Re: [País de Nunca Jamás] Nuestro tesoro
Publicado: Jue Jun 04, 2015 3:04 am
Guiados por Jeanne, quien más conocía el camino, los tres aprendices volaron hasta la Isla Calavera, donde les esperaba el cofre totalmente expuesto, como si les estuviera esperando. A Hana enseguida le olió a chamusquina. Ningún premio se exhibía así de gustoso y sencillo. Escéptica, pensó en la posibilidad de que hubiera trampas alrededor o de que alguien se hubiera llevado ya el contenido. En cualquier caso, no le gustaba nada aquel panorama.
Por si eso fuera poco, a su espalda escuchó el sonido de un motor y se giró a tiempo para ver la nave Gumi de los otros piratas, de la cual desconocía su existencia hasta entonces. Ni se había planteado que fueran de otro mundo. ¿Eso no era ilegal o algo?
—Bueno, bueno, entonces este es el famoso tesoro del que todo el mundo habla. Como comprenderéis, nosotros también somos ladrones, y en una situación normal no os dejaríamos conseguir el premio gordo, pero si es vuestra primera aventura por aquí no seré yo el que haga llorar a unos niños.
—¿Niños?
―Unos niños que te harán salir llorando a ti si nos quitas el tesoro ―saltó Hana, amenazando con el puño. ¡Lo que le faltaba por oír! ¡Si acababa de cumplir la mayoría de edad!
—Unos aprendices, para ser exactos. —Corrigió Fran, calmando los ánimos.
―Kupó, ¿pero de verdad es este?
―Sí. Bastará con usar nuestra llave, o eso espero ―comentó Light. Hana pensaba abrirlo a golpes de ser necesario. No sería la primera vez―. La curiosidad me va a matar, joder. Me pregunto qué demonios guardará este cofre, no puedo imaginármelo…
―No te lo hagas encima.
La verdad es que ella también estaba expectante. Ya se lo había planteado por el camino. ¿Qué querría Ronin de allí? ¿Por qué tanto secreto con el contenido? Seguro que no era algo normal de ese mundo, ni tampoco una cantidad inmensa de platines (que Hana tampoco despreciaría). Tenía muchísima curiosidad y las dudas acerca de si estaría intacto o no se habían disipado para dar paso a esa emoción.
Y justo cuando Light iba a abrirlo…
―¡Ey, ¿qué hacéis ahí como pasmarotes!? ―Justo cuando iba a abrirlo, llegó el mono. Hana bufó (literalmente).
De repente, se les unieron Peter Pan, Wendy, Campanilla y dos Niños Perdidos. Hana les habría ignorado a favor de abrir el cofre cuanto antes (¡por Dios!), pero Wendy se dirigió directamente a ella:
—¡Hana! Menos mal que estás bien, por un momento pensé que… bueno, habías terminado en el fondo del mar —«Sí, gracias por recordármelo»—. Desde la Laguna lo vimos todo: el humo, el cañonazo… Me preocupé bastante.
―Yo no me muero sin saber qué diablos hay ahí dentro ―declaró, con la cabeza en el interior del cofre.
―¡Bueno, y a qué estamos esperando! Light, los honores son tuyos.
«¡POR FIN!».
Hana no se perdió detalle. Esperó pacientemente los pocos segundos que le tomaron a Light enfocar su Llave y desbloquear la cerradura, y se inclinó como la que más para ver cuánto antes su interior… y comprobar que estaba vacío. Todos a la vez resoplaron con decepción. Hana, por su parte, soltó una sonora palabrota sin que le importara tres narices que hubiera niños delante. Y no solo porque habían fallado la misión… sino porque todo lo que habían hecho no había servido para nada.
―¡No me digáis que hemos perdido todo este tiempo para esto, kupópó!
—Gajes del oficio. Pasa a menudo.
―¡No, no pasa a menudo! ¡Pasa cuando el mapa está desfasado o la información es mala!
—Para ser pirata no basta con saber salir con el rabo entre las piernas o tener una buena puntería. Necesitas paciencia, sino, te garantizo que terminarás en el fondo del mar, o pudriéndote en una mazmorra ―intervino Balthier ante su cabreo. Como alguien no lo callara, iba a ahogarle. Ella YA había acabado una vez en el fondo del mar… aún no en una mazmorra—. Antes me has preguntado qué significaba ser un Pirata del Aire, ¿verdad? Bueno, a pesar de todas estas pequeñas decepciones, tenemos la fortuna de ser libres e ir a donde queramos surcando los cielos. ¿Lo entiendes? —Hana relajó un poco los hombros―. Quizás te viniese bien algo de aire fresco, ¿no crees?
Bueno, Balthier no era tan idiota como creía. Tenían al menos el mismo concepto de pirata, aunque lo de viajar libre por el aire ya lo hacía (y mucho mejor) con su glider. De todas formas, le ayudó a calmarse un poco y a que no canalizara la frustración en ningún cuello (incluso cuando vio que Light sí había conseguido un tesoro por sí mismo).
―Sí. Pero pertenezco al mar. Soy más libre en él que en el aire ―le confesó―. Aunque gracias por la oferta.
―¡Bueno, bueno, tampoco es para sentirse así! Wendy, nuestra madre, nos contará muchos cuentos a partir de ahora sobre esta increíble aventura. Y para no olvidarla, ni olvidarnos, ¿qué os parece dejar algo importante dentro del tesoro? ―Hana enarcó una ceja. ¿Y si se lo robaban?― Exacto, será Nuestro tesoro.
La idea le parecía rara, pero según se fueron uniendo los demás, empezó a planteársela seriamente. ¿Qué utilidad tenía en dejar algo allí suyo? Cualquiera podía llegar y vaciarlo. Aunque, a juzgar por lo que estaban metiendo, no había casi nada de valor (el anillo de Balthier, como mucho). Era un gesto sobre todo personal. Personal y, al mismo tiempo, colectivo entre todos. No les conocía mucho y, de hecho, la mayoría le caían muy mal, pero había algo que hacía tiempo que quería dejar atrás.
—Supongo que soy demasiado mayor para ir llevando esto ―comentó Light, dejando un bate.
—Nuestro Tesoro… —Jeanne, por su parte, colocó en el interior una nota.
―Yo ya tengo un corazón ―murmuró.
Sacó de su mochila el objeto al que tantos años había estado apegada: una concha marina. Durante todo ese tiempo había creído que una bruja había encerrado dentro de ella su propio corazón, para descubrir finalmente que no. Por lo tanto, había pasado a ser inservible. Se la llevó por última vez a la oreja, para escuchar las olas del mar (en vez de los inexistentes latidos) y la echó al cofre.
No creía que regresara nunca a por ella. Había sido una parte importante de su vida, pero era hora de decirle adiós y pasar página.
Wendy se había apartado del grupo y parecía triste. A Hana no se le había escapado que Peter había mencionado que ella, como madre, les contaría muchas más veces esa historia, por lo que no debía de saber que pretendía marcharse. Decidió no acercarse para no presionarla en su decisión.
—María me dijo que el Tesoro que buscábamos estaba “mucho más abajo” —Captó el 100% de la atención de Hana—. Y contando con que ese cofre estaba vacío, tal vez podríamos… Echar un vistazo, por si acaso. Yo no puedo sumergirme lo suficiente, pero seguramente tú —Miró a Hana— sí.
―Cuenta conmigo. Quizá aún podamos cumplir la misión.
Se mostró de nuevo entusiasmada. Puede que no tuvieran que regresar con las manos vacías y que el auténtico tesoro que Ronin quería no fuera el otro. Si ninguna sirena se lo había llevado antes, claro. Se bebió un éter y se zambulló en el lugar indicado por Jeanne, transformándose en sirena y descendiendo en busca de la esperanza.
Por si eso fuera poco, a su espalda escuchó el sonido de un motor y se giró a tiempo para ver la nave Gumi de los otros piratas, de la cual desconocía su existencia hasta entonces. Ni se había planteado que fueran de otro mundo. ¿Eso no era ilegal o algo?
—Bueno, bueno, entonces este es el famoso tesoro del que todo el mundo habla. Como comprenderéis, nosotros también somos ladrones, y en una situación normal no os dejaríamos conseguir el premio gordo, pero si es vuestra primera aventura por aquí no seré yo el que haga llorar a unos niños.
—¿Niños?
―Unos niños que te harán salir llorando a ti si nos quitas el tesoro ―saltó Hana, amenazando con el puño. ¡Lo que le faltaba por oír! ¡Si acababa de cumplir la mayoría de edad!
—Unos aprendices, para ser exactos. —Corrigió Fran, calmando los ánimos.
―Kupó, ¿pero de verdad es este?
―Sí. Bastará con usar nuestra llave, o eso espero ―comentó Light. Hana pensaba abrirlo a golpes de ser necesario. No sería la primera vez―. La curiosidad me va a matar, joder. Me pregunto qué demonios guardará este cofre, no puedo imaginármelo…
―No te lo hagas encima.
La verdad es que ella también estaba expectante. Ya se lo había planteado por el camino. ¿Qué querría Ronin de allí? ¿Por qué tanto secreto con el contenido? Seguro que no era algo normal de ese mundo, ni tampoco una cantidad inmensa de platines (que Hana tampoco despreciaría). Tenía muchísima curiosidad y las dudas acerca de si estaría intacto o no se habían disipado para dar paso a esa emoción.
Y justo cuando Light iba a abrirlo…
―¡Ey, ¿qué hacéis ahí como pasmarotes!? ―Justo cuando iba a abrirlo, llegó el mono. Hana bufó (literalmente).
De repente, se les unieron Peter Pan, Wendy, Campanilla y dos Niños Perdidos. Hana les habría ignorado a favor de abrir el cofre cuanto antes (¡por Dios!), pero Wendy se dirigió directamente a ella:
—¡Hana! Menos mal que estás bien, por un momento pensé que… bueno, habías terminado en el fondo del mar —«Sí, gracias por recordármelo»—. Desde la Laguna lo vimos todo: el humo, el cañonazo… Me preocupé bastante.
―Yo no me muero sin saber qué diablos hay ahí dentro ―declaró, con la cabeza en el interior del cofre.
―¡Bueno, y a qué estamos esperando! Light, los honores son tuyos.
«¡POR FIN!».
Hana no se perdió detalle. Esperó pacientemente los pocos segundos que le tomaron a Light enfocar su Llave y desbloquear la cerradura, y se inclinó como la que más para ver cuánto antes su interior… y comprobar que estaba vacío. Todos a la vez resoplaron con decepción. Hana, por su parte, soltó una sonora palabrota sin que le importara tres narices que hubiera niños delante. Y no solo porque habían fallado la misión… sino porque todo lo que habían hecho no había servido para nada.
―¡No me digáis que hemos perdido todo este tiempo para esto, kupópó!
—Gajes del oficio. Pasa a menudo.
―¡No, no pasa a menudo! ¡Pasa cuando el mapa está desfasado o la información es mala!
—Para ser pirata no basta con saber salir con el rabo entre las piernas o tener una buena puntería. Necesitas paciencia, sino, te garantizo que terminarás en el fondo del mar, o pudriéndote en una mazmorra ―intervino Balthier ante su cabreo. Como alguien no lo callara, iba a ahogarle. Ella YA había acabado una vez en el fondo del mar… aún no en una mazmorra—. Antes me has preguntado qué significaba ser un Pirata del Aire, ¿verdad? Bueno, a pesar de todas estas pequeñas decepciones, tenemos la fortuna de ser libres e ir a donde queramos surcando los cielos. ¿Lo entiendes? —Hana relajó un poco los hombros―. Quizás te viniese bien algo de aire fresco, ¿no crees?
Bueno, Balthier no era tan idiota como creía. Tenían al menos el mismo concepto de pirata, aunque lo de viajar libre por el aire ya lo hacía (y mucho mejor) con su glider. De todas formas, le ayudó a calmarse un poco y a que no canalizara la frustración en ningún cuello (incluso cuando vio que Light sí había conseguido un tesoro por sí mismo).
―Sí. Pero pertenezco al mar. Soy más libre en él que en el aire ―le confesó―. Aunque gracias por la oferta.
―¡Bueno, bueno, tampoco es para sentirse así! Wendy, nuestra madre, nos contará muchos cuentos a partir de ahora sobre esta increíble aventura. Y para no olvidarla, ni olvidarnos, ¿qué os parece dejar algo importante dentro del tesoro? ―Hana enarcó una ceja. ¿Y si se lo robaban?― Exacto, será Nuestro tesoro.
La idea le parecía rara, pero según se fueron uniendo los demás, empezó a planteársela seriamente. ¿Qué utilidad tenía en dejar algo allí suyo? Cualquiera podía llegar y vaciarlo. Aunque, a juzgar por lo que estaban metiendo, no había casi nada de valor (el anillo de Balthier, como mucho). Era un gesto sobre todo personal. Personal y, al mismo tiempo, colectivo entre todos. No les conocía mucho y, de hecho, la mayoría le caían muy mal, pero había algo que hacía tiempo que quería dejar atrás.
—Supongo que soy demasiado mayor para ir llevando esto ―comentó Light, dejando un bate.
—Nuestro Tesoro… —Jeanne, por su parte, colocó en el interior una nota.
―Yo ya tengo un corazón ―murmuró.
Sacó de su mochila el objeto al que tantos años había estado apegada: una concha marina. Durante todo ese tiempo había creído que una bruja había encerrado dentro de ella su propio corazón, para descubrir finalmente que no. Por lo tanto, había pasado a ser inservible. Se la llevó por última vez a la oreja, para escuchar las olas del mar (en vez de los inexistentes latidos) y la echó al cofre.
No creía que regresara nunca a por ella. Había sido una parte importante de su vida, pero era hora de decirle adiós y pasar página.
Wendy se había apartado del grupo y parecía triste. A Hana no se le había escapado que Peter había mencionado que ella, como madre, les contaría muchas más veces esa historia, por lo que no debía de saber que pretendía marcharse. Decidió no acercarse para no presionarla en su decisión.
—María me dijo que el Tesoro que buscábamos estaba “mucho más abajo” —Captó el 100% de la atención de Hana—. Y contando con que ese cofre estaba vacío, tal vez podríamos… Echar un vistazo, por si acaso. Yo no puedo sumergirme lo suficiente, pero seguramente tú —Miró a Hana— sí.
―Cuenta conmigo. Quizá aún podamos cumplir la misión.
Se mostró de nuevo entusiasmada. Puede que no tuvieran que regresar con las manos vacías y que el auténtico tesoro que Ronin quería no fuera el otro. Si ninguna sirena se lo había llevado antes, claro. Se bebió un éter y se zambulló en el lugar indicado por Jeanne, transformándose en sirena y descendiendo en busca de la esperanza.