Re: [Agrabah] Arenas Traicioneras
Publicado: Mié Feb 26, 2014 10:05 pm
¿Q-Que?...
Mi plan se quedó a la mitad, por no decir que apenas pude realizarlo. En cuanto golpeé al principito, un guardia que no había avistado clavó una lanza de considerable tamaño en mi costado. Aquella inesperada acción me impulsó hacia el suelo donde caí con fuerza. Hice todo mi esfuerzo por no chillar, aunque el dolor inesperado me abrumaba. Hice todo lo posible por taparme la herida con las manos, pero antes de que pudiese hacer nada, otros dos energúmenos me esposaron las manos a gran velocidad sin darme tiempo a poder librarme.
Joder vamos, piensa…
Mientras pensaba en cómo podía librarme de aquella situación, pude ver como el principito me miraba con odio, aquello no le había gustado. Tenía cara de que nunca le habían desafiado, y menos delante de toda su “gente”. Aquello me hizo esbozar una ligera sonrisa por dentro, no podía creerse que por ser un noble no podría ser tocado, ni hablar. Él podía ser golpeado y humillado tanto o más que el resto, y acababa de demostrarlo.
―¡Tu! ―me señaló el príncipe, intenté omitir una mueca de dolor por la herida que tenía—. Me las vas a pagar muy caro. ¡Guardias! Lleváoslo, quiero su cabeza como trofeo.
Pensé en responderle, pero no dudaba que alguno de los guardias me diese una ligera “reprimenda” por ello. Mi cuerpo no se encontraba en condiciones para soportar aquello, notaba mi costado arder, solo esperaba poder recuperarme lo antes posible de aquello. Aquello y, naturalmente, pensar en la manera de escapar de que me ejecutasen como acto de diversión y disfrute de aquel engreído.
Miré entre todas las personas que se encontraban en aquella sala, buscando a Saeko. Debido a que su vestuario era de lo más habitual en aquel mundo, me costaba encontrar algo que me indicase si a quien estaba mirando era Saeko. De cualquier manera, miré durante varios segundos a la que creí con bastante certeza que era Saeko, y pensé para mí mismo.
Espero que tú puedas ayudarme a salir de este lio…
Aunque sabía que no tenía nada parecido a poderes mentales, me reconfortaba pensar que quizá Saeko me ayudaría. Sabía que ella no echaría por tierra la misión, ni aunque aquello supusiese que me ejecutasen… Pero confiaba y creía en los lazos que había establecido con ella, durante todo el tiempo que la había conocido. Esperaba que si no podía ingeniármelas por mí mismo, ella me ayudase.
Dos de aquellos guardias que había allí empezaron a arrastrarme hacía el interior del palacio, quizá me llevasen a una especie de calabozo, puesto que dudaba que me fuesen a ejecutar sin el príncipe para verlo.
Mientras me arrastraban, miré sin ningún tipo de sentimiento a la multitud de criados del príncipe. Tragué saliva mientras aun me dolía la herida provocada por aquel guardia.
—¿Creéis que sois especiales? En absoluto. De la misma manera que ha dejado morir a los de allí fuera, puede que os toque a vosotros antes de lo que creéis. ¿Y pensáis que siquiera significareis algo? Para nada, os sustituirá como hará con los fallecidos aquí hoy. Para él no sois personas, sois solo criados que deben morir por el si hace falta, su carnada ante el peligro —les miré a todos con un sentimiento de melancolía y pura sinceridad mientras seguía tratando de no retorcerme de dolor—Y eso seguiréis siendo, carnada, mientras no hagáis nada al respecto.
Y cerré mi boca. Ellos podían pensar lo que quisiesen, mas la verdad era esa, y esperaba que cada uno de ellos lo estuviese pensando en su interior. Podían hacer que las cosas dejasen de ser de aquella manera, ellos decidían. Quizá una sola chispa podía bastar, para encender el fuego que cada uno de ellos llevaba dentro.
Mi plan se quedó a la mitad, por no decir que apenas pude realizarlo. En cuanto golpeé al principito, un guardia que no había avistado clavó una lanza de considerable tamaño en mi costado. Aquella inesperada acción me impulsó hacia el suelo donde caí con fuerza. Hice todo mi esfuerzo por no chillar, aunque el dolor inesperado me abrumaba. Hice todo lo posible por taparme la herida con las manos, pero antes de que pudiese hacer nada, otros dos energúmenos me esposaron las manos a gran velocidad sin darme tiempo a poder librarme.
Joder vamos, piensa…
Mientras pensaba en cómo podía librarme de aquella situación, pude ver como el principito me miraba con odio, aquello no le había gustado. Tenía cara de que nunca le habían desafiado, y menos delante de toda su “gente”. Aquello me hizo esbozar una ligera sonrisa por dentro, no podía creerse que por ser un noble no podría ser tocado, ni hablar. Él podía ser golpeado y humillado tanto o más que el resto, y acababa de demostrarlo.
―¡Tu! ―me señaló el príncipe, intenté omitir una mueca de dolor por la herida que tenía—. Me las vas a pagar muy caro. ¡Guardias! Lleváoslo, quiero su cabeza como trofeo.
Pensé en responderle, pero no dudaba que alguno de los guardias me diese una ligera “reprimenda” por ello. Mi cuerpo no se encontraba en condiciones para soportar aquello, notaba mi costado arder, solo esperaba poder recuperarme lo antes posible de aquello. Aquello y, naturalmente, pensar en la manera de escapar de que me ejecutasen como acto de diversión y disfrute de aquel engreído.
Miré entre todas las personas que se encontraban en aquella sala, buscando a Saeko. Debido a que su vestuario era de lo más habitual en aquel mundo, me costaba encontrar algo que me indicase si a quien estaba mirando era Saeko. De cualquier manera, miré durante varios segundos a la que creí con bastante certeza que era Saeko, y pensé para mí mismo.
Espero que tú puedas ayudarme a salir de este lio…
Aunque sabía que no tenía nada parecido a poderes mentales, me reconfortaba pensar que quizá Saeko me ayudaría. Sabía que ella no echaría por tierra la misión, ni aunque aquello supusiese que me ejecutasen… Pero confiaba y creía en los lazos que había establecido con ella, durante todo el tiempo que la había conocido. Esperaba que si no podía ingeniármelas por mí mismo, ella me ayudase.
Dos de aquellos guardias que había allí empezaron a arrastrarme hacía el interior del palacio, quizá me llevasen a una especie de calabozo, puesto que dudaba que me fuesen a ejecutar sin el príncipe para verlo.
Mientras me arrastraban, miré sin ningún tipo de sentimiento a la multitud de criados del príncipe. Tragué saliva mientras aun me dolía la herida provocada por aquel guardia.
—¿Creéis que sois especiales? En absoluto. De la misma manera que ha dejado morir a los de allí fuera, puede que os toque a vosotros antes de lo que creéis. ¿Y pensáis que siquiera significareis algo? Para nada, os sustituirá como hará con los fallecidos aquí hoy. Para él no sois personas, sois solo criados que deben morir por el si hace falta, su carnada ante el peligro —les miré a todos con un sentimiento de melancolía y pura sinceridad mientras seguía tratando de no retorcerme de dolor—Y eso seguiréis siendo, carnada, mientras no hagáis nada al respecto.
Y cerré mi boca. Ellos podían pensar lo que quisiesen, mas la verdad era esa, y esperaba que cada uno de ellos lo estuviese pensando en su interior. Podían hacer que las cosas dejasen de ser de aquella manera, ellos decidían. Quizá una sola chispa podía bastar, para encender el fuego que cada uno de ellos llevaba dentro.