[Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)

Trama de Fátima Laforet, Hiro Inukai, Kousen Zephyr, Exuy y Hikaru

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)

Notapor Kousen » Vie Jul 25, 2014 10:56 pm

La estrategia funcionó mas o menos bien. El piro bastó para distraer lo suficiente al gigante y conseguir colocarme en posición para hacerle cosquillas, convirtiéndole en un blanco perfecto para los ataques de Hiro.

¡No puedo más!— Exclamó el hombre, hiperventilando.

La actuación que siguió a aquello parecía más salida de un show de comedia que de una escena dramática, si eso es lo que el maquillado tipo esperaba conseguir. Con un tono de voz exageradamente melodramático, exclamó:

¡Ay, me duele todo! ¡Decidle a mi abuelita que la quiero! ¡Y a Bartz, que siento no poder volver a luchar con él! ¡Nada deseaba más en este multiverso!

Aquello no había quien se lo tragase, pero la situación había sido tan desconcertante que se las arregló para distraernos el tiempo suficiente.

¡Que os lo habéis creído! — exclamó de repente.

Un par de brillos surgieron ante el cuerpo del hombre, aparentemente dos barreras. Si eran las que conocíamos, había logrado escudarse tanto contra magia como contra ataques físicos.

Vamos, no fastidies...— suspiré, molesto por la situación.

. ¡Habéis caído en la clásica trampa del falso llanto! ¡Mientras sentíais pena, he reforzado mis defensas para vencer en esta batalla!

Esto va para largo...

Resignado a la batalla, no me quedó más remedio que consumir otro objeto, un Éter. Al menos así, lograría reestablecer mi Poder Mágico.

Empezaba a impacientarme cada vez más. La tensión de la batalla ya era bastante, pero sabiendo que teníamos que arreglar aquello rápido y salir de allí solo lo hacía peor. Lo único que tenía en mente era quitar a Gilgamesh de enmedio y acudir para ayudar a Rebecca, Ronin y al resto de los soldados. A este paso, iba a acabar cometiendo un error a la hora de enfrentar a Gilgamesh.

¡Vamos, Enkidu! ¡Démosles una...! ¿Eh? ¿¡Pero tú quién eres!?

Extrañado por la reacción de Gilgamesh y esperando que fuese una trampa para distraernos, me limité a mirar de reojo sin bajar la guardia. Cuando distinguí la silueta de un intruso y le reconocí, se me cayó el alma al suelo.
La barrera se había roto como si fuese de mantequilla, exactamente igual que había pasado con la de Rebecca. Y el mismo culpable se hallaba de pie en mitad de aquel sitio. Sentí un frío glacial al mirar de nuevo a aquel hombre, especialmente sabiendo que su presencia allí solo podía significar una cosa.

Shan Yu...

¡M-maldición!

El ambiente de seriedad volvió a quedar irrumpido por los delirios de Gilgamesh, emperrado en su afán de una gran batalla. ¿En qué mundo vivía este tío?

¡No puedes entrar en mitad de una pelea en nuestro campo! ¡Va en contra de las normas! — exclamó, arrojando un libro al huno.

Este no prestó atención alguna al arlequín de seis brazos. Lo único en su punto de mira era el General Li, y desprendía un aura asesina que ponía los pelos de punta.

¿Qué archidiablos...? ¡Vosotros!¡Esta es mi batalla! ¡Mi momento de gloria! ¿¡Qué pinta ese en MI batalla!?

¡Olvídate de tu condenada batalla!— grité, hartísimo de payasadas—. En el mismo momento que ese tipo entró por la barrera, tu "épica lucha" se fue al traste. Está aquí para acabar con el General, así que vete olvidando si le pone las manos encima.

En ese momento, Hikaru se acercó a hablarnos. Su tono de voz parecía fluctuar entre alto y bajo a veces, como si no lograse controlarlo. ¿Le pasaba algo?

Kousen, Hiro, Gilgamesh está casi a punto de ser derrotado, pero necesitamos una estrategia para acabar rápidamente con él. Tenéis que distraerle, usad hechizos o ataques a distancia para ello, y si MoguDer puede encargarse de Endiku mejor que mejor.

No puedo oíros por culpa del chucho— afirmó, indicando a Enkidu— así que si estáis de acuerdo conmigo, asentid con la cabeza.

Decisiones, decisiones. Gilgamesh estaba a punto de caer en redondo, pero si dejábamos al General Li solo con Shan Yu, todo habría sido en vano. Por suerte, MoguDer se dió prisa en interponerse entre el huno y el chino, aunque un Moguri no iba a soportar contra aquella mala bestia. Ya había visto de lo que era capaz con su espada.
Al menos esta vez no contaba con su ejército de hunos... eso era un alivio. ¿Había logrado Rebecca deshacerse de todos? Pero que Shan Yu hubiese llegado... tuve que hacer un esfuerzo por contener el miedo y la preocupación y centrarme en la batalla, apretando los puños alrededor de mis armas.

Hikaru y Hiro no dejaron tregua a Gilgamesh. El uso de esas dos barreras seguidas tenía que haber drenado bastante su energía, así que no esperaba que usase un ataque de alta escala como había hecho antes. Tendría que hacer algo rápido para ayudar y luego llegar hasta el General.
El primero de ambos aprendices se deslizó hasta el hombretón y liberó una onda de luz que parecía ser energía mágica. Con suerte, eso bastaría para romper el Escudo. Hiro pasó a disparar, dándome unos segundos perfectos con la distracción de Gilgamesh. Sin pensarlo dos veces, apunté los dedos hacia Gilgamesh, disparando un Electro al instante. Si eso no bastaba para tumbarle, quedaba en manos de Hiro, Hikaru y Exuy... el cual había estado bastante ausente durante toda la batalla, como distraído por algo.

Acto seguido, di una carrera para plantarme junto al General y MoguDer, enfrentando a Shan Yu.

¡General, no se deje engañar!— advertí —. Este hombre no es un enemigo cualquiera, su espada ha sido alterada por medios que la hacen mucho más mortal que una convencional.

Subestimar a Shan Yu como si fuese un enemigo normal en una guerra cualquiera sería un error fatal. Sabía que Andrei le había dado un poder incluso más temible que las armas elementales de sus soldados rasos, así que esperaba que el militar me hiciese caso.

Llegados a este punto, casi cualquier ataque que usase resultaría inútil, viendo la manera en que había enfrentado a Rebecca antes. Lo único que se me ocurría era usar un hechizo Ráfaga contra él, esperando que la corriente de aire lo entorpeciese, o que levantase polvo del suelo que sirviese para cegar temporalmente al líder Huno.
El resto quedaba en manos de los demás, aunque pretendía presentar batalla si la cosa lo requería. Si Shan Yu atacaba, estaría preparado.

Spoiler: Mostrar
Acciones:
*Consume un Éter
* Usa las habilidades Electro (Contra Gilgamesh) y Ráfaga (Contra Shan Yu):

Electro (HM) [Nivel 2] [Requiere Poder Mágico: 3]. Pequeño rayo que sale de la punta de los dedos del personaje, con muy pocas posibilidades de paralizar.
Ráfaga (HM) [Nivel 2] [Requiere Poder Mágico: 3]. Pequeño ciclón de viento que golpea al enemigo. Puede tirarlo al suelo. Afín a Aero.

Si llegan a decirme que tendría que enfrentarme a esto cuando aún vivía en las islas, me habría meado encima.
Imagen

"La skin Iceberg del foro es como la Duquesa de Alba, nos va a enterrar a todos."

Imagen
Imagen


Rol de KHWorld: Kousen - "Viento Seráfico"

Logros:
Spoiler: Mostrar
ImagenImagenImagen
Imagen
Avatar de Usuario
Kousen
Miembro del Hall de la Fama
Miembro del Hall de la Fama
Bohemia Lectura
 
Mensajes: 899
Registrado: Sab Nov 29, 2008 1:24 pm
Dinero: 19,631.46
Banco: 68,268.13
Ubicación: Descenso al Corazón
Sexo: Mucho, gracias por preguntar
Clan: Bohemia Lectura
Estantería de objetos
Karma: 9

Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)

Notapor Yuehito » Sab Jul 26, 2014 9:15 am

Spoiler: Mostrar


Todos parecían llevar un ritmo complicado en la batalla contra el peligroso hombre, casi invencible ante mis ojos. Entonces asustado comprendí que estaba haciendo algo mal.
Ante todo la ansiedad por recuperar el objeto que colgaba en el cuello del general pude entender que ante mis ojos mi equipo se sacrificaba por defender a Li. Si seguía poniendo atención a mi objetivo podía ver morir a mis compañeros, pero si no lograba la misión…

Agarré mi cabeza y sumido en la incertidumbre traté de racionar un movimiento ¿No se supone que somos más?¿Por qué Li no ha reaccionado a atacar? ¡¿Por qué yo no atacaba?!

De pronto un nuevo enemigo tenía ante mí, un hombre que parecía ser fuerte como una roca. En sus ojos una sed de violencia y de muerte. Retrocedí asustado temiendo de su deseo que guardaba en mente. Entonces mis compañeros se pusieron en posición de pelea dispuesta a acabar con Gilgamesh, mas yo disponía de una sola decisión.

Dudé en ese momento de quien era nuestro enemigo, dudé de la situación en que me encontraba. Bajé mis brazos y al ver el estado de mis amigos cerré mis ojos y pensé:

“Lo haré… perdóneme”


Me gané al costado de Li e invoqué mi llave espada confiando en que lograrían asestar un golpe final en nuestro primer enemigo. Miré fijo al general y mi cara solo pedía ayuda a gritos, pues anulando toda clase de nerviosismo y aguantando la respiración ubiqué mi mano en su brazo para que me escuchara.

Necesito algo de usted… lo necesito… por favor —con calma acerqué mi mano para apuntar al colgante con mi dedo —la guerra tiene que acabar —dije.

Con mis ojos ya humedecidos me dejaría llevar por la convicción y estaría al lado de Li esperando recibir el objeto. Si este no cedía me quedaría a su lado, para ayudar, para pelear con mis aliados. Si mi vida dependía de ello lo entregaría.

“Ve lo que causa esta locura de sangre, que con sus manos solo destrucción piensa traer. No quiero su poder ni su venganza, su amistad me basta. Como la de un niño que encuentra un cachorro en la calle abandonado, como a un lobo de hielo que laza amistad con un extraño, como la de un niño que acogen por no tener padres. Si le ayudo es porque su prisión en la gris nieve me es de angustia y es por eso que llegué hasta acá arriesgando mi vida, por la de mis amigos. Y lo intento… lo intento…”


Spoiler: Mostrar
Exuy estará a la defensiva. Si Shan Yu se lanza contra Li, Exuy lo respaldará con un golpe con la llave espada. Si Li ataca primero Exuy lo seguirá para respaldar su ataque con un golpe en el lado libre. Haciendo una especie de "switch" con el General. Alternando golpes. Si se siente exhausto en combate Exuy se apartará para conservar distancia.
Avatar de Usuario
Yuehito
11. Estrella Angelical
11. Estrella Angelical
AnimeDesign
 
Mensajes: 327
Registrado: Lun Mar 21, 2011 4:40 am
Dinero: 106,242.40
Ubicación: The Land of Ooo
Sexo: Masculino
Clan: AnimeDesign
Tumblr: monekke.tumblr.com
Facebook: Simón E Kke
Estantería de objetos
Karma: 25

Ronda #12 - Se acerca el invierno (II)

Notapor Soul Artist » Mar Jul 29, 2014 11:26 pm

Hiro, Exuy, Kousen & Hikaru

Se montó el caos. La intervención del líder de los hunos pilló a algunos de los aprendices por sorpresa, pero no por ello desatendieron a Gilgamesh: Hiro, Hikaru y Kousen fueron contra el Villano Final, mientras Exuy aportaba su ayuda al general Li.

Los primeros se centraron en atacar mágicamente, rompiendo el escudo de Gilgamesh. Los disparos de Hiro, por otra parte, no le provocaron el mínimo daño: y desde luego, tras aquellos ataques estaba lejos de ser derrotado. Su mascota también daba para mucho aún.

Li, por su parte, comenzó el ataque junto con Exuy. El chico intentó atacar con su Llave Espada, pero Shan Yu le tomó el arma sin el mínimo esfuerzo; le desvió contra el suelo y le tiró con desprecio mientras bloqueaba con su espada el arma de Li.

Vamos, viejo —le desafió Shan Yu, oponiéndose a su contricante—. Llama a tus ancestros.

Te arrepentirás de tu duelo.

Li dio un paso hacia atrás y colocó su espada frente a su rostro con los ojos cerrados. Nuevamente, la sombra de un dragón surgió tras él, humeante y poderosa; gritó hacia Shan Yu y este sonrió. El dragón se lanzó a por él, con las fauces abiertas.

Un tajo con la espada mágica de Shan Yu bastó para cortar a la sombra por la mitad.

El general soltó un grito de dolor y se tiró al suelo sobre una rodilla. Se llevó una mano al pecho y se lo apretó con fuerza, mientras sudores fríos recorrían su frente. Kousen llegó entonces para avisar al general, pero su mensaje era tardío: ya había comprobado lo que era capaz de hacer.

Ya no tienes ancestros tras los que esconderte, anciano —aseguró Shan Yu, caminando hacia él con Kousen interponiéndose entre ambos—. Sólo quedamos tú y yo.

Kousen lanzó una ráfaga de viento contra el huno, intentando bajar su ritmo: pero fue inútil. Con un movimiento rápido de su espada, cortó el viento por la mitad, anulando la magia del muchacho. Eso era lo que hacía su arma: mientras que las demás se limitaban a contener magia, la suya la expulsaba, la eliminaba del ambiente.

La enorme mano del huno tomó a Kousen por el cuello y lo levantó en el aire. Como si no valiese nada, lo arrojó a su lado, junto a Exuy, y se centró en Li.

Vuestras murallas no pueden detener los fantasmas que vosotros creasteis en el pasado —aseguró el huno, bajando su espada al hombro de Li—. He venido para entregar ese mensaje al Emperador, a Ronin... Y a ti.

Entonces acabemos con esto.

La cabeza de Li se giró en dirección a Hiro, quien más había estado con él en el último día de los allí presentes. Le sonrió ligeramente y afirmó con la cabeza.

Decidle a ese tuerto que tenía razón. —pidió Li, con los ojos bien clavados en él—. Y que por dios debí escucharle.

El general se levantó del suelo con su arma en alto, preparado para atravesar a Shan Yu; la punta de su filo arañó parte de su pecho, pero no terminó su trabajo. Shan Yu hizo un rápido y fuerte tajo con el filo de su espada alrededo del cuello de Li.

El cuerpo del general cayó sin vida al suelo, manchándolo de sangre.

La batalla con Gilgamesh no tenía ya sentido. El gigante se derrumbó sobre el suelo de rodillas para ver el asesinato, con los ojos abiertos como platos. Enkidu le imitó, intranquilo, y tembló en el suelo con la mirada clavada en Shan Yu.

El huno se agachó al charco de sangre y tomó de él el codiciado objeto que todos perseguían: la lágrima congelada que anteriormente reposaba alrededor del cuello del general. Estaba manchada en rojo intenso, destruyendo todo lo bello que pudo tener para quedar maldita con la sangre del hombre que había custodiado el tesoro durante veinte largos años.

Creo que es hora de despedirnos, Caballeros.

No estaban solos allí. Durante el fragor de la batalla, cientos de hunos habían logrado rodearles y les observaban con deseo. Agitaban sus puñales, espadas, arcos. Shan Yu dio la espalda a los aprendices y se se alejó atravesando la fila de hunos.

El pueblo había sido reducido a cenizar. El campamento estaba lleno de soldados muertos: no existía la esperanza. Gilgamesh se replegó hacia el centro del círculo que se había formado y sacó sus armas, dispuesto a luchar hasta el final.

Matadlos.

Escapar, luchar o morir.

* * *

Fátima

Shang se quedó en shock a la par que caminaba. Lo que Daliao le había revelado sobre Andrei era inesperado, e incluso doloroso de asimilar: tardó unos segundos en recuperarse. Jia observó también en shock a Fátima, aunque no dijo una palabra.

¿Es cierto lo que dice, Ping? —preguntó el capitán a su soldado de la élite predilecto. Ella no dudó: afirmó con la cabeza y colocó una mano sobre Fátima.

Completamente seguro, señor. Yo también he comprobado que el Maestro no es alguien en quien podamos confiar. Daliao es... En quien deberíamos poner nuestras esperanzas.

Mulan sonrió a su amiga, mostrándole todo su apoyo en aquello. Shang apartó la mirada e intentó disimular su inconformidad con la amistad entre ambos soldados, interponiendo el trabajo ante todo. Miró a Jia, el cual dedicaba ojos llenos de furia a Fátima.

Cuando lleguemos al pueblo interrogaremos al Maestro —explicó el capitán a su soldado de élite, el cual le devolvió la mirada con los ojos abiertos como platos—. Quizás estén en lo cierto.

¡Señor, no! ¡El Maestro ha sido siempre nuestro aliado!

Pero esta emboscada ha sido extraña, y el joven soldado asegura tener pruebas contra él. Es nuestro deber asegurarnos.

Shang caminó junto a Jia, mientras este bajaba la mirada, incrédulo. Apretó sus puños con todas sus fuerzas y tembló de la histeria: no daba crédito a aquello. Dirigió una mirada llena de odio a Fátima, rojo de pura rabia. Y no pudo contenerlo más.

¡¡No!!

Spoiler: Mostrar

Todo sucedió en un instante. Jia sacó su puñal y tomó a Shang por la espalda, inmovilizándole los brazos. Le colocó rígido frente al resto de soldados y puso su cuchillo sobre el cuello del hombre. Jia se movió a la velocidad de la luz: en un parpadeo, ya estaba a varios pasos de distancia de los chinos.

El plan no era este. Y por mis ancestros que vas a morir hoy.

¿¡Jia!?

Rei se adelantó hasta la posición de Fátima, incapaz de dar crédito a lo que su ojo veía. Feng se apresuró a su lado y, sin pensárselo, sacó su arco, al igual que Mulan su espada: estaban confusos, pero el puñal en el cuello de Shang lo decía todo. Sólo que no se atrevían a hacer nada. No contra el amigo que llevaba meses acompañándoles.

¿¡Qué significa esto!?

Perdóname, Rei —Jia cerró los ojos un momento, dolido de verdad por la actitud de su compañero—. Esto debe hacerse.

Chaval, has estado con nosotros desde que entramos todos. ¿Vas a salir ahora con una traición?

—[b]No puedo traicionar a quien nunca he sido leal
—se lamentó Jia para sí mismo.—. Pero no quiero alargar esto.

No, Jia. ¡No lo hagas! ¡¡Te matarán!!

Jia no obedeció. Cerró los ojos y apretó sus dedos alrededor de la empuñadura de su arma. Clavó sus ojos en Fátima, odiándola con toda su alma, fulminándola hasta lo más profundo de su ser. Quería transmitirle la culpa de aquella situación: la muerte de Shang, el no poder vivir junto con su compañero... Todo había sido por su intromisión. Y no se lo perdonaría jamás.

Un movimiento seco. Un grito de dolor. Y el puñal, ensangrentado, cayó sobre el rocoso suelo. El cuerpo cayó encima de él, de rodillas. Sus ropas estaban manchadas de un rojo intenso, y sus ojos, abiertos como platos. Rei pegó un grito de sufrimiento.

Jia, el traidor, había caído muerto al suelo después de ser alcanzado por una guadaña salida de la nada.

Gracias a la diosa Fortuna que hemos llegado a tiempo.

Una figura pisó el cuerpo inerte de Jia con total desprecio mientras el color de la piel de este cambiaba a un tono más grisáceo, semejante al de los hunos. La figura ayudó al capitán Shang a levantarse del suelo, el cual había sido derribado junto con Jia de inmediato. Miró con sorpresa a su salvador, y este le devolvió la sonrisa.

¿Qué habría pasado de no estar yo aquí, mi capitán?

Saavedra. Se había presentado allí como el héroe salvador y había acabado con el mismo huno que, seguramente, trabajaría para él. El Maestro no venía solo: otra figura poco visible por la oscuridad de la noche se encontraba detrás de él, temblando y oculto en las sombras como un cobarde.

Andrei pasó su mirada por encima de los soldados, y se detuvo en Fátima. Borró su sonrisa de inmediato, poco agradecido por su presencia: pero mantuvo la barbilla bien alta en todo momento. Él se encontraba no sólo por encima de ella, sino que iba por un paso por delante.

¿Qué ha sucedido, mi capitán? Hay pocos soldados.

¿Qué haces aquí?

La pregunta de Shang estaba llena de desconfianza y distanciamiento, bien advertido por Daliao y Ping. El joven, sin embargo, no se tomó en serio la actitud del capitán.

Vine a advertiros. —Andrei le sonrió, totalmente falto de preocupaciones—. Han pasado muchas cosas, mi capitán. Todo es un caos. ¿No es cierto, amigo mío?

La figura en las sombras afirmó con la cabeza, casi sollozando. Dio un paso adelante y se reveló ante los soldados: se trataba de Chi-Fu, el hombre del Emperador al cargo de la supervisión del ejército. La última vez que Fátima le vio fue en la salida del campamento, advirtiendo de algo y solicitando la presencia del general.

Nada más abandonar el pueblo, hemos sido atacados. Los hunos han arrasado con todo.

¿¡Qué!?

Quise advertiros, pero cuando descubrí sus planes era demasiado tarde. Me atacaron. Y no los hunos. La traición llegó dolorosa.

Andrei fingió estar lamentado y dolido por lo que iba a decir, pero antes de soltarlo clavó sus ojos en Fátima. Agitó la cabeza y se llevó una mano al frente, tapándose los ojos.

Ronin y sus aprendices entraron en mi hogar y lo redujeron a cenizas conmigo dentro.

¡Es cierto! —verificó Chi-Fu, afirmando con la cabeza repetidamente—. ¡Yo les vi entrar y después, todo ardió! ¡Intentaban matarle!

Si Fátima intentaba avanzar o atacar a Andrei, ofendida por aquella acusación, Mulan la detendría. Su mirada decía que la creía, pero Andrei ya había captado toda la atención de Shang, y la vericidad de Chi-Fu le daba un plus.

Sé que suena inverosímil, pero Ronin es un traidor —continuó Andrei—. Hoy muchos jóvenes extranejros han intentado entrar en el campamento. ¿No lo ve extraño, capitán? Intentaban matar a su padre... Porque creían que, sin él, la causa estaría perdida.

Lo que dices no tiene sentido.

Es difícil creerme. —afirmó Andrei, triste por las palabras del capitán—. Yo también admiré a Ronin un día. Pero en cuanto descubrí su plan, escapé gracias a Chi-Fu antes de morir quemado, y vinimos a avisarle de que colocó hunos por todo el ejército.

Logré sacarle de los escombros de la casa por poco —afirmó Chi-Fu, intentando asemejarse a un héroe. Andrei inclinó su espalda ante él, guardándole una reverencia.

Pero he descubierto más. No quería decírselo, capitán, pero... —el joven se tapó la boca, fingiendo estar horrorizado por lo que iba a contar. Se calló y negó con la cabeza, nervioso—. Señor Fu, no creo que sea lo más adecuado...

Cuéntale lo que has descubierto, joven. El capitán necesita saberlo para nuestra victoria.

Está bien. —los ojos de Andrei brillaron ligeramente mientras seguía con su actuación—. No puede confiar en nadie de su élite personal.

¿¡Cómo te atreves!?

Rei no soportó aquella acusación. Se echó hacia adelante e hizo falta la fuerza de Feng y un soldado más para retenerle, sujetándole por ambos brazos mientras intentaba luchar por alcanzar al gitano. Andrei no se molestó en ocultar su sonrisa.

¡Matas a Jia y nos acusas a nosotros! ¡¡Eres un asesino!!

Capitán, sé que no es fácil. Confiaría su vida en ellos —continuó Andrei, ignorando al hombre—. Pero ese es el problema. ¿Veis a este huno? Le confiasteis vuestra vida, y casi os la arrebata.

¡¡Te mataré!!

Su expareja se encuentra mentalmente inestable. Y sin mencionar a los otros tres...

¿Tres? —preguntó Shang en alto, dirigiendo sus ojos concretamente hacia Ping. El soldado estaba horrorizado y con los ojos salidos de su órbita.

Oh, sí. ¿Nunca se ha preguntado de dónde viene la quemadura del rostro de su mano izquierda, ese Feng? Resulta que... Es un desertor. Abandonó al capitán Huza quemarse vivo hace dos años, siendo el único soldado allí presente. Se llamaba por entonces con otro nombre... ¿Cómo era, Chi-Fu?

Syaoran —confirmó el hombre, dando por real el testimonio de Andrei—. Un incidente horrible en la Gran Muralla. Seguro que lo recuerda, capitán Li.

Feng soltó a Jia. Este, cegado por la rabia, cargó contra Andrei con su espada en alto; sin embargo, el joven logró detenerle sin problema alguno. Se adelantó a él, le tomó por la muñeca y le retorció el brazo para que soltara su arma; con una rápida llave, logró tirarle al suelo e inmovilizarle, colocándole para mirar directamente a los ojos de su compañero muerto.

El señor Syaoran se encuentra en busca y captura desde entonces. Su cabeza vale cien mil platines —afirmó Andrei, asustando a Feng con la mirada—. Creo que su deber es claro en este caso, capitán.

El soldado de élite observó asustado a sus antiguos compañeros. Sus ojos se detuvieron en Fátima y Mulan, casi suplicándoles con la mirada que no le creyeran. Y sin embargo, la pieza clave de aquel asunto sí confiaba en las palabras del Maestro: Shang apartó la mirada, dolido, y ordenó:

Apresadle.

No opuso resistencia. Los soldados se acercaron a él y arrodillaron a Feng en el suelo, dejándole inmóvil. Mulan negó con la cabeza y dio un paso adelante, desafiando a Andrei.

¿Quién te da derecho para hacer estas acusaciones? —preguntó la mujer, agitando un brazo en su dirección—. ¡Eres tú quien ha estado espiándonos por las noches! ¡Has invadido nuestra intimidad para sacarte provecho!

China es lo primero para mí. Quizás sea para protegeros —los ojos de Andrei se colocaron sobre Fátima— de gente como Fátima Laforet, aprendiz favorita de Ronin.

Todas las miradas se clavaron en Fátima. Mulan miró a su amiga, y Shang desencajó su mandíbula, incapaz de dar crédito de aquella acusación. Y fue entonces cuando un hombrecillo comenzó a dar saltos y apuntarla con el dedo, horrorizado por el descubrimiento.

¡Es cierto, es cierto, es cierto! ¡Estaba aquella noche allí, con Ronin!

¡Atrapadle!

Fátima notó que alguien la tomaba de la mano. Mulan echó a correr con su amiga bien sujeta, asegurándose de que no se quedara atrás; sin embargo, la gran cantidad de soldados les cortaron el paso. Andrei bajó hasta su posición aplaudiendo con condescendencia.

Ping y Fátima, menuda aventura amorosa. Los dos soldados que intentaron huir. Capitán, queda una persona más. ¿Quiere saber por qué no puede confiar en su mano derecha?

No te atrevas.

Mulan sacó su espada y la dirigió hacia Andrei. Sin embargo, el Portador no se sintió amenazado: sonrió y se acercó al oído de Shang, que se había aproximado para intentar calmar la situación. Decenas de espadas se dirigieron hacia ambos soldados.

Capitán Li... Fa Zhou jamás tuvo un hijo. —confesó el Maestro, dirigiendo sus ojos hacia el falso soldado—. Mandó a su única hija a ocupar su puesto en el ejército porque tenía miedo.

¡No fue así!

Varios soldados se lanzaron contra ella y la retuvieron, tirándola contra el suelo. Lo mismo hicieron con Fátima, a quien aplastaron contra el suelo con varias espadas apuntando hacia su espalda.

¿¡Una mujer en el ejército!? —preguntó Chi-Fu, horrorizado. Dirigió una breve mirada hacia ella y se tapó la boca—. ¡Por todos los ancestros, es cierto! ¡Es la hija de Fa!

Más de un año aquí, infiltrada entre honorables hombres —observó Andrei con malicia—. Es extraño que no se haya dado cuenta hasta ahora, capitán.

Los soldados comenzaron a cuchichear entre ellos, impulsados por la observación de Saavedra. Shang era incapaz de apartar la mirada de Mulan, quien hacía rato miraba al suelo, incapaz de mirarle a los ojos. Pronto comenzaron los cuchicheos sobre la debilidad del capitán, si habría ocultado a la mujer entre ellos a propósito, si era el indicado para conducirles...

No hay otra opción —afirmó Chi-Fu, mirando con desprecio a Mulan—. La condena por traición y deshonor del ejército chino es la misma. La muerte.

Los cuchicheos de los soldados se hicieron más fuertes. Shang se quedó congelado mirando a Ping, el soldado que tanto apoyo le había dado durante tantos combates y tanto tiempo. Todos los ojos estaban clavados en él, menos los de la mujer a la que acababan de descubrir.

Silencio —ordenó con debilidad Shang, incapaz de imponerse—. Lo haré.

Chi-Fu se aproximó a un soldado y le golpeó repetidamente en el hombro para que le entregara su espada. La tomó con ambas manos y la llevó hasta el capitán.

Trajeron a Feng junto con las otras dos prisioneras, colocándole junto a Mulan. Shang se dirigió primero hacia él, pero la mujer levantó la mirada por primera vez. Rei, por su parte, se encontraba retenido frente a ellos, pero no sería juzgado

No. —se interpuso con la voz—. Mátame a mí primero.

Shang notó como si una estaca de hielo le atravesara el pecho con aquella petición. Suspiró y se dirigió con la espada en alto hacia ella, aceptando en silencio su petición. No se echaría atrás.

Después de todo... Andrei había ganado.


Spoiler: Mostrar
Fecha límite: domingo, 3 de agosto.

Última ronda.

Si vais a poder estar escasamente en la tercera Trama por faltas o si sencillamente estáis desmotivados, esta es vuestra ocasión para volver a Tierra de Partida xD Lo digo porque sé que ha sido un arco largo y que falta una Trama más, así que igual algunos no estáis muy dispuestos a estar aquí. No habrá ninguna clase de imposición para quedaros.
ImagenImagenImagen
Imagen
¡Gracias, Flan, por Alexis e Ivan!
Imagen
Avatar de Usuario
Soul Artist
Miembro del Hall de la Fama
Miembro del Hall de la Fama
Bohemia Lectura
 
Mensajes: 4170
Registrado: Dom Jul 30, 2006 3:30 pm
Dinero: 2,576.12
Banco: 4,041,456.56
Ubicación: Tus pesadillas
Clan: Bohemia Lectura
Estantería de objetos
Karma: 46

Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)

Notapor James Bond » Mié Jul 30, 2014 4:21 pm

Todo fue muy rápido para mis ojos. Cuando quise darme cuenta, el gigantón de varios brazos estaba de rodillas, pero no parecía haber sido derrotado. Todo lo contrario, seguía vivo y coleando, pero algo le había dejado en shock, pues tenía los ojos abiertos como platos y Endiku no para de mirar hacia otro lado.

Cuando me di la vuelta, me quedé como Gilgamesh. El cuerpo del general Li estaba en el suelo, inerte, rodeado de sangre. Había muerto, y yo había fracaso en mi misión de avisarle. ¿Qué iba a decirle a Yao? Tragué saliva. Mis ojos no dejaban de mirar a aquel hombre gigantesco. Sentía que el odio, la ira, la rabia, la desesperación... todos los sentimientos negativos me invadían. No me sentía chino, y ni siquiera formaba parte del ejército, pero no iba a perdonar a aquel tío, llamase como se llamase.

Era fácil decirlo, pero hacerlo era otra cosa bien distinta. Estábamos rodeados de enemigos, e incluso Gilgamesh se replegó, con armas en manos dispuesto a luchar. Ya había huido en otras ocasiones, pero esta vez apenas tenía oportunidad. Tendría que abrirme paso a base de espadazos. Me puse al lado de Gilgamesh, le asentí con la cabeza y con espada en mano, le acompañaría hasta el final que nos deparase aquella batalla.

Spoiler: Mostrar
Hikaru se queda junto a Gilgamesh y decide luchar. Yo por mi parte, quiero seguir con la tercera trama de este arco.
Imagen
Imagen
Avatar de Usuario
James Bond
28. Samurai
28. Samurai
AnimeDesign
 
Mensajes: 826
Registrado: Mié Dic 05, 2007 6:00 pm
Dinero: 200,000.00
Banco: 15,728.25
Sexo: Masculino
Clan: AnimeDesign
Estantería de objetos
Karma: 4

Re: Ronda #12 - Se acerca el invierno (II)

Notapor Kousen » Jue Jul 31, 2014 4:40 am

Todo sucedió tan rápido y de una forma tan confusa que algunas partes de la escena se me antojaban incluso borrosas. Los ataques que lanzamos a Gilgamesh apenas tuvieron efecto alguno contra el grandullón, que apenas reaccionó a ello, centrado en el General.

Cuando me giré y corrí hacia él para socorrerle, ya era tarde. Exuy estaba tirado en el suelo, pero verlo moverse y quejarse por el dolor me libró del paro cardíaco al pensar que podía estar muerto. No hubo tiempo para alivios, sin embargo... Shan Yu estaba allí, espada en alto y con el aire rodeado de lo que parecía ser un humo que huía de su espada.
El General Li, por otra parte, estaba tirado en el suelo. Sin poder apenas mantenerse y con una mano en el pecho, parecía claro que había atacado a Shan Yu sin demasiado éxito. Olía a magia y a chamusquina en el aire, y yo había sido lento, muy lento a la hora de advertirle.

Pero aún estaba a tiempo de enmendar mi error, o al menos de intentarlo.

Ya no tienes ancestros tras los que esconderte, anciano —dijo con calma, en el momento exacto en que me interponía entre ambos—. Sólo quedamos tú y yo.

El tipo me ignoraba completamente. Como si no existiese, me daba menos valor que a un pedrusco en su camino.

¡Creo que te equivocas!

Con el corazón apunto de desbocarse por los nervios, lancé una ráfaga de viento contra el huno, tratando aunque fuese de retardarlo. Había que salir de allí y pronto o íbamos a morir todos. ¡No había otra opción!
Pero justo cuando iba a girarme para ayudar al general y empezar a correr, vi como la pesadilla seguía avanzando. Sin tener siquiera que mover su brazo, la espada de Shan Yu partió mi hechizo por la mitad, negándolo al instante. Me quedé congelado en el sitio, tratando de asimilar lo que acababa de ver. No había manera de hacerle frente a aquella bestia salvaje, no en estas condiciones. ¿En qué mente cabía poner una espada de semejante poder en manos de aquel demonio?

Me costó horrores que no me temblasen las piernas. Cuando Shan Yu alargó el brazo hacia mí, sentía que se me cortaba la respiración, echándome hacia atrás en un vano intento de escapar de sus garras. Para mi desdicha, la mano del huno se cerró alrededor de mi cuello como una tenaza de acero, levantándome del suelo y ahogándome.
Mi primer reflejo aparte de revolverme fue tratar de darle una patada en el pecho o en la cara, pero no iba a dejarme. Como si fuese un desperdicio, me lanzó por lo aires con una fuerza pasmosa, con tanta o más facilidad que Gilgamesh. Cuando quise darme cuenta, sentí mi cuerpo golpeando contra el suelo, al lado de Exuy.

Spoiler: Mostrar


Vuestras murallas no pueden detener los fantasmas que vosotros creasteis en el pasado —escuché decir a Shan Yu—. He venido para entregar ese mensaje al Emperador, a Ronin... Y a ti.

Nada más escuchar el nombre de Ronin, abrí los ojos como platos. Ronin, Dios mío, ¿dónde le habían metido? Si tan solo estuviese aquí.

Entonces acabemos con esto.

<<¿Qué? ¡¡No!!>>, pensé, al borde de un ataque de pánico.

Luché para arrastrarme por el suelo lo más rápido posible, estirando un brazo hacia el General, la figura de Shan Yu alzándose como la imagen de un verdugo.

General Li, no...

El envejecido hombre dirigió la mirada hacia Hiro, cambiando completamente el tono de sus palabras. Estaba dejándonos lo que parecía ser una Última Voluntad.

Decidle a ese tuerto que tenía razón. —confesó—. Y que por dios debí escucharle.

El hombre volvió a alzarse, tomando su arma en alto y dispuesto a hacer frente a Shan Yu. Su espada se lanzó dispuesta a abrirle en dos, pero el destino no estaba de su parte. En un pestañeo, el brazo de Shan Yu dio un tajo seco, emitiendo el sonido del metal cortando el aire... y la carne.

Una cortina roja salpicó el aire, y a continuación, el cuerpo del general cayó inerte al suelo. Sin vida. La sangre que hasta hace un momento circulaba por sus venas formó un charco en el suelo que no hacía más que crecer. Habíamos fallado. Le había prometido a Rebecca que avisaría al General, y había fallado de forma miserable. Había muerto por mi culpa.

Un estruendo de peso cayendo al suelo, seguido del metal cayendo vino desde un lado. Gilgamesh había caído de rodillas al suelo, mirando la escena con la mirada perdida. Y no le culpaba.

Shan Yu no se quedó quieto, ni emitió un grito gutural de victora acorde con su naturaleza. Se agachó con toda la tranquilidad del mundo, tomando algo del charco de sangre que escapaba del cuerpo de Li. Cuando se giró, pude distinguir el colgante que el general había llevado al cuello todo este tiempo. El brillante color azul empezó a teñirse de carmesí, quedando como un sangriento recordatorio del final de su portador.

Creo que es hora de despedirnos, Caballeros.

Por primera vez desde que apareció en el campamento, miré a Shan Yu a los ojos. Esos ojos teñidos de oscuridad, que parecían clavarse en mis entrañas, y le devolví la mirada. Todo el miedo y los nervios que había sentido hasta hace un momento se habían esfumado por completo, ignorando completamente el peligro que tenía ante mí. En su lugar, fulminé a Shan Yu, grabando su imagen en mi mente y transmitiéndole una mirada de odio intenso.
Quería hacerle pagar por lo que había hecho; al General Li, al pueblo y a saber que había sido de nuestros Maestros. Aquel monstruo tenía que caer tarde o temprano, y yo quería estar allí para verlo.
Pero con quien realmente estaba furioso era con Andrei. Había jugado con este mundo a su antojo, nos había arrastrado hasta su trampa y ahora nos tenía a todos donde quería. ¿Qué diablos tramaba ese imbécil?

Matadlos.

Spoiler: Mostrar


La orden de Shan Yu me trajo de regreso a la cruda realidad. Estábamos rodeados de un pequeño ejército de hunos a su servicio, y les acababa de pedir nuestras cabezas en bandeja de plata.
Aquello no iba a acabar bien.

Pero en ningún momento tenía pensado salir huyendo, y tampoco es que fuese posible con todo lo que teníamos por delante. ¿Salir corriendo? Rodeados. ¿Volando, tal vez? Arqueros.
No, no pensaba lanzarme de cabeza a mi muerte. Me puse de pie, aferrando con fuerza mis armas. Pensaba resistir hasta el último aliento, y salir de allí con vida.

No pienso dejarme matar como una alimaña, y tampoco voy a dejaros matar a mis compañeros—. aseguré, aferrándome a mi voluntad de vivir—. Pero si tengo que caer aquí, voy a asegurarme de llevarme a tantos de vosotros conmigo como me sea posible.

Preparé mis armas y me posicioné para presentar batalla. Mi corazón gritaba en mi interior, clamando justicia, mientra sentía como la sangre me hervía en las venas. Por una vez, no sonaba tan mal entregarse a los instintos.

Spoiler: Mostrar
Contad conmigo para la siguiente parte de la trama~
Imagen

"La skin Iceberg del foro es como la Duquesa de Alba, nos va a enterrar a todos."

Imagen
Imagen


Rol de KHWorld: Kousen - "Viento Seráfico"

Logros:
Spoiler: Mostrar
ImagenImagenImagen
Imagen
Avatar de Usuario
Kousen
Miembro del Hall de la Fama
Miembro del Hall de la Fama
Bohemia Lectura
 
Mensajes: 899
Registrado: Sab Nov 29, 2008 1:24 pm
Dinero: 19,631.46
Banco: 68,268.13
Ubicación: Descenso al Corazón
Sexo: Mucho, gracias por preguntar
Clan: Bohemia Lectura
Estantería de objetos
Karma: 9

Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)

Notapor RedXIII » Lun Ago 04, 2014 5:51 am

El imponente ataque dragón del General Li fue directo hacia su enemigo, sin embargo lo paró con un simple corte de su espada, el General parecía sufrir ¿Le había dañado? Era imposible, no había visto ningún ataque dirigirse a el.

Ya no tienes ancestros tras los que esconderte, anciano — Kousen se interpuso—. Sólo quedamos tú y yo.

Desgraciadamente no pudo hacer gran cosa contra aquel fiero enemigo y fue expulsado bruscamente a un lado.

Vuestras murallas no pueden detener los fantasmas que vosotros creasteis en el pasado — La espada del Huno estaba tan cerca del General que no podía dejar de sentir como su corazón palpitaba de miedo—. He venido para entregar ese mensaje al Emperador, a Ronin... Y a ti.

Entonces acabemos con esto.

Spoiler: Mostrar


El rostro de aquel cansado general se giró por última vez hacia Hiro, confesando así lo que más temía. su ligera sonrisa cortó en seco sus latidos.

Decidle a ese tuerto que tenía razón.

No — repetía incesantemente —No, no, no, no....

Y que por dios debí escucharle.

Li intentó hasta el último momento acabar con su enemigo pero...

...un gesto veloz terminó con su vida antes de que pudiera cumplir la que se había convertido en su última misión.


Entró en shock, un torrente de sentimientos luchaban en su cabeza mientras intentaba asimilar la triste realidad, los pocos recuerdos que tenía del General florecieron levemente en su mente.

>>B-bebí un poco. Se me pasará. Solo...

>>¿Hay alguna relación entre ambas cosas? Porque de ser así, no quiero escuchar más.

>>confiar en el Maestro, si no, seguiré sus pasos, y será algo que lamentaré toda mi vida, ya que puede ser la última vez que le vea, General.

>>Oh, Hiro, mi probre e indefenso Hiro. Lamento tanto lo que te va a suceder. Quizás lo mejor hubiese sido que no te acercaras a este mundo, pero... Tu destino está marcado. Ya no puedes escapar de él.

Lagrimas brotaban de los apenados ojos del aprendiz, quien no podía soportar la idea de que el General Li había muerto. su atormentada conciencia ahora cargaba con el peso de no haber podido cumplir la misión que le había encargado su maestro ¿Sus torpes decisiones y sus estúpidas conclusiones habían provocado aquel desenlace?

El llanto forzoso e incontrolado del mestizo se podía escuchar por todo aquel campo de muerte, lleno de cuerpos y guerreros, miradas sin sentimientos y espadas manchadas en nombre de algo que no tenía sentido se alzaban mientras Hiro se sentía cada vez más pequeño e impotente, olvidó el combate que tenía con Gilgamesh, olvidó la guerra que había a su alrededor, olvidó a Shan Yu, arrodillado ante el cuerpo inerte de Li se lamentó y culpó de lo ocurrido, no se veía capaz de levantarse de nuevo, ni siquiera de vocalizar unas palabras de despedida.

El collar, que había sido siempre un enigma para el aprendiz, se tiñó del color enfermizo en el que yacía su antiguo dueño, el Huno se agachó sin ningún reparo y se lo quedó.

Creo que es hora de despedirnos, Caballeros.

Podía escuchar como una muchedumbre furiosa les rodeaba, deseosos de conseguir sus vidas se preparaban para dar el golpe de gracia a los cansados guerreros que se habían mantenido al margen de aquella guerra.

Matadlos.

Al desvalido Inukai solo le esperaba la muerte en aquel campo de batalla...

Spoiler: Mostrar


¡Maese Hiro! — Una voz apareció entre los pesares —¡Mastuerzo rapaz! — Empujó con la cabeza a Hiro.

¡Cesto es una contienda, no puedes quedar aletargado!...

Pero el General...

¡Mastuerzo!— Acalló la quebrada voz del aprendiz —¿Aun no lo comprendiste? Las concluyentes palabras del General Li, se las dijo a vos porque quería que le transmitieras aquesto al maese Ronin.

No podía hablar, cada intento de abrir la boca terminaba en palabras desquebrajadas.

En las escaramuzas a los camaradas se les recuerda después ¿Quieres terminar como el?.

Aquellas palabras solo sirvieron para que, lentamente, dejara de llorar y se levantara, pero no se veía capaz de alzar su revólver para entablar combate, en manos de MoguDer quedaba la seguridad del aprendiz, movió a este hacia donde sus compañeros se habían reagrupado y se preparó para el combate, no dudaría ni un segundo en morder o empujar al primer enemigo que se acercara demasiado.

Las heridas no tardarían en cicatrizar, pero aquella cicatriz perduraría por mucho en el corazón de Hiro


Spoiler: Mostrar
Sigo para la tercera, maldito J.J. Narra~~
Imagen

Awards chupis:

Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen


No hagas click aquí, despertarás a la conejita.

Spoiler: Mostrar
Oh, no, hiciste, click, has despertado a la conejita.

Imagen


-Hollow is in the web, all's right with the foro-
Avatar de Usuario
RedXIII
Moderador
Moderador
AnimeDesign
 
Mensajes: 4142
Registrado: Jue Abr 24, 2008 7:53 pm
Dinero: 1,304,727.66
Banco: 2,218,933.14
Ubicación: En la isla puntería.
Sexo: Masculino
Clan: AnimeDesign
Tumblr: Se han matado ellos solos
Youtube: No subo nada
Instagram: Ni lo miro
Estantería de objetos
Karma: 41

Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)

Notapor Suzume Mizuno » Mar Ago 05, 2014 1:10 am

Contuvo la respiración al tiempo que escudriñaba la expresión del capitán, a quien parecía que hubieran asestado una buena bofetada, e ignoraba la punzante mirada de Jia. Los pulmones comenzaron a arderle y la necesidad de aspirar una bocanada de aire se volvió imperiosa. Pero no se atrevió a obedecer sus impulsos. No hasta que supiera que las cosas iban a salir bien. ¡Dependían tantas vidas de esa decisión! No tenía ni idea de qué haría si Shang no la creía o optaba por no hacerle caso…

¿Es cierto lo que dice, Ping?

Podría haber roto a llorar de agradecimiento cuando sintió el peso de la mano de Mulán sobre su hombro.

Completamente seguro, señor. Yo también he comprobado que el Maestro no es alguien en quien podamos confiar. Daliao es... En quien deberíamos poner nuestras esperanzas.

Mulán le dirigió una sonrisa repleta de confianza. Fátima aspiró temblorosa, y le devolvió el gesto. Sin pensar, puso su mano sobre la de ella y apretó, vocalizando, aunque sin pronunciarlo en voz alta, un fugaz gracias que le salió del corazón. Cuando se giró de nuevo hacia el capitán, se percató de lo inadecuado de su gesto y se apresuró a apartar la mano, nerviosa: no quería despertar de nuevo la estúpida rivalidad que parecía sentir por ella, no cuando acababa de ganárselo. Siguió la dirección de la mirada de Shang y no pudo evitar estremecerse al toparse con el gesto de Jia. Sin embargo, se esforzó por devolverle una mirada fría y distante.

Pero, ¿por qué la odiaba tanto?


Cuando lleguemos al pueblo interrogaremos al Maestro —dijo al final el capitán. Jia se quedó de piedra y Fátima experimentó un golpe de satisfacción—. Quizás estén en lo cierto.

¡Señor, no! ¡El Maestro ha sido siempre nuestro aliado!

«Si no es un traidor, entonces no debería tener nada que temer, ¿no, Jia?» pensó.

A menos que… Frunció el ceño y recorrió a Jia con la mirada. Pero luego desechó sus incipientes sospechas. Se estaba volviendo paranoica. Ese hombre era fiel a su capitán y a sus compañeros y debía de haberle sentado realmente mal que alguien ajeno, a quien no conocían de nada, cambiara tanto las tornas. Aun así, y aunque su actitud fuera digna de respeto, su celo era exageradamente feroz. Si Andrei era tan extranjero como ella, ¿por qué lo respetaba tanto…? De acuerdo, ella no había ganado varias batallas seguidas, pero había participado en aquella luchando hombro con hombro con Feng. ¡Se había jugado la vida! ¿Es que eso no le parecía suficiente…?

Meneó la cabeza para sus adentros. Pedir que se fiaran de ella por eso sería demasiado. Pero si lo habían hecho con Andrei, entonces…

Pero esta emboscada ha sido extraña, y el joven soldado asegura tener pruebas contra él. Es nuestro deber asegurarnos.

Se quedó congelada ante la palabra «pruebas». Mierda, lo que se dice pruebas como tal no tenía. Angustiada, se pasó una mano por la nuca. ¿Cómo iba a apañárselas para convencer a todo el maldito ejército de que su adorado Maestro era en realidad…?

Su hilo de pensamientos se interrumpió en seco al toparse con la mirada de Jia. Se quedó perspleja. No recordaba que nadie, en su vida, la hubiese mirado de esa manera. Con un odio tan visceral, tan intenso. Retrocedió casi sin darse cuenta.

¡¡No!!

Spoiler: Mostrar


Fátima debería haber reaccionado a tiempo. Pero no lo hizo. Estaba demasiado afectada para comprender lo que estaba sucediendo. Y, cuando quiso darse cuenta, Jia había inmovilizado al capitán y había apoyado un puñal contra su garganta.

¡Alto! —gritó, invocando su Llave Espada, notando cómo la adrenalina se disparaba con un rugido por sus venas.

No comprendía, no conseguía asimilar tan rápido los hechos. ¡Qué estaba pasando!

El plan no era este. Y por mis ancestros que vas a morir hoy.

Traidor.

¿Por qué? ¡Pero si era uno de los miembros más cercanos a Shang!


¿¡Jia!?

El resto de la élite de Shang se había apresurado a adelantarse, armas en ristre, pero estaban tan —o más— confusos como Fátima. No sabían qué hacer. Se quedaron plantados en su sitio, temiendo por la vida del capitán y, a la vez, esforzándose por asumir que…

¿¡Qué significa esto!?

Perdóname, Rei —el traidor cerró los ojos y su rostro se descompuso por el dolor del rechazo de su compañero—. Esto debe hacerse.

Fátima no pensó en negociar; apenas sí le quedaba magia. Sin embargo, quizás con un Electro sería capaz de aturdir a Jia. Pero, ¿y si hería por error al capitán? Peor aún, ¿y si aun así Jia le cortaba el cuello? En su cabeza se amontonaron de golpe miles de opciones y se encontró, con creciente desesperación, descartando y buscando otras a toda velocidad.

Chaval, has estado con nosotros desde que entramos todos. ¿Vas a salir ahora con una traición?—Feng trató de hacerle entrar en razón.

No puedo traicionar a quien nunca he sido leal —dijo el hombre—. Pero no quiero alargar esto.

«¡No!».

Cargó entre sus dedos los últimos restos de su magia.

No, Jia. ¡No lo hagas! ¡¡Te matarán!!

Como si el mundo se hubiera vuelto varias veces más lento, Fátima escuchó el crujir de las armas de los chinos y vio cómo todos los tendones y músculos de la mano que sostenían el puñal se ponían en tensión. La chica exhaló un aliento que resonó, ensordecedor, en sus oídos. No sabía si iba a llegar a tiempo. ¡Pero tenía que hacerlo! Jia abrió los ojos para dedicarle una mirada de puro odio.

Fátima respondió, en una fracción de segundo, con otra de profunda frialdad. Si a Jia tanto le dolía traicionar a sus compañeros, no debería haberlo hecho desde un principio. Cada uno era responsable de las decisiones que tomaba en su propia vida. No tenía sentido culpar a los demás.

Entonces, Jia se arqueó con un espasmo y emitió un alarido de dolor. La sangre saltó por los aires. El joven se desplomó sobre su puñal, con una gran guadaña asomando por su espalda. Tras un instante de silencio, Rei gritó.

Gracias a la diosa Fortuna que hemos llegado a tiempo.

Se le puso la piel del gallina al reconocer la voz y el estómago se le revolvió de tal manera que tuvo que llevarse las manos a la boca para reprimir una arcada. Se le escapó un gemido de desagrado y miedo.

Andrei pisoteaba el cadáver de Jia, al que acababa de asesinar sin ninguna contemplación. Apenas sí se fijó en el cambio de color de la piel del joven, aunque sfue un dato que se le quedó registrado en el cerebro. Estaba demasiado ocupada viendo como aquel miserable ayudaba a ponerse en pie a un sorprendido Shang.

¿Qué habría pasado de no estar yo aquí, mi capitán?

«Pedazo de hijo de puta. ¿Cómo has llegado hasta aquí? ¡Qué ha pasado con Ronin y Kousen!» pensó, sufriendo un choque de sentimientos de terror y odio.

Andrei parecía muy pagado de sí mismo mientras echaba un vistazo a su público; sin embargo, su sonrisa se desvaneció al encontrarse con que ella estaba presente. Fátima le dedicó una mueca hosca, con las mandíbulas tan apretadas entre sí que creyó que se le iban a partir, y aferró con intensidad su Llave Espada. Estaba temblando, pero se obligó a contenerse. Una ola de desesperación se abatió sobre ella. ¿Por qué? ¡Todo estaba yendo bien! ¡Y de repente…! Sólo con ver a Andrei comprendió que algo malo iba a pasar. Algo realmente malo.

¿Qué ha sucedido, mi capitán? Hay pocos soldados.

¿Qué haces aquí?

Experimentó un fuerte alivio cuando Shang se mostró distante. Sin embargo, aquello no pareció afectar a Andrei, que continuó con tranquilidad:

Vine a advertiros.Han pasado muchas cosas, mi capitán. Todo es un caos. ¿No es cierto, amigo mío?

Un sollozo atrajo la atención de Fátima hacia un hombre larguirucho y tembloroso, al borde de las lágrimas. Lo reconoció de inmediato. Era Chi-Fu. ¿Qué hacía allí? Ese hombre no debía haber pisado un campo de batalla en su maldita vida… Además, ¿no se suponía que debía estar con el general Li?

Nada más abandonar el pueblo, hemos sido atacados. Los hunos han arrasado con todo.

¿¡Qué!?

Quise advertiros, pero cuando descubrí sus planes era demasiado tarde. Me atacaron. Y no los hunos. La traición llegó dolorosa.

Andrei la miró. A ella. Directamente a los ojos. El aire se le escapó de los pulmones.

«No. No te atrevas.»

Andrei se cubrió el rostro con la mano y dijo, afligido:

Ronin y sus aprendices entraron en mi hogar y lo redujeron a cenizas conmigo dentro.

¡No!—susurró.

¡La cabaña! ¡Allí era donde se habían dirigido Ronin y Kousen! Pero, ¿qué había pasado? ¿Les había dado esquinazo? Porque no era posible que…

¡Es cierto! —chilló Chi-Fu—. ¡Yo les vi entrar y después, todo ardió! ¡Intentaban matarle!

Fátima se adelantó para gritar que aquello era mentira y preguntar qué demonios había hecho con Ronin y Kousen. Sin embargo, Mulán la sujetó por un hombro. Fátima se retorció, intentando soltarse, pero entonces vio todos los soldados prestaban atención a Andrei, que había dado un gran golpe de efecto. Atormentada por la impotencia, se clavó las uñas en las palmas de las manos.

Sé que suena inverosímil, pero Ronin es un traidor.

«Me las pagarás».

Hoy muchos jóvenes extranejros han intentado entrar en el campamento. ¿No lo ve extraño, capitán? Intentaban matar a su padre... Porque creían que, sin él, la causa estaría perdida.

«¡Hijo de puta, te juro que te haré pagar todo esto una y mil veces!».

Fue espectadora de la melodramática actuación de Andrei, sintiendo una profunda repulsión por él, por todos los que le creían y por sí misma, por no ser capaz de idear una forma de interrumpirle, de demostrarles que él era el traidor. Y, entonces, comenzaron a asestarse los golpes mortales.

Atacó a los hombres de confianza de Shang. A medida que hablaba y hablaba, Fátima lo fue viendo todo meridianamente claro: había sido como con el general. Andrei había contratado a Jia. No había otra explicación. Su llegada había sido demasiado exacta, demasiado puntual. Y luego se había librado de él para asegurarse de que nunca llegara a cantar… Y para ganarse la confianza del capitán. Además, había convertido en un traidor a un miembro de la élite de Shang, desvirtuando a todo el grupo.

Maldito fuera…

¡¡Te mataré!!

Su expareja se encuentra mentalmente inestable. Y sin mencionar a los otros tres...

La sangre le hirvió en las venas y tuvo que contenerse para no abalanzarse sobre él como había intentado hacer Rei. ¡Era tan repugnante, tan manipulador!

¿Tres?

«No. No caigas tú también. ¡No lo hagas!». Sin planteárselo, se puso delante de Mulán con un ademán protector.

A su pesar, se quedó boquiabierta con el pasado de Feng. Pero en cuanto el hombre se precipitó sobre Andrei, y este lo inmovilizó con facilidad, volvió a sus sentidos. ¡Daba igual lo que él dijera! ¡Eso no significaba que el trabajo, la devoción actual no tuvieran sentido! ¡¿Por qué Shang no lo veía?!

Creo que su deber es claro en este caso, capitán.

¡No!—bramó Fátima, sin aliento.

Por un momento, vio la cabeza del hombre con el que había luchado, que la había protegido, rodar por el suelo. Pero Shang se limitó a ordenar que lo prendieran. Fátima buscó su mirada y trató de calmarle, de hacerle saber que no lo creería, que confiaba en él. Cuando lo detuvieron sin problemas, se le humedecieron los ojos. Toda la humillación, la ansiedad que debía estar sufriendo al verse degradado de sus hombres, de sus amigos…

¡Eres un cabrón, Andrei! —gritó entonces Fátima—. ¡Estas personas han derramado su sangre por el capitán y por su gente! ¡Se han dejado la piel para pelear por su país! ¿Es que eso no importa? ¡Y demuéstralo! ¡Demuestra que él es un traidor! ¡O mejor aún! ¡Demuéstralo que no lo eres tú! ¿Por qué iba Ronin, alguien que siempre ha estado de parte de China, a hacerte daño? ¡A menos que fueras un peligro, claro!

¿Quién te da derecho para hacer estas acusaciones? —gritó entonces Mulán, adelantándose y apuntando a Andrei con un dedo acusador. Fátima, en un acto reflejo, la sujetó por el otro brazo. Si el maldito se había librado tan fácilmente de Feng, ninguna de las dos era rival para él—. ¡Eres tú quien ha estado espiándonos por las noches! ¡Has invadido nuestra intimidad para sacarte provecho!

China es lo primero para mí. Quizás sea para protegeros de gente como Fátima Laforet, aprendiz favorita de Ronin.

Sintió el peso de todas las miradas de los soldados sobre ella, incluídas las de Mulán y Shang. Su primer impulso fue el de encogerse. Pero se recuperó rápidamente y sonrió con desagrado a Andrei, dispuesta a preguntarle que cómo iba a probarlo.

Fue entonces cuando Chi-Fu la señaló y exclamó:

¡Es cierto, es cierto, es cierto! ¡Estaba aquella noche allí, con Ronin!

¡Atrapadle!

No tuvo tiempo de reaccionar; Mulán dio un brusco tirón, obligándola a correr detrás de ella. Antes de que pudieran cubrir ni un par de metros, los soldados, los compañeros de Mulán, les cerraron la retirada. Escuchó un aplauso candencioso.

Ping y Fátima, menuda aventura amorosa.

¡Qué! —chilló, girando sobre sus talones y bramando—:¡Cómo te atreves, pedazo de…!

Los dos soldados que intentaron huir. Capitán, queda una persona más. ¿Quiere saber por qué no puede confiar en su mano derecha?

No te atrevas.

Capitán Li... Fa Zhou jamás tuvo un hijo.

«Mierda. ¡Mierda!».

En el estado que Shang se encontraba, se creería cualquier cosa que le dijeran. Y, por desgracia, había un método muy sencillo de comprobar que lo que decía era verdad.

Mandó a su única hija a ocupar su puesto en el ejército porque tenía miedo.

¡No fue así!

Tanto ella como Mulán dieron de bruces en el suelo cuando los soldados las derribaron. Fátima se estremeció al escuchar el sonido de los aceros y percibió su ominosa presencia a su espalda: no le cupo duda de que se los clavarían sin misericordia si intentaba levantarse.

¡Por todos los ancestros, es cierto! ¡Es la hija de Fa!

«¡La madre que le parió, menuda memoria tiene de repente!».

El rumor que se expandió entre los soldados provocó que se le viniera abajo el alma. Ya estaba. No habría forma de convencerles de lo contrario, al menos no sin un grandioso golpe de efecto, tan melodramático y exageradamente conveniente como el de Andrei. Por desgracia, tener unas espadas a punto de ensartarse en su espalda y estar respirando tierra no la ayudó a pensar algo con rapidez.

No hay otra opción —afirmó Chi-Fu, mirando con desprecio a Mulan—. La condena por traición y deshonor del ejército chino es la misma. La muerte.

Se quedó congelada y levantó la cabeza con los ojos como platos, mirando a Shang de hito en hito.

¡Él quería a Mulán! ¡Estaba claro! ¡No podía hacerlo! Pensó en lo celoso que había sido sobre ella, en cómo creía en todo lo que le decía, en su insistencia en mantenerla cerca. No podía desconfiar sin pruebas de ella. ¡No podía echar todo su esfuerzo por la borda!

Sin embargo…

Silencio.. Lo haré.

Fátima se atragantó con su propia saliva. Incapaz de creer lo que estaba sucediendo, vio cómo Shang tomaba la espada que le ofrecía Chi-Fu. Arrastraron a Feng cerca de ellas y, sólo en ese preciso instante, comprendió que ella se encontraba en el grupo de «traidores». El terror la invadió. No. No. No. No era posible. No. ¡No podían matarla! ¡Siempre había intentado asumir que podía morir a manos de los Sincorazón! Pero, ¿de otro ser humano? ¡¿De alguien por quien había arriesgado la vida?!

No. —intervino Mulán cuando Shang se situó delante de Feng—. . Mátame a mí primero.

Mulán…—farfulló ella, desconcertada.

Shang se acercó. Fátima notó las lágrimas de miedo rodar por sus mejillas.

Pero, de pronto, todo ese miedo se transformó en furia.

Al final resultaría que Andrei sí tenía razón en una cosa; no se podía confiar en la gente. Su mente se aclaró de pronto, como si todo estuviera claro. Y sintió contra un costado un dolor agudo del que no se había percatado hasta el momento. Metió la mano dentro de su ropa y cerró los dedos en torno al artefacto que le había entregado Ronin.

Le había dicho que lo apretara y se alejara.

Por dios, esperaba que hiciera algo útil.

Así pagas la lealtad—exclamó en dirección a Shang—.¡Pagarás bien caro traicionar a los que te quieren!

Se preparó: en el momento en que la espada de Shang hubiera recorrido la mitad del camino que lo separaba del cuello de Mulán —o del de Feng, por si por algún casual decidía ejecutarle antes a él—,apretaría el botón y lo lanzaría, rezando porque realmente fuera necesario alejarse. Entonces golpearía con su Llave Espada para librarse de las posibles armas que la apuntaran, cogería a Feng y a Mulán por la mano y correría como alma que lleva el diablo para sacarlos de allí.

Que sobrevivieran era su prioridad.

Pero aguardó hasta el último segundo, mirando a Shang, suplicando porque entrara en razón, porque…

Porque quería creer que todavía se pudía confiar en que existían cosas que no era necesario demostrar.

Spoiler: Mostrar
Vamos, que me aferro a que Shang le perdone la vida como ocurre en la película. Si este es el caso, Fátima no usará el aparato.

¡Nos vemos en la siguiente trama!
Imagen

¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Suzume Mizuno
63. Komory Bat
63. Komory Bat
 
Mensajes: 1883
Registrado: Vie Mar 02, 2012 9:52 pm
Dinero: 1,462,577.72
Sexo: Femenino
Karma: 6

Re: [TdD] Se acerca el invierno (II) ~Inocente promesa~

Notapor Yuehito » Mié Ago 06, 2014 5:23 am

Spoiler: Mostrar


El golpe al suelo me dejó aturdido por unos segundos y la cabeza me dio vueltas como nunca antes. Intenté poner en pie para retomar el combate y las fuerzas estaban en su tope máximo. Mis ojos borrosos trataron de visualizar al hombre gris que con un acto de simpleza arrebató lo que con ansias deseaba. Pero la sorpresa no terminó ahí, Li cayo al suelo como un trapo bañando el suelo del rojo saturado que en el transcurso del día se había hecho protagonista, desde la llegada al templo hasta ahora.

Tembloroso me puse en pies sosteniendo mis manos en Kousen quien parecía estar perplejo por tal escena. Sin pensar me arrimé al cuerpo del general y manché mis manos con sangre intentando tomar la cara del hombre. Dando golpes murmuraba que despertara y en un intento absurdo intenté tomar la sangre para retomarla a su cuerpo. Pero ya su cuerpo pesado indicaba estar vacío, sin vida y sentía como caía sobre mí la frustración de mis deseos. Apreté con fuerzas las ropas de Li mientras sentía como un grupo de personas rodeaba tal martirio e intentaba con desespero gritar pero la voz parecía estar ausente. Las frías lágrimas cayeron en mis manos y la visión se me hiso casi imposible, aun así pude notar aquel color rosa producto de la mezcla de ambos líquidos.

Postré mi rostro en el pecho del ya muerto sintiendo la humedad en mi rostro, mi pelo y mi pequeña nariz. Y a lo lejos la aberrante voz proclamando:

—Matadlos.

Estábamos rodeado y las esperanzadoras palabras de Kousen demostraban la fuerza que yo carecía. Lo miré, asustado, a mis compañeros, a Gilgamesh y al pequeño Sincorazón ¿Qué debía hacer? ¿A caso vender mi alma a las tinieblas para obtener la fuerza que deseaba o luchar con lo grande que mis deseos eran?

Ayúdame —le dije al hombre de seis brazos extendiendo mi brazo, con los ojos perdidos y mi cara manchada —. Tenemos que seguirle.

Una extraña sensación tomaba control de mis acciones, no sabía si era miedo, pero no era nerviosismo; o si era convicción, pero no era valentía. Consumido en la rareza de los sentimientos y el sabor tosco de la sangre en mi boca.
Sintiendo el frío viento rozar mi húmedo rostro logré mirar a Shan Yu alejarse en el horizonte de llamas. Sabía que tenía que hacer independiente de lograr mi objetivo o morir por la causa.

Ese hombre tomó parte de mi vida en ese objeto, si no lo consigo… moriré—Dije intentando alimentar mis deseos con las palabras de mi compañero —Es una promesa…

Y en la inercia mis pies corrieron tras el asesino, tomando con fuerza mi arma para combatir lo que se interpusiera intentando esquivar cualquier ataque, hasta que mis fuerzas cesaran.

Spoiler: Mostrar
Me divertí muucho con la trama, no se como lo voy a pagar.
Fue un gusto haber participado compañeros y mucha suerte a todos c;


***

En mi vida mi peor error era creer que todo lo lograría por mi cuenta. La fría soledad siempre me hizo pensar de tal manera ignorando en ocasiones los valientes corazones que me hacían compañía. Con un abrazo me era suficiente para volver a sonreir... con una sonrisa podía volver a creer...
Avatar de Usuario
Yuehito
11. Estrella Angelical
11. Estrella Angelical
AnimeDesign
 
Mensajes: 327
Registrado: Lun Mar 21, 2011 4:40 am
Dinero: 106,242.40
Ubicación: The Land of Ooo
Sexo: Masculino
Clan: AnimeDesign
Tumblr: monekke.tumblr.com
Facebook: Simón E Kke
Estantería de objetos
Karma: 25

Final - Se acerca el invierno (II)

Notapor Soul Artist » Jue Ago 07, 2014 1:01 am

Los aprendices estaban rodeados. No había escapatoria, ni tampoco ningún tipo de posibilidad de ganar una batalla como aquella. Estaban perdidos, pero pese a todo, tomaron sus Llaves Espada y se prepararon para la que seguramente sería su batalla final.

Mas no lo fue. Escucharon el sonido de dos lanzas caer al suelo, y antes de que se dieran cuenta los cuatro y MoguDer se vieron colgados en el aire. Gilgamesh les había tomado por sus ropas y los habían levantado como si fueran pañuelos, cada uno con un brazo.

Os admiro —aseguró el gigante con una sonrisa en la cara—. Por eso esta no será vuestra última batalla.

Un agujero mágico se abrió en el suelo, oscuro como la noche. Arrojó a los cinco y Enkidu al interior, como si de basura se tratara; fueron a parar a una sección nevada que reconocerían de montaña arriba.

Mientras se cerraba el portal por encima de ellos, vieron cómo retomaba las dos lanzas que había dejado caer y hacía frente, él solo, a los hunos.

¡Vamos! ¡Aquí me tenéis! —gritó el Villano Final, agitando sus armas en dirección a los enemigos—. ¡He jugado a Dinasty Warriors, esto no es nada!

No pudieron regresar. Cuando quisieron volver con él, el portal ya se había cerrado; estaban atrapados en la nieve, sin comunicación con nadie, sin Maestros.

Solos. Abandonados.

* * *

Una vida a cambio de otras.

La espada que Shang tenía en sus manos cayó al suelo, frente a Mulan. Andrei observó con una ceja levantada al capitán, mientras este pasaba a dar la espalda al soldado que tan cerca había tenido en meses anteriores; la miró por encima del hombro, al igual que a Feng.

Habéis luchado por mi vida. Ahora pago mi deuda —los cuchicheos de los soldados se levantaron, entre protestas e inseguridades. Algunos aseguraban que el capitán era un cobarde; otros, un corrupto y favoritista—. Pero no os quedaréis en el ejército. Habéis manchado el honor de China.

¿Honor? ¡Honor una mierda! —protestó Rei, levantándose de su sitio y marchando junto a sus dos compañeros—. Si piensas dejarlos atrás, yo me quedo con ellos. ¡No hay honor en seguir a un asesino forastero y abandonar a nuestros fieles!

Qué dolido está el muchacho —se burló Saavedra.

Shang ignoró al Maestro y dio la orden de liberar a ambos prisioneros. Se negó a mirar a los ojos a Mulan, pese a que ella tenía los suyos clavados en él; no aceptaría ninguna palabra suya. Feng miró con resentimiento al gitano y se acercó a Fátima, tomándola del hombro para liberarla también.

Vámonos, Daliao.

De eso nada.

Andrei se acercó a ambos y empujó con brusquedad a Feng, el cual maldijo su título en voz alta. Un mar de espadas fueron desenvainadas a su alrededor, persuadiéndole a no acercarse a su compañera. El Maestro colocó su mano sobre el hombro de Fátima y sonrió, complacido.

Esta pequeña traidora es aprendiz de Ronin. Nos ayudará a localizarle y pagará posteriormente sus pecados ante el país del que venimos —los ojos de Saavedra se desviaron hacia Shang—. ¿No es cierto, capitán?

El hombre parecía derrotado. Tras haber sido destruida su confianza y la que tenía en la de los demás, apenas era una marioneta de Saavedra; haría todo lo que dijera. Y aquello no era menos. Se acercó a Fátima y la apartó de Andrei, obligándola a echar a andar montaña arriba, de vuelta al poblado; no dejó que se girara. No permitió que se despidiera.

Caminarás.

Y así, reemprendieron la marcha. Mulan, Feng y Rei se quedaban atrás, como un grupo roto y deshonrado al que no volvería a ver; Andrei se había asegurado de que las mejores bazas del ejército quedaran atrás. De mermar la confianza del capitán, y la que el resto de soldados tenía en él. De disminuir en gran medida el número de efectivos. Y lo peor de todo: de tener a Fátima en sus manos, camino a la guerra.

Y fue mientras subían cuando sucedió un pequeño suceso que marcaría a la aprendiza. Uno pequeño y sin importancia para otros, pero que marcaría el resto de sucesos que vendrían a continuación. Algo pequeño, blanco y frío cayó del cielo para aterrizar en su frente; y tras este, llegaron más. Primero unos pocos, y pronto muchos más, como una lluvia helada. Copos. Había llegado lo que Ronin tanto temía.

El invierno.

Spoiler: Mostrar
Ha llegado.



Y así termina la segunda parte de la trilogía del Invierno. ¿Qué espera a nuestros héroes en la tercera? ¿Sobrevivirán a la guerra de los hunos, las trampas de Andrei? Sólo hay una manera de averiguarlo...


Red XIII
El alma de la fiesta. Voy a admitir algo que quizás sea polémico, pero ahí va: me ha gustado MoguDer en esta Trama. No me ha gustado en la primera ronda (las cosas como son), pero en el resto no he tenido pegas con él. Como mucho te diría que no uses eso de la conversación con tu propia mascota largo y tendido, pues queda molesto para los demás; es como un intento de acaparar un diálogo.

Sigues cometiendo errores graves y a veces cuesta comprender tus posts, lo cual creo que se solucionaría repasándolos antes de postear. Pero lo has hecho mejor que en algunas Tramas anteriores, y se nota la mejoría: se te nota ilusionado. ¡Y espero ver más de eso en la tercera parte invernal!

49 PX recibidos.
¡Subes al Nivel 13!
36 PX para Nivel 14


Yuehito
Se te ha notado distante y ausente en esta Trama. Es una pena, porque originalmente tenía muchas cosas para tu parte, pero al ver que no podrías estar como en la anterior he preferido no liarte con ellas.

Se te ha notado desmotivado; algunos de tus posts cuesta comprenderlos, hay que releerlos varias veces, y Exuy era mucho más carismático y cariñoso en la anterior Trama. Además, has faltado a unas cuantas rondas, y en las que has posteado lo has hecho fuera de plazo.

38 PX recibidos.
¡Subes al Nivel 12!
58 PX para Nivel 13


Kousen
El alma de la fiesta. La verdad es que viendo las decisiones que has tomado, en un principio tenía para ti una parte de la Trama en el templo; no ha podido ser, y eso ha tenido sus consecuencias, pero pese a todo creo que te has divertido.

Escribes muy bien y vas bien, pero tienes un error que te voy a tener que echar en cara: los tiempos de posteo. Tardas mucho en postear, casi siempre fuera de la fecha límite, y eso afecta al Master y a los jugadores. Estate atento a ello.

56 PX recibidos.
¡Subes al Nivel 13!
43 PX para Nivel 14


Suzume Mizuno
Has estado muy apartada del resto del grupo. Algunas veces he intentado juntarte con algunos de tus compañeros para que no estuvieras sola en la sección que te ha tocado, pero no ha salido; y aún así, lo has hecho muy bien. ¡Bravo! Y apuntas de nuevo a quedarte sola la primera parte de la tercera entrega de la trilogía, pero todo llegará.

Ninguna queja tras repasar los posts. ¡Así que aquí lo tienes!

60 PX recibidos.
¡Subes al Nivel 21!
80 PX para Nivel 22
ImagenImagenImagen
Imagen
¡Gracias, Flan, por Alexis e Ivan!
Imagen
Avatar de Usuario
Soul Artist
Miembro del Hall de la Fama
Miembro del Hall de la Fama
Bohemia Lectura
 
Mensajes: 4170
Registrado: Dom Jul 30, 2006 3:30 pm
Dinero: 2,576.12
Banco: 4,041,456.56
Ubicación: Tus pesadillas
Clan: Bohemia Lectura
Estantería de objetos
Karma: 46

Anterior

Volver a Segunda Saga

¿Quién está conectado?

Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 1 invitado

cron