[País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Ban y Gata; Light, Bavol + Fyk

La aparente traición de Tierra de Partida en un acuerdo de paz provocó el anuncio de la guerra por parte de Bastión Hueco. Los aprendices deben enfrentarse entre sí, entre antiguos amigos y compañeros. ¿Cómo lograrán sobrevivir cuando otras amenazas acechan?

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro, Sombra

Ronda #7 - No voy a llorar

Notapor Astro » Mié Oct 08, 2014 12:29 am

No tuve problemas en llegar al backstage. Por el camino me crucé con Hikari, y ni siquiera tuve que recurrir a Tenue: por algún motivo, me ignoró. Por mi parte, me limité a soltar una risita al pasar a su lado y continué mi marcha.

También me topé con el Vicedirector, el oso Boris, en la sala de máquinas con aire distraído. Ni él me dijo nada, ni yo le hice caso. Al fin y al cabo, en el backstage estaba mi objetivo.

Cid Raines.

Pero no estaba solo. El director, actores y extras se repartían por toda la zona, todos preparándose para su inminente actuación. Incluso me encontré, con mi sorpresa, con el aprendiz azul de Tierra de Partida, el mismo que nos había protegido. ¿Qué hacía allí...?

¡La escena de María está a punto de acabar, plat! ¡Es tu turno de salir y dar a conocer tu boda con ella, plat! ―le gritó el gorila a Raines. ¿Él era un actor?―. ¿¡Y los nuevos!?

Sí, por su posición y por la forma de hablar con el director, quedaba claro que Raines era parte de la obra (una importante, incluso), y que iba a salir a escena en breves.

Perfecto. ¿Qué mejor lugar para acabar con él que delante de todos los asistentes a la ópera? Pensaría los detalles sobre la marcha, pero no podía perder tiempo o llegaría tarde.

Me arranqué la etiqueta de camarero y me coloqué con el resto para salir a escena, como un extra más. Recordaba que me habían dicho que me tocaba en el tercer acto, y la verdad desconocía por cuál irían ahora. Existía, por supuesto, la posibilidad de que me detuvieran porque no era mi turno.

En ese caso, me disculparía alegando que "era nuevo allí" y recurriría al plan B. Tenue. Invisible, saldría al escenario y me colocaría en alguna parte donde los espectadores no pudieran verme una vez el hechizo terminara. Una vez allí, podría evaluar la situación. Y después, improvisar.

Fuera como fuera, saldría a escena.
Imagen
Spoiler: Mostrar
Imagen

Imagen

Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Avatar de Usuario
Astro
57. Ferrocustodio I
57. Ferrocustodio I
 
Mensajes: 1689
Registrado: Jue Sep 06, 2012 12:49 pm
Dinero: 598,528.05
Banco: 15,646.59
Sexo: Masculino
Estantería de objetos
Karma: 7

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Light » Vie Oct 10, 2014 6:00 pm

Por el camino se encontró a los dos aprendices que habían escapado con Wix. Les ignoró y siguió avanzando, vigilando sus movimientos y preparado para luchar si la situación lo requería. Mientras no se interpusieran en su camino, no les patearía el trasero.

Cuando se cruzó con Ban y escuchó su ligera risa no pudo evitar fruncir el ceño y apretar los dientes.

«Quien ríe el último, ríe mejor» dijo para sí mismo.

Como no estaba dispuesto a perder el tiempo, el aprendiz no inició conversación con ellos y se limitó a seguir andando, en dirección a las terrazas.

Para llegar a su destino tuvo que atravesar una sala que servía de trastero, apenas iluminada. Allí se almacenaban objetos que se habían utilizado en representaciones anteriores.

No sintió especial interés en investigar aquel lugar. El antídoto podía encontrarse perfectamente oculto en cualquier otra habitación de la ópera y tardaría lo suyo en registrar todo ese cuarto; además, había decidido que no perdería el tiempo buscando un objeto tan difícil de hallar.

Aunque se detuvo a observar el contenido de una bolsa que se encontró sobre una mesa. No esperaba encontrar ahí el antídoto; pero al contrario que los objetos almacenados en las cajas, le dio la impresión de que el contenido de aquella bolsa se había utilizado recientemente, pues ésta parecía estar fuera de lugar.

Echó una fugaz ojeada dentro de ésta y comprobó que había un vestido blanco ―aunque su enemiga había lucido uno ni se le pasó por la cabeza que fuera el mismo― y un frasco vacío en su interior. Nada interesante.

Continuó andando y atravesó las puertas de cristal que daban a las terrazas del edificio, lentamente. No tardó en encontrar a la persona que estaba buscando, la responsable del envenenamiento masivo. Con cautela, dio sus primeros pasos en la terraza, sin quitarle la vista a la mujer. Ahora podía comprobar que iba vestida con las mismas prendas que lució el día que la conocieron.

«El colgante», en efecto, el colgante seguía en su cuello. Tenía que arrebatárselo a toda costa... ¿Pero sería tan fácil?

Y en el caso de que lo consiguiera, ¿se quedaría Wix de brazos cruzados mientras iban a buscar el antídoto y lo repartían entre los asistentes? Lo dudaba bastante.

La mirada que le dedicó la guardiana le parecía indescifrable. Su expresión vacía, que era la misma que vieron en su rostro cuando la conocieron por primera vez en Bastión Hueco, le recordaba que ella era un Incorpóreo, un ser carente de corazón, de emociones.

Te dije que las decisiones precipitadas son las peores. ¿Estás seguro de que quieres estar aquí? ―cuestionaba su decisión, que de por sí era irrevocable y no pensaba echarse atrás―. En el juego de la guerra, no puedes acercarte a la reina sin derribar antes el peón, el alfil y el caballo.

»Y vivimos una guerra ―le recordó. Aunque, no hacía falta que se lo recordara, por supuesto que no. Había pensado muchísimo sobre el conflicto, más de lo que cualquiera se pudiera imaginar.

Quien no arriesga no gana, supongo ―justificó.

Si tan preparado estás, dime cuál es tu respuesta.

Era la hora de la verdad. Cerró los ojos momentáneamente, cogió aire y comenzó a hablar.

Antes de darte una respuesta tengo que preguntarte algo que no llego a entender. ¿Qué puedes ganar envenenando a todos los asistentes? ¿De verdad te puedes quedar tranquila ante la masacre que estás a punto de producir? ¿De verdad no eres capaz de sentir compasión?

Esperó su respuesta, y una vez la escuchara proseguiría.

¡Mentira! ―bramaría si Wix seguía admitiéndolo―. Yo lo vi todo. Hace dos años, cuando te desafié a un duelo y te arrojamos la plataforma, te sacrificaste para salvar la vida de dos de mis compañeros. ¡Tú mostrarse compasión por tus propios enemigos y les salvaste la vida! ¡Así que no me vengas con esas!

»¡No puedes imaginarte cuantas pesadillas me han perseguido desde ese día ―pronunció con voz quebrada al principio―. Acababa de salir de mi mundo y era la primera vez que luchaba en serio. No quería cometer un asesinato por nada del mundo, y… casi acabamos contigo ―agachó la mirada e hizo una breve pausa―. Tal como dijiste, pensé que no eras como ellos, que no eras nuestra enemiga. Quería al menos pedirte perdón por todas las cosas horribles que te dije, y cuando te vi en el vestíbulo pensé que era la oportunidad perfecta...

»Y ahora me encuentro esto ―señaló indignado, cerrando los puños y clavándose las uñas en su propia carne―. Quieres cometer un asesinato en masa, y si lo consigues te rebajarás al mismo nivel que yo cuando planeé tu derrota usando la plataforma en Bastión Hueco.

»No pienso permitírtelo.


Ahora, la respuesta que esperaba la Guardiana del Castillo, la opción que escogía el aprendiz de Tierra de Partida.

No puedo elegir ninguna de tus opciones ―ni iba a renunciar a seguir buscando a sus padres ni iba a renunciar a su legado―, ni tampoco estoy dispuesto a perder el tiempo buscando el antídoto. No quiero ser parte de otro estúpido juego vuestro ―dejó clara la decisión que había tomado―. ¡Basta ya de jugar con la vida de la gente! ¡¡Ya es suficiente!! ―clamó colérico.

Recordaba que uno de los Maestros de Bastión Hueco, Andrei Saavedra, había manipulado a las réplicas virtuales de los aprendices. Con su estúpido juego había maltratado a las copias; en especial a su propia réplica, que se había convertido en un ser de lo más desgraciado y corrupto. Tampoco podía olvidar las consecuencias de la primera jugarreta oficial que les hizo el bando de Bastión Hueco ―el suceso de Ocaso de una Estrella― y sus terribles consecuencias.

En especial el fallecimiento de Zeix, cómo olvidarlo.

El odio le invadía y le hervía la sangre. La ira le impulsaría a desenfundar su arma.

«Lo siento, Xefil, Axel…».

Agarró con ambas manos la funda de su katana y la retiró, dejando su filo al descubierto. Alzó su fina arma con la diestra y señaló a la Guardiana del Castillo con ésta.

¡Iwashi! Si no detienes esto, no me quedará otra que luchar para detenerte.

»Después de todo, tenemos un duelo pendiente desde hace dos años.


No tenía ninguna certeza de ganarla, más bien todo lo contrario. Pensar que Wix tenía el nivel de una Maestra le hacía estremecerse; pero de ninguna manera podía mostrar temor ahora, ¡tenía que centrarse y confiar en sí mismo!

Puede que fuera imposible derrotarla, pero siempre podía buscar alguna manera de arrebatarle el colgante.

No tardó en pisparse de que ese escenario no le favorecía en absoluto, aunque se tratara de una terraza ancha. Si le expulsaba de las terrazas, caería inevitablemente desde mucha altura y se haría mucho daño. Tendría esto en cuenta durante todo el combate: si Wix le mandaba volando y le expulsaba del escenario, intentaría recuperar el equilibrio en el aire y usaría Planeador para volver a las terrazas y aterrizar de forma segura. Si se disponía a atacarle mientras aterrizaba, liberaría una Onda Lunar para defenderse.

El combate daría comienzo por parte del aprendiz de Tierra de Partida. No estaba dispuesto a dejar que robaran su Llave Espada, por lo que en principio no la materializaría y se limitaría a atacar con su katana. Conocía las habilidades de su adversaria y sabía de lo que podía ser capaz. Recordaba su increíble velocidad, su letal uso de la alabarda y sus poderes magnéticos, los cuales le permitían mandar volando a sus oponentes.

Por su parte, correría hacia Wix con arma en mano y se dispondría a golpearla con ésta. Antes de atacarla directamente con la katana, liberaría de un raudo tajo una Onda Lunar, a corta distancia para sorprender a su adversaria y acertarla. Recibiera o bloqueara la onda, correría rápidamente tras la onda e intentaría producirle un corte profundo en uno de los hombros.

Haría todo lo posible para mantenerse alejado de los extremos de la terraza, procurando tener las puertas de cristal o cualquier muro tras su espalda en todo momento. De esta manera, si Wix le mandaba hacia atrás con su fuerza magnética, no habría peligro de caída.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

Spoiler: Mostrar
Imagen

Imagen
Imagen
Avatar de Usuario
Light
144. Xion Forma Final
144. Xion Forma Final
The Unknowns
 
Mensajes: 4309
Registrado: Mar Ago 24, 2010 7:20 pm
Dinero: 116.22
Banco: 474,840.29
Sexo: Masculino
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 59

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Tidus Cloud » Sab Oct 11, 2014 1:43 am

Para Augustine todo lo que le había contado era un simple juego que se acababa de imaginar y tampoco podía negar que en otra situación probablemente hubieran acabado recorriendo los pasillos de la ópera con algún tipo de aventura que se hubiera ido inventando sobre la marcha. Se dio cuenta entonces de que si Augustine creía que todo aquello era inventado, podría decirle la verdad sin que ella lo supiese, así la perrita sabría más detalles y además, en el caso de que lo descubriese, no podría acusarle de haberle mentido.

Ay, Augustine, ojalá fuera solo eso ―le contestó Bavol teatralmente mientras le guiñaba un ojo de forma cómplice―. La comida estaba envenenada y todos los que comieron morirán al final de la ópera si no le salvamos. ¡Y para eso necesitamos el frasquito con el antídoto! ―concluyó haciendo un gesto triunfal con la mano como si hubiese descubierto todo eso él solo―. ¡Venga, vamos rápido a la cocina!

Dicho esto, se marchó rápidamente a la cocina acompañado de la perrita.

***

Ay, ¿qué te quieres quedar aquí? ―se sobresaltó Bavol cuando la perrita le dijo que se quedaría esperando junto a la puerta hasta que idease un juego más concreto― Bueeeeeno, vale, enseguida se me ocurrirá algo…

Bavol comenzó a buscar con la mirada algo que pudiera ser de interés para su investigación cuando sus ojos se toparon con dos personajes a los que no se habría esperado ver por ahí por nada del mundo.

Uno de ellos era la Aprendiza de Bastión Hueco que acompañaba a Wix y a Ban y a la que había intentado atacar antes con su hechizo favorito. ¡Qué pena que Fyk se hubiese metido en medio para protegerla! En otra ocasión se hubiese lanzado contra ella después de haber intercambiado algunas palabras de desprecio; sin embargo, desechó por el momento aquella opción. Había demasiados personas yendo de un lado a otro con platos en las manos, si comenzaba una pelea allí, aparte de herir a inocentes, podría destrozar el lugar en el que pudiera encontrarse el antídoto e incluso conseguiría que le expulsasen para siempre de la cocina, lo que imposibilitaría que echara la cura sobre la comida después. No obstante, había una razón de más peso aún para que no centrara su atención en ella…

Junto a los fogones había un hombre… no, una rata miserable que llevaba puesto SU DISFRAZ. No solo habían dejado entrar a ese mezquino ladrón dentro del edificio con aquel genial disfraz, sino que también le habían dejado ponerse uno de esos molones sombreros de cocinero. ¡Era indignante!

―¡TÚ! ―exclamó Bavol señalándolo descaradamente. Al escuchar que un pajarraco disfrazado de cocinero susurraba algo relacionado con no dejarles que se acercaran a los platos, decidió ser más discreto. Se acercó hasta él y continuó hablándole evidentemente enfadado―. ¿Qué haces con mi disfraz, ladrón? Ay, noooo, quítatelo, me lo vas a poner grande. Esa ropa me la he traído YO de mi casa, pero me hicieron quitármela, ¿por qué a ti sí te dejan?

Esperó con los brazos cruzados a que el misterioso hombre le diera una explicación. En realidad, fuese cual fuese su contestación, no cambiaría la conclusión que el gitano tenía para él.

Bueno, pues me da igual. Tienes que quitártelo porque cuando acabe la ópera me lo tengo que llevar a casa, ¿de acuerdo?

Tras esto se volvió hacia la Aprendiza de Bastión Hueco en caso de ella aún siguiera ahí. Antes de comenzar con su búsqueda, quería dejarle bien claro que no quería pelearse allí con ella y que mejor que no le molestase en su misión.

No voy a luchar contigo aquí… por el bien de todos ―le indicó el gitano mientras la fulminaba con la mirada―. Pero mejor que no te metas en mis cosas. Ya no está Fyk aquí para ayudarte por sorpresa...

Después de haber avisado a su enemiga, tenía que volver a concentrarse en su cometido. Había escuchado a uno de los cocineros indicar expresamente que no les dejaría acercarse a los platos y aquello podía convertirse en un verdadero problema si después querían echar la cura en la comida. Debía camelárselo y si lo hacía bien, quizás descubriría cómo Wix consiguió envenenar tantos platos. El gitano se acercó al pajarraco por detrás y le dio un pequeño tirón de la ropa para llamar su atención.

Oye, ¿es usted el gran chef del que todos hablan? ―preguntó Bavol exagerando su tono de inocencia―. Es un honor. Yo de mayor también quiero ser cocinero, ¿me podría dar algún consejo? ―en realidad no le importaba en absoluto lo que le contestara, simplemente lo hacía para mantener las apariencias―. Oye, tengo una pequeña dudilla: aquí tenéis muchos platos, ¿seguro que nadie los toca hasta que lo servís? Porque, ya sabes, hay gente muy rara… ―insinuó ladeando la cabeza hacia Gata.

Por el aspecto y la actitud del animal no tenía esperanzas de recibir respuestas muy claras; sin embargo, no perdía nada por intentar distintas posibilidades, sobre todo en un momento tan crítico como aquel.

Cuando Bavol se iba a girar del todo para centrarse en otra cosa, divisó a la ratoncita que le había traído la nota sentada en un taburete mientras se tomaba un cuenco de sopa. En un principio, el gitano se limitó a saludarla brevemente con la mano sin darle más importancia a su encuentro; no obstante, de pronto, se dio cuenta de algo.

Rebuscó en uno de sus bolsillos y desarrugó la nota que la ratoncilla le había dado expresamente a él. El niño volvió a echarle un vistazo a la parte que afirmaban que estaban todos envenenados y la extraña anotación escrita con letra más pequeña y en otro color: “Hallaréis la verdad en la mentira”. Tenía que recaudar toda la información que pudiese y quizás la mensajera supiese algo más que les resultase útil.

Ey, hola, ¿te acuerdas de mí? Ya sabes, el que te dio aquel platín por tus grandes servicios ―le recordó Bavol sonriendo ampliamente para demostrar simpatía. Se acercó a ella lo más posible aflojando el tono de voz para que nadie (especialmente la Aprendiza enemiga) le pudiese escuchar―. Si me haces un favorcillo, podría aumentar esa propinilla, eh, ¿qué te parece, hacemos trato?

» Fíjate en esto ―y el gitano cogió con las dos manos el papel y se lo mostró―, es el mensaje que me enviaste. Necesito que me digas exactamente quién te mandó darnos esta nota o quién la escribió y si alguien le ha añadido algo más.

Si la ratoncilla lo especificaba, no le importaría darle los platines antes de que confesara y, dado a que estaba enormemente desesperado, le daría la cantidad que le pidiese. De no tener suficiente, le pagaría un adelanto y después le prometería que le entregaría el resto.

Bavol sentía que estaba dando palos de ciegos: llamar a Augustine y que después ella no le ayudase, no luchar con el enemigo cuando estaba en solitario, tener que estar preguntando esas cosas a desconocidos y hacerles la pelota... Sin embargo, sentía que debía hacer algo. No podía simplemente limitarse a esperar sentado su muerte y la de tantos inocentes.

Si allí no conseguía información útil después de haber hablado con todos ellos, decidiría buscar en otro lugar más pistas sobre la localización del antídoto.
Imagen


Spoiler: Mostrar
Imagen
Avatar de Usuario
Tidus Cloud
35. Hechicero
35. Hechicero
 
Mensajes: 1038
Registrado: Sab Sep 27, 2008 4:59 pm
Dinero: 156,626.10
Banco: 15,565.00
Ubicación: Reinando un nuevo mundo lleno de posibilidades...
Sexo: Moriré solo y virgen
Estantería de objetos
Karma: 20

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Final Fan » Dom Oct 12, 2014 9:31 pm

Me frené antes de llegar al ver al vicedirector bastante abatido en la sala de máquinas. Mi intuición me había hecho salir corriendo hasta el backstage, en donde pretendía encontrar la verdad en la mentira, pero, ¿cuál de ellas? Aquel teatro estaba lleno de todo menos verdades. Quizás aquel era el momento de recibir alguna explicación... al fin y al cabo, Boris era uno de los implicados en todo aquel asunto. Lo había oído hablar de lo que fuese que estuviese planeado para aquella obra, y no tendría mejor oportunidad para sonsacarle algo de información.

¿Qué pretende Cid Raines? ―le solté, intentando pillarlo desprevenido―. ¿Quiénes son los "no inocentes" que acabarán saliendo malparados? ¿Los nobles? ¿Es eso lo que ocurre aquí? ¿Una lucha de poder?

Estaba muy alterado con todo lo que había sucedido en el vestíbulo con Wix. Me daba igual hostigar a aquel hombre con preguntas si aquello significaba que podia aclararme las ideas. Me acerqué al oso cada vez más, con los puños cerrados firmemente.

Si sabe algo de lo que sea que vaya a pasar durante esta obra y alguien acaba herido eso le convierte en cómplice, ¿no cree? Sobre todo habiendo un testigo.

Lo miré, airado, a los ojos. La verdad es difícil de descubrir en una red de mentiras. Tenía que ir desenmarañándola poco a poco.
ImagenImagenImagenImagenImagen
Imagen
Avatar de Usuario
Final Fan
Miembro del Hall de la Fama
Miembro del Hall de la Fama
Lost Hearts
 
Mensajes: 1763
Registrado: Sab Mar 22, 2008 10:21 pm
Dinero: 164,122.60
Banco: 114,985.17
Ubicación: Dejitaru Waarudo >8D
Sexo: Masculino
Clan: Lost Hearts
Tumblr: finalflan
Youtube: AboFinal
Estantería de objetos
Karma: 31

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Nell » Mar Oct 14, 2014 12:56 am

El backstage


Apenas se hubo adentrado un poco más en la habitación, Toni le vio por el rabillo del ojo y se giró hacia él:

¡¡Ahí está, plat!! ―exclamó, estresado. Justo lo pedía, justo regresaba uno de sus nuevos extras. ¡Algo era algo!

Le hizo gestos para que se acercara, y bien a la vista de todos, Ban no tuvo más alternativa que obedecer. Adiós al plan de invisibilidad, puesto que si le estaban buscando, era posible que ya no le quitaran más la vista de encima. Mientras avanzaba hacia el corrillo, Cid le dijo algo al oído a Toni y se escabulló por el pasillo que daba al escenario, fuera de su vista.

¡Te queda poco para salir a escena, plat! ―le explicó el Director―. ¿¡Y dónde está Boris, plat!? ¿¡Él también ha desaparecido, plat!? ¡¡Como alguien no me traiga un plátano voy a tener que ir a cogerlo yo mismo, plat!! ―respiró profundamente, dio diez suspiros contados y siguió bramando con menos tensión―. Bien, plat, bien. Que te den un traje de extra, plat, de época ―ordenó, poniendo sus ojos en una actriz del grupo en particular, que asintió y se ausentó―. Ella te explicará qué tienes que hacer, plat. ¡Es muy sencillo! Luego, colócate, sal y… ¡¡actúa, plat!! ¿Alguna duda, plat? ¿Dónde está la otra, plat?

Una vez le respondiera, y salvo que Ban planteara alguna pregunta, se marcharía a buscar a su Vicedirector, murmurando que más le valía no haberse esfumado también.

La chica a la que se había dirigido Toni volvió enseguida, con un montón de ropa doblada que entregó a Ban, mientras le empujaba de camino a unos vestuarios que habían montado allí mismo con cuatro tablones. Le explicó cómo ponerse el traje (era nobiliario, parecido al de Cid) y le dio instrucciones acerca del rol que desempeñarían sobre el escenario.

El segundo acto, la trágica canción de María, estaba a punto de finalizar y ellos entraban directamente después. Representaban a nobles del Este, hombres al servicio de Ralse que habían ganado la guerra y asistían a un baile organizado por su señor para desposar a María. Durante este, Draco regresaría de repente y acabarían enzarzados en un duelo. Antes de dicho altercado, unos soldados del Oeste (extras) les atacarían y tendrían que tirarse al suelo para fingir estar muertos.

Es decir, lo único que tenía que hacer Ban era mirar y poner caras idóneas para la situación. Ni una palabra, le advirtió la extra. Porque no eran actores, sino parte del fondo, según Toni.

En cuanto acabase, la extra le guiaría de nuevo junto al resto. Al contrario que Cid/Ralse, no entraban por la derecha del escenario, sino por la izquierda. Corrieron parte de la cortina del extremo para colarse a la salita por la que pasarían.

Efectivamente, María daba fin al segundo acto, mientras lanzaba unas flores en lo alto de una torre que habían alzado sobre el escenario hacia el público.

Spoiler: Mostrar


… la vida continúa. Pero mi corazón no se olvidará de ti. Mientras camino, déjame oírte decir una vez más que te importo tanto como tú a mí... Como una estrella fugaz, llegaste a mi corazón. Seré por siempre tuya. No importa lo que suceda, no envejeceré ni un día y esperaré por ti siempre...


María bajó lentamente las escaleras y se encaminó hacia el centro del escenario, mientras aumentaban las luces en la zona central para representar la gala que estaba a punto de tener lugar. Desde el lado contrario, Cid Raines se encaminó hacia ella para tomarla de la mano. El narrador volvió a intervenir en ese momento:

Aquella noche, el príncipe Ralse celebró un gran baile para celebrar la victoria de su ejército sobre el Oeste y desposar a María.


Cid apoyó una de sus manos en la cintura de María; y esta, en el hombro de él, y ambos comenzaron a bailar en el centro del escenario. Los extras entraron a sumarse al baile, pero siempre manteniendo una prudente distancia con la pareja principal para que estuvieran bien a la vista del público. Salvo que Ban se escaqueara, la extra que le había ayudado hasta ese momento le cogería de la mano y le obligaría a bailar con ella.


La terraza


La Guardiana no tenía prisa. Se cruzó de brazos, todavía sobre la barandilla, y esperó a las preguntas de Light.

No siento nada ―negó, tal y como esperaba el chico.

Light replicó al instante, echándole en cara lo sucedido dos años atrás y cómo le había afectado en lo personal. En un punto de la conversación, la indiferencia de Wix se deshizo cuando ésta frunció repentinamente los labios, pero se recompuso tan rápidamente que podría pasarle desapercibido al aprendiz.

Hiciste bien entonces ―contestó pausadamente, cuando Light se culpó por la estrategia de la plataforma―. Éramos enemigos. Ahora más que nunca no deberías dudar. Si lo haces, toda esa gente que quieres proteger morirá ―aclaró, implacable―, porque tendrás que cortarme el cuello si quieres el colgante.

Y como ya esperaba, el aprendiz se negó a aceptar ninguna de sus condiciones y prefirió la quinta: el combate.

Acepto tu desafío ―materializó la alabarda― como Hisa Wix, la Guardiana de Bastión Hueco. Hazte a la idea que la mujer a la que nombras, la Maestra Iwashi, murió hace mucho tiempo y no es más que una mentira que quieres creer para hacerme más humana ―le echó en cara―. Ahora…

»¡Silencio! ―exclamó, interrumpiendo las meditaciones de Light sobre el entorno, con un grito que conocía muy bien―. ¿Lo oyes? Tu corazón. Lo escucho alto y claro desde aquí. Suplica por su fin. Ahora comprobaremos si este llegará por el veneno o por mí.

El aprendiz se abalanzó sobre ella, quien se retiró prudentemente de la barandilla antes de encontrarse con él. Sin embargo, en vez de colisionar lanzó una Onda Lunar previa para distraerla, que esquivó con facilidad, pero cumplió su objetivo cuando Light alcanzó el hombro de su enemiga.

¿A qué estás jugando?

Le agarró la muñeca para desquitarse de la katana y, acto seguido, la bloqueó con la alabarda (por si se le ocurría hacer un nuevo corte), mientras aprovechaba para agarrar a Light del cuello. Pero en vez de alzarlo o ahogarle, lo tiró contra la barandilla.

Tómatelo en serio.

Puede que, en medio de la lucha, no lo notase tanto como los demás, pero le empezaron a dar pequeños pinchacitos en el cerebro. La jaqueca.


Light
VIT: 44/50
PH: 28/34



La cocina


El «tú» de Bavol fue tan convincente que Daichi pegó un brinco del sobresalto, se le escapó el cuchillo y se cortó el pulgar.

¡¡AAAAY!! ―se quejó, enrollando el malherido dedo en el delantal porque le escocía del corte, mientras veía al aprendiz acercarse hacia él, acusándole―. ¡No he robado nada! ―Una mirada del Chef bastó para que Daichi también bajase el volumen de voz―. Estaba en el trastero que hay aquí al lado, donde el vestidor. En cuanto a lo de ponerlo grande ―levantó un poco las axilas, revelando el desgarro que había hecho al ponérselo, pues era de una talla mucho menor a la suya―. Tarde…

Al ver la cara que se le había puesto a Bavol (y la que se le pondría al ver los rotos), pareció al menos arrepentido.

¿De verdad es tuyo? Vaya, lo siento… Te lo dejaré al final de la ópera en el vestidor. Ahora mismo, lo necesito. A mí me dejan ponérmelo porque llevo esto, chaval ―le guiñó un ojo, tratando de hacer pose, mientras tiraba de su delantal―. Mientras no me pasee por ahí escandalizando a los huéspedes, creo que hasta me dejarían ir desnudo. Espera, olvida lo que te he dicho. ¡Y ni se te ocurra obligarme a devolvértelo ahora!

Después de arrancarle la promesa, Bavol se marchó hacia su próximo objetivo. Mientras le veía irse, Daichi se enredó el dedo en un pañuelo para detener el sangrado y continuar con lo suyo. En el vistazo que pegó a la sala, vio a Gata. Inmediatamente, se le puso la cara blanca, esquivó la mirada de la chica y sacó una máscara morada (acorde con el traje, que para eso lo necesitaba) y se la puso. Como si la aprendiza no lo tuviese identificado desde hace rato y esta pudiera ocultarla de ella.

Por otro lado, Bavol se dirigió hacia el Chef, a quien pretendía ganarse con alabanzas. Soltó un «grk» antes de demostrar lo grosero que era:

¿Un conssssejo, grk? ¡Cocinar y dejar que otrossss cocinen, grk! ―El Chef le miró atentamente con el ceño fruncido―. Ssssservimos comida de alta calidad, grk. ¿Crees que vamos a dejar que alguien la mangonee antessss de que se sirva? ¡Mi reputación se iría al garete, grk! ―refunfuñó―. Incluso antesss de servirse el Vicedirector debe dar su aprobación para que todo ssssea perfecto, grk, señorito.

No pilló la referencia a Gata, porque para el Chef ambos (tanto Bavol como ella) eran un peligro potencial para su cocina del que no podía librarse, puesto que al ser espectadores, tenían ese privilegio de campar a sus anchas. Lo que no iba a permitir era que pusieran la mano encima de la comida antes de tiempo.

A continuación, se dirigió a la ratoncita. Esta, cómo no, le reconoció de inmediato y le puso mala cara, alejando su platito de sopa de él, como si pensara que iba a robárselo.

Pues sí me acuerdo, sí. Eres el rata del platín. ―Le sacó la lengua. Lo que era irónico porque ella era más rata que él―. Así que ahora quieres pagarme bien, ¿eh? Pues no, no, no. No necesito tu dinero, ya me dieron mucho y podré comer bien todo el mes.

En un principio, se negó en rotundo a dar ningún tipo de cifra a Bavol para que le comprara la información. Movía la cabeza hacia uno y otro lado, con ese drama infantil, y no paraba de decir «no, no, no»; hasta que, finalmente, el niño, desesperado, le ofreció en adelanto lo que llevaba y más para después. La ratita le miró, pensativa.

Está bieeeen, déjalo ya. Sí que tienes que quererlo con ganas ―asintió para sí misma―. Te lo diré, pero de todas formas quiero algo de dinero. De esto y otros trabajitos más dependerá si como el mes que viene ―y extendió la palma.

De nuevo, daba igual lo que le diera, pues la ratoncita se había decidido a contárselo por algún motivo desconocido. Eso sí, de ser nuevamente un platín, la mala cara se la llevaba de nuevo.

No me dijo su nombre ―aclaró nada más empezar―. Fue una mujer pelirroja vestida de blanco. Suelo deambular por el exterior del teatro en estos eventos especiales por si alguien necesita enviar un mensaje urgente. Me vio y se acercó para encargarme algo dentro, no fuera, que suele ser lo habitual (¡incluso me coló por el vestidor!). Quería que me reuniera con ella en su palco más tarde. Sacó una cartera y me la vació en la palma. ¡Entera! ¡Enterísima! ―Casi le brillaban los ojos. Parecía que la auténtica razón que le había llevado a darle la información a Bavol era contarle a alguien la anécdota.

»Como ya me había pagado, pensé en escaparme ―confesó, sin vergüenza alguna―. Pero sé que me habría sentido culpable, porque fue maja conmigo. Y si cumplía bien, tal vez me contratara en otra ocasión. Así que acudí al inicio de la obra y esperé mientras ella redactaba unas notas, que fue las que os entregué a ti y a otros cuatro. Tres ya las tenía hechas, pero escribió allí mismo otras dos. Y cuando me las iba a dar, se retractó un momento para añadirles a todas una última línea, de otro color a propósito, aunque no sé por qué. Luego os la llevé y solo recibí seis platines entre todos vosotros de propina. ¡Tacaños!

»Estaba también escribiendo algo aparte ―reconoció, por último, y esta vez sí se sonrojó―, pero no sé leer.

Y ahí acababa el relato. La ratoncita comentó, reanudando sus sorbos a la sopa al darse cuenta de que por tanto hablar se estaba enfriando, que no sabía nada más.

Entonces, Bavol empezó a notar ciertos pinchazos en su cerebro. Solo podía significar una cosa: comenzaba la jaqueca. El primer síntoma.


La sala de máquinas


Asaltar a Boris a bocajarro fue una correcta decisión, porque el hombre estaba tan sumamente abatido que solo le faltaba que le echaran todo en cara para desplomarse. Comenzó a lagrimear un poco, pasándose las manos por los ojos para ocultarlo.

¡Lo reconozco, vale! ¡He sido yo! ¡Yo he echado a perder el espectáculo! ―Ni siquiera preguntó a Fyk cómo lo había averiguado―. Sabía que me descubriríais, lo sabía, lo sabía… ¡Iré a la cárcel!

Ahora sí, cayó en la llantina. Y puesto que las lágrimas no eran suficientes, se desahogó también contando su historia:

Siempre hemos sido socios. Toni y yo. Sin embargo, en pos de la coordinación, uno de los dos debía ser el Director. Al principio no me importaba, creía tener el mismo papel con diferente título, pero al cabo de los años me he dado cuenta de que el nombre que ha quedado de nuestra compañía ha sido el suyo, que yo no pinto nada de puertas para fuera. Y él se volvía cada vez más y más autoritario ―se sorbió los mocos para aclararse―. ¿¡Tan mal está querer ser reconocido por lo que haces!?

Finalmente, respondió a sus preguntas, como si se le hubiesen olvidado hasta entonces:

Nadie sufrirá daños. Me lo han repetido una y otra y otra vez… Pero no puedo quitarme esta sensación de malestar de que algo no va bien. ¿Y si a alguien le sienta peor y se muere o algo sí…? ―Comenzó a morderse las uñas con nerviosismo―. Lo único que quería era provocar una catástrofe en la representación que obligara a Toni a retirarse, y yo podría tomar las riendas como Director por fin. Les he echado una solución en la comida para enfermar a todos. Supuestamente, en un par de días estarán bien...

»La mujer no parecía una mala persona, pero Cid… hay algo en él que no me gusta. No es de fiar, sobre todo con lo poco que lleva por aquí. ¿Y si… me han engañado…?

Estaba completamente carcomido por la culpa. Por eso se había refugiado allí, donde no había nadie, para que el tiempo pasara como si no verlo hiciera que nada ocurriera. Culpable, sí; confesor, no.

¿Qué va a ser ahora de mí…?

Entonces, Fyk empezó a notar ciertos pinchazos en su cerebro. Solo podía significar una cosa: comenzaba la jaqueca. El primer síntoma.



Spoiler: Mostrar
Os adjunto de nuevo el mapa marcando las posiciones que tenéis, por si alguna no ha quedado clara:

Imagen


Fecha límite: 18 de octubre.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

Ronda #8 - No voy a llorar

Notapor Astro » Mié Oct 15, 2014 6:25 pm

No hizo falta ni que me colara entre los demás extras ni que recurriera a la invisibilidad. El tercer acto iba a empezar, y con él mi debut como actor. O como extra, mejor dicho. Daba igual.

¡Te queda poco para salir a escena, plat! ―me chilló el gorila, tan histérico como de costumbre―. ¿¡Y dónde está Boris, plat!? ¿¡Él también ha desaparecido, plat!? ¡¡Como alguien no me traiga un plátano voy a tener que ir a cogerlo yo mismo, plat!! ―miré de reojo hacia la sala de máquinas, donde había visto al oso al pasar―. Bien, plat, bien. Que te den un traje de extra, plat, de época. ―Encima tenía que disfrazarme, genial― Ella te explicará qué tienes que hacer, plat. ¡Es muy sencillo! Luego, colócate, sal y… ¡¡actúa, plat!! ¿Alguna duda, plat? ¿Dónde está la otra, plat?

Ni idea, hace rato que no la veo ―mentí, encogiéndome de hombros. Nata tenía otro asunto más importante entre manos: encontrar a Daichi. Solo esperaba que ya hubiera dado con él―. Ninguna duda.

»Ah, el Vicedirector Boris está en la sala de máquinas, le he visto cuando venía ―añadí, señalando con el dedo en la dirección. Contribuir a que alguien se llevara una bronca por escaquearse del trabajo siempre era un placer.

Dicho eso, seguí a una actriz mientras atendía a sus instrucciones y cogía la ropa que me había dado, fingiendo interés. Aunque mi mente, y el rabillo de mi ojo, estaban en Raines: al parecer era uno de los actores principales, y su nombre en la obra era Ralse. María, la rana que había visto en la primera visita al backstage, era su amante en la representación, o algo parecido.

Con la ropa puesta (al menos era de noble, no me podía quejar demasiado), memoricé mi mísero papel: no tenía que hablar, solo limitarme a poner caras según la situación y morirme cuando me atacaran. La vida de los extras sí que era patética: ni siquiera les consideraban actores, más bien como si fueran decorado.

Cuando estuvimos todos listos, nos preparamos para entrar. Raines por la derecha, los extras por la izquierda. Pero todos acabamos en el mismo lugar: el escenario.

El tercer acto daba comienzo.

Spoiler: Mostrar

… la vida continúa. Pero mi corazón no se olvidará de ti. Mientras camino, déjame oírte decir una vez más que te importo tanto como tú a mí... Como una estrella fugaz, llegaste a mi corazón. Seré por siempre tuya. No importa lo que suceda, no envejeceré ni un día y esperaré por ti siempre...

"Canta bien para ser tan verde."

María, la rana, y Cid se pusieron en posición, a la vez que la voz del narrador resonaba por toda la ópera:

Aquella noche, el príncipe Ralse celebró un gran baile para celebrar la victoria de su ejército sobre el Oeste y desposar a María.

El baile empezó, con la pareja protagonista en el centro del escenario. El resto, los extras, nos dimos prisa en imitarles: la actriz que me había ayudado antes me cogió de la mano y casi me obligó a bailar. Por suerte para ella, no me negué y me dejé llevar. Las clases de baile que el anterior Ban había recibido de pequeño al menos servirían para algo.

Actuar ahora, tan pronto, era muy precipitado. No podía perder la oportunidad de intervenir aprovechando que estábamos en escena con multitud de testigos, seguramente no tendría otra ocasión así, pero tampoco debía ser imprudente. Observaría el escenario, analizaría la escena, y esperaría a ver cómo iba sucediendo la obra y si había alguna sorpresa por en medio. ¿La bendición tan famosa, tal vez? No, eso era una tontería.

Fuera como fuese, si no surgía nada que cambiara el rumbo del tercer acto, tenía claro cuándo actuar como tarde: en el momento de mi "muerte". Pues, una vez muerto, no tenía garantía de que pudiera seguir mucho más en el escenario o no cambiase la escena.
Cogería por sorpresa al soldado (extra, mejor dicho) que intentara matarme, y aprovechando que no se lo esperaba le quitaría su arma y le apartaría con varios golpes cuerpo a cuerpo. Conseguida su arma (que seguramente sería una espada o una lanza falsa), la agarraría con fuerza y se la lanzaría a Cid Raines como si de una flecha se tratase, mientras gritaba:

¡Admite tus pecados, villano!

A partir de ese momento, dependería de pura improvisación para salir bien parado. Aunque igual el destino tenía otra cosa preparada...

Spoiler: Mostrar
Lo aclaro por si las moscas: Ban solo hace lo último (ahostiar al extra-soldado, quitarle su arma falsa y lanzársela a Cid mientras grita) si no detecta nada raro y ve que la obra sigue su rumbo con tranquilidad. Dentro de lo que él sabe que va a pasar, claro.
Imagen
Spoiler: Mostrar
Imagen

Imagen

Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Avatar de Usuario
Astro
57. Ferrocustodio I
57. Ferrocustodio I
 
Mensajes: 1689
Registrado: Jue Sep 06, 2012 12:49 pm
Dinero: 598,528.05
Banco: 15,646.59
Sexo: Masculino
Estantería de objetos
Karma: 7

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Tidus Cloud » Jue Oct 16, 2014 10:37 pm

El pequeño tuvo que contener un grito cuando el extraño le enseñó los descosidos del traje. Pese a todo, aquel hombre no parecía habérselo puesto con mala intención y además el gitano tenía asuntos muy importantes que atender, de manera que Bavol asintió conforme ante la promesa de que se lo dejaría en el vestidor al final de la ópera.

El cocinero, por su parte, fue bastante más antipático. No sacó mucho de aquella conversación, excepto un nombre: el Vicedirector. Desgraciadamente no tenía muy claro quién era, aunque de entre todos los animales que había visto, podía deducir que el que más papeletas tenía de serlo era el oso que vio al principio de la recepción. Sí, así todo cuadraría: la conversación que Fyk había escuchado en la que el oso tramaba algo, nadie se acercaba a la comida excepto el Vicedirector y curiosamente toda había acabado envenenada… Sin duda, el oso era un cómplice de aquella matanza que tenían que evitar.

Por último fue a hablar con la ratoncita sobre el mensaje que le había entregado. Ella se mostró bastante recelosa al principio, pero finalmente pareció dispuesta a contarle lo que sabía a cambio de unos cuantos platines. El gitano se quedó unos segundos mirándola en silencio cuando le dijo que dependía de ese dinero para comer. Si tanto lo necesitaba, no le importaba dárselo en absoluto, al fin y al cabo al niño no le importaba demasiado el dinero. ¿Para qué lo iba a querer si en Tierra Partida tenía de todo?

Espero que esto te ayude un poco ―dijo el gitano entregándole quinientos platines que se sacó de los bolsillos.

A continuación, la ratita comenzó a relatarle todo lo que quería saber. Por la descripción que le había dado de la mujer, era Wix, quien a cambio de una generosa cantidad, le había contratado. La última línea la había añadido ella misma, pero aún desconocía el motivo. También le resultó curioso el hecho de que escribiera dos notas más en el último momento… ¿Serían para los Aprendices de Bastión Hueco? No, no podía ser, ellos estaban en el plan… ¿o no? También le resultó curioso que estuviera escribiendo otra cosa aparte, pero sin más información aquel dato no le sería útil por el momento.

Bueno, gracias por to…

No le dio tiempo a terminar la frase. Sintió unos repentinos dolores de cabeza bastante molestos. El gitano se llevó la mano a la cabeza mientras comenzaba a comprender lo que estaba sucediendo. Era uno de los primeros síntomas de los que les había hablado Wix antes y si ya estaba empezando a sufrirlos significaba que se le estaba agotando el tiempo.

Monstruos… ―musitó mientras fulminaba con la mirada a la Aprendiza de Bastión Hueco allí presente.

Tenía que continuar buscando en otros lugares, así quizás encontraría más pistas que le permitieran descubrir dónde estaba el antídoto.

¿Me harías un favorcito, por favor? Si hace falta, te pagaré más ―le pidió Bavol a la ratoncita mientras se intentaba recomponer―. Me gustaría que mandaras un mensaje… o más bien dicho que hicieras correr un rumor, ¿te interesa?

No iba a dejar que los pobres espectadores fueran muriendo uno tras de otro sin darles el derecho a hacer algo para evitarlo, pero tampoco podía detenerse demasiado tiempo para ir contándolo por ahí él mismo, así que quizás si le enviaba la información adecuada a la persona adecuada se ahorraría un trabajito. Y al pequeño se le acababa de venir a la mente la persona idónea. En caso de que la ratoncita estuviera dispuesta a hacerle aquel favor con aquella poca información que le había dado, Bavol le seguiría explicando:

Me basta con que se lo cuentes a dos personas. Una es una cerda y la otra una pájara, van las dos juntas y son bastante llamativas. Creo que las reconocerás enseguida. Les tienes que entregar la nota que me has dado a mí ―y le tendió el papel para que lo cogiera―. Tú diles que es un mensaje de Light, que lo acaba de descubrir y que necesita que se lo cuenten a todas las personas posibles.

Esperaba que la ratita aceptara aquel trato, pero de no hacerlo le propondría exactamente lo mismo a su amiga Augustine. Aunque claro, cambiaría la oferta de pagarle más por una promesa de que aquello enloquecería a los adultos. En el caso de que tuviera que pedírselo a la perrita y ella aceptara, le indicó que se rencontrarían en cuanto lo hiciera en el vestíbulo junto a la puerta de la cocina.

Venga, ¡ahora a por el sospechoso namber uan! ―le indicó Bavol a la perrita repitiendo aquella extraña expresión que había escuchado decir a algún Aprendiz. El gitano tuvo que volver a llevarse una mano a la cabeza después de hablar, aquellos dolores se estaban volviendo bastante molestos.

Aunque antes de marcharse, se acordó de un último detallito que quería dejar resuelto.

Ey, ¿cómo te llamabas? Por si acaso tengo que preguntar luego por ti para encontrarte ―le preguntó al hombre que llevaba su disfraz. Fuera cual fuera su respuesta, el gitano concluyó diciéndole― No te olvides de dejar el disfraz en su sitio, ¿vale?

A continuación abandonó rápidamente la cocina esperando que Augustine le siguiera hacia el exterior.

Nada más salir, se percató de que justo delante de ellos había otra puerta. Desconocía que es lo que había detrás de ella (o no recordaba bien la distribución del edificio), así que quizás allí adentro hubiera algo interesante. Se colocó enfrente de la puerta e intentó abrirla, pero para su sorpresa estaba bien cerrada, tanto que aunque la aporreó varias veces no consiguió nada.

Ay, ¿por qué no se abre? ―protestó Bavol molesto con aquel pequeño obstáculo.

Aunque en un principio le pareció frustrante, enseguida cambió de idea ante la posibilidad de haber encontrado lo que quería. A lo mejor esa puerta estaba precisamente cerrada porque era el escondite donde Wix había guardado el antídoto. Tenía que entrar como fuera para descubrirlo.

Primero, la intentaría abrir por las buenas y si no funcionaba tendría que recurrir a otros métodos, aunque para ello tuviera que invocar su Llave Espada. Buscó al encargado más cercano en la zona y le pidió educadamente:

Oye, tengo que entrar en esa puerta de ahí. ¿Puedes abrírmela?

De conseguirlo, Bavol entraría rápidamente en el interior de la habitación y comenzaría a rebuscar entre todos los objetos posibles si no había nada extraño dentro que se lo impidiese. En caso de que alguno de los encargados, tanto el que había llamado como si había uno dentro, le preguntasen lo que estaba haciendo, le contestaría diciendo:

Es queeee… antes he entrado aquí y me he dejado olvidada una cosa aquí. ¡Y si no lo encuentro, mi hermano mayor me matará! Es un frasco lleno de un líquidito, ¿lo habéis visto? Es mi... medicina, sí, eso, mi medicina.
Imagen


Spoiler: Mostrar
Imagen
Avatar de Usuario
Tidus Cloud
35. Hechicero
35. Hechicero
 
Mensajes: 1038
Registrado: Sab Sep 27, 2008 4:59 pm
Dinero: 156,626.10
Banco: 15,565.00
Ubicación: Reinando un nuevo mundo lleno de posibilidades...
Sexo: Moriré solo y virgen
Estantería de objetos
Karma: 20

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Light » Vie Oct 17, 2014 1:41 pm

Light al menos logró alcanzar su hombro. Hundió el filo de su katana en éste mientras apretaba los dientes, intentando producir el mayor daño posible. La Guardiana del Castillo reaccionó rápidamente y le cogió del brazo para librarse de su katana. Cuando Light se dio cuenta ya estaba bajo su merced; estaba siendo alzado por ella, quien le prendía del cuello.

Le tenía completamente contra las cuerdas. Light la maldijo mientras intentaba por todos los medios zafarse de ella, sin éxito. Afortunadamente, Wix no le retuvo mucho tiempo más y le arrojó hacia la barandilla.

Tómatelo en serio.

«Tú lo has querido», dijo para sus adentros tras soltar un bufido. En realidad se lo había tomado en serio desde el principio. Tendría que ponerle más empeño.

De hecho, iba a poner toda la carne en el asador ya mismo. Tenía que acabar rápido, antes de que los síntomas fueran a más. Y es que empezaba a experimentar los primeros pinchazos en el cerebro: el comienzo de la jaqueca. El tiempo se agotaba rápidamente y debía aprovecharlo muy bien.

Lo primero que hizo fue alejarse de la barandilla, procurando que tras su espalda hubiera algo que le detuviera en el caso de que saliera despedido por la magia magnética de su enemiga. Hizo esto lentamente, sin quitarle la vista a su contrincante.

Una vez estuviera a salvo, se llevaría la mano al pecho y activaría el misterioso poder que le permitía pedir prestadas habilidades de sus compañeros. En esta ocasión, elegiría a Xefil por la simple razón de que sus habilidades de afinidad similar a la de su contrincante le ayudarían a estar a su altura. Si su memoria no le fallaba, que ojalá que no, el hechizo básico Electro también podría venirle de perlas para esa batalla.

Spoiler: Mostrar
▪ Electro (HM) [Nivel 2] [Requiere Poder Mágico: 3]. Pequeño rayo que sale de la punta de los dedos del personaje, con muy pocas posibilidades de paralizar.

▪ Magnetokinesis (HM) [Nivel 10] [Personalizada] [Requiere Afinidad a Espacio, Poder Mágico: 18] Xefil usa sus poderes espaciales para adquirir un cierto grado de telekinesis durante un turno, permitiéndole mover objetos a distancia, empujarlos con fuerzas invisibles y levantarlos en el aire. Límite de 3 kg.

▪ Giro magnético (HC) [Nivel 10] [Requiere Afinidad a Espacio; Velocidad: 18] El usuario da una vuelta sobre sí mismo, creando un pequeño campo magnético a su alrededor que puede causar atracción o repulsión en aquellos que se encuentren en él, de apenas un par de metros de radio. Una vez ejecutada la habilidad, no se puede cambiar el polo adquirido por cada uno.


Tras activar el nexo, enfundaría su katana y materializaría su colosal Llave Espada: Alma Inquebrantable. Si Wix no se lo impedía, procedería a atacar fieramente con ésta, de manera normal.

Pero en realidad no esperaba que su contrincante se lo permitiera. Después de todo tenía el poder de desarmarle, dejándole sin su Llave Espada.

En aquel momento, Light se aseguraría de que ella fuera la desarmada, y no él. Si su arma le era arrebatada y la Guardiana del Castillo la usaba contra él, correría hacia la mujer mientras la apuntaba con la palma de su mano. Su puntería no era la mejor del mundo, por lo que no le quedaba otra que permanecer cerca de ella para que su hechizo acertara.

¡Piro!

Es capaz de absorber energía de algunas magias, y, aunque solo ha mostrado absorción con piro…”.

"Veo que eres un buen alumno, es hora de probar si podemos revertir la polaridad con un simple electro. De eso me encargo yo".

Pero ningún hechizo de ese elemento sería convocado. De hecho, el hechizo que en realidad saldría sería Electro, y éste iría dirigido al arma que posiblemente le hubiera robado su enemiga. En el último momento apuntaría con sus dedos a su enorme Llave Espada (un blanco aparentemente fácil por su tamaño) y liberaría el hechizo. Sus motivos para pronunciar el hechizo ígneo serían simples: básicamente para asegurarse de que su enemiga no intentaba aprovecharse de su mala puntería, evadiéndolo. Ella absorbía el fuego y se veía beneficiada, así que esperaba que permaneciera quieta para recibir supuestamente el hechizo, que sería muy diferente al que se imaginaba.

En resumen, para engañarla.

«¡Funciona, por favor!».

De esta manera, su Electro llegaría a su destino, a su propia Llave Espada. Y la recuperaría. De lo contrario, tendría que buscar otra manera.

De no ser por Mei, jamás hubiera descubierto la debilidad de la habilidad magnética de su contrincante. De no ser por Saxor, no hubieran sabido que absorbía los hechizos de fuego y jamás hubiera podido llevar a cabo su estrategia. Y de no ser por Xefil, nunca hubiera podido lanzar el Electro que le permitiría recuperar su arma.

Gracias a sus amigos de Tierra de Partida, podía enfrentarse a Wix. Aunque no estaban con él físicamente, sentía como si realmente estuvieran, apoyándole: sus corazones estaban conectados; en especial con el de Xefil, quien le ayudaba indirectamente prestándole sus habilidades. Cooperaban para cumplir un objetivo común.

«Ella en realidad no es nuestra enemiga», repitió, pensando en Iwashi, la Maestra de Tierra de Partida desaparecida. Xefil y él estaban dispuestos a traerla de vuelta; y algún día lo conseguirían, en cuanto resolvieran el misterio de los Incorpóreos.

«Pero ahora tengo que detenerla, cueste lo que cueste».

No tardaría ni una milésima de segundo en reaccionar. Una vez el Electro llegara a su destino, materializaría su Llave Espada en la mano y lanzaría su siguiente ataque inmediatamente. Pillaría a su contrincante desprotegida tras perder la Llave Espada; en bragas, siendo claros. Aquel sería el momento de darlo todo: realizaría un tajo horizontal para cortarla con el filo de su arma; y además, de ese único tajo horizontal nacería una Brecha Lunar, su habilidad más potente. Como no estaba dispuesto a gastar energías en un ataque inútil, se aseguraría de que recibía la brecha a quemarropa.

Gastaría muchas, muchísimas energías, pero al menos se aseguraría de recuperar su Llave Espada con esa estrategia. Si algo había comprobado antes era que la katana no le servía para defenderse. Por tanto, en el caso de que recuperara el arma legendaria, la utilizaría para intentar bloquear los siguientes ataques de su enemiga.

Ellos te mandaron que hicieras esto, ¿verdad? Tus amos. ¡Responde! ¿Por qué tratas de matar a gente inocente? ―intentaría encontrar algún momento para insistir con sus preguntas.

»Las primeras víctimas de la guerra… ―repitió sus palabras tal cual. Intentaría persuadirla para que hablara―. ¿Acaso planeáis echarle la culpa a Tierra de Partida o algo parecido? ¿O es simplemente para arruinar la obra? Si tan segura estás de que voy a morir no tienes ninguna razón para ocultarme nada…
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

Spoiler: Mostrar
Imagen

Imagen
Imagen
Avatar de Usuario
Light
144. Xion Forma Final
144. Xion Forma Final
The Unknowns
 
Mensajes: 4309
Registrado: Mar Ago 24, 2010 7:20 pm
Dinero: 116.22
Banco: 474,840.29
Sexo: Masculino
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 59

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Soul Eater » Sab Oct 18, 2014 4:04 am

Ahí estaba. Vestido con unos ropajes extravagantes que combinaban las características de un cocinero con lo que solo sabría calificar como la vestimenta que alguien desesperado por llamar la atención se pondría, se encontraba un miembro de Bastión Hueco al que había visto de vez en cuando por los pasillos y que solo podía ser mi objetivo: Daichi… y estaba cocinando.

¿Cómo podía ser tan absolutamente imbécil? Apreté los puños nada más entré en la cocina y observé su rostro burlón, contraído por la mueca que le estaba haciendo a un pajarraco con el que había estado hablando. Y habría ido directamente a por él, de no haber notado como una última persona entraba en escena.

Bavol, el crío de Tierra de Partida, llegó bruscamente a la habitación acompañado de una perrita de apariencia infantil. Mis ojos se entrecerraron mientras clavaba en el chico una mirada claramente hostil y me ponía en guardia. No pensaba dejar que me volvieran a pillar desprevenida.

Sin embargo, este, en lugar de dirigirse a mí, se volvió directamente hacia Daichi, pegando un grito que sobresaltó al joven cocinero, que armó todavía más escándalo que el niño debido al chillido que exclamó al cortarse con el cuchillo. Si ya me había formado una mala opinión de él a lo largo del día, el suceso no hacía otra cosa que confirmar esta primera impresión. Que una persona como esa me hubiera enredado en un asunto como este me sacaba verdaderamente de mis casillas.

Pero antes de que pudiera dirigirme hacia ellos, Bavol se volvió hacia mí, lanzándome una mirada asesina que, de haber sido algo mayor, probablemente hubiera podido llegar a asustarme. ―No voy a luchar contigo aquí… por el bien de todos. Pero mejor que no te metas en mis cosas. Ya no está Fyk aquí para ayudarte por sorpresa...

Tampoco tú puedes lanzar ahora un ataque por sorpresa― pensé para mis adentros sin dejarme amilanar en absoluto, pero no dije nada. A fin de cuentas, yo era la que más tenía que perder en un combate. Él iba a morir de todas formas y lo que pudiera hacer me importaba poco siempre y cuando no me atacara.

Hice un breve asentimiento con la cabeza, que podría interpretarse como una muestra de que yo tampoco tenía intención de pelear, y me pegué a la pared ya que pese a todo no me fiaba lo más mínimo y prefería cubrirme las espaldas.

Noté que Daichi se había girado igualmente para mirarme, y la transformación que sufrió su rostro fue digna de observarse. Empalideció y trató inútilmente de cubrirse bajo una máscara, logrando hacerme esbozar una breve sonrisa salvaje. Si me tenía miedo, aunque fuera un poco, quería decir que sabía que había hecho algo mal y que yo lo tendría más fácil para sonsacarle información… y además, se sentía tremendamente bien el estar, por una vez, por encima de otra persona.

Pese a todo, permanecí donde estaba sin dirigirme hacia él. No pensaba enzarzarme en un conflicto teniendo a uno de mis enemigos tan cerca, para que me atacara a traición. Y tampoco me hacía mucha gracia revelarle gratuitamente cualquier posible información que el otro aprendiz pudiera soltar.

Así pues, permanecí donde estaba, inmóvil, con los brazos cruzados sobre el pecho y sin perder de vista al niño de Tierra de Partida, aguzando el oído todo lo posible por si además lograba enterarme de algo de importancia.

Sin embargo, mi actitud cambió por completo en cuanto este salió de la cocina. Tras esperar prudencialmente algunos segundos para asegurarme de que no iba a volver ni a oír el posible estruendo, avancé con decisión hacia Daichi, sin prestar la menor atención al resto de animales que se encontraban allí.

Y en cuanto llegué junto a él, sin escuchar ningún posible comentario por parte de nadie, alcé el brazo para propinarle un puñetazo en toda la cara. No me contuve lo más mínimo por mucho que se tratara de alguien de mi propio bando, sino que descargue toda la rabia que llevaba contenida en ese único golpe, tratando incluso de tirarlo al suelo si fuera posible.

¿Pero quién te crees que eres?― grité con auténtica furia, independientemente de que le hubiera alcanzado o de que hubiera esquivado el golpe. ―¿Crees que puedes meternos en esto y luego salir de rositas?

Sin ninguna clase de remordimiento, eché mano de la daga que llevaba siempre encima, tratando de colocarla velozmente junto a su cuello para mantenerlo en una posición amenazada, mientras añadía para el resto de los presentes, sin ningún rastro de temblor en la voz ―Al que intervenga lo mato

A fin de cuentas, no sería la primera vez. Ya lo había hecho antes, cuando Ryota me encontró, y no me había supuesto ningún esfuerzo. Era más fácil de lo que parecía. Me sentía incluso capaz de matar a Daichi si tenía la fuerza suficiente para ello… pero claro, eso no me beneficiaba en absoluto. Era una venganza que no me llevaba a ningún lado.

Por el contrario, tenía cosas más importantes que hacer. Como por ejemplo, encontrar respuestas. ―¡No había ninguna misión!― solté tremendamente enfadada y tratando de parecer lo más amenazadora posible, cosa que probablemente sería más efectiva si hubiera tenido éxito en colocar el filo del cuchillo en su garganta, aunque si no seguiría preguntando de todas formas ―¡Era todo mentira! ¿De qué va todo esto? ¿Qué es lo que quieres de nosotros? ¿Nos haces enfrentarnos a Tierra de Partida y nos haces correr el riesgo de morir envenenados para nada? ¿Para cocinar?

Tuve que detenerme a retomar el aliento porque apenas me había detenido a respirar entre pregunta y pregunta, pero seguí insistiendo sin ceder ni un ápice ―Dime todo lo que sepas del Trovador, de Wix, de Raines y de lo que está ocurriendo en este sitio. Estoy cansada de juegos― terminé hoscamente, desesperada por comprender qué era lo que pintaba allí. Quería respuestas, y no tenía ninguna intención de detenerme para conseguirlas. Y si eso implicaba pelear con Daichi hasta reducirle o perseguirle por toda la ópera, estaba dispuesta a hacerlo.
Avatar de Usuario
Soul Eater
8. Gárgola
8. Gárgola
 
Mensajes: 217
Registrado: Sab Nov 16, 2013 3:10 pm
Dinero: 0.00
Banco: 18,923.43
Sexo: Femenino
Karma: 0

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Final Fan » Lun Oct 20, 2014 6:57 pm

Spoiler: Mostrar
Sorry, Nell, let me apologize by singing you a song :izq: :izq: :izq:


Funcionó mejor de lo que esperada

Vale. Vale, no... no llore ―le dije, incómodo, acercándome a él para reconfortarlo un poco. Ya no me sentía tan inflado como hacía un momento tras aquella reacción―. Señor, debe avisar a las autoridades. Lo sabe, ¿verdad? Lo que ha hecho es muy peli... ¡ugh!

Me llevé una mano a la cabeza y me asusté al notar un pinchazo. Hasta aquel momento había estado seguro al ciento por ciento de que lo del veneno tan sólo era una treta para distraernos de un plan todavía más importante, pero que me empezase a doler la bombilla no era buena señal. Si lo que decía Boris era verdad, sin embargo, no tenía que temer por mi vida...

Vale, calma ―me dije―. Usted no haga más tonterías, se lo pido por favor. Voy a ver qué puedo hacer.

Salí de la sala de máquinas para dirigirme al backstage. La obra se estaba representando en aquel mismo momento, así que no me esperaba encontrar a mucha gente tras las cortinas. Aquel era el sitio y el momento idóneos para cualquier triquiñuela que fuese a tener lugar durante la ópera. Busqué por todos los rincones de aquella sala, mirando incluso al techo por si había algo sobre las vigas. Podía oír la música desde aquel lado del telón. En cuanto notase que se estaba acabando, me escondería en el primer sitio que viese antes de que nadie saliese de escena.
ImagenImagenImagenImagenImagen
Imagen
Avatar de Usuario
Final Fan
Miembro del Hall de la Fama
Miembro del Hall de la Fama
Lost Hearts
 
Mensajes: 1763
Registrado: Sab Mar 22, 2008 10:21 pm
Dinero: 164,122.60
Banco: 114,985.17
Ubicación: Dejitaru Waarudo >8D
Sexo: Masculino
Clan: Lost Hearts
Tumblr: finalflan
Youtube: AboFinal
Estantería de objetos
Karma: 31

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Nell » Mar Nov 11, 2014 1:39 am

Spoiler: Mostrar


El teatro


Si el público no estuviera tan centrado en la pareja trágica de la obra, habrían sabido apreciar el enorme esfuerzo de los extras, mero relleno para ellos, quienes se habían amoldado perfectamente a su papel y, sin interponerse entre los principales, trataban de destacar a su manera. Y Ban, con lo que sabía de baile, podía considerarse de los mejores presentes. En comparación, Cid todavía tenía esa cara de palo sin apenas expresión como para ejercer de antagonista.

De pronto, salió un extra adicional del backstage, interrumpiendo el baile para adelantarse hasta Cid/Ralse.

¡Mi señor!


¿Qué ocurre?


Cid no tenía mala voz, pero no se comparaba con las de profesionales como María y Draco.

¡Supervivientes del Oeste están invadiendo el castillo!


Y, cómo no, demasiado tarde. Tras decir la última línea, varios personajes más hicieron acto de presencia tanto por uno u otro lado. Cid/Ralse cogió a María y la apartó hasta el fondo, mientras los soldados de los que ya le habían hablado a Ban se enzarzaban con ellos.

¡Matadlos!


Algunos de los extra sacaron sus espadas y comenzaron a fingir una lucha con los soldados. Las damas, incluyendo la pareja de Ban, huyeron del escenario. Y este, como no quería quedarse inmóvil en el suelo, fue el único en enfrentarse seriamente al contrincante que le salió al paso. Era un mequetrefe que ni siquiera sabía empuñar bien una espada, por lo que el aprendiz no tuvo problemas en dejarlo K.O. y arrebatarle su arma, para acto seguido lanzársela a Cid/Ralse (por cierto, sí era de verdad).

¡Admite tus pecados, villano!

Cid/Ralse la esquivó con suma facilidad, provocando que se perdiera detrás de él. Sin embargo, nadie se dio cuenta. Actores y público a su vez se habían quedado mirando al niño de relleno. A ojos de los asistentes se había convertido en un personaje repentinamente importante debido a su intervención; y los demás, la sorpresa de algo que ninguno recordara que figuraba en el guion traicionó más de una cabeza volteada hacia él.

Encima, había hablado. No cantado. Por unos instantes, toda la representación pareció detenerse.

El narrador fue el único con la suficiente cabeza fría para continuar con la improvisación.

Pero… ¡oh! ¡Uno de ellos traicionó a su señor!


En ese momento, entraba Draco, quien había visto lo ocurrido tras la cortina y veía que su tarea sería sobre todo conseguir salir del paso. Se situó al lado de Ban, protegiéndole de sus propios hombres mientras le ponía una mano en el hombro.

¡María!


¡Draco! ¡Sabía que vendrías a por mi amor!


¡Escuché alto y claro tu voz…! ¡Y no fui el único! ¡Incluso sus vasallos oyeron tu cantar y se levantan contra la tiranía del Este!


Palmeó otra vez el hombro de Ban y se adelantó hacia Cid/Ralse. Sin saber si ese había sido o no el efecto deseado por Draco, algunos de los extras que ya habían caído se levantaron de nuevo, fingiendo continuar todavía heridos. La verdad es que no tenía pinta de que supieran muy bien qué hacer, pero al menos sabían mantenerse en el papel.

¡Canalla insolente! ¿Acaso no querrías ser mi Reina, María?


La mano de María nunca será tuya… prefiero morir antes que ver llegar ese día


Tengamos un duelo, pues


Cid/Ralse sonrió, con matices perversos (que Ban no podía saber si eran o no de la representación), mientras Draco se acercaba a él y desenvainaba la espada al mismo tiempo que el tirano. Los extras se limitaron a contemplar cómo los contrincantes cruzaban las primeras miradas, midiéndose mutuamente. Ban, con ellos. La estratagema de Draco había funcionado, aunque a medias: el público había perdido por completo el interés en el chico y volvía a centrarse en el plantel original.

La chica extra no le había explicado más, puesto que a aquellas alturas él debería estar muerto. Él, y varios más a su alrededor. Por lo tanto, no conocía qué pasaría a continuación en la obra, ni tras el duelo de Cid/Ralse y Draco. Lo que sí podía ver es que, mientras que el segundo se acercaba con desenfado al primero… su objetivo parecía más serio de lo habitual. Como si no fuera un juego.


La sala de máquinas


En el camino hacia el backstage, Fyk se cruzó con Toni y pudo escuchar un poco de la conversación que tuvieron antes de que se alejara demasiado.

¡Por fin te encuentro, plat! ¡Otra desaparición más y tendréis que cargar conmigo al hospital, plat! ¿¡Dónde has…, plat!? Plat, plat… plat. ¿Ocurre algo?

No… no, nada. He bostezado y se me han humedecido los ojos. ―Definitivamente, no tenía pensado confesar delante de su amigo. Incluso en su arrepentimiento, no diría nada ni al final de la ópera, salvo por la confesión que se había llevado Fyk―. ¿Qué querías?

En el backstage, comprobaría que, en efecto, no quedaba casi nadie. Los últimos extras, vestidos de armadura junto a Draco, se distribuyeron a cada lado para salir a escena enseguida, dejándole completamente solo. Podía husmear y hacer todo lo que quisiera, pero no encontraría nada. Había un pequeño buffet para picar y con agua, por si los actores querían algo, aunque después de la última experiencia Fyk podía darse por satisfecho.

En el vestidor, encontraría ropas similares a los que estaban usando los nobles y los soldados en el escenario. Si retiraba un poco la cortina en el extremo, vería (sin ser visto por el público) cómo iba la representación (de hacerlo en el medio, le daría igual porque había un decorado que tapaba la vista). A su alcance quedaba también tratar de intervenir en ella o no. Nadie estaba mirando.


El trastero


La niña se mostró encantada. Apuró la sopa, escuchó atentamente el recado y asintió con vehemencia. Cogió la carta y se fue corriendo. Sabía muy bien a qué pájara y cerda se refería Bavol, por lo que iría revisando los palcos uno a uno hasta dar con ellas.

Por otro lado, cuando el chico se dirigió hacia el ladrón de disfraces, este le respondió sin girar la cabeza, muy rígido (y con la máscara puesta):

Soy Daichi, pero shhh. No preguntes por mí, ¡se supone que estoy de incógnito, rayos…! Te dejaré el traje donde lo encontré. No lo quiero para nada, me está tirando un montón…

Finalmente, con la intención de entrar al trastero, se dirigió al Chef para que se lo abriera. Refunfuñando de nuevo, y al ver la posibilidad de librarse por fin del niño, le entregó directamente la llave que abría la estancia. Y Bavol y Augustine entraron en ella.

¡Qué asco! ¿No tienen criados que limpien?

Y qué desastre. La sala entera estaba repleta de cajas. Había estantes por doquier, pegados a las paredes hasta el techo y en medio de la habitación, además de perchas para disfraces usados, una escalera para alcanzar las repisas más altas y un montón de decorados dejados en las esquinas, en mitad del suelo o amontonado en rincones. Y la mayor parte de las cosas, cubiertas por una capa de polvo.

Había elementos de escenario, hecho para otras obras, que se habían tirado allí hasta encontrarles un nuevo uso. Verían varias cartulinas enormes con paisajes dibujados, un sol de madera con todavía hilos de cuando lo colgaron, un pez hecho de arcilla, etcétera. Y las cajas no se quedaban atrás. Había algunas cerradas y otras abiertas (porque los pliegues habían cedido a la presión), pero en cada una ponía qué contenía en su interior (títulos literales a continuación): sombreros, máscaras, peluches, cerámica (frágil), velas, alfombras, orejas y colas, maquillaje y pintura facial, , lámparas, pelucas, pelo postizo (bigotes, barba), Biblias, marionetas, letreros, accesorios varios…

Si empezaba a buscar sin ton ni son, se iba a morir antes.

Esto sería una mina si no estuviese todo sucio y roto, puaj ―se quejó Augustine―. ¿Qué vamos a hacer? ¡Yo prefiero seguir jugando!


La cocina


Gata esperó pacientemente a la marcha de Bavol, que se rezagó un poco en terminar su conversación con la ratoncita, volver a hablar con Daichi y regresar de nuevo a pedirle algo al Chef. Cuando el chico se hubo ido, pero ido del todo, la chica entró en acción.

El golpe que le propinó se lo comió entero, puesto que aunque Daichi había comenzado a girarse al notar que se acercaba, ni siquiera previó su reacción. La sorpresa en sí lo desestabilizó, lo que ayudó a Gata a tirarlo al suelo. El chico lo único que hizo en todo momento fue gruñir de dolor, porque el cuchillo se le había vuelto a escapar.

La cocina al completo se paralizó. Incluso sin la advertencia de Gata, ninguno de los presentes habría seguido cocinando o habría tenido coraje para ayudar al chico, puesto que su primera reacción había sido de temor por la violencia de la aprendiza. Algunos retrocedieron un paso, deseosos de salir huyendo, cuando vieron que Gata ponía una daga bajo su cuello. El Chef, directamente, se desmayó.

Después de las exigencias de Gata, la sala quedó en silencio. Daichi la observaba atónito y parecía haberse quedado sin palabras. Entonces, la aprendiza escucharía un ruido y vería cerrarse de repente la puerta de la cocina.

No estoy jugando ―balbuceó, encontrando por fin su boca. No parecía temerle a la daga, pero tampoco hizo movimientos bruscos―. Escúchame: sé que estás enfadada y tienes motivos para ello, pero tenemos que irnos ―dejó vagar la mirada, como si referirse a toda la escena en general fuera suficiente―. Ya. Los mosqueteros te apresarán si te pillan así.

Si le pillaban amenazando a un civil inocente, por muy poco inocente que fuera. Gata podía elegir: o transportaba a Daichi hasta otro lugar, o le seguía amenazando para que le explicara de una vez qué estaba ocurriendo. El aprendiz le seguiría insistiendo en que fueran a otra parte, a cualquiera de su elección, para hablar. En caso de continuar negándose, Daichi le agarraría de la muñeca para bloquearle la daga y él mismo la empujaría hasta el recibidor, donde salvo que Gata le guiase hasta otro lugar, se quedaría.

Mierda, se lo he roto más ―murmuró, mirándose de nuevo el disfraz, que tenía otro agujero en la pantorrilla―. Antes de que me pegues más… y, au, eso ha dolido, ¿sabes? No tengo sentimientos, pero podrías haberme roto el corazón con ese puñetazo ―al ver la expresión de Gata, que probablemente siguiera malhumorada, se dejó las bromitas―. ¡Vale, vale! Te lo diré todo…

Suspiró antes de empezar, resignado. Y repentinamente cansado.

Tienes razón: no había ninguna misión. No soy un Maestro. Y vaya, a veces pienso que ni siquiera soy un aprendiz. Por eso no tengo potestad para daros ninguna. ―Cerró los ojos―. Sin embargo, sabía que algo importante iba a pasar. Hoy, aquí y esta noche. Y tú ya lo sabes, ¿verdad? Que todos han sido envenenados.

»¡Antes de que te vuelvas a enfadar por lo inmoral que es…! ―Interpuso la otra mano delante de la cara por si volvía a tener intención de pegarle―. Tengo que decir en mi defensa que no tenía ni idea de cuál era su plan, ¿vale? Sabía que Wix iba a hacer algo, pero no el qué. Hace una semana, me pidió tres preparados; bueno, dos, porque uno era bastante fácil. Hoy, cuando se los he entregado, he sospechado de ella y he querido acompañarla, pero se ha negado.

»Por eso, eh, digamos que os necesitaba. No quiere ni verme por aquí, ni que intervenga. Quería averiguar qué ocurría… y también si requería de ayuda, aunque no fuera la mía. Ha sido una apuesta arriesgada, porque os he implicado demasiado y me ha costado una cara. ―Se frotó la zona amoratada, con un gesto de dolor, como si esperara una disculpa―. ¿Qué era lo que habías preguntado?

Gata tendría que recordarle los nombres citados antes para que Daichi se hiciera una idea de lo que quería saber.

El Trovador es un amigo mío que nos ha conseguido los trabajos. Es una tortuga de este mundo, pero hoy ni siquiera está presente porque no le dieron un puesto en la orquesta. No tiene ni idea de nosotros, de Llaves Espada u otros mundos. ―Se encogió de hombros. Era de verdad un personaje irrelevante―. En cuanto a Wix… No sé muy bien qué se le pasa por la cabeza. En realidad, es culpa mía. Se ha estado comportando de una manera muy rara desde que le dije… Bah, olvídalo. Por último, ese Raines sí que es sospechoso. No le he conocido antes, hasta esta noche, y he viajado bastante por este sitio porque me recuerda a mi ciudad natal. Le he visto con Wix, pero después de vuestro altercado en el piso de arriba (sí, me he pasado la noche espiando estos alrededores), les ha ofrecido a los de Tierra de Partida su ayuda. Incluso ha insinuado que su mejor plan tenía que empezar por matarla a ella. Capullo. La primera vez que le vi parecía guay, pero las apariencias engañan.

Y ahí acabó su relato. No había tratado de defenderse de la daga, sino que se quedó allí anclado, a la espera de que Gata reaccionara a lo que le había contado. Para bien o para mal.

¿Hay algo más que quieras saber? Yo, mmm… Incluso tras ese golpe, supongo que debería disculparme por todo esto, Nata. ―El muy cabeza de alcornoque se lo había aprendido de verdad mal―. ¿Qué piensas hacer ahora?


La terraza


El plan de Light salió bien. En cuanto convocó su Llave, Wix usó su habilidad para arrebatársela, dejándola suspendida por encima de ella en el aire. Acto seguido, el aprendiz corrió hacia ella, proyectando un Electro para revertir su polaridad y logrando que la dañara (porque no se defendió) y que la Llave cayera al suelo, inerte.

Sin embargo, a pesar de convocarla de nuevo, no llegó a efectuar su tajo, puesto que el Electro apenas había hecho mella en su oponente y esta ya tenía listo su contrataque. Alzó un brazo hacia él y sintió la misma fuerza que le repelía de ella, como cuando Bavol y él habían atacado en el pasillo. Se vio lanzado de espaldas y chocó con la barandilla, aunque pudo agarrarse para no salir volando.

No, iluso. Yo no tengo amos. Todo lo que estoy haciendo es por voluntad propia ―le reveló, acercándose paso a paso hacia él. Light sentiría que la repulsión aumentaba cuando más se juntaban, y algo le oprimía de ella para que se alejara―. Me dan igual las víctimas inocentes, la ópera o quiénes queden como los culpables. Mi único objetivo sois los aprendices. Iros reduciendo, uno a uno…

»Eso es lo que soy: una sombra. Me moveré entre las tinieblas de la guerra para favorecer a mi bando, deshaciéndome de vosotros poco a poco y no en grandes batallas. En Tierra de Partida, este suceso se vivirá como una trágica casualidad. Mañana, otro par de aprendices podrían perderse. Pasado, unos cuantos estarán envueltos en algún infortunado accidente. ¿Entiendes lo que quiero decir?

»¿Sabías que la anterior generación de Tierra de Partida fue casi masacrada por un insurrecto que había ido eliminando poco a poco a los aprendices? Sí, ahora sois más, pero las guerras han de preverse que puedan ser a largo plazo. Y con el historial de la Orden, esta puede llevarnos siglos.

Wix se detuvo, a apenas un par de metros de él, y el efecto de la repulsión finalmente paró. Hasta entonces, a duras penas había podido Light mantenerse sujeto a la barandilla.

Tengo que vigilar que tus compañeros no hagan nada estúpido. Muere rápido.

Entonces, Light sintió el efecto contrario: el de atracción. Se vio lanzado nuevamente a una velocidad vertiginosa, en esta ocasión hasta Wix, que con una despiadada maestría le ensartó (casi literalmente) con la alabarda en el abdomen, quedando clavado en el extremo.

Iba a matarle de verdad.


Light
VIT: 34/50
PH: 26/34



Spoiler: Mostrar
Las primeras tres preguntas, con su explicación adjuntada, la obligaron a cerrar el panfleto y a rendirse. Era incapaz de mirarlas sin pensar en otras cosas. Ojalá Daichi se lo hubiera dicho antes para ponerle solución.

Ahora no tengo tiempo para esto ―dejó el panfleto sobre la cómoda, terminó de aplicarse los últimos detalles y cerró el estuche.

¿Puedo ir contigo? ―le pidió de repente.

No.

¿Por qué no? —sonrió con picardía—. ¿Te trae recuerdos?

Sí. Recuerdos desagradables. La última vez que me pediste que te dejase acompañarme, los dos acabamos aquí.

Y no nos ha ido tan mal.

Y no te ha ido tan mal —le corrigió—. Ahora, Bastión Hueco es tu hogar.

También el tuyo.

Negó con la cabeza.

Nunca he encajado.

Tampoco te has esforzado en hacerlo.

¡Basta! —exclamó, sacada de quicio—. Te he dicho que te vayas. Ya no tienes nada que hacer aquí.

Esta vez no replicó. En su lugar, hizo la afirmación que llevaba tiempo rondándole por la mente, desde que había recibido el misterioso encargo de su Maestra.

Vas a terminar lo que empezaste.



Fecha límite: 16 de noviembre.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Light » Jue Nov 13, 2014 1:10 am

Volvió a salir despedido, otra vez. Su cuerpo comenzaba a alejarse de su enemiga ―como si estos fueran polos idénticos― y se dirigía al extremo de las terrazas sin pausa. En aquellos momentos pensó que sería su fin.

«¡Mierda!».

De no ser por la barandilla seguramente lo habría sido. En cuanto chocó contra la ésta, desinvocó la llave y se aferró a su única esperanza para no salirse de las terrazas.

Mientras el magnetismo estuviera activo no podría acercarse a Wix, pero eso también significaba que ella no podría acercarse a él. Light no podía hacer nada, excepto agarrarse con todas sus fuerzas al antepecho. Estaba a salvo… de momento.

Entonces, Wix respondió a las preguntas que formuló.

No, iluso. Yo no tengo amos. ―admitió para sorpresa del aprendiz. Ella misma afirmó años atrás que los dueños del castillo de Bastión Hueco, los Maestros perdidos, eran sus amos. ¿Y ahora renegaba de ellos?―. Todo lo que estoy haciendo es por voluntad propia. Me dan igual las víctimas inocentes, la ópera o quiénes queden como los culpables. Mi único objetivo sois los aprendices. Iros reduciendo, uno a uno…

Mientras la mujer seguía hablando, Light intentaba por todos los medios no soltarse; y es que cada vez era más complicado, pues su contrincante se acercaba más y por ende aumentaba la intensidad de la fuerza magnética que les separaba. Se agarró con tanta fuerza a la barandilla que sus nudillos terminaron volviéndose blancos.

Light, que estaba más atento a la barandilla que a lo que Wix le estaba diciendo, escuchó sobre los asesinatos de antiguos aprendices años atrás, antes de que él y otros muchos compañeros suyos ingresaran en la orden. Era la primera vez que escuchaba algo parecido, ningún Maestro le había contado nada al respecto.

Ahora, Wix quería imitar al mismo que llevo a cabo esos asesinatos, de manera cobarde y rastrera; como ella misma decía, en las sombras.

«Esto es una puta broma, ¿verdad? Tenías que haber muerto ese día, maldita hija de puta», fulminó a la antigua Portadora con la mirada y le mostró los dientes. No podía ser más despreciable.

De no encontrarse en una situación tan peliaguda la hubiera respondido inmediatamente, pero no quería gastar fuerzas hablando.

«Maldición...», en cualquier momento se soltaría de la barandilla y el impulso del magnetismo le expulsaría de las terrazas. El dolor constante de cabeza no ayudaba a aguantar más.

Tarde o temprano dejó de sentirse repelido, lo que resultó un gran alivio. En un acto reflejo, despegó una de sus extremidades de la barandilla y materializó en ésta su Llave Espada para defenderse de su oponente, que se encontraba a escasos metros.

Tengo que vigilar que tus compañeros no hagan nada estúpido. Muere rápido.

De nuevo perdería la capacidad de controlar su propio cuerpo. Light abrió los ojos como platos y mostró una expresión de terror en cuanto comprobó que se acercaba peligrosamente hacia el arma de su adversaria. En efecto, Wix le estaba atrayendo hacia ella, como si fueran dos polos opuestos.

«¡No!».

Alcanzó la alabarda y la punta de ésta se introdujo en su abdomen. Light abrió lentamente su boca y emitió un quejido sordo en el momento que el arma entró dentro de su cuerpo. Boquiabierto, agachó la mirada para comprobar que en efecto le habían empalado.

El arma no le atravesó completamente por suerte, pero clavada en él estaba. Y dolía, una barbaridad, y quería quitársela de encima como fuera.

Light reaccionó al segundo, superando rápidamente el shock. Estaba a merced de Hisa Wix y su vida estaba en peligro: cada segundo a partir de aquel instante contaba.

Sujetó con la zurda la alabarda de Wix, con todas sus fuerzas, para impedir que su adversaria empujara su arma y le atravesara completamente. Alzó la vista y conectó su mirada con la suya. Algo en los ojos de Light había cambiado, y era claramente apreciable.

Algo en su anterior ardía con mucha fuerza.

Esos no eran sus ojos. Eran los ojos de la Locura.

Spoiler: Mostrar
Imagen


¡¡Que te jodan!!

Impulsado por el dolor y la rabia, emitió un potente rugido que sonaba más animal que humano. Al mismo tiempo agitó su Llave Espada lo más rápido que pudo, usando la mano libre que le quedaba. Trazó en el aire una curva horizontal y liberó al instante una enorme Onda Lunar: una Brecha Lunar tumbada que alcanzaría fácilmente a su adversaria teniendo en cuenta la corta distancia que les separaban.

«¡Ojalá te parta en dos esto!», deseó con todas sus fuerzas.

Light juró que se arrepentiría de haberle atraído hasta ella: a corta distancia resultaba mucho más letal después de todo.

Esperaba que su habilidad produjera un serio corte en su oponente y ésta se viera obligada a retroceder por el poderoso impacto. De esta manera intentaría zafarse de ella y su molesta arma. Tras golpearla con la Brecha Lunar, si ella no retiraba su arma de su abdomen, se aprovecharía de su flaqueza momentánea e intentaría hacerlo él mismo. Extraería la alabarda y la arrojaría por encima de la barandilla para que no la pudiera recuperar (a menos que pudiera materializarla libremente).

Como si me fuera a dejar matar por ti. ¡Una vulgar asesina como tú que no aprecia la vida de los demás jamás podrá derrotarme! ―se permitió en aquel momento sonar arrogante, e incluso esbozó una sonrisa desafiante. De verdad creía que podía vencerla. Demonios, si no lo hacía, todo habría acabado para él y otros aprendices se verían amenazados por la guardiana. El futuro de Tierra de Partida estaba en juego.

Pero no era solo su sentido de la justicia lo que movía su espada, también el odio y su instinto de supervivencia. En aquellos momentos era una bestia acorralada que, amenazada por una criatura mucho más poderosa que él, luchaba para salvar su vida. Era la vida de Wix o la suya, no había vuelta de hoja.

Además estaba dolido por aquella traición, por lo que no iba a sentir ninguna compasión. Y la rabia, que había evolucionado a locura a causa de la activación del nexo-D, le cegaba aún más.

«Tengo que reventarla».

Alma Inquebrantable en mano, acortaría distancias y se dispondría a sacudirla. Si el campo de atracción seguía activado, debería poder acercarse a su enemiga más fácilmente; así que se aprovecharía de éste para realizar un ataque veloz.

Spoiler: Mostrar
Lo de los ojos rojos está hablado con Zero de antemano y es un efecto secundario del nexo-D.

▪ Brecha Lunar (HC) [Nivel 16] [Requiere Afinidad a Luna; Fuerza: 28, Combate con armas blancas: 22; Habilidad ▪Onda Lunar] [Personalizada] El movimiento personal de Light mejorado. El personaje realiza un potente tajo que toma la forma de una grande y fiera media luna cortante que avanza en línea recta. Habilidad de gran poder cortante que atraviesa los objetos con menor resistencia que se interpongan.

+ Ataque físico normal
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

Spoiler: Mostrar
Imagen

Imagen
Imagen
Avatar de Usuario
Light
144. Xion Forma Final
144. Xion Forma Final
The Unknowns
 
Mensajes: 4309
Registrado: Mar Ago 24, 2010 7:20 pm
Dinero: 116.22
Banco: 474,840.29
Sexo: Masculino
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 59

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Tidus Cloud » Sab Nov 15, 2014 12:59 am

No esperaba que el trastero estuviese en aquel estado. El gitano entró lentamente mientras observaba el panorama a su alrededor. Cajas por un lado, numerosas estanterías por otro, una escalera para alcanzarlas, trozos de antiguos decorados… y todo lleno de polvo.

¡Qué asco! ¿No tienen criados que limpien? ―comentó Augustine ante lo que el pequeño se encogió de hombros a modo de respuesta.

Bavol se llevó una mano a la boca para morderse las uñas mientras pensaba en qué es lo que podía hacer a continuación. Afortunadamente la ratoncita había aceptado darles aquel mensaje a la cerda y a la pájara diciéndoles que se lo enviaba Light y con la misión de que divulgaran la noticia; sin embargo, no estaba seguro de cómo se lo tomarían y de si harían caso a lo que les había pedido. La situación era demasiado complicada y a él se le estaban acabando las ideas. Deseó con todas sus fuerzas que Light y Fyk ya hubieran descubierto alguna forma de encontrar el antídoto.

Esto sería una mina si no estuviese todo sucio y roto, puaj. ¿Qué vamos a hacer? ¡Yo prefiero seguir jugando!

Su compañera de aventuras no estaba siendo de tanta ayuda como se había esperado en un principio. También era normal, al fin y al cabo todo era un juego para ella, así que tenía que buscar algún tipo de entretenimiento si quería que ella le ayudara un poco.

¿Pero es que no te das cuenta de lo que tenemos delante, Augustine? Todo esto es muy útil, todo esto es perfecto para… para un disfraz ―improvisó el gitano―. Aquí hay un montón de ropa chula que podemos usar y a lo mejor hasta encontramos algo que valga la pena. ¿Qué tal si buscas en esa que pone, ehm, orejas y colas o en la de pelucas?

En caso de que la perrita se negara, Bavol se encogería de hombros y decidiría continuar buscando por aquel cuartucho, aunque tuviese que hacerlo él solo. Antes de ponerse con las cajas, echó un vistazo a los trozos de decoración que había desperdigados por la sala. No pudo evitar sentirse atraído por un sol de madera con unos cuantos hilos.

“Es como el colgante de Wix. ¿Tendrá que ver?”

Bavol se acercó al sol y comenzó a inspeccionarlo por todos los lados en busca de algún tipo de cerradura o de compartimento como si esperara que aquello en realidad fuera un intrincado mecanismo en el que Wix guardara algo relacionado con el antídoto. No era una idea tan alocada, ya que al fin y al cabo era igualito que el colgante que les había enseñado la Guardiana de Bastión Hueco. Incluso aunque no fuera nada importante, decidió preguntarle a la perrita si había visto algo parecido a eso dentro del edificio:

Oye, Augustine, ¿te suena este sol de algo? Quiero decir que si lo has visto en algún otro lugar antes o has visto algo que se parezca dentro de este edificio.

Independientemente de que Augustine no supiera nada sobre ello, el gitano asintió a la respuesta que le diese y continuaría con su búsqueda. Se sentó junto a la caja de accesorios varios y comenzó a rebuscar en ella.

Augustine, ¿e-estás bien? ―preguntó el gitano un tanto avergonzado. No quería parecerle extraño a la chiquilla, pero él sabía que ella también había ingerido el veneno que había en la comida―. ¿No te duele la cabeza ni nada, verdad?

Escuchó con atención lo que tuviera que decir la perrita porque sería un buen indicador de cómo estaban sufriendo los síntomas del resto de las personas. Bavol paró un momento y echó una larga mirada en secreto a Augustine. No quería que ella muriera, no podía permitirlo, pero no sabía qué podía hacer.

Poco a poco aquella situación se estaba volviendo más agobiante para el pobre niño, que sentía cómo aquello le superaba poco a poco. Quería que alguien viniese y le brindase un poco de ayuda. ¿Por qué demonios no podía haberles acompañado la Maestra Yami? Tenía ganas de desahogarse, de poder llorar y soltar la angustia que tenía dentro.

En caso de que ninguno de los dos encontrara nada que le sirviese de interés en su búsqueda, Bavol se levantaría, se quitaría el polvo de los pantalones y le tendería una mano a su nueva amiga.

¿Qué tal si nos vamos a arriba a ver cómo están sufriendo los adultos con la noticia de que están envenenados? ―le guiñó un ojo de forma cómplice esperando que le siguiera el juego―. Será divertido, vamos.

Si no había nada que les ayudase, no tenía sentido continuar en el trastero y quizás fuera el momento de ver qué es lo que se cocía los palcos. Para seguir con el juego que le había propuesto a Augustine cogió una peluca de su caja correspondiente y se la puso antes de abandonar el lugar.

Cuando llegaron a las dos escaleras que conducían hacia los dos lados de los palcos, decidió girarse un momento hacia la perrita:

Vamos a dividirnos para ver mejor qué está pasando, ¿vale? Tú ve en secreto al palco de tus padres y a los que están junto a él y mira cómo están los adultos. Yo iré a los palcos de la derecha. Cuando termine, me reuniré contigo en el palco vacío, nos contaremos la información que hayamos obtenido y decidiremos el próximo juego, ¿entendido?

Una vez todo hubiese quedado claro, Bavol se internó en los palcos de la derecha. Se quitó la peluca que había cogido en el trastero y la dejó en el suelo para no llamar demasiado la atención. Recorrió el pasillo mientras se movía a hurtadillas para no hacer ningún ruido que le delatara y fue asomando su cabecita por todas las cortinas de cada palco.

Se acordó entonces de que entre los palcos de ese pasillo estaba en el que se había sentado Wix al principio de la representación. Según lo que la Guardiana les había indicado, no debería estar en aquel palco, sino en otro lugar esperándoles. Al pequeño se le pasó por la cabeza que pudiera haber algo interesante en aquel palco, así que decidió que después de echar un vistazo por las cortinas de los otros palcos, entraría en el de Wix y lo inspeccionaría.
Imagen


Spoiler: Mostrar
Imagen
Avatar de Usuario
Tidus Cloud
35. Hechicero
35. Hechicero
 
Mensajes: 1038
Registrado: Sab Sep 27, 2008 4:59 pm
Dinero: 156,626.10
Banco: 15,565.00
Ubicación: Reinando un nuevo mundo lleno de posibilidades...
Sexo: Moriré solo y virgen
Estantería de objetos
Karma: 20

Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar

Notapor Final Fan » Sab Nov 15, 2014 9:06 pm

Pues al final no había nada aquí.

Me quedé un poco seco al ver que detrás de la cortina del escenario todo era tan inane como a uno le cabría esperar. Había tenido la corazonada de que era en aquel lugar en el que encontraría la respuesta a toda aquella charada, pero lo único que encontré fueron pinchitos y bebida. Me acerqué a la mesa sobre la que estaban un tanto desganado y ahogué mis penas en la comida, entre preocupado y decepcionado con lo que estaba ocurriendo.

Fue entonces cuando me di cuenta de que Boris tenía un nuevo interlocutor. Dándole un último bocado a los canapés, me acerqué sigilosamente a la sala de máquinas e intenté espiar desde la entrada. Tenía que asegurarme de que aquellos dos no se traían nada entre manos. Estaba bastante seguro de que había convencido al oso de que se entregase, pero con gente tan voluble uno nunca podía fiarse.
ImagenImagenImagenImagenImagen
Imagen
Avatar de Usuario
Final Fan
Miembro del Hall de la Fama
Miembro del Hall de la Fama
Lost Hearts
 
Mensajes: 1763
Registrado: Sab Mar 22, 2008 10:21 pm
Dinero: 164,122.60
Banco: 114,985.17
Ubicación: Dejitaru Waarudo >8D
Sexo: Masculino
Clan: Lost Hearts
Tumblr: finalflan
Youtube: AboFinal
Estantería de objetos
Karma: 31

Re: Ronda #9 - No voy a llorar

Notapor Astro » Dom Nov 16, 2014 2:08 am

Mi plan funcionó... A medias. Bueno, no sirvió prácticamente para nada. La idea de crear confusión en el escenario duró poco, hasta que el tal Draco apareció en escena y se colocó a mi lado. Se notaba que todavía estaba "metido en el personaje", y que había acudido allí para salvar la situación que un pobre extra había descontrolado.

Iluso. Seguramente, él también estaría envenenado.

¡María!


¡Draco! ¡Sabía que vendrías a por mi amor!


¡Escuché alto y claro tu voz…! ¡Y no fui el único! ¡Incluso sus vasallos oyeron tu cantar y se levantan contra la tiranía del Este!


Solté un gruñido cuando el león se puso a darme palmaditas en el hombro, pero me mantuve quieto. De momento. No tenía claro qué hacer. Por una parte, estaba delante de miles de testigos y no tendría lugar mejor para inculpar a Raines. Por otra, en medio de la interpretación costaría que creyeran mis palabras.

A no ser...

¡Canalla insolente! ¿Acaso no querrías ser mi Reina, María?


La mano de María nunca será tuya… prefiero morir antes que ver llegar ese día


Tengamos un duelo, pues


Se iban a enzarzar en un duelo de espadas, bien por ellos. Cuanto más tiempo estuviera Raines en el escenario, mejor. Para que mi plan saliera bien, necesitaba que estuviese visible.

¿Qué iba a hacer? De momento, desaparecer. Me alejé lo máximo posible hacia el fondo del escenario, intentando no llamar la atención, y entonces utilicé Tenue para volverme invisible al completo.

Sin nadie que pudiera verme, mi objetivo era claro: encontrar al Narrador y ocupar su puesto. Su voz había resonado antes por toda la ópera. Lo que él decía, era lo que ocurría. Y eso era justo lo que necesitaba.

Aprovechando el hechizo, me movería por donde hiciera falta hasta dar con el lugar en el que estuviera. Una vez encontrado, recurriría a todos los puñetazos, patadas y dagas clavadas en el cuello que hicieran falta para quitarle de en medio a él y a cualquiera que le acompañase.

Si lo conseguía, la obra sería mía.
Imagen
Spoiler: Mostrar
Imagen

Imagen

Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Avatar de Usuario
Astro
57. Ferrocustodio I
57. Ferrocustodio I
 
Mensajes: 1689
Registrado: Jue Sep 06, 2012 12:49 pm
Dinero: 598,528.05
Banco: 15,646.59
Sexo: Masculino
Estantería de objetos
Karma: 7

AnteriorSiguiente

Volver a Tercera Saga

¿Quién está conectado?

Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 1 invitado

cron