[Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)

Trama de Fátima Laforet, Hiro Inukai, Kousen Zephyr, Exuy y Hikaru

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

[Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)

Notapor Soul Artist » Jue Abr 03, 2014 2:59 pm

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Continuación de Se acerca el invierno (I).

Trama protagonizada por Exuy (Yuehito), Kousen (Kousen), Hikaru (James Bond), Hiro (RedXIII) y Fátima Laforet (Suzume Mizuno).


Deja de luchar, Guerrero de la Luz.

Exuy estaba viviendo una pesadilla en su mente. Cientos de imágenes le atacaban el cerebro, sin orden ni comprensión para él, mientras la figura de la bruja del hielo le esperaba de pie por delante. Podía ver a Hikaru y sus compañeros congelados; a un Ronin furioso clavando su Llave Espada en el pecho de alguien; lugares que jamás había visitado, como un desierto arenoso con un castillo móvil o una ciudad completamente hecha de metal gobernada por un gigantesco y altísimo edificio.

Y por mucho que se retorciese no podía liberarse. Estaba atrapado en aquel lugar en mitad de la nada y el todo, tan lejos y tan cerca de la bruja a la que había prometido liberar. Y, en su lugar, el que estaba siendo prisionero era él.

Y finalmente, tras unos minutos, el mundo se calmó. Las imágenes dejaron de suceder tan rápido y se vio rodeado de oscuridad en un ambiente helado, muy frío. La figura de Shiva había desaparecido de vista, pero podía notarla muy cerca, acechante.

Algo surgió a sus pies. A unos metros de distancia una pequeña plataforma le esperaba; un montículo de tierra, con un pino en su centro y una curva montañosa. La nieve cubría toda la misteriosa plataforma, y cuando finalmente fue capaz de pisarla, notó su agradable tacto bajo él.

Tres puentes de hielo surgieron ante él, cada uno con un objetivo distinto. Todos llevaban a imágenes en movimiento de cosas que había visto, pero que no comprendía su utilidad. El de la izquierda llevaba hasta Eileen y el Ronin joven en una montaña, avanzando con dificultad por lo que parecía ser una ventisca; el del centro mostraba un grupo de hombres con pieles grisáceas, luchando contra lo que parecía un ejército mientras sus enemigos arrasaban un poblado; y por último, el camino restante llevaba hasta una mujer con rasgos de aquellos hombres grisáceos y algunos chinos, la cual portaba una Llave Espada bastante característica.

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Sólo podía dirigirse hacia uno. Cuál, dependía exclusivamente de él.

* * *

El descenso de la montaña no es que fuera coser y cantar para los jóvenes que acababan de vivir su gran aventura con Daisuke. Para empezar, el Sincorazón perruno les había acompañado, y aparentemente había cogido manía a Kousen; había que recordar, al fin y al cabo, que el chico había preferido quedarse con el tesoro de la sala antes que ayudarle cuando él había acudido en su rescate. Sin embargo, el chico había recibido un anillo congelado cuya utilidad no había descubierto por ahora. Quizás poniéndoselo en el dedo pudiese averiguarlo, aunque aquel no era el momento.

Así que Enkidu había pasado a detestar al híbrido y había intentado morderle alguna que otra vez, seguramente todas ellas sin éxito. Y para peor, Daisuke estaba de lo más contento con su nueva espada: tan feliz que, para desgracia de los muchachos, no paraba de reír, golpear y espachurrarles a todos ellos. Y por supuesto, de proponerles algún duelo allí mismo para comprobar el terrible poder de la Espada de Loto.

¡Ha matado cientos de dragones! Tanto, que ninguno de esos monstruos sobreviviría con sólo verla —exageró el guerrero mientras entraban al pueblo, blandiendo el arma y extendiéndola hacia el sol que comenzaba a ocultarse en la lejanía—. Me muero de ganas por probarla. ¡Vamos, traedme un dragón, ya veréis!

N-no tenemos ningún dragón, señor…

¡Si ya lo sé! —contestó él, pateando la nieve y volviendo a guardar en su funda la espada mientras hinchaba los mofletes—. Bah… ¡Eh, pero ha sido divertido! Tanto que quiero mandaros otro encargo. ¡Una misión más especial! ¡Esta vez os pagaré 50.000 platines!

Se detuvo entre los edificios y se frotó las dos manos que mostraba. Sonrió amablemente bajo su ropa y se agachó para acariciar a Enkidu, contento como una perdiz.

¡Enkidu y yo os esperamos en la entrada del campamento militar en media hora! Ya veréis cómo nos lo pasamos de bien. ¡Y lo mejor es que el jefazo me va a aumentar el sueldo!

Y así como vino Daisuke, se fue. Se trató de una experiencia cuanto menos interesante, y sólo dependía de ellos querer repetirla o no. Aunque lo que tendrían que hacer sería volver con Ronin y dejarse de tantas aventuras con desconocidos que iban acompañados por Sincorazón con ganas de mordisquear traseros.

Y podían verle no muy lejos de allí. A través de la ventana del Buda Feliz localizaron al Maestro, reunido con Hiro y Fátima en la misma mesa en la que se habían sentado antes de que el pirata les dejara tirados con un monedero lleno de piedrecitas.

* * *

Hiro y Fátima se quedaron a solas un rato mientras Ronin salía por la puerta trasera del Buda Feliz para atender a unos asuntos. No debían temer porque huyera sin pagar, ya que, después de todo, no había pedido nada; las ganas le habían abandonado cuando se enteró de que Saavedra estaba en aquel mundo, y además había alcanzado el rango de Maestro.

El invierno, aquello era lo que Ronin había dicho que casi destruía el mundo. Una hechicera de gran poder que se había ocultado en el bosque cercano al campamento Buzho en un principio para después dirigirse a la misma montaña donde estaban ahora, provocando un invierno eterno en lo más alto de esto. Si Fátima hacía memoria podría recordar una leyenda similar por parte de un trío de soldados un año atrás; las piezas comenzaban a encajar.

Sin embargo, no sabían nada más de ella. ¿Seguiría viva? ¿Cómo podía usar Andrei su poder en beneficio de los hunos? Todo aquello era difícil de decir, y más con las prisas que se había dado Ronin en salir a la parte trasera del restaurante. Tenían unos minutos para discutir entre ellos sus teorías, o pensar cómo debían obrar a continuación.

Finalmente, regresó. Pudieron ver cómo el Maestro se guardaba su intercomunicador en sus ropas mientras se dirigía hacia su mesa para sentarse frente a ellos. Intentaba fingir su habitual sonrisa, pero los dos jóvenes podían notar perfectamente que no estaba para nada feliz.

He llamado a Simon. Parece que las acciones de Andrei van más lejos de lo que creíamos —explicó Ronin, suspirando largo y tendido mientras bajaba ligeramente la mirada—. Hace dos años, pocos días antes de que vosotros llegarais al campamento Buzho, un asesino intentó acabar con la vida del General Li en el palacio imperial. Asegura que un joven extranjero de piel morena obsesionado con el tarot le engañó para el trabajo… Porque fue el mismo que le capturó y entregó a las autoridades. Así se ganó Saavedra la confianza de Li, hace ya dos años.

Con aquello quedaba confirmado que las acciones de Andrei no eran aleatorias. El muchacho llevaba mucho tiempo planeando algo en aquel mundo, desde antes incluso de que llegaran ellos a Tierra de Dragones. Sus motivos, sin embargo, seguían siendo un misterio.

Pero, ¿por qué?

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Fecha límite: martes, 8 de abril de 2014.

Kousen obtiene Anillo ???. Sus efectos son desconocidos hasta que se lo equipe.
Gilgamesh ha pagado lo que quedaba del trato. Kousen e Hikaru reciben 7.500 platines, 3.750 cada uno.
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¡Gracias, Flan, por Alexis e Ivan!
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)

Notapor James Bond » Lun Abr 07, 2014 10:25 pm

Tras nuestra accidentada aventura en aquel templo, logramos descender de la montaña. Mi compañero Kousen estaba siendo acosado por el chucho que nos acompañaba. ¡Y mira que le dije que se deshiciera de él cuando pudiera! Pero nada, ni caso.

En cambio, nuestro “líder de expedición” Daisuke, Gilgamesh, o como quisiera que se llamara en realidad, estaba más contento que un niño abriendo sus regalos de Navidad. Además, no paraba de retarnos a un combate para probar “La Espada de Loto” o así la había llamado. Sentía curiosidad por saber si de verdad tenía tanto poder como decía, pero no quería probarlo en mi cuerpo.

¡Ha matado cientos de dragones! Tanto, que ninguno de esos monstruos sobreviviría con sólo verla. Me muero de ganas por probarla. ¡Vamos, traedme un dragón, ya veréis!
N-No tenemos ningún dragón, señor...
¡Si ya lo sé! Bah... ¡Eh, pero ha sido divertido! Tanto que quiero mandaros otro encargo. ¡Una misión más especial! ¡Esta os pagaré 50.000 platines!

En ese momento, en mis ojos se dibujó el símbolo del platín.

¿50.000 platines? Lo que quieras.
¡Endiku y yo os esperamos en la entrada del campamento militar en media hora! Ya veréis cómo nos lo pasamos de bien. ¡Y lo mejor es que el jefazo me va a aumentar el sueldo!

Y cuando vi como Daisuke se marchaba en dirección al lugar citado, quedándonos Exuy, Kousen y yo a solas. Aunque cerca de donde estábamos vimos El Buda Feliz, y dentro estaba el Maestro Ronin junto a Fátima y el chucho ese llamado Hiro. Espero que no me haya pegado ninguna pulga.

Bueno, yo no sé vosotros, pero me esperan 50.000 platines. Así que nos vemos.

Por tanto, me marché por el mismo camino que tomó Daisuke, y cuando llegara, le saludaría y le preguntaría:

Bien, Daisuke, ¿qué es lo que hay que hacer para conseguir esos 50.000 platines?
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)

Notapor Suzume Mizuno » Mié Abr 09, 2014 12:34 am

El invierno.

Eso es lo que había dicho Ronin. Y, después, les había relatado una historia que parecía sacada de un cuento de hadas. Pero que hizo comprender a Fátima algunas cosas.

Siguió con la mirada al Maestro cuando les dejó a solas en la mesa del Buda Feliz, después de asegurarles que volvería pronto, y Fátima se acomodó con un carraspeo en su silla, mirando de reojo a Hiro.

Toda aquella historia de la hechicera le resultaba muy familiar y estaba convencida de que la primera vez que fue a Tierra de Dragones, uno soldados —que aparecían borrosamente en su memoria— le habían contado algo por el estilo. Pero no lo recordaba bien y tampoco estaba con ánimos para esforzarse en retroceder un año atrás.

Lo importante era el presente. Ronin había dicho que Andrei estaba buscando el poder del invierno, es decir, de esa hechicera. Pero, ¿cómo? ¿Cómo se controla un invierno? Uno, además, que había amenazado la existencia de un mundo entero… Y la bruja, ¿seguía viva? No tenía ni idea de hacía cuánto que había pasado aquello, pero debía de haber sido bastante si sólo un par de soldados conocían la leyenda…

Por atraparte, le resultaba muy inquietante que el humor del Maestro hubiera cambiado tan bruscamente de un momento para otro. Eso significaba que estaba a punto de pasar algo muy malo…

Es extraño verle así, ¿verdad? —comentó con Hiro, mirando con preocupación en dirección a la puerta.

Se le había formado un nudo en la boca del estómago que dudaba que fuera a ser capaz de deshacer. Demasiadas cosas estaban saliendo mal aquel día.

Cuando Ronin regresó, lo hizo guardando su móvil entre sus ropas. Se sentó ante ellos y trató de esbozar su jovial e irritantemente deslumbradora sonrisa, pero no lo consiguió. Sólo le salió un gesto seco y forzado.

Fátima experimentó un inmenso golpe de pena y pensó que, si tuviera más cercanía con él, le habría cogido la mano para intentar animarlo. No lo hizo, claro. Pero si se encontró con la mirada del Maestro, le dedicó una pequeña sonrisa, temblorosa y tan poco llena de sentimiento que en seguida bajó las comisuras de los labios.

He llamado a Simon. Parece que las acciones de Andrei van más lejos de lo que creíamos

«Oh, no» Fátima se estremeció sin poder evitarlo, aunque consiguió reprimir un gemido. «¿Qué ha hecho ahora?»

Hace dos años, pocos días antes de que vosotros llegarais al campamento Buzho, un asesino intentó acabar con la vida del General Li en el palacio imperial. Asegura que un joven extranjero de piel morena obsesionado con el tarot le engañó para el trabajo… Porque fue el mismo que le capturó y entregó a las autoridades. Así se ganó Saavedra la confianza de Li, hace ya dos años.

Fátima abrió y cerró la boca. De repente todo cobraba sentido. Ya le parecía a ella extraño que un general como Li confiara no sólo en extranjero, sino en casi un niño. Pero si le debía la vida, teniendo en cuenta el código de honor de los chinos, entonces…

Y si Andrei no había hecho más que llevarles a victorias, era normal que la confianza se hubiera fortalecido en él.

Apretó los puños con tanta fuerza que se hizo daño, pero casi no se dio cuenta. En su interior hervía un odio que le estaba quemando las entrañas, pero también experimentó las emociones del miedo y el asco mezcladas en una espiral. Paladeó el sabor de la bilis y notó que se ponía un poco blanca, por lo que se esforzó por respirar hondo y controlarse. Por pensar en frío.

Era tremendamente difícil.

«Vamos, concéntrate. ¿Qué es lo que tenemos claro? Que Andrei lleva tramando algo desde hace al menos dos años. Ahora es Maestro. Y el ejército va a atacar sin más a los hunos… Pero… No entiendo, quizás no tenga nada que ver. Qué demonios, claro que tiene que ver. Pero, ¿por qué? ¡Maldita sea! ¡No entiendo nada!».

¿Qué vamos a hacer, Maestro? —preguntó al final, desesperada por huir del avispero en el que se había convertido su cabeza—. No podemos esperar a Andrei que haga lo que quiera.

Su primer impulso fue el de decirle que fuera a por él y atrapara al nuevo Maestro, pero se mordió la lengua y se controló. Por una vez, aunque no terminara de gustarle —irónicamente—, Ronin estaba serio. Así que escucharía y esperaría a ver qué quería hacer el líder de la Orden.

Tampoco es que tuviera muchas más opciones.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)

Notapor RedXIII » Mié Abr 09, 2014 5:46 am

MoguDer


No lo podía creer, el hombre raro llamado Gilgamesh había obtenido la dichosa espada, todo el camino que había hecho el Moguri no sirvió de nada, debió haber acompañado desde el principio a Hikaru para haber evitado que ocurriera, pero bueno, era demasiado tarde para poder actuar y tampoco parecía tener ninguna mala intención sobre ellos, ya que se dedicaba a blandir su espada y retar a todo aquello que se moviera.

¡Ha matado cientos de dragones! Tanto, que ninguno de esos monstruos sobreviviría con sólo verla — Se adentraron al pueblo, con un hombre de seis brazos, los cuales tenía escondidos, amenazando a todo el mundo con la dichosa espada —. Me muero de ganas por probarla. ¡Vamos, traedme un dragón, ya veréis!

N-no tenemos ningún dragón, señor…

¡Si ya lo sé! — Enfundó el hombre su espada, aliviando así al alterado Moguri, el cual estaba a una palabra de saltar al cuello a Hikaru—. Bah… ¡Eh, pero ha sido divertido! Tanto que quiero mandaros otro encargo. ¡Una misión más especial! ¡Esta vez os pagaré 50.000 platines!

¿50.000 platines? Lo que quieras.

Kupótu eres tonto — Estaba alterado, bastante más de lo normal, la situación le era extraña y el lugar donde se encontraba empezaba a recordar uno al cual no quería volver nunca, aunque podían ser solo coincidencias.

¡Enkidu y yo os esperamos en la entrada del campamento militar en media hora! Ya veréis cómo nos lo pasamos de bien ¡Y lo mejor es que el jefazo me va a aumentar el sueldo!

Bueno, yo no sé vosotros, pero me esperan 50.000 platines. Así que nos vemos.

El pequeño Moguri no pudo evitar ver por la ventana a su fiel compañero Hiro dentro del Buda feliz, aquel acogedor y pequeño restaurante del cual el mismo Maestro que estaba sentando enfrente del Aprendiz se había largado sin pagar, dejándolos con la deuda, decidió abandonar a los aprendices que fueran con el hombre pulpo para volver al lado de su fiel amigo.

* * *

Hiro


Es extraño verle así, ¿verdad?

No creas, yo ya le he visto así, he pasado bastante tiempo con el, ahora que lo pienso — Era cierto que una gran cantidad de misiones en las que el aprendiz participó habían sido capitaneadas por el, de hecho conocía más al maestro Ronin que a la suya propia, era curioso.

He llamado a Simon. Parece que las acciones de Andrei van más lejos de lo que creíamos. Hace dos años, pocos días antes de que vosotros llegarais al campamento Buzho, un asesino intentó acabar con la vida del General Li en el palacio imperial. Asegura que un joven extranjero de piel morena obsesionado con el tarot le engañó para el trabajo… Porque fue el mismo que le capturó y entregó a las autoridades. Así se ganó Saavedra la confianza de Li, hace ya dos años.

Imbécil, es lo que le vino a la cabeza, había estado en la misma habitación que aquel tipo y solo se le había ocurrido hacer como si no hubiera pasado nada, pero aquello le planteaba una cuestión muy importante al aprendiz ¿Por qué ese interés en el General Li? Bastió Hueco y los Villanos Finales habían intentado matarlo, ese mundo escondía un poderoso secreto del cual parecía consciente el maestro.

¿Qué vamos a hacer, Maestro? No podemos esperar a Andrei que haga lo que quiera.

A nosotros nos expulsaron del campamento, no creo que Li quiera volver a hablar conmigo ni con el maestro — comentó el aprendiz mientras soltaba el humo de su Kiseru por la boca informando a su compañera —Y sería bastante extraño que intentara hacer algo ahora, sabiendo que estoy yo, una simple pista de sus planes y tendría encima a toda Tierra de Partida prácticamente.

La nueva ropa del aprendiz era cómoda pero daba mucho calor sobretodo dentro de un edificio y con gente a su alrededor y para acompañarlo apareció un pequeño pompón gigante al lado de la mesa.

¿Kupóme dejas pasar? — le preguntó a Fátima mientras se abría paso por debajo de la mesa, viendo sin querer cierta cosa a la cual no le prestó mucha atención, para terminar sobre la falda de Hiro, sentado y cansado, tal vez por caminar con sus pequeñas patitas, nunca entendió el que apenas usara sus alas.

Que raro, tu que decías que no te gustaba sentarte en las rodillas de los demás porque parecías un Moguri mascota — comentó el aprendiz mientras le acariciaba su gran cráneo.

Kupóvengo cansado de tanto andar y pelearme con lobos asesinos mortales — Fardó mientras ojeaba de nuevo la carta que había dejado el aprendiz anteriormente en la mesa.

¿Lobos, que ha pasado?

¡Kupómuchas cosas, primero el idiota de Hiroki quería venderme por 3000 platines, luego vamos a una cueva muy fria donde encontramos una sala con tesoros, pero nos atacan los lobos y solo nos llevamos un asqueroso anillo que encima se ha quedado Kousen! — Paró de forma breve para dar una gran bocanada de aire y proseguir —¡Kupóy encima el idiota de Hiraki se ha ido con el tio pulpo ese de los cojones al campamento para que le den 50000 platines — Tio pulpo, a Hiro le pareció curioso ese mote ¿Tal vez era un hombre con una mano muy larga con las chicas? Fátima debía tener cuidado con el.

¿Quien es el tio pulpo ese?

Kupóun hombre muy raro con 6 brazos — Los ojos del aprendiz se abrieron como platos al escuchar aquello —Va con una especie de Sincorazón o algo así que parece un perro, además convenció a Hiruki y Tosen para que le ayudaran a conseguir una espada muy sospechosa, yo quería quitársela antes de que la consiguiera, pero no pude, imagina lo que tiene que valer — Aquel comentario sobre el precio parecía un intento para disimular.

Maestro, un hombre con seis brazos — El aprendiz se dirigió a Ronin con la esperanza de que supiera a que se refería.

¡KupóDakisuke, que no me salía el nombre! — Gritó exaltado el Moguri al recordar, a medias, su nombre, la cara del aprendiz se alivió al escucharlo —Aunque me parece que era falso, porque por un momento se auto llamó Gilgamesh.

Por si no fuera peor la situación se había sumado un Villano Final a la fiesta y encima su compañero no era consciente del peligro que podía correr.

Oh, venga ya, esto es peor que la última misión, y eso que casi la palma el otro — Posó levemente sus codos sobre la mesa y apoyó su cabeza sobra las manos —Maestro, me parece que ha dicho que va al campamento ¿Crees que es otro que va a cargarse a Li por el fracaso de Kefka? — Su mente en aquel momento era un cacao de preguntas, suposiciones y respuestas.

¡Deberíamos ir todos a por el! — Sugirió el Moguri —¡Kupóquiero decir, deberíamos ir a por ese sospechoso individuo, dice que ha obtenido una espada que mata Dragones, tiene que ser muy poderosa.

Hiro quería ver que decía el maestro sobre la situación y a partir de ahí tomar una decisión, permanecer al lado de Ronin o dirigirse con su moto hacia el campamento, por si acaso mencionó su número de teléfono para que lo pudieran memorizar los presentes, además del de MoguDer por si algún caso.
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)

Notapor Kousen » Mié Abr 09, 2014 11:56 pm

La bajada de aquella maldita cueva no fue mejor que el ascenso, a pesar de la ayuda de la gravedad. Encima de las dificultades de la nieve y el paisaje, las heridas de la lucha con los lobos aún me hacían sentir una punzada de dolor cuando usaba el brazo herido para escalar o agarrarme a algún sitio.
Y como guinda del pastel, Enkidu parecía aborrecerme desde que salí volando de aquel sitio cuando saltó para defendernos. No le culpaba, pero sentir sus dentelladas en el trasero no era precisamente una alegría.

Lo único que había sacado de todo aquello (además del pago prometido por Gilgamesh) fue lo que había en el interior de aquel cofre: El abrirlo, me encontré con un extraño anillo congelado del cual no conocía su propósito. Con todo aquel sitio lleno de tesoros, y ¿reservar un cofre para un simple anillo? Algo especial debía tener, pero no era el momento de indagar en ello, así que me lo guardé con el resto de objetos.

El único que parecía estar loco de contento era Gilgamesh, que no paraba de presumir de su nueva espada y dar elogios al arma, incluso esperando una pelea con ella.

¡Ha matado cientos de dragones! Tanto, que ninguno de esos monstruos sobreviviría con sólo verla —gritó con entusiasmo mientras volvíamos a entrar en el pueblo—. Me muero de ganas por probarla. ¡Vamos, traedme un dragón, ya veréis!

N-no tenemos ningún dragón, señor…

¡Si ya lo sé! —contestó al aldeano, enfundando la espada—. Bah… ¡Eh, pero ha sido divertido! Tanto que quiero mandaros otro encargo. ¡Una misión más especial! ¡Esta vez os pagaré 50.000 platines!

¿50.000 platines? Lo que quieras.

La codicia de Hikaru no era de este mundo, eso lo tenía claro. ¿Qué sería capaz de hacer por unos platines?

Kupótu eres tonto — le espetó el pequeño Moguri, al que no podía evitar dar algo de razón.

Eh... Lo siento, pero creo que pasaré esta vez. Ha sido muy amable por la oferta, pero estoy hecho polvo.

La excusa me bastaría para alejarme de las locas aventuras de "Daisuke" y de las fauces de su compañero. Lo más prudente sería volver con Ronin e informar sobre lo ocurrido mientras me ponía al día con lo que había pasado con los demás.

¡Enkidu y yo os esperamos en la entrada del campamento militar en media hora! Ya veréis cómo nos lo pasamos de bien. ¡Y lo mejor es que el jefazo me va a aumentar el sueldo!

<<¿Jefazo?>>

Arqueé una ceja, intrigado. ¿Qué clase de persona contrataba a alguien como Gilgamesh para que emprendiesen lo que parecían ser sus propias aventuras? ¿Habría algún motivo oculto para conseguir la Espada de Loto?

Demasiadas incógnitas, y no estaba de humor ni en el estado para buscarles respuesta.

Bueno, yo no sé vosotros, pero me esperan 50.000 platines. Así que nos vemos.

¡Hasta luego!— Me despedí de mi compañero con la mano —.Nos vemos más tarde.

Cuando Gilgamesh desapareció entre las calles del pueblo, me recosté en una pared cercana. Lo único que debía hacer ahora era volver hasta el resto de los aprendices y junto al Maestro, aunque a saber por dónde andaban.
Por suerte, el Moguri salío volando en dirección al Buda Feliz, donde a través de la ventana pude ver la cara de nuestro tutor, sentado en la misma mesa donde nos la había jugado anteriormente. Ronin era un hombre de costumbres, desde luego.

Cansado y con ganas de sentarme un rato, salí andando en la misma dirección que nuestro amigo del pompón.

* * *


Mientras empujaba la puerta del restaurante para entrar, pude escuchar un par de palabras escapar de los labios de Ronin.

Andrei... acciones

...Saavedra


Se me puso el pelo de punta el oír aquel nombre, y no precisamente por el frío. Cada vez que recordaba aquella lectura del futuro a la que me sometió a través de sus cartas en Bastión Hueco, me preocupaba más la expresión de júbilo que puso en cierto momento. ¿Qué había visto en mí?
Alarmado, entré al restaurante sin saludar siquiera, yendo derecho a la mesa donde estaban sentados y ni acordándome de los rasguños o la marca de mordisco tan fea que llevaba en el brazo.

¿¡Andrei Saavedra!? — pregunté, aunque en un tono lo suficientemente disimulado para que no se oyese por todo el local — ¿Está aquí?

Buscando un hueco en la mesa, decidí sentarme junto a los demás.
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)

Notapor Yuehito » Vie Abr 11, 2014 11:17 pm

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Exactamente no sabía cuánto tiempo había transcurrido, tampoco el lugar exacto donde me encontraba. No sabía si en realidad existía un pasado o si estaba en un bucle. No comprendía absolutamente nada puesto que extraños recuerdos se incrustaban con imprudencia en mi mente hasta el punto de llevarme a la inconsciencia, dejándome poseer a toda esta seguidilla de imágenes. Eran tantas que me eran imposibles retenerlas, tantas que olvidaba justo las anteriores de las que ya veía.

Demasiado incomprensible, consumido en un pánico que era extrañamente estable. Me hacía olvidar mis extremidades y toda sensación de orientación. Tenía miedo, quería que alguien tomara de mí y me sacara de esta ilusión nunca antes experimentada, solo deseaba salir a la lejana realidad. Necesitaba la mano de un salvador.

Fue entonces el punto donde no supe si todo se calmaba o si ya me había acostumbrado a la sensación, pero ya podía comprender algunas cosas. Recordaba, tal vez, a mis compañeros que había dejado hace algunos instantes; a un extraño lugar de tierras secas, castillos ambulantes y un lugar de abundante metal y el extraño edificio, similar a la de…

¿Una muralla? ¿De dónde venían esos recuerdos? —Pensé.

El lugar tornó su familiar frio y fue ahí que ya volvía a sentir las manos y pies para levantarme. alzando la mirada divisé a lo lejos un pequeño cerrillo tapado en nieve.

Frotando mis ojos traté de verificar lo que veía y la curiosidad llevó mis pies a las orillas de cúmulo blanco, la cual era grata. Entonces noté que vestía una extraña vestimenta y curiosamente mi pelo estaba más oscuro de lo que podía recordar. Lo más probable, que rodeado de tal blanco paisaje mis tonos obscuros intensificarían, pero todo parecía ser un cierto evitando el permiso a la duda.
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Al avanzar más por la nieve sorpresivamente emergieron de la nada tres puentes moldeados de hielo. No me asusté, pues pensaba que me encontraba en un sueño, y con el hecho de que estuviese razonando las cosas no me hacía caer en angustia.

Pero, dentro de todo tenía mucha pena, ya que estaba solo. En un lugar donde a mí alrededor se consumía en una eterna niebla, y deseaba al menos estar con alguien a quien sonreír. Sonrisa que parecía perdida en la nada misma.
Al esquivar la mirada mi atención fue robada por una imagen que emergía del puente derecho, una que portaba una llave espada. Asocié inmediatamente que podía ser de ayuda, que podía ser la compañera que añoraba en ese instante, entonces…

¿Xiang? Pero… —dije asustado.

Con la duda haciendo de las suyas tenía puesta mi mano en la guía de aquel puente, con deseos de entrar en la extraña visión. Guiándome con un tanto de inseguridad al sendero del puente en donde se encontraba la desconocida portadora.

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Ronda #2 - Se acerca el invierno (II)

Notapor Soul Artist » Dom May 18, 2014 9:25 pm

¿¡Andrei Saavedra!? ¿Está aquí?

El grito de Kousen alertó a los presentes en el restaurante chino. No sólo Ronin, Fátima y Hiro atendieron al muchacho y el moguri que les acompañaba, sino que el dueño del local también levantó la mirada para fulminarle con los ojos. Entrar en un restaurante a gritos nunca era una buena señal, y más si se gritaba el nombre de alguien como si se le buscara en aquel lugar.

El muchacho, el moguri y Exuy tomaron asiento, buscando informarse sobre lo que había pasado. El segundo pasó por debajo de la mesa y creyó ver algo extraño, aunque debido a que todos llevaban pantalones era difícil de creer; lo único que podría haber visto eran los calzones de Ronin, y sí, era mejor no darle importancia al imponente tamaño de su arma oculta.

¿Qué vamos a hacer, Maestro? —intervino una preocupada Fátima, sabiendo que la situación era compleja ahora que sabían que Andrei estaba maquinando algo importante—. No podemos esperar a Andrei que haga lo que quiera.

A nosotros nos expulsaron del campamento, no creo que Li quiera volver a hablar conmigo ni con el maestro —señaló tristemente Hiro, a lo que el Maestro afirmó con la cabeza.

Tenemos una situación complicada entre manos —afirmó él, desateniendo a Hiro para que este hablara tranquilamente con su mascota—. Esta amenaza debe ser combatida de raíz. No me gusta lo que está sucediendo, y sinceramente, Saavedra nunca ha sido un aprendiz en el que confiara.

»Fátima, como dice Hiro nosotros tenemos las manos atadas: tú eres la única que puede entrar en el campamento. Deberás ir esta noche con ellos y vigilar que no suceda nada. Kousen, tú...

Maestro, un hombre con seis brazos —interrumpió Hiro, esperando que el Maestro hubiese atendido a las palabras del moguri. Ronin gruñó para sí mismo.

¡No me digas que también tenemos que preocuparnos por esos cretinos de los Villanos Finales!

Maestro, me parece que ha dicho que va al campamento. ¿Crees que es otro que va a cargarse a Li por el fracaso de Kefka?

No gano para disgustos —se lamentó para sí mismo Ronin, colocando los codos sobre la mesa y llevándose ambas manos a la cabeza mientras el moguri berreaba algo de una espada asesina de dragones—. Bien, cambio de planes. Que uno de vosotros venga conmigo a interrogar a Andrei: el otro, que intente descubrir qué está tramando el tipo ese de los seis brazos y si viene por parte de los Villanos Finales. ¡Anda, andando!

Las órdenes estaban claras. Ronin se levantó de su asiento, dejó unos platines sobre la mesa para pagar al señor Hao y salió del establecimiento camino a la casa de la Orden. Aquel que se dirigiese a interrogar a Andrei podría hablar con el Maestro y Exuy, el cual no se despegaba de él; y el que fuese con Daisuke o tío de los seis brazos acompañaría a Fátima cruzando el pueblo.

Pero mientras el Maestro se alejaba, hizo una pregunta en alto, entre furioso y bromista:

¿¡Y dónde demonios se ha metido Hikaru!?

* * *

Hikaru

Aquí estamos bien.

Daisuke había tomado a Hikaru por la muñeca y lo había arrastrado hasta un callejón cercano al campamento militar que custodiaba la salida sur del pueblo. El alegre Enkidu les siguió y, una vez oculto en las sombras, se sentó en el suelo para rascarse las orejas, completamente despreocupado por la situación. Ya no gruñía: estar alejado de Kousen le había tranquilizado.

El hombre de los seis brazos ocultos sacó unos binoculares y observó en las penumbras a los guardias del campamento: dos a las puertas, y luego los otros tantos que hubiese dentro. No sería tarea fácil.

Bien, Daisuke, ¿qué es lo que hay que hacer para conseguir esos 50.000 platines?

¡Es fácil! —el gigante rió y golpeó con fuerza el hombro de Hikaru, obligándole a arrimarse a la esquina. Le pasó los binoculares y le animó a observar el campamento, además de analizar la vigilancia—. Verás, mis jefazos quieren un tesoro que hay ahí dentro. Nos colamos, lo tomamos prestado y salimos por patas antes de que nos intenten cortar la cabeza. Sólo necesitamos un plan...

Daisuke se cruzó de brazos y contempló a los guardias en silencio. Se llevó un dedo a los labios y miró a Hikaru, diminuto desde su posición. La gigantesca altura del hombre, además de todo el ancho que ocupaba, hacía que fuese difícil pasar desapercibido.

Tú eres pequeño. Yo ya estoy hecho un machote y llamo más la atención —Daisuke se rió en alto y se golpeó el pecho con fuerza—. ¡Venga! Te lanzo con todas mis fuerzas al interior del campamento y buscas el tesoro. ¿Te hace?

Qué misión más suicida. Seguramente el hecho de que un chico cayera del cielo como si nada llamase la atención entre los soldados del interior, y si no era así, sus ropas podrían revelarle como un espía. Pero por otra parte, el dinero de la recompensa era prometedor...

* * *

Exuy

El muchacho atravesó el sendero camino a la portadora que había identificado como Xiang, aunque en las historias que había descubierto sobre el héroe era referido como un hombre. El puente de hielo se resquebrajó a sus pies, pero fue indiferente cuando llegó por fin al portal.

Este reaccionó al contacto con Exuy, comenzando a moverse como si se tratase de una película. La chica se giró directamente hacia él, observándole fijamente, como si pudiera verle a través de él. Y una sombra gigantesca surgió tras ella, tragándosela en la oscuridad.

Y no fue la única en llevarse una sorpresa. El puente bajo Exuy terminó por ceder a su peso, rompiéndose y hundiendo al muchacho hacia el foso de oscuridad a sus pies. Sin embargo, antes de perderse en las infinitas sombras, algo lo atrapó en el aire. Un brazo de hielo gigantesco le había logrado enganchar todo el cuerpo, comenzando a devolverle a la plataforma inicial.

Una figura le esperaba allí. Sentada al pie de la montaña, sobre la nieve, había una mujer desnuda. No le costaría nada reconocerla, pues la había visto atrapada, inmóvil, apenas unos minutos atrás: era la bruja, la señora del hielo. Shiva.

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¿Cómo lo haces, Caballero?

El brazo, invocado por ella desde las nieves, dejó al muchacho en el suelo y desapareció en el frío. Shiva jugó con unos copos de nieve entre sus dedos, negándose a mirar a la cara a Exuy y esperando una respuesta.

Nadie ha llegado hasta aquí nunca. Todos caen en el pasado, en mis múltiples recuerdos, y viajan más allá de donde yo puedo intentando marcar una diferencia —aseguró la bruja, señalando hacia los portales—. Mas nadie me ha liberado. Y tú has logrado sorprenderme aquí, en mi lugar más íntimo.

Los copos de nieve se transformaron en hielo y, entre las manos de la bruja, se creó una rosa preciosa; cristalina, blanca, muy cuidada en los detalles. Shiva observó su reflejo através de ella, absorta en su creación.

¿Acaso vienes a matarme, Caballero?

La rosa explotó en sus manos. Debía tener cuidado con lo que decir ante ella, o... Tener el valor de correr hacia uno de los portales y atravesarlo, alejándose de ella de inmediato.

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Fecha límite: jueves, 22 de mayo.

¡Volvemos de nuevo, chicos! Siento este retraso (¡época final de exámenes! Tenía que concentrarme en otros temas del rol, como el Global, y tenía poco tiempo), pero ahora estamos de nuevo al completo. Me vendría bien una pequeña lista de las fechas que en junio no podéis postear por exámenes o lo que sea, para saber cuándo relajar las fechas límite.

¡Ánimo y siento la tardanza! La recompensa llegará, por una vía u otra.
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¡Gracias, Flan, por Alexis e Ivan!
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Re: Ronda #2 - Se acerca el invierno (II)

Notapor Kousen » Mar May 20, 2014 12:32 pm

¿Qué vamos a hacer, Maestro? —preguntó Fátima—. No podemos esperar a Andrei que haga lo que quiera.

A nosotros nos expulsaron del campamento, no creo que Li quiera volver a hablar conmigo ni con el maestro

¿Li? El nombre no me sonaba en absoluto, pero por campamento no cabía duda de que se refería a la campaña militar que habíamos visto asentada junto al pueblo.

Tenemos una situación complicada entre manos —expuso el Mestro—. Esta amenaza debe ser combatida de raíz. No me gusta lo que está sucediendo, y sinceramente, Saavedra nunca ha sido un aprendiz en el que confiara.

»Fátima, como dice Hiro nosotros tenemos las manos atadas: tú eres la única que puede entrar en el campamento. Deberás ir esta noche con ellos y vigilar que no suceda nada. Kousen, tú...

Maestro, un hombre con seis brazos —le interrumpió Hiro, dejando a medias lo que estuviese a punto de decir.

¡No me digas que también tenemos que preocuparnos por esos cretinos de los Villanos Finales!

Conque eso era, ¿eh?

Tenía yo razón al sospechar de Dais...Gilgamesh. Aunque no me lo imaginaba como un villano en absoluto, tras ver su comportamiento. ¿Qué clase de gente eran?

Maestro, me parece que ha dicho que va al campamento. ¿Crees que es otro que va a cargarse a Li por el fracaso de Kefka?

No gano para disgustos

Ronin se lamentó en voz alta- Junté las manos y apoyé la barbilla en ellas, tratando de pensar sobre todo lo que había pasado. En un mismo día, nos habíamos juntado en el mismo mundo varios aprendices de Tierra de Partida, uno de Bastión Hueco y como guinda del pastel, uno de los rumoreados Villanos Finales. Aquella guerra estaba atrayendo más atención de lo que alguien sospecharía en un principio.
Traté de rememorar si Gilgamesh había dicho algo con significancia, pero los gritos del Moguri de Hiro no me dejaban concentrarme.

MoguDer, haz el favor de callarte un momento. ¡No oigo!— gruñi, de mal humor entre las heridas y la situación—. Gracias.

Bien, cambio de planes.—sentenció Ronin—. Que uno de vosotros venga conmigo a interrogar a Andrei: el otro, que intente descubrir qué está tramando el tipo ese de los seis brazos y si viene por parte de los Villanos Finales. ¡Anda, andando!

Voy con usted, Maestro. —me ofrecí, sin pensarlo dos veces—. Me gustaría informarle en la medida de lo posible sobre lo que haya pasado, además de averiguar qué trama Andrei.

Sin más dilación, el Maestro de Maestros se levantó de su asiento, dejando el pago sobre la mesa y saliendo del restaurante, acompañado por Exuy. Antes de salir en su dirección, me paré a decir unas palabras a Fátima.

Buena suerte con la misión — le deseé —. Y mucho cuidado con ese tipo, es más fuerte de lo que aparenta.

>>Ah, y tiene un Sincorazón amaestrado, por extraño que parezca.

Dicho esto, me despedí de ella y de Hiro, corriendo por las calles del pueblo hasta Exuy y Ronin.

¿¡Y dónde demonios se ha metido Hikaru!?— le escuché gritar.

Eeeh...

Genial, otra situación embarazosa. Sabía perfectamente que Hikaru había seguido a Daisuke para quedarse con la jugosa recompensa que le había ofrecido por colaborar, pero seguro que si le decía eso a Ronin, iba a arder Troya en cuanto tuviese la oreja del aprendiz a su alcance.
Mentirle a Ronin no era en absoluto lo que pretendía hacer, pero tampoco iba a dejar a Hikari con el culo al aire.

Ha seguido al tipo de los seis brazos, Maestro— confesé —. Gilgamesh, creo que se llamaba.

>>Seguramente está actuando como infiltrado para seguir sus movimientos y obtener información sobre qué trama. Creo que dijeron algo sobre el campamento, así que seguramente se encuentre con Hiro y Fátima.

Las medias verdades tampoco hacían daño, y era mejor que mentir. Me preocupaba demasiado por los demás, y eso iba a acabar siendo mi ruina.

Curiosamente, el tipo nos llevó hasta una cueva donde encontró un arma llamada "Espada de Loto", que clama que es legendaria o algo así.— le relaté —. Además, en esa cueva se ocultaba algo más importante, o eso sospecho.

>>Nos atacó una manada de lobos blancos que parecían estar guardando algo, y había entidades de hielo, o al menos magia relacionada al elemento.

Estaría atento a cualquier respuesta o pregunta que Ronin me hiciese sobre nuestro corto viaje con Gilgamesh, aunque seguía escamándome lo que había pasado dentro de aquella cueva. Un dragón de hielo había atacado a Exuy, aunque parecía estar a salvo, pero...

¿No estaba muy callado?
Me preocupaba un poco, pero de momento parecía estar bien. Tal vez solo se tratase del shock del momento, o del frío que había experimentado allá arriba. Tan frío como el anillo congelado que llevaba entre mis cosas.

Por cierto, ¿Tiene alguna idea de qué trama Andrei en este mundo?— pregunté, en voz baja —. Conociéndole, no puede estar aquí por casualidad.
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)

Notapor RedXIII » Jue May 22, 2014 1:14 am

No gano para disgustos. Bien, cambio de planes. Que uno de vosotros venga conmigo a interrogar a Andrei: el otro, que intente descubrir qué está tramando el tipo ese de los seis brazos y si viene por parte de los Villanos Finales. ¡Anda, andando!

Hiro no tenía el más mínimo interés en el señor pulpo ni tampoco podía entrar en el campamento, así que su única opción era acompañar al maestro para asistirle y de paso esclarecer el motivo por el cual había sido maldito con aquella predicción de un destino nefasto, desgraciadamente Kousen se ofreció antes que el para ayudarle, lo que dejaba al aprendiz híbrido en una complicada situación.

El maestro se levantó y junto con Kousen, quien se despedía de los dos aprendices que quedaban en el restaurante, salieron del local, el aprendiz se quedó unos segundos pensativo, observando el techo mientras exhalaba humo.

No me apetece volver a pelearme con el general Li — Protestó —Pero tampoco quiero involucrarme con el hombre pulpo, estoy cansado de los Villanos, ve tu a por ese tio, por favor — Le pidió a Fátima mientras se levantaba con su Moguri, agarrado al brazo del aprendiz, para salir, al mover la pierna pudo notar la ausencia de un objeto en el bolsillo de su pantalón ¿Como se había podido caer aquel colgante? Era la segunda vez que lo perdía, pero no era el momento de ponerse a buscarlo.

Ten cuidado, cualquier cosa puedes llamarme — Sobre la mesa había dejado un trozo de papel con unos números, era el de su comunicador, de ella dependía el cogerlo o no.

Salió del lugar y rápidamente se dirigió hacia el campamento, esperando no perderse por el camino como de costumbre.

***


Llegaron al campamento pero ahora se encontraban con el gran inconveniente ¿Como iban a entrar en el lugar? No podían confiar en que el General Li les dejara entrar, ni siquiera en la posibilidad de que les escuchara, así que tenían que pensar en algo, tal vez podían entrar por alguna entrada con sigilo e intentar colarse en la tienda o podía distraer a los guardias para que entrar alguien que hablara con el general, ahora se daba cuenta de su mala decisión...

¿A ti se te ocurre algo? — Preguntó a MoguDer.

Kupópodriamos quemar una tienda de campaña y entrar corriendo.

Eso alertaría a todos los soldados, tenemos que intentar entrar y avisar al General Li de alguna forma sin llamar la atención de todo el mundo.

Kupópuedes intentar de distraerlos y me cuelo yo, a mi no me buscan.

Aunque parecía una estupidez al aprendiz se le había ocurrido algo para alertar al General, era posiblemente lo único que podía hacer en ese momento, si fallaba solo podía esperar a que atacaran el campamento para entrar. Susurró al oído del Moguri unas cuantas palabras y se pusieron manos a la obra.

MoguDer usó su don de transformación y adoptó la forma de un Perro naranja, cogió con la boca dos objetos que le dio Hiro, mientras el disimulaba su cara con el barro del suelo para parecer más viejo y se recogía el pelo para esconderlo bajo el gran sombrero, a continuación se adelantó al Moguri y empezó a caminar hacia la entrada del campamento mientras repicaba en el suelo su bastón y bajaba su sombrero para que no le vieran bien la cara.

¡Oh, cielo santo, que es esto que veo! Hijo ¿Estas bien? — Dramatizó mientras se acercaba a uno de los guardias de la entrada —Veo en tu rostro un mal augurio ¡Oh, no puede ser! — Se acercó al otro guardia —¡Habéis sido tocados por la maldición de la odat-nevnieh laem!

Tocó las caras de ambos y a continuación sacó unos trozos de madera ,arrancados de a saber donde, que tenía escondidos en su manga —Estos tallos de madera son muy especiales, proceden de un cerezo bendecido por los Dragones ancestrales, cura cualquier maldición. El gran curandero Orih-yaug ha llegado para eliminar el mal de este lugar, con precios económicos — Mientras Hiro distraía de aquella peculiar forma a los guardias el Moguri aprovechó para colarse en el lugar de la forma más discreta que pudo encontrar y se dirigió a la tienda de Li gracias al olor que había analizado de las figuras de madera y a que seguramente su tienda destacaría más que las otras, aprovechando la oscuridad y los huecos entre tiendas para que no le vieran.

Cuando la encontró se introdujo por un lado, se fue al centro de la tienda y se sentó mientras dejaba caer las piezas del guerrero y el sincorazón, con la esperanza de que el General Li las viera.

Señor Li, siento interrumpirle — Respondió el perro —No se alarme, soy un espíritu protector enviado por los dragones ancestrales, la prueba son estas dos piezas robadas que he recuperado.

Fuera cual fuera la reacción del General era necesario que el Moguri le avisara cuanto antes —Las fuerzas del mal intentan atentar contra usted con forma de seres extraños, en este momento un ser de seis brazos podría estar dirigiéndose aquí para acabar con su vida gracias al poder de la espada mágica — Paró un momento y se acercó a una de los muchos tesoros con forma de Dragón que habían en la tienda —Los dragones ancestrales me han dicho que aun puede salvarse usted y sus soldados y ganar la guerra contra sus enemigos...

...Debe confiar en el erudito errante que mancilló su honor y en el héroe del pasado que fueron expulsados...


Sus caminos han sido entrelazados con el destino de este campamento, no deje todo en manos de la suerte

Permaneció sentado mientras observaba al general Li, confiando en que lo que le había dicho funcionara...
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)

Notapor Suzume Mizuno » Jue May 22, 2014 3:57 am

A nosotros nos expulsaron del campamento, no creo que Li quiera volver a hablar conmigo ni con el maestro —comentó Hiro y Ronin asintió con la cabeza. Fátima no pudo evitar preguntarse qué habrían hecho para provocar que el general los sacara a patadas del lugar…


Tenemos una situación complicada entre manos —terminó por decir Ronin. Fátima intentó no prestar atención a la conversación entre Hiro y su moguri para concentrarse en las palabras de Ronin. Entre tanto, no podía evitar lanzar miradas de extrañeza a Exuy. El chico estaba muy callado desde que había entrado—. Esta amenaza debe ser combatida de raíz. No me gusta lo que está sucediendo, y sinceramente, Saavedra nunca ha sido un aprendiz en el que confiara.

No pudo evitar fulminar con la mirada al Maestro.

«Qué fácil es decir esas cosas a posteriori. Ojalá nunca le hubiérais dado una Llave Espada. O habérsela quitado, si de verdad pensabas que no era alguien de confianza».

Fátima —cuando Ronin la llamó pegó un respingo—. , como dice Hiro nosotros tenemos las manos atadas: tú eres la única que puede entrar en el campamento. Deberás ir esta noche con ellos y vigilar que no suceda nada. Kousen, tú...

Fátima se quedó boquiabierta y trató de hablar, pero Hiro se le adelantó:

Maestro, un hombre con seis brazos.

¿Un qué?—farfulló Fátima.

¡No me digas que también tenemos que preocuparnos por esos cretinos de los Villanos Finales!

Al escuchar aquel nombre, las cejas de Fátima se arquearon. Recordaba aquel nombre de cuando conoció a Ragun… ¿No era el payaso loco parte de su grupo…?

Maestro, me parece que ha dicho que va al campamento. ¿Crees que es otro que va a cargarse a Li por el fracaso de Kefka?

Y sí, ahí estaba la respuesta. No pudo evitar estremecerse al pensar que pudieran matar a uno de los pocos hombres con sentido común en el ejército. ¿Qué sucedería entonces con las tropas?

No gano para disgustos

Ronin se llevó las manos a la cabeza y Fátima le contempló con los ojos abiertos de par en par. Desde luego, debía asumir que estaban en una situación realmente crítica porque nunca había visto a Ronin comportarse de esa manera. Entre tanto el moguri de Hiro gritaba algo y la estaba poniendo francamente nerviosa. ¿No podía estarse callado hasta que Ronin terminara de hablar?

MoguDer, haz el favor de callarte un momento. ¡No oigo!—refunfuñó Kousen entonces, de muy mal humor. Fátima se fijó en que no tenía muy buen aspecto y se preguntó si llegaría a comprender todo lo que estaba sucediendo.

Bien, cambio de planes. Que uno de vosotros venga conmigo a interrogar a Andrei: el otro, que intente descubrir qué está tramando el tipo ese de los seis brazos y si viene por parte de los Villanos Finales. ¡Anda, andando!—Ronin se incorporó, despidiendo resolución.

Eh, pero, un mo…

Voy con usted, Maestro. —se apresuró a ofrecerse Kousen—. Me gustaría informarle en la medida de lo posible sobre lo que haya pasado, además de averiguar qué trama Andrei.

Fátima se encogió en su asiento. Andrei. Ronin iba a encararse con él. Estando a su lado seguro que no le sucedería nada; como la última vez, que la ayudó cuando Andrei amenazó con matarla. Pero la sonrisa cruel del joven se apareció ante sus ojos y experimentó una violenta arcada.

¡No, no quería ni acercarse a él!

Buena suerte con la misión —levantó la mirada hacia Kousen—. Y mucho cuidado con ese tipo, es más fuerte de lo que aparenta.

G-gracias. Igualmente. ¡Pero, un momento…!

No me apetece volver a pelearme con el general Li —dijo entonces Hiro, que se volvió hacia ella para añadir—: Pero tampoco quiero involucrarme con el hombre pulpo, estoy cansado de los Villanos, ve tu a por ese tio, por favor.

¿Disculpa? —repitió, aturdida por el egoísmo de aquella petición. ¿Cómo que «estaba cansado de»? ¡A ella ya le habían encargado una misión muy clara! ¿Por qué tenía que hacer el trabajo de los demás? Pero Hiro no debió percatarse de su indignación, porque dejó un papel con unos números garrapateados en su superficie.

Ten cuidado, cualquier cosa puedes llamarme.

Fátima extendió los brazos a los lados en un gesto de exasperación. Cogió el papel y se lo guardó en un bolsillo, aunque sabía que no le serviría para nada porque no tenía móvil —un día debería comprar uno— y salió atropelladamente detrás de Ronin.

¿¡Y dónde demonios se ha metido Hikaru!?

¡Maestro, espera un segundo, por favor! —corrió hasta alcanzarlo y, si fue necesario, caminó a su lado siguiendo su ritmo—. Ha dicho que vaya con el ejército y vigile, pero, ¿eso significa que tengo que luchar con ellos si entran en batalla? —balbució. Sabía que podía parecer una idiota, pero tenía tan asumida la norma de no intervenir en el devenir de los mundos que necesitaba asegurarse de que… Si pasaba algo… Tenía permiso para huir… O la orden de quedarse—. ¿Y cómo le advierto si ocurre «algo»? ¿Qué hago entonces? —miró por encima de su hombro, hacia donde Hiro se había marchado—. Y Hiro me ha dado a entender que no va a buscar al Villano…

Odiaba sentirse tan impotente, pero no sabía qué tenía que hacer. Le daba un miedo atroz cometer un error. Le asustaba la perspectiva de marchar con un ejército, quizás hacia una trampa, puede que hacia una victoria. Pero, en cualquier caso, hacia una batalla. ¡Y sola! Porque casi con seguridad Hiro no podría acompañarla al interior del campamento…

¿No era demasiado para una sola persona?

Reprimió las ganas de gritar de frustración y escuchó la respuesta de Ronin, fuera cual fuese. Después asentiría, tragando saliva, y se encaminaría a buen paso hacia el campamento. Buscaría a Mulán, tenía que hablar con ella y… protegerla, si estaba en su mano. Además… ¿No había dicho el capitán que debía acudir con Mulán a su tienda por la noche? Quizás, al final, sí que pudiera averiguar algo útil...

Apretó el paso y echó a correr. ¡Debía darse prisa y encontrar a Mulán!
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)

Notapor Yuehito » Jue May 22, 2014 7:38 pm

Tal sensación de indiferencia que mi cuerpo tenía con la supuesta helada temperatura era extraña, e incluso sentía no tener cuerpo a pesar de estar conciente de mis acciones. Pues no había notado que el puente se había trizado al momento de poner pie sobre él y que estaba a punto de ceder su estabilidad.

Me quedé callado cuando los ojos de la portadora se quedaron fijados en mi presencia intersectando a una sensación de temor que emergió en aquel instante. Y en un pestañeo la oscuridad consumió la visión que parecía un plano con secuencias de imágenes.

En ese instante supe que el dominio de mi sueño ya no estaba a mi favor, y temí, dejando imposibilitado a reaccionar a la desorientación. Esta se acentuó cuando bajo mis pies vi que el puente ya no tenía fuerzas para sostener mi peso diciendo: “Aquí llegó tu fin

Entonces ya no supe qué hacer, quise saltar pero no fue suficiente. El suelo parecía un abismo eterno y tuve el deseo de tener alas para poder salvarme pero mi insignificante peso cobraba relevancia porque como nunca antes me había sentido tan denso, tan pesado, tan imposibilitado.

Que alguien me ayude


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Cerré mis ojos y todo parecía silencioso, no había dolor, no había cosa siniestra que temer. Solo sentía como mi cuerpo era envuelto en algo duro y helado como hielo. Pero no quise dar apertura a mis párpados porque temía a ver cosas del inframundo.

¿Cómo lo haces, Caballero?

Su voz, ya me era tan reconocible que supe quien estaba a mi lado. Ahí comprendí que ya no había caído y mirando a mi entorno recobré el sentido para darme cuenta que le debía mi vida ahora a Shiva.

Dejándome en la nieve más cercana miré feliz de que ella no estaba herida, y no estaba congelada. Desnuda, en la orilla de la montaña, me puse de pie para responder a la rara pregunta:

Me alegra que estés bien…

Un momento… esto no es un sueño… pero al frio —pensé

E-eh… ¿D-dónde estamos?

Logré recordar al instante mi situación. De el dragón, el lobo y las maravillas de la magia que podía recordar. La chica de coletas, el joven maestro, los guerreros, los hunos, soldados y la misión. La orden, Xiang, el tesoro y la sentenciada bruja Shiva, a quien había decidido ayudar.

Nadie ha llegado hasta aquí nunca. Todos caen en el pasado, en mis múltiples recuerdos, y viajan más allá de donde yo puedo intentando marcar una diferencia.

Quedé mirando los portales un tanto confuso y sin pensar dije:

Vine a… a-yu...

Mas nadie me ha liberado. Y tú has logrado sorprenderme aquí, en mi lugar más íntimo.

¿Tu lugar íntimo? —Quedé observando perplejo el cómo transformó un trozo de nieve en una hermosa rosa en sus delicadas manos blancas.

Sonreí.

¿Acaso vienes a matarme, Caballero?

Entristecí. Luego de ver como aquella expresión había estallado en sus manos me acerqué a ella un tanto apenado.
Tomando los trozos del suelo, intentando rearmar aquella hermosa forma, la miré asomando unas tibias lágrimas que hacían brillar mis ojos.

¡Qué es lo que dice! No he venido aquí con intenciones de matar a nadie… vine a-a… a ayudarte. Como no se da cuenta.

Parecía enojada, más peligrosa que antes. Pero sabía que en el fondo de mí confiaba en que alguna vez podría ser la ayuda y no el salvado.
Abrazando los pequeños trozos solo tuve el deseo de tomar las agallas y de saber qué hacer en ese momento. Ya que no tenía la mas minima idea de lo que podría hacer.

Entonces me puse de pie y le dije:

Si te logro liberar ya no estarás nunca más sola… no más prisionera de tus hermosas acciones —dije triste mirando a la flor rota en mis manos

>>¿Qué debo hacer?
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)

Notapor James Bond » Jue May 22, 2014 7:52 pm

Decidí de seguir a Daisuke hasta el campamento, la jugosa recompensa de cincuenta mil platines era muy tentadora... y aquella vez, era toda para mí. No tendría que compartirla con nadie. Cuando le alcancé, me tomó de la muñeca, arrastrándome a un callejón. Endiku, el chucho sincorazón que nos había estado dando problemas antes, parecía ahora estar más tranquilo, cosa que me dejó desconcertado, pero aún así, no debía de bajar la guardia.

Daisuke estaba observando a través de unos prismáticos el campamento. Normalmente, y que yo supiera, eso se solía hacer para investigar la cantidad de guardias, o sus movimientos.

Bien Daisuke, ¿qué hay que hacer para conseguir esos 50000 platines?
¡Es fácil!— Rió el hombre, si es que podía considerarle así, mientras me ofrecía los prismáticos—. Verás, mis jefazos quieren un tesoro que hay ahí dentro. Nos colocamos, lo tomamos prestado y salimos por patas antes de que nos intenten cortar la cabeza. Solo necesitamos un plan...

Reí por lo bajo. Me había hecho mucha gracia lo de "tomamos prestado". Una bonita forma de decir "vamos a robarlo". Me puse a vigilar a los guardias con los prismáticos, pero no veía para nada claro como podíamos meternos ahí.

Daisuke, creo que...
Tú eres pequeño. Yo ya estoy hecho un machote y llamo más la atención. ¡Venga! Te lanzo con todas mis fuerzas al interior del campamento y buscas el tesoro. ¿Te hace?
Eeeh... Un par de preguntas. Una, ¿qué es exáctamente lo que buscamos esta vez? Dos, ¿sabes exáctamente dónde está ubicado el objeto u objetos que busquemos?

En el caso de que Daisuke me respondiera a esas preguntas, o al menos a qué era lo que buscábamos, aceptaría y dejaría que me lanzara. En caso contrario, no me movería del sitio hasta obtener una respuesta.
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Ronda #3 - Se acerca el invierno (II)

Notapor Soul Artist » Dom May 25, 2014 4:29 pm

Kousen

Kousen fue quien decidió acompañar al Maestro a hacer una amigable visita al bueno de Saavedra. Fátima, pese a las órdenes dadas, se apresuró para alcanzar a Ronin y el aprendiz: tenía muchas dudas que resolver.

¡Maestro, espera un segundo, por favor!

Ronin bajó el ritmo de sus pasos para permitir que la muchacha llegara hasta él, aunque no se detuvo ni le dedicó una mirada directa: estaba concentrado en encontrar el camino a la base de los Caballeros. Cada segundo allí era importante.

Ha dicho que vaya con el ejército y vigile, pero, ¿eso significa que tengo que luchar con ellos si entran en batalla?

Si Andrei ha dado esas armas a los hunos no tenemos mucha más opción que ofrecer nuestro apoyo, Fátima —contestó con algo de pesar Ronin, aunque sus palabras estaban llenas de firmeza: era un claro sí—. Ya sucedió algo parecido aquí mismo hace veinte años con la bruja de hielo. Una compañera y yo tuvimos que entrar en la guerra.

Aquella historia no era desconocida para Fátima, aunque quizás sí para Kousen. En el ejército chino no se tenía una gran estima hacia Ronin pues, a pesar de haber sido un importante aliado durante la última guerra contra los hunos, había desertado en el momento más importante de esta. Quizás ahora entendiese más sus motivaciones para su entrada, y tampoco era muy complicado imaginar las condiciones de su salida.

Ellos eran Caballeros. ¿Acabarían en la misma situación que él? ¿Tendrían que entrar en guerras y salir de ellas, ganando enemigos y perdiendo incontables amigos?

¿Y cómo le advierto si ocurre «algo»? ¿Qué hago entonces? Y Hiro me ha dado a entender que no va a buscar al Villano…

Ronin se detuvo al escuchar la última parte. Bajó la cabeza y gruñó por lo bajo, obviamente molesto con la parte referente a Hiro. Sin embargo, tras unos segundos de furia interna, volvió a levantar la mirada con una amplísima sonrisa en la cara.

¡Si Hiro no quiere ir a por Gilgamesh, qué se le va a hacer! —una carcajada gigantesca sorprendió a Fátima, Kousen y Exuy, como si no hubiese malas noticias en todo aquello—. Si tienes que comunicarte conmigo, toma esto. Actívalo y aléjate lo más rápido que puedas de ello, ¿vale?

Ronin entregó a la muchacha una pequeña bola metálica con un botón esférico del tamaño de su pulgar. La utilidad del objeto era un misterio, y el Maestro no iba a contestar sobre qué hacía, pues se volvió a alejar hacia la base de los Caballeros tras revolverle el pelo a Fátima. La chica volvió al campamento apresurada, con sus nuevas órdenes en mente.

En lo que quedó del camino, Kousen habló de lobos blancos y una espada asesina de dragones, la espada de Loto. Llegaron hasta la puerta de la base, donde Ronin negó conocer nada sobre lo segundo, pero lo primero captó su atención de forma inmediata:

Esos lobos no son lo que parece. Son sirvientes de Shiva, una especie que la misma bruja creó como ejército personal: se ocultan en la oscuridad y han sido equivocados con monstruos por los chinos. Pueden parecer amistosos, pero la palabra de su dueña la toman como el sermón de la semana por parte de pueblerinos.

Ronin echó a reír a lo alto por su propio chiste mientras se agachaba a la puerta y observaba la cerradura, afirmando con la cabeza. Invocó su propia Llave Espada y la dirigió hacia ella.

Por cierto, ¿Tiene alguna idea de qué trama Andrei en este mundo? Conociéndole, no puede estar aquí por casualidad.

La verdad, me gustaría saberlo con certeza —afirmó con algo de amargura el Maestro—. Fátima y Hiro me han dado a entender que está aliado con los hunos, y lo que sí que sé es que está buscando el poder de Shiva, la bruja que visteis. Hay que detenerle antes de que haga una locura.

Un pequeño haz de luz salió de la punta del arma de Ronin e impactó sobre el ojo de la cerradura, abriendo la puerta lentamente frente a ellos. El Maestro hizo desaparecer la Llave Espada y guiñó un ojo a Kousen y Exuy, sonriente.

Chico, tú quédate aquí fuera vigilando —ordenó el pirata a Exuy, el cual asintió lentamente con la cabeza—. Kousen, ven conmigo. ¿Has jugado alguna vez a poli bueno, poli malo?

Sin más dilación, el Maestro dio una potente patada a la puerta, abriéndola de par en par. Se lanzó al interior de la casa seguido por Kousen e hizo una señal al chico para que la cerrara tras él, dejándoles en la intimidad una vez más.

No era un lugar muy grande, pero parecía cómodo. Había un armario a mano izquierda, una pequeña estantería con varios libros de época, una chimenea con una cazuela hirviendo frente a ellos y una cama deshecha a la derecha, junto a la ventana. Y ni una pista de dónde podía estar Andrei.

Buenas, viejos amigos.

La voz del gitano resonó en toda la casa, poniendo en alerta a los intrusos. Estaba allí, en alguna parte. El Maestro se dirigió a la cama y miró debajo de ella, esperando encontrarle tontamente oculto allí: pero ni rastro.

¿Cómo puedo hacer vuestra visita más agradable?

Un pitido llamó la atención de Kousen. No era demasiado fuerte, pero sí molesto. Sonaba intermitentemente, y por alguna razón ganaba velocidad a cada segundo que pasaba. Cada vez más y más rápido. Ronin, sin embargo, parecía no oírlo: se acercó a los libros de la estantería y los hojeó, extrañado por lo que tenía ante él

Kousen, mira esto. Son todos del templo.

Quizás pueda hacer un poco más emocionante vuestra visita...

La voz de Andrei era difícil adivinar de dónde venía, pero el pitido era otra historia: procedía del interior de la cazuela de la chimenea. Su velocidad parecía intentar avisar de algo, pero era difícil decirlo. Y si Kousen se paraba a pensarlo, no tenía mucho sentido que el fuego siguiese encendido.

Estaba a punto de pasar algo.

* * *

Hikaru

El muchacho estaba dispuesto a aceptar la propuesta de Daisuke de enviarlo por los aires hacia el interior del campamento, pero no sin recibir algunas respuestas por parte del gigante:

Eeeh... Un par de preguntas. Una, ¿qué es exáctamente lo que buscamos esta vez? Dos, ¿sabes exáctamente dónde está ubicado el objeto u objetos que busquemos?

Sé que no me vas a creer, pero ¡no tengo ni idea! —y por alguna razón, mirándole de arriba a abajo se hacía fácil creerle con aquellas pintas y su inocencia constante y casi ridícula—. Sólo sé que es un tesoro y que, um... Está relacionado con el hielo. ¿Puede ser un helado? No veo a Gabranth comiendo un Cornetto, la verdad...

Unos pasos a lo lejos llamaron la atención del gigantón. Daisuke se puso nervioso y agarró con firmeza a Hikaru, dirigiéndose hacia el campamento. Sin previo aviso, lanzó al muchacho a su interior volando como un pájaro libre: no duró mucho.

El chico aterrizó en el frío y duro suelo, dolorido y probablemente con alguna costilla rota. Y sin embargo, lo peor no había comenzado: una flecha pasó por encima de su cabeza, siseante y casi dejándole un agujero permanente en su frente. Cuando abrió los ojos, descubrió con horror a tres soldados con arco que le miraban con más sorpresa que él.

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De entre todos los lugares posibles, había ido a parar a la zona de entrenamiento. Concretamente, estaba entre dos muñecos de pruebas de arco.

¡Recuerda ser sigiloso! —gritó Daisuke al otro lado del muro.

Las opciones de Hikaru no eran muy numerosas. Ellos tenían los arcos y él, a las malas, una Llave Espada; pero estaban tan sorprendidos de que alguien hubiese llovido del cielo en pleno entrenamiento que, al menos durante unos segundos, no supieron cómo reaccionar. Podía enfrentarse a ellos, intentar dejarles noqueados antes de que llamaran a la guardia; o salir corriendo en dirección a las tiendas de campaña e intentar darles esquinazo metiéndose en alguna cualquiera. Claro que en cuanto le volviesen a ver sabrían que era él...

Y era destacable que ni siquiera vestía con la ropa del ejército.

* * *

Hiro

Cuando el híbrido y su fiel mascota llegaron a la entrada del campamento vieron la figura de un hombre gigantesco dándose a la fuga hacia el interior de uno de los edificios. Sin embargo, al estar de espaldas y al concentrarse más en su plan, no lograron ni identificarle ni saber hacia dónde se dirigía: no podrían seguirle ya.

El plan se puso en marcha. MoguDer cambió su aspecto a uno más desconocido y amigable para los habitantes de aquel mundo, y Hiro hizo algunos cambios estéticos para que los mismos guardias que antes le habían visto no le reconocieran. El muchacho se acercó a ellos, intentando simular a un anciano:

¡Oh, cielo santo, que es esto que veo! Hijo, ¿estás bien?

¿Por qué se ha manchado de barro la cara, señ...?

Veo en tu rostro un mal augurio. ¡Oh, no puede ser! ¡Habéis sido tocados por la maldición de la odat-nevnieh laem!

El guardia se quedó sin palabras ante el comportamiento del muchacho, entrecerrando los ojos y mirándole con extrañeza. Intentó apartarse de él, pero para su desgracia, el falso anciano no había terminado con él:

Estos tallos de madera son muy especiales, proceden de un cerezo bendecido por los Dragones ancestrales, cura cualquier maldición. El gran curandero Orih-yaug ha llegado para eliminar el mal de este lugar, con precios económicos.

¡Déjeme en paz, viejo!

El guardia golpeó a Hiro sin ningún tipo de reparo y lo tiró al suelo, cayéndosele el sombrero. MoguDer aprovechó para entrar al campamento. Desgraciadamente, su dueño no tuvo tanta suerte como su mascota: el guardia reconoció de inmediato al muchacho sin el sombrero, y más con aquellos ropajes.

¡Espera! ¡Eres el tipo al que echamos!

MoguDer no tuvo más remedio que abandonarle a su suerte. Avanzó hasta la tienda de campaña del General Li y nada más llegar comenzó a relatar un gran discuso, pero para su desgracia, descubrió que allí no estaba él.

Era un pequeño agujero en su plan con el que tendría que remediar.

* * *

Fátima

¡Dale fuerte! ¡Dale!

La escena con la que se encontró Fátima al llegar a las puertas del camento era un tanto extraña, y cuanto menos inesperada. Los dos guardias que solían proteger el acceso se habían alejado de su puesto y estaban golpeando con patadas en el suelo a un señor con barro en la cara al que no pudo reconocer bien. No pudo ni pensar en ayudarle, pues cuando terminaron de desahogarse con él volvieron a sus puestos y dejaron al muchacho tirado allí: fue entonces cuando pudo reconocerle como un dolorido Hiro, sin rastro alguno de MoguDer cerca.

¡Daliao!

Ping llegó desde el interior del campamento, pasando junto a los dos guardias para saludar a la joven. Se veía al soldado sorprendido del regreso de su amigo, pero no disgustado: al menos no estaba enfadado por el engaño de su amiga.

El soldado dirigió su mirada hacia Hiro y se llevó la mano a la boca, horrorizado. Le ayudó a levantarse del suelo y junto con Fátima lo llevó hasta un callejón, lejos de los matones que le habían provocado aquello.

¿No es amigo tuyo? Le recuerdo de aquel día hace un año, con lo del payaso —preguntó Ping a Fátima, apartándose de él y dirigiéndose a su amiga. Aparte, sin que el chico les oyera, le susurró:—. Oye... ¿Cómo ha acabado lo del Maestro? ¿Ya no es un peligro...?

Ping esperó a una respuesta por parte de Fátima y afirmó con la cabeza. Después, miró al cielo y vio que se había vuelto de un color especialmente anaranjado: se les acababa el tiempo.

Pronto el sol se va a poner. El capitán quiere que estemos con él ya mismo —apuntó en alto, dirigiéndose de nuevo hacia el pobre y malherido Hiro—. ¿Qué hacemos con tu amigo?

Dejarle allí tirado parecía cruel, pero era cierto que debían acudir raudos junto a Shang para comenzar la operación que había planeado contra los hunos. Para Fátima quizás no significase mucho, pero para Ping era algo que llevaba mucho tiempo esperando.

La respusta de qué hacer estaba en aquellos dos Caballeros de la Llave Espada

* * *

Exuy

¡Qué es lo que dice! No he venido aquí con intenciones de matar a nadie… vine a-a… a ayudarte. Cómo no se da cuenta.

Shiva miró con sorpresa a Exuy. Aunque se mantuviera algo incrédula, aquellas palabras no las había dejado de repetir desde que se habían conocido. La bruja se vio obligada a preguntar:

¿Por qué? ¿Es que buscas la fuente de mi poder? ¿O quieres mi fortuna, mi tesoro oculto en lo más profundo de la cueva?

Si te logro liberar ya no estarás nunca más sola… no más prisionera de tus hermosas acciones.

La sorpresa se Shiva fue mayúscula. La mujer se llevó una mano al pecho y apartó la mirada, incapaz de aceptar aquellas buenas intenciones. Ayudarla a ella, que le había atacado no una sino dos veces. ¿Era estúpido? ¿Inocente?

¿Qué debo hacer?

Está bien. Confiaré en ti.

Una nueva imagen se apareció tras la bruja, en la inmensa oscuridad. Podía ver en ella una imagen extraña: a Ronin y Kousen entrando en una casa, mientras alguien se quedaba fuera. Alguien como... ¿Él?

Te devolveré el control de tu cuerpo... Si me traes lo que necesito —sobre la mano de la bruja apareció una pequeña estatua de un hombre alto, mayor y bien musculoso—. Un tesoro custodiado por un hombre, Li. Es lo único que necesito para ser libre.

Un puente de hielo apareció hasta aquella imagen. La misión parecía sumamente sencilla, sólo debía recuperar aquel tesoro del hombre de la estatuilla que le había mostrado Shiva. Parecía simple, quitando el hecho de que la propia bruja tenía control sobre su cuerpo: si le fallaba, volvería a poseerle y caería en aquel pozo de infinita oscuridad una vez más.

Eso, y... La muerte de Ronin.

O quizás no fuera tan sencillo.

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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)

Notapor Suzume Mizuno » Mar May 27, 2014 1:15 am

Si Andrei ha dado esas armas a los hunos no tenemos mucha más opción que ofrecer nuestro apoyo, Fátima —respondió Ronin, sin dejar de caminar. Ella tragó saliva y el pulso se le aceleró al comprender—. Ya sucedió algo parecido aquí mismo hace veinte años con la bruja de hielo. Una compañera y yo tuvimos que entrar en la guerra.

Sabía que Ronin había luchado junto al general Li, y que este no dejaba de reprocharle que les hubiera abandonado en plena guerra. Intercambió una mirada de angustia con Kousen. ¿Eso era lo que le estaba pidiendo Ronin? ¿Qué se inmiscuyera en una guera pero que si le decía que se fuera, abandonara a Mulán?

Entonces el Maestro se detuvo al escuchar lo de Hiro y refunfuñó con irritación. Fátima se humedeció los labios, deseando estar en cualquier parte menos delante de Ronin, teniendo que transmitirle malas noticias. Entonces, para su sorpresa, el hombre esbozó una radiante sonrisa.

¡Si Hiro no quiere ir a por Gilgamesh, qué se le va a hacer! —y rompió a reír estruendosamente, como solía hacer siempre, pero después de haber visto sus reacciones iniciales, a Fátima se le antojó una reacción muy falsa—. Si tienes que comunicarte conmigo, toma esto. Actívalo y aléjate lo más rápido que puedas de ello, ¿vale?

Extendió una mano para recoger una esfera de metal con un gran botón. Lo observó con el ceño fruncido.

¿Cómo que me aleje…? —farfulló.

En vez de contestar, Ronin le puso una manaza en la cabeza y le revolvió el pelo. Después reemprendió la marcha y se dirigió hacia la cabaña donde aguardaba Andrei. Fátima le dio la espalda sin dejar de mirar el extraño objeto que le había entregado. No entendía eso de que para comunicarse se alejara lo más rápido que pudiera de esa esferita. Se detuvo un segundo, percibiendo cómo un sudor frío le resbalaba por la columna, y contempló con horror el aparatito.

«No será una…», se volvió en dirección a Ronin y Kousen, pero ya estaban muy lejos.
No, era una estupidez. Aun así, cuando se guardó la bola en el uniforme, procuró ponerla de tal forma que ningún movimiento brusco presionara el botón por error.

****


¡Dale fuerte! ¡Dale!

Frenó su carrera al llegar a las puertas del campamento y se detuvo al ver que unos guardias estaban dando una paliza a un hombre. Su primer impulso fue, furiosa, salirles al paso y gritarles que se detuvieran. Pero se contuvo en el último momento y se miró el uniforme. Se suponía que era un recluta más y lo último que debía hacer era llamar la atención sobre sí misma. Y menos si, demonios, iba a quedarse sola en el maldito campamento. Sola para pelear junto al ejército, a la espera de ver qué había planeado Andrei.

Se mordió los labios y apartó lentamente la cabeza, tratando de ignorar la escena que se desarrollaba ante ella. Se daba asco a sí misma.

De pronto, los guardias parecieron cansarse de patear a su pobre víctima y al regresar a sus puestos, Fátima dirigió una mirada de soslayo al hombre, diciéndose que echarle una mano tampoco iba a matarla…

¿Hiro?—balbució al reconocer la cara del joven.

Iba a echar a correr hacia él cuando escuchó la voz de Mulán.

¡Daliao!

Mulán corrió hacia ella y Fátima la esperó, incómoda, examinando de reojo su expresión. Para su alivio, no parecía enfadada. Sólo sorprendida por verla. Sin embargo, no tuvieron tiempo para saludarse porque entonces Mulán también vio a Hiro. Echando una ojeada a los guardias, Fátima susurró:

¿Me ayudas a cargarlo?

Entre las dos lo pusieron de pie y, pasándose uno de sus brazos por los hombros, lo arrastraron lejos de la entrada del campamento. En cuanto encontraron un callejón donde nadie podía molestarles, Fátima le ayudó a apoyarse contra la pared y susurró:

¿Qué te ha pasado?

¿No es amigo tuyo? Le recuerdo de aquel día hace un año, con lo del payaso —le preguntó entre tanto Mulán.

Sí, es mi compañero. Hemos venido varios con el Maestro.

Viendo que Mulán quería hablar con ella, se incorporó y se alejó unos pasos de Hiro haciéndole un gesto para que aguardara.

Oye... ¿Cómo ha acabado lo del Maestro? ¿Ya no es un peligro...?

«Ojalá no lo fuera», masculló para sus adentros.

Meditó rápidamente qué debía hacer. No podía contarle toda la verdad a Mulán, pero tampoco quería mentirle otra vez. Además, sabía que necesitaba a Mulán. Era su única aliada en todo el campamento. Sin ella, no podría hacer nada. Y, joder, si Ronin le había dicho que rompiera una de las máximas leyes de la Orden, entonces también podía intentar que el ejército no acabara camino a un desastre…

Si es que podían evitarlo, claro, que lo dudaba.

Sigue siéndolo —respondió al final—. Mi Maestro ha ido a hablar con él. Ping, esto es muy grave, no podemos fiarnos de nada de lo que haga. Después te lo explicaré con más detalle, ¿de acuerdo?.

Ping asintió y comprobó la hora mirando al cielo. Fátima siguió su mirada y se sorprendió al encontrarse con el tono anaranjado del atardecer. ¿Tan poco tiempo había transcurrido? Tenía la impresión de que llevara en China semanas…

Pronto el sol se va a poner. El capitán quiere que estemos con él ya mismo. ¿Qué hacemos con tu amigo?

Él no puede entrar en el campamento, lo han expulsado , de modo que no puede venir con nosotras. —razonó Fátima—. Ping, adelántate un momento, ahora te sigo.

Se aproximó a Hiro y se agachó a su lado:

Tengo que irme. ¿Estarás bien por tu cuenta? —si Hiro le daba a entender que se encontraba muy mal, ejercería un Cura sobre él. Si no, se limitaría a darle una suave palmada en el hombro e incorporarse—. Lo siento, me están esperando. Mucha suerte.

Y se apresuró a ir tras Mulán. Una vez llegó a su lado, esperó a atravesar la entrada y comprobó que no había nadie cerca que podía escucharles. Entonces susurró, inclinándose ligeramente hacia ella:

Ping, escúchame atentamente: Andrei es muy peligroso y planea algo grave. Se ha esforzado por ganarse vuestra confianza hasta el punto de que contrató a un asesino para que atentara contra la vida del general Li. Así, luego pudo capturar al agresor con sus propias manos: porque sabía quién era y cuándo iba a actuar. Piénsalo, ¿no te resulta sospechoso? ¿Por qué iba a espiarte Andrei? Si no escondiera nada, ¿por qué…?—miró atentamente a Mulán—. ¿Andrei va a ir al frente con vosotros? —rezaba porque no fuera así. ¡No tendría sentido que acudiera en persona a una trampa! Aguardó un momento a que Mulán respondiera y dijo con ansiedad—: Sé que todo esto parece una locura y no tengo pruebas para demostrar nada, excepto la palabra de mi Maestro, que aquí no parece valer nada, pero te suplico que confíes en mí. O al menos que me des un voto de confianza —respiró hondo y aguardó un momento para escuchar la respuesta de Mulán, rogándole con los ojos que la creyera. Sabía que la estaba poniendo en un gran compromiso—. No te pido que le digas al capitán que desconfíe de Andrei sin más, porque no te va a creer —y, además, en seguida sospecharía de Fátima—. Pero sí te pido que no te fíes, que estés atenta y que te preguntes si no habrá gato encerrado si la situación es demasiado favorable para el ejército [color]—tragó saliva—. [color=#BF00BF]No te estaría insistiendo tanto si no tuviera miedo, Ping. Te juro que soy la pri... el primero que espera que no pase nada malo.

Todo aquello le daba muchísimo miedo. Nunca pensó que terminaría por intervenir en una guerra.¿Y si no conseguía cumplir con las órdenes de Ronin? ¿Y si al final Andrei no hacía nada? O, peor aún, ¿y si terminaba por hacer algo y ella no podía evitarlo?

Cuanto más lo pensaba, más comprendía que no estaba en su mano hacer nada: no podía ir gritando que no confiaran en Andrei, ni tampoco arriesgarse a enfurecer al capitán y que la expulsara del campamento. Es decir, sólo podía esperar… Y mirar. Pero al menos esperaba que Mulán la creyera. Quizás, si estaban atentas y descubrían algo sospechoso, fuera lo que fuese, podrían intentar hacer algo. Sólo quizás.

Apretó los labios y experimentó un imperioso deseo de regresar a su hogar de Atlántica, esconderse bajo las sábanas de la cama que compartía con sus hermanos y olvidarse de todo.

Pero no podía hacerlo. Quedaba una reunión a la que acudir, si Mulán le permitía ir. Cogió del brazo a su amiga y le dijo:

Pero una cosa la tengo muy clara: pase lo que pase, estoy de tu lado—le aseguró y trató de sonreír.
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Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)

Notapor RedXIII » Jue May 29, 2014 5:40 am

El plan de Hiro iba bien salvo un pequeño detalle, el soldado empujó al desprevenido aprendiz y cayó al suelo, mostrando su larga melena rojiza y

su cara, había sido descubierto completamente.

¡Espera! ¡Eres el tipo al que echamos!

Por suerte aquello captó suficiente la atención del vigilante y permitió que se colara su compañero, el plan había funcionado, aunque comportara

ciertos cambios inesperados...

* * *


¡Dale fuerte! ¡Dale!

Patadas, golpes y contundentes coces impactaban sobre el indefenso híbrido, que no se veía capaz de defenderse ante ellos, aunque ganas no le

faltaban. Cada golpe era un moratón más en su torturado cuerpo, afortunadamente se cansaron pronto de el.

Fatigado y contusionado no se veía capaz de moverse del lugar, no había recibido mucho daño pero tampoco había sido un paseo de rosas.

¡Daliao! — Una familiar pero a la vez desconocida voz gritó cerca de donde estaba. De golpe y sin previo aviso se

elevó y quedó en pie, forzándolo a llegar hasta un callejón en el cual no parecía haber nadie y apoyándolo contra la fría y húmeda pared.

Tengo... amuletos de tela... si lo preferís.

¿Qué te ha pasado? — Otra voz familiar se unió a la conversación.

¿No es amigo tuyo? Le recuerdo de aquel día hace un año, con lo del payaso.

Sí, es mi compañero. Hemos venido varios con el Maestro.

Planes y sombreros, mala combinación.

Pudo reconocer a Fátima cuando despejó su cabeza, haciendo gestos, tal vez quería intimidad para hablar.

Pronto el sol se va a poner. El capitán quiere que estemos con él ya mismo ¿Qué hacemos con tu amigo?

Él no puede entrar en el campamento, lo han expulsado , de modo que no puede venir con nosotras. Ping, adelántate un momento, ahora te sigo

Tengo que irme. ¿Estarás bien por tu cuenta? — Se aproximó a Hiro mientras parecía tener la intención de usar un hechizo, el aprendiz negó con la cabeza, no necesitaba aquellas atenciones, solo había sido una pequeña pelea de bar, entre dos soldados, que le pegaban de forma indiscriminada, sin protegerse, ni moverse...—. Lo siento, me están esperando. Mucha suerte.

¡Oye, si ves a un perro dentro dale recuerdos de mi parte! — Gritó el aprendiz mientras veía marchar a su compañera.

Bueno, manos a la obra — Se levantó, un poco fatigado, haciendo fuerza con las manos pegadas a la pared e hizo un breve análisis del lugar, dando un pequeño merodeo por los alrededores, debía encontrar un punto alto para poder vigilar, cualquier movimiento en el campamento era crucial, pero se acercaba un problema por el horizonte, la oscuridad.

Sacó su móvil e hizo una llamada a su Moguri mientras intentaba escalar cualquier cosa que fuera medianamente alta y le permitiera algún tipo de visión, tal vez un árbol, ruinas, el techo de una casa, lo que estuviera más cerca, disponía de sus dos sables y doble salto para poder escalar.

¿Que te ha dicho el General? — En la cima de donde estuviera o en el suelo más frío, apoyaría su trasero y contemplaría con un cigarrillo el pasar de la tarde a la noche, era tan bello y a la vez tan extraño...


* * *
MoguDer


Había logrado su objetivo, consiguió llegar a la tienda del General e incluso consiguió hablar sin problemas, desgraciadamente el valeroso perro Moguri había olvidado un pequeño detalle, comprobar que hubiera alguien en la tienda.

No me jodas, y yo aquí hablando con las estatuas — Lo primero que hizo fue intentar usar su comunicador, desgraciadamente era algo difícil con aquellas patas, teniendo en cuenta que era táctil —¡Joder, putos trastos!.

Dejó el móvil junto a las piezas que el aprendiz había confiado a su compañero mientras exploraba de una forma más detenida el lugar, en busca de cualquier pista que le indicara donde estaba el General.

Mientras olisqueaba el lugar una extraña melodía empezó a sonar, unos cánticos extraños que no se entendían procedían del centro de la sala, era el tono de llamada de su móvil, raudo se apegó a el y con su pata dio un golpe en la pantalla.

¿Que te ha dicho el General? — Sonó.

Bueno, tengo una buena y una mala noticia — Contestó algo alterado MoguDer, no sabía como explicarle aquella metedura de pata.

¿Te van a hacer con patatas para cenar?

Suena tentador para ellos, pero no — Dijo con tono sarcástico —El general Li no esta.

Vaya hombre, si lo llego a saber... — Calló para no disgustar a su Mascota —Bueno, mira, cambio de planes, vete con Fátima, acaba de entrar en el campamento, no creo que te cueste encontrarla, tienes una inmensa nariz, supongo que recordarás su olor.

Supongo — Dijo algo inseguro.

Bueno pues si te necesito te llamo, hasta luego.

La llamada se cortó y el móvil se bloqueó automáticamente, MoguDer hizo uso de sus dientes y con cuidado trasladó el móvil a su pulsera, que le servía para guardar ciertos objetos. Cogió con la boca la pieza del soldado y el sincorazón y salió con mucha precaución de la tienda, buscando con el olfato y la vista a Fátima intentando no ser visto por nadie, era una difícil misión y en caso de que le vieran se dedicaría a correr para poder esconderse o en casos extremos hasta encontrar a Fátima.

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El móvil de Hiro es un manos libres prácticamente, así que no le impide escalar cosas mientras habla, el de MoguDer es táctil, así que lo que le cuesta es darle con precisión, pero en un principio funciona.

Lo de la pulsera es para meter en algún sitio sus objetos, no se, es un poco raro que se lo saque de la nada, había pensado del pelo pero no se como quedaría sacarse un móvil del pelo.
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Awards chupis:

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No hagas click aquí, despertarás a la conejita.

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