[Bastión Hueco] Villain's Vale

Trama de Light, Hiro, Xefil, Maya, Ban y Ragun

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

Ronda #10 - Villain's Vale

Notapor Suzume Mizuno » Lun Abr 07, 2014 1:00 am

Xefil

Si de verdad es usted tan poderoso, Lord Gárland.... ¿Por qué necesitaría de Cloud o de una pelota sobrevalorada? ¿Necesita depender siempre de otros?

Gárland se volvió ligeramente hacia Xefil y emitió una profunda risa despectiva, pero no respondió a aquel inútil intento de sacarle de sus casillas. No, estaba más interesado en Ryota, cuya aura había disminuido pero que continuaba siendo el mayor peligro que había en la habitación. Sin quitarle los ojos de encima, aplastó el fragmento de cristal que había escogido, rompiendo algunas partes y, luego, se lo encajó en un hueco de la mano derecha… Que parecía expresamente preparado para albergar algún tipo de objeto. Casi al momento, los ojos del dios caído se iluminaron con una fosforescencia maligna y la atmósfera de la habitación se enrareció.

Tanto el Maestro como Nanashi se mantenían en posturas tensas, casi sin atreverse a respirar: habían percibido con demasiada intensidad el cambio en la fuerza de Gárland y no se atrevían a atacar sin antes saber… Hasta dónde había incrementado su energía aquel fragmento del cristal. Ambos intercambiaron una fugaz mirada que no necesitó de palabras y Nanashi asintió lentamente.

Entonces, el muchacho disparó un Hielo. Ryota chasqueó la lengua e hizo amago de adelantarse, pero Gárland apenas se molestó en levantar una mano y absorber el ataque mágico, al tiempo que el jovencito le daba la espalda y echaba a correr.

Mocoso impertinente…

Lo siguió con sus brillantes ojos mientras trepaba por la pared. Nanashi aprovechó para incorporarse y apuntar con su Llave Espada a la armadura, preparada para disparar en caso de que intentara atacar a su antiguo aprendiz.

Preguntabas por la hormiga. Bien, te ha tocado el premio mayor: ven y atrapa a la araña.

Las arañas no se atrapan. Se aplastan.

¡Xefil apártat…!

Nanashi no tuvo tiempo de terminar la frase. La armadura extendió los brazos hacia los lados y, con un poderoso rugido, un tornado de viento emergió de su cuerpo y se expandió como una onda expansiva, destrozando cristales, tumbando todo tipo de aparatos y lanzando por los aires a Ryota, Nanashi, Hojo… Y a Xefil lo golpeó violentamente contra la pared, tanto que se quedó mareado durante unos segundos.

Entonces se escuchó el tintineo de una cadena. De pronto, unos eslabones helados mordieron la piel de la muñeca de Xefil y de un brusco tirón, que estuvo a punto de dislocarle el hombro, lo arrojaron al suelo. Gárland, que sostenía en una mano su arma transformada, dio un brusco tirón y Xefil fue levantado del suelo. Entonces la garra libre de Gárland se cerró en torno a su garganta y lo levantó en vilo. Los dedos apretaron su cuello, asfixiándolo.

Muere.

Y Xefil se sintió morir. El oxígeno no le llegaba a la cabeza, todo daba vueltas y la su espina dorsal estaba a punto de ceder ante los dedos que se clavaban inmisericordes en su carne.

¡Ryota, por favor!

Un nuevo silbido de viento, mucho más agudo, pero igualmente agresivo, atravesó los oídos de Xefil. Si aún mantenía los ojos abiertos, alcanzaría a ver cómo el antebrazo de la armadura se quebraba y un violento corte abría grieta por la pulida superficie, provocando que el cepo suavizara su presión sobre el muchacho.

Entonces algo lo agarró por la cintura y lo arrojó hacia atrás. Lo atraparon unos finos pero firmes brazos y sintió el cosquilleo del cabello de Nanashi sobre él cuando lo depositó en el suelo y se apresuró a depositarlo en el suelo y comprobar su pulso. Luego lo ayudó a incorporarse.

Ryota se interponía entre él y Gárland. Por su postura, no debió costarle demasiado adivinar que le acababa de salvar la vida.

La armadura rió suavemente y clavó en el suelo su arma, que ahora se había convertido en una lanza.

Te arrepentirás de no haberme arrebatado el cristal. Inútil moralidad… Sabes que haber salvado al chico te costará la vida, ¿verdad?

Eso lo veremos—respondió Ryota, enarbolando su Llave Espada—. No eres el único que incrementa sus poderes por la cercanía del cristal.

En ese momento escucharon el suave resoplido de la puerta automática al abrirse y cuando Xefil y Nanashi se giraron, vieron que era Hojo… Que escapaba lo más rápido que le permitían sus viejas y débiles piernas.

No dejes que escape, Nanashi —ordenó Ryota con firmeza.

Nanashi no titubeó; se levantó de un salto y salió corriendo tras el doctor, que era el único que les podía llevar hasta Cloud… Y que si llegaba a escapar podía advertir a todos sus enemigos de dónde se encontraban los intrusos.

Xefil debía escoger qué hacer.

****



Ragun, Light, Maya, Hiro y Ban

Seymour aceptó las Llave Espada de los aprendices, las selló dentro de su vórtice oscuro y después se retiró de nuevo hacia las mesas para alternar la mirada entre los jóvenes atrapados y la figura de su líder. Entonces, Ragun se adelantó y preguntó:

¿Por qué nos consideráis una amenaza? Hasta donde yo sé, vosotros fuisteis los primeros en atacarnos.

Kefka emitió una risa histriónica y se pasó una mano por el estómago, mientras se convulsionaba de las carcajadas al escuchar aquello. Entonces miró con una furia que le pondría la carne de gallina a los tres chicos al joven y dijo con voz estrangulada:

¡Nosotros los primeros! ¡Asquerosos hipocritillas, héroes para nada! —dio una patada a una silla, que se quebró por la fuerza del impacto.

Calma, Kefka—la voz del líder arrastró las palabras con tediosidad—.Quiero escuchar lo que tienen que decir.

Kefka farfulló y fulminó con la mirada a los aprendices, que prácticamente pudieron sentir la sed de sangre que despedía el siniestro payaso.

Habías dicho que querías saber los motivos que nos impulsan a venir aquí, ¿cierto? Espero que comprendas que nosotros los aprendices no tenemos apenas información útil para vosotros ya que como en este caso, hemos sido fácilmente capturados y no se arriesgarían a darnos información que les comprometan teniendo en cuenta lo poco que os ha costado atraernos a vuestra trampa.

Carne de cañón—sentenció plácidamente Seymour.

¿Quieres motivos? Bien, hablaré gustosamente contigo . Pero, antes de eso, ¿podrías girarte y dar la cara? No acostumbro a hablar con gente que me está dando la espalda.

La voz no contestó, ni siquiera percibieron un movimiento por parte de aquellos grandes cuernos. De modo que Maya decidió hablar también, adelantándose y pronunciando en voz alta el curso de sus pensamientos:

Queréis información y nos habéis tendido una trampa.Sin embargo, nos habéis puesto muchos impedimentos para llegar hasta aquí. Gilgamesh, el tipo que daba vueltas por el pueblo, las puertas cerradas que solamente podían ser abiertas con las Llaves Objeto, y Rubicante, que seguramente nos habría atacado si no le hubiésemos intentado engañar. Por no hablar del hecho de que posiblemente podríamos habernos desviado y habernos dirigido a otra torre. ¿Esperabais "algo más" de nosotros? Pues para habernos tendido una trampa nos habéis colocado muchas piedras en el camino para llegar hasta ella, y hemos superado prácticamente todas ellas.

»¿Quieres saber qué hemos venido a hacer aquí? Te lo contaremos si es lo que quieres, pero dinos... ¿qué es lo que pretendéis vosotros?

Siguieron varios interminables segundos de silencio hasta que el líder de los Villanos Finales se decidió a contestar.

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Lo cierto es que había esperado más de aquellos que han sido entrenados para someter a los mundos, pero se ve que no todos los maestros tienen el don de enseñar —emitió un suspiro, quizás, decepcionado y continuó hablando—. Hacéis muchas preguntas y parloteáis como loros mal amaestrados, pero, al final, no decís nada. Más os habría valido guardar silencio, habríais demostrado tener más cabeza —su estómago gruñó sonoramente de nuevo y la copa, que sostenía graciosamente con una mano, desapareció tras la silla—. Pero responderé a vuestras preguntas.

»Queréis saber por qué sois una amenaza… Os lo diré. Vosotros, que os autoproclamáis «Caballeros» y que decís defender el orden de los mundos, no sois más que escoria. Imponéis leyes que sirven a vuestros intereses, pero las desobedecéis y amañáis los acontecimientos para intervenir en los mundos y manipularlos a vuestro antojo. Vosotros, heroicos Caballeros, jugáis a ser dioses sin importaros qué pueda ocurrir. Porque, al fin y al cabo, ¿quién os va a detener? No tenéis otro enemigo natural que los Sincorazón, pero ellos no son más que seres sin cerebro a los que podéis cazar si no son demasiado fuertes. Nadie puede levantarse contra vosotros, os aseguráis de que así sea. Y os da igual cuánta gente tenga que morir por el camino. Pensad, muchachitos, pensad en cuántas vidas habéis destruido en vuestras guerras y con vuestra imprudencia. Y pensad en todas las personas que todavía van a morir por vuestra culpa.

»Durante demasiado tiempo habéis vivido sin que nadie pueda deteneros los pies. Pero la tiranía no puede durar para siempre. Habéis sembrado el mal suficiente para que las acciones de la Orden se vuelvan contra vosotros. Nosotros bien sabemos lo que es sufrir bajo el despotismo de los Caballeros de la Llave Espada
.

Y, entonces, la figura se incorporó. Rodeó el trono con una larga capa ondeando a sus espaldas y avanzó, sin dejar el altar, hasta que la tenue luz de la habitación iluminó sus rasgos… Y la brillante copa de líquido rojo que sostenía elegantemente en una mano. Dio un suave sorbo.

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Y por eso, nosotros somos los que vamos a deteneros. Es algo que sólo podemos hacer nosotros, para alcanzar el verdadero Reino Final.

Entonces aquel hombre, al que algunos conocerían como El Emperador, dejó caer la copa al suelo, desparramando el contenido por las frías baldosas. Y las comisuras de sus labios se elevaron suavemente.

Ahora que ya sabéis nuestro cometido, es hora de acabar con vuestras vidas.

Y su estómago volvió a rugir.

Me parece que es hora de comer.—y clavó los ojos en Ragun, descendiendo de su altar y encaminándose, vara en mano, hacia los aprendices.

Kefka volvió a invocar un Electro +, entre risillas, y Seymour también se incorporó para flanquear a su líder.

La única salida para los aprendices radicaba en dar media vuelta y escapar por el corredor que habían atravesado pero… Sabían que la puerta estaba cerrada a cal y canto.

No había manera de escapar.

O eso pensaron hasta que escucharon unas pisadas apresuradas que resonaron en el corredor. Ban avanzaba renqueante por el mismo, con unas profundas ojeras bajo los ojos que parecían acentuarse por segundos, la tez cetrina y la mirada desenfocada. Seguramente habría caído de bruces si no fuera por la ayuda de un siniestro personajillo que le sostenía por el brazo y lo ayudaba a caminar. El acompañante de Ban se envolvía en una capa con capucha que cubría cada centímetro de su piel… A excepción de la mano que aferraba al muchacho. Una mano grotesca, oscura, terminada en afiladas garras. Poco por detrás apareció Hiro.

Vaya, vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí?

Las pupilas del Emperador se dilataron y aspiró suavemente, como venteando el aire, cuando Ban se puso a la altura de sus compañeros.

¡Amo! El muchacho ssse muere. El juguete del doctor Hojo le ha metido osscuridad en el corazón.

Kefka rompió a reír histéricamente y a señalar con un dedo a Ban.

¡Míralo, si se está muriendo! ¡No se tiene en pie!

El Emperador ladeó la cabeza y avanzó, marcando el paso con su vara, hasta detenerse al lado de Seymour y Kefka. Hizo un gesto con la mano a Ban, indicándole que avanzara. Scarmiglione le echaría una mano dándole un pequeño empujón, que hizo caer al chico de rodillas, jadeante y sin resuello. El camino hacia aquella sala, a través de escaleras y pasadizos, había sido infernal. Los sonidos le llegaban distorsionados, notaba un extraño silbido en los pulmones al intentar respirar y el frío, oh el frío, se extendía por todos los rincones de su cuerpo.

Si estás aquí es porque no quieres morir—comentó el Emperador, lacónico y esperó a escuchar la respuesta del aprendiz de Bastión Hueco—. Sólo yo puedo ayudarte. Pero, para ello, debes dejarme entrar en ti. Es la única manera o morirás—lo recorrió de arriba abajo con la mirada—. En pocos minutos, por lo que parece.

Es ya sorprendente que haya logrado llegar hasta aquí—sentenció Seymour.

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Xefil
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Re: [Bastión Hueco] Villain's Vale

Notapor Light » Mar Abr 08, 2014 3:07 am

Ragun y Maya decidieron pronunciarse, al contrario que Light. Ninguno de los dos expuso sus motivos; Ragun simplemente justificó que no tenían suficiente información que proporcionarles y Maya les pidió explicaciones de sus actos.

Lo cierto es que había esperado más de aquellos que han sido entrenados para someter a los mundos, pero se ve que no todos los maestros tienen el don de enseñar —echó un suspiro desalentador—. Hacéis muchas preguntas y parloteáis como loros mal amaestrados, pero, al final, no decís nada. Más os habría valido guardar silencio, habríais demostrado tener más cabeza —de nuevo, su estómago volvió a hacerse oír. ¿Qué clase de estómago tenía ese monstruo?—. Pero responderé a vuestras preguntas.

¿Quién es? ¿Por qué me suena tanto su voz?” apretó la mandíbula, nervioso. Light le había sugerido que les desvelara su identidad, pero su invitación había sido ignorada por completo.

Light atendería a sus palabras atentamente. Desconocía por completo los objetivos de los Villanos Finales, pero Mateus Palamecia le habló en una ocasión sobre sus razones en el Inframundo, sin darle muchas explicaciones.

"Vosotros, Caballeros. Vosotros sois nuestra causa".

A Light le pilló por sorpresa la confesión de Mateus en aquella ocasión. Ahora, escucharía una explicación mucho más detallada.

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Queréis saber por qué sois una amenaza… Os lo diré. Vosotros, que os autoproclamáis «Caballeros» y que decís defender el orden de los mundos, no sois más que escoria. Imponéis leyes que sirven a vuestros intereses, pero las desobedecéis y amañáis los acontecimientos para intervenir en los mundos y manipularlos a vuestro antojo. Vosotros, heroicos Caballeros, jugáis a ser dioses sin importaros qué pueda ocurrir. Porque, al fin y al cabo, ¿quién os va a detener? No tenéis otro enemigo natural que los Sincorazón, pero ellos no son más que seres sin cerebro a los que podéis cazar si no son demasiado fuertes. Nadie puede levantarse contra vosotros, os aseguráis de que así sea. Y os da igual cuánta gente tenga que morir por el camino —Light apretó los labios, dirigiendo una mirada cargada de odio hacia el trono donde se encontraba sentado aquel individuo. Motivos tenía de sobra para no estar de acuerdo con esa afirmación—. Pensad, muchachitos, pensad en cuántas vidas habéis destruido en vuestras guerras y con vuestra imprudencia. Y pensad en todas las personas que todavía van a morir por vuestra culpa.

El testimonio del individuo concordaba perfectamente con lo que le dijo Mateus en aquella ocasión. Light intentó ponerse en su lugar y encontrar la lógica de sus palabras, mas fue totalmente incapaz. Su abuela, una indudable defensora de Tierra de Partida —y la mujer que le educó—, jamás había opinado sobre los Portadores desde ese punto de vista. Desde que era pequeño, Ágatha Furier le había educado para ser un honorable Caballero de Tierra de Partida. Ella siempre se dedicaba a hablarle de su madre como si fuera el ejemplo perfecto a seguir: una admirable mujer de gran corazón.

¿Manipular los mundos? ¿Jugar a ser dioses? Ridículo.

A él no le interesaba nada de eso. Él simplemente seguía los pasos de sus padres, anteponiendo sus deberes de Portador a sus propios intereses. Servía con dedicación a los Maestros de Tierra de Partida y a las víctimas de los Sincorazón de cualquier mundo, protegiéndolas de sus garras. Utilizaba su poder para destruir a los Sincorazón y para que la gente pudiera vivir tranquila, como él lo había hecho durante todos estos años en Villa Crepúsculo, a salvo de la oscuridad.

Él cumplía con mucho gusto las misiones que le encomendaban y a cambio le daban la oportunidad de viajar por los mundos para encontrar pistas de la localización de sus padres. Simplemente eso.

En definitiva, Light no se incluía dentro de su descripción de Caballeros.

Durante demasiado tiempo habéis vivido sin que nadie pueda deteneros los pies. Pero la tiranía no puede durar para siempre. Habéis sembrado el mal suficiente para que las acciones de la Orden se vuelvan contra vosotros. Nosotros bien sabemos lo que es sufrir bajo el despotismo de los Caballeros de la Llave Espada.

Light vio que el hombre se levantaba del asiento y se disponía a dar la cara. Curioso, siguió con la vista cada uno de sus movimientos, deseoso de ver el rostro de aquel que se había atrevido a pronunciar esas ofensivas palabras. Sin abandonar el altar, se giró hacia ellos, desvelando su rostro.

No puede ser…

Y su identidad. Su rostro pálido y otras facciones no pudieron pasar desapercibidos ante sus ojos.

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Y por eso, nosotros somos los que vamos a deteneros. Es algo que sólo podemos hacer nosotros, para alcanzar el verdadero Reino Final.

Mateus Palamecia —confirmó, con los ojos muy abiertos. Se trataba del mismo jefe de los Villanos Finales.

Incomprensible. ¿Cómo demonios podía encontrarse allí mismo Mateus? Se suponía que estaba bien encerrado: él mismo se había asegurado de atraparlo y llevarlo ante Ronin. El Emperador había cambiado la indumentaria dorada que había vestido en la ocasión anterior, sustituyéndola por una túnica de tonos grises y violetas. Lucía ligeramente diferente, pero se trataba de él sin duda.

"Es imposible… " pensó atónito.

El sonido de la copa de vino al caer le devolvió a la realidad.

Ahora que ya sabéis nuestro cometido, es hora de acabar con vuestras vidas —anunció.

De nuevo, su hambre se manifestó a través del sonido de su estómago.

Me parece que es hora de comer.

Voy a salir.

Espera” detuvo a Gaomon a tiempo. “No salgas aún. Hasta que no se pongan las cosas realmente feas no lo hagas, por favor”.

Tiene que haber una forma de escapar.

El aprendiz comenzó a buscar con la vista una segunda puerta o una ventana que les permitiera salir de aquella sala. Desgraciadamente, no había ninguna vía de escape a la vista. Por tanto, la única salida que les quedaba era la misma entrada que habían utilizado, pero la puerta del emblema estaba cerrada a cal y canto, no podrían escapar por allí.

Tragó saliva mientras presenciaba la electricidad que empezaba a despedir el sádico payaso, dispuesto a aniquilarles. Se alejó escasos pasos para alejarse del villano y se preparó para lo peor.

Si no hacían algo sería su fin.

De repente, escuchó las pisadas de alguien que se acercaba a ellos y se volteó rápidamente para comprobar el origen de éstas.

Se trataba del aprendiz de Bastión Hueco, el chico rubio de la gabardina. Se estaba agarrando en aquel momento a un individuo de lo más extraño, cubierto completamente por una túnica marrón que les impedía examinar su apariencia. El mal estado del aprendiz era fácilmente apreciable: con solo ver su cetrino rostro y sus tremendas ojeras podían darse cuenta de que se encontraba realmente mal.

Light no pudo evitar preocuparse por él. ¿Qué le habrían hecho para que acabara así?

Vaya, vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí?

¿Les atraparon a todos también?” Hiro también entró en la sala, siguiendo a Ban y al misterioso encapuchado.

¿Y Ronin y Ryota? ¿Dónde se encontraban los Maestros que habían entrado en la torre con ellos? Light quiso preguntarle a Hiro sobre su Maestro, pero aquel no era el momento más indicado.

¡Amo! El muchacho ssse muere. El juguete del doctor Hojo le ha metido osscuridad en el corazón.

¿Qué le ha metido qué? —incrédulo, soltó una exclamación tras escuchar al siervo de Mateus. El aprendiz recordaba al científico del que hablaba el encapuchado: el mismo Hojo que había estado experimentando con la armadura de Gárland.

¡Míralo, si se está muriendo! ¡No se tiene en pie! —señalaba Kefka, riéndose de su desgracia. Una vez más, el payaso mostraba su insoportable forma de ser.

El supuesto Mateus Palamecia avanzó, posicionándose junto a Seymour y Kefka. Insistió en que el enfermo aprendiz se acercara, a saber con qué malignas intenciones.

¿Qué quiere de él? ¿Qué estás planeando?

Si estás aquí es porque no quieres morir —supuso—. Sólo yo puedo ayudarte. Pero, para ello, debes dejarme entrar en ti. Es la única manera o morirás —le examinó de arriba a abajo con la mirada—. En pocos minutos, por lo que parece.

Es ya sorprendente que haya logrado llegar hasta aquí.

Todo esto es muy sorprendente, sí. ¿Dónde está el truco, Palamecia? —preguntó Light sin más demora, con el ceño fruncido. Sospechaba que su intención fuera salvar al aprendiz precisamente—. ¿No éramos los Portadores tus enemigos? ¿Por qué estás tan interesado en salvar a este aprendiz de repente?

Tenía muy claro que debía tratarse de algo que les beneficiaría a los Villanos Finales. De todos modos Light no les detendría porque, en el caso de que los Villanos Finales no estuvieran tirándose un farol, pondría en riesgo la vida de Ban.

Tu presencia aquí no tiene sentido —hizo un breve gesto de negación con la cabeza—. Se supone que atrapamos a Mateus Palamecia aquel día en el Inframundo. ¿Cómo es posible que estés aquí?
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Re: [Bastión Hueco] Villain's Vale

Notapor Sombra » Mié Abr 09, 2014 5:27 pm

Carne de cañón—se metió en la conversación el tipo que tenía nuestras llaves espadas. Le fulminé con la mirada antes de morderme el labio con el ceño muy fruncido.

¿Quieres motivos? Bien, hablaré gustosamente contigo . Pero, antes de eso, ¿podrías girarte y dar la cara? No acostumbro a hablar con gente que me está dando la espalda. —pidió Light, sin embargo el desconocido no hizo nada por volverse hacia nosotros y dar la cara.

Queréis información y nos habéis tendido una trampa.Sin embargo, nos habéis puesto muchos impedimentos para llegar hasta aquí. Gilgamesh, el tipo que daba vueltas por el pueblo, las puertas cerradas que solamente podían ser abiertas con las Llaves Objeto, y Rubicante, que seguramente nos habría atacado si no le hubiésemos intentado engañar. Por no hablar del hecho de que posiblemente podríamos habernos desviado y habernos dirigido a otra torre. ¿Esperabais "algo más" de nosotros? Pues para habernos tendido una trampa nos habéis colocado muchas piedras en el camino para llegar hasta ella, y hemos superado prácticamente todas ellas.

»¿Quieres saber qué hemos venido a hacer aquí? Te lo contaremos si es lo que quieres, pero dinos... ¿qué es lo que pretendéis vosotros?

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Lo cierto es que había esperado más de aquellos que han sido entrenados para someter a los mundos, pero se ve que no todos los maestros tienen el don de enseñar —suspiró—. Hacéis muchas preguntas y parloteáis como loros mal amaestrados, pero, al final, no decís nada. Más os habría valido guardar silencio, habríais demostrado tener más cabeza —su estómago emitió otro enorme gruñido mientras que la copa de... vino desaparecía.—. Pero responderé a vuestras preguntas.

»Queréis saber por qué sois una amenaza… Os lo diré. Vosotros, que os autoproclamáis «Caballeros» y que decís defender el orden de los mundos, no sois más que escoria. Imponéis leyes que sirven a vuestros intereses, pero las desobedecéis y amañáis los acontecimientos para intervenir en los mundos y manipularlos a vuestro antojo. Vosotros, heroicos Caballeros, jugáis a ser dioses sin importaros qué pueda ocurrir. Porque, al fin y al cabo, ¿quién os va a detener? No tenéis otro enemigo natural que los Sincorazón, pero ellos no son más que seres sin cerebro a los que podéis cazar si no son demasiado fuertes. Nadie puede levantarse contra vosotros, os aseguráis de que así sea. Y os da igual cuánta gente tenga que morir por el camino. Pensad, muchachitos, pensad en cuántas vidas habéis destruido en vuestras guerras y con vuestra imprudencia. Y pensad en todas las personas que todavía van a morir por vuestra culpa.

»Durante demasiado tiempo habéis vivido sin que nadie pueda deteneros los pies. Pero la tiranía no puede durar para siempre. Habéis sembrado el mal suficiente para que las acciones de la Orden se vuelvan contra vosotros. Nosotros bien sabemos lo que es sufrir bajo el despotismo de los Caballeros de la Llave Espada
.

Lo dudo —respondí a toda su sarta de tonterías. Se supone que la Orden protegía los mundos, no los manipulaba, pero alguna razón tenía que tener para odiarnos a todos los que formabamos parte de los Caballeros de la Llave Espada.

Y entonces, el misterioso hombre se dio la vuelta rodeando el trono. No se le distinguía bien... Hasta que la escasa luz le bañó.

Aquel era sin duda Mateus Palamecia, algo que incluso Light confirmó cuando murmuró su nombre.

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Pero... ¿No estaba cambiado? Su cabello era rubio, no plateado y al contrario que la armadura dorada que le había visto lucir tan orgulloso, aquella vez portaba una plateada con una larga capa del mismo color con algunos toques morados. Sus cuernos parecían ser parte de su cabello, peinado de una forma extraña.

Era sencillamente imposible que él estuviese ahí. Estaba atrapado, encarcelado en la Prisión Nurgon. ¿Cómo coño era posible que estuviese ahí?

Y por eso, nosotros somos los que vamos a deteneros. Es algo que sólo podemos hacer nosotros, para alcanzar el verdadero Reino Final.

Reino Final... —repetí en un susurro—. ¿Que se supone que es eso? —dije para mí mismo.

Ahora que ya sabéis nuestro cometido, es hora de acabar con vuestras vidas —sentenció mientras su estómago soltaba otro gruñido.

Sus ojos se posaron en mí y con su vara descendió del pequeño altar acercándose. Di un paso hacia atrás intimidado

Me parece que es hora de comer.

Soy... ¡Soy venenoso! —balcuceé sin poder apartar mis ojos de los de Palamecia. Empezaba a sentirme bastante acobardado, algo que no me agradaba demasiado.

El payaso empezó a generar electricidad en sus manos mientras se reía y no había forma de salir... Lo había comprobado antes, solo podíamos irnos hacia la puerta, pero estaba cerrada a cal y canto.

Espero que sirvas de algo —alcé mi mano levemente—. ¡Mayaoshi to meiyo! —materialicé una de las dos espadas que conformaban la pareja, por desgracia con un solo brazo tan solo me era posible controlar una. Al menos si me iba a tratar de comer aquel loco canibal... Me lo llevaría por delante.

Me dispuse a esquivar cualquier ataque en cuanto tratasen de lanzar algo cuando...

La enorme puerta se abrió y unos pasos se fueron acercando. Me temí que apareciese un miembro más de aquella "asociación de imbéciles", pero no fue así.

Tambaleante, Ban se aproximaba hacia todos nosotros. Tenía unas enormes ojeras se le podría comparar con un zombie salido de alguna película o videojuego. No me habría extrañado que se desplomase en cualquier momento, pero no fue así.

Un pequeño "ser" envuelto en una capa y que no dejaba ni ver su rostro sostenía al aprendiz y ayudaba a caminar tendiéndole la mano. Una que podía definirse como "horrenda".

Al cabo de unos segundos, el aprendiz pelirrojo también apareció tras ellos.

Vaya, vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí?

Todos nos habíamos girado para prestar atención a los recién llegados.

¡Amo! El muchacho ssse muere. El juguete del doctor Hojo le ha metido osscuridad en el corazón.

¡Míralo, si se está muriendo! ¡No se tiene en pie! —señaló Kefka entre una aguda risa maniática que me puso de los nervios.

Gracias por informarnos, no lo sabíamos —murmuré para mí verdaderamente molesto por burlarse de mi compañero—. Estúpido capitán obvio...

Quise acercarme hasta donde él estaba, pero el autoproclamado Emperador se adelantó haciendo que Ban se acercase a él.

Si estás aquí es porque no quieres morir—resaltó aquel detalle con algo de chulería—. Sólo yo puedo ayudarte. Pero, para ello, debes dejarme entrar en ti. Es la única manera o morirás. En pocos minutos, por lo que parece.

Es ya sorprendente que haya logrado llegar hasta aquí—admitió el tipo transparente.

Eso no tiene ningún sentido —secundé lo que Light había dicho.

Hacía tan solo unos escasos minutos había tratado de matarnos. ¿Y ahora pretendía salvar a Ban? Algo me olía muy mal, pero no quería evitar lo que fuese que quisiesen hacer. No era mi decisión aquello y... Si de verdad iba a morir si no hacía nada —algo que me creía por el deplorable aspecto que tenía— dudaba que lo que fuesen a hacerle pudiese ser peor que eso.

Ban... —me mordí el labio. ¿De verdad estaba bien así? ¿Dejarle en manos de Mateus?

No estaba de acuerdo, pero solo podíamos aguantarnos y callar la boca. Tan solo Ban podía decidir, nadie podía hacerlo por él.
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Re: Ronda #10 - Villain's Vale

Notapor Astro » Jue Abr 10, 2014 2:23 pm

"Esto no puede ser real... Por favor, que no lo sea..."

Guiado, e incluso en ocasiones casi arrastrado por el espeluznante Scarmiglione, Ban avanzó lentamente por la torre, sin mostrar duda y sin abrir la boca para nada.

Simplemente, avanzaba.

Pero cada paso era una tortura. Cada respiración, cada segundo de vida desde el ataque, incluso parpadear resultaba una auténtica pesadilla. Y lo peor de todo era el frío. Se extendía por todo su cuerpo poco a poco, sin detenerse, congelándole desde dentro.

En más de una ocasión el chico estuvo a punto de rendirse. La oscuridad le consumía más y más, y no parecía que llegaran nunca hasta el líder de los Villanos. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que salieron del laboratorio? ¿Una hora? ¿O sólo habían sido cinco minutos? No estaba seguro. La cabeza le daba vueltas y vueltas, y ni siquiera podía recordar el camino que habían tomado. Escaleras hacia arriba, escaleras hacia abajo, corredores eternos... ¿Llegarían a tiempo?

Por suerte, Ban no se detuvo. Siguió andando sin mirar atrás, peleando por sobrevivir. Él no moriría allí, y mucho menos de esta manera... Pero tenía tanto frío...

Finalmente, el guía y el moribundo aprendiz llegaron a un corredor donde el chico pudo escuchar voces. Dentro de lo que pudo, eso hizo que se le encendiera un poco la mirada. ¿Ya habían llegado? ¿Le iban a salvar de verdad? Avanzaron por el pasillo, hasta encontrarse con peculiar escenario: una gran sala circular, con una mesa en el centro decorada con motivos de rosas.

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Pero lo que más sorprendió a Ban fueron las personas que se encontraban allí presentes: Ragun, Light, y la niña de pelo rojo, junto con tres extraños que, por su aspecto, fácilmente podían ser los Villanos de la torre, o alguno de sus sirvientes.

Vaya, vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí?

"Esto no... Por favor, no..."

Scarmiglione arrastró a Ban hacia delante, haciendo que el chico pasase al lado de los otros aprendices, a quienes ni siquiera miró. Simplemente, no pudo. No soportaba la idea de que nadie le viera así, y mucho menos que nadie viera lo que tendría que hacer para salvarse. ¿Por qué estaban allí? No era justo.

A partir de ese momento, todo fue un poco confuso. Los oídos de Ban le pitaban, y le costaba oír con claridad. Le pareció que Scarmiglione hablaba, seguido de unas risas histéricas y de varios gritos de los otros aprendices, pero no llegó a entender nada con claridad. Tampoco se esforzó en conseguirlo, pues la situación cada vez le superaba más. Las lágrimas no dejaban de salir de sus ojos, y el chico no podía parar de tiritar de frío. Pero allí había demasiada gente... ¿Y si todo era un engaño e iba a morir de verdad...?

De pronto, Ban sintió un empujón que le hizo caer al suelo de rodillas. Cuando levantó la cabeza, observó que uno de los extraños, con un pelo plateado que recordaban cuernos y una capa morada sobre sus hombros, se plantaba frente a él vara en mano.

Si estás aquí es porque no quieres morir—Ban tuvo que esforzarse para entender lo que el hombre decía.

N-no... No quiero mo-morir... —consiguió decir el rubio, reprimiendo un sollozo.

Sólo yo puedo ayudarte. Pero, para ello, debes dejarme entrar en ti. Es la única manera o morirás. En pocos minutos, por lo que parece.

El pequeño Oswald se quedó todavía más paralizado, intentando comprender lo que acababa de escuchar. ¿Había escuchado bien...? ¿Quería meterse dentro de él...? Aquello no podía ser nada bueno, nada en absoluto.

Es ya sorprendente que haya logrado llegar hasta aquí—añadió el tercer extraño.

Incluso en su estado, Ban pudo notar que todas las miradas de los presentes en la sala estaban clavadas en él. Y el chico no lo soportaba. Estaba a punto de estallar, presa del pánico. Los demás aprendices hablaban a su espalda, algunos dirigiéndose al hombre de la capa.

Ese momento para pensar, para reflexionar mientras ellos hablaban, fue breve pero suficiente. Porque el frío era cada vez más intenso, y respirar cada vez más difícil. La oscuridad estaba ganando la batalla, y Ban haría cualquier cosa para evitar que eso sucediese.

Aunque eso supusiera hacer un pacto con el Diablo.

H-haz lo que quieras conmigo, y-yo... Yo solo... —el joven de Villa Crepúsculo no pudo evitar que se le escaparan varios sollozos mientras hablaba—. No quiero morir...

»P-por favor... Ayúdame...
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Re: Ronda #10 - Villain's Vale

Notapor Zodiark » Vie Abr 11, 2014 12:02 am

No sé a qué Caballeros de la Llave Espada habréis conocido —respondí al discurso del líder de los Villanos—, pero nosotros no somos así en absoluto. No me hice aprendiza de la Llave Espada para someter mundos, sino todo lo contrario, para ayudar a salvarlos y mantener la paz en ellos. Mi sueño es ser poderosa para poder proteger mi mundo natal.

>>No somos nosotros los que hemos secuestrado a un inocente con el objetivo de utilizarlo para resucitar a alguien, ¿sabes? Y aun así, ¿seguís intentando parecer los buenos? —dije con una sonrisa pícara, intentando hacerle ver lo hipócrita que me parecía todo su discurso.

Me quedé mirando al Emperador, esperando su reacción. Me costaba creer que fuese realmente él, después de haber visto que fue capturado y encerrado, pero, por otra parte, parecía algo cambiado, era más... siniestro.

Ahora que ya sabéis nuestro cometido, es hora de acabar con vuestras vidas. Me parece que es hora de comer.

El líder de los Villanos Finales descendió de su trono y caminó hacia nosotros, y Kefka y Seymour también se prepararon para atacarnos. Esperaba lo peor, pero no iba a dejar que el miedo se apoderase de mi corazón, me quedé quieta en el lugar, mirándolo seriamente, intentando no cambiar mi expresión facial para mantenerme fuerte. Si veían que teníamos miedo, sería todo mucho peor.

Pero no pude resisitirlo. Cuando pensaba que no había salida, que todo acababa allí, cerré los ojos, cabizbaja, y apreté los puños, esperando mi final. Mi viaje como aprendiza terminaría allí. No había salida, no había forma de luchar, sólo me quedaba resignarme y esperar a que todo llegase a su fin. No había conseguido encontrar a mi abuelo, no había logrado rescatar a Cloud, no había logrado hacerme más fuerte para defender mi hogar... Al menos, había mostrado valentía al final, y no iba a morir humillada por aquellos hombres...

Pero, cuando pensaba en todo eso, algo me hizo abrir los ojos y ver que no todo estaba perdido. Unos pasos que provenían del corredor por el que habíamos llegado interrumpieron el inminente ataque de los Villanos Finales. Al girarme, vi al chico rubio insoportable de Bastión Hueco caminando a duras penas, con muy mala cara, siendo ayudado por un misterioso hombre envuelto en una capa marrón, ambos seguidos de cerca por Hiro.

"No puede ser... ¿Les han capturado también? ¿Dónde están los maestros?"

Vaya, vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí?

¡Amo! El muchacho ssse muere. El juguete del doctor Hojo le ha metido osscuridad en el corazón.

Miré al chico, preocupada. No me caía bien, pero obviamente no le deseaba algo así. Además, que él estuviera así significaba que los maestros tampoco debían estar bien. Miré a Hiro, pero él parecía no haber sufrido el mismo destino que Ban.

¡Míralo, si se está muriendo! ¡No se tiene en pie! —rió el payaso, burlándose del joven.

Miré a Kefka, furiosa. Deseé volver a tener el aparato de las descargas eléctricas que me dio Ronin una semana atrás para cerrarle el pico de una buena vez.

Si estás aquí es porque no quieres morir. Sólo yo puedo ayudarte. Pero, para ello, debes dejarme entrar en ti. Es la única manera o morirás. En pocos minutos, por lo que parece.

Es ya sorprendente que haya logrado llegar hasta aquí. —intervino Seymour.

¿Meterse dentro de él para sanarle? ¿Qué decía, por qué querría salvar a uno de los "Caballeros" que tanto odiaba, y mucho menos de esa forma tan extraña? Era obvio que tramaba algo, y no algo bueno.

Todo esto es muy sorprendente, sí. ¿Dónde está el truco, Palamecia? No éramos los Portadores tus enemigos? ¿Por qué estás tan interesado en salvar a este aprendiz de repente?

Asentí con la cabeza ante las palabras de Light. Estaba claro que aquello no iba a acabar bien, y aunque no soportase a aquel chaval teníamos que hacer algo, era nuestro compañero en aquella misión, no podíamos dejar que le utilizasen como hicieron con Cloud.

Tu presencia aquí no tiene sentido. Se supone que atrapamos a Mateus Palamecia aquel día en el Inframundo. ¿Cómo es posible que estés aquí? [/quote]

Es cierto, yo misma te vi encerrado en una celda. Es imposible que lograses escaparte sin que Ronin se diera cuenta... A menos que... —me quedé pensativa unos segundos, cabizbaja, y dirigí mi mirada de nuevo a Palamecia—. Tú fuiste quien me nombró Villain's Vale. Era un truco, ¿verdad? Un truco para hacernos venir aquí.

H-haz lo que quieras conmigo, y-yo... Yo solo... —intervino entonces Ban—. No quiero morir...

»P-por favor... Ayúdame...

Negué con la cabeza, impotente. No quería que el chico hiciera eso, sólo iba a ser utilizado por el líder de los Villanos Finales, ¿pero qué otra alternativa tenía? Intenté pensar en otras soluciones, pero no se me ocurría nada, le habían inyectado oscuridad y se estaba muriendo, por mucha magia curativa que yo conociese no iba a poder combatir aquello. No tenía más remedio que ver qué hacía Palamecia y esperar.
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Re: [Bastión Hueco] Villain's Vale

Notapor RedXIII » Vie Abr 11, 2014 1:23 am

Hiro siguió tanto al hombre encapuchado como a Ban, el cual parecía estar cada vez peor, el aprendiz pensó en ayudarle varias veces a recobrar su rumbo, pero su mal carácter y modales habían hecho que el desprecio del aprendiz aflorara, estaba dispuesto a ayudarle, pero si el lo pedía.

Los pasos resonaban por aquel lugar, haciendo eco de la desgracia y mostrando como los torpes y forzados pies de Ban hacian un gran intento por seguir adelante.

El camino terminó al llegar a una pintoresca sala donde parecía haber bastante ajetreo, y cuanto ajetreo, sus compañeros se encontraban ahí, enfrente de aquel que tanto había buscado y anhelaba capturar.

Pf, os han pillado a todos menos a mi, mantas — Soltó una breve sonrisa y presumió de un logro moral para si mismo.

Vaya, vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí?

¡Amo! El muchacho ssse muere. El juguete del doctor Hojo le ha metido osscuridad en el corazón.

¡Míralo, si se está muriendo! ¡No se tiene en pie!

Ahí estaba, Kefka, no eran pocas las ganas del aprendiz de saltarle encima y meterle una somanta de palos pero tenía que resignarse a estar ahí de pie, observando sus estúpidas reacciones mientras reía como un idiota, se sentía tan impotente que no podía evitar apretar los puños de la rabia que le recorría todo el cuerpo.

También se encontraba Seymour, el mago estrafalario que traicionó la confianza de Maya en el Inframundo y casi condena a ambos a vivir por siempre bajo tierra.

Si estás aquí es porque no quieres morir. Sólo yo puedo ayudarte. Pero, para ello, debes dejarme entrar en ti. Es la única manera o morirás, en pocos minutos, por lo que parece.

Es ya sorprendente que haya logrado llegar hasta aquí

H-haz lo que quieras conmigo, y-yo... Yo solo... No quiero morir...

»P-por favor... Ayúdame...[/quote]

Hiro permanecía allí, cerca del camino por donde había venido, observando la escena mientras la colilla de su cigarro caía sin control al suelo. Había una buena en el lugar y seguramente ya eran todos conscientes de su infiltración, podría intentar volver de forma disimulada por donde vino pero ¿Y si intentaban pararle? No era rival para unos enemigos tan fuertes, y menos todos juntos, podía confiar en que la atención prestada hacia Ban fuera suficiente para que pudiera intentar volver hasta el laboratorio donde el Maestro luchaba y poder contarle lo que pasaba y con algún poco de suerte cumplir su misión y llevarse al pelorubio, dejando a su suerte a los que habían sido pillados, o dejarse llevar por sus impulsos e intentar capturar al psicópata de Kefka.

Su decisión fue intentar volver con el maestro, vigilando su espalda para que nadie le atacara mientras se iba.
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Re: [Bastión Hueco] Villain's Vale

Notapor Zee » Vie Abr 11, 2014 7:47 pm

Maldije entre dientes cuando el hombre de la armadura sólo se burló de mí con una profunda risa. No esperaba que mi intento de provocación lo ofendiera, pero esperaba que al menos su orgullo lo obligase a lanzarse contra mí para cerrar mi impertinente boca. Sin embargo, no me prestó mayor atención que aquella leve carcajada.

Y eso me hizo gruñir. No me agradaba que las cosas no saliesen según el plan.

Me hizo sentir todavía peor que Gárland aplastase el orbe de cristal y pareciese añadirlo en un apropiado hueco de su armadura. ¿Habría sido diferente el resultado de haber intentado yo lo que había pensado en un principio; si hubiese aparecido a un lado suyo para arrebatárselo?

No sabía si tenía sentido pensar en ello. Pero viendo que a cada segundo Gárland parecía hacerse más poderoso, era complicado no imaginar escenarios hipotéticos en los cuales las cosas, tal vez, habían salido diferentes.

Fue entonces cuando llegó mi segunda provocación. El ataque físico fue más efectivo que el verbal, especialmente después de que hubiese echado a correr por las paredes. Esta vez sí, Gárland se lamentó por mi actitud y me siguió con la mirada mientras trepaba por el muro.

Mocoso impertinente…

Exacto, exacto —le apremié en silencio—. Ven, ven por mí.

Tragué saliva. No me agradaba ser señuelo, pero si eso le daba la oportunidad mínima a los Maestros de atacar...

Las arañas no se atrapan. Se aplastan.

Extendí mi arma al frente en posición de guardia, preparado para apartarme del ataque en el último segundo. Para eso, sin embargo, tenía que quedarme perfectamente quieto, observando con atención completa a mi oponente para conocer su ataque y ser capaz de hacerme a un lado de manera eficiente.

¡Xefil apártat…!

Sin embargo, subestimé a Gárland. Su ataque sencillamente no podía ser esquivado, no cuando el cristal había aumentado tanto su poder. De sus manos apareció un enorme y poderoso torbellino, el cual arrojó por los aires a todos los presentes. En mi caso, como no podía caer en la misma dirección, el hechizo me arrojó a "mi suelo" y me aplastó contra él, aturdiéndome debido al fuerte golpe.

No tuve tiempo de recuperarme cuando una de las cadenas de Gárland me atrapó por la muñeca. Tiró de ella con tanta fuerza que mi hechizo no fue capaz de resistir, desgarrándose así la conexión gravitatoria que me mantenía unido al muro. Caí con todo mi peso y más al suelo, del cual fue pronto levantado con otro fuerte tirón que estuvo a punto de dejarme hecho un Ragun. Por segunda vez en el día, Gárland decidió demostrar su superioridad al levantarme con una sola mano, esta vez apretando con fuerza mi garganta.

Muere.

Primero sentí dolor, claramente ocasionado por el fuerte agarre y por el estrés en mis músculos del cuello, el cual sostenía mi peso entero. Luego vino el mareo y el aturdimiento cuando la sangre dejó de subir apropiadamente por mis carótidas, acercándome cada vez más a la inconsciencia. Parecía que mi mente gritaba, al mismo tiempo que mis pulmones, que amenazaban con colapsar debido a la falta de aire. La mano de Gárland comenzó a apretar con más fuerza, lastimando mis cervicales y mi frágil tráquea, amenazando con partirlas a la mitad antes de que pudiese siquiera morir por asfixia.

No podía siquiera gruñir.

Fue entonces cuando hubo otro silbido provocado por el viento. El antebrazo de Gárland se agrietó, como si algo invisible hubiese hecho un preciso corte en la superficie de la armadura. Y aquello fue suficiente para que el apretón del hombre disminuyera un poco, sólo un poco, pero lo suficiente para que alguien más pudiese liberarme.

Hubo un nuevo tirón, pero éste me apartó del fatal agarre de la armadura. Volví a caer al suelo, aunque esta vez los brazos de Nanashi amortiguaron un poco mi caída. Sentí sus delgados dedos y sus uñas haciéndome cosquillas en el cuello, intentando sentir mi pulso. Como si no fuese posible sentirlo, con lo rápido que me latía el corazón...

Lo... siento... —quise excusarme con apenas un hilillo de voz, más similar a un débil silbido que a una disculpa —. Quería distra... para que... el Maestro... distraerlo para... —no pude siquiera terminar la frase. El simple hecho de intentar pasar aire por la garganta me quemaba como mil demonios, y mi cabeza apenas estaba volviendo a acostumbrarse al mundo real, tras volver a recibir su preciado oxígeno. El suelo bajo nosotros parecía moverse y un molesto pitido en mis oídos no desaparecía.

Te arrepentirás de no haberme arrebatado el cristal. Inútil moralidad… Sabes que haber salvado al chico te costará la vida, ¿verdad?

Sentí que la ira se encendía en mi pecho como una llama. Ryota me había salvado la vida, incluso cuando no tenía esa obligación, cuando yo acompañaba a Ronin... me había rescatado junto con Nanashi. Y me molestaba que Gárland insultara por ello. Quería demostrar que haberme salvado no era una equivocación, que podía significar algo en esa batalla, que podía luchar todavía. Pero seguía siendo tan débil, y Gárland tan poderoso... ¿Cómo podía demostrarlo, entonces?

Intenté ponerme de pie, con un esfuerzo titánico. Mi cuerpo respondía como una marioneta, débil, flácido e impreciso.

Eso lo veremos—desafió el Maestro—. No eres el único que incrementa sus poderes por la cercanía del cristal.

La puerta a nuestras espaldas se abrió con un débil silbido que, desgraciadamente para el fugitivo, no pasó desapercibido. Torpemente intenté darme la vuelta, pero mi cabeza todavía se balanceaba de un lado a otro, demostrando lo atontado que seguía.

No dejes que escape, Nanashi —ordenó Ryota, dirigiéndose a su compañera. La Maestra se levantó al instante y salió corriendo detrás de Hojo, que era quien había escapado por la puerta.

Yo... y-yo... m-mierda... —extendí la mano al frente, dándome cuenta que había perdido la Llave-Espada en algún momento, y advertí entonces que las extremedidades me temblaban.

¡Muévete, muévete, haz algo!

No supe si aquella era mi propia conciencia o la de la Bruja, pero igualmente me impulsó a iniciar una nueva carrera. Casi sin pensarlo, seguí a Nanashi, sintiendo mis primeros pasos torpes y desequilibrados, costosos; pero conforme seguí corriendo, mis músculos tomaron las riendas por sí solos y, afortunadamente, mi cabeza pareció agradecer el aumento de mi respiración, puesto que mis sentidos comenzaron finalmente a aclararse.

Pronto ya me encontraba corriendo a toda velocidad detrás de Nanashi y Hojo. Más que la primera, al segundo, al que debíamos atrapar antes de que pudiese advertir a los demás residentes de la fortaleza. Tenía que alcanzarlo de cualquier manera; allí sería más útil que luchando contra Gárland, quien ya había estado a punto de matarme.

Deslicé una mano a mi cinturón, saqué el último Éter que me quedaba y me lo bebí de un trago, sin detener mi correr. Si lograba alcanzar al científico en mi campo visual, si me acercaba lo suficiente a él, entonces usaría mi hechizo preferido, Elusión Mágica, para teletransportarme justo a unas pulgadas por encima. Si mis cálculos salían bien, podría atraparlo desde arriba, obligándolo a caer al suelo al apoyar todo mi peso sobre sus hombros, deteniendo así su huida.

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Ronda #11 - Villain's Vale

Notapor Suzume Mizuno » Vie Abr 18, 2014 11:55 pm

Xefil

Xefil dio alcance a Hojo gracias a su Elusión Mágica, que le permitió derribar al científico e inmovilizarlo. Pero le costó quedarse encerrado con él en el ascensor con forma de jaula que había visto anteriormente, al entrar por la terraza de la torre con Nanashi, y que lo trasladó a otra de las torres. Tuvo que esperar a su Maestra mientras el hombre refunfuñaba y maldecía en voz baja, negándose a responder a ninguna de sus preguntas. Cuando Nanashi llegó, enarboló su Llave Espada y siseó:

¿A dónde ibas? ¿A avisar a tus amos?

Pues claro. ¿A dónde iba a ir?

Dime, ¿dónde ocultáis al chico que habéis secuestrado?

Hojo hizo una mueca de desagrado.

Ah, ese chico. Estaba en mi torre, pero ahora supongo que estará muerto. Estaba reaccionando mal a los experimentos y tuve que pedirle que hiciera de cebo cuando vino ese tuerto… Además, no he podido llegar hasta el Cristal, así que de todas formas no sobrevivirá. ¡Maldito Gárland! ¿En qué estaba pensando al partir mi cristal?—farfulló con rabia.

Nanashi miró un momento a Xefil y luego puso el filo de su Llave Espada contra la garganta de Hojo, que le sostuvo la mirada con frialdad. La mujer entrecerró los ojos y pensó un minuto que se volvió casi eterno antes de decir:

Llévanos.

Hojo arqueó una ceja.

Moriréis. Creía que los Caballeros teníais más instinto de conservación, pero veo que no.

Tú tampoco pareces tener mucho—Nanashi aumentó la presión de su arma.

De acuerdo, ¡de acuerdo!

Si Xefil le preguntaba a Nanashi en qué diablos estaba pensando mientras aferraba los brazos del hombre y lo obligaba a caminar, la Maestra respondió con severidad:

Ryota es perfectamente capaz de apañárselas solo. Lo mismo con Ronin. Pero dudo que tus compañeros puedan hacerlo. Y he de cuidar de Ban —entonces clavó sus ojos en la nuca de Hojo y dijo con voz afilada—: ¿Qué clase de magia tiene ese cristal? ¿Y por qué lo ha destruido Gárland, si es vuestro compañero?

Hojo trató de revolverse, pero Nanashi se limitó a apretar los dedos sobre las frágiles muñecas del hombre y la resistencia desapareció de súbito.

Es un cristal que hice que mis subordinados buscaran después de leer sobre él en unos libros. Como has visto, incrementa el poder de los afines al aire y… Es una fuente incomensurable de energía. No sé cómo esa mala bestia ha sabido de su existencia, pero me parece que sus propósitos deben ser los de asimilar parte de ese poder. ¿Tan segura estás de que tu amigo va a sobrevivir?

Calla y camina—espetó Nanashi.

En sus ojos podía leerse el miedo.

****


Sala del Trono

Todo esto es muy sorprendente, sí. ¿Dónde está el truco, Palamecia?¿No éramos los Portadores tus enemigos? ¿Por qué estás tan interesado en salvar a este aprendiz de repente?

Kefka rió malévolamente pero, por una vez, no dijo nada. Se limitó a seguir haciendo malabares con su Electro +, cuidándose de no achicharrarse.

Tu presencia aquí no tiene sentido —continuó Light—. Se supone que atrapamos a Mateus Palamecia aquel día en el Inframundo. ¿Cómo es posible que estés aquí? [/quote]

Kefka hizo una pedorreta intentando no estallar en carcajadas. Mateus ladeó la cabeza y emitió un suspiro de exasperación.

¿Acaso no tienes ojos? Estoy aquí porque no me habéis capturado. Pero saber que vosotros fuisteis los responsables.

H-haz lo que quieras conmigo, y-yo... Yo solo... No quiero morir... —dijo entonces Ban, atrayendo la atención del Emperador.

»P-por favor... Ayúdame...

El hombre asintió lentamente. Sin más ceremonias, se adelantó hasta quedar a escasos centímetros del chico y se arrodilló a su lado, usando su vara como soporte.

No olvides que he sido yo quien te ha salvado.

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A continuación, todos los aprendices vieron algo espantoso. Las suaves y nobles facciones de aquel hombre se distorsionaron, se afilaron y tornaron agresivas, violentas, deformes.

Hasta conformar el rostro de un demonio de brillantes ojos amarillos.

De pronto Ban sintió algo muy afilado y doloroso atravesándole el pecho: cuando mirara hacia abajo vería que una de las manos blancas de Palamecia, terminadas en largas uñas negras, se había vuelto completamente oscura, hasta adoptar más bien la forma de una garra.

Y le habían penetrado el pecho hasta la muñeca. Era como si en su piel se hubiese abierto un agujero negro que descargaba vibrantes ondas de oscuridad a su alrededor mientras el Emperador hurgaba en su pecho. Y dolía, dolía. ¡Dolía muchísimo!

De un brusco tirón, el Emperador se incorporó y Ban cayó sin fuerzas a sus pies.

Sobre la palma de la mano, sostenía un corazón rojo, pálido, surcado venas de oscuridad y a punto de apagarse.

Palamecia miró a los aprendices y una ligera sonrisa asomó a sus labios antes de que su faz se volviese tan impenetrable como siempre. Aplastó el corazón entre sus dedos y se lo llevó a la boca para arrancar un pedazo.

Ban pudo ver cómo el Emperador devoraba su corazón al tiempo que su conciencia se diluía…

****


Ban

Despertó rodeado de luz y oscuridad. Durante unos primeros momentos, no fue capaz de reaccionar, ni de comprender dónde estaba o qué ocurría. Sin recordar nada, se incorporaría al escuchar unos pasos.

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Estaba en una grandiosa plataforma de superficie suave y cálida. Con vivos colores, aparecía él mismo representado en ella, así como las personas más importantes para él. Pero había partes surcadas por una negrura que casi parecía viva, que horadaba la plataforma como un monstruo hambriento y que se extendía por momentos.

Sus ojos se detuvieron sobre una figura que identificó, con un desagradable sentimiento, como un intruso. Alguien que no debería estar allí. Alguien que había invadido su más recóndita intimidad.

El Emperador, Mateus Palamecia, estaba allí, observándole en silencio.

Ante las posibles preguntas de Ban, el hombre posó el extremo de su vara en la superficie de la plataforma y la arañó, provocando que el chico se estremeciera al experimentar una ligersa punzada de dolor.

Este es tu corazón. Y ahora me pertenece —señaló hacia la oscuridad que trataba de abarcar toda la plataforma, de partirla y llegar a su núcleo—. A cambio de librarte de esa oscuridad, me lo has entregado a mí.

Entonces el Emperador se metamorfoseó.

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Y Ban reconocería la sensación que provocaba aquel ser.

La sensación de estar enfrentado a un Sincorazón.

El Emperador alzó su vara y la clavó en la plataforma, quebrándola. Innumerables grietas se extendieron rápidamente entre cristalinos chasquidos de agonía en todo un sector de su corazón. Ban sintió un insoportable dolor, como si le hubieran atravesado el pecho con una daga.

Una parte del borde de su corazón se partió y se precipitó al vacío.

Y Ban comprendió que aquell no había hecho nada más que empezar.

****


Sala del Trono

Kefka y Seymour se plantaron delante de su líder, mientras Scarmiglione se apresuraba a apartarse, e impidieron cualquier intento de los aprendices de detener al Emperador mientras devoraba el corazón de Ban con lentitud.

¡¡Sois los siguienteeeeeeeeees!!—chillaba Kefka, desconsido—. ¡A dónde te crees que vas, chucho pulgoso!

Arrojó su Electro + contra Hiro, que trataba de irse disimuladamente a pesar de que todos los Villanos lo habían visto, y le acertó en pleno pecho a pesar de sus intentos por impedirlo. Hiro salió despedido por los aires y acabó tumbado en medio del pasillo boca arriba.

Mateus terminó por fin, se lamió los labios y torció un poco el gesto.

Demasiada oscuridad. Una lástima. Habría podido ser muy sabroso—A sus pies, el cuerpo de Ban se desvanecía por momentos. Pero el Emperador puso una bota sobre su hombro y dijo—:No, no te irás

Sus ojos emitieron un resplandor dorado y el muchacho se volvió corpóreo por completo. Sin apenas agacharse, el Palamecia lo levantó con una mano por la ropa y pudieron ver que tenía los ojos abiertos, pero vacíos. Que sus manos sufrirían algún que otro temblor y que parecía respirar.

Pero esa persona ya no era Ban.

Porque no tenía corazón.

De pronto escucharon unas pisadas y se volvieron hacia el pasillo por el cual avanzaban tres personas. Reconocieron de inmediato a Nanashi y a Xefil. La Maestra aferraba los brazos cruzados a la espalda de un hombre enjuto, pálido y cansado, con un grasiento pelo negro y unas gafas de culo de botella torcidas sobre la ganchuda nariz.

Nanashi avanzó con decisión hasta que entró en la sala y, entonces, su expresión se demudó. Soltó sin darse cuenta a Hojo, que se apartó frotándose las muñecas, y se quedó mirando con los ojos abiertos de par en par al Emperador.

N-no es posible… —la Maestra se llevó una mano a la boca y se tambaleó hacia atrás. Tuvo que apoyarse en Xefil para no caer—. ¡No es posible!


El Emperador sonrió de nuevo y, esta vez, se apreció un destello de crueldad en su gesto.

Esto sí que es una sorpresa inesperada…

Nanashi negó una, dos, tres veces con la cabeza y se tambaleó un par de pasos antes de detenerse. Por su rostro cruzaron numerosas emociones: desconcierto, horror al ver a Ban, y luego… Odio. Un odio exacerbado.

¡Qué es esto! ¡No puedes estar vivo!

Lo cierto es que, como tal, no lo estoy.

¡No! ¡Deberías estar muerto!

Alguien hizo un trabajo chapucero—rió, burlón, Kefka.

Nanashi parecía a punto de perder la cordura. Nunca nadie había visto a la Maestra tan desesperada, tan al borde de un ataque de histeria. Llave Espada en mano, se adelantó hasta superar la barrera de aprendices y gritó:

¡Suelta a ese chico! ¡De inmediato!

Mateus se permitió emitir una risa despectiva.

Este chico me pertenece. Ahora es… Parte de mí, si quieres considerarlo así. Lástima que no seas capaz de salvar a nadie. ¿Verdad, Nanashi? —dijo el Emperador, con un venenoso tono de voz.

La mujer rechinó los dientes, lívida, y se puso en posición de atacar. Pero no se movió, porque Mateus sostenía a Ban frente a sí. No podía arriesgarse a acertarle.

¡Ondia, el Drag Queen!

Por enésima vez, una voz atrajo la atención de los presentes en la sala hacia el pasillo de la entrada. En esta ocasión se trataba de Ronin. Tenía un par de tajos en las mejillas y en la ropa, pero parecía estar entero y cargaba sobre el hombro a Cloud. El muchacho dejaba a su paso un rastro de sangre negra.

Ronin recorrió la estancia con su único ojo y se detuvo en Nanashi. Su expresión se volvió adusta.

No lo hagas, Nanashi—se adelantó rápidamente y dejó caer a Cloud prácticamente encima de Light—. No le sueltes. Sacadlo de aquí.

El muchacho estaba blanco, mortecino, y tenía un ala coriácea negra que debió desconcertar a Light. La parte que se unía a la piel estaba abierta, en carne viva, y segregaba un pus negruzco que le puso los pelos de punta. Apenas sí respiraba.

Cuánta gente se está reuniendo aquí—comentó Seymour—. Hojo, ¿es que tu guardián no sirve para nada?

¡Lo mismo podría decir de vuestro caballero!

Ronin se plantó al lado de Nanashi y le puso una mano sobre el hombro, no tanto para calmarla como para impedir que se abalanzara al frente. Temblaba de pura rabia.

¿Por qué está vivo…?

No lo sé. Pero lo averiguaremos —Ronin invocó su Llave Espada y dirigió la mirada más fría que los aprendices habían visto en el Maestro de Maestros al Emperador—. Vas a soltar a ese muchacho. Ahora.

Mateus no se dignó a responder a Ronin. Se limitó a alternar la mirada entre Kefka y Seymour, que captaron su indirecta al vuelo y se prepararon para hacer frente a los dos Maestros.
Los Maestros se arrojaron al frente al mismo tiempo. Ronin disparando una lengua de fuego que lo rodeó a modo de inmensa serpiente crepitante y se precipitó sobre ambos enemigos. Nanashi alzó la mano y Garuda apareció en medio de un destello, precipitándose hacia el Emperador, mientras ella esquivaba a sus enemigos para precipitarse sobre el líder de los Villanos Finales.

Pero, entonces, el Emperador desapareció, justo antes de que Garuda lo alcanzara. Nanashi frenó en seco, confundida y el fénix aleteó, emitiendo un hermoso sonido de desconcierto.

De pronto los aprendices vieron cómo una sombra se arrastraba rápidamente por el suelo, pasaba por debajo de sus pies y se precipitaba hacia el pasillo. Luego se separó del piso, elevándose hasta tomar forma humana y convertirse en el Emperador, que llevaba a Ban bajo un brazo. Sin dirigirles más que una mirada inexpresiva, Mateus cruzó la puerta y se marchó.

Nanashi no tardó ni un segundo en reaccionar y lanzarse hacia el pasillo: bajo ningún concepto le dejaría escapar con uno de sus aprendices.

Los aprendices debían escoger. Podían obedecer a Ronin, o luchar y recuperar sus Llaves Espadas. También estaba Ban... Ahora que había cambiado, ¿merecía ser salvado?

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Re: Ronda #11 - Villain's Vale

Notapor Sombra » Mié Abr 23, 2014 6:22 pm

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Tras la súplica de Ban el Emperador se agachó al lado del agonizante aprendiz usando como un bastón su vara.

No olvides que he sido yo quien te ha salvado —le dijo.

<<Osea, le pedirá algún favor en el futuro y Ban se verá obligado a obedecerle... maldito grandilocuente>>

Justo al momento siguiente, Palamecia empezó a cambiar. Su piel, su rostro y su cuerpo se transformaron en tan solo unos segundos en un espantoso y feo monstruo deforme. Aquello era un demonio con ojos dorados.

Y la mano del monstruo, ahora convertidas en unas afiladas garras negras atravesaron el pecho del aprendiz. Del agujero resultante parecía desprenderse energía oscura. Ban abrió la boca como en un grito que nunca llegó a salir, estaba demasiado débil incluso para eso o al menos eso parecía.

Y de golpe Mateus se levantó dejando caer a Ban sobre el suelo. En la mano del monstruo había un corazón que poco a poco se apagaba siendo consumido por unas venas de oscuridad que lo rodeaban consumiéndolo como un cáncer.

Me llevé la mano a la boca y di un paso hacia atrás mareado ante aquella imagen tan grotesca como familiar. El Emperador sonrió y justo después apretó el alma del aprendiz antes de llevárselo a la boca para... Arrancar un trozo de él.

Los recuerdos de sucesos similares se arremolinaron en mi cabeza. ¿Acaso Mateus también era como yo? ¿Un sincorazón convertido en humano por algún motivo?

¿Cuántos corazones había arrancado y devorado de aquella forma a lo largo de mi existencia? Eran demasiados como para poder contarlos todos y allí me encontraba, viendo en vivo aquella escena digna de una película de terror.

Basta... ¡BASTA! —ordené corriendo con la Mayoshi to Meiyo en mano dispuesto a atacar a Palamecia, pero Seymour y Kefka se interpusieron en medio.

¡¡Sois los siguienteeeeeeeeees!!—exclamó con voz chillona—. ¡A dónde te crees que vas, chucho pulgoso! —lanzó el Electro con el que había estado jugueteando contra Hiro, que fue lanzado por los aires.

Demasiada oscuridad. Una lástima. Habría podido ser muy sabroso—dijo mientras veíamos impotentes como Ban se iba desvaneciendo, pero el monstruo colocó su pie sobre él—No, no te irás

De los ojos de Mateus surgió un resplandor amarillo como la luz de un faro y Ban recuperó toda su opacidad. El monstruo levantó al aprendiz y pudimos ver los ojos del muchacho. Unos ojos vacíos y muertos. Pero podía verlo, estaba vivo.

¡Os mataré! —rugí furioso.

No solo se veía a simple vista, también podía sentir de sobra que a pesar de estar vivo le faltaba algo importante, mi instinto de sincorazón me lo decía. Aquella persona no tenía ya un corazón.

No era humano.

Tres personas avanzaron desde la puerta. Nanashi y Xefil, junto a un desconocido (probablemente miembro de los Villanos Finales ya que Nanashi lo llevaba agarrado) bastante viejo vestido como un científico y con un grasiento cabello negro recogido en una coleta y unas gafas rendondas.

N-no es posible… —soltó al cautivo y dio unos pasos llevándose la mano a la boca hasta apoyarse en Xefil para no caer—. ¡No es posible!

Un gesto cruel apareció en Mateus. Era obvio que le había hecho algo mucho peor que la muerte.

Esto sí que es una sorpresa inesperada…

¡Qué es esto! ¡No puedes estar vivo! —exclamó la mujer señalando al monstruo. ¿Se conocían?

Lo cierto es que, como tal, no lo estoy —contestó cínico.

¡No! ¡Deberías estar muerto!

Alguien hizo un trabajo chapucero—se burló el payaso mientras Nanashi parecía estar cerca de perder la compostura y atacar sin pensar, algo que jamás había visto en ella.

¡Suelta a ese chico! ¡De inmediato! —amenazó con su llave espada ganándose una risita del Emperador algo chulesca.

Este chico me pertenece. Ahora es… Parte de mí, si quieres considerarlo así. Lástima que no seas capaz de salvar a nadie. ¿Verdad, Nanashi?

Grandisimo hijo de puta —escupí al suelo lleno de rabia viendo impotente la escena.

Nanashi pareció pensarse dos veces lanzarse a atacar.

¡Ondia, el Drag Queen! —apareció Ronin desde la entrada arrastrando a Cloud, alguien contra el que había peleado en la Copa Phil y que nos había costado mucho derrotar.

Ronin parecía haber luchado contra alguien, por la conversación que había tenido el tipo encapuchado antes cuando trajo a Ban supuse que aquel combate había sido contra Cloud. Del rubio parecía salir un líquido negro con parecido a la sangre que la parte oscura de mi brazo izquierdo desprendía cuando me habría una herida en él.

Parecía como si un ala negra sobresaliese en su espalda.

No lo hagas, Nanashi—aconsejó tirando a Cloud sobre Light, el aprendiz que probablemente tenía más fuerza física del grupo—. No le sueltes. Sacadlo de aquí.

Cuánta gente se está reuniendo aquí—comentó el peliazul—. Hojo, ¿es que tu guardián no sirve para nada?

¡Lo mismo podría decir de vuestro caballero!

¿Por qué está vivo…? —preguntó Nanashi cuando Ronin posó uno de sus brazos en la Maestra.

No lo sé. Pero lo averiguaremos —invocó su llave espada y lanzó una mirada de desprecio contra los villanos finales—. Vas a soltar a ese muchacho. Ahora.

Con una mirada que el líder de aquel grupo de indeseables lanzó a sus secuaces todos se prepararon para el asalto contra los Maestros, que también estaban listos para luchar.

Ronin lanzó una especie de serpiente de fuego mostrando el poder de su afinidad que envolvió a sus enemigos mientras Nanashi llamaba al extraño ave que antes había visto que no dudó en tirarse contra el monstruoso Emperador.

Y cuando el ataque estuvo a punto de alcanzarle desapareció. Pero pude ver como una sombra se arrastraba por el suelo hacia el pasillo.

¡Es una Evasión Sombría! —señalé dando a entender que conocía aquella habilidad de sobra.

Cuando se despegó del suelo con Ban bajo su brazo se marchó sin más.

Nanashi empezó a correr tras él.

Ronin, el de pelo azul tiene nuestras llaves espadas en el interior de un vórtice —informé rápidamente mientras corría tan rápido como podía tratando de alcanzar a Nanashi, que me llevaba la delantera.

Ya recuperaría mi llave espada.
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Re: [Bastión Hueco] Villain's Vale

Notapor Light » Vie Abr 25, 2014 2:41 pm

¿Acaso no tienes ojos? Estoy aquí porque no me habéis capturado —Light torció un poco la boca, incapaz de creerlo. ¿Cómo que no le habían atrapado? ¿Acaso se estaba riendo de ellos? La risotada de Kefka parecía indicar que así era—. Pero saber que vosotros fuisteis los responsables.

¿Los responsables? ¿De qué?

Nada de aquello tenía sentido. La respuesta de Mateus no le convenció en absoluto, pues sí que era cierto que le habían atrapado. ¿Se habría escapado de la prisión? No estaba al corriente de que así fuera, aunque seguía siendo una posibilidad que no podía ignorar. También podía tratarse de un farsante…

H-haz lo que quieras conmigo, y-yo... Yo solo... No quiero morir... —expresaba entre sollozos. Light negaba con la cabeza lentamente, nada de acuerdo con su decisión.

>>P-por favor... Ayúdame...

No obstante, ¿qué más podía hacer? ¿Quedarse de brazos cruzados y morir? Si Light estuviera en lugar de Ban, posiblemente hubiera acabado cediendo también; cualquier persona que valorara su vida no se lo pensaría dos veces.

No olvides que he sido yo quien te ha salvado.

Todos tuvieron una visión desagradable que parecía irreal. Contemplaron como el rostro del Emperador se desfiguraba más y más, para transformarse en otro completamente distinto.

Un demonio. Ante ellos, ahora se encontraba un espeluznante demonio de ojos amarillos.

Nadie vería venir el siguiente movimiento del Emperador. El demonio perforó con su garra el pecho del rubio aprendiz, atravesándolo sin ninguna dificultad. Light contemplaba esta horrorosa escena clavado en el sitio, con los ojos muy abiertos. El monstruo buscó dentro del chico un órgano en particular y se lo extrajo sin ningún remordimiento.

Sus ojos se fijaron en el pequeño objeto que había sacado. Más espantoso resultaría ver el órgano que el Emperador le había arrebatado.

En primer lugar, sintió un miedo atroz por el espeluznante demonio que se encontraba con ellos. Impactado por aquella horrorosa visión, intentaba decir algo pero ninguna palabra salió de su boca: estaba totalmente enmudecido.

Cuando sus ojos se toparon con su venenosa sonrisa y con el corazón que estaba siendo apretujado, apretó con muchísima fuerza sus puños y frunció el ceño como jamás lo había hecho. Observó por unos segundos el cuerpo de Ban —sin vida, podía suponer— y volvió a fijarse en el malévolo emperador, quien empezaba a morder el órgano del fallecido, gozoso.

Entonces, todo el miedo se convirtió en odio súbitamente.

Le has, le has… —Light tenía un impulso irrefrenable de correr hacia el Emperador para darle una paliza, aun sabiendo que llevaba las de perder. Su compañero, Gaomon, se materializó sin previo aviso y, usando su forma cuadrúpeda, le agarró fuertemente con las garras de su espalda para detenerle—. ¡Suéltame! ¡Suéltame!

El animal negó con la cabeza. Todavía no retiraría sus elásticas garras enredadas en sus brazos, constreñidos.

Cálmate. Recuerda: autocontrol.

¿¡Cómo quieres que me calme!? —le preguntaba alterado al perro—. ¡Le ha matado delante de nuestras narices! ¡Después de que le había pedido piedad para salvar su vida! ¡Después de afirmar que le salvaría! ¡Y encima se atreve a…! —incapaz de completar la frase, comprobó cómo devoraba el órgano y le entraron náuseas. Retiró la mirada del órgano y agachó la cabeza: cuanto más veía más enloquecía.

Sufrirás su misma suerte y perderás el corazón. Y moriremos los dos, ¿eso es lo que quieres?

Estaba en lo cierto: el eidolon era la representación de su corazón. Si lo perdía, la existencia de su compañero carecería completamente de sentido y desaparecería.

Light no dijo ninguna palabra y se limitó a emitir un gruñido, irritado. Deseaba con todas sus fuerzas descargar toda su ira sobre Mateus, hacerle pagar el crimen que había cometido delante de sus narices, ¡crimen que no habían podido evitar! ¡No habían podido hacer absolutamente nada!

Progresivamente fue cediendo en el forcejeo con el eidolon. No le quedaba otra que guardarse toda esa ira.

Ragun avanzó para detener el horrible espectáculo del Emperador. Los Villanos Finales le impidieron que alcanzara a su jefe. Kefka dictaminó que había llegado su hora, y sin más tardar lanzó el primero de sus hechizos. Hiro recibió el letal rayo eléctrico del payaso y cayó al suelo.

¡Hiro!

A la vista del peligro inminente, Gaomon liberó a Light para permitir que desenvainara algún arma para defenderse. El joven cogió la daga que escondía en sus bolsillos y la mantuvo cogida en todo momento; sin moverse del sitio y sin quitarle la vista a los villanos de encima. El perro que le acompañaba avanzó unos pasos y permaneció en guardia en todo momento, mostrando sus colmillos, entre gruñidos.

Demasiada oscuridad. Una lástima. Habría podido ser muy sabroso —todos contemplaron cómo el cuerpo de Ban empezaba a desaparecer lentamente. Antes de que eso sucediera, el Emperador apoyó su bota sobre el hombro del aprendiz—. No, no te irás.

Los ojos del verdugo de Ban se tornaron amarillos. De alguna manera, había conseguido que el cuerpo de Ban no se evaporara, sino que permaneciera allí, sólido. Light se fijó en el rostro del aprendiz y comprobó que tenía los ojos abiertos. Se le puso la carne de gallina al divisar sus ojos vacíos.

¿Estaba realmente vivo? No podía estarlo si le habían arrebatado un órgano tan vital como el corazón.

A menos que Ban se hubiera convertido en Incorpóreo, una extraña especie que nacía cuando el ser original perdía el corazón. En el Inframundo, el Emperador había demostrado su habilidad para manejar a estas criaturas. En ese caso, si se había mostrado tan interesado en salvar a Ban, podía haber sido por esa razón precisamente.

La de conseguir una nueva marioneta que dominar, un nuevo vasallo.

Imperdonable —pronunció amargamente y rechinó los dientes.

¡Os mataré!

Ragun estaba muy alterado, al igual que él. Seguramente tuviera mucho más motivos que él para odiar a los Villanos Finales: después de todo, Ban era su compañero.

Los Villanos Finales habían demostrado no tener ni un ápice de piedad con los Portadores. Posiblemente a ellos les esperaba la misma suerte que a Ban. Al menos, a diferencia de él, Light tenía muy claro que moriría luchando y no pidiendo piedad.

Nuevas pisadas se escucharon y el aprendiz volteó la cabeza, observándoles sin pestañear. Se trataba de Nanashi, Xefil y el científico chiflado que en una ocasión les secuestró para experimentar con ellos en Ciudad de Paso. Que un Maestro se encontrara con ellos le tranquilizaría en gran medida, aunque fuera del bando contrario.

N-no es posible… —la Maestra condujo su mano hasta la boca y por un momento pareció que perdía el equilibrio—. ¡No es posible!

Light intercambió miradas entre Nanashi y el Emperador. El segundo recibió las negaciones de Nanashi con una descarada sonrisa.

Esto sí que es una sorpresa inesperada…

Nanashi se negaba a creer lo que sus ojos le estaban mostrando. Aquella fue la primera vez que Light veía a la Maestra de Bastión Hueco tan alterada.

¡Qué es esto! ¡No puedes estar vivo!

Lo cierto es que, como tal, no lo estoy —dejó caer el Emperador, aumentando sus dudas.

¡No! ¡Deberías estar muerto!

Alguien hizo un trabajo chapucero —confirmó Kefka, socarrón.

¡Suelta a ese chico! —la mujer se aproximó a los Villanos Finales y les exigió que le liberaran—. ¡De inmediato!

Este chico me pertenece —se atrevió a anunciar, no sin antes soltar una carcajada—. Ahora es… Parte de mí, si quieres considerarlo así. Lástima que no seas capaz de salvar a nadie. ¿Verdad, Nanashi?

La Portadora no atacó a Mateus, sino que se quedó clavada en una posición fija. ¿Le habrían afectado las palabras del Emperador?

¡Ondia, el Drag Queen!

Esa voz… jamás le había alegrado tanto escuchar la voz del líder de los Caballeros de Tierra de Partida. No sabía exactamente a qué se refería Ronin, pero no le dio ninguna importancia. Se le iluminó el rostro durante un segundo cuando comprobó que su Maestro traía a cierta persona consigo.

En esos momentos su Maestro estaba cargando con un muchacho que Maya y Light reconocerían con toda seguridad. El mismo Cloud que tenían que rescatar se apoyaba en el Maestro, inconsciente. Las cicatrices de Ronin señalaban que había tenido que luchar para rescatarle.

Ronin se aproximó hasta colocarse al lado de Nanashi.

No lo hagas, Nanashi —la advirtió. Prestamente se acercó a Light y le arrojó a Cloud, dejándole a su cuidado—. —No le sueltes. Sacadlo de aquí.

Light sujetó al joven herido y asintió a la sugerencia de Ronin. Como el joven pelopincho estaba sangrando —sangre oscura salía de sus heridas, cabía destacar—, decidió examinar un momento sus heridas, tendiéndole boca abajo, mirando al suelo. Lo que más le llamó la atención fue el ala negruzca que salía de la espalda del guerrero. No era un ala creada con magia como las Alas de Solsticio de Nadhia, sino un ala sólida. En la zona donde empezaba el ala había una herida de la que salía una especie de pus oscuro. Light hizo una mueca y decidió dejar de curiosear.

¿Qué demonios le han hecho...?

>>No te preocupes, de momento sigue respirando —le comunicó a Maya, tranquilizándola. Volteó al joven y se las arregló para cargarlo, cogiéndole de uno de los brazos y permitiendo que se apoyara en su hombro.

¿Por qué está vivo…?

No lo sé. Pero lo averiguaremos —Ronin invocó su Llave Espada—. Vas a soltar a ese muchacho. Ahora.

Mateus no renunció al chaval ni se tomó las molestas de responderle, así que Ronin realizó el primer movimiento para arrebatarle al aprendiz por las malas. Se rodeó con unas llamas y moldeó con éstas una especie de víbora de fuego, la cual lanzaría contra sus enemigos. Por su parte, la Maestra Nanashi invocaría su elegante y hermosa mascota para que la apoyara en combate.

Light no le prestó demasiada atención a la lucha que se estaba produciendo en aquellos momentos: tenía una prioridad. Se levantó del suelo, todavía cargando con Cloud, y aprovechó esos momentos para confesarle a Maya sus intenciones:

Sé que tienen todavía nuestras llaves. También quiero ayudar a mi Maestro a darle un merecido a ese cabrón —apretó el puño—, pero de momento tengo que huir con Cloud, por su bien. ¿Vienes conmigo o te quedas?

Escucharía su respuesta y emprendería la huida. Se detendría en seco en cuanto viera una sombra arrastrarse por el suelo y reanudaría la marcha una vez el Villano Final escapara de la habitación, corriendo tras Nanashi. No acompañaría a la Maestra en la búsqueda del aprendiz, sino que volvería sobre sus pasos para salir de la torre y escapar de Villain's Vale.

Antes de salir, Light le recomendaría a su mascota que se transmutara en su forma bípeda, y así haría. Si se encontraban algún villano pululando por los pasillos y tenían la opción de esconderse, el gran tamaño de su forma cuadrúpeda no les ayudaría en absoluto, sino todo lo contrario.

Allá vamos...

Cogió aire, deseó que la diosa Fortuna estuviera de su parte y empezó a moverse, cargando con Cloud en todo momento.
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Re: Ronda #11 - Villain's Vale

Notapor Astro » Sab Abr 26, 2014 1:17 am

No olvides que he sido yo quien te ha salvado.

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Entonces, aquel hombre de la capa empezó a cambiar. Su rostro cambió por completo, volviéndose más deforme y horrible, mostrando un aspecto propio de un monstruo. Del mismísimo Diablo.

Ban, cada vez más afectado por la oscuridad que le invadía, apenas pudo reaccionar. Tuvo la intención de levantarse y huir, presa del terror, pero antes de que pudiese darse cuenta volvió a sentir que algo le atravesaba el pecho. Aunque esta vez fue completamente diferente.

Incluso en su estado, el chico pudo notar el horrible dolor que le recorrió todo el cuerpo. Su supuesto salvador le había atravesado el pecho con una recién aparecida garra, llegando hasta la muñeca. El hombre rebuscaba en su interior, mientras extrañas descargas de oscuridad surgían alrededor del agujero.

Ban no pudo mantener la mirada. Ni siquiera podía hablar. El dolor era demasiado fuerte, dolía demasiado. Cualquier dolor que el joven Oswald había sentido en el pasado no era nada comparado con el que sentía en ese mismo momento.

Y de un fuerte tirón, todo acabó. Ya no había dolor. Ya no había nada. El cuerpo del chico cayó sobre el suelo, inerte.

La imagen del Villano devorando su corazón fue lo último que Ban Oswald pudo ver antes de que la oscuridad terminara por invadirle del todo.

****


Ban abrió los ojos poco a poco, confuso. La luz y la oscuridad le rodeaban, y por mucho que se esforzara todo en su mente estaba borroso. ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado...?

Unos sonoros pasos consiguieron que el chico reaccionase. Se levantó despacio, observando con cautela la extraña plataforma en la que se encontraba.

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El suelo era una hermosa vidriera de vivos colores, con distintas imágenes grabadas en ella. La más grande y central era una propia representación de Ban, con su videoconsola portátil en una mano y su Cadena del Reino en la otra. En un gran círculo se encontraba la silueta de Bastión Hueco, con distintas caras de gente conocida a su alrededor: Ryota, Nanashi, Alexis Blackblood, y Andrei Saavedra entre otros. En la esquina contraria, estaba una representación de Villa Crepúsculo con la cara de su abuelo al lado, además de la silueta de sus padres y su hermana de espaldas.

Sin embargo, unas inquietantes líneas negras recorrían toda la plataforma, atravesándola como si fuesen grietas que iban avanzando poco a poco.

Ban no estaba solo en aquel lugar. Los pasos que había escuchado eran del líder de los Villanos Finales, que se encontraba de pie observando al muchacho.

¿Dónde demonios...? ¿Qué es este sitio?

El misterioso hombre elevó su vara y la posó un extremo de ella sobre la vidriera, arañándola. Al mismo tiempo, Ban sentía una punzada de dolor en el pecho. Dio un paso hacia atrás, asustado, mientras su memoria se iba aclarando cada vez más.

Villain's Vale, la infiltración en la torre, el ataque de Cloud, la oscuridad invadiendo su cuerpo, la capilla con todos los villanos, aquel hombre diciendo que podía salvarle... Y su corazón siendo devorado.

Este es tu corazón. Y ahora me pertenece —anuncio, señalando las marcas oscuras que recorrían toda la plataforma—. A cambio de librarte de esa oscuridad, me lo has entregado a mí.

¡¿Qué?! ¡N-no...!

No pudo terminar la frase. Sin previo aviso, el Villano empezó a cambiar otra vez. Pero esta vez no fue sólo su cara, fue todo su cuerpo.

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Su aspecto no era lo único que había cambiado, ahora transmitía una sensación fácilmente reconocible para el chico. Aquel ser que tenía delante no era su aliado. No iba a ayudarle. Era un monstruo que buscaba devorar su corazón. Y Ban lo sabía.

El rubio dio un par de pasos hacia atrás, asustado. La vara del Villano se alzó para clavarse con fuerza en la vidriera, quebrándola. Toda la plataforma empezó a agrietarse, sobre todo una parte que acabó partiéndose y cayendo al vacío.

¡¡AAAAGHHH!!

Ban se llevó una mano al pecho, volviendo a sentir un terrible dolor en el corazón. No había duda: aquella plataforma brillante era una especie de representación del corazón del chico. Pero... ¿Por qué estaba Ban allí? ¿Estaría... muerto?

¡Para! ¡¡Me estás haciendo daño!! —pidió el chico, sin llegar a atreverse a acercarse al Villano— ¡Dijiste que me ibas a ayudar! Pero así lo único que haces es... es... ¡me estás matando!

»¡P-por favor!

El pánico volvía a inundar la cabeza de Ban. El chico no podía quitarse de la cabeza el recuerdo de su corazón arrancado y siendo devorado por aquel monstruo, y no terminaba de entender dónde estaba o qué hacía ahí. ¿Estaba muerto de verdad?

Sin embargo, allí estaba. No había rastro de ningún agujero en su pecho, pero el dolor que sentía cuando la vidriera era dañada era muy real. Todo era demasiado real. Y si la plataforma era completamente destruida, Ban no quería ni imaginarse qué podría pasarle a él.

Ban invocó su Llave Espada y se puso en guardia, preparado para defender su corazón si el Villano no cedía a su petición y seguía destruyendo la plataforma. Aunque le temblaba todo el cuerpo con intensidad y su pose era torpe, el chico defendería como pudiese su corazón.

¡¡Te he dicho que pares!!

Y se lanzaría a por él dispuesto a defender su vidriera. Dispuesto a defender su vida.
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Re: [Bastión Hueco] Villain's Vale

Notapor Zodiark » Sab Abr 26, 2014 1:28 am

Palamecia se había convertido en un demonio, el corazón de Ban había sido arrancado, Nanashi, que se había presentado también allí junto a Xefil, estaba fuera de sí, Hiro había sido atacado por Kefka... La situación no podía ser peor. Observaba la escena, atónita, sin poder moverme, como en shock. ¿Quién era realmente aquel hombre? Palamecia... ¿quién era en realidad...?

Seguía negando con la cabeza, con los ojos abiertos como platos, mientras miraba el cuerpo de Ban. ¿Estaba realmente muerto...? Era la primera vez que veía con mis propios ojos a alguien siendo asesinado de aquella forma tan cruel. No podía seguir allí, tenía miedo... Quería salir corriendo sin mirar atrás, pero mis piernas no respondían. Hasta que algo me hizo salir de mi shock:

¡Ondia, el Drag Queen!

R-Ronin... —musité girándome hacia él, saliendo de mi parálisis.

Nunca me había tranquilizado tanto oír su voz. A pesar de su forma de ser, saber que estaba allí me resultó tranquilizador. Era el mandamás de Tierra de Partida después de todo, si él estaba allí seguro que tendríamos alguna posibilidad de escapar con vida.

Pero lo que vi al posar la vista en el Maestro me hizo llevarme las manos a la boca, sorprendida y asustada. Cloud, el muchacho al que debíamos ir a rescatar a Villain's Vale, estaba malherido en brazos de Ronin. Sangre oscura brotaba del cuerpo del chico rubio y una gran ala negra de aspecto bastante siniestro sobresalía de su espalda. Tenía un aspecto de lo más nefasto... Esperaba que siguiera con vida...

No lo hagas, Nanashi —se dirigió el Maestro a Nanashi, y justo después le entregó el cuerpo del joven Cloud a mi compañero Light—. —No le sueltes. Sacadlo de aquí.

¿Qué demonios le han hecho...?

Me acerqué corriendo, preocupada, hacia Light para comprobar el estado de Cloud. Si quería cumplir la promesa de Aeris, más me valía que el chico siguiera con vida. "Por favor, que esté vivo, por favor...", me repetía una y otra vez mientras corría hacia él.

No te preocupes, de momento sigue respirando —dijo Light para tranqulizarme.

Algo aliviada, suspiré con una mano en el pecho. Pero la situación parecía difícil para el chico, seguía teniendo un aspecto de lo más deplorable, más nos valía sacarle de allí rápido y encontrar una forma de sanar sus extrañas heridas oscuras si queríamos rescatarle.

Sé que tienen todavía nuestras llaves. También quiero ayudar a mi Maestro a darle un merecido a ese cabrón —añadió Light, claramente enojado con el Emperador—, pero de momento tengo que huir con Cloud, por su bien. ¿Vienes conmigo o te quedas?

Voy contigo, por supuesto. Recuerda que tengo una promesa que cumplir.

Asentí con la cabeza, decidida, y me dispuse a seguir a mi compañero, intentando escoltarle por el camino. Él llevaba a cuestas a Cloud, por lo que, si aparecía algún enemigo por el camino, iba a ser tarea mía encargarme de ello con mi magia, ya que no contaba con la ayuda de mi Llave Espada. Ya no me importaba tener que pelear contra aquellos hombres que se hacían llamar Villanos Finales, sólo quería sacar de allí sanos y salvos a Light y a Cloud.

"Aeris, voy a devolverte a tu amigo. Cueste lo que cueste."

Mientras nos marchábamos, miré atrás y observé la batalla que se estaba llevando a cabo allí, en concreto, clavé mi mirada en el cuerpo de Ban durante unos segundos. Aquello ya no era el jueguecito de los aprendices, de demostrar nuestras aptitudes a los Maestros ni de hacerse el héroe. Era una batalla real, y uno ya había caído. Esperaba no tener que encontrarme yo misma en su situación... Era algo terrorífico.
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Re: [Bastión Hueco] Villain's Vale

Notapor RedXIII » Sab Abr 26, 2014 6:28 am

¡¡Sois los siguienteeeeeeeeees!! ¡A dónde te crees que vas, chucho pulgoso!

El sonido de una leve tormenta resonaba en los oídos del aprendiz, convirtiéndose en la víctima del ataque del vil payaso, en su intento por esquivar su ataque solo pudo darse la vuelta, sin tiempo para apenas reaccionar el golpe impactó completamente en su pecho, un fuerte dolor en este acompañado de una gran sacudida eléctrica por todo su cuerpo y la propia fuerza del ataque provocaron que el híbrido cayera bruscamente de espaldas al suelo y golpeándose la nuca, cerró los ojos mientras la escena del tipo estrafalario y Ban se convertía en la última que vio antes de quedar inconsciente.



***




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No se en que lugar te has metido, estas lleno de moratones — Un joven chico de pelo largo y rubio, con unas gafas circulares y vestido con una camisa de botones que en antaño podía haber sido seguramente de un tono blanquecino, se dedicaba a curar las heridas del pequeño Hiro en un acogedor apartamento rupestre.

Un Moguri me llamó perro, así que le pegué — replico el indignado Hiro, el cual no tendría más de 10 años —Casi le arranco el pompon

El joven rubio suspiró mientras pasaba alcohol sobre los arañazos del niño, el cual parecía sufrir cada vez que acercaba el algodón a su piel.

¿Estas enfadado, Eriks? — El pobre mestizo soltaba unas pequeñas lagrimas mientras miraba fijamente al muchacho —No puedo evitarlo, lo siento

No estoy enfadado — Apoyó su mano izquierda sobre el hombro del pequeño Hiro —Se que para ti es más difícil contener la rabia pero con el tiempo lo lograrás, no debes pegar a los demás por cosas tan minuciosas

Se giró y abrió un cajón de la cabecera de al lado de su cama, sacó de allí unas gafas pero no eran unas gafas corrientes, eran unas extrañas gafas de sol

Tu querías ser un gran pistolero ¿Verdad? — Le colocó las gafas, que le iban un poco grandes, y posó ante el de forma cómica —Los grandes pistoleros tenemos tres normas muy importantes: 1; Nunca enfadarnos, el odio y los sentimientos negativos son mortales a la hora de disparar, 2; nunca alzar el arma si no es para disparar, y 3; comprobar que el cargador o el tambor estén sieeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeempre llenos — el Mestizo no pudo evitar soltar una risita al ver como movía Eriks su cuerpo, mostrando unos movimientos muy absurdos.

Estas gafas que te doy son el símbolo de nuestra promesa, recuerdalo, te ayudarán a que el odio no te nuble la vista, pequeño Hiro



***





Una voz, una odiosa voz que hacía hervir la sangre del aprendiz.

Alguien hizo un trabajo chapucero

¡Suelta a ese chico! ¡De inmediato!

El aprendiz se sentía confuso, el golpe le había mareado y no sabía cuanto tiempo había permanecido tirado, los esfuerzos por levantarse solo acentuaron su mareo.

Este chico me pertenece. Ahora es… Parte de mí, si quieres considerarlo así. Lástima que no seas capaz de salvar a nadie. ¿Verdad, Nanashi?

Abandonó cualquier esperanza de poder levantarse y permaneció tranquilo unos segundos sobre el suelo, con los ojos cerrados, aunque la escena era verdaderamente tensa necesitaba solo aquel pequeño fragmento de tiempo para poder recobrar su sentido. Pequeños fragmentos de conversaciones recorrían su cabeza, aprendices, maestros, amigos, familia, todo un desfile de palabras y frases que ni siquiera venían a cuento, excepto una, una que resonó durante unos segundos en su cabeza...

>>¿Disipar el odio? Eso es muy sencillo, solo tienes que cerrar los ojos y...

1


¡Ondia, el Drag Queen!

2


No lo hagas, Nanashi

3


No le sueltes. Sacadlo de aquí.

4


Cuánta gente se está reuniendo aquí

5


Hojo, ¿es que tu guardián no sirve para nada?

6


¡Lo mismo podría decir de vuestro caballero!

7


¿Por qué está vivo…?

8


No lo sé. Pero lo averiguaremos

9


Vas a soltar a ese muchacho. Ahora.

10

Estas gafas... son el símbolo de nuestra promesa... recuerdalo...


Spoiler: Mostrar


El aprendiz abrió bruscamente los ojos y notó como sus brazos tenían la suficiente fuerza como para levantarse, no solo sus brazos, sus piernas, sus ojos, todo estaba bien en el, se sentía como si fuera un ser nuevo, como si hubiera dormido desde hace mucho tiempo.

El panorama seguía igual de crispado que antes pero esta vez estaba Ronin para ayudar, aunque faltaran otras personas no importaba, en aquel momento las campanas de victoria del joven aprendiz resonaban con fuerza en su cabeza, recordando la promesa que nunca tenía que haber olvidado.

Kefka y Seymour se abalanzaron sobre el maestro Ronin, el cual les lanzó una lengua de fuego, a su vez la maestra Nanashi intentó salvar a su aprendiz atacando al Emperador, pero desgraciadamente fue inútil, escapó por un pasillo al cual se dirigió dicha Maestra y Ragun y Light y Maya se fueron con el estúpido chico que había causado el mal de Ban, quedando únicamente en la sala Ronin y Hiro.

El mestizo se colocó las gafas y tomó su decisión, quedarse con el Maestro, sabía perfectamente que su baja resistencia y su carencia de nivel serían más un lastre que una ayuda para Ronin, pero no podía evitar sentir como le llamaba su honor al combate, no sentía odio pero tampoco tenía el corazón en paz, era una sensación que no podía identificar con el momento, tal vez fuera ¿Emoción, gusto? Solo dejando atrás todas sus derrotas, todos sus errores y sus dudas había conseguido ser un nuevo aprendiz, todo gracias al recuerdo olvidado de su gran amigo Eriks.

Maestro, he decidido quedarme contigo para luchar, no sabría decir bien el porque pero hay algo que me grita a luchar contra el, si quiere que nos retiremos lo haré, pero no podré estar en paz hasta que consiga vencerlo — Estaba completamente decidido a luchar contra el payaso, quería demostrarse a si mismo que era posible cambiar y que, aunque poco, se había hecho más fuerte.

Confiando en que el Maestro le ayudaría en el combate decidió centrarse en Kefka, si el Maestro huía del lugar le seguiría, si decidía combatir lucharía con todas sus fuerzas, disparando un Kasai al payaso después de distraerlo con una frase sobre lo mal que llegaban a vestir los miembros de los Villanos Finales, aquel tipo era bastante propenso a despistarse, si se le acercaba demasiado algún enemigo lo lanzaría lejos o hacia al Maestro Ronin, según si estaba demasiado ocupado luchando o no, con su Bakuhatsu.

Eran dos solos, pero con su valor podría hacerse camino.
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Hiro usa un cura sobre si mismo cuando se levanta, para añadirle un poco de énfasis es como si lo hiciera de forma inconsciente mientras se calma y cuenta hasta 10, cuando dice lo de "todo estaba bien en el, se sentía como si fuera un ser nuevo".
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Awards chupis:

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No hagas click aquí, despertarás a la conejita.

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Oh, no, hiciste, click, has despertado a la conejita.

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Re: Ronda #11 - Villain's Vale

Notapor Zee » Dom Abr 27, 2014 6:08 am

El bufido que escapó de los labios de Hojo en cuanto sintió mi peso caer sobre él fue mi recompensa. El científico no pudo con el inesperado golpe y casi al instante cayó al suelo, sólo porque le dio tiempo de trastabillar un poco antes. En cuanto se estrelló contra el piso, me apoyé todavía más en su espalda y le tomé ambas muñecas con mis manos. Tuve especial cuidado en asegurarme que mis rodillas se clavaran en sus clavículas, haciéndolo todo más fácil.

De pronto el suelo dio una leve sacudida, por lo cual estuve a punto de soltar a Hojo. Pero en cuanto comprendí que era porque habíamos caído en un ascensor, me tranquilicé un poco. Eso nos separaría por unos minutos de Nanashi, pero seguramente podría mantenerlo en su sitio hasta entonces.

No fue muy agradable, igualmente. Aunque el tipo no sabía defenderse, se retorcía de vez en cuando. Y no paraba de hablar entre dientes. Si le ordenaba que se callase o si lo apremiaba a tener las agallas para hablar, me ignoraba y seguía a lo suyo. O tal vez era que yo no sabía tratar con prisioneros...

Fue un alivio cuando Nanashi volvió.

¿A dónde ibas? ¿A avisar a tus amos? —cuestionó la Maestra, apuntándole con la Llave-Espada.

Sí, evidentemente... —pensé.

Pues claro. ¿A dónde iba a ir? —contestó el hombre. Puse los ojos en blanco, como diciendo "Lo sabía".

Dime, ¿dónde ocultáis al chico que habéis secuestrado?

Ah, ese chico. Estaba en mi torre, pero ahora supongo que estará muerto. Estaba reaccionando mal a los experimentos y tuve que pedirle que hiciera de cebo cuando vino ese tuerto… Además, no he podido llegar hasta el Cristal, así que de todas formas no sobrevivirá. ¡Maldito Gárland! ¿En qué estaba pensando al partir mi cristal?

No sabía si estar de acuerdo con él en aquello último. Gárland deshaciéndose del cristal parecía haber empeorado mucho las cosas. Hice una mueca al recordar que el Maestro Ryota se había quedado solo con él. Era un hombre poderoso, sin duda, pero teniendo la Armadura aquel extraño cristal en su poder, ¿no tendría problemas para poder enfrentarse a él?

Maestra Nanashi, ¿deberíamos...? —estuve a punto de sugerirle que regresáramos, pero me clavó la mirada por unos momentos y luego amenazó al científico con su Llave. El hombre miró a la Maestra y sus ojos permanecieron allí, posados sobre los de ella, mientras ella parecía pensarse sus palabras. Los míos saltaban del uno al otro, sin saber muy bien qué hacer en aquel momento. El silencio comenzaba a hacerse pesado...

Llévanos.

¿Dónde? —se me escapó.

Moriréis. Creía que los Caballeros teníais más instinto de conservación, pero veo que no.

Tú tampoco pareces tener mucho—la Llave-Espada comenzó a ejercer más fuerza sobre la piel del hombre. El corazón comenzó a latirme con rapidez, esperando ver una gotita de sangre escaparse. Me llevé una mano a los labios, sorprendido por encontrar que por poco y me relamía.

De acuerdo, ¡de acuerdo!

Maestra, ¿qué hay del Maestro Ryota? —pregunté, poniéndome de pie y permitiéndole a Nanashi encargarse del hombre ella misma—. ¿Estará...?

Ryota es perfectamente capaz de apañárselas solo. Lo mismo con Ronin. Pero dudo que tus compañeros puedan hacerlo. Y he de cuidar de Ban.

¿Ban...? ¿Quién es Ban?

¿Qué clase de magia tiene ese cristal? ¿Y por qué lo ha destruido Gárland, si es vuestro compañero?

El científico hizo intento de liberarse, lo que me hizo dar una zancada al frente, alarmado, para intentar detenerlo. Sin embargo, Nanashi se adelantó a sus acciones y simplemente apretó su agarre sobre las muñecas del hombre, quien se apresuró a explicar:

Es un cristal que hice que mis subordinados buscaran después de leer sobre él en unos libros. Como has visto, incrementa el poder de los afines al aire y… Es una fuente incomensurable de energía. No sé cómo esa mala bestia ha sabido de su existencia, pero me parece que sus propósitos deben ser los de asimilar parte de ese poder. ¿Tan segura estás de que tu amigo va a sobrevivir?

Tragué saliva.

¿Hay más--? —estuve a punto de preguntar, curioso por aquello. Si pudiese encontrarse uno para cada afinidad, los Portadores tendríamos un arma perfecta contra los Sincorazón. Cristales que podían aumentar los poderes de aquellos que fuesen afines a ello. ¿Habría sido similar conmigo si hubiese sido, por ejemplo, de Espacio? ¿Y si hubiese usado un hechizo Aero, quizás?

Calla y camina.

Mis disculpas, Maestra —me excusé, agachando la cabeza, completamente ciego a que en realidad no me lo había estado diciendo a mí.

***

Que Nanashi se apoyara en mí en cuanto entramos a aquella estancia fue algo completamente inesperado. Por un momento me preocupé porque hubiese soltado a Hojo e hice ademán de adelantarme para atraparlo de nuevo, pero cuando sentí el peso de la Maestra sobre mi cuerpo, tuve que prestarle toda mi atención y ocuparme de ella.

¿¡Na-Nanashi!? —la llamé alarmado, olvidándome por completo del título. Intenté sostenerla, pero ella misma se apoyó en mí para no caer. Había sido sólo una mala impresión, no alguna muestra de debilidad o heridas, como me había temido.

¿Pero por qué...?

¡No es posible!

Apenas habíamos llegado a aquella sala y parecía que todo se nos iba a caer abajo. Al entrar, no tardé más que unos instantes en reconocer a Kefka y a Seymour, quienes claramente no estaban muy contentos de toparse con precisamente aquellos Aprendices que se habían entrometido en sus planes en el Coliseo. Y allí parecían estar todos: Maya, Light, Ragun, Hiro y... el chico rubio de Bastión Hueco, el hermanito de Ragun.

Pero éste último...

Había sido alzado del suelo por los gigantescos brazos de... ¿qué era eso? ¿Un monstruo, un demonio, un Sincorazón? Era una terrible bestia de facciones humanas, pero piel oscura como el carbón, rasgos esqueléticos, y ojos amarillos, ataviada en ropas nobles y adornadas. Y su rostro, su horrible e innatural rostro, exhibía una sonrisa cruel y despiadada.

Esto sí que es una sorpresa inesperada…

La Maestra sacudió la cabeza y estuvo a punto de caer al suelo, impresionada. Intenté sostenerla, pero poco después tuve que soltarla cuando su rostro mostró una ira incomparable y se adelantó al frente para desafiar al "hombre".

¡Qué es esto! ¡No puedes estar vivo!

Lo cierto es que, como tal, no lo estoy —respondió la bestia, enigmáticamente.

¡No! ¡Deberías estar muerto!

Alguien hizo un trabajo chapucero—se burló Kefka.

¡Ey, Nana--! —llamé, viéndola blandir su Llave-Espada y avanzar todavía más al frente, hasta que se colocó delante de todos. Me detuve, sin embargo, cuando me di cuenta que no tenía derecho alguno para detenerla.

¿Pero por qué reaccionaba así, como si conociera a aquel demonio? ¿Se había encontrado con él antes, de verdad?

Y que el chico que sujetaba pareciese estar muerto, con los ojos grises y vacíos, no ayudaba en absoluto. Era su Aprendiz. Ella era responsable de su seguridad.

¡Suelta a ese chico! ¡De inmediato!

El demonio sólo rió.

Este chico me pertenece. Ahora es… Parte de mí, si quieres considerarlo así. Lástima que no seas capaz de salvar a nadie. ¿Verdad, Nanashi? —aquello fue un ataque en una vieja herida, no había que ser muy listo para adivinarlo. Me hizo apretar los puños con ira alrededor de un par de empuñadoras que no recordaba haber materializado. Parecían haber aparecido en respuesta a mi enfado.

Ver a mi Maestra así hacía que la bilis ascendiera a mi boca. ¿Cómo se atrevía, fuese quien fuese, creyese quien se creyese, para tratarla así? Que lo hiciera provocaba que la ira quemase como hierro fundido en mis venas. Quería ir al frente y asegurarme que se comiera mis dagas, pero...

El chico, seguía sosteniéndolo.

¡Ondia, el Drag Queen!

Tuve la urgencia de girarme y lanzarle mi Llave-Espada a Ronin directamente en la boca. ¿¡Cómo podía mantener su faceta de comediante en un momento como aquel!? ¿¡Que no podía ver el embrollo en el que nos habíamos metido, no podía ver cuán afectada estaba Nanashi!?

Abrí los ojos con sorpresa cuando vi que cargaba a alguien sobre su hombro. ¿Era... era a quien veníamos a rescatar? Y el Maestro parecía haber pasado un mal trago también, estaba magullado en algunos sitios y sus ropas mostraban varios rasguños. Aquello, el recuerdo de que él también luchaba, de alguna manera me tranquilizó.

No lo hagas, Nanashi—el Maestro avanzó y le arrojó al chico que había llevado cargado a Light—. No le sueltes. Sacadlo de aquí.

Cuánta gente se está reuniendo aquí—comentó Seymour—. Hojo, ¿es que tu guardián no sirve para nada?

¡Lo mismo podría decir de vuestro caballero!

¡Agh, sólo cállense! —si hubiese tenido más agallas, seguramente lo habría rugido.

¿Por qué está vivo…? —cuestionó Nanashi, quien temblaba.

No lo sé. Pero lo averiguaremos —prometió el hombre, invocando su propia Llave-Espada—. Vas a soltar a ese muchacho. Ahora.

Lo que sucedió a continuación fue demasiado rápido. En apenas una señal, Kefka y Seymour se prepararon para enfrentarse a ambos Maestros, que casi al instante se lanzaron hacia adelante. Ronin invocó una gigantesca llamarada que cayó sobre ambos hombres, mientras Nanashi prefirió no perder el tiempo y se lanzó directamente contra el demonio, incluso aunque sostuviese al hermanito de Ragun. Garuda se materializó en un parpadeo y se echó contra el hombre, pero éste desapareció antes de que el fénixo lo alcanzara.

De pronto los aprendices vieron cómo una sombra se arrastraba rápidamente por el suelo, pasaba por debajo de sus pies y se precipitaba hacia el pasillo. Luego se separó del piso, elevándose hasta tomar forma humana y convertirse en el Emperador, que llevaba a Ban bajo un brazo. Sin dirigirles más que una mirada inexpresiva, Mateus cruzó la puerta y se marchó.

¡Es una Evasión Sombría! —exclamó Ragun. Comprendiendo casi al instante su mensaje, conociendo ya su técnica, miré al suelo y contemplé como una sombra pasaba justo por debajo de nosotros y se lanzaba hacia el pasillo. Naturalmente me di la media vuelta y preparé mis armas, dispuesto a seguirla, cuando se volvió a materializar en aquella bestia, quien cruzó la puerta apresuradamente.

No tuve tiempo para reaccionar. Sin tardar ni un poco, Nanashi se lanzó contra él. Antes de que comprendiera lo que estaba haciendo, mi cuerpo también salió disparado detrás de la Maestra. Escuché unos pasos al lado mío y reparé en que Ragun también pretendía seguirlos.

¡Si uno detiene al demonio, el otro agarra a tu hermanito, ¿de acuerdo?! —le dije a Ragun, girándome hacia él. El joven asintió con la cabeza y se apresuró a corregir, con la respiración ya algo entrecortada:

Ban. Se llama Ban

Respondí con el mismo gesto y aceleré el paso. Pero no sabía si con mi velocidad era capaz de alcanzar al hombre... ¿y qué haría, de todas maneras, si lo hacía? ¿Cómo podía arrebatarle a Ban o detenerlo? Supuse que, si lograba darle alcance, podría deslizarme para intentar hacerlo trastabillar, pero aquello haría que dejara caer al chico. Aunque, para ser justos, era mejor que dejarlo morir o lo que fuese que aquella cosa intentara hacerle.
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
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Ronda #12 - Villain's Vale

Notapor Suzume Mizuno » Mié May 21, 2014 7:05 pm

Hiro


Ronin asintió ante las palabras de Hiro y le lanzó una sonrisa alegre:

¡Bien dicho, chucho!

Dicho esto, Ronin plantó bien los pies en el suelo, sin dar muestras de preocupación por Nanashi. Su ojo estaba clavado en sus enemigos, evaluándolos con algo más de precaución ahora que había perdido la ayuda de la otra Maestra.

Sin embargo, no titubeó a la hora de invocar de nuevo una serpiente de fuego que crepitó a su alrededor mientras le rodeaba elegantemente y apuntaba con sus colmillos a sus enemigos. Kefka dio un respingo al ver el hechizo y se echó atrás de un salto, pero no se le arrebataron las ganas de seguir con sus burlas.

¡Precioso! ¿Es que no tienes más ataques, estúpido y viejo tuerto?

Ya que tan confiado te veo, creo que te dejaré la pelea a ti—juzgó Seymour, retirándose hacia atrás con elegancia. Cuando Kefka le dirigió una mirad aasesina, el hombre añadió—: No creo que te cueste acabar con un Caballero y un chiste de aprendiz, imagino.

El payaso exhaló un resoplido de indignación e invocó en una mano un Aqua ++ y en la otra mano un Electro ++ .

¡Por supuesto! ¡Ven aquí perrito! ¿Quieres un huesito?—y arrojó el rayo contra Hiro al mismo tiempo que Ronin atacaba con su serpiente de fuego. El agua y el fuego chocaron y despidieron entre chisporroteos una cortina de vapor.

¡Ahora, Hiro!—gritó Ronin, precipitándose al frente y desapareciendo en medio del vapor. Claramente iba a por Kefka.

El payaso chillaba entre histéricas risotadas, desvelando con sus bamboleos su posición, por lo que era un blanco perfectamente claro para Hiro si buscaba atacarle antes de que Ronin se interpusiera en su campo de acción.

Pero entonces, hubo un estallido. Todos levantaron la vista. Sobre sus cabezas y recorriendo las partes superiores de la sala había altos ventanales cubiertos por cortinas negras que impedían el paso de la luz. Una de ellas acaba de reventar y una figura arrancó la sedosa cortina y se quedó atrapada en ella al intentar liberarse. De modo que cayó emitiendo un grito ahogado junto a una lluvia de cristales al tiempo que un rayo de luz iluminaba la habitación.

Ronin surgió a toda velocidad de la humareda que ya se estaba despejando y atrapó en plena caída a la persona. Ésta pataleó y trató de deshacerse de la cortina; en una mano portaba una Llave Espada que arrancó una sonrisa a Ronin.

¡Cuidado, que me vas a sacar el otro ojo!

¿Ronin? ¿Qué…? ¡Da igual! ¡Quítame esto de encima, ya viene…!

¿Que viene quién?

Sin embargo, no pudieron escuchar la respuesta de Ryota, porque el rugido del viento de pronto inundó la sala. Una sombra apareció en el ventanal destruido. Sus ojos brillaban en medio de su oscuro yelmo y el fragmento de cristal incrustrado en su guante derecho desprendía inquietantes destellos. A su alrededor parecía haberse desatado una tormenta que levantó todas las cortinas y amenazó con arrancarlas de cuajo.

Ryota por fin consiguió quitarse la cortina de encima y se vio que estaba herido; varios cortes le atravesaban el pecho y los brazos y tenía un cardenal en el pómulo izquierdo. Pero su mirada estaba llena de determinación y no parecía molestarse en absoluto por sentir dolor.

¡Ese cristal ha incrementado sus poderes, pero no los controla! ¡Es nuestra oportunidad! ¡Y bájame de una vez, Ronin!

¡No lo bajes, tuerto! ¡Así será más fácil ensartaros a los dos! —rugió Kefka, precipitándose hacia ellos.

Ryota fue más rápido; se incorporó y apuntó con su Llave Espada hacia el payaso por encima del hombro de Ronin y disparó una potente Ráfaga + que acertó a Kefka en el pecho. El hombre salió por los aires dando cómicas piruetas y se estampó contra una pared. Entre tanto, Ronin soltó a Ryota, que se limpió la sangre de la cara y enfocó su mirada en Gárland.

¡Hiro, ocúpate de él! —ordenó Ronin, enarbolando su arma en dirección a su siguiente oponente.

Gárland saltó entonces al interior de la habitación. Ryota invocó rápidamente una barrera para protegerse a sí mismo, a Ronin y a Hiro del violento viento que podría haberlos estampado sin problemas contra las paredes. Incluso la maciza mesa de los Villanos amenazó con salir disparada. Seymour alternó la mirada entre Gárland y Kefka, que luchaba por incorporarse, y decidió retroceder para no intervenir en el combate.

Ten cuidado, Ronin. No controla bien las ráfagas, pero aun así no tiene mala puntería —advirtió Ryota, poniéndose en guardia.

¡Oído cocina! —Ronin, a pesar de que el viento era cada vez más ensordecedor y que Gárland flotaba a pocos centímetros del suelo, acumulando energía en una mano para acometer contra ellos, sonreía de oreja a oreja—. ¡Como en los viejos tiempos, Ryota!

El Maestro de Bastión Hueco le dirigió una mirada de soslayo, pero las comisuras de sus labios también se elevaron.

Como en los viejos tiempos.

Acto seguido, Gárland disparó contra ellos lo que parecía ser aire concentrado y los dos saltaron hacia un lado para esquivar el ataque, que impactó contra una pared, agrietándola. Nada podía hacer Hiro en una batalla de esas dimensiones. El escudo de Ryota impedía que el viento se lo llevara por delante, pero aun así el aire le azotaba el cuerpo y le limitaba la capacidad de movimiento.

Por suerte para él, a Kefka le pasaba lo mismo. Por lo que, cuando el payaso avanzó hacia él con una sonrisa sádica y dispuesto a arrojarle un nuevo Electro + mientras mascullaba para sí mismo, supo que podía contar con la protección de Ryota… Y con la dificultad de movimientos de Kefka.

****


Ban

¡¡Te he dicho que pares!!

Ban se arrojó contra Mateus, Llave Espada en mano, luchando por expulsar de su corazón a aquel monstruo. Con un movimiento casi perezoso, el Emperador interpuso su lanza entre él y el aprendiz en el último instante. Ban comprobó, con desesperación, que la fuerza que tenía aquel Sincorazón en un único brazo superaba con creces las de él en todo su cuerpo.

Y es que, a medida que las grietas y la oscuridad se iban extendiendo por su plataforma, Ban sentía que sus energías eran cada vez más exiguas. Le temblaban las piernas, le fallaban las manos, apenas sí conseguía respirar sin sentir que le iban a explotar los pulmones por el sobreesfuerzo.

Y el frío que parecía que fuera a congelarle el pecho se ramificaba por sus miembros a una velocidad espantosa.

¿Por qué? —preguntó la profunda voz del Emperador, que reverberaba en medio de la creciente oscuridad—. Me pediste que te salvara y lo estoy haciendo. Si no te destruyo yo, la oscuridad lo hará por ti. Perderás todo —dio un paso al frente y Ban se vio obligado a retroceder—. Tus recuerdos —otro paso—. Tu cuerpo—¿por qué parecía que se fuera haciendo más y más grande? ¿O era Ban quien iba empequeñeciendo?—. Hasta tu corazón—con un brusco gesto, derribó a Ban, que cayó sobre la oscuridad que ya había llegado hasta la mitad de la plataforma. La sintió bajo las palmas de sus manos, que se hundieron en su superficie. Cuando quiso darse cuenta, la mitad de su cuerpo se había sumergido en ella y casi no podía moverse—. Yo sólo te quitaré el corazón y el resto permanecerá en su sitio. A menos que prefieras el olvido absoluto y eterno, por supuesto. —añadió el Emperador con voz acariciante.

Entonces el hombre se retiró un par de pasos y aguardó.

Así pues, elige. O la oscuridad… O que tu corazón sea destruído.

Ban se hundía rápidamente mientras la oscuridad devoraba cada vez con más ferocidad su plataforma. Empezó a notar cómo se le embotaba la mente, que resultaba más y más difícil pensar. Que, poco a poco, todos sus motivos para vivir, su pasado, sus ambiciones, se iban diluyendo en la nada.

Que, de un momento a otro, iba a desaparecer. La elección estaba en su mano. Pero debía darse prisa.

****


Ragun y Xefil

Ambos aprendices tuvieron que correr con todas sus fuerzas para que la Maestra no les dejara atrás: prácticamente mientras descendían a toda velocidad por las escaleras sólo vieron los retazos de vestido blanco de Nanashi ondeando a su espalda. Por suerte, sus pisadas dejaban claro que no se encontraba muy lejos.

¡¡Deja de huir, maldito cobarde!! —rugió entonces Nanashi—. ¡Siempre escondiéndote, siempre aprovechándote de los demás!

Cuando consiguieron darles alcance, fue tras ver un estallido de luz que por poco los dejó cegados. Nanashi había conseguido arrinconar a Mateus cuando éste había intentado huir por un amplio pasillo que daba a una gran puerta. No sabían lo que había detrás, pero la Maestra se había asegurado de que el Emperador no pudiera traspasarla al enviar a Garuda a cerrarle el paso.

Devuélveme a mi aprendiz —ordenó con un tono afilado.

Mateus miró hacia atrás y valoró a Garuda, que aleteaba tranquilamente en el aire, cortándole la retirada. Después apretó a Ban contra sí y colocó la vara contra su cuello. No hicieron falta bravuconadas para dar a entender que le haría daño si se atrevían a dar un paso más adelante.

Ragun —siseó Nanashi—. Usa tu evasión oscura y quítale a Ban. Xefil, prepárate para sacarlos de ahí con tu elusión. Cuando tengáis a Ban corred. Ahora, cerrad los ojos.

Nanashi no esperó a ver si los aprendices estaban de acuerdo con el plan: estiró una mano al frente y hubo otro potente estallido de luz que atravesó los párpados de los jóvenes. Con un grito de guerra, la mujer se precipitó al frente.

¡Era el momento!

****


Light y Maya

Cargando con Cloud, que resultó más pesado de lo esperado, Light corrió con todas sus fuerzas. Aun así, ni él ni Maya se movieron tan rápido como Ragun y Xefil, a los que pronto perdieron de vista. Aunque pudieron oír los gritos de Nanashi por delante y vieron la explosión de luz, continuaron de largo por las escaleras. Porque tenían que salir de allí. Cuanto antes.

Light podía escuchar la respiración trabajosa de Cloud y si se daba la vuelta, vería que tras él había un rastro de sangre negra…

Se les acababa el tiempo.

Las escaleras parecían, sin embargo, interminables. Hasta que, al fin, llegaron a un pasillo que pudieron reconocer. ¡No estaban lejos del vestíbulo de la entrada!

Entonces, por fin, llegaron al mismo. Tan oscuro como la última vez, lo que les obligó a frenar el paso. Descendieron por el último tramo de escaleras, jadeantes, agotados. Pero la meta estaba allí, no debían parar, no debían…

Vaya, esto sí que no me lo esperaba. Creía que se ocuparían de vosotros en un parpadeo —reconocerían con facilidad la profunda voz del hombre al que creían haber engañado tan astutamente. Pero no lo vieron en medio de la oscuridad—. ¿A dónde creéis que vais con el experimento del doctor Hojo?

Del centro de la sala, una lengua de fuego se precipitó hacia ellos y de pronto todo se volvió a iluminar con diminutas llamas que flotaban en torno a la figura de Rubicante.

Antes comenté que no me gustaba hacer daño a niños y sigo pensándolo. Dejad al chico, rendíos y me comprometo a no haceros daño. No puedo responder por mis señores, pero al menos yo no os pondré la mano encima[/b]—aseguró Rubicante—. Meditadlo bien. Después de todo, no podéis salir de este lugar… No sin esto, al menos[/b]—y con un teatral movimiento abrió la capa a un lado, que ondeó ostentosamente: sobre el pecho llevaba enganchado un cristal resplandeciente en forma de hoja de árbol. Bajó el brazo y la capa cubrió la llave-objeto. El siniestro hombre les dedicó una sonrisa siniestra—.¿Qué decís?

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Fecha límite: domingo 25
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