[Port Royal] Lágrima de Sirena

Trama de Malik, Hana y Jess

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

Ronda 16

Notapor Suzume Mizuno » Sab Jul 26, 2014 7:55 pm

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¿No quieres dejarme actuar? Bien, entonces hazlo tú. Cura.

La sirena abrió mucho los ojos y se volvió hacia Jess con sorpresa. Luego volvió la vista, ansiosa, hacia Hana y Halia y su rostro, por lo general impenetrable como el de una estatua, se descompuso por la angustia.

Sí… Pero… ¿Qué puedo hacer?

Al mismo tiempo, Malik extendió el cáliz que se llevaría la vida de Zande por delante. El rostro de este resplandeció y el hombre pudo ver cómo por sus ojos pasaba un torrente de emociones. Avaricia. Alivio. Satisfacción. Triunfo.
Pudo arrebatarle sin problemas la poción. Faris, pálida y asustada, dio un paso al frente. Pero no se atrevió a moverse mucho por culpa de la copia de Zande. Extendió una mano hacia Malik; al principio parecía que le estaba pidiendo la poción. Sin embargo, después vio que estaba negando con la cabeza. Como si le pidiera que no lo hiciera.

¿O fue cosa de su imaginación?

No tuvo tiempo de comprobarlo porque en ese momento hubo un brusco chapoteo. La cola de Hana reflejó la pálida luz que iluminaba la Fuente antes de que, rápida como un rayo, atravesara a la copia de su enemigo por la mitad. Hana, que habría estado esperando encontrar una resistencia, se sorprendería al atravesar sin más el cuerpo. Caería secamente sobre las rocas empapadas mientras Halia, sin perder un instante, echaba a correr hacia el agua y tropezaba con sus piernas destrozadas. Hana tendría que ayudarla a caminar, por mucho que intentara arrastrarse con los brazos.

Hana, por tanto, tuvo que esperar a que sus piernas volvieran a aparecer: la piel de la cola empezó a deshacerse, como si estuviera mudando, y su espina se dividió. Todo sucedió muy rápido: en cuestión de unos segundos, volvía a tener sus antiguas piernas. Sin embargo, no parecían demasiado suyas, ya que le costó mucho incorporarse y sus primeros pasos fueron temblorosos y torpes.

Faris, entre tanto, no había perdido el tiempo: al comprender que la copia que había tras ella también era fácil de vencer, enarboló su arma y atravesó de un tajo a su enemigo, haciéndolo desvanecerse en el aire. Si Malik no había arrojado la poción todavía, era el momento. Porque, después, Faris se precipitó al agua. Miró a Jess y rugió:

¡Sostenla! —Y empujó a la mujer contra Jess y Galatea.

Después se arrojó hacia la Fuente. Pero no llegó a tiempo.

Instantes antes, Malik había escuchado el golpe de la lanza al caer al suelo. Antes de que pudiera ni darse cuenta, Zande le había arrancado el cáliz de las manos, salpicando la mitad de su contenido por los aires. Pero, si intentó recuperarlo, recibió una patada en las costillas que lo dejó sin aliento. Zande dejó rápidamente los cálices en el suelo y arremetió contra Malik antes de que este pudiera incorporarse: le atrapó un brazo, lo puso bocabajo y se lo retorció con brutalidad a la espalda. No dejó de tirar hasta que sonó un terrible chasquido y la visión se le nubló por el dolor. Después notó la planta de la bota de Zande contra un hombro y cayó rodando por las escaleras.

La lanza de Zande volvió a cobrar vida. Faris, que ya había alcanzado el primer escalón y se ponía sobre Malik para protegerlo, se puso en guardia. El arma, sin embargo, voló por encima de ella, rápida, imparable.

Hana era su objetivo.

Ya casi había conseguido arrastrar a Halia al agua cuando la sirena miró por encima de su hombro y soltó un alarido de advertencia. Hana la protegió, tal y como había decidido hacer. Pudo rechazar el primer golpe, que le dejó los brazos dormidos; el segundo lograría esquivarlo. El tercero le acertó en las costillas con la contera de la lanza, que se abatió sobre ella, esta vez para acabar de verdad con…

¡¡Basta!!

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Hana, caída de espaldas sobre las rocas, notó el filo del arma a escasos milímetros de su cuello: la lanza se había quedado suspendida en el aire.

Galatea había salido del agua; el largo cabello le caía en ondas en torno al cuerpo, ocultando en gran parte sus piernas humanas. A pesar del Cura de Jess, todavía estaba terriblemente malherida, aunque pudieron suponer que la torpeza de sus movimientos, casi infantil, no tenía que ver con otra cosa excepto que no estaba en su elemento. Dio un paso titubeante hacia donde se encontraban Faris, que había ayudado a sentarse a Malik y le rodeaba los brazos con un hombro, apuntando con su espada hacia Zande.

No les hagas daño.—Galatea dio otro paso.

¿Por qué no debería?—gruñó Zande.

Estás asustado. Tienes miedo. Quieres vivir.—A cada paso que daba, la voz de Galatea parecía debilitarse más y más—. Te doy mis años. Son más de los que haya vivido cualquier humano.

Halia chilló algo en aquel sibilante idioma de las sirenas, incorporándose a duras penas. En los oídos de Hana resonó su grito: ¡Madre! Pero entonces la lanza cortó superficialmente la piel del cuello de la joven aprendiz y Halia se quedó paralizada.

¿Y por qué iba a creerte? ¡Él me ha hecho la misma proposición!—Apuntó con un dedo acusador a Malik.

Galatea lo fulminó con la mirada.

Se me escapa la vida entre los dedos, si tienes ojos, puedes verlo. Además, detuviste tu ataque. No niegues… que era lo que estabas esperando.

Zande no contestó. Galatea volvió la cabeza hacia Jess y le dedicó una pequeña sonrisa.

Necesitaba estas fuerzas. Gracias por usar tu magia.

Rodeó a Faris y Malik y subió por la escalera. Zande retrocedió un paso, desconfiado. Galatea recogió los cálices y los volcó sin emitir ni un sonido, ni siquiera cuando tropezó al dirigirse a la Fuente y estuvo a punto de caer de bruces. Halia gritó algo de nuevo y rugió cuando su madre llenó los cálices con nueva agua. Hasta el borde. Galatea miró a Malik con serenidad y después a Jess. Luego, a sus hijas. Bajó la cabeza y les pareció ver que caía una lágrima.

Tendió su cáliz a Zande.

Mientras sigas enfocado en la muerte, tus días no tendrán sentido. Siempre te desgarrará el mismo temor y tu vida se desperdiciará en una búsqueda que no tiene sentido: te estará esperando al final. Siempre.

Zande rechinó los dientes y le arrancó el cáliz con su único brazo útil.

¡¡Cierra la puta boca!! ¡Maldito monstruo, no intentes juzgarme! ¡Tú no sabes nada!

Galatea le sostuvo la mirada. Luego silbó unas notas, que sonaron tan melodiosas como una canción. Una hermosa y breve canción. Miró de soslayo en dirección a sus hijas con ternura.

Hana pudo entender perfectamente sus palabras.

Vivid.

Entonces, bebió.

Zande aguardó a que hubiera vaciado el cáliz. Después, tembloroso, respirando con brusquedad, dio un sorbo al suyo. Otro. Un trago. Gran parte del agua se le derramó por las comisuras de la boca.

Dejó caer el cáliz al suelo.

El agua cobró vida. La laguna que rodeaba la Fuente siseó y empezó a hincharse, a inflamarse. Brazos de agua se arrastraron por el suelo, ascendiendo a toda velocidad por las escaleras hacia Galatea que, impertérrita, se arrodilló y cerró los ojos. El agua rugió y la envolvió en un torbellino de agua y viento. Sus piernas desaparecieron y se extendió a su alrededor la larga y hermosa cola de sirena.

De pronto, el pelo comenzó a desaparecer. Un garfio de agua le arrancó la piel de los hombros, de la espalda, del pecho. Halia lanzó un alarido de dolor, como si fuera a ella a quien estuvieran desgarrando. El torbellino se tornó rojo y empezó a girar tanta, tanta velocidad que se volvió imposible ver lo que sucedía en su interior. Hasta que unas manos… Los huesos de unas manos se extendieron hacia Hana y Halia. Después, se derrumbaron.

Incluso desde la distancia, pudieron ver el esqueleto de la sirena, encogido en postura fetal, como si acabara de irse a dormir.

Zande irguió su brazo herido y lo movió de adelante atrás sin problemas, con un gesto de estupefacción. Se llevó una mano al costado: las heridas habían desaparecido. Chasqueó los dientes. Y una carcajada se le escapó de entre los labios.

¡¡SÍ!!

Y rompió a reír en estruendosas carcajadas. Extendió un brazo en dirección a su lanza, que pegó un respingo y regresó a su mano.

¡Lo he logrado! ¡Lo he logrado! ¡Viviré! ¡Da igual lo que me hagáis! ¡¡Viviré!!—Y, con una expresión de salvaje regocijo, retorció los puños en torno a su arma y empezó a descender hacia Faris y Malik.

¡No!—exclamó la pirata, tirando de Malik para apartarlo—. ¡El trato era que no nos harías daño!

¡Y no os haré daño! ¡Os mataré limpiamente, sin dolor! ¡Seréis los primeros en probar que estoy vivo!—Zande sonrió y se detuvo—. Pero os daré ventaja. No hay nada como cazar… para sentir la vida corriendo por tus venas! ¡Huid! ¡Os daré un par de minutos de ventaja!

Eso es todo lo que necesitamos

En la entrada de la Fuente, en medio de la bruma, se perfiló una figura que todos conocían muy bien. Ronin, serio, sin asomo alguno de sonrisa, invocó su Llave Espada con un gesto. No había rastro de heridas en su cuerpo, ni tampoco parecía cansado, pero después de haberle dejado como lo hicieron, no les cupo duda de que debía estar exhausto.
Sin embargo, Zande se quedó paralizado, pálido: había comprobado la fuerza del Maestro con anterioridad. Y se veía que lo último que había esperado era encontrárselo de nuevo. Ronin recorrió con su ojo la Fuente y su vista se detuvo unos segundos de más en el esqueleto y en los cálices volcados. Luego buscó a Ana Lucía y apretó los labios al verla inconsciente.

Debería matarte ahora mismo. Pero hay muchas preguntas que quiero hacerte. Así que elige: o vienes con nosotros… o peleamos.

Zande crispó los puños y examinó su alrededor como un animal atrapado. Luego gruñó y dejó caer la lanza.

****


Ronin sostenía la lanza mientras obligaba a caminar a Zande delante de él, con las manos firmemente atadas a la espalda y la punta de su Llave Espada clavada contra la espina dorsal. Varias llamas flotaban en torno al grupo, que avanzaba tortuosamente por la oscura gruta. Faris ayudaba a caminar a la capitana, a quien había conseguido revivir con la poción —aunque no parecía estar muy consciente y si avanzaba era por la insistencia de la capitana—. Halia caminaba entre Malik y Hana, con los hombros hundidos y los cálices apretados contra el pecho. Los había recogido antes de marcharse; podría haberse quedado velando a su madre, pero se limitó a lanzar sus huesos al agua y a recoger las copas. Todo sin derramar una lágrima: parecía que no quería perder de vista a Zande, ya que no dejaba de clavarle los ojos con furia en la espalda.

Estaban cansados, destrozados. Habían fracasado. Galatea estaba muerta.

Pero al menos, seguían vivos.

A medida que avanzaban, la oscuridad se fue retirando y pronto pudieron ver la lejana salida de la cueva. Los músculos de Zande se pusieron en tensión.

Quizás no fuera a mostrarse tan sumiso como había podido dar a entender.

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Fecha límite: martes 29

¡Estamos casi al final!
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Sometron » Mar Jul 29, 2014 4:34 pm

Sí… Pero… ¿Qué puedo hacer?

La respuesta de la sirena la dejó completamente descolocada. Si ella no sabía qué hacer, ¿quién lo sabría? ¿Significaba que no tenían posibilidades de sobrevivir a aquello?

Malik y Zande no llegaron a beber de sus respectivas copas, puesto que del agua surgió una sirena que destruyó de un golpe de cola la copia del enemigo. Para su sopresa, Galatea seguía a su lado, por lo que no podía ser ella. La sirena recién aparecida no era otra que Hana.

Al ver que era tan fácil vencer a las copias, Faris hizo lo propio con la que las custodiaba a ellas dos. Seguidamente, la segunda de abordo se giró hacia ella.

¡Sostenla!

Exclamó antes de empujar a Ana Lucía hacia Jess, que la recogió como pudo.

Mientras tanto, una feroz pelea entre Zande y Malik estaba teniendo lugar. El aprendiz recibió los golpes uno tras otro hasta que llegó Faris a defenderla, momento en que el grandullón cambió de objetivo… a Hana.

Jess observaba todo aquello anonadada, mientras sujetaba a la capitana. Estaba dejando que el resto arriesgara sus vidas para salvarlos a todos, pero ella no estaba haciendo nada. En realidad, no había hecho nada útil durante toda la misión, a excepción de la batalla con Barbariccia y el rescate de Faris. En cualquier caso, nadie hubiera notado su ausencia allí. Ni allí ni en cualquier otro lugar.

Tres golpes del enemigo fueron suficientes para arrinconar a la aprendiz sirena, el cuarto la mataría.

¡¡Basta!!

Galatea se hallaba fuera del agua, caminando sobre dos piernas. Al parecer, las sirenas tenían la opción de cambiar entre cola y piernas según la ocasión. Pero… ¿qué iba a hacer ahí arriba?

Le ofreció a Zande el mismo trato que Malik: sus años por salvar nuestras vidas. Un pacto de lo más injusto, pero ella no era nadie para llevar la contraria a la reina de las sirenas. Por otra parte, Halia tampoco parecía estar de acuerdo con la decisión de su madre.

Necesitaba estas fuerzas. Gracias por usar tu magia. —le agradeció con una hermosa sonrisa.

N-no es nada. Pero sabes que puedes no hacer ésto, ¿no? Encontraremos otra manera... —respondió con una sonrisa triste.

Sin más, Galatea se acercó a por las copas y las llenó. La sirena le mantuvo la mirada durante unos instantes antes de verter una lágrima en el cáliz. ¿De verdad iba a hacerlo? ¿Sin más?

Mientras sigas enfocado en la muerte, tus días no tendrán sentido. Siempre te desgarrará el mismo temor y tu vida se desperdiciará en una búsqueda que no tiene sentido: te estará esperando al final. Siempre.

¡¡Cierra la puta boca!! ¡Maldito monstruo, no intentes juzgarme! ¡Tú no sabes nada!

Entonces, Galatea emitió una extraña melodía y, finalmente… bebió. Zande no tardó demasiado en hacer lo propio. Era el fin.

Una especie de serpientes hechas de agua salieron del lago que envolvía la Fuente y rodearon a la sirena, creando un remolino.

<<Adiós>>

El extraño vórtice acuático se llevó la vida y la belleza de Galatea, dejando sólo un esqueleto en su lugar. El grandullón, por su parte, estaba completamente curado de todas sus heridas.

¡¡SÍ!!

Exclamó mientras recuperaba su arma.

¡Lo he logrado! ¡Lo he logrado! ¡Viviré! ¡Da igual lo que me hagáis! ¡¡Viviré!!

El hombre apretó los puños en torno a su lanza y se acercó poco a poco a Malik y Faris.

¡No! ¡El trato era que no nos harías daño!

¡Y no os haré daño! ¡Os mataré limpiamente, sin dolor! ¡Seréis los primeros en probar que estoy vivo!

Entonces paró y sonrió. ¿Se le había ocurrido un plan aún peor para ellos?

Pero os daré ventaja. No hay nada como cazar… para sentir la vida corriendo por tus venas! ¡Huid! ¡Os daré un par de minutos de ventaja!

Eso es todo lo que necesitamos

Ronin apareció allí, de pie, en la entrada. Bastante más tarde de cuando lo necesitaban verdaderamente. Al menos, esta vez no estaba con sus malditas bromas.

¡¿Ahora apareces?! ¡Ya está muerta!

Ronin echó una vistazo a la situación antes de “negociar” con Zande.

Debería matarte ahora mismo. Pero hay muchas preguntas que quiero hacerte. Así que elige: o vienes con nosotros… o peleamos.

El otro hombre no tardó demasiado en tirar su arma al suelo y rendirse.

* * *


Estaban de nuevo en la cueva, haciendo el viaje de vuelta al exterior.

Ronin llevaba a Zande, Malik y Hana llevaban a Halia y Faris llevaba a Ana Lucía y sus cálices. Jess… bueno, Jess se llevaba a sí misma.

Con cada paso tenía que hacer más esfuerzo que el anterior, pero se encontraba a su vez un paso más cerca de la salida. Tan sólo quería ya llegar a casa y descansar de aquella agotadora misión. Por eso, seguía andando paso tras paso.

En un principio, no habló con nadie; pues estaba cansada y de mal humor por el sacrificio, que ella veía como inútil, de Galatea. Pero, obviamente, no iba a ignorar a nadie que le dirigiera la palabra. Quizás a Ronin sí, quién sabe.

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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Nell » Mié Jul 30, 2014 1:36 am

La copia era falsa. De haber tenido nociones básicas de los otros elementos mágicos, habría entendido que era una habilidad simple de la Ilusión; como no las tenía, al principio pensó que se había movido muy rápido o teletransportado, por lo que buscó a su alrededor su nueva localización tras el golpe contra el suelo. Al no hallarlo, dejó aparcado el asunto y priorizó a la persona a la que había ido a salvar: Halia.

Estuvo a tentada a rezar durante los segundos que esperaba a que volvieran sus piernas, si las palabras de Galatea eran ciertas, mientras se arrastraba entre las piedras. Lo fueron: la cola se deshizo delante de sus ojos y, en vez de una sola extremidad, volvió a sentir dos. Trató de ponerse en pie y no le fue muy bien, sintiéndose entumecida, como si hubieran pasado años desde la última vez que había caminado.

Hizo el esfuerzo por Halia. Las piernas le incomodaban muchísimo y le tentaban a echarse otra vez al suelo o al agua (no lo tenía muy claro). Al verla caerse debido a que las de Halia estaban destrozadas, caminó como pudo hasta ella y la obligó a apoyarse en ella para continuar.

El agua… ―gimoteó Hana―. Tenemos que alcanzar… el agua… Tu madre… Madre nos protegerá en ella.

No sabía qué decirle a su nueva hermana. ¿Y podía considerarla verdaderamente así? ¿Tan fácil? ¿Había conseguido de verdad una familia…? Y pensar que no hacía ni unos días que Halia había entrado en su cuarto y la había mordido. Y que, desde entonces, las hubiese imaginado como mortíferos monstruos. Las cosas habían cambiado mucho, sí.

Ahora era una de ellas.

Le debo la vida. Prometo devolverle el favor.

Iba a abrir la boca para decírselo cuando Halia se le adelantó, con un chillido, señalando a algo a su espalda. Por instinto, reaccionó para esquivar lo que fuera que se le viniera encima. Aun así, algo debió alcanzarla, porque de repente no sentía los brazos, lo que me obligó a soltar a Halia. Acto seguido, volvió a esquivar, con éxito, pero cayéndose al suelo. Sin embargo, el último, desprotegida como estaba, no tenía ninguna esperanza de evadirlo.

Alguien gritó para impedirlo e, increíblemente, le hizo caso y se detuvo. Solo entonces Hana pudo reponerse del ataque sorpresa y ver su enemigo: una lanza flotante.

Hasta que no vio la procedencia de la voz, no entendió que se trataba de Galatea. Volvía a hacerle el mismo trato a Zande: le ofrecía la inmortalidad, su vida, a cambio de que no le hiciera daño. Halia replicó, con unos sonidos completamente comprensibles para Hana, pero la lanza se enarboló de nuevo contra ella y se silenció.

A la aprendiza le costaba entender lo que sucedía. ¿Por qué? ¿Por qué se sacrificaba Galatea por ella? Era verdad que había dicho que la consideraba su madre, sí, ¡pero de eso no hacía ni una hora! ¿Cómo podía ser Hana importante para ella? ¿Era su nueva «familia» realmente tan protectora?

De hecho, pensó que de estar en el lugar de Galatea, ella no tendría el mismo afán de sacrificio (ni un ápice) por cualquier «hijo». Claro que Hana no era madre. Ni madre sirena. Simplemente, no lo entendía entonces.

Galatea siguió adelante. Débil y herida, tan falta de esperanza por sobrevivir a la cueva que iba a verter sus años en él. Hana no sabía si volvía a ser un plan o no. Por la seriedad del asunto, y por el temor que se adueñaba de su ¿corazón?, algo le decía que no.

No le quitó ojo de encima mientras ascendía, llenaba ambos cálices y recorría la mirada entre todos los presentes. Cuando se dirigió a ella, se la devolvió con una expresión que ni siquiera era capaz de concretar. ¿Duda? ¿Confusión? ¿Tristeza? ¿Entendería algo Galatea de ese amasijo de emociones con todos sus años?

Tuvo unas últimas palabras con Zande, que Hana no entendió en absoluto. ¿A qué búsqueda se refería? ¿Y qué temor era ese? Consiguió enfurecer al monstruo, pero era en balde, porque él ganó el juego en el momento en el que Galatea bebió de la copa.

Vivid.

Ambos terminaron de beber de sus cálices. Y la magia cobró vida. Torbellinos de agua rodearon a Galatea, que volvió a ser sirena, y tuvo lugar una de las más horribles escenas que Hana hubiera presenciado jamás (y había visto muchas). El largo y precioso pelo de la mujer se deshizo, siguiéndole detrás toda la piel que rodeaba su cuerpo. Halia chilló, y Hana estaba tan horrorizada observándolo que no se dio cuenta que también.

Por último, una mano huesuda se dirigió hacia ellas. ¿Vivía aun por entonces Galatea? ¿Se estaría arrepintiendo de su decisión? La vívida imagen del esqueleto fue la gota que colmó el vaso. Hana se llevó las manos a la boca, escandalizada, incapaz de apartar la vista y al mismo tiempo de seguir mirando.

Apenas fue consciente del regocijo de Zande y de la amenaza sobre Faris y Malik. Se quedó petrificada en los restos que aún quedaban al lado de la Fuente.

Acababa de perder una madre. Por primera vez, porque no la había conocido a la anterior.

¡HIJO DE PUTA!

Se levantó, decidida. La voz de Ronin la había reanimado. No le importaba en absoluto cómo había llegado hasta allí, ni por qué no parecía herido, ni la razón de que no hubiera llegado antes (como había matizado Jess).

¿¡Venir con nosotros!? ¡¡Y UNA MIERDA!! ¡Voy a matar a ese cabrón ahora mismo!

Estaba encolerizada, desquiciada y rabiosa. Le daba igual que Ronin estuviera presente para impedírselo, que Zande hubiera recuperado por completo las fuerzas o que ella ni siquiera fuese capaz de caminar bien. No tenía lágrimas para llorar a Galatea. Lo único que le quedaba era la venganza.

Se lanzó a por él, llave espada en mano, para procurarle todo el daño del que fuera capaz.

¡Haré que te arrepientas incluso de existir, engendro!

Aun si Ronin o alguien la detenía, no dejaría de amenazar.

¡Te atormentaré con ahogamientos y pisotearé tu puta cara monstruosa hasta deformarla lo suficiente para que nadie reconozca tus restos, pedazo de mierda! ¡Te haré suplicar y me cachondearé en tus narices para hacerte más desgraciado! ¡Y cuando pidas el don de la muerte, seguiré torturándote, arrancándote cada trozo de tu piel, tantos como escamas que le faltan a mi hermana! ¡Juro que solo encontrarás tu fin en el momento en el que me sienta complacida y atraviese tu corazón con un cuchillo, antes de arrojárselo a los peces, a los tiburones y a las sirenas! ¡El resto de tu cuerpo lo trituraré para que nadie recuerde tu patética existencia!

Prometió que algún día cumpliría sus palabras. Una por una.


***


Voy a matarlo. Voy a desmembrarlo y a hacerle sufrir por cada año de vida que ha robado. No va a ser limpio. No va a ser agradable. Pero lo haré. Lo juro, lo juro, lo juro…

Repitió la misma retahíla durante todo el trayecto, sin apartar la vista de Zande. No se molestó en susurrar para sí las palabras, sino que a veces incluso «se le escapó» un poco a más volumen para que le quedara bien claro a todos los presentes. Y a Zande. Sobre todo a Zande.

No se fijó en la postura de Zande. Como Ronin le custodiaba, había desechado cualquier plan de pasar por encima de él. En cambio, prestaba atención al Maestro. Le bastaría con que se quitara de en medio un momentito…
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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Tanis » Mié Jul 30, 2014 3:33 pm

«Vamos, cógelo», pedía mentalmente Malik a Zande, manteniendo su expresión de resignación hacia un futuro de muerte. No pudo evitar que le temblase la mano que sostenía el cáliz de Zande, el que le mataría. Por suerte, Zande no lo vio, ya que parecía estar demasiado ocupado emocionándose. Tanto mejor.

Con un movimiento rápido, le quitó la poción en la mano y se volvió para dársela a Faris. Fue entonces cuando vio su... imperceptible gesto. O no, espera. Malik se quedó quieto por un segundo, sin estar seguro de haberla visto negar. Entreabrió los labios para decir que estaba bien, que no pasaba nada...

Y entonces, todo pasó.

El chapoteo le distrajo y dio un paso atrás. No, no, ¡había estado muy cerca de conseguirlo! ¡¿Por qué intervenían?! Giró la cabeza hacia Zande rápidamente para echarle un último vistazo, entonces volvió a mirar a Faris y le lanzó la poción para que pudiera usarla. De pronto escuchó el golpeteo de la lanza cayendo al suelo y los segundos se congelaron, como si de repente todo fuera más despacio. Instintivamente se volvió hacia su enemigo y... recibió la patada. Se le escapó todo el aire de golpe y se mareó. Boqueó como un pez fuera del agua y cayó de rodillas. Se ahogaba. Aspiró grandes bocanadas de aire sin poder hacer más, sin poder defenderse. Por eso Zande logró atraparlo del brazo. Malik se resistió, o lo intentó, por que Zande era jodidamente fuerte. Pataleó y gritó cuando le estampó boca abajo contra el suelo y tiraba de su brazo hacia atrás, hacia la espalda.

«No... eso no... ».

Apretó los dientes y cerró los ojos con fuerza. Pero ni así pudo evitar soltar un alarido de dolor en cuanto el brazo chascó. Se lo había roto, o sacado de la articulación... pero daba igual qué, el dolor era insufrible. Malik sintió cómo inevitablemente le rodaban las lágrimas por las mejillas y se medio desvanecía. No podía... soportarlo. Muy a duras penas se dio cuenta de que Zande le pateaba escaleras abajo, quedando tirado al pie como un muñeco desmadejado. Respiraba fuerte, entrecortado...

Ni siquiera fue consciente de nada más... Hasta que notó a alguien irguiéndolo. Murmuró una protesta, gruñó un quejido y logró abrir los ojos. Ni siquiera pudo sonreír al ver a la pirata. Era como un peso muerto, el brazo dolía demasiado como para intentar moverse. Sentía que si lo hacía, se le desgarrarían los tendones o algo peor.

Faris...

Oía voces, la voz de Zande y Galatea, la sirena madre. Pero no sabía qué estaba pasando en realidad. Cerraba y abría los ojos con dificultad. Aunque se moviera un sólo milímetro, ya dolía... Sólo cuando las aguas empezaron a envolver a Galatea y oyó después los gritos de Zande... comprendió un poco lo que estaba pasando, y se maldijo así mismo. Apartó la vista de los huesos. Allí dónde antes había estado una hermosa sirena ahora...

«No, no, esto... esto no debería estar pasando... pasado...».

¡Lo he logrado! ¡Lo he logrado! ¡Viviré! ¡Da igual lo que me hagáis! ¡¡Viviré!!

«Mierda».

Se encogió un poco contra Faris al ver que Zande, entre su visión brumosa, descendía por las escaleras hacia ellos dispuesto a matarles y reprimió un nuevo quejido en cuanto Faris tiró de él para alejarlo de la amenaza.

¡No! ¡El trato era que no nos harías daño!

«Esto es culpa mía... »

Galatea estaba muerta por su culpa... Si él no hubiera tenido esa estúpida idea... Si sólo no hubiera... Se sujetó al brazo de Faris con el suyo buenoy trató de al menos mantenerse de pie. Pero no pudo. Tampoco podía invocar la Llave-Espada...

¡Y no os haré daño! ¡Os mataré limpiamente, sin dolor! ¡Seréis los primeros en probar que estoy vivo! Pero os daré ventaja. No hay nada como cazar… para sentir la vida corriendo por tus venas! ¡Huid! ¡Os daré un par de minutos de ventaja!

Malik apretó los dedos en torno al brazo de Faris, impotente y...

Eso es todo lo que necesitamos.

Sorprendido alzó la cabeza hacia la entrada de la Fuente, y visualizó a Ronin que... estaba... vivo, y sin aparentes heridas. ¿Cómo?.. ¿cómo? la última vez que le dejaron estaba al borde de la muerte, y vale, era un maestro, el maestro de Maestros, pero...

«¿Por qué no has venido antes?», gruñó para sus adentros.

Debería matarte ahora mismo. Pero hay muchas preguntas que quiero hacerte. Así que elige: o vienes con nosotros… o peleamos.

No...

«No lo hagas, no le des la... oportunidad... ».

Fue lo último que pensó antes de morderse la lengua, para no soltar todos los tacos que ya estaba soltando Hana. No hacía falta reiterar.

* * *


Caminaba despacio a uno de los lados de Halia, quién llevaba los cálices bien sujetos contra el pecho. Ya no le dolía tanto el brazo, pero en cambio le dolían más otras cosas. El corazón, el alma... Podía oír perfectamente la letanía de Hana, que ahora... era una sirena por gracia de Dios, maldiciendo a Zande. Y él lo único que podía hacer era lamentar su estúpidez. Menudo Caballero...

Podría haber funcionado —murmuró sin casi darse cuenta, sin saber si alguien le oiría—. Le di el cáliz sin la lágrima, podría haber funcionado...

Sólo si se hubieran estado quietas... Después de ver la muerte de Galatea y las artimañas ilusorias de Zande, le quedaba claro que podría haberlo conseguido. Podría haberle matado. Los años le habrían dado igual, se habrían quitado de encima esa amenaza... ¿Y cómo iban a explicarle el fracaso de Chihiro a Ronin? Desvió los ojos hacia el maestro, y hacia Zande, justo cuando casi salían de la cueva. La luz más intensa del sol le permitió ver, entonces, la súbita tensión corporal de Zande... y se alarmó. Reprimió el impulso de adelantarse hasta su maestro y decirle que debería mantenerle mejor sujeto, y sin embargo mantuvo los ojos bien abiertos. Quizá estaba paranoico, con todo. Estaba cansado, desmoralizado, y quizá lo único que quería era una excusa para que Zande se escapara y así pudieran perseguirlo y matarlo de verdad.

Espera... Matar...

Malik tragó saliva.

«¿Qué me está pasando?».
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Tanis
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Ronda 17

Notapor Suzume Mizuno » Sab Ago 02, 2014 2:37 pm

Ronin no había esperado la reacción de Hana, por lo que no reaccionó a tiempo cuando la joven se abatió sobre Zande con una tormenta de estocadas y golpes de Llave Espada.

…¡Y cuando pidas el don de la muerte, seguiré torturándote, arrancándote cada trozo de tu piel, tantos como escamas que le faltan a mi hermana!

Llegados a este punto, Zande, que había esquivado la mayor parte de los golpes de Hana, apenas prestándole atención, se quedó paralizado y recibió un sablazo en plena mandíbula. Sin aliento, el hombre se tambaleó hacia atrás y luego clavó unos ojos inyectados en sangre en la joven, furioso.

¡Maldita zorra, te voy a…!

No llegaron a saber lo que Zande iba a hacerle a Hana, porque Ronin se adelantó y clavó su Llave Espada en su inmenso pecho, lanzándole una mirada de advertencia. Permitió que Hana todavía golpeara una vez más a Zande antes de sujetarla con firmeza por el hombro y obligarla a retroceder.

¡Juro que solo encontrarás tu fin en el momento en el que me sienta complacida y atraviese tu corazón con un cuchillo, antes de arrojárselo a los peces, a los tiburones y a las sirenas! ¡El resto de tu cuerpo lo trituraré para que nadie recuerde tu patética existencia!

Vamos, vamos, Hana. ¿Es que quieres acabar con él antes de que cante como un pajarito?.

Su tono intentaba ser alegre e irónico, pero miró con fiereza a Zande, advirtiéndole con un gesto que no se moviera mientras se esforzaba por mantener apartada a la furiosa aprendiza.

***


Voy a matarlo. Voy a desmembrarlo y a hacerle sufrir por cada año de vida que ha robado. No va a ser limpio. No va a ser agradable. Pero lo haré. Lo juro, lo juro, lo juro…

Halia miró de soslayo a su nueva hermana, pero no comentó nada: estaba demasiado concentrada en caminar como para intentar proporcionarle algún tipo de consuelo. Además, la sirena sospechaba que no habría sido bien recibido.

Podría haber funcionado —susurró entonces Malik—. Le di el cáliz sin la lágrima, podría haber funcionado...

Y te habría matado a ti antes de que le envolviera el agua—dijo Faris, que había estado escuchándole—. Deja de lamentarte por el pasado. No tiene sentido. Sólo puedes esperar que, la próxima vez, no haya que sacrificar más vidas.

Faris clavó con frialdad los ojos en la espalda de Zande y rechinó los dientes.

Excepto una.

Este, entre tanto, se abría camino por el agua sin esfuerzo. No parecían importarle los moratones que le estaban saliendo allí donde Hana le había golpeado y avanzaba con resolución. Haber ganado tal cantidad de vida debía de haberle relajado lo suficiente como para no preocuparse demasiado de su situación actual.

Te has recuperado muy rápido, Caballero—dijo de pronto. Su voz resonó en medio de la caverna—. Te di por muerto.

Nunca des por muerto a alguien hasta que lo hayas comprobado.

Casi habían llegado al exterior. Zande giró lentamente la cabeza y recorrió a Ronin con la mirada. Alumbrado por la creciente claridad del exterior, se podía apreciar que, a pesar de que intentaba disimularlo, su gesto era cansado, de agotamiento, aunque su brazo no vacilaba al apuntar a su prisionero. Zande gruñó.

Has tenido que utilizar muchísima magia curativa. Y eso te ha tenido que desgastar.

Ronin sonrió, de buen humor.

Compruébalo, si quieres. Pero te aseguro que todavía puedo hacer de ti un pollo a la brasa sin parpadear.

Zande no contestó, aunque, antes de volver la vista, fijó los ojos en los aprendices con una mueca hosca. A los pocos minutos tuvieron que empezar a trepar para llegar a la salida de la Fuente. Halia titubeó entre quedarse cerca del agua y seguir a Zande. Finalmente se decidió por lo último y, apoyándose en quien se ofreciera, intentó trepar con esfuerzo.

Nada más poner un pie fuera de la cueva, el asesino se lanzó hacia delante. Ronin se precipitó tras él y su Llave Espada le penetró en el hombro derecho. El hombre lanzó un rugido de dolor. Los aprendices, si tenían fuerzas, podían intentar abatirse sobre su presa para evitar que el traidor escapara.

Sin embargo, en ese momento escucharon un silbido y, antes de que pudieran hacer nada, un poderoso golpe de aire los levantó a todos del suelo, lanzándolos por los aires y haciéndolos rodar por el suelo.

¡Por fin!

Barbariccia descendió con un gracioso movimiento hasta encontrarse a la altura de Zande, quien se apretaba el ensangrentado hombro. Y no había venido sola. Un hombre extraordinariamente alto, con la piel oscura y envuelto en una capa roja con llamas azuladas espolvoreadas por toda su superficie, se soltó de la mano de Barbariccia y aterrizó en el suelo. La mujer se cruzó de brazos y miró con frialdad en dirección a los aprendices, sin pasar alto el aspecto destrozado que todos presentaban.

Vaya, señor. Estáis herido—comentó el recién llegado—.Dejad que le ponga remedio.

Agitó una mano y una luz verdosa resplandeció en torno a Zande; la herida del hombro se cerró a ojos vistas y el hombre se irguió, masajeándose la mandíbula, donde ya no quedaba rastro alguno de moratones ni fracturas.

¡Qué haces aquí, Rubicante!

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El doctor Hojo nos envió a… ¡Ah, no!

Ronin, que se había incorporado, trató de atacar a los recién llegados. Pero el tal Rubicante fue mucho más rápido: chasqueó los dedos y una lengua de fuego se precipitó sobre el Maestro, que la esquivó en el último segundo. Rodó por el suelo y se incorporó con un resuello de agotamiento.

Parecía que Zande tenía razón; curarse le había dejado sin fuerzas.

¡Quiénes sois!—exclamó el Maestro.

¿Nosotros?—Zande se permitió una ligera sonrisa. Alzó un puño y lo apretó—. Somos los Villanos Finales.—El hombre hizo crujir el cuello y añadió con ferocidad—: Y vamos a acabar con todos los Caballeros.

Si alguno de los aprendices hacía amago de intentar acercarse, Rubicante le arrojaría una potente llamarada que le provocaría unas desagradables quemaduras. Y no podían olvidar a Barbariccia quien no había dejado de flotar en ningún momento y probablemente no dudara en usar sus ataques de vientos contra ellos.

Ronin tenía razón; no era buena idea dejar enemigos vivos detrás.

El doctor Hojo desea que regresemos a su lado. ¿Habéis conseguido lo que buscábamos?—inquirió Rubicante con voz resonante .

Zande hinchó el pecho y asintió, profundamente satisfecho. Su mirada se posó en Malik y Hana.

Me falta el dragón. Pero no importa; cuando lo dejé estaba medio muerto y no nos habría servido de nada. Encontraremos más en otros lugares. Lo que importa es que he conseguido lo que yo venía a buscar.

El tal Rubicante no pareció muy conforme con su respuesta, pero decidió no insistir.

En ese caso, deberíamos marcharnos. Cagnazzo nos espera.

Zande asintió y extendió una mano hacia Barbariccia, al igual que Zande. La mujer dirigió un gesto de desprecio a los Caballeros. Después el viento se levantó, cegándolos a todos por unos momentos.

Cuando volvieron a mirar, los Villanos Finales habían desaparecido.

****


Halia insistió en quedarse en la laguna que hacía las veces de Cementerio de Sirenas, asegurando que podría llegar al mar desde aquel lugar. Abrazó los cálices contra su pecho durante un buen rato antes de entregárselos a Faris y decirle a la semiconsciente Ana Lucía:

Los cálices son asunto humano. Mientras existan no nos dejarán en paz a las sirenas. Pero… No puedo destruirlos… —Bajó la voz.

No completó la frase en el idioma humano, sino en el de las sirenas, por lo que sólo Hana pudo entender lo que decía: Es lo que contuvo el último aliento de madre…

Me haré cargo de ellos—aseguró Ana Lucía con voz débil.

Halia asintió y se sentó suavemente en el borde de la laguna, en la que hundió las piernas con un gemido de dolor. Antes de que pudieran verle la cola, se hundió bajo el agua y observó a Hana con intensidad.

¿Vienes conmigo, hermana?—Aguardó un momento y añadió—: Os esperaré mañana en el mar, donde hicisteis desaparecer al gran dragón. Entonces dime si quieres quedarte con nosotras.

Dicho esto, se sumergió sin hacer ruido.

****


El pueblo de las piratas seguía siendo un infierno, pero ya que se habían adecuado varias casas para que funcionaran a modo de modestos hospitales, pudieron descansar toda una noche en unos camastros que les prepararon en la habitación de una posada.

Cuando se despertaron se podía respirar la desesperación y la tristeza en el aire. Al día siguiente comenzaron los funerales con las primeras horas del día. En la planta baja una mujer les dio pan y algo de cerveza para desayunar y luego se marchó apresuradamente. Faris apareció al cabo de poco tiempo, después de que los aprendices hubieran hablado —si es que tenían fuerzas para ello— y les informó de que Ana Lucía quería hablar con ellos.

La capitana guardaba cama en su hogar, el edificio más grande del pueblo y uno de los que milagrosamente se habían salvado del ataque de Chihiro. Estaba muy débil, pero, según les dijo Faris, estaba decidida a dirigir los funerales que iban a celebrar en un par de horas.

La segunda de abordo les llevó hasta el dormitorio de la capitana; era sorprendentemente sencillo para lo que cabía esperar de una pirata. No había demasiados adornos, sólo un sobrio escritorio, mapas en las paredes y una cama de dosel de color blanco. Ana Lucía estaba recostada sobre numerosos almohadones y parecía extraordinariamente pálida, pero cuando entraron les miró con serenidad. A su lado, sentado en una butaca, estaba Ronin. Sobre una pequeña mesa de noche reposaban ambos cálices.

El Maestro sonrió en dirección a los aprendices.

¿Qué tal habéis dormido? ¡Parecéis fantasmas! Venid, voy a curaros. Ahora he recuperado un poco de magia.

Malik pudo desentablillarse el brazo cuando Ronin aplicó su magia curativa sobre él, así como Jess y Hana vieron desaparecer casi por completo el resto de sus heridas. Era fácil imaginar que Ronin había estado haciendo lo mismo con Faris y Ana Lucía antes de que ellos llegaran.

Sólo quería daros las gracias por todo—dijo la capitana con voz ronca—. Faris me ha contado lo que hicisteis. Fuisteis muy valientes.—La capitana esbozó un asomo de sonrisa—.Seréis bienvenidos siempre que queráis volver y no olvidaré que os debo la vida. Si alguna vez necesitáis ayuda y puedo concedérosla, poneos en contacto conmigo.

¡No sabía que un par de golpes podían ablandarte tanto, Ana! Debería haberlo probado antes.

Cierra el pico, patético gorrón de ron. —Ana Lucía dibujó una expresión de hastío. Luego hizo un gesto a Faris con la mano—. Dales la recompensa cuando se marchen.—La pirata volvió la vista hacia los cálices y su gesto se oscureció—.En cuanto a esto… Me aseguraré de que ocultarlo donde nadie pueda volver a encontrarlo. No sin pagarlo caro.

La capitana se recostó contra la almohada. Si alguno de los aprendices quería decirle algo, era libre de hacerlo y sin duda recibiría una respuesta. Pero después Faris insistió en que Ana Lucía tenía que descansar y los sacó al pasillo. Ronin salió poco después.

No podemos botar el barco hasta dentro de un tiempo —les explicó Faris mientras bajaban por las escaleras y los llevaba al exterior—. Pero si tenéis mucha prisa podemos intentar…

¡No hará falta!—La interrumpió Ronin, sonriendo y poniéndole una mano en el hombro. Faris, extrañada, abrió la boca para preguntar, pero el Maestro se le adelantó—: No necesitáis acompañarnos. Sólo… Sólo ocupaos de vuestra gente.

Faris sonrió con tristeza y asintió lentamente.

Gracias. A todos. Yo tampoco olvidaré que os debo la vida.—Extendió la mano, buscando estrecharla con la de todos los aprendices. Se demoró un poco de más con Malik, a quien miró con intensidad.

Después, los llevó al exterior. Por la calle pasaron unos cuantos grupos de mujeres. Algunas lloraban. Otras se mantenían estoicas. Llevaban ataúdes de diversos tamaños, a pesar de que en muchos casos no quedaba ni siquiera cuerpo alguno que enterrar.

Ronin se encaminó hacia la playa, donde les estaría esperando Halia. Entonces, Faris cogió del brazo a Malik y le indicó que aguardara; quería despedirse de él a solas. Lo llevó hasta un callejón donde tendrían más intimidad y, cruzada de brazos, suspiró. Le sonrió con suavidad.

Eres un idiota. Si sigues así, intentando sacrificarte por los demás, harás más daño que bien. Pero supongo que es parte de tu encanto .—Le dio una vigorosa palmada en el hombro—. Me alegra que estés entero. Y… Que sepas que espero volver a navegar contigo.

Mientras tanto, Hana había llegado a la cala donde todavía quedaba la marca del inmenso cuerpo del Leviatán como un grandioso surco que se hundía en la arena. Halia aguardaba apoyada contra una roca, atenta como un gato que ha avistado su presa. Haría un gesto a Hana para que se acercara.

¿Qué vas a hacer? —preguntó la sirena, a una prudente distancia de la orilla; su cola todavía estaba dolorosamente desgarrada, de modo que era probable que no pudiera mantenerse bien a flote si se soltaba de la roca. Con todo, la separación entre ambas… Era algo que sólo dependía de Hana—. Ahora somos hermanas y las sirenas se cuidan entre ellas. Puedo enseñarte todo lo que significa ser una de nosotras.—La escudriñó con la mirada y sonrió con cierta malicia—. Esos saltos tuyos dejaban mucho que desear.

Esperó y luego dijo:

Incluso si quieres irte… Eres y serás mi hermana pequeña. Siempre que quieras, puedes acudir a mí. No te dejaré en la estacada. Como tampoco lo habría hecho madre—Finalizó con un susurro.


Entre tanto, Ronin se sentó en la arena de la playa con un resoplido e invitó a Jess a hacer lo mismo. Desde el pueblo les llegó el toque de unas campanas y el sonido de una suave y melancólica música. Parecía que habían comenzado los funerales.

Bueno, ha sido un viaje movidito, ¿verdad?—comentó Ronin, perdiendo la vista en el horizonte del mar. Luego suavizó el tono al preguntar—: ¿Estás bien, pelirroja? Es como si fueras un globo pinchado. Pensé que estarías más furiosa. Como esos dos pimpollos.

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¡Última ronda! Si queréis hablar con personajes concretos es vuestra oportunidad. Sé que es un post largo, pero pensad que en breve se acaba el sufrimiento :3


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Fecha límite: lunes 4
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Tanis » Dom Ago 03, 2014 2:51 am

Malik se humedeció los labios, que sentía ardiendo, despellejados. Continuaba pensando en lo que le había dicho Faris. Que podría estar muerto, sí. Ahora que sabía cómo funcionaba el ritual de la Fuente, tenía más claro que a Zande le habría dado tiempo a por lo menos herirle de gravedad antes de que el tiempo se lo llevase. Al menos había obrado como distracción a pesar de...

… Galatea.

Era lo único que le pesaba más que la huida de Chihiro. Se suponía que él era aprendiz de una Orden que abogaba por la protección de la Luz, el equilibrio entre esta y la Oscuridad, y la protección de los inocentes. Aunque Galatea hubiera hecho eso para salvarlos, sentía que de no ser por su estúpida oferta a ella no se le habría ocurrido. No se sentía muy capaz de de siquiera intentar mirar a Halia, incluso a Hana... Ahora que la aprendiza, de algún modo que no llegaba a comprender ni imaginar, se había convertido en hermana sirena de Halia tenía todos los motivos del mundo para sentir lo que estaba sintiendo. Los gruñidos y maldiciones que soltaba le pesaban a él como una losa.

No, Hana, no fue culpa sólo de Zande, pensaba, también era suya.

Con los ojos fijos en la espalda de Zande, mantuvo el brazo sujeto con el otro pegado al pecho. A cada paso que daba le dolía mil horrores porque bastaba con que se moviera una pizquita para que los músculos hincados alrededor del hueso chillaran como cerdos y se rebelaran contra el orden establecido. Estaba concentrado en ello, en caminar un paso más que el anterior, para salir de aquel lugar. Se debatía entre querer olvidar, y nunca hacerlo, porque así podría aprender de su error.

Nunca más intentar arriesgarse demasiado en vano.

Caminó renqueante, dejando que Hana y Halia se adelantaran para quedarse cerca de Jess y de Faris, que llevaba a la casi inconsciente capitana. Al menos habían conseguido mantenerla viva. Tampoco se habría perdonado si Ana hubiera... Suspiró y apretó los dientes, tenía que seguir avanzando. No estaba teniendo fuerzas para nada más.

Oía la voz de Zande, y la de su maestro, hablando como si nada, y se preguntó que planes tendría Ronin para aquel indeseable. Todavía andaba esperando la bronca por haber fallado en su misión. Nada sabían de Chihiro, que a esas alturas podía estar en Dios sabía dónde. Suponía que Ronin estaba esperando a deshacerse de Zande para echarles el gran discurso, si es que iba a hacerlo.

Ni siquiera se dio cuenta de los malos ojos con los que Zande les miró, tan ocupado que estaba en mantener el brazo lo más quieto posible. Con mucho esfuerzo y bastante dificultad, trepó muy a duras penas tras los demás para salir por fin de aquel lugar. Sólo podía usar uno de los brazos, así que no pudo ayudar a Halia a subir. Ya tenía bastante con su propio cuerpo, como para además intentar cargar a la sirenita.

Nada más plantar los pies afuera, Malik oyó el rugido dolorido de Zande y sintió cómo el corazón le aleteaba, alterado. Incorporándose mejor vio el altercado por el intento de huida, pero aunque quiso y pensó en ir para ayudar, a pesar de su brazo jodido... la ventolera que de repente se levantó le lanzó por los aires como a los demás. Malik, aunque no aterrizó nuevamente sobre el brazo, emitió un grito de dolor también, porque tirado el brazo se le movió lo suficiente como para que las astillas de hueso arañaran la carne desde dentro. Se quedó de lado medio rodando aún, intentando levantarse.

¡Por fin!

«¿Eh?». Esa voz le sonaba. Al alzar la vista, hincado todavía de rodillas hasta levantarse, vio a la mujer cómplice de Zande, la cual se suponía debería estar petrificada descendiendo grácilmente como si nada le hubiera pasado, de la mano de un... hombre, que por sus pintas debía de pertenecer al mismo club que Zande. Malik gimió entre dientes protegiéndose el brazo de nuevo, y reuniéndose junto con los demás para mantenerse juntos. No, otro combate no, ahora que estaban tan cerca de terminar... Impotente e incrédulo observó cómo aquel recién llegado curaba todas las heridas de Zande en un abrir y cerrar de ojos, tirando por la borda todos sus esfuerzos por agotarlo. Sintió una repentina furia ciega, que sólo el brazo roto frenó.

¡Maestro! —gritó Malik involuntariamente al ver a Ronin precipitarse contra el denominado Rubicante, el cual le echó hacia atrás con un ataque de fuego.

Instintivamente retrocedió porque hasta a él le llegó el calor de las llamas. Un gran nudo de miedo le acongojaba el estómago. Con Zande curado, la mujer del viento despetrificada, ese nuevo enemigo y Ronin al borde de sus fuerzas... no tendrían posibilidades esa vez, si peleaban. Si peleaban...

¡Quiénes sois!

¿Nosotros? Somos los Villanos Finales. Y vamos a acabar con todos los Caballeros.

Malik frunció el ceño, furioso, cansado, herido en su orgullo, en todo, y sin pensar convocó su Llave-Espada para avanzar hacia ellos y atacarlos sin piedad. Se olvidó por un segundo del brazo roto, del dolor, de las experiencias que le decían que no podía hacer nada. Y se llevó una pequeña quemadura, por suerte, en la mano. Se echó para atrás, clavando la vista en Rubicante. Ahora, además del hueso, tenía que preocuparse por el escozor y las ampollas de la mano. Pero menos mal que sólo había sido eso, y no... algo peor.

El doctor Hojo desea que regresemos a su lado. ¿Habéis conseguido lo que buscábamos?

No le quitó ojo de encima ni a Zande ni a Rubicante, y le devolvió la mirada al primero con fría ira contenida. Algún día, pensaba, algún día te volveré a encontrar, y te daré tu merecido por todo lo que has hecho. Todo el daño, todo el sufrimiento, todo.

Me falta el dragón. Pero no importa; cuando lo dejé estaba medio muerto y no nos habría servido de nada. Encontraremos más en otros lugares. Lo que importa es que he conseguido lo que yo venía a buscar.

En ese caso, deberíamos marcharnos. Cagnazzo nos espera.

Malik miró rápidamente a su maestro, a pesar de que sabía que no podrían detenerlos, y se tapó los ojos con un brazo en cuanto la ventolera de nuevo se levantó y les cegó, para que no le entrara arena. Cuando se destapó escupió una maldición.

El enemigo había escapado.

* * *


Con pesar, Malik se mantuvo respetuosamente cabizbajo en la laguna desde la cual Halia pretendía regresar al mar. Caso podía oír los lamentos de las sirenas por Galatea y la propia voz de la misma emergiendo desde el agua hasta acariciarlos a todos. Incluso sin conocer el idioma de las sirenas, Malik sintió la tristeza en las palabras de Halia después de entregar los cálices a Faris. La culpa le acompañaría durante muchos años, si no para siempre. Una sirena una criatura tan preciosa y magnífica, no debería haber muerto de esa manera.

Silencioso observó a la sirena sumergiéndose de golpe, con un gemidito de dolor por la aparición de esa cola que debía aún tener dañada. Se mantenía el brazo otra vez pegado el cuerpo, sujeto con el otro, pero se atrevió a avanzar junto a Hana nada más Halia meterse del todo en el agua. Con un suave empujoncito amistoso, le dijo en voz baja:

Ve con ella si quieres, nos encontraremos después.

No sabía por qué exactamente le había indicado eso, pero creía pensar que lo necesitaría. Después de todo, ahora era su hermana.


* * *


La destrucción de Cabo Blanco le recordó con mayor intensidad lo frustrado que se sentía por no haber conseguido capturar a esa bruja del tiempo. Las casas todavía derruidas, los escombros, el polvo, las cenizas... Sin embargo, las mujeres habían sido eficientes y habilitado edificios para los heridos, y gracias a eso ellos pudieron descansar a gusto, sin preocuparse de nuevas peleas después de días.

Malik se echó para intentar dormir, tras dejar que le vendaran y entablillaran el brazo, pensando en lo lejano que parecía el día en que el maestro les había hecho ir a Port Royal. Habían pasado por mucho. Viajes en barco, peleas navales, odiosas peleas al borde de la muerte. Parecía mentira. El Malik de hacía unos días no se parecía en nada al de ahora, que trataba de conciliar el sueño sin que las pesadillas sobre monstruos gigantes, esqueletos, sirenas o hermanos transformados en sincorazón le asaltasen.

No supo cómo al final, pero consiguió dormir... un poco.

A la mañana siguiente se encontraba un poco mejor, pero no lo suficiente como para siquiera pensar que aquellos podían ser buenos días. El pueblo entero estaba de luto, y él en deferencia murmuró un a oración al pie de la cama, dirigida a un Dios en el que estaba empezando a no creer tanto. El parco desayuno de pan y cerveza mejoró una pizca su ánimo, mientras comía en silencio en la planta baja de aquella posada. El brazo entablillado le molestaba un poco menos, pero no lo suficiente como para sentirse contento. Tenía que aprender magia pronto, no podía no...

Suspiró, tragándose el último trocito de su porción de pan.

Se terminó... —comentó, refiriéndose a la misión fallida, y miró a sus compañeras con resignación.

No le dio tiempo a añadir nada más, porque entonces Faris apareció indicándoles que Ana quería hablar con ellos.

Debería quedarse en cama, no salir a dirigir nada —murmuró siguiendo a Faris por las calles hasta la casa de la capitana, sobria y sencilla en contraposición a lo que cabría esperar de ella.

Avanzó despacio hasta la habitación en dónde reposaba Ana, y en donde además parecía haber estado Ronin todo ese tiempo, quizá curándola para que la Muerte la dejase en paz de una vez. Se fijó de pasada en los cálices de la mesita, como si fueran viejos amigos que le estaban saludando, y suspiró.

¿Qué tal habéis dormido? ¡Parecéis fantasmas! Venid, voy a curaros. Ahora he recuperado un poco de magia.

Casi somos fantasmas, maestro —repuso Malik, acercandose para que le arreglara el brazo.

Casi se había olvidado de lo que era tenerlo sano entre tantas cosas, cuando se quitó las tablillas , el cabestrillo y las vendas y pudo respirar más tranquilo sin tener que cuidarse de moverlo demasiado. Abrió y cerró la mano y estiró el brazo. Agradeció con una tranquila sonrisa hacia su maestro. Entonces Ana habló y él prestó atención, solemne.

Sólo quería daros las gracias por todo. Faris me ha contado lo que hicisteis. Fuisteis muy valientes. —Sin querer él se contagió de la débil sonrisa de Ana, como si no fuera nada—. Seréis bienvenidos siempre que queráis volver y no olvidaré que os debo la vida. Si alguna vez necesitáis ayuda y puedo concedérosla, poneos en contacto conmigo.

La perspectiva de una recompensa le animó el espíritu, pero... Sin embargo, Malik compuso un gesto un poco más serio, miró a su maestro, a Faris, luego a sus compañeras, por si querían decirle algo primero. Al ver que no lo harían, él se adelantó, hasta casi el cabecero de la cama donde reposaba la pirata en los almohadones. Ella sí que había demostrado valentía y fervor como nadie, ella les había guiado, ayudado, incluso enseñado. Con todo eso en mente, Malik murmuró un agradecimiento.

Espero que se recupere pronto, capitana. Ha sido todo un honor viajar en el Sombra de Luna a sus órdenes.

Inclinó levemente la cabeza, antes de apartarse y de que Faris les hiciera salir al corredor. Se sentía ligeramente mejor, si bien la letanía general del pueblo no le dejaría descansar por mucho tiempo.

No podemos botar el barco hasta dentro de un tiempo —oyó que explicaba Faris mientras bajaban las escaleras—. Pero si tenéis mucha prisa podemos intentar…

Pues...

Lo cierto era que no necesitaban barco. Con los glider... pero eso era un secreto.

¡No hará falta!—interrumpió Ronin, convenientemente y añadió—: No necesitáis acompañarnos. Sólo… Sólo ocupaos de vuestra gente.

Miró de soslayo a Ronin, por aquella salida tan inteligente, apelar a los sentimientos para que les dejasen ir. Volvió la vista hacia Faris, justo para estrecharle la mano

Gracias. A todos. Yo tampoco olvidaré que os debo la vida.

La intensidad de su propia mirada le hizo aguantar un poco el aliento durante unos segundos, apretando quizá de más, su mano más pálida en contraposición a la suya. Entonces sonrió, sacudiendo levemente la cabeza.

Creo que yo también de la debía de algún momento, así que estamos en paz...

Una vez fuera, en la calle, se encontraron con que los funerales iban a celebrarse ya y que las mujeres, muchas llorosas, algunas templadas, portaban ya ataúdes listos para oficiar. Malik iba a encaminarse junto a Ronin hacia la playa, pero Faris le cogió del brazo, le detuvo y le medio arrastró hacia un callejón. Malik se dejó hacer, un poco pillado por sorpresa.

Eh, eh, tranquila... —murmuró en cuanto lo soltó, alzando las cejas.

La postura de ella, aunque cruzada de brazos, era relajada y supo que la mujer sólo quería despedirse una segunda vez, a solas. Sonreía suave, de una forma que no le había visto hasta entonces. Un ligero calorcito se acurrucó en su estómago, y supo, porque supo, que ella habría querido abrazarle. Despacio le devolvió la suave sonrisa e incluso imitó su gesto de brazos cruzados.

Eres un idiota. Si sigues así, intentando sacrificarte por los demás, harás más daño que bien. Pero supongo que es parte de tu encanto —No hacía falta que ella se lo dijera, él ya lo sabía. Pero agradecía la preocupación, la agradecía mucho—. Me alegra que estés entero. Y… Que sepas que espero volver a navegar contigo.

Con un gracioso gesto, Malik bufó con una risita grave y se descruzó de brazos. Tomó de su hombro la mano de Faris y tiró un poquito de ella para acercarla a sí mismo.

He aprendido la lección a golpes, tranquila —Dibujó una nueva sonrisa un poco más débil, y más pícara—. ¿Sólo navegar? —Río bajo, apartándole los mechones rebeldes que caían sobre sus ojos. Entonces tomó su otro mano y besó los nudillos, con galantería y caballerosidad para después susurrar—. Vive libre, Faris. Algún día volveremos a vernos.

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No sabía cuando, ni cómo, ni si de verdad algún día volverían a encontrarse, pero era una pequeña promesa. Incluso si su pequeña relación de no se sabía qué era no pasaba de ahí, él seguiría considerando a Faris como una buena amiga. Despacio la soltó y se apartó con un último «Hasta pronto», para salir del callejón y encaminarse hacia la playa, hacia donde se suponía que estarían Ronin y los demás esperando.

Con el viento de cara y el sol brillante de la mañana sobre la cabeza, Malik acompañó a otra pequeña comitiva de ataúdes hasta que hundió los pies en la arena y se separó de la procesión. A lo lejos podía ver las figuras de su maestro y compañeras y apretó el paso. A medio camino se volvió para mirar hacia el pueblo y se apartó el pelo de la cara. Algún día, cuando todo se arreglara, volvería. Sonrió, con esperanza.

Ya sólo les quedaba volver a Tierra de Partida. Por Fin.

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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Nell » Dom Ago 03, 2014 3:52 am

Los golpes que Ronin permitió a Hana le propinarle a Zande le sentaron estupendamente. Más que bien. Vio su recién prometida venganza cumplida, aun estando completamente extenuada y dolorida, hasta que el Maestro se interpuso y le impidió acercarse más.

¿Y a ella qué le importaba el interrogatorio? No había nada que preguntar. Ya tenía pensado torturarlo, así que podía aprovechar para hacerle mientras tanto unas preguntillas. Y si no decía nada o se le olvidaba entre sus planes de venganza, ¡qué más daba! Lo primero, lo más importante de todo, era borrar el rostro del asesino de Galatea cuanto antes.

O le perseguiría en sueños aquella noche.

Por eso siguió resentida cuando caminaban detrás del prisionero y el Maestro. Tenía que liquidarlo aquel mismo día. No sabía ni dónde ni cómo. Ya lo vería.

Entonces, Zande comenzó a resaltar la rápida recuperación de Ronin. Hasta entonces, Hana no se había dado cuenta puesto que solo pensaba en una única cosa, pero le habían dejado bastante magullado. De hecho, ella misma había pensado que iba a palmarla allí. Entendió las intenciones de Zande y se preparó. Si pensaba luchar contra Ronin para liberarse, era su mejor oportunidad para intervenir legítimamente y acabarlo ella misma.

La acción se produjo cuando salieron de la cueva. Zande trató de escapar y Ronin, prevenido, lo retuvo de nuevo clavándole la llave espada. Y claro, aprovechando, Hana también se lanzó a por él para intentar propinarle a puño seco todos los golpes que se dejara.

Entonces, Barbariccia apareció. Incluso Hana paró para verla, sorprendida, porque ya ni se acordaba de ella. ¿Dónde se había perdido? ¿Acaso no la había ahogado Halia? A su lado, además, había otro de esos monstruos, uno nuevo, que por suerte se cubría todo su cuerpo con una manta roja.

Anulando todos sus esfuerzos, el hombre restableció la salud de Zande, al que no le quedó ni rastro de heridas. Hana rechinó los dientes. ¡Ahora le sería mucho más difícil acabar con su patética vida, y más con los aliados presentes! La prueba se hizo palpable cuando Rubicante atacó a Ronin y este únicamente se limitó a esquivarlo, en vez de continuar con su ofensiva. Sí que estaba débil.

Se autodenominaron como «Villanos Finales». Hana no había oído hasta entonces el título, por lo que asumió enseguida (y por su referencia a los Caballeros) que no pertenecían a Port Royal. Eso aumentaba en gran medida el rango de búsqueda que tendría que hacer posteriormente para dar con Zande.

Le quedaron claro dos cosas: que el objetivo en aquel mundo de esos Villanos Finales era el Leviatán (ella no había visto a ningún otro ser con forma de dragón) y que Zande había actuado por su cuenta al conseguir más vida para sí mismo. No se le perdió ni un detalle, porque le interesaba conocer todo lo que pudiera sobre su enemigo para usarlo en su contra algún día.

Considerablemente tranquilos, el trío conversó entre sí y, acto seguido, hizo amago de marcharse. Hana volvió a rechinar los dientes, abrazándose a sí misma y clavándose las uñas en los hombros para evitar actuar. Incluso ella sabía que sería un suicidio.

¡Te mataré, Zande! ¡Lamentarás tu existencia! ―le gritó, incapaz de contenerse.

Fue una de las experiencias más frustrantes que vivió. Observó a su enemigo mortal volar y desaparecer frente a sus ojos a un destino indeterminado, donde no le podía seguir, al cual no podía llegar, ni del que sabía nada. Había perdido la oportunidad de vengarse aquel día.

Rugió de rabia, de impotencia y de odio a sí misma.

¡Tú! ―se encaró con Ronin, el único presente al que podía dirigir su frustración por un mínimo motivo―. ¡Tú y tu maldito interrogatorio! ¡¡Dando consejos que ni siquiera sigues!! ―se enervó, alzando el puño y a punto de cometer una locura―. ¡Tendríamos que haberlo matado! ¡¡Tendría que haberlo matado!! ¡Es tu culpa que se haya ido! ¡¡TU MALDITA CULPA!!

Y, finalmente, se deshinchó. Simplemente, no le quedaban fuerzas para nada, ni siquiera para gritar o encararse con nadie más. Cayó de culo al suelo, donde no hizo amago de levantarse. Se encogió como una bola y se quedó así, como una niña pequeña que busca aislarse del mundo. Enterró la cabeza entre las piernas y cerró los ojos.

Tras ellos, solo vio la huesuda mano de Galatea alzada hacia ella.

Le habría gustado llorar para desahogarse.


***



Las siguientes horas fueron como un sueño para Hana. ¿Cómo se movió del sitio en el que se había quedado estancada? Ni siquiera lo recordó después. Tal vez se alzara a andar de un modo automatizado o alguien la llevara en brazos.

El caso es que, antes de regresar a la aldea, hicieron una parada en una laguna donde dejaron a Halia. Un Cementerio de sirenas, dijo. En cualquier otro momento, Hana habría tragado saliva y habría imaginado vívidamente cómo tiraban allí su cuerpo, después de expirar su último aliento. No era un mal lugar, aun así, y le gustaba más que ser enterrada en ese Cementerio de Caballeros del que había oído hablar. Sin embargo, apenas le dedicó un par de líneas de pensamiento. Seguía ida, ausente y perdida en otro mundo inexistente.

Es lo que contuvo el último aliento de madre…

Sintió un escalofrío que, por suerte, no la despertó de su sueño.

Malik la empujó amistosamente cuando Halia quiso dirigirse exclusivamente a ella. Reprimió la cara de susto. A pesar de que había dejado de tacharlas de monstruos, temía encararse con Halia. Ambas habían perdido a la misma madre, no sabía cómo dirigirse a ella ni cómo tratarla. ¡Ni siquiera si no la guardaría rencor! Por algún motivo, se sentía culpable del destino de Galatea.

Halia le ofreció una vida de sirena. No supo qué responder. ¿Tenía acaso elección? Ahora era una, al fin y al cabo. ¿Existían sirenas fuera de su hábitat?

Yo…

No sabía qué contestarle, y aceptó gustosamente que la propia Halia prefiriera esperar su respuesta al día siguiente.

A continuación, volvieron a Cabo Blanco. En esta ocasión, Hana no se lamentó del destino sufrido por la aldea, porque estaba demasiado bloqueada mentalmente para siquiera sentir lástima por nada más. En su lugar, escuchó impasible la noticia de los funerales y se echó en el camastro.

Se pasó la noche en vela. Miraba al techo constantemente, reviviendo algunas cosas del día y otras muchas que creía enterradas. En una ocasión, un hombre le había aconsejado que muriera con orgullo. ¿Lo habría hecho Galatea? ¿Podía considerarse orgullosa de haberlos salvado a todos con su inevitable muerte, o se había arrepentido en algún momento? Hana quería saberlo. Y sin embargo, era muy consciente (por pasadas experiencias) que nunca conocería la respuesta.

Pudo conciliar finalmente el sueño un par de horas antes del amanecer. En la pesadilla, alguien cantaba un réquiem mientras la propia Hana lloraba y se desgarraba a sí misma la piel hasta tenerla en hueso. Se despertó cuando se zambullía en la laguna a la que habían llevado a Halia y en la que empezó a ahogarse.

Qué ironía. En teoría, por su condición de sirena, ahora le sería imposible.


***



Estaba muy cansada y tenía ojeras bajo los ojos, pero aguantó con dignidad y fue a desayunar. La comida le sentó fantásticamente. Se zampó el pan de pocos bocados y degustó la cerveza hasta relamerse. Habría pedido más si no fuera por la situación de crisis del pueblo, en la que sin duda limitarían en gran medida las raciones.

Se siguió manteniendo ausente, a pesar de que se encontraba mejor. Fue un truco que usó con Jess y Malik porque no quería hablar con ninguno de los dos de lo que había ocurrido el día anterior. Le desagradaría ver pena o comprensión, puesto que consideraba que no podían hacerse a la idea de lo que realmente había supuesto la experiencia para ella. Si lo hubiera pensado un poco más, se habría dado cuenta de que todos arrastraban algo del día anterior.

En cuanto hubo terminado de desayunar, esperó pacientemente hasta que llegó Faris con las nuevas, conduciéndoles al dormitorio de Ana Lucía. Nada más entrar, Hana supuso que sería propiedad de otra persona (tal vez una de las fallecidas) y que el hogar de la capitana se había convertido en ceniza, porque no era normal que un pirata se privara de placeres.

A su lado, estaba Ronin. Hana esquivaría cualquier mirada que le dirigiera. No sabía si estar enfadada o no, pero por el momento sabía que verle le ponía de mal humor. Aceptó forzosamente la magia curativa que la revitalizó mucho más que las pocas horas de sueño.

Ana Lucía les había convocado para darles las gracias por todo lo que habían hecho: defender la Fuente, ayudar a las piratas, retener a Zande…

No ―contestó cortante Hana, porque no se sentía con ganas de fingir―. No hicimos nada. No pudimos hacer nada. Chihiro ganó ―recordó la cola de su hermana. Ni siquiera la satisfacía que la bruja no hubiese logrado su verdadero objetivo―. Zande ganó. Perdimos todo lo que habíamos ido a proteger ―el poder de la Fuente, el secreto de los cálices, Galatea…

Les invitó a regresar y prometió que siempre serían bien recibidos en el poblado. Fue algo de consuelo para Hana, porque creía que Cabo Blanco le habría gustado como ciudad si la hubiese conocido antes de su destrucción, para ser de su mundo. Además, contarían con la protección y auxilio de Ana y Faris, algo útil si sabía utilizarse bien.

Las recompensas siempre eran prioritarias en la mente de Hana, pero al saber de la existencia de una que entregarían a Ronin, simplemente se encogió de hombros. No la merecían y ella no quería saber nada de ella. Tampoco del tesoro del barco hundido que había visto en su paseo submarino.

Ana Lucía tenía que descansar, así que se marcharon enseguida. Ronin se dirigió a la playa, y antes de saber qué harían sus compañeros (para evitar de nuevo conversaciones), se encaminó con rapidez detrás de él. Sin embargo, en vez de seguir su mismo camino, viró hacia la cala, por la que paseó con tranquilidad hasta llegar al lugar donde Leviatán había languidecido.

Allí, Halia ya la esperaba.

Tragó saliva. Aún no sabía cómo responder. Era uno de los temas a los que más vueltas había dado durante la noche, sin encontrar solución. ¿Qué debía hacer? ¿Marcharse con Halia o continuar con su vida de aprendiza en Tierra de Partida? Apenas sabía lo que quería. Nunca había imaginado ser una sirena.

Se sentó en la arena, al lado del surco hecho por Leviatán, y se pasó ambas manos por el pelo.

No sé qué decir ―se sinceró―. Es todo tan… inesperado. Yo… Cada vez que cierro los ojos, veo a uno de los dos. A Galatea, a madre… o a Zande. Sé que no voy a poder vivir tranquila si dejo el asunto sin resolver.

¿Y cómo se hacía para quedar en paz con una muerte?

Halia… ¿Crees que Galatea, que madre, se arrepintió de su decisión? De dar su vida por unos desconocidos y por ti.

Era la pregunta estrella que le había estado carcomiendo. Sabía que Halia le diría lo que pudiera, pero ni ella tendría la respuesta definitiva. Galatea se la había llevado consigo a la tumba. Independientemente de eso, escuchó su opinión y tomó la decisión, tan precipitada y espontáneamente como solía ser ella siempre.

Soy una sirena. Es repentino. Muy repentino. Estoy asustada, y con razón. Sin embargo, no puedo negar lo que soy, y quiero aprender a serlo ―se dio cuenta de que no se estaba explicando muy bien―. Sin embargo, también necesito hacerme más fuerte. Por Galatea. Para vencer a Zande. Si continúo con los Cab… con ellos, con Ronin y los demás, veremos mundo y podré encontrarle… y matarle.

»¿Me enseñarías aun así, Halia? ¿Puedo venir de vez en cuando para aprender a ser una sirena?

Ella también la cuidaría. Aún era demasiado pronto para considerarla tan abiertamente su hermana, pero estaba dispuesta a no ignorar el vínculo.

Cuando acabó la reunión con Halia, volvió a Cabo Blanco y esperó a que los demás se reunieran para marcharse. Vio los funerales a lo lejos, sin hacer ningún ademán de acercarse. No conocía a esas personas y su asistencia habría sido estúpida. Aunque, finalmente, sí logró lamentar sus tempranas muertes.

A pesar de las muchas cosas que estaba sintiendo en las últimas horas, curiosamente, no recordaría gran cosa de ellas.

Cada vez que vuelvo a este lugar, mi vida empeora un poquito más ―notó.

Y en algún lugar, un hermoso sonido de campanas inundó todo el pueblo de su tañido melancólico. Hana miró al mar, recordando la última vez que las había escuchado y la cita que alguien le había dicha ocasión:

«Por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti».
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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Sometron » Mar Ago 05, 2014 3:23 am

Voy a matarlo. Voy a desmembrarlo y a hacerle sufrir por cada año de vida que ha robado. No va a ser limpio. No va a ser agradable. Pero lo haré. Lo juro, lo juro, lo juro…

Oyó decir a Hana, que estaba iracunda por haber perdido a la que era su recientemente adquirida madre.

Podría haber funcionado. Le di el cáliz sin la lágrima, podría haber funcionado...

Y te habría matado a ti antes de que le envolviera el agua. Deja de lamentarte por el pasado. No tiene sentido. Sólo puedes esperar que, la próxima vez, no haya que sacrificar más vidas.

>>Excepto una.

Faris también parecía bastante enfadada, aunque quisiera que pareciera que mantenía la cabeza fría…

Malik, según su punto de vista, también estaba bastante cabreado con todo aquello, aunque su madurez parecía ayudarle a contener aquella rabia… O quizás no, aquella era simplemente la impresión que ella tenía.

Y por otra parte estaba ella, que ni siquiera sabía cómo se sentía. Desde luego, sabía que no estaba alegre ni ningún tipo de estado de ánimo positivo. Quizás, la única palabra que podría ocurrírsele utilizar para definir su estado sería cansada: física, mental y emocionalmente.

En aquellos momentos ponderaba todo lo acontecido durante aquella aventura, intentando encontrarle un balance positivo a ésta, que siempre quedaba eclipsado por la tragedia acontecida recientemente a Galatea.

¿Por qué había tenido que tratarse de ella? Su propia vida, por ejemplo, hubiese sido una pérdida mucho menor que la de la sirena, que podía resultar bastante más útil que ella misma.

Mientras reflexionaba sobre todo aquello, Ronin y Zande parecían tener un intercambio vano de amenazas. ¿Es que nunca se cansaban?

Entre tanto, llegaron a la salida de la cueva y el grandullón dio un salto hacia delante con intención de escapar, por lo que Ronin respondió ensartándole el hombro con su Llave Espada. Dispuesta a que, como mínimo, el sacrificio de la líder de las sirenas sirviera para algo, Jess hizo ademán de abalanzarse sobre él mientras invocaba su propia Llave.

Pero, aún así, no fueron capaces de retenerlo, pues no estaba sólo.

¡Por fin!

No, tú otra vez no... —murmuró.

Un repentina ráfaga de aire les había lanzado por los aires y alejado de Zande, causada por un hechizo de Barbariccia, que había escapado de alguna manera. Era probable que le hubiera ayudado el extraño tipo de la capa azul y roja que la acompañaba.

Vaya, señor. Estáis herido.Dejad que le ponga remedio.

A continuación, con una sola pasada de su hechizo curativo, hizo desaparecer cualquier vestigio de la batalla acontecida minutos atrás, volviendo todos sus esfuerzos aún más inútiles de un plumazo.

¡Qué haces aquí, Rubicante!

El doctor Hojo nos envió a… ¡Ah, no!

¡Maestro!

El tal Rubicante rechazó el ataque del cansado Maestro lanzándole una lengua de fuego, que esquivó a duras penas.

¡Quiénes sois!

¿Nosotros? Somos los Villanos Finales. Y vamos a acabar con todos los Caballeros.

Otra vez ese mismo nombre… ¿qué diablos le había hecho la Orden a los Villanos Finales? ¿Cuáles eran sus razones para odiarles de tal forma?

El doctor Hojo desea que regresemos a su lado. ¿Habéis conseguido lo que buscábamos?

Me falta el dragón. Pero no importa; cuando lo dejé estaba medio muerto y no nos habría servido de nada. Encontraremos más en otros lugares. Lo que importa es que he conseguido lo que yo venía a buscar.

Toda aquella situación resultaba tremendamente decepcionante, y le llevaba a pensar que quizás hubiese hecho un favor al mundo si se hubiese quedado en la cama aquel día en vez de emprender el viaje hacia Port Royal.

En ese caso, deberíamos marcharnos. Cagnazzo nos espera.

Un segundo conjuro de la hechicera voladora provocó que perdiera al grupo de villanos un momento… que aprovecharon hábilmente para escapar. En el fondo, aunque los demás desearan venganza, ella tan sólo quería no volver a cruzárselos nunca más.

¡Te mataré, Zande! ¡Lamentarás tu existencia!

Hana... —balbuceó.

¡Tú! ―ignorando su intento de consuelo, o quizás no habiéndolo oído siquiera, se dirigió agresivamente a Ronin―. ¡Tú y tu maldito interrogatorio! ¡¡Dando consejos que ni siquiera sigues!! ¡Tendríamos que haberlo matado! ¡¡Tendría que haberlo matado!! ¡Es tu culpa que se haya ido! ¡¡TU MALDITA CULPA!!

La aprendiz pareció perder las fuerzas después de desahogarse y se dejó caer hasta quedar sentada en el barro. Jess contempló la situación en que se encontraban con una emoción entre tristeza y apatía. Aquello era el fracaso de los Caballeros de la Llave Espada.

* * *


Regresaron a Cabo Blanco después de dejar a Halia en el Cementerio de Sirenas, no muy lejos de dónde había luchado contra Zande por primera vez. La sirena le dijo a su hermana que se reuniría con ella al día siguiente para hablar sobre sus respectivos planes de futuro y dejó los cálices en manos de Ana Lucía.

Aquella noche la pasaron en el pueblo, aunque Jess se levantó prácticamente igual de cansada, dolida y magullada que el día anterior.

El silencio imperó durante el desayuno con sus dos compañeros. Ella no tenía hambre, por lo que apenas se comió la mitad de su ración de pan y la cerveza no llegó a tocarla.


Se terminó...

Eso parece... —contestó desganada.

Faris interrumpió aquella “amena” comida para anunciarles que la capitana quería verlos y los llevó ante ella, que se encontraba postrada en cama. Allí también se encontraron con el Maestro, que parecía haber recuperado su inoportuna jovialidad.

¿Qué tal habéis dormido? ¡Parecéis fantasmas! Venid, voy a curaros. Ahora he recuperado un poco de magia.

Casi somos fantasmas, maestro

La joven asintió débilmente y se acercó a Ronin para que le aplicase su hechizo. Sus heridas desaparecieron al fin y recuperó un poco de vitalidad, aunque, por desgracia, su ánimo no varió demasiado.

Sólo quería daros las gracias por todo. Faris me ha contado lo que hicisteis. Fuisteis muy valientes.Seréis bienvenidos siempre que queráis volver y no olvidaré que os debo la vida. Si alguna vez necesitáis ayuda y puedo concedérosla, poneos en contacto conmigo.

Espero que se recupere pronto, capitana. Ha sido todo un honor viajar en el Sombra de Luna a sus órdenes.

No. No hicimos nada. No pudimos hacer nada. Chihiro ganó. Zande ganó. Perdimos todo lo que habíamos ido a proteger

Desafortunadamente estoy de acuerdo con Hana. —dijo, bajando la mirada—. Pero, aún así, ha sido un placer viajar con vosotras y haber podido conoceros. También os pido disculpas por haber hecho el viaje más difícil de lo que ya era de por sí en alguna que otra ocasión...

¿Qué hacía retractándose de todo aquello? No tenía ni idea, pero eso fue lo que le apeteció decir en algún momento.

Entonces Faris dijo que habría inconvenientes en que el viaje en barco comenzara inmediatamente, a lo que Ronin restó importancia, pues nosotros teníamos nuestros Gliders. Aunque fueran secretos.

Gracias. A todos. Yo tampoco olvidaré que os debo la vida..

Faris pasó entonces a darles la mano uno a uno a modo de agradecimiento. Cuando le tocó su turno, Jess le miró a los ojos y asintió. Realmente le estaba dando algo de tristeza despedirse de aquellas mujeres a las que “odiaba” hasta hace unas cuantas horas.

Después de aquello salieron de la habitación de la capitana y se dirigieron al exterior. Allí, Faris se llevó a Malik y Hana fue a buscar a Halia, dejándola a ella sola con Ronin. El Maestro la llevó a la playa y se sentó en la arena, gesto que ella imitó para colocarse a su lado.

Bueno, ha sido un viaje movidito, ¿verdad?

Sí, supongo que sí... —dejó escapar un suspiro.

¿Estás bien, pelirroja? Es como si fueras un globo pinchado. Pensé que estarías más furiosa. Como esos dos pimpollos.

L-lo sé. Yo también lo creía. Pero llegados a este punto me pregunto... —hizo una pausa, considerando si quería continuar hablando o no; pero al final terminó haciéndolo— ...me pregunto si de verdad ha merecido la pena. Cabrearme por tu humor inoportuno, rebelarme contra Ana, enfadarme con Barbariccia por ser una desconocida traidora, echarte la culpa de que las cosas no hayan salido bien… todo.

>>Me pregunto si de verdad ha merecido la pena siquiera asistir a este viaje. O si… —su mirada había ido repasando los alrededores, pero en este punto volvió a los ojos de Ronin—. ...merece la pena para la Orden contar con un Caballero como yo.

Entonces callaría, esperando a que el Maestro contestara o no y reflexionando inútilmente sobre el asunto, para luego añadir:

Perdona, me estoy poniendo demasiado dramática.

Las figuras de Hana y Malik no tardaron en aparecer, lo que indicaba que era hora de marcharse. Quizás poder dormir en paz muchas horas seguidas sería la clave para volver a su estado habitual… O quizás necesitaría algo nuevo, algo diferente. Quién sabe.

El futuro está lleno de oportunidades y de posibilidades, pero algo le decía que volvería a aquel lugar en algún momento. Un lugar en el que se respiraba la libertad y se mascaba la tragedia, dónde ser aceptado.

<<Ana, Faris, Halia, Galatea, Yanira… Ahora todas sois una parte, más pequeña o más grande de mi vida, y no os olvidaré. Espero volver pronto.>>

Por último, le dirigiría una mirada a cada uno de sus compañeros antes de proponer:

¿Nos vamos?

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Fin de la trama. He de decir que argumentalmente me ha gustado bastante y ha sido un placer rolear con vosotras. También me gustaría disculparme por la falta de interés en general que ha habido por mi parte durante las dos tramas y que me ha llevado a trabajar bastante poco los posts.
En fin, no me quiero enrollar más. Los PXs para Jess. Nos vemos~
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^¡Gracias a ita y Nebula por las firmas de Railgun, Ygritte y Kurisu! n.n^

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Copiado de Red pero con permiso (?)
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Ronda final

Notapor Suzume Mizuno » Mié Ago 06, 2014 4:49 am

Ana Lucía agradeció las palabras de Malik con un asentimiento de cabeza. Luego observó en silencio a Hana y a Jess en silencio, estudiándolas con seriedad.

En la vida se pierde y se gana. Lo que construimos se puede venir abajo con una facilidad ridícula. —Su voz se tiñó de dolor. Sin duda, estaba pensando en su propio pueblo—. Pero esa pérdida es lo que nos hace darnos cuenta de en qué medida valoramos algo y hasta donde estamos dispuestos a llegar por recuperarlo… O por remediar nuestros errores. Sólo la gente realmente fuerte puede superar fracasos de este calibre, aceptarlos, y volverse todavía más fuerte.

»¿Vosotros lo sois?


****


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Malik

Faris no pudo contener una pequeña risilla cuando el hombre le cogió la mano y la hizo acercarse. No se resistió.

He aprendido la lección a golpes, tranquila.

Faris resopló y le dedicó una mirada elocuente, dando a entender que no se tragaba que hubiera aprendido nada. Las personas eran como eran, al fin y al cabo.

¿Sólo navegar? —añadió entonces el aprendiz, riendo suavemente. Faris arqueó las cejas y ladeó ligeramente el rostro cuando Malik le apartó el cabello de la frente, para dejarse acariciar por sus dedos—. Vive libre, Faris. Algún día volveremos a vernos.

La pirata le miró, embelesada. Entonces, Malik se separó. Pero la mujer esbozó una sonrisa afilada y dio una zancada. Agarró a Malik por la pechera y lo atrajo bruscamente contra sí.

Déjame enseñarte cómo deberías haberte despedido —Se puso de puntillas para darle un beso. Y no uno precisamente inocente. Cuando retiró sus labios, Faris rió con suavidad—. Cuídate. Veremos si volvemos a cruzarnos, porque no espero a nadie.

Hizo un gesto de despedida entonces y se apoyó contra la pared con desfachatez para verle marcharse. Después afirmó la espada en su talabarte, giró sobre sus talones, respiró hondo y se dirigió hacia la casa de Ana Lucía: la capitana iba a necesitar ayuda para dirigir el funeral.

****


Hana

No sé qué decir ―confesó Hana, sentada en la arena. Halia apoyó la barbilla sobre las manos, contemplándola, comprensiva―. Es todo tan… inesperado. Yo… Cada vez que cierro los ojos, veo a uno de los dos. A Galatea, a madre… o a Zande. Sé que no voy a poder vivir tranquila si dejo el asunto sin resolver.

Lo entiendo.

Halia… ¿Crees que Galatea, que madre, se arrepintió de su decisión? De dar su vida por unos desconocidos y por ti.

Halia se quedó en silencio un momento, perdida en sus propios pensamientos. Luego sonrió con amabilidad a Hana.

No. Además, no la dio por unos desconocidos. La dio por salvar a Leviatán. La dio por mí… y por ti. Porque aunque no seas su hija natural, te convertiste en ella cuando te hizo sirena. Se volvió tu madre, y tú su hija y mi hermana. Sólo aceptó su responsabilidad.—Halia suspiró con tristeza—. Ninguna madre desea ver morir a sus hijas antes que ella misma, después de todo. ¿No te parece?

»Así que deja de sentirse culpable. Cualquier madre hecha y derecha habría hecho lo mismo por sus hijas.


Soy una sirena. Es repentino. Muy repentino. Estoy asustada, y con razón. Sin embargo, no puedo negar lo que soy, y quiero aprender a serlo. Sin embargo, también necesito hacerme más fuerte. Por Galatea. Para vencer a Zande. Si continúo con los Cab… con ellos, con Ronin y los demás, veremos mundo y podré encontrarle… y matarle.¿Me enseñarías aun así, Halia? ¿Puedo venir de vez en cuando para aprender a ser una sirena?

Halia emitió una risa cantarina, que seguramente le recordó a su primer encuentro. La sirena se deslizó hasta el agua y nadó lentamente hacia ella. Cuando llegó la orilla le puso una mano en la rodilla y apretó con una sonrisa.

Debes haber apreciado lo suficiente a madre como parar querer mantener estas cosas, con lo incómodas que son.—Conmovida, la miró un momento, como valorándola. Asintió con la cabeza—. Te estaré esperando, hermana. Todas lo haremos. Aunque hayas sido humana, ahora eres una de las nuestras y mientras no nos traiciones, siempre estaremos para ti. Nosotras vivimos cerca de este lugar, así que si deseas llamarme, sólo métete al agua y canta. Terminaré por encontrarte.

»Hazte fuerte, Hana. Y vive. Ese fue el deseo nuestra madre.


****


Jess

Ronin escuchó a la joven sin interrumpirla, permitiendo que sacara todo lo que llevaba dentro. Era evidente que lo necesitaba y, en ocasiones, es necesario gritar hasta que uno no puede más. Hasta que se vacía de todo lo que le tortura, se saca el pus de la herida… Y recupera fuerzas para levantarse una vez más.

Perdona, me estoy poniendo demasiado dramática.

Meneó la cabeza y le puso una mano en el hombro. De pronto, Jess se encontró envuelta en su brazo, que la apretaba con la misma fuerza de un oso contra sí. El Maestro aprovechó para revolverle el pelo con la mano libre.

Es normal que te hagas esas preguntas. ¡Pero todos y cada uno de los Caballeros son necesarios! Nadie sobra. Todos sois importantes y necesarios. O no os escogeríamos, ¿no crees? —Le dedicó una sonrisa de ánimo—. Que dudes significa que eres fuerte, Jess. Que estás creciendo. Saldrás adelante.

»En cuanto a este viaje…


En ese momento se acercaron Malik y Hana. Ronin dio un último apretujón a Jess y se separó de ella. Cuando todos los aprendices se hubieron reunido, Ronin apoyó una mano en el hombro de Malik y otro en el de Hana. Recorrió a los tres con su único ojo, muy serio.

Comprendo lo que sentís. Y sí, esta misión ha fracasado. Pero no por completo. No es un consuelo, pero tenemos a Leviatán, que era lo que ellos venían buscando. Y… Estamos vivos—Sonrió a los aprendices—.Eso siempre es un gran triunfo.—Bajó las manos—. Sé que no estuve cuando me necesitabais y pido perdón. Pero, recordad esto todos: no sois asesinos. Sois Caballeros y lucháis por el equilibrio. Por mucho que duela, perderemos a gente por el camino: es algo natural y ello sólo nos hará caer… O nos hará fuertes. Pero… No os manchéis las manos con la sangre de otras personas—dijo con dureza—. Una vez que lo haces, no hay vuelta atrás. Y vosotros todavía estáis a tiempo de no cometer ese error.

Dejó caer un silencio, para que sus palabras, las del Maestro de Maestros, calaran en ellos. Con mayor o menor éxito, por supuesto.

Entonces Jess preguntó si se marchaban de allí y Ronin asintió, sonriendo, jovial.

Volvamos a casa


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¡Fin de la Trama!

Primero de todo, muchas gracias a los tres por participar. Ha sido larga y ha tenido sus claros altibajos, pero espero que os haya gustado. Como apunte, quiero señalar que podría haber habido finales diferentes y que, dependiendo de la situación, habrían muerto diferentes NPCs —o podría no haber muerto ninguno—. Aun así, espero que la experiencia sirva para vuestros personajes.

¡Y vamos a las puntuaciones!


Sometron

¡Ganas 50 PX! ¡Te quedan 5 PX para subir al nivel 11!

Sobre la interpretación

He notado, como has comentado, un claro descenso de interés o de implicación en la trama a medida que esta avanzaba. Es una lástima, ya que Jess es un personaje con un carácter muy fuerte y, si hubiera intervenido más, si hubiera sido más activa en las últimas rondas, estoy convencida de que habría tenido un gran papel.

Sin embargo, has tenido post buenos y divertidos, y me ha gustado tu interactuación con las sirenas, con tus compañeros, además de cómo has planteado la rivalidad-desagrado con Ana Lucía. Claro que habría sido ideal que jugaras más con Chihiro, Zande o Galatea, pero considero que es mi culpa por no haber podido motivarte más y te pido disculpas.

Quizás la parte que me ha parecido más desaprovechada es la del «miedo» de Jess, que creo que podría haber sido bastante más explotada, aunque ha estado bien presentada y narrada, casi de forma poética. Sólo eso, le faltaba una chispa de ánimo.

A pesar de su pasividad, el final de Jess me parece apropiado, pues todo el mundo tiene un momento en el que se viene abajo y necesita replantearse las cosas. En ese sentido, no tengo queja: se ve sin problemas que Jess ya no sabe qué hacer, ¡enhorabuena! Sin embargo, creo que podría haber estado mucho mejor descrito.
Me pregunto cómo influirá lo que ha vivido en su futuro. ¡Espero verlo con ansias!

Acerca de la expresión

-Detalles como la utilización de verbos distintos a los clásicos «ser» o «estar» para dar más riqueza a tus oraciones, en especial cuando los usas de forma continuada: «Estaba muy impaciente; y era lógico, Jess también lo estaría en su lugar.»

-Donde más errores he encontrado es en los diálogos y relacionado con la puntuación después de los guiones. Por ejemplo:

«—Mis habilidades de fuego no sirven de nada aquí abajo… se apagarán nada más ser convocadas... —pensó en voz alta— ¡Pero tengo una idea!»

Antes del guión se debería poner un punto si cierras la frase y tras el guión viene un verbo que no es de habla. Por tanto, este verbo debería empezar con mayúscula: Buenos días.—Miró a su alrededor.[/i]».

A menos que pongas una coma después de que cierres con el segundo guión, debes añadir un punto: «…alta—. ¡Pero tengo una idea!»

Por ejemplo, la forma correcta de esto:

«—Encárgate tú de éste. —dijo a su compañera señalando al sincorazón restante con la cabeza.— Yo voy a echarle una mano a Malik.»
Sería esto:

«—Encárgate tú de éste —dijo [verbo de habla] a su compañera, señalando al sincorazón restante con la cabeza—.Yo voy a echarle una mano a Malik».

-El punto —o la coma, el punto y coma…— en las comillas va después de estas.

-Y una recomendación personal es que buscaras otras formas de mencionar a tu personaje a parte de por el pelo, porque hay muchísimas y seguro que puedes destacar otras cosas de Jess.


Nell

¡Ganas 58 PX! ¡Subes al nivel 14!

¡Te quedan 28 PX para subir al nivel 15!

Sobre la interpretación

Me ha gustado muchísimo. Ya en la trama anterior se empezaron a percibir ciertos cambios en Hana, pero sus reacciones en los puntos clave de la historia me han parecido muy acertados y bien desarrollados. En especial debo mencionar el «miedo» de Hana, que te has currado mucho y has desarrollado punto por punto. Ha permitido profundizar bastante al personaje, tanto desde tu punto de vista, como del de los lectores.

He apreciado una mayor interactuación con los personajes y más reacción ante sus acciones. En particular ha destacado cómo Hana se va identificando las sirenas, hasta el punto de arriesgar la vida por Halia. Las escenas antes de su conversión —aunque uno de estos post me pareció algo flojillo, pero es comprensible que fuera más corto— también están muy llevadas e hiladas con la historia personal de Hana. ¡Mis felicitaciones!

Y, por supuesto, el odio de Hana por Zande y su reacción ante la muerte de Galatea, sus dudas sobre qué hacer con su futuro ahora que pertenece a otro mundo aunque no quiera… Y cómo lo has ligado todo para que quiera evolucionar. Veremos si Hana logre cumplir sus amenazas.

Aun así, sigues convirtiendo algunos post en una narración de las acciones, a veces resumida, otras bien detallada—comprendo que Hana es introspectiva y medita mucho las cosas— y eso en algunas ocasiones se vuelve algo poco ágil de leer.


Acerca de la expresión

-Alguna tontería como leísmos sueltos: «La curiosidad le enganchó a la conversación a partir de ese punto.»

-Cuidado con los «-mente» seguidos en una misma frase: «Cuando miró fijamente a Malik, Hana se apartó de su lado instintivamente.». Rompen un poco la narración.

-En ocasiones usas bastante seguidas las mismas palabras o muy parecidas, lo que en seguida llama la atención: «aún enrabietada, sin querer saber nada de Ronin ni de las actitudes tan extrañas de las sirenas. […]olvidar la rabieta».

-Te comento lo mismo que a Sometron sobre los guiones, porque algunas veces pones en minúscula palabras que deberían comenzar con mayúscula.


Tanis

¡Ganas 58 PX! ¡Asah sube al nivel 4!

¡Te quedan 25 PX para subir al nivel 12!

Sobre la interpretación

Malik ha estado muy bien interpretado, dentro de su carácter tranquilo, aunque con sus buenas explosiones y su desesperación por no ser tan experimentado y querer proteger a todo el mundo. Me gustó bastante el post del «miedo» de Malik, todo muy visual, impactante y cercano, así como su relación protectora, de apoyo, con Hana y Jess.

La salida de Malik para entregar su vida fue inesperada, pero permitió un emocionante vuelco de los acontecimientos. También me ha gustado el detalle de que Malik se plantee matar a una persona y se de cuenta de que, poco a poco, empieza a cambiar —quién sabe si para bien o para mal—, además de su disposición a aprender de sus errores. ¡A ver cómo lo desarrollas!

Por lo demás, quizá me ha parecido algo escasa la reacción de Malik ante la muerte de Galatea en primera instancia o su rivalidad con Zande, pero estaba herido y comprendo que no pudiera expresarse al máximo.
Y el final ha sido un cierre muy bueno, perdona por habértelo estropeado (?)


Acerca de la expresión

-Apenas sí he encontrado errores, excepto de despiste o por culpa del teclado, cuando se te separa una letra o te falta alguna.

-De tanto en tanto repites palabras de forma seguida —es decir, en una misma frase o en líneas prácticamente inmediatas— pero eso se soluciona con un repaso.

-Algunas expresiones que a mí, personalmente, no me han terminado de convencer como: «[…]nunca más cometería la estupidez de pelear en un terreno tan poco a favor.», cuando a lo mejor un favorable quedaría mejor. Pero ya digo que son detalles estúpidos.

−De tanto en tanto se te ha escapado la puntuación con las comillas y la acentuación de «qué» o «cómo».

Conclusión

Ha sido una trama, como ya he comentado, con sus altibajos —por mi culpa y no tengo excusa— y se ha alargado un poco más de lo necesario. Pero, aun así, me ha encantado participar con vosotros y desarrollar la historia. Sólo lamento no haber podido terminarla antes de la trama de Villain’s Vale y de Datastream, porque así no os habría condicionado tanto el resultado.

Con todo, he de comentar que me ha sorprendido un poco la falta de coordinación en algunas partes básicas de la pelea y creo que es algo que deberíais tener en cuenta para futuras tramas, ¡en especial si lucháis contra jefes como Zande!

Gracias una vez más a todos por participar en la trama y aguantarla hasta el final. ¡Esperemos que se recuperen a las piratas y las sirenas en próximas historias!

¡Nos vemos!
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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