[Selva Profunda] Dos Mundos

Trama de Enok y Sorkas + Gata + Fyk

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

Enok 7

Notapor Sheldon » Mar Jun 24, 2014 12:47 am

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El pequeño primate observó a Enok mientras emitía su interpretación de los gestos. Lentamente y al igual que había hecho anteriormente, el animal acercó su índice y rozó la nariz del muchacho para apartarla al instante y centrar su atención en la otra humana, Yami.

Pronto Enok calló en la cuenta de que el animal no podría entenderles por mucho que se esforzasen, quedando sus actos como una mera reflexión en voz alta que habría resultado casi ridículo para cualquier persona que le estuviese escuchando. Excepto para ella. Yami continuaba atenta y divertida, frente al gorila, el cual progresivamente se mostraba más cercano y confiado.

Hmm, no, mi pequeñito, no, no, no cazador —informó la Maestra. Enok la miró durante unos segundos y aún de rodillas agachó la mirada un tanto avergonzado—. ¿Verdad que no, bonita?— añadió en una muestra de cariño hacia el animal. La gorila se deshizo en una serie de juguetones gestos con la imponente joven.

El aprendiz terminó por caer hacia el suelo, quedando sentado y con sus piernas cruzadas. Las observaba, con el rostro empapado en una línea tenue de indiferencia. Aún continuaba enfrascado en aquella reflexión sobre los movimientos del primate.

Un pequeño gemido se escapó de la boca de la Maestra Yami. Enok levantó la mirada alertado. Sus ojos se encontraron de pronto con la amplia sonrisa de la Maestra. Su tez resplandecía bajo los rayos de aquel sol, rayos modulados por el verde espesor de la jungla. Había sido la gorila la encargada de provocar aquella tierna reacción en la portadora al haber sustraído la fotografía envejecida que había estado sosteniendo durante todo aquel tiempo.

Sin previo aviso, el animal se revolvió en si mismo agitando el marco de la fotografía. Parecía haber encontrado lo que buscaba. Y estaba dispuesto a ir hacia él. O al menos es lo que parecía tras haber salido corriendo de la cabaña.

¡Sí, sí, espéranos! —exclamó Yami con una renovada sed de aventura mientras echaba a correr tras el gorila.

La más que palpable excitación en el ambiente fue transmitida directamente hacia Enok, quien en un rápido movimiento se incorporó. Miró hacia todos los lados. Nada había de mayor interés en aquel lugar. Quedarse sería correr el riesgo. Si un gorila de aquel tamaño podía haber accedido a la cabaña no sería de extrañar que animales mucho más grandes pudiesen entrar y Enok no estaba dispuesto a enfrentarse con un ser vivo fuese quien o lo que fuese.

Aún en caliente, Enok abandonó el recinto siguiendo a su Maestra y a la gorila. De nuevo podía ver aquella selva inyectada en los profundos y puros pigmentos verdes y marrones. Quizás fuese un pedazo de su nostalgia la que se desprendiera en el instante en la que la sed de aventuras le invadió. Aunque solo fuese durante el más ínfimo segundo de su vida. Y solo en aquel instante se percató de que tan solo era un cúmulo de emociones desbordadas.
Última edición por Sheldon el Sab Jun 28, 2014 2:34 am, editado 3 veces en total
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Re: [Selva Profunda] Dos Mundos

Notapor Soul Eater » Vie Jun 27, 2014 10:17 pm

Observo el rostro del hombre mientras se plantea mi ofrecimiento, tratando de distinguir algo de sus pensamientos por su expresión. Sin embargo, no resulta necesario, ya que su respuesta no se hace de rogar.

Desafortunadamente ya tengo un compromiso con... otros clientes. Pero puedo guiarla hasta mi campamento, tal vez encontremos a su "madre" por el camino— El desagradable tono de sus palabras me hace volver a sentirme amenazada, dándome cuenta a la perfección de que no se ha creído apenas la historia que le he contado. —Es peligroso que una jovencita se quede sola en un lugar tan peligroso como este. La salida al mar está lejos, y en el campamento estará a salvo hasta que vuelva con la tripulación.

¿Peligroso? ¿Y a ti que te importa mi seguridad? ¿Qué es lo que quieres de mí?— pienso, cada vez sospechando más del comportamiento del tal Clayton. —Sabes que te he mentido… ¿por qué ibas a ponerme a salvo?

Sin embargo, el hombre continua hablando, sin ser consciente de los cada vez menos agradables pensamientos que cruzan por mi mente.

¿Qué me dice, señorita Gata? ¿Me acompaña? Por el camino podemos hablar de la selva, y... sobre lo que ha visto en ella.

Hablar de la selva… ¿y qué voy a decirle? Si no he estado en una selva en la vida

Sus maneras, sus gestos… todo en él me da cada vez más mala espina. Aunque también es justo decir que nunca he destacado precisamente por mi confianza en los demás seres humanos. De cualquier manera, tengo claro que me voy a sentir en peligro hasta que vuelva a encontrarme a solas.

Es un cazador y yo soy un animal. Y los cazadores cazan animales.

Cruzo los brazos en un intento inconsciente de protegerme y aislarme del mundo exterior.

No puedo— respondo, desconociendo alguna manera mejor para declinar la oferta —Tengo que seguir buscando… pero gracias por el…— añado a regañadientes, dudando un poco sin encontrar la palabra adecuada —…el… bueno, por ofrecerse a guiarme.

Algo pretendías sacar con eso, eso seguro— termino para mis adentros, esperando que no insista y que me deje marchar sin más.

Aunque lo cierto es que no tengo ningún lugar a dónde ir, y quedarme en la playa como he hecho hasta ahora me parece una estupidez. Y por lástima para mí, aparte de perderme en la selva, Clayton es la única opción que tengo de llegar a algún lado.

Así pues solo hay una cosa que se me ocurre hacer, aunque hasta que no la ponga en práctica no podré saber si es una buena o mala idea: seguirle a escondidas. Aunque esto no sea precisamente una ciudad, un ladrón tiene que estar más o menos acostumbrado a permanecer sin ser visto, y quiero creer que la selva me ofrecerá suficientes escondites como para no alertar al cazador. —A fin de cuentas… dudo que esté acostumbrado a perseguir gatos… al menos, gatos pequeños

Trato de convencerme a mí misma de lo que pienso hacer, y si no me obliga a ir con él, en cuyo caso tendré un grave problema, trataré de alejarme lo suficiente como para que me pierda de vista, para luego comenzar a seguirle oculta entre los árboles, confiando en que me pueda llevar, sin saberlo, a algún lugar interesante.

A fin de cuentas, los animales que me puedan atacar ente la salvaje vegetación me asustan mucho menos que la crueldad que puede alcanzar un hombre civilizado.
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Re: Ronda #7 - Dos Mundos

Notapor Final Fan » Dom Jun 29, 2014 8:27 am

Arqueé una ceja y me crucé de brazos. Les dediqué una mirada de reproche tanto a Jane como a Rebecca y, tras unos segundos manteniéndola, suspiré. Llegaba a comprender la situación en la que estábamos, pero es que era la primera vez que mi aspecto me conllevaba algún problema en una misión.

Sí, sí, yo ayudo —respondí, remarcando un poco más mi acento, para disimular—. Aunque puede que difi-fícil. A veces animales son... ¿cómo se dice? Impardecibles.

Lo último que me convenía en aquella situación era que las dos criaturas escapasen con los dibujos de Jane, así que tendría que ser discreto. Pero, si mi aspecto en aquel lugar era un problema, no sabía cómo podía reaccionar la mujer a casi cualquier cosa que pudiese hacer para recuperar la bitácora. Era algo delicado.

¡Cuidado! —exclamé, señalando hacia arriba.

Intenté idear una pequeña distracción para que Jane mirase hacia otro lado. Aquello me daría tiempo para chasquear los dedos y conjurar Tenue sobre mí mismo, y así poder acercarme a los simios sin ser visto. Quizás pudiesen olerme u oírme, pero privarles de un sentido para localizarme seguro que me daba ventaja. Me acercaría despacito para sacarles los dibujos con un rápido movimiento en cuanto estuviese lo suficientemente cerca.
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Ronda #8 - Dos Mundos

Notapor Astro » Lun Jun 30, 2014 3:33 pm

Fyk

¡Cuidado!

El plan de Fyk fue directo y simple. Su grito sirvió para distraer a Jane lo suficiente como para que no viese al nativo volverse invisible, pero el problema apareció una vez se acercó a los dos monos.

Mientras que el babuino grande se entretenía curioseando una caja de madera, el pequeñín se lo estaba pasando pipa con el cuaderno de Jane. Pasaba las hojas a toda velocidad, e incluso llegó a arrancar varias y tirarlas al aire mientras reía. Encontrar la página en la que salía él mismo dibujado hizo que parara, soltando un gritito de alegría en cuanto la vio. Se pasó una mano por el pelo, admirando su propia belleza, cuando algo terrible ocurrió.

La bitácora le había sido arrebatada de las manos con brusquedad, y lo que era peor: ni siquiera podía ver quién había sido. El libro flotaba en el aire, como movido por magia, y eso no pudo asustar más al pequeño babuino. No sólo le habían quitado su preciado dibujo: estaba presenciando algo que no entendía.

Y, como era de esperar, rompió a llorar a pleno pulmón.

La reacción del babuino grande no se hizo de esperar. Se le erizó todo el pelo en cuanto escuchó los gritos de su cría, girándose y avanzando lentamente hacia Jane y Rebecca mientras gruñía y enseñaba sus afilados colmillos.

¿Q-qué ha pasando? ¿Dónde está Fykhjaal? —preguntó la primera, confusa, retrocediendo lentamente ante el peligroso mono.

Oh, no... —musitó Rebecca, más pálida de lo normal.

Entonces les vieron. El babuino que tenían delante no era su único problema, ni mucho menos. Los gritos del chiquitín habían atraído a toda la manada... y no eran precisamente pocos. De todos los rincones del campamentos surgieron más y más babuinos adultos, todos igual de furiosos que el primero.

¿Cuántos eran? Difícil saberlo. Y, desde luego, Rebecca no tenía ninguna intención de quedarse para averiguarlo.

¡¡Corred!!

La Maestra agarró la mano de Jane y echó a correr por el mismo camino por el que ella y Fyk habían venido: la única ruta por la que no había babuinos furiosos. Y éstos no se pasaron quietos: en cuanto las dos jóvenes echaron a correr, ellos hicieron lo mismo chillando, gritando, y arrasando con todo lo que tenían por delante.

Fyk debía ser rápido. Incluso invisible, estaba justo en el camino de la estampida de babuinos (y no sería fácil apartarse sin ser aplastado y/o arrastrado por ellos). O hacía caso a la orden de Rebecca de correr, o recurría a otra idea de última hora. ¡Pero deprisa!

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Gata

No puedo. Tengo que seguir buscando… pero gracias por el… el… bueno, por ofrecerse a guiarme.

Oh, lamento escuchar eso —contestó Clayton, visiblemente decepcionado—. Espero volver a verla, señorita... Gata.

El hombre mantuvo su mirada unos segundos en la chica, indeciso, pero finalmente hizo un gesto de despedida y se internó en la selva rifle en mano.

Ahí entró en juego el arriesgado plan de Gata: seguir al cazador.

En un principio, la aprendiza no tuvo muchos problemas: los árboles y las ramas eran lo suficientemente grandes como para esconderse sin perder de vista a Clayton, y el hombre tampoco mostró signos de girarse o de sospechar que estaba siendo observado.

Pasados diez minutos, Gata tuvo la mala suerte de pisar una ramita. La reacción de Clayton fue automática: en cuanto escuchó el crujido, se giró a toda velocidad y disparó. Afortunadamente, la bala dio en un tronco a pocos centímetros de la aprendiza, salvada por los pelos. La chica había tenido tiempo para esconderse detrás de un árbol, todavía oculta a la vista, pero desde su posición podía oír perfectamente cómo el cazador se acercaba a ritmo ligero hacia ella.

Un ensordecedor ruido fue su salvación. Parecían los chillidos de un montón de animales, tal vez monos, y no venía desde muy lejos. Clayton se paró en seco, alertado por tal estruendo y olvidando el crujido de la ramita.

¡El campamento!

Echó a correr a toda velocidad, directo hacia la fuente del sonido. Gata debía decidir rápido: ¿seguir a Clayton y averiguar qué era todo ese alboroto, o tomar otra ruta por su cuenta? Tal vez Wix estaba buscándola. O tal vez no.

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Enok

Para Enok no fue fácil seguir el ritmo de la gorila y de la Maestra. Y ver a Yami saltando e imitando los movimientos del animal tampoco ayudaba: la mujer se comportaba como si ella misma fuese una gorila, saltando y moviéndose igual que su guía.

El aprendiz tuvo que sudar bastante para no perder de vista a ninguna de las dos. Abandonaron la casa del árbol a toda prisa, descendiendo por un enorme árbol hasta llegar hasta una zona alta, frondosa, donde gracias a la forma que tomaban las ramas y la vegetación parecía posible saltar de un árbol a otro sin mucha dificultad, e incluso había lianas para ayudarse.

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La gorila y Yami no tuvieron ningún problema en avanzar, aunque Enok tendría que dejarse las piernas para no caerse. Mientras que las féminas podían dar saltos de rama a rama, el aprendiz dependía completamente de las lianas para avanzar. Y en más de una ocasión estuvo apuntito de soltarse y caer.

Un ruido atronador hizo que los tres se detuviesen. Parecían los chillidos de algún tipo de animal furioso, de muchos de ellos. Y no provenía de muy lejos. Yami se llevó una mano a la boca, ahogando un grito, mientras murmuraba para sí misma.

¡Rebequita, ya vamos! —anunció tras los murmullos, dirigiéndole una mirada triste a la gorila.

Se despidió de ella con un movimiento de la mano y empezó a descender por el árbol con agilidad, directa hacia el suelo. La gorila no esperó ni un segundo: en cuanto vio que Yami se iba, la primate siguió su camino.

Enok tenía ahora un dilema: ¿a cuál de las dos seguía? ¿A la Maestra, que iba directa a la fuente de aquel ruido? ¿O a la gorila, obsesionada con la foto vieja?

Elecciones, elecciones.

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Importante: recuerda que no se puede editar una vez posteado, y mucho menos tres veces. Y si lo haces, al menos añade el motivo en spoiler.

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Fecha límite: sábado 5 de julio.

A partir de julio, de la próxima ronda, voy a acortar un poco las fechas límites para acelerar el ritmo de la trama: si a alguno le viene mal, que avise.
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Re: [Selva Profunda] Dos Mundos

Notapor Final Fan » Lun Jun 30, 2014 6:00 pm

Lo que sufre uno por el arte —suspiré, manteniendo a salvo el cuaderno de dibujos de Jane.

Aquella era una situación crítica. Era el momento de hacer correr la maquinaria de mi mente, de idear una estrategia lo más eficiente posible para parar aquella estampida de simios. Me encontraba delante de ellos, pero ellos no me veían... ¡era el único que podía pararlos! Iba a... ¡iba a ser el que detuviese aquella locura y...!

¡Y un pimiento! —exclamé, poniendo pies en polvorosa para seguir a Rebecca y Jane.

Las vi escabullirse por el mismo lugar por el que habíamos venido, ¡pero los babuinos nos alcanzarían con lo rápidos que eran!

¡Celeridad! —convoqué, acelerando así el paso de nuestra fuga—. ¡Maes... Profesora Rebecca, la barca! ¡Súbanse a la barca!

El precario ascensor no soportaría el peso de los tres. Me tocaba quedarme en el suelo y hacer todo el ruido que pudiese para que los babuinos me siguiesen a mí e ignorasen a las dos mujeres. Agité el libro en el aire para que lo viesen mientras vociferaba ruidos guturales y busqué algún hueco por el que poder meterme. ¡Tenía que alejarlos de allí!
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Enok 8

Notapor Sheldon » Lun Jun 30, 2014 7:48 pm

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Enok saltaba, corría desesperado, centraba su atención en cientos de detalles que se esfumaban al instante, creyendo que iba a perder la consciencia en cualquier momento. Gotas de sudor se deslizaban por su cuerpo, bajo los minúsculos rayos de sol que lograban colarse entre la vegetación. Enfrascado en una lucha por no caer al vacío observaba de reojo tanto a la Maestra Yami como al gorila. No pudo más que sonreír en su interior. Yami se encontraba imitando uno por uno los gestos que el primate realizaba dando lugar a un extraño híbrido entre animal y humano cubierto por aquella esbelta capa color ocre que vestía la portadora y que ondeada en el vacío liberaba su corporeidad y ofrecía la sensación más amplia de libertad.

Un mal movimiento hizo que el cuerpo del muchacho resbalase. Conteniendo la respiración, hubo de recuperar la compostura con un movimiento ágil aunque temeroso. La pareja se alejaba y no tardaría en perderse. Bufando, aumentó el ritmo hasta colocarse a una distancia prudencial. Sería buena idea dejar de entretenerse en ensoñaciones.

Unos minutos de un fuerte sprint entre los árboles fueron los necesarios para alcanzar un peculiar lugar semi-oculto. La vegetación cubría prácticamente todo el área, coloreando el cielo de verdes acuarela y de lianas y trozos de cuerda que colgaban de entre los árboles. El aire que podía respirarse era aun más puro aunque el ambiente anulaba la tranquilidad que pretendía sentir Enok al ofrecer un espacio casi claustrofóbico.

El grupo volvió a avanzar, dejando a Enok atrás. El único camino eran aquellas ramas colgantes. Sin ninguna alternativa, el aprendiz se abalanzó hacia una de ellas y como pudo, logró avanzar unos metros. Aquello resultaría más complicado de lo que aparentaba. Y por si fuera poco cada vez se encontraba más alejado del primate y de Yami.

De pronto, un ensordecedor aunque lejano ruido desconcertó al grupo por completo. Eran chillidos de varios animales a la vez, demasiado altos y penetrantes. La Maestra Yami junto a la gorila se detuvieron, tiempo que Enok aprovechó para deshacer la ventaja que ambas le llevaban. Metros antes de que las alcanzase pudo ver como la figura de su Maestra desaparecía bajo la vegetación. Instintivamente, Enok sintió la necesidad de seguirla.

Levantó la mirada y pudo vislumbrar como el gorila continuaba su camino, ajeno al ruido y a la desaparecida Yami. Quizás había llegado el momento de separarse. Lentamente asintió con el rostro y se lanzó hacia la siguiente liana, dispuesto a no perder de vista a la gorila.

¡Hey! E-Espera. — tartamudeó el chaval intentando que su acompañante animal se percatase de que aún le seguía.

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Ups. Perdón por los edits. Tan solo edité algunas faltas superficiales. En lugar de hacerlo a la primera lo fui haciendo mientras las veía y de ahí que lo haya editado tres veces. Lo siento, debí haberlo notificarlo. No volverá a ocurrir.
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Re: [Selva Profunda] Dos Mundos

Notapor Soul Eater » Vie Jul 04, 2014 6:19 am

No puedo por menos que soltar un breve suspiro de alivio una vez que me veo libre de la inquietante presencia de Clayton, y de sus desagradables preguntas. Aun así, sería precipitado decir que estoy completamente fuera de peligro, en un lugar tan desconocido como este y sin ninguna manera de encontrar a la desaparecida Wix.

Además, seguir a un cazador por la selva tampoco es que sea una de las mejores formas de llegas a viejo. Pese a todo, no es tan diferente a esconderse por una ciudad, con la excepción del cambio de colores. Si tuviera tiempo, puede que incluso me dedicará a tratar de escalar a lo alto de los árboles y a probar mis habilidades.

Realmente, este no sería un mal lugar para “perderse” si me harto de buscar a esa mujer. No hay apenas seres humanos, hay comida en abundancia, playas, escondites…— Sé que las bestias de la selva también pueden ser un peligro, pero hay algo que me resulta innegablemente atractivo en la incontrolable espesura que nos rodea, así como en la salvaje cacofonía de sonidos que nos envuelve. —En algún momento, quiero volver a este lugar para explorarlo— me prometo, mientras sigo apartando las hojas que ocupan mi campo de visión.

No deja de haber algo tremendamente excitante en la idea de que sea el animal el que esté siguiendo al cazador, en lugar de a la inversa. Es una especie de pequeña venganza, una oportunidad para ser el depredador y no la presa, y lo agradezco realmente. La sensación de poder es realmente gratificante.

Nada nos interrumpe durante el camino. Mientras avanzo, puedo ver en ocasiones, por el rabillo del ojo, algún movimiento entre las plantas: algún pequeño animal corriendo, algún pájaro… pero nada de interés. Llega un punto en que, ante la falta de amenazas, llego incluso a disfrutar del paseo, algo que nunca antes me había ocurrido.

Es tal vez toda esta serie de distracciones la que me lleva a descuidarme y a alertar a Clayton de mi presencia, con el desafortunado sonido de una ramita partiéndose. El instinto de supervivencia me domina por completo de forma inmediata, y me oculto detrás de un árbol, mientras escucho el silbante sonido de la bala rasgando el aire, y siento como la adrenalina recorre mi cuerpo.

El corazón comienza a latirme con rapidez, mientras oigo cómo comienza a acercarse al lugar en el que me encuentro. Todavía oculta tras el tronco y sintiendo la arrugada corteza contra la espalda, invoco mi llave espada, preparándome para lo que parece ser un enfrentamiento inevitable.

Solo tendré una oportunidad…— pienso, siendo consciente de la horrible desventaja en la que me encuentro frente a un arma de fuego. —Si consigo golpearle en cuanto se asome, antes de que pueda disparar…

Pero todos mis pensamientos se vuelven innecesarios, cuando se escucha un ensordecedor sonido, que soy incapaz de identificar. Sorprendida, pero sin bajar el arma, miro a mi alrededor buscando su origen, sin encontrar nada.

El grito de Clayton y el sonido de sus pasos alejándose me demuestran que parezco encontrarme bastante cerca del campamento y que he dejado de ser el objetivo primario del cazador. —Tal vez tengan cosas de valor en el campamento…— pienso para mis adentros —O tal vez Wix se encuentre allí

Realmente, cualquier cosa es mejor que quedarme parada en medio de la nada, en medio de un estruendo que todavía no sé por qué está siendo producido. Así que, sin dejar de esconderme entre las plantas, sigo al cazador hacia el lugar al que se dirija.

¿Para qué ocultarlo? Me asusta tener que enfrentarme sola a lo que sea que esté ocurriendo, por lo que aferro mi llave espada, y espero que el arma de fuego del cazador pueda convertirse en un punto a mi favor.
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Ronda #9 - Dos Mundos

Notapor Astro » Dom Jul 06, 2014 2:52 pm

Enok

Seguir a la gorila fue la decisión de Enok. Cada vez más cansado y sudoroso, el aprendiz siguió al animal a través de ramas y lianas hasta llegar a un amplio tronco completamente envuelto en enredaderas. La gorila, sin perder ni un segundo, se agarró a la planta y descendió a toda velocidad.

Una vez abajo, ya en tierra firme, un nuevo paisaje se abriría frente a Enok: una verdosa laguna, repleta de árboles frutales, plantas y flores de todo tipo y un pequeño grupo de hipopótamos flotando sobre el agua con tranquilidad.

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Había alguien más en la laguna: un enorme elefante de piel marrón rojiza y dos impresionantes colmillos blancos. Bebía agua tranquilamente, ajeno a la presencia de los recién llegados. Por poco tiempo: la gorila, nada más verle, fue directa hacia él.

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La primate se subió sobre la cabeza del elefante, intercambiando animados gritos y enseñándole insistentemente la vieja foto. El paquidermo respondió con más sonidos que Enok no podría entender, aunque al menos descubriría que los animales podían comunicarse entre ellos.

Todo cambió cuando el elefante vio al chico. Con los ojos llenos de panico, dio un brinco soltando un berrido con su trompa, e intentó retroceder para alejarse del humano. Tuvo tan mala suerte que se tropezó y cayó de culo sobre el agua, tirando a la gorila también a la laguna. La primate salió soltando gritos de enfado, golpeando la trompa de su amigo y esforzándose por salir torpemente del agua.

Le dijese lo que le dijese, el elefante se quedó en el sitio, observando a Enok con cautela. La gorila había salido del agua, e intentaba secarse sacudiéndose y escurriendo su pelo.

Y ahora, ¿qué?

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Fyk

Correr. Fue lo único que Fyk pudo hacer ante semejante estampida de babuinos.

El hechizo de apoyo ayudó a la pobre Jane, que apenas podía seguir el ritmo de Rebecca. La Maestra casi la arrastraba por los aires mientras buscaban una vía de escape. Cuando el aprendiz sugirió subirse a la barca, Rebecca dudó durante unos segundos, pero acabó por aceptar la idea: ambas fugitivas se subieron al improvisado ascensor.

La Maestra, ahora Profesora, recurrió a toda su fuerza para hacer subir la barca, pero no lo suficientemente rápido. Las intenciones de Fyk por ayudar tampoco dieron mucho resultado: los babuinos estaban tan furiosos que no apartaban la vista de sus dos presas. El extraterretre intentaría llamar la atención sin éxito, y lo único que recibiría a cambio serían arañazos y pisotones de los simios que intentaban alcanzar la balsa.

Porque los babuinos se habían lanzado en masa para alcanzar la barca. Saltaban unos sobre otros e incluso parecían estar formando una torre simiesca con tal de dar caza a las jóvenes. Jane se esforzaba como podía por rechazar a los animales que les alcanzaban (patadas, zapatillazos), y Rebecca no podía ayudar: sus fuerzas estaban puestas en tirar de la cuerda.

La cosa pintaba mal, hasta que... un grito resonó en el claro y una figura surgió de entre los árboles agarrada a una liana.

Yami.

Aterrizó con gracia sobre el suelo y extendió un brazo hacia la marabunta furiosa. Una nube de oscuridad se formó en la palma de su mano, y todos los babuinos empezaron a actuar de forma extraña. Se caían de la torre y se agitaban, confusos. Si Fyk se fijaba, descubriría lo que les pasaba: una venda negra había aparecido alrededor de los ojos de todos los simios, cegándoles. Yami había utilizado magia sobre ellos.

El ruido de dos disparos cercanos retumbó por el aire. Los babuinos, cegados y confusos, actuaron por instinto y echaron a correr en dirección contraria a los disparos. En menos de un minuto, ya no quedaría ninguno. Bueno, sí. El pequeño babuino, quien había comenzado todo, se dejó ver entre dos árboles con la hoja en la que salía él dibujado entre las manos. Hizo una pedorreta hacia Fyk —que ya era visible— y se marchó.

Pocos segundos después, un hombre apareció en el claro.

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Fyk & Gata

Seguir a Clayton no fue muy complicado para Gata, y menos cuando el cazador corría sin prestar atención a sus alrededores. En poco tiempo, ambos habían llegado hasta un claro rodeado de árboles y plantas de bambú. Allí, Gata sería testigo de cómo Clayton espantaba a una enorme horda de babuinos a base de disparos al aire.

¡Malditas bestias! —rugió el hombre, jadeando por la carrera.

Con el peligro pasado, bajó el arma.

Sin los primates, Gata (quien podría mantenerse escondida tras algún árbol o salir para relacionarse con los demás) observaría a las personas presentes en el claro: una extraña persona de piel azul, una mujer joven de pelo morado que reía mientras despedía a los babuinos con la mano y una barca suspendida en el aire por una vieja cuerda y sobre la que parecían estar subidas dos figuras a las que no podría reconocer desde su posición.

¡Becca, ya podéis bajar! —gritó Yami, mirando hacia la balsa.

Clayton miró con extrañeza a la Maestra, sorprendido por su presencia. Pero algo todavía más raro llamó su atención, algo en lo que no se había fijado antes. O tal vez era alguien. Bajito, calvo, y azul. Claramente no humano.

Y, sin mediar palabra, alzó su rifle y disparó contra Fyk.

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Re: [Selva Profunda] Dos Mundos

Notapor Final Fan » Dom Jul 06, 2014 4:31 pm

Le devolví al pequeño babuino la misma mueca, enfadado, pero no tuve fuerzas para preocuparme más por él. Aquella estampida me había dejado agotado... Tras un bufido, me senté dejándome caer sobre el suelo. Al menos seguía teniendo el cuaderno de Jane, así que... ¿misión cumplida?

Muchas gracias, Maestra Yami —le dije, aliviado—. Se nos ha torcido un poco la excursioncita...

Miré hacia arriba y de repente me sentí un poco culpable por haberle dicho a la Maestra Rebecca que se subiese a la barca con Jane. Al fin y al cabo, le había dicho hacía apenas unos minutos que sería yo el que se ocupase de la cuerda la próxima vez. Me puse de pie cuando Yami les avisó de que ya podían bajar, con la intención de disculparme en cuanto llegasen al suelo. Miré un momento a mi alrededor para confirmar que ya no quedaba ningún babuino y me fijé en un hombre empuñando un arma... ¿Se había oído un sonido parecido al de disparos antes de que los babuinos se fuesen? Quizás él también nos había ayudado.

Levanté una mano para saludarle.
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Enok 9

Notapor Sheldon » Lun Jul 07, 2014 6:49 pm

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Sudor y cansancio. ¿Realmente había valido la pena seguir al animal a través de la selva? Si ya de por si había gastando gran parte de sus fuerzas en seguir a Yami ahora la gorila no parecía darse cuenta de que Enok era un humano y como tal tenía unas limitaciones evidentes. Con la fotografía en una de sus manos continuaba su camino sin detenerse, a través de cada vez más lianas, en un paisaje que se repetía más y más. Sin duda, por muy bellas que pudiesen ser las estampas que ofrecía aquella selva no cabía duda de que el cansancio anulaba cualquier percepción de la belleza natural.

Finalmente, la extraña pareja alcanzó un gigantesco tronco de árbol sobre el que discurrían complicadas enredaderas. El primate, con aquellos nervios a flor de piel, descendió a través de las plantas, acto que fue imitado por Enok aunque con un distinto resultado.

Ligeramente magullado quedó el cuerpo del aprendiz cuando hubo alcanzado la superficie, con un par de rozaduras y algún que otro corte del que brotaba una fina capa de sangre. El paisaje, como de costumbre, estaba conformado por aquella gama de verdes naturales que bajo el sol daban origen al resto de colores posibles. El lugar donde le había llevado el primate se trataba de un claro conformado principalmente por varios charcos de agua en torno a los cuales todo un hábitat de vegetación se reunía y relacionaba entre sí.

La fauna, lejos de quedar relegada a un segundo plano se veía reflejada en una serie de grandes hipopótamos que hacían sus vidas con suma tranquilidad sobre las aguas. Sin embargo, había un color que no pertenecía a la escena, un ocre que resaltaba de entre todos.

El joven se acercó unos pasos hacia delante al sentir que uno de sus recuerdos se había activado. Se trataba de un elefante, aquel elefante. Debía tratarse del mismo que tiempo atrás y en su anterior visita se había encontrado y al que había intentado calmar con su instrumento. Al menos parecía serlo. Junto a él, o más bien sobre él, se encontraba el gorila, el cual le ensañaba con sumo nerviosismo el trozo de papel.

Emitían ambos sonoros ruidos que bien se podría haber dicho que se asemejaba a una conversación entre especies. Pero todo cambió cuando la mirada del gigantesco elefante dio a parar con el joven muchacho. Durante un momento Enok no supo como reaccionar. Sin embargo, el animal si que sabía como hacerlo. Un sonoro sonido fue expulsado por su trompa para acto seguido caer de bruces en sobre el agua intentando huir del humano. Sentía, sin duda, el mismo miedo que la gorila cuando la vieron por primera vez.

Mientras tanto, la gorila no había corrido mejor suerte. Salió disparada por los aires y aterrizó de bruces en el agua, que empapó todo su cuerpo.

Había sido bastante anecdótico y en cierto modo gracioso pero a Enok no le pareció así. Estaba acostumbrado a ese tipo de cosas con lo cual reírse lo más mínimo le parecía cuanto menos vejatoria fuese o no fuese un animal. En lugar de ello, suspiró un par de veces, preguntándose que podría hacer.

Puede que fuese una buena idea repetir el mismo procedimiento que una vez surtió efecto. Dando unos pasos al frente, extrajo de su bolsillo la pequeña ocarina blanquecina que se había acordado de portar. Paso a paso se fue acercando hacia el elefante y a su compañera. Si en algún momento veía que el animal se asustaba, no dudaría en tranquilizarlo con el instrumento.
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Re: [Selva Profunda] Dos Mundos

Notapor Soul Eater » Mié Jul 09, 2014 3:26 am

Mientras, más que seguir, corro detrás del cazador, no puedo dejar de pensar que resulta un poco irónico que haya tenido que tener tanto cuidado en un principio para no advertirle de mi presencia y que ahora esté armando todo un alboroto sin que este se fije en mí lo más mínimo. Pero no puedo andarme con miramientos si no quiero perderle de vista.

A medida que avanzo hacia delante, el estruendoso sonido que ya había escuchado con anterioridad comienza a ser cada vez más fuerte, hasta que finalmente parece que abandonamos la verde frondosidad de la selva y terminamos en un claro.

Los disparos comienzan a rasgar el aire, aunque afortunadamente, esta vez no soy el objetivo. Por el contrario, unos extraños sonidos y chillidos comienzan a surgir desde todos lados, y puedo ver atónita como un número ingente de animales comienzan a dispersarse en todas las direcciones, con evidentes muestras de temor.

¿Son… monos?— pienso, más gratamente sorprendida de lo que estoy dispuesta a admitir, aunque me haya acuclillado entre las plantas de bambú sin esconder mi arma para no descuidar las precauciones —Entonces es verdad lo que cuentan de ellos…

Sin embargo, pronto hay en el escenario un elemento mucho más llamativo que los animales, al que no puedo por menos que quedarme mirando con auténtico estupor. —Eso no es un animal— es lo único que logro pensar cuando veo al ser azulado hablando con una de las personas de la barca.

Al oír sus palabras, sin embargo, el corazón me da un vuelco —¿Ha dicho Maestra? Esa cosa no puede ser de este mundo. Podría ser… un portador de la Llave espada— Desde luego, por la forma que tiene de dirigirse a la tal Yami, es obvio que tiene inteligencia, pero nunca he visto ni a un ser como él, ni he oído nunca el nombre de esa supuesta maestra.

Tal vez la misión de la que Wix hablaba tenga algo que ver con ellos. Es lo más anormal que he visto por aquí, desde luego…— Me muerdo los labios desde mi escondite particular, mientras doy vueltas a la cabeza —Al menos, siempre podré librarme de cualquier clase de reprimenda si llevo información útil… o al menos eso espero

El bicho azul se da la vuelta hacia Clayton, que parece seguir rezongando contra las “bestias” de antes, como él dice, y alza la mano. La reacción del hombre, como es evidente, no se hace de rogar, y en escasos segundos el sonido de su arma vuelve a resonar, provocando que me encoja todavía más sobre mí misma, mientras trato de desprenderme del olor de la pólvora.

Era de esperar…— pienso sin dejar de espiar, esperando a ver como se desarrollan los acontecimientos. Cuanta más información recoja, mejor para mí, pero no tengo ninguna intención de intervenir y ponerme en peligro por algo que todavía no sé si me concierne.
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Ronda #10 - Dos Mundos

Notapor Astro » Vie Jul 11, 2014 2:03 pm

Fyk (& Gata)

Sangre extraterrestre salpicó el suelo.

La bala impactó en el hombro de Fyk con un disparo limpio. El pequeño había tenido mucha suerte: el ataque de Clayton fue tan rápido que no llegó a apuntar bien. Pero el efecto de la bala fue inmediato: el aprendiz cayó al suelo por el impacto, herido.

La reacción de Yami fue instantánea. La Maestra se plantó a toda velocidad frente al cazador, mandando a volar el rifle con un brusco movimiento. Clavó sus ojos en los del hombre, agarrándole del cuello de la camisa y alzándole unos centímetros del suelo.

¡Malo! ¡¡MALO!! —le gritó, zarandeándole con fuerza—. ¡¡Eso no!! ¡¡NO!!

El miedo se reflejaba en los ojos de Clayton. No solo le había sorprendido la fuerza y velocidad de la mujer: la cara de enfado que tenía era también temible.

¡Fykhjaal!

Con la barca ya en el suelo, Rebecca y Jane habían acudido raudas hasta el pequeño. Yami soltó al cazador al verlas, dejándole caer con brusquedad al suelo, y también centró su atención en el aprendiz.

¡Por Dios, señor Clayton! ¡Ha disparado a un niño! —le reprochó Jane, lanzándole otra mirada llena de enfado—. ¡¿En qué estaba pensando?!

¿N-niño? ¡¿Pero no lo ha visto?! —se defendió el acusado, levantándose del suelo—. ¡¡Es azul!! ¡¡Es... !!

La herida no es muy grave, hay orificio de salida —cortó Rebecca. La Maestra se había arrodillado junto a Fyk, y examinaba la herida con cuidado—. Puedo curarle, pero... Necesito un lugar más seguro. Y... limpio.

Volvamos al campamento, ¡rápido! —sugirió Jane, indicándoles el camino.

Todos estuvieron de acuerdo. Sin perder tiempo, Yami cogió a Fyk en brazos, acunándole, y echaron a correr hacia el campamento.

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Gata

Gata había podido presenciar y escuchar todo lo ocurrido tras el disparo, oculta tras los árboles. Cuando el grupo se marchaba, llegaba el momento para la aprendiza de decidir si debía seguirles o qué hacer.

Pero, inesperadamente, algo agarró a la chica del hombro, girándola con brusquedad.

Te dije que me esperaras en la playa.

Era Wix.

La mujer había aparecido de la nada, y observaba a Gata con cara seria. Tras tanto buscar y esperar, había sido ella quien había terminado encontrado a la aprendiza a pesar de su desobediencia.

Tierra de Partida —comentó la Guardiana, mirando al grupo que se alejaba hacia el campamento—. Qué ha pasado.

Wix escucharía las explicaciones de la chica, manteniendo su postura impasible. Al terminar, asintió con la cabeza y giró sobre sus talones, echando a andar por la selva.

Vamos. Tenemos una misión que cumplir.

Ni siquiera se aseguró de que Gata la siguiera o a escuchar cualquier cosa más que tuviera que decirle: siguió andando con una dirección clara.

Desobedecer dos veces seguidas no era muy buena idea... ¿O sí?

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Enok

El sonido de la ocarina de Enok tuvo un efecto mejor de lo esperado. Tanto el elefante como la gorila se mostraron muy curiosos por la música, y poco a poco ambos fueron acercándose hacia el chico.

El elefante fue el más curioso. Estiró su trompa hacia la ocarina, y estuvo a escasos centímetros de tocarla. Pero...

Algo salió del agua. Algo enorme. Y peligroso. En un segundo, el caos y el pánico se adueñaron de la laguna. Los hipopótamos huían en estampida, y el elefante no se quedó atrás: soltó un grito de pánico ensordecedor con su trompa, derribando a Enok al suelo al estar tan cerca, y echó a correr hacia la selva.

Pero, ¿qué había salido del agua?

Una serpiente. Una pitón, para ser más exactos. Pero no una pitón normal: una enorme, gigantesca, de piel roja y negra y con unos temibles ojos amarillos. Era difícil no sentir miedo al mirarla.

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El animal había sido muy rápido, y parecía tener muy clara su presa. Cuando Enok se levantó del suelo, descubriría que aunque el elefante había podido huir, la gorila no había corrido la misma suerte.

La pobre primate se encontraba completamente rodeada por la serpiente, y con solo mirarla uno podía percatarse de que estaba paralizada por el terror.

Si Enok no hacía algo, aquella gorila se convertiría en cena para pitones.

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Nota: La pitón es bastante grande y larga, hazte una idea con esta imagen. Cambia a Tarzán por Terk, y tendrás la situación que ve Enok:

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Fyk

Fyk descansaba en una amplia tienda de campaña del campamento, tumbado en una incómoda cama. Lo más gracioso era que se encontraba perfectamente bien: de camino al campamento, Yami había utilizado magia curativa sobre él dejándole como nuevo. Pero las indicaciones de las maestras habían sido muy claras:

Sería muy sospechoso si te recuperas tan rápido de un disparo así. Tendrás que... fingir un poquito, ¿vale? —le había ordenado Rebecca.

Así que ahora tenía unas enormes vendas por todo el hombro, que resultaban bastante incómodas (y picaban). Mientras, fuera de la tienda, se podía escuchar una discusión entre Jane y el agresor de Fyk: Clayton.

Por su parte, Rebecca y Yami intercambiaban susurros al otro lado de la tienda. Cuando la señorita Porter entró, ambas callaron.

¿Te encuentras mejor? —le preguntó a Fyk.

Jane, nosotras... tenemos que ir a buscar algunas hierbas medicinales para Fykhjaal. ¿Te importaría cuidarle mientras no estamos?

¡Claro, sin problemas! Estará bien conmigo, tranquilas.

Yami dio un par de palmaditas, contenta, y salió de la tienda. Rebecca se acercó a Fyk, y mientras fingía que comprobaba el estado de la venda, le susurró algo al oido:

Vamos a buscar a tus compañeros, quédate aquí y acuérdate de fingir que te duele —le indicó—. Y... intenta descubrir si saben algo sobre el hombre-bestia. Si puedes.

Con las órdenes dadas, la Maestra se despidió con la mano y abandonó la tienda. Fyk se quedaba sólo con Jane —que estaba preparando un té—, y con la misión de interrogar a la joven sin levantar sospechas.

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Enok 10

Notapor Sheldon » Lun Jul 14, 2014 1:14 am

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Las notas emitidas por el delicado instrumento del joven aprendiz se difuminaron en el ambiente, fusionándose con las melodías de los pájaros y toda la fauna voladora. La gorila junto con el elefante, tras secar sus cuerpos se encaminaron hacia el rubio muchacho. Parecían haber olvidado momentáneamente el miedo o rechazo que un humano suscitaba en aquel ambiente, en la selva, imbuidos ambos por una curiosidad natural. El gigantesco elefante de color rojizo fue, quizás, el más atrevido al acercar la punta de su trompa hacia el pequeño objeto que Enok hacía sonar. Este le observaba de reojo, sonriendo débilmente para sus adentros, sintiendo como la música era capaz de aliviar a aquellos animales o al menos interesarlos.

Una nota mal ejecutada fue expulsada tras una bocanada de aire. El agua se removió mientras cientos de gotas se deshacían en el azul cristalino del cielo. Durante un instante, la escena quedó ensordecida, paralizada. Enok levantó la mirada y de inmediato su cuerpo dio un vuelco. Antes de que pudiera reaccionar ante la estampa de una gigantesca serpiente en el aire, el gran elefante salió huyendo, olvidando completamente que Enok se encontraba enfrente.

El golpe que recibió, aunque pudo reducir su efecto inicial al esfintar superficialmente una se sus piernas, resultó bastante extenuante. En el suelo, el aprendiz, algo magullado por la brusquedad se removió intentando recomponerse. Resultaba imposible vislumbrar o enterarse de algo de lo que estaba ocurriendo allí. Decenas de sonoras pisadas en estampida vaciaban la sonoridad del momento.

A escasos metros de Enok, la ocarina había caído junto a un matorral de hierba. Como pudo, el chico se acercó a rastras y la recogió. Afortunadamente no había recibido daño alguno por lo que sin perder el tiempo la guardó de nuevo en el bolsillo.

Fue solo un fotograma el que captó toda la atención del rubio aprendiz al volver su vista hacia la parte inferior de su cuerpo. Frente a él, una mortal escena estaba en los preámbulos de su inicio. La gorila se encontraba justo en el centro de una perfecta circunferencia formada por por la piel de una serpiente, una colosal y también rojiza, tiznada por motas negruzcas, serpiente dispuesta a devorar al primate.


Sin perder ni un segundo más, el muchacho se levantó de un salto y corrió hacia la serpiente dejándose llevar por un instinto protector, una pulsión que le obligaba a defender a aquel animal. Durante el sprint dejó que sobre su mano se materializase la llave-espada que portaba. Intentó en todo momento acercarse por detrás. Cuando la hubo alcanzado, aunque a una distancia prudencial golpeó como pudo su cuerpo pretendiendo captar su atención.

Acto seguido, retrocedería unos pasos, alzaría su arma y dejaría expulsar un hechizo piro.

Esperaba que aquel momento fuese aprovechado por la gorila para escapar.

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Edit ya que me he equivocado al poner el hechizo que usa Enok. Puse Electro en lugar de Piro. Electro aún no la tengo D:
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Re: [Selva Profunda] Dos Mundos

Notapor Soul Eater » Mar Jul 15, 2014 5:24 am

¡Malo! ¡¡MALO!! ¡¡Eso no!! ¡¡NO!!

¡Fykhjaal!

El arranque de furia de la “Maestra” Yami es tan inesperado que casi me hace pegar un bote y revelar mi escondite a los presentes. Sin embargo, me controlo lo suficiente para permanecer oculta, mientras observo más que sorprendida la brutal fuerza de esa mujer, suficiente para levantar al cazador varios palmos del suelo.

¡Por Dios, señor Clayton!— dice una de las mujeres que baja de una extraña barca colgante, enfrentándose también al hombre mientras su compañera trata de atender al herido —¡Ha disparado a un niño! ¡¿En qué estaba pensando?!

¿Un niño? No sé yo si esa cosa podría definirse exactamente como un niño, la palabra “amenaza” parece un poco más acertada— pienso, mientras a los pocos segundos soy secundada por el cazador. Después de todo, tal vez tuviéramos unas cuantas cosas en común.

¿N-niño? ¡¿Pero no lo ha visto?! ¡¡Es azul!! ¡¡Es... !!— pero sus protestas se ven ahogadas por la voz de la mujer que estaba atendiendo al ser. Ahora, al volverse, puedo reparar en las extrañas cicatrices de su rostro, y aparto la vista durante unos instantes, ligeramente asqueada.

La herida no es muy grave, hay orificio de salida. Puedo curarle, pero... Necesito un lugar más seguro. Y... limpio.

Volvamos al campamento, ¡rápido!— Son estas palabras las que me hacen volver a alzar la cabeza, sin querer perderme la dirección hacia la que se estaban dirigiendo. Sin embargo, una fuerte garra en mi hombro me obliga a volverme, antes de que sea siquiera capaz de usar mi arma.

Te dije que me esperaras en la playa.

Permito que la llave espada desaparezca de mi mano, mientras me muerdo inconscientemente el labio inferior. Me estaba preguntando quién podría haber logrado encontrarme y sorprenderme de aquella manera, pero en cuanto reconozco la voz de Wix me doy cuenta de que no tiene sentido pensar en ello. Ya ha demostrado ampliamente sus habilidades.

No me indicaste ningún sitio— protesto, pero sin atreverme a alzar la vista y mirarla a la cara. —Solo dijiste que nos encontraríamos “aquí”. Eso no ayuda mucho.

Si estuviera visiblemente furiosa o enfadada, sería menos horripilante que esa calma seria que mantiene en todas sus acciones, incluso cuando está visiblemente regañándome.

Levanto el rostro durante un instante, y veo como observa a la extraña comitiva que marcha hacia el campamento. —Tierra de Partida— dice lacónicamente. Sus palabras suscitan mi interés, provocando que mantenga la mirada alzada, a pesar del temor a recibir alguna clase de castigo.

¿Tierra de Partida? Son muy raros…— lanzo un último vistazo antes de que se pierdan en la lejanía, con visible curiosidad. Realmente, de todo lo que me han explicado sobre ellos solo he conseguido entender que son “los otros”. Si cumplo las órdenes no es por cuestiones ideológicas, sino por la promesa de adestramiento, pero aun así…

Qué ha pasado.

Cualquiera diría que tiene que pagar por cada palabra que pronuncia…— pienso con fastidio, mientras cruzo los brazos. —Desembarqué en la playa y el cazador ese, Clayton creo que era, me sorprendió— explico bruscamente —Le dije que pertenecía a la tripulación de un barco que había cerca, y le seguí hasta aquí porque no sabía lo que tenía que hacer. Eso es todo.

Wix asiente antes de darse la vuelta e internarse en la selva. Casi me deja con la palabra en la boca. —¿Para qué me pide explicaciones si luego ni siquiera me escucha?— me planteo, antes de acelerar para poder seguir su paso. —Por lo menos parece que tampoco voy a tener que pagar por mi error... o más bien por el suyo.

Vamos. Tenemos una misión que cumplir— me urge, provocando que gruña por lo bajo. De nueva bajo el yugo de esa mujer y sin poder hacer lo que quiera. Pero vamos, tampoco es bueno tentar a la suerte dos veces.

¿Y cuál es esa famosa misión?— pregunto mientras avanzo —Lo digo por saber qué hacer en caso de volver a perderme— A fin de cuentas, tampoco sería raro que volviera a ocurrir, teniendo en cuenta las dimensiones de la selva. Quiero ir preparada en esta ocasión.

Me quedo pensativa unos segundos, sin tener muy claro qué es lo que me ronda por la cabeza, hasta que finalmente tengo que volver a dirigirme a ella, muy a mi pesar, sin saber siquiera si se va a molestar en responderme.

No es que me importe mucho— comienzo sin saber si hablo en serio o no —pero ¿en qué nos diferenciamos de Tierra de Partida exactamente? No lo entiendo— admito, recordando lo que me han contado sobre ellos y nosotros. Ambos portamos el mismo arma, pero Ryota busca una cosa y ellos otras. Me resulta tremendamente absurdo y complicado. ¿Por qué la gente tiene que tener ideales?
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Ronda #11 - Dos Mundos

Notapor Astro » Vie Jul 18, 2014 12:42 am

Enok

El ataque del aprendiz para proteger a la gorila fue, más o menos, un éxito.

El golpe con la llave espada del chico sirvió para captar la atención de la pitón, absolutamente sorprendida por la presencia de Enok. Centró su atención en el chico, todavía rodeando a la primate, considerando el peligro que podía suponer el aprendiz. Pero desde luego lo que la serpiente no esperaba fue la bola de fuego que casi impactó en toda su cara.

La pitón gigante se revolvió con todo su cuerpo, protestando de dolor. Pero aquellos movimientos bruscos tuvieron su consecuencia: tanto la gorila como Enok fueron golpeados por el largo cuerpo de la serpiente y derribados al suelo.

Pero el animal no se iba a contentar con eso. Enok había captado su atención utilizando el hechizo: tal vez demasiado. Enfurecida, y aprovechando que el muchacho estaba en el suelo, la pitón se estiró hacia arriba y cayó en picado hacia el muchacho con la boca completamente abierta.

O el joven Zohar se movía, o acabaría siendo comida de serpiente.

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Gata

¿Y cuál es esa famosa misión? Lo digo por saber qué hacer en caso de volver a perderme

Pronto lo descubrirás. No te quedes atrás y no te perderás.

Wix no se detuvo ni un segundo, avanzando a un ritmo demasiado rápido para estar en plena jungla. Ni siquiera cuando respondió a la aprendiza dejó de avanzar, mirando al frente constantemente.

No es que me importe mucho pero ¿en qué nos diferenciamos de Tierra de Partida exactamente? No lo entiendo

En aquella ocasión, la guardiana tardó en contestar. Incluso pareció querer evitar la respuesta, desviando su vista al suelo mientras andaba. Pero, finalmente, se decidió a hablar:

Tierra de Partida busca el dominio absoluto de la luz sobre la oscuridad. Bastión Hueco defiende el auténtico equilibrio universal: luz y oscuridad deben coexistir sin que una domine a la otra. Aunque eso suponga, en ocasiones, apoyar a la oscuridad.

Tras unos minutos de tenso silencio, ambas llegaron a un peculiar acantilado, completamente lleno de vegetación. Diversos salientes de roca hacían el terreno algo inestable, aunque fácil de escalar. El ruido del agua cayendo de una impresionante catarata eclipsaba completamente los ruidos de la jungla. El lugar era, sin dudas, precioso.

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Wix avanzó hasta el centro del acantilado, examinando la zona con detenimiento. Aunque, por su parte, Gata no vería nada: el lugar estaba completamente en calma. Tal vez demasiado.

Prepárate.

La mujer invocó su alabarda, agarrándola con destreza y adoptando una pose de pelea.

Ya vienen.

Gata podría escuchar un sonido que ya habría escuchado con anterioridad. El característico efecto que producían los sincorazón al aparecer. Porque una manada de sincorazón con forma de primates acababa de aparecer alrededor de guardiana y aprendiza, rodeándolas.

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De momento no habían atacado. Pero Gata podía estar segura de que, sin dudas, en escasos segundos lo harían.

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