[Port Royal] Lágrima de Sirena

Trama de Malik, Hana y Jess

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Sometron » Sab Jul 05, 2014 5:24 pm

No me queda suficiente magia. He gastado demasiada, y tampoco tengo éteres. Da igual. Asumiré un papel de apoyo. Volvemos al caso de Faris. Nuestro objetivo es sacar de aquí viva a Halia. Esta vez, seré yo la que me acerque a ella, la cure y me la lleve. Me queda suficiente poder para eso ―Jess asintió―. Malik se está encargando de distraerla, pero no es idiota. Sabrá que no está solo y nos descubrirá enseguida. Voy a bordear por aquí. Si apareces por el lado contrario, distrayéndola, atacándola… lo que quieras, me dará la espalda y podré hacerlo. No obstante, Malik y tú pasaréis a ser sus enemigos. Si no quieres hacerlo, por mí está bien. En tu lugar, yo no querría arriesgarme por algo así. Aún así… voy a ir.

Eso está hecho. ―dijo y se giró, acercándose al borde del escondite y preparándose para el inminente ataque.

¿Qué os parece? ¿Nos ayudáis? Capitana, Segunda… Chihiro nos va a detectar tarde o temprano. Ya que la Fuente no le interesa, démonos una victoria arrebatándole a Halia… y una lección de venganza. Por Cabo Blanco

Bien dicho, chica.

Ambas piratas se acercaron a ella, mientras Hana se alejaba para acercarse a Chihiro por el camino designado.

No se os ocurra morir aquí o no habrá nadie para poder llevarme otra vez a casa. ―instó a Ana Lucía y Faris antes de dejar la “seguridad” del escondite.

Pero apenas hubieron dado unos pasos fuera, Chihiro ya los había descubierto. La aprendiz se quedó prácticamente clavada en la posición en que se encontraba: difícilmente podrían derrotar a la bruja por la espalda, ¿tenía alguna posibilidad atacando de frente? ¿O era mejor dar la misión por perdida y huir? Conociendo a la capitana, sabía que ella no iba a abandonar el ataque, por lo que no sería difícil usarla como cebo y huir…

Ya veo que Ronin no está aquí. Lástima. —Jess retiró el pie que tenía más adelantado de forma discreta y lo colocó más hacia atrás, en un primer intento de alejamiento—. Ya que no he obtenido lo que esperaba, me gustaría ofreceros la posibilidad de que me dejarais marchar para ahorrarme la necesidad de mataros. Pero sospecho que es una idea que ni se os ha pasado por la cabeza.

<<¿En qué estás pensando, Jess Stronberg? Involúcrate en algo que piensas que no te incumbe de una vez.>> Intentó alentarse a sí misma.

¿Es que no le advertí, capitana, que no se acercara? No me gustaría que usted sufriera el mismo destino que su pueblo.

Ana Lucía no se dejó afectar por la amenaza, sino que más bien fue provocada por la mención de Cabo Blanco. En un principio, por la fuerza con que se aferraba a su sable, parecía que fuera a abalanzarse sobre la mujer del pelo blanco; pero, en lugar de eso, sacó su pistola y le disparó.

En ese mismo momento, Faris aprovechó para lanzarse a por Chihiro, y ella la siguió inmediatamente. Malik también se unió a la lucha.

Entre los tres consiguieron crear un hueco, que Halia utilizó para escapar. Desde ese momento, la joven del pelo rojo se concentró completamente en sobrevivir a la batalla y, a poder ser, vencer.

Y, entonces, su rival reparó en que la sirena estaba intentando escapar de ella y se giró un instante para poder localizarla. Y, gracias a ese error, la lucha acabó inmediatamente. Jess fue inmediatamente a golpear sus piernas, con tal de hacerla caer y poder atraparla o acabar con ella de una vez por todas; Malik le golpeó en el costado, provocando que perdiera aún más el equilibrio; y Ana Lucía, por último, añadió un bala prácticamente en su hombro izquierdo.

Así, pues, hicieron que cayera al suelo, consiguiendo la que probablemente fuera la mejor oportunidad que tendrían en aquella batalla.

¡¡Es mía!!

Dando el conflicto como finalizado, buscó con la mirada a Hana y Halia, con intención de ver cómo iba la sanación de la sirena. Pero lo que descubrió fue bastante diferente de lo que esperaba: Zande había ensartado a la joven del pelo azul con su lanza y justo la estaba lanzando por los aires. Por un momento, no pudo articular palabra. Lo único que consiguió fue dar un codazo a Malik para que se fijara en aquello, si es que aún no lo estaba haciendo.

¿Cómo había llegado aquel monstruo allí? ¿Por qué no lo habían visto antes? Si tan sólo hubiesen estado un poco más atentos, ni Hana ni Halia hubiesen tenido que correr más peligro. Era bastante frustrante.

¡¿A dónde ha ido?! —exclamó el gigante.

¿Quién? La aprendiza contó sus acompañantes con la mirada y, por muchas veces que lo repitiera, era incapaz de notar ninguna ausencia. Hasta que cayó en la cuenta de que la persona que faltaba no estaba entre sus aliados, sino que se trataba de una enemiga: Chihiro.

Bueno. Mejor para mí. Una menos.

Zande arrojó la lanza hacia delante y ésta, de repente, cobró vida y empezó a moverse sola. Su primer objetivo fue la capitana, a la cual atravesó a la altura del estómago. La capitana emitió un quejido y no pudo seguir en pie. Su segunda de abordo, a su vez, se dirigió inmediatamente a auxiliarla; pero el hombre no parecía querer dejarla, ya que la lanza salió del cuerpo de Ana Lucía para abalanzarse sobre Faris.

Sin duda, si le dejaban seguir atacando sin oponer resistencia, no tardarían en haber caído todos. Viendo la velocidad de la lanza y la fuerza del hombre, ella no tenía posibilidades de acercarse ni de vencerle en un combate cuerpo a cuerpo.

Por eso, Jess se aferró fuertemente a la Llave Espada con su mano derecha y convocó un hechizo Piro en su mano izquierda.

Por favor, aprovechad el hueco... ―dijo en voz baja.

Sin esperar más, arrojó su arma ―tal y como había hecho Malik contra Chihiro― contra el enemigo, seguido por el hechizo de fuego un par de segundos más tarde. Esperaba crear una distracción suficiente como para que cualquiera de sus aliados pudiese acercarse y golpear a Zande sin problemas. La cuestión era: ¿habría alguno de ellos que fuera a utilizar aquella oportunidad?

Por su parte, se prepararía para intentar esquivar cualquier posible ataque de la lanza, si es que aquello era posible para un humano cualquiera.
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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Tanis » Lun Jul 07, 2014 2:17 am

Malik tragó saliva al verse enfrentado a Chihiro él solo, sintiendo el miedo calentándole la sangre. Le era obvio que ella sabía que no estaba solo, y que cerca andaban sus compañeros. Pero por sus palabras, que pensó en aprovechar a su favor, también supo que ella creía a Ronin con ellos. Quizá... Deslizó brevemente la vista hacia la figura renqueante de Halia, en el suelo, para después mirar a Chihiro.

Quién te dice que de verdad Ronin no se haya arriesgado...

Tiempo, tiempo, necesitaba tiempo de distracción, lo suficiente como para que las demás armaran un ataque por medio sorpresa. Se tensó preparado para atacar, con su arma preparada en las manos, en cuanto vio que salían por fin de entre los arbustos. Con la sensación de estar a punto de avanzar hacia adelante nada más Chihiro abriera la boca, Malik tomó aire profundamente y al sonido del disparo de Ana ejecutó el ataque conjunto, atacando a Chihiro por un costado a la vez que Jess hacía de sus piernas el blanco. Habiendo aprovechado el error de la bruja de mirar hacia Halia, que era rescatada por Hana.

«Esta vez tiene que ser nuestra.»

El último tiro de la capitana fue el golpe de gracia, que hizo caer de bruces a Chihiro. Malik no pudo evitar soltar un gruñido de satisfacción

¡¡Es mía!! —rugió Ana, extasiada por ejecutar la sentencia.

Y Malik, aunque no bajó la guardia, no se quedó quieto, y se acercó a la capitana en tanto que ella se acercaba a su vez a Chihiro.

Espera, no podemos matarla, tenemos...

No terminó la frase. El codazo de Jess de pronto le hizo perder el hilo. Miró en la dirección que ella también miraba y se le secó la garganta de golpe. La visión de Hana atravesada por una lanza, y no una lanza cualquiera, si no una que conocía demasiado bien a esas alturas... le heló.

Oh, no... —murmuró con auténtica angustia al visualizar a Zande, echando a Hana a la poza tras des-atravesarla de su arma.

No, no, no, otra vez... ¡¿Cómo había entrado?! ¡¿Cómo?! Malik miró a la capitana, y a Faris, y entonces se dio cuenta, justo cuando Zande gritaba, que Chihiro ya no estaba allí. Que había desaparecido, esfumado, volatilizado en la nada... No le dio tiempo a pensar en nada más, de repente la lanza de Zande voló sola como por encanto y atravesó el estómago de Ana, que se derrumbó de espaldas. Casi a cámara lenta, Malik giró la cabeza hacia Zande, como si escrutándole pudiera así averiguar cómo lo hacía. Casi a cámara lenta vio por el rabillo del ojo el movimiento de la lanza incrustada en Ana, que de nuevo se desencajó de la carne maltrecha y rasgada para abalanzarse sobre Faris.

A ese ritmo Zande los mataría a todos. Sólo quedaban Jess y él, y Faris...

Aunando todas sus fuerzas para un sprint, corrió lo que le separaba de Faris y la herida capitana, y empujó a la pirata hacia un lado, para quitarla de la trayectoria de la lanza. Le daba igual si los dos caían al suelo, pero lo importante era que no los alcanzasen. Aprovecharía entonces la distracción, efectiva o no, de Jess y correría hacia Zande, arma en mano, todo lo rápido que pudiera de nuevo, para golpearle de forma contundente con la Llave-Espada.

No se oía a sí mismo, pero gritó al hacerlo, como si expulsara toda la saña y el rencor acumulados. Esperaba que la lanza no se moviera si Zande perdía la concentración, o estaría más que jodido.
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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Nell » Lun Jul 07, 2014 2:24 am

Tanto las piratas como Jess estuvieron de acuerdo, por lo que procedió con su plan. Durante su silencioso avance, escuchó la breve conversación entre Malik y Chihiro. Lo cierto es que era algo que no habían tenido en cuenta, pero que no cabía duda de que su enemiga notaría: Ronin. Sin él, estaban en completa desventaja contra ella, y lo sabía. Más les valía salir por patas si aquel lugar tenía de verdad alguna salida cuanto antes.

Se encendió una chispa de esperanza cuando la propia Chihiro propuso que la permitieran marcharse, pero ésta se desvaneció rápidamente al recordar que estaban allí para capturarla. Si Hana hubiese estado al frente del grupo, habría optado por echarse a un lado y dejarla pasar.

Por otro lado, la conversación tuvo el efecto deseado. Todos se lanzaron a por Chihiro, salvando la vida que pendía de un hilo de Halia. Viendo que la sirena intentaba aprovechar la confusión de la pelea para huir, que la aprendiza ni miró, Hana lanzó su hechizo Cura y echó a correr hacia ella.

Mientras llegaba, la vio revitalizarse y tratar de caminar inútilmente. Una vez estuvo a su lado, abrió los brazos para sostenerla y comprobar rápidamente que la curación no había sido completa. Hana no comprendía la transformación entre humana y sirena, pero entendía que si Halia no lo había hecho ya, es que no podía. Y puesto que sería incapaz de caminar, la cogió sin contemplaciones.

Le dio asco. Escalofríos. Entre sus brazos, Halia sufría por sus profundas heridas y Hana no podía hacer otra cosa que sostenerla mientras en su campo de visión también captaba los daños irreparables de la cola. Le habían retirado escama por escama y no era algo bonito de ver. De no haberse preparado mentalmente, la habría soltado nada más cogerla del horror.

Echó a correr con ella y no miró la batalla que dejaba atrás.

¿Por dónde…?

Halia la interrumpió insistiéndola en que la llevara al agua. La aprendiza no entendió su propuesta, puesto que caminaban ya por una zona encharcada, que había supuesto que no tenía zonas profundas. ¿Y por dónde iban a entrar las demás sirenas? Iba a preguntarle cuando una voz muy conocida puso fin a toda discusión.

Comprendió lo que estaba sucediendo cuando, por el sonido, miró hacia abajo y vio que algo la había perforado. Fue la impresión de entenderlo lo que le hizo soltar a Halia, aun sin ser consciente de ello, porque sólo existía esa nueva extremidad. Y la persona que frente a ella agarraba el otro extremo de la lanza.

Sintió de golpe el dolor de la punzada cuando Zande la alzó al vuelo. Era como si le desgarraran las entrañas, en una zona tan sensible que la hizo retorcerse de dolor y chillar como un animalillo acorralado. El monstruo la sepultó con sus propias palabras y la lanzó de nuevo. Cayó en el agua y, efectivamente, se fue hundiendo lentamente.

Le habría gustado dedicarle unas últimas palabras altaneras a Zande, pero no podía. Se moría de dolor. Literalmente. Además, el monstruo había tenido razón. Iba a pudrirse allí mismo, en el fondo del agua, donde sólo las sirenas podrían encontrarla para comérsela. No era una mala idea. Siempre había pensado que algo así sería su final perfecto.

Pensó en lo rápido que había sido todo, delirando en su propia cabeza con ideas descabelladas. Si lo hubiera sabido, ¿habría corrido hacia Halia también…? ¿Y qué le diría a Ronin cuando se encontraran en el Más Allá? Porque… Hana no lo quería admitir, pero anhelaba que existiera de verdad ese Otro Lado. Tenía tantas cosas que decirle a personas de allí…

Se dio cuenta, amargamente, que estaba a punto de descubrirlo.

Vomitó y tiritó. El agua no era el abrazo protector de siempre, sino que traía consigo el frío de la muerte. Alcanzó el fondo al chocar contra unas rocas y abrió mucho los ojos, buscando los últimos rayos de luz y preparada para la inconsciencia.

Entonces, escuchó una voz. Estaba segura de haberla escuchado antes, pero no habría podido asegurarlo, porque ella misma se daba cuenta de que su cerebro comenzaba a fallarle por la falta de oxígeno. Focalizó la vista hacia su procedencia y atendió a las palabras que le parecían tan lejanas.

Enseguida ató cabos.

¿Mamá?

Se arrastró pendiente abajo, dejándose deslizar por la propia fuerza del agua, enfocada en esa barrera de la que había hablado y alejándose cada vez más de la luz. Era muy consciente de que, en aquella ocasión, no se recuperaría. Por tanto, lo único que le quedaba era aquella salvación que había mencionado. No volvería la vista atrás. No había esperanza en el mundo de los vivos, pero iban a recibirla con los brazos abiertos en el mundo de los muertos.

¿Sabes…? Ojalá… ―era la primera vez que se esforzaba en hablar bajo el agua y seguramente sólo estuviera creando un montón de burbujas. Además, le costaba hacerlo por la gravedad de su herida― hubiera sabido qué es… una madre. Criarme con una… Con una familia…

»Nunca hubo… “salvación” para mí… ¿verdad…?

Alzó ambos brazos y convocó la magia más perjudicial de aquel medio: Electro. Era una absurdez, puesto que se encontraba en un medio acuático y convocar electricidad podría afectarla a ella misma en el proceso, pero era incapaz de pensar en nada más. Lo único que quería era romper la última barrera que la separaba del descanso y dormir. Esta vez, sin despertar.

En cuanto se quebrara, su madre entraría y se la llevaría con ella, adonde quiera que hubiera estado los últimos diecisiete años. Tal vez experimentase incluso uno de esos famosos abrazos maternos. No podía haber mejor final.

Por último, se llevó las manos al pecho y murmuró para sí misma:

No tienes por qué morir otra vez. Te… Te libero, Ray. Siento haber sido tan egoísta ―cerró los ojos y se dejó llevar por el vaivén del mundo submarino.

No estaba a escasos metros de la inmortalidad como había asegurado Zande. Nada que ver. Para Hana, sólo estaba a un suspiro de su ansiada libertad.
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Notapor Suzume Mizuno » Mar Jul 08, 2014 6:22 pm

Jess y Malik

Malik consiguió apartar a Faris en el último instante. Sintió un sordo golpe en la espalda pero, por suerte para él, la lanza de Zande no llegó a hundírsele en la piel. Casi al mismo tiempo, Jess disparó un Piro detrás de su Llave Espada. Zande apenas sí se molestó en prestar atención al primer ataque; se limitó a levantar un puño y golpear el arma, que cayó al suelo como si se tratara de un juguete roto. Después de todo, la fuerza de Jess era bastante escasa.

Pero, con todo, pilló desprevenido al hombre con su hechizo, que lo alcanzó en plena cara.

Faris enarboló su espada para detener la acometida de la lanza de Zande, permitiendo a Malik arrojarse contra su enemigo, ocupado en rugir de rabia y agacharse sobre el agua para apagar las llamitas que le chamuscaban el cabello. Por eso, no fue capaz de evitar el espadazo que le asestó Malik, acertando cerca de su cuello. El gigante emitió un resoplido y cayó de rodillas, hundiéndose un par de centímetros en el agua. Malik tuvo tiempo para golpear un par de veces antes de que el hombre aferrara su Llave Espada y luego le cogiera por el cuello de la ropa, levantándolo en vilo sin esfuerzo.

¡Os destrozaré!

Acto seguido, cogió impulso y arrojó al aprendiz contra una de las columnas, dejándolo sin aliento y aturdiéndolo durante unos instantes.

¡Cuidado, la lanza!—advirtió Faris a gritos a Jess, pues no había conseguido retener el arma por más tiempo y esta se abalanzaba contra la aprendiza.

Zande se restregó el rostro ligeramente quemado, furioso pero aparentemente intacto, y se dirigió con pasos pesados hacia Malik. Temblando, Halia se esforzó por levantarse sobre sus despellejadas piernas, y dio un par de agotadores pasos tentativos tras el gigante. Mientras Malik lo distraía, había hundido la mano en el agua y había obtenido una extraña alga que se enrollaba en torno a su brazo.

No parecía que fuera a aguantar más que unos momentos en pie. Y, desde luego, si Zande la golpeaba, era imposible que volviera a levantarse.

****


Hana

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El Electro atravesó la oscura agua, descargando energía a su paso. Hana experimentó una desagradable tensión pero, al lado del dolor del vientre, apenas sí lo sintió.

En las profundidades, el rayo impactó en una barrera, que se iluminó con ondas de luz y se quebró silenciosamente. Una figura se precipitó, veloz, sobre la muchacha, que vio cabellos flotando a su alrededor. Unas manos frías, delicadas, le palparon los alrededores de la herida por el estómago y la espalda. Después la rodeó un brazo firme por los hombros y la estrechó contra un cuerpo. Con la visión borrosa, distinguió los rasgos de una hermosa mujer agachándose hacia ella.

Shhh, pequeña. Todo está bien.

Notó una presión sobre los labios y una corriente de oxígeno entró en sus pulmones. De pronto, el dolor se volvió más agudo pero, a cambio, durante unos momentos, consiguió pensar con claridad mientras Galatea cerraba su mano sobre el cuello de Hana. Sorprendentemente, el peso del agua desapareció; era como encontrarse… en una pompa de jabón, protegida del exterior. Hasta los sonidos y los resplandores de la superficie se desvanecieron en aquel pequeño espacio.

Galatea la miraba con serenidad en medio de un agua rojiza. La sangre las cubría a las dos por instantes.

Es una herida demasiado grave. Sólo tengo una forma de salvarte. Nosotras somos más fuertes, sanamos más rápido. Es la única manera.

Hana podía contestar, pues estaba lo suficientemente lúcida para hablar… Aunque no tendría fuerzas para resistirse. Galatea la observó con su característica mirada triste, pero en sus ojos brillaba la determinación de no dejarla morir. Incluso si perdía el tiempo con ella. Incluso si arriesgaba la vida de su propia hija.

La sirena cerró los ojos y, entonces, como si fuera un elemento infinitamente más sólido que el agua en el que se encontraban sumergidas, una solitaria y brillante lágrima descendió por el rabillo de su ojo izquierdo. Galatea la cogió con suavidad entre sus manos y dijo:

Ahora, vamos a empezar.

Posó la lágrima en los labios de Hana, que la sintió como un diminuto frescor, y empezó a cantar en voz baja. Apretó ligeramente la garganta de la muchacha, obligándola a abrir la boca en caso de que se negara a aceptar la lágrima. Y, cuando la tragó, la tomó por los hombros y hundió a Hana hacia la oscuridad.

Percibió cómo la Lágrima descendía por su garganta casi como si pudiera verla con sus propios ojos. Era como si… algo estuviera vivo dentro de ella.

De súbito, toda sensación de protección se desvaneció y el peso de todo el mar pareció recaer sobre ella. Los ojos de Galatea se iluminaron en medio de la oscuridad y sus colmillos resaltaron sobre sus labios. Fue lo último que vio Hana antes de que una insoportable corriente de dolor la sacudiera de arriba abajo, desde las piernas a sus pulmones. Una tormenta de calor y frío estalló en su interior. Pudo sentir cómo sus huesos se derretían. Sus pulmones se expandieron, intentando captar aire, pero sólo tragaba agua fría y desagradable, que su cuerpo se esforzaba por rechazar. Sus costillas gimieron y se encogieron, chascando. La piel de las piernas le ardió de una forma inimaginable y tuvo la impresión de que cientos de pinzas invisibles se hundían en sus pies y los estiraban con crueldad a los lados hasta desgarrárselos. Pero lo peor era, sin duda, la herida que le había provocado Zande, que palpitaba con violencia, despidiendo tanto calor que casi parecía fuego.

Continuó escuchando la voz de Galatea, cada vez más lejos, el último vínculo que la ataba a la realidad, lo único que parecía no traer dolor consigo. Era una voz hermosa, reverberante, mística, que lo llenaba todo y que parecía guiar el compás de sus acelerados latidos. Sus manos frías la sostenían, la trataban con firmeza pero amabilidad. Y Hana, a pesar del dolor, supo que Galatea no iba a dejarla sin más. Que se quedaría a su lado hasta el final.

Aguanta, hija mía. Pronto se acabará. Y renacerás más fuerte, más longeva… Serás una de nosotras.

Incapaz de soportar todo aquel dolor, Hana perdió la conciencia.


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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Tanis » Vie Jul 11, 2014 11:48 pm

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Por un instante pensó que le había conseguido dejar más o menos fuera de combate. O no, pero al menos sí lo suficientemente aturdido como para que no se moviera en segundos. Sin embargo, tras sus pocos golpes aprovechados tras la casi caída de Zande, el gigante sujetó su Llave-Espada y le impidió seguir atacando. Malik sintió un horrible escalofrío cuando él le levantó en vilo del cuello de la ropa, como si fuera un muñeco. Iba a partirle el cuello, estaba seguro.

¡Os destrozaré!

Intentó en vano sacudirle de nuevo con su arma, pero le fue imposible. Zande le lanzó contra una columna . El golpe le cortó la respiración y por unos momentos vio estrellas que se apagaron contra un cielo negro y pesado. Un pulsar latió desde su espalda por todo el cuerpo una vez caído al suelo, como un segundo corazón de horrible dolor. Malik gimió pesadamente y trató de levantarse, abriendo los ojos a tiempo para ver cómo Zande se acercaba a pasos pesados hacia él. Una sensación de pánico le inundó y le hizo medio trastabillar al erguirse y levantarse, aferrado casi con las uñas a la piedra de la columna. Ese monstruo podía vencerle con mucha facilidad, y ahí estaba él plántandole cara como si nada, con el estómago encogido todavía por la mala experiencia anterior, por la idea de que habían fracasado la misión y por... mierda, todo.

Exhaló un suspiro cansado, muy cansado. Le temblaba el cuerpo, los músculos le chirriaban... Si su maestra le viera le daría una paliza, por lo flojo que estaba resultando ser. Que... vergüenza.

Entonces, por el rabillo del ojo, vio el movimiento precario de la sirena y aunque no pudo distinguir exactamente qué intentaba hacer, si atacarle o regresar al agua con sus heridas piernas, sabía que si Zande se daba cuenta y la atacaba... No tendría más oportunidades. Frunció el ceño, determinado a continuar. Sabía lo que tenía que hacer, era un Portador.

Su arma, que había desaparecido al resbalar de la mano con el choque, apareció con su destello de luz de nuevo. La apuntó contra su rival. Y con un Impulso inesperado se lanzó contra Zande, Llave-Espada en ristre, para asestarle un nuevo golpe lo más rápido que pudiera y así continuar siendo su foco de atención.

Si así podía darle tiempo a Halia...

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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Sometron » Sab Jul 12, 2014 4:20 pm

Su hechizo ígneo consiguió quemar al grandullón en la cara y distraer su atención. Ese momento fue aprovechado por Malik, que fue capaz de propinarle algunos golpes a Zande, antes de que éste saliera de su breve aturdimiento. Pero, una vez volvió a ser perfectamente consciente de la situación, agarró a Malik y lo levantó en el aire.

<<Mierda. No.>> Masculló la aprendiz interiormente mientras invocaba de nuevo su arma entre destellos. No podía dejar morir a su compañero tan fácilmente, tenían que volver todos a casa —incluida Hana, aunque no pudiera localizarla en aquel momento.

Colocó la mano que le quedaba libre en su pecho y aplicó un hechizo Cura, preparada para lo que esperaba que fuera la recta final de la batalla para bien o para mal.

¡Os destrozaré!

El extraño hombre de piel grisácea lanzó por los aires a su rehén antes de que ella diera siquiera un paso para salvarlo. Al menos, no lo había matado en el acto. Empezó a trazar un plan de acción rápido en su mente, pero…

¡Cuidado, la lanza!

Cuando se giró, descubrió que la susodicha arma se dirigía hacia ella a toda velocidad, ya que la segunda no había conseguido retenerla durante más tiempo. A su vez, vio de reojo a Halia intentando andar con sus maltrechas piernas, ¿qué pensaba hacer? Estaba muy débil.

Lo primero que la joven hizo fue intentar esquivar la lanza con la ayuda de su Llave Espada, el plan trataba en golpear el asta de ésta con la Llave y desviarla antes de que pudiera ensartarle. Acto seguido, sin perder tiempo, señalaría a Faris y seguidamente a Halia, esperando que la pirata captara el mensaje, pues no podía permitirse parar a explicarlo debido a la inminente acometida del arma voladora.

Intentaría repetir la misma estrategia usada anteriormente para esquivar el posible segundo ataque. Si ésto volvía a funcionar por primera vez, intentaría acercarse un poco más a Zande, aunque no demasiado e interponerse entre él y la lanza. Entonces esperaría a que la lanza estuviera bastante cerca suyo para lanzarse al suelo y desear que el guerrero fuera empalado con su propio ataque.

Era un movimiento difícil y lo sabía, pero en aquella situación no les quedaban otras herramientas para ganar que el uso de estrategias desesperadas y quizá suicidas.
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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Nell » Sab Jul 12, 2014 10:07 pm

Ahora que se había despedido, todo daba igual. El dolor se acrecentaba con cada suspiro, así como la necesidad del aire, pero lo vivía todo como un sueño. Si lo que ocurría no era parte de su cabeza, poco importaba, porque su mente se apagaría en breves.

Por eso, cuando su madre acudió a ella y no sólo no la llevo consigo, sino que la besó para insuflarle aire, apenas se sorprendió. El alivio por el oxígeno que generó de la pompa que las rodeaba iba a ser pasajero. Tenía un pie en el Más Allá, y ningún soplo de viento fresco iba a remediarlo.

Su madre le prometió salvarla. Ni siquiera eso le devolvió la esperanza. Sencillamente, había perdido las ganas de luchar por la inminente muerte. Se dejó hacer y tomó la Lágrima. Con la bella canción sonando de fondo, se hundió en la oscuridad en un último suspiro.

Dio por hecho que allí acababa todo. Que su cuerpo se quedaría inerte y su mente se apagaría, para transportarla a otro lugar. En su lugar, aun en medio de la oscuridad, sintió algo demasiado vivo dentro de ella. La Lágrima. Nunca se había puerto, así que supuso que ese era el proceso habitual.

Sin embargo, cuando la pompa desapareció y quedó a merced del mar, exaltando todo el dolor interno de su cuerpo a la vez, tuvo un último pensamiento de extrañeza hacia el tortuoso camino que resultaba la muerte antes de caer rendida al sufrimiento. Tuvo que soportar el calvario con el recordatorio de los siniestros ojos y colmillos de su madre, que contemplaría su tortura sin poder sacarla de ella.

Aparte de sufrir, era incapaz de entender lo que pasaba. ¿Qué le ocurría? ¿Por qué sus huesos se derretían, sus pulmones se encharcaban, sus costillas se reducían y miles de agujas se clavaban en la piel de sus piernas? ¿Acaso necesitaba pasar por toda esa fase para abandonar un cuerpo? Qué crueldad. Resultaba que su inestimable recipiente no la dejaría marchar hasta destrozarla y matarla también mentalmente.

La voz de su madre la acompañó en todo momento. No era capaz de relacionarla con la sirena que otrora se había encontrado, sino que se había convencido de que procedía del Más Allá. Su contacto era cálido y, sobre todo, real. No era mucho alivio contando todo su padecimiento, pero era lo único que tenía.

Le estuvo tranquilizando con amables y dulces palabras, aunque Hana no quiso engañarse. En su lugar, siguió dejándose llevar hasta que, finalmente, consiguió su deseo y la oscuridad terminó de arrastrarla hasta las profundidades del abismo, donde no había lugar para el dolor.
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Ronda 14

Notapor Suzume Mizuno » Dom Jul 13, 2014 1:24 am

Malik y Jess

Jess trató de esquivar la lanza, aunque perdió un poco de tiempo intentando abarcar lo que hacía Halia, por lo que se llevó un pequeño golpe con la contera del arma, que la arrojó unos pasos hacia el frente. Faris, que corría a ayudarla, captó el gesto, asintió y echó a correr hacia la sirena.

Al mismo tiempo, Malik realizó un Impulso que lo precipitó hacia Zande. El hombre, que no se había esperado que lo atacaran de frente, intentó esquivarlo. Pero en ese momento, un latigazo restalló en el aire y el alga que Halia sostenía se enrolló entorno al cuello del gigante y de un violento tirón, la sirena impidió su huida. La Llave Espada impactó contra el hombro de Zande; seguramente si no hubiera tenido una masa muscular tan inmensa, lo habría partido sin problemas. Malik podía consolarse pensando que a Zande le saldría un inmenso moratón y que, de momento, le había dejado inutilizado el brazo.

En ese momento, Jess se dejó caer al suelo, y la lanza pasó volando por encima de ella. No la rozó por unos escasos milímetros: pudo sentir el frío de su hoja agitándole los cabellos.

La lanza silbó, atravesó el aire.

Y se clavó en el costado de un Zande dolorido y medio acogotado; no pudo gritar, aunque su rostro sí se descompuso por el dolor.

Faris alcanzó a Halia y la sostuvo antes de que la sirena, incapaz de mantenerse ni un segundo más sobre sus maltratadas piernas, se desplomara hacia atrás. La pirata, furiosa, cogió el alga y tiró, en un intento de asfixiar a su enemigo.

Zande, sin embargo, estaba lejos de haberse rendido. Con un penetrante rugido de rabia, se arrancó la lanza y la sacudió, hiriendo a Malik en una pierna, y cortó el alga. Faris retrocedió, arrastrando a la sirena con esfuerzo.

¡¡Os destrozaré, os reventaré a golpes, repugnantes monstruos!!

Con los ojos inyectados en sangre, resoplando, todavía con algunas algas enredadas en torno al cuello y con el brazo derecho colgando sin fuerzas—de momento— y una herida en el costado por la que caía un pequeño riachuelo de sangre, Zande se fijó en Jess, que todavía estaba en el suelo. Rugió y arrojó su lanza con todas sus fuerzas:
Jess podía esquivarla, sí, y su hoja se hundiría en la roca, cortándola como si fuera mantequilla. Pero en cuanto lo hiciera vería que Zande había arrancado a correr hacia ella con sorprendente velocidad, chapoteando bruscamente por el agua, y que iba a alcanzarla en cuestión de segundos.

****


Hana

Despierta, hija. Abre los ojos. No puedes seguir durmiendo. Arriba nos necesitan.

Cuando Hana obedeciera las órdenes de aquella voz susurrante, que se expresaba por medio de melodías y silbidos que no debería haber conseguido descifrar, pero que entendía a la perfección, se encontraría con que veía con sorprendente agudeza. Lo que antes había parecido oscuro, ahora era claro y diáfano. Podía ver sin problemas el fondo de la Fuente, que se hundía metros y metros en la tierra, formando un oscuro túnel. Por este, sin duda, había ascendido Galatea. Las rocas que ascendían hacia la Fuente estaban cubiertas de aterciopelado musgo y caracolas de distintos animalillos. El agua fluía a su alrededor con elegancia y podía adivinar la corriente que ascendía desde la boca del fondo de la gruta.

Desde la superficie le llegaban los sonidos de una batalla.

Pero eso no era lo más importante. El dolor casi había desaparecido, si bien aún sufría unas pulsaciones sordas cada vez que se movía. En especial en el vientre donde su herida prácticamente había cicatrizado por completo y sólo quedaba un poco de carne viva. Le dolía al moverse y contraer los abdominales, pero era mejor que estar muerta. Y, además, se reducían poco a poco. Era como si tuviera que estirarse después de muchísimas horas sin moverse.

Y, más abajo…

Se extendía una elegante cola de sirena.

Al moverse comprobaría que ésta reaccionaba a sus órdenes sin problemas; sin embargo, todavía le costaría nadar bien y estaba muy lejos de tener la gracia de Galatea, que la tomaba de la mano para ayudarla a guardar el equilibrio. Sólo entonces vio que la sirena tenía los dedos destrozados, varios cortes en la cola, los brazos y el estómago, varios de ellos muy profundos y que dejaban regueros de sangre a su paso. Parecía que llegar a la Fuente no había sido fácil.

Y no había ninguna otra sirena por los alrededores…

No hay tiempo para que te explique nada: sólo has de saber que ahora puedes nadar grandes distancias y dar grandes saltos por la superficie. Los coletazos de las sirenas son muy poderosos, si bien tú acabas de nacer y todavía te queda mucho por aprender. Ahora, debemos rescatar a tu hermana y a tus compañeros antes de que ese monstruo gane la Fuente —Galatea tiró con suavidad de ella hacia arriba—. Yo no sé caminar bien, pero tú eras una humana, así que con tocar el suelo te volverán las piernas. Deberías poder luchar, por débil que te encuentres. Pero te recomiendo que aproveches que ahora formas parte del agua para escapar de tu enemigo.

Y, poniéndole una mano en la cabeza para evitar que rompiera la superficie del agua con brusquedad, la ayudó a asomarse a la superficie, para ver el desarrollo de la batalla. Debían tener cuidado y calcular las distancias antes de atacar.

Hana vería a Zande precipitándose hacia Jess: a Malik no muy lejos, quizás intentando ir tras su amiga. A Faris sosteniendo a una semi-inconsciente Halia. El cuerpo de Ana Lucía yaciendo en un charco de sangre, con uno de los cálices asomando de su casaca…

Y, si se volvía, vería que Galatea parecía inmensamente débil y cansada. El tono de su piel se había vuelto tan blanco como la cera y le temblaban los párpados. Estaba perdiendo muchísima sangre.

No parecía que fuera a poder ayudarla. A menos que la situación fuera desesperada.

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¡Hana digievoluciona a Sirena!
Bien, como ha explicado Galatea, ahora Hana puede moverse tanto por agua como por tierra. No esperes tener la fuerza de una sirena común ya que tus estadísticas se mantendrán iguales hasta que se discutan con los masters, pero deberías aprovechar la potencia de los saltos y la intensidad de la cola de las sirenas para pelear.


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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Nell » Vie Jul 18, 2014 12:45 am

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Chicas y chico. No me gusta poner melodía a mis posts, pero este lo merece.



Flotaba.

«Despierta».

«Los muertos no despiertan, Raymon», le habría gustado decir.

Quería seguir durmiendo a la deriva, arrastrada por las suaves olas de un mar sin costas. El agua se había llevado el dolor, la agonía, los remordimientos y las desilusiones a lo más profundo del océano, como lágrimas que Hana no recordaba haber derramado que se desprendían de un cuerpo inerte al que se le daba descanso.

«Los vivos lo hacen en su lugar».

«No estoy viva. No lo estoy. He muerto y necesito desaparecer». Si no lo hacía, volverían los recuerdos, las emociones reprimidas y la desesperanza, en un cúmulo tan comprimido y dañino que la devolvería al mismo sufrimiento que había padecido para lograr la muerte.

«Despierta», insistió Raymon.

La voz de Raymon se desvaneció para dar paso a otra más real, nítida y de desconocido lenguaje. Una que había escuchado antes, hacía mucho tiempo, cuando su vida había comenzado a derrumbarse poco a poco y ella no había podido percatarse a tiempo.

Despierta, hija.

Fue como un sueño. Pestañeó un par de veces antes de mirar. No se hallaba sobre las olas como creía, sino que flotaba bajo el mar. De un mar que, de hecho, no había conocido antes. Un paisaje bello, poblado de criaturas y elementos marinos. Veía el fondo submarino como un pececito recién nacido, apreciándolo más por lo que creía conocer, y ahora conocía de verdad, quitada la venda de sus ojos terrestres.

Bebió de las imágenes de su alrededor, como había hecho siempre, como hacía Hana cuando contemplaba la belleza en su plenitud. Le recordó al cielo de París, en un ajetreado día de hacía meses.

Hizo caso omiso de todo lo que no fuera el mar en su esplendor luminoso, tal y como le parecía que era ahora. Solo un leve movimiento consiguió que se percatara de su propio cuerpo, de lo contraída que se sentía y del dolor abdominal. Se llevó inconscientemente una mano al vientre, y allí encontró con sorpresa una cicatriz.

Los mismos recuerdos que tanto temía recuperar afloraron. Zande apareciendo. Zande matándola. Hana hundiéndose en el agua. Hana muriendo.

Estoy… Estoy muerta…

El mundo a su alrededor se derrumbó

Todo el peso de lo que eso significaba le vino encima de golpe. No le había importado morir cuando el hecho era inminente, pero regresar como una especie de zombi, un fantasma o lo que fuera que era ahora fue una experiencia terrible. Pensó en cómo la vida se había escapado entre sus dedos, en lo joven que era y en todas las cosas que pudo haber hecho y no tuvo ocasión de hacer. En todos los errores que fue incapaz de reparar.

Por eso veía tan bien. Por eso apreciaba cosas de las que antes no se percataba.

Se miró las manos, esperando verlas translúcidas o monstruosas, pero parecían normales. Acto seguido, comprobó el resto del cuerpo.

Y encontró la cola.

El susto que se llevó tendría que haber sido grabado con alguna clase de tecnología o magia para la posteridad. Brincó (o algo parecido, puesto que estaba bajo el agua) con horror, e hizo dos cosas a continuación: lo primero, intentar alejarse de ella, lo cual fue inútil y torpe porque estaban unidas; lo segundo, tratar de separar las piernas, cuyo resultado fue incluso patético, porque donde antes había dos extremidades, ahora era una única e inherente.

¿¡Qué demonios me ha pasado!? ―se escandalizó―. ¿¡Y dónde están mis pantalones!? ―se le ocurrió estúpidamente.

Volvió a zarandear la dorada cola que le había crecido de repente, como si eso pudiera alejarla o separarla de ella, y dio una voltereta no intencionada sobre sí misma. Galatea le cogió la mano para evitar que acabara por hacerse daño ella sola, lo que convertía la escena en una más surrealista, pues Hana no recordaba en qué momento había llegado.

Entonces, vio las heridas de Galatea y ató varios cabos buenos. Comenzó a entender, lentamente, que su madre no había estado allí nunca. Que lo que pensaba que eran delirios pre-mortem no era otra cosa que la realidad. Había ayudado a la sirena a cruzar la barrera hacia la Fuente y esta le había prometido salvarla de la muerte.

Lo que seguía sin comprender era qué había ocurrido finalmente. Si Galatea había cumplido su palabra o no. Y cómo lo había hecho.

¿Q-Qué soy? ¿Estoy muerta?

Galatea desestimó las preguntas, a razón de que seguía librándose una batalla por la Fuente. A decir verdad, Hana no quería volver. Ya había muerto una vez en ella, y no tenía intención de volver a repetir. Sin embargo, se valía del agarre de Galatea para avanzar, por lo que se dejó llevar.

Las pocas pautas que le dio la sirena no tenían ningún sentido, y Hana se sentía cada vez más perdida en una historia que consideraba muy compleja.

No, te equivocas. Jess no es mi hermana. Y no sé exactamente si sigo siendo humana, pero agradecería unas piernas, sí ―habló sin pensar, porque lo cierto es que la cola, cuanto más la utilizaba, más cómoda y manejable se le hacía. Y era muy bonita―. Dime al menos quién soy.

Fue una petición desesperada. Sabía quién era. Hana. ¿Quién si no?

Galatea la llevó hasta la superficie, donde ambas se asomaron para contemplar el espectáculo. Zande había quedado muy malherido, pero proclamaba venganza contra todos y se dirigía rápidamente en aquel momento directo a por Jess, tras practicar con ella el tiro de lanza.

¿El agua de la Fuente no os daba años? ―preguntó a Galatea, en vista de su estado, con apremio―. Ana Lucía tiene uno de los verdaderos cálices: cuidado con no coger uno falso. Con la Fuente tan cerca, tal vez te sirva para curarte. A ti y a Halia.

Largas distancias y grandes saltos. Era todo lo que necesitaba.

Se sumergió de nuevo y nadó con esa rapidez de la que había hablado Galatea. Tal vez no entendiese muy bien qué era lo que sucedía, pero ella tenía una cola y la necesidad de llegar a tiempo. Asumió inmediatamente que la carrera sería torpe. Poco importaba con tal de interceptar a Zande en su recorrido hacia Jess. Intentaría alcanzarle en algún punto entre tierra y agua, porque aún no quería abandonar el mar.

Se sentía extrañamente bien dentro de él.

Por lo tanto, en resumen, su intención era interceptar a Zande y saltar sobre él desde el agua. En un arrebato de inspiración, en vez de convocar su desaparecida llave espada, giraría sobre su propia cadera para propinarle un coletazo, tratando de apuntar al costado herido y sangrante. Una vez hecho el ataque, regresaría al agua y se sumergiría. Eso le daría tiempo suficiente a Jess o a Malik para reaccionar.

Si el camino hacia Zande no pasaba por ninguna zona con agua, se vería obligada a saltar igualmente de ella, rezar porque le crecieran las piernas prometidas de Galatea y correr hacia él para atacarle con un tajo de la llave espada. En este caso, se interpondría entre su enemigo y Jess para cubrirla en posición defensiva, si no acababa muy mal la cosa.

Recién aparecida en combate, en vez de introducirse con una frase ingeniosa, les gritó:

¡Si necesitáis protección, arrojaos al agua! ―no pensaba en sí misma, sino en Galatea, quien a pesar de estar herida, Hana no dudaba de que en el caso de que Zande hiciera amago de sumergirse, la madraza trataría de destriparlo.

No importaba cómo acabara el enfrentamiento, en tierra o en mar. Sabía que iba a lamentar profundamente y a odiarse a sí misma por haberse metido al final en medio de la batalla. Pensaba que había sido arrastrada por Galatea, pero era innegable que parte de la culpa era de sí misma, que al ver a Jess y a todos en peligro, no había tardado nada en lanzarse a la lucha.
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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Sometron » Vie Jul 18, 2014 1:20 am

La lanza pasó volando por su lado sin apenas tocarla, más que un golpe con la parte trasera del asta, nada importante. Faris, por su parte, no pareció tener ningún problema con cumplir con su parte e ir a cubrir a Halia.

Y, por último, el momento de realizar la parte más peligrosa y arriesgada de su estrategia llegó. Se acercó a Zande lo más rápido que pudo y se lanzó al suelo instantes antes de que el metal pudiese penetrar en su piel y cubrirlo todo con el carmesí de su sangre.

Mientras tanto, la sirena enrolló su alga alrededor de la garganta del grandullón, tal como había intentado previamente con su secuaz, Barbariccia. Incapaz de mantener el esfuerzo por demasiado tiempo, enseguida necesitó de la ayuda de la segunda de abordo para seguir haciendo esa función.

Increíblemente, su plan funcionó sin fallos y el arma acabó clavada en el cuerpo de su dueño original, algo que, a primera vista, parecía prácticamente imposible. Lo que no había planeado era qué hacer después si el monstruo sobrevivía... Gran error por su parte.

¡¡Os destrozaré, os reventaré a golpes, repugnantes monstruos!!

Zande sacó la lanza de la herida que ésta misma había abierto y gritó, furioso. Parecía bastante obvio que el agarre de Faris no iba a poder durar mucho más.

Cuando quiso darse cuenta, el arma en cuestión cortaba el aire directa hacia ella, que aún seguía en el suelo. Rodó hacia un costado con tal de esquivarla, descubriendo con horror la facilidad que tuvo para clavarse en una roca.

Pero, por desgracia, no acababan allí sus problemas: el hombre al que acababa de conseguir ensartar con su propia lanza se dirigía corriendo a una velocidad increíble hacia ella. ¿Era aquello el fin? ¿Dónde estaba el inútil de Ronin cuando se le necesitaba?

Se puso en pie lo más rápido que pudo y convocó por enésima vez su Llave Espada. ¿Qué iba a hacer? No tenía ni idea de cómo salir de aquella de una pieza, pero mejor tener la Llave a mano que ir completamente desarmada.

La huida estaba más que descartada, desde luego. Ninguno de sus hechizos parecía una opción adecuada para librarse de aquel tipo. Y el combate físico estaba completamente fuera de lugar, por supuesto: no duraría ni un golpe contra alguien de la complexión de Zande. Con todo aquello descartado… ¿qué le quedaba por probar?

¡Si necesitáis protección, arrojaos al agua!

<<¡¿Hana?!>>

No entendía qué estaba pasando ni en qué se basaba para decir eso, pero no le quedaban muchas más opciones que aceptar su oferta. Si aquello no era una señal para que se salvara, entonces, ¿qué lo sería?

Sin darle más vueltas, echó a correr hacia el agua. Iría lo más rápido que sus piernas le permitiesen. Si su perseguidor conseguía alcanzarla antes de llegar a sumergirse o se acercaba demasiado, no dudaría en gastar sus últimas fuerzas mágicas en lanzar un hechizo Piroquinesis o Piro ―o ambos― sobre él, con tal de rezagarle aunque fuera un poco y conseguir unos valiosos instantes que le permitieran huir.

Si aquello de verdad funcionaba, podían estar acercándose al final de aquella aventura de una vez por todas.

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No me salen las cuentas con el contador de PH de Jess, creo que debería tener menos puntos, aunque no estoy seguro; pero aviso por si acaso.

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▪ Piroquinesis (HM) [Nivel 5] [Requiere Poder mágico: 9] Convoca una pequeña hilera de fuego bajo los pies del objetivo. Causa pequeñas quemaduras y hiere a cualquiera que esté cerca.
▪ Piro (HM) [Nivel 2] [Requiere Poder Mágico: 3]. Proyectil de fuego lineal, con muy pocas posibilidades de producir quemaduras.
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^¡Gracias a ita y Nebula por las firmas de Railgun, Ygritte y Kurisu! n.n^

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Copiado de Red pero con permiso (?)
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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Tanis » Vie Jul 18, 2014 3:03 pm

El contraataque de Zande le arrancó un grito de dolor y le hizo retroceder a trompicones, desinvocando la Llave-Espada por pura inercia. La lanza le había rasgado la pierna, que empezó a salivar sangre. Pero le habían herido más a él de lo que nunca habría esperado hacerlo. Empalado a medias por su propia lanza, con el brazo derecho dislocado y varias contusiones más, Zande al menos ya no estaba en plenitud de facultades. Sólo le quedaba que no empezara a usar magia otra vez.

¡¡Os destrozaré, os reventaré a golpes, repugnantes monstruos!!

Herido y cansado, Malik tardó en reaccionar. Ni siquiera le dio tiempo a avisar a su compañera al ver la lanza volar. Cuando Zande se olvidó de él y decidió ir por Jess, quiso correr tras el enemigo. Pero no pudo. La herida de la lanza chirrió en su carne y le hizo trastabillar hasta hincar la rodilla en el suelo, boqueando. No podían seguir así, no iban a ganar, estaban más que tocados, no les quedaban fuerzas, ni magia... Y Hana estaba...

«Maestro... lo siento».

No tenía fuerza para correr contra Zande y ayudar a Jess, pero más cerca estaban Faris y Halia, y la capitana... Si la capitana seguía viva sería un verdadero milagro. Rezó todo lo que sabía para que Jess pudiera arreglárselas sola todo el tiempo posible que pudiera y fue a medias cojeando, arrastrando la pierna, hasta donde aún continuaba Ana tirada. Al agacharse vio el cáliz que sobresalía de su ropa, y la sangre... Era una herida profunda, muy grave y él no podía curarla.

«Ojalá pudiera hacer magia de verdad... Lo siento», se lamentó, intentando buscarle el pulso.

No te mueras, Ana, por favor... —murmuró

Se consoló pensando que aunque supiera hacer Cura, no sería suficiente. Con cuidado cogió el cáliz y echó un vistazo distraído hacia la Fuente... Una loca idea se le cruzó por la cabeza. ¿Tendría tiempo de... ? Con cuidado sacó el otro cáliz oculto entre la ropa de la mujer. Si aún respiraba no lo había notado. Apretó los dedos en torno a las copas. ¿Qué podía hacer, qué?

¿Tus años…? ¡¿Estás diciendo que lo que la Fuente da son años?! ¿Vuestros años?

¿Acaso no lo sabías, bruja? ¡La Fuente exige un sacrificio! ¡Un sacrificio del que extraer los años vividos y los años por vivir! ¿Qué esperabas que hiciera? ¿La inmortalidad? ¡Todo muere en este mundo y nada puede protegernos del final!


Las palabras de Chihiro y Halia resonaron en su cabeza.

Un sacrificio...

No sabía exactamente cómo se hacía ese ritual, ni para qué servía la lágrima de la sirena, pero...

¡Si necesitáis protección, arrojaos al agua!

Alzó la cabeza entonces, al oír esa voz.

«¡Hana!». ¡Estaba viva! Alá santo, gracias, pensó. De repente se sintió un poco mejor, más esperanzado. Y no podía perder tiempo. Vio cómo Jess echaba a correr para que Zande no la alcanzara, y aún con los cálices en las manos, miró la Fuente de nuevo, indeciso. Si tan sólo supiera... si pudiera engañar a Zande para que le diese sus años a Ana...

Todavía herido se acercó todo lo rápido que pudo a Faris y a la sirena.

Halia —llamó, para luego añadir en voz más baja—. Tenemos que hacer el ritual, es lo único que quiere Zande... —Le costaba respirar, y mantenerse en pie—. No hace falta que esté bien hecho, sólo que se lo crea. Puede que así nos deje ir... —Miró a Faris entonces, serio—. Lleva a Halia y a Ana al agua, intentaré hacer lo mismo luego.

Lo único que necesitaban era un poco más de tiempo, para que Jess, Halia, Faris y Ana pudieran salvarse... Quién le viera. Con las instrucciones de Halia, medio corrió hasta la Fuente y el pequeño chorro de agua que manaba y llenó ambos cálices. No sabía si funcionaría, sólo uería que zande se enfocara en él de nuevo, y se calmara. Quizá así Hana y las demás sirenas podrían ayudarle o... Si eso no pasaba, siempre podía echar a correr al agua.

Terriblemente asustado y preparado, se situó sobre las escaleras, respirando entrecortado. Luego alzó la voz.

¡Zande, hagamos un trato!

En cuanto él se diera la vuelta y le viese, con las copas en las manos, podría entenderlo. Cálices llenos, quizá una lágrima de sirena en uno.

¡Mis años para ti, a cambio de que cures a Ana Lucía, y dejes ir al resto!

Era un acuerdo jugoso, tenía que picar. Debía... hacerlo.
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Notapor Suzume Mizuno » Dom Jul 20, 2014 10:13 pm

Dime al menos quién soy.

Galatea la miró con sus profundos ojos, en los que parecía que fuera a hundirse, con una expresión insoldable. Hana no pudo ni intentar imaginar qué clase de pensamientos le habrían cruzado la mente. Luego, la antigua sirena dijo con solemnidad:

Ahora eres una sirena. Ahora puedes decir que eres mi hija, si así lo deseas. Yo, al menos, te considero como tal.

Cuando hubieron salido a la superficie y examinado la situación, Galatea hundió suavemente a Hana para que su voz no se escuchara:

¿El agua de la Fuente no os daba años? Ana Lucía tiene uno de los verdaderos cálices: cuidado con no coger uno falso. Con la Fuente tan cerca, tal vez te sirva para curarte. A ti y a Halia.

Te equivocas. La Fuente no sana. Sólo roba años y se los concede a otra persona. Si alguien bebiera del cáliz con una lágrima nuestra… La otra persona moriría de inmediato, pues se le arrebatarían todos sus años, tanto los vividos como los que le quedan por vivir.

Entonces Galatea se volvió y dirigió una mirada silenciosa hacia su otra hija que quizás a Hana no se le pasara desapercibida.

Pero no había tiempo para pensar, ni para preguntarse en qué estaría pensando la sirena: las vidas de sus compañeros corrían un grave peligro.

Hana pudo acercarse sin problemas a Zande, pues tenía bastante espacio para sumergirse; la Fuente parecía estar en lo alto de una pequeña montaña de roca que se estrechaba en la parte superior, de modo que mientras saltara hacia los extremos, podría mantener su forma de sirena. La joven se propulsó con un salto sorprendentemente potente, tanto que no consiguió controlar bien la distancia. Aun así, consiguió acertar con su cola a Zande casi en la zona herida. Después cayó en una zona medio hundida en el agua, pero no lo suficientemente profunda, por lo que tuvo que arrastrarse a toda velocidad con los brazos para volver a sumergirse.

Halia —llamaba en ese momento Malik a la sirena que, exhausta, levantó los ojos hacia él—. Tenemos que hacer el ritual, es lo único que quiere Zande... —La sirena se enervó de inmediato y le mostró los colmillos—. No hace falta que esté bien hecho, sólo que se lo crea. Puede que así nos deje ir... —Se volvió entonces hacia Faris—. Lleva a Halia y a Ana al agua, intentaré hacer lo mismo luego.

¡Estás loco!—Sin embargo, la segunda de abordo no protestó más y le dejó hablando con la sirena, mientras se precipitaba hacia su capitana.

Zande, entre tanto, se desplomó de rodillas, sin aliento y con las mandíbulas cerradas como tenazas en un intento desesperado por contener un alarido de dolor. La sirena miró con intensidad a Malik, como valorando si podía confiar en aquel humano o no, y terminó por susurrar:

La lágrima del cáliz da la vida. El otro cáliz, la quita .—Si Malik hizo amago de marcharse, la sirena extendió la mano como un relámpago y lo sujetó por la ropa con una fuerza impresionante, que le impidió mover ni un músculo. Cuando sus ojos se encontraron, los de Halia se debatían entre el miedo y el odio. Este último, sin embargo, prevaleció. Y, de pronto, una Lágrima descendió por la comisura de su ojo izquierdo. La tomó con un dedo. Era preciosa, casi como si fuera de cristal. La dejó caer sobre el cáliz en el que venía inscrita la palabra de vida. Se irguió y le siseó al oído—: Mátale.

Zande tuvo tiempo para esquivar el Piro de Jess, aunque sí se obligó a levantarse y apartarse del Piroquinesis. Rugiendo, arrancó su arma de la piedra y la blandió sobre su cabeza, ignorando el reguero de sangre que despedía su herida. Dio una zancada al frente y barrió todo su alrededor, con la lanza silbando al cortar el aire. Jess sintió cómo la punta le arañaba la espalda, hundiéndose un par de centímetros y abriéndole un tajo horizontal en la zona de los riñones. Tropezaría y se quedaría sin aliento. Zande lanzó un grito de triunfo:

¡Eres mía!

Pero, entonces, algo salió despedido del agua. Zande retrocedió en el último segundo, a tiempo de evitar que la brillante cola de Galatea le azotara el pecho. La violencia del salto empapó a Jess de arriba abajo. La sirena cayó violentamente sobre la roca, cubierta de un agua que apenas sí llegaba a las rodillas. Rápida como una centella, se impulsó con violencia hacia atrás: por el camino cogió a Jess de un brazo y la arrastró consigo, tan fuerte que pensó que le arrancaba de cuajo el hombro.

Se sumergieron entonces en el agua, en el dominio de Galatea, a salvo de Zande… De momento. La sirena, resollando con suavidad, se estremeció de dolor. Jess pudo sentirlo porque la estaba sujetando por un brazo para mantenerla a flote. El agua sabía a sangre.

Zande se giró en redondo hacia Faris, que se había pasado el brazo de la capitana por encima del hombro y la arrastraba entre jadeos hacia el agua. La segunda de abordo se quedó paralizada.

Avanzó hacia ellas.

¡Zande, hagamos un trato!

El hombre se detuvo y se dio la vuelta con lentitud. Sus ojos inyectados en sangre se detuvieron en Malik, quien sostenía dos cálices rebosantes de agua.

¡Mis años para ti, a cambio de que cures a Ana Lucía, y dejes ir al resto!

Zande apretó los dedos en torno a la lanza y lanzó una mirada de soslayo a su alrededor. Faris no se atrevía a moverse; las aprendices estarían rondando por los extremos de la Fuente, demasiado lejos para poder salir del agua sin más y trepar hasta donde se encontraba Malik. Quizás Hana podría dar un salto, pero nadie le aseguraba que no se quedara en tierra o que Zande no la interceptara, ahora que sabía que contaba con otra sirena como enemiga. Localizó a Galatea, cuyo cabello comenzaba a teñirse de un color parduzco por culpa de la sangre, pero sus ojos no desvelaron ningún tipo de reacción. No se molestó en buscar a Halia; sabía que la sirena estaba en las últimas.

Todos pudieron ver en su expresión que no se fiaba. Por su forma de aferrar su lanza, parecía preferir acabar con las dos piratas y luego dedicarse a darles caza uno a uno.

Pero, después, dejó traslucir una desesperación tan profunda como desconcertante resultaría para los aprendices. Dio un paso adelante. Y luego otro, en guardia, atento para contrarrestar cualquier tipo de ataque. Subió una de las escaleras laterales y hurgó en sus ropas con lentitud, sin quitarle la mirada a Malik de encima. Entonces, en su gran mano, apareció dos pequeñas botellas. Una poción. Y un éter. Con un dedo, Zande descorchó el segundo y se lo bebió de un trago. Luego lanzó el recipiente, vacío, hacia atrás.

Parecía que, hasta que no le habían dado un respiro, no había podido restablecer su magia... De pronto, Faris pegó un grito ahogado de la impresión; Halia hizo lo mismo. Tras ambas habían aparecido dos réplicas de Zande, exactamente iguales a él. Mantenían una distancia prudencial de sus víctimas, pero a todos les quedó claro que podían alcanzarlas en un parpadeo.

Halia…—oyó susurrar a Galatea Jess.

No creas que puedes engañarme, caballero. Lo escuché todo: sé que intentarás robarme los años. Si noto algo extraño, por poco que sea, no dudaré: las mataré de inmediato. Si alguno de vosotros mueve un músculo, las mataré.—Zande dejó caer un silencio y luego le tendió la poción—. Ahora, prepárate para morir, Caballero.—Todas y cada una de las palabras de su frase estaban impregnadas de un profundo odio… y de satisfacción.

Era evidente que a Zande le complacía robar años a un Caballero.

Dame el cáliz correcto. Ahora. No dudes u os envolveré a todos de nuevo en vuestras peores pesadillas.

Zande miró atentamente a Malik y éste pudo saber que iba muy en serio en todo lo que decía. Si le daba la copa sin Lágrima, mataría a sus rehenes sin pestañear. Y quizás le diera tiempo a matarle a él también.

No quedaban muchas opciones.

¡Dámelo!—gritó, desesperado, adelantando la lanza y deteniéndola a un milímetro del pecho de Malik.

Si Jess intentaba intervenir, Galatea cerraría con firmeza, casi dolorosamente, los dedos en torno a su brazo. Sin mirarla, pues sus ojos estaban clavados en su hija: no iba a arriesgar su vida.

Si Malik no le entregaba un cáliz, Zande lo atravesaría. Y Ana Lucía moriría, desangrada, si es que no se ocupaba su enemigo de acabar con todos ellos.

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Jess
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Hana
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Tanis » Jue Jul 24, 2014 2:21 pm

Notó como le temblaban ligeramente las rodillas, y los dedos. Aquello había sido más un impulso que un plan, pero... ¿Qué otra cosa podía haber hecho si no? Aquello era lo único que había llamado la atención de Zande.

Y no se fiaba, podía vérselo. No se fiaba y con razón, él tampoco lo haría si su enemigo le ofrecía un trato así, tan jugosos, sólo por sacrificio a sus amigos. No se atrevió a desviar la vista de Zande, de modo que no pudo saber la posición de los demás. Esperaba que al menos Jess hubiera podido llegar al agua... Intranquilo, y por supuesto, presa de un miedo frío y pesado, contempló como Zande se acercaba despacio, paso a paso, hasta las escaleras y luego a él. Apretó ligeramente los dedos en torno a las copas, tentado de alejarse de él. Aquel hombre, si es que podía denominarlo así, le generaba tanto rechazo que no creía ser capaz de aguantar tanto sin querer atacarle.

Pero tenía que darle el cáliz... Tenía que matarlo, de una vez por todas.

Apretó también los dientes al verle beberse el éter, pero no dijo nada. Habría sido demasiado bonito esperar ue Zande no hiciera nada por recuperar su magia, después de todo. A duras penas logró mantenerse estoico, desviando la vista hacia la botella de la poción... Hasta que oyó el gritito ahogado de Faris. Sin poder evitarlo giró la cabeza hacia ellas, contemplando las apariciones clónicas de Zande tras ella y Halia. Maldición. Maldito perro.

No creas que puedes engañarme, caballero —Malik volvió a mirarle, serio, callado—. Lo escuché todo: sé que intentarás robarme los años. Si noto algo extraño, por poco que sea, no dudaré: las mataré de inmediato. Si alguno de vosotros mueve un músculo, las mataré.

No esperaba menos de ti... —musitó Malik para sí, inspirando hondo.

El silencio de Zande se hizo denso, también pesado y asfixiante, y más aún en cuanto ofreció la poción a cambio del cáliz con la lágrima, el cáliz que le daría los años del que bebiera del otro recipiente. Deslizó la vista hacia los cálices que sostenía, y cerró los ojos, pensativo.

Ahora, prepárate para morir, Caballero.

«Eso intento».

Seguía sin comprender el odio de Zande hacia los caballeros, pero empezaba a ser un sentimiento mutuo. Todo el daño que había hecho, todo el sufrimiento, el miedo... No iba a perdonárselo mientras viviera, aunque podía no ser mucho más tiempo. Levantó de nuevo la vista, hacia Zande, en silencio.

Dame el cáliz correcto. Ahora. No dudes u os envolveré a todos de nuevo en vuestras peores pesadillas.

Le sostuvo la mirada a Zande, sintiendo el peso del regodeo y el odio, el desprecio. Sabía que lo haría, que los mataría si le daba el cáliz que no era, pero... No podía darle el bueno. Lo que le había dicho Halia... No podía arriesgarse. Incluso si ellos morían, habían fallado en su misión de capturar a Chihiro. Tan sólo les quedaba impedir que Zande alcanzara una mayor vida para hacer de las suyas. Si podían matarlo a costa de sus vidas... Despacio miró a Faris, y a Halia, para después volver a mirar a Zande.

¡Dámelo!

Por pura inercia retrocedió un paso al ver el avance de la lanza, y apretó los labios en una línea fina. Estaba cansado, le dolía todo el cuerpo, del esfuerzo del combate. Quería volver a casa, dormir, volver a ver a sus pocos amigos, a su maestra... Pero... Pero...

«Maestro... por favor, perdóneme».

Con una expresión de resignación, y un suspiro decaído, adelantó un cáliz para ofrecérselo a Zande. Iba a hacerlo, pasara lo que pasara después. A cambio cogería la poción, para poder dársela a Ana y poder curarla. Seguidamente alzaría un poco el cáliz con el que se había quedado, y leyó mentalmente la palabra que estaba grabada en él: Vida.

Entonces, en cuanto Zande bebiera del suyo, él haría lo mismo. Confiaba en que el ritual hiciera efecto enseguida, o todos estarían perdidos.
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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Sometron » Jue Jul 24, 2014 7:42 pm

¡Eres mía!

Se encontraba tumbada boca abajo en el duro suelo de roca, herida de nuevo. Sus hechizos habían conseguido ralentizar un poco a Zande, pero no fue suficiente: un barrido circular de lanza le había hecho un corte algo problemático en la espalda y la había hecho caer de bruces. Además, el gigante se abalanzaba sobre ella en aquellos momentos. Después de haber sobrevivido a aquella aventura brutal y estar cerca de la muerte varias veces, ¿iba a morir en el final?

No. No llegar al final era para perdedores.

Galatea rompió la superficie del agua y voló un buen trecho con el objetivo de golpear a Zande, aunque éste lo esquivó en el último momento. Parte del agua que la sirena había hecho volar con su salto fue directa a Jess, que quedó completamente empapada. Empapada, pero viva.

Aún así, la acción no acababa todavía. La líder de las sirenas hizo una retirada rápida a la laguna y tuvo la consideración de llevarla con ella, aunque fue bastante doloroso debido a la fuerza con que tiraba de su brazo y el choque con la piedra.

En cualquier caso, tuvo la suerte de llegar al agua y ambas se sumergieron. Al ser la inmersión algo repentina, Jess no pudo evitar tragar agua y notar que ésta tenía un sabor extraño… sabor a sangre. Fue entonces cuando reparó en que la sirena respiraba costosamente.

Estás herida, ¿verdad? ¿Es grave? —preguntó en voz baja a Galatea.

¡Zande, hagamos un trato!

La voz de Malik la devolvió a la pelea. ¿Qué pretendía hacer aquel loco?

¡Mis años para ti, a cambio de que cures a Ana Lucía, y dejes ir al resto!

<<No… ¿Qué hace…?>>

Al principio parecía que Zande iba a rechazar la oferta y la lucha volvería a empezar, pero después de hacer una extraña mueca, se alejó de Faris y Ana Lucía, que intentaban huir. Seguidamente, tomó un éter, restableciendo así su magia.

Habían cometido un gran error al dejarle hacer eso… Dos copias de él aparecieron de la nada, reteniendo a las piratas por una parte y a Halia por otra: tenía rehenes.

Halia…

No creas que puedes engañarme, caballero. Lo escuché todo: sé que intentarás robarme los años. Si noto algo extraño, por poco que sea, no dudaré: las mataré de inmediato. Si alguno de vosotros mueve un músculo, las mataré. Ahora, prepárate para morir, Caballero

La situación era tensa, ¿qué iba a hacer Malik?

No podemos dejarle morir… —hizo una pausa y comprendió que posiblemente nadie tenía ninguna intención de salvarlo— ...porque no tenéis intención de dejarle morir, ¿no?

Dame el cáliz correcto. Ahora. No dudes u os envolveré a todos de nuevo en vuestras peores pesadillas.

¿El cáliz correcto? No sabía que cada una de las copas tuviera un efecto… ¿quizá habría alguna forma de engañarle?

¡Dámelo!

El aprendiz pareció dudar y reflexionar sobre qué debería hacer, tras lo cual le entregó uno de los cálices a Zande y se quedó con el otro. En cualquier caso, estaba hecho y no se podía cambiar.

Jess intentó salir del agua, para poder socorrer a su compañero si algo malo pasaba, pero la mano de Galatea la agarraba con firmeza. Si la reina sirena deseaba que no se moviera, estaba segura de que no se podría mover de allí quisiera o no quisiera. Por ello, decidió intentar algo que sería útil si el plan de Malik fracasaba.

¿No quieres dejarme actuar? Bien, entonces hazlo tú. Cura. —susurró al oído de la sirena mientras le aplicaba el hechizo con la mano que le quedaba libre.

No sabía hasta qué punto una aprendiz podría ayudar a fortalecerse a una criatura milenaria como ella, pero eso era todo lo que Jess podía hacer: pues éste sí era su último hechizo.
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Re: [Port Royal] Lágrima de Sirena

Notapor Nell » Jue Jul 24, 2014 7:49 pm

Una sirena…

Tendría que haber sido obvio desde el momento en el que descubrió su cola. Sin embargo, había sido incomprensible para ella asociar su renacida vida con dicha conversión, porque no sabía cómo funcionaba el cambio. Ni se le había pasado por la cabeza que se pudieran crear sirenas, que no fueran de nacimiento.

Fue un nuevo shock para ella, tal y como lo había sido pensar que había muerto cuando despertó. Todo su futuro, todas las posibilidades que siempre había tenido al alcance se evaporaron, y ante ella se abría ahora un abismo infinito al que temía más que a nada en el mundo.

«Cae».

Ascendió junto a su nueva madre y se esforzó por empujar aquel conocimiento a lo más recóndito de su mente. Tenía que concentrarse en Zande.

Galatea le explicó que la Fuente no podría sanarla, sino que «robaba» años a uno para entregárselos a otro. Quién iba a pensar que, por ironías del destino, iba a encontrarse con uno de los mayores ladrones del universo en aquel inhóspito lugar. Incluso como compañera de profesión, Hana detestó sus poderes, pues el tiempo era algo demasiado sagrado como para jugar con él.

Debido a que la Fuente no servía, Hana miró alrededor inútilmente para buscar algo que le fuera de utilidad a la sirena herida. Al final, se le acabó el tiempo para pensar en maneras de sanar a su madre y tuvo que desistir. O, mejor dicho, se le acababa a Jess. Así que sin dejarle ninguna sugerencia más, notando algo en el pecho cuando Galatea miró a la afligida Halia por primera vez, nadó a socorrer a su compañera.

Consiguió alcanzar a Zande aun sumergida y probó a saltar. El impulso fue increíblemente fuerte y tuvo que mantener el equilibrio para no descontrolarse. Acto seguido, propinó el añorado coletazo al monstruo, al menos acertándole en una zona próxima. Su dominio era aún pobre y cayó en la tierra, por lo que se arrastró con rapidez de nuevo al agua en busca de protección.

El coletazo a Zande le había sentido francamente bien, sobre todo al verle delirante de dolor. Ojalá hubiese sido el golpe definitivo para tumbarle, pero todo no se podía pedir.

Aun así, no pudo cantar victoria. Zande se recuperó y avanzó hacia Jess, acercándose peligrosamente a ella, lanza en mano. Todas las alarmas de Hana saltaron y estaba a punto de intervenir con un nuevo coletazo cuando Galatea lo hizo en su lugar. La vio saltar y moverse grácilmente sobre el aire, de una manera muy experimentada y lejos del torpe vuelo que la reciente sirena había exhibido antes. Se llevó consigo a Jess al agua y la puso a salvo, incluso con sus heridas.

Fuera de su alcance, el monstruo se giró hacia las víctimas más próximas: Faris y Ana Lucía. Sin el peligro inminente de la vida de Jess, pudo razonar mejor y concluir que no era una buena idea un segundo coletazo, puesto que Zande estaba atento y se lo esperaría. Le había salido bien por el factor sorpresa, igual que a Galatea. Solo volvería a funcionar si su enemigo bajaba la guardia.

Al final, no tuvo que pensar en ningún plan, porque Malik se le adelantó. Propuso «donar» sus años a Zande a cambio de que salvara a la capitana y les dejasen en paz. Hana interpretó inmediatamente que la sugerencia formaba parte de un plan. Como ya le había explicado Galatea, la Fuente mataba a aquel que entregaba sus años. Apenas le conocía, pero Malik no le parecía un héroe que fuera a sacrificarse por todos cuando aún podían ganar. Sin embargo, tuvo sus dudas hasta que Zande declaró conocer sus verdaderas intenciones.

Todo se desarrolló a continuación con un exasperante y tenso silencio. Zande valoró su situación, se tomó el éter y creó dos copias suyas para asegurarse los rehenes antes de confesar que ya sabía cuál era la estrategia de Malik. Hana hizo rechinar los dientes. Había sido un gran plan, uno excelente, pero se había echado a perder por culpa del conocimiento de Zande.

Y ahora, estaban a su merced. Si Malik desobedecía, mataría a Faris y Halia; si no… moriría.

No tenía ni idea de qué haría el aprendiz. Sí sabía, en cambio, qué ocurriría pasara uno o lo otro: los rehenes no iban a sobrevivir. Zande no tenía razones para mantener la promesa que le había hecho a un muerto.

Buscó con la mirada a Jess, a la que vio retenida por Galatea. Le habría gustado gritarle sus intenciones, pero eso habría dado más ventajas a Zande y condenado definitivamente a la pirata y a la sirena. Tuvo que conformarse con captar su mirada y que la viera descender lentamente en el agua, desoyendo la orden de que no se movieran. Para entonces, Malik habría tomado su decisión y el monstruo estaría lo suficiente pendiente de él para no fijarse.

Además, iba a ser rápida. Solo era una contra esas dos copias, pero confió en que Jess convenciera a Galatea o que Faris aun pudiera luchar y resistirse. Nadó hasta situarse a la espalda de la copia de Zande que retenía a Halia y saltó para propinarle un nuevo coletazo.

¡Regresa al agua! ―gritaría a la sirena.

Esperaba que la maniobra de distracción fuera suficiente para que la sirena herida la aprovechara. En caso contrario, Hana no volvería al agua, sino que caería en la tierra y esperaría que las palabras de Galatea fueran ciertas y recuperara las piernas. Entonces, convocaría la llave espada y se interpondría entre el atacante y su víctima. Pretendería luchar contra la copia hasta poder cargar con Halia y devolverla al mar.

Por otro lado, estaban Faris y Ana Lucía. Le habría gustado dividirse para enfrentarse a ambas copias y cubrirlas también, pero eso no era posible. No tenía magia para hacerlo, ni aliados con los que contar. Además, al fin y al cabo, no era una heroína. Si bien sus intenciones habían sido buenas, la realidad era que Hana no creía posible que salieran todos de allí con vida. Y, por lo tanto, había tenido que escoger.

Su elección había sido salvar a la hija de la sirena que le había devuelto a la vida.
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