[Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Trama de Exuy, Hikaru y Fátima + Kousen & Hiro

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

Re: Ronda #8 - Se acerca el invierno (I)

Notapor Kousen » Lun Feb 24, 2014 1:31 pm

El camino por el que nos llevó Daisuke era todo lo contrario a lo que deseaba hacer, teniendo en cuenta mi experiencia con las cumbre de Tierra de Dragones en mi primera visita. La nieve me congelaba los pies y a punto estuvimos de matarnos cuando nos hizo escalar una pared de piedra por la que casi me resbalo si no llego a agarrarme a una roca. A este paso mi curiosidad me iba a costar un disgusto.

Seguimos andando a través de los caminos nevados cuando de repente, escuchamos un sonido inconfundible al aparecer un pequeño portal de oscuridad. De su interior surgió una extraña criatura, un perro verde. Tanto su aspecto como la forma en que apareció no dejaban duda alguna de su naturaleza: Un Sincorazón.
Llevé una mano a mi arma, dispuesto a lanzarme contra el cánido cuando Daisuke se nos adelantó a grandes zancadas, exclamando:

¡Enkidu, viejo amigo!

A cuadros me quedé al ver la escena que aconteció. El enorme hombre agarró al monstruo y lo abrazó con tanta fuerza que por poco lo revienta, haciendo que se le saltasen los ojos.
No solo no le había atacado, ¡estaba abrazando a un Sincorazón como si fuera de peluche!

¡No pasa nada, socio, Gilgamesh ya está contigo!

Si ya estaba sorprendido cuando abrazó a aquella mala bestia, sentí que la mandíbula se me caía al suelo. Daisuke, o Gilgamesh, no era humano. ¡El tipo escondía varios brazos extra bajo la capa! ¿Qué era? ¿Un hombre araña?

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¡Ah, chicos, tranquilos! ¡Es mi socio! —señaló, sacándome de mi estupor—. ¡Venid, os presento!

¿Presentarnos? ¿A... eso?— pregunté, atónito.

Por mucho que intentase explicarse, me mostraba bastante reacio a un tipo con varios brazos que abrazaba a un Sincorazón como si fuese un amigo de toda la vida. Por si fuese poco, la criatura mordía con fuerza la pierna de Gilgamesh, que intentaba sacudírselo de forma inútil.

¡Enkidu, ahora no! ¡Estamos en público! —regañó, como si se tratase de un cachorro.—. ¡Tranquilos, no pasa nada! ¡Es inofensivo!

<<Inofensivo, y un cuerno.>> Pensé, clavando la mirada en aquellos dientes que roían los dedos del ¿hombre? como si fuesen salchichas. Un cachorrito tan adorable como para robarte el corazón... literalmente. No me hacía ni pizca de gracia andar con aquella cosa esperando a lanzarse sobre nosotros, y los brazos extra de Daisuke me dejaban serias dudas sobre su auténtica naturaleza. Detrás de aquella supuesta búsqueda del tesoro se ocultaba más de lo que sospechaba, y probablemente más de lo que podía masticar. Pero ya no había salida.

Mejor seguirle el rollo de momento.— susurré a Hikaru a regañadientes.— Parece que le ha cogido cariño a esa cosa, y si nos la cargamos, nos mata a nosotros.

Tragué saliva, observando la fuerza de la que hacía gala nuestro "amigo". Aquellos brazos nos partirían en dos si nos hacíamos cargo de aquella mala bestia delante suya.

Vaya, qué... simpático.— fingí, incapaz de acercar la mano para acariciarlo. Seguro que si lo intentaba, me pegaba una dentellada.

>>Por cierto, eso de Gilgamesh ¿Es un apodo?— pregunté. — Suena bastante... legendario.

Haría lo posible por mantener las apariencias y a la hora de avanzar, me mantendría todo lo alejad posible de "Enkidu". No invocar la Llave Espada sería incluso más necesario ahora, pues seguro que si lo hacía, se volvería loco al reaccionar ante ella. No pensaba quitarle el ojo de encima.

—"Como intente siguiera atacarme, el corte se lo lleva."— susurré a mi compañero aprendiz, manteniendo la mano cerca de una de mis dagas. Toda precaución era poca.

Tener un Sincorazón rondando cerca y no poder hacerle nada. No se me ocurría nada más desagradable.
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"La skin Iceberg del foro es como la Duquesa de Alba, nos va a enterrar a todos."

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Rol de KHWorld: Kousen - "Viento Seráfico"

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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor James Bond » Lun Feb 24, 2014 11:11 pm

Lastimosamente, no pude lograr vender al Moguri. Mi compañero Kousen logró rescatar a aquella criatura, y yo me quedé sin mi dinero.

Jo, adiós a mis tres mil platines...

Miré enfadado a Kousen, ¿acaso no comprendía que quería recuperar el dinero que había gastado por culpa del sinpa que había hecho Ronin? Por lo menos me quedaba el consuelo de que aquél pequeño y flotante ser que nos acompañaba no vería ni un solo platin del botín.

Empezamos a subir la montaña, y el paisaje cambió radicalmente. Del verde bosque al blanco nieve. Y encima teníamos que escalar una pared. Creo que le iba a pedir a Daisuke un plus por peligrosidad.

En mitad de ninguna parte, como estábamos ahora, una criatura surgió de repente. Y sólo conocía el tipo de criatura que podía hacer algo así.

Sincorazón...— Murmuré para mí mismo. Aunque para mi sorpresa, nuestro acompañante parecía conocerlo. Le había llamado Endiku y “viejo amigo”, como si se conocieran de antes.

¡No pasa nada, socio, Gilgamesh ya está contigo!— Así que Gilgamesh... Nos había engañado con el nombre. ¿Qué era lo que tramaba aquel tipo en verdad?—. ¡Ah, chicos, tranquilos! ¡Es mi socio! ¡Venid, os presento!

“¿Pero qué tiene este tío en mente?” Me dije a mi mismo. ¿Acaso no sabía que aquel chucho, que en ese preciso instante estaba mordiendo su pierna, era un ser engendrado de la mismísima oscuridad? Era de locos. ¿Cómo podía una persona asociarse con un sincorazón?

¡Endiku, ahora no! ¡Estamos en público! ¡Tranquilos, no pasa nada! ¡Es inofensivo!— Trató de asegurar “Daisuke”.

¿Inofensivo? ¡Había tratado de morderle una pierna, por Dios! ¿Cómo podía decir que era inofensivo? Me llevé la mano al mango de mi espada negra pero...

Mejor seguirle el rollo de momento. Parece que le ha cogido cariño a esa cosa, y si nos la cargamos, nos mata a nosotros.
Grrrg, está bien...— ¿Por qué teníamos que pasar por alto lo que estábamos viendo? Nuestro deber como caballeros de la Llave-Espada era el de luchar contra los Sincorazón, y recuperar el equilibrio. A la menor oportunidad que tuviera, me encargaría de hacer frente a esa criatura.

Mi compañero trató de piropear a nuestro misterioso acompañante.

Espero que me perdones Daisuke, pero... Nunca he oído de alguien que tuviera un apodo así. ¿Tiene algún origen? ¿Y qué hizo para ganárselo?
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Yuehito » Lun Feb 24, 2014 11:24 pm

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Salto tras salto fuimos bajando hacia lo profundo de la caverna, en un movimiento armónico por las heladas paredes. Yo, mientras me iba secando mi rostro por las amistosas lamidas del lobo pude notar que a medida que nos acercábamos al final del camino las temperaturas descendían drásticamente. Me aferré con mis piernas para tomar la gorra de mi chaqueta y posarla sobre mi cabeza, casi con susto por estar el camino obscuro tan solo iluminado por los ojos del animal. Fue ahí cuando el lobo hizo su transcurso más lento indicando que ya estábamos pronto a estacionarnos, despertando una amplia gama de curiosidad en mi mente.

Paramos a la entrada de un claro, en una especie de caverna helada, donde la luz se escabullía por una de las aperturas de la pared superior. Hacía un frio insoportable y estaba casi paralizado. Dolían un tanto las rodillas y las manos se hacían difícil de mover. Para mala suerte noté que la vela que sostenía estaba lo suficiente húmeda para no prender y en ese momento no cargaba lumbrera que me ayudara a visualizar ni tampoco para acaparar el frio. Pero ya estaba ahí, soñando en algo que no quería que terminara.

Al adentrar por la cueva junto a mi nuevo amigo de cuatro patas llegamos al lado de la poza de agua, pero esta no era tan profunda. Me arrodillé en la orilla para mirarla de cerca y poder focalizar los que estaba sumergido en ella.

Parece… un arma… —dije un tanto sorprendido —Pero… por qué no está congelada… que extraño…

En ese instante el bicho de la travesura comenzó a picar mi estomago. Y comencé acercar mi mano a las aguas para poder sacar el arma, notando que a pesar de no estar congelada, y con solo acercar mis dedos, estaba extremadamente fría. Pero una voz detuvo mi acción diciendo:

¿Quién eres?

Miré asustado al lobo pensando que la voz venía de él. Pero el animal no tenía índices de estar tratando de comunicarse conmigo, al contrario se encontraba tranquilo a mi lado. Dudoso comencé a mirar a todos lados para buscar la fuente de la potente voz.

¿Que qué quiero? Yo… solo… —detuve mi habla cuando asombrado miré una estatua que se levantaba al otro lado de las aguas. Casi milenaria, algo mística.

Me levanté y asombrado me acerqué a ella, sin dejar mi lado aquel protector amigo. A sus pies decía algo muy interesante el cual leí en voz alta: “Shiva la bruja de hielo”.

Eres tú —dije sorprendido al darme cuenta que la voz provenía de aquella figura congelada.

Inmediatamente pensé en buscar alguna forma de sacarla de su estado y en mis pensamientos solo pasó una idea. El arma.

Pero al intentar la maniobra ya era demasiado tarde. De las columnas talladas con forma de ancestrales dragones comenzaron a salir luces que me eran mas que conocidas. Aparecieron muchos más lobos pero a comparación del primero estos venían con otra intención. Comencé a sentir el miedo que se apoderaba de mis acciones y se mezclaba con los gélidos dolores de mis huesos.

¡No esperen! No quiero hacer daño a su amiga. Tan solo intento…

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¿Por qué has venido?

Al voltear mi mirada a la estatua pude notar que no solo yo estaba rodeado. La estatua también lo estaba, pero al contrario de mi ella estaba lista para ser protegida ¿Me habrían confundido con algún enemigo?

Vine… vine para ayudar a los supervivientes…

¿No te ha mandado él?

¿Él? —dije pensando en Rebecca —No, quiero decir ella…

¿Mi penitencia aún no ha terminado?

¿Penitencia? —Pensé —Acaso… cometió falta por estar sufriendo esas condiciones… y si es… una bruja mala… No, no lo creo…

A mis espaldas un ruido de aguas hizo expandir el ruido resonando por todas las esquinas del lugar, para ya cuando la visualicé me quedé completamente perplejo. No sentía miedo, tampoco estaba de lo más relajado, era una extraña sensación de contemplación a la figura de agua que se moldeaba en forma de Dragón. El lobo que gruñía se puso delante de mí preparando su posición de defensa. En ese instante sacudí mi cabeza para despertar en el estado que me encontraba, pero antes de hacer cualquier movimiento el agresivo dragón movió con gran fuerza al animal apartándolo de su pronto ataque.

¡No! ShiVa por favor ¡No! no le hagas daño… Solo intentaba salvarla.

Entonces, tú me liberarás.

¿Yo? ¿Liberar?

Reaccionando de forma rápida invoqué mi llave espada para usar de su poder. Aun así, mis movimientos no fueron lo suficientemente rápidos.
En un abrir y cerrar de ojos, tratando de cubrir mi cuerpo en al arma, perdí la conciencia en ese mágico lugar.

***
¡Déjame tranquilo vale! Devuélveme eso.
¿Que harás? Golpearnos, ¡JAJA! Claro, tú contra nosotros tres.
¿Por qué me molestan? Devuélvanme el libro trío de molestias.
O se van, o ya saben.
Maldición Tsuki siempre tienes que andar defendiendo a este pequeñajo.
Devuélvanles sus dibujos, ahora.
¡Dah! Toma renacuajo, a ver si haces cosas que si valgan la pena.
Estás bien… ¡Mira que genial! Haz dibujado una lagartija. Tienes mucho talento sabes.
Sí, pero ellos dicen lo contrario. Además nunca me dejan tranquilo.
No les des importancia… solo están celoso de lo que haces.
No me gusta que me protejas, ¿que será el día en que esté solo?
Eso no va a pasar, ya eres como mi hermano pequeño además está él. Recuerda que te regaló este libro.
Tan solo quiere burlarse al igual que esos tíos.
¡Ni de coña! Lo ha hecho con mucho cariño sabes, el sabe que tienes talento… además quien sabe, algún día podrías dibujar hasta cosas impresionantes.
Claro, como lagartijas gigantes, haha.
Hombre, deberías saber que existen cosas gigantes, y sí, esas lagartijas gigantes se llaman dragones.
¿Dragones? Eso es un mito sabes.
Anda, no te enojes… que sepas que te hemos dicho que no pongas esas caras. Que solo eres un niño. Deberías divertirte más.
Déjame ser como soy, ¿Vale?
¿Está bien?
No me presiones, ¿quieres? Hago lo que puedo...
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Ya, señor gruñón, volvamos que ya es hora de comer. Después podríamos ir los tres a comprar un helado, hay unos muy interesantes.
No me gusta estar con él, ya te lo dije.
Deberías conocerle más, además Ex… es… able…
No te presiono. Sólo pregunto si...
Su corazón es fuerte. Lo que quiera que le haya atacado no va a acabar con él. Tiene una Llave Espada, ¿vale? Y ya nos conoces, los que la tenemos somos bien fuertotes.
Que cansado… me siento… —murmuré

Mantuve mis ojos cerrados por unos largos minutos escuchando como el sonido una chimenea envolvía el lugar. Comprendí luego que me encontraba en otro sitio e inmediatamente a mi mente vino la imagen de Shiva, la caverna, el amable lobo y el temible dragón de agua. Abrí mis ojos un tanto atemorizado y perdido.
Intentando ver el nuevo sitio una chica, que desconocía, se interpuso en mi mirada. Una muy linda que llevaba dos largas colas amarradas en su cabello. Le sonreí, porque no tenía rostro de ser una mala persona y volví nuevamente a cerrar mis ojos por un instante para pensar en donde estaba.

Debe ser alguna posada de este mundo… tal vez me encontraron herido…

¡Ronin, ha despertado!
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¿Ronin? —Dije con voz temblorosa.

Ya lo veo, Eileen.

Extrañamente al observar a Ronin con ojos de asombro me percaté que no vestía de la manera usual. Quizás el pensaría que lo miraba con susto, pero la verdad es que me encontraba confuso. Llevaba su parche, tenía su misma voz, pero vestía diferente. E incluso me atrevería a decir que se veía más joven.

¿Habré entrado en una especie de portal?...

¡Hola, chiquillo! ¿Qué hacías en plena montaña? ¿Espiando de parte de los hunos?

No esto no puede estar pasando… en realidad es Ronin… en el presente… no lo creo.

Los hunos, n-no m-maes… digo…

La chica parecía molesta y en el instante codeó al maestro como si se tratase de su ¿novia?. Para luego acercarme a mi cama un plato caliente de sopa de una forma muy amable y cariñosa. Me puse un tanto colorado y sentí como mi piel se erizaba. La verdad era que no quería sacar los brazos de la cama ya que estaba muy cálida, pues la sensación de la caverna no era muy agradable.

¡No hagas caso a mi compañero! Fue él el que te encontró en lo más alto de esa montaña, inconsciente.

¡Cierto! El temp…

Supongo que te habrá mandado Rayim...

¿Ra…? Rayim

Tras tantas semanas de misión que llevamos aquí en Tierra de Dragones... No hace falta que hables, sólo caliéntate.

No, espere… yo…

Intentaba hablar. Sabía que tenía que volver junto a mis compañeros, además de informa a Rebecca de la señorita Shiva que estaba en peligro en la cueva.

Sí, no hables ahora. Que en cuanto te pille...

¿En realidad era mi maestro? Parecía una persona diferente, tal vez era alguien con el mismo nombre… pero él… sabía de la llave espada. También no me reconocía, no era él. Tenía que salir de ahí, la situación era extraña y debía volver de cualquier manera.

Mientras ellos discutían me enderecé de la cama para poder tomar la chaqueta y prepararme a salir del lugar, necesitaba volver, necesitaba ayudar. No quería cometer el mismo error dos veces.

Muchas gracias, de verdad. Pero lamento decirles esto… tengo que volver, hay alguien que me necesita, necesita de mi ayuda…. Por favor.

Con todos los dolores encima que podía sentir y envolviéndome nuevamente en el frío de aquel mundo me preparé con intención de volver. Y con últimas palabras intenté despedirme de ambos:

Un gusto señorita… Eileen ¿No? muchas gracias por su sopa. Y… Señor Ronin… gracias por salvarme, le debo una —sonreí quedando en silencio y una duda en mi mente.

¿A todo esto? ¿Ustedes dos?... son... e-esto... ¿N-novios?
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Suzume Mizuno » Vie Feb 28, 2014 5:31 am

El gesto de Mulan se suavizó en cuanto escuchó sus palabras y sus hombros se hundieron, abandonando la tensa postura de antes, mientras decía:

Me quedo más relajada. ¡El Maestro después de todo es un buen tipo!

Fátima sintió un pequeño retortijón de culpabilidad, pero no permitió que se notara y mantuvo una leve sonrisa mientras cruzaba los dedos a la espalda para que Mulan se fuera cuanto antes. Tuvo que contenerse para no resoplar de puro alivio cuando Andrei se echó a un lado abriéndole la puerta a su amiga, pero no dejó de mantenerse en guardia en todo momento. No le habría extrañado que Andrei hiciese alguna jugarreta en el último instante.

Os dejo a solas. ¡Nos vemos luego en el campamento, Fátima!

Daliao —siseó para sí misma. Sin embargo, levantó la mano y se despidió de Mulan con un gesto.

Mata muchos hunos.

En cuanto la puerta se cerró a espaldas de Andrei, ambos jóvenes se quedaron en silencio, escuchando los pasos de Mulan al alejarse. Y, cuando los dos tuvieron por seguro que estaban a solas, Andrei se volvió hacia Fátima, que experimentó varios sentimientos contrapuestos; en parte (una parte muy pequeña) diversión por la inesperada acitud de gallito que adoptó Andrei sin venir a cuento; y, por otra, aprensión por haberse quedado sola. Tuvo que luchar con todas sus fuerzas contra el impulso de precipitarse tras Mulan pidiéndole que no la dejara sola.

Ahora que no había nadie más ante quien fingir, toda su confianza se borró de sopetón y sintió que la sangre volvía a huirle del rostro. Pero apretó los puños y se obligó a inhalar una temblorosa bocanada de aire: no se iba a amilanar delante de Andrei, por Maestro que fuera. Estaba allí para cumplir un propósito y era sonsacarle lo que pudiera. Y para eso no podía demostrar que tenía miedo…

¿O sí? Estaba claro que a Andrei le encantaba hacer a los demás sentirse inferiores, se regodeaba en su mayor fuerza, en su dominio de la situación y…

Dos mujeres que se visten de hombres. Qué irónico todo, ¿eh?

Menuda casualidad, ¿verdad? —respondió, tratando de mostrarse imperturbable. Sin mucho éxito.

Andrei se plantó frente a ella y Fátima trató de abrir un poco de distancia entre ambos, pero sus piernas chocaron contra el borde de la cama. De pronto se sintió como un animalillo arrinconado y odió visceralmente aquella sensación, precisamente por lo cercana que era a su realidad. ¿No se suponía que todo aquel tiempo había estado entrenando para volverse más fuerte, para no volver a sentirse como en aquella aldea? Pero ahora Andrei era Maestro, ahora…

Con un dedo, le levantó la barbilla y sus miradas se encontraron.

Querías estar conmigo a solas, ¿verdad? Aquí me tienes. Tu Maestro, tu señor.

Estupefacta, no fue capaz de elaborar ninguna respuesta ingeniosa.

¿Había oído bien?

«¿Tu señor?» repitió con un tono burlón para sus adentros.

Pero no fue capaz de repetir esas palabras en voz alta: no con Andrei a tan poca distancia, no con Andrei tocándola, por mucho que sólo fueran las puntas de sus yemas de sus dedos. Tenía la impresión de que, si él quisiera, podía matarla sin apenas pestañear. Así que, tensa, se quedó mirándole, abrumada, sin saber qué demonios estaba pasando por la mente de Saavedra. ¿A qué quería jugar ahora?

Se estremeció cuando los dedos del muchacho le acariciaron la mejilla y tomaron un mechón de su pelo y sus cuerpos se rozaron.

Había visto aquel juego mil veces. A los chicos de su pueblo les encantaba acorrarlar a las muchachitas y juguetear con ellas, haciendo cosas indecentes que hacían que madres y padres pusieran el grito en el cielo. Pero sus hermanos siempre decían que era algo muy divertido y satisfactorio. Fátima había contemplado a escondidas aquellas escenas que podían suceder en medio del campo, en un callejón no demasiado discreto o en las profundidades de una taberna, con una mezcla de repugnancia y morbosidad. Aunque nunca lo reconocería, había fantaseado con que algún día le suedería lo mismo, para sentir de inmediato asco ante la idea de que un idiota quisiera imponérsele de esa manera.

Y ahora estaba pasando.

De pronto la presencia de Andrei se volvió todavía más sofocante; su olor le penetró por las fosas nasales, sintió el calor de sus manos y percibió casi físicamente sus ojos dominantes y ligeramente burlones clavarse en los suyos.

No podía creerlo. ¡No quería creerlo! Había esperado todo tipo de reacciones: que la echara a patadas, que no se dignara a hablarle, que quisiera jugar con ella a los acertijos o al tarot o incluso que se preparara para matarla de súbito.

¡Todo menos eso!

El corazón le empezó a latir con tanta violencia que creyó que le estallaría en el mismo pecho y se mareó, abrumada, mientras una corriente de calor la sacudía de arriba abajo. Jamás había pensado que alguien se le acercaría así, que estaría interesado en ella de esa manera. Había sido siempre un sueño imposible.

«¡Porque es imposible, idiota!» rugió una parte de su mente.

Y, entonces, una mano helada le contrajo las entrañas y un miedo brutal, venenoso, la paralizó.

¿Qué pasa? ¿Quieres pasarte a Bastión Hueco y que te tome como mi aprendiza? Puedo enseñarte tantas cosas...

Negó con la cabeza, intentando hablar, pero no consiguió emitir más que un gemido de angustia.

En una situación distinta, Fátima se habría dicho que debía aprovechar aquel interés, intentar volverlo a su favor para extraerle algún dato suculento.

Pero no en esa. Ya no sólo porque Fátima no tuviera la más remota idea del arte de la seducción, sino porque no podía pensar con claridad. Estaba tan cerca, demasiado cerca y no había forma de retroceder o librarse de él como no fuera cayendo de espaldas a la cama.

¡No, no, no!

El horror le contrajo la garganta y sus pulmones se contrajeron, sin aire. Se le saltaron las lágrimas de puro pánico.

De repente se olvidó de todo; de Mulan, de la misión, del ataque a los hunos, incluso de que Andrei era un maldito Maestro. No quería que estuviera cerca, no podía dejarle tocarla, no podía dejar que…

¡Aléjate de mí! —gritó entonces, empujando con violencia el pecho del joven en un desesperado intento por apartarlo.

Si podía, echaría a correr. En caso de que Andrei intentara interponerse en su camino, trataría de apartarlo y, si no había manera, le asestaría un rodillazo en la entrepierna. No estaba razonando, ni tampoco le importaba si aquello enfurecía o no al muchacho de Bastión Hueco.

Un único pensamiento martilleaba su cabeza una y otra vez, ensordecedor:

«¡Aléjate, aléjate, aléjate! ¡Que no te toque!»
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor RedXIII » Vie Feb 28, 2014 6:27 am

Considéralo como un pago atrasado por tu ayuda hacia mis hombres, tras esto, estamos en paz.

Hasta el gesto más insignificante podía cambiar una situación, no pudo sentirse engrandecido y orgulloso de haber conseguido aquello con su labia, le hacía plantear si debía callar un poco antes de hablar y pensar las cosas de vez en cuando.

El lugar no era como se lo había imaginado el aprendiz, creía que en su interior habría una especie de Shangri-la con muchísimos tesoros y delicadas piezas de decoración como espadas, jarrones de porcelana o incluso grotescas figuras de extraños seres, pero al menos era cálido.

Lo que más podía destacar a simple vista era el colchón junto a los mapas, con magnificas figuras, seguramente talladas a mano, aquel tipo de cosas le encantaban, casi parecían un juego de estrategia, incluso se podían distinguir los bandos, a un lado lo que parecían ser los hombres del campamento, al otro no tenía ni idea de quienes eran pero tenían una pintoresca pinta, pero sin duda los que más llamaban la atención eran los terceros, el maestro lo intuyó de forma rápida cuando cogió una de las figuras, o al menos eso parecía, ya que la lanzó hacia Hiro, quien la cogió disimuladamente y la observó, parecía un Sincorazón.

Guardó dicha figura en su bolsillo y se dirigió hacia el lugar donde el General Li se había sentado, desgraciadamente antes de que pudiera siquiera flexionar las piernas para sentarse en el cojín el maestro le obligó, con fuerza, a sentarse.

Vosotros diréis.

¡Gracias por dejarnos pasar, hombre! No te haré perder el mundo: estoy preocupado.

¿Por la guerra?

No, por los malignos planes de los pandas. ¡Pues claro que por la guerra! Hay muchas cosas raras en estas batallas. Los hunos obtienen armas extranjeras, un payaso viene para intentar matarte, Shan Yu avanza a gran velocidad y se detiene aquí varios meses...

Todo tiene una explicación lógica. Me enviaste una carta diciendo que el payaso era el que otorgaba las armas a los hunos; y estos no avanzan de aquí porque nosotros no lo permitimos. Me preocupo más por esas criaturas oscuras, esos Sincorazón.

Sí, eso es otro asunto, pero van aparte. Me preocupa el payaso y lo que puedan hacer los hunos. Hay algo extraño en esta guerra, Li, hazme caso.

Kefka ¿Como podía ser que aquel tipo le diera más dolores de cabeza que Zoku?

¿Has venido sólo para eso? ¿Para decirme cosas que ya sé?

¡Mira a tu alrededor! — Parecía estar algo exaltado el maestro—Cualquiera vería venir lo que pretende Shan Yu. ¿Por qué no da un rodeo a esta montaña, como sería lógico, para llegar a la Ciudad Imperial? ¡Precisamente entre todos los sitios!

No seas paranoico, Ronin.

Guardó silencio un momento, aquello solo traía malos recuerdos al aprendiz, los cuales solo podía reprimir.

Vamos a poner las cosas en situación. Os he dejado pasar porque tu pequeño aprendiz está buscando recuperar su honor; y tú, me hablas de planes de conspiración imposibles. ¿Hay alguna relación entre ambas cosas? Porque de ser así, no quiero escuchar más.

Tú dirás, Hiro. ¿Vienes a recuperar tu honor o avisar de los peligros de Kefka y sus amigos los hunos a Li?

Honor


Para el aquella situación era muy incomoda, más de lo que podía dejar aparentar, aunque por fuera se mostrara como una roca inamovible, por dentro era como un flan tambaleándose, aunque destacara su inconsciencia y su impulsividad también era consciente de cuando había que poner el margen y aquel momento casi lo gritaba a su oído, todo dependía de el pero...

Metió la mano en su bolsillo y dejó entre el aprendiz y el General la pequeña figura de Sincorazón que había cogido antes.

General Li — abandonó su asiento y se acercó a las demás figuras —Déjeme que le cuente un pequeño cuento que me contó mi abuelo, había una vez en que un pequeño guerrero que era muy conocido, pero desgraciadamente perdió su honor, el emperador, apenado, le reclamó en su presencia y le hizo una breve pregunta — Paró un momento y cogió la figurita de un soldado Chino, se acercó de nuevo a su cojín y puso al lado del Sincorazón al bravo guerrero —"¿Si te devolviera tu honor que harías con el?" era, ciertamente una pregunta extraña pero el guerrero miró fijamente al emperador y le dijo "Perderlo" el emperador quedó extrañado ante aquella respuesta, pero era un hombre sabio así que, de alguna forma pudo comprender al guerrero

Hizo una breve pausa en la cual tumbó la figurita del Sincorazón con el dedo —¿Por que cree usted que dijo aquello el guerrero?

Fuera cual fuera la respuesta del General el aprendiz se levantó con ambas figuras en las manos y dijo —Porque el honor solo es una palabra que a veces nos impide pensar y nos excusa al errar— Aquello que relató no era más que una pequeño fragmento del cuento Kokori, el Guerrero valiente bastante resumido.

Siento haberle aburrido con tanta palabrería, he de decir que estas figuras me encantan ¿Podría quedarme estas dos?— Dijo, esperando que o le importara que se las quedara, tenía unas cuantas y no parecía que las fuera a echar en falta —A lo que iba es que por mucho que recupere mi honor ahora, no me servirá de nada si no escucha a Ronin y se da cuenta de lo que dice, se que es difícil creer que una persona tan impulsiva y descabezada pueda hablar de algo serio y tampoco sé que paso entre ambos, pero creo que no es tan difícil, Kefka casi le mata una vez, no haga que la próxima se salga con la suya— A saber que se le estaría pasando por la cabeza a aquel aprendiz.

Si de verdad espera que recupere mi honor verá que lo único que puede hacer para que lo haga es confiar en el Maestro, si no, seguiré sus pasos, y será algo que lamentaré toda mi vida, ya que puede ser la última vez que le vea, General


***
MoguDer



¡Enkidu, viejo amigo!

¡No pasa nada, socio, Gilgamesh ya está contigo!

¿Era una especie de broma? Era lo único que podía preguntarse el Moguri mientras observaba la pintoresca pareja que formaban ambos pues se abrazó con un Sincorazón ¿Era siquiera posible aquello? Aquello era un ser de oscuridad y esas cosas, no podía dejar de sentirse confundido.

Por si aquello no fuera suficiente era casi imposible no darse cuenta de que aquel hombre tenía algo más raro que sus pintas, tenía seis brazos.

¡Kupóno me jodas! — el Moguri, confundido y alarmado no pudo evitar ponerse, de forma histérica, en contacto con Hiro por el comunicador, desgraciadamente no respondió, lo único que podía escuchar era un molesto ruido y pequeños susurros que apenas podía entender, seguramente había escondido aquel aparato.

¡Ah, chicos, tranquilos! ¡Es mi socio, venid, os presento!

¿Presentarnos? ¿A... eso?

Kupótienes que estar de coña

Aquella especie de perro Sincorazón empezó a roer la pierna de aquel extraño hombre pulpo de seis brazos, no sabía si era un juego entre ambos o verdaderamente le estaba haciendo mucho daño, de ser así aquel hombre parecía ser más fuerte de lo que podían creer a simple vista, era como ver a otro Ronin, solo que con más cabeza y cuatro brazos de más.

¡Enkidu, ahora no! ¡Estamos en público! ¡Tranquilos, no pasa nada! ¡Es inofensivo!
MoguDer no tenía ni la más mínima intención de acercarse a ello, ni siquiera de mirarlo bien, ya que observaba al animal con los ojos entrecerrados y con desconfianza, al igual que a su dueño.

Los dos aprendices parecían más interesados en saber quien era aquel hombre, pero el Moguri solo tenía una breve y, tal vez, delicada pregunta.

¿Kupósabes que es ese bicho al que has llamado Enriku? — ¿Mera casualidad que tuviera un Sincorazón? Sencillo descubrirlo, lo malo era que hacer posteriormente, puesto a que Hiro no parecía ya acordarse ni del comunicador y aquel hombre cada vez era más sospechoso, y encima sus compañeros estaban dispuestos a ayudarle de forma ciega, era todo tan complicado que podía sentirse casi afortunado de ser tan desconfiado.
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No hagas click aquí, despertarás a la conejita.

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Ronda #10 - Se acerca el invierno (I)

Notapor EspeYuna » Mié Mar 05, 2014 6:33 pm

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Debido a la ausencia de Narra en calidad de Game Master durante un par de semanas, me ha pedido que le sustituya en unas cuantas rondas. Yo gustosamente y tras recibir un cheque de un millón de platines he accedido y, bueno, espero estar a la altura de vuestras expectativas =^)


Hikaru, Kousen y Moguder


Ninguno de los presentes decidió atacar a la mascota de Gilgamesh, alias Daisuke. Por mucho que fuera un sincorazón, los aprendices mantuvieron la cabeza fría y se controlaron a la hora de invocar su Llave-Espada.

Aquella situación era diferente. Y bastante incómoda, de hecho.

¡Para, Enkidu! —decía Gilgamesh entre risotadas, por mucho que el sabueso le dejara la mano ensangrentada con los mordiscos que le había propinado el sincorazón. Lo dejó en el suelo y la criatura perruna comenzó a olisquear los pies de Hikaru y Kousen. Aunque parecía que, de momento y si no invocaban la Llave-Espada, no habría peligro. Bueno, puede que decir eso no fuera del todo cierto: a Gilgamesh lo había dejado ya con heridas, pero su comportamiento era el de un completo demente— ¡Ay, qué pillín es! ¡Bueno, en marcha todos! Nos espera una larga caminata.

Y así fue. Pudo pasar una hora desde que los aprendices y Moguder decidieron seguirle el juego al hombre de más de dos brazos y a su querida improvisación de mascota. Estuvieron caminando durante bastante tiempo, con unas cuestas bastante empinadas en las que tanto Hikaru y Kousen tuvieron que ayudarse mutuamente para no caer en algunas zonas un tanto peligrosas. La nieve no era un punto a su favor, sino todo lo contrario.

Al cabo de un rato, Gilgamesh se adelantó corriendo y siendo seguido por el sincorazón, el cual, en cuanto el dueño se detuvo, decidió atacar de nuevo su pierna y hacerla trizas con las fauces de can que poseía.

Cuando lo alcanzaron, los aprendices y Moguder divisaron una enorme boca oscura en medio de la nieve: una caverna que se presentaba ante ellos para ser explorada. Gilgamesh parecía bastante emocionado, por lo que hizo una seña a los muchachos que le acompañaban y se adentró el primero.

El sincorazón, sin embargo, se quedó un momento sentado en el sitio, observando fijamente a los compañeros de viaje de su amo. De pronto emitió un gruñido entre sus fauces y, sin previo aviso, saltó hacia Kousen para hincarle el diente a su pierna izquierda. El can podría haber seguido devorando el miembro del aprendiz si no fuera porque Gilgamesh lo llamó desde el interior de la cueva, por lo que se apartó del muchacho y salió corriendo a su llamada.

Dentro de la cueva no sabría decirse si hacía más frío que fuera, o quizá menos. Eso sí, no se veía un pimiento. Estaba claro que se llevarían unos cuantos tropezones cuanto más se adentraban en la caverna. Sin embargo, al cabo de un rato lograron llegar a una abertura de la misma con un agujero de entre las rocas del techo que dejaba entrar algo de luz. Frente a ellos había dos bifurcaciones.

¡Ya iba siendo hora de separarnos! ¿Qué sería de una búsqueda sin enfrentarse a laberintos o trampas? —Gilgamesh se adelantó a la de la derecha, seguido por el sincorazón— ¡Ah! ¡Pero necesito que uno de vosotros dos me acompañe! ¡No pienso ir solo adentrándome en este sitio tan poco seguro! ¡Todavía me duele la piedra que me ha caído del techo hace unos minutos!

¿Se quejaba de aquello y no de los mordiscos del sincorazón que había adoptado? Ver para creer.

¡Y el otro irá con Enkidu, por supuesto! ¡Así me quedaré tranquilo y sabré que no me estáis intentando engañar, que últimamente cualquiera se fía de la gente, vaya que sí! —exclamó, aparentemente feliz— ¡Lo sé, lo sé! ¡Los dos estáis deseando ir con él, si es que se deja querer! ¡Pero prometo que conmigo también os divertiréis, lo juro!

No les quedaba otra que llegar a un acuerdo y ver qué camino tomaba cada uno.

Hiro


El general escuchó las palabras del aprendiz, frunciendo el ceño y más con la arrogancia del joven al guardarse las dos piezas que utilizaban en el campamento para planear sus movimientos. Quizás Hiro sólo quería hacerle ver al general Li que podían confiar en ellos y que sólo pretendían ayudarle a él y a su ejército frente a una posible amenaza.

Sin embargo, los modos no fueron lo correcto. Y puede que la historia tampoco:

Fuera de mi tienda.

Li, escúchame...

¡No, Ronin! —el general golpeó con su enorme puño el suelo, provocando que las piezas restantes del tablero se movieran de su sitio y algunas cayeran tumbadas— Ya he tenido suficiente. No voy a perder más el tiempo con vosotros.

» Y si os negáis, llamaré a mis soldados. Tú eliges.

Ronin observó a Hiro y se cruzó de brazos, pensativo. Finalmente, suspiró con resignación y se levantó del sitio, haciéndole una seña a su aprendiz para que le siguiera y abandonaran juntos la tienda.

Cuando estuvieron fuera del campamento, Ronin le sacudió la cabeza al muchacho con una de sus enormes manos.

Una buena historia —confesó el maestro—, pero no deberías haberte guardado esas figuras. Y has parecido algo arrogante, ¿sabes? Hay que tener unas formas delante de gente como el general.

» Pero sé que ibas con buenas intenciones. Anda, ¡te invito al Buda Feliz! ¡Pago yo! ¡Eh! ¡No me mires así!

Que el maestro Ronin cumpliera la promesa de pagar ya era algo poco creíble a oídos de los aprendices. Y Hiro no sería la excepción. Al cabo de un rato llegaron al local y se sentaron para degustar un bol de fideos cada uno, bajo la mirada amenazante de Hao al ver llegar a aquel sinvergüenza. El propietario no lo dejaría escapar esta vez sin haber pagado todo lo que le debía. Cuando el maestro terminó —en apenas unos minutos—, inició conversación con su aprendiz:

¿Qué te parece la situación de los hunos en este momento? ¿Y la del ejército?

» ¿Qué crees tú que está sucediendo?

Escuchando atentamente al muchacho, le haría otra pregunta al acabar con la comida:

Y dime, ¿algo interesante que contar? ¿Has descubierto algo dentro del campamento?

Exuy


Ante la pregunta sobre si ambos eran pareja, Eileen y el joven Ronin se miraron y una risa salió de sus labios. Y, finalmente, dijeron al unísono:

Ni de broma.

Aunque, cómo no, Ronin tenía que volver a incordiar a Eileen confesando que ella ya tenía a su amorcín esperándole en casa. La joven amenazó con propinarle otro codazo en el estómago, si no fuera porque los dos vieron que Exuy intentaba irse. El muchacho se apresuró en bloquearle el paso, apoyándose sobre la puerta que daba a la salida de la cabaña.

¿A dónde te crees que vas? —le cuestionó seriamente— Te comportas de una forma muy extraña, ¿sabes?

Ronin, no seas rudo —le riñó Eileen. El joven suspiró y se llevó las manos por detrás de la cabeza. Dijo algo entre dientes: "Mira quien fue a hablar", pero sólo lo consiguió escuchar Exuy—. Perdónale, es normal que te pongas nervioso y te hayas asustado. ¿Es tu primera misión fuera de Tierra de Partida?

¿Y nos mandan a un novato? —inquirió Ronin con mal humor.

¿Quieres comerte mis nudillos, Ronin?

La muchacha parecía más comprensiva y le había dado a Exuy la coartada perfecta. Podría hacerse pasar por un aprendiz inexperto ante su primer contacto con un mundo ajeno y una primera misión seria.

De pronto, la puerta de la cabaña se abrió de par en par, dejando entrar parte de la nieve que caía fuera de ésta y el frío de las montañas. Tras ella aparecieron dos jóvenes, y tanto Ronin como Eileen los saludaron. Una visita esperada, por tanto.

¿Quién es este? —preguntó el primero, extrañado.

Tranquilo, Li —dijo Eileen—. Es un amigo. Se llama...

Ronin se llevó una mano a la frente con la metedura de pata de su amiga. Cierto, no sabían cómo se llamaba el aprendiz que, supuestamente, había enviado Rayim. Éste pudo decir o no su nombre en aquel momento, pero el joven que acompañaba al rejuvenecido general Li enarcó una ceja, pero de inmediato dejó escapar la tensión con una sonrisa:

¿Aliado vuestro y no sabéis su nombre? —preguntó con tono bromista— Por qué será que no me sorprende.

Ya te vale, Zhou —dijo Ronin, dándole un codazo amistoso al joven Fa Zhou.

Bueno, vamos a dejar de perder el tiempo —puso orden Li, sentándose cerca del fuego y calentándose las manos—. Al grano, ¿qué habéis descubierto?

Ronin y Eileen se miraron y tomaron asiento en torno al fuego, seguidos de Zhou e invitando a que Exuy también lo hiciera. La joven le colocó amablemente al aprendiz una manta a su espalda mientras le ofrecía de nuevo el bol de sopa.

Se encuentra ahí dentro. No hay duda.

Entonces el ataque...

Esta misma noche —inquirió Ronin con una sonrisa de medio lado.

Relájate, Ronin —dijo Zhou—. Si es cierto lo que nos habéis contado, hay que ir con pies de plomo. No es como enfrentarnos a los hunos.

» Aunque sigo sin poder creerlo. Que una bruja de hielo se alíe al enemigo, ¿qué le llevará a hacerlo?

No lo sabemos —intervino Eileen, girándose a Exuy—. ¿Qué es lo que opina la Orden sobre esto?

Cierto. Si te ha mandado Rayim, será para darnos una respuesta —dijo Ronin, observando fijamente al aprendiz—. ¿Entonces qué? ¿La capturamos? ¿O acabamos con ella directamente?

Cierto, Exuy pertenecía a la Orden.

A la de un futuro lo bastante lejano como para que Exuy no tuviera ni idea de qué hicieron con la bruja de hielo.

Fátima


¡Aléjate de mí!

Fátima logró quitarse de encima a Andrei, aunque estaba claro que se había dejado empujar sólo por pura diversión. Una cínica sonrisa asomó por sus labios y no tardó en alcanzarla y agarrarla de la muñeca sin apenas esfuerzo, antes de que llegara a la salida. Esquivó sin problemas la patada que había planeado Fátima y la hizo girar sobre sí misma como si fuera una muñeca de trapo, aferrando la espalda de la joven contra él.

¿A dónde crees que vas, patito? —el Maestro sopló en la oreja de la muchacha tras susurrarle aquella pregunta, sin dejar de sonreír— Si acabamos de empezar.

La aprendiz no podría luchar contra el agarre de Andrei y tropezaría con una zancadilla que el mismo maestro de Bastión Hueco había planeado en el momento justo. La hizo girar de nuevo y la empujó para hacerla caer sobre la cama de la tienda. Fátima no podría ni hacer un intento de levantarse, pues éste se colocó encima suya con rapidez y con una sola mano la agarró de ambas muñecas, atrapándola.

Con la otra, cogió el rostro empañado en lágrimas de Fátima e hizo que le mirara, mostrando una malévola sonrisa con la que la muchacha tuvo bastante claro las intenciones de Andrei.

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¿Quizás es que nunca te ha tocado ningún hombre? —preguntó entonces, relamiéndose los labios y acercando su rostro al cuello de la muchacha, provocándole escalofríos con su aliento— Entonces eso significa que seré el primero en ver lo que hay debajo, ¿no?

» Vamos a divertirnos un rato.

Aunque hubiese gritos y súplicas por parte de Fátima, el cruel maestro no haría caso y comenzaría a despojarla de las ropas de arriba, amenazándola con que, si llamaba la atención de esa manera, Mulán acabaría por pagar las consecuencias. Pudo haber mordiscos, patadas, puñetazos, pero la aprendiz no se salvaría.

Finalmente, Andrei consiguió quitarle a Fátima la parte de arriba del uniforme. Sólo quedaba una camiseta interior por la que Andrei hizo caminar sus finos dedos.

Cuando de pronto, el maestro torció el gesto de su rostro, extrañado por algo. Pasó su mano por el pecho de Fátima y observó a la muchacha con asombro e incredulidad.

¿No será...? ¿Lo es? —cuestionó, esbozando de nuevo una sonrisa.

Sin esperar una respuesta y ante la incertidumbre, Andrei le apartó la última prenda de ropa a Fátima, dejándola completamente desnuda boca arriba.

Confirmando sus sospechas, Andrei se apartó y una desagradable carcajada salió de su boca, llevándose una mano a la frente. Cuando hubo terminado al cabo de unos segundos, volvió a agacharse a la joven para tenerla a pocos centímetros de su rostro.

Eres toda una caja de sorpresas, Láforet.

Comenzó a jugar de nuevo con su cabello y bajar a su fino cuello.

Dime, ¿qué pretendías haciéndote pasar por hombre?

» Oh, espera. Así dicho no tiene mucho sentido, ¿verdad?

Y entonces, Andrei se detuvo en el pecho de Fátima.

¿Qué pretendías haciéndote pasar por mujer, patito?

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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Suzume Mizuno » Dom Mar 09, 2014 3:24 am

Por un momento creyó que lo conseguiría. Por un momento, la embargó la esperanza de que lograría alcanzar la puerta.

Pero entonces sintió un brusco tirón en la muñeca y Andrei la arrastró hacia atrás. Fátima gritó y trató de defenderse. No tenía la más mínima oportunidad y lo sabía, pero no por ello dejó de intentarlo con desesperación. Y, sin embargo, Andrei casi la obligaba a bailar para él, manejándola como si fuera una muñeca. Cuando quiso darse cuenta, el joven se apretaba contra su espalda y la mantenía inmovilizada.

¿A dónde crees que vas, patito? —sufrió un espasmo cuando notó su respiración sobre su oreja—.Si acabamos de empezar.

Se le encogió el estómago y creyó que iba a vomitar ahí mismo.

Andrei no le dejó tiempo. La puso de cara a él y le pegó un empujón, haciéndola caer sobre la cama. El contacto con esta le provocó un grito de miedo y se incorporó como si el colchón le hubiera quemado la espalda. Pero entonces Andrei se puso sobre ella y le atrapó las muñecas.

¡Quítame las manos de encima! —gritó, revolviéndose y sin poder creer que la sujetara con tanta facilidad.

Estaba a punto de sucumbir al pánico. Había olvidado todo lo que Lyn le había enseñado de defensa personal y sólo era capaz de retorcer los brazos y tratar de alcanzar a Andrei a base de patadas o rodillazos. La desesperación se cerraba como un puño en torno a sus pulmones y cada vez se le hacía más difícil respirar. Tenía que tragar bocanadas de aire para no ahogarse en su propio miedo.

Lo peor era que sabía que debería ser capaz de hacer algo más, de resistir más. Pero la mano de Andrei parecía un maldito cepo y le cortaba la circulación de las muñecas, impidiéndole moverse. Y su presencia, su maldita presencia sobre su cuerpo la paralizaba, le provocaba un terror que no tenía ni punto de comparación con cualquiera que hubiera experimentado antes.

Andrei le obligó a mirarla y Fátima parpadeó a través de las lágrimas, que le anegaban los ojos. Al ver su retorcida sonrisa tuvo la seguridad de lo que iba a pasar a situación y creyó que se moría allí mismo.

¡No!

No, no estaba pasando. ¡No estaba pasando!

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¿Quizás es que nunca te ha tocado ningún hombre? —se agachó sobre su cuello y sopló sobre él. Se le escapó un gemido de desagrado—.Entonces eso significa que seré el primero en ver lo que hay debajo, ¿no?

Se le cortó la respiración y le miró con los ojos abiertos de par en par.

¡No!

Vamos a divertirnos un rato.

¡No lo hagas, no lo hagas!

Hasta hacía un escaso minuto su mayor temor era que alguien pudiera descubrir la verdad. Ahora lo único en lo que podía pensar era en que Andrei iba a hacerle daño. Mucho daño. Algo que jamás pensó que pudiera ocurrirle, dada su condición.

Cuando sus manos aferraron el uniforme de Fátima, ella empezó a rogar, entre chillidos y sollozos:

¡Por favor! ¡Por favor! ¡Haré lo que quieras, te lo juro! ¡Lo que tú quieras! ¡Pero para!

Andrei la ignoró y Fátima se revolvió, tratando de arañarle, de golpearle con las piernas. Cuando su resistencia se volvió lo suficientemente molesta, Andrei le espetó que bajara la voz, no fuera a tener que pagar Mulán las consecuencias.

Fátima rompió a llorar. Cada tirón de Andrei a su ropa le hacía sentir como si le estuvieran arrancando la piel.
Le arrebató entonces la parte superior de la túnica y desplazó la mano por su torso. Fátima se quedó petrificada. Nunca en su vida el contacto de otra persona le había producido tanta repulsión.

Andrei hizo una mueca de extrañeza y ella sintió un vahído, tan violento, que por un momento pensó que se desmayaría. Tuvo la impresión de estar a punto de caer por un horrible e interminable precipicio, al final del cual sólo había oscuridad.

Hasta entonces, el precipicio había estado lejos porque nadie más que ella sabía la verdad. Se había sentido a salvo. A nadie se le habría ocurrido poner en duda lo que era. Pero Andrei la había empujadohasta el filo del acantilado.

¿No será...? ¿Lo es? —y sus labios se curvaron en una sonrisa.

¡No! —gritó Fátima, sacando fuerzas para intentar coger las muñecas de Andrei y detenerle.

Pero no sirvió de nada.

Sintió la caricia del aire frío cuando le arrebató la camiseta y Fátima se cubrió con las manos. La carcajada de Andrei provocó que se encogiera. Se sintió morir.

Siempre había sabido que alguien se reiría así.

Pero aun así, no estaba preparada.

Andrei se agachó hasta que sus rostros quedaron a escasos centímetros de distancia y susurró:

Eres toda una caja de sorpresas, Laforet.

Se estremeció al sentir sus dedos por el cuello.

Dime, ¿qué pretendías haciéndote pasar por hombre?—su mano descendía por su tráquea y por su esternón. Era como el tacto de un gusano. Un gusano frío, que ensuciaba todo lo que tocaba. Un gusano que estaba destruyendo toda la mentira que había construido minuciosamente durante aquellos dos años durante los que pensó que su vida a iba a cambiar para siempre—. Oh, espera. Así dicho no tiene mucho sentido, ¿verdad?

Cerró los ojos y apretó los dientes.

«No lo digas. No lo digas. ¡No lo digas!».

¿Qué pretendías haciéndote pasar por mujer, patito?

Notó las lágrimas resbalar por las sienes y desaparecer entre su cabello. Se mordió la lengua con tanta fuerza que pudo paladear el sabor de la sangre. Cuando abrió los ojos, miró con una rabia helada a Andrei.

¿Qué crees que iba a pretender? —dijo, sin despegar los dientes, temblando por la vergüenza de haber sido descubierta y el miedo a lo que Andrei pudiera responder—. ¿Qué crees que hago vistiéndome así?

De pronto sentía que una vorágine de miedo la absorbía. Todos los recuerdos volvían a ella con tanta virulencia que le hacían daño físico.

Recordó la primera vez que se puso un vestido a escondidas, sabiendo que lo que hacía estaba mal, que era antinatural y que nadie debía descubrirlo jamás. Recordó su temor constante a que sus hermanos se enteraran de que fantaseaba con probarse bonitas faldas o a bailar de la mano de algún chico, en vez de desear empotrar a alguna fémina contra una pared. O peor, sus padres. ¿Qué habrían hecho con ella si lo hubieran sabido? No eran malas personas, pero no lo comprenderían. Nadie lo hacía. Excepto su hermano. Fue el único que la animó a buscar una vida donde pudiera ser ella de verdad. Fue el único que la llamó por el nombre que había escogido de pequeña, con el que le hubiera gustado nacer.

Y pensó que lo había conseguido. ¡Nadie lo sabía, podía ser quien quisiera sin que la miraran mal o sintiera vergüenza de cómo vestía!

Pero ahora Andrei acababa de hacer pedazos esa ilusión.

Le miró con toda la frialdad que fue capaz, a pesar de que por dentro sólo podía suplicar que ahora que sabía la verdad la dejara en paz, y le espetó, con la voz vacilante:

¿Siempre haces las cosas del mismo modo? ¿Vas y asustas, usas la fuerza y te impones a los demás?

No era diferente de los matones de su pueblo. Ni de varios de sus hermanos. Pero, a pesar de que le aterrorizaba la idea de ver miradas de asco en los demás cuando descubrieran la verdad, se permitió una pequeña sonrisa sardónica y dijo:

¿Estás satisfecho con lo que has visto? Ahora quítate de encima de una maldita vez.

Seguía asustada pero, de alguna forma, había conseguido enfriar su mente lo suficiente para pensar una estrategia que fuera más allá de llorar y suplicar.

Si Andrei, como imaginaba que haría, decidía que quería burlarse un rato de ella, Fátima le asestaría un cabezazo. Trataría de sacarse de encima a Andrei rodeándole las piernas con las caderas y empujándolo a un lado. En caso de que lo consiguiera, invocaría un Piro + y le amenazaría con él. Si no lo lograba, lo invocaría igualmente y dispararía.

En cuanto viera la oportunidad, por pequeña que fuera, escaparía.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor James Bond » Dom Mar 09, 2014 7:56 pm

Aunque no desenvainamos nuestras armas, la criatura a la que “Daisuke” llamaba Endiku me ponía nervioso. Solo con verla. El bicho nos olisqueó a Kousen y a mí nuestros pies pero no nos atacó, por suerte.

Seguimos avanzando por nuestro camino, que a cada tramo se iba haciendo más complicado. Entre Kousen y yo nos ayudamos mutuamente para poder continuar. No sin quitar ninguno de mis dos ojos de encima de la criatura a la que nuestro misterioso amigo trataba de mascota. Hubo un momento en el que nuestro amigo se adelantó a paso ligero y cuando se detuvo, el ser le pegó un buen mordisco en la pierna.

Cuando le alcanzamos, vi lo que parecía ser una entrada a una cueva.

Espero que esta no se auto-destruya...— comenté en voz baja a Kousen, recordando lo sucedido en la Cueva de las Maravillas cuando de pronto, Endiku dio un brinco y le clavó sus dientes en la pierna izquierda. Por suerte, no fue a más gracias a que “Daisuke”, le llamó—. Hay que deshacerse de este bicho cuanto antes mejor. ¿Necesitas que te curen?— le pregunté a mi herido camarada.

Así que tras obtener la respuesta de mi compañero, fuera cual fuera, nos adentramos en la cueva y tras un rato caminando, llegamos a una bifurcación.

¡Ya iba siendo hora de separarnos! ¿Qué sería de una búsqueda sin enfrentarse a laberintos o trampas? ¡Ah! ¡Pero necesito que uno de vosotros dos me acompañe! ¡No pienso ir solo adentrándome en este sitio tan poco seguro! ¡Todavía me duele la piedra que me ha caído del techo hace unos minutos!

“¿Poco seguro?” Ahora mismo lo que más poca seguridad daba era el sincorazón que llevaba rato acompañándonos, el cual parecía tener una obsesión con morder piernas. Aunque por un lado, si nos separábamos, uno de nosotros podría cargarse a aquel bichejo y hacer que pareciera un accidente.

Está bien, Daisuke. Yo voy contigo— guiñé un ojo a Kousen, me acerqué para hacer que me despedía y le dije en voz baja a su oido— deshazte cuando puedas de ese bicho.

Dicho eso, tomaría el camino que cogería el misterioso guerrero.
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Yuehito » Lun Mar 10, 2014 12:22 am

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Ni de broma.
Las sospechas de alguna relación eran falsas. Pues, tenía ganas de decir algo respecto a la chica cuando viera al verdadero Ronin, quizás en un tono de bromas. Pero aun así me quedaban algunas dudas de lo que estaba viviendo en ese instante.
Apresuré en salir de la sala mientras ambos cotilleaban lo que había comentado. Antes de poder tocar la puerta el falso maestro se adelantó para bloquear mi salida, velozmente como característica de un luchador avanzado.

¿A dónde te crees que vas?

Creo que ya lo… Necesito ir…

Te comportas de una forma muy extraña, ¿sabes? —Interrumpió

P-pero si yo, yo teng… que le quede claro que no soy un asesino como los hunos, ¡eh! —dije un tanto enojado.

Ronin, no seas rudo.

Mira quien fue a hablar —miré un tanto extrañado por el comportamiento de aquel joven. Su carácter me parecía demasiado chocante a lo que acostumbraba asimilar con el maestro.

Perdónale, es normal que te pongas nervioso y te hayas asustado. ¿Es tu primera misión fuera de Tierra de Partida?

Emm… la verdad que no… —llevé mi mano a la cabeza para rascar —tuve una hace no mucho en una torre y… ¡cierto! —detuve mi relato al acordar la promesa de no fallar de nuevo.

¿Y nos mandan a un novato?

¡¿Novato?! Anda, que me pone de malas —dije inflando mis mejillas.

¿Quieres comerte mis nudillos, Ronin?

Eileen tu si me comprender ¿No? Tu sabes a que me refiero con ir a ayu…

El sonido del mover de la puerta dejó entrar a dos nuevos personajes que no pude reconocer y que tampoco había visto antes dentro del mundo de los portadores. El primero, cuyo aspecto hablaba de hombre de guerras cuestionó mi presencia en la cabaña en que estaba con voz de mando.

Tranquilo, Li. Es un amigo. Se llama...

…Exuy —completé su frase entre la pausa que había hecho la joven.

¿Aliado vuestro y no sabéis su nombre? —dijo el otro hombre quien había mostrado un mirada seria. En su momento sentí un tanto susto entre lo confundido que andaba, pero al instante el hombre hizo un gesto de gracia — Por qué será que no me sorprende.

Ya te vale, Zhou.

Bueno, vamos a dejar de perder el tiempo. Al grano, ¿qué habéis descubierto?
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Todos los participantes en el lugar hicieron paso a sentarse cerca del fuego. Entre la confusión y lo nervioso que me ponía el pensar estar entre ellos no me dieron el tiempo necesario para pensar. Y como fue de esperar me quedé cerca de Eileen quien me ofreció un plato de sopa caliente y una manta que posó amablemente. Tenía frio y aun dolía mis extremidades y costados. Me puse cómodo para escuchar lo que querían charlar:

Se encuentra ahí dentro. No hay duda.

Entonces el ataque...

¿Ataque? —pensé

Esta misma noche

Relájate, Ronin —dijo Zhou— Si es cierto lo que nos habéis contado, hay que ir con pies de plomo. No es como enfrentarnos a los hunos.

¿No son los Hunos? ¿Entonces quién?

Aunque sigo sin poder creerlo. Que una bruja de hielo se alíe al enemigo, ¿qué le llevará a hacerlo?


¡¿Bruja?!

No lo sabemos —Dijo Eileen para dirigirme la palabra— ¿Qué es lo que opina la Orden sobre esto?

Cierto. Si te ha mandado Rayim, será para darnos una respuesta...

Con la cucharada de la sopa a medio terminar quedé observado por todos los integrantes de la reunión. Sonrojado y sin poder mover mi cuerpo intenté conciliar los conceptos que mencionaban. ¿Orden? ¿Rayim? ¿Ataque? ¿Bruja? ¿Estarían hablando de Shiva?

¿Entonces qué? ¿La capturamos? ¿O acabamos con ella directamente?

En ese instante, mientras dejaba la sopa de lado, me mantuve un rato en silencio mientras pensaba. Deduje inmediatamente que donde estaba no era el presente, un Ronin más joven, una chica que nunca había escuchado de ella, Rayim, ¿Quién diablos era Rayim y la orden? Definitivamente parecía estar en un sueño o tal vez… había viajado al pasado. ¿Cómo? Tal vez el dragón. O… Shiva, en un intento de mostrarme la …

Lo siento —dije poniéndome de pies —No me ha dicho nada Rayim… y tampoco me ha mandado... —me despojé la manta para devolverla a su dueña con una sonrisa afable —El que me mandó fue otra persona y es extraño que él no lo recuerde, pero fue Ronin.

>>No, no tu. En cierto modo, ya que el real era más… ¿Viejo? Aun no sé cómo pasó. Pero a la persona que quiero salvar está en peligro, como ya les había dicho. Y creo que si la conocen. Lo siento… creo que cargamos misiones diferentes pero los con los hunos de enemigos.

No tengo cómo probarles —dije invocando mi llave espada —pero esa bruja no me parece ser un peligro. Es más, creo que ella está en peligro. Ella…

¿No te ha mandado él? ¿Mi penitencia aún no ha terminado?

Creo que ella es ha sido manipulada por nuestros enemigos… ella… debe terminar su sentencia y ayudarnos a detener esta tonta guerra… perdónenme.

Estaba dispuesto a salir, a cumplir mi promesa que me había hecho. Les di la espalda para correr y salir lo más rápido posible, sin importar el dolor de mi cuerpo. Esperando tal vez si entre la magia de esta dimensión poder quizás duplicarme para confundirlos, no lo sé, la cabeza me daba vueltas.

¡Acaben con el verdadero enemigo, la cabeza manipuladora de los hunos! —Exclamé antes de partir al templo.
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor RedXIII » Lun Mar 10, 2014 5:28 am

Hikaru, Kousen y Moguder


¡Para, Enkidu! ¡Ay, qué pillín es! ¡Bueno, en marcha todos! Nos espera una larga caminata.

El camino se hizo tedioso para MoguDer, ya que parecía que el don de la conversación escaseaba en el grupo y el camino era largo.

Al parecer habían llegado a su destino, una extraña y, seguramente, peligrosa cueva a la cual entró el hombre pulpo sin ninguna preocupación. Su mascota, por otro lado, no parecía tener los mismos planes, se abalanzó hacia Kousen y empezó a roerle la pierna, aquel bicho tenía una extraña obsesión con las piernas al parecer, en aquel momento el Moguri se sintió afortunado por tener unas patas tan pequeñas.

El rifirrafe terminó en pocos segundos, cuando Gilgamesh llamó a su mascota y entró rápidamente a la cueva, el Moguri no iba a ser menos y se adentró guardando cierta distancia del bicho. Era algo difícil ver el camino que seguía tal y como estaba iluminado el lugar.

¡Ya iba siendo hora de separarnos! ¿Qué sería de una búsqueda sin enfrentarse a laberintos o trampas? — Esperó que lo de Trampas fuera una broma — ¡Ah! ¡Pero necesito que uno de vosotros dos me acompañe! ¡No pienso ir solo adentrándome en este sitio tan poco seguro! ¡Todavía me duele la piedra que me ha caído del techo hace unos minutos!

¡Y el otro irá con Enkidu, por supuesto! ¡Así me quedaré tranquilo y sabré que no me estáis intentando engañar, que últimamente cualquiera se fía de la gente, vaya que sí! ¡Lo sé, lo sé! ¡Los dos estáis deseando ir con él, si es que se deja querer! ¡Pero prometo que conmigo también os divertiréis, lo juro!

Está bien, Daisuke. Yo voy contigo

Kupópues entonces yo acompañaré al bicho ese — Dijo el pequeño Moguri mientras se pegaba A Kousen para estar lo máximo de lejos de aquel bicho extraño, que casi parecía que le podía comer de un mordisco.

En cuanto empezaran a caminar la gruta se pondría en contacto con Hiro por el comunicador.

KupóMoguDer llamando a Hiro ¿Me oye?

Hiro


Fuera de mi tienda.

Li, escúchame...

¡No, Ronin! Ya he tenido suficiente. No voy a perder más el tiempo con vosotros.

» Y si os negáis, llamaré a mis soldados. Tú eliges.

Si por el hubiera sido habría hecho caso omiso a las palabras de Li, e incluso habría cruzado algún que otro puñetazo con los Soldados que le hubieran obligado a salir de la tienda, pero no podía comportarse de aquella forma tan impulsiva y que no iba a servir de nada en presencia del Maestro así que hizo caso a Ronin y salió de allí con el.

Una buena historia — No era ningún consuelo para el aprendiz —, pero no deberías haberte guardado esas figuras. Y has parecido algo arrogante, ¿sabes? Hay que tener unas formas delante de gente como el general.

La arrogancia es parte de mi y un castigo a soportar — Confesó apenado.

» Pero sé que ibas con buenas intenciones. Anda, ¡te invito al Buda Feliz! ¡Pago yo! ¡Eh! ¡No me mires así!

Sinceramente no le apetecía para nada comer después de aquello, y menos fiarse de que pagaría el, pero poco podía objetar y tampoco tenía a donde ir al haber sido expulsado del campamento.

¿Qué te parece la situación de los hunos en este momento? ¿Y la del ejército?

» ¿Qué crees tú que está sucediendo?

Poco se, Hunos, un ejercito extranjero que quiere invadir este Reino ha obtenido armas por culpa de alguien, a saber con que fin — No sabía si creer la versión del Emperador, pero por si acaso no pronunciaría el nombre de aquel vil ser con cara de pastel —Y la verdad, tampoco se que pasó antes ¿Esto tiene que ver con la guerra esa de Li y su collar raro?

Se dedicó a dar sorbitos moderados al té verde.

Y dime, ¿algo interesante que contar? ¿Has descubierto algo dentro del campamento?

Creo que ambos sabemos a que te refieres, Li no tiene ni idea de decoración.

!Ah, bueno! — Sacó la dichosa figurita del Sincorazón y la dejó en la mesa —Y esto, claro, si vigilan a los Sincorazónes como al ejercito de los Hunos quiere decir que hay montones de ellos aquí y alguien que los controle, tal vez un Villano — Para desgracia era lo único de lo que se había percatado el aprendiz y considerara importante.

Por cierto ¿No estabas con MoguDer, Tosen y Hiroki?

En aquel momento recordó que había estado ignorando la llamada de MoguDer mientras estaban en el campamento

KupóMoguDer llamando a Hiro ¿Me oye?

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Como no se si hay cobertura en la Gruta lo dejo a decisión del GM
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Awards chupis:

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No hagas click aquí, despertarás a la conejita.

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Oh, no, hiciste, click, has despertado a la conejita.

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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Kousen » Lun Mar 10, 2014 9:45 pm

Gracias al cielo, aquella cosa se limitó con olisquearnos sin hacernos nada más, pero seguro que si sacábamos nuestras Llaves espada, comenzaría a armar barullo. ¿Cómo cuernos se las arreglaba Gilgamesh para estar al lado de aquel Sincorazón sin que le hubiese arrancado de cuajo el corazón? A menos que...

El camino no hacía más que volverse más complicado. El frío y el viento de las cumbres hacían que me diese dentera, y a punto estuve de descalabrarme montaña acabo cuando me sobrevino un estornudo de caballo. No me quedó más remedio que ajustarme la bufanda y maldecir aquel frío infernal.
En más de una ocasión tuvimos que ayudarnos entre Hikaru y yo, a diferencia de MoguDer, que volaba tan tranquilamente siempre que no viniese una racha de viento salvaje.

Enkidu parecía estar portándose de momento, pues se contentaba con morderle la pierna a su compañero cada vez que tenía la ocasion. ¿Acaso la tenía de palo o es que no notaba las dentelladas?
Finalmente, llegamos a la entrada a una gran cueva, que parecía decir a gritos "¡Eh, oye! ¡Tesoro legendario esperando en el interior!"

Espero que esta no se auto-destruya...— me susurró Hikaru.

Un poco distraído por la conversación, pude ver como Enkidu volvía a acercarse a nosotros y olió mi pierna para luego arrearme un mordisco de cuidado.

¡HIJO DE P...!— exclamé, sintiendo aquellos dientes clavándoseme.

Si no fuese por mi pantalón y la bota larga, seguro que me habría llegado hasta el hueso. Hice el gesto par sacudírmelo de encima de una patada y volví a aferrar el mango de mi daga, decidido a mandar a aquel bicho del sitio del que salió, cuando Gilgam--- Daisuke volvió a llamarlo a su lado, logrando que me soltase.

—. Hay que deshacerse de este bicho cuanto antes mejor. ¿Necesitas que te curen?— Me preguntó Hikaru.

Nada, no te preocupes.— gruñí, llevándome una mano a la herida. —Solo ha sido superficial, nada serio. Me haré un Cura luego si molesta...

>>Eso sí, a la próxima le arreo una patada que lo envío a Bastión Hueco.

Entramos a la cueva, y al poco tiempo nos encontramos con una bifurcación. Me olía lo que iba a pasar cuando Daisuke confirmó mis sospechas.

¡Ya iba siendo hora de separarnos! ¿Qué sería de una búsqueda sin enfrentarse a laberintos o trampas? ¡Ah! ¡Pero necesito que uno de vosotros dos me acompañe! ¡No pienso ir solo adentrándome en este sitio tan poco seguro! ¡Todavía me duele la piedra que me ha caído del techo hace unos minutos!

Está bien, Daisuke. Yo voy contigo— se me adelantó Hikaru, dándome un guiño y un susurro— deshazte cuando puedas de ese bicho.

Miré con una mezcla de repugnancia y rabia al baboso Sincorazón. Aquellos ojos en espiral suyos le daban un aspecto de atolondrado conforme a su forma de moverse, y esperaba que así se mantuviese.
Juraría que en algún libro había leído antes eso de un grupo de amigos dividiéndose, uno con un tipo enorme y otro grupo con su perro, solo que en un bosque.

Me tocaba cargar a mí con aquella mala bestia, pero al menos MoguDer se venía conmigo. Nunca venía mal compañía, siempre que no fuese un Sincorazón loco por dejarte cojo cual pirata.
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Ronda #11 - Se acerca el invierno (I)

Notapor EspeYuna » Mar Mar 11, 2014 1:11 am

Kousen y MoguDer


Gilgamesh asintió al ver que Hikaru decidía acompañarle, dejando a Kousen atrás con Enkidu, junto al peluche parlante Moguder. Le gritó desde la oscuridad a su mascota porque fuese bueno y éste se sentó justo al lado del joven.

Parecía del todo pacífico, pero al ver que el muchacho no se decidía y tardaba demasiado, hincó de nuevo sus fauces en la carne del aprendiz, esta vez y por mala suerte en su pobre trasero.

¿O lo había hecho por mero instinto de sincorazón? Quién sabe.

Si MoguDer hubiera conseguido contactar con Hiro por el comunicador, tendría que dejarlo para otro momento: Kousen le dejaría atrás, adentrándose por el camino escogido.

En unos minutos los dos se encontraron con otra apertura del pasillo rocoso. Pero una más especial y brillante a sus ojos: una gran montaña de monedas y diamantes iluminaban la triste cueva, grandes riquezas que podrían asemejarse a las del propio Emperador de China. Y entre aquel montón de oro, descansaba un cofre. ¿Qué contendría dentro?

Si cualquiera de los dos intentaban avanzar, algo surgiría de los rincones más oscuros a los que el tesoro no podía llegar con su luz: dos lobos como los que habían atacado a Exuy surgían de la cueva mostrando sus grandes fauces a los inoportunos visitantes.

Podían correr por sus vidas o intentar alcanzar el cofre.

Exuy


Exuy se disculpó por no saber nada sobre Rayim ni la Orden e intentó relatar con dificultad lo sucedido, cómo había llegado allí y que, según su manera de verlo, la Bruja estaba siendo manipulada.

Los dos nativos de Tierra de Dragones parecían bastante perdidos y no se enteraban de nada de lo que decía el aprendiz. Lo peor de todo es que la cara del joven Ronin marcaba perplejidad e incredulidad a lo que escuchaba. Seguramente pensara que Exuy había perdido la cabeza.

¿Un Ronin viejo? Tú te has dado un golpe muy fuerte, me parece a mí —dijo el joven, intercambiando una mirada con Eileen, aunque ésta en principio observaba a Exuy sin dar su opinión al respecto—. ¿No tendrás eso que se llama amnesia, no?

Exuy, sigue. Te escucho.

Eileen parecía más comprensible y escuchó con atención lo que Exuy le contaba. Éste invocó su Llave-Espada delante de los presentes y siguió opinando sobre qué era lo correcto en aquel momento. Para él, la bruja estaba siendo manipulada por los hunos, algo que había deducido Fa Zhou y que asintió completamente de acuerdo con el muchacho. Li fruncía el ceño, no muy convencido.

Al terminar, Ronin se llevó una mano a la frente, más perdido incluso que el rejuvenecido General. Sin embargo, Eileen le sonrió a Exuy y asintió:

Te creo, Exuy.

Eileen, por favor —inquirió Ronin, no muy convencido y conociendo a su amiga—. Esto es serio. ¿Vas a confiar en las palabras de un novato con graves problemas en la cabeza? Vaya manera tiene Rayim de escoger a los recaderos.

El mismo gusto para escogerte como aprendiz, ¿no?

De pronto, Ronin hizo una mueca y soltó una carcajada que recordaría al maestro de maestros que tan bien conocía Exuy. Sin duda era él de joven, sólo que era menos bromista y simpático. Pero su esencia era la misma.

Touché.

Eileen rió junto a él y, ante la duda de los presentes, Ronin dio su veredicto final:

Cuando esta niña cree en algo se cumple, por muy terrorífico que parezca. Así que no nos queda otra que confiar en nuestro compañero.

Los cinco salieron entonces de la cabaña, pensando en cuál debía ser su próxima jugada. Confiando en las palabras de Exuy, la bruja era víctima de los hunos y de algún modo la estaban utilizando. ¿Sería muy peligroso hablar con ella?

¡Ey!

El joven Ronin agarró a Exuy por ambos hombros, viendo como el muchacho se tambaleaba y perdía el equilibrio de su propio cuerpo. El aprendiz sintió de pronto un fuerte dolor de cabeza y todo comenzaba a darle vueltas.

¡Exuy! ¿Qué ocurre? —escuchaba a la joven, preocupada por él— ¡Exuy!

Entonces fue cuando la cálida voz de Eileen se perdió en la oscuridad.

Hiro


Hiro habría escuchado a su moguri hablar por el comunicador, pero quizás la conversación con Ronin le interesara más en aquel momento que atender a MoguDer.

Yo también pienso que existe conexión —confesó Ronin, jugando con los palillos chinos—. Incluso con sucesos del pasado. Y no andas mal encaminado con el hecho de que un Villano ande detrás de todo esto. ¡Obviamente, por aquel payaso loco que ya nos lo confirmó!

» Sin embargo, no dejo de pensar que algo se nos está escapando de las manos.

El maestro dejó de jugar con los palillos y estos cayeron en la mesa con un golpe seco.

Creo que alguien está moviendo hilos detrás de esto.

» Hiro, ¿de verdad no has visto nada sospechoso o fuera de lugar dentro del campamento?

Hikaru


Hikaru y Gilgamesh dejaron atrás al resto del grupo y se adentraron en el camino que el segundo había escogido. A los pocos minutos de seguir andando, se presentó ante ellos otra gran apertura de la cueva y, para sorpresa del aprendiz, alguien yacía en el suelo de la misma, inconsciente.

Era Exuy. Si el joven se acercaba a él para socorrerle, comprobaría que el muchacho estaba completamente helado y que de una de sus mejillas caía un rastro de pequeñas capas de frío hielo. Algunas cayeron cuando el muchacho recuperó poco a poco la consciencia y despertó en la cueva, dejando atrás el pasado del joven Ronin y su amiga Eileen.

Por otro lado, Gilgamesh había echado a correr hacia el centro de la cueva, donde en medio del agua había una reluciente espada brillando con gran fuerza. Pero en cuanto el hombre de más de dos brazos entró en contacto con el agua, sus pies quedaron atrapados en escarcha que surgió del agua helada.

Y de repente, Hikaru escuchó una voz que no provenía de ninguna parte en concreto.

Otro Guerrero de la Luz. Ven conmigo.


Exuy estaba muy débil y apenas podía moverse, como para mantenerse en pie por su cuenta. Pero Gilgamesh estaba en apuros al no deshacerse de la trampa en la que se había metido.

¿Cuál sería la decisión correcta para Hikaru?

Fátima


¿Qué crees que iba a pretender? ¿Qué crees que hago vistiéndome así?

Andrei seguía sonriente, escuchando a su presa con bastante interés, sin dejar de mirar su torso desnudo con descaro.

¿Cómo lo voy a saber yo? —cuestionó, juguetón— Dímelo tú, patito.

¿Siempre haces las cosas del mismo modo? ¿Vas y asustas, usas la fuerza y te impones a los demás?

De pronto, la sonrisa de Saavedra desapareció al escuchar la última pregunta de Fátima. Y en sus ojos, por una milésima de segundo, la joven pudo ver algo parecido a la humanidad que creía perdida en el muchacho.

Pero la rabia contenida por Fátima al fin explotó. Y aunque todo su plan falló en primera instancia, la joven logró alcanzar con el fuego la mejilla izquierda de Andrei. Éste, viendo a la muchacha intentando levantarse de la cama y alcanzar la salida, dejó que lo hiciera.

Aunque no la dejó escapar, divertido por tenerla en sus redes. Le bloqueó la salida con un único brazo y, por mucho que Fátima intentara abrirla o apartar a Andrei a patadas, éste lo esquivaría con una agilidad asombrosa y... terrorífica. Estaba presenciando ante sus propios ojos el poder de un aprendiz recién ascendido a Maestro, y Fátima no podía competir contra aquello.

De nuevo la aferró contra él, pero de una forma muy extraña que pudo percatar: la atrapó entre sus brazos, como si fuera un joven enamorado sin querer dejar marchar a la razón de su existencia, aunque bien sabían que la realidad difería bastante. Ante el forcejeo de Fátima, los dos acabaron frente a un espejo que había dentro de la propiedad del Maestro y Andrei, serio, se quedó mirando el reflejo de ambos.

Ante la imagen de tenerla en su poder y medio desnuda, Saavedra esbozó de nuevo una sonrisa. Si Fátima intentaba evadir la mirada, Andrei cogería sus mofletes para dirigir sus ojos al espejo.

Esto es lo que eres, Fátima —dijo, susurrándole al oído, señalando su cuerpo desnudo y dejando que se observara con detenimiento, sin soltar su rostro—. ¿Un engaño para los demás? Puede... pero como te he dicho, toda una caja de sorpresas.

» Además, ¿crees que me disgusta lo que veo? Lo haces todo más interesante, me sorprendes cada vez más. La de cosas inimaginables que aprenderías conmigo, mi querida Laforet.

Tras decir aquello, le mordió seductor la oreja. Al responder con forcejeo, una mirada de odio o el castigo del silencio, Andrei empujaría a Fátima hacia la salida.

Supongo que ya es suficiente por hoy, ¿no te parece?

El Maestro se tumbó en la cama, sin intenciones de seguir jugando con Fátima. Ésta podría escapar perfectamente de la casa del maestro sin que él la detuviera de nuevo.

Al salir, vería a lo lejos y a través de las ventanas del Buda Feliz al Maestro Ronin charlando con Hiro. Podía ir con ellos o, si quería, volver al campamento y pasar un rato más con su buena amiga Mulán.

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Re: Ronda #11 - Se acerca el invierno (I)

Notapor Kousen » Mar Mar 11, 2014 11:19 am

Viendo que Hikaru se iba con él, Gilgamesh no se lo pensó dos veces y se adentró en la oscuridad de la gruta junto a Hikaru, ordenando a Enkidu que se portase bien. Para mi sorpresa, el oscuro can le hizo caso y se sentó junto a mí.

Increíble.— observé — ¿Será posible que realmente haya logrado domesticar a un Sincorazón?

Asombrado, me quedé unos segundos mirando atentamente a Enkidu. ¿Cómo se las habría apañado? ¿Lo alimentaría de alguna forma? ¿O estaba naturalmente predispuesto a ser más manso?
Craso error. Impaciente al ver como me quedaba allí mirándolo, el perro volvió a arrearme un mordisco. Y esta vez no fue a mi pierna, sino que se vio más atraído a mis glúteos.

Con otro quejido entre sorpresa y dolor, tuve que taparme la boca al notar como hacía eco por la cueva. Molesto por el toque de atención, me sacudí al perro de encima y comencé a bajar por la cueva, esperando perderlo de vista.
Si me seguía, al menos contaba con que MoguDer me cubriese las espaldas, también por si nos seguía alguien.

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Descendiendo por las grutas hacia las entrañas de la tierra, tuve que volver a ajustarme la ropa y las mangas. ¿Era cosa mía o hacía más frío cada vez que avanzábamos?

Oye, MoguDer. —le llamé. —¿Has logrado contactar con Hiro? No me gustaría perdernos aquí dentro sin que sepan donde estamos.

Llegado cierto punto, tuve que apoyar una mano en la pared y tener más cuidado con dónde pisaba. La gruta se volvía más oscura por segundos, y sin una fuente de luz estable no era prudente lanzarse a la aventura. ¿Quién nos decía que no había una grieta por la que caernos?
Me ponía algo nervioso eso de andar a oscuras. Cualquier crujido de la roca me hacía mirar hacia las sombras en caso de que apareciese cualquier peligro. Por suerte, el trayecto parecía tranquilo... tal vez demasiado.
Y tras unos minutos, luz. Inesperadamente, pudimos observar un fulgor dorado saliendo de una de las aperturas de la cueva. Cuando pude verlo de cerca, me quedé boquiabierto.

Hostias...—musité.

Aquello parecía una auténtica cámara del tesoro como las de las leyendas. El oro y las joyas preciosas se amontonaban hasta donde alcanzaba la vista, brillando con intensidad. Seguro que si Hikaru hubiese venido conmigo, le estaría dando un ictus del puro gusto.
Sin embargo, había algo que captaba mucho más el ojo: Sobre el montón de relucientes monedas de oro, descansaba un cofre que parecía brillar con luz propia, tanto que casi parecía un farol. Inconscientemente, me encontré con que mi curiosidad me acercaba lentamente al brillante contenedor.

Pero mis oídos fueron lo primero en alertarme del peligro inminente. Luego los ví. Dos lobos que parecían cubiertos de hielo en algunas partes de su cuerpo asomaban entre las sombras, amenazándonos con sus fauces.

Era demasiado fácil. — murmuré, poniéndome en guardia.

Respiré profundamente, tratando de conservar la calma. No pensaba salir corriendo como si nada después de toda la caminata hasta allí, y menos sin saber qué se ocultaba en aquel cofre. Mi curiosidad iba a acabar conmigo, a este paso.

<<Van listos si piensan que me voy a ir por unos gruñidos.>>, pensé.

Guardianes, ¿eh? — dije, casi por instinto. Ni que fuesen a entenderme. —Y hambrientos, al parecer. ¿Lleváis mucho tiempo guardando esto?

Salir corriendo no era una opción. Iría acercándome lentamente al tesoro, listo para sacar mi daga en caso de que tratasen de atacarnos. Si así hacían, me lanzaría directamente hacia el cofre y atacaría con ella a cualquiera de los lobos que se interpusiesen en mi camino.
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor Yuehito » Mié Mar 12, 2014 7:01 am

Te creo, Exuy —dijo Eileen.

Mis pies quedaron clavados al suelo al sentir un alivio en las palabras de Eileen. Al voltear mi cuerpo, para mirar su expresión, fui inundado por su amigable sonrisa. Yo no pude evitar devolverle de la misma forma y como era de esperar Ronin salió con su habladuría.

Eileen, por favor...

Ahí va de nuevo —susurré relajando mis hombros para desinvocar mi arma.

Esto es serio. ¿Vas a confiar en las palabras de un novato con graves problemas en la cabeza?

¡Que no tengo probl…

Vaya manera tiene Rayim de escoger a los recaderos.

El mismo gusto para escogerte como aprendiz, ¿no? —Acompañé su frase defensiva con una inusual risa.

Pero Ronin, mostrando un extraño gesto, dió paso a mostrar la identidad que esperaba escuchar como maestro. No cabía duda, el Ronin de ahí era el mismo que conocía e indudablemente comprendí que había viajado a una dimensión del pasado ¿Obra de quién? No lo sabía.
Extrañamente me uní a su risa junto a Eileen.
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Cuando esta niña cree en algo se cumple, por muy terrorífico que parezca. Así que no nos queda otra que confiar en nuestro compañero.

Al instante mi cara mostró una extrema felicidad, sentí alivio y ahora tenía como único objetivo liberar a Shiva. De pronto algo extraño comenzó a ocurrir, al acercarme a la puerta donde veía a los dos guerreros alejar sus siluetas a lo lejos, comencé a percibir que mis músculos se ponían tiesos.

Un extraño escalofrío originó que mi cuerpo se entumeciera y poco a poco tomaba control de mis acciones. No podía avanzar y en el último intento de seguir mi paso tropecé y comencé a oscilar en mí caminar.

¡Ey!

¡Exuy! ¿Qué ocurre?

Caí de rodillas, mis manos ya no las sentía y mi mente comenzaba a quemar. Fue entonces que mi cuerpo se consumía en el hielo mismo. Entonces los pensamientos se me iban y un susto invadía mis emociones; donde solo retazos permanecían, de Shiva, Eileen y el joven maestro Ronin.

¡Exuy!

Ya no podía escuchar la tranquilizadora chimenea.


***

Auch, que f-f-frio h-ace —susurré.

De pronto una presencia fui capaz de notar que se acercaba a mí y cuando esta estuvo cerca hice el mayor esfuerzo por extender mis brazos y rodear su torso para sentir de cerca aquella fuente de calor. Su olor, me hizo recordar a alguien muy cercano, y con esfuerzo noté que tal persona era Hikaru.
Intentando conciliar la realidad noté que nuevamente parecía estar en aquella caverna por el sonido del vacío y la brisa helada que recorría el lugar. Luego se asomaron a mi mente la memoria del carismático lobo, la fuente y la bruja Shiva. Apenas podía abrir mis ojos ya que una escarcha dificultaba realizar su apertura y ya no me quedaban fuerzas para mover mi cuerpo, pero si para susurrar en el pecho de Hikaru.

Libera l… la b-bruja… El l-lobo… amigo… libera a S-shiv-va… El da-dag-gón ed daghon pegrido peigro Hika…— Ya mi lengua estaba congelada y sabía que seguir intentando comunicar mi mensaje sería más confuso.

Solo esperaba que mi compañero lograra salir ileso y deseaba en lo más profundo poder ayudar. Al tomar mis manos para acurrucarme en el suelo helado noté como de mi muñeca salía un accesorio de perlas. Un objeto ganado hace ya bastante tiempo y su funcionalidad la desconocía. Pero si volvía a escuchar el sonido de aquel dragón desearía con todas mis fuerzas poder usar su magia.

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Exuy se refiere a ocupar a Niños perdidos[lvl 5] invocación.
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (I)

Notapor James Bond » Vie Mar 14, 2014 2:00 pm

No tardamos mucho en llegar a lo que parecía ser la salida de la cueva. Pero lo que vi me dejó un poco impactado.

"Exuy..." pensé. Estaba tirado en el suelo, como si hubiera sido atacado por algo o alguien. Corrí enseguida a su posición y nada más tocarle, noté que su cuerpo estaba frio como el hielo.

Libera l... la b-bruja... El l-lobo... amigo... libera a S-shiv-va... El da-dag-gón de daghon peigro Hika...— mi compañero parecía estar muy mal. No podía dejarle así.

Ese fue el momento que escogió una voz misteriosa para hablarme a la mente, diciéndome: “Otro Guerrero de la Luz. Ven conmigo”.

Si algo había aprendido con las películas, era que seguir las voces no era nunca una solución buena. Y tampoco iba a dejar a mi amigo abandonado a su suerte. Pero... ¿qué podía hacer? La verdad es que no mucho. Así que decidí de quedarme junto a mi amigo, y me extrañó no ver a “Daisuke” y cuando lo encontré, vi que estaba en un lago, o estanque... o lo que quisiera que fuera aquello, le había atrapado por que no se podía mover. Lo sentía por él, pero la vida de mi amigo estaba en peligro y no pienso de abandonarle por un tesoro. No había cantidad de platines que pudieran darme para cortar los lazos de amistad que mantenía con mi amigo. Desenvainé mi espada en precaución por si alguien trataba de atacarnos, y de ser ese el caso, usaría un Perla contra quien nos atacara.
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