[País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Ban y Gata; Light, Bavol + Fyk

La aparente traición de Tierra de Partida en un acuerdo de paz provocó el anuncio de la guerra por parte de Bastión Hueco. Los aprendices deben enfrentarse entre sí, entre antiguos amigos y compañeros. ¿Cómo lograrán sobrevivir cuando otras amenazas acechan?

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro, Sombra

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Light » Vie Sep 05, 2014 12:35 am

¿Pero por qué me gritas a mí? ―preguntó tras escuchar su reprimenda―. Yo estoy haciendo lo que tengo que hacer. ÉL es el malo y yo tenía que derrotarle. ¿Es que no sabes que estamos en una guerra? ¡Eso es lo más importante! Y si todos se enteran y son en realidad gente de Bastión Hueco, me da igual, porque me enfrentaré a ellos y los venceré ―aseguró el ingenuo.

«Claro que sí, campeón…» pensó, sin tomarle en serio. Después de todo solo era un niño: que éste le estuviera reprimiendo no le afectó en absoluto. No era más que un chico ingenuo con pájaros en la cabeza.

Siempre igual, la última vez hiciste lo mismo. Tenías que matar a tu copia y no lo hiciste… Cobarde.

Permaneció mirando fijamente al gitano cuando dijo esas palabras: aquello sí que le había afectado de algún modo. Apretó los puños, con el orgullo herido tras aquel insulto.

No podía creer que un niño pequeño le estuviera echando en cara algo como eso. Dark Light solo era otra víctima de Erased Data, controlado por su corrupto poder. ¿Acaso era necesario matarle? ¿Acaso no tenía remordimientos? ¿Acaso él habría sido capaz de ser lo suficientemente frío para quitarle la vida a un adversario ya derrotado? De hecho, a Light le parecía increíble el hecho de que un niño de su edad portara un arma y se inmiscuyera en una guerra. Nadie de su edad debería estar metido en aquella clase de conflictos, y menos alguien tan ingenuo como Bavol.

Antes de que tuviera la ocasión de contestarle, Fyk comenzaría a comentarles sobre lo que había escuchado. Observó al extraterrestre azul con el semblante serio mientras asimilaba toda aquella información. Consciente de que se rumoreaban algunas desapariciones (también nombradas por Fyk, estaba claro que ya no era solo un rumor), no podía evitar pensar que aquella ópera ocultaba algo oscuro. Además, la presencia de un aprendiz de Bastión Hueco le intranquilizaba más.

De repente, notó que la mano de alguien se posaba sobre su hombro.

Estoy ligeramente sorprendida de que el altercado no haya ido a más. Bien hecho. No debemos involucrar en nuestra guerra a los civiles.

Light no se hacía a la idea de quién le estaba hablando en esos momentos. Aquella voz que no escuchaba desde hace dos años no le resultó demasiado familiar, pues había pasado mucho tiempo desde su último encuentro. También la había escuchado en alguna que otra pesadilla.

No reconoció a la persona de inmediato. Su vestido de gala y pelo recogido podían hacerla pasar desapercibida los primeros segundos, pero tarde o temprano se daría cuenta de quién era.

Porque su cabello escarlata le rememoraba a la sangre. Sangre del mismo color que su cabello recorrió su rostro en aquella ocasión, principalmente por su culpa. Observó su rostro fijamente y finalmente se aseguró de su identidad, no cabía ninguna duda. Era ella, la prueba de que acabar con la vida de alguien no valía la pena.

Iwashi ―pronunció con un hilillo de voz su verdadero nombre, con ambos ojos muy abiertos.

Del mismo modo que hizo con Oswald, se mantuvo en guardia y expectante los segundos siguientes, tenso por la presencia de la Guardiana del Castillo. ¿Por qué se acercaría a ellos en ese momento? ¿Por qué había dejado que sus enemigos la vieran? ¿Solo para decirle que había actuado bien al no iniciar una batalla?

Ellos no tienen nada que ver con todo esto ―añadió simplemente. Chasqueó la lengua y desvió la vista de la Guardiana, incómodo.

La mujer comenzó a echarle la bronca a Bavol, continuando lo que Light había empezando antes. Durante ese tiempo Light estuvo absorto en sus pensamientos, recordando el aciago día que conocieron a la Guardiana. Fue hace dos años, cuando él todavía era un novato de lengua afilada y muy malas pulgas.

Debéis decidir. Regresad por donde habéis venido y no volváis a este castillo nunca jamás. O, si no… afrontad las consecuencias”.

Venga, una de consecuencias marchando”.

Las pesadillas de ese día ya habían cesado y lo había superado. No obstante, todo lo sucedido le seguía atormentando y no era capaz de mirar a Hisa Wix a los ojos. Verla le recordaba a su pasado débil e inconsciente: alguien despreciable que cayó en lo más bajo y rastrero para ver derribada a su adversaria, mientras que ésta había luchado con honor ante todo.

Al contrario de lo que pueda parecer, no me he acercado para iniciar otro enfrentamiento ni tengo intenciones ocultas. Simplemente, me ha parecido una buena oportunidad para reunirnos a todos. ¿Gata? Ven.

Curioso nombre, sin duda. Wix le hizo a la susodicha chica una seña para que uniera a ellos. Light no le quitó ojo durante los primeros segundos y se preguntó si sería una aprendiza de Bastión Hueco. No la conocía y no recordaba haberla visto en La Red con los demás aprendices, así que no podía confirmar que se tratara de uno de ellos.

Aparte de ella, también vino Ban. Portadores de ambos bandos se habían juntado, a saber para qué.

«¿Por qué nos reúne a todos?»

¿Creéis que voy a enfadarme y a obligaros a luchar entre vosotros porque estamos en guerra? No. No soy como ellos. Esta noche he venido para ver una ópera, no para continuar la absurda disputa. Al igual que vosotros. Ahora mismo, no encuentro ninguna razón válida para mataros«como si nos fuéramos a dejar matar por ti…»―. Y por eso quiero proponer un brindis.

¿Qué?

Finalmente, dejó de mantener la vista esquiva y miró a Wix a los ojos, intentando descifrar sus intenciones. ¿Sus oídos le habían engañado? ¿Quería brindar con sus enemigos? Podía entender que podían hacer una especie de tregua e ignorar el enfrentamiento para evitar que gente inocente saliera herida. ¿Pero brindar con el enemigo como si estuvieran celebrando algo? ¿A santo de qué?

La guardiana llamó la atención de un camarero con apariencia de ratón para que les acercara las bebidas. Light, todavía aturdido por la propuesta de Wix, no se apresuró a coger ninguna.

No seáis tímidos. Y cuidado con lo que cogéis. Seremos enemigos, pero algunos de vosotros sois demasiado jóvenes para que tolere veros con bebidas alcohólicas.

Que su enemiga les advirtiera sobre eso le parecía el colmo. Light no dijo nada al respecto y, tras pensárselo un poco más, decidió probar el vino más caro de la bandeja (no tenía ni idea de vinos por lo que escogería el que tenía mejor pinta a su parecer).

Una vez todos hubieran decidido qué beber o escogieran la opción de abstenerse, la incorpóreo alzó su copa para brindar.

Por el futuro de una guerra que ninguno de los presentes inició.

Por la victoria.

Ojalá te atragantes…

Los dos miembros de Bastión Hueco aceptaron brindar con Hisa. Light, quien no estaba de humor, no se unió a su brindis y se limitó a beber del contenido de su copa, sin más. Arrugó la nariz y puso una ligera mueca que podía dar a entender que no le había gustado nada ese vino: no estaba acostumbrado a beber alcohol.

La situación le seguía pareciendo tensa, con brindis o sin brindis. Bavol era incapaz de mantener las formas delante de los de Bastión Hueco y Light seguía incómodo por la presencia de la Guardiana del Castillo.

Alguien que no conocía se acercó para unirse a ellos. Un humano: parecía no estaban solos en la ópera después de todo, aunque a la vista de la actitud de los animales era algo que se cabía esperar. Era un hombre de cabello negro y liso, engalanado con una capa que ocultaba parte de su indumentaria de lujo. En cuanto comenzaran a hablar con él, Light dio por hecho que jamás llegaría a ser tan educado como aquel noble.

Este individuo se dirigió a la guerrera de Bastión Hueco.

¿Hisa? ¿Quiénes son?

Rodeó su cintura con el brazo, dando a entender que tenía suficiente confianza con ella para hacer eso.

Digamos que unos amigos ―le respondió, sin dar muchas más explicaciones, cosa que Light agradeció.

Mi nombre es Cid Raines. He de decir que no esperaba encontrar caras nuevas por aquí. Entre la alta cuna todos se conocen, y el precio de las entradas supera con creces el salario medio mensual de un digno trabajador ―señaló―. ¿Puedo preguntar a qué se debe vuestro sano interés por esta ópera?

Ban respondió que había acudido allí para trabajar simplemente. Por otro lado, Fyk dijo literalmente que no podían pasar aquella oportunidad. Como él ya se molestó en responder por ellos, Light no añadió nada más y simplemente asintió tras las palabras de su compañero aprendiz.

Finalmente, el oso de la barba blanca volvió a pronunciarse, avisando a todos que la obra comenzaba y recomendándoles que fueran dirigiéndose hacia sus asientos.

Era hora de despedirse de Hisa Wix y su amigo íntimo.

Nos veremos por ahí. Sed buenos.

Light quiso decirle algo a la incorpóreo antes de que se marchase, pero fue incapaz de pronunciar palabra alguna. Todavía no podía hacerlo. El compañero de la Hisa Wix hizo una reverencia antes de marcharse, exhibiendo de nuevo su exquisita educación. Ambos se perdieron entre la muchedumbre que empezaba a desplazarse hacia la sala donde se representaría la obra.

Mantén a tus dos mascotas lejos de mí, Hikari ―le recomendó Oswald antes de marcharse.

Y tú mantén tu…

Iba a decirle que mantuviera la boca cerrada, pero no pudo. Inevitablemente, se vio interrumpido. El gitano se disponía a empapar al muchacho del bando contrario y Fyk se interpuso entre estos, recibiendo el agua de lleno y evitando que el incorpóreo resultara empapado.

«Genial» dijo mentalmente, con ironía por supuesto. Tenía que admitir que Oswald se lo había buscado, pero las jugarretas de Bavol ya le estaban empezando a enfadar. No podrían ver la ópera tranquilos ni evitar meterse en conflictos si el gitano se dedicaba a hacer de las suyas en cada momento.

¡¡Estás...!! ―el cabreo de Fyk era fácilmente palpable―. ¡Hablas de buenos y malos y tú eres el peor de todos!

Y el extraterrestre se fue finalmente. Light no tardó demasiado en seguirle, aunque antes escuchó lo que Bavol tenía que decirle: parecía que no estaba invitado al palco vacío que había encontrado. Volvió a suspirar exasperado, incapaz de encontrar palabras que no fueran malsonantes para contestarle.

Se acercó a Bavol con una sonrisa dibujada en el rostro, intentando aparentar que no estaba enfadado. Le dio dos palmaditas en el hombro.

Pues ahí te quedas solo, ea, por petardo.

Y se fue hacia su asiento, dejándole con la palabra en la boca, más solo que la una.

Spoiler: Mostrar
Light decide ir con Fyk.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

Spoiler: Mostrar
Imagen

Imagen
Imagen
Avatar de Usuario
Light
144. Xion Forma Final
144. Xion Forma Final
The Unknowns
 
Mensajes: 4309
Registrado: Mar Ago 24, 2010 7:20 pm
Dinero: 116.22
Banco: 474,840.29
Sexo: Masculino
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 59

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Nell » Vie Sep 05, 2014 7:26 pm

Spoiler: Mostrar
El aprendiz se acercó a la cómoda y depositó una bolsa cerrada a su lado. El contenido se desparramó dentro de ella, pero se escuchaba el entrechocar de frascos de cristal.

Todo lo que me pediste. Sin ayuda y a tiempo. He dormido cuatro horas cada día de la última semana, madrugando y quedándome hasta tarde para terminarlo. ¡Estarás contenta! Si Shinju me hubiera echado un cable…

Te habrías distraído tirándole los tejos —le cortó, aún sin mirarle. Estaba aplicándose el pintalabios—. Y que no lo niegues me convence de que tienes un pésimo gusto. Gracias por hacerte cargo. Ahora, vete.

Tengo que decirte una cosa importante ―soltó a bocajarro, ignorando la petición―. Dos, de hecho. La primera es que he tenido un problema con eso que no me ha dado tiempo a solucionar. Hay un efecto secundario que consiste en una lágrima cuando… ―le explicó lo que ocurría, ante lo que Wix asintió sin darle importancia, e incluso levemente divertida de que pudiera pasar algo así con un producto de dichas características. Y le pidió que le contara el segundo inconveniente que había surgido, al que Daichi tuvo más reparos al explicar―. Verás… Es que… En realidad, no sé cómo decírtelo, así que me he hecho con uno de estos.

Le entregó un panfleto, al que ignoró deliberadamente hasta que el dibujo de una familia feliz en la portada captó su atención. El título era «Cómo aceptar a tu hijo homosexual».

Tú no eres gay ―replicó inmediatamente, sin ni siquiera abrirlo.

¡Sí que lo soy!

No, no lo eres. Esas dos te tienen comida la cabeza.

¡No digas eso! ¿Cómo puedes tomártelo así? ¿Es que no vas a aceptarme? No te tomaba por una homófoba, pero ya veo que me equivoqué ―dramatizó de forma exagerada.

Wix suspiró profundamente y abrió el panfleto. Echarle un vistazo para tenerle contento no le haría mucho daño. Tal vez hubiera algo ahí para convencerlo de que se había dejado manipular por una moda ficticia, como bien sabía ella que hacía últimamente, antes de marcharse.



Todos


Cid asintió ante las escuetas respuestas de todos. Wix, por otro lado, se limitó a ignorar las pullas entre los propios aprendices.

Por curiosidad ―respondió, ante la pregunta directa de Ban y la duda de todos. En realidad no aclaraba mucho, pero nadie le había dado coba suficiente para que se explayara.

El oso hizo el llamamiento para que los espectadores tomaran asiento, y la parejita se marchó. Apenas lo hubo hecho, Bavol trató de echar el vaso de agua fría sobre Ban. Y lo hubiera conseguido, si no fuera porque Fyk se interpuso entre ambos y se llevó el chapuzón.

Después, todos se dividieron. Ban prefirió marcharse al backstage en solitario, no sin antes pasar por la cocina donde los camareros volvían a hacer de las suyas con las sobras; Bavol y Gata, a los palcos donde les habían invitado por separado; y Light y Fyk, a sus butacas inferiores.

Las luces del teatro, salvo las del interior de los palcos, estaban apagadas.


Despedida


¿«Esos amigos»? ―preguntó Cid, enigmáticamente, arqueando una ceja.

En efecto ―asintió, aún agarrada por la cintura―. «Esos amigos».

En vez de avanzar hacia uno de los dos pasillos, los dos compinches habían esquivado a la masa y girado hacia los ventanales del fondo, en la dirección contraria, mientras veían la turba pasar. A ninguno de los dos les pasó desapercibido las direcciones que tomaban Bavol y Gata; sin embargo, no comentaron en voz alta lo que pensaban.

Tu plan se ha puesto en marcha ―tanteó.

«Nuestro plan» ―recalcó la mujer―. No podría haberse llevado a cabo sin la participación de las dos partes. Y recuerda el trato: no les toques ni un pelo. Son todos míos. Además de que no sabrías distinguir entre unos y otros, nuestros asuntos no te incumben. Esta noche voy a tener una agenda muy apretada, pero atrévete a desafiarme y me aseguraré de encontrar un hueco en ella para ti.

Cid retiró la mano de Wix y se inclinó ligeramente hacia ella, con educación, tal y como lo había hecho con los aprendices.

Cumpliré mi palabra ―afirmó―. ¿Y tú?

Wix chistó, balanceando la copa de vino que todavía sostenía.

Ya lo he hecho.

Entonces, mañana este país se despertará con una nueva luz en el horizonte ―se inclinó por la barandilla, mirando a los camareros que se agrupaban para chismorrear después de que hubiera acabado la recepción―. Me dijeron que no conseguiría nada por mi cuenta, a pesar de las buenas intenciones. Esta noche lo comprobaremos.

»He de suponer que no te veré más. Presiento que el destino volverá a aliarnos en otra ocasión.

La fila de gente hacia los palcos había desaparecido. Cid ladeó la cabeza, se dio la vuelta y se marchó por donde ambos habían venido, escaleras abajo.

Wix, por el contrario, se quedó un rato más allí, mirando por el ventanal hacia el exterior. Al final, puso rumbo hacia el pasillo derecho de los palcos, donde se hallaba el suyo. No sin antes tirar el contenido de la copa a una maceta.


Gata, Bavol, Fyk y Light


Spoiler: Mostrar


Y se hizo la luz.

Frente al escenario, verían que se hallaba la orquesta que les había acompañado en la recepción, preparada. El director (de la orquesta) se hallaba frente a los músicos y de espaldas al público, sobre una plataforma para que todos le vieran. Dio la orden y comenzó a tocar el primer piano, con una música suave e introductoria, a la que se fueron sumando más instrumentos.

En el propio escenario, comprobarían que la decoración se dividía en diferentes secciones. La principal parecía ser el salón de un castillo, con una larga escalinata detrás que habían pintado al fondo del decorado. A la izquierda, habían colocado una recreación material de la cima de la torre de dicho castillo, que se alzaba muy por encima de sus cabezas. Y por último, a la derecha, parecía haber un campo de batalla, cuyo fondo no era otro que un páramo lleno de cuerpos y fronteras marcadas por dos bandos.

Todavía no había empezado como tal, puesto que no había ningún actor sobre el escenario, por lo que podrían dedicar algunos minutos más a mirar a su alrededor. Desde las butacas, Light vería a Soizic y a Lucile en los palcos de arriba, casi alineadas a su fila, saludándole en cuanto le reconocieron. Gata, por otro lado, había sido bien recibida en el palco de Lionel y le habían invitado a sentarse al lado del crítico, asiento que según las damas se irían turnando. Por último, Bavol estaba solo en palco vacío. Nadie le había dicho nada y había podido colarse perfectamente.

Y sobre los dos sospechosos en cuestión, no había ni rastro del tal Cid. Por otro lado, todos alcanzarían a ver a Wix. Estaba en un palco de la derecha, dos más allá que Bavol y tres para Gata. Al principio, parecía hablar con alguien de espaldas, pero fue breve. El resto del tiempo se lo pasó leyendo una hoja de papel con atención.

Finalmente, la música alcanzó su punto álgido e hizo aparición el primer actor, un mayordomo de palacio. Para quienes conocieran bien la obra, sabrían que no era otro que el principal narrador, cosa que descubrirían casi enseguida, cuando se plantó en medio y elevó su tono de voz.

La guerra entre las naciones del Este y del Oeste es cada día más violenta.
Draco, un soldado del Oeste, piensa en su amor, María, en su hogar…


Y a la derecha, hizo aparición el tal Draco. Caminaba por su parte del escenario, de un lado a otro, pensativo, hasta que se paró a cantar:

¡Oh, María!
¡Oh, María!
Aunque te llamo desde la distancia,
¿llegará este mensaje a tu corazón?
Oh, ¡cuánto anhelo regresar a tu lado!


La obra continuó con la aparición de más personajes en el frente, mostrando las trifulcas de la guerra y la desesperación de Draco al ver tan lejos su hogar. Sin embargo, finalizó para los aprendices, pues sintieron que alguien les tiraba del pantalón.

Era una niña, una ratoncita de calle que no iba vestida para la ópera, agazapada entre los espectadores.

Spoiler: Mostrar
Imagen


Para todos fue la misma, aunque se presentara en tiempos diferentes antes de corretear hacia el siguiente. En las butacas, el resto de nobles la miraron con desaprobación y la chistaron cuando habló a Fyk y Light. En los palcos, Lionel bufó, indignado por la interrupción; y en el de Bavol, como estaba solo, no molestó a nadie.

¡Mensaje urgente para usted! ―Primero, les enseñó la carta, pero la retiró rápido para extender la otra palma vacía―. ¿Qué tal una propinilla primero? ―sonrió la cría.

Se la dieran o no, la mensajera tenía la obligación de hacer llegar la correspondencia, por lo que les entregaría en mano la carta y se marcharía corriendo. Esta no llevaba remitente, ni firma, cómo comprobarían cuando desplegasen el papel de dentro. Aunque lo más seguro es que no pensaran mucho en el posible informador después de ver el inesperado anuncio que traía:

Todos aquellos que alcances a ver, y puede que tú mismo, acabáis de ser envenenados.


Al acabar de leerlo, probablemente la mente de los aprendices se remontase a unos minutos atrás, cada uno sumergido en sus propios recuerdos. Esforzándose en hacer memoria con algo tan vital. Para él/ella y para todos los de su alrededor.

Bavol escribió:Mientras la mayoría de los presentes estaban distraídos con el discurso, Bavol agarró uno de los aperitivos de las bandejas y se lo tragó lo más rápido que pudo.
[…]
Augustine devoró uno de los aperitivos, así que Bavol hizo lo propio y también cogió uno de su regazo.


Light escribió:Tras comer el primer de los manjares decidió probar la bebida. Y tras eso, sin cortarse un pelo, se acercó a otro camarero y cogió otro manjar. Después, otro. Y después otro más: iba a ponerse las botas antes de ver la obra. Quizás resultaba un poco grosero no hacer otra cosa aparte de comer y beber, pero no estaba dispuesto a reprimir sus ganas de alimentarse.
[…]
―No sabemos cuánto va a durar esta obra, así que aprovechad y comed todo lo que podáis ―recomendó a sus compañeros antes de meterse otro bocadito en la boca.
[…]
Light, quien no estaba de humor, no se unió a su brindis y se limitó a beber del contenido de su copa, sin más. Arrugó la nariz y puso una ligera mueca que podía dar a entender que no le había gustado nada ese vino: no estaba acostumbrado a beber alcohol.


Gata escribió:La comida gratis es una cosa que nadie que haya vivido en las calles puede permitirse desperdiciar así que haciendo caso a su invitación, me dediqué a comer y a llenar mis bolsillos de todo cuanto pudiera cargar.
[…]
No podía estar más de acuerdo con sus palabras, por una vez. Tanto que me convenció para beber un poco de la copa y participar en el brindis. No sabía lo que era, pero me gustó el sabor.


Fyk escribió: ―Troi-toi... ―brindé, un poco más cohibido y tomando un sorbito de lo que resultó ser zumo de vete-tú-a-saber-qué. Bebí un poco más para tentar el sabor e intentar adivinar qué fruta era...


Ups.

Al pie del papel había otra nota más, pequeña y añadida con un color diferente.

Hallaréis la verdad en la mentira.


Wix les observaba fijamente desde su palco, alternando la mirada entre los diferentes sitios que habían escogido. Según la fueran mirando, haría los mismos gestos para todos: uno que señalaba la puerta de salida inferior del teatro, en referencia al vestíbulo; y otro que ninguno entendió. Una vez todos los hubieran captado, se retiró y desapareció de la vista.

La obra podía esperar. Tenían que averiguar qué estaba pasando. Los aprendices se levantaron de sus butacas y en sus palcos, no sin antes escuchar cómo Draco caía en el campo de batalla.


Ban


Después de atravesar la sala de máquinas, que no era otra cosa que un habitáculo lleno de engranajes por el momento estáticos, Ban alcanzó el backstage. Puesto que apenas quedaban unos minutos para el inicio de la ópera, era un caos. Vio al Director y al Vicedirector, que se habían escapado del vestíbulo en cuanto dieron el anuncio para acudir allí, y a un montón de actores en diferentes esquinas practicando su voz o releyendo su texto.

En la salida contraria estaban el Director y un hombre engalanado. Hablaban acaloradamente y el mono no paraba de señalar dicha salida frente a la que estaban, con negaciones de cabeza de su interlocutor.

Spoiler: Mostrar
Imagen


¡Necesitamos al Draco de siempre, plat! ¡Olvídate de las desapariciones, plat!

No puedo hacerlo, Toni. No, mientras no sé dónde se hallan algunos de mis compañeros. Saldré a interpretar mi papel, porque es mi trabajo. Y porque el público me espera. Pero es tu responsabilidad averiguar qué les ha ocurrido. Juro por lo más preciado que tengo, mi voz, que yo no descansaré hasta hacerlo.

Acto seguido, salió por el pasillo hacia la entrada que llevaba al escenario, dejando a Toni con cara de preocupación. Boris se le acercó entonces para ofrecerle un plátano.

¡Qué horror de hombres!

Ban comprobaría que a su lado se hallaba una mujer rana (después de la vaca…), que se había puesto ahí para mirar sin tapujos la escena. Sostenía en una mano un vaso de agua y en la otra unas patatas que iba acercándolas a la boca para cogerlas con la lengua.

Spoiler: Mostrar
Imagen


No le hagas caso, él es así, como su personaje. ¡Un melodramático! ―soltó una risita burlona―. Supongo que por eso lo hace tan bien. Y gracias a mí también, su compañera. Soy María, por cierto. Saldré en breves, pero no quería perderme la oportunidad de conocer a otro actor nuevo. ¿Cómo has conseguido el papelucho? ―enarcó una ceja.

Demasiado directa. Quería y buscaba algo, sin duda. Ban podía contestar, pero le bastaría demorarse unos segundos para que les interrumpiera una niña, una ratoncita que llegaba corriendo, murmurando que no había derecho, y que le había costado mucho encontrarle.

Spoiler: Mostrar
Imagen


¡Mensaje urgente para usted! ―Primero, le enseñó la carta, pero la retiró rápido para extender la otra palma vacía―. ¿Qué tal una propinilla primero? ―sonrió la cría.

Se la diera o no, la mensajera tenía la obligación de hacer llegar la correspondencia, por lo que le entregaría en mano la carta y se marcharía corriendo. Esta no llevaba remitente, ni firma, cómo comprobaría cuando desplegase el papel de dentro. Aunque lo más seguro es que no pensara mucho en el posible informador después de ver el inesperado anuncio que traía:

Todos aquellos que alcances a ver, y puede que tú mismo, acabáis de ser envenenados.


Y, cómo no, vería en sí mismo la gravedad y magnitud del asunto.

Ban escribió:Alcé mi vaso junto al de la mujer y los demás que nos imitaran, y brindé. Antes de llegar a beber, pude ver que Wix me dedicaba el brindis alzando levemente su copa, a lo que la imité dedicándole el mío a ella antes de echar un trago.


Posiblemente el último brindis de Ban.

Al pie del papel había otra nota más, pequeña y añadida con un color diferente.

Hallaréis la verdad en la mentira.


Qué cara se te ha puesto. ¡Serás un buen actor! ―rio María―. ¿No querrás un poco? ―le ofreció el vaso de agua.

Sí, nada mejor para cerrarle del todo el apetito. Tal y como sospechaban todos, estaba ocurriendo algo en la ópera, ¡y encima les afectaba! Ban, cuyo siguiente paso a seguir sería más confuso que el de los demás, hallaría la respuesta en la entrada hacia la salida de máquinas, por donde había venido. Allí, leyendo un fajo de papeles, estaba Cid Raines.

Cuando se acercó a él, alzaría la vista y una mano para evitar que hablara antes y adelantarse.

Tu maestra es una mujer despiadada ―opinó, cerrando los ojos antes de avisarle―. Te está esperando ―y le señaló la sala de máquinas.

Fuera verdad o no, tenía que comprobarlo, por lo que se encaminó hacia la sala de máquinas para ir al vestíbulo. Podría ver antes que Cid pasaba a su lado en la dirección contraria, hacia María, la cual le recibía con un «¡Ralse!»…


Todos


El vestíbulo se había vacíado por completo. Los espectadores se hallaban en sus butacas, los actores en el backstage o sobre el escenario y los camareros en las cocinas, descansando y preparando el siguiente trabajo. Aun así, cuando salieron del teatro o de la sala de máquinas, escucharían el rumor de la misma canción, todavía tarareando.

Porque sé
que me espera algo mejor.
Algo que apague la estrella
Y haga salir el sol.
Porque hoy entendí
que somos dos.


Encontraron a Wix en el centro del vestíbulo, frente a la escalinata, apoyada en una de las columnas. Se entretenía enredando los dedos alrededor del colgante de sol. Al verles, uno por uno o en parejas según iban llegando, les dirigió una mirada indescifrable y esperó a que se acercaran.

En cuanto estuvieron todos, dejó de apoyarse en la columna y se dirigió, principalmente, a los aprendices de Tierra de Partida. Aunque de vez en cuando tuvo una mirada de reojo con los dos suyos.

Supongo que ya lo habréis adivinado ―a juzgar por sus palabras, no parecía la remitente de la nota―. Habéis sido envenenados. O, mejor dicho, habéis estado presentes junto a cientos de víctimas que morirán en pocas horas y no hicisteis nada para salvarlos. Y tal vez incluso se haya condenado a su vez alguno de vuestros compañeros ―ladeó la cabeza―. ¿Qué creéis que dirán en Tierra de Partida cuando lo sepan? Estos errores ya se han cometido en el pasado. Y nunca se han solucionado con un simple castigo. Existen formas de redimir a los aprendices desencaminados… o erróneos.

»Y como ya imaginaréis ―continuó tras la pausa― me declaro culpable. He sido yo.

»¿Recordaréis lo que he dicho antes? «No debemos involucrar en nuestra guerra a los civiles». Vuestra ingenuidad os ha condenado. En las guerras siempre acaban involucrados. Y son las primeras víctimas.

Las opiniones que tenían sobre ella apenas unos minutos antes habían dado un giro de 180º. Hasta entonces, la Guardiana nunca se había declarado tan hostil con los miembros de Tierra de Partida, salvo que quisieran penetrar en las puertas del castillo de Bastión Hueco. Incluso Ban podía estar un poco sorprendido, puesto que su Maestra no había dado muestras de venganza u odio hacia el bando contrario.

La guerra, dicen, cambia a las personas.

No tengo corazón. Por lo tanto, no siento la menor compasión por vosotros o por cualquiera de los asistentes. Sin embargo, no veo razón para evitar una matanza si consigo mi objetivo. Os ofrezco cuatro alternativas para salvarlos… y salvaros a vosotros mismos:

»La primera es abandonar Tierra de Partida y jurar fidelidad eterna a Bastión Hueco, a los Maestros y a sus líderes. Os pediré que paséis una prueba para ratificar vuestra lealtad, así que no os recomiendo que tratéis de engañarme o fingir… salvo que no os importen los daños colaterales o las consecuencias que traiga vuestra farsa.

»La segunda es entregar vuestra llave espada. Extraeré el arma de vuestro corazón y jamás seréis capaces de usarla otra vez. Os garantizaré llevaros de vuelta a vuestro mundo natal, para que continuéis con normalidad vuestras vidas y olvidéis el pasado que tuvisteis como aprendices, como si nunca hubiera ocurrido. Se acabaron las luchas, la justicia, los otros mundos. Todo. A mi parecer, la opción más compasiva de todas. Mientras continuéis en cualquiera de los dos bandos la muerte os acechará, sea en forma de veneno o por la espada de un enemigo.

»La tercera es simple: aquellos que os hayáis salvado del veneno abandonáis a los demás a su suerte, y a todas las personas aquí reunidas. Por supuesto, voy a encargarme de que la información adecuada llegue a Tierra de Partida para asegurar vuestra condena, pero ¿quién sabe? Puede que salgáis impunes si lográis convencer a los Maestros de vuestra ignorancia en todo el asunto ―Wix no sabía en absoluto que todos se habían envenenado, por lo que la alternativa se descartaba para ellos.

»Y la cuarta es directa: morir por el veneno dentro de exactamente dos horas. Tal vez menos cuánto más jóvenes y pequeños seáis ―miró significativamente a Bavol y Fyk―. Permitidme explicaros los síntomas que sufriréis durante ese tiempo. Comenzaréis con una ligera jaqueca que irá aumentando poco a poco. Luego, tendréis sudores fríos, que no apaciguaréis por mucho abrigo que os pongáis, a los que acompañará la horrible sensación de malestar que nos achaca siempre que enfermamos. En vuestra última hora, sufriréis mareos y puede que hasta vómitos, capaces de impedir incluso que podáis siquiera andar en línea recta.

»Sabréis que vuestro fin está cerca por vuestros ojos ―señaló el suyo derecho como si lo certificara―. Una lágrima. En el momento en el que sintáis una lágrima resbalar por vuestra mejilla, sin ningún tipo de tristeza de por medio, el juego habrá acabado. O ingerís el antídoto ipso facto, o será demasiado tarde.

Hizo una pausa, para que asimilaran lo que todo aquello significaba: que iba en serio. Que llevaban veneno por sus venas y que tenían a apenas dos horas de distancia una muerte inevitable. Muy despiadado, como había descrito Cid a Ban. Les habían engañado para llevarlos a un escenario ineludible. Ni siquiera podía compararse con un combate, en el que al menos tenían la posibilidad de luchar por sus vidas.

Wix había escogido una muerte para ellos realmente cruel.

Tenéis hasta el final de la ópera para decidir qué hacer. Yo os estaré esperando en la terraza superior, al final del pasillo derecho de los palcos. Si escogéis la primera o la segunda opción, os entregaré el antídoto para curaros. Ni intentéis usar alguno de los que ya tengáis: me he encargado de que el veneno sea único y exclusivo. Por supuesto, no es recomendable crear un arma tan letal sin un remedio cercano… el cual he escondido en algún lugar del teatro. No lo encontraréis sin mi ayuda. Sin esto ―señaló su colgante en forma de sol, agarrándolo después con la mano y volteándolo para mostrarles el canto, de tal manera que pudieran percatarse de un mecanismo de apertura y cierre―. Aquí dentro guardo su localización. Como ya he dicho, os la daré si aceptáis mis condiciones. Y os salvaréis.

Por último, se dirigió especificamente hacia Ban y Gata, a los que miró fijamente, como si quisiera transmitirles algo más. Hasta entonces, su mensaje había sido exclusivo para los aprendices de Tierra de Partida, a pesar de que incluía también a Ban y Gata. Les había envenenado. ¿Lo sabría?

Espero que no hayáis ingerido nada, como os pedí. Ni siquiera aquel refresco ―añadió, refiriéndose a Ban―. Venid conmigo de todas formas. Debo deciros algo.

Pasó a su lado hacia la escalinata, haciendo un gesto con la cabeza para que los dos aprendices la siguieran.

Recordad: antes del final de la ópera. Espero vuestra respuesta.

Puede que fuera su última oportunidad para hablar con ella. Para intentar averiguar algo más.


Fecha límite: 10 de septiembre.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Final Fan » Vie Sep 05, 2014 8:19 pm

Iba ponderando todo lo que Wix decía a medida que iba comentándonos la situación. Cuando recibí la carta de aquella ratoncita que decía que "todos los que veíamos" habían sido envenenados, no pude evitar contener la emoción. ¡Una obra interactiva! Era una vuelta de hoja muy original, ¡pero no me esperaba que Wix estuviese involucrada en ello! ¿Quizás por eso estaba con el tal Cid Raines? Era a él a quien había oído hablar en las escaleras, estaba casi seguro de ello. ¡Entonce sí que estaban hablando del argumento de la obra, más o menos! Y yo preocupándome por nada.

¡Ya lo pillo! ―les comenté al resto de aprendices, mientras Wix se iba―. Nos hacen pensar que tenemos veneno en el cuerpo y que vamos a morir, ¿no? ¡Pero, pero, pero...! ¿Recordáis aquello? ¿Lo de la Bendición? ¿Que la ópera nos concederá cualquier cosa que pidamos o algo así? ¡Pedimos vivir y no morimos! ¡Y como al saber que estamos envenenados todos pediremos no morir pues parece que ha sido la obra la que nos ha concedido el deseo! ¡Es brillante!

La verdad es que estaba eufórico. ¡Aquello era muy emocionante y nosotros estábamos allí en el vestíbulo como pasmarotes!

¡Vamos adentro, que nos lo perdemos todo, venga! ―insté a mis compañeros, radiante.
ImagenImagenImagenImagenImagen
Imagen
Avatar de Usuario
Final Fan
Miembro del Hall de la Fama
Miembro del Hall de la Fama
Lost Hearts
 
Mensajes: 1763
Registrado: Sab Mar 22, 2008 10:21 pm
Dinero: 164,122.60
Banco: 114,985.17
Ubicación: Dejitaru Waarudo >8D
Sexo: Masculino
Clan: Lost Hearts
Tumblr: finalflan
Youtube: AboFinal
Estantería de objetos
Karma: 31

Ronda #5 - No voy a llorar

Notapor Astro » Mié Sep 10, 2014 7:11 pm

¡Necesitamos al Draco de siempre, plat! ¡Olvídate de las desapariciones, plat!

Apoyado en una pared y con los brazos cruzados, observaba con tranquilidad el panorama que me había encontrado en el backstage. Los actores iban y venían, repitiendo sus frases y metiéndose en el papel que en pocos minutos les tocaría actuar. Si tuviera que definir la escena, diría que era un caos muy divertido.

Concretamente llamaba mi atención la discusión que el director monicaco mantenía con un perro ya caracterizado para su papel.

No puedo hacerlo, Toni. No, mientras no sé dónde se hallan algunos de mis compañeros. Saldré a interpretar mi papel, porque es mi trabajo. Y porque el público me espera. Pero es tu responsabilidad averiguar qué les ha ocurrido. Juro por lo más preciado que tengo, mi voz, que yo no descansaré hasta hacerlo.

Spoiler: Mostrar
Imagen

Me llevé una mano a la barbilla, pensativo. Más desapariciones, ¿esta vez de actores? Definitivamente, algo extraño sucedía en la ópera. ¿Tendría algo que ver con la famosa bendición? Puede que sí, o puede que la bendición sólo fuese un truco publicitario como había sospechado desde el principio y las desapariciones fuesen algo aparte. Pero, de momento, no podía descartar ninguna opción.

¡Qué horror de hombres!

Giré la cabeza y me topé con una mujer, una especie de rana (o igual era un sapo, nunca sabía distinguirlos) cargada con un vaso de agua y unas patatas que cogía con una larga y repugnante lengua. En serio, si hubiera tenido corazón ya habría vomitado demasiadas veces en aquel día.

Spoiler: Mostrar
Imagen


No le hagas caso, él es así, como su personaje. ¡Un melodramático! Supongo que por eso lo hace tan bien. Y gracias a mí también, su compañera ―elevé un poco una ceja, sorprendido. ¿Así que la ranita era importante en la obra? Bueno era saberlo―. Soy María, por cierto. Saldré en breves, pero no quería perderme la oportunidad de conocer a otro actor nuevo. ¿Cómo has conseguido el papelucho?

Gracias a... Trovador ―respondí, recordándome mentalmente una vez más que seguía sin saber quién era ese.

¡Mensaje urgente para usted! ―me sorprendió una vocecilla y una carta agitándose en el aire―. ¿Qué tal una propinilla primero? ―sonrió la cría.

Se trataba de una niña ratón, vestida con ropas claramente propias de la clase pobre del mundo, y que extendía la mano para ver si caían unos platines.

No ―me negué, tajante―. ¿Cómo has sabido...?

Pero no hubo respuesta. La ratoncita me dio el sobre y salió corriendo tal y como había venido, dejándome más intrigado todavía. Miré la carta con desconfianza, sin encontrar ningún tipo de letra que me indicara el remitente o que confirmara que yo era el destinatario. ¿Cómo había sabido dónde estaba? ¿Y si se habría confundido de persona ―ya me había pasado en la Red, de hecho―?

Abrí la carta. Lo que encontré dentro fue breve, pero directo y revelador.

Todos aquellos que alcances a ver, y puede que tú mismo, acabáis de ser envenenados.

¿Envenenados...? ¿Cómo? Mi mente funcionó a toda velocidad buscando una respuesta que no tardó en resultar evidente. Lo que más había destacado durante la espera hasta que empezara la obra había sido la comida que incluso yo mismo había repartido por toda la sala. Y, desgraciadamente, yo también había bebido de un refresco.

Puto brindis ―gruñí, recordando el trago que había echado de la copa.

Mensaje recibido, bien. ¿Debía tomarlo en serio o podía ser un truco? ¿Mi condición de incorpóreo me haría inmune a un veneno para, seguramente, animales antropomórficos? ¿Quién estaba detrás de todo esto? Muchas preguntas se añadían a la lista, y cero respuestas. Inaceptable.

Había algo más escrito casi al final del papel, en un color y tamaño diferente al de la otra frase:

Hallaréis la verdad en la mentira.

¿Más enigmas...?

Qué cara se te ha puesto. ¡Serás un buen actor! ―la risa de la ranita me sacó de mis pensamientos, seguramente ajena a lo que estaba sucediendo―. ¿No querrás un poco?

Me ofreció el vaso de agua, irónico. Seguramente estaría envenenada, o quizás no. Genial, empezaba a actuar como un paranoico: todavía más inaceptable. Debía recomponerme y centrar mis ideas: lo primero era averiguar si la amenaza del veneno era real y quién estaba detrás.

Ignoré completamente a María, me guardé el mensaje arrugado en un bolsillo y fui a salir del backstage con intención de ir a los palcos, donde Wix y su acompañante iban la última vez que les vi. Necesitaría toda la ayuda posible, e incluso encontrar a Nata sería buena idea. Pero plantado en la entrada a la sala de máquinas me encontré justo con él: Cid Raines. El quién-sabe-qué de mi Maestra.

Tu maestra es una mujer despiadada ―dijo antes de que pudiera abrir la boca―. Te está esperando.

Me indicó que atravesara la sala, como sugiriendo dónde podría encontrar a Wix. Entrecerré los ojos, examinándole de arriba a abajo. Sabía que era mi Maestra, ¿por qué? ¿Eso significaba que conocía nuestros orígenes, Bastión Hueco? ¿Quién era él...?

La prioridad era el veneno, así que seguí andando hacia la sala de máquinas. Antes de marcharme, me giré para preguntarle una última cosa y descartar una idea que tenía en la cabeza:

Raines, ¿eres tú el Trovador?

Imagen

»Brillante plan, Maestra.

La escena con la que me encontré en el vestíbulo fue memorable. Allí estaba Wix y el resto de aprendices, tanto de Tierra de Partida como Nata. La declaración, directa, de que la guardiana estaba detrás del envenenamiento fue sin duda la guinda del pastel. No había conocido esta faceta suya en los entrenamientos, y era muchísimo más que aceptable.

Para ser alguien que anhelaba tanto recuperar su corazón, lo que había hecho era propio de un monstruo despiadado. Brillante. Y escuchar a la vez que disfrutaba de las caras de los lucecitas mientras les exponía sus opciones fue aún mejor.

Memoricé los síntomas del envenenamiento, pues al fin y al cabo yo también había tomado una bebida. Pero ellos no tenían por qué saberlo.

Espero que no hayáis ingerido nada, como os pedí. Ni siquiera aquel refresco ―nos dijo a Gata y a mí. Así que el gesto con la copa había sido para eso...―. Venid conmigo de todas formas. Debo deciros algo.

Ya os dije que sólo estaba trabajando ―fue lo único que les dije al trío de aprendices, encogiéndome de hombros con una sonrisa picarona y siguiendo a mi Maestra.

Cuando confirmé que nos habíamos alejado lo suficiente y que no nos seguían, no perdí ni un segundo más y me adelanté para llegar a la altura de Wix, dispuesto a dar y conseguir información.

"Hallaréis la verdad en la mentira" ―repetí, de la nota al final de la página―. ¿Lo del veneno va en serio? Porque si es que sí voy a necesitar el antídoto, a no ser que sea inmune por no ser humano. Sí, bebí del refresco. Necesitamos practicar nuestros mensajes por signos.

¿Y cómo iba a saber que no teníamos que tomar nada? El mensaje que Daichi me envió para que viniera no decía nada, ni siquiera sé qué hago exactamente aquí ―corrí a explicarme, aprovechando para dejar clara mi incomodidad con la falta de información de la misión―. Que por cierto, ¿dónde se ha metido? Tenía que reunirse con nosotros al llegar y explicarnos cosas pero no le he visto el pelo en todo el día. No me gusta estar en una misión sin saber qué tengo que hacer.

Había algo más que me rondaba la cabeza, y aunque igual debería dejarlo para otro momento, opté por no guardarme nada más dentro. Al fin y al cabo, como ella, yo no tenía sentimientos que me impidieran hablar. Sólo quería información.

Ah, ¿y quién es ese tal Raines y por qué sabe que eres mi Maestra? ¿Conoce lo del bastión?
Imagen
Spoiler: Mostrar
Imagen

Imagen

Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Avatar de Usuario
Astro
57. Ferrocustodio I
57. Ferrocustodio I
 
Mensajes: 1689
Registrado: Jue Sep 06, 2012 12:49 pm
Dinero: 598,528.05
Banco: 15,646.59
Sexo: Masculino
Estantería de objetos
Karma: 7

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Soul Eater » Mié Sep 10, 2014 8:55 pm

Por fin descubría lo que era una ópera. Y, sinceramente, desde el primer momento, deseé no haberme enterado nunca. La música de los múltiples instrumentos me sonaba estridente y los gorgoritos de los actores, molestos y desagradables. A los pocos minutos estaba profundamente aburrida y deseando marcharme de allí. Si no lo hice fue porque la alternativa de trabajar me parecía todavía peor.

Además, el haber sido situada justo al lado de Lionel, al contrario de lo que le sucedía a las demás mujeres, no me agradaba en absoluto. ¿Porqué estaban todas deseando sentarse junto a él? A mí me parecía totalmente insoportable. Aun así, era un buen asiento y tampoco tenía sentido quejarme. Al menos, disfrutaba de un privilegio, cosa que nunca me había ocurrido hasta el momento.

Por todo ello, no me molesté especialmente cuando una oportuna interrupción me permitió desentenderme de la obra, al notar como una última chica entraba en el palco, a pesar de la evidente desaprobación del crítico. Sin embargo, comencé a preocuparme cuando esta se dirigió directamente hacia mí.

¡Mensaje urgente para usted!― me dijo, tendiéndome el sobre, solo para retirarlo y tenderme la mano para recibir una propina. Ratones. Sin molestarme en responder siquiera, le arrebaté la carta, sin que ella se resistiera en absoluto. Al parecer, tenía que entregarla sí o sí.

Sintiéndome un poco insegura en presencia de tantas personas leí el contenido del mensaje, tratando por todos los medios de que no vieran lo que ponía. A fin de cuentas, no sabía si se trataría de alguna orden de Wix, o tal vez, incluso una nota de Daichi que por fin hacía acto de presencia. No quería tener que dar explicaciones y cuanto menos supieran de mí, mejor.

Sin embargo, a medida que mis ojos recorrían las escasas palabras del mensaje, un increíble malestar se adueñó de mi estómago, que nada tenía que ver con la comida que había ingerido. Más bien, tenía que ver con el miedo.

Por una vez, maldije mi falta de control y mi voracidad animal. Envenenada. Estaba envenenada. Y ni siquiera podía confiar en no haber ingerido lo suficiente como para sufrir los efectos porque me había puesto las botas en la cocina y había bebido en el brindis.

El pensar en el suceso me hizo acordarme de la pelirroja, y mis ojos se volvieron rápidamente hacia su palco, no demasiado lejos del mío. Descubrí que me estaba mirando fijamente mientras hacía un par de señales, dando a entender que quería que nos reuniéramos. Ahora que pensaba en ello, no recordaba haberla visto beber. Ella tenía que saber algo, pero no sabía si eso debía tranquilizarme o no.

Me puse en pie, dispuesta a marcharme del palco, sin hacer caso a ninguno de los comentarios que pudieran hacer los animales. ―Tengo que marcharme― dije, confiando en que el mensaje y el tono pálido que había adoptado mi rostro les convencieran para no hacer preguntas.

¿Ellos también estaban envenenados? Suponía que sí, aunque no me importaba en absoluto. ¿Lo sabrían? La nota solo me había llegado a mí. ¿Le habría llegado también a Oswald? Si la había enviado Wix era probable. Mientras acudía al lugar del encuentro, hice una bola con ella y la introduje en uno de mis bolsillos. Necesitaba saber de inmediato lo que estaba pasando y como curarme.



Cuando llegué, Wix me lanzó una mirada que no supe como interpretar y esperó a que todos nos volviéramos a reunir. Tierra de Partida y Bastión Hueco. Y todos en la misma situación. Lancé una mirada a Oswald, quién no parecía preocupado en absoluto. ¿Es que él no estaba envenenado?

Wix comenzó a hablar, más para nuestros rivales que para nosotros. Por sus palabras, me recordó nuevamente a la primera Wix que conocí, aunque seguía teniendo algo diferente. Más que insensible, parecía vengativa o rencorosa. Como si quisiera hacerles pagar por algo.

Cuando comenzó a describir los efectos del veneno, me recorrió un escalofrío de terror, a pesar de que traté de permanecer impasible. ¿Por qué no nos avisó a nosotros? Si se trataba de una jugada contra Tierra de Partida, ¿por qué nos había incluido en ella?

Respiré hondo, y traté de tranquilizarme. Por si fuera poco, el miedo había agudizado mi habitual dolor en el pecho, lo que me ponía todavía más nerviosa y acrecentaba la sensación de malestar que tenía. De todas las muertes posibles, el veneno se me antojaba como una de las peores. Me sentía totalmente débil e indefensa ante un ataque como ese.

Espero que no hayáis ingerido nada, como os pedí. Ni siquiera aquel refresco.― volví a alzar la mirada del suelo, dónde la había dejado clavada, al notar que volvía a dirigirse a nosotros. ―Venid conmigo de todas formas. Debo deciros algo.

No tuvo que repetírmelo dos veces, así que me dirigí tras ella, tratando de ocultar el dolor que sentía en mi pecho y cubrir mi temor bajo una coraza de furia. En cuanto estuvimos a solas, junto con Oswald, me dirigí a la mujer.

Sí que he tomado algo, porque a mi nadie me avisó de nada― dije acusadoramente. ―¿A nosotros nos vas a dar el antídoto sin más o también vamos a tener que pasar alguna clase de prueba?

Sin embargo, pronto me vi detenida por la intervención de mi compañero, quién procedió a hablar de forma mucho más calmada. ―"Hallaréis la verdad en la mentira."― ¿de verdad se había fijado en esa nota extraña tras enterarse de que estaba envenenado? ¿Qué mas daba una frase rimbombante en semejante mensaje? ―¿Lo del veneno va en serio? Porque si es que sí voy a necesitar el antídoto, a no ser que sea inmune por no ser humano. Sí, bebí del refresco. Necesitamos practicar nuestros mensajes por signos.

A pesar de mi enfado, sus palabras me llamaron la atención. ¿Qué podía ser si no era humano? Su aspecto era totalmente el mismo al de una persona normal. Solo se me ocurría una cosa, ¿podría ser acaso como Wix? ¿Un ser carente de corazón? Desde luego, eso explicaría su falta total de intranquilidad.

¿Y cómo iba a saber que no teníamos que tomar nada?― indicó también, aunque más educadamente ―El mensaje que Daichi me envió para que viniera no decía nada, ni siquiera sé qué hago exactamente aquí― asentí brevemente con la cabeza, para indicar que secundaba su comentario. ¿Pero qué se creían que éramos? ―Que por cierto, ¿dónde se ha metido? Tenía que reunirse con nosotros al llegar y explicarnos cosas pero no le he visto el pelo en todo el día. No me gusta estar en una misión sin saber qué tengo que hacer. Ah, ¿y quién es ese tal Raines y por qué sabe que eres mi Maestra? ¿Conoce lo del bastión?

Y puestos a preguntar― dije hoscamente, aprovechando para meter baza ―¿por qué nos has enviado una nota diciendo que estábamos envenenados si creías que no lo estábamos?― Mi desconfianza habitual me llevaba a pensar que la mujer nos la había jugado. Y su extraño comportamiento no hacía más que aumentar mis sospechas ―¿Y por qué nos llamas a brindar si no quieres que bebamos?

Me callé unos segundos para recuperar el aliento y para esconder una punzada especialmente desagradable que había sentido en mi corazón, tal vez a causa de la ira, pero apenas tardé unos segundos en continuar. ―¿De qué va todo esto? ¿Lo de las desapariciones también es cosa vuestra? Porque tal vez a alguien sin corazón le de igual, pero a mí no me gusta que me usen.― indiqué agriamente ―Y oír que todos los extras están desapareciendo no es agradable.

Terminé sacudiendo la cabeza, antes de añadir, algo más suavemente al haberme desahogado ya un poco. ―¿Y quién es ese famoso Trovador?
Avatar de Usuario
Soul Eater
8. Gárgola
8. Gárgola
 
Mensajes: 217
Registrado: Sab Nov 16, 2013 3:10 pm
Dinero: 0.00
Banco: 18,923.43
Sexo: Femenino
Karma: 0

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Light » Mié Sep 10, 2014 10:25 pm

El aprendiz de Tierra de Partida daba sus primeros pasos en aquella sala mientras observaba con atención el lugar donde daría lugar la refinada obra. Le resultó difícil encontrar a Fyk por el gran número de personas que se encontraban allí sentadas. Tarde o temprano le localizaría y se sentaría en la butaca contigua a la suya.

No había nada interesante que resaltar aparte de que los miembros de la orquesta habían comenzado a hacerse oír con sus instrumentos para introducir la obra. De todos modos aquella era su primera vez en la ópera, así que todo aquello era nuevo para él y cualquier cosa le parecía fascinante.

Le bastaba girar un poco la cabeza y alzar la vista para ver los asientos superiores: los palcos que estaban destinados a aquellos que se lo podían permitir. Encontró fácilmente a Soizic y a Lucile, las féminas con las que había charlado antes. Les devolvió el saludo e, inevitablemente, se concentró en observar a la tercera fémina con la que había compartido unas palabras en la entrada de la ópera. Por supuesto, no era otra que Hisa Wix.

Intentando no llamar su atención, la miraba vez en cuando, incapaz de quitarse a esa mujer de la cabeza. En aquellos momentos ella estaba leyendo el contenido de una hoja de papel con atención.

«Solo han venido para ver esto. No van a intentar nada raro, no tienen nada que ver con las desapariciones, son espectadores como nosotros» repitió varias veces. Todo eso de las desapariciones eran simples rumores…

No, sabía perfectamente que no era así. El mismo Fyk había escuchado una conversación sobre eso, se lo había confirmado.

«Que pase lo que tenga que pasar».

La obra finalmente comenzó y los primeros actores se dieron a conocer. El narrador de la obra fue el primero en revelarse. Él les introdujo el problema del protagonista, quien tampoco tardaría en hacer acto de presencia. Los nombres de Draco y María le resultaron inmediatamente familiares porque había oído hablar de ellos por Soizic y Lucile.

Fueron apareciendo más personajes los momentos siguientes. Light dejó de prestar atención en cuanto una pequeña ratita se acercó a ellos para hacerles llegar un mensaje. Inevitablemente su presencia molestó a los espectadores que se encontraban cerca de su posición.

¡Mensaje urgente para usted! ―antes de que pudieran coger la carta, la retiró y extendió la otra palma―. ¿Qué tal una propinilla primero?

Light intercambió una mirada de incredulidad con Fyk, confundido. Sacó de uno de los bolsillos cinco platines y se los entregó a la roedora.

Después, cogió la carta y la abrió con prisas para leer su contenido cuanto antes. A simple vista no pudieron saber de quién se trataba, y ni siquiera venía anotado el remitente. Respecto al mensaje de la carta…

¿Envenenados? ―alzó la mirada lentamente mientras intentaba asimilarlo. No podía.

Leyó varias veces el contenido de la carta como si sirviera de algo. También comprobó que venía otro mensaje adjunto, aunque carecía de sentido para Light en ese momento. “Encontrarás la verdad en la mentira”, ¿a qué demonios se refería con eso?

Primero pensó que debía ser una especie de broma. Debía ser parte del espectáculo; puede que cuando avanzara la obra comprendieran el significado de los mensajes…

Los sudores empezaron a recorrer su frente. Si era parte de la obra para hacerla más interactiva... ¿Por qué solo habían recibido ese mensaje ellos? Se volvió para observar a los espectadores más cercanos y no captó ninguna señal de que ellos también hubieran recibido un mensaje así. Además todos seguían allí de una pieza, vivitos y coleando.

Después recordó que se había puesto las botas en el vestíbulo. Y que Wix les había invitado a que bebieran con ella, su enemiga en teoría.

Acto seguido, se fijó en los palcos que se encontraban en la parte superior de la sala. La mirada de Wix inevitablemente se cruzó con la suya. Ésta le hizo una seña para que saliera inmediatamente de la sala; aunque no llegó a entender del todo sus gestos, solo llegó a comprender que debían dirigirse hacia el vestíbulo.

Ella debía saber lo que estaba pasando. Más le valía saberlo.

Deberíamos salir, Fyk.

Light se levantó con premura de su sitio y abandonó la fila de asientos, disculpándose con aquellos a los que pudiera estorbar. Obviamente se dirigió hacia la salida, tal como le había indicado la Guardiana del Castillo, esperando encontrar una explicación de todo aquello.

***


No se veía ni un alma en el vestíbulo, lo que resultaba lógico pues todos estaban presenciando la famosa obra. Se podía seguir oyendo el rumor de una canción que alguien había empezado a tararear, aunque Light le dio la mínima importancia.

Wix se encontraba en el centro de la sala, posiblemente esperándoles para explicarles lo que ocurría. Aparte de ellos, otros aprendices habían salido al vestíbulo, entre ellos Bavol. ¿Habrían recibido también la misteriosa nota que les avisaba del envenenamiento?

No creía que los de Bastión Hueco fueran los responsables del envenenamiento. Su presencia los hacia sospechosos, en efecto, pero la misma Wix había admitido que no tenía intenciones ocultas. Y algo en lo más profundo de su corazón le decía que podía confiar ella: la consideraba una mujer con honor, después de todo. Hasta que no se demostrase lo contrario él creería que Wix solo había venido como espectadora.

Light no esperó a que la Guardiana comenzara a hablar y fue al grano.

Todos envenenados. ¿Qué significa esto?

Supongo que ya lo habréis adivinado. Habéis sido envenenados. O, mejor dicho, habéis estado presentes junto a cientos de víctimas que morirán en pocas horas y no hicisteis nada para salvarlos ―Light abrió los ojos lentamente, dibujando inevitablemente una expresión de horror en su rostro. Deseó que sus oídos le estuvieran engañando―. Y tal vez incluso se haya condenado a su vez alguno de vuestros compañeros. ¿Qué creéis que dirán en Tierra de Partida cuando lo sepan? Estos errores ya se han cometido en el pasado. Y nunca se han solucionado con un simple castigo. Existen formas de redimir a los aprendices desencaminados… o erróneos.

¿De qué estás hablando…? ―aturdido, pronunció tan bajo sus palabras que posiblemente ninguno de los presentes las escuchó.

Y como ya imaginaréis ―continuó― me declaro culpable. He sido yo.

»¿Recordaréis lo que he dicho antes? «No debemos involucrar en nuestra guerra a los civiles». Vuestra ingenuidad os ha condenado. En las guerras siempre acaban involucrados. Y son las primeras víctimas.

La cruel confesión de Wix le había sentado como un cubo enorme de agua fría. Petrificado, incapaz de articular alguna palabra y asimilar lo escuchado, Light mantenía la mirada clavada en el suelo. La misma mujer que luchó con honor aquel día, la misma mujer que les salvó la vida a Xefil y a Axel del plan que el mismo Light maquinó. Era la misma mujer que acababa de tenderles una trampa de lo más rastrera y mortal.

Se mordió los labios y se sintió de lo más estúpido. ¿Por qué se extrañaba? Estaban en guerra después de todo. Las cosas habían cambiado respecto a esa época.

Ahora comprendía su verdadero motivo para acercarse a brindar con ellos: para envenenarlos con aquellas copas con bebida. Y si su memoria no le engañaba, él y sus compañeros habían bebido sin excepción, cayendo de lleno en la trampa. Ella era ahora su enemiga después de todo, ¿en qué demonios había estado pensando cuando aceptó beber ese vino?

Aunque en su caso hubiera dado igual aceptar su oferta o no. Si ella aseguraba que todos los asistentes estaban envenenados, posiblemente toda la comida y toda la bebida había sido envenenada sin excepción; y antes de encontrarse con Wix se había molestado en llenar su estómago y saciar su sed.

Imperdonable ―susurró con una voz casi inaudible. Le temblaban las extremidades de la rabia. Que de todas las personas del bando contrario ella precisamente se la hubiera jugado le sentó mucho peor que el mero hecho de haber sido un ingenuo.

No tengo corazón. Por lo tanto, no siento la menor compasión por vosotros o por cualquiera de los asistentes ―Light enrojeció de ira y apretó muchísimo los puños, clavándose las uñas―. Sin embargo, no veo razón para evitar una matanza si consigo mi objetivo. Os ofrezco cuatro alternativas para salvarlos… y salvaros a vosotros mismos.

A continuación, Wix les planteó cuatro posibilidades de lo que podría pasar con ellos a partir de este punto. Si cumplían con algunas de sus exigencias, se salvarían.

La primera de todas le resultó tan injusta y tan absurda que ni se lo replanteó. Light no traicionaría a Tierra de Partida para unirse a una facción opuesta a sus ideas en la que no había sitio para él. A su vez le resultaría imposible hacerse pasar por un traidor.

Tampoco iba a ceder y dejar de ser Portador. Si volvía a Villa Crepúsculo no podría mirar a su abuela a la cara y sería incapaz de encontrar a sus padres. Necesitaba el poder de la Llave Espada para lograr su último fin. Por mucho que borrara sus recuerdos y olvidara su vida de aprendiz, sus padres le seguirían faltando.

La tercera opción también la ignoró porque era perfectamente consciente de que había probado la bebida. La comida también, y la lógica le decía que ese veneno era más letal cuanta más cantidad se ingería.

En resumidas cuentas, tenía que renunciar a ser Caballero de la Llave Espada para poder salvar su vida. Si no aceptaban alguna de sus condiciones, jamás sabrían dónde estaba localizado el antídoto y morirían por culpa del veneno. La “amable” mujer también se molestó en advertirles de sus efectos secundarios, seguramente para corroborar sus palabras y demostrar que no era ningún farol.

El amuleto con forma de sol atrajo toda su atención inevitablemente. Era la clave para su salvación y si no tenían intención de ceder a su chantaje solo podían conseguirlo de una manera: arrebatándoselo a la fuerza. Pero claro, Wix era mucho más experimentada en combate que ellos y no lo tendrían nada fácil. Además iba acompañada de Portadores de su mismo bando que podrían apoyarla en combate. Tampoco tenía la seguridad de que Bavol y Fyk le ayudaran y se atrevieran a luchar contra Wix y los suyos.

La opción de luchar contra ella era demasiado arriesgada.

«Pero hay que intentarlo».

Aun así, actuar e intentar conseguir el amuleto por ellos mismos era mejor opción que rendirse o esperar sin hacer nada a que las dos horas transcurrieran. Tampoco veía viable empezar a buscarlo sin conocer su localización: seguramente lo hubiera escondido en el lugar más recóndito del mundo.

Light observó cómo Wix se alejaba de ellos, dirigiéndose hacia la escalinata del vestíbulo. La Guardiana del castillo se iba y si quería conseguir su colgante tenía que actuar cuanto antes. Light observaba aturdido a sus compañeros. ¿En serio iban a dejarla marchar?

El pequeño Fyk confesó sus impresiones de todo aquello, asegurando que todo era parte del espectáculo. Light, quien negaba con la cabeza mientras le escuchaba, no pudo evitar contradecirle.

¡No! ¡Todo eso de «la bendición de la ópera» es una farsa, Fyk! ¡Esto no es ningún truco! ―espetó, fulminándole con la mirada―. ¿¡No lo ves!? ¡Bastión Hueco nos ha tendido una trampa y nosotros y todos los demás asistentes vamos a morir si nos hacemos algo!

Quizás había sido demasiado duro con él: Fyk era un niño después de todo. Puede que otro ingenuo como Bavol. Pero en aquel momento esa era una de sus menores preocupaciones. Tenían que ser conscientes de su situación actual y actuar en consecuencia. No podían quedarse de brazos cruzados sin hacer nada, de ninguna manera. Muchas vidas estaban en juego, las suyas incluidas.

Y no iba a permitir que se produjera otra matanza como sucedió en Tebas en esa ocasión.

No va a salirse con la suya ―concluyó, más calmado. Miró en ese momento a Fyk, quien además había sugerido que se marcharan para seguir viendo la obra―. Espera un momento aquí, voy a subir para reclamar algo. ¿Vienes, Bavol?

Fue lo último que dijo antes de ponerse en marcha. Solo o acompañado, siguió el camino que Wix y sus aprendices habían tomado, escaleras arriba. Caminó con presteza para alcanzarla, antes de que terminara de subir por la escalinata. Llamó su atención con un simple “¡Eh!” y se situó delante de la Guardiana del Castillo. No pudo evitar fulminarla con la mirada y mostrar sus dientes, lleno de rabia.

Ya he decidido qué hacer ―dijo alto y claro.

No especificó nada más. Sus acciones hablarían por él.

El joven aprendiz agacharía la vista para tener en el punto de mira el escalón sobre el que se apoyaría la Guardiana del Castillo si seguía en la escalinata. Convocaría el hechizo Esquirla bajo los pies de su enemiga, capaz de desequilibrarla. Los tacones altos de la Guardiana del Castillo no la ayudarían precisamente a mantener el equilibrio en la escalinata ante ese ataque de tierra, así que esperaba que su habilidad funcionara a la perfección. La mujer seguramente tropezara y cayera; a ser posible hacia abajo, hacia donde se encontraba él.

En cuanto el montículo de tierra surgiera estaría preparado. Mientras convocaba el hechizo terrestre desenvainó la katana e hizo todo lo posible para clavársela. La sostendría ligeramente levantada hacia arriba, en dirección a la mujer que posiblemente se estuviera tropezando en ese momento. Si Wix caía desde el escalón superior, hacia abajo, aterrizaría sobre el filo de la katana que Light sujetaba y se vería empalada como un pincho moruno. Sin miramientos y sin compasión alguna ―faltaría más―, inmediatamente después retiraría el colgante de su cuello y extraería su arma.

En el caso de que no cayera sobre la katana o simplemente no se tropezara por el hechizo, Light igualmente correría y se abalanzaría sobre ella para arrojarla al suelo y agarraría con todas sus fuerzas el colgante para quitárselo. Si el aprendiz salía perdiendo en el forcejeo, intentaría pillarla por sorpresa: estando próximo a ella materializaría en su mano libre su enorme Llave Espada de gran alcance y atacaría al instante con un Golpe Contundente, directo a la cabeza de Wix a ser posible.

Si Wix pensaba que seguía siendo el mismo chico débil de hace dos años, se equivocaba. No iba a dejarse chantajear por ella, ni mucho menos derrotar.

¡No te saldrás con la tuya! ―exclamó con furor. Si el colgante estaba bajo su poder se voltearía rápidamente y correría escaleras abajo hasta tener a Fyk en el punto de mira. Le lanzaría el colgante lo antes posible o se lo daría en mano si había optado por seguirles―. ¡Cógelo y corre!

Fyk podría escapar con el objeto si así quería para comenzar a buscar el antídoto. En cambio, Light no se marcharía y permanecería allí, preparado para afrontar a sus enemigos e impedir que alcanzasen a Fyk.

Por muy poderosa que fuera, sus acciones eran imperdonables y no iba a dejar que se fuera de rositas. Con colgante o sin colgante, no iba a dejar marchar a Wix tan fácilmente.

Spoiler: Mostrar
Edit: errata en el diálogo corregida xD
Última edición por Light el Mié Sep 10, 2014 10:35 pm, editado 1 vez en total
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

Spoiler: Mostrar
Imagen

Imagen
Imagen
Avatar de Usuario
Light
144. Xion Forma Final
144. Xion Forma Final
The Unknowns
 
Mensajes: 4309
Registrado: Mar Ago 24, 2010 7:20 pm
Dinero: 116.22
Banco: 474,840.29
Sexo: Masculino
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 59

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Tidus Cloud » Mié Sep 10, 2014 10:27 pm

Bavol se dirigió hacia los palcos y se encontró con que efectivamente la estancia estaba vacía tal y como le había indicado Augustine. Al darse cuenta de aquel hecho, abrió la puerta con un fuerte movimiento de su brazo y se sentó en el asiento libre con indignación.

No entendía a sus dos compañeros de Tierra de Partida. Estaban totalmente en contra de enfrentarse a los que evidentemente eran sus enemigos e incluso Fyk le había espetado que él era peor que todos. El gitano se llevó una mano a los ojos dejándose llevar por los tristes sentimientos que estaban acarreando aquellos pensamientos.

¿Por qué nadie lo entendía? ¿Por qué ninguno comprendía que había que luchar para proteger a los inocentes? ¿Por qué tenía que sentirse tan mal por culpa de Fyk y Light cuando había sido el único que estaba haciendo lo correcto?

Estaba convencido de que estaba haciendo lo correcto, de aquello no tenía dudas, pero aquel rechazo despertaba una angustiosa sensación en su interior. Casi le entraban ganas de llorar…

Spoiler: Mostrar

Una música empezó a sonar por toda la sala.

Bavol se quitó la mano y se dio cuenta de que el espectáculo estaba a punto de comenzar. El escenario estaba elegantemente decorado para que sirviese a la vez de castillo, torre y campo de batalla. El gitano no pudo evitar mirar aquellos decorados con asombro e ilusión, ya que jamás había asistido a un despliegue de medios como aquel.

Curiosamente aquel espectáculo captó tanto la atención del niño que prefirió continuar viendo la función un poco más antes de ir a marcharse a jugar con la perrita. La aparición del primer personaje y su relato de los hechos provocó que volviera a pensar en los hechos aunque desde una perspectiva que nunca antes se le hubiera ocurrido. ¿Y si alguien de Tierra de Partida se enamorase de una persona de Bastión Hueco, o viceversa?

Sería demasiado dramático, ese tipo de historias de amor seguro que acabarían mal. Él sabía lo que era tener que enfrentarse a un amigo y verle morir… No, definitivamente, aquello nunca podría acabar bien.

De pronto, alguien le dio un pequeño tirón en la ropa haciendo que soltara un pequeño grito a causa del susto y dejara de mirar el escenario. Aún con una mano sobre el corazón cuando se dio la vuelta y se encontró a una pequeña ratoncita, escuchó con atención lo que tuviera que decirles (esperaba que nada relacionado con que estaba en un palco que no había pagado)

¡Mensaje urgente para usted! ¿Qué tal una propinilla primero?

Bavol miró la carta que sujetaba la mensajera y se preguntó quién le mandaría algo así justo en aquel momento. Se encogió de hombros y rebuscó en los bolsillos de sus pantalones. Como le habían quitado su disfraz, ya no tenía a mano todas las posesiones que había traído. Sin embargo, aquel podría ser su día de suerte…

Sí, aquí tienes tu propina ―le indicó depositándola en la mano de la ratoncita―. Te doy un, he dicho UN, platín por tus servicios.

Una vez le dio su propina a la mensajera, aceptó la carta que le había traído la ratoncita. Sin ningún tipo de señal que indicara de quien la había escrito, los ojos de Bavol se abrieron al leer el terrible mensaje que había escrito en aquel papel:

Todos aquellos que alcances a ver, y puede que tú mismo, acabáis de ser envenenados.


Además, había otra nota más escrita en un color diferente:

Hallaréis la verdad en la mentira.


La respiración de Bavol se aceleró y mientras arrugaba nerviosamente la nota entre sus manos empezó a mirar de un lado a otro a todos los espectadores que se encontraban sentados en las butacas a sus pies y en los otros palcos. Todos… todos habían sido envenenados… ¿Pero cómo? ¿Cómo podrías envenenar a tanta gente a la vez? Algo en la luz, en el aire o quizás en… la comida.

Bavol fijó su atención en dos palcos a la derecha del suyo: el palco de Wix. La Guardiana de Bastión Hueco le estaba mirando fijamente y con un gesto le indicó que saliera del teatro. El gitano se llevó las manos a la boca al darse cuenta de que ella había sido la artífice de todo. Ella no había tenido un gesto amistoso con ellos… ella había intentado asegurarles de que probaban el veneno ofreciéndoles aquel brindis.

Afortunadamente, el pequeño había sido muy inteligente no cayendo ante aquella trampa… De pronto, recordó que sí había probado algo de comida cuando conoció a Augustine. Él también había sido envenenado. El niño se llevó las manos a la garganta, sentía un fuerte nudo que estaba a punto de ahogarlo.

Tenía que hacer algo. Bavol obedeció la indicación de Wix en busca de más respuestas, se guardó la nota en el bolsillo y salió a toda prisa del palco.

***

El vestíbulo estaba completamente vacío, excepto por la presencia de los Aprendices de la Llave Espada (incluidos los de Bastión Hueco), que habían ido llegando paulatinamente, y de Wix. Bavol miró fijamente a la Guardiana en busca de respuestas; no obstante, permaneció apoyada en una columna jugueteando con su colgante hasta que todos estuvieron reunidos.

Supongo que ya lo habréis adivinado. Habéis sido envenenados. O, mejor dicho, habéis estado presentes junto a cientos de víctimas que morirán en pocas horas y no hicisteis nada para salvarlos. Y tal vez incluso se haya condenado a su vez alguno de vuestros compañeros. ¿Qué creéis que dirán en Tierra de Partida cuando lo sepan? Estos errores ya se han cometido en el pasado. Y nunca se han solucionado con un simple castigo. Existen formas de redimir a los aprendices desencaminados… o erróneos.

El corazón le latía cada vez más fuerte y casi le costaba respirar. Bavol se reclinó un poco sobre sí mismo e intentó apoyarse en la columna más cercana dándole la espalda a Wix. Con aquella frase la Guardiana le había golpeado en todos sus puntos débiles. Había conseguido que Bastión Hueco diera un golpe letal a Tierra de Partida, iba a acabar con la vida de cientos de inocentes y además había recalcado la decepción que provocaría en El Capitán Ronin…

»Y como ya imaginaréis me declaro culpable. He sido yo.

»¿Recordaréis lo que he dicho antes? «No debemos involucrar en nuestra guerra a los civiles». Vuestra ingenuidad os ha condenado. En las guerras siempre acaban involucrados. Y son las primeras víctimas.

¿Cómo podía hacer aquello? Era el mayor monstruo que jamás había visto en su vida. Iba a matar a gente inocente y no daba ni una sola muestra de arrepentimiento, lo contaba todo con una frialdad sobrehumana. Bavol había dudado hace unos momentos sobre ella, aquellos comentarios durante el brindis casi le habían hecho pensar que ella era una mujer razonable. Sin embargo, ya había quedado claro quiénes eran los malos en esta guerra.

Aún afectado por aquella inesperada jugada de Wix, sintiéndose derrotado, Bavol escuchó con la vista clavada en el suelo las múltiples alternativas que les planteó la Guardiana de Bastión Hueco.

Primero, la traición. Jamás se plantearía dejar el bando de la Luz para adentrarse en la oscuridad, en el lado de los villanos. Simplemente no podía considerar esa opción de ninguna de las maneras.

Segundo, la rendición, abandonar a la guerra y volver a la vida de siempre. No es que fuera la opción más horrible del mundo, pero tampoco la aceptaría. Sí, echaba de menos a su madre y a sus seres queridos… Pero cómo podría volver a una existencia injusta en la que siempre sería perseguido después de haber vivido tanto como Caballero de la Llave Espada.

Tercero, la huida. Aquella, aparte de ser totalmente rastrera puesto que implicaba abandonar a un montón de víctimas a su suerte, ni siquiera era una opción. Había comido de entre los platos que les habían servido, de manera que él al igual que tantos otros estaba envenenado.

Cuarto, la muerte. Negarse a aceptar cualquiera de las otras opciones implicaba quedarse sin el antídoto y, por tanto, perecer. La señal que indicaría aquel momento sería una última lágrima después de haber sufrido una serie de dolorosos efectos secundarios. Como se negaba a aceptar cualquiera de las otras alternativas, solo le quedaba aquel destino.

Morir… No, no quería morir, no de aquella manera tan miserable, tan injusta, sin la posibilidad de luchar por su vida. No podía morir así...

El niño se llevó las manos a los oídos como si pretendiese tapárselos para dejar de escuchar lo que estaba diciéndole la Guardiana a la vez que negaba expresivamente con la cabeza. No podía aceptar aquel fatídico destino, sencillamente no podía permitir que Wix ganase con una estrategia tan retorcida y malvada.

Bavol se dio la vuelta finalmente para escuchar cómo Wix les indicaba que el antídoto estaba escondido en algún lugar del teatro, pero que sólo ella sabía la localización y que aquel secreto lo guardaba en el interior de su colgante, el cual solo les daría si aceptaban sus condiciones.

Recordad: antes del final de la ópera. Espero vuestra respuesta.

Tú… ¿por qué? ―preguntó Bavol dando lentamente unos pasos hacia la escalinata―. No… no está bien… Vas a matar a gente inocente… ―Bavol alzó la cara para mirar directamente a los ojos de Wix. La expresión del niño estaba repleta de odio y de furia― ¡¿Cómo puedes hacer algo tan horrible, monstruo?! ¡¿Es que no tienes sentimientos?! ¡Yo habría luchado contigo cara a cara, esto no hacía falta! ¡¿Por qué metes a la gente inocente?!

Bavol empezó a apretar los puños con fuerza, aquella estrategia de Wix había conseguido sobrepasar el límite de su paciencia. La postura del niño parecía indicar que iba a explotar en cualquier momento, cualquier oportunidad de diplomacia parecía desechada…

¡Ya lo pillo! Nos hacen pensar que tenemos veneno en el cuerpo y que vamos a morir, ¿no? ¡Pero, pero, pero...! ¿Recordáis aquello? ¿Lo de la Bendición? ¿Que la ópera nos concederá cualquier cosa que pidamos o algo así? ¡Pedimos vivir y no morimos! ¡Y como al saber que estamos envenenados todos pediremos no morir pues parece que ha sido la obra la que nos ha concedido el deseo! ¡Es brillante! ―Bavol se llevó una mano a la cara. No entendía que Fyk rehuyera del enfrentamiento incluso ante un ataque tan claro por parte de Wix―. ¡Vamos adentro, que nos lo perdemos todo, venga!

El razonamiento de Fyk era totalmente absurdo; no obstante, le hizo recordar algo... Algo que quizás pudiera darle la razón al extraterrestre. Sacó la nota que había guardado en el bolsillo y comenzó a gritarle a Wix para que detuviera su avance:

Hallaréis la verdad en la mentira. ¿Qué significa esto? ―agitó la nota para indicarle que se refería a lo que ponía en la nota― ¿Es todo… mentira?

Esperaba que Wix le diera algún tipo de respuesta o explicación por mínima que fuera. También era cierto que aunque fuera mentira, eso no cambiaba nada, ya que el simple intento de chantajearlos de una forma tan ruin demostraba su naturaleza rastrera.

¡No! ¡Todo eso de «la bendición de la ópera» es una farsa, Fyk! ¡Esto no es ningún truco! ¿¡No lo ves!? ¡Bastión Hueco nos ha tendido una trampa y nosotros y toda los demás asistentes vamos a morir si nos hacemos algo!

Parecía que Ligh finalmente había entrado en razón. En otra ocasión le habría recriminado que no le hubiera hecho caso antes o se hubiera burlado de él; sin embargo, aquella era una situación demasiado crítica para eso, ya tendrían otros momentos para hablar entre ellos de aquel tema. Si finalmente Light estaba dispuesto a luchar, su deber como Caballero de la Llave Espada es luchar junto a él.

No va a salirse con la suya ―terminó diciendo su compañero más tranquilo. Después se dirigió primero a Fyk―. Espera un momento aquí, voy a subir para reclamar algo. ¿Vienes, Bavol?

Bavol asintió animadamente y acompañó a Light. Ambos subieron la escalinata, aunque no tenía muy claro todavía qué es lo que iban a hacer exactamente. Su compañero decidió llamar la atención de Wix para que se girara y simplemente le dijo:

Ya he decidido qué hacer.

A continuación, Light comenzó un ataque hacia Wix. No es que lo desaprobara, pero Bavol se quedó paralizado durante unos segundos dado que no se esperaba una confrontación tan directa y repentina.

Aquello era la guerra e iban a librar un combate por sus vidas. Si su compañero iba a encargarse de la Guardiana, el gitano tendría que encargarse de los otros dos Aprendices para que no molestasen. No conocía personalmente a la chica llamada Gata, pero poder luchar contra Ban después de tanto tiempo iba a ser un placer. Hoy iba a terminar con su malvada existencia.

Perla ―conjuró disparando contra Gata sin dar previo aviso

Esperaba que el conjuro fuera suficiente para distraer a la chica o que le hiciera el suficiente daño. Al fin y al cabo, si era sincero, tenía más ganas de combatir contra Ban que contra aquella desconocida. Seguidamente, se giró hacia el otro Aprendiz de Bastión Hueco y fulminándolo con una mirada llena de odio, se limitó a decir:

Por fin acabamos con esto.

Seguidamente, Bavol embistió contra Ban invocando su Llave Espada durante el golpe. En caso de que el Aprendiz del bando contrario fuera lo suficientemente rápido como para bloquear el ataque o esquivarlo, materializaría su daga e intentaría asestarle un nuevo golpe con ella.

No tenía muy claro cómo iba acabar todo eso. Se estaba dejando llevar por la furia que sentía en aquellos momentos y por la emoción de poder cumplir lo que se esperaba de él; no obstante, no sabía si después de eso conseguirían salvar sus propias vidas y la de todos los espectadores. Es más, ¿tendrían que ajusticiar ellos mismos a los tres miembros de Bastión Hueco?

Un escalofrío le recorrió el cuerpo… Nunca se había detenido a pensar en eso detenidamente. De todas formas, no era el momento de pararse a pensarlo demasiado. Tenía una batalla que ganar por la vida de todos.
Imagen


Spoiler: Mostrar
Imagen
Avatar de Usuario
Tidus Cloud
35. Hechicero
35. Hechicero
 
Mensajes: 1038
Registrado: Sab Sep 27, 2008 4:59 pm
Dinero: 156,626.10
Banco: 15,565.00
Ubicación: Reinando un nuevo mundo lleno de posibilidades...
Sexo: Moriré solo y virgen
Estantería de objetos
Karma: 20

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Final Fan » Jue Sep 11, 2014 12:01 am

Hallaréis la verdad en la mentira. ¿Qué significa esto? ¿Es todo… mentira?

Todavía radiante, le saqué a Bavol aquella nota de las manos y la comparé con la que había recibido yo, idéntica. Mi sonrisa de satisfacción se convirtió en una mueca pícara y se me escapó una risita.

¡Incluso nos había dejado pistas! ―exclamé, señalando las dos notas y poniéndoselas delante de la cara a mis dos compañeros―. Como si fuese un juego, esto es genial.

Miré a mi alrededor y me di cuenta de que los dos aprendices de Bastión Hueco no se habían parado a escucharme. No podía reprochárselo, ¡seguro que ellos estaban enterados de aquello y no querían chafarse aún más el argumento de la ópera!

¡No! ¡Todo eso de «la bendición de la ópera» es una farsa, Fyk! ―exclamó Light, un tanto alterado―¡Esto no es ningún truco! ¿¡No lo ves!? ¡Bastión Hueco nos ha tendido una trampa y nosotros y todos los demás asistentes vamos a morir si nos hacemos algo!

Miré a Light casi con diversión al principio, pensando que me estaba gastando algún tipo de broma. Luego la diversión se convirtió en pena, y ésta en miedo. Más bien una poco saludable mezcla de preocupación y decepción.

¿Pero todavía seguís con eso...? ―musité, bastante desinflado de repente―. Bastión Hueco esto, Bastión Hueco lo otro. ¿Tantas ganas tenéis de estar en guerra?

No esperaba una respuesta, por supuesto. Había empezado aquella noche sin demasiadas expectativas por aquella obra... pero, ahora que creía que podría empezar a disfrutarla, me encontraba con aquella situación.

No va a salirse con la suya. Espera un momento aquí, voy a subir para reclamar algo. ¿Vienes, Bavol?

Cuando Bavol y Light se marcharon de allí en piña, caminando decididos hacia Wix, me enfadé Podía notar cómo se me subían los colores, y estaba seguro de que podría iluminar una sala entera con lo alterado que estaba.

¡¡Los dos sois iguales!! ¡¡Pensáis que para ser "buenos" tiene que haber un "malo"!! ―estallé―. ¡¡No ser los malos no os hace héroes!! ¡Si queréis ser héroes tenéis que...!

"¿Quieres ser un héroe? Tendrás que currártelo."
"¿Quieres ser un auténtico héroe, niño? ¿O solo quieres el poder y la fama, como la quería Gárland?"


Noté como si el tiempo se ralentizase. Me puse en guardia en un acto reflejo al darme cuenta del rastrero ataque de Light. Había realizado una técnica telúrica en medio de la escalinata para atacar a Wix. Bavol, por su parte, también quería pasar al ataque.

¡¡REFLEJO!! ―convoqué, casi airado, sobre la aprendiza de Bastión Hueco a la que había dirigido su ataque. Luego Bavol se lanzó hacia Ban...― ¡¡CORAZA!!

Aquello era demasiado para mí. Todo estaba pasando muy rápido, y de una forma tan innecesaria e imprevista que ni mi velocidad de reacción iba a hacer que aquello parase. No sabía si lo que estaba haciendo estaba "bien" o "mal", pero sabía que para mí era lo correcto. Realizar dos hechizos de barrera en tan rápida sucesión, sin embargo, me había dejado agotado.

¿¡Ahora quién es el malo!? ¿¡Eh!? ¿¡Soy yo!? ¿¡Soy yo el malo!? ―exclamé.
ImagenImagenImagenImagenImagen
Imagen
Avatar de Usuario
Final Fan
Miembro del Hall de la Fama
Miembro del Hall de la Fama
Lost Hearts
 
Mensajes: 1763
Registrado: Sab Mar 22, 2008 10:21 pm
Dinero: 164,122.60
Banco: 114,985.17
Ubicación: Dejitaru Waarudo >8D
Sexo: Masculino
Clan: Lost Hearts
Tumblr: finalflan
Youtube: AboFinal
Estantería de objetos
Karma: 31

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Nell » Lun Sep 29, 2014 7:21 pm

Antes


La respuesta de Cid fue directa y sincera. Ni siquiera le miró mientras se dirigía a él, y siguió con su camino.

No.

En el palco de Gata no hubo mucho revuelo por su marcha. Una de las damas aprovechó para sustituirla, radiante; Lionel, en cambio, estaba tan concentrado en la ópera que ni siquiera se fijó.

Por otro lado, Light y Fyk se escurrieron sin problemas y sin llamar la atención hacia la salida; Bavol, en cambio, recibiría antes la cara enfurruñada de la mensajera, que aceptó indignada el mísero platín antes de marcharse.


Todos


La inocencia de Fyk dejó pasmados a todos los presentes. A Wix, la que más, que le miraba con absoluta sorpresa. Acto seguido, para continuar con la escena surrealista, la incorpóreo no pudo evitar escapar una risa que cubrió con una mano.

Había olvidado cómo sois en Tierra de Partida…

Mientras Light trataba de asimilar esa traición, Bavol le echó en cara que inmiscuyera a gente inocente en sus planes. La mujer se limitó a encogerse de hombros. Ya lo había dicho: no tenía corazón. Se quedó sin la explicación que esperaba obtener de la última anotación que había en la carta.

Se olvidó de ellos y subió con sus aprendices las escaleras, hacia el pasillo de la derecha, antes de detenerse en mitad de él y volverse hacia ellos. Inmediatamente, Gata le echó en cara que no le hubiese llegado ese supuesto aviso y que, por tanto, ambos estuviesen también envenenados. Ban iba a hablar, pero Wix se adelantó.

¿Olvidáis que estamos en el mismo bando? Os he traído para…

No hubo tiempo para más, porque detrás de ellos habían subido a continuación Light y Bavol, con la intención de zanjar el asunto directamente con Wix, enfrentándose a ella. El primer aprendiz pretendía pillarla en las escaleras, para que jugara a su favor el desnivel y los tacones de su enemiga, pero el grupito ya había alcanzado el pasillo, por lo que no había podido ser. Aun así, convocó la Esquirla bajo sus pies, desestabilizándola, pero sin lograr que cayera.

Por otro lado, Bavol atacó a Gata con una Perla, la cual le habría dado de lleno si no hubiese sido por la interrupción de Fyk, que conjuró un Reflejo sobre la chica, y este rebotó hacia el aprendiz, quién sí tuvo la suficiente agilidad para esquivarlo. Acto seguido, Fyk convocó una Coraza sobre Ban, al mismo tiempo que tanto Light como Bavol se lanzaban, Llave Espada en mano, a por ellos.

Sin embargo, no hizo ninguna falta, porque la sorpresa inicial se había esfumado y Wix estaba esperándolos. Alzó una mano hacia ellos y, de repente, Light y Bavol se vieron frenados y propulsados hacia atrás. Habrían seguido alejándose de no ser por el panel que había frente a las escaleras, que los detuvo, aunque eran incapaces de moverse, como si algo los estuviera estampando contra la madera procedente de Wix.

Las decisiones precipitadas son las peores ―reflexionó Wix, con absoluta calma, poniendo ambas manos en los hombros de Gata y Ban. Se darían cuenta de que trataba de frenar cualquier intento suyo de contratacar―. Os aconsejo aprovechar mejor el tiempo de margen que tenéis. Se agota lentamente.

Tiró de Gata y Ban, y se los continuó por el pasillo, hasta las escaleras que subían al piso superior, por donde los tres se perdieron. Al cabo de unos segundos, la sensación de repulsión de Light y Bavol desapareció.


Tierra de Partida


Tendrían un rato para hablar, discutir o decidir qué hacer a continuación entre ellos antes de que hiciera acto de presencia alguien más.

Sé lo que estáis pensando y os equivocáis. ―Fue lo primero que dijo Cid cuando le vieron aparecer por las escaleras, para que los aprendices no se confundieran con su papel en todo aquello―. No estoy con ella. Sospechaba que tramaba algo y por eso me las ingenié para tenerla cerca. Al final, así ha sido. He estado escuchando vuestra disputa de abajo. Perdonadme la intromisión ―se disculpó, volviendo a inclinarse y no demasiado arrepentido. Como había dicho, solo sabía lo referente a lo explicado por Wix antes.

»Ahora, ¿qué vais a hacer?

Por si había dudas de a qué se refería, siguió explicándose:

Ya ha dicho que tiene el antídoto guardado en algún lado. ¿Dónde…? No sabría decíroslo. El teatro es demasiado grande para localizar algo tan concreto, y ahora mismo no es momento de iniciar una búsqueda con la ópera representándose ―reflexionó―. Dejando ese punto aparte, lo que más nos interesa saber es de cuánto antídoto dispone. ¿Es suficiente para toda la gente que ha envenenado? ¿Y se podrá administrar a todos a tiempo?

»Lo dudo.

Ahí estaba el interés de Cid: cómo salvar a la gente presente en el teatro. Light se había lanzado de inmediato a tratar de arrebatarle el secreto de la localización del antídoto a Wix, y aun en el caso de que lo hubiera conseguido, ¿qué habría hecho a continuación? ¿Cómo podía dárselo a todos sin montar un escándalo?

Si vuestra prioridad es salvar todas las vidas posibles, debéis olvidaros de los nobles que hay en los palcos y centraros en aquellos que se hallan en los asientos normales. Ellos ya están reunidos, mientras que a los de arriba habría que ir uno por uno… tarea que se complicaría si alguno rehúsa tomar la medicina o escapa ―concluyó Cid, aportando sus ideas―. Trataré de ayudaros en lo que pueda, aunque debéis saber que estaré ocupado gran parte de la noche. Pensad en un plan, conseguid el antídoto y, luego, acudid a mí en lo que necesitéis. Sé que lo conseguiréis.

»Al fin y al cabo, no me habéis necesitado para saber cuál es la quinta opción que Hisa ha tenido la consideración de omitir: matarla a ella primero.

Cid se quedaría a responder cualquier cosa que quisieran preguntarle o decirle, con esa tranquilidad y seriedad que le caracterizaban, antes de marcharse pues, como había dicho, tenía asuntos aquella noche.

Os deseo suerte. Me gustaría poder apoyaros más, pero Ralse necesita a su actor. ―Acto seguido se marchó, dejándoles nuevamente solos.


Bastión Hueco


Subieron las escaleras detrás de Wix, quien les soltó en cuanto estuvo segura de que no contraatacarían a los aprendices de Tierra de Partida. Llegaron a una habitación oscura, llena de cajas y objetos amontonados o tirados por el suelo; como imaginarían, un trastero en el que se guardaba el material de obras pasadas, por si servían para alguna futura.

Wix se encaminó, con seguridad puesto que no era la primera vez que subía, hacia una mesa cercana, donde iluminó un candelabro.

No pensé que vendrían tan pronto ―murmuró―. Como os estaba diciendo antes, os he traído para daros el antídoto.

A continuación, Ban intervino para echarle en cara lo mismo, que había bebido del brindis sin saber que no debía hacerlo, la razón del mensaje de Daichi y el papel de Cid en todo el asunto. Mientras su alumno, y posteriormente Gata, se cuestionaban todo lo que habían visto aquella noche, Wix iba por la habitación encendiendo el fuego de los candelabros, puesto que no había luz eléctrica. Cuando terminó, volvió con ellos.

Responderé a vuestras dudas, pero de una en una, por favor ―pidió Wix, al ver que Ban y Gata se abalanzaban casi literalmente en busca de respuestas. Normal, ¡estaban envenenados!―. Sí, lo del veneno va en serio; y no, nadie os tenía que decir que no tomaseis nada, porque es algo que me he inventado delante de los de Tierra de Partida para que no pensaran que no estamos juntos en el plan.

»A mí también me gustaría saber por qué estáis aquí. Yo no emití ninguna misión, ni encomendé nada a ¿Daichi? ―se frenó un momento, pensativa―. Pretendía hacer esto sola. Fue una sorpresa cuando os vi en la recepción, y ya suponía que era demasiado tarde y también estabais envenenados; por ello, aproveché para hacer un poco de teatro y asegurarme de que esos aprendices caían sí o sí. He de decir que, aparte de eso, puede que sí tenga algo para encargaros ahora.

»Pero antes de nada...

Rebuscó en su bolso y sacó un pequeño frasco de cristal, que contenía un líquido naranja. Se quedó mirándolo unos segundos y lo bebió. Luego, se lo ofreció a Ban y Gata.

Es el antídoto ―reveló―. Una pequeña muestra que tengo. Ni a vosotros os diré dónde guardo el resto, por si acaso. Eliminaréis con él todo rastro de veneno que hayáis ingerido… o que podáis ingerir en las próximas horas ―dejó caer―. No os lo guardéis. Devolvédmelo cuando acabéis para asegurarme de que no acaba en manos de aprendices de Tierra de Partida.

En cuanto hubiesen bebido del remedio, antes o después de la charla explicativa, Wix lo guardaría nuevamente en su bolso. Según lo que hubieran ingerido (con un par de sorbos bastaba), quedarían apenas unas gotas o nada.

Como ya os he dicho, no sé nada de Daichi. Por lo que tenía entendido, no tenía misiones esta noche. ¿Seguro que la nota era suya? ―cuestionó―. Sobre Cid, la respuesta es no. Al veros, le he dicho que sois mis alumnos, pero no como la Maestra que creéis. No sabe nada de otros mundos, ni de Llaves Espada. Coincidimos por casualidad y vimos que ambos teníamos objetivos parecidos.

»Todo era pantomima. Es un hombre despiadado, que me ha ayudado a cambio de eliminar también a todos los civiles. No es algo que disfrute, pero nuestra primera prioridad es acabar como sea con el enemigo. Cuando la noche finalice, Cid Raines será el responsable de todo lo que ha ocurrido y esos aprendices serán nuestros, habrán dejado de serlo o estarán muertos.

Se dirigió especialmente a Gata, quien había formulado las preguntas más rebuscadas, sospechando claramente de las auténticas intenciones de la Maestra.

Os he enviado la nota para que escucharais lo que tenía que decirle a los otros aprendices, y para curaros. Y sí, reconozco que he aprovechado el brindis para engañar a los de Tierra de Partida, pensando que de todas formas quizá ya estuvierais envenenados, y que podría daros el antídoto igualmente más tarde. En cuanto a las desapariciones, no tengo ni idea, de verdad. Si de algo quieres acusarme, hazlo de la próxima muerte de toda la gente que has visto antes. No, no es agradable, pero era una de las condiciones de Cid ―suspiró.

»¿El Trovador? No sé qué tiene que ver en todo esto, si ni siquiera ha sido invitado a la ópera. Es un músico de este mundo que sueña con hacerse un hueco entre los grandes. Tengo entendido que intentó formar parte de la orquesta, pero no lo consiguió. ¿Qué tiene que ver él en todo esto? Si queréis saber más, preguntadle directamente a Daichi. Son amigos.

Se aclaró la garganta, después de todo lo que había estado hablando aquella noche, entre el ultimátum a Tierra de Partida y las explicaciones a Bastión Hueco. Algo no muy común, ya que su labor había sido siempre de Guardiana, trabajo con el que no te encontrabas con mucha gente dispuesta a charlar contigo.

¿Habéis acabado con las preguntas? Ahora, prestadme atención. Ya os he dicho que pretendía hacer esto sola, pero ya que estáis aquí, podéis venirme bien.

»¿Queréis una misión? Yo os la daré ―anunció―. Acabad con Cid Raines. Desvelad su trama oculta. Hacedle confesar. Matadle por lo que ha hecho. Como queráis, siempre que quede clara su culpabilidad. He dejado un par de pistas, pero posiblemente las elimine o nadie las descubra. Vine arriesgándome a dejar ese cabo suelto, y puede que gracias a vosotros todo salga bien a partir de ahora. Estamos en el tramo final del plan. Ya solo queda la respuesta de los aprendices.

»Hablando de ellos, debo advertiros de algo: no entabléis combate. Dejadles hacer lo que quieran y centraros en vuestra misión. No sería raro que, desesperados, traten de capturaros o mataros para hacerme chantaje, en cuyo caso no os protegeré. Simples números ―se encogió de hombros― ellos pierden tres y nosotros dos. No es nada personal.

»¿Queréis compartir la gloria de dar una victoria más para Bastión Hueco?

Podían plantearle alguna pregunta o consejo de más que se hubiera quedado en el tintero, antes de que Wix les apremiara a que se marcharan y a que la dejaran sola. Necesitaba prepararse.

Ban, Gata ―les llamó, por última vez, cuando abrieron la puerta y se disponían a bajar las escaleras―. Siento haberos metido en esto.



Spoiler: Mostrar
Debido al tiempo que hemos pasado en off, os recomiendo releer la Trama, e intentaré ayudaros con una breve recopilación de objetivos o datos que habéis recogido y que no estaría mal que los buscarais (pero, obviamente, me he reservado algunos de los que os tenéis que pispar):

- Todas las personas que comieron durante la recepción están envenenadas. La localización del antídoto se halla en el colgante de Wix y, a su vez, escondido en algún lugar del teatro. Una vez conseguido (por la forma que sea), debéis suministrárselo a todo el mundo (o a quienes podáis) para salvarlos.
- Corre el rumor de que han desaparecido camareros y extras, razón por la que han contratado a Gata y Ban tan precipitadamente y sin preparación previa.
- A Boris (Vice) le gustaría ser Director. Toni (Dire) está estresado porque todo salga bien con Lionel, el crítico, presente.
- Lucile maneja siempre información secreta. Su amiga, Soizic, es toda una cerda.
- Hay un tipo que «le pone mucho corazón a sus platos».
- Lionel cree que todo lo referente a la bendición de la ópera es una estrategia de marketing.
- Clarabella se extrañó de la presencia de humanos.
- A Augustine le encantó el truco de magia, y pidió a Bavol que la llamara durante la ópera para jugar.
- El actor de Draco está preocupado por las desapariciones. María, en cambio, no les da tanta importancia.
- ¿Pagasteis a la mensajera?


Spoiler: Mostrar
¡¡MAPA!! En efecto, a partir de ahora, sois todo lo libres que queráis. Y la resolución de todo el asunto dependerá de vuestras acciones presentes y futuras. ¡Mucha suerte!

Imagen

http://i58.tinypic.com/28spsa8.png

(Si no entendéis algo, preguntadme).



Light
VIT: 50/50
PH: 31/34

Bavol
VIT: 24/24
PH: 17/20

Fyk
VIT: 32/32
PH: 8/30

Gata [Reflejo]
VIT: 10/10
PH: 14/14

Ban [Coraza]
VIT: 22/22
PH: 10/10


[quote]Fecha límite: sábado 4 de octubre.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Soul Eater » Mié Oct 01, 2014 5:32 pm

Realmente, todo sucedió increíblemente rápido. Demasiado como para que tuviera la oportunidad de comprender qué era exactamente lo que estaba sucediendo.

Lo primero fue el sonido: el rumor de unos pasos apresurados repiqueteando contra el suelo, directamente hacia nosotros; y luego los gritos, que formaron una algarabía casi ininteligible.

Me volví, con una mueca de sorpresa en el rostro, solo para comprobar con horror como un extraño proyectil luminoso se dirigía hacia mi cuerpo. No fui capaz de reaccionar. La llave-espada, mi entrenamiento… todo se disolvió ante los sentimientos primarios de la sorpresa y el pánico.

En un gesto reflejo, cerré los ojos y alcé las manos hacia mi rostro, en un vano intento de protección que sabía que no iba a servir de nada. Dentro del pecho, el corazón me quemaba como si estuviera ardiendo.

Y sin embargo, el golpe no llego. Cuando apenas unos segundos más tarde me atreví a volver a mirar lo que estaba sucediendo, descubrí con sorpresa que el, con toda probabilidad, hechizo, había rebotado sin hacerme el menor daño.

No tenía explicación para lo sucedido, pero una alocada idea comenzó a formarse en mi mente al ver como dos de los miembros de Tierra de Partida eran repelidos con un único y casi descuidado gesto de Wix, mientras que el último de ellos, el ser azul, gritaba algo de ser el malo.

Noté la mano de la pelirroja en mi hombro, deteniendo una intención que mi estupor me había impedido manifestar. ¿Podría ser que la criatura hubiera tratado de protegernos? Era obvio que sus intenciones no eran hostiles, y no había sufrido las represalias de la mujer. Sacudí la cabeza, desechando cualquier pensamiento similar. No tenía sentido. No podía haber sido eso. ¿Pero entonces qué?

Me vi arrastrada por unas nuevas escaleras hasta que alcanzamos el piso superior y fuimos a parar a una habitación llena de trastos viejos. Ahora, más lejos del peligro, comenzaba a lamentar realmente mi falta de reflejos. Volvía a descubrir que después de todo, todavía me quedaba mucho que aprender. Me sentía humillada, y eso, desde luego, no me ayudaba a calmarme.

Ni siquiera tras saber que íbamos a recibir el antídoto mejoró mi ánimo. Seguía habiendo demasiadas cosas que no entendía y la intensidad de mi dolor crónico no parecía remitir. Apreté ligeramente los puños clavando las uñas en mi palma, tratando de vencer el deseo de esconderme y hacerme un ovillo, como había cogido el hábito de hacer cuando me daban estos ataques.

Responderé a vuestras dudas, pero de una en una, por favor. Sí, lo del veneno va en serio; y no, nadie os tenía que decir que no tomaseis nada, porque es algo que me he inventado delante de los de Tierra de Partida para que no pensaran que no estamos juntos en el plan.

Resoplé, mostrando abiertamente mi disconformidad y lo que pensaba de todo lo que estaba ocurriendo en esta particular misión. Pero ella no se detuvo en absoluto por mis aspavientos y siguió hablando con su indiferencia característica.

A mí también me gustaría saber por qué estáis aquí. Yo no emití ninguna misión, ni encomendé nada a ¿Daichi?

¿Cómo?― interrumpí sin poderlo evitar, lanzando una mirada hacia mi compañero para observar su reacción. En mi nota ponía claramente que teníamos un trabajo que cumplir y estaba comenzando a hartarme realmente de tanto secretismo y de tantas mentiras. ―¿Entonces se supone que ese Daichi se lo inventó todo?

Pretendía hacer esto sola.― explico ella, con aparente sinceridad. Aun así, me costaba realmente creer que alguien se atreviera a ordenar algo en nombre de los Maestros. Por lo menos, dudaba que a ellos les hiciera mucha gracia la broma. ―Fue una sorpresa cuando os vi en la recepción, y ya suponía que era demasiado tarde y también estabais envenenados; por ello, aproveché para hacer un poco de teatro y asegurarme de que esos aprendices caían sí o sí. He de decir que, aparte de eso, puede que sí tenga algo para encargaros ahora.

Para variar― pensé cada vez más mosqueada ―Una fantástica coincidencia

Pero antes de nada... Es el antídoto― dijo sacando de su bolso un frasco de cristal. ―Una pequeña muestra que tengo. Ni a vosotros os diré dónde guardo el resto, por si acaso. Eliminaréis con él todo rastro de veneno que hayáis ingerido… o que podáis ingerir en las próximas horas. No os lo guardéis. Devolvédmelo cuando acabéis para asegurarme de que no acaba en manos de aprendices de Tierra de Partida.

No te preocupes por eso. No tengo ninguna intención de revelar el escondite ni de guardarme el antídoto como recuerdo― pensé, mientras me aseguraba de adelantarme a Oswald y beberme la mitad del contenido restante de un solo trago, apurando mi parte al máximo. Ese chico parecía capaz de tomárselo todo antes de mí solo para burlarse.

Escuché el resto de explicaciones de Wix sin mostrar ninguna clase de desaprobación u horror al escuchar la clase de acuerdo que había llevado a cabo con Raines. De hecho, casi podría decir que me aliviaba comprobar que su relación era puramente pragmática, pues entenderla de otro modo me había resultado demasiado incomprensible.

No estoy acusando a nadie, solo me preocupo por mi vida. Y teniendo en cuenta todo lo que ha estado ocurriendo esta noche, creo tener razones para desconfiar.― murmuré hoscamente cuando la pelirroja me acuso a su vez de estar sospechando de sus intenciones, aunque lo suficientemente alto como para que ambos me oyeran. No era una disculpa en absoluto, únicamente trataba de dejar bien clara mi posición en todo el asunto. ―Y no me importa en absoluto lo que le ocurra al resto de la gente.

¿Habéis acabado con las preguntas?― Asentí con la cabeza, a pesar de sentirme tan convencida como al principio acerca de sus verdaderas intenciones… seguía habiendo demasiados cabos sueltos ―Ahora, prestadme atención. Ya os he dicho que pretendía hacer esto sola, pero ya que estáis aquí, podéis venirme bien. ¿Queréis una misión? Yo os la daré. Acabad con Cid Raines.

Sacudí la cabeza mientras esbozaba una sonrisa descreída. Menudo acuerdo el que debían tener entre ellos si Wix ya había decidido traicionarle. No es que me sorprendiera, claro. Solo que no me hacía gracia que el conflicto me pillara en medio, sobretodo teniendo en cuenta la declaración de la Guardiana acerca de no protegernos.

¿Y todo eso de que estábamos en el mismo bando? ¿Ya no eran más que palabras vacías? Bueno, después de todo era más fácil haber dejado las cosas claras desde el principio. Wix no iba a hacer nada por ayudarnos, así que solo podíamos contar con nosotros mismos. Al menos eso me daba también un cierto margen para actuar como quisiera.

¿Queréis compartir la gloria de dar una victoria más para Bastión Hueco?

Sí, ahí estaba. La mujer que me había hablado en Selva Profunda. Los mismos ideales vacíos. Y aun así… seguía notando algo que no me cuadraba en su personalidad ―Si es por la gloria, toda tuya― pensé para mis adentros, manteniendo mi expresión hosca y encogiéndome de hombros mientras me disponía a marcharme, sin esperar a Oswald.

A mis espaldas quedó la breve disculpa de la maestra, otra elemento extraño en la serie de sorpresas que la noche había deparado, pero que pese a todo me negué a aceptar. ―No seas hipócrita. No tienes corazón como para sentirlo. Y aunque lo tuvieras, no te veo lamentando tu acción ni intentando poner remedio

En cuanto me alejé de la vigilancia de la mujer, aproveché para recostarme contra la pared con los brazos cruzados, mientras cerraba brevemente los ojos. Poco a poco, mientras mi ira se enfriaba lentamente, comenzó a remitir también el dolor que sentía en el pecho. Inspire profundamente un par de veces y me frote las manos sudorosas, donde se podían apreciar perfectamente las marcas de mis propias uñas, mientras pensaba en la información que tenía hasta el momento.

Todo lo que sabía podía resumirse en nada. Bueno sí, al menos ya sabía lo que se esperaba de mí, y sabía que no corría peligro inmediato... pero tenía la sensación de que se estaban tramando más cosas de lo que parecía. Sin embargo, había una cosa que tenía muy clara: Daichi era el culpable de que me viera envuelta en esta locura, y tenía todo el derecho del mundo a tener unas cuantas palabras con él.

¿Qué es lo que había dicho Wix? ¿Que Daichi era amigo del Trovador? ¿No había hablado Boris de un amigo del Trovador que pasaría por las cocinas? Por lo menos era un sitio por donde empezar, y además, no consideraba probable que alguien de Tierra de Partida pasara por allí. Encontrarme con ellos era lo último que me apetecía en ese momento.

Así pues, me dispuse a volver al peso inferior procurando no hacer ruido y prestando atención a cualquier sonido para no chocar de cabeza con mis enemigos. ―Voy a buscar a Daichi― Sería lo único que le diría a mi compañero en caso de que me preguntara hacia dónde iba, y me marcharía sin molestarme en saber sus intenciones.
Avatar de Usuario
Soul Eater
8. Gárgola
8. Gárgola
 
Mensajes: 217
Registrado: Sab Nov 16, 2013 3:10 pm
Dinero: 0.00
Banco: 18,923.43
Sexo: Femenino
Karma: 0

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Tidus Cloud » Sab Oct 04, 2014 2:35 am

Wix era un monstruo y lo había demostrado al responder con aquella indiferencia y frialdad a las acusaciones que le había hecho el gitano. Por ese mismo motivo debían de acabar con ella y con sus odiosos Aprendices, no obstante, el pequeño niño no se podía esperar que alguien pudiera interceder de pronto a su favor y que aquella persona fuera nada más y nada menos que su compañero de Tierra de Partida, Fyk.

¿¡Ahora quién es el malo!? ¿¡Eh!? ¿¡Soy yo!? ¿¡Soy yo el malo!? ―llegó a exclamar el extraterrestre mientras Bavol veía como rápidamente su estrategia se iba desmoronando.

Pese a todo, tampoco tuvo tiempo para remediarlo de ninguna forma porque de pronto alguna clase de fuerza mágica lo lanzó volando hacia atrás frenando su pequeño viajecito aéreo el panel que había enfrente de las escaleras. Bavol hizo el esfuerzo de volver a levantarse rápidamente para continuar luchando, sin embargo, enseguida se dio cuenta que esa especie de hechizo le impedía hacer cualquier tipo de movimiento. Aquella magia era demasiado poderosa para él.

Las decisiones precipitadas son las peores ―afirmó Wix serenamente. Ya estaba claro quién era la responsable del hechizo que les había dejado inmóviles a Light y a él―.Os aconsejo aprovechar mejor el tiempo de margen que tenéis. Se agota lentamente.

Bavol hizo de una mueca de asco ante la chulería que les estaba mostrando la Guardiana de Bastión Hueco. Aunque volvió a hacer algunos intentos más para poder librarse de aquella maldición, no lo consiguió hasta que Wix se marchó del vestíbulo junto con sus dos Aprendices mientras el gitano los fulminaba con la mirada.

Pese a que ya podía volver a moverse como antes, aún tardó unos segundos más en volver a incorporarse del todo. Bavol se levantó lo suficiente como para poder sentarse bien en el suelo, aunque su mirada parecía perdida casi como si ya no estuviera entre ellos.

Se sentía derrotado. La maquiavélica jugada de Wix le había herido profundamente y no únicamente por el veneno que ahora corría por sus venas, sino por el duro golpe psicológico que había supuesto. Y lo peor es que había intentando enfrentarse directamente contra el problema y no había conseguido nada más que llevarse un buen golpe.

No pasó mucho hasta que aquella cadena de pensamientos le llevó a dirigir todo su enfado hacia una persona en concreto. Bavol se puso en pie furiosamente y se colocó justo delante del pequeño Fyk pretendiendo así encararlo directamente.

El primer impulso le pedía que le diera una bofetada por aquella traición en medio de un ataque tan importante, pero a pesar de todo recordaba que aún era un compañero de Tierra de Partida y que puede que necesitara su ayuda para salir de aquel embrollo. Sin embargo, no se iba a librar de una buena reprimenda por aquel comportamiento tan estúpido.

¡Tú eres tonto! ―exclamó muy enfadado. Estaba claro que la delicadeza no era su fuerte― ¡¿Por qué has hecho eso?! Fyk, ¡esos eran nuestros enemigos y no me vengas con ese rollo de la paz y no sé qué más! Te han dicho claramente que van a matar a gente inocente y que eso no les importa nada. ¿De verdad te crees que esas son buenas personas? ¡Pues no, es que hay ser tonto para hacer lo que tú has hecho! Por tu culpa hemos perdido una oportunidad de poder salvarlos a todos ―Bavol soltó un suspiro de cansancio, ya no sabía qué más decir para que el extraterrestre entrara en razón de una vez por toda― Pff, sigue así de inocente y al final todos lo pagaremos.

Mientras el gitano descargaba la ira y la frustración que llevaba en su interior sobre el extraterrestre (con la esperanza de que Fyk se atreviera a darle algún tipo de explicación razonable), una nueva persona apareció en el vestíbulo. Se trataba de Cid Raines, la “pareja” de Wix. Nada más verlo, Bavol se puso en guardia listo para invocar su Llave Espada en cuanto Cid hiciera la menor señal de amenaza.

Sé lo que estáis pensando y os equivocáis. ―aclaró seguramente por la hostil reacción de bienvenida del gitano mientras bajaba por las escaleras―. No estoy con ella. Sospechaba que tramaba algo y por eso me las ingenié para tenerla cerca. Al final, así ha sido. He estado escuchando vuestra disputa de abajo. Perdonadme la intromisión

»Ahora, ¿qué vais a hacer?

¿Que qué vamos a hacer? Pues está claro, tenemos que encontrar ese antídoto de cualquier forma posible ―contestó Bavol muy seguro de sí mismo, aunque desconocía por completo por dónde podía comenzar a buscarlo.

Ya ha dicho que tiene el antídoto guardado en algún lado. ¿Dónde…? No sabría decíroslo. El teatro es demasiado grande para localizar algo tan concreto, y ahora mismo no es momento de iniciar una búsqueda con la ópera representándose. Dejando ese punto aparte, lo que más nos interesa saber es de cuánto antídoto dispone. ¿Es suficiente para toda la gente que ha envenenado? ¿Y se podrá administrar a todos a tiempo?

»Lo dudo.

Bavol escuchaba con atención las reflexiones de Cid, pero le resultaba imposible borrar una expresión de escepticismo de su cara. Aquel hombre no le gustaba para nada: era un desconocido y además era evidente que se trataba de alguien de la nobleza. El gitano dudaba seriamente de que una rata como aquella fuera de pronto un alma bondadosa.

Si vuestra prioridad es salvar todas las vidas posibles, debéis olvidaros de los nobles que hay en los palcos y centraros en aquellos que se hallan en los asientos normales. Ellos ya están reunidos, mientras que a los de arriba habría que ir uno por uno… tarea que se complicaría si alguno rehúsa tomar la medicina o escapa ―aquellos últimos comentarios de Cid despertaron del todo las sospechas del pequeño, estaba claro que estaba tramando algo y no se lo estaba contando―. Trataré de ayudaros en lo que pueda, aunque debéis saber que estaré ocupado gran parte de la noche. Pensad en un plan, conseguid el antídoto y, luego, acudid a mí en lo que necesitéis. Sé que lo conseguiréis.

»Al fin y al cabo, no me habéis necesitado para saber cuál es la quinta opción que Hisa ha tenido la consideración de omitir: matarla a ella primero.

No es que Bavol fuera a lamentar mucho la pérdida de unos cuantos nobles, pero era consciente de que su nueva amiga Augustine estaba entre los espectadores de esos palcos y no la iba a dejar morir así como así solo porque a Cid no le apeteciera repartir el antídoto con los espectadores de la nobleza. Eso le hizo imaginarse una hipótesis terrible. ¿Y si Cid había planeado esto con Wix para librarse de los otros nobles y quedarse él con todo el dinero o con todo el poder? Sería algo muy típico de la actitud rastrera y asquerosa de la nobleza y tendría sentido: ella se libraría de Tierra de Partida y él de sus enemigos de la corte. Ya se había dejado engañar por la Guardiana de Bastión Hueco, así que no iba a dejar que éste le engañara como si nada y se fuera de rositas.

Ey, ey, vas muy deprisa, noble ―le cortó Bavol añadiendo un especial tono despectivo en esa última palabra― Veo muy raro que no quieras compartir ese antídoto con las personas de los palcos, sobre todo si todos son nobles como tú. ¿No será que lo que quieres es matarlos a todos? ―le acusó Bavol sin cortarse un pelo en decir lo que pensaba―. A mí no me vas a engañar, Cid, que nos hemos enterado que el oso ése ha dicho algo de que los inocentes no serán dañados ―por mucho que le molestase su presencia en ese momento, el gitano miró hacia Fyk esperando que le confirmase lo que acababa de decir―. Además, yo no veo tan difícil darles el antídoto a todos. Simplemente hacemos lo mismo que han hecho con el veneno, se lo echamos a la comida y a la bebida y hala, que se lo coman.

Bavol esperó atentamente a que contestase a las duras acusaciones que le había hecho, teniendo en cuenta que el pequeño no tenía pruebas sólidas para todo lo que había afirmado, aunque seguramente aquel hecho tampoco es que le importase demasiado. Daba igual si Cid intentaba evadir el asunto o lo adornaba con palabras bonitas, el gitano no se tragaría nada en absoluto de lo que pudiera contarle aquella serpiente envenenada (nunca mejor dicho).

Os deseo suerte. Me gustaría poder apoyaros más, pero Ralse necesita a su actor.

Anda, ¿tú sales en la ópera? ¿No habías venido como público? ―le preguntó Bavol sin ningún tipo de discreción.

Le contestara o no a su pregunta, el gitano esperó a que Cid abandonará la estancia para pensar en su próximo objetivo. Bavol miró a su alrededor y llegó a la conclusión de que tenía que aprovechar bien el poco tiempo que le quedaba.

Se negaba a aceptar cualquiera de las ofertas propuestas por Wix y había quedado claro que un combate directo contra ella era una mala idea, sobre todo si estaba apoyada por sus dos Aprendices (o incluso por uno de los de su propio bando). La única opción a su parecer era buscar el antídoto por su propia cuenta, aunque también llegó a la conclusión de que no le vendría mal un poco de ayuda. Echó un rápido vistazo a sus dos compañeros y tardó poco tiempo en descartarlos en favor de una mejor opción.

La acción de Fyk le había demostrado que no podía confiar en él, así que se negaba a ir con él. Por otra parte, Light no era en realidad una mala opción y si él quería, no iba a negarse a que lo acompañara; sin embargo, tenía la sospecha de que de ir juntos formarían un dúo poco discreto, sobre todo si lo comparaba con la tercera opción que acababa de considerar.

No pienso hacer ningún trato de esos con Wix, pero tampoco voy a dejar que la gente de este mundo muera por culpa de Bastión Hueco. Yo voy a buscar el antídoto por mi cuenta, así que voy a pedirle ayuda a una amiga. Que cada uno que vaya una parte distinta del edificio y que busque ahí. Es lo único que se me ocurre ―confesó Bavol―. Si alguno encuentra el antídoto, pues que vaya a la cocina y se lo eche a la comida lo más rápido posible. Después ya nos buscaremos la forma de que todo el mundo coma algo.

Si nadie tenía nada más que decirle, el gitano se dirigió de nuevo hacia los palcos. Aunque escucharía cualquier cosa que le propusieran sus compañeros, no aceptaría nada que implicase ir acompañado por Fyk o volver a luchar contra Wix (al menos hasta que la situación no se volviera demasiado desesperada).

Con un nuevo e improvisado plan en mente, Bavol entró de nuevo en su palco vacío sin ni siquiera pensar si alguien podría haberlo ocupado en su ausencia y se fue directo hacia la pared que conectaba con el palco de su amiga Augustine. Esperando que la perrita recordara que había quedado para jugar mientras se representara la ópera, el niño golpeó la pared para que la chica saliese al pasillo.

Una vez hecha la señal Bavol se marchó hacia el pasillo y esperó a que Augustine saliera de su palco para poder hablar con ella. Seguramente la pequeña estaría muy ilusionada por poder jugar con él; sin embargo, tendrían que hacer un pequeño cambio de planes.

Hola, Augustine. Tienes que venir conmigo, es importante ―se limitó a decir el gitano.

Con un gesto de su mano le indicó que le siguiera y se llevó a la perrita hasta la zona de las escaleras para evitar que ningún espectador de los palcos pudiera escucharles. Antes de hablar, el pequeño gitano se pensó varias veces si debía contarle toda la verdad a su nueva amiga o mentirle para que le hiciera caso en lo que le iba proponer. No estaba muy seguro de qué era mejor, así que decidió optar por una solución intermedia y, según cómo reaccionara la perrita, podría ir alterando su relato.

Ha pasado algo malo y necesito que tú me ayudes ―comenzó a explicarle haciendo el mismo gesto que había hecho ella antes para que se acercara de forma cómplice―. Han escondido algo en algún sitio de la ópera y si no lo encontramos pasarán cosas muy malas. No sé muy bien lo que es exactamente, pero me imagino que será un frasquito o un algo con un líquido muy importante.

»Sé que a lo mejor todo esto te parece un poco extraño, pero tienes que fiarte de mí. Si lo conseguimos, te prometo que te daré lo que tú quieras, pero tienes que ayudarme ahora, por favor.

Bavol la miró fijamente a los ojos con cara de cordero degollado. Esperaba que le hubiese dado la suficiente pena o que la chiquilla confiara lo suficiente en él por el pequeño truco de antes como para que decidiera acompañarle. En caso de que aceptara, el gitano terminaría la charla con su primera propuesta de dónde podían buscar el antídoto.

Creo que podríamos empezar yendo a la cocina. Allí seguro que encontramos muchos frascos, así que me vendrá bien alguien que me ayude a mirarlos todos. ¿Te parece bien?

Si Augustine no tenía nada que oponer, Bavol emprendió la marcha hacia el lugar que le había indicado con la esperanza de encontrar alguna pista que le marcara dónde estaba el antídoto.

En el peor de los casos, si Augustine se negaba a ir con él y si además ella no le necesitaba la perrita no podía ayudarle en nada más, el gitano tendría que ir solo hacia las cocinas en busca de la cura del veneno. El pequeño esperaba con todas sus fuerzas que ese no fuera el caso.
Imagen


Spoiler: Mostrar
Imagen
Avatar de Usuario
Tidus Cloud
35. Hechicero
35. Hechicero
 
Mensajes: 1038
Registrado: Sab Sep 27, 2008 4:59 pm
Dinero: 156,626.10
Banco: 15,565.00
Ubicación: Reinando un nuevo mundo lleno de posibilidades...
Sexo: Moriré solo y virgen
Estantería de objetos
Karma: 20

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Light » Sab Oct 04, 2014 3:18 pm

Podía esperar que su ataque no llegara a producir el efecto deseado, pues la Guardiana del Castillo había abandonado la escalinata.

Pero nunca se hubiera imaginado que su compañero de bando se pusiera del lado de los enemigos. Fyk levantó unas barreras para impedir que los ataques de Bavol alcanzasen a sus objetivos. Puede que los aprendices que iban con Wix no tuvieran ninguna culpa y fueran ajenos a su malvado plan, pero protegerles les perjudicaría a ellos si Ban y Gata decidían ponerse en medio para evitar que cogieran el colgante. Ahora podían aprovecharse de la magia de Fyk para protegerse y atacarles sin el riesgo de resultar dañados.

Lleno de frustración y enojo, se dirigía corriendo hacia la Guardiana con katana en mano para descargar su furia sobre ella. Sin embargo, su ataque nunca llegó porque tanto él como Bavol se vieron repelidos por un hechizo que les alejaba progresivamente de su enemiga, hasta que chocaron con un panel de madera.

Light intentó por todos los medios superar aquella fuerza magnética, pero fue incapaz: le aplastaba sin remedio y le impedía mover un solo músculo. Solo podía limitarse a rechinar los dientes y a contemplar cómo sus enemigos escapaban delante de sus narices, con la localización del antídoto. Se dirigieron hacia las escaleras y una vez allí los perdieron de vista.

Aunque el conjuro que les retenía perdió todo su poder, Light no movió ni un solo músculo, excepto el cuello. Tras la bronca que le echó Bavol, se giró hacia Fyk con un rostro de incomprensión y le hizo una muy simple pregunta.

¿Por qué?

No se trataba de hacerse el héroe ni nada por el estilo. Las razones para enfrentarse al bando opuesto eran más que sólidas y no podían ignorar el hecho del envenenamiento así por las buenas.

Tarde o temprano alguien se acercó a ellos: Cid Raines, el hombre que había mostrado tener bastante confianza con su enemiga de Bastión Hueco. Light inmediatamente se puso de pie, alarmado.

Sé lo que estáis pensando y os equivocáis. ―aclaró en primer lugar―. No estoy con ella. Sospechaba que tramaba algo y por eso me las ingenié para tenerla cerca. Al final, así ha sido. He estado escuchando vuestra disputa de abajo. Perdonadme la intromisión.

»Ahora, ¿qué vais a hacer?


¿En serio hacía falta preguntarlo?

«Conseguir el antídoto, obviamente».

Ya ha dicho que tiene el antídoto guardado en algún lado. ¿Dónde…? No sabría decíroslo. El teatro es demasiado grande para localizar algo tan concreto, y ahora mismo no es momento de iniciar una búsqueda con la ópera representándose ―indicó el noble. Light apretó los puños, todavía frustrado. Pensar que hace un momento habían tenido la oportunidad de coger ese maldito colgante le enfurecía aún más―. Dejando ese punto aparte, lo que más nos interesa saber es de cuánto antídoto dispone. ¿Es suficiente para toda la gente que ha envenenado? ¿Y se podrá administrar a todos a tiempo?

»Lo dudo.


A pesar de que en los últimos minutos no había pensado en otra cosa que en el antídoto que salvaría sus pellejos, no había cuestionado si habría suficiente para todas las personas de la ópera. Quién sabe cuánta cantidad de antídoto había escondido Wix. ¿Y si tenían que elegir quién debía vivir y quién no?

Pensar en eso solo hacía aumentar sus preocupaciones ―que ya eran demasiadas de por sí―, así que decidió alejar esos pensamientos. No obstante, Cid siguió insistiendo.

Si vuestra prioridad es salvar todas las vidas posibles, debéis olvidaros de los nobles que hay en los palcos y centraros en aquellos que se hallan en los asientos normales. Ellos ya están reunidos, mientras que a los de arriba habría que ir uno por uno… tarea que se complicaría si alguno rehúsa tomar la medicina o escapa ―sugería. Si hacían lo que el hombre les recomendaba, Soizic y Lucile morirían con toda seguridad. Y Light no estaba dispuesto a dejarlas morir, ni a ellas ni a nadie―. Trataré de ayudaros en lo que pueda, aunque debéis saber que estaré ocupado gran parte de la noche. Pensad en un plan, conseguid el antídoto y, luego, acudid a mí en lo que necesitéis. Sé que lo conseguiréis.

«Pensar un plan… Claro».

Agachó la mirada y soltó una bocanada de aire. Después de todos los problemas que le habían causado Fyk y Bavol, dudaba que pudieran trabajar en equipo; en especial con el primero, que se había negado a enfrentarse al bando opuesto.

Al fin y al cabo, no me habéis necesitado para saber cuál es la quinta opción que Hisa ha tenido la consideración de omitir: matarla a ella primero.

“Matar”. Siempre se había mostrado reacio a cometer el acto de quitarle la vida a alguien, aun encontrándose en uno de los bandos de una guerra. Pero ahora que su propia vida y las de tanta gente estaban en juego… puede que fuera capaz. Estaba dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias para detener aquella catástrofe.

Y que su adversaria fuera mucho más fuerte que él era en aquel momento la menor de sus preocupaciones. Tenía que detenerla simplemente, sin importar lo difícil que fuera.

A continuación, Bavol declaró que no se fiaba de las intenciones del noble y dejó caer que posiblemente éste solo intentaba engañarles. La verdad era que Light tenía un motivo para desconfiar de Cid, y es que había demostrado ser amigo íntimo de Wix. ¿Y si era su cómplice? Además, confiarle la tarea de repartir el antídoto a él, a un completo desconocido, no le hacía ninguna gracia. A ser posible, preferiría que se encargaran exclusivamente ellos de repartirlo.

«¿Los inocentes no serán dañados?», entonces, recordó que Fyk les había comentado algo al respecto. ¿Acaso había más personas implicadas y no eran los únicos conscientes de aquel plan? Atento, escucharía con muchísima atención la respuesta de Cid Raines, como si su vida dependiera de ello. Puede que después de todo fuera así: cualquier información adicional podía resultar crucial.

Además, yo no veo tan difícil darles el antídoto a todos. Simplemente hacemos lo mismo que han hecho con el veneno, se lo echamos a la comida y a la bebida y hala, que se lo coman.

Pero seguimos sin saber si habrá suficiente cantidad para todos... ―comentaba pensativo. Si había suficiente podían organizarse para entregárselo a todos: pero para eso tenían que conseguirlo cuanto antes― Dejemos de pensar en eso y consigamos el antídoto en primer lugar.

Cid Raines acabaría despidiéndose de ellos y se marcharía, dejándoles solos. Conseguir el antídoto dependía exclusivamente de los aprendices a partir de aquel momento.

«¿Por dónde podemos empezar?», se preguntaba mientras se rascaba la nuca.

Dio unos pocos pasos hacia adelante, siguiendo la dirección que sus enemigos habían tomado cuando escaparon. ¿Encontraría a Wix si alcanzaba los pisos superiores de la ópera? Si su memoria no le fallaba, la Guardiana del Castillo había dicho que les esperaría en las terrazas superiores, siguiendo el pasillo derecho de los palcos. Allí podría encontrarla, pedirle explicaciones sobre sus actos imperdonables e intentar arrebatarle el colgante con la localización del antídoto.

Bavol tomó la iniciativa y sugirió que se separaran. Si querían buscar el antídoto por su cuenta era la mejor idea, pero tal como afirmaba Cid el edificio seguía siendo demasiado grande, y las probabilidades de encontrar el antídoto demasiado pequeñas.

Tenían que conseguir ese maldito colgante, era la forma más rápida. Podrían salvarles a todos si se hacían con el colgante; de lo contrario, se demorarían demasiado y podrían verse en una situación desagradable.

Yo exploraré por los pisos superiores ―declaró, aunque no fue muy específico. No quería decirles que iba a buscar a Wix para arrebatarle el colgante por la fuerza. Lo último que quería era que alguno de ellos interfiriera: si fallaba en su misión, al menos los otros dos podrían seguir buscando el antídoto. En cambio, si iban los tres juntos y Wix acababa con ellos, sería el fin.

Guardó la katana en su funda y comenzó a subir por las escaleras que le llevarían al piso superior que conectaba con los palcos. Subiría al siguiente piso desde el pasillo derecho, tal como Wix había especificado. Allí le esperaba supuestamente su enemiga, un contrincante sin igual.

E iba solo hacia arriba, sin compañeros que pudieran ayudarle. Tragó saliva y cuestionó su siguiente movimiento. ¿Exceso de confianza? ¿Demasiadas agallas? Puede, pero aparte de querer descubrir a toda costa la localización del antídoto quería descubrir los motivos que habían impulsado a Wix a cometer semejante atrocidad. Aun tratándose del enemigo, todavía le costaba creerlo.

Si Light se encontraba aprendices de Bastión Hueco durante el ascenso les ignoraría por completo, aunque se mantendría alerta. No ganaría nada si les atacaba o les interrogaba ―no esperaba que se molestaran en ayudarle, por lo que sería una pérdida de tiempo―, así que buscaría a La Guardiana del Castillo por su cuenta, dispuesto a descubrir la verdad y a detener su perverso plan.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

Spoiler: Mostrar
Imagen

Imagen
Imagen
Avatar de Usuario
Light
144. Xion Forma Final
144. Xion Forma Final
The Unknowns
 
Mensajes: 4309
Registrado: Mar Ago 24, 2010 7:20 pm
Dinero: 116.22
Banco: 474,840.29
Sexo: Masculino
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 59

Ronda #6 - No voy a llorar

Notapor Astro » Sab Oct 04, 2014 5:58 pm

Aquello sí que fue una sorpresa.

No que nos atacaran los aprendices de Tierra de Partida, eso era hasta predecible, sino que fuese uno de ellos quien nos protegiera. Antes de que pudiera reaccionar, un escudo mágico había aparecido frente a mis narices, bloqueando el ataque del pequeño lucecita. Wix, por supuesto, les repelió con total facilidad con su magia magnética.

Adorable.

Fue lo único que pude decir, pues mi Maestra me había agarró del brazo y tiró de mí hacia arriba, igual que con Gata. Para evitar que la confrontación continuara, supuse. Justo antes de desaparecer por el último escalón, saqué el móvil y les hice una foto rápida a Hikari y al otro, estampados contra la pared.

Directa a favoritos.

Imagen

Mucho mejor ―dije, tras haber bebido mi parte del antídoto.

Las explicaciones de Wix no habían resuelto mucho. El tema del veneno estaba zanjado, al menos, pero los misterios seguían sumándose. Sobre todo, porque ella misma negaba haberle encargado nada a Daichi. Entonces, ¿por qué estábamos aquí? ¿A qué jugaba ese idiota?

Raines era un simple humano de este mundo con el que se había aliado para poner en marcha el plan. El Trovador, que no era él, era un músico amigo de Daichi del que apenas sabía más. Y el brindis había servido exclusivamente para engañar a los lucecitas.

Pocas, pero eran respuestas. Aunque el puzzle todavía estaba muy lejos de haberse resuelto.

»¿Queréis una misión? Yo os la daré ―una tarea clara, por fin―. Acabad con Cid Raines. Desvelad su trama oculta. Hacedle confesar. Matadle por lo que ha hecho. Como queráis, siempre que quede clara su culpabilidad. He dejado un par de pistas, pero posiblemente las elimine o nadie las descubra. Vine arriesgándome a dejar ese cabo suelto, y puede que gracias a vosotros todo salga bien a partir de ahora. Estamos en el tramo final del plan. Ya solo queda la respuesta de los aprendices.

Entendido ―respondí, afirmando con la cabeza.

¿Matar a Raines? Ningún problema. Desde el minuto cero, nunca me había gustado.

Hablando de ellos, debo advertiros de algo: no entabléis combate. Dejadles hacer lo que quieran y centraros en vuestra misión.

Ya están condenados, para qué molestarse ―añadí. No entraba en mis planes pelear contra ellos, verles agonizar o arrastrarse hasta nuestro bando sería mil veces mejor.

No sería raro que, desesperados, traten de capturaros o mataros para hacerme chantaje, en cuyo caso no os protegeré. Simples números, ellos pierden tres y nosotros dos. No es nada personal.

Bueno es saberlo ―fue lo único que dije.

»¿Queréis compartir la gloria de dar una victoria más para Bastión Hueco?

Ni que tuviera otra opción. Era una orden directa de mi Maestra, entre otras cosas. Me limité a asentir, mientras me llevaba una mano a la barbilla, pensativo.

¿Raines puede dar problemas a la hora de luchar contra él? ¿Crees que es fuerte?

Fue lo único que pregunté antes de ponerme en marcha, una vez supiera la respuesta. Si quería encontrarle, tenía claro por dónde empezar: por el último lugar donde le había visto. El backstage. Eso implicaba cierto peligro, pues el rumor de que los extras desaparecían seguía sin resolverse, pero decidí no darle importancia.

Mientras abríamos la puerta, Wix nos dirigió unas últimas palabras:

Ban, Gata. Siento haberos metido en esto.

Ya ―sobraba decir que mentía.

Ella misma lo había dicho: no teníamos sentimientos. Cualquier frase que contuviera el verbo "sentir" era una mentira.

Voy a buscar a Daichi ―anunció Gata, una vez fuera del trastero.

Buscaré a Raines en el backstage ―le dije como respuesta.

Así pues, cada uno tenía un objetivo. Yo volvería al backstage por el mismo camino que antes, por la sala de máquinas, y una vez allí buscaría a mi presa.

En el caso remoto de que, por el camino, me encontrara con algún miembro de Tierra de Partida y mostrara intenciones hostiles al verme, recurriría al hechizo Tenue para ocultarme, esquivarle, y seguir mi camino sin prestarle más atención. Si simplemente me ignoraban, yo me limitaría a soltar una risita y proseguir hacia la sala.

Cid Raines, tus horas estaban contadas.
Imagen
Spoiler: Mostrar
Imagen

Imagen

Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Avatar de Usuario
Astro
57. Ferrocustodio I
57. Ferrocustodio I
 
Mensajes: 1689
Registrado: Jue Sep 06, 2012 12:49 pm
Dinero: 598,528.05
Banco: 15,646.59
Sexo: Masculino
Estantería de objetos
Karma: 7

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Final Fan » Mar Oct 07, 2014 6:21 am

Como era de esperar, Wix inutilizó a los dos atacantes con increíble facilidad. Mis hechizos lograron proteger a los dos aprendices de Bastión Hueco con éxito, disminuyendo así las repercusiones de aquella ofensiva improvisada. Suspiré, aliviado, mientras los tres se marchaban a los pisos superiores.

¡Tú eres tonto!

"Que yo soy tonto, dice", pensé, amargamente.

Bavol estaba en todo su derecho de recriminarme lo que acababa de hacer, pero eso no significaba que yo tuviese el deber de arrepentirme. Aquel chico era una persona sin valores que sólo quería llamar la atención, aunque parecía que yo era el único de los presentes al que aquello le molestaba. Si quería que aquello se solucionase como era debido, sabía que no podía contar con ninguno de los dos. El exquisito trabajo en equipo de Tierra de Partida salía a relucir. No me extrañaba que tuviésemos tan mala reputación.

Te han dicho claramente que van a matar a gente inocente y que eso no les importa nada. ¿De verdad te crees que esas son buenas personas?

Aparté la mirada. ¿Por qué tenía las ideas tan nubladas? Estaba... confuso. Una parte de mí me decía que no debería haber obstruido aquel ataque de Light y Bavol, pero la eclipsaba otra parte mucho más grande que me decía que había hecho lo correcto. No ayudé a Wix con mi magia, ella podía arreglárselas sola. Un ataque a una Maestra de su calibre era poco menos que un suicidio; eran los aprendices los que habían estado en peligro ante la emboscada. Los habían atacado a traición. Si eran estrategias como esa las que definían a nuestro "bando", ya no tenía claro si quería seguir formando parte de él. De ninguno, en realidad.

"Céntrate", me dije, dándome unas palmadas en las mejillas.

Algo sí estaba claro: había muchas cosas que no sabía. No sabía qué era verdad. Ni tampoco sabía qué era mentira. Sólo sabía lo que había visto. Lo que había oído. Lo que había visto y lo que había oído.

"Lo que he visto y lo que he oído..."

Subí las manos de las mejillas a la cabeza en cuanto una serie de imágenes empezaron a pasárseme por la cabeza.

Spoiler: Mostrar
De su izquierda les llegaba el rumor de una orquesta, pero había tanta gente alrededor de ellos para observarlos en directo que ninguno fue capaz de ver ni un instrumento.


―Todos los inocentes quedarán absolutamente ilesos. Ahora, si me disculpas, me están esperando.

―Claro, claro. No sé qué habría hecho si no llegáis a aparecer ambos.


De repente, la voz de una cantante empezó a acompañar a la orquesta. No era especialmente dulce ni melódica, pero estaba duramente entrenada para cantar bien, sin gallos ni tonos inadecuados. Apenas se escuchaba entre el barullo de la multitud, pero les llegaron algunas estrofas.
[...]

De repente, alguien le puso una mano a Light en el hombro, desde su espalda. Al girarse, comprobarían quién era: Wix. La Maestra incorpóreo.


Wix les observaba fijamente desde su palco, alternando la mirada entre los diferentes sitios que habían escogido. Según la fueran mirando, haría los mismos gestos para todos: uno que señalaba la puerta de salida inferior del teatro, en referencia al vestíbulo; y otro que ninguno entendió.


El vestíbulo se había vacíado por completo. Los espectadores se hallaban en sus butacas, los actores en el backstage o sobre el escenario y los camareros en las cocinas, descansando y preparando el siguiente trabajo. Aun así, cuando salieron del teatro o de la sala de máquinas, escucharían el rumor de la misma canción, todavía tarareando.
[...]

Encontraron a Wix en el centro del vestíbulo, frente a la escalinata, apoyada en una de las columnas. Se entretenía enredando los dedos alrededor del colgante de sol. Al verles, uno por uno o en parejas según iban llegando, les dirigió una mirada indescifrable y esperó a que se acercaran.


Porque no supe entender
a mi corazón.
Porque no escuché
lo que está tan cerca de mí.
Y yo, que estoy a un lado
desaparezco para las dos.

Porque sé
que me espera algo mejor.
Algo que apague la estrella
Y haga salir el sol.
Porque hoy entendí
que somos dos.


Me había abstraído durante un tiempo considerable. Cuando volví en mí, me di cuenta de que Cid Raines había vuelto a hacer acto de presencia para darnos lo que suponía que era información de primera mano sobre la situación.

Ahora, ¿qué vais a hacer?

Le dediqué al hombre una mirada casi sobresaltada.

Encontrar la verdad en la mentira.

Y, sin pensarlo más, me lancé corriendo hacia el backstage.
ImagenImagenImagenImagenImagen
Imagen
Avatar de Usuario
Final Fan
Miembro del Hall de la Fama
Miembro del Hall de la Fama
Lost Hearts
 
Mensajes: 1763
Registrado: Sab Mar 22, 2008 10:21 pm
Dinero: 164,122.60
Banco: 114,985.17
Ubicación: Dejitaru Waarudo >8D
Sexo: Masculino
Clan: Lost Hearts
Tumblr: finalflan
Youtube: AboFinal
Estantería de objetos
Karma: 31

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Nell » Mar Oct 07, 2014 10:37 pm

Tierra de Partida


La acusación de Bavol, directa y ofensiva, no amilanó a Cid. Este miró fijamente al niño.

¿Por qué iba a querer la muerte de mi propia gente? ―preguntó a su vez―. ¿Estás dispuesto a arriesgar tanto? Intentar salvarlos a todos puede significar la muerte de muchos más ―lo mismo que señaló Light, que la cantidad podía no ser suficiente.

Ante lo del oso y la estrategia de Bavol para suministrar a todos el antídoto no dijo nada. Sí, de nuevo, cuando el muchacho volvió a hacerle otra pregunta.

Sí, participo. Y me están esperando.

Y finalmente, tal y como era su intención inicial, se marchó.


Bastión Hueco


Mientras que Gata se marchó enseguida, más centrada en encontrar a Daichi y obtener su versión de los hechos; Ban, por el contrario, quería saber qué tipo de enemigo era Cid.

Sí. Lo es, sin duda ―declaró―. Pero no he tenido oportunidad de probarle. Trata de enfrentarlo con Gata, o acorrálale. Estoy segura de que no querrá ponerse en evidencia ante alguien más, por ejemplo.

Apenas le hacía caso. Había sacado una bolsa, hasta entonces escondida tras una de las múltiples cajas de la sala, y sacaba ropa de ella con premura.

Sin nada más que hacer allí, Ban se marchó.


El backstage


Fyk salió pitando hacia la parte trasera del escenario, sobrepasando a Cid, que iba en la misma dirección pero a un paso menor. En la sala de máquinas, la anterior al backstage en sí, vería al Vicedirector Boris sentado sobre un mecanismo, suspirando y mirando las musarañas. Si decidía ignorarle, llegaría hasta el backstage.

En él, atisbó al actor de Draco (el que había salido al principio), recitando en un lado aparte sus líneas de guión para practicar en susurros; y al Director Toni, comiendo un plátano mientras daba instrucciones a un corrillo de extras que asentían a todo lo que decía.

¡Va a darme un infarto como haya desaparecido de verdad, plat!

Entonces, Cid pasó de nuevo al lado de Fyk y avanzó hasta Toni.

Estoy aquí. Siento la espera.

¡La escena de María está a punto de acabar, plat! ¡Es tu turno de salir y dar a conocer tu boda con ella, plat! ―se giró hacia los extras―. ¿¡Y los nuevos!?

Por el pasillo, tanto Gata primero como Ban, segundo, se cruzarían con Light. Sin embargo, los tres habían acordado ignorar a los demás aprendices y cada uno siguió su camino. Ban continuó por el que hacía poco habían recorrido Fyk y Cid, topándose también con el afligido Vicedirector. Si tampoco se detenía y se adentraba en el backstage, encontraría a su presa de lleno: Cid, al lado del Director y rodeado de extras.

Estaban muy próximos a la entrada hacia el teatro, lo que le dio a entender que se hallaban a punto de salir a escena.

Vería también a Fyk y a Draco, pero ni rastro de María, puesto que era su turno en el escenario.


La cocina


Tal y como había prometido Augustine, tras dar unos golpes a la puerta y esperar un poco frente al palco donde se alojaba la familia, esta salió por debajo de las cocinas.

¡Vamos, rápido! ―le susurró Augustine, mientras Bavol la guiaba hasta el otro lado de las escaleras, como si continuaran en mitad de la huida.

Una vez parados, el muchacho le explicó parte de la situación a la niña. Cualquier adulto habría exigido más información, pero a esta se le iluminaron los ojos.

¡Ah, ya entiendo, es un juego! ―rio―. Yo también me invento temáticas de vez en cuando. ¿Y de qué vamos a salvar el mundo…? Mmm, déjame pensar… ¡Ya lo tengo! El frasco que dices es en realidad un ácido que planean echar a todos sobre sus trajes. ¡Los adultos quedarán en ropa interior! ―se desternilló ella sola. Había perdido los modales exhibidos durante la recepción. Era una niña, al fin y al cabo, y sin nadie mirando podía permitirse ser un poco más rebelde―. ¿Seguro que queremos salvarlos?

Estaba entusiasmada con el reto. Y con su mente rebosante de imaginación, se dejó llevar por él hasta la primera pista que Bavol había conseguido mediante peligrosas indagaciones, fijo.

---

Gata se habría cruzado con Light, pero le ignoraría y seguiría hacia delante, a las cocinas. Nada más entrar, le llegó el dulce olor de decenas de alimentos preparándose, sabrosos y exquisitos, que le harían la boca agua; y probablemente no adulterados.

La cocina era un hervidero de actividad. En cada fogón había un cocinero trabajando, sacando platos que los camareros recogían y colocaban en las mesas centrales, para irlos decorando de uno en uno, si hacía falta. En general, sí, puesto pese a que eran deliciosos, la presentación lo era todo en la alta sociedad.

En uno de los fogones, le vería: Daichi. Se había cruzado con él alguna que otra vez, así que no tendría problemas en reconocerlo. Llevaba un sombrero de cocinero, alto y de copa, y un delantal por encima de unas ropas ciertamente extravagantes.

Spoiler: Mostrar
Imagen


No notó su presencia. En ese momento, además de remover una olla con puré de patata, y echarle especias, hablaba con un animal que supervisaba su trabajo. Era el jefe de cocina, como Gata averiguaría de mirar la tarjeta de identificación que tenía en el traje.

Spoiler: Mostrar
Imagen


Me enseñó a cocinar mi padre, porque él trabajaba durante esas horas y necesitaba de alguien que le diera de comer a mis hermanos ―le contaba en ese momento Daichi.

No me cuentes tusss rollos familiares, grk. Te he preguntado sssi le has echado sssal.

Sí, claro. ¡Aunque me ha costado un montón encontrar el bote!

¡Mal, mal, mal, grk! Cocinamos para la másss alta estirpe. No quieren sssal, quieren otrosss sabores más exquissssitos, grk. ¡Cocínalo otra vez!

¿¡Otra vez!? ¿Y qué hago con esto? ―se escandalizó.

¡Tíralo!

Daichi le sacó la lengua en cuanto le dio la espalda, y en vez de tirarlo como le había ordenado, lo dejó a un lado antes de reunir los ingredientes para su próximo puré. Estaba concentrado cocinando, canturreando una canción que le resultaría familiar a Gata, y no vio en ningún momento a la chica.

Por otro lado, entró en ese momento Bavol, acompañado de Augustine, quien le dijo que se quedaría en la puerta porque el olor le sabía muy rico, y que cuando terminara y se decidiera cuál era el juego, que la informara. Porque había tanto tarro de especias por ahí que se morirían de buscar si se ponían aunque fuera entre los dos. Lo primero que vería sería a Gata, frente a él; y a continuación... ¡a un maldito payaso! Es decir, ¡a alguien con su genial disfraz!

¡Otra vez, grk! ―comenzó a murmurar el cocinero jefe a uno de sus empleados, en un tono que les permitió escucharle, mientras le echaba miradas envenenadas al trío―. Sssssiempre igual, alguien se escaquea de la ópera, grk, para venir a ver ssssi puede picar algo. ¡Assssegúrate de que no toquen ni un plato!

Al parecer, el Chef iba a tener un ojo puesto sobre los intrusos, para vigilar que no probaran la comida. Si Bavol hacía caso al plan que le había dicho a Cid, tendría que buscar un modo de asegurarse de que podrían alterarla de nuevo con el antídoto con el que el pájaro no le detuviera.

Además de Daichi, había otra personita más sentada sobre un taburete en una esquina vacía, comiendo a cucharadas de un cuenco lleno de sopa caliente. Una ratoncita muy pícara, que Gata y Bavol reconocerían. ¿La habrían pagado bien?


La terraza


Subió las escaleras y se encontró con el mismo trastero que habían visto anteriormente Gata y Ban. Estaba lleno de cajas, que contenían disfraces y numerosos objetos de obras pasadas. La sala solo se iluminaba por las velas que alguien había encendido previamente. Vería, también, una bolsa fuera de lugar encima de una mesa, que contenía un vestido blanco y un frasco vacío.

Tendría que atravesar la estancia para hallar a su enemiga. En el fondo, había dos puertas de cristal que daban a una ancha terraza trasera. Wix, vestida como habitualmente (y sin tacones, por desgracia; aunque el tocado y el maquillaje no se los había quitado); estaba enfundándose la capa en ese preciso instante, apoyada sobre la barandilla.

Le miró de reojo, imperturbable. Como Light la recordaría.

Te dije ―comenzó a decir― que las decisiones precipitadas son las peores. ¿Estás seguro de que quieres estar aquí? ―cuestionó―. En el juego de la guerra, no puedes acercarte a la reina sin derribar antes el peón, el alfil y el caballo.

»Y vivimos una guerra.

Daba la impresión de que le estaba invitando a marcharse si quería. No sería raro, pues como había dicho, su tiempo límite era hasta la finalización de la ópera. Sin embargo, el objetivo de Light era el antídoto, y salvo que quisiera buscarlo al azar como Bavol, la clave era ella.

Si tan preparado estás, dime cuál es tu respuesta.

Y esperó.


Fecha límite: 12 de octubre.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

AnteriorSiguiente

Volver a Tercera Saga

¿Quién está conectado?

Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 1 invitado

cron