[Port Royal] Lágrima de Sirena

Trama de Malik, Hana y Jess

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Sometron » Lun Jun 09, 2014 1:57 am

¿Qué ha sido eso?

La chica se llevó una mano a la boca, ¿había sido ella la que había llamado la atención de aquel individuo?

Se acercó con el mayor sigilo que pudo a la boca del túnel, con la intención de comprobar la veracidad de su teoría. Por suerte, descubrió que no eran ellos los que lo habían alertado, ya que avanzaba junto a Faris hacia otra dirección.

¡Vuelve aquí!

¡Y una mierda!

La mujer rubia se había deshecho de la presa de Zande y huía lo más rápido que podía con el brazo roto apoyado contra el pecho. Parecía que estaba sufriendo bastante, así que, en cuanto la rescataran de las manazas de aquel engendro, intentaría utilizar sus habilidades para curarla o al menos aliviar un poco su dolor.

Su captor no la dejó ir muy lejos, sino que se abalanzó de un enorme salto sobre Faris y consiguió tumbarla. El peso de su cuerpo estaba aplastándole el brazo herido, debería estarle doliendo bastante. La mujer prácticamente parecía otra persona estando así de demacrada; casi podía sentir empatía hacia ella. Por otra parte, se planteaba la posibilidad de haber estado viendo fantasmas donde no los había con la hipotética conspiración que llevaban Ana Lucía y Faris.

La segunda de abordo abrió al fin los ojos y descubrió a los dos aprendices en la entrada de la cueva, esperando la oportunidad para actuar.

¡Dime un sólo motivo para que no acabe contigo aquí y ahora! —amenazó Zande mientras envolvía su cráneo con una sola mano.

Jess aguantó la respiración durante los instantes que tardó la mujer del cabello rubio en responder, que parecieron durar una eternidad. El terror de ser expuestos en ese momento tan poco oportuno se acentuó durante aquel intervalo de tiempo.

Sin mí no encontrarás la maldita Fuente. ¡Mátame, si quieres! ¡Deja la Fuente a disposición de esa bruja!—El hombre pareció aceptar la oferta y empezó a aumentar la presión que ejercía con la mano. La pirata tendría que arreglarlo, y rápido.—. Si me… joder, si me vendas el brazo te llevaré. ¡Sólo déjame entablillarme el brazo!

El silencio incrementó la tensión, hasta que el hombre antes conocido como Alejandro soltó a Faris y la ayudó a levantarse.

¡Date prisa!

¡Sí, sí! Ya no estamos muy lejos. Déjame encontrar una rama, he visto un claro por ahí…

La mujer echó a andar hacia el claro y Zande la siguió de cerca. ¿Esa era la estrategia de la segunda de abordo para ganar tiempo?

Entre tanto, fue capaz de vislumbrar a Ana Lucía en el bosque. Si Malik no se había dado cuenta aún, le daría un codazo y señalaría con la cabeza hacia la capitana. La pirata hizo unos gestos con forma de círculo y luego señaló al enemigo, antes de desaparecer de nuevo. ¿Qué había querido decir con eso? Era incapaz de estar segura sobre los planes.

La joven pelirroja lanzó una mirada llena de duda a su compañero de Agrabah, esperando que éste hubiera entendido algo… o estarían metidos en problemas.

No tardaron mucho en acercarse de forma sigilosa al claro en cuestión y esperar al inicio del ataque, que esperaba que tomara la propia capitana. La tensión se había incrementado aún más que cuando habían estado cerca de ser descubiertos. Un error y todos estarían en peligro, tenían que actuar de la forma más sincronizada que pudieran.

Un torrente de agua humeante brotó a los pies de Zande y amenazó con lanzarlo hacia arriba. Jess no se lo pensó más y salió a toda la velocidad que pudo de detrás de su árbol. El corazón latía fuertemente en su pecho, pero ella seguía corriendo en dirección a Faris: tenía que apartarla de su enemigo para poder luchar enfrentarlo en condiciones.

Una vez consiguiera llegar hasta ella, la cogería del brazo sano y se la llevaría lo más lejos posible de aquel individuo, preferentemente dejando por en medio a alguien que pudiera defenderlas.

Si conseguía tomar distancia respecto a Alejandro, dejaría que la segunda de abordo se sentara y le pediría que le mostrara el brazo roto.

Voy a ver qué puedo hacer con ese brazo, espero que no duela mucho.

Todas y cada una de las manos que pudieran conseguir contra Chihiro eran necesarias, por lo que curarla era una tarea indispensable. Si hacía falta, le intentaría colocar el hueso del brazo en su sitio y seguidamente aplicaría un hechizo Cura sobre la zona afectada, esperando tener éxito.

¿Te sientes mejor? ¿Podrás luchar?

Independentemente de la respuesta, se pondría en pie y se acercaría algo más al campo de batalla, preparada para entrar en la contienda.

Si por alguna razón no hubiera conseguido llegar hasta Faris de ninguna forma, se alejaría de Zande para intentar trazar un nuevo plan; o invocaría su Llave Espada e intentaría librarse de él en caso de que éste le acorralara.

La suerte estaba echada, sólo podía confiar en sus propias habilidades y las de su equipo para llegar a la batalla final contra Chihiro sanos y salvos.
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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Tanis » Lun Jun 09, 2014 2:38 am

—Ha estado cerca... 

Malik se enjugó el sudor de la frente. Habían logrado abatir a los tres sincorazon sin armar demasiado ruido, esperaba. Desinvocó su arma y dirigió la mirada hacia la salida.

Demasiado...

Gracias por salvarme otra vez, grandullón —La palmada de Jess le hizo, mirarla, cabecear y esbozar una sonrisa—. No sé qué haría sin ti.

«Yo tampoco».

La carcajada de la muchacha resonó por las paredes de la cueva y más allá. Alarmado, Malik sujetó el brazo de la chica para alertarla y taparle la boca cuando...

¿Qué ha sido eso?

Malik gruñó para sus adentros. Reconoció la voz de Zande y rezó para que no hubiera podido identificar el origen del ruido. Soltó a Jess para acercarse lo más posible detrás de ella y otear si los habían descubierto. La voz había sonado igualmente cerca, Faris debía de estar con él, de modo que...

Al asomarse de manera ínfima pudo ver a las dos figuras. A Faris huyendo con uno de sus brazos roto, macilenta, demacrada. Y a Zande tras ella, corriendo para alcanzarla.

¡Vuelve aquí!

¡Y una mierda!

Apretó los dedos contra la roca y se obligó a no avanzar por inercia un paso a riesgo de descubrirse. Contempló con amarga paciencia la presa de Zande sobre la mujer y aguantó la mirada de ella hacia las penumbras con todo el estoicismo del que fue capaz. Le dolían los músculos en tensión, los dientes apretados. Estaban ahí, al alcance de la mano.

¡Dime un sólo motivo para que no acabe contigo aquí y ahora! 

Al igual que Jess, Malik aguantó la respiración esperando la respuesta de Faris, sintiendo el mismo miedo de verse descubiertos. Faris estaba en las manos de ese animal y si no se la quitaban de encima, seguiriía siendo un rehén.

Sin mí no encontrarás la maldita Fuente. ¡Mátame, si quieres! ¡Deja la Fuente a disposición de esa bruja!—Malik movió el pie al ver las manaza de Zande apretando cada vez más como si uera a adelantarse. El hecho de tener a Jess delante se lo impidió—. Si me… joder, si me vendas el brazo te llevaré. ¡Sólo déjame entablillarme el brazo!

«Suéltala, vamos... Suéltala», mascullaba el hombre mentalmente. Siseó casi de alivio al ver que su muda petición era escuchada al azar.

¡Date prisa!

¡Sí, sí! Ya no estamos muy lejos. Déjame encontrar una rama, he visto un claro por ahí…

Observó los pasos de Faris, que se dirigían más allá en la floresta hacia un claro, y los de Zande para vigilar que no escapara. Un claro, un lugar idóneo para una emboscada, quería pensar. Estaba a tiro de piedra, si lograban atacar a Zande por sorpresa...

El codazo de Jess le hizo mirar en la dirección que señalaba, ligeramente molesto con ese toque de atención. Molestia que se disolvió al descubrir a Ana Lucía entre los troncos de los árboles, justo a tiempo para ver su gesto. Señalaba el claro, y al enemigo. ¿Iba a atacarle por su espalda? Entonces ellos servirían de apoyo. Miró a Jess al notar por el rabillo del ojo la propia mirada de ella y asintió, dándole a entender que había entendido.

Vamos, tenemos que ayudar —musitó, antes de ponerse en camino sigilosamente.

Despacio lograron acercarse lo suficiente para ver a Zande en el claro, posicionados a su derecha, y a faris en el suelo, intentando entablillarse el brazo de malas maneras. De alguna extraña manera, tenía la estúpida certeza de que el latido loco de su corazón retumbaba por todo el bosque, y que Zande lo oiría. Oculto tras un árbol, asomado una muy ínfima parte para poder ver, notaba el pulsar del tronco bajo los dedos. El ataque debía ser ejecutado con la máxima precisión y delicadeza, debían apartar a Zande de Faris para que no pudiera usarla de escudo. Malik desvió la vista hacia la capitana justo cuando esta desaparecía bajo las hierbas altas, y se preparó.

Si Ana iba a atacar a Zande, entonces ellos, al menos uno, podía sacar a Faris de en medio.

De repente surgió una columna de agua del suelo, bajo los pies de Zande, y sin esperar a ver qué sucedía, sintiendo que esa era la señal, Malik echó a correr tras Jess. Sin embargo, al ver que la muchacha llegaba antes a ella, él se desvió ligeramente invocando su Llave-Espada para colocarse entre las dos y Zande y servir de obstáculo, cebo y todo lo que pudiera necesitar Ana Lucía y Hana, que por aquel ataque debía de encontrarse oculta.

No miró a su espalda. Si Zande no era elevado o atacado por nadie más antes, iría al ataque por el flanco con toda la fuerza de la que pudiera ser capaz de golpear.

Esta vez debían vencerle, entre todos.
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Ronda 9

Notapor Suzume Mizuno » Vie Jun 13, 2014 5:31 pm

Zande emitió una exclamación de sorpresa cuando, bajo sus pies, explotó un torrente de agua que lo disparó hacia el cielo. En ese momento, los aprendices se precipitaron hacia delante. Faris corrió junto a Jess, dejando que la arrastrara fuera del combate al mismo tiempo que Hana y Malik arremetían contra Zande.

El hombre cayó de espaldas con un resoplido y se cubrió con los brazos justo a tiempo de evitar que los golpes de las Llave Espada le acertaran en pleno rostro. Emitió un rugido de furia y aferró el arma de Hana, sacudiéndola con tanta fuerza que la chica salió despedida por los aires y acabó despatarrada entre unos arbustos.

Antes de que el puño de Zande se estampara contra las costillas de Malik, Ana Lucía interpuso su espada, cuyo filo se incrustó entre los dedos del enemigo, que crispó el rostro y una vena palpitó en su frente.

La capitana apuntó con su pistola y disparó.

Pero no acertó. Zande se había apartado rápidamente en el último segundo y ahora retrocedía para abrir la distancia entre sus oponentes y él. Por el camino recogió su lanza, que había perdido durante el ataque del géiser, y plantó pesadamente los pies en el suelo para mantener el equilibrio.

¡No os interpongáis en mi camino!

Tu camino se acaba aquí, maldito perro sarnoso—respondió Ana Lucía.

En ese momento, Jess terminó de curar el brazo de Faris. La joven movió con cuidado los dedos y se le escapó un quejido; pero, al menos, ya no estaba completamente roto. Sonrió a Jess con agradecimiento y se incorporó a la vez que ella para integrarse en el combate.

¡Rodeadlo! —ladró Ana—. Y cuidado con vuestra magia, ¡os cortaré las manos si nos hace daño!

Y volvió a disparar, desperdiciando otra preciosa bala para obligar a Zande a desviarse a un lado. Ella y Faris se precipitaron a la derecha e izquierda respectivamente para rodear a su objetivo. Zande no dudó en arrojarse contra Ana Lucía al considerarla la más peligrosa de todos los presentes.

Ana esquivó con agilidad su primera embestida y lanzó un tajo a las piernas. Desde abajo apuntó a la barbilla de Zande y disparó. El gigante intentó apartarse, pero la bala le rasgó buena parte de la mejilla, despellejándole la piel.

¡Faris!

La capitana arrojó su espada en un movimiento que, por la velocidad con la que su subordinada la atrapó en el aire, debían haber practicado infinidad de ocasiones. La joven dio un tajo a la espalda de Zande. El traidor se arqueó, ahogando un grito de dolor, y trazó un círculo con su lanza, obligando a Faris a retroceder.

¡No vais a poder impedir que llegue a la Fuente! —extendió una mano—. ¡A mí los Sincorazón!

Pudieron escuchar el irritante sonido que producían las criaturas al materializarse. Sin embargo, pudieron comprobar —probablemente para su sorpresa— que sólo aparecieron dos Sincorazón armados con sables.

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Zande crispó los labios y masculló:

He utilizado demasiados para rastrear…

Pero, en cualquier caso, hizo un brusco gesto para que se abalanzaran sobre Hana y Malik. Los Sincorazón obedecieron al instante, enarbolando sus armas.

Jess, entre tanto, podría aprovechar a atacar mientras Ana recargaba lo más rápido que podía su arma y Faris trataba de atraer la atención de Zande.

Apenas sí transcurrieron unos minutos de combate cuando el hombre se volvió bruscamente hacia la frondosa selva: allí se asomaba un Sincorazón Sombra. Tras un instante, Zande sonrió de oreja a oreja.

¡Ha encontrado la Fuente!—entornó los ojos y se encaró hacia las mujeres que intentaban hacerle frente con una mueca escalofriante—.Ahora ya no os necesito.

Dio un paso al frente, hacia Jess, apretando con tanta fuerza su mano sana en torno a su lanza que se le pusieron los nudillos blancos. La otra sangraba tanto que no le permitía coger su arma sin que se le resbalara de entre los dedos. Es decir, estaba en desventaja y sus golpes no eran tan fuertes.

O eso podían querer creer.

Lo que estaba claro era que, si hasta ese momento Zande había pretendido dejar al menos a uno de ellos vivo para que lo guiara a la Fuente y por eso no había descargado todas sus fuerzas en sus ataques, ahora no pretendía dejar a ninguno de los presentes con vida. Se podía notar en su mirada despiadada.

Entonces todos escucharon un violento silbido y un borrón salió disparado de entre los árboles. En cuestión de un parpadeo borró de la faz de la tierra a los Sincorazón a los que se enfrentaban Malik y Hana y por poco acertó a Zande, que se agachó en el último segundo, gruñendo de dolor.

La Llave Espada regresó a manos de Ronin que, empapado de arriba abajo, pero con una alegre sonrisa bailándole en los labios, entró en el claro a buen paso. Levantó un brazo y arrojó una espada algo maltrecha a Faris, pero la mujer asintió con satisfacción: era mejor a estar desarmada, desde luego.

¡Dónde demonios estabas!

Dando una vuelta—Ronin se encogió de hombros, restándole importancia a su tardanza—. ¿Me ha parecido escuchar algo de que habías encontrado la Fuente?—inquirió, sin dejar de sonreír, en dirección a Zande.

Éste se puso en guardia, mostrando los dientes, comprendiendo que la situación había dado un vuelco de ciento ochenta grados. Miró a su alrededor, buscando una escapatoria. Al no encontrarla, se encaró a Ronin. Éste irguió su Llave Espada, borrada la sonrisa de su rostro, e hizo un gesto a los demás para que les dejaran espacio.

Zande hinchó su amplio pecho y, de súbito, un aura roja impregnó su piel. Ronin frunció el ceño, tenso y tratando de prepararse para un ataque.

Sin embargo, no lo vio venir. Fue demasiado rápido. Zande, simplemente, desapareció.

De pronto, Ronin se llevó una mano al pecho y emitió un gemido ahogado. De entre sus dedos comenzaron a brotar hilos de sangre; se le había abierto una profunda herida sobre el corazón.

El Maestro de Maestros cayó de rodillas, jadeando: si alzaban la vista, verían que Zande había aparecido a su espalda, con una retorcida sonrisa de triunfo. Pero, incluso con Ronin herido, se tomó sus precauciones manteniendo una prudente distancia.

¡¡Os mataré!!—rugió Zande, con los ojos inyectados en sangre—. ¡¡Os mataré a todos!!

Y extendió la mano hacia ellos. El perfil de la misma se desdibujó, como si la atmósfera estuviera temblando, y unos zarcillos de oscuridad se expandieron a toda velocidad sobre el claro, cubriéndolo todo en cuestión de segundos. Desapareció el ruido de la selva, el susurro del viento acariciando las hojas, el chapoteo del agua de la laguna, el suelo bajo sus pies, la claridad del sol… Hasta dejaron de verse los unos a los otros.

Malik, Hana, Jess se encontraban solos en medio de la oscuridad.

O quizás no.

Porque, a partir de ese momento, comenzaron a ver aquello que más les aterrorizaba en el mundo. Fuera una persona, un recuerdo, miedo a que ocurriera algo concreto en el futuro. Cualquier cosa.

Aparecería frente a sus ojos. Y no podrían escapar de él. No hasta que la oscuridad se retirara.

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Quería aclarar que el arma de Ana Lucía es impermeable —un diseño portugués—. Evidentemente no todas en la época eran así. Por eso la pólvora no se ha mojado.

Aparte: lo que os ha ocurrido es una habilidad muy concreta de Zande. No puedo deciros cuánto durará, pero sí que no importa cuál sea el mayor miedo de vuestro personaje: debéis plasmarlo. Si se trata de un spoiler de la historia del personaje, siempre podéis «modificarlo» de manera que el lector no comprenda lo que está viendo.

Suerte con ello y perdón por el retraso.


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Jess

PV: 10/14
PH: 13/20

Malik
PV: 26/32
PH: 12/20

Hana
PV: 20/22
PH: 5/26


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Límite: miércoles 18
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¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Sometron » Mié Jun 18, 2014 9:27 pm

Jess había conseguido alejar a Faris de su captor mientras el resto lo retenían luchando contra él. Seguidamente había lanzado su hechizo curativo y, pese a no haberle soldado el brazo completamente, consiguió que éste se arreglara parcialmente.

La segunda de abordo le sonrió a modo de agradecimiento y se levantó, preparada para entrar a la batalla.

¡Rodeadlo! Y cuidado con vuestra magia, ¡os cortaré las manos si nos hace daño!

Otro disparo salió del arma de la capitana. Éste obligó a su enemigo a moverse hacia un lado, momento que aprovecharon para ponerse en su posición. Faris se lanzó hacia la izquierda y Ana hacia la derecha, en un intento de rodear a Zande.

Por otra parte, Jess se colocó lo suficientemente cerca de él como para cortarle el paso si quería huir, pero lo suficientemente lejos como para que no pudiera cogerla por sorpresa, os eso creía.

Alejandro decidió encarar primero a Ana Lucía, que esquivó el primer golpe de éste y consiguió cortarle en la pierna. Sin dejar descansar a su rival, le apuntó con el cañón de su arma a la parte inferior de la barbilla y disparó. Zande fue incapaz de esquivarlo esta vez y le destrozó parte de la mejilla. Aún después de eso, las piratas no pensaban darle ni un segundo de descanso.

¡Faris!

La capitana lanzó su espada, que fue recogida al vuelo con una velocidad impresionante por su segunda de abordo. Ésta le propinó un buen corte en la espalda al traidor, que las hizo alejarse de él realizando un giro con su lanza.

¡No vais a poder impedir que llegue a la Fuente! ¡A mí los Sincorazón!

El sonido de aparición de los sincorazón volvió a oírse. Pero esta vez, cuando se giraron hacia el origen del ruido, no había más que un par de monstruos con forma de pequeños pirata armados con sables. Qué torpe por parte de Zande.

He utilizado demasiados para rastrear…

Igualmente, hizo una señal a los sincorazón para que se lanzaran sobre Hana y Malik. Lo primero que se le pasó por la mente a la aprendiz pelirroja fue ir a socorrerlos, pero rápidamente cayó en la cuenta de que para combatir al cabecilla se necesitaría más ayuda. Por eso, se dirigió hacia él, dispuesta a seguir —por esta vez— las órdenes de aquellas dos mujeres.

No había pasado mucho tiempo cuando su contrincante desvió su atención hacia la entrada de la Selva, en la cual se podía apreciar un sincorazón de tipo sombra. La sonrisa que se formó al instante en el rostro de Zande hizo que un escalofrío le recorriera la espalda.

¡Ha encontrado la Fuente! Ahora ya no os necesito.

<<Oh no.>>

El hombre dio una paso en su dirección, amenazante, mientras se asía con más fuerza a su lanza. Su mirada denotaba las ansias de acabar con ellos inmediatamente, y su posición indicaba que ella iba a ser la primera en ser brutalmente atacada. Se concentró todo lo que pudo, esperando que le atacara de frente y poder esquivar saltando a un lado cuando él hiciera el más mínimo movimiento.

Aún así, él parecía ser muy rápido, no sabía si sería capaz de apartarse a tiempo. Lo que estaba claro era que una huida directa supondría ser un blanco fácil, por lo que tenía que esperar.

El ataque de Zande, pero, no llegó, puesto que algo salió disparado de la maleza. El ataque destruyó a los dos sincorazón y siguió hacia delante. La chica se echó al suelo como acto reflejo, ya que no tenía ni idea de qué clase de técnica era eso ni quién la lanzaba… hasta que pudo reconocer aquella mancha como la Llave Espada del Maestro de Maestros, que volvía a casa —de nuevo—.

¡Dónde demonios estabas!

Dando una vuelta ¿Me ha parecido escuchar algo de que habías encontrado la Fuente?

El hombre, pero, no respondió. Su cara mostraba cada vez una agresividad mayor y parecía más peligroso por momentos. Una especie de energía roja y empezó a erguirse más y más.

Ronin, por su parte, se había puesto en guardia, con su sonrisa borrada de la cara. A veces era divertido ver al Maestro perder el control de la situación, pero lo que no era nada divertido era estar al borde de ser masacrada.

Ronin, no creo que esa sea una buena...

Zande desapareció y reapareció repentinamente detrás del Maestro de Maestros, a la vez que se creaba una herida en el pecho de este último. La sangre brotaba sin parar. Estaban perdidos.

Jess se acercó todo lo rápido que pudo a los otros aprendices, los únicos del grupo a los que consideraba como aliados de forma incondicional.

No vamos a poder acabar con él, propongo una retirada. Y rápido.

Pero ya era tarde.

¡¡Os mataré!!—la pelirroja se sobresaltó y se giró bruscamente—. ¡¡Os mataré a todos!!

Y la oscuridad lo cubrió todo, impidiendo que viera incluso a las dos personas que tenía prácticamente al lado hace un momento. Pero no era una oscuridad sólo visible, puesto que tampoco era capaz de escuchar nada. Era todo tan… solitario.

¿Estoy ya muerta? —pensó en voz alta.

Era una hipótesis probable, puesto que hacía cada vez hacía más frío y estaba bastante segura de que en aquel lugar no había nada más a parte de ella.

¿Y ahora qué? ¿Se acabó? ¿Simplemente he de “esperar” a que nada suceda durante toda la eternidad?

Eso sería sin duda una post-vida bastante triste, pero ¿qué podía esperar de una vida aburrida como la que había llevado? Justo cuando parecía estar saliendo de su anterior y desgraciada rutina, había muerto sin más.

Lo peor, sin duda, era haber muerto por una causa que ni siquiera defendía, al menos de forma directa. Aunque indirectamente, había aceptado defender aquella causa y todas las que hicieran falta cuando aceptó la Llave Espada de Yami aquella noche lluviosa en Port Royal. Pero, ¿qué más daba todo eso en aquel momento?

Nada importaba ya. ¿O sí? Al fin y al cabo, no tenía otra cosa que hacer que no fuera pensar durante… todo el tiempo del mundo. Aún así, pensar en la vida no le serviría para sentirse más viva ni para añorar menos su vida, por “aburrida y miserable” que fuera.

Dejó escapar un suspiro. Apenas llevaba un minuto allí y ya estaba desesperada… porque llevaba allí poco tiempo, ¿no? No sabría decirlo con seguridad, lo único que podía asegurar era lo infernalmente irritante que era aquel silencio.

¡¿POR QUÉ NO HABLÁIS?! ¡¿POR QUÉ?!

¿Por qué había gritado? No estaba del todo segura, simplemente sabía que no se sentía bien. Aquel lugar era espeluznante, parecía que en cualquier momento fuera a suceder algo o a aparecer alguien, pero nunca había ningún cambio.

¿Cómo pretendían que viviera así? Si a aquella especie de trance postmortem se le podía llamar vida, claro.

La tensión… la soledad… no podía más con aquello. Llevara aguantándolo cinco minutos o cinco siglos, aquello era igual de insoportable. No podía seguir con aquello.

Quería llorar, quería gritar, quería golpear algo hasta que no quedara ni un maltrecho jirón de piel sobre los huesos de sus nudillos, quería sentir algo más que aquel vacío y aquella monotonía horrible e inacabable.

Pero no podía, porque simplemente no había nadie allí: nadie para oír sus llantos, ignorarlos o consolarla; nadie para ser molestado o espantado por sus gritos; nadie que aguantara sus golpes, ni que la quisiera hacer parar, ni que intentara curar su maltrecha mano; no había nadie que la ayudara a sentirse viva. Porque, para bien o para mal, quisiera o no quisiera, por suerte o por desgracia, ya no lo estaba.

Sola y muerta para siempre, ¿acaso se diferenciaba de los primeros dieciocho años de su vida? No. Quizás la Orden de la Llave Espada hubiese sido un simple sueño, un interludio de vida entre muerte y muerte.
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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Nell » Jue Jun 19, 2014 12:24 am

El géiser impulsó a Zande hacia el cielo, dando tiempo más que suficiente para rescatar a Faris y atacarle en cuanto descendiera. Lo que Hana no esperaba era la aparición de Malik y Jess, quienes se encargaron también de auxiliarla en el plan junto a Ana Lucía. Mientras el primero se unió a ella en la arremetida, la segunda sacó al rehén del combate.

Sin embargo, cuando ambos fueron a propinar sendas estocadas al desprotegido Zande, éste se protegió con uno de sus brazos y aprovechando la cercana arma de Hana, la agarró y la zarandeó como si fuera de papel. La aprendiza no tardó nada en soltar su Llave y salir por los aires para aterrizar en un arbusto.

Mientras se reponía del golpe, lo primero que pensó fue en lo fácilmente que había soltado su Llave. Sabía de otros aprendices que la apreciaban y cuidaban de ella como símbolo de la Orden a la que pertenecían, pero ella no la consideraba más especial que ninguna de las armas que había empuñado con anterioridad. Le bastaba un deseo para convocarla de nuevo.

Se quitó esos desvaríos de la cabeza, ya que no era tiempo de pensar en nada que no fuera Zande, y se incorporó y quitó la maleza que se le hubiera enredado. Vio a Ana Lucía cubriendo a Malik, intentando disparar al monstruo y cómo éste recuperaba su lanza.

Ana Lucía ordenó al aire que rodearan entre todos a Zande, mandato que Hana obedeció de inmediato por su incuestionable cargo de líder. No obstante, en el combate que se desarrolló a continuación, sólo pudo quedarse contemplando las maniobras increíblemente coordinadas que hacían entre las dos piratas, productos de una larga camarería y un entrenamiento dual.

Al verse acorralado, Zande convocó sincorazón. A su llamada sólo acudieron tristemente dos por su desgaste, pero fue suficiente para que Hana entrara en acción, puesto que uno de ellos se lanzó a por ella. Hizo aparecer nuevamente su Llave Espada en la mano y comenzó a combatir contra él.

Escuchó ligeramente algo sobre la Fuente que gritaba Zande, pero no desvió su atención del combate individual contra el sincorazón hasta que éste desapareció con algún tipo de fogonazo, volatilizado en el aire como si nunca hubiese estado allí. Al dirigir su mirada hacia donde había visto que iba el borrón, se encontró con Ronin, que venía a salvar la situación.

Pobrecito, ni llegará a ella ―se carcajeó Hana, al descubrir que Zande había localizado la Fuente y sabiendo que Ronin estaba allí para detenerle por completo.

Ambos, monstruo y hombre, se encararon. Hana miró con aburrimiento, pensando en lo corto y breve que sería la lucha a favor del Maestro. No obstante, como todos, se llevó una desagradable sorpresa al comprobar que, en apenas un parpadeo, Zande había hecho su movimiento. Se encontraba a la espalda de Ronin y éste, en cambio, tenía una fea herida sobre el pecho.

¡¡No!! ―gritó, casi inconscientemente. Si el Maestro caía, todas sus esperanzas de derrotar a ese nuevo y poderoso Zande y, por supuesto a Chihiro, se desvanecerían.

Y ninguno regresaría a Tierra de Partida.

Entonces, proclamando su próximo asesinato, Zande se dirigió hacia los tres aprendices. Hana se preparó para luchar contra él, pensando en la manera de despistarle con algunas buenas escogidas palabras. El monstruo alzó su brazo hacia ellos y su mano, en vez de salir de ella algún conjuro elemental, se convirtió en el foco que hizo que todo lo demás se oscureciera alrededor de la muchacha.

Se quedó sola.

La oscuridad era al principio un muro que la separaba de la realidad. Pero, como todos los muros que existen, no había más que echarlo abajo o encontrar un resquicio por el que colarse para evadirlo. No existía ninguno infranqueable.

Por ese motivo, nunca había temido la oscuridad. Era una aliada, no una enemiga. Había que saber utilizar su inestimable presencia, hacer gala de ella para cometer las más increíbles acciones a su favor. Zande los había cegado, sí; sin embargo, él continuaba allí. ¿Habría sembrado la oscuridad en todo el bosque o sólo en sus ojos? Poco importaba, porque el resultado sería el mismo.

Hana avanzó con confianza, reteniendo el más vívido recuerdo que tenía del lugar. Era ciega, pero ni la oscuridad era capaz de borrar el plano mental que el cerebro había construido a partir de su visión, e hizo acopio de él.

La primera advertencia de que algo no iba bien vino del tanteo de sus pies. Trataba de ser sigilosa, y con el fin de no equivocarse, buscaba los elementos que recordaba (tales como una raíz o una piedra) para guiarse y asegurarse de que seguía el camino correcto hacia Zande, para abalanzarse sobre él o intentar cautivarle con palabras melosas. No obstante, no encontró nada más que suelo llano a su paso, como si se hubiera esfumado.

La oscuridad se la había jugado. Aun así, se resistió a pensar en esa posibilidad y lo achacó a haber cometido un error de visión o cálculo. La realidad estaba allí, a unos pocos pasos, tras el muro de bruma que había alzado su enemigo.

Podrías llevar una venda delante de los ojos constantemente y no habría ninguna diferencia.

Al escuchar la conocida voz, se dio la vuelta y allí estaba.

¿Me echabas de menos?

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Este encuentro fue diferente al de la última vez, en los bosques de un pueblecito con demasiados ánimos de cantar. Raymon, su primo, en vez de un niño de ocho años, mostraba la apariencia de uno de quince, la edad que tendría de no haber fallecido. Un muchacho que apuntaba a ser alto, pícaro y burlesco. Ni una belleza, ni un pordiosero.

Simplemente, la persona a la que más había querido.

Siempre te echo de menos ―se sinceró la aprendiza. Sabía que no podía ocultarle nada.

Yo no.

Hubo unos segundos de silencio, mientras Hana encajaba el golpe. Era incapaz de responderle, porque Raymon representaba el mayor delito de todos los que había cometido. Su fantasma le perseguiría por siempre, y lo sabía, mientras ella o la bruja siguieran con vida.

Prefirió cambiar de tema.

¿Cómo puedo salir de aquí? Zande está cerca…

No hay ningún Zande ―sentenció Raymon―. Aquí, sólo estamos tú, yo… y ellos.

¿Quiénes?

En respuesta, el suelo vibró, desestabilizando a Hana y haciendo que estuviera a punto de caer sobre un enorme agujero que se estaba formando entre ella y su primo, como si la tierra oscura se fracturase y, pedazo a pedazo, cayera en un agujero sin fin, ensanchándose lentamente. Hana miró abajo, con temor, y retrocedió unos pasos, porque era tan profundo que no veía el fondo. Sólo la oscuridad.

Raymon, en cambio, paseó por el otro extremo en el límite hasta el que se abrió el boquete, mirando el agujero con fascinación.

¿Qué hay después, Hana? ―gritó de repente.

¿Después de qué?

De la muerte, ¡por supuesto! ―parecía encantado con el tema―. ¿Qué esperanza hay para las almas y corazones de este mundo? ¿Cuál es el final de nuestro camino?

Nada ―respondió Hana con rapidez―. ¿Por qué no me lo dices tú?

Porque tú tienes las respuestas. ¡Nada!, dices. No lo sabes. Eres una mentirosa ―sonrió―. Como humanos, concebimos la posibilidad de un Dios que vele por nosotros y nos acoja en el fin. ¿Crees en Dios, Hana? ¿Crees en un ente divino que juzgue nuestros pecados en este mundo?

No… No lo creo…

Mentirosa ―volvió a acusarla―. ¡Qué fácil es vivir sin corazón! Sin él, no hay nada que justificar. El crimen queda sin castigo: la traición y la maldad no son juzgables si no hay mala intención; y la amabilidad y la bondad se confunden con el beneficio personal. ¡Qué fácil es!

»Hana, si Dios no existe, ¿quién apaciguará sus almas y corazones?

No entendía a quiénes se refería hasta que notó que alguien le agarraba fuertemente del hombro derecho, aprisionando su brazo con sus dos manazas. Al volver la cabeza, Francis le devolvía la mirada. Sin embargo, los ojos de Hana sólo podían enfocarse en la lineal y profunda herida que había alrededor de su cuello, motivo por el que su cara estuviera amoratada.

¿Qué está bien y qué está mal? ¿Qué es correcto y qué es incorrecto? En cuanto diferenciamos ambos conceptos es inevitable que en cada uno encajen “héroes” y “villanos”. ¿Quién nace primero de los dos? La respuesta es ninguno. Porque, niña…, la existencia de un héroe no tiene sentido si no tiene un villano al que ajusticiar.

Otro tirón le hizo girar la cabeza hacia la izquierda. Esta vez, quien le sujetaba era una mujer de largos cabellos negros, recogidos en una malhecha trenza que caía por uno de sus hombros. Sus ropas estaban raídas y andrajosas. Sin embargo, lo más destacable es que, al contrario que el hombre, se apegaba más a ella en el intento de sujetarla bien… a causa de los dos muñones que tenía por manos.

Si no te ven no es un delito, cielo ―se carcajeó la mujer, aún con humor―. Presta atención a lo que te digo y serás más rápida que esos patanes yendo a mear después de beber. Jamás te verán. Jamás.

No, no… Vosotros no podéis estar aquí… Dejadme… ―Hana comenzó a temblar, sacudiéndose para desquitarse del agarre, pero ninguno de los dos flojeó. Ni siquiera la mujer con los muñones.

A sus espaldas, otras manos comenzaron a posarse en sus hombros y en su espalda. No les veía, pero escuchaba sus voces y reconocía cada una de ellas.

Pareces una mujer, chico. Se te caen algunos mechones de la gorra. ¿Sabes que eso podrías solucionarlo con un pañuelo? ¡Y esas ropas…! Esta mañana no te has anudado la venda del pecho, ¿eh?

Juego limpio. Ese es mi lema. No hay nada como regocijarte en ver a unos estúpidos perder estrepitosamente partida tras partida, sin saber cómo lo haces. Piensan que hago trampas, pero todo es puramente intelecto. Eso es aún mejor.

Tienes un cuerpo, ¿no? Pues úsalo. Si sabes qué enseñar y en qué medida, mantendrás esa integridad física que tanto se aprecia hoy en día y obtendrás todo lo que desees. ¿Te he contado ya que el otro día me pagaron quinientas piezas por una teta?

¿Por qué luchas, mocosa? ¿No ves que no hay orgullo en luchar por uno mismo? ¡Hay que defender lo que te da ese orgullo, joder! ¿Qué hay de malo en morir por ello? ¡Nada! ¡Moriré con la cabeza bien alta todas las veces que mi rey me lo ordene!

El viejo Mug hoy no comerá. Al viejo Mug hoy no le han echado ni las cuatro perras de siempre… Mug estaría más feliz si cierta niñita se acercara un poco más…

No… No... No, basta… Basta ya… ¡Basta ya! ―decía mientras tanto Hana, aun tirando de cada lado para desasirse.

Hacía rato que temblaba violentamente. Se había acostumbrado a la visión de Raymon, pero la visita de todas esas personas era nefasta. Hacía tiempo que se había despedido de ellos y su presencia no predecía nada bueno. Quería taparse los oídos y dejar de escucharles, mientras les susurraban todas aquellas cosas que una vez le dijeron.

¿Qué opinarían ahora de tan inútiles consejos que a ellos mismos no les habían servido?

Déjame, Raymon… Déjame… ―sollozó. Y los primeros lagrimones comenzaron a aflorar, porque no soportaba tenerlos tan vívidamente cerca.

No sientas nada.


Libérame, Hana. Si estás libre de pecado, volaremos juntos al cielo ―contestó, impasible.

Nada está bien. Nada está mal.


Alzó la vista y, entre la oscuridad, le pareció ver un destello de luz. Fue tan breve que lo más lógico habría sido achacarlo a la imaginación, pero la esperanza de Hana afloró. Allí estaba la salida. Si lograba alcanzarla, dejaría atrás a todos sus muertos y podría olvidarlos de nuevo. Sin embargo, se dio cuenta de que nunca lo lograría.

No puedo volar, Raymon.

Ninguno de nosotros pudimos hacerlo cuando el mundo nos comió ―replicó. En sus ojos notó un destello de decepción.

Todo lo que ves puede sucederte algún día.


Había dejado de zarandearse porque era inútil. No había misericordia en los ojos de Francis o de Maggy. Ambos sabían lo que venía a continuación y lo aprobaban. Hana sólo podía continuar con su llanto y… suplicar.

No, por favor… No lo hagas. Déjame, por favor… No me hagas esto, no tú… Puedo… Puedo escapar… A mí no tiene por qué pasarme… Tú no puedes… Por favor, Ray…

Sé una ola mecida por la tormenta sin obstáculos contra los que chocar.
Sé una flor invisible con pétalos tan fuertes que sean imposibles de arrancar.


No eres especial. Caerás como todos.

Al final, de nada le había servido su credo.

Seis pares de manos y dos muñones la empujaron a la vez hacia el agujero abierto enfrente. Aún cabía la posibilidad de que la gravedad la ignorase y volara al cielo. No obstante, hasta Hana supo que sería inútil y se limitó a descender mientras se resignaba una vez más a ser una polilla enredada en la tela de una araña.

Si lo cumples, nadie te arrojará al vacío.


Y el mundo se la tragó.
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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Tanis » Jue Jun 19, 2014 1:39 pm

¡No os interpongáis en mi camino!

Tu camino se acaba aquí, maldito perro sarnoso.

Malik asintió a la sentencia de Ana Lucía, sin apartarse de la capitana. Se había librado de una buena al intervenir ella y disparar a Zande. Pero blandía la Llave-Espada con más seguridad que la primera vez que lo enfrentó. Había visto a lo que se enfrentaba, sabía de su poderosa magia, y su fuerza. No estaba tan desvalido, ni solo. Podían con él esta vez, y si hacían tiempo hasta que Ronin llegase... Podrían tener una oportunidad entonces. Si se libraban de ese tío, sólo les quedaría enfrentarse a Chihiro, para capturarla.

«Y Faris está bien, aunque Zande se escape, ya no la tiene consigo». Era lo importante.

A la orden de Ana, Malik se lanzó para rodear por el flanco más desocupado por los demás, arma en ristre, para que Zande no pudiera huir por ningún sitio. Miró a Jess de soslayo, con su misma idea, y se preparó para atacar en cuanto tuviera un hueco.

«¿Dónde estás, Hana?».

No podía hacer magia, de modo que sólo le quedaba el cuerpo a cuerpo a pesar de que ese mastodonte podía fácilmente partirlo por la mitad. Pero estaba preparado, aunque tan sólo fuera una distracción, o un cebo... Iba a aprovechar la oportunidad que se presentaba tras las maniobras de Faris y la capitana cuando...

¡No vais a poder impedir que llegue a la Fuente! ¡A mí los Sincorazón!

… Zande invocó sincorazón, de nuevo. Pero sólo dos. ¡Sólo dos! Malik frenó en su carrera hacia Zande para encararse al sincorazón que ya se prestaba en ir a su encuentro y blandió la Llave-Espada para deshacerse de él rápidamente. Sin embargo, el monstruo era esquivo y parecía jugar con él y para cuando logró asestarle más de un golpe seguido, oyó la voz de Zande. Y no era algo nada halagüeño.

¡Ha encontrado la Fuente!—Sin poderlo evitar Malik apartó la vista de su objetivo y ladeó la cabeza a la dirección en la que él miraba. Allí, una sombra asomaba entre los arbusto—. Ahora ya no os necesito.

«Mierda... », siseó para sí.

Estaba a punto de echar a correr para empujar a Jess fuera de su alcance, incluso ignorando la amenaza de su sincorazón, cuando silbó algo por el claro, y entre ello un borrón indescriptible eliminó a los monstruos de una pasada. Impactado y desconcertado, Malik observó cómo Zande lograba esquivar... lo que parecía ser una Llave-Espada.

Maestro —murmuró el hombre al ver a Ronin aparecer, empapado, tras recoger su arma en el aire.

Salvados por la campana. Otra vez. Pero Malik no pudo menos que sentir alivio. Con Ronin allí, Zande no tenía oportunidad alguna. Ninguna.

¡Dónde demonios estabas!

Dando una vuelta —«Oh, genial.»—. ¿Me ha parecido escuchar algo de que habías encontrado la Fuente?

Malik se quedó quieto, aprovechando su posición para recuperar el aliento, y esperar a que Ronin le pateara el culo al enemigo. Incluso desinvocó la Llave-Espada por pura inercia. Despacio fue acercándose a sus compañeras, a Ana y a Faris, para reagruparse mientras le hacían hueco a Ronin. Nunca hsbía visto al maestro peleando, de modo que no perdía ojo. Iba a hacerlo. Sólo bastaría un hechizo o dos, una pequeña pelea. Y Ronin ganaría. En su cabeza no concebía que pudiera pasar otra cosa. Por eso, en cuanto vio a Zande prepararse para un ataque, no mantuvo ninguna guardia, sólo por si acaso. Ver al maestro ponerse serio para un combate, alzar así su arma, le hinchó el pecho, no sabiendo si de admiración u orgullo.

Pero se confió. Y pagó.

¡Maestro! —su grito se confundió con el de Hana.

Todo fue demasiado rápido. Demasiado. Malik vio la sangre y ni se lo pensó antes de correr hasta él, al tiempo que la gutural y odiosa voz de Zande volvía a resonar a espaldas del maestro. ¿Cómo lo había hecho, cómo?

No vamos a poder acabar con él, propongo una retirada. Y rápido.

«Y una mierda... ». Malik apretó los dientes hasta que la mandíbula casi le dolió.

No podían hacer eso, dejar que Zande se fuera, todavía... todavía...

No podemos dejarle ir a la Fuente —masculló él.

Malik miró al enemigo con desprecio absoluto y se levantó para atacarle, a ciegas, casi sin pensar. Sin escuchar quizá las palabras de Jess, mucho más juiciosas que su idea. Algo que probablemente le hubiese costado la vida si Zande no hubiese lanzado su extraño ataque final...

Lo último que vio Malik fue la mano desdibujada de Zande, antes de ser lanzado a las tinieblas. Una oscuridad extraña, que despertó cosas que jamás pensó le acosarían de nuevo.

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Ojos amarillos. Muchos, muchos ojos amarillos que se acercaban, se estrechaban y se alejaban. Risas, muchas risas estridentes, muchas voces roncas, angelicales. Mucha oscuridad.

¿Qué has hecho, Zande?

Estaba solo en esa oscuridad pesada, densa y fría, llena de ojos amarillos y terroríficos, llena de voces que conocía y creía no volvería a escuchar. Giró sobre sí mismo buscando, sin éxito, notándose helado en las manos, en el pecho, el sudor frío recorriéndole la espalda. Quería correr. Escapar.

Pero, ¿adónde?

Sin poder evitarlo, Malik sintió cada vez más un extraño miedo, viéndose rodeado por aquellos ojos que le miraban, y aquellas voces que empezaron a converger en una única al final.

Hermano.
Hermano.
Hermano. Malik.


¿Eh?

Malik volvió a girar sobre sí mismo, y se encontró con que a su espalda había un niño. Un niño moreno, de ojos brillantes y verdes como de los que antaño había presumido su madre. Un hormigueo escalofriante le paralizó las extremidades y a pesar de que los ojos amarillos no habían desaparecido, la visión de ese muchacho era mucho peor.

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Hermano.
Hermano.
Hermano. Malik.


Malik entreabrió los labios lentamente, y exhaló sobrecogido.

… Farid.

El niño dio un pequeño paso hacia él y Malik, de haber podido lo habría hecho también. Pero asustado como estaba, no se atrevió y por alguna razón que él no entendió, lo dio hacia atrás. Los ojos se le empezaron a llenar de lágrimas sin ton ni son, sin comprender. Alli estaba, después de todo, después de tanto, su hermano pequeño perdido.

¿Cómo?

Farid estaba serio, absurdamente serio. Farid, el niño de las eternas sonrisas. Sonrisas que murieron cuando Malik le dio la espalda para ocuparse de sí mismo.

Hermano... sácame de aquí.

No puedo.

Angustia. Angustia y pánico. Farid volvió a dar un paso hacia Malik, que Malik retrocedió. A su alrededor los ojos amarillos le perseguían y parecían burlarse de él. En su empezada locura, Malik no se daba cuenta de que todo aquello tenía que ser producto de lo que Zande había hecho. Porque sólo tenía ojos para la figura solitaria de Farid, allí plantada, mirándole con los ojos acusadores de su madre.

Me dejaste solo.

No...

¿No es cierto?

No es...


Pero no pudo seguir. Una sonrisa maliciosa se dibujó en los labios pequeños e infantiles, dejando entrever dientes blancos como perlas. Dientes de niño.

Hermano.

¿Qué?

Estoy...


Un hilillo de sangre se deslizó por la sien de Farid y sus manos empezaron a volverse negras de forma gradual. Malik retrocedió, con la respiración rota, sintiendo ese nudo en la garganta que siempre que recordaba su ineptitud le apretaba a matar. No podía apartar los ojos, pero...

Farid...

Estoy... es... toy...


Sangre oscura manchó la pechera de la ropa de Farid, donde debería estar el corazón. Y la oscuridad empezó a tragárselo.

Farid.

Fue tu culpa, Malik. Tu culpa.


¡Farid!

Las voces volvieron a reírse de él, y los ojos de los sincorazón se hicieron más grandes, cada vez más y más, hasta que el cuerpecito de su hermano se transformó por completo en una sombra, y sus ojos verdes, tan queridos y echados de menos, se volvieron amarillos como los de los monstruos que tanto quería perseguir. Malik boqueó. A trompicones retrocedió sin mirar atrás, intentando escapar de la gran garra que su hermano-sincorazón trataba de clavarle en el pecho.

Y gritó.
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Ronda 10

Notapor Suzume Mizuno » Vie Jun 20, 2014 11:52 pm

Los gritos de los aprendices rasgaron el silencio en el que se habían sumido los alrededores del bosque desde el momento en que comenzó la batalla.

Pero ellos no se escuchaban los unos a los otros. Estaban solos, abandonados ante sus mayores temores, sin ninguna ayuda, sin escapatoria. Y les persiguieron. Les aprisionaron, les dejaron sin respiración, continuaron hiriéndolos, a veces físicamente, para acabar con ellos.

En medio de la nada, Jess sufrió un golpe en la parte trasera de las piernas que la derribó. Aunque buscara a su alrededor, no encontraría el origen de su ataque y antes de poder apartarse algo duro como una piedra se le hundió en el estómago, arrancándole el aire de los pulmones y haciéndola vomitar. Además, aunque no percibió nada a su alrededor, en el costado se le habría un corte del que comenzó a manar sangre.

Hana se hundía en la nada. Y dolía. Era como si la oscuridad se cerniese a su alrededor y apretara, apretara, y apretara. Tanto que no tenía espacio para respirar. Algo muy pesado se le hundió en el pecho y un golpe en la mandíbula le hizo morderse la lengua. Se asfixiaba. Y no había nada que pudiera hacer por evitarlo.

Malik, por su parte, tuvo que decidir entre hacer frente o no a aquella especie de fusión de su hermano y un Sincorazón. Porque saltó sobre él y cerró las manos sobre su cuello, asfixiándolo, al tiempo que los Sincorazón trataban de enterrarlo bajo su peso. Un golpe especialmente contundente le acertó en la nuca, provocando que se marease, que no pudiera sostenerse sobre sus piernas…

Todos pudieron sentir cómo el miedo, la desesperación, les constreñía el pecho, hasta no dejarles ni un resquicio, ni un suspiro. El paroxismo de su terror llegó a tal grado que lo supieron.

Que iban a morir.

****


Pero, entonces, la oscuridad desapareció como si alguien hubiera arrancado las cortinas que hasta ese momento habían impedido la entrada de la luz. Cegados, se quedaron unos instantes desconcertados. El ruido de la selva, el olor a tierra húmeda en descomposición, el chapoteo de la laguna… Todo regresó.

Junto a un increíble dolor.

Entre toses y quejidos, comprobarían que estaban cubiertos de moratones y que sus cuerpos estaban agarrotados, como si les hubieran dado una soberana paliza.

Ana Lucía y Faris no parecían estar mucho mejor que ellos. La capitana gruñó de dolor al recolocarse la nariz partida, con las uñas cubiertas de sangre, y se incorporó con dificultad. Faris sacudió la cabeza y masculló, apretándose el estómago después de lanzar un escupitajo sanguinolento:

¿Qué ha sido…eso?—recogió su espada, manchada en su filo por hilillos de sangre.

¡Más importante que eso! ¿A dónde ha ido ese cabrón? —dijo Ana con la voz ronca.

Si miraban en derredor comprobarían que Zande no estaba por ninguna parte. Con una exclamación ahogada, la capitana se apresuró a comprobar que el cáliz continuaba en su posesión. Así era. Zande no parecía haberse molestado en registrar a sus víctimas antes de marcharse…

Aunque sí se había ensañado con una en particular.

Ronin yacía cerca de la orilla de la laguna, respirando trabajosamente por la boca, sobre un charco rojo y con la ropa destrozada por las heridas que, sin duda, la lanza de Zande le había causado. Ana Lucía masculló una maldición y se precipitó hacia él para tomarle el pulso.

Está vivo —informó—. ¡Pedazo de capullo! ¡Se suponía que eras el tipo más fuerte! ¿Cómo ha podido vencerte ese perro?

Ronin emitió un gemido cuando la capitana le dio la vuelta, con bastante menos rudeza de la esperada. El Maestro entreabrió los ojos y emitió una tos húmeda, desagradable, como si algo le gorgoteara en el interior del pecho.

¿Dónde…? ¿Zande…?—intentó incorporarse apoyándose en los codos, pero le fallaron las fuerzas y se derrumbó sobre su espalda. Cuando Ana intentó ayudarle, Ronin la cogió por la pechera bruscamente y buscó a su alrededor con la mirada desenfocada, intentando localizar a sus aprendices. Cuando comprobó que estaban de una pieza, aunque algo molidos, repitió—: ¿Dónde está?


Se ha ido… Debió ser cuando hizo…—se estremeció con violencia—. Eso.

¡Entonces a qué coño estáis esperando!—gimió Ronin, llevándose una mano al pecho, donde se abría la herida más grave de todas—. ¡A por él! ¡No permitáis que llegue a la Fuente! ¡Chihiro tampoco debe conseguir la inmortalidad! ¡A ningún precio!—el dolor deformaba las facciones de Ronin, pero no dudó en apartar a la capitana de su lado con una mezcla de firmeza y rudeza—. ¡Qué estáis mirando! ¡Id ya!

Ana frunció el ceño; no le gustaba que le dieran órdenes. Pero no se quejó, sino que recogió su pistola, hizo un gesto a Faris y echó a correr, ignorando su maltrecho cuerpo.

Ronin clavó la mirada en los aprendices, levantó con dificultad una mano e invocó un Cura. Estaba débil, muy débil, e iba a tardar en recuperarse. Pero tenía razón. No podían permitir que alguien como Chihiro se volviera inmortal. Su misión era capturarla.

Una misión que, claramente, les quedaba demasiado grande.

Y antes de alcanzar a la mujer debían pasar por encima de Zande, algo que seguramente no les hiciera mucha gracia después de lo que acababan de vivir. ¿Y si volvía a obligarles a repetir la experiencia… y esta vez los remataba mientras se revolcaban en sus propios miedos? Porque no era muy difícil de imaginar que Zande se había ocupado de dejarlos fuera de combate. Particularmente a Ronin. Aunque era posible que, tratando de defenderse de sus miedos, hubieran golpeado sin querer a alguien. A decir verdad, el corte que tenía Jess parecía ser de una espada yMalik tenía marcas de uñas en el cuello…

Fuera cual fuera la verdad, Ana y Faris se alejaban a buen paso, sin titubear, sin flaquear. Y Ronin continuaba esforzándose por curarse. Si alguno se quedaba con él recibiría una fiera mirada reprobatoria, una a la que no estaban nada acostumbrados.

El tiempo se les echaba encima. La vida de Halia estaba en juego. Pero no solo la de ella, sino la de los aprendices en sí.

Pero, si no intentaban detener a Chihiro y a Zande… ¿A qué tipo de monstruos tendría que enfrentarse la Orden?

Cuando alcanzaran a las dos piratas, Faris se detendría un momento al lado de Jess para apretarle el hombro.
Gracias. Te debo una.
Después hizo un gesto a Malik y esbozó una sonrisa cansada, pero agradecida.

Gracias por venir a buscarme. Gracias a todos.

Apretó entonces el paso para alcanzar a la capitana. Si querían hablar con ellas no rebajarían el ritmo, pero no tendrían problema en contestar.

En cualquier caso… El tiempo era oro. Debían darse prisa.


****


Ana Lucía les detuvo cuando llegaron a una pared rocosa en cuya superficie se abría un tajo ovalado. En su superficie se distinguían los tenues reflejos típicos del agua.
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Sobre la entrada, entre enredaderas, un signo desprovisto de significado para ellos había sido grabado en la roca.

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Agachándose para que los arbustos la cubrieran, la capitana avanzó a rastras mirando a su alrededor, y les indicó que hicieran lo mismo. Se detuvieron en el linde de los árboles, a menos de veinte metros de la entrada a la cueva.

Ahí está—susurró. Se volvió hacia ellos y masculló—: No sabemos cuánto ha pasado desde que la magia de ese tipo nos afectó, así que es muy posible que ande por ahí dentro. Pero no habrá podido entrar sin los cálices. No andará lejos—Ana Lucía se señaló el bolsillo donde guardaba uno de los valiosos artefactos—. Si nos arriesgamos a entrar, quizás nos lo encontremos o quizá no. No sabemos si la bruja ya ha llegado, pero lo que está claro es que si las sirenas van a reunirse en la Fuente, necesitamos su ayuda para vencer—respiró hondo y miró a los aprendices—. Yo voy a entrar—Faris asintió de inmediato, con firmeza—. Podéis elegir si esperarme o venir conmigo. Pero sólo os diré cómo entrar a la Fuente si venís ahora. Luego puede que no tengamos la oportunidad —dijo, claramente preocupada por si se encontraban a Zande en el interior de la cueva.

Tenían que decidirse y pronto. Cada minuto era crucial.

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Fecha límite: martes 24



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Jess

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PH: 13/20

Malik
PV: 23/32
PH: 12/20

Hana
PV: 18/22
PH: 5/26
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Sometron » Mar Jun 24, 2014 6:41 pm

La soledad es algo curioso. Es capaz de borrar y destruir personas, recuerdos y acontecimientos a su paso; y su vez puede crear nuevas personas de las cenizas de aquellas que destruye, vidas que no sucedieron e ilusiones que nunca debieron existir.

La soledad es, pues, algo peligroso. Al fin y al cabo, ¿dónde se halla la diferencia entre estar solo y estar muerto, si en el primer caso no hay nadie que pueda demostrar que lo segundo sea falso? Y era así cómo se encontraba Jess: en un paso intermedio entre vida y muerte, y completamente sola.

Y, por el mismo hecho de estar sola y no poder demostrar que estaba muerta, pronto lo estaría. O, más bien, pronto moriría en el pasado, justo en el momento en que todo se había cubierto de negro. ¿Cuánto hacía ya de aquello? ¿Años? ¿Siglos? Era difícil de determinar. Lo que era fácil de predecir era que no le quedaba mucho tiempo allí: pronto sería borrada para siempre, cuando la soledad hiciera su función debidamente.

Efectivamente, no tardó en recibir un golpe proveniente de la nada en las piernas que la hizo caer de rodillas, luciendo una orgullosa sonrisa, mientras se intentaba convencer de que aquello era lo que quería y había estado esperando.

Seguidamente, un fuerte golpe aterrizó profundamente en su estómago. El aire escapó de su cuerpo y la sangre brotó de sus labios. Cuando la presión desapareció, el cuerpo casi inerte de la aprendiz cayó de bruces al suelo, si es que en aquel plano de existencia había algo suficientemente definido como para llamarlo “suelo”.

La respiración de la joven estaba muy acelerada, tanto que prácticamente no cogía oxígeno en cada inspiración. Por otra parte, el aire quemaba sus pulmones al recorrerlos debido al reciente golpe; pero todo parecía cada vez más lejano, estaba perdiendo la consciencia…

Por último, recibió un corte en el costado que acabó definitivamente con la ilusión de existencia de la chica llamada Jess Stronberg. La vida escapaba de ella, y el telón se cerraba silenciosamente sobre la historia de su breve paso por los Reinos de la Luz.

O no…

Al tomar la que debía ser su última bocanada de aire, el mundo volvió a iluminarse a su alrededor: aún le quedaba una oportunidad para vivir. Las toses eran constantes, puesto a que aún no había conseguido reponerse del golpe que la había dejado sin respiración.

Intentó incorporarse utilizando sus manos pero le flaquearon las fuerzas y acabó con su cara golpeando el suelo de la jungla. Sus dificultades respiratorias aumentaron debido al esfuerzo y tuvo que esperar un buen rato antes de volver a intentarlo.

Tendida en el suelo comprobó que Hana, Malik, Ana Lucía y Faris también habían tenido problemas recientemente, puesto que también estaban heridos y, probablemente, por los suelos.

Después de bastante esfuerzo, fue capaz de sentarse y decir en un tono de voz más o menos claro.

¿E-estáis- —fue interrumpida por un breve ataque de tos— ¿Estáis bien?

Aunque quizá sus palabras ni siquiera consiguieron llegar a los oídos de los otros.

¿Qué ha sido…eso? —dijo mientras recogía su sable ensangrentado del suelo.

¡Más importante que eso! ¿A dónde ha ido ese cabrón?

Cierto: Zande. ¿Dónde estaba? Miró a su alrededor y fue incapaz de ver señal alguna de él, al margen de los destrozos que les había hecho.

Entonces, la capitana pareció acordarse de algo y empezó a registrarse a sí misma, seguramente comprobando si el cáliz seguía dónde debía estar. Jess la imitó prácticamente por inercia y comprobó que su copia de la copa seguía allí, al igual que la original seguía en su sitio.

Una vez hechas estas comprobaciones, era el turno de buscar al último integrante del grupo: Ronin.

Lo encontraron cerca del lago. Estaba bastante maltrecho, incluso comparado con ellos. Parecía mentira ver a un Maestro —especialmente al Maestro de Maestros— en aquellas condiciones tan malas.

Por su respiración irregular, interpretó que seguía vivo, aunque quizá no por mucho tiempo; aún así, la capitana quiso comprobarlo tomándole el pulso.

Está vivo. ¡Pedazo de capullo! ¡Se suponía que eras el tipo más fuerte! ¿Cómo ha podido vencerte ese perro?

¿Dónde…? ¿Zande…?

El hombre intentó levantarse con la ayuda de sus brazos, pero no tenía suficiente fuerza y volvió a caer al suelo —aferrándose a Ana Lucía, que intentaba que no se hiciera daño—. Pareció dar por perdida la posibilidad de ponerse en pie y les buscó a ellos, los aprendices, con la mirada. Seguramente pretendía comprobar que siguieran vivos.

¿Dónde está?

Se ha ido… Debió ser cuando hizo… Eso.

<<Eso…>> repitió la aprendiza mentalmente.

¡Entonces a qué coño estáis esperando! ¡A por él! ¡No permitáis que llegue a la Fuente! ¡Chihiro tampoco debe conseguir la inmortalidad! ¡A ningún precio!—empujó a la capitana, indicándole que debía marchar inmediatamente—. ¡Qué estáis mirando! ¡Id ya!

Entonces sucedió algo peculiar: la pirata calló y salió corriendo hacia el bosque, obedeciendo sin queja alguna. Faris, naturalmente, la siguió.

Y quedaron sólo los Caballeros de la Llave Espada. Ronin les miró fijamente unos instantes, antes de empezar a intentar curarse a sí mismo. Las órdenes estaban dadas.

Sin pensárselo más, Jess intentó alcanzar a las dos mujeres que estaban ya en camino hacia Zande, Chihiro y La Fuente. Aquella misión era un suicidio y lo sabía, pero ya de nada servía quejarse: iba a tener que hacerlo igual. Era el precio que tenía que pagar por la elección que había hecho en su día al aceptar la Llave.

Gracias. Te debo una.

Un toque en el hombro la desvió de sus pensamientos. Era Faris, que le agradecía haberla sacado de las fauces de aquel hombre-bestia al que conocían por el nombre de Zande.

No es nada. Somos un equipo y tenemos que colaborar para poder vencer.

Después se dirigió al resto, especialmente al aprendiz de Agrabah, con el que había tenido una relación más cercana durante el trayecto en el Sombra de Luna.

Gracias por venir a buscarme. Gracias a todos.

Entonces la mujer rubia aceleró para alcanzar a Ana Lucía y ella se vio obligada a hacer lo mismo: no había tiempo que perder.

Después de caminar durante un rato llegaron a una especie de hendidura en una pared rocosa, aparentemente inundada por dentro, o al menos parcialmente. En la pared de la entrada de aquella cavidad podían distinguirse unas extrañas marcas.

La pirata del cabello negro se acuclilló en unos arbustos y se aproximó todo lo que pudo a la cueva, cubierta siempre por la vegetación. Les hizo un gesto para que hicieran lo mismo y no les quedó más remedio que hacerle caso. Una vez estuvieron todos juntos,

Ahí está No sabemos cuánto ha pasado desde que la magia de ese tipo nos afectó, así que es muy posible que ande por ahí dentro. Pero no habrá podido entrar sin los cálices. No andará lejos. Si nos arriesgamos a entrar, quizás nos lo encontremos o quizá no. No sabemos si la bruja ya ha llegado, pero lo que está claro es que si las sirenas van a reunirse en la Fuente, necesitamos su ayuda para vencer. Yo voy a entrar. Podéis elegir si esperarme o venir conmigo. Pero sólo os diré cómo entrar a la Fuente si venís ahora. Luego puede que no tengamos la oportunidad

Sin pararse a pensar demasiado lo que podría significar cada una de las opciones para su supervivencia, respondió.

Yo voy —se giró hacia sus compañeros de Tierra de Partida—. A no ser que alguno decida quedarse y quiera contar con mi ayuda.

Si alguno de los presentes se lo pedía, se quedaría con él en el exterior esperando; si no, seguiría a la capitana hacia la Fuente, aunque eso pudiera suponer al final su perdición.
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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Tanis » Mar Jun 24, 2014 8:16 pm

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No podía. No podía hacerlo. El terror que le provocaba la visión de su hermano pequeño medio transformado en un horrible sincorazón era demasiado estrangulador, más que las propias garras que le atenazaban el cuello, más que los afilados dedos oscuros que se le hincaban en la carne. A pesar de que su instinto de supervivencia le decía que debía pelear, que podía invocar esa que hacía tiempo Lyn le había entregado para, precisamente, combatir a esos monstruos...

Era su hermano.

El miedo dio paso a una extraña tristeza, a un raro arrepentimiento, más que al pánico. Después de todo, era su culpa si su hermano llegaba a convertirse en aquello. Él mismo lo había dicho.

«Lo siento... ». El débil pensamiento germinó y le ahogó al mismo tiempo que los sincorazón le aplastaban y su hermano-sombra apretaba los dedos en su cuello cada vez más, y más... Hasta que la idea de morir allí perdido en la oscuridad, sin que nadie fuera a recordarle, de desaparecer para siempre, sin haber podido hacer nada por ese niño que antaño había tirado de su manga para pedirle que le contara un cuento o le alzara en brazos...

Volvió a ahogarle en miedo. Miedo que apretó su pecho hasta estrujar los pulmones, y el corazón. Miedo que gritó en su oído y le arañó la carne. Miedo que clavó las garras hasta lo más profundo de su ser y le desgarró, le golpeó y le hizo trastabillar. Le temblaron las rodillas, cayó...

Y lo siguiente que supo fue que iba a morir.

* * *


La luz le hizo daño al abrir los ojos de golpe, como si de repente se hubiera despertado de una horrible pesadilla, aunque no hubiera sido precisamente un mal sueño que fuera a desaparecer así como así. Al principio Malik no supo dónde estaba. Desconcertado dejó que le envolviera el sonido de la jungla, el arrullo de la laguna y el aroma de la tierra y el aire le llenara el pecho. Y el dolor.

Despacio, intentó levantarse a duras penas. Le dolía todo, le temblaba el cuerpo y las rodillas apenas le sostenían. No sabía si era por la visión terrorífica que acababa de experimentar o... ¿pero por qué le dolía todo el cuerpo? Ni que le hubieran dado una paliza...

«¿O sí?».

Miró en derredor, comprobando que no había sido el único al que le había pasado aquello, al menos en lo referente a los golpes. Se acercó poco a poco a sus compañeras, que no presentaban mejor aspecto que él, entre toses y gorgoteos. Tenía la sensación de que estaba tragando demasiada sangre de lo buenamente permitido.

¿E-estáis- —oyó que preguntaba Jess— ¿Estáis bien?

Maldito hijo de puta... Sí...—masculló en respuesta.

¿Qué ha sido…eso?

La pregunta de Faris ilustró sus propias dudas, de modo que se ahorró formular la pregunta en voz alta. ¿Qué había sido? Había... había... ¿había afectado a todo el grupo entonces? Miró a Hana, luego a Jess, ¿habrían visto algo parecido a lo suyo? ¿Y qué había sido eso

¡Más importante que eso! ¿A dónde ha ido ese cabrón?

Sin embargo la capitana no parecía querer perder tiempo en ello, y realmente Malik tampoco. Ya le costaba bastante más de lo habitual pensar, no quería pararse a buscar explicaciones sobre lo que les había pasado. Al ver a Ana y a Jess buscandose los cálices entre la ropa, él hizo lo mismo, comprobando que aún tenía el que le habían dado. Ese objeto era muy importante, y daba gracias a que Zande no había pensado en registrarlos. No sacó la copa, aunque sí la palpó en su escondite y suspiró aliviado.

Fue entonces cuando reparó en Ronin. Una sensación de miedo, menor a la sufrida antes, le trepó por la garganta. Por un instante creyó que estaba muerto y que sus esperanzas de capturar a Chihiro, de volver a casa vivos no con el cuerpo del Maestro de Maestros a rastras, se habían esfumado. Se acercó al trote tras Ana.

«Que no esté muerto... por favor, Señor».

¿Está... ?

Está vivo —Malik pensó que el alivio iba a matarle, más que el dolor—. ¡Pedazo de capullo! ¡Se suponía que eras el tipo más fuerte! ¿Cómo ha podido vencerte ese perro?

Sin duda... estaba muchísimo peor que ellos. No sólo ya por la herida inicial del pecho, si no por todo, todas las demás. ¿Qué demonios?

¿Dónde…? ¿Zande…? —Malik alzó la mirada hacia la vegetación, inclusive hacia donde el sincorazón sombra había aparecido provocando que Zande les hiciera aquello. No vio a nadie—: ¿Dónde está?

Se ha ido… Debió ser cuando hizo…—se estremeció con violencia—. Eso. 

Apretó las dientes. Eso. ¿Que había sido? ¿Una habilidad? Estaba ya más que claro que Zande no era rival para ellos, no a abatir. Sin Ronin no podrían contra él. Y había quedado patente que... con él tampoco, no mucho. Malik sintió una frustración densa invandiendole.

¡Entonces a qué coño estáis esperando! ¡A por él! ¡No permitáis que llegue a la Fuente! ¡Chihiro tampoco debe conseguir la inmortalidad! ¡A ningún precio! ¡Qué estáis mirando! ¡Id ya!

Malik retrocedió sin darse cuenta un par de pasos, más por el ímpetu de las órdenes de Ronin que otra cosa. No quería dejarle ahí, desangrándose, pero... Observó la marcha de Ana, casi al instante, la de Faris, y la de Jess, y él miró a Hana antes de hacer lo mismo, mostrando su reticencia. No quería desobedecer. El Cura que él había lanzado les había ayudado un poco, pero no estaba seguro de que fuera suficiente. Y menos para sí mismo. Estaba tan débil...

Y sin embargo tenía razón. No podían permitir que seres como Zande o Chihiro obtuvieran una vida eterna con la que poder ejecutar sus planes para el resto de la existencia. Eso sumiría a los Mundos en caos y oscuridad. Tenían que encontrar la forma de impedirlo. Eran aprendices de Llave-Espada, si no hacían su trabajo ahora... No lo harían más.

Alcanzó a las dos piratas y a Jess justo cuando Faris le daba las gracias a la muchacha pelirroja, justo para que ella le viese y también le agradeciera. Malik tomó aire y esbozó una débil sonrisa en respuesta, negando con la cabeza de forma tenue.

Gracias por venir a buscarme. Gracias a todos.

No tiene importancia —murmuró.

Y en verdad no la tenía. Incluso de no haberse hecho algo parecido a amigos habría ido por ella. Era justicia, no sentimentalismo, lo que le había impulsado a hacerlo.

¿Verdad?

Sacudió la cabeza y tragó saliva. Luego avanzó más deprisa tras ellas. No podían, de nuevo, perder tiempo.

* * *


Malik echó la cabeza hacia atrás para mirar la pared de roca, y el extraño símbolo que de ningún modo reconoció, oculto entre enredaderas. Por las indicaciones de Ana y sus movimientos más sigilosos, debían de estar muy cerca de la Fuente. De modo que hizo lo propio y procuró ser lo más silencioso posible. Una abertura de agua, como un pozo demasiado grande en forma de óvalo, se abría bajo la pared de piedra y el símbolo. Esa debía ser la entrada, cerca de dónde las sirenas habían prometido reunirse con ellos.

Lo único que no sabían, tal como diría la capitana después, era cuánto tiempo había pasado desde que sufrieran ese miedo atroz en la ocuridad.

Ahí está. No sabemos cuánto ha pasado desde que la magia de ese tipo nos afectó, así que es muy posible que ande por ahí dentro. Pero no habrá podido entrar sin los cálices. No andará lejos —Malik palpó de nuevo el cáliz oculto en su camisa—. Si nos arriesgamos a entrar, quizás nos lo encontremos o quizá no. No sabemos si la bruja ya ha llegado, pero lo que está claro es que si las sirenas van a reunirse en la Fuente, necesitamos su ayuda para vencer. Yo voy a entrar. Podéis elegir si esperarme o venir conmigo. Pero sólo os diré cómo entrar a la Fuente si venís ahora. Luego puede que no tengamos la oportunidad.

Yo voy. A no ser que alguno decida quedarse y quiera contar con mi ayuda.

Ante la decisión de Jess, él no se lo pensó más de dos veces. No iba a quedarse ahí fuera, esperando como un cachorro mientras los demás se arriesgaban a un combate a muerte o peor. Iban a necesitar de todas sus fuerzas unidas para enfrentarse a Zande si le encontraban fuera de la Fuente, y a Chihiro también. Miró a Hana antes de volverse hacia Jess, la capitana y Faris, con la determinación escrita en la frente.

Yo también voy, creo que separarnos sería un error. Si nos mantenemos juntos quizá tengamos alguna oportunidad más.
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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Nell » Mié Jun 25, 2014 1:25 am

En su descenso, vio a todas las personas que le habían precedido en la caída, contemplándola desde lo alto con gesto impasible como si ninguna albergara esperanza alguna para ella. Le habría gustado no mirarlas e ignorar que habían existido, pero una vez iniciado su mismo sendero, todo daba igual.

Una a una fueron proponiendo su destino.

Ahorcada por la justicia y el héroe… ―hizo un gesto en su cuello.
Desprovista de todo lo que tienes… ―alzó los muñones.
Violada y preñada… ―dijo un rostro desfigurado por una caída insalvable.
Apalizada por tus ideales… ―se mostró la irreconocible figura deforme a golpe de puñetazo.
Quemada por lo que eres… ―sonrió un cuerpo chamuscado.
Traicionada por tu propia patria… ―señaló el hombre repleto de balas.
Abandonada por quien más quieres…

El último se limitó a abrir la boca para mostrar que no tenía lengua. Hana recordaba bien el motivo y fue lo único que agradeció: que él, entre todos, no pudiera hablar.

Todos aquellos rostros se le quedarían grabados y le visitarían en sus siguientes sueños y pesadillas. De hecho, nunca los olvidaría, contrario a su deseo.

La caída la dejaba sin aire, como si algo la apretara, quedándose sin aire. Incluso sintió un golpe en la mandíbula. Achacó el maltrato a las mismas personas que contemplaba, inmersa por completo en su propia paranoia. Gritó y siguió llorando en vanos intentos de evitar el destino.

Y entonces despertó. Estaba echada sobre el suelo, al que se había caído en algún momento. Seguía faltándole el aire por una fuerte contusión en el pecho, motivo por el que no había podido respirar. Fue recuperando el aire poco a poco, mientras su vista se acostumbraba de nuevo a la realidad.

Francis, Maggy, Romy, Killien… Sus nombres se iban desvaneciendo lentamente para dar paso a uno único. Zande.

Intentó incorporarse, pero no pudo del dolor. Echó a un lado la cabeza para escupir sangre y se obligó a continuar restableciendo su respiración. Entonces, se dio cuenta de que tenía la cara repleta de lágrimas y mocos. Se llevó un dedo a los pómulos para vérselas y se las limpió con los brazos rápidamente.

La habían… manipulado. Tenía que ser eso. Zande había entrado en su mente para sacar a la realidad todas aquellas imágenes de su memoria. Él mismo la había hecho llorar para avergonzarla dentro de la pesadilla. Por sí misma, no podía porque carecía de corazón.

Que aquel monstruo deforme hubiese estado toqueteando sus recuerdos la asqueaba. Y hacía hervir en ella una ira incontrolable. Iba a encontrarle, despellejarlo y dárselo de comer a las sirenas. En eso pensaba cuando se puso en pie, ajena a la conversación entre los demás, y vio a Ronin.

Todo su odio se desinfló. Para entonces, con todo el tiempo que había tardado en serenarse, los demás estaban alrededor del Maestro y éste les instaba con gritos a continuar sin él. Hana sólo tenía ojos para su lamentable estado. Zande se había cebado con él. Peor aún: lo había dejado para el arrastre. Se dijo a sí misma que no iba a sobrevivir. Que, al igual que el Leviatán, estaba condenado.

Se quedó paralizada en el sitio. Reaccionó por fin cuando los demás se pusieron en marcha y se acercó con premura a Ronin, agachándose para ponerse cara a cara.

Sé que tenemos prisa, ya, ya ―dijo con toda la rapidez que podía, quedándose rezagada―. Pero no tienes buena pinta, ¿sabes? He visto otros como tú y ninguno ha acabado bien. Por eso me estoy quedando ―Ronin era mago y se había aplicado un Cura, pero quién sabe―. ¿Hay algo que me quieras decir? ¿Seguro que no te arrepentirás de nada cuanto te dejemos solo? ¿Últimas palabras?

Cualquiera podría habérselo tomado a cachondeo, pero Hana iba totalmente en serio. Si regresaba con las últimas palabras de Ronin a Tierra de Partida, tal vez pudiera darles algún matiz añadido. Un título de Maestra por aquí, una llave del tesoro por allá…

Recibió la terrible mirada de Ronin, una que no esperaba ver en ese semblante siempre alegre, y le dijera algo o no, se puso en marcha al instante. No fuera a pasar que el Maestro se decidiera a echarle un rayo láser por los ojos.

Corrió para alcanzar al resto del grupo, a tiempo para escuchar el agradecimiento de Faris. Hana asintió, quitándole importancia, porque a ella quien realmente quería encontrar era a Halia.

Durante el camino, volvió a pensar en Zande. Ver a Ronin había mermado sus ansias de venganza, en vez de acrecentarlas. Si le podía hacer eso a alguien tan fuerte, ¿qué haría contra unos patéticos aprendices? Y pensándolo bien… temía que la devolviera al mismo lugar de su visión, fuera o no real.

Alcanzaron un boquete en una pared rocosa que daba lugar a un pequeño estanque de agua. Ignoró el símbolo y siguió a sus compañeros, hasta que se detuvieron cerca de una cueva. Allí, presumiblemente, estaba la Fuente. O eso suponía Hana.

Ana Lucía les dio a elegir: quedarse o entrar. Hana recordó la visión que Zande le había provocado y sintió escalofríos. Sin embargo, no había recorrido todo ese camino para quedarse en las puertas.

Voy ―decretó con decisión.

Se palpó los bolsillo para asegurarse de que llevaba todo encima y que estaba preparada. En estas, encontró una de las copas falsas que le habían entregado antes. Se la mostró a los demás para añadir:

Recordad que cada uno ―no sabía si todos o no, pero se arriesgó a decirlo― tenemos una. Tienen que pensar que todas son auténticas. A la menor indicación de que intentamos proteger una más que a las demás, nos descubrirán ―advirtió, mirando con intención a Ana Lucía y Malik.

Y sin nada más que decir, les seguiría la última de la cola. Zande iba a pagarlo, sí... Pero desde lejos.
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Ronda 11

Notapor Suzume Mizuno » Mié Jun 25, 2014 11:21 pm

Ante las palabras de Hana, Ronin resopló de esfuerzo y masculló:

Le debo una gallina a Kazuki. Paga tú mi deuda. —Acto seguido dio un pequeño azote a la pierna de Hana y exclamó—: ¡Ahora andando!

****


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Ana Lucía asintió, satisfecha, al comprobar que ninguno de ellos se acobardaba. Así pues, les relató rápidamente lo que encontrarían cuando se introdujeran en la cueva:

Hay que seguir la gruta hasta que lleguemos a un callejón sin salida. En ese lugar se han de tomar las copas y decir esto —extrajo sin ceremonia alguna su cáliz y les mostró las letras grabadas en su borde: Aqua—: Aqua de vida. La otra parte se completa en tu cáliz, Malik. Eso nos abrirá el camino hasta la Fuente. Allí nos protegerá la niebla y podremos escondernos… Aunque no sé durante cuánto tiempo.

La capitana pirata respiró hondo y salió de entre los arbustos sin apenas hacer ruido, seguida por Faris.
Cuando llegaron a la gruta y se asomaron pudieron ver que les aguardaba descenso algo abrupto entre rocas que se desprendían a su paso y resonaban dolorosamente alto en medio del cavernoso silencio de la cueva. Al fondo, un remanso de aguas claras se deslizaba lentamente hacia una oscura galería.

Tuvieron que meterse en el agua, que les cubría hasta las rodillas, y avanzar haciendo el menor ruido posible. Estaba claro que no había forma de saber si alguien se les había adelantado. Tendrían que confiar en sus instintos.
En seguida, siguiendo el agua, se sumieron en la penumbra. Si alguno había tenido la idea de traer consigo las lámparas de aceite, Ana Lucía impidió con un gesto que intentaran hacer fuego: los descubrirían de inmediato.

Agachándose para que las estalactitas no les hirieran con sus afiladas puntas, fueron alejándose más y más de la luz hasta que el mundo se quedó en oscuridad. A algunos les recordaría al previo ataque de Zande. En cualquier caso, seguían pudiendo escucharse los unos a los otros. La pregunta era, ¿se oía alguna otra respiración?

Continuaron avanzando a paso de tortuga, con una lentitud inquietante, atentos a que de un momento a otro Zande, Chihiro o algún Sincorazón surgiera de la oscuridad para atacarlos.

Pero, entonces, llegaron a tierra firme. Ana emitió un suspiro y se oyó el frufrú típico de la ropa.

El cáliz—ordenó.

Era evidente cuál pedía, pero no mencionó ningún nombre. Probablemente todavía sospechara que pudieran estar observándoles desde la sombra. Aun así, ¿se atreverían a desperdiciar su magia invocando algún hechizo de fuego?
Si Malik no acudía, Ana misma iría a buscarle para arrebatarle el cáliz.

Aqua de vida—siseó la capitana.

Algo empezó a moverse. Los tres aprendices pudieron notar a través de sus calzados cómo el agua parecía subir de nivel. El agua resonaba por todas partes, sinuosa y… ¿Desde arriba? Sí, parecía como si tuvieran encima agua moviéndose…

Levantad las espadas y tocad el agua.

No hubo más explicaciones. Sólo un sonido brusco, como cuando alguien cae al agua.

En cuanto obedecieran, tanteando con sus Llave Espadas, escucharían cómo estas se hundían, misteriosamente, en el agua. Y, de pronto, sobrevino un violento tirón que los arrancó del suelo y los arrastró hacia arriba.

No sintieron nada más que la caricia de algo frío y sedoso pero, cuando quisieron darse cuenta, se encontraban de nuevo hundidos hasta las rodillas… Sólo que esta vez podían ver, a pesar de que los rodeaba una delicada neblina grisácea. Se encontraban en una cueva… o lo que, por las imponentes y antiguas columnas cubiertas de vegetación, debía de haber sido una sala de rituales. Y, en el centro, presidiendo la estancia se alzaba una roca con un gran agujero circular.

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Frente a ella se encontraba Chihiro, que aplastaba bajo su bota la cabeza de Halia.

Ana Lucía hizo un gesto para que todos se agacharan. Por suerte para ellos, Chihiro no les había visto. Estaba demasiado concentrada en su presa.

…agotando mi paciencia. ¡Llora de una vez o te prometo que romperé el hechizo que impide que tus amigas vengan sólo para ir matándolas a todas, una tras otra!

Entre jadeos y con la voz rota, destrozada por el dolor, la sirena farfulló:

No obtendrás una lágrima nuestra. Ni ahora… Ni nunca.

Chihiro suspiró, irritada, y levantó el estoque, que reflejó la escasa luz de la sala del ritual.

No he venido a perder el tiempo. Estoy cansada y harta de tener que cargar contigo. Me hace tan poca gracia como a ti torturarte. Sólo tienes que llorar. Una maldita lágrima y te dejaré marchar.

Halia emitió una risa ronca que casi pareció más un sollozo ahogado. Unos hilillos de niebla se desplazaron lo suficiente para permitirles ver que las escaleras que daban a la plataforma donde se alzaba la roca estaban llenas de sangre. Y que la parte inferior de la cola de Halia había sido violentamente descamada y acuchillada. Las bonitas aletas de la joven sirena estaban rajadas casi hasta la raíz.

¿Quieres que empiece a cortar en partes tu cola? Lo haré si no me dejas más remedio.

¡¡Adelante!!—chilló Halia—. ¡Corta cuanto quieras pero no lloraré! ¡Y aunque lo hiciera, jamás te permitiría tener mis años, ni los de ninguna de mis hermanas!

Chihiro, que hasta ese momento la había observado con un gesto neutro, frunció el ceño.

¿Tus años…? —se agachó y cogió a Halia por el pelo, tirando con tanta fuerza que por un momento pareció que le fuera a partir el cuello—. ¡¿Estás diciendo que lo que la Fuente da son años?! ¿Vuestros años?

¿Acaso no lo sabías, bruja? ¡La Fuente exige un sacrificio! ¡Un sacrificio del que extraer los años vividos y los años por vivir! ¿Qué esperabas que hiciera? ¿La inmortalidad? ¡Todo muere en este mundo y nada puede protegernos del final!

Chihiro de pronto pareció muy cansada, como si le hubieran caído de golpe diez años encima. Soltó a Halia, que se desplomó sin fuerzas, y se quedó mirando a la nada en silencio.

¿Tanto esfuerzo… para esto? —respiró hondo y se pasó una mano por la frente.

A sus pies, Halia emitió una risa queda, pero indudablemente burlona.

Chihiro la miró con los rasgos desfigurados por la rabia y la decepción. Pisó la cola de la sirena, que soltó un alarido de dolor tan intenso que estremeció hasta los huesos de los aprendices. Sin emitir una sola palabra, alzó su estoque y lo abatió contra Halia que, con un grito, se impulsó a un lado y cayó rodando por las escaleras. Chihiro se volvió con lentitud hacia ella y empezó a descender con parsimonia por las escaleras. Parecía haber retomado el control de sí misma, pero en su gesto se percibía una fría determinación.

Iba a matar a la sirena.

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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Tanis » Sab Jun 28, 2014 4:55 pm

Hay que seguir la gruta hasta que lleguemos a un callejón sin salida. En ese lugar se han de tomar las copas y decir esto: Aqua de vida. La otra parte se completa en tu cáliz, Malik. Eso nos abrirá el camino hasta la Fuente. Allí nos protegerá la niebla y podremos escondernos… Aunque no sé durante cuánto tiempo.

Malik asintió débilmente ante su explicación, para luego seguir los pasos de la capitana y de Faris en silencio. Estaba todo claro, creía. Lo único que les quedaba era llegar a la Fuente y... Bueno, pararle los pies a esa mujer. Y no encontrarse de nuevo con Zande. Ya estaba lo suficientemente magullados.

El hombre se asomó lo poco que pudo para mirar hacia abajo, y ver la gruta acuática que se abría como un espejo cristalino en el fondo. Piedrecitas que se desprendían resonaban en el agujero como cañonazos y Malik se preguntó si eso no les delataría. Fuera como fuese, descendió hasta el remanso, que cubría sólo hasta las rodillas y caminó tras los pasos de las dos piratas intentando no hacer ruido, si es que eso era posible. No tenía idea de si Zande ya andaba por ahí, puesto que gracias a ese ataque de pánico que les había provocado, tenía ventaja. Aunque no tenía los cálices, de modo que dentro de la Fuente no podía estar. ¿Estaría esperando en la entrada?

«¿No estamos metiéndonos en la boca del lobo?», se cuestionó Malik al ver que progresivamente se internaban en la oscuridad. Tuvo cuidado de no chocar con nada, a pesar de que de vez en cuando sentía el roce frío y pétreo de la roca en la nuca. De no haberse agachado... No le gustaba nada la oscuridad. Siempre era anticipo de un ataque de sincorazón, en dónde surgían a la mínima ocasión. ¿Y si les pillaba Zande ahí en medio? No podrían defenderse bien. Para bien o mal, al menos él dependía demasiado de la vista. Quizá era algo que debía remediar.

Fue entonces cuando tocó tierra con el pie, pensando en esas cosas, y oyó la voz de la capitana con su orden.

El cáliz—ordenó.

No le hizo falta preguntar, se acercó lo mejor que pudo sin trastabillar y sacó la copa que había estado custodiando, con un roce de ropa similar al oído antes. Le puso el objeto en la mano a Ana y se apartó ligeramente, esperando.

Aqua de vida.

«Las palabras mágicas...».

Sin embargo, no sucedió lo que él esperaba, que se abriera alguna puerta en la piedra, o el suelo, o apareciera un portal. No, lo que pasó fue que de repente el sonido del flujo de una corriente se hizo más notable, sobre sus cabezas. Eso le resultó extraño y aunque quiso haber preguntado, de nuevo la orden de la capitana fue tajante e hizo que se le olvidara.

Levantad las espadas y tocad el agua.

Sin cuestionarse, sólo con el sonido de un chapuzón como compañía, que se disolvía por segundos, más que en su propia mente, Malik invocó con un destello de luz cegador en medio de esa oscuridad, su Llave-Espada, la cual levantó tocando el agua del techo. Una sensación extraña, como un escalofrío, le recorrió de arriba a abajo al sentir que en efecto allí arriba había agua, que ya estaba succionando el arma.

«Uh oh... » El violento tirón hacia el techo de roca, que debería haber terminado con un cuello roto, se convirtió en una extraña inmersión fría que terminó en la misma posición anterior, con el agua por las rodillas... pero rodeados de una tétrica niebla gris a metros de un raro monumento de piedra. Malik contuvo el aliento, sobrecogido, sintiendo el ambiente pagano y sagrado de aquel lugar. Su mirada se clavó en la piedra de hueco circular.

¿Es... eso? —murmuró, en muy bajo tono de voz, sobre todo al ver que Chihiro estaba ahí, aplastando la cabeza de la sirena con su pie.

Tragó saliva. Esa bruja, esa mujer que tanto daño había hecho, provocado el secuestro de Faris, y de la sirena, la destrucción de medio pueblo, las heridas de Leviatán... Pero no podían echarse encima sin más, por eso se agachó justo como indicó Ana, antes de que el enemigo pudiera verlos. No fue difícil escuchar a Chihiro, porque allí no había nadie más y su voz sonaba potente, clara y furiosa. Malik mantuvo su temple todo lo que pudo, aunque esa vez le resultó jodidamente difícil.

…agotando mi paciencia. ¡Llora de una vez o te prometo que romperé el hechizo que impide que tus amigas vengan sólo para ir matándolas a todas, una tras otra!

Sin querer alzó las cejas, y miró de reojo a los demás. ¿Las sirenas estaban bloqueadas por un hechizo de esa mujer? Eso explicaría por qué no estaban allí, como habían prometido encontrarse. Lo que no entendió fue el asunto de las lágrimas. ¿Para qué querría Chihiro qie la sirena llorase?

No obtendrás una lágrima nuestra. Ni ahora… Ni nunca. 

No he venido a perder el tiempo. Estoy cansada y harta de tener que cargar contigo. Me hace tan poca gracia como a ti torturarte. Sólo tienes que llorar. Una maldita lágrima y te dejaré marchar.

Al la niebla dispersarse en zarcillos, dejandoles ver las escaleras ensangrentadas, Malik apretó los dedos dentro del puño. La cola de la sirena, destrozada, era una horrible visión. Un impulso reprimido le hizo estar a punto de dar un paso, de levantarse, pero por suerte, se quedó quieto en el último momento.

¡Pero tenían que hacer algo pronto!

¿Quieres que empiece a cortar en partes tu cola? Lo haré si no me dejas más remedio. 

¡¡Adelante!!—chilló Halia—. ¡Corta cuanto quieras pero no lloraré! ¡Y aunque lo hiciera, jamás te permitiría tener mis años, ni los de ninguna de mis hermanas!

Qué... —musitó, débilmente.

¿Qué significaba eso?

¿Tus años…? ¡¿Estás diciendo que lo que la Fuente da son años?! ¿Vuestros años?

¿Acaso no lo sabías, bruja? ¡La Fuente exige un sacrificio! ¡Un sacrificio del que extraer los años vividos y los años por vivir! ¿Qué esperabas que hiciera? ¿La inmortalidad? ¡Todo muere en este mundo y nada puede protegernos del final!

No lo comprendía. Eso no era una inmortalidad completa, pero si realizabas el ritual muchas veces acumularías muchos años, tantos como para ser inmortal. Y solo era una inmortalidad parcial. El filo de una espada podría matarte. Por la reacción de Chihiro, Malik supuso que la mujer esperaba otra cosa. Y eso le alivió, en cierto modo.

¿Tanto esfuerzo… para esto?

Se volvió para no tener que ver cómo Chihiro le pisaba cruelmente la cola destrozada a la sirena, aunque su grito se le hincó en los más profundo del alma. Soltó todo el aire de golpe, y volvió a mirar. Chihiro estaba bajando las escaleras con toda su elegancia siniestra, dispuesta seguramente a matar a esa criatura que ya parecía no servirle para nada. Algo que no podían permitir. Esa sirena era inocente, y valiente, y si Chihiro la mataba... él no se lo perdonaría, al igual que si hubiera muerto Faris, o la capitana, o cualquiera de sus compañeras. Zande no estaba a la vista y dudaba de que hubiera entrado. De modo que tomando una decisión, se dirigió al resto del grupo, antes de que la bruja del Tiempo alcanzara a Halia.

Llamadme loco, pero hay que pararla. Atacad en cuanto podáis, seré el cebo.

Sin añadir nada más se levantó, echó a correr lejos del escondite de los demás e invocó la Llave-Espada. Quería emular el ataque sorpresa de Ronin contra Zande, y aunque no fuera a salirle igual, lanzó su arma contra Chihiro para detenerla y que al menos se fijara en él. Si lograba hacerse su blanco, quizá la sirena tendría más oportunidades de sobrevivir, y los demás de atacar. Diera en el blanco o no, la Llave-Espada desaparecería si no regresaba, en su haz de luz blanca. Si eso pasaba volvería a invocarla, y apuntaría con ella a Chihiro, para finalmente decir:

Has perdido, Chihiro, entrégate a la justicia de Tierra de Partida.

Era una estúpida bravata, pero era eso, una fanfarronada para que el resto del grupo ganara tiempo y se organizara. Mentiría si dijera que no sentía un miedo atroz, a que Chihiro usara su magia en él y lo convirtiera en polvo, pero si eso servía para que fuera capturada, entonces... valdría la pena.
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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Sometron » Sab Jun 28, 2014 8:04 pm

Afortunadamente, ambos aprendices habían aceptado entrar, por lo que no habrían de separarse. Mejor, se sentía mucho más cómoda de aquella forma.

Hay que seguir la gruta hasta que lleguemos a un callejón sin salida. En ese lugar se han de tomar las copas y decir esto —en el cáliz que Ana acababa de sacar podía leerse la palabra Aqua—: Aqua de vida. La otra parte se completa en tu cáliz, Malik. Eso nos abrirá el camino hasta la Fuente. Allí nos protegerá la niebla y podremos escondernos… Aunque no sé durante cuánto tiempo.

Asintió ante el plan y se dispuso a seguir a la comitiva hacia dentro de la cueva. Una vez allí descubrió una bajada bastante empinada hasta un pequeño lago de agua trasparente. Pequeñas rocas se desprendían por la cuesta y hacían un ruido infernalmente delatador: si alguien les estaba esperando, ya sabría que estaban allí.

De allí en adelante tuvieron que avanzar con el agua hasta las rodillas e intentando hacer el mínimo ruido posible. Poco más podía oírse a parte de sus respiraciones. Jess miraba constantemente en todas las direcciones, esperando que Zande o Chihiro aparecieran en cualquier momento en un recoveco de la cueva y se abalanzaran sobre ellos. Por suerte, eso no llegó a suceder.

Poco a poco la gruta se oscurecía, hasta llegar al punto de no poder verse unos a otros. Tuvieron que avanzar muy lentamente para evitar chocar con nada y atraer la atención de algún posible morador de la caverna.

En el momento en que el lento descenso por el agua terminó y apareció la tierra firme, estuvo a punto de gritar de alegría, pero tuvo que contenerse.

El cáliz

Escuchó un roce de ropas, probablemente de Malik, el portador del otro cáliz verdadero, sacando la copa para tendérsela a la capitana.

Aqua de vida

<<¿Estás preparada, Jess Stronberg?>>

El agua pareció empezar a moverse entre sus pies y a sonar por todas partes; pero el lugar en que más ruido había era sin duda en el techo, ¿les iba a caer una tromba encima?

Levantad las espadas y tocad el agua.

Lo siguiente que oyeron fue un chapuzón sobre sus cabezas, ¿qué había sido aquello?

El primero de los destellos símbolo de convocar la Llave Espada apareció: allá iba el primer valiente. Y ella fue después, no quería quedarse atrás.

Con otro brillo apareció el arma de la Orden entre sus manos y no dudó ni un segundo antes de alzarla y escuchar cómo se hundía en agua. Lo siguiente que supo fue que estaba cayendo… hacia arriba. Entonces, fue tragada por algo que pensó que era agua por la sensación que tenía al estar sumergida en ella y, sin más, volvía a estar de pie y con el agua por las rodillas.

Pero no estaba en la misma cueva de antes, sino que se encontraban en una caverna considerablemente más grande, con algo que parecía una especie de ruinas en el centro. En medio de aquella especie de sala de rituales se hallaba una gran roca con un orificio circular considerable en su centro.

¿Es... eso?

Fue entonces cuando reparó en la presencia de Halia y Chihiro cerca de aquellas columnas. Ana Lucía les hizo gestos para que se escondieran, y ella obedeció inmediatamente.

…agotando mi paciencia. ¡Llora de una vez o te prometo que romperé el hechizo que impide que tus amigas vengan sólo para ir matándolas a todas, una tras otra! —amenazó mientras aplastaba a la sirena con su bota.

¿Para eso se necesitaba a una sirena: para conseguir que llorara? No acababa de entender la relación entre aquello y la Fuente.

No obtendrás una lágrima nuestra. Ni ahora… Ni nunca.

Chihiro desenfundó su arma.

No he venido a perder el tiempo. Estoy cansada y harta de tener que cargar contigo. Me hace tan poca gracia como a ti torturarte. Sólo tienes que llorar. Una maldita lágrima y te dejaré marchar.

<<Está cansada, eso es bueno.>>

Entonces la hija de Galatea emitió una risa algo extraña que consiguió captar de nuevo la atención de la aprendiz del pelo rojo, a la vez que la niebla se disipó un poco. Que fue suficiente como para poder reparar en la sangrienta escena que estaban presenciando sin darse cuenta. Los alrededores del lugar en que se encontraban las dos mujeres estaban totalmente ensangrentados, y la cola y aletas de Halia estaban totalmente masacradas.

La joven tuvo que taparse la boca fuertemente con la mano para no emitir un grito, un insulto, un gemido o cualquier cosa que le permitiera expresar el horror de aquella visión.

¿Quieres que empiece a cortar en partes tu cola? Lo haré si no me dejas más remedio.

Tuvo que morderse la mano para reprimir las ganas de salir, arma en mano, a por aquella bruja.

¡¡Adelante!!—le retó la sirena—. ¡Corta cuanto quieras pero no lloraré! ¡Y aunque lo hiciera, jamás te permitiría tener mis años, ni los de ninguna de mis hermanas!

Qué...

Qué... —murmuró algo después que Malik, puesto que en aquella situación ni siquiera había prestado atención a las palabras de su compañero.

¿Tus años…? —se agachó y cogió a Halia por el pelo, tirando con tanta fuerza que por un momento pareció que le fuera a partir el cuello—. ¡¿Estás diciendo que lo que la Fuente da son años?! ¿Vuestros años?

¿Acaso no lo sabías, bruja? ¡La Fuente exige un sacrificio! ¡Un sacrificio del que extraer los años vividos y los años por vivir! ¿Qué esperabas que hiciera? ¿La inmortalidad? ¡Todo muere en este mundo y nada puede protegernos del final!

<<Oh…>>

Así que ahí residía la trampa de la Fuente… no daba la inmortalidad, sólo alargaba la vida. Sólo aportaba más años para intentar buscar un método de conseguir más tiempo. ¿De verdad era imposible vivir para siempre? ¿De verdad tenía que conformarse con un tiempo de vida normal para poder hacer todo lo que quería hacer?

No. Se negaba a que eso fuera verdad. Al fin y al cabo, ¿qué iba a saber una sirena cualquiera que no había salido de su mundo ni una vez? Por el momento, se concentraría en aquella misión; y ya pensaría más tarde en el resto de asuntos.

¿Tanto esfuerzo… para esto? —se preguntó, abatida. Si aquello no era su oportunidad para vencerla, ¿cuál lo sería?

Chihiro, entonces, pisó fuertemente la cola de Halia y se dispuso a atraversarla con su estoque. La sirena, pero, no parecía dispuesta a morir tan fácilmente, por lo que rodó escaleras abajo en un intento de huida. La bruja pareció recobrar la compostura y empezó a bajar lentamente las escaleras, aún armada. Estaba claro que quería deshacerse de aquello que ya no le resultara útil. Y ellos tenían que impedirlo, ¡y rápido!

Llamadme loco, pero hay que pararla. Atacad en cuanto podáis, seré el cebo.

Ten cuidado. —dijo después de asentir.

El hombre se cambió de escondite a uno más lejano de ellos y se preparó para salir al encuentro de la mujer del cabello blanco. Tenían que preparar su propio plan de ataque cuanto antes.

Hana, ¿crees que volverá a funcionar la estrategia del géiser?

Aquello fue lo primero que se le pasó por la cabeza, pero si cualquiera proponía un plan mejor: no dudaría en seguirlo. Mientras tanto, Malik salió al encuentro del enemigo, dispuesto a desempeñar su papel.

Has perdido, Chihiro, entrégate a la justicia de Tierra de Partida.

Entonces pondría en práctica el plan que hubieran decidido. Si al final utilizaban el hechizo de la aprendiz del pelo azul, se dirigiría a toda prisa hacia Chihiro en cuanto la distracción empezara y la intentaría golpear desde abajo antes de que volviera al suelo, intentando evitar con todo lo que pudiera que la mujer cayera de pie. Si conseguían tumbarla, la seguiría golpeando o ayudaría a intentar apresarla, según lo que decidiera el resto del grupo. Lejos quedaban ya en su mente las órdenes de Ronin de mantenerla con vida, los nervios las habían hecho desvanecerse.

Si decidían seguir otro plan, haría la parte que le tocara en él. Y si, por último, no conseguían trazar ningún plan de acción claro, intentaría atacar por la espalda a la rival, especialmente en las piernas, con el objetivo de hacerla trastabillar y caer.

La bruja era fuerte y, si no conseguían abatirla en la primera ronda, probablemente no podrían con ella.
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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Nell » Sab Jun 28, 2014 11:18 pm

Ronin la despidió malhumorado dejando el recado de pagarle una deuda. ¡Qué morro tenía el tío! Por supuesto, ni en sueños iba a buscar una maldita gallina para dársela a otro en su nombre. Pero, ¿era broma o iba en serio? Daba igual. La cosa es que Kazuki iba a llorar a moco tendido cuando Hana le contara que lo último que Ronin le había pedido es que olvidara su compromiso en el Más Allá y que cuidara muy bien de la pobre aprendiz que le había visto delirar, que la promocionara pronto a Maestra, bla, bla, bla.

En este maquiavélico plan pensaba mientras seguía al grupo a través de la caverna. Ana Lucía ya les había dado las indicaciones hasta la Fuente y, como allí no había presencia aún de ningún enemigo y tenía que avanzar detrás de la cola, Hana se permitió divagar absurdas posibilidades de futuro cuando Ronin muriera.

Hubo un momento en el que se quedaron a oscuras. Cómo no, recordó la visión que había tenido y sintió escalofríos. Se pegó mucho a la otra persona que iba delante, buscando contactos “casuales y accidentales” para asegurarse de que seguí allí, acompañada, sin ningún fantasma de su pasado acechándola.

Una vez salieron del agua, debieron alcanzar el punto del que Ana Lucía les había hablado, pues paró y pidió el cáliz. Observó con aburrimiento el ritual y obedeció cuando le ordenaron que tocara el agua del techo con la Llave. Sin embargo, sintió un tirón y se dio cuenta de que estaba siendo succionada su arma. Trató de forcejear para sacarla y recuperarla, pero fue absorbida junto a los demás por la antigua magia.

La ascensión fue suave y reconfortante. Nada que ver con lo que les esperaba. Llegaron hasta una cueva interior, cuya neblina (como había prometido la capitana) les ocultaba de la vista cuando se toparon frente a Chihiro, que aún retenía a Halia. Ana Lucía les obligó a agacharse para pasar desapercibidos y la aprendiza tuvo que quedarse a mirar cómo su enemiga torturaba a la sirena, impotente.

Era una visión repugnante. Chihiro había ido arrancándole las escamas de su cola, una a una, como quien despelleja a un animal. Como si te fueran arrancando cachitos de la piel poco a poco. Y todo por una lágrima… que Halia aún no le había entregado. ¿De verdad no había llorado durante toda la tortura? Imposible. Nadie era capaz de resistir tanto con los ojos secos.

Hana no se lo podía creer. En su lugar, habría cantado una y mil canciones, muchas falsas y otras verdaderas, con tal de librarse de tal calvario. No tenía nada tan importante que tuviera que proteger a toda costa.

Continuaron contemplando la conversación, mientras que Hana se revolvía cada vez más. No podían intervenir o Chihiro los mataría. Pero, si no lo hacían, ésta mataría a Halia. ¿No se suponía que iban a socorrerlos las sirenas? ¿Dónde estaban?

Al final, algo ocurrió. Halia desveló que la Fuente proporcionaba años de vida. A cambio, claro, de un sacrificio que Hana no se extrañó al pensar que procedería de los hombres que usaban para su reproducción y dejaban de serles útiles. Una vida por otra vida. Sonaba lógico. La leyenda de la Fuente inmortal que concedía el don más ansiado era demasiado bonita.

Chihiro sufrió un choque al saberlo, pues pareció que no era lo que buscaba. Y Halia cometió el error de reírse de ello, pues no le sentó demasiado bien. De hecho, fue obvio incluso antes de que levantara su estoque que descargaría su ira sobre ella. La sirena lo esquivó, pero estaba débil y únicamente pudo alejarse de su alcance rodando por las escaleras. Chihiro comenzó a descender hacia ella lentamente.

Era el momento. Lo intuía. Lo sabía. Tenían que intervenir. Debían hacerlo. Para eso habían ido, ¿no? Sin embargo, Hana recordaba muy bien la papilla de Leviatán que Chihiro había hecho casi como calentamiento. A ellos, les freiría. A todos ellos.

No sabía qué hacer. No quería que Halia muriera, pero tampoco quería sacrificarse si el resultado era que murieran todos (ella incluida).

Malik tomó la decisión por ella.

¡No! ¡Loco! ―le llamó a propósito. Dejarse ver ante esa bruja tenía que ser considerado suicidio.

Observó impotente cómo su compañero la ignoraba y corría hacia Chihiro para mostrarse ante ella y distraerla. Quería gritarle que Chihiro no había perdido nada, que iba a machacarlos a todos y que la justicia de la que hablaba era una mierda. Total, confirmada su sentencia, ya daba igual. Jess la distrajo y cambió de idea.

No me queda suficiente magia. He gastado demasiada, y tampoco tengo éteres ―confesó―. Da igual. Asumiré un papel de apoyo ―siempre le gustaba resumir ese tipo de roles como “estoy aquí, finjo estar muy involucrada, recibo poca pupita y seré la primera en correr”―. Volvemos al caso de Faris. Nuestro objetivo es sacar de aquí viva a Halia. Esta vez, seré yo la que me acerque a ella, la cure y me la lleve. Me queda suficiente poder para eso ―le propuso―. Malik se está encargando de distraerla, pero no es idiota. Sabrá que no está solo y nos descubrirá enseguida. Voy a bordear por aquí ―señaló el camino más cercano a Halia sin entrar en el rango de visión de Chihiro―. Si apareces por el lado contrario, distrayéndola, atacándola… lo que quieras, me dará la espalda y podré hacerlo. No obstante, Malik y tú pasaréis a ser sus enemigos. Si no quieres hacerlo, por mí está bien. En tu lugar, yo no querría arriesgarme por algo así. Aún así… voy a ir.

Por último se volvió hacia las dos piratas.

¿Qué os parece? ¿Nos ayudáis? Capitana, Segunda… ―se dirigió respetuosamente―. Chihiro nos va a detectar tarde o temprano. Ya que la Fuente no le interesa, démonos una victoria arrebatándole a Halia… y una lección de venganza. Por Cabo Blanco ―no le cabía duda de que era una de las cosas que más se le estarían pasando por la cabeza a Ana Lucía.

Con o sin el beneplácito de Jess y de las mujeres, bordearía hacia uno u otro lado, dependiendo de la ubicación de Halia, aún agachada y vigilando que Chihiro no la viera. Con que le echara un vistazo, su plan se iría al garete, pues la mujer sabría al instante que su objetivo era salvar a Halia.

La sirena estaba echada sobre el suelo. Si aún le quedaban fuerzas para tratar de escapar de Chihiro, significaba que tenía la determinación suficiente para huir que Hana necesitaba. En cuanto estuviera cerca, le echaría un hechizo Cura, gastándose sus últimas reservas de magia. Espera que fuera suficiente para que se levantara (¿podía volver a transformar su cola en piernas?) y se alejara de la mujer para que Hana no tuviera que acercarse a ella. Si no había otro remedio, correría los últimos metros para coger a la sirena en brazos y apresurarse con ella hacia las escaleras. Si es que lograba alcanzarlas.

Maldito loco. ¡Todo era culpa de Malik!

Y, al mismo tiempo, si no fuera por él, no habría tenido la convicción suficiente para ir a salvar a Halia, que era lo que quería.

Lo último que pensó es que, por las pintas que tenía, aun así Halia no volvería a nadar.
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Ronda 12

Notapor Suzume Mizuno » Lun Jun 30, 2014 1:31 am

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La Llave Espada salió disparada de entre los jirones de neblina, directa contra la cabeza de Chihiro, que tuvo que interrumpir su persecución de la sirena para defenderse. De un elegante golpe desvió el ataque y la Llave Espada reapareció en manos de su dueño, que se plantó en medio del agua para decir con solemnidad:

Has perdido, Chihiro, entrégate a la justicia de Tierra de Partida.

Chihiro dirigió de inmediato una ojeada a espaldas del aprendiz, donde todavía se acumulaba la niebla que cubría a sus compañeros, mientras Halia, sorprendida, trataba de alejarse a rastras de su captora.

Eso lo dudo. ¿Qué ha sido de Ronin? Si estuviera con vosotros ya me habría atacado. Y dudo que hubiera dejado que ninguno de vosotros intentara distraerme—esbozó una sonrisa condescendiente—. Aunque es un gesto valiente por tu parte.

Entre tanto, Hana había terminado de exponer su plan:

¿Qué os parece? ¿Nos ayudáis? Capitana, Segunda… Chihiro nos va a detectar tarde o temprano. Ya que la Fuente no le interesa, démonos una victoria arrebatándole a Halia… y una lección de venganza. Por Cabo Blanco.

La capitana entrecerró los ojos al escuchar el nombre de su hogar y sus labios se curvaron en una sonrisa.

Bien dicho, chica.

No hizo falta más. Tanto ella como Faris se incorporaron y siguieron los pasos de Jess, que, ya que Hana no podía realizar su ataque acuático, había optado por sumarse al plan de esta.

Chihiro arqueó las cejas cuando todas aquellas presas se quedaron voluntariamente al descubierto. Pero, casi de inmediato, sonrió de medio lado.

Ya veo que Ronin no está aquí. Lástima. —Se encogió de hombros como si no hubiera nada de lo que preocuparse—. Ya que no he obtenido lo que esperaba, me gustaría ofreceros la posibilidad de que me dejarais marchar para ahorrarme la necesidad de mataros. Pero sospecho que es una idea que ni se os ha pasado por la cabeza—bajó el estoque en dirección a Halia—. ¿Es que no le advertí, capitana, que no se acercara? No me gustaría que usted sufriera el mismo destino que su pueblo.

Ana Lucía rechinó los dientes y crispó con tanta fuerza los dedos en torno a la empuñadura de su espada que los nudillos se le pusieron blancos. Pero resistió la tentación de responder. En vez de ello levantó su revólver, probablemente con la última carga, y disparó.

Era el momento. Faris se abalanzó al frente para intentar alcanzar a Chihiro y tanto Malik como Jess tenían la oportunidad, la necesidad de hacer lo mismo, de obligarla a darse la vuelta, de separarse aunque sólo fuera unos pasos de Halia…

La sirena, entre tanto, no perdió tiempo. Se levantó sobre sus codos y se arrastró como pudo hacia el agua, dejando un rastro de sangre a su paso. Hana, aprovechando la confusión, podía correr, escondiéndose columna tras columna. Y lanzó su Cura. Su último hechizo.

Halia lanzó una exclamación de sorpresa. Sin embargo, sus heridas eran demasiado profundas como para que pudiera levantarse. Aun así, al ver que Hana corría hacia ella, intentó convertirse en humana de nuevo, conteniéndose para no gritar. Cuando la aprendiza la alcanzó, consiguió levantarse con su ayuda. Pero no caminar. Hana tuvo que cargar con todo su peso.

Chihiro se volvió al darse cuenta de que le estaban arrebatando a su presa. Cometió un error. Los aprendices vieron la oportunidad; si la aprovechaban, Jess tendría el gusto de acertarla en las piernas. Malik, en el costado. Ana Lucía, además, gastó su última bala disparando y acertando en el omóplato izquierdo de la mujer, que soltó un grito.

Y cayó de bruces.

Trató de incorporarse con un gemido. Su rostro estaba contraído por el dolor, pero rápidamente notarían algo: ojeras, los ojos febriles, los labios resecos, las manos temblorosas. Era como… Como si estuviera enferma.

¡Qué importaba! ¡Era el momento de dar el golpe final!

Y Ana Lucía no desperdició su oportunidad.

¡¡Es mía!!—rugió.

Chihiro volvió la cabeza con una mueca de dolor, aunque no de indefensión, para ver cómo se acercaba la capitana.

Hana, entre tanto, alcanzó la zona de la niebla.

Espera—gimió Halia—. Espera. Llévame al… agua… Mi madre, mis hermanas… Necesitan entrar… Déjame ir al…

Yo te llevaré al agua.

Hana no tuvo tiempo de ver nada. Sólo escuchó el sonido de algo metálico. Después, algo frío atravesándola de una firme estocada. Sus brazos perdieron fuerza y no pudo seguir sosteniendo a Halia, que cayó al suelo con una exclamación.

Zande emergió de la niebla portando su lanza. Una lanza que se hundía en el estómago de Hana y le salía por la espalda. La muchacha no sintió dolor hasta el momento en que el monstruo tiró hacia arriba y la separó del suelo; su propio peso le desgarró las heridas.

Con una mueca de siniestra satisfacción, Zande escupió:

Esto es venganza. Púdrete en el agua a escasos metros de la inmortalidad.

Sin apenas esfuerzo, dio un golpe con el brazo y el cuerpo de Hana, de pronto ingrávido, salió disparado por los aires. Dio dos vueltas sobre sí misma antes de caer de espaldas al agua…

Zande clavó los ojos en la sirena, que le mostró los dientes y luego dirigió una mirada de angustia hacia donde se había hundido Hana. El gigante, sin embargo, no trató de hacerle daño, sino que pasó por su lado sin prestarle atención, sacudiendo su arma para limpiar la sangre.

Y, entonces, se quedó paralizado.

¡¿A dónde ha ido?!

Tardaron un segundo en comprender a lo que se refería: Chihiro se había esfumado. No quedaba ni rastro de ella. Ana Lucía imprecó tras superar la sorpresa.

Zande frunció los labios, pero luego bufó y dijo:

Bueno. Mejor para mí. Una menos.

Arrojó su arma hacia el frente. Y, de pronto, ésta tomó vida, porque trazó una virulenta curva y, en un parpadeo, atravesó el vientre de Ana Lucía. La capitana ahogó una exclamación de dolor y cayó de espaldas; Faris soltó un alarido y corrió hacia ella para socorrerla, pero entonces la lanza salió por su propia cuenta del estómago de la pirata y se preparó para abatirse sobre Faris, mientras Zande contemplaba todo con los brazos cruzados.

****


Hana se hundía. Hacía frío. Muchísimo frío. Podía notar cómo su herida palpitaba, vomitando sangre, que trazaba una sinuosa columna carmesí al ascender hacia la superficie.

La luz se alejaba de ella y Hana iba cayendo en las manos de la oscuridad. Pero, quizás por culpa del frío, mantuvo la consciencia. Al menos lo suficiente para notar que su cuerpo daba suavemente contra unas rocas.

Y para escuchar una voz familiar:

Muchacha .—Si hacía un esfuerzo y giraba el cuello, vería que las rocas continuaban en una pendiente hacia la oscuridad. Y allí abajo, casi donde no llegaba la luz, se movían una forma—. Rompe la barrera de la bruja. Rómpela, por favor. Está muy debilitada pero no consigo quebrarla. Sólo necesito un golpe por tu parte.

»Rómpela y te salvaré.


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Jess
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Malik
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Hana
PV: 18/22
PH: 0/26


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Hana puede realizar una habilidad mágica totalmente interpretativa mientras sea de muy bajo nivel. También puede probar otros métodos. O pasar olímpicamente de Galatea.


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