[Castillo de los Sueños] ¡Bibidi babidi bu!

Trama de Maya, Gonax, Lune y Jeanne + Ragun

La aparente traición de Tierra de Partida en un acuerdo de paz provocó el anuncio de la guerra por parte de Bastión Hueco. Los aprendices deben enfrentarse entre sí, entre antiguos amigos y compañeros. ¿Cómo lograrán sobrevivir cuando otras amenazas acechan?

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro, Sombra

Re: [Castillo de los Sueños] ¡Bibidi babidi bu!

Notapor Sombra » Vie Jul 18, 2014 11:35 pm

Invoqué mi Llave Espada cuando supe que un monstruo había atacado a Leinessia como reflejo. No había sincorazón a simple vista, pero no podía andar muy lejos y podría perfectamente uno que pudiese volver su cuerpo invisible. Utilicé al momento el Instinto Sincorazón ignorando por completo la reacción de Crusty.

Al momento pude sentir los corazones del caballero y su princesita, pero pronto "vi" al sincorazón o mejor dicho a los sincorazón. No me dio tiempo para contarlos dado que mi habilidad tan solo duraba unos instantes, pero fue más que suficiente como para saber que había decenas de ellos entre las paredes, deslizándose por las sombras y todas tenían algo en común: Se dirigían a un lugar lleno de corazones que giraban y se movían como si estuviesen danzando. Teniendo en cuenta que en el castillo se estaba celebrando un baile fue fácil deducir que los sincorazón se estaban moviendo hacia el lugar con más personas: El salón del baile. Muchos morirían aquel día si yo no hacía nada.

¿Qué ha ocurrido? ―preguntó Crusty interponiéndose entre Leinessia y yo apuntándome con su espada―. ¿Qué es lo que acabas de hacer?

Yo...

¡Crusty! ¿Qué haces? ¡Él no es malo! ―bendita chica.

¿Cómo puede saberlo, mi Lady? Podría haber estado fingiendo todo este tiempo para que le trajéramos a palacio. Las heridas, las ropas... Tal vez ni siquiera se llame Alexander. Y ahora que estamos aquí, él hace… eso, y usted es atacada. ¿Y debe ser todo una coincidencia?

Confío en él. ¿No lo has visto…? Ha sido… mágico ―supuse que se trataba del momento en el que invoqué mi llave espada.

Puedes no creerme, Crusty ―cogí aire―. Pero hay al menos una ventena más de monstruos ocultos en el castillo y todos se dirigen hacia el salón de baile. Esos monstruos devoran corazones y la única arma que puede destruirlos para siempre es este tipo de espada ―alcé mi llave espada apresurado para que la viese antes de volver a desmaterializarla ante sus ojos, estaba perdiendo el tiempo pero sería peor si no podía llegar al no saber por donde se iba a ese sitio―. Necesito que se evacue a la gente del salón del baile, eso evitará bajas civiles y también tengo llegar hasta allí para que yo mismo pueda enfrentarme a ellas y no vayan tras los que huyan. Yo solo no podré con todos así que te confío mis espaldas, Crusty. Llévame hasta el salón de baile, ¡deprisa!

Si el hombre accedía y llegábamos al salón de baile le pediría a Crusty que esperase fuera del salón (dado que no quería que se viese afectado por la habilidad que pensaba utilizar) explicándole que en cuanto la gente empezase a huír entrase a ayudarme, acto seguido me apresuraría hacia el centro del salón a base de empujones si hacía falta y en cuanto llegase al centro del lugar utilizaría mi habilidad Miedo para hacer que al menos la mayoría de la gente se marchase corriendo. Como los sincorazón estaban justo encima y posiblemente tratarían de perseguir los corazones de los que huían no dudé ni un instante en iniciar el efecto de Señuelo para atraer hacia mí a todos los enemigos que mostrasen hostilidad hacia mi persona, obviamente ya esperaba que aparecieran por lo que invocaría mi llave espada y empezaría a golpear a los más débiles (que imaginaba que serían Sombras) para quitar de en medio aquellos que resultarían más molestos a la hora de enfrentarse a los más grandes.
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Sombra
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Re: [Castillo de los Sueños] ¡Bibidi babidi bu!

Notapor Luneshine » Sab Jul 19, 2014 9:21 pm

Por sorprendente que fuera, el arma improvisada de Jeanne funcionaba de maravilla, y consiguió apartar a la reina de mis ojos de sus acosadores. Básicamente, las dos damas podían escapar gracias a que todos los gorilas vestidos de traje ponían una atención extrema en la pelea y no en ellas. Todos menos yo.

Las otras mujeres del baile se habían juntado unas con otras, murmurando cosas horribles sobre la dueña de mi corazón, llegando a decir que deberían apartarla del medio. Ninguna lo conseguiría, mientras ellas estaban allí paradas, yo estaba intentando salvarla de su perdición.

Y allí estaba yo, persiguiendo a las dos chicas por los pasillos del castillo de marfil, escondiendo en cada rincón para que no me vieran. Por lo visto estaba funcionando, pues aún no se habían percatado de mi presencia y eso me daba cierta ventaja para formular un plan de fuga para mí y mi Diosa, y acabar con Jeanne antes de que nos detuviera. No sería fácil, pero seguro que ella estaría agradecida cuando yo la liberara de su tormento. Lo primero que tendría que hacer era poner a salvo a Lady Dianalesca, para después enfrentarme en una batalla a muert…

Acababa de atravesar la puerta del castillo, y ahora me encontraba en los jardines. Jeanne y Dianalesca se encontraban justo delante de mí.

Esto no tenía que acabar así. No así... No, mierda. Mierda, mierda, mierda.

No le di mucha importancia a su maleducado vocabulario. Me percaté inmediatamente de lo que estaba planeando hacia escasos minutos, ¿habría sido capaz de matar a alguien para mi propio beneficio? Me tapé la cara con las dos manos y respire hondo. ¿En que estaría pensando?

¡MIERDA!

El grito me saco de mis pensamientos, e hizo que mirara en dirección a su origen. Mi dama estaba histérica, pataleaba el suelo con una elegancia jamás inigualable, y uno de sus zapatitos salió volando por los aires, para luego caer a unos metros de distancia. Luego, en lugar de ir buscar su zapato, se arrodilló en el suelo con una delicadeza como la de una pluma.

Vete de aquí. AHORA su voz delataba su ira interior, era entendible su actitud―. Llévatelo contigo. No quiero verle. No quiero veros a ninguno de vosotros. A nadie. Dejadme sola. YA.

Esto último me dejó desconcertado, ¿se refería a mí? Mire a los lados, pero no vi a nadie más. Era obvio que se refería a mí, había actuado igual que los otros, como un ogro, como un monstruo. Me había peleado con otros y había planeado cosas que eran indignas de mí. ¿Cómo quería que ella me tratara bien si yo la había tratado igual que los demás?

Deberíamos irnos, Lune.

Ni me acordaba que Jeanne estaba allí. La chica de gafas me tiro un poco del brazo, indicando así, que para ella, lo ideal sería marcharnos. Tal vez debería irme con ella, pero, ¿podía abandonar a Dianalesca allí? No lo veía adecuado, ella acababa de pasar por algo muy grave, y seguramente necesitaría consuelo.

Lo siento Jeanne, debo quedarme.

Sonreí para que confiara en mí.

Si quería conquistar a Lady Dianalesca tenía que portarme como un verdadero caballero, y no como lo había hecho antes. Fui en dirección del zapatito de mi Diosa, lo recogí y luego me dirigí a Dianalesca. Me agaché, apoyando una rodilla en el suelo, y la miré. Era tan hermosa.

Siento molestaros mi dam… quiero decir, Lady Dianalesca le extendí el zapatito. Creo que una joya como esta debe reposar bajo los pies de una hermosa dama, como voshice una pausa, no quería asustarla. Si no fuera mucho atrevimiento, ¿Por qué estáis tan triste?

Intenté mostrar mi más amable sonrisa. En caso de que Lady Dianalesca me gritara, dejaría el zapatito a su lado y me marcharía en dirección al salón de baile. Sin embargo, si ella no dijera nada o me respondiese, me sentaría a su lado, esperando a que ella empezara a hablar.
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Re: [Castillo de los Sueños] ¡Bibidi babidi bu!

Notapor Zodiark » Lun Jul 21, 2014 6:45 pm

Jeanne se llevó a Diana al patio, perseguida de cerca por Lune. Les seguí sigilosamente, escondiéndome en todas las columnas y esquinas que encontré, hasta que al final llegaron al exterior.

Por el camino, oí los comentarios de los invitados sobre Diana. Los babosos hombres se preguntaban adónde había ido, mientras las estiradas y repelentes mujeres hablaban de la competencia que la chica de Bastión Hueco suponía en su afán de casarse con el príncipe. Por lo visto estaban dispuestas a quitarla de en medio, literalmente. Diana era una de las portadoras de la Llave Espada de Bastión Hueco, con el que estábamos en guerra, pero eso no significaba que me hiciera gracia que aquellas mujeres provocasen más altercados en la fiesta. Estaba totalmente en contra de aquella guerra, y todo el asunto del Reaper's Game había quedado atrás ya, así que, aunque Diana fuese alguien de Bastión Hueco, no iba a dejarla a su suerte contra aquellas brujas, si bien era cierto que seguramente sería capaz de defenderse sola contra un puñado de marujonas desesperadas, pero no parecía estar en su mejor momento. Y, ante alguien indefenso, no podía quedarme de brazos cruzados.

Ya en el patio, me quedé tras la puerta, observando la escena. Diana se soltó bruscamente de la mano de Jeanne, alejándose un poco de ella, y respirando como alguien que acababa de tener un ataque de ansiedad, apretó los puños con furia y dijo:

Esto no tenía que acabar así. No así… No, mierda. Mierda, mierda, mierda…

Algo se me escapaba, eso estaba claro. No parecía que Diana estuviese allí solamente por la fiesta, pues, por sus palabras, pude deducir que tenía una razón mayor para hallarse en aquel castillo. ¿Mala, buena? No tenía ni idea de su intención, pero sabía que había algo más que yo desconocía.

¡MIERDA!

Y, por lo visto, su plan no había salido a la prefección, para nada. Además de la frustración que claramente se apreciaba en sus palabras y en la forma en que apretaba sus puños, la escena de la que acababa de ser testigo en el salón de baile denotaba que algo iba mal con esa chica.

Vete de aquí. AHORA ―dijo Diana a Jeanne y a Lune, tras calmarse un poco―. Llévatelo contigo. No quiero verle. No quiero veros a ninguno de vosotros. A nadie. Dejadme sola. YA.

Deberíamos irnos, Lune.

Jeanne comenzó a caminar hacia la puerta en la que estaba escondida observándoles, así que me escondí rápidamente para que no se diera cuenta de que me encontraba allí.

Lo siento, Jeanne, debo quedarme —escuché decir a Lune, que parecía estar todavía bajo los efectos del encantamiento de Diana.

Escuché los pasos de Jeanne atravesando la puerta, pero seguí escondida para que no viera que les había seguido a hurtadillas. La verdad es que no se llevaría una buena impresión de mí si pensaba que era una cotilla espía nada más conocerme. La chica pasó de largo rumbo al salón de baile, y cuando hubo desaparecido, me volví a asomar por la puerta.

Siento molestaros mi dam… quiero decir, Lady Dianalesca― dijo Lune entregándole un zapato―. Creo que una joya como esta debe reposar bajo los pies de una hermosa dama, como vos.

"Qué cursi, por favor..."

La verdad es que Lune se la estaba jugando. Diana les había dicho que se marcharan, pero él seguía insistiendo y, viendo el estado de la chica, no creía que estuviese de humor para aguantar a más babosos. Me esperaba que, de un momento a otro, le soltara una sonora bofetada de las que dejan una enorme marca roja.

Si no fuera mucho atrevimiento, ¿Por qué estáis tan triste? —añadió el chico.

Hiciera lo que hiciera Lune, yo continuaría allí, observando a Diana y siguiéndola si se movía del lugar. Quería averiguar por qué estaba en aquel mundo, qué era lo que le ocurría exactamente y evitar que las mujeres de la fiesta provocaran un caos a causa de sus celos.
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Re: [Castillo de los Sueños] ¡Bibidi babidi bu!

Notapor Nell » Jue Jul 24, 2014 7:01 pm

Ragun


¿Cómo puedes saberlo…?

¡Crusty! ¡Esa gente está en peligro! ―le insistió Leinessia.

Hubo un breve cruce de miradas entre ambos, que acabó con Crusty cediendo y asintiendo a la petición de la señorita.

Venga conmigo, señor Winderinnerung. Le llevaré a su destino ―anduvo a paso rápido hasta la puerta de la habitación―. No tenemos mucho tiempo, he de suponer, así que apresurémonos.

Y cuando ambos estuvieron fuera, Crusty cerró de golpe la puerta con llave. Leinessia, que había tratado de seguirlos, se quedó dentro con cara de sorpresa, y comenzó a aporrear la puerta de inmediato.

¿Qué estás haciendo, Crusty? ¡Ábreme!

Lo lamento, mi Lady. Es por su seguridad.

La dolor por la traición de dejarla encerrada, fuera de la acción, era palpable en el rostro del guardaespaldas. Se alejó unos pasos de la puerta, para poner distancia al deseo de cumplir la orden de la persona a la que más quería proteger, y a la que había tenido que engañar para hacerlo. Sabía que, de habérselo dicho, se habría negado y les hubiese obligado a llevarla con ellos.

Incapaz de permanecer más tiempo frente a la puerta, y con prisa, Crusty hizo una seña a Ragun para que le siguiera y comenzó a correr por el pasillo.

¡No, Crusty, no me hagas esto! ¡Sabes que este baile era mi sueño! ―cambió de táctica―. ¡Ayúdeme, Lord Alexander! ¡Os seré de utilidad!

Estaba en su mano liberarla o no.

Cuando se pusiera a la altura de Crusty, con Leinessia o sin ella, este le explicaría:

Me temo que nunca antes he estado en este castillo. Sin embargo, tengo unos parientes lejanos que me han explicado concienzudamente cómo es y cómo moverme por él. Sabré guiaros hasta el salón de baile. Allí, avisaré a los guardias de que evacúen la sala, aunque he de advertirle de que tal petición no se llevará a cabo hasta que no sea visible el peligro. Nadie nos creerá sin pruebas, ni interrumpirán una ocasión tan especial por un par de desconocidos ―no lo dijo con intenciones ocultas, sino ciñéndose a la verdad.

Fue una buena decisión contar con Crusty para guiarle, en vez de marcharse y buscar el camino por sí mismo. El caballero se movía con rapidez entre los cientos de pasillos, por los que pronto se perdió Ragun al intentar conectar unos y otros.


El salón del baile


Cuando Crusty y Ragun alcanzaron el salón, aún no habían llegado los sincorazón. Había cierto revuelo en la entrada principal que conectaba a la calle, pero entre varios soldados estaban poniendo paz. Al parecer, varios hombres se habían peleado en mitad del baile.

Encárguese de ellos, señor Winderinnerung. Y tenga cuidado ―se separó de él y se encaminó a uno de los guardias más cercanos, el único que llevaba una gran medalla dorada en el pecho―. Señor, mi dama ha sido atacada en su habitación, y sospecho que el culpable se dirigía hacia aquí.

Acto seguido, se enzarzaron en una discusión por la incredulidad del jefe de la guardia, que Ragun no alcanzó a escuchar al abrirse paso hacia el centro de la sala.

Se hallaba a pocos pasos cuando la primera mujer chilló. Todos los presentes se giraron a mirar y se sucedieron varios gritos más. A los pies de la señora, había aparecido del suelo una criatura negra, agazapada y de ojos amarillos, vacía de conciencia tras ellos. El susto hizo que se bloqueara y se quedase inmóvil.

Entonces, Ragun usó Miedo. Todos los invitados se echaron a temblar, olvidándose de la sorpresa que les había provocado la repentina aparición del sincorazón. La mujer a la que acechaba echó a correr, junto a otros muchos de su alrededor. Y si bien la mayoría de estos se encaminaban hacia las salidas, hubo quien se limitó a buscar una pared lejana o a esconderse tras las cortinas o las plantas. El resto, en cambio, se quedó aún más paralizado de terror.

Los únicos que se vieron menos afectados fueron los guardias. Si bien alguno escapó junto a quienes había jurado proteger, los que resistieron se quedaron, confusos y desorientados, pero dispuestos. El capitán, que había sido advertido por Crusty, entendió el peligro (aunque no ese inusitado miedo que les había invadido a todos de golpe) y ordenó a gritos que evacuaran a los rezagados.

Mientras tanto, más sincorazón fueron apareciendo. Eran solo Sombras, contra las que Ragun luchó sin dificultades y a las que atraía con polillas con Señuelo.

En estas instancias, Jeanne alcanzó el salón. Había escuchado los gritos y se había cruzado por el camino con los invitados que huían despavoridos, pero gracias a su pequeño tamaño y a haberse echado a un lado, a tiempo de ser pisoteada por la manada, pudo escurrirse entre ellos y continuar. A ambos lados de la muchacha aparecieron dos Sombras y se abalanzaron sobre ella.

Quedaban pocas personas en la sala (los guardias se iban junto a los rezagados que se llevaban y los que se quedaban, con Crusty, protegían las salidas que conectaban directamente con palacio), cuando hicieron acto de aparición los verdaderos peligros. Uno de los soldados señaló con un gritó al techo, donde contemplarían que aparecían, surgidos de la oscuridad, seres alados, de color morado, y terribles garras en manos y pies:

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Y así mismo, desde el techo, hacían lo mismo otro tipo de criaturas, que se ponían a caminar inocentemente por el recinto, sin prestar atención a nadie en particular, como si no hubieran acudido al ataque:

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Tenían a su alrededor numerosos enemigos, tal y como había predicho la habilidad de Ragun. Por el techo, volaban ocho Gárgolas; por el suelo, paseaban cinco Hongos Negros; y además de ellos, quedaban cinco Sombras (dos de las cuales atacaban a Jeanne).

Las Gárgolas fueron las más feroces. Todas ellas, atraídas por el Señuelo de Ragun, se arrojaron sobre él, y dos consiguieron dañarle en la cabeza y arañársela con las garras de los pies; las otras seis no se atrevieron por el peligro que representaba la llave. Pero eso no duraría para siempre, acorralado como estaba por tantas de ellas.


VIT de Ragun: 76/82
PH de Ragun: 20/44
VIT de Jeanne: 8/8
PH de Jeanne: 6/6



Maya y Lune


Después de rechazar el ofrecimiento de su compañera a volver dentro, el galán recogió el zapatito del suelo y se arrodilló ante ella para colocárselo. Maya, que ya conocía a Diana y esperaba con diversión el momento en el que la cruel aprendiza de Bastión Hueco pusiera a Lune en su lugar, se llevó una grata sorpresa cuando esta extendió el pie para que el caballero le colocara la prenda.

No dijo nada. Se limitó a dejarle hacer, bajar después el pie y quedarse sentada en el mismo lugar. Solo respondió cuando el proceso finalizó.

¿Triste? Sí, supongo que lo estoy.

Le miró de reojo, suspirando, y puso su mano en el hueco vacío que había junto a ella, como seña para que se sentara a su lado. Volvió a suspirar y a mirar al cielo. Toda la furia se había evaporado para dar paso a esa tristeza que había intuido Lune. Y algo de melancolía.

Vivimos una guerra ―comenzó a relatar Dianalesca, sin mirarle en ningún momento, como si no hablara para nadie más que ella misma―. Provengo de un reino muy, muy lejano. Posiblemente nunca llegues a saber de ella, ni te afecte jamás. Serás felizmente ignorante. Qué envidia.

»Ni siquiera sabría explicarte cómo demonios llegué a meterme en esto. Nunca he querido una guerra, y de la noche a la mañana, estoy de repente dentro de una. Si hubiera sabido que esto iba a pasar… no hubiese aceptado su oferta. Ya no sé qué pensar… Ni en quién creer…

»Bah, ¡qué importa! Escucharías hasta la perorata más estúpida que saliera de mis labios, embriagado por mi esencia. Me habría gustado poder evadirme de todo con el baile, y resulta que ni soy capaz de…

Entonces, escucharon los gritos. Dianalesca se puso inmediatamente en pie, mirando en dirección al castillo. Parecía haber recordado algo, porque no dudó en correr de nuevo al interior, hacia el ruido que provenía de la sala del baile, olvidándose de su caballero.

Y en el marco de la puerta, se topó con una escondida Maya.

¡Tú! ―exclamó furiosa, frenando su carrera.

Extendió sus brazos hacia ella y las enredaderas brotaron con naturalidad en dirección a la aprendiza. En apenas unos segundos, estaba atada por completo entre las zarzas, elevándose desde el suelo. Las plantas iban oprimiéndola cada vez más y Diana la observaba con rabia, sabedora de que había escuchado toda su conversación. Y se estaba vengando por ello.

Tanto si Lune la había seguido como si no, Dianalesca se dirigiría a él, sin apartar la vista de Maya:

¡Vete de aquí! ¡Esto no es asunto tuyo!

Pero sí lo era. El hechizo hipnotizador aun emborronaba su mente con Dianalesca tan cerca. Sin embargo, la agonía de su compañera, unida posiblemente a sus gritos, hicieron que se encendiera algo de luz en su cerebro. Y que comprendiera que tenía intención de matar a Maya.

Los gritos se hacían cada vez más fuertes. Si algo había ocurrido en el salón de baile, los invitados correrían hacia la salida, lo que significaba que no tardarían en llegar hasta donde estaban ellos.


Fecha límite: 29 de julio.
(Gonax ha avisado de su ausencia).
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Re: [Castillo de los Sueños] ¡Bibidi babidi bu!

Notapor 15nuxalxv » Vie Jul 25, 2014 1:34 am

Lune no me siguió. El solitario camino que se abría ante mí se me hizo largo, como un día de lluvia en verano. Podía escuchar mi propia respiración, acompasada con el ritmo de mis pasos.

Pero el silencio no duró mucho. De pronto, oí gritos. Procedentes del lugar adonde me dirigía. Me puse en alerta al instante. Aquellos gritos eran de puro terror, no podían deberse a elementos triviales como la llegada del príncipe. Aligeré el paso, casi podía decir que corría. Los gritos me llamaban casi como la chica rubia atraía a los varones. Entonces, los propietarios de las despavoridas voces corrieron hacia mí. Más bien, corrieron por encima de mí. Podía agradecer mis reflejos y mi baja estatura, que habían evitado una dolorosa (y nada digna) muerte por aplastamiento. El alud pasó, y yo continué mi camino, ya corriendo como alma que lleva al diablo.

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Llegué al salón de baile. No me extrañaba el miedo de los invitados: sincorazón. El Rey los había subestimado. ¿Y si le hubiera avisado del peligro? Si había muertos… ¿sería culpa mía?

No. Yo no podía haberlo sabido. Y seguramente no me hubiera escuchado, siendo una jovencita que se había colado en sus aposentos. Pero, ¿y si le hubiera mostrado la Llave-Espada? ¿Habría servido para algo?

Sacudí la cabeza. Los únicos culpables eran los sincorazón, me dije. Era mi deber acabar con ellos, como Portadora de la Llave-Espada. Además, no quería que nadie muriera.

Entonces, dos Sombras surgieron de la nada y arremetieron contra mí. Di una voltereta como evasión (daba gracias por haber arreglado antes mi vestido, o hubiera acabado verdaderamente mal). Acto seguido, invoqué mi Llave-Espada. Tal vez fueran los sincorazón más básicos, pero yo era una novata. No creía necesario utilizar magia, prefería reservar mi poder para el salón, así que intentaría esquivar (con más volteretas o simplemente echándome hacia un lado) o bloquear sus ataques y contraatacar, vigilando una mientras golpeara a la otra. Quería acabar con ellas rápido, pero tampoco quería descuidarme intentando acabar pronto. No esperaba salir ilesa, pero no me convenía tampoco acabar malherida antes de lo que consideraba la verdadera pelea.

Una vez hubieran caído, analicé raudamente el estado del salón. Había tres Sombras más, cinco extraños seres que no pude identificar (aunque no parecían muy centradas en la pelea, así que si no me atacaban no lo haría yo) y unos cuantos seres alados con garras afiladas (me recordaron vagamente a los primeros sincorazón que vi, cuando no era Aprendiza; me estremecí levemente ante el recuerdo).

Para mi alivio, una parte de los guardias evacuaban a todos los invitados que quedaran. La otra parte se quedaba luchando contra los oscuros engendros. Pensé en el joven e inexperto guarda que había conocido. Si se enfrentaba solo a una de esas criaturas, la probabilidad de su supervivencia era ínfima.

Entonces, vi como todos los seres alados (que identifiqué como Gárgolas por cortesía del Glosario de los Sincorazón) se abalanzaban contra alguien. Corrí en su ayuda. No creía que las sombras fueran un problema demasiado grande para los guardias, y era obvio que el problema de aquel muchacho sí era demasiado grande. Inmenso. Intenté no recordar que también lo sería para mí. Al menos, esperaba que los centinelas me echaran una mano, aunque fuera pequeña.

Entonces la vi: una Llave-Espada. Aquel chico era portador. Pero si no había venido con nosotros, ¿de dónde era?

No era momento de hacer preguntas. Dos Gárgolas se habían tirado a su cabeza. Atreviéndome a pensar que si estaban centradas en él no podrían burlarme, ataqué a una de ellas. En aquel momento habría llamado la atención de mi enemigos, así que debía estar aún más alerta si cabía. Al menos, esperaba que el otro portador me ayudase.

¿Estás bien?le dije al chico, hablando al filo entre lo rápido y lo ininteligible. Pude ver que tenía más o menos mi edad, con el pelo oscuro y ropajes de noble. No le presté más atención, no era mi prioridad observarle.Prefería contar los sincorazón: ocho Gárgolas―. Si me cubres, yo te cubro.

En el caso que más de tres sincorazón se acercaran demasiado (aunque siempre era demasiado), intentaría dispersarlos con Ráfaga (no sabía si el hecho de tener alas les ayudaría a contrarrestar el ataque, pero no me detuve a pensarlo. Sólo era una de las muchas cosas que podían fallar). Comenzar a atacar a diestro y siniestro no serviría de nada, seguramente me esquivarían con facilidad ridícula. Rememoré cómo me atacaron en Port Royal. Estos sincorazón eran similares a ellos, así que había una posibilidad que sus estilos fueran similares. Si era así, intentarían arrojarse contra mí y clavarme sus garras para apresarme.

Así que me mantendría en continuo movimiento: esquivando embestidas y atacando cuando pasaran de largo. Terminaría agotada, lo sabía. Pero mejor agotada que muerta.

Entre esquive y ataque, echaría vistazos a la espalda de mi nuevo camarada. En caso que se viera en peligro, iría a ayudarle en el acto.

Y por debajo de todo eso, una pequeña parte de mi cerebro no ocupada en sobrevivir se dedicaría a rezar por la vida de todos los presentes en el salón (qué decir que sobre todo por la mía).

No quería morir.

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Ráfaga (HM) [Nivel 3] [Requiere Poder Mágico: 4] Ataque básico de elemento Viento. Pequeño ciclón de viento que brota de la palma del personaje, con pocas probabilidades de derribar al enemigo al suelo.

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Re: [Castillo de los Sueños] ¡Bibidi babidi bu!

Notapor Sombra » Vie Jul 25, 2014 5:28 am

¿Cómo puedes saberlo…?

Fruncí el ceño y solté una risa sarcástica.

¿Puedo invocar cosas de la nada y lo que más te preocupa es que pueda saber hacia donde se dirigen esos sincorazón? ―dije por primera vez el nombre de aquellas criaturas.

¡Crusty! ¡Esa gente está en peligro! ―apoyó la chica mi sugerencia.

Ama y sirviente se miraron tan solo durante unos instantes, pero fue tiempo suficiente para que el caballero asintiese obedeciendo a la petición de la joven.

Venga conmigo, señor Winderinnerung. Le llevaré a su destino ―no tuvo que decírmelo dos veces―. No tenemos mucho tiempo, he de suponer, así que apresurémonos.

Asentí apresurándome a abandonar la habitación y en cuento ambos salimos el caballero cerró la puerta y con una llave cerró la puerta para impedir que la joven pudiese abandonar su cuarto.

¿Qué estás haciendo, Crusty? ¡Ábreme!

Lo lamento, mi Lady. Es por su seguridad.

El guardaespaldas se alejó de la puerta con rostro dolido temiendo por la seguridad de la chica, pero yo sabía de alguna manera que eso era un error. Cualquier sincorazón podría aparecer por allí y matarla. La muchacha no tendría sitio al que escapar y aquella habitación se convertiría en su tumba, una tumba donde no habría un cuerpo, solo un miembro más de las bestias que devoraban los corazones de la gente.

¡No, Crusty, no me hagas esto! ¡Sabes que este baile era mi sueño! ―suplicó―. ¡Ayúdeme, Lord Alexander! ¡Os seré de utilidad!

Materialicé mi llave espada nuevamente y con la punta de ésta toqué la cerradura, al instante un chasquido hizo seña de que la puerta se había desbloqueado y Leinessia pudo salir.

Aquí encerrada y sola serías una presa fácil para cualquiera que pudiese aparecer de súbito, es mejor que estés cerca para que sea posible que Crusty te vigile y proteja ―expliqué el motivo de que la hubiese liberado―. Posiblemente veas cosas tenebrosas y desees escapar pero te pido una cosa a cambio de lo que acabo de hacer: Quédate junto a Crusty todo el rato.

En cuanto respondió ambos empezamos a correr alcanzando al guardia quien posiblemente no puso buena cara a lo que acababa de hacer, aunque no comentó nada al respecto, simplemente se limitó a hablar:

Me temo que nunca antes he estado en este castillo. Sin embargo, tengo unos parientes lejanos que me han explicado concienzudamente cómo es y cómo moverme por él. Sabré guiaros hasta el salón de baile. Allí, avisaré a los guardias de que evacúen la sala, aunque he de advertirle de que tal petición no se llevará a cabo hasta que no sea visible el peligro. Nadie nos creerá sin pruebas, ni interrumpirán una ocasión tan especial por un par de desconocidos.

Tengo mis propias maneras de evacuar rápidamente una zona ―hice referencia a uno de mis hechizos preferidos y que muy posiblemente tendría que utilizar para abrir espacio y poder luchar con comodidad sin arriesgarme a herir de forma accidente a algún civil.

Atravesamos numerosos pasillos hasta que pudimos alcanzar el salón. Cuando vi que en la entrada parecía que había algún problema no pude más que pensar en sincorazón, aunque dado que tan solo era un grupo pequeño de gente el que parecía nervioso supuse que simplemente se habían encontrado un pelo en la sopa aunque cuando me acerqué descubrí que una pelea entre varias personas acababa de llevarse a cabo unos minutos atrás.

Encárguese de ellos, señor Winderinnerung. Y tenga cuidado ―asentí en silencio dejando al cargo de Crusty también a su princesita―. Señor, mi dama ha sido atacada en su habitación, y sospecho que el culpable se dirigía hacia aquí.

No presté más atención a la conversación con el guardia y me abrí paso entre las personas que habían asistido al baile, tuve que dar más de un codazo para poder alcanzar el centro del salón hasta que el grito de una mujer hizo que todos mis sentidos se activasen. No tardé en verlo, un simple sincorazón sombra observaba con sus resplandecientes y en cierto sentido adorables ojos a los invitados pero no fue el único que apareció, la sorpresa se sumó en varios puntos más de la sala y pronto aquel lugar se convertiría en una carnicería y el suelo se convertiría en una alfombra de sangre.

No había tiempo para evacuaciones. Era hora de que se abriese el telón y el verdadero espectáculo empezase.

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Miedo ―pronuncié con una voz profunda que resonó como un eco que embaucó de forma inconsciente a todos los que estaban en aquella sala. El efecto fue tan inmediato como el que los sincorazón habían provocado cuando hicieron acto de presencia en el lugar.

Los guardias, quienes se habían visto menos afectados (por suerte) por mi habilidad gracias a la fuerza mental que habían tenido que adquirir tras sus respectivos entrenamientos pudieron reaccionar evacuando a aquellos más rezagados. Para evitar que alguien fuese atacado durante su huída activé otra de mis habilidades: Señuelo, que me permitía atraer los "sentimientos negativos" y por tanto toda muestra de hostilidad que me detectase como enemigo se dirigiría hacia mí casi de forma automática, era una técnica perfecta cuando tenías aliados cerca.

Varias sombras más se materializaron alrededor de mí, no fue difícil eliminarlas dado que conocía de sobra como actuaban, aunque aún así era imposible que pudiese luchar tan bien como haría con mi otro brazo en su sitio.

Espero que lo comprendáis, no hago esto porque me guste... Bueno, un poco ―dije refiriéndome hacia los sincorazón como si pudiesen entenderme―. Espero que al menos podáis divertirme.

Y entonces, el grito de un guardia alertó de un nuevo peligro: Gárgolas. Rara vez me había enfrentado a uno de ellos, pero sabía que yo solo no podía con más de tres o cuatro a la vez pero los otros que también habían aparecido alrededor eran preocupantes. Nunca había alcanzado a ver aquella clase de sincorazón que parecían vestir una túnica negra y que llevaban una especie de sombreros similares al de Ariasu. No sabía lo que hacían, pero por el momento no atacaban y simplemente paseaban por la zona por lo que estuve más atento de los seres voladores.

Las Gárgolas, atraídas por mi habilidad no dudaron en lanzarse a por mí y aunque pude evadir a la mayoría cuando me agaché para esquivar a dos de ellas me fue imposible ver venir los dos arañazos que dañaron mi cabeza.

Pequeños cabrones. ¿Os gusta jugar? ―rugí enfadado.

Y en ese momento me di cuenta de que una chica se aproximaba a mí, no le habría prestado mucha atención si no viese el arma que portaba: Una Llave Espada. Sabía de sobra quienes habíamos ido de misión a ese mundo de entre los habitantes del bastión y tampoco la había visto nunca en la base de nuestra orden. Si fuese una completa novata no la habrían dejado ir a otro lugar libremente y menos ella sola por lo que era más que probable que estuviese aquí con más miembros de una misión o una Maestra, obviando que de haber otra misión diferente en este mundo con mis compañeros habrían venido con Gonax, Diana y conmigo solo había una posibilidad para aquella chica: Nada más y nada menos que una aprendiz de Tierra de Partida.

¿Estás bien?preguntó de golpe, seguramente me había confundido con uno de los suyos, algo que no me sorprendía dado el gran número de aprendices que había en Tierra de Partida... Aunque la mayoría eran unos inútiles que solo estaban allí o por enchufe o por pena (como era el caso de Light Hikari, que posiblemente solo se había convertido en aprendiz porque sus padres eran portadores también)

Solo es un rasguño ―resté importancia a la herida que me habían provocado los sincorazón. Después de haber perdido un brazo, que un Lado Oscuro me hubiese estampado contra el suelo rompiéndome las costillas, ser abrasado por los brazos de Tesler que estaban al rojo vivo y mucho más... pues sí, aquello solo era un rasguño sin importancia.

Si me cubres, yo te cubro.

De acuerdo ―respondí a su oferta, aunque lo cierto era que solo me iba a preocupar por mi propio culo.

No conocía de nada a aquella portadora que evidentemente era de Tierra de Partida, si no acababan con ella los sincorazón durante el combate podría hacerlo yo más tarde. Tenía mil y una formas de hacerlo.

<<Podría intentar aprender a devorar un corazón como hizo Mateus utilizándola de conejillo de indias. Tal vez pudiese aprender a crear incorpóreos yo también, sería un experimento interesante>>

Quité aquellas ideas que en ocasiones aparecían en mi cabeza mientras utilizaba mis poderes sincorazón y di un salto para tirarme contra una de las Gárgolas y poder dejarla en el suelo inmovilizada tratando de apresar sus alas con mis rodillas. Mi objetivo con aquella desafortunada Gárgola era simple: Clavar mi llave espada en su cabeza para destruirla al momento, aunque en el caso de que aquello fallara tendría que optar por una segunda opción un poco más violenta y que trataba en esperar a ser atacado para defenderme anteponiendo la llave espada y de esa forma bloquear el golpe, eso debería de provocar por un momento que el sincorazón perdiese el equilibrio en el aire y tuviese que quedarse quieto para dar un par de aletazos y volver a alzar el vuelo. Tiempo suficiente para darle uno o más golpes, quería comprobar cuanto resistía antes de liberar su corazón. Sería divertido.

Por supuesto, sabía de sobra que había muchos más sincorazón en el lugar así que no podía quitar el ojo de las escurridizas sombras que seguramente empezasen a congregarse alrededor de la "Misteriosa portadora" y mío para hacernos caer. Si veía que alguna intentaba algo podría apartarlas de una patada o si veía oportunidad clavarles la espada, todo dependía de lo apurado que me viese para evitar los posibles ataques de las Gárgolas y de aquellos que llevaban sombreros que les hacían parecer unas setas mutantes. Si veía que algún golpe verdaderamente peligroso pudiese llegar a mí utilizaría Evasión Sombría para evitarlo.

El efecto de utilizar Instinto Sincorazón y habilidades de aquel tipo provocaban en mí un efecto un tanto extraño, me convertía en algo mucho más violento y un tanto sádico de una forma que me resultaba incluso natural, casi como si esa habilidad "colase" un efecto secundario en mí: Sentir ese Instinto de destruír y devorar. No era tan diferente de ellos al final por mucho que me costase admitirlo, pero por lo que había comprobado en otras ocasiones en cuanto el peligro inmediato hubiese pasado y por tanto pudiese calmarme ese efecto se iría sin más.

Aunque estando en guerra eso no evitaría que tuviese que hacer algo con esa chica, claro. Sería una suerte que apareciesen todos sus compañeros y pudiese eliminarlos de un plumazo.

<<Eso si no hay un Maestro con ellos, claro. En ese caso tendré que hacer una retirada estratégica>>

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Re: [Castillo de los Sueños] ¡Bibidi babidi bu!

Notapor Luneshine » Lun Jul 28, 2014 1:08 am

Lady Dianalesca extendió su delicado pie, y yo, como un caballero, le puse el zapatito con el mayor cuidado posible para no hacerle daño a mi Diosa.

¿Triste? Sí, supongo que lo estoy.

Mi plan estaba funcionando a la perfección, ya había conseguido su atención de una forma positiva. Lady Dianalesca puso su mano en el suelo, como señal para que me sentara a su lado. Lo hice con una sonrisa de oreja a oreja, lo intente disimular (no con mucho éxito) dado que mi sol y estrellas no compartía esa felicidad, hasta se podía notar un poco de melancolía en su voz. Ella, con mucha elegancia, suspiro profundamente, para luego mirar el cielo.

Vivimos una guerra ―todos mis sentidos se pusieron alerta tras escuchar esas palabras, ¿estaría hablando de la misma guerra que se rumoreaba por Tierra de Partida? Puse máxima atención en sus siguientes palabras―. Provengo de un reino muy, muy lejano. Posiblemente nunca llegues a saber de ella, ni te afecte jamás. Serás felizmente ignorante. Qué envidia.

Una de las teorías que se me había pasado por la cabeza se desvaneció en ese momento. Esa era que tal vez Lady Dianalesca hablase de una guerra en este mundo, lo que sería algo bastante normal, quitando el hecho de que se estaba celebrando una fiesta enorme en el palacio. Pero no, ella hablaba de una guerra en un reino muy lejano, lo que para mí era sinónimo de mundo. O talvez era solo paranoias mías y ella no pasaba de una simple, aunque bellísima, noble de un reino vecino, aunque para ella era muy lejano.

»Ni siquiera sabría explicarte cómo demonios llegué a meterme en esto. Nunca he querido una guerra, y de la noche a la mañana, estoy de repente dentro de una. Si hubiera sabido que esto iba a pasar… no hubiese aceptado su oferta. Ya no sé qué pensar… Ni en quién creer…

Fruncí el ceño. Toda esta historia me estaba resultando muy familiar. Yo acepté la oferta de Ronin, ¿sería Lady Dianalesca una aprendiz de Tierra de Partida? Y si lo era, ¿con quién había venido?, ¿con otro maestro? También cabía la posibilidad que hubiera venido sola.

Me paré a reflexionar un poco, si realmente había una guerra, esta tendría dos bandos: uno sería los guerreros de la llave espada, cuya base sería Tierra de Partida, mientras que los otros no los conocía, así que cabía la posibilidad que Dianalesca fuera de este bando.

»Bah, ¡qué importa! Escucharías hasta la perorata más estúpida que saliera de mis labios, embriagado por mi esencia. Me habría gustado poder evadirme de todo con el baile, y resulta que ni soy capaz de…

Gritos. Antes de que mi diosa pudiera acabar de relatar su historia se oyeron gritos que provenían de dentro del castillo. Tanto yo como mi dama nos levantamos, sin embargo, ella salió corriendo en dirección al castillo. Salí disparado en la misma dirección que mi Diosa, tardando un poco más que ella en reaccionar.

Ella alcanzó primero la puerta, para luego detenerse de golpe. Llegue unos segundos después, pero fue suficiente para ver lo que ocurriría.

¡Tú! ―mi diosa estaba furiosa por alguna razón que desconocía, pero podía intuir.

Maya, una de mis compañeras en esta misión, había estado todo el rato espiándonos, pero eso en sí, no era un motivo para ponerse furioso, a no ser que hubiera algo más, como una guerra entre la cual Maya estuviera en un bando y mi dama en otro.

Y para confirmar mis sospechas Lady Dianalesca extendió sus brazos, unas enredaderas fueron creciendo de la nada para luego atrapar a Maya en sus brazos, apretando cada vez más. Esto demostraba que había algo que desconocido para mi estaba pasando y que talvez estaba enamorado del enemigo y que este estaba a punto de matar a un compañero.

¡Vete de aquí! ¡Esto no es asunto tuyo!

Hice caso omiso de lo que decía.

Me quedé helado. Debería hacer algo para detener la muerte de Maya, pero ¿qué podría hacer yo contra esa magia que tenía atrapada mi compañera? La última vez que intenté enfrentarme a algo que no entendía había aprendido a volar gracias a un puñetazo. Lo mejor que podría hacer era actuar con cautela e inteligencia, tal vez podría persuadir Dianalesca para que parara, solo necesitaba el señuelo adecuado a las condiciones.

Intenté pensar, pero cada segundo era demasiado valioso y me dejaba tenso, aparte, la gran cantidad de gritos que era cada vez más alto hacía imposible la tarea de pensar con claridad.

Gritos. ¿Gritos? ¡GRITOS!

Los gritos significaban gente, y el aumento del volumen de los gritos solo podía significar que las personas se estaban acercando a nosotros. Esta podría ser una buena forma de liberar a Maya, pues según las leyes del interespacio, uno no puede revelar la existencia de los mundos, ni de la magia, a la gente común. Y una manada se estaba acercando a nosotros.

Sin perder mucho más tiempo me acerqué al oído de Dianalesca y le susurré, de la forma más dulce posible, sin desviar en ningún momento la mirada de la pobre Maya:

Deberíamos marcharnos, se acerca una enorme cantidad de gente, no creo que sea adecuado que miren esto.

Señalé a las enredaderas.

Tal vez con esta actitud mi dama se enteraría de que se más de lo que debería saber, pero una vez ella liberara Maya y se marchara por temor a la multitud (que era lo que deseaba, a pesar de mi amor infinito) intentaría desviarme de la multitud.

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Espero que Diana no me mate :cry:
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Re: [Castillo de los Sueños] ¡Bibidi babidi bu!

Notapor Zodiark » Mié Jul 30, 2014 2:47 am

Para mi sorpresa, Diana no castigó a Lune por su actitud acosadora y cursi, sino todo lo contrario; extendió su pie para que el chico colocase en él el zapato y le hizo un gesto con la mano para que se sentase junto a ella. La rabia que acababa de mostrar ante mis ojos se había convertido en tristeza y melancolía, y parecía querer iniciar una conversación con su 'hechizado'.

Vivimos una guerra. —dijo ella cuando Lune se hubo sentado a su vera.

La guerra... Supuse que se refería a la guerra entre Tierra de Partida y Bastión Hueco en la que, muy a pesar, yo también estaba implicada. Y, por su tono de voz y el suspiró que dejó ir antes de comenzar a hablar, no parecía que ella estuviese demasiado contenta con la situación, tampoco.

Provengo de un reino muy, muy lejano. Posiblemente nunca llegues a saber de ella, ni te afecte jamás. Serás felizmente ignorante. Qué envidia.

Si realmente se refería a nuestra guerra, no parecía que sospechase siquiera que Lune fuera uno de los nuestros. ¿Que jamás sabría de ella? Lo sentía pero, por desgracia para Lune, él estaba también inmerso en el conflicto, aunque fuese todavía un novato. Y, quién sabe, quizá les tocaría enfrentarse entre ellos dos tarde o temprano. Aunque Lune tendría las de perder, teniendo en cuenta que Diana nos superaba a muchos aprendices en poder y que, además, era 'su Diosa'.

Ni siquiera sabría explicarte cómo demonios llegué a meterme en esto. Nunca he querido una guerra, y de la noche a la mañana, estoy de repente dentro de una. Si hubiera sabido que esto iba a pasar… no hubiese aceptado su oferta. Ya no sé qué pensar… Ni en quién creer…

Cómo la comprendía... Siempre he deseado la paz, no me hice aprendiza de la Llave Espada para meterme en un juego de traiciones, puñaladas por la espalda y derramamiento de sangre sin sentido, sino para hacerme más fuerte y proteger los mundos. Estaba en Tierra de Partida para ayudar a mantener el orden, no provocar más caos.

Diana parecía dudar, no parecía confiar al cien por cien en la gente de su facción, por sus palabras. ¿A qué oferta se refería? ¿Quizá hablaba de Ryota? Mal asunto si comenzaba a dudar de su propio líder, si se quedaba en medio de ambos bandos sufriría mucho más aun. Pero bueno, ¿quién era yo para juzgarla por dudar de su líder? Después de la 'traición' de Ronin, yo no sabía ni qué pensar. De hecho me mantenía en el más estricto escepticismo, buscando respuestas a lo que verdaderamente sucedió aquel día. Sí, me mantendría fiel a Tierra de Partida por Kazuki y por mis amigos, pero eso no implicaba creer las acusaciones de ninguno de los dos bandos. Lo único que quería era saber la verdad, poner fin a la guerra y, sobre todo, no tener que combatir contra mi amigo Alec...

Bah, ¡qué importa! Escucharías hasta la perorata más estúpida que saliera de mis labios, embriagado por mi esencia. Me habría gustado poder evadirme de todo con el baile, y resulta que ni soy capaz de…

Antes de que la muchacha pudiera acabar de pronunciar su frase, unos gritos de pánico provinieron de la sala de baile. Rápidamente me giré hacia la dirección de los gritos, dispuesta a atravesar el pasillo corriendo para ver qué ocurría.

Pero no fue posible. Cuando estaba a punto de arrancar a correr, oí una voz a mi espalda.

¡Tú!

Esto...

Diana me había visto de lleno, y no parecía muy contenta con mi presencia. A causa de los gritos, me había quedado totalmente a la vista, olvidando por completo que Diana posiblemente también se alertaría por los gritos y correría a echar un vistazo.

La aprendiza de Bastión Hueco extendió ambos brazos hacia mí, dispuesta a hacerme algo. Agitada por lo que fuera a hacer, intenté hacerme a un lado, pero no fui lo suficientemente rápida. Unas enredaderas brotaron de sus brazos, apresándome sin dejarme oportunidad de escapar. Hice fuerza para intentar escapar de ellas, o romperlas, pero eran demasiado robustas para que una simple niña pudiera liberarse así como así.

¡Vete de aquí! ¡Esto no es asunto tuyo! —ordenó a Lune, sin apartar su nuevamente furiosa mirada de mí.

Ugh... N-No, Diana... —dije apretando los dientes para ocultar mi dolor, y con una respiración más y más costosa a cada segundo que pasaba—. No estoy... aquí... para luchar con.. tigo... Yo también estoy... en contra... de esta guerra...

Lune, que había desobedecido a 'su Diosa' de nuevo y se había quedado allí, se acercó a Diana y le susurró algo al oído. No sabía qué le habría dicho, pero, en su estado, esperaba que no estuviese animándola para que siguiera torturándome.

S-Sólo he venido a... a ayudarte... Q-Quieren ma-matarte... —añadí, forzando la poca respiración que me quedaba por culpa de las enredaderas.

Si Diana no quería soltarme de forma pacífica, tendría que zafarme de aquellas zarzas yo misma. Tras comprobar que mi fuerza no era suficiente para escapar, la única forma de salvarme sería utilizando magia.

Clavaría mi mirada en Diana y sacaría fuerzas de flaqueza para lanzarle un hechizo Mutis. Si mi idea funcionaba como esperaba, Diana se vería silenciada por mi magia y las enredaderas desaparecerían, y tendría algo de tiempo para correr y ocultarme por el castillo.
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Re: [Castillo de los Sueños] ¡Bibidi babidi bu!

Notapor Nell » Jue Jul 31, 2014 11:07 pm

El salón del baile


Un dos contra uno nunca es justo y Jeanne lo comprobó enseguida. Las dos Sombras eran débiles, pero la aprendiza tampoco las superaba demasiado. Consiguió derrotarlas a ambas a base de esquivas y arremetidas, llevándose un zarpazo de regalo.

Ocho contra uno era una cifra peor. Jeanne trató de ayudar al acorralado sin éxito, porque las Gárgolas sobrevolaban por encima de sus cabezas y no alcanzaba a ninguna. Además, tenía poco manejo con el arma y un par de veces estuvo a punto de darle un coscorrón a Ragun por el intento.

Por otro lado, mientras Jeanne pretendía defenderse como pudiera, Ragun planeó una muerte horrible para una de las Gárgolas despistadas que volaban lo suficiente bajo como para alcanzarla de un salto. El sincorazón chilló, desequilibrado por el golpe y encima luego lanzado al suelo, retenido por las rodillas del aprendiz. Ragun podía experimentar y deshacerse de él como quisiera, porque el error ya lo había cometido.

Una persona arrodillada y mirando al suelo es la presa que todo enemigo aéreo sueña con tener algún día. Las siete restantes Gárgolas se abalanzaron sobre él, más que por defender a su amigo (que ya estaba perdido), para darle de lo lindo. Dos se le agarraron al cuello, una a la cabeza y otras dos en la parte superior e inferior de la espalda; y todas a una comenzaron a rasgar. Las dos restantes se quedaron flotando sobre su cabeza, atentas a que les hicieran un hueco, porque entre que un brazo del chico ya estaba muy malherido y el otro tenía la todopoderosa llave, mejor no.

No había estado atento al peligro y se llevó todos los golpes, pero acorralado, solo le quedaba escabullirse con su Evasión Sombría. Dónde quería reaparecer u ocultarse, era cosa suya, pero las Gárgolas ascendieron otra vez hacia el techo y lo buscaron con avidez, imbuidas por el Señuelo.

Desde la distancia, Jeanne habría visto la trifulca y las heridas de Ragun. No tenía que ser muy experimentada para apreciar la severidad de los golpes de dichas Gárgolas. Bastarían uno o dos en su débil cuerpo y sería su fin. Por suerte, parecían encantadas con atacar solo al muchacho que, por cierto, había desaparecido.

En su lugar, un par de setas muy cercanas a la aprendiza la miraban con curiosidad. Una se mostraba despistada, mientras otra avanzaba con ganas hacia ella y le hacía muecas. Las tres Sombras restantes estaban enzarzadas con los guardias.

Al fondo de la habitación, cubierta por un enfadado Crusty que no había visto bien la decisión de Ragun de liberarla, Leinessia contemplaba con miedo la lucha. Aún permanecía de pie, pero le temblaban las piernas y se la veía encogerse sobre sí misma cada vez que pasaba cerca volando una de las Gárgolas. El aprendiz ya la había advertido, pero no había alcanzado a imaginar el panorama que ahora veía con sus propios ojos.


VIT de Ragun: 56/82
PH de Ragun: 14/44
VIT de Jeanne: 6/8
PH de Jeanne: 6/6



Maya y Lune


¡Cállate! ―le gritó Dianalesca a Lune, fuera de sí, mirando a Maya con furia―. No me importa. Ella me estaba espiando. Puede echarlo todo a perder.

Las palabras de Maya sí que hicieron mella en ella. La rabia fue desapareciendo poco a poco, por una expresión completa de ira contenida. A la niña no le haría falta anular la magia de Diana, porque cuando creía que la aprendiza reforzaría su ataque, las enredaderas se soltaron y ella cayó al suelo. La joven la observó imperturbable.

¿Y qué que tú estés en contra? La guerra no va a acabar por los deseos de una niñita ―replicó, llevándose una mano a la cintura en tono chulesco―. Márchate ahora mismo. Tú y yo nunca nos hemos encontrado. Recuérdalo, o ninguna de las dos saldrá impune de esto.

¿Y qué significaba «esto»? Que la dejaba irse con vida.

En cuanto a ti ―se acercó a Lune, embotonándole de nuevo con su fragancia― ni una palabra tampoco, ¿de acuerdo? O no nos volveremos a ver.

Omitió cualquier tipo de sensualidad que solía acompañar con sus insinuaciones para tener aún más dominado al objetivo de su divina fragancia, porque no estaba de humor. Se la notaba que quería largarse de allí cuanto antes, porque acto seguido, sin decir ni una palabra más, se recogió el vestido y se marchó fuera, perdiéndose entre la oscuridad. Cualquiera diría que se había olvidado de los gritos de antes, o que ya no les daba tanta importancia como poner pies en polvorosa enseguida.

Maya y Lune, en cambio, sí los continuarían escuchando a cada vez mayor volumen. Las primeras personas estarían comenzando a salir y ellos tendrían la posibilidad de ir en dirección contraria, volviendo al salón del baile, o salir fuera, o a rodear el castillo y pasar por otra entrada.

En el caso de que quisieran entrar, Maya lo lograría con facilidad gracias a su pequeño tamaño para no ser aplastada por la manada; en cambio, Lune se vería retrasado por los empujones que le propinaban y tardaría algo más en llegar. En cuanto pisaran el salón, verían el panorama:



Fecha límite: 5 de agosto.
(Gonax ha avisado de su ausencia y está avisado que Nuxal puede que no postee esta ronda).
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Re: [Castillo de los Sueños] ¡Bibidi babidi bu!

Notapor 15nuxalxv » Dom Ago 03, 2014 2:32 pm

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Tal vez las Sombras fueran Sincorazones básicos, pero subestimarlas habría sido un graso error. Después de todo, estaba en inferioridad numérica.

Afortunadamente, conseguí zafarme de ellas con un sólo rasguño, el cual estropeó un poco mi vestido. Qué tragedia.

Ya en el salón, acudí en la ayuda del otro portador en cuanto lo avisté. No obstante, no fui muy útil: mi baja estatura y mi escasa experiencia no eran amigos míos, al menos en aquella situación. Aunque saltara, no alcanzaba a las Gárgolas, que volaban alto (empezó a darme la impresión de que se mofaban de mí). En varios de mis intentos, estuve a punto de golpear al joven. Le miré con una sonrisa de disculpa, avergonzada por la situación.

Una vez liberado, y tras intercambiar aquellas apresuradas palabras, comenzamos con la exterminación. Efectué la estrategia que había formulado con rapidez, pero no la necesité demasiado. Advertí que los Sincorazón preferían a mi compañero de batalla que a mí. Casi… me ignoraban.

No escucharían una protesta por mi parte, eso seguro.

Durante el fragor de la batalla, me había alejado bastante del moreno, así que dirigí la vista hacia él, para comprobar cómo le iba. Estaba acabando con una de aquellas bestias voladoras inmovilizándola en el suelo, pero había dejado su espalda al descubierto. Traté de avisarle, pero era demasiado tarde. Las otras siete Gárgolas aprovecharon el momento para abalanzarse sobre él, asiéndose a su gaznate, a su cráneo, a su espalda. Y no le hacían cosquillas precisamente.

Sólo había dado tres pasos hacia él, cuando desapareció. Así, sin más. Busqué su cuerpo, con el miedo y la perplejidad mezclados en mi interior. Tras unos segundos de incertidumbre, vi una sombra moviéndose en el suelo, que me recordó a la técnica de esquive de las Sombras. Aunque me pareció increíble, tenía que ser él: era la única respuesta razonable a que se hubiera esfumado. Viendo aquella habilidad, no hacía falta ser muy sagaz para vislumbrar que era más veterano que yo. Eso tenía que aprender a hacerlo, me dije.

Las Gárgolas ascendieron de nuevo, en alerta, esperando a que su presa volviera a aparecer. No pude evitar quedarme mirando sus poderosass garras. Si llegaban a alcanzarme… mi pequeño y esbelto cuerpo no podría soportarlo. Así que, sintiéndolo mucho por el muchacho, decidí encargarme primero de los otros Sincorazón. Si había calificado lo de antes como “un rasguño”, estaría bien; me autoconvencí. Tras observarle unos segundos, le di la espalda.

Los guardias se estaban encargando de mantener a raya a las Sombras, así que me quedaban aquellas criaturas que no reconocía. Una parecía ensimismada en su mundo, pero la otra sí se había percatado de mi presencia. Se acercaba animada a mí, gesticulando y adoptando expresiones divertidas. No obstante, no vería una sonrisa por mi parte.

Ahora que la tenía más cerca, pude observarla mejor. Llevaba un sombrero demasiado grande para el resto de su cuerpo, aunque no parecía molestarle. Parecía una seta, me dije.

Me alejé unos pocos pasos, ojo avizor. No parecían muy agresivas, pero no iba a despistarme por su aspecto aparentemente inofensivo. Si se acercaba demasiado, atacaría.

Mientras tanto, por mi cabeza pasó el recuerdo de mis compañeros, Lune y Maya. Lune estaba con la joven rubia, pero Maya… ¿Dónde se habría metido? Tal vez siguiera a la muchedumbre ahuyentada por los Sincorazón. En ese caso, se habría encontrado con Lune. La posibilidad de que estuvieran juntos me tranquilizó. Podrían cuidarse el uno al otro. Ahora debía pensar en mí.

Decidí aprovechar que la otra seta estaba despistada para acabar con esta. No conocía su poder, así que sería cautelosa: le asestaría un par de golpes para después recular dos pares de pasos. Quería que me mostrara su fuerza, para saber a qué atenerme. No era lo mismo enfrentarse a un poderoso Sincorazón que a uno relativamente endeble.

Pero de algo estaba segura: era un Sincorazón, así que no tardaría en lanzarse a por mi corazón.

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Sorry si este post es un poco más flojo (a mí me da esa sensación), pero no tenía mucho tiempo para escribir.
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Re: [Castillo de los Sueños] ¡Bibidi babidi bu!

Notapor Sombra » Lun Ago 04, 2014 12:06 am

No tuve ninguna piedad cuando atrapé al sincorazón con mis rodillas clavé mi llave espada contra su cabeza matándolo al instante, pero el problema fue que aquella Gárgola no estaba sola. Volando a mi alrededor quedaban muchas y mi lado mas "salvaje" había provocado que bajase la guardia convencido de que no podrían dañarme. Me equivoqué.

Me había convertido en un ratón, y ellos eran las águilas. Los siete sincorazón se abalanzaron contra mí agarrándoseme del cuello, la cabeza y la espalda clavando en mí sus uñas. Solté un gruñido dolorido. Solo había una manera de librarme de aquellas cosas en aquel momento.

Utilicé una de mis habilidades sincorazón preferidas: La Evasión Sombría. Me introduje en el suelo librándome del agarre de aquellas cosas y me moví por el suelo saliendo a varios metros de allí. No se me escapó la mirada de la aprendiza, que acongojada retrocedió varios pasos. Bueno, yo no la habría defendido tampoco por lo que no me lo llegué a tomar como algo que realmente me importase.

<<No necesito ayuda para esto. He estado muchas veces al borde de la muerte y estos sincorazón ni se comparan con Gárland>>

Después de todo ya me habían torturado de muchas maneras ya fuera desmembrándome o abrasándome, aunque no era buena idea tomarme a broma las heridas que tenía abiertas. Aunque no eran demasiado graves podían empeorar. El efecto del Señuelo debía estar desapareciendo ya, por lo que tenía que aprovechar y cogerlos en fila para acabar con ellos de un solo golpe, solo necesitaba que se moviesen en fila hacia mí, si lo hacían recuperaría magia utilizando Éter Sangriento y notando su efecto secundario sobre mi cuerpo. Tras eso me prepararía unos instantes para asegurarme en que momento utilizar mi poder y así lanzarme con una Estocada Oscura, pero siempre cabía la posibilidad de que no se moviesen de esa manera. De ir de otra forma invocaría sin más mis Alas del Equinoccio y pelearía con ellas para poder alcanzarlos en el aire y ensartarlos y cortarlos de uno en uno. Ésta vez cuidaría mejor mis espaldas, o eso intentaría además tenía en cuenta que mis alas no duraban demasiado tiempo por lo que trataría de no elevarme demasiado en el aire para evitar "aterrizajes dolorosos".
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Re: [Castillo de los Sueños] ¡Bibidi babidi bu!

Notapor Luneshine » Mié Ago 06, 2014 4:16 pm

¡Cállate! ―Dianalesca me grito, sin quitar la vista de Maya―. No me importa. Ella me estaba espiando. Puede echarlo todo a perder.

Di un paso atrás, sobresaltado por la repentina agresividad de mi dama. ¿Por qué Dianalesca estaba tan alterada con la repentina aparición de Maya? A ver, es realmente extraño que la joven niña nos estuviera espiando, pero tampoco era para ponerse así, como para matarla.

Tenía que hacer algo para impedir que Maya hecha papilla, pero ¿el qué? Tendría que atacar a mi dama para que detuviera.

Ugh... N-No, Diana... —se notaba que a Maya le costaba mas y mas respirar—. No estoy... aquí... para luchar con.. tigo... Yo también estoy... en contra... de esta guerra...

¿Diana?, ¿Maya y Dianalesca ya se conocían? Por lo visto sí, y aparte, Maya me había confirmado otro dato: la guerra realmente existía, y Diana era del bando contrario al nuestro. Seguramente eso significaba que yo también hacia parte de esta confrontación.

S-Sólo he venido a... a ayudarte... Q-Quieren ma-matarte... — Maya añadió.

Esto me había dejado desconcertado por unos segundos, ¿quién sería capaz de querer matar a mi diosa? Pero al momento caí en la cuenta. Las doncellas del baile estaban dirigiéndose en nuestra dirección. Abrí los ojos de par en par nervioso, tendría que hacer alguna cosa para detener esta locura.

Estuve a punto de invocar mi llave espada. Seguramente sería una actitud idiota. Si Lady Dianalesca estaba dando una paliza a Maya, ¿quién me podría garantir que no haría lo mismo conmigo? Pero para medidas desesperadas, acciones desesperadas, o eso creía yo.

Para mi suerte, mi dama liberó a Maya casi enseguida, gracias a las palabras de Maya.

¿Y qué que tú estés en contra? La guerra no va a acabar por los deseos de una niñita ―Dianalesca puso una mano en la cintura―. Márchate ahora mismo. Tú y yo nunca nos hemos encontrado. Recuérdalo, o ninguna de las dos saldrá impune de esto.

Respire hondo. El peligro ya había pasado.

En cuanto a ti ―ella me miró, luego se me acercó. En ese momento me dio ganas enormes de tocarle su hermoso pelo― ni una palabra tampoco, ¿de acuerdo? O no nos volveremos a ver.

Asentí con la cabeza, con una estúpida sonrisa de oreja a oreja. ¿Cómo alguien puede ser tan hermosa?

Sin decir más palabras, mi dama se recogió el vestido y se marchó. Al primer momento pensé en seguirla, pero rechacé la idea tras meditar un poco. Si la seguía, tal vez ella se enfadase, y no me apetecía verla enfadada de nuevo, principalmente ahora que sabía quién realmente era ella. Lo mejor sería dejarla ir, y tal vez, como ella me había dicho, nos volveríamos a ver.

Me acerqué a Maya. No tenía mala pinta, creo, a lo mejor no se había hecho mucho daño. Pero aun así, decidí preguntarlo.

¿Te encuentras bien?, ¿Ella te hizo mucho daño?

Observé como algunas personas empezaban a salir de dentro del castillo. Eso significaba que la multitud se estaba acercando, lo que podría ser un gran problema si seguíamos allí, en medio de la salida, nos podrían aplastar. La idea no me hizo mucha gracia, tanto de ser aplastado, como de la multitud en sí.

Deberíamos salir de aquí, ―miré en dirección a la gente que se acercaba― no creo que sea un lugar seguro.

Acto seguido, me dirigí hacia el jardín, tanto si Maya me siguiese como si no. Desde la distancia podía observar cómo la gente salía de la puerta del castillo, estaban todos desesperados. Unos empujaban a otros con fuerza, la caballerosidad no existía, a los hombres les daba igual si las mujeres conseguían huir con sus pomposos vestidos, algunas hasta llevaban los zapatos en las manos, lo que, de cierto modo me sorprendió. Pero lo más raro de todo, era sus miradas. Sus miradas demostraban miedo, no, pánico, de una forma bastante inusual. Algo grave había pasado ahí dentro, y la curiosidad que habitaba mi interior quería salir y empujarme hacía el salón de baile.

Cuando por fin dejo de salir una montaña de gente de la puerta, yo entre en esta sin correr, pero andando lo más rápido posible. Aún había personas por ahí, corriendo en dirección contraria a la mía y de vez en cuando me miraban, pero no me daban mucha importancia, o me lo imaginaba mientras recorría los pasillos.

En el momento en que llegue al foco del problema pude observar una escena que me resultaba un poco familiar, gracias a unos pequeños y no tan pequeños seres. El salón de baile estaba lleno de Sincorazones, de tres tipos: los más comunes, llamados de Sombra, unos que tenían una forma que me recordaba a unas setas, y otros que volaban. Este último me dio cierto repelús, por no conocerlo, a los demás los había visto en un libro de la biblioteca de Tierra de Partida.

Solo de pensar en los Sincorazones recordé la experiencia con los hombres-lobo que viví antes de convertirme en aprendiz. No es algo que me gusta recordar.

Para mi sorpresa, en el salón no solo había Sincorazones, sino que también había algunos de los guardias del castillo intentando mantener a raya a las Sombras. Y no solo estaban los guardias y los monstruos, Jeanne se encontraba allí también, observando a una de las criaturas en forma de setas mientras portaba su Llave Espada, que curiosamente, era igual a la mía. En la habitación también había otro joven. Este luchaba contra los Sincorazones voladores, con un arma que identifique en seguida: nada más ni nada menos que una popular Llave Espada. Por lo que descubrí hacía no hacía muchos minutos, había dos bandos: Tierra de Partida y el de Diana. Si este joven no había venido con Yami y mis compañeras, solo podría ser del bando de Diana.

“Concéntrate” me dije a mi mismo. No era momento de pensar en bandos y guerras. Como portador de la Llave Espada tenía el deber de acabar con las criaturas oscuras antes de que empezasen a atacar a la gente indefensa.

En el primer momento pensé en utilizar mi Llave Espada y estrenarla contra mi primer monstruo, pero aún no era un buen luchador cuerpo a cuerpo, y debido a la cantidad de Sincorazones lo ideal sería utilizar un arma que ya conozco y se utilizar bastante bien: mi arco.

Preparé una flecha y apunté al Sincorazón volador más próximo de mí, y luego disparé. Con suerte acertaría al blanco, y en seguida dispararía otra flecha hacía la sombra más cercana.

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Re: [Castillo de los Sueños] ¡Bibidi babidi bu!

Notapor Zodiark » Vie Ago 08, 2014 7:08 pm

¡Cállate! ―gritó la chica a Lune, sin apartar su furiosa mirada de mí―. No me importa. Ella me estaba espiando. Puede echarlo todo a perder.

¿"Echarlo todo a perder"? ¿A qué se refería? ¿Acaso había algo que se me escapa en lo que acababa de contarle a Lune?

Diana dejó ir las enredaderas por voluntad propia, por lo cual no fue necesario oponer resistencia al final. Caí de rodillas al suelo cuando las enredaderas desaparecieron, y, tras toser un par de veces por la falta de aire, recobré poco a poco la respiración mientras me reincorporaba.

¿Y qué que tú estés en contra? La guerra no va a acabar por los deseos de una niñita ―dijo entonces, llevándose una mano a la cintura―. Márchate ahora mismo. Tú y yo nunca nos hemos encontrado. Recuérdalo, o ninguna de las dos saldrá impune de esto.

Asentí en silencio con la cabeza mientras seguía recuperando la respiración. Iba a ser mejor alejarme de ella si no quería ser aplastada y asfixiada de nuevo.

En cuanto a ti ―dijo acercándose a Lune, su nuevo perrito faldero― ni una palabra tampoco, ¿de acuerdo? O no nos volveremos a ver.

Lune respondió asintiendo en silencio con una estúpida sonrisa en su rostro. Sabía que aquello era solamente el efecto de los poderes de Diana, pero me seguía pareciendo igual de patético.

La chica, por su parte, recogió el vestio y se marchó de nuevo hacia fuera. Decidí dejarla en paz por mi propia seguridad y regresar al salón del baile para saber qué ocurría allí y por qué había oído gritos procedentes de dicho lugar.

¿Te encuentras bien?, ¿Ella te hizo mucho daño? —me preguntó Lune antes de que pudiera siquiera arrancar a correr hacia el salón del baile.

No te preocupes —contesté con una sonrisa serena para hacerle ver que me encontraba bien—. Aunque no lo creas, he estado en situaciones mucho peores.

Miré de nuevo hacia el fondo del pasillo, a punto de echar a correr de una vez por todas, pero entonces vi que se acercaba una marabunta de gente a toda velocidad. El pánico cundía, fuese lo que fuese que estaba ocurriendo en el interior del palacio.

Deberíamos salir de aquí, ―me dijo Lune, preocupado por la masa de gente que se acercaba cual manada de depredadores―. No creo que sea un lugar seguro.

Lune corrió hacia el exterior del castillo sin siquiera esperarme, pero yo no podía escaparme sabiendo que el lugar estaba, posiblemente, en peligro. Como guerrera de la Llave Espada, era mi deber ayudar a aquella gente, aunque fuesen unos pijos estirados. Además, Jeanne y Yami seguramente estaban allí, y el príncipe del palacio también.

Gracias a mi pequeño tamaño, corrí sorteando a la gente que recorría desesperadamente los pasillos huyendo, y pronto llegué a la sala del baile. Allí, la situación era la que me temía: el lugar estaba infestado de Sincorazón. Sombras, unos con forma de seta y otros voladores pululaban por la sala combatiendo contra Jeanne, los guardias del castillo y...

¿R-Ragun...? —murmuré algo preocupada al verle.

Primero Diana, luego los Sincorazón y ahora Ragun. Parecía que la fiesta no iba a a transcurrir de forma tranquila y apacible como yo esperaba.

¡Ey! ¡Aguantad todos la respiración, rápido!—exclamé mientras invocaba mi Llave Espada.

Concentré poder en mi garganta y exhalé un pestilente Dulce aroma para tratar de aturdir a los Sincorazón y que fuese más sencillo mantenerlos a raya. Nunca lo había probado contra Sincorazón, pero esperaba que funcionase.

Si lograba aturdirles con mi hechizo, me lanzaría a por las Sombras y las destruiría con mi espada para librarme primero de ellas. Acto seguido, me uniría a Jeanne para seguir combatiendo a aquellos oscuros seres.
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Re: [Castillo de los Sueños] ¡Bibidi babidi bu!

Notapor Nell » Mar Ago 12, 2014 12:53 am

El salón del baile


Jeanne, conociendo su debilidad frente a los terribles seres que eran los sincorazón, decidió centrarse en los que parecían más débiles: las setas. ¿Y por qué no concretamente a la que parecía más inofensiva? Puesto que había puesto tierra de por medio con la otra (que ya se había olvidado de ella y volvía a campar a sus anchas por aquí y por allá), su mejor opción era la aparentemente despistada.

No se comportaba como el resto de sincorazón, buscando desesperadamente el corazón de quien le rodease, sino que parecía ensimismada en caminar al azar por el lugar. Por tanto, no atacó a Jeanne, y ni se vio venir las estocadas de la chica, que recibió de pleno, antes de que la muchacha retrocediera con un par de pasos.

Sin embargo, nada más recibir la última, la seta se había parado y empezado a ejecutar su próximo movimiento. Nada habría podido salvarla, porque estaba demasiado cerca. Saltó con una gracia natural hasta ponerse frente a las narices de la aprendiza, donde se encogió (como arrugándose hacia abajo) y desprendió de su cuerpo una nube de humo morada que Jeanne no tuvo más remedio que aspirar.

Inmediatamente, se empezó a encontrar mal, y con razón. La sala le daría vueltas, mareada, y notaría cómo su cuerpo se debilitaba lentamente.

Por otro lado, Ragun seguía oculto entre las sombras. Tal y como sospechaba, el efecto de Señuelo dejaba de hacer mella en las Gárgolas, las únicas en la sala capaces de enfrentársele y no tener Miedo, pero aún duraría suficiente para su plan. Restándose vitalidad a sí mismo, recuperó algo de su magia y salió de su escondite para atacar a sus enemigos voladores con la Estocada oscura. Los sincorazón no se habían puesto en fila (era difícil que se coordinaran tantos para hacerlo), pero volaban cerca del suelo, olfateando a su objetivo, y pudo alcanzar a las que estaban en su radio de acción sin necesidad de convocar las alas y alzar el vuelo. Menos mal, porque no le quedaría suficiente poder para ellas.

Tres Gárgolas murieron sin ver venir el golpe. Las cuatro restantes reaccionaron y se elevaron hacia el techo, poniendo aire de por medio antes de lanzarse en picado de nuevo a por el aprendiz e hiriéndole con las patas. El efecto de Señuelo desapareció finalmente por completo y otra vez, al más puro estilo guerrilla, se alzaron poniendo distancia. Aún le sobrevolaban, pues aunque ya no sentían ningún deseo inexplicable por atacarle, seguía teniendo un jugoso corazón que todos olían.

Y entonces, llegaron Lune y Maya. El primero apuntó con el arco a una de las Gárgolas que volaban por encima de Ragun, tanteándole para ver qué hacer. La primera flecha falló; la segunda, no. La Gárgola protestó, con el ala perforada (allí donde el novato aprendiz le había alcanzado) y cayó en picado a ras del suelo, incapaz de alzarse correctamente.

Maya, por su parte, esparció (poniendo antes un aviso) su Dulce aroma. Inmediatamente, las cuatro Gárgolas, las tres Sombras y los cinco Hongos negros se quedaron atontados. Borrachos, más bien. Las Gárgolas revoloteaban por el techo, en zigzag, incapaces de mantenerse bien en el aire (dos habían decidido instalarse sobre una lámpara que se balanceaba peligrosamente); las Sombras parecían idas; y los Hongos… bueno, no se les notaba mucho el cambio.

La niña se abalanzó sin compasión sobre las más débiles, las Sombras, que no pudieron hacer mucho contra ella. En cuestión de segundos, adiós Sombras. Les quedaban solo dos tipos de enemigos.

El lapsus de tiempo que aún le quedaba antes de que se deshiciera el hechizo podía emplearlo en socorrer a Jeanne, quien notaba cómo su vida se le escapa entre los dedos y hacía esfuerzos por no caerse al suelo. Sin embargo, Maya y los demás comprobarían que ya había ido alguien a ayudarla.

¡¡Leinessia!!

Una dama, que hasta entonces se había escondido detrás de uno de los guardias (aunque no tenía uniforme, lo que podía hacerles sospechar de lo que precisamente era: un guardaespaldas personal), había burlado su protección para ir a socorrer a la aprendiza moribunda.

¿Te encuentras bien? ¿Cómo puedo ayudarte? ―le preguntó Leinessia a Jeanne, claramente preocupada, mientras la sostenía para que no se cayera.

El guardaespaldas en cuestión, Crusty, tenía la cara pálida, mientras vigilaba a las criaturas aún borrachas del techo y del suelo. Sin pensárselo dos veces, echó a correr hacia la señora que debía proteger, ignorando las advertencias del resto de soldados reales.

Y ya eran dos los que se metían de lleno en su campo de batalla.


En algún lugar del castillo…


Oh… tú.

Diana la observó, impasible. Su encontronazo había sido enormemente desafortunado. Justo cuando había recordado los chillidos del salón del baile y vuelto para ver qué ocurría…



Fecha límite: 17 de agosto.
Vamos muy bien de tiempo, así que voy a alargar los plazos de posteo; por contra, voy a tratar de postear el día siguiente o el próximo, vamos, que voy a intentar no esperar.
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Re: [Castillo de los Sueños] ¡Bibidi babidi bu!

Notapor 15nuxalxv » Mar Ago 12, 2014 3:02 am

Cuando le asesté los golpes a la seta, le pillaron por sorpresa. Retrocedí unos pasos para observar su respuesta, pero no fueron suficientes.

La seta dio un brinco hasta mis pies y comenzó a contraer su cuerpo, como si estuviera reuniendo fuerzas. Retrocedí, temerosa, pero la nube de humo morado que surgió de su interior me dio de lleno. Me tapé la nariz y la boca con la mano instintivamente, pero parte del humo ya estaba en mi interior.

Al principio todo parecía idéntico a hacía unos segundos; no obstante, de pronto la sala entera comenzó a moverse, aumentando su velocidad de giro paulatinamente. Di unos pasos hacia atrás, o al menos eso me pareció, ya que mi sentido de la orientación estaba totalmente nublado. Y cuando caí al suelo, pude comprobar que el del equilibrio también.

Y no sólo era eso. Me encontraba mal, tenía ganas de vomitar todo lo que había ingerido durante la celebración. Me mareaba más y más por momentos, y sentía que mi fuerza vital iba menguando poco a poco.

A… Ayuda… aquellas palabras salieron a duras penas de mi boca. No conseguía tragar suficiente oxígeno, me ahogaba. No pude darle fuerza a mi voz. Nadie podría escuchar mi súplica.

Traté de levantarme, pero caí de lado, desorientada. Ya no distinguía los contornos de las cosas, sólo veía colores fugaces a mi alrededor, tal y como me sucedía cuando era niña y jugaba a dar vueltas y vueltas hasta que el mundo se ponía del revés. Pero esto no era un juego.

Tosí, intentando depurar mis pulmones. Me dolía el pecho y la cabeza, me costaba respirar, tenía el cuerpo entumecido.

Sólo había una explicación: veneno.

Seguí tosiendo, como si aquello fuera a salvarme. Pero debía hacer algo más. Con ayuda de mis pies y codos, me fui arrastrando hacia atrás, lejos de aquel maldito hongo. Oía voces a mi alrededor, pero estaban difusas y apenas conseguía distinguir lo que decían. Tras haber retrocedido un poco (en aquellas condiciones no sabía si me había movido siquiera), me sostuve la cabeza con las manos y cerré los ojos con fuerza, tratando de alejar de mí aquel espectáculo polícromo tan confuso. No supe cuánto tiempo estuve así, pero cuando levanté los párpados vi la puerta de salida. Y en ella, Lune y Maya. Traté de pedir auxilio, pero no tenía fuerzas. Oí unas palabras en la lejanía:

¡Ey! ¡Aguantad todos la respiración, rápido!

Sin procesar aquella información siquiera, oculté mis fosas nasales tras la palma de mi mano y cerré la boca. Mis pulmones ardían en busca de aire, pero no me iba a permitir más gases extraños. La habitación volvía a estar difusa, así que volví a cerrar los ojos, mientras trataba de incorporarme. La oscuridad absoluta me ayudó a mantenerme derecha, pero mis piernas ya no tenían fuerzas.

¡¡Leinessia!!

Oí aquella palabra débilmente, como si estuviera sumergida en agua y alguien me hubiera encadenado al pie una bola de acero. Un nombre. ¿Acaso había resultado alguien herido? No quería ni pensarlo...

Estaba a punto de volver a derrumbarme cuando unos brazos me asieron, evitando que me estampara contra el suelo. Por el tacto, pude notar que eran unos brazos finos y delicados, que nunca habían soportado el peso de una persona.

¿Te encuentras bien? ¿Cómo puedo ayudarte?Abrí los ojos en dos rendijas finas y retiré la mano de la cara. Vi los contornos borrosos de una mujer joven, tal vez una noble que se hubiera extraviado de la huida. Supuse que ella sería Leinessia. Había corrido a ayudarme, por eso la habían llamado, para intentar evitar que se sumergiera en plena pelea.

Anoté mentalmente darle las gracias cuando no estuviéramos en peligro de muerte.

A… A… Aire era lo único que necesitaba urgentemente. Bueno, tal vez un antídoto estaría bien, pero dudaba que ella lo tuviera. Señalé la salida, aunque no creyera que Leinessia pudiese arrastrarme hasta allí.

Me habría gustado decirle más cosas. Entre ellas, que volviera con los guardias, donde estaría a salvo. Yo no estaba en condiciones de protegerla, y era obvio que ella tampoco. No esperaba que se sacase una espada de debajo de las faldas, precisamente.

Aun así, me así a su vestido con las pocas fuerzas que me quedaban, como si fuera un trozo de madera de balsa en medio de una tormenta en el mar.

Me estaba muriendo.
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