[Bastión Hueco] Villain's Vale

Trama de Light, Hiro, Xefil, Maya, Ban y Ragun

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

[Bastión Hueco] Villain's Vale

Notapor Soul Artist » Dom Feb 09, 2014 5:41 pm

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Inconcebible.

¡Sorpresa!

Nanashi no daba crédito a lo que sus ojos veían. Apenas unos minutos antes se encontraba impartiendo un riguroso entrenamiento a Ragun y Ban Oswald, dos aprendices que tomó a su cargo hasta que se reintegraran en la Orden; uno por la pérdida de su brazo, el otro por su reciente fracaso en una misión en la Ciudad de las Campanas. Entonces uno de los moguris a cargo del castillo le había avisado de que había intrusos en el mundo, y al acudir rauda al vestíbulo del castillo, alguien llamó a la enorme puerta doble con fuerza.

Lo último que podía esperar era que el mismísimo Ronin, líder de los Maestros de Tierra de Partida, se presentara sonriente con cuatro aprendices detrás de él.

Para ellos tampoco era fácil de creer. Apenas hacía cinco días desde que Hiro y Xefil, dos de los muchachos que acompañaban a Ronin, había estado en aquel mismo lugar: el exterior del castillo, frente a la enorme puerta a la que el pirata se había atrevido a llamar con toda la confianza del mundo. Maya y Light ya habían estado en el castillo con anterioridad, por lo que el lugar no se les hacía desconocido; sólo que esta vez, para acceder, habían subido varios pisos de altura usando un ascensor mágico con forma de jaula. La puerta, por su parte, era de un color rosado no muy vivo y decorado con sumo cuidado.

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Nanashi fulminó con la mirada a Ronin, el cual sólo supo contestar con una amplia sonrisa y llevándose una mano a la nuca. La tensión se podía mascar en el ambiente: parecía que en cualquier momento el Maestro de Maestros fuese a ser asesinado por el hechizo más poderoso que ella conociese. Y sin embargo, Nanashi guardó la compostura en todo momento.

¿Cómo tienes la desfachatez de presentarte aquí? ¿Cómo puede entrar en tu cabeza esta inconsciencia?

¡He venido a ver a Ryota! Le traigo una tarta por su cumpleaños ―Ronin colocó frente a Nanashi la pequeña caja de cartón que había traído consigo, abriéndola y mostrándole su contenido con total inocencia. En efecto, había una tarta dentro; una verde, maloliente y seguramente muy venenosa tarta. La mujer levantó la mirada y apartó la tarta de su vista―. ¡La ha hecho Yami!

Cómo puedes atreverte a venir sin...

¡No cogíais el teléfono! Encima seré yo el maleducado.

Nanashi enmarcó las cejas y el silencio acrecentó la tensión entre ambas partes. La Maestra exhaló una gran cantidad de aire y pasó sus ojos por encima de los cuatro aprendices que acompañaban al pirata, juzgándoles a todos y cada uno de ellos, dedicándoles el mismo tiempo, sin detenerse concretamente en nadie.

Increíble. No has cambiado nada, incluso cuando estás en guerra. Y la peor parte tendrán que pagarla los aprendices a tu cargo ―sus ojos volvieron a Ronin, el cual seguía sonriendo ampliamente como si todo aquello fuese lo más natural del mundo―. Harás que te maten, y cuando eso suceda, te llevarás a varios de ellos contigo. Nunca comprenderé cómo Rayim pudo elegirte como su sucesor.

Cómo echaba de menos tus broncas ―bromeó Ronin, sin seguir tomándose en serio a la mujer que una vez fue su mano derecha―. ¿Está Ryota en casa o no?

Nanashi no contestó a aquella provocación. Dio un par de pasos hacia atrás y permitió el acceso al vestíbulo a los miembros de Tierra de Partida, lugar que ya podían conocer muy bien debido al enfrentamiento que tuvieron con Hisa Wix. Les alegraría saber que, tras tanto tiempo, la lámpara que tiraron ya volvía a estar colgada en el techo.

La Maestra se dio la vuelta y subió al piso superior del vestíbulo, esperando que todos le siguieran. Dio órdenes muy concretas en alto, dejando claro que no permitiría que nadie se desviase por el camino:

Seguidme. Wiedererinnerung, Oswald, vigilad que los aprendices no se pierdan.

Estarían estrechamente vigilados en todo momento.

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Fecha límite: 21.00, hora peninsular española, del miércoles 12 de febrero de 2014.

¡Bienvenidos a una nueva Trama los seis! Suzume y yo estamos muy orgullosos de recibiros a todos en Villain's Vale, que nos viene muy bien como última Trama que seguramente hagamos de la Segunda Saga (quitando secuelas de Sombra de Luna y Se acerca el invierno). Esperemos que disfrutéis completamente de ella y que os lo paséis muy bien ^>^

Esta ronda servirá bien para que os podáis conocer entre vosotros y tal, un poco de interacción. ¡Amistad power!
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¡Gracias, Flan, por Alexis e Ivan!
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Re: [Bastión Hueco] Villain's Vale

Notapor Sombra » Dom Feb 09, 2014 8:10 pm

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Inconcebible.

¡Sorpresa!

Allí estaba. Aquel grandísimo hijo de puta; Ronin. El maestro que había ayudado en cierto modo al despertar de Gárland. Uno de los culpables de la pérdida de mi brazo. Junto a él se encontraban los cuatro aprendices de Tierra de Partida que habían estado en el despertar del Dios Caído. Al menos la mayoría.

Era horrible ver a uno de los culpables, a uno de mis objetivos de venganza y saber que no podría hacer nada para herirle. ¿Qué podría hacerle un simple aprendiz a un Maestro? Y aún encima no era un simple maestro, era el Maestro de Maestros.

Me sentía impotente ante él, la diferencia entre nosotros era como del sol a la luna. Una distancia que ningún humano podría hacer de forma normal. Me estaba conteniendo como nunca lo había hecho antes para no saltar sobre él y arrancarle la cabeza para clavarla en una pica... O intentarlo al menos.

¿Qué hacía allí el tuerto? ¿Había venido a declarar la guerra? ¿Agradecer el que hubiésemos cuidado del chico perro y de Xefil? Fuese lo que fuese lo que venía a hacer en Bastión Hueco, que él estuviese en nuestro territorio significaba problemas.

Había aparecido sin previo aviso, interrumpiendo el entrenamiento que la Maestra Nanashi estaba impartiendo a aquel chico, que si mal no recordaba se llamaba Ban y a mí.

Pero allí estaba realmente él, el Maestro de Maestros. Mostrando una sonrisa que podría brillar incluso en la más profunda oscuridad, como si estuviese familiarizado con aquel lugar, como si nunca hubiese pasado nada.

Era tan odioso.

Ronin llevó su mano a la nuca sin dejar de sonreír cuando Nanashi y yo clavamos nuestros ojos en él. Si las miradas hiriesen Ronin se habría quedado sin otro ojo al momentp.

Parecía como si en cualquier momento fuese a empezar una pelea y mi trabajo sería el de apoyar a Nanashi tanto como pudiese. Preparé mi mano para así invocar mi llave espada si era necesario.

Aunque nada ocurrió.

¿Cómo tienes la desfachatez de presentarte aquí? ¿Cómo puede entrar en tu cabeza esta inconsciencia? ―recriminó Nanashi la insolencia de su antiguo compañero.

¡He venido a ver a Ryota! Le traigo una tarta por su cumpleaños ―levanté una ceja extrañado. Era obvio que aquello era una enorme mentira, sin embargo allí estaba, enseñando una caja con una tarta de un color poco apetecible y con un olor vomitivo―. ¡La ha hecho Yami!

Que dijese que la había hecho Yami quería decir que el que la probase acabaría con encerrado en el baño durante una semana como mínimo. Todavía recordaba aquel día que el cocinero, Higashizawa había estado en huelga. Algo que preferiría olvidar.

Cómo puedes atreverte a venir sin...

¡No cogíais el teléfono! Encima seré yo el maleducado ―cortó de golpe a la Maestra.

Como no, las estúpidas bromas de Ronin. Su idiotez era digna de él. Nanashi pasó sus ojos sobre los acompañantes de Ronin.

Ninguno sería demasiado problema para nosotros si intentaban cualquier acto en nuestra contra, tan solo me preocupaba un poco Xefil, aquel poder no era normal...

Increíble. No has cambiado nada, incluso cuando estás en guerra. Y la peor parte tendrán que pagarla los aprendices a tu cargo ―y tenía razón. Ronin no parecía muy inteligente, la verdad. Era demasiado impulsivo y no se tomaba en serio nada―. Harás que te maten, y cuando eso suceda, te llevarás a varios de ellos contigo. Nunca comprenderé cómo Rayim pudo elegirte como su sucesor.

¿Rayim? ¿Sucesor? Entonces... ¿El Maestro de Ronin se llamaba así?

Cómo echaba de menos tus broncas ―continuó sin tomarse en serio absolutamente ninguna de las palabras de la Maestra Nanashi. Idiota no, era lo siguiente―. ¿Está Ryota en casa o no?

Cuando Nanashi dejó el paso libre para el grupo de Tierra de Partida fruncí el ceño molesto. ¿De verdad era buena idea dejarles pasar? Habría sido mejor que uno de nosotros hubiese ido a llamar a Ryota directamente. Pero ella era la mayor autoridad en aquel momento, si ella quería dejarles pasar solo podíamos aguantarnos.

Nanashi avanzó hacia las escaleras subiendo hacia la zona de los ascensores que casi siempre utilizábamos.

Seguidme. Wiedererinnerung, Oswald, vigilad que los aprendices no se pierdan ―ordenó. Tardé unos momentos en reaccionar ante la falta de costumbre a que alguien me llamase por mi apellido, el cual había logrado recordar finalmente tras tanto tiempo.

"Alexander Fürst Von Wiedererinnerung" incluso a mí me costaba pronunciarlo correctamente, sin embargo Nanashi lo hacía de una forma tan natural y fluida que resultaba sorprendente. Bueno, me había acabado acostumbrando a decir mi nombre aquellos días, lo suficiente como para no tardar mucho en reconocerlo.

Me pregunté el origen de mi apellido. ¿Tendría algún significado? ¿De que mundo era originario? Con tan solo mi nombre podía adivinar cosas sobre mi mundo, por ejemplo; Agrabah y Coliseo del Olimpo quedaban descartados.

Sí, Maestra ―afirmé a su orden con una ligera reverencia.

Dejé pasar por delante de mí a los aprendices de Tierra de Partida y a Ronin sin quitarles ni un ojo de encima y empecé a caminar tras ellos dejando cierta distancia para tenerlos a todos controlados.

Ten cuidado con ellos y no bajes la guardia ―advertí al aprendiz con el que había hecho el entrenamiento en voz baja para que tan solo él me escuchase―. No son de fiar.
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Bienvenidos a Hollow Bastion

Notapor Zee » Dom Feb 09, 2014 9:58 pm

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Buen día, Maestra.

Mis palabras salieron empapadas de tanto rencor que parecía que las había siseado un basilisco. Aunque Ronin exhibía en su rostro una sonrisa jovial, que no podía precisar si era sincera o sólo un buen engaño, yo prefería demostrar mis verdaderos sentimientos sin tapujos: mi ceño fruncido y mis ojos iracundos y destelleantes con carmesí, clavándose en los de Nanashi como si de aquella manera pudiese hacerle algún daño.

Claro que... en el fondo no pretendía hacerle ningún daño; era sólo una expresión. Sólo sabía que todavía guardaba un dolor tremendo en el pecho, un sentimiento que pensé que ya había dejado atrás y que había de alguna manera logrado esconder detrás de un muro de roca impenetrable. Pero en cuanto me había topado con Nanashi y sus nuevos Aprendices en la puerta del castillo de Bastión Hueco, todo se vino abajo en un instante. Por supuesto que no iba a echarme a llorar de la manera estúpida e infantil en la que lo había hecho tras su traición, pero sí tenía unas ganas incontrolables de rugirle todo lo que se me había pasado por la cabeza durante aquellos meses. Podría escupirle toda la bilis que había acumulado, incluso.

Y no ayudaba que precisamente detrás de ella se encontrara Ragun. El otro chico que los acompañaba, bajito y rubio, me tenía francamente sin cuidado. Pero tener a Nanashi y a Alexander dentro del mismo campo visual podría provocarme alguna destrucción celular masiva si no podía especial cuidado en controlar mi enfado. Después de lo que había ocurrido hacía apenas un par de días, ya no sabía qué sentir respecto a él. ¿Empatía? ¿Lástima? ¿Miedo? Siendo incapaz de aclarar mi propia confusión, sencillamente me resultaba más fácil estar enojado.

Habían pasado apenas unos días desde que había estado en Bastión Hueco. Y, contrario a lo que pensaba el Maestro Ronin o mis compañeros de "misión", esa última ocasión no había sido tras el incidente de Coliseo del Olimpo, donde habían decidido cuidar de mí hasta que sanara. Había sido una pequeña visita en la cual nada había salido de acuerdo al plan y en la que Ragun se había visto involucrado por accidente.

Y mientras tanto, la Maestra Nanashi y el Maestro Ronin seguían discutiendo. Aunque en realidad, más que una discusión, eran reproches unilaterales:

¿Cómo tienes la desfachatez de presentarte aquí? ¿Cómo puede entrar en tu cabeza esta inconsciencia?

¡He venido a ver a Ryota! Le traigo una tarta por su cumpleaños. ¡La ha hecho Yami!

También Hiro y yo queríamos agradecerle su gener-- ―fue la única vez en la que intenté intervenir, pero descubrí que la Maestra no tendría intención alguna de escuchar mis palabras. Como de costumbre.

Cómo puedes atreverte a venir sin...

¡No cogíais el teléfono! Encima seré yo el maleducado.

Aquello logró sacarme una pequeña carcajada, la cual intenté disfrazar como una tos mientras apretaba los labios. Sin embargo, aún así se me podía notar una ligera sonrisilla que muy probablemente no pasó desapercibida para los Portadores de Bastión Hueco.

Increíble. No has cambiado nada, incluso cuando estás en guerra. Y la peor parte tendrán que pagarla los aprendices a tu cargo ―puse los ojos en blanco y dejé salir un bufido en cuanto Nanashi mencionó el asunto de la guerra. Por lo que había visto en los últimos meses, era la única que se tomaba el asunto tan en serio; ni siquiera Ronin o Ryota le prestaban tanta atención. ¡E igual, si estuviésemos en guerra, aquella acción nuestra bien podría considerarse diplomática!―. Harás que te maten, y cuando eso suceda, te llevarás a varios de ellos contigo. Nunca comprenderé cómo Rayim pudo elegirte como su sucesor.

Cómo echaba de menos tus broncas ―declaró Ronin, divertido. Bueno, sin duda, era el único, pensé―. ¿Está Ryota en casa o no?

Sin responder a la cuestión de Ronin, la Maestra simplemente retrocedió un par de pasos y nos dejó pasar al interior del castillo. En cuanto crucé con mis compañeros por la amplia puerta color violeta, reconocí la amplia estancia en la que nos hallábamos. Habíamos entrado por un sitio diferente, pero era inconfundible.

Es bueno saber que el candelabro ya está instalado de nuevo ―le dije a Light, dándole un golpecito de complicidad en el brazo. Me aseguré de que Alexander o Ragun o como fuese, me escuchara también. Porque, aunque estuviésemos enfrentados, aquel día los tres habíamos luchado juntos, y era un recuerdo que debíamos compartir. Eso sí, me aseguré de dar un amplio rodeo para no quedar debajo del gigantesco adorno en ningún momento.

Travieso, metí la mano en la fuente cuando pasamos a su lado, tras seguir a Nanashi a la planta superior.

Seguidme. Wiedererinnerung, Oswald, vigilad que los aprendices no se pierdan.

Las palabras de la Maestra resonaron en la amplia estancia, por lo que las órdenes quedaron claras tanto para los chicos de Bastión Hueco como para nosotros de Tierra de Partida. No era ninguna novedad, por supuesto, claro que nos esperábamos que nos trataran como prisioneros una vez dentro... Pero si alguien tenía esa necesidad de constatar lo obvio, sin duda debería ser Nanashi.

Ambos muchachos detuvieron su caminar un momento, para así poder ir detrás de nosotros. Juguetón, también decidí retrasarme para quedar al final del grupo y me di la media vuelta, caminando de espaldas, para poder contemplar a los dos muchachos.

'la ―saludé, levantando una mano―. ¿Qué tal va todo, Alex? ¿Algo nuevo que contar? ¿Le pasó algo a la torre que tú y yo sabemos? ―pregunté a Ragun, entre sincero y burlón, usando su nombre real. Era innegable que existía una tensión entre nosotros, pero aun así consideraba (al menos yo lo hacía) que seguía habiendo huecos para la cortesía y la amabilidad... y las bromas amigables en el delgado borde entre aceptables y pesadas.

>>Oh, y hola, me llamo Xefil. Es un gusto conocerte ―añadí luego, presentándome con el chico rubio y tendiéndole una mano.

Sí, bueno, sobraba decir que, mientras tuviese la vista alejada de Nanashi, podría comportarme tranquilo.
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
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Re: [Bastión Hueco] Villain's Vale

Notapor Astro » Mar Feb 11, 2014 4:09 pm

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Para Ban Oswald, el día había empezado como otro cualquiera. Despertarse, ducharse, desayunar, y acudir raudo al entrenamiento con la Maestra Nanashi, quien desde el fiasco de París se había encargado de supervisar personalmente sus entrenamientos. Al chico no le hacía ninguna gracia, pero entre el fallo tan gordo que cometió en la misión y la severidad de la Maestra, ni siquiera él se atrevía a protestar.
Aquel día les acompañaba Ragun, un aprendiz bastante paliducho, más mayor que Ban, y que destacaba por un detalle en especial: le faltaba un brazo. El pequeño Oswald estuvo tentado de preguntar por el asunto, pero la presencia de Nanashi hizo que cerrara la boca. Aquella mujer le ponía nervioso.

Todo transcurría con normalidad, hasta que un moguri apareció advirtiendo de la presencia de intrusos en el castillo. Cuando Maestra y aprendices llegaron al vestíbulo, alguien llamó a las puertas del castillo. Y entonces entraron ellos.

Inconcebible.

¡Sorpresa!

Ban parpadeó perplejo, intentando entender lo que estaba sucediendo. En la puerta había una especie de pirata (con parche y todo) vestido de rojo que sonreía alegremente ante la mirada asesina de Nanashi. Detras de él, otros cuatro intrusos observaban la escena: una niña pelirroja y tres chicos más mayores y altos que Ban: uno de pelo negro, otro castaño y el último pelirrojo y con lo que parecían ser orejas de perro. ¿Quién demonios...?

¿Cómo tienes la desfachatez de presentarte aquí? ¿Cómo puede entrar en tu cabeza esta inconsciencia?

¡He venido a ver a Ryota! Le traigo una tarta por su cumpleaños ―¿Era el cumpleaños del Maestro Ryota? Ban no tenía ni idea. El hombre tuerto abrió una pequeña caja frente a Nanashi, mostrándole una tarta verde y maloliente―. ¡La ha hecho Yami!

Puaj, ¡qué asquerosidad! ―opinó Ban, tapándose la nariz para evitar oler el hedor que salía de la tarta.

Cómo puedes atreverte a venir sin...

¡No cogíais el teléfono! Encima seré yo el maleducado.

Increíble. No has cambiado nada, incluso cuando estás en guerra. Y la peor parte tendrán que pagarla los aprendices a tu cargo ―poco a poco, Ban iba entendiendo el problema (o eso creía). Los reproches de Nanashi y el hecho de que dijera "aprendices a tu cargo" daba a entender que se encontraban frente a un Maestro de Tierra de Partida, y los cuatro detrás de él eran sus aprendices―. Harás que te maten, y cuando eso suceda, te llevarás a varios de ellos contigo. Nunca comprenderé cómo Rayim pudo elegirte como su sucesor.

Cómo echaba de menos tus broncas ―aquel hombre parecía inmune a la severidad de Nanashi, e incluso daba la impresión de que se reía de ella―. ¿Está Ryota en casa o no?

Sorprendentemente, Nanashi no contestó. En su lugar, se apartó y dejó el camino libre para que los recién llegados pasaran al vestíbulo.

Seguidme. Wiedererinnerung, Oswald, vigilad que los aprendices no se pierdan ―con paso firme, la Maestra se dio la vuelta y empezó a caminar hacia el piso de arriba dirigiendo al peculiar grupo que se había juntado.

Sí, Maestra.

Junto con Ragun, Ban dejó pasar a los demás hasta quedarse al final de la marcha, observando con ligera curiosidad al Maestro y a los aprendices.

Ten cuidado con ellos y no bajes la guardia ―le susurró Ragun, procurando que nadie más le oyera―. No son de fiar.

El joven Oswald asintió, aunque la idea de que fuesen a atacarles le pareció absurda. Solo eran cinco, y estaban en pleno territorio enemigo. Tendrían que ser idiotas para intentar algún tipo de ataque...aunque bien pensado, ellos entraban en esa definición.

Uno de los aprendices, el de pelo castaño, también se quedó al final del grupo y empezó a caminar de espaldas, mirando de frente a los dos aprendices de Bastión Hueco. Intercambió unas palabras con Ragun a las que Ban no prestó ninguna atención, y entonces se dirigió a él.

Oh, y hola, me llamo Xefil. Es un gusto conocerte.

Piérdete, payaso ―gruñó Ban, ignorando la mano que le ofrecía.

Sin ningún tipo de interés, el rubio sacó su móvil del bolsillo y se puso a trastear con él, ignorando por completo a los aprendices que tenía delante. Con un poco de suerte, Ryota les encerraría a todos en las mazmorras y Ban podría volver a su habitación para vaguear.
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Re: [Bastión Hueco] Villain's Vale

Notapor Light » Mié Feb 12, 2014 12:22 am

De todos los mundos de esta galaxia, de todos los lugares a los que podíamos acudir, tenías que llevarnos a éste precisamente.

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Light, hipnotizado por aquel llamativo cielo violáceo, observaba fijamente el horizonte mientras el ascensor les transportaba al gran castillo. Los aprendices se encontraban bajo aquel fascinante cielo, otra vez. Ronin les había llevado a Bastión Hueco y no les había dado ninguna explicación al respecto. El joven sólo podía hacer alguna que otra conjetura: el Maestro había convocado precisamente a los cuatro aprendices de Tierra de Partida que fueron enviados al Inframundo para escoltar a Lyn. ¿Una casualidad? Seguramente no, aunque tampoco podía confirmar nada.

¿Tienes miedo?

La pregunta del eidolon no podía ser más oportuna. La última vez que habían acabado en Bastión Hueco, había resultado uno de los días más desagradables de su vida. En aquella ocasión, cuando vio el antiguo vergel destruido, experimentó un miedo atroz y un inexplicable dolor que le hizo venirse abajo, inevitablemente. ¿Por qué se había desquiciado tanto?

Estoy bien” le respondió simplemente, utilizando la telepatía. Gracias a ésta, ambos podían hablar sin que terceros les escuchasen. “En serio, estoy perfectamente”.

Light desvió la vista del horizonte y alzó la mirada hacia otra dirección, para contemplar el enorme castillo que se imponía ante ellos, cada vez más cercano. Se aproximaban a la residencia de los traidores, los infieles que habían traicionado los ideales de Tierra de Partida.

Hace más de un año, me dispuse a explorar este castillo con algunos de mis compañeros. No sabría explicártelo… pero en lo más profundo de mí ser, sentía que había algo importante allí, esperándome.

Gaomon no dijo nada y dejó que su invocador continuara explicando. Al mismo tiempo, él y los demás aprendices abandonaban el ascensor y comenzaban a andar hacia la gran puerta para entrar en el edificio.

Lo dimos todo en aquel combate y acabamos tumbando a la Guardiana del Castillo. Estaba desquiciado. La desesperación nos había cegado a todos, a mí el primero. En aquel momento, perdí el rumbo. Dejé de ser yo mismo. El resto de la historia ya la conoces… bueno, en realidad lo sabes todo, no sé por qué te estoy contando todo esto.

El joven se detuvo delante de la gran puerta y se apartó a un lado para que el Maestro la cruzara primero; si los residentes del castillo se atrevían a abrirles, claro. Lentamente, el chico acercó la palma de su mano a la puerta y empezó a pasar sus dedos por encima de los ornamentos, examinándolos minuciosamente.

Todo ha cambiado, Gaomon. Por alguna razón… sé que no hay nada importante allí dentro. Ya no. No sé por qué me sentí tan atraído por este castillo, no recuerdo haber estado aquí. Pero me resulta familiar y eso no me gusta un pelo. No deberíamos estar aquí.

Cerró los ojos, cogió aire y lo exhaló lentamente, despejando su mente. El eidolon respetó aquella pausa y continuó escuchándole.

Sé que tú lo sabes todo, pero quiero pedirte que no me digas nada de momento. Soy consciente de que es algo horrible, lo intuyo. Cuando esté preparado para descubrir la verdad, te preguntaré; pero, por el momento, este castillo simplemente es la base de nuestros enemigos. Eso es todo lo que necesito saber...

Inconcebible.

¡Sorpresa!

Una voz de mujer interrumpió momentáneamente la conversación entre ambos, desconcertándole. Light apretó los dientes, dibujando una mueca de estupefacción en su rostro. Una Maestra de Bastión Hueco enfurecida se hallaba tras la puerta, igual de estupefacta que él. Con ella, se encontraban Ragun y otro aprendiz desconocido.

La estupefacción de la mujer era comprensible. ¿Qué podía decir? ¿Acaso no era verdad que su presencia allí era absurda? No pintaban nada allí. Si Ryota hubiera entrado en el castillo de Tierra de Partida, su reacción hubiera sido semejante, o puede que incluso peor. La Maestra que les había traicionado, Nanashi, estaba fulminando al despreocupado de Ronin con la mirada. Light también se percató de que Xefil señalaba fijamente a su antigua Maestra con sus ojos de color rojo intenso, como la sangre.

Jamás había tenido la ocasión de tener un entrenamiento con Nanashi, pero inevitablemente había escuchado que era la Maestra más estricta y seria de toda Tierra de Partida; en este último aspecto todo lo opuesto a Ronin. ¿Qué motivos habían impulsado a una Maestra tan respetable como Nanashi a abandonar Tierra de Partida?

¿Cómo tienes la desfachatez de presentarte aquí? ¿Cómo puede entrar en tu cabeza esta inconsciencia?

"Yo tampoco me lo explico… " dijo para sí mismo, sin borrar la mueca de su rostro.

¡He venido a ver a Ryota! Le traigo una tarta por su cumpleaños ―las palabras que pronunció el pirata no le pudieron dejar más atónito. ¿Había escuchado el nombre de Ryota? Sí, había escuchado sobradamente bien, y no podía creerlo. Ryota, el mismo individuo que les trajo a Bastión Hueco para invitarles a cambiar de bando, el mismo traidor que había destruido Vergel Radiante, llevándose a muchas vidas por delante; entre ellas, la de su amigo Zeix, quien falleció a raíz de todos los oscuros acontecimientos de Ocaso de una Estrella. Light se acercó para ver el dulce en cuestión: una tarta de color verde―. ¡La ha hecho Yami!

¡Oh, venga, no puede ir en serio! No me digas que Ronin nos ha traído a Bastión Hueco para... esto.

Entonces, se aproximó más a Ronin para poder ver la tarta de cerca. El chico acabaría detectando la fetidez que despedía el pastel y se alejaría rápidamente del dulce. Aparte de él, uno de los aprendices que acompañaban a Nanashi parecía haber advertido el desagradable olor de la tarta. Sin más dilación, el muchacho rubio manifestó su desagrado, tapándose la nariz para protegerse de aquel aroma.

La madre que le parió… “ una vez estuviera situado a una distancia prudencial de la caja con el pastel, se llevó la mano a la frente y rogó despertarse de aquel sueño absurdo; porque debía de tratarse de eso, un sueño.

Cómo puedes atreverte a venir sin...

¡No cogíais el teléfono! Encima seré yo el maleducado.

Nanashi, incapaz de soportarle, dedicó unos segundos a exhalar un suspiro, bastante irritada. Cuando la mujer hizo contacto visual con Light, el chico se llevó la mano a la sien y no pudo evitar esbozar una pequeña y tímida sonrisa, avergonzado. Le resultaba tan absurda toda aquella situación que ya empezaba a tomárselo con humor.

Increíble. No has cambiado nada, incluso cuando estás en guerra. Y la peor parte tendrán que pagarla los aprendices a tu cargo ―le reprendió. Cuando nombró el conflicto de los portadores, Light apagó la pequeña sonrisa de su rostro―. Harás que te maten, y cuando eso suceda, te llevarás a varios de ellos contigo. Nunca comprenderé cómo Rayim pudo elegirte como su sucesor.

¿Rayim?

Cómo echaba de menos tus broncas ―manifestaba chistoso el pirata, sin tomarse en serio a la mujer―. ¿Está Ryota en casa o no?

La Maestra Nanashi no se molestó en contestarle a su pregunta y simplemente retrocedió, permitiéndoles entrar en el castillo finalmente. Light avanzó con sus compañeros y no tardó ni un segundo en percatarse del lugar en el que se encontraban: el vestíbulo del castillo, donde se enfrentaron al Incorpóreo de Iwashi.

Es bueno saber que el candelabro ya está instalado de nuevo ―comentó Xefil. En efecto, Light alzó la mirada y vislumbró la gran plataforma luminosa en lo alto de la gran habitación, en perfecto estado.

Nuestro último recurso ―pronunció con una voz casi inaudible, refiriéndose a esa plataforma. Fue gracias a ese gran candelabro que lograron vencer a un oponente mucho más poderoso que ellos. Sin éste, hubieran perdido aquel combate con toda seguridad.

Al igual que Xefil, daría un rodeo para evitar cruzar por debajo del objeto que se elevaba sobre sus cabezas. Recorrer aquella habitación le produciría escalofríos y le haría recordar sus experiencias en aquel combate: como, por ejemplo, cuando Wix les arrebató todas sus Llaves Espada y les mandó volando hacia los extremos de la habitación con una poderosa onda magnética.

Una vez subió las escaleras del hall, Nanashi se dirigió a los aprendices.

Seguidme. Wiedererinnerung, Oswald, vigilad que los aprendices no se pierdan.

A Light no le importaba que Ragun y el rubio que estaba con él les estuvieran observando desde atrás todo el tiempo: él simplemente no se giraría ni les dirigiría la mirada. El aprendiz les ignoraría por completo y ni se molestaría en conversar con ellos, al contrario que el amable de Xefil. De hecho, por la cara de mala leche que había puesto Ragun al verles, lo que menos le apetecía en ese momento era charlar con él. De hecho, le había cogido mucha tirria por su grave error en la misión del Inframundo.

Él tampoco estaba de buen humor, realmente. Aunque las gracias de Ronin le habían sacado alguna sonrisa, lo último que quería el aprendiz era reunirse con el Maestro Ryota; por no hablar de celebrar su cumpleaños…

¿Y si además nos encontramos a la Guardiana?” por un momento, le vino una imagen muy ridícula a la cabeza. Se imaginó a Hisa Wix ayudando a su amo a apagar las velas de la tarta de cumpleaños, soplando con él.

¿Light?

Olvida lo que acabas de ver. Éste es el último lugar que quería visitar, en serio. Todo esto me está afectando demasiado.

Podía aceptar el hecho de que aquella misión tuviera lugar en Bastión Hueco, pero si Ryota iba a estar presente en ella todo sería muy diferente. La presión iba a ser insoportable y el temperamental de Light perdería los papeles de un momento a otro. Si no quería echar a perder aquella misión, tenía que mantener la calma o distraerse: y con ellos, se encontraba la persona perfecta, alguien que podía ayudarle a superar aquella locura con sus idioteces…

No era otro que el demente y bribón de Ronin.

Eh, Maestro ―Light se alejó de los aprendices y se acercó a su tutor de Tierra de Partida para conversar con él, intentando no mirar la caja con la horrorosa tarta. Decidió preguntarle sobre lo primero que le vino a la cabeza en aquel momento―. Por curiosidad, la Maestra Nanashi habló antes de un tal Rayim. ¿Quién es? ―preguntó realmente interesado, ya que nunca había oído hablar de él. Nanashi había declarado que había elegido a Ronin como su sucesor, así que se imaginó que sería una importante autoridad de Tierra de Partida.

>>Es la primera vez que escucho su nombre. Quizá debería hacer caso a mi abuela e informarme sobre la historia de Tierra de Partida ―dijo Light. Se encogió de hombros y rápidamente puso una excusa, negando con la cabeza―, pero no sé, es tan aburrido ponerse a leer que creo que incluso me divertiría más haciendo flexiones…

Anduvo en todo momento al lado del Maestro; conversando con él, sin prestar atención a las incesantes miradas de los aprendices de Bastión Hueco e intentando olvidarse de que se encontrarían pronto con Ryota. Tenía que armarse de paciencia y controlar sus impulsos, aquella podía ser una misión vital y no se podía permitir fracasar.

Debía tener autocontrol.

"Espero que Ryota acepte la tarta de cumpleaños y muera intoxicado" deseó con todas sus fuerzas.

Light…

Espero que Ryota acepte la tarta de cumpleaños y sea de su agrado ―indicó, aparentando total seriedad y lanzándole un guiño a Ronin―. Se habrá esforzado mucho la Maestra Yami para hacerla, sería una pena que la rechazara…

Lo sé, lo sé. Ante todo… autocontrol.
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Re: [Bastión Hueco] Villain's Vale

Notapor Zodiark » Mié Feb 12, 2014 4:51 pm

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Había pasado una semana desde los acontecimientos en el Inframundo, desde la resurreción de Gárland y mi promesa fallida con Aeris. Durante esa semana me vi involucrada en una misión en mi mundo natal, Ciudad Disney, por lo que no había tenido demasiado tiempo de pensar en el paradero de Cloud y en lo que me dijo nuestro prisionero, Mateus Palamecia.

Villain's Vale... —pensé en voz alta, murmurando, mientras el ascensor seguía subiendo.

Como si aquella última semana no hubiese estado ya bien cargadita, nuestra visita a Bastión Hueco encabezada por el maestro Ronin era la guinda del pastel. Absorta en mis pensamientos, notaba el ambiente pesado, viciado y oscuro de aquel mundo, y una sensación de intranquilidad y un leve y constante escalofrío causado por mis nervios recorrían mi cuerpo, más y más según el ascensor iba subiendo. El simple hecho de pensar en que estábamos en el territorio de los enemigos y los traidores me ponía nerviosa.

Y por fin llegamos. Frente a nosotros se alzaba una gran puerta de un color rosa pálido y, tras ella, se hallaba la maestra Nanashi, Ragun y otro aprendiz de la oscuridad. Los traidores y un chico con cara de pocos amigos, algo mayor que yo, seguramente. Unos meses atrás, seguramente les habría mirado con miedo e inseguridad, pero después de todo lo vivido me había dado cuenta de que temerles no iba a llevarme a ninguna parte.

Nanashi y el maestro Ronin se pusieron a discutir. Aunque más bien la que discutía era ella, pues el maestro tenía su típica sonrisa bobalicona dibujada en la cara y estaba más bien de cachondeo. La verdad es que después de tanto tiempo viviendo en Tierra de Partida no me sorprendía para nada aquella actitud, por lo que ni me molesté en prestar atención. En lugar de eso, exploré aquel vestíbulo con la mirada.

Era un lugar bastante oscuro, casi lúgubre, pero me pareció bonito a su manera. Aunque la otra vez no estuve en el castillo, observar aquella estancia hizo que evocara las imágenes de aquel momento ya tan lejano, y no pude evitar sentir un choque de sentimientos, ya que, a pesar de ser el escenario testigo de la traición de algún que otro aprendiz y de un duro combate contra León, también fue el lugar donde conocí a Edge, uno de mis mejores amigos, y también a Hiro y a Kairi, con la que había colaborado en la misión en Ciudad Disney. Y, también...

Aeris...

Sí, allí fue donde conocí a Aeris. Recordando todo aquello, me di cuenta de que no podía fallarle. Ella me ayudó en Bastión Hueco y también en Ciudad de Paso una semana atrás, así que debía devolverle el favor costase lo que costase.

Volví a la realidad cuando mis compañeros comenzaron a caminar, guiados por Ryota, hacia las escaleras. Al parecer la testarudez de Ronin había acabado haciendo mella en Nanashi, que nos dejaba el camino libre para adentrarnos en aquel lugar.

'la ―saludó Xefil y acto seguido miró a Ragun―. ¿Qué tal va todo, Alex? ¿Algo nuevo que contar? ¿Le pasó algo a la torre que tú y yo sabemos?

¿Alex? —pregunté curiosa girándome y mirando a Xefil.

Oh, y hola, me llamo Xefil. Es un gusto conocerte —se presentó al chico de la gorra negra.

Piérdete, payaso —respondió él.

Menudo imbécil —comenté mientras miraba de nuevo al frente, sin importarme que me escuchara o no, pues llegados a aquel momento ya no me iba a dejar amedrentar por aquella gente.

Ya no iba a callarme lo que pensaba, si hacía falta soltaría todo lo que había estado guardando en mi corazón desde el día en que conocí a Ryota, todo lo que había estado callándome por miedo a la oscuridad de aquellas personas.
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Re: [Bastión Hueco] Villain's Vale

Notapor RedXIII » Mié Feb 12, 2014 11:20 pm

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Aquel lugar, había vuelto a el de la misma forma que se había ido, como si nada, era extraño, tranquilo, casi podía considerar que era un paseo si no fuera por las heridas de los hombros, cualquiera pudo ver las vendas que cubrían sus brazos, debajo de la capa desgastada que adornaba su cuello y escondía parcialmente sus hombros.

Inconcebible.

¡Sorpresa!

Nanashi, Ragun y un chico desconocido se presentaron ante ellos

¿Cómo tienes la desfachatez de presentarte aquí? ¿Cómo puede entrar en tu cabeza esta inconsciencia?

¡He venido a ver a Ryota! Le traigo una tarta por su cumpleaños. ¡La ha hecho Yami!

¡Anda, no me jodas que era eso, yo no he traído nada! — Gritó el aprendiz, sorprendido, totalmente convencido de que aquello que decía el maestro era cierto —¡Quiero tarta!

Cómo puedes atreverte a venir sin...

¡No cogíais el teléfono! Encima seré yo el maleducado.

Increíble. No has cambiado nada, incluso cuando estás en guerra. Y la peor parte tendrán que pagarla los aprendices a tu cargo. Harás que te maten, y cuando eso suceda, te llevarás a varios de ellos contigo. Nunca comprenderé cómo Rayim pudo elegirte como su sucesor.

Cómo echaba de menos tus broncas ― No pareció que se tomara en serio nada de lo que dijo la maestra―. ¿Está Ryota en casa o no?

La maestra no dijo nada, se apartó y permitió el paso a todos, guiando hasta el piso superior del vestíbulo.

Seguidme. Wiedererinnerung, Oswald, vigilad que los aprendices no se pierdan. ― Aquella era la especialidad de Hiro, perderse en cualquier momento.

Oh, y hola, me llamo Xefil. Es un gusto conocerte.

Piérdete, payaso

Escuchó sin querer la breve conversación entre Xefil y aquel chico de Bastión Hueco, el cual no parecía para nada interesado en ellos, ni tampoco tener modales.

Tiene la misma mano que Ragun con la gente — Dijo algo alto.

Se acercó al maestro Ronin y empezó una conversación con el, para matar el tiempo.

¿Es el cumpleaños de Ryota de verdad? — Aun seguía creyendo que aquello era cierto, si no solo podía significar que el motivo por el cual estaban allí era por su misión fallida en el Inframundo.

Por cierto ¿Que pasa con Kefka?
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Ronda # 2

Notapor Suzume Mizuno » Vie Feb 14, 2014 2:40 am

Eh, Maestro .

Ronin, que caminaba a la altura de Nanashi muy contento con la caja de la tarta entre las manos, bajó la mirada hacia Light y preguntó:

¿Qué pasa, chavalote?

Por curiosidad, la Maestra Nanashi habló antes de un tal Rayim. ¿Quién es? .

Nanashi lanzó una mirada indescifrable al aprendiz y luego observó de reojo a su antiguo superior antes de apretar el paso y dejarlos atrás.

Pues era mi Maestro, Light. ¿Es que los aprendices de hoy en día no tienen nada de interés por el pasado de Tierra de Partida? —Ronin meneó la cabeza y miró al frente. De pronto su voz se agravó y su único ojo pareció brillar con luz propia—. Fue el mejor Caballero que he conocido y conoceré jamás. No había nadie como él...

Es la primera vez que escucho su nombre. Quizá debería hacer caso a mi abuela e informarme sobre la historia de Tierra de Partida ―dijo Light. Se encogió de hombros y rápidamente puso una excusa, negando con la cabeza―, pero no sé, es tan aburrido ponerse a leer que creo que incluso me divertiría más haciendo flexiones…

Ronin soltó una de sus estruendosas carcajadas y dio unas palmadas tan fuertes a la espalda del joven que lo dejó sin aliento y con un desagradable hormigueo en la zona afectada.

Dejaron atrás el vestíbulo y se sumergieron en los pasillos de Bastión Hueco. No era, desde luego, el sitio más alegre del mundo. Sin embargo, sus altas paredes, su ambiente severo impondrían, sin lugar a dudas, a los aprendices. Sus pasos resonaban en los largos corredores, que estaban sumidos en un silencio extraño para aquellos que pertenecían a Tierra de Partida, acostumbrados a su alegría y al constante alboroto de sus alumnos, que poblaban todos los rincones del castillo.

Allí, en cambio, no había más que silencio.

Espero que Ryota acepte la tarta de cumpleaños y sea de su agrado ―dijo de pronto Ligh, guiñando un ojo a Ronin―. Se habrá esforzado mucho la Maestra Yami para hacerla, sería una pena que la rechazara…

¡Por supuesto que le encantará!

¿Es el cumpleaños de Ryota de verdad? —intervino entonces Hiro.

¡Eso es, pulgas!

Por cierto ¿Que pasa con Kefka?

¡Yo qué sé! ¡Se te perdió a ti!

Nanashi les llevó a través de una serie de ascensores que los fueron acercando más y más a las torres del bastión. Cuando descendieron del último, la Maestra los llevó por una zona abierta al cielo, que les permitió ver la vieja ciudad, un mar de hielo y unas lejanas torres antes de introducirles de nuevo en el laberíntico lugar. Casi parecía como si les estuviera obligando a dar un rodeo para que se perdieran y no supieran volver.

Desde luego, lo estaba consiguiendo.

Por fin, después de una larga travesía, se detuvieron delante de una puerta de doble batiente. La mujer llamó con firmeza y respondió una voz que todos conocían, algunos más que otros:

¿Sí?

Soy Nanashi, Ryota. Traigo com...

¡Sorpresaaaa! —Ronin abrió de un brusco golpe las puertas y se precipitó al interior del despacho.

Nanashi lanzó un resoplido y su gesto se torció ligeramente antes de penetrar detrás del Maestro de Maestros. Luego se quedó cerca del vano, vigilando a los aprendices de Tierra de Partida pero sin quitar ojo a lo que ocurría entre los hombres más poderosos de aquel lugar.

Ryota no se había movido del asiento a pesar de la intempestiva entrada y les observaba con un ligero desconcierto; sus manos estaban extendidas con unos papeles que estaba revisando y su mesa se encontraba cubierta de libros y documentos perfectamente ordenados. El despacho era un lugar sencillo y serio; con unas cuantas estanterías de libros un arcón que parecía estar sellado y una gran ventana que daba a la ciudad que se extendía a los pies de Bastión Hueco. De no haber sido un mundo tan gris y triste, sin duda habrían sido unas vistas extraordinarias.

¿Qué haces aquí, Ronin? —preguntó Ryota con frialdad, separando las palabras una de otra, con tanta sequedad que parecía que les estuviera clavando un puñal.

¡Feliz cumpleaños! ¡De parte de Yami! —y Ronin le plantó la caja con la tarta sobre los papeles.

Ryota se quedó mirando la repugnante tarta con un gesto lívido y por un momento pareció que fuera a estallar. Sin embargo, soltó un suspiro, y dijo a Ronin mientras apartaba la tarta a un rincón donde no hubiera papeles:

Dale las gracias de mi parte, pero no es mi cumpleaños. Lo repetiré una única vez, Ronin: ¿qué haces aquí? ¿Y por qué traes contigo un pequeño ejército?

¡Vamos, vamos, Ryota, no seas un exagerado! —rió Ronin y Ryota frunció el ceño, claramente irritado—. Verás, he venido a darte una sorpresa: ¡tenéis okupas!

Tras un silencio, Ryota inquirió:

¿De qué hablas?

¡Lo que has oído! ¿Recuerdas esas torres tan feas que hay al otro lado? —señaló con un dedo hacia la ventana—. Pues ahí hay unos tipejos llamados Villanos Finales. Han estado dando muchos problemas: ¡han traficado con armas, han revivido a un dios! Hemos metido a su líder entre rejas, como ya sabéis —dirigió una mirada de reojo a Ragun, ignorando cualquier posible explosión por parte del joven—, pero hay más. Y tienen a un muchacho secuestrado que podría darnos mucha información.

Ryota intercambió una fugaz pero profunda mirada con Nanashi antes de clavar los ojos de nuevo en Ronin.

¿Y bien?

Ronin resopló.

¡Cómo que «y bien»! ¡Hemos venido —se dio un golpe en el pecho— para ayudaros a infiltraros en la base y salvar a ese chico!

Ryota se llevó una mano a la frente y miró a Ronin como diciendo «no eres más idiota porque no puedes». Fue un gesto sorprendentemente natural y amplió la sonrisa de Ronin. Quizás todo era así antes de que la Orden se escindiera.
Pero entonces Ryota se incorporó con elegancia y dijo:

Marchaos de aquí, Ronin. No necesitamos ayuda y, si es cierto lo que dices, podremos hacernos cargo nosotros solos.

Ronin dejó de sonreír y se inclinó sobre la mesa hacia su antiguo compañero. Sólo dijo dos palabras. Dos ridículas palabras y que estuvieron completamente fuera de contexto, pero que fueron pronunciadas con una seriedad mortal:

Drag queen.

El líder de Bastión Hueco se quedó estupefacto. Sacudió la cabeza e hizo una pregunta muda a Ronin, que asintió gravemente. Ryota se llevó una mano a la boca y, durante unos segundos, pareció pensar con intensidad. Después dijo con firmeza:

De acuerdo. Vamos al lugar donde dices que están —volvió el rostro hacia los aprendices y masculló:—. ¿Tienes que traerlos? Llamaremos muchísimo la atención.

Nos servirán de cebo —rió Ronin.

Supongo que podríamos cubrir más terreno con ellos pero... —Ryota miró con seriedad a los jóvenes—. Conociendo a Ronin, seguramente os ha traído aquí sin más. ¿Comprendéis lo que vamos a hacer? Esto es una misión de infiltración: allá a donde vamos habrá gente extremadamente fuerte y no podemos permitir que nos descubran. Si sucede, estaréis solos.

Voy con vosotros —se adelantó entonces Nanashi.

Nanashi...

Voy a ir. Me necesitarás —su tono era terminante.

Ryota y Ronin se miraron y el último asintió con la cabeza, sonriendo, aunque por algún motivo pareció algo receloso después. Pero Nanashi no le prestó atención, sino que se volvió hacia Ragun y Ban para decir:

Habéis hecho un buen trabajo. Ahora podéis volver a vuestras habitaciones.

Estaba claro: Nanashi no iba a permitir que los aprendices fueran con ellos. Uno era demasiado inexperto; el otro estaba herido.

Parecía que la misión quedaba en manos de Tierra de Partida.

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Re: [Bastión Hueco] Villain's Vale

Notapor Sombra » Vie Feb 14, 2014 5:22 am

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Ban, el aprendiz que apenas había llegado unos días (¿O tal vez semanas?) asintió en silencio a mi consejo. La verdad es que si de verdad hubiesen querido atacarnos podrían haber ideado un ataque sorpresa y a gran escala en vez de una incursión con el chico pulgoso, el de la secta de la luz, el pijo y la niña.

'la ―se acercó Xefil a Ban y a mí sonriente y con toda la confianza del mundo.

No pude evitar sorprenderme al hecho de que pudiese hablar con tanta naturalidad en mi presencia cuando solo habían pasado unos días desde aquella pelea en la que nos habíamos involucrado. Fuese directa o indirectamente tenía gran parte de la culpa por aquel incidente por lo que no podía evitar sentirme mal por él.

¿Qué tal va todo, Alex? ¿Algo nuevo que contar? ¿Le pasó algo a la torre que tú y yo sabemos?

>>Oh, y hola, me llamo Xefil. Es un gusto conocerte

Piérdete, payaso ―la inmediata respuesta del novato me obligó a soltar una ligera risa.

Esa ha sido buena ―halagué a mi compañero de entrenamiento―. La torre se quedó con la silueta de tu cuerpo. Felicidades, podremos poner una plaquita con tu nombre ―contesté entre amistoso y sarcástico.

>>Y puedes seguir llamándome Ragun si quieres. Que haya recordado mi nombre no implica que me haya acostumbrado a utilizarlo —expliqué brevemente. Era normal que me costase acostumbrarme a él tras ser llamado "Ragun" durante dos años.


Eh, Maestro —resonó la voz de Light Hikari desde la parte delantera del grupo.

¿Qué pasa, chavalote?

Por curiosidad, la Maestra Nanashi habló antes de un tal Rayim. ¿Quién es?

Agudicé instintivamente mis oídos, parecía que estaban teniendo una conversación con ciertos datos interesantes que... Quién sabe, quizás pudiesen servirme de algo en un futuro.

Nunca se sabe lo suficiente —pensé.

Pues era mi Maestro, Light. ¿Es que los aprendices de hoy en día no tienen nada de interés por el pasado de Tierra de Partida? —bueno, era obvio que era su Maestro o alguien similar. Se podía deducir por lo que Nanashi había dicho—. Fue el mejor Caballero que he conocido y conoceré jamás. No había nadie como él...

No dio más detalles sobre aquella persona, aunque no pude evitar tener cierto interés en el tema. Hasta aquel momento nunca había pensado en el pasado de Tierra de Partida.

Había estado en Tierra de Partida por primera vez antes de lo que mi memoria llegaba a alcanzar, pero yo no tenía tanta edad como para haber conocido a ese Maestro, de eso estaba seguro, y de todos modos. Mi estancia en aquella época había sido excesivamente corta. Aquello era todo lo que recordaba.
La forma que tenía Ronin de hablar sobre aquel tal Ryota (refiriéndose a él en pasado) me hizo pensar que tal vez ya no estaba entre nosotros, que había muerto. Empecé a preguntarme en qué circunstancias. ¿Se habría retirado cuando se hizo demasiado viejo y murió pacíficamente? ¿En alguna batalla?

Me vi tentado preguntarle a Nanashi del tema, pero ya tendría alguna otra oportunidad en el futuro.

El aprendiz de pelo negro y puntiagudo continuó hablando sobre algo de su abuela, dejé de prestar atención a la par que entrábamos en uno de los largos pasillos del castillo.

Quien hubiese escogido la decoración sin duda tenía un gusto un tanto extraño. La pintura de tonos púrpuras y violetas que cubrían las lisas paredes sin más decoración que alguna que otra lámpara. Estaba acostumbrado a aquellos pasillos, aquel en concreto había sido el que habíamos recorrido cuando habíamos ido en dirección al Hall el día que nos enfrentamos a la Guardiana; Wix.

El silencio sepulcral que bañaba todo el castillo era relajante en comparación a lo que había vivido en Tierra de Partida. Podíamos estudiar sin problemas en cualquier rincón sabiendo que no seríamos molestados por las voces chillonas de una panda de preadolescentes, como era el caso del insoportable Maestro Akio. ¿Era de verdad necesario ser tan ruidoso? Aunque claro, Ronin no se quedaba muy atrás, diría incluso que era peor.

Espero que Ryota acepte la tarta de cumpleaños y sea de su agrado ―comentó el pelo pincho de pronto rompiendo el silencio que solo era acallado por nuestras pisadas―. Se habrá esforzado mucho la Maestra Yami para hacerla, sería una pena que la rechazara…

Y allí iba otra vez, por lo que se veía no podía mantenerse callado más de cinco segundos. ¿En serio alguien podía creerse aquella excusa barata? En primer lugar, ¿de verdad era su cumpleaños?

¡Por supuesto que le encantará!

¿Es el cumpleaños de Ryota de verdad? —preguntó la "mascota" de Ronin.

¡Eso es, pulgas!

Por cierto ¿Qué pasa con Kefka?

¡Yo qué sé! ¡Se te perdió a ti!

Me dan dolor de cabeza. ¿Por qué tienen que ser tan ruidosos? —suspiré resignado.

Dimos bastantes vueltas y subimos por varios ascensores pasando por una de las zonas abiertas desde donde se podían ver las torres, nadie se fijaría normalmente pero si uno entornaba los ojos se notaba una diminuta abolladura en una de las torres que había sido provocada por Xefil pocos días antes.

Tenía que admitirlo, aquel golpe había sido impresionante.

Nos quedamos frente a una puerta que si mal no recordaba era la del despacho del Maestro Ryota. No recordaba haber estado allí nunca ya que normalmente nos recibía en la Sala de los Tronos. Nanashi dio varios golpes secos en la puerta para pedir permiso para entrar.

¿Sí? —respondió la voz firme y seria del Maestro Ryota desde dentro.

Soy Nanashi, Ryota. Traigo com...

¡Sorpresaaaa! —con gran descaro, el Maestro de Maestros de Tierra de Partida abrió la puerta sin ningún reparo irrumpiendo en el despacho.

Nanashi se internó también en el despacho tras dedicar un saludo respetuoso al líder de Bastión Hueco. Dediqué una muestra de respeto al amo del castillo inclinando levemente la cabeza antes de internarme también en el despacho.

El Maestro de Maestros se encontraba sentado en un bonito sillón, aunque imple y poco ostentoso. Había varias estanterías repletas de libros y un arcón cerrado a cal y canto aparentemente. Había también una mesa de trabajo donde había una pila de libros y varios documentos meticulosamente ordenados y finalmente una ventana que dejaba ver las ruinas de la urbe que se extendía alrededor del castillo. Nos observaba entre incrédulo y sorprendido, algo normal. Probablemente no todos los días aparecían cinco miembros de la otra facción a desearle un "Feliz cumpleaños".

¿Qué haces aquí, Ronin? —preguntó Ryota con un tono serio y arisco.

¡Feliz cumpleaños! ¡De parte de Yami!

Ronin dejó de cualquier manera la caja con la tarta sobre la mesa desordenando los papeles, cualquiera diría que lo había hecho con malicia. Ryota sin embargo simplemente miró la tarta que llenó la pequeña estancia de su fétido y penetrante olor, parecía estar conteniendo su enfado. Bien sabía que nuestro líder era una persona seria, más que Nanashi si cabe pero el que mostrase tal autocontrol era digno de elogio.

Soltó un pequeño suspiro y apartó la tarda a una parte de la mesa donde no tenía nada colocado.

Dale las gracias de mi parte, pero no es mi cumpleaños. Lo repetiré una única vez, Ronin: ¿qué haces aquí? ¿Y por qué traes contigo un pequeño ejército? —preguntó al fin.

Al menos una cosa era segura, tenía razón con que Ronin solo buscaba una excusa para entrar y que lo del cumpleaños solo era una mentira.

¡Vamos, vamos, Ryota, no seas un exagerado! — restó importancia entre risas el tuerto—. Verás, he venido a darte una sorpresa: ¡tenéis okupas!

Se hizo un corto silencio entre todos.

¿De qué hablas?

¡Lo que has oído! ¿Recuerdas esas torres tan feas que hay al otro lado? —señaló a la ventana refiriéndose a aquellas horribles torres destartaladas que parecían amenazar con caerse en cualquier momento—. Pues ahí hay unos tipejos llamados Villanos Finales. Han estado dando muchos problemas: ¡han traficado con armas, han revivido a un dios! Hemos metido a su líder entre rejas, como ya sabéis

Ronin clavó su ojo en mí unos momentos. Apreté mi puño, no quería perder la compostura, y menos delante de mis Maestros. Además, por desgracia sabía que no tenía nada que hacer en su contra. No aún.

Pero hay más. Y tienen a un muchacho secuestrado que podría darnos mucha información —continuó hablando.

¿Y bien? —fue toda la respuesta del Maestro Ryota.

¡Cómo que «y bien»! ¡Hemos venido —golpeó su pecho con fuerza haciendo que sonase— para ayudaros a infiltraros en la base y salvar a ese chico!

¿Ayudarnos? —me pregunté intrigado.

Ryota frotó su frente sin apartar los ojos de Ronin, era como si no pudiese creerse lo tonto que era el Maestro. ¿Cómo había llegado a ser la máxima autoridad? Tenía que haber hecho trampa en el examen, no podían dejar como líder a alguien así. Acto seguido se puso en pie invitándoles a salir de forma cortés.

Marchaos de aquí, Ronin. No necesitamos ayuda y, si es cierto lo que dices, podremos hacernos cargo nosotros solos.

De pronto, Ronin cambió su semblante a uno serio que jamás había visto, se inclinó sobre la mesa acercándose peligrosamente a él. En silencio empecé a preparar un hechizo que podría lanzar en cualquier momento si la situación se volvía peligrosa.

Drag queen —fue lo único que salió de la boca del pirata.

¿Qué? —fruncí el ceño mirando a los demás aprendices esperando que alguien supiese a que había venido aquellas palabras.

O que significaban. ¿Algún código secreto tal vez?

La reacción de Ryota fue de completa sorpresa. Sacudió su cabeza y empezó a lanzar miradas que tan solo Ronin parecía comprender su significado.

De acuerdo. Vamos al lugar donde dices que están —afirmó dejándome estupefacto. ¿Que tenían aquellas palabras que le habían convencido? ¿Algo como un oscuro secreto? Quizás algún día lo pudiese averiguar—. ¿Tienes que traerlos? Llamaremos muchísimo la atención.

Nos servirán de cebo —se refirió a sus propios aprendices.

"Carne de cañón" —cité lo que nos había llamado Ryota durante el Ocaso de una Estrella.

Supongo que podríamos cubrir más terreno con ellos pero... —meditó dubitativo—. Conociendo a Ronin, seguramente os ha traído aquí sin más. ¿Comprendéis lo que vamos a hacer? Esto es una misión de infiltración: allá a donde vamos habrá gente extremadamente fuerte y no podemos permitir que nos descubran. Si sucede, estaréis solos.

Voy con vosotros —saltó la Maestra Nanashi interviniendo en la conversación.

Nanashi...

Voy a ir. Me necesitarás —sentenció.

Los dos líderes se observaron unos instantes. A pesar de las diferencias de ambos bandos, que pudiesen hablar sin palabras, solo con miradas solo podía significar que habían sido buenos compañeros. Quizás incluso amigos.

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Nanashi se giró hacia nosotros dos.

Habéis hecho un buen trabajo. Ahora podéis volver a vuestras habitaciones.

¿Maestra Nanashi? —la miré sorprendido ante aquella decisión—. No quiero sonar arrogante ni faltarle el respeto a alguien con un rango mayor, pero creo que puedo valerme mejor que esos aprendices que acompañan al Maestro Ronin. Considero que debería estar dentro de esta misión.

>>Además, poseo alguna habilidad que puede emplearse en tareas de Infiltración —hice referencia a Evasión Sombría e incluso Señuelo.

No quería ser tratado como un inútil. Intenté sonar sereno en todo momento, pero nadie podría estarlo en una situación como la mía. Había perdido un brazo, que no era poco.

Comprendía perfectamente que Nanashi solo se preocupaba por nosotros, pero aquel trato... Era humillante. ¿Para qué había sido entrenado todo aquel tiempo si ahora no iba a participar en nada? Antes prefería la muerte. Si aquella era la vida que me esperaba habría deseado ser decapitado por Gárland y no ser salvado por Xefil.

Permítame ir —insistí con gran seriedad clavando mis ojos en los de la Maestra, tratando de mostrar mi determinación—. Por favor.

No podía quedarme de brazos cruzados, menos sabiendo que allí estaban los Villanos Finales.

Me había prometido borrarlos de la faz del universo. No iba a temerles, no más.

Gárland, Kefka, Gabranth... Daba igual, demostraría que incluso siendo débil no podía ser arrinconado.

Quería vengarme, pero había aprendido algo importante. Si quería cumplir mis cometidos tenía que saber mantener mis pensamientos en orden, evitar que "Ello" volviese a influir tanto, que se escurriese cual serpiente en mi mente. Eso no volvería a pasar.

¿Infiltrarse? Era un juego de niños.

Tan solo espero que a cierto Maestro no se le de por intentar revivir a más dioses para convertirlos en invocaciones aniquiladoras —comenté acidamente en voz alta refiriéndome claramente a Ronin y a su intento de arma de destrucción masiva con la que había planeado destruirnos.

>>Supongo que habrá que destruír para siempre cierta armadura.
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149. Lingering Sentiment
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Re: [Bastión Hueco] Villain's Vale

Notapor Astro » Dom Feb 16, 2014 2:28 pm

Durante la marcha, Ban iba tan distraído jugando al comecocos en su móvil que en más de una ocasión estuvo a punto de chocar con los aprendices que tenía por delante. No prestaba atención a lo que se decían entre ellos, y ni siquiera se enteró de varios comentarios dirigidos hacia él.

Cuando por fin llegaron a la puerta del despacho de Ryota, el rubio se apresuró en guardar el móvil. No quería perderse lo que estaba a punto de suceder, y mucho menos que Nanashi o Ryota le echaran la bronca por estar distraído.

Nanashi llamó a la puerta, y la voz del hombre al que todos estaban buscando no tardó en responder:

¿Sí?

Soy Nanashi, Ryota. Traigo com...

¡Sorpresaaaa! —ni corto ni perezoso, el hombre tuerto abrió las puertas de un golpe y se precipitó hacia el interior.

Dentro, el Maestro Ryota estaba sentado en una silla frente a una mesa llena de libros, papeles y documentos perfectamente ordenados. Miraba con desconcierto al pequeño batallón que acababa de entrar, pero mantenía la calma que tanto le caracterizaba.

¿Qué haces aquí, Ronin? —por el tono de su voz, el líder del bastión no se alegraba de la visita sorpresa.

"¿Ese tuerto es el famoso Ronin, el líder de Tierra de Partida? Menudo payaso." —pensó Ban, que se había quedado cerca de la puerta con Nanashi y Ragun.

¡Feliz cumpleaños! ¡De parte de Yami! —exclamó Ronin, dejando caer la caja con la tarta sobre los papeles de la mesa.

A Ban le daban ganas de coger la tarta y estampársela en la cara a Ronin. ¿De verdad ese era el líder de la facción enemiga? Por su parte, el Maestro Ryota también parecía estar apunto de estallar, pero se limitó a suspirar mientras apartaba la tarta a un rincón de la mesa.

Dale las gracias de mi parte, pero no es mi cumpleaños. Lo repetiré una única vez, Ronin: ¿qué haces aquí? ¿Y por qué traes contigo un pequeño ejército?

¡Vamos, vamos, Ryota, no seas un exagerado! Verás, he venido a darte una sorpresa: ¡tenéis okupas!

Se hizo un corto silencio en el despacho, con todos los presentes intentando comprender las palabras del tuerto.

¿De qué hablas? —inquirió Ryota.

¡Lo que has oído! ¿Recuerdas esas torres tan feas que hay al otro lado? —señaló con un dedo hacia la ventana—. Pues ahí hay unos tipejos llamados Villanos Finales. Han estado dando muchos problemas: ¡han traficado con armas, han revivido a un dios! Hemos metido a su líder entre rejas, como ya sabéis pero hay más. Y tienen a un muchacho secuestrado que podría darnos mucha información.

¿Villanos...Finales? ¿En serio? Suena a una panda de chiflados. Otra más —opinó Ban, riéndose por lo bajo.

Ryota y Nanashi intercambiaron miradas durante un segundo antes de devolver su atención de nuevo hacia los intrusos de Tierra de Partida.

¿Y bien?

¡Cómo que «y bien»! ¡Hemos venido —resopló el payaso, dándose un golpe en el pecho— para ayudaros a infiltraros en la base y salvar a ese chico!

Ryota se llevó una mano a la frente, y por un momento a Ban le pareció que estaba a punto de echarse a reír por las estupideces de su antiguo compañero. No tardó en recuperar la elegancia y dar una respuesta:

Marchaos de aquí, Ronin. No necesitamos ayuda y, si es cierto lo que dices, podremos hacernos cargo nosotros solos.

¿No vamos a encerrarles? Jo, qué chasco —interrumpió el desilusionado Oswald.

Entonces sucedió algo que, por mucho que Ban se esforzase en buscar una palabra mejor para definirlo, solo podía describirlo como raro. Ronin, serio, se inclinó sobre la mesa de Ryota y dijo dos palabras que cambiaron por completo la actitud del líder de Bastión Hueco:

Drag queen.

¿Qué demonios...? —como Ban, el resto de aprendices también parecían igual de confundidos que él.

Ryota y Ronin intercambiaron expresiones que solo ellos parecían entender, y que consiguieron que el primero cambiase de opinión:

De acuerdo. Vamos al lugar donde dices que están —anunció, girando la cabeza hacia los aprendices de Tierra de Partida:—. ¿Tienes que traerlos? Llamaremos muchísimo la atención.

Nos servirán de cebo —respondió Ronin entre risas.

"Carne de cañón" —comentó Ragun.

Por alguna razón, y aunque no entendía del todo ese comentario, Ban se estremeció al escucharlo.

Supongo que podríamos cubrir más terreno con ellos pero... —Ryota miró con seriedad a los otros aprendices—. Conociendo a Ronin, seguramente os ha traído aquí sin más. ¿Comprendéis lo que vamos a hacer? Esto es una misión de infiltración: allá a donde vamos habrá gente extremadamente fuerte y no podemos permitir que nos descubran. Si sucede, estaréis solos.

Seguro que les pillan, jeje —rió Oswald entre dientes.

Voy con vosotros —intervino Nanashi.

Nanashi...

Voy a ir. Me necesitarás —sentenció ella.

Los dos líderes volvieron a intercambiar miradas. Ronin asintió sonriendo, dando su aprobación a que la mujer fuese con ellos.
Entonces, Nanashi se giró hacia Ragun y Ban.

Habéis hecho un buen trabajo. Ahora podéis volver a vuestras habitaciones.

¿Maestra Nanashi? —respondió Ragun, quien parecía bastante sorprendido—. No quiero sonar arrogante ni faltarle el respeto a alguien con un rango mayor, pero creo que puedo valerme mejor que esos aprendices que acompañan al Maestro Ronin. Considero que debería estar dentro de esta misión.

¡Y-yo también voy! —intervino Ban, aunque su voz no reflejaba mucha convicción.

Para ser sinceros, el pequeño Oswald no quería ir. De hecho, mientras escuchaba a los Maestros nunca se había planteado que él fuese a participar en aquella supuesta misión peligrosa. Pero era el orgullo el que había hablado por Ban.
Tras el fracaso de París, Ban tenía el orgullo herido. Había sido una misión muy simple y básica de ver e informar, y a los cinco minutos ya le habían dejado fuera de combate. Y ni siquiera fue un sincorazón. Desde ese momento, el chico se sentía resentido consigo mismo, y buscaba la oportunidad de demostrar que no era ningún inútil. Tal vez participar en una misión tan peligrosa no fuese la mejor manera de compensarlo, pero tampoco iba a dejarlo pasar. Y mucho menos delante de una panda de idiotas de Tierra de Partida y de un compañero manco que también insistía en participar.

Permítame ir. Por favor. —insistió Ragun.

También a mí, Maestra. No volveré a fallar como en París —pidió Ban, esta vez con más confianza —. ¡Por favor, déjeme ir!
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Carne de cañón

Notapor Zee » Lun Feb 17, 2014 1:53 am

Piérdete, payaso.

Esa ha sido buena ―aprobó Ragun, como si el joven hubiese hecho algo que necesitaba felicitaciones―. La torre se quedó con la silueta de tu cuerpo. Felicidades, podremos poner una plaquita con tu nombre.

Contesté al joven con una sonrisa. No me molestaba realmente, puesto que ya estaba bastante acostumbrado a ese tipo de tratos, desde muchísimo antes de unirme a la Orden. Había momentos, incluso, en los que me resultaba de hecho divertido. Más que como una ofensa, decidí tomarme su negativa como un desafío: me ganaría su respeto más tarde.

Tu hermanito es adorable. ¿No es adorable? ―le pregunté a Ragun, sonriéndole de oreja a oreja y volviendo a darme la media vuelta, para seguir al grupo.

Y puedes seguir llamándome Ragun si quieres. Que haya recordado mi nombre no implica que me haya acostumbrado a utilizarlo.

Comprendo, Ragun ―confirmé simplemente, llevándome ambas manos a la espalda.

* * *


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Bastión Hueco no era una fortaleza, era todo un laberinto. Ascensores que iban de allí para acá, entrando y saliendo del castillo; pasillos que de pronto desaparecían y eran reemplazados por amplias tuberías de cobre; puertas que sólo llevaban al vacío, donde teníamos que esperar a una plataforma flotante. Si el sitio había sido diseñado de aquella manera inicialmente o si los traidores de Bastión Hueco le habían hecho ajustes, no podía saberlo. Pero de una cosa estaba seguro, y era que la estética del sitio, tan caótica como era, tenía su encanto.

Tras un largo rato de caminar y caminar detrás de Nanashi, quien parecía querer fastidiarnos con sus amplios rodeos, terminamos frente a una puerta poco peculiar, igual que las del resto del castillo. Me sentí curiosamente decepcionado, puesto que esperaba algo inmenso y elegante, como la Sala del Trono. Estar allí, frente a lo que parecía ser nada más sino un estudio personal, me hizo dibujar una mueca.

Nanashi tocó la puerta con sus nudillos. Casi al instante, la voz del Maestro Ryota le respondió desde dentro. Tragué saliva, de pronto sintiéndome nervioso.

¿Sí?

Soy Nanashi, Ryota. Traigo com...

Pero Ronin no estaba dispuesto a esperar tras la puerta. Exclamando a voz en grito, prácticamente derribó la puerta con su fornido cuerpo, colándose al interior sin siquiera una pizca de cortesía.

¡Sorpresaaaa!

Dibujé una sonrisa nerviosa, mientras intercambiaba miradas con mis compañeros. Obviamente aquel no era el comportamiento apropiado cuando estábamos en casa del enemigo, pero considerando que Ryota y Ronin solían ser viejos conocidos... Posiblemente ellos se entendían.

El líder de Bastión Hueco se encontraba sentado a su escritorio, tapizado de libros y papeles que había estado revisando antes de la interrupción. El estudio era bastante modesto, con el espacio justo que se necesitaba para alojar un par de estanterías y la mesa del Maestro. Aunque debía admitir que poseía una vista impresionante, a través de la amplia ventana que Ryota tenía a sus espaldas.

¿Qué haces aquí, Ronin? —cuestionó el hombre, tan seco como le fue posible. A manera de respuesta, el otro Maestro dejó caer la caja de la tarta sobre la mesa, produciendo un sonido desagradable, como el de una esponja húmeda siendo aplastada.

¡Feliz cumpleaños! ¡De parte de Yami!

No sabía qué molestaba más a Ryota: la actitud de Ronin o la repugnante tarta que la Maestra había preparado. Sin embargo, el hombre demostró tener un increíble autocontrol. Sencillamente dejó escapar un suspiro, apartó el regalo a un lado y aclaró:

Dale las gracias de mi parte, pero no es mi cumpleaños. Lo repetiré una única vez, Ronin: ¿qué haces aquí? ¿Y por qué traes contigo un pequeño ejército?

¿Un pequeño ejército? Difícilmente podíamos definirnos como tal. Cuatro Aprendices y un Maestro podían ser un fuerte equipo, sí, pero no en la base del enemigo. Allí en Bastión Hueco podíamos ser aplastados en quince minutos.

¡Vamos, vamos, Ryota, no seas un exagerado! —se defendió nuestro Maestro, sin borrar la sonrisa de su rostro—. Verás, he venido a darte una sorpresa: ¡tenéis okupas!

¿Okupas? En aquel momento no comprendí el término que había usado Ronin, por lo que alcé la cabeza por encima de mi compañero para prestar mejor atención y me incliné un poco hacia adelante.

¿De qué hablas?

¡Lo que has oído! ¿Recuerdas esas torres tan feas que hay al otro lado? —preguntó Ronin, mientras con su dedo apuntaba a unos edificios que lograban verse en la lejanía, a través de la ventana—. Pues ahí hay unos tipejos llamados Villanos Finales. Han estado dando muchos problemas: ¡han traficado con armas, han revivido a un dios! Hemos metido a su líder entre rejas, como ya sabéis, pero hay más. Y tienen a un muchacho secuestrado que podría darnos mucha información.

¿Perdón?

Inevitablemente se me escapó aquella expresión de extrañeza. Porque Ronin, hasta ese momento, no nos había dicho la verdadera naturaleza de nuestra misión. Ya me imaginaba, por supuesto, que la tarta era sólo un señuelo, y la verdad no sabía por qué había accedido a acompañarlo de todas maneras. Pero no pensé, en ningún momento, que hubiese estado ocultándonos un asunto tan delicado como ése. Si se trataba de los Villanos Finales, no era ningún juego de niños.

Me pasé la mano por el pelo y solté un bufido, fastidiado. Poco a poco, los Maestros se las arreglaban para ir perdiendo mi respeto. ¿Cómo podía Ronin habernos ocultado información vital de esa manera?

¿Y bien? —le incitó Ryota a continuar.

¡Cómo que «y bien»! ¡Hemos venido para ayudaros a infiltraros en la base y salvar a ese chico!

Oh, lo hicimos, ¿no? —mascullé entre dientes, mientras cruzaba mis brazos. En ese momento el Maestro Ryota se levantó de su silla y, entre amenazante y cortés, ordenó:

Marchaos de aquí, Ronin. No necesitamos ayuda y, si es cierto lo que dices, podremos hacernos cargo nosotros solos.

Estuve a punto de aceptar aquella advertencia con resignación y girar sobre mis talones, mas en ese momento Ronin se inclinó sobre la mesa de Ryota y, seriamente, pronunció:

Drag queen.

Escuché a mis compañeros y a los chicos de Bastión Hueco murmurar, claramente entendiendo tan poco como yo, a la par que Ryota y Ronin intercambiaban gestos silenciosos. Hubo un momento de silencio en el estudio, durante el cual el primero pareció meditarse las palabras de su antiguo compañero.

Y luego, cambió de opinión.

De acuerdo. Vamos al lugar donde dices que están —sentenció, firme. Después de aquello, recorrió con su mirada al grupo de Tierra de Partida y se lamentó—: ¿Tienes que traerlos? Llamaremos muchísimo la atención.

Nos servirán de cebo —expresó Ronin, riendo, aunque no supe precisar si aquella declaración ocultaba un atisbo de verdad o no.

"Carne de cañón" —musitó Ragun. Sin siquiera pensarlo, asentí con la cabeza.

Supongo que podríamos cubrir más terreno con ellos pero... —apuntó el Maestro; finalmente se dirigió a nosotros de forma directa, buscando nuestra opinión al respecto—. Conociendo a Ronin, seguramente os ha traído aquí sin más. ¿Comprendéis lo que vamos a hacer? Esto es una misión de infiltración: allá a donde vamos habrá gente extremadamente fuerte y no podemos permitir que nos descubran. Si sucede, estaréis solos.

Abrí la boca para responder con una afirmativa, pero alguien se me adelantó. Y sorprendentemente, no fue ninguno de los Aprendices, sino la Maestra Nanashi:

Voy con vosotros

Nanashi...

Voy a ir. Me necesitarás —declaró simplemente. Los dos líderes se miraron entre ellos, para finalmente coincidir en silencio que no podría hacerles ningún daño la compañía de la mujer.

Nanashi, sin embargo, no agradeció el voto de confianza. Se giró hacia sus dos Aprendices y simplemente sentenció:

Habéis hecho un buen trabajo. Ahora podéis volver a vuestras habitaciones.

¿Maestra Nanashi? —contestó entonces Ragun, entre extrañado y ofendido—. No quiero sonar arrogante ni faltarle el respeto a alguien con un rango mayor, pero creo que puedo valerme mejor que esos aprendices que acompañan al Maestro Ronin. Considero que debería estar dentro de esta misión.

Para Ragun "no quiero sonar arrogante" era código para "soy un creído arrogante petulante". No pude evitar soltar un carraspeo que estuvo a punto de convertirse en una risita y añadir a su explicación, tan alto que todos pudieran escucharme:

La última vez dejaste que el prisionero te tirara de sentón en el suelo cuando intentaste ir de chulo todopoderoso. Eso y que te estrellaste de boca contra un muro —estuve a punto de agregar que había perdido su brazo entero por la misma clase de actitud que había comprometido la captura de Mateus, pero decidí en silencio que aquello ya era un asunto todavía más delicado, por lo que me determiné a no mencionarlo.

¡Y-yo también voy! —pidió el pequeño rubio, que hasta ese momento no había visto muy interesado en la misión. Las razones de Ragun las entendía, pero las de su compañero no quedaban claras, especialmente cuando había visto, de reojo, cómo había estado jugando con su teléfono móvil en todo momento. Tal vez sí consideraba a Ragun su hermano mayor o algo así, y quería seguirlo con admiración...

Ambos jóvenes insistieron.

Permítame ir. Por favor.

También a mí, Maestra. No volveré a fallar como en París. ¡Por favor, déjeme ir!

Maestro —llamé, pero refiriéndome a Ryota en lugar de a Ronin—. Necesitará que alguien nos mantenga vigilados. Somos de Tierra de Partida, después de todo, quién sabe qué clase de locura se nos pueda ocurrir en cuanto nos quiten la mirada de encima.

Ciertamente no tenía idea de por qué había dicho aquello, dejando claro que agradecería la compañía de Ragun y el otro chico. Tal vez pensaba que mientras más personas mejor, o tal vez sentía que le debía algo a Ragun por la pelea de antes, o tal vez sólo quería ver que alguien le rompiera el móvil de un golpe al rubio... Igualmente, lo dicho ya estaba dicho, y estaba dispuesto a apoyar a Ragun y a su hermanito para que nos acompañasen.

Estoy seguro que mis habilidades de Espacio servirán de algo para el sigilo, Maestros. Ésa es mi contribución —añadí luego, clavando la mirada en Nanashi. Ella vería lo mucho que había mejorado, estaba dispuesto a demostrárselo.
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
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Re: [Bastión Hueco] Villain's Vale

Notapor RedXIII » Mar Feb 18, 2014 6:21 am

Eh, Maestro .

¡Yo qué sé! ¡Se te perdió a ti!

Era una respuesta que no le hacía gracia al aprendiz, sobretodo porque no consideraba que fuera culpa suya el perder al payaso, y tampoco le hacía gracia que le llamara como si tuviera pulgas.

Bastión Hueco era muy grande, más incluso de lo que parecía cuando estuvo allí, al parecer ni siquiera había visto una pequeña parte del lugar ¿Todo aquel espacio estaba ocupado o simplemente eran recovecos vacíos?

Nanashi picó a una puerta de la cual salió una voz poco conocida para el aprendiz, posiblemente ni se acordara si la había escuchado antes.

¿Sí?

Soy Nanashi, Ryota. Traigo com...

¡Sorpresaaaa!

Entrada brusca por parte del maestro, como de costumbre, era divertido ver como las situaciones más tensas se volvían un juego a su lado, al menos para Hiro, desgraciadamente el hombre que permanecía en el trono y la maestra no parecían estar dea cuerdo con ello.

¿Qué haces aquí, Ronin? .

Esa cara... — El perruno aprendiz no podía evitar sentir cierta sensación al ver su cara ¿Pero de qué?

¡Feliz cumpleaños! ¡De parte de Yami! — Lanzó la tarta sobre una pila de papeles.

Dale las gracias de mi parte, pero no es mi cumpleaños. Lo repetiré una única vez, Ronin: ¿qué haces aquí? ¿Y por qué traes contigo un pequeño ejército?

¡Vamos, vamos, Ryota, no seas un exagerado!

Ryota... — Era curioso lo malo que era el aprendiz para recordar caras y nombres algunas veces —Paso, no caigo — Curioseado se aproximó a Maya —Oye, el tio ese que hay ahí me suena un montón, pero ahora no recuerdo quien es ¿Tú lo sabes?

Verás, he venido a darte una sorpresa: ¡tenéis okupas!

¿De qué hablas?

¡Lo que has oído! ¿Recuerdas esas torres tan feas que hay al otro lado? Pues ahí hay unos tipejos llamados Villanos Finales. Han estado dando muchos problemas: ¡han traficado con armas, han revivido a un dios! Hemos metido a su líder entre rejas, como ya sabéis, pero hay más. Y tienen a un muchacho secuestrado que podría darnos mucha información.

Así que ese era el motivo por el cual no podía haber esperado el maestro a que sus heridas sanaran del todo, los Villanos Finales —Lastima que al final fuera mentira lo del cumpleaños, parecía un mejor plan que recibir otra paliza — Dijo en broma mientras miraba el inexistente brazo izquierdo de Ragun. Sin duda aquellos tipos se habían vuelto un verdadero dolor de cabeza para el magullado aprendiz, el cual no había descansado apenas entre sus visitas.

¿Y bien?

¡Cómo que «y bien»! ¡Hemos venido para ayudaros a infiltraros en la base y salvar a ese chico!

Quizás por la estupidez del aventurero que sufría Hiro no era capaz de sentir otra cosa que admiración por los actos del maestro Ronin, quien para el era una imagen a seguir, con la excepción del estúpido mote de pulgas.

Marchaos de aquí, Ronin. No necesitamos ayuda y, si es cierto lo que dices, podremos hacernos cargo nosotros solos.

Drag queen.

¿Carnaval? — Es lo primero que se le ocurrió, pero el asunto parecía más serio para ser algo tan trivial como un Carnaval ya que el rostro de aquel al que llamaban Ryota cambió.

De acuerdo. Vamos al lugar donde dices que están — Se giró hacia los aprendices —. ¿Tienes que traerlos? Llamaremos muchísimo la atención.

Nos servirán de cebo —rió Ronin.

Supongo que podríamos cubrir más terreno con ellos pero... Conociendo a Ronin, seguramente os ha traído aquí sin más. ¿Comprendéis lo que vamos a hacer? Esto es una misión de infiltración: allá a donde vamos habrá gente extremadamente fuerte y no podemos permitir que nos descubran. Si sucede, estaréis solos.

El aprendiz no pudo evitar sentirse tremendamente ofendido y mirar a aquel hombre con ojos de bestia. Recogió su capa de un brusco movimiento y dejó a la vista sus hombros, aun vendados —Se perfectamente lo que hago, y esta es la muestra — Aquellas dos marcas que pesaban sobre sus hombros eran el sello que le daba el derecho a decir eso, no volvería a caer en los engaños de Garbanth tan fácilmente, ni dejarse intimidar por un estúpido payaso, si para volver a capturar a Kefka tenía que ser sigiloso y ágil lo sería igual o más que un gato, irónico porque sus rasgos y su cola destacaban claramente que era más un canino que un felino.

Voy con vosotros

Nanashi...

Voy a ir. Me necesitarás

Habéis hecho un buen trabajo. Ahora podéis volver a vuestras habitaciones.

No pudo evitar una breve sonrisita al escuchar aquello, como si de dos niños pequeños se tratara les estaban mandando a sus cuartos.

¿Maestra Nanashi? No quiero sonar arrogante ni faltarle el respeto a alguien con un rango mayor, pero creo que puedo valerme mejor que esos aprendices que acompañan al Maestro Ronin. Considero que debería estar dentro de esta misión. — Contestó Ragun.

La última vez dejaste que el prisionero te tirara de sentón en el suelo cuando intentaste ir de chulo todopoderoso. Eso y que te estrellaste de boca contra un muro — Alto y claro para que todos los presentes pudieran escuchar aquello, para Hiro aquello parecía una forma de rebajar el ego del aprendiz.

¿Tan malos nos consideras? Sinceramente creo que la ausencia de tú brazo puede jugar bastante en tú contra, por muy fuerte que seas, sobretodo después de que, bueno, ya sabes que hizo Xefil por ti, podrías ser un poco más modesto — No quería echarle en cara lo de Xefil, porque aquello ya era una cosa entre ellos, pero se sentía aun más indignado de que considerara que era mejor que un experto tirador como era al aprendiz perruno.

¡Y-yo también voy! — Dijo el otro aprendiz de Bastión Hueco que casi pasó por desapercibido para el, puesto a que presentaba poco interés en los aprendices de Tierra de Partida, más bien parecía distante.

Permítame ir. Por favor.

También a mí, Maestra. No volveré a fallar como en París. ¡Por favor, déjeme ir!

Maestro, necesitará que alguien nos mantenga vigilados. Somos de Tierra de Partida, después de todo, quién sabe qué clase de locura se nos pueda ocurrir en cuanto nos quiten la mirada de encima. — No podía evitar sentirse un poco identificado con aquello de las locuras, era sin duda una frase que le definía como anillo al dedo.

Estoy seguro que mis habilidades de Espacio servirán de algo para el sigilo, Maestros. Ésa es mi contribución

¿Tiempo? No nos hará falta nada de eso si tenéis de lado mi luz — Respondió Hiro, creciéndose en sus palabras y cortando, con los dientes, las venas que tenía cubriendo sus dedos para poder dejarlos libres —Los Moguris no saben vendar brazos — Ciertamente le habían vendado en exceso.
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Re: [Bastión Hueco] Villain's Vale

Notapor Light » Mar Feb 18, 2014 1:47 pm

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Guiados por la Maestra Nanashi, se dirigieron hacia el lugar donde se encontraba el jefe de los traidores. El camino hacia el despacho de Ryota resultó bastante largo: Nanashi les hizo dar mil vueltas dentro del tenebroso castillo, como si su intención fuera la de hacerles una guía turística.

Light contemplaba con interés el interior del castillo de Bastión Hueco. Aunque le había dicho a Gaomon que ignoraría de momento su relación con aquel castillo, no pudo evitar mirar interesado los ornamentos y otros elementos que se encontraron a su paso, como los curiosos ascensores que les facilitaban la subida.

El silencioso castillo de Bastión Hueco despertaba su interés, pero nada más. Nada de lo que se encontró le resultó familiar ni le llamó en especial la atención. Solamente el lóbrego cielo de Bastión Hueco, que hacía encoger a su corazón cada vez que se paraba a observarlo. La fachada del castillo, la cual destacaba por la insignia característica de los Sincorazón, también conseguía acelerar su pulso.

"Fue el mejor Caballero que he conocido y conoceré jamás. No había nadie como él...".

El Maestro Ronin parecía estar muy orgulloso de su mentor” reflexionaba Light, compartiendo sus impresiones con Gaomon. “Ahora que lo pienso, hablaba de él como si ya estuviera muerto”.

Eso parece.

Me pregunto si el Maestro Rayim murió de viejo…

Con esa duda en la cabeza, recorrió el último de los pasillos laberínticos. Nanashi se detuvo delante de una puerta de doble batiente y se dispuso a avisar a Ryota de su llegada. Cuando tocó la puerta, una voz familiar respondió.

¿Sí?

Es él” aunque había pasado bastante tiempo desde su último encuentro con Ryota, recordaba perfectamente su voz.

Por un momento, aquellos que tuviesen el rostro de Light en el punto de mira, verían sus ojos abiertos de par en par, clavados en la puerta de delante, sin pestañear en ningún momento. Sus ojos no se podían volver rojos como los de Xefil, pero de tener aquella extraña cualidad hubieran cambiado de color al instante.

Soy Nanashi, Ryota. Traigo com...

¡Sorpresaaaa!

Su Maestro, tan irrespetuoso y espontáneo como siempre, abrió las puertas de par en par y accedió al despacho del Maestro de Bastión Hueco. Light, al principio reacio a entrar, permaneció plantado delante de las puertas como un pasmarote.

"Es una lástima que no sepáis comprender la verdadera realidad a la que os enfrentáis. Tan ingenuos que seguís defendiendo, a capa y espada, la mentira que quería aclararos. Seguramente sea mucho más limpio para vosotros que no la veáis nunca".

Él intentó matarnos. Por su culpa, yo perdí muchas cosas importantes ese día, como a Zeix“ le recordó a Gaomon, apretando sus puños. “Ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero las pesadillas no han cesado”.

Finalmente, terminaría entrando en la habitación, aunque era lo último que le apetecía en aquel momento. Cuando se reunió con sus compañeros allí dentro, el chico finalmente vio al Maestro Ryota. Frunció el ceño, apretó la mandíbula y le fulminó con la mirada de tal manera que el líder de la Orden de Bastión Hueco se podría percatar de su gesto fácilmente. El odio era palpable a kilómetros.

Recordó que debía tener autocontrol, así que interrumpió el contacto visual desviando la mirada. Lo único que le llamó la atención de aquella habitación se situaba tras la ventana: las vistas increíbles de toda la ciudad, situada debajo de ellos.

La misma ciudad que Ryota y los suyos habían condenado.

¿Qué haces aquí, Ronin? —preguntaba el Maestro Ryota. Por la forma en que pronunciaba esas palabras, podían concluir que su visita no le había agradado en absoluto: más bien todo lo contrario. Light se cruzó de brazos y echó un suspiro, conteniéndose.

¡Feliz cumpleaños! ¡De parte de Yami! —Ronin dejó la tarta que había traído desde Tierra de Partida sobre la mesa.

Ryota se quedó mirando el regalo de Yami con cara de pocos amigos.

Dale las gracias de mi parte, pero no es mi cumpleaños —indicó, apartando la caja para que dejara de estorbarle—. Lo repetiré una única vez, Ronin: ¿qué haces aquí? ¿Y por qué traes contigo un pequeño ejército?

¡Vamos, vamos, Ryota, no seas un exagerado! —Light agradeció que Ronin relajara las tensiones con su actitud jovial. Disfrutaba viendo como su Maestro vacilaba al del otro bando y se reía descaradamente. Si además Ronin le hubiera arrojado la tarta a la cara, para el aprendiz hubiera sido fantástico—. Verás, he venido a darte una sorpresa: ¡tenéis okupas!

¿Okupas?

¿De qué hablas?

¡Lo que has oído! ¿Recuerdas esas torres tan feas que hay al otro lado? —inquirió el pirata—. Pues ahí hay unos tipejos llamados Villanos Finales. Han estado dando muchos problemas: ¡han traficado con armas, han revivido a un dios! Hemos metido a su líder entre rejas, como ya sabéis, pero hay más. Y tienen a un muchacho secuestrado que podría darnos mucha información.

Cloud —dedujo el joven aprendiz, intercambiando miradas con Maya. Mateus, el líder de los Villanos Finales, les había confirmado que planeaban utilizarle para que alojara el alma de Gárland. Al igual que Maya, su objetivo era rescatarle y llevarle de vuelta a Ciudad de Paso, donde su amiga Aeris le esperaba.

Al final su presencia en Bastión Hueco sí que iba a tener sentido y todo.

¿Villanos...Finales? ¿En serio? Suena a una panda de chiflados. Otra más.

¿Ha dicho otra más?” cavilaba Light, observando al chico desconocido que había estado entrenando con Nanashi. ¿Acaso les estaba rebajando al nivel de los Villanos Finales?

¿Y bien?

¡Cómo que «y bien»! —exclamó el Maestro de Maestros tras soltar un resoplido—. ¡Hemos venido —comenzó a justificar, golpeando su pecho— para ayudaros a infiltraros en la base y salvar a ese chico!

El Maestro Ryota se llevó la mano al rostro, preguntándose si Ronin podía ser más inepto. Light, todavía cruzado de brazos, esperaba impaciente tu respuesta. Esperaba, por supuesto, que fuera negativa. Si iban a infiltrarse en la base de los Villanos Finales, lo óptimo sería que no fueran demasiadas personas, y los portadores de Tierra de Partida de por sí ya eran bastantes. Además, esa no era la única razón.

Marchaos de aquí, Ronin. No necesitamos ayuda y, si es cierto lo que dices, podremos hacernos cargo nosotros solos.

¿No vamos a encerrarles? Jo, qué chasco

Lo que realmente quería Light era perder a los portadores de Bastión Hueco de vista. Su actitud simplemente le ponía enfermo.

Sí, todo un chasco —expresó con sarcasmo, deseoso de largarse de allí y comenzar a buscar a Cloud.

Ronin, con una faceta mucho más seria, se acercó a Ryota, inclinándose sobre la mesa de su despacho. Dos palabras bastaron para que el Maestro de Bastión Hueco cambiara completamente de opinión.

Drag queen.

Aquella última salida de Ronin había desconcertado por completo al Maestro Ryota. Algo tenían en mente los dos, pero nadie supo decir el qué. Light permaneció expectante los segundos siguientes, anonadado. ¿Había escuchado bien, realmente había dicho Ronin la palabra “Drag queen”? Debía haber oído mal, aunque tampoco le importaba mucho. Impaciente, comenzó a golpear el suelo con el pie repetidas veces.

De acuerdo. Vamos al lugar donde dices que están —Light alzó las cejas, sorprendido por la decisión que acababa de tomar. El hombre observó en aquel momento a los aprendices—. ¿Tienes que traerlos? Llamaremos muchísimo la atención.

Nos servirán de cebo —señaló divertido.

"Carne de cañón" —se molestó en pronunciar Ragun tras oír a Ronin. "Carne de cañón": aquellas palabras se habían quedado grabadas en la cabeza de muchos aprendices tras los acontecimientos oscuros que tuvieron lugar en Bastión Hueco.

Muchas gracias, Maestro…” agradecía mentalmente la ocurrencia del chistoso de Ronin. Por supuesto, irónicamente.

Supongo que podríamos cubrir más terreno con ellos pero... —Ryota todavía no estaba demasiado convencido. ¿Acaso les estaba subestimando? El hombre se dirigió a los aprendices—. Conociendo a Ronin, seguramente os ha traído aquí sin más. ¿Comprendéis lo que vamos a hacer? Esto es una misión de infiltración: allá a donde vamos habrá gente extremadamente fuerte y no podemos permitir que nos descubran. —al menos, al contrario que Ronin, él se molestaba en informarles sobre su misión; aunque esto no implicaba que Light le prefiriera como Maestro. Ni por asomo—. Si sucede, estaréis solos.

Voy con vosotros —decidió de pronto la Maestra Nanashi.

Nanashi...

Voy a ir. Me necesitarás —justificó concisa.

Ryota al principio no se mostró muy conforme, pero finalmente acabaría aceptando su petición. En un primer momento Ronin sonrió ante la decisión de su antigua compañera, pero poco después se mostró un poco… ¿Receloso? Quizás no le hacía mucha gracia la presencia de dos Maestros del bando opuesto...

Habéis hecho un buen trabajo —la Maestra se giró hacia los dos aprendices, halagándoles e invitándoles a que se marcharan—. Ahora podéis volver a vuestras habitaciones.

¿Maestra Nanashi? No quiero sonar arrogante ni faltarle el respeto a alguien con un rango mayor, pero creo que puedo valerme mejor que esos aprendices que acompañan al Maestro Ronin. Considero que debería estar dentro de esta misión.

Claro, campeón…” dijo mentalmente Light, testigo de la soberbia de Ragun.

La última vez dejaste que el prisionero te tirara de sentón en el suelo cuando intentaste ir de chulo todopoderoso —Light no tuvo nada que decir, pues su compañero habló por él—. Eso y que te estrellaste de boca contra un muro.

La presencia de Ragun resultó decisiva en el combate contra Cerbero y en la captura del Villano Final; pero, por otra parte, su actitud despreciable provocó que Matheus Palamecia intentara escaparse. Light no podía confiar en alguien con una forma de ser tan ruin, lo tenía muy claro: no le hacía ninguna gracia que Ragun les acompañara en una misión tan crucial.

¿Tan malos nos consideras? Sinceramente creo que la ausencia de tú brazo puede jugar bastante en tú contra, por muy fuerte que seas, sobretodo después de que, bueno, ya sabes que hizo Xefil por ti, podrías ser un poco más modesto —Hiro también dio su opinión, revelándoles que Ragun había perdido el brazo. Light no se había fijado en aquel detalle, así que se enteró en aquel preciso momento de la pérdida de su miembro. Comprobaría con sus propios ojos que así era y lo lamentó: se trataba de una gran pérdida sin duda.

Además, poseo alguna habilidad que puede emplearse en tareas de Infiltración —justificaba Ragun, agregando aquel detalle para que la Maestra Nanashi le permitiera participar. Light se llevó el puño a la boca, pensativo, preguntándose si contaba con habilidades que le permitieran pasar desapercibido.

Intuyo que voy a volver a necesitar tu poder en esta misión” concluyó, informándole a su compañero canino.

Permítame ir. Por favor —insistiría el aprendiz de Bastión Hueco nuevamente.

También a mí, Maestra. No volveré a fallar como en París —rogó también el aprendiz que había acompañado a Ragun hasta entonces. Si Nanashi se dejaba convencer, iban a llamar la atención, sin duda—. ¡Por favor, déjeme ir!

Maestro —Xefil quiso añadir algo y se dirigió al líder Bastión Hueco—. Necesitará que alguien nos mantenga vigilados. Somos de Tierra de Partida, después de todo, quién sabe qué clase de locura se nos pueda ocurrir en cuanto nos quiten la mirada de encima.

Eso lo dirás por ti —no pudo evitar soltar Light, en total desacuerdo. Lo último que quería era estar bajo constante vigilancia.

Estoy seguro que mis habilidades de Espacio servirán de algo para el sigilo, Maestros —aseguró Xefil, dándoles a conocer su especialidad—. Ésa es mi contribución.

Yo carezco de habilidades como las de mi compañero, pero intentaré darlo todo allá fuera. El dominio de la Tierra que he adquirido debería ayudarme a rastrear a los enemigos y a protegerme contra ellos —afirmó Light con arrojo, alzando el puño hasta la altura del pecho y dirigiendo la vista hacia su Maestro, del mismo modo que hacía Xefil con Nanashi. Tampoco estaba dispuesto a defraudarle.

Y menos si iban a estar los odiosos aprendices de Bastión Hueco delante, exhibiendo su arrogancia. Lo que daría por cerrar sus bocas con sus propias manos.

Tan solo espero que a cierto Maestro no se le dé por intentar revivir a más dioses para convertirlos en invocaciones aniquiladoras.

>>Supongo que habrá que destruir para siempre cierta armadura.


¿Maestro? ¿Invocaciones aniquiladoras?” Light se mordió el labio, inquieto. Por el rabillo del ojo observaría inmediatamente la reacción de Ronin y desearía que Ragun se hubiera callado.

Aquel comentario le sentó a Light como una patada en el estómago. ¿Por qué lo había tenido que soltar en ese preciso momento, delante de los Maestros de ambos bandos? ¿Acaso no se daba cuenta de que arrojar aquella bomba sólo empeoraba la situación? ¿Era consciente de que estaban en guerra inminente y que aquello sólo hacía empeorar las cosas?

Entonces, se preguntó si Ragun ya había informado a los Maestros de Bastión Hueco al respecto. ¿Estarían al corriente del plan secreto o todavía lo desconocían?

El plan secreto consistía en utilizar la armadura de Gárland como una invocación y utilizar a ésta contra los portadores de Bastión Hueco. La Maestra Lyn, quien se había opuesto rotundamente a este plan, les había confesado a Light y a Ragun aquel secreto en el Inframundo y les había pedido que la ayudaran a destruir la armadura de una vez por todas. La Maestra había traicionado a Tierra de Partida compartiendo aquella información con el aprendiz de Bastión Hueco; por no decir que había conspirado para ver destruida la armadura. Igualmente, Light apoyaba sus nobles objetivos, aunque implicara desobedecer a los Maestros.

Y ahora, Ragun lo había soltado sin más. Light quería de alguna manera encubrir la traición de la Maestra Lyn, así que, intentando mostrar absoluta normalidad, esclareció los hechos:

El Emperador y sus esbirros fueron los culpables de la resurrección del peligroso Villano Final conocido como Gárland —justificó a todos los presentes, justo después del comentario de Ragun. En especial, se dirigió a los Maestros de Bastión Hueco—. Los portadores de Tierra de Partida fuimos enviados al Inframundo para evitarlo, pero no pudimos detenerles.

Acto seguido, intentó llamar la atención de los Maestros a toda costa, deseando que el comentario de Ragun quedara en el olvido.

Ignoro si los Maestros sois conscientes de esto, pero me gustaría compartir información vital con vosotros antes de partir —señaló—. Os puedo confirmar que algunos de los villanos parecen tener cierto control sobre los Sincorazón y los Incorpóreos, por lo que los enviarán en nuestra busca si nos descubren. Estos primeros son capaces de rastrear la oscuridad de los corazones para encontrar a sus presas, así que debemos ser extremadamente cuidadosos a la hora de entrar en su territorio.

Light iba a ayudar en todo lo posible, y aquella fue su primera contribución. Si se trataba de salvar a Cloud, el chico que se había visto envuelto en toda aquella pesadilla por su culpa, estaba dispuesto a cooperar con el otro bando.

Aquel día dejaría a un lado todos los rencores, pero jamás olvidaría los crímenes imperdonables cometidos por el Maestro Ryota.
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Ronda #3 - Villain's Vale

Notapor Soul Artist » Vie Feb 21, 2014 12:40 am

Todos los aprendices mostraron su entusiasmo por partir a la misión del rescate de Cloud. Algunos, incluso, hablaron de las habilidades que podían aportar al grupo, además de sus conocimientos sobre Sincorazón e Incorpóreos, y también de los propios Villanos Finales.

Ragun y Ban, que en principio iban a quedar fuera de la misión, serían aceptados por sus discursos. El segundo había sido menos convincente, con sólo una petición para intentar saldar su deuda pendiente desde su anterior aventura en París; pero Nanashi no le negó la oportunidad de enmendar su error.

Es vuestra decisión. Pero si resultáis una carga, os quedaréis solos ―remarcó la Maestra, quizás pretendiendo meterles el miedo en el cuerpo para que se concienciaran de que aquella misión no resultaría nada sencilla.

Ryota señaló la salida con la cabeza, invitándoles a abandonar su despacho. Ronin se quedó firme en su sitio, mostrando pecho y con una gran sonrisa en su cara.

Nos reuniremos a la salida sur de la ciudad en una hora. Nada de animales —el aviso iba dirigido en especial a Ragun, pues ninguno de los aprendices de Tierra de Partida traía a su mascota consigo. Los ojos del Maestro de Bastión Hueco se detuvieron en Nanashi—. Conduce a nuestros invitados, Nanashi. Ronin, quédate un momento.

¡Parece que me ha tocado el gordo!

Los Caballeros de la Luz tuvieron que abandonar la habitación, dejando a ambos líderes en la intimidad; a partir de ahí, tenían una hora para prepararse. Ragun y Ban podían moverse libremente por el castillo y pasarse por sus habitaciones o por la tienda, lo que ellos viesen necesario. Cualquiera de los aprendices podía acompañarles, pero estarían en todo momento bajo su estrecha vigilancia.

Nanashi, por su parte, condujo a los restantes hasta la salida del castillo por el mismo hall que habían atravesado.

* * *


Atravesar la ciudad no era tarea fácil. Los Sincorazón pululaban en todo momento por las calles, y claramente se les veía muy interesados en los Portadores, atraídos por la luz que emanaban sus Llaves Espada desde el fondo de su corazón. Sin embargo, la presencia de Nanashi les hizo olvidarles como posibles víctimas; no les devorarían. No, al menos, aquel día.

La salida de la ciudad, por su parte, era un lugar triste. Hasta el momento habían podido contemplar una urbe destruida, sin rastro alguno del esplendor que se podía intuir de su pasado; los edificios estaban derruidos, el suelo lleno de grietas y baches, y ya no crecía ni el más ligero rastro de vegetación. Sin conocer aquel mundo con anterioridad no se podía percibir del todo el cambio que había sufrido.

Y, sin embargo, la cosa cambiaba en el límite en el que se tenían que reunir.

Vergel Radiante había sido un lugar hermoso, rodeado de agua y con la vegetación más brillante y hermosa de todo el Reino de la Luz. Y podían saberlo con seguridad, porque todo lo que quedaba era hielo: frío, descolorido hielo que formaba montañas enteras. Era un paisaje de todo menos agradable, pues en la propia plaza en la que estaban podían ver la vegetación que antaño daba nombre a la ciudad, marchitado y atrapado en el hielo que se tragaba parte de aquella entrada.

Ryota y Ronin llegaron puntuales al lugar de reunión; ni un minuto antes, ni un minuto después, como buenos Maestros que eran. Comprobaron que Nanashi y los seis aprendices estaban ya presentes, y el líder de Bastión Hueco se limitó a afirmar con la cabeza. Caminó en silencio hacia las montañas de hielo, junto con Ronin.

El Maestro de Tierra de Partida no podía dejar de contemplar el paisaje que les rodeaba. Cuanto más se alejaban de la ciudad, más se fijaba en su alrededor; parecía algo desanimado por el frío que les acompañaba.

Tienes unos gustos extraños para decorar mundos, Ryota —comentó Ronin con algo de malicia en sus palabras, aunque siempre tomándoselo con humor—. ¿Es que tanto verde te trae malos recuerdos?

El hombre no se molestó en gastar saliva para contestar al pirata. Este suspiró con pesar y siguió caminando en silencio: sabía que sólo iba a perder el tiempo intentando extraer alguna reacción del líder de Bastión Hueco. Su corazón se había helado tanto como el lago sobre el que caminaban. Pero no por ello se iba a dar por vencido tan rápido.

¡Mira! ¡Allí es donde solíamos quedar! —el Maestro señaló hacia la punta de una cercana montaña, no muy lejos de ellos. El rastro de un árbol muerto atrapado en el hielo aún se podía ver, incluso en la distancia—. ¡No me niegues que te acuerdas!

Y de nuevo, Ryota no contestó. Ronin suspiró de nuevo y esta vez lo dejó pasar, sin . El líder de Bastión Hueco desde hacía tiempo que le conocía, y sabía ya cómo tratarle.

Pero claro que se acordaba de aquellos días. Y de cuándo comenzaron a torcerse.

~ Flashback ~

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Mayo de 1208

Los rayos del sol resplandecían en las aguas que rodeaban Vergel Radiante. Desde una de las colinas que circundaban el hermoso lago, se tenía una vista maravillosa de la ciudad, de su castillo, del reflejo de sus torres y sus muros.

Ryota y Ronin estaban sentados en una colina cuya pendiente descendía en una suave curva hacia la orilla de Vergel Radiante. No muy lejos estaba el punte que les llevaría a la entrada de la ciudad.

Era un lugar que habían frecuentado desde hacía mucho tiempo. A los dos les gustaba porque estaban alejados del río de la ciudad, rodeados de naturaleza. Únicamente les acompañaba el chapoteo del agua, el susurro del viento sobre la hierba y el canto de algún que otro pajarillo.

¿Qué te pasa, Ryota? —preguntó Ronin, tumbado de espaldas y con las manos cruzadas bajo la nuca—. Estás todavía más taciturno que de costumbre.

Ya lo sabes —respondió él, con los abrazos descansando sobre las rodillas y la mirada perdida en algún punto lejano—. No me gusta.

¿El qué?

La Orden. Todo está mal, Ronin. Todo.

Ronin suspiró y esbozó una sonrisa resignada y musitó:

Ya estás otra vez.

Ryota entrecerró los ojos y le miró con frialdad.

Sí, ya estoy otra vez. Porque nadie parece pensar cuando actúa. Todos se dejan llevar sin más, nadie se cuestiona qué demonios estamos haciendo. ¿No hemos aprendido nada del pasado, Ronin? ¿No hemos visto que demasiada luz puede ser tan mala como una oscuridad exagerada?

»¿Es que no ves que lo que haces no están bien? ¡Sólo repites un sistema anquilosado, que podía estar bien hace cientos de años! ¡Pero ya no!

Ronin se ajustó el parche sobre el ojo y se encogió de hombros, sin darle mucha más importancia a las disquisiciones de su amigo. O, más bien, sin querer dárselas. Parecía ser un tema que habían tocado en numerosas ocasiones sin llegar a ninguna conclusión.

Ryota guardó silencio un momento y luego dijo:

Las cosas tienen que cambiar.

¡Oh, Ryota el Gran Revolucionario, que salvará nuestro universo de la decadencia!

Tus gracias me traen sin cuidado, Ronin. Nunca ves la realidad. No me escuchas. Nunca lo haces.

El hombre se incorporó, cubierto de unas pocas hojas, y le miró con una sonrisa resplandeciente.

¡Pero Ryota, es que no entiendo dónde ves el problema! ¡Mira los mundos! ¡Mira tu casa! ¿Qué hacemos de malo? ¿No ves que todo está en paz gracias a nosotros? ¿Por qué tantas ganas de buscar problemas donde no los hay?

Ryota suspiró, frustrado, y se incorporó, escondiendo las manos en los bolsillos. Cuando miró a Ronin, su semblante era triste.

El problema somos nosotros, Ronin.

»Somos nosotros.

~ ~ ~

El resto del camino fue silencioso por parte de los Maestros. Ronin no hizo ninguna broma más, Ryota se dedicó a andar entre los infinitos pasillos de hielo y Nanashi vigiló severamente de cerca a todos los aprendices, colocada detrás de todo el mundo. El viaje duró aproximadamente entre dos y tres insufribles horas, en las cuales ninguno de los líderes de la expedición se detuvo para hacer un descanso. Y para colmo, el uso de los Gliders estaba prohibido.

Finalmente llegaron hasta un acantilado desde el cual pudieron contemplar su objetivo. Lo que parecían los escombros de un pequeño pueblo se acumulaban alrededor de cinco oscuras torres. La central tenía el símbolo de los Sincorazón en lo más alto. Alrededor del poblado pudieron comprobar, con asombro, que… ¡Había agua! El hielo retenía la mayor parte de esta, pero en la parte delantera todavía quedaba un pequeño río con algunas plataformas que permitían subir el acceso hasta la torre principal.

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Ya casi habían llegado. Sólo les quedaba descender la montaña y accederían al río, desde el cual podrían saltar a las plataformas y una vez allí acceder a las torres. Casi podían notar la presencia de los Villanos Finales.

¡Jo, jo, jo! Os habéis encontrado con un terrible destino, ¿no es cierto?

La risa no provenía de ninguna parte. Nanashi y Ryota invocaron sus Llaves Espada de inmediato, alertados por la presencia del enemigo; este, sin embargo, no hizo acto de presencia de inmediato. Continuó carcajeándose en alto mientras los Maestros miraban a uno y otro lado, esperando que el enemigo surgiese en cualquier momento.

¡Qué terrible vuestra suerte! Entre todos los lugares, habéis ido a parar al peor, con el mayor contrincante con el que os podáis encontrar… ¡Yo! ¡El mejor guerrero de Villain’s Vale!

Y por fin hizo acto de presencia. Una sombra saltó desde el acantilado, aterrizando a unos metros de ellos; colocó las manos en el suelo para amortiguar la caída y observó, con su indumentaria roja cubriéndole el rostro, a los aprendices. Sus ojos brillaron y se colocó de pie de inmediato, mostrando sus numerosos brazos y colocándose en posición defensiva, preparado para un combate de… ¿Kung Fu?

Junto a él, invocado por una nube de oscuridad, surgió un Sincorazón Soldado de color verde que se movió a gran velocidad a su alrededor. No estaba claro si pretendía servirle de apoyo o quería atacarle, pero el guerrero no parecía guardar buenas intenciones hacia los aprendices.

¡Gilgamesh, guardián de las torres!

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¿Es uno de ellos, Ronin? —preguntó Ryota con su arma en alto, preparado para cualquier ataque que pudiese venir del enemigo.

El Maestro de Tierra de Partida, sin embargo, negó con la cabeza.

No tengo informes sobre él, pero todo es posible. Contratan gente muy rara, ¿sabes?

¡Eh! ¡Que tengo sentimientos!

Nanashi suspiró ante el comportamiento del llamado Gilgamesh y dio unos pasos hacia adelante, colocándose frente a sus dos camaradas. Tomó su Llave Espada y la dirigió en dirección al guardián de las torres, el cual abandonó su postura de combate para invocar dos espadas.

Si avisa al resto de esos Villanos Finales habrá terminado la misión. Y si nos quedamos demasiados aquí, llamaremos la atención —señaló la mujer. Acto seguido indicó el descenso por el acantilado con un gesto—. Marchaos. Os alcanzaré después.

Gracias, Nanashi.

Ambos Maestros se dirigieron raudos hacia el descenso, acompañados por los aprendices que no quisieran quedarse allí. ¿Iba a ser la Maestra capaz de enfrentarse a aquel hombre ella sola? Aunque parecía poderosa, él tenía seis brazos; aquello debía contar de algún modo en su contra. Quizás otros cuatro brazos más pudiesen ayudarla.


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Fecha límite: lunes, 24 de febrero.

¡Flashback escrito por Suzume Mizuno~!

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Re: Ronda #3 - Villain's Vale

Notapor Sombra » Vie Feb 21, 2014 4:06 am

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El Emperador y sus esbirros fueron los culpables de la resurrección del peligroso Villano Final conocido como Gárland —explicó Light desesperado tras mi comentario llamando la atención de los maestros—. Los portadores de Tierra de Partida fuimos enviados al Inframundo para evitarlo, pero no pudimos detenerles.

Eso ya lo saben, Light Hikari —suspiré. ¿Acaso había imaginado que me habría callado detalles como aquel?

Era obvio que los culpables eran los Villanos Finales, pero Tierra de Partida cargaba con parte de la culpa también. Aquella armadura imbuida con el espíritu del Dios Caído tendría que haber sido destruida cuando Fyk y yo derrotamos a aquella vil aberración, tras haber derramado sangre inocente. Tras ver lo que era capaz de hacer... Como pudo haber destruido toda Tebas si no hubiésemos estado allí para detenerlo... Tras haber matado a tanta gente... ¿Cómo podían haberse atrevido a intentar convertirlo en una invocación? Era una locura, una estupidez.

Ignoro si los Maestros sois conscientes de esto, pero me gustaría compartir información vital con vosotros antes de partir —comenzó a hablar—. Os puedo confirmar que algunos de los villanos parecen tener cierto control sobre los sincorazón y los Incorpóreos, por lo que los enviarán en nuestra busca si nos descubren. Estos primeros son capaces de rastrear la oscuridad de los corazones para encontrar a sus presas, así que debemos ser extremadamente cuidadosos a la hora de entrar en su territorio.

La intención es lo que cuenta —dejé salir de mi boca con un tono amargo.

La información del aprendiz me pareció más que obsoleta. ¿De verdad trataba de informar a unos Maestros sobre las habilidades naturales que poseían los sincorazón? Era algo que se nos enseñaba en cuanto nos convertíamos en aprendices, algo tan básico que me sorprendió que fuese a dar tal información.

Pero como había dicho, la intención era lo importante en aquel momento. Quizás a Ban si que le sirviese de más ayuda al ser bastante nuevo, según lo que tenía entendido.

Ningún Maestro hizo ningún comentario sobre lo que Light había dicho, por lo que supuse que habían pensado algo similar a mi opinión

Es vuestra decisión. Pero si resultáis una carga, os quedaréis solos ―contestó finalmente la Belleza Implacable haciendo hincapié en aquello.

Que hubiese hablado refiriéndose a nosotros como una posible carga se sintió como si hubiese recibido una puñalada, pero no expresé mi disgusto ante su comentario.

Sí, Maestra Nanashi. Lo tendremos en cuenta ―asentí con seriedad.

Ryota nos miró un instante antes de hacer un gesto con la cabeza invitándonos a salir.

Nos reuniremos a la salida sur de la ciudad en una hora. Nada de animales —remarcó el Maestro de Maestros de Bastión Hueco fijando sus ojos en mí antes de volverse hacia Nanashi—. Conduce a nuestros invitados, Nanashi. Ronin, quédate un momento.

¡Parece que me ha tocado el gordo!

Abandoné el despacho junto a los demás, una brisa de aire frío hizo que un escalofrío recorriese toda mi columna vertebral.

Me giré hacia los aprendices en aquel momento y tosí para llamar la atención de todos..

Yo me pasaré por la tienda moguri a comprar algunas cosas ―expliqué brevemente―. Si alguno necesita suministros que venga si quiere.

Sin decir nada más comencé a caminar hacia los elevadores, desde donde descendería hasta la planta en la que se encontraba la tienda para comprar alguna que otra poción. Nunca se sabía si podría llegar a necesitarlas... Y mejor me venía prevenir.


* * *

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Podía sentir como los ojos de los sincorazón se clavaban en nosotros. No solo poseíamos un arma que nos hacíamos más "llamativos" para ellos, sino que además éramos un grupo enorme. Sin embargo, no se lanzaron por nosotros. Quizás eran lo suficientemente listos como para que su instinto evitase que se lanzasen a por unos enemigos que no podían derrotar.

Giré mi cabeza a ambos lados visualizando como varias antenas oscuras asomaban desde las ventanas de las ruinas de los edificios y desde algún que otro callejón.

La vez que había salido con Saeko por la ciudad habíamos tenido suerte de haber estado por las zonas circundantes del castillo, donde rara vez atacaban (o eso parecía) pero mientras más nos alejábamos del castillo más peligro había.

Esto no me gusta ni un pelo —opiné sin bajar la guardia.

Estaba listo para invocar mi llave espada si era necesario.

Caminé en silencio un buen trecho tratando de evitar los baches y agujeros que cubrían toda aquella carretera de piedra sucia y con algún que otro objeto que había quedado allí en medio abandonado hasta el punto de haber espadas que en su momento habían sido preciosas, pero que actualmente, tras dos años solo eran un metal oxidado e inservible.

Llegamos a la salida de la ciudad, donde un páramo helado nos recibió. Desconocía como era aquel mundo antes de que se hubiese ido al garete, pero tampoco era algo que tuviese que saber en aquel momento.

La plaza en la que nos encontrábamos estaba llena de pequeños montículos de hielo y plantas completamente muertas, la tierra era polvorienta y seca como la que había pisado en aquel acantilado en el que había luchado contra Xefil unos pocos días antes.

Nos pusimos a esperar a los Maestros aguardando por la hora acordada.

Mientras no hacíamos nada de interesante me alejé del grupo un poco tan solo para ver un poco mejor la extensión de hielo que se extendía hasta el infinito. A ambos lados de nosotros había altas montañas azules y de un brillo excepcional. Pero sin duda poco estético.

Las feas torres destartaladas al fondo del valle podían verse perfectamente.

Parece que hoy va a ser un largo día —entrecerré los ojos tratando de forzar mi vista para ver mejor aquellas edificaciones que apenas se distinguían.

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Supongo que están en la plaza donde se pelea contra Demyx en KHII, perdonad si me confundo D:


Finalmente llegaron ambos Maestros. Fueron tan puntuales que me sorprendió incluso de Ronin, aunque supuse que Ryota había tenido algo que ver con su puntualidad.

En silencio, ambos empezaron a caminar hacia las montañas seguidos por todos nosotros. Nanashi se colocó tras nosotros vigilante. Obviamente no confiaba en Ronin ni en los aprendices que habían venido con él.

Bueno ni ella, ni yo... Y suponía que incluso Ban, al cual apenas acababa de conocer pensaba exactamente igual.

Tienes unos gustos extraños para decorar mundos, Ryota —soltó de pronto Ronin con malas pulgas—. ¿Es que tanto verde te trae malos recuerdos?

El Maestro de Bastión Hueco decidió hacer caso omiso a las provocaciones de su antiguo compañero.

¿Por qué iba a traer un color malos recuerdos? —pregunté al aire sin esperar realmente una respuesta por parte de alguno de los presentes.

¡Mira! ¡Allí es donde solíamos quedar! —señaló a lo alto de una montaña cercana donde un árbol marchito podía verse asomando desde frío el hielo—. ¡No me niegues que te acuerdas!

El hombre se mantuvo en silencio nuevamente ignorando por completo los comentarios de Ronin, se notaba que había una confianza impresionante. Algo que ninguno de nosotros podría conseguir, al fin y al cabo ellos habían compartido muchos años juntos en Tierra de Partida, no solo como Maestros. Apostaba a que incluso se conocían desde que eran aprendices.

El silencio se hizo por los angostos pasajes a través del hielo entre los Maestros. En ocasiones miraba desconfiado sobre nuestras cabezas, como esperando que en cualquier momento un sincorazón pudiese abalanzarse sobre nosotros.

No tenía nada que compartir tampoco, con los aprendices por lo que me mantuve en silencio gran parte del camino. Estaba más concentrado en tratar de ver cualquier peligro inminente, algo a lo que estaba más que acostumbrado en Mundo Inexistente y que me había ayudado a sobrevivir todos aquellos años.

Las horas pasaron y las torres, aunque parecían mucho más cercanas seguían pareciéndome lejanas. Como si no nos hubiésemos acercado en absoluto. ¿Cuántos kilómetros llevábamos andando?

Finalmente, llegamos a un enorme acantilado. Desde allí las torres se veían claramente mostrando el símbolo de los sincorazón en la más alta de las cinco torres y que quedaba justamente en el centro.

En la base de las ruinas se distinguía una especie de pueblo que debía haber sido abandonado o destruido mucho antes que la caída de Vergel Radiante, o eso parecía.

Siempre me había preguntado sobre aquel lugar, pero nunca se me había ocurrido alejarme hasta llegar a aquel lejano lugar. Ni siquiera pasarme con el Glider.

Rodeando aquel pueblo se podía ver un pequeño río con agua de deshielo que convertía aquel lugar en una especie de isla.

Espero que no tengamos que nadar —me quejé por lo bajo—. Seguro que está helada.

Fue entonces cuando me di cuenta de que sobre el río había varias plataformas que eran más que suficientes para permitirnos acceder a la base de los Villanos Finales.
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¡Jo, jo, jo! Os habéis encontrado con un terrible destino, ¿no es cierto?

Imité a los Maestros de Bastión Hueco invocando mi Llave Espada. La risa del extraño continuó sonando durante un buen rato mientras tratábamos de vislumbrar el origen de aquella fuerte carcajada.

¿Y tú que vas a saber? —murmuré mientras fruncía el ceño.

¡Qué terrible vuestra suerte! Entre todos los lugares, habéis ido a parar al peor, con el mayor contrincante con el que os podáis encontrar… ¡Yo! ¡El mejor guerrero de Villain’s Vale!

Que cosas, los "Villanos finales" viviendo en el "Valle de los Villanos" —dije sarcásticamente—. Que alguien les de ideas para otros nombres, por favor.

Desde el acantilado saltó una sombra que cayó frente a nosotros. Nos observó con algo de cautela, pero yo me sorprendí por no haberle visto venir. ¡Vestía de rojo en un lugar prácticamente azul! Eso destacaba muchísimo. ¿Cómo no nos habíamos dado cuenta?

Los ojos de aquel desconocido brillaron y se puso en pie, un total de seis brazos aparecieron desde su espalda. Al momento siguiente, un Soldado Verde que reconocí como un Desertor, nombre que Ivan Kit les había puesto en Ciudad de Paso apareció de un portal de oscuridad.

Sabía de sobra que eran bastante más veloces que un Soldado normal y sus movimientos así lo confirmaban.

¡Gilgamesh, guardián de las torres!

¿Por qué siempre que nos infiltramos en algún castillo tenemos que pelear contra un guardián? —señalé—. Aún encima uno con seis brazos... Algunos con tantos y otros con tan pocos.

Bajé la mirada hacia el suelo algo deprimido antes de observar el lugar donde antes había estado mi brazo.

Maldito bastardo.

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¿Es uno de ellos, Ronin? —preguntaba el Maestro Ryota mientras soltaba mis últimas palabras apuntando con la llave espada.

Una hermosa llave espada de acero negro y con aspecto peligroso, nunca la había visto. Pero me pareció verdaderamente bonita.

Ronin negó a la pregunta de Ryota.

No tengo informes sobre él, pero todo es posible. Contratan gente muy rara, ¿sabes?

Dudo que más raros que algunos de tus aprendices.

¡Eh! ¡Que tengo sentimientos!

¿En serio este es un enemigo? Más bien parece un simple psicópata que pasaba por aquí.

No solo yo opiné eso, puesto que Nanashi también suspiró antes de avanzar y ponerse delante de los dos líderes.

Si avisa al resto de esos Villanos Finales habrá terminado la misión. Y si nos quedamos demasiados aquí, llamaremos la atención —reaccionó rapidamente planeando una veloz estrategia de una forma admirable—. Marchaos. Os alcanzaré después.

Gracias, Nanashi.

Buena caza, Maestra —me despedí también siguiendo a Ronin y a Ryota.

Sin embargo, cuando pasé de largo de aquel guardián y me coloqué al borde del acantilado me giré de nuevo.

¡Señuelo! —exclamé utilizando la magia que obligaría a Gilgamesh y al Desertor a que se girasen hacia mí descuidando sus espaldas y dejando que los aprendices que se quedasen y la propia Maestra pudiesen aprovechar el inevitable despiste para atacar.

No me paré a mirar más el efecto de mi habilidad puesto que me apresuré para alcanzar a ambos maestros.
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149. Lingering Sentiment
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