Re: [Tierra de Dragones] Se acerca el invierno (II)
Publicado: Vie Jul 25, 2014 10:56 pm
La estrategia funcionó mas o menos bien. El piro bastó para distraer lo suficiente al gigante y conseguir colocarme en posición para hacerle cosquillas, convirtiéndole en un blanco perfecto para los ataques de Hiro.
—¡No puedo más!— Exclamó el hombre, hiperventilando.
La actuación que siguió a aquello parecía más salida de un show de comedia que de una escena dramática, si eso es lo que el maquillado tipo esperaba conseguir. Con un tono de voz exageradamente melodramático, exclamó:
—¡Ay, me duele todo! ¡Decidle a mi abuelita que la quiero! ¡Y a Bartz, que siento no poder volver a luchar con él! ¡Nada deseaba más en este multiverso!
Aquello no había quien se lo tragase, pero la situación había sido tan desconcertante que se las arregló para distraernos el tiempo suficiente.
—¡Que os lo habéis creído! — exclamó de repente.
Un par de brillos surgieron ante el cuerpo del hombre, aparentemente dos barreras. Si eran las que conocíamos, había logrado escudarse tanto contra magia como contra ataques físicos.
—Vamos, no fastidies...— suspiré, molesto por la situación.
—. ¡Habéis caído en la clásica trampa del falso llanto! ¡Mientras sentíais pena, he reforzado mis defensas para vencer en esta batalla!
—Esto va para largo...
Resignado a la batalla, no me quedó más remedio que consumir otro objeto, un Éter. Al menos así, lograría reestablecer mi Poder Mágico.
Empezaba a impacientarme cada vez más. La tensión de la batalla ya era bastante, pero sabiendo que teníamos que arreglar aquello rápido y salir de allí solo lo hacía peor. Lo único que tenía en mente era quitar a Gilgamesh de enmedio y acudir para ayudar a Rebecca, Ronin y al resto de los soldados. A este paso, iba a acabar cometiendo un error a la hora de enfrentar a Gilgamesh.
—¡Vamos, Enkidu! ¡Démosles una...! ¿Eh? ¿¡Pero tú quién eres!?
Extrañado por la reacción de Gilgamesh y esperando que fuese una trampa para distraernos, me limité a mirar de reojo sin bajar la guardia. Cuando distinguí la silueta de un intruso y le reconocí, se me cayó el alma al suelo.
La barrera se había roto como si fuese de mantequilla, exactamente igual que había pasado con la de Rebecca. Y el mismo culpable se hallaba de pie en mitad de aquel sitio. Sentí un frío glacial al mirar de nuevo a aquel hombre, especialmente sabiendo que su presencia allí solo podía significar una cosa.
—Shan Yu...
—¡M-maldición!
El ambiente de seriedad volvió a quedar irrumpido por los delirios de Gilgamesh, emperrado en su afán de una gran batalla. ¿En qué mundo vivía este tío?
—¡No puedes entrar en mitad de una pelea en nuestro campo! ¡Va en contra de las normas! — exclamó, arrojando un libro al huno.
Este no prestó atención alguna al arlequín de seis brazos. Lo único en su punto de mira era el General Li, y desprendía un aura asesina que ponía los pelos de punta.
—¿Qué archidiablos...? ¡Vosotros!¡Esta es mi batalla! ¡Mi momento de gloria! ¿¡Qué pinta ese en MI batalla!?
—¡Olvídate de tu condenada batalla!— grité, hartísimo de payasadas—. En el mismo momento que ese tipo entró por la barrera, tu "épica lucha" se fue al traste. Está aquí para acabar con el General, así que vete olvidando si le pone las manos encima.
En ese momento, Hikaru se acercó a hablarnos. Su tono de voz parecía fluctuar entre alto y bajo a veces, como si no lograse controlarlo. ¿Le pasaba algo?
—Kousen, Hiro, Gilgamesh está casi a punto de ser derrotado, pero necesitamos una estrategia para acabar rápidamente con él. Tenéis que distraerle, usad hechizos o ataques a distancia para ello, y si MoguDer puede encargarse de Endiku mejor que mejor.
—No puedo oíros por culpa del chucho— afirmó, indicando a Enkidu— así que si estáis de acuerdo conmigo, asentid con la cabeza.
Decisiones, decisiones. Gilgamesh estaba a punto de caer en redondo, pero si dejábamos al General Li solo con Shan Yu, todo habría sido en vano. Por suerte, MoguDer se dió prisa en interponerse entre el huno y el chino, aunque un Moguri no iba a soportar contra aquella mala bestia. Ya había visto de lo que era capaz con su espada.
Al menos esta vez no contaba con su ejército de hunos... eso era un alivio. ¿Había logrado Rebecca deshacerse de todos? Pero que Shan Yu hubiese llegado... tuve que hacer un esfuerzo por contener el miedo y la preocupación y centrarme en la batalla, apretando los puños alrededor de mis armas.
Hikaru y Hiro no dejaron tregua a Gilgamesh. El uso de esas dos barreras seguidas tenía que haber drenado bastante su energía, así que no esperaba que usase un ataque de alta escala como había hecho antes. Tendría que hacer algo rápido para ayudar y luego llegar hasta el General.
El primero de ambos aprendices se deslizó hasta el hombretón y liberó una onda de luz que parecía ser energía mágica. Con suerte, eso bastaría para romper el Escudo. Hiro pasó a disparar, dándome unos segundos perfectos con la distracción de Gilgamesh. Sin pensarlo dos veces, apunté los dedos hacia Gilgamesh, disparando un Electro al instante. Si eso no bastaba para tumbarle, quedaba en manos de Hiro, Hikaru y Exuy... el cual había estado bastante ausente durante toda la batalla, como distraído por algo.
Acto seguido, di una carrera para plantarme junto al General y MoguDer, enfrentando a Shan Yu.
—¡General, no se deje engañar!— advertí —. Este hombre no es un enemigo cualquiera, su espada ha sido alterada por medios que la hacen mucho más mortal que una convencional.
Subestimar a Shan Yu como si fuese un enemigo normal en una guerra cualquiera sería un error fatal. Sabía que Andrei le había dado un poder incluso más temible que las armas elementales de sus soldados rasos, así que esperaba que el militar me hiciese caso.
Llegados a este punto, casi cualquier ataque que usase resultaría inútil, viendo la manera en que había enfrentado a Rebecca antes. Lo único que se me ocurría era usar un hechizo Ráfaga contra él, esperando que la corriente de aire lo entorpeciese, o que levantase polvo del suelo que sirviese para cegar temporalmente al líder Huno.
El resto quedaba en manos de los demás, aunque pretendía presentar batalla si la cosa lo requería. Si Shan Yu atacaba, estaría preparado.
Si llegan a decirme que tendría que enfrentarme a esto cuando aún vivía en las islas, me habría meado encima.
—¡No puedo más!— Exclamó el hombre, hiperventilando.
La actuación que siguió a aquello parecía más salida de un show de comedia que de una escena dramática, si eso es lo que el maquillado tipo esperaba conseguir. Con un tono de voz exageradamente melodramático, exclamó:
—¡Ay, me duele todo! ¡Decidle a mi abuelita que la quiero! ¡Y a Bartz, que siento no poder volver a luchar con él! ¡Nada deseaba más en este multiverso!
Aquello no había quien se lo tragase, pero la situación había sido tan desconcertante que se las arregló para distraernos el tiempo suficiente.
—¡Que os lo habéis creído! — exclamó de repente.
Un par de brillos surgieron ante el cuerpo del hombre, aparentemente dos barreras. Si eran las que conocíamos, había logrado escudarse tanto contra magia como contra ataques físicos.
—Vamos, no fastidies...— suspiré, molesto por la situación.
—. ¡Habéis caído en la clásica trampa del falso llanto! ¡Mientras sentíais pena, he reforzado mis defensas para vencer en esta batalla!
—Esto va para largo...
Resignado a la batalla, no me quedó más remedio que consumir otro objeto, un Éter. Al menos así, lograría reestablecer mi Poder Mágico.
Empezaba a impacientarme cada vez más. La tensión de la batalla ya era bastante, pero sabiendo que teníamos que arreglar aquello rápido y salir de allí solo lo hacía peor. Lo único que tenía en mente era quitar a Gilgamesh de enmedio y acudir para ayudar a Rebecca, Ronin y al resto de los soldados. A este paso, iba a acabar cometiendo un error a la hora de enfrentar a Gilgamesh.
—¡Vamos, Enkidu! ¡Démosles una...! ¿Eh? ¿¡Pero tú quién eres!?
Extrañado por la reacción de Gilgamesh y esperando que fuese una trampa para distraernos, me limité a mirar de reojo sin bajar la guardia. Cuando distinguí la silueta de un intruso y le reconocí, se me cayó el alma al suelo.
La barrera se había roto como si fuese de mantequilla, exactamente igual que había pasado con la de Rebecca. Y el mismo culpable se hallaba de pie en mitad de aquel sitio. Sentí un frío glacial al mirar de nuevo a aquel hombre, especialmente sabiendo que su presencia allí solo podía significar una cosa.
—Shan Yu...
—¡M-maldición!
El ambiente de seriedad volvió a quedar irrumpido por los delirios de Gilgamesh, emperrado en su afán de una gran batalla. ¿En qué mundo vivía este tío?
—¡No puedes entrar en mitad de una pelea en nuestro campo! ¡Va en contra de las normas! — exclamó, arrojando un libro al huno.
Este no prestó atención alguna al arlequín de seis brazos. Lo único en su punto de mira era el General Li, y desprendía un aura asesina que ponía los pelos de punta.
—¿Qué archidiablos...? ¡Vosotros!¡Esta es mi batalla! ¡Mi momento de gloria! ¿¡Qué pinta ese en MI batalla!?
—¡Olvídate de tu condenada batalla!— grité, hartísimo de payasadas—. En el mismo momento que ese tipo entró por la barrera, tu "épica lucha" se fue al traste. Está aquí para acabar con el General, así que vete olvidando si le pone las manos encima.
En ese momento, Hikaru se acercó a hablarnos. Su tono de voz parecía fluctuar entre alto y bajo a veces, como si no lograse controlarlo. ¿Le pasaba algo?
—Kousen, Hiro, Gilgamesh está casi a punto de ser derrotado, pero necesitamos una estrategia para acabar rápidamente con él. Tenéis que distraerle, usad hechizos o ataques a distancia para ello, y si MoguDer puede encargarse de Endiku mejor que mejor.
—No puedo oíros por culpa del chucho— afirmó, indicando a Enkidu— así que si estáis de acuerdo conmigo, asentid con la cabeza.
Decisiones, decisiones. Gilgamesh estaba a punto de caer en redondo, pero si dejábamos al General Li solo con Shan Yu, todo habría sido en vano. Por suerte, MoguDer se dió prisa en interponerse entre el huno y el chino, aunque un Moguri no iba a soportar contra aquella mala bestia. Ya había visto de lo que era capaz con su espada.
Al menos esta vez no contaba con su ejército de hunos... eso era un alivio. ¿Había logrado Rebecca deshacerse de todos? Pero que Shan Yu hubiese llegado... tuve que hacer un esfuerzo por contener el miedo y la preocupación y centrarme en la batalla, apretando los puños alrededor de mis armas.
Hikaru y Hiro no dejaron tregua a Gilgamesh. El uso de esas dos barreras seguidas tenía que haber drenado bastante su energía, así que no esperaba que usase un ataque de alta escala como había hecho antes. Tendría que hacer algo rápido para ayudar y luego llegar hasta el General.
El primero de ambos aprendices se deslizó hasta el hombretón y liberó una onda de luz que parecía ser energía mágica. Con suerte, eso bastaría para romper el Escudo. Hiro pasó a disparar, dándome unos segundos perfectos con la distracción de Gilgamesh. Sin pensarlo dos veces, apunté los dedos hacia Gilgamesh, disparando un Electro al instante. Si eso no bastaba para tumbarle, quedaba en manos de Hiro, Hikaru y Exuy... el cual había estado bastante ausente durante toda la batalla, como distraído por algo.
Acto seguido, di una carrera para plantarme junto al General y MoguDer, enfrentando a Shan Yu.
—¡General, no se deje engañar!— advertí —. Este hombre no es un enemigo cualquiera, su espada ha sido alterada por medios que la hacen mucho más mortal que una convencional.
Subestimar a Shan Yu como si fuese un enemigo normal en una guerra cualquiera sería un error fatal. Sabía que Andrei le había dado un poder incluso más temible que las armas elementales de sus soldados rasos, así que esperaba que el militar me hiciese caso.
Llegados a este punto, casi cualquier ataque que usase resultaría inútil, viendo la manera en que había enfrentado a Rebecca antes. Lo único que se me ocurría era usar un hechizo Ráfaga contra él, esperando que la corriente de aire lo entorpeciese, o que levantase polvo del suelo que sirviese para cegar temporalmente al líder Huno.
El resto quedaba en manos de los demás, aunque pretendía presentar batalla si la cosa lo requería. Si Shan Yu atacaba, estaría preparado.
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Si llegan a decirme que tendría que enfrentarme a esto cuando aún vivía en las islas, me habría meado encima.