Re: [País de Nunca Jamás] Nuestro tesoro
Publicado: Mié Abr 08, 2015 5:27 am
Una vez llegué al interior de la roca, vislumbré al fondo un cofre. El corazón me estalló de alegría. ¡Al fin! Casi ni podía creerlo.
Iba a tomar el camino largo y seguro cuando un Sincorazón apareció. Entonces, quedé bloqueada. Además, para colmo, una Sombra apareció detrás de mí; arañándome la pierna con ganas. Me mordí el labio dolorida, aunque no tuve mucho tiempo para lamentaciones. El demonio volador me dirigió un golpe con uno de sus puños (que se había rodeado de una fantasmagórica aura azul) en toda mi mejilla. Me iba a dejar marca, seguro. Recé para que mis gafas no hubiesen salido dañadas.
Debido a la inercia, mi cuerpo se precipitó al vacío irremediablemente. Mi labio comenzó a sangrar cuando lo mordí con aún más saña, tratando de evitar gritar. La Sombra se lanzó hacia mi corazón, pero acabó por evaporarse en una nube de oscuridad. Cerré los ojos, preparándome para un fuerte impacto con el mar que bañaba el fondo de la cueva.
Sin embargo, ese momento no llegó. Unos brazos me agarraron por la cintura en el último segundo, depositándome en el agua como una pluma. Abrí los ojos, algo aturdida, y vi a mi salvadora: la sirena.
—Tú también usas magia, puedo olerla. Pero aquello que buscas no está aquí. El Tesoro se encuentra mucho más abajo; ven conmigo.
Antes de poder asimilar aquella información, la joven híbrida se sumergió. En parte por miedo a que huyera y en parte por el Tesoro, la seguí enseguida.
Nos internamos en las profundidades oceánicas durante un largo rato. Estaba cansada por todo la magia que había realizado y me picaban los ojos por la sal (pese a que las gafas ayudaran a protegerlos), pero traté de seguir el ritmo de aquella innata buceadora. Llegamos hasta una grieta en una roca que desembocaba en un oscuro túnel. Me habría gustado seguir, pero me ardían los pulmones por la falta de oxígeno y me dolía la cabeza por la presión del agua. Con las pocas fuerzas que me quedaban, comencé a ascender. La sirena me acompañó hasta la orilla, comprendiendo lo que me sucedía.
—No podéis seguir sin usar magia más poderosa… Sólo nosotras somos capaces de entrar. ¿Y tú? ¿Acaso vas a ayudar a tus compañeros contra los piratas de Garfio?
Me parecía algo extraño que de pronto quisiese ayudarme, pero no insistí, sobre todo por el potente cañonazo que resonó en la lejanía. El eco se intensificó cuando el ruido rebotó en las paredes de la cueva, provocándome un escalofrío. Sin duda, mis compañeros debían estar en problemas.
Salí del agua y me senté en la orilla, evaluando mis posibilidades. Con un vistazo pude ver que la sirena podría llevarme perfectamente hasta el galeón… Si estaba dispuesta, claro. Recordé el cofre del piso superior… Al igual que el dolor de la pierna y la mejilla. No quería vérmelas de nuevo con ellos, y Light y Hana (y por lo que habían dicho los niños, Freya) me necesitaban.
—Esto, señorita —Tragué saliva—. ¿Sería tan amable de llevarme hasta mis compañeros? No creo que llegase a tiempo por mi misma.
Si me respondía afirmativamente, partiríamos al momento. Una vez venciéramos a los piratas (prefería pensar positivamente), tal vez ellos conocieran una “magia más poderosa”... O en todo caso, podríamos buscar a Ronin.
Yo ya había hecho todo lo posible, y no había sido poco.
Iba a tomar el camino largo y seguro cuando un Sincorazón apareció. Entonces, quedé bloqueada. Además, para colmo, una Sombra apareció detrás de mí; arañándome la pierna con ganas. Me mordí el labio dolorida, aunque no tuve mucho tiempo para lamentaciones. El demonio volador me dirigió un golpe con uno de sus puños (que se había rodeado de una fantasmagórica aura azul) en toda mi mejilla. Me iba a dejar marca, seguro. Recé para que mis gafas no hubiesen salido dañadas.
Debido a la inercia, mi cuerpo se precipitó al vacío irremediablemente. Mi labio comenzó a sangrar cuando lo mordí con aún más saña, tratando de evitar gritar. La Sombra se lanzó hacia mi corazón, pero acabó por evaporarse en una nube de oscuridad. Cerré los ojos, preparándome para un fuerte impacto con el mar que bañaba el fondo de la cueva.
Sin embargo, ese momento no llegó. Unos brazos me agarraron por la cintura en el último segundo, depositándome en el agua como una pluma. Abrí los ojos, algo aturdida, y vi a mi salvadora: la sirena.
—Tú también usas magia, puedo olerla. Pero aquello que buscas no está aquí. El Tesoro se encuentra mucho más abajo; ven conmigo.
Antes de poder asimilar aquella información, la joven híbrida se sumergió. En parte por miedo a que huyera y en parte por el Tesoro, la seguí enseguida.
Nos internamos en las profundidades oceánicas durante un largo rato. Estaba cansada por todo la magia que había realizado y me picaban los ojos por la sal (pese a que las gafas ayudaran a protegerlos), pero traté de seguir el ritmo de aquella innata buceadora. Llegamos hasta una grieta en una roca que desembocaba en un oscuro túnel. Me habría gustado seguir, pero me ardían los pulmones por la falta de oxígeno y me dolía la cabeza por la presión del agua. Con las pocas fuerzas que me quedaban, comencé a ascender. La sirena me acompañó hasta la orilla, comprendiendo lo que me sucedía.
—No podéis seguir sin usar magia más poderosa… Sólo nosotras somos capaces de entrar. ¿Y tú? ¿Acaso vas a ayudar a tus compañeros contra los piratas de Garfio?
Me parecía algo extraño que de pronto quisiese ayudarme, pero no insistí, sobre todo por el potente cañonazo que resonó en la lejanía. El eco se intensificó cuando el ruido rebotó en las paredes de la cueva, provocándome un escalofrío. Sin duda, mis compañeros debían estar en problemas.
Salí del agua y me senté en la orilla, evaluando mis posibilidades. Con un vistazo pude ver que la sirena podría llevarme perfectamente hasta el galeón… Si estaba dispuesta, claro. Recordé el cofre del piso superior… Al igual que el dolor de la pierna y la mejilla. No quería vérmelas de nuevo con ellos, y Light y Hana (y por lo que habían dicho los niños, Freya) me necesitaban.
—Esto, señorita —Tragué saliva—. ¿Sería tan amable de llevarme hasta mis compañeros? No creo que llegase a tiempo por mi misma.
Si me respondía afirmativamente, partiríamos al momento. Una vez venciéramos a los piratas (prefería pensar positivamente), tal vez ellos conocieran una “magia más poderosa”... O en todo caso, podríamos buscar a Ronin.
Yo ya había hecho todo lo posible, y no había sido poco.
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