconocido echó a reír y golpeó amistosamente a Hikaru, aunque el golpe fue bastante doloroso dentro de lo que cabía para haberlo hecho con cariño; estaba claro que no estaba falto de fuerzas. Ya le saldría un moratón más adelante.

¡Oye, tengo un trato para vosotros! Veréis, he viajado a esta región buscando un arma legendaria muy poderosa, y un par de manos extra no me vendrían mal. Tengo un amigo, un compañero de batalla, pero imagino que se ha adelantado montaña arriba. ¡No hay quien le controle!

El hombre se llevó la mano a la espalda y tiró una pequeña bolsita mal cerrada, de la cual cayeron un par de platines. Esta, al contrario que la de Ronin, sí que parecía tener dinero auténtico y no piedras baratas e inútiles.

Oh, claro, no os lo pido gratis. ¡Aquí hay 15.000 platines! Con esto podréis pagar la comida y llevaros un pellizco también. ¿Qué me decís? Os pago la mitad ahora y la otra mitad cuando termine la misión.

* * *

Hiro

El gitano se incorporó cuando Hiro aceptó a que le fuese leído su futuro, sentándose en un lado del colchón mienttras tomaba sus cartas y las seguía barajando. Animó a Hiro a que se sentara frente a él, en la misma cama, y no dio comienzo hasta que lo hubiese hecho. El muchacho preguntó algo acerca de unas armas, pero se veía que a Andrei aquello no le importaba un pimiento: todo lo que existía en el cuarto para él, en aquel momento, era el futuro del híbrido canino.

Dame tus manos.

Andrei tomó las dos manos de Hiro y las acarició con suavidad, observándole las palmas y afirmando para sí mismo en silencio durante los primeros segundos. Le soltó la mano derecha y llevó sus dedos a las líneas de Hiro, acariciándolas lentamente.

Vaya... Has sufrido últimamente, ¿eh? Y tu línea de la vida es inusualmente corta... Aunque tu línea del destino es... Interesante...

El gitano soltó la mano de Hiro con cuidado y colocó su palma sobre su amada baraja de tarot. Tomó la primera carta y la colocó entre los dos: se trataba de la Justicia en posición invertida, lo cual pareció llamar la atención de Andrei. Sonrió ligeramente y suspiró, encogiéndose de hombros y sintiendo lástima por el pobre Hiro.

Veo una gran falta de seguridad en ti mismo, Hiro. ¿Acaso algo ha fallado últimamente? ¿Un gran fracaso, quizás? Sí, las cartas no mienten. No es justo, pero has fallado en algo. Y eso parece que marca tu pasado.

La segunda carta que sacó fue la estrella, colocada en posición normal. Andrei se llevó la mano a los labios y abrió ligeramente la boca, impresionado por aquel resultado.

¿Y esto? Una ayuda inesperada viene en camino. ¿Ayuda para qué? ¿Es que estás en alguna clase de misión, Hiro?

Andrei sacó la carta final y la colocó frente a Hiro, tapándola durante unos instantes con la mano. La apartó y mostró el que sería el futuro del aprendiz de la Llave Espada: el Juicio. Su posición invertida señalaba un resultado negativo, algo que pareció maravillar a Andrei, que abrió los ojos como platos y sonrió descaradamente. Tomó la carta y la giró entre sus dedos, jugando con ella.

Oh, Hiro, mi probre e indefenso Hiro. Lamento tanto lo que te va a suceder. Quizás lo mejor hubiese sido que no te acercaras a este mundo, pero... Tu destino está marcado. Ya no puedes escapar de él.

El muchacho de Bastión Hueco lanzó la carta contra Hiro, esperando que la capturara en el aire; lo hiciese o no, volvió a tumbarse en la cama y la ocupó en su totalidad, sin dejar más espacio para el aprendiz. Se llevó las dos manos a la nuca y se tumbó hacia un lado, ignorando la presencia de su compañero.

No des un portazo al salir, ¿quieres?

No parecía muy dispuesto a contarle exactamente el resultado de la carta. Y sin embargo, a través de la ventana Hiro pudo ver cómo alguien con un traje rojo pasaba por delante de la casa, dirigiéndose directo hacia el campamento: Ronin. Tenía dos opciones, quedarse con el gitano en la misma cama que él o seguir al amable Maestro.

* * *

Fátima

¿Contigo? No, lo dudo mucho. Más bien parecía molesto por mi presencia.

Ping no entendió la respuesta de Fátima a la pregunta que el soldado había formulado, y pareció confusa los primeros segundos mientras su compañera se reía y esbozaba una sonrisa tonta. Ladeó ligeramente la cabeza, confusa, y pensó en lo que le decía,

No te sigo... —Ping abrió los ojos como platos y finalmente cayó en la cuenta, contestando a su amiga con un puñetazo no muy fuerte en el hombro mientras sus mejillas se enrojecían ligeramente—. ¡¡Cállate!!

Bueno, tú sabrás cuándo hay que ir a la tienda del capitán. Entre tanto, cuéntame todo lo que sepas de ese Maestro. ¿De dónde sale este hombre? ¿Cómo sabe tanto de los hunos?

Bueno, veamos... —Mulan dejó de sonreír tontamente y olvidó las insinuaciones acerca de su superior, poniéndose seria nuevamente y pensando en el hombre que tantas pesadillas le estaba provocando—. Tiene una casita cerca de la salida del poblado y es viajero. En sus largos recorridos dice haber tratado con los hunos, que le tomaron como prisionero de guerra según dice. Tiene espías colocados entre sus filas y hasta el momento no nos ha fallado nunca: nos ha otorgado importantes victorias. El ejército se ha relajado mucho desde que llegamos...

¿Tienes alguna idea de porqué estaría hurgando en tus cosas? ¿Crees que será porque eres tan cercano al capitán…?

O quizás sea por mi padre... —Ping desvió la mirada y se llevó la mano al brazo, guardando silencio durante unos segundos mientras pensaba qué contestar a Fátima. Claramente no había vuelto a tener contacto con su familia tras su huida de casa—. No puedo estar segura. No tengo razones para sospechar en el Maestro. Pero... ¿Espiarme...? No sé qué pensar, Daliao.

Y… Has dicho que lo reconociste… ¿Cómo era físicamente? Si lo ves por el campamento, señálalo, ¿de acuerdo?

Era... Un poco guapo, la verdad... —la cara del soldado se enrojeció y se llevó una mano al cuello, sonriendo tontamente al recordar al Maestro—, p-pero no sé decirte más. Podemos ir ahora a su casa, si quieres; aunque preferiría no acercarme allí si sabe mi secreto.

Fátima se vio con libertad de repente. De no poder salir del campamento se dio cuenta de que, una vez terminada la reunión sobre la estrategia a seguir, podía trasladarse adonde quisiera dentro y fuera del poblado, siempre que volviese con el capitán Shang cuando llegara la hora. Sería acompañada por Mulan en todo momento, por lo que sus opciones se abrían de forma múltiple: podía ir a casa del Maestro, al comercio, al restaurante a ver cómo Ronin y los demás estaban...

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