Re: Ronda #8 - Se acerca el invierno (I)
Publicado: Lun Feb 24, 2014 1:31 pm
El camino por el que nos llevó Daisuke era todo lo contrario a lo que deseaba hacer, teniendo en cuenta mi experiencia con las cumbre de Tierra de Dragones en mi primera visita. La nieve me congelaba los pies y a punto estuvimos de matarnos cuando nos hizo escalar una pared de piedra por la que casi me resbalo si no llego a agarrarme a una roca. A este paso mi curiosidad me iba a costar un disgusto.
Seguimos andando a través de los caminos nevados cuando de repente, escuchamos un sonido inconfundible al aparecer un pequeño portal de oscuridad. De su interior surgió una extraña criatura, un perro verde. Tanto su aspecto como la forma en que apareció no dejaban duda alguna de su naturaleza: Un Sincorazón.
Llevé una mano a mi arma, dispuesto a lanzarme contra el cánido cuando Daisuke se nos adelantó a grandes zancadas, exclamando:
—¡Enkidu, viejo amigo!
A cuadros me quedé al ver la escena que aconteció. El enorme hombre agarró al monstruo y lo abrazó con tanta fuerza que por poco lo revienta, haciendo que se le saltasen los ojos.
No solo no le había atacado, ¡estaba abrazando a un Sincorazón como si fuera de peluche!
—¡No pasa nada, socio, Gilgamesh ya está contigo!
Si ya estaba sorprendido cuando abrazó a aquella mala bestia, sentí que la mandíbula se me caía al suelo. Daisuke, o Gilgamesh, no era humano. ¡El tipo escondía varios brazos extra bajo la capa! ¿Qué era? ¿Un hombre araña?
—¡Ah, chicos, tranquilos! ¡Es mi socio! —señaló, sacándome de mi estupor—. ¡Venid, os presento!
—¿Presentarnos? ¿A... eso?— pregunté, atónito.
Por mucho que intentase explicarse, me mostraba bastante reacio a un tipo con varios brazos que abrazaba a un Sincorazón como si fuese un amigo de toda la vida. Por si fuese poco, la criatura mordía con fuerza la pierna de Gilgamesh, que intentaba sacudírselo de forma inútil.
—¡Enkidu, ahora no! ¡Estamos en público! —regañó, como si se tratase de un cachorro.—. ¡Tranquilos, no pasa nada! ¡Es inofensivo!
<<Inofensivo, y un cuerno.>> Pensé, clavando la mirada en aquellos dientes que roían los dedos del ¿hombre? como si fuesen salchichas. Un cachorrito tan adorable como para robarte el corazón... literalmente. No me hacía ni pizca de gracia andar con aquella cosa esperando a lanzarse sobre nosotros, y los brazos extra de Daisuke me dejaban serias dudas sobre su auténtica naturaleza. Detrás de aquella supuesta búsqueda del tesoro se ocultaba más de lo que sospechaba, y probablemente más de lo que podía masticar. Pero ya no había salida.
—Mejor seguirle el rollo de momento.— susurré a Hikaru a regañadientes.— Parece que le ha cogido cariño a esa cosa, y si nos la cargamos, nos mata a nosotros.
Tragué saliva, observando la fuerza de la que hacía gala nuestro "amigo". Aquellos brazos nos partirían en dos si nos hacíamos cargo de aquella mala bestia delante suya.
—Vaya, qué... simpático.— fingí, incapaz de acercar la mano para acariciarlo. Seguro que si lo intentaba, me pegaba una dentellada.
>>Por cierto, eso de Gilgamesh ¿Es un apodo?— pregunté. — Suena bastante... legendario.
Haría lo posible por mantener las apariencias y a la hora de avanzar, me mantendría todo lo alejad posible de "Enkidu". No invocar la Llave Espada sería incluso más necesario ahora, pues seguro que si lo hacía, se volvería loco al reaccionar ante ella. No pensaba quitarle el ojo de encima.
—"Como intente siguiera atacarme, el corte se lo lleva."— susurré a mi compañero aprendiz, manteniendo la mano cerca de una de mis dagas. Toda precaución era poca.
Tener un Sincorazón rondando cerca y no poder hacerle nada. No se me ocurría nada más desagradable.
Seguimos andando a través de los caminos nevados cuando de repente, escuchamos un sonido inconfundible al aparecer un pequeño portal de oscuridad. De su interior surgió una extraña criatura, un perro verde. Tanto su aspecto como la forma en que apareció no dejaban duda alguna de su naturaleza: Un Sincorazón.
Llevé una mano a mi arma, dispuesto a lanzarme contra el cánido cuando Daisuke se nos adelantó a grandes zancadas, exclamando:
—¡Enkidu, viejo amigo!
A cuadros me quedé al ver la escena que aconteció. El enorme hombre agarró al monstruo y lo abrazó con tanta fuerza que por poco lo revienta, haciendo que se le saltasen los ojos.
No solo no le había atacado, ¡estaba abrazando a un Sincorazón como si fuera de peluche!
—¡No pasa nada, socio, Gilgamesh ya está contigo!
Si ya estaba sorprendido cuando abrazó a aquella mala bestia, sentí que la mandíbula se me caía al suelo. Daisuke, o Gilgamesh, no era humano. ¡El tipo escondía varios brazos extra bajo la capa! ¿Qué era? ¿Un hombre araña?
Spoiler: Mostrar
—¡Ah, chicos, tranquilos! ¡Es mi socio! —señaló, sacándome de mi estupor—. ¡Venid, os presento!
—¿Presentarnos? ¿A... eso?— pregunté, atónito.
Por mucho que intentase explicarse, me mostraba bastante reacio a un tipo con varios brazos que abrazaba a un Sincorazón como si fuese un amigo de toda la vida. Por si fuese poco, la criatura mordía con fuerza la pierna de Gilgamesh, que intentaba sacudírselo de forma inútil.
—¡Enkidu, ahora no! ¡Estamos en público! —regañó, como si se tratase de un cachorro.—. ¡Tranquilos, no pasa nada! ¡Es inofensivo!
<<Inofensivo, y un cuerno.>> Pensé, clavando la mirada en aquellos dientes que roían los dedos del ¿hombre? como si fuesen salchichas. Un cachorrito tan adorable como para robarte el corazón... literalmente. No me hacía ni pizca de gracia andar con aquella cosa esperando a lanzarse sobre nosotros, y los brazos extra de Daisuke me dejaban serias dudas sobre su auténtica naturaleza. Detrás de aquella supuesta búsqueda del tesoro se ocultaba más de lo que sospechaba, y probablemente más de lo que podía masticar. Pero ya no había salida.
—Mejor seguirle el rollo de momento.— susurré a Hikaru a regañadientes.— Parece que le ha cogido cariño a esa cosa, y si nos la cargamos, nos mata a nosotros.
Tragué saliva, observando la fuerza de la que hacía gala nuestro "amigo". Aquellos brazos nos partirían en dos si nos hacíamos cargo de aquella mala bestia delante suya.
—Vaya, qué... simpático.— fingí, incapaz de acercar la mano para acariciarlo. Seguro que si lo intentaba, me pegaba una dentellada.
>>Por cierto, eso de Gilgamesh ¿Es un apodo?— pregunté. — Suena bastante... legendario.
Haría lo posible por mantener las apariencias y a la hora de avanzar, me mantendría todo lo alejad posible de "Enkidu". No invocar la Llave Espada sería incluso más necesario ahora, pues seguro que si lo hacía, se volvería loco al reaccionar ante ella. No pensaba quitarle el ojo de encima.
—"Como intente siguiera atacarme, el corte se lo lleva."— susurré a mi compañero aprendiz, manteniendo la mano cerca de una de mis dagas. Toda precaución era poca.
Tener un Sincorazón rondando cerca y no poder hacerle nada. No se me ocurría nada más desagradable.