Re: [País de los Mosqueteros] No voy a llorar
Publicado: Vie Sep 05, 2014 12:35 am
―¿Pero por qué me gritas a mí? ―preguntó tras escuchar su reprimenda―. Yo estoy haciendo lo que tengo que hacer. ÉL es el malo y yo tenía que derrotarle. ¿Es que no sabes que estamos en una guerra? ¡Eso es lo más importante! Y si todos se enteran y son en realidad gente de Bastión Hueco, me da igual, porque me enfrentaré a ellos y los venceré ―aseguró el ingenuo.
«Claro que sí, campeón…» pensó, sin tomarle en serio. Después de todo solo era un niño: que éste le estuviera reprimiendo no le afectó en absoluto. No era más que un chico ingenuo con pájaros en la cabeza.
―Siempre igual, la última vez hiciste lo mismo. Tenías que matar a tu copia y no lo hiciste… Cobarde.
Permaneció mirando fijamente al gitano cuando dijo esas palabras: aquello sí que le había afectado de algún modo. Apretó los puños, con el orgullo herido tras aquel insulto.
No podía creer que un niño pequeño le estuviera echando en cara algo como eso. Dark Light solo era otra víctima de Erased Data, controlado por su corrupto poder. ¿Acaso era necesario matarle? ¿Acaso no tenía remordimientos? ¿Acaso él habría sido capaz de ser lo suficientemente frío para quitarle la vida a un adversario ya derrotado? De hecho, a Light le parecía increíble el hecho de que un niño de su edad portara un arma y se inmiscuyera en una guerra. Nadie de su edad debería estar metido en aquella clase de conflictos, y menos alguien tan ingenuo como Bavol.
Antes de que tuviera la ocasión de contestarle, Fyk comenzaría a comentarles sobre lo que había escuchado. Observó al extraterrestre azul con el semblante serio mientras asimilaba toda aquella información. Consciente de que se rumoreaban algunas desapariciones (también nombradas por Fyk, estaba claro que ya no era solo un rumor), no podía evitar pensar que aquella ópera ocultaba algo oscuro. Además, la presencia de un aprendiz de Bastión Hueco le intranquilizaba más.
De repente, notó que la mano de alguien se posaba sobre su hombro.
―Estoy ligeramente sorprendida de que el altercado no haya ido a más. Bien hecho. No debemos involucrar en nuestra guerra a los civiles.
Light no se hacía a la idea de quién le estaba hablando en esos momentos. Aquella voz que no escuchaba desde hace dos años no le resultó demasiado familiar, pues había pasado mucho tiempo desde su último encuentro. También la había escuchado en alguna que otra pesadilla.
No reconoció a la persona de inmediato. Su vestido de gala y pelo recogido podían hacerla pasar desapercibida los primeros segundos, pero tarde o temprano se daría cuenta de quién era.
Porque su cabello escarlata le rememoraba a la sangre. Sangre del mismo color que su cabello recorrió su rostro en aquella ocasión, principalmente por su culpa. Observó su rostro fijamente y finalmente se aseguró de su identidad, no cabía ninguna duda. Era ella, la prueba de que acabar con la vida de alguien no valía la pena.
―Iwashi ―pronunció con un hilillo de voz su verdadero nombre, con ambos ojos muy abiertos.
Del mismo modo que hizo con Oswald, se mantuvo en guardia y expectante los segundos siguientes, tenso por la presencia de la Guardiana del Castillo. ¿Por qué se acercaría a ellos en ese momento? ¿Por qué había dejado que sus enemigos la vieran? ¿Solo para decirle que había actuado bien al no iniciar una batalla?
―Ellos no tienen nada que ver con todo esto ―añadió simplemente. Chasqueó la lengua y desvió la vista de la Guardiana, incómodo.
La mujer comenzó a echarle la bronca a Bavol, continuando lo que Light había empezando antes. Durante ese tiempo Light estuvo absorto en sus pensamientos, recordando el aciago día que conocieron a la Guardiana. Fue hace dos años, cuando él todavía era un novato de lengua afilada y muy malas pulgas.
“Debéis decidir. Regresad por donde habéis venido y no volváis a este castillo nunca jamás. O, si no… afrontad las consecuencias”.
“Venga, una de consecuencias marchando”.
Las pesadillas de ese día ya habían cesado y lo había superado. No obstante, todo lo sucedido le seguía atormentando y no era capaz de mirar a Hisa Wix a los ojos. Verla le recordaba a su pasado débil e inconsciente: alguien despreciable que cayó en lo más bajo y rastrero para ver derribada a su adversaria, mientras que ésta había luchado con honor ante todo.
―Al contrario de lo que pueda parecer, no me he acercado para iniciar otro enfrentamiento ni tengo intenciones ocultas. Simplemente, me ha parecido una buena oportunidad para reunirnos a todos. ¿Gata? Ven.
Curioso nombre, sin duda. Wix le hizo a la susodicha chica una seña para que uniera a ellos. Light no le quitó ojo durante los primeros segundos y se preguntó si sería una aprendiza de Bastión Hueco. No la conocía y no recordaba haberla visto en La Red con los demás aprendices, así que no podía confirmar que se tratara de uno de ellos.
Aparte de ella, también vino Ban. Portadores de ambos bandos se habían juntado, a saber para qué.
«¿Por qué nos reúne a todos?»
―¿Creéis que voy a enfadarme y a obligaros a luchar entre vosotros porque estamos en guerra? No. No soy como ellos. Esta noche he venido para ver una ópera, no para continuar la absurda disputa. Al igual que vosotros. Ahora mismo, no encuentro ninguna razón válida para mataros ―«como si nos fuéramos a dejar matar por ti…»―. Y por eso quiero proponer un brindis.
―¿Qué?
Finalmente, dejó de mantener la vista esquiva y miró a Wix a los ojos, intentando descifrar sus intenciones. ¿Sus oídos le habían engañado? ¿Quería brindar con sus enemigos? Podía entender que podían hacer una especie de tregua e ignorar el enfrentamiento para evitar que gente inocente saliera herida. ¿Pero brindar con el enemigo como si estuvieran celebrando algo? ¿A santo de qué?
La guardiana llamó la atención de un camarero con apariencia de ratón para que les acercara las bebidas. Light, todavía aturdido por la propuesta de Wix, no se apresuró a coger ninguna.
―No seáis tímidos. Y cuidado con lo que cogéis. Seremos enemigos, pero algunos de vosotros sois demasiado jóvenes para que tolere veros con bebidas alcohólicas.
Que su enemiga les advirtiera sobre eso le parecía el colmo. Light no dijo nada al respecto y, tras pensárselo un poco más, decidió probar el vino más caro de la bandeja (no tenía ni idea de vinos por lo que escogería el que tenía mejor pinta a su parecer).
Una vez todos hubieran decidido qué beber o escogieran la opción de abstenerse, la incorpóreo alzó su copa para brindar.
―Por el futuro de una guerra que ninguno de los presentes inició.
―Por la victoria.
―Ojalá te atragantes…
Los dos miembros de Bastión Hueco aceptaron brindar con Hisa. Light, quien no estaba de humor, no se unió a su brindis y se limitó a beber del contenido de su copa, sin más. Arrugó la nariz y puso una ligera mueca que podía dar a entender que no le había gustado nada ese vino: no estaba acostumbrado a beber alcohol.
La situación le seguía pareciendo tensa, con brindis o sin brindis. Bavol era incapaz de mantener las formas delante de los de Bastión Hueco y Light seguía incómodo por la presencia de la Guardiana del Castillo.
Alguien que no conocía se acercó para unirse a ellos. Un humano: parecía no estaban solos en la ópera después de todo, aunque a la vista de la actitud de los animales era algo que se cabía esperar. Era un hombre de cabello negro y liso, engalanado con una capa que ocultaba parte de su indumentaria de lujo. En cuanto comenzaran a hablar con él, Light dio por hecho que jamás llegaría a ser tan educado como aquel noble.
Este individuo se dirigió a la guerrera de Bastión Hueco.
―¿Hisa? ¿Quiénes son?
Rodeó su cintura con el brazo, dando a entender que tenía suficiente confianza con ella para hacer eso.
―Digamos que unos amigos ―le respondió, sin dar muchas más explicaciones, cosa que Light agradeció.
―Mi nombre es Cid Raines. He de decir que no esperaba encontrar caras nuevas por aquí. Entre la alta cuna todos se conocen, y el precio de las entradas supera con creces el salario medio mensual de un digno trabajador ―señaló―. ¿Puedo preguntar a qué se debe vuestro sano interés por esta ópera?
Ban respondió que había acudido allí para trabajar simplemente. Por otro lado, Fyk dijo literalmente que no podían pasar aquella oportunidad. Como él ya se molestó en responder por ellos, Light no añadió nada más y simplemente asintió tras las palabras de su compañero aprendiz.
Finalmente, el oso de la barba blanca volvió a pronunciarse, avisando a todos que la obra comenzaba y recomendándoles que fueran dirigiéndose hacia sus asientos.
Era hora de despedirse de Hisa Wix y su amigo íntimo.
―Nos veremos por ahí. Sed buenos.
Light quiso decirle algo a la incorpóreo antes de que se marchase, pero fue incapaz de pronunciar palabra alguna. Todavía no podía hacerlo. El compañero de la Hisa Wix hizo una reverencia antes de marcharse, exhibiendo de nuevo su exquisita educación. Ambos se perdieron entre la muchedumbre que empezaba a desplazarse hacia la sala donde se representaría la obra.
―Mantén a tus dos mascotas lejos de mí, Hikari ―le recomendó Oswald antes de marcharse.
―Y tú mantén tu…
Iba a decirle que mantuviera la boca cerrada, pero no pudo. Inevitablemente, se vio interrumpido. El gitano se disponía a empapar al muchacho del bando contrario y Fyk se interpuso entre estos, recibiendo el agua de lleno y evitando que el incorpóreo resultara empapado.
«Genial» dijo mentalmente, con ironía por supuesto. Tenía que admitir que Oswald se lo había buscado, pero las jugarretas de Bavol ya le estaban empezando a enfadar. No podrían ver la ópera tranquilos ni evitar meterse en conflictos si el gitano se dedicaba a hacer de las suyas en cada momento.
―¡¡Estás...!! ―el cabreo de Fyk era fácilmente palpable―. ¡Hablas de buenos y malos y tú eres el peor de todos!
Y el extraterrestre se fue finalmente. Light no tardó demasiado en seguirle, aunque antes escuchó lo que Bavol tenía que decirle: parecía que no estaba invitado al palco vacío que había encontrado. Volvió a suspirar exasperado, incapaz de encontrar palabras que no fueran malsonantes para contestarle.
Se acercó a Bavol con una sonrisa dibujada en el rostro, intentando aparentar que no estaba enfadado. Le dio dos palmaditas en el hombro.
―Pues ahí te quedas solo, ea, por petardo.
Y se fue hacia su asiento, dejándole con la palabra en la boca, más solo que la una.
«Claro que sí, campeón…» pensó, sin tomarle en serio. Después de todo solo era un niño: que éste le estuviera reprimiendo no le afectó en absoluto. No era más que un chico ingenuo con pájaros en la cabeza.
―Siempre igual, la última vez hiciste lo mismo. Tenías que matar a tu copia y no lo hiciste… Cobarde.
Permaneció mirando fijamente al gitano cuando dijo esas palabras: aquello sí que le había afectado de algún modo. Apretó los puños, con el orgullo herido tras aquel insulto.
No podía creer que un niño pequeño le estuviera echando en cara algo como eso. Dark Light solo era otra víctima de Erased Data, controlado por su corrupto poder. ¿Acaso era necesario matarle? ¿Acaso no tenía remordimientos? ¿Acaso él habría sido capaz de ser lo suficientemente frío para quitarle la vida a un adversario ya derrotado? De hecho, a Light le parecía increíble el hecho de que un niño de su edad portara un arma y se inmiscuyera en una guerra. Nadie de su edad debería estar metido en aquella clase de conflictos, y menos alguien tan ingenuo como Bavol.
Antes de que tuviera la ocasión de contestarle, Fyk comenzaría a comentarles sobre lo que había escuchado. Observó al extraterrestre azul con el semblante serio mientras asimilaba toda aquella información. Consciente de que se rumoreaban algunas desapariciones (también nombradas por Fyk, estaba claro que ya no era solo un rumor), no podía evitar pensar que aquella ópera ocultaba algo oscuro. Además, la presencia de un aprendiz de Bastión Hueco le intranquilizaba más.
De repente, notó que la mano de alguien se posaba sobre su hombro.
―Estoy ligeramente sorprendida de que el altercado no haya ido a más. Bien hecho. No debemos involucrar en nuestra guerra a los civiles.
Light no se hacía a la idea de quién le estaba hablando en esos momentos. Aquella voz que no escuchaba desde hace dos años no le resultó demasiado familiar, pues había pasado mucho tiempo desde su último encuentro. También la había escuchado en alguna que otra pesadilla.
No reconoció a la persona de inmediato. Su vestido de gala y pelo recogido podían hacerla pasar desapercibida los primeros segundos, pero tarde o temprano se daría cuenta de quién era.
Porque su cabello escarlata le rememoraba a la sangre. Sangre del mismo color que su cabello recorrió su rostro en aquella ocasión, principalmente por su culpa. Observó su rostro fijamente y finalmente se aseguró de su identidad, no cabía ninguna duda. Era ella, la prueba de que acabar con la vida de alguien no valía la pena.
―Iwashi ―pronunció con un hilillo de voz su verdadero nombre, con ambos ojos muy abiertos.
Del mismo modo que hizo con Oswald, se mantuvo en guardia y expectante los segundos siguientes, tenso por la presencia de la Guardiana del Castillo. ¿Por qué se acercaría a ellos en ese momento? ¿Por qué había dejado que sus enemigos la vieran? ¿Solo para decirle que había actuado bien al no iniciar una batalla?
―Ellos no tienen nada que ver con todo esto ―añadió simplemente. Chasqueó la lengua y desvió la vista de la Guardiana, incómodo.
La mujer comenzó a echarle la bronca a Bavol, continuando lo que Light había empezando antes. Durante ese tiempo Light estuvo absorto en sus pensamientos, recordando el aciago día que conocieron a la Guardiana. Fue hace dos años, cuando él todavía era un novato de lengua afilada y muy malas pulgas.
“Debéis decidir. Regresad por donde habéis venido y no volváis a este castillo nunca jamás. O, si no… afrontad las consecuencias”.
“Venga, una de consecuencias marchando”.
Las pesadillas de ese día ya habían cesado y lo había superado. No obstante, todo lo sucedido le seguía atormentando y no era capaz de mirar a Hisa Wix a los ojos. Verla le recordaba a su pasado débil e inconsciente: alguien despreciable que cayó en lo más bajo y rastrero para ver derribada a su adversaria, mientras que ésta había luchado con honor ante todo.
―Al contrario de lo que pueda parecer, no me he acercado para iniciar otro enfrentamiento ni tengo intenciones ocultas. Simplemente, me ha parecido una buena oportunidad para reunirnos a todos. ¿Gata? Ven.
Curioso nombre, sin duda. Wix le hizo a la susodicha chica una seña para que uniera a ellos. Light no le quitó ojo durante los primeros segundos y se preguntó si sería una aprendiza de Bastión Hueco. No la conocía y no recordaba haberla visto en La Red con los demás aprendices, así que no podía confirmar que se tratara de uno de ellos.
Aparte de ella, también vino Ban. Portadores de ambos bandos se habían juntado, a saber para qué.
«¿Por qué nos reúne a todos?»
―¿Creéis que voy a enfadarme y a obligaros a luchar entre vosotros porque estamos en guerra? No. No soy como ellos. Esta noche he venido para ver una ópera, no para continuar la absurda disputa. Al igual que vosotros. Ahora mismo, no encuentro ninguna razón válida para mataros ―«como si nos fuéramos a dejar matar por ti…»―. Y por eso quiero proponer un brindis.
―¿Qué?
Finalmente, dejó de mantener la vista esquiva y miró a Wix a los ojos, intentando descifrar sus intenciones. ¿Sus oídos le habían engañado? ¿Quería brindar con sus enemigos? Podía entender que podían hacer una especie de tregua e ignorar el enfrentamiento para evitar que gente inocente saliera herida. ¿Pero brindar con el enemigo como si estuvieran celebrando algo? ¿A santo de qué?
La guardiana llamó la atención de un camarero con apariencia de ratón para que les acercara las bebidas. Light, todavía aturdido por la propuesta de Wix, no se apresuró a coger ninguna.
―No seáis tímidos. Y cuidado con lo que cogéis. Seremos enemigos, pero algunos de vosotros sois demasiado jóvenes para que tolere veros con bebidas alcohólicas.
Que su enemiga les advirtiera sobre eso le parecía el colmo. Light no dijo nada al respecto y, tras pensárselo un poco más, decidió probar el vino más caro de la bandeja (no tenía ni idea de vinos por lo que escogería el que tenía mejor pinta a su parecer).
Una vez todos hubieran decidido qué beber o escogieran la opción de abstenerse, la incorpóreo alzó su copa para brindar.
―Por el futuro de una guerra que ninguno de los presentes inició.
―Por la victoria.
―Ojalá te atragantes…
Los dos miembros de Bastión Hueco aceptaron brindar con Hisa. Light, quien no estaba de humor, no se unió a su brindis y se limitó a beber del contenido de su copa, sin más. Arrugó la nariz y puso una ligera mueca que podía dar a entender que no le había gustado nada ese vino: no estaba acostumbrado a beber alcohol.
La situación le seguía pareciendo tensa, con brindis o sin brindis. Bavol era incapaz de mantener las formas delante de los de Bastión Hueco y Light seguía incómodo por la presencia de la Guardiana del Castillo.
Alguien que no conocía se acercó para unirse a ellos. Un humano: parecía no estaban solos en la ópera después de todo, aunque a la vista de la actitud de los animales era algo que se cabía esperar. Era un hombre de cabello negro y liso, engalanado con una capa que ocultaba parte de su indumentaria de lujo. En cuanto comenzaran a hablar con él, Light dio por hecho que jamás llegaría a ser tan educado como aquel noble.
Este individuo se dirigió a la guerrera de Bastión Hueco.
―¿Hisa? ¿Quiénes son?
Rodeó su cintura con el brazo, dando a entender que tenía suficiente confianza con ella para hacer eso.
―Digamos que unos amigos ―le respondió, sin dar muchas más explicaciones, cosa que Light agradeció.
―Mi nombre es Cid Raines. He de decir que no esperaba encontrar caras nuevas por aquí. Entre la alta cuna todos se conocen, y el precio de las entradas supera con creces el salario medio mensual de un digno trabajador ―señaló―. ¿Puedo preguntar a qué se debe vuestro sano interés por esta ópera?
Ban respondió que había acudido allí para trabajar simplemente. Por otro lado, Fyk dijo literalmente que no podían pasar aquella oportunidad. Como él ya se molestó en responder por ellos, Light no añadió nada más y simplemente asintió tras las palabras de su compañero aprendiz.
Finalmente, el oso de la barba blanca volvió a pronunciarse, avisando a todos que la obra comenzaba y recomendándoles que fueran dirigiéndose hacia sus asientos.
Era hora de despedirse de Hisa Wix y su amigo íntimo.
―Nos veremos por ahí. Sed buenos.
Light quiso decirle algo a la incorpóreo antes de que se marchase, pero fue incapaz de pronunciar palabra alguna. Todavía no podía hacerlo. El compañero de la Hisa Wix hizo una reverencia antes de marcharse, exhibiendo de nuevo su exquisita educación. Ambos se perdieron entre la muchedumbre que empezaba a desplazarse hacia la sala donde se representaría la obra.
―Mantén a tus dos mascotas lejos de mí, Hikari ―le recomendó Oswald antes de marcharse.
―Y tú mantén tu…
Iba a decirle que mantuviera la boca cerrada, pero no pudo. Inevitablemente, se vio interrumpido. El gitano se disponía a empapar al muchacho del bando contrario y Fyk se interpuso entre estos, recibiendo el agua de lleno y evitando que el incorpóreo resultara empapado.
«Genial» dijo mentalmente, con ironía por supuesto. Tenía que admitir que Oswald se lo había buscado, pero las jugarretas de Bavol ya le estaban empezando a enfadar. No podrían ver la ópera tranquilos ni evitar meterse en conflictos si el gitano se dedicaba a hacer de las suyas en cada momento.
―¡¡Estás...!! ―el cabreo de Fyk era fácilmente palpable―. ¡Hablas de buenos y malos y tú eres el peor de todos!
Y el extraterrestre se fue finalmente. Light no tardó demasiado en seguirle, aunque antes escuchó lo que Bavol tenía que decirle: parecía que no estaba invitado al palco vacío que había encontrado. Volvió a suspirar exasperado, incapaz de encontrar palabras que no fueran malsonantes para contestarle.
Se acercó a Bavol con una sonrisa dibujada en el rostro, intentando aparentar que no estaba enfadado. Le dio dos palmaditas en el hombro.
―Pues ahí te quedas solo, ea, por petardo.
Y se fue hacia su asiento, dejándole con la palabra en la boca, más solo que la una.
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