[Bosque de los enanitos] Sueño con oír tu voz

por **Nell** » Lun Ene 19, 2015 2:30 am

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Érase una vez una encantadora princesita llamada Blancanieves. Su madrastra, la Reina, que era vanidosa y malvada, temía que algún día Blancanieves la superara en belleza. Por eso, la vistió con harapos y la obligó a trabajar limpiando el palacio.
Todos los días, la vanidosa Reina preguntaba a su Espejo Mágico:
«Dime una cosa, ¿quién es en este reino la más hermosa?».
Si el Espejo contestaba «Sois vos, Majestad», Blancanieves se salvaba de los crueles celos de la Reina.

Y aquí comienza nuestra historia.

Tierra de Partida

—Cuéntame por qué estás aquí, Neru. Preséntate a los demás.

Pepito Grillo, desde la mesita que habían colocado en el círculo de sillas como una más, le sonrió afablemente. A su alrededor, otros dos aprendices asistían a la sesión participativa.

Desde el inicio de la guerra, habían sucedido muchas cosas. Algunos habían asistido al rearme de un ejército orco, otros habían perdido la confianza de un rey, o no habían podido salvar a un gran mago, o habían dado muerte ya a alguien de Bastión Hueco, o visto la victoria del malvado grupo criminal de los Villanos Finales… En definitiva, muchas cosas malas estaban ocurriéndoles a los aprendices. Tanto en las misiones, como en lo personal (aunque la mayoría de las veces eso lo traían de casa).

En algún momento, Yami se había apiadado de sus mentes y había persuadido a Ronin para que buscase ayuda profesional. Colgó un anuncio en Tuipper y voilá. Tenían a su disposición su propio psicólogo, disponible por las mañanas, pero con cita previa. Los aprendices, cuyos Maestros creían que lo necesitaban, les mandaban tener al menos una reunión con él.

Y no era ni más ni menos que Pepito Grillo, un diminuto animal que se presentaba como la representación misma de la conciencia. No había otra criatura mejor para escuchar los problemas del día a día de los aprendices, puesto que conocía la existencia de más mundos, y se decía que sus consejos no te dejaban indiferente. Sabía distinguir mejor que nadie el bien del mal.

Y ahora les había tocado a ellos recibir su ayuda. Para que estuviesen allí, uno de los Maestros debía de haber pensado que necesitaban de su ayuda, o que al menos deberían conocerle, y Pepito los había convocado a la vez para una terapia grupal.

Sin embargo, como había explicado al inicio de la sesión, podían elegir entre hablar y responder a sus preguntas; o por el contrario, guardar silencio. Aunque les advirtió que las terapias de grupo no eran efectivas si ninguno se abría a los demás.

—Todos estáis aquí por una razón. Puede que sea por un suceso reciente o no, pero vuestros maestros han valorado que necesitáis a alguien que os escuche y os ayude. Entre todos podemos entendernos. Vuestras experiencias, como Portadores, no son tan diferentes como creéis. —Había explicado al inicio con su habitual voz aguda.

Y después de que Neru interviniera, con lo que fuera, Pepito se enfocó en la siguiente víctima de su sistema:

—Ahora, ¿qué hay de ti, Light? ¿Quieres compartir algo con el grupo?

Como siempre, clavó en él su mirada y esperó su intervención. Cuando acabó, se dirigió a todos en general.

—¿Quién quiere ser el siguiente? ¿Kei? Faltas tú —se percató de pronto de algo—. Oh, pero tú acabas de llegar, ¿no es cierto? ―Lo buscó en las páginas de su mini-cuaderno, donde iba haciendo anotaciones según hablaban, hasta cerciorarse de que era una reciente incorporación―. Puedes contarnos algo de tu mundo y tu vida anterior, si quieres. ¿Cómo te encontraron los Maestros?

¿De verdad les iba a servir aquello de algo?

Bastión Hueco

―¡Adaaaam!

El grito debió de haberle advertido de que algo malo estaba a punto de ocurrir. No había nadie a su alrededor, donde quiera que estuviese, pero la voz no había sido producto de su imaginación. De hecho, había sonado terriblemente cerca.

―Aquí arriba.

Cuando mirara al lugar que le señalaba, vería a la Maestra Ariasu con la cabeza sacada desde un Portal de Oscuridad, y el cuerpo partido por la mitad. Cualquiera diría que no temía que se cerrara de pronto, porque estaba sonriente y, al parecer, entusiasmada por algo. Y el chico no podría dejar de apreciar que, entre ella y él, no se conocían más que de vista o de entrenamientos; y a pesar de ello, actuaba con naturalidad.

―Mi vampiro favorito, puesto que eres el único. Con lo entretenidos que sois siempre ―comentó―. Por cierto, tengo un encargo que hacer en el mundo exterior. ¿Por qué no te vienes? Debes de sentirte aquí muy amargado, con Nanashi pendiente de cada fechoría que haces. Soy más dada a hacer la vista gorda. ¿Por qué ponerle frenos a la diversión?

Metió la cabeza en el Portal y este desapareció tras ella. Sin embargo, a continuación, se abrió otro frente a él, invitándole a entrar hacia la oscuridad.

No parecía que fuera a cerrarse, por lo que podía demorarse en preparar el viaje, de querer ir. Porque, ¿sería buena idea? Era primera hora de la mañana, y si bien el anillo le protegía de los daños del sol, ya sabes… era raro que un vampiro madrugase.

Fecha límite: 24 de enero.

Podéis usar varios posts para dialogar y presentaros entre vosotros.

por **Darkness Seeker** » Lun Ene 19, 2015 6:01 pm

—Cuéntame por qué estás aquí, Neru. Preséntate a los demás.

La mañana había empezado de una forma... particular. Sin previo aviso, la Maestra Yami nos había reunido en una de las muchas salas de las que Tierra de Partida disponía. En ella, nos encontrábamos tres aprendices, entre los que me incluía, y un invitado, al parecer por el mismísimo Ronin, para que nos hiciera aquella mañana de psicólogo.

El invitado era lo que más me llamó la atención en aquel momento. Era un pequeño insecto, o más bien grillo, que ataviado con un buen sombrero y un traje algo modesto, hablaba de una forma bastante tranquilizadora y amable. Parecía bastante contento de ayudarnos pero... ¿De dónde venía? ¿Conocería la existencia de otros mundos? y por encima de todo... ¿Cómo es que podía hablar?

—Mi nombre es...

—Todos estáis aquí por una razón.— cortó Pepito mientras intentaba hacer fuerza de voluntad para hablar— Puede que sea por un suceso reciente o no, pero vuestros maestros han valorado que necesitáis a alguien que os escuche y os ayude. Entre todos podemos entendernos. Vuestras experiencias, como Portadores, no son tan diferentes como creéis.

Todas las miradas se dirigieron a mí, esperando que desde mi sitio expusiera mis... traumas. Antes de poder hablar, me fijé un poco en cada uno de los dos aprendices presentes allí. Uno de ellos era un chico, algo mayor que yo. sus ropas eran principalmente azules y parecía llevar varios años ya como aprendiz por el porte que daba. Y luego estaba una chica.

Estaba seguro de que esa chica debía de ser recién llegada, no la había visto en ninguna clase hasta ahora, pero... ¿Porqué me daba la sensación de conocerla? No sabría decir qué, pero... juraría haber visto a aquella chica antes en algún sitio...

—Bueno...—comencé tras unos dos segundos de reflexión—Mi nombre es Nerusuke, pero podéis llamarme Neru. Nací en un mundo lejano a éste... Lamentablemente...— tuve que tragar saliva para intentar despejarme —...ese mundo ya no existe.

—Mi mundo—comencé de nuevo tras tomar un poco de aire—,fue destruido por los sincorazón. Por lo que sé, mi madre murió durante el ataque. Poco después aparecí en Villa Crepúsculo, dónde los Maestros Akio y Ariasu me encontraron. Me uní a Akio y me hice caballero de la Llave Espada. Mi idea al hacerme caballero, era esperar que al igual que yo, algún otro conocido o familiar mío hubiera sobrevivido y hubiera acabado en algún mundo...

—...Aunque por ahora no he encontrado a nadie en ninguno mundo a los que he ido...

Tras aclarar mi comienzo como caballero, me incliné un poco hacia delante mientras dejaba salir un pequeño soplido. Aquella iba a ser una mañana dura.

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por **Light** » Lun Ene 19, 2015 10:46 pm

—Todos estáis aquí por una razón. Puede que sea por un suceso reciente o no, pero vuestros maestros han valorado que necesitáis a alguien que os escuche y os ayude. Entre todos podemos entendernos. Vuestras experiencias, como Portadores, no son tan diferentes como creéis.

«Vale. ¿Pero qué hago yo aquí?».

Light, miembro de aquel corro, entrecruzó los dedos y suspiró con resignación. Claro, había matado a Hisa Wix y necesitaba terapia. Los Maestros, preocupados por su estado mental en plena guerra, tuvieron la genial idea de contratar a un psicólogo para que tratara los traumas de sus aventuras.

Él ya tenía a Gaomon para comentarle todos sus problemas y recibir consejos. ¿En serio necesitaba un psicólogo? Además se encontraba bien, no era un trauma que le afectara en el día a día (aunque las pesadillas seguían).

Y lo mejor de todo es que la idea, irónicamente, había sido de Yami. La más demente del lugar, ¿qué estaba haciendo que no se encontraba allí con ellos?

—Cuéntame por qué estás aquí, Neru. Preséntate a los demás.

Cruzado de brazos, atendió a la historia de su compañero Neru. Encontró en ésta bastantes similitudes con la suya propia; en especial cuando referenció la destrucción de su mundo y la pérdida de sus seres queridos. Aquel muchacho de Villa Crepúsculo también procedía de un mundo que había sido víctima de los Sincorazón, toda una coincidencia.

—Ahora que lo dices mi mundo también fue destruido. Vergel Radiante, mi mundo natal. No tengo recuerdos de mi infancia, pero fue donde nací al fin y al cabo, así que me importa —aclaró en cuanto Neru finalizó de contar su experiencia. Miró a Pepito—. Supongo que nuestras experiencias no son tan diferentes, sí.

—Ahora, ¿qué hay de ti, Light? ¿Quieres compartir algo con el grupo?

—No. —Agitó la cabeza para dejar más que clara su negación.

No le hacía ni una pizca de gracia confesar que había matado a una persona inocente. Ni siquiera quería recordar aquel día. ¡De ninguna manera, no podía comentar aquello delante de los aprendices!

Lo mejor de todo es que aquel no era su único trauma. Le habían intentado asesinar en múltiples ocasiones: los programas de Espacio Paranoico, su eidolon y aquellos dos desconocidos en Ciudad de Paso, una máquina letal e invencible en una mina abandonada…

Por no hablar del momento en que perdió a su eidolon a manos de Erased Data. Le entraban escalofríos con solo recordarlo.

—Bueno, vale. —Finalmente cedió y decidió contarles el trauma más reciente. Si Ronin y Yami creían que iba a servir de algo, qué remedio que creerles.

Pero antes necesitaba relajarse. Cogió aire, muchísimo, y cerró momentáneamente los ojos.

«A ver cómo reaccionan».

—Soy Light Hikari y yo maté a Hisa Wix, la Guardiana del Castillo de Bastión Hueco. —Intentó evadir las miradas de todos y siguió narrando la historia sin más, cabizbajo—. Sucedió en la ópera localizada en El País de los Mosqueteros. Habían envenenado a todos los asistentes y a tres aprendices, yo incluido. Tuve que matarla para conseguir el antídoto y salvar a todos. Casi... no lo cuento. —Quiso recalcar más el detalle del veneno que el de la muerte de la Guardiana: no quería hablar más de esto último.

Agarró con fuerza el colgante y respiró hondo: no había resultado tan difícil contarlo y no se había derrumbado. Incluso se sentía mucho más a gusto tras confesar su crimen.

Podía haberle contado también sobre la demencia que le superó cuando activó el nexo-D, pero prefirió dejarlo pasar. Si eso otro día.

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por **James Bond** » Lun Ene 19, 2015 11:34 pm

Aquella mañana fue un tanto diferente de lo habitual en Tierra de Partida. Varios aprendices, entre ellos la joven Keiko, habían sido llamados para una sesión de terapia en grupo. Por lo que había oído, aquello había sido obra de la Maestra Yami, la persona más ida de olla de aquel mundo. Era irónico que alguien así se preocupara por esas cosas. Por suerte, solo tenían que tener aquella sesión una vez como mínimo.

Además, por lo que había podido escuchar, el psicólogo era alguien llamado Pepito Grillo, un pequeño animal bastante sabio, y según decían, conocedor de otros mundos. No sabía en que le ayudaría, pero al menos, podría preguntarle por sus pesadillas.

Antes de iniciar la sesión, el pequeño animal aclaró que eran libres de hablar o quedarse callado. Obviamente no hacía falta decir que la segunda opción no ayudaba en nada.

El primero en hablar fue un joven llamado Nerusuke, aunque dijo que le podían llamar Neru. Por lo que contó, su mundo natal había sido destruido por los sincorazón y de algún modo acabó en Villa Crepúsculo, aunque Kei jamás le había visto por la zona. Al igual que ella, Neru estaba buscando a su familia, pero ambos estaban en las mismas: no habían encontrado la más mínima pista. A pesar de que Kei en su última visita a la Villa, se había encontrado con alguien demasiado parecido a su hermano, este negó serlo.

Luego le tocó el turno al tercer miembro de la terapia: Light Hikari. Simplemente comentó que había matado a la guardiana de Bastión Hueco y que casi muere al intentar conseguir un antídoto. Kei pensó que debía de ser alguien realmente fuerte si era capaz de vencer a un guardián. Si quería encontrar a su hermano, como mínimo debía de ser capaz de hacer lo que el muchacho había logrado.

—¿Quién quiere ser el siguiente? ¿Kei? Faltas tú. Oh, pero tú acabas de llegar, ¿no es cierto? Puedes contarnos algo de tu mundo y de tu vida anterior, si quieres. ¿Cómo te encontraron los Maestros?

Kei se puso nerviosa, no esperaba que le hicieran semejante pregunta. Ella quería hablar de su pesadilla, no de como fue encontrada, aunque… quizás podía meter lo que la preocupaba si lo enlazaba todo bien. La muchacha se preparó para hablar.

―Me llamo Keiko Akarui, aunque mis amigos me llaman Kei para abreviar. Vengo de Villa Crepúsculo, solía practicar la esgrima en un dojo con un profesor particular. Un día lluvioso volvía del instituto en tren, y me disponía ir a mi casa. Por el camino, me encontré a una chica a la que nunca había visto en la Villa y decidí seguirla, llegando hasta la mansión.
>Esta chica resultó que se llamaba Shinju, y que era un miembro de Bastión Hueco. Antes de que me diera cuenta, había usado su magia y me sumergió en mi mente. Luego, me obligó a luchar contra un sincorazón que adoptó la forma de mi hermano pequeño, actualmente desaparecido.

Keiko hizo una pausa para tomar aire y continuó.

―La verdad… es que llevo tiempo teniendo la misma pesadilla, relacionada con mi hermano desaparecido. Sueño que estoy en un pasillo de infinita oscuridad, corro sin poder llegar hasta el final. De pronto, acabo en una amplia estancia oscura y mi hermano está ahí. Nos atacan pequeñas figuras negras con ojos amarillos, mi hermano trata de defenderme, pero acaba siendo engullido por la oscuridad.
>Cuando estoy a punto de ser engullida yo también, un resplandor dorado reluce, y una Llave-Espada aparece, salvándome. Luego, me despierto empapada en sudor. Aunque… últimamente no me acosa tanto este sueño, antes de conocer a mi Maestra, me acosaba día sí y día también. No sé si quiere decirme algo...

por **Astro** » Sab Ene 24, 2015 9:27 pm

―¡Adaaaam!

―¿Eh...? No he sido yo.

Abrió un sólo ojo, buscando el origen de la voz. La luz que entraba por la ventana de la habitación indicaba que debía ser temprano, seguramente demasiado para él. ¡Si se había acostado hacía un par de horas! Que Nanashi insistiese tanto en que debía habituarse a un ritmo de vida diurno no había servido para mucho.

―Aquí arriba.

Saliendo de un portal de oscuridad, la cabeza de la Maestra Ariasu sonreía de oreja a oreja. Rascándose la cabeza, y entre bostezos, el vampiro se incorporó para poder observarla mejor. La conocía más bien de vista, pues sólo en un par de ocasiones había entrenado con ella, y casi no habían hablado. ¿Estaría allí para reñirle por algo que hubiera hecho... ?

Seguramente.

―Mi vampiro favorito, puesto que eres el único. Con lo entretenidos que sois siempre.

Adam esbozó una sonrisa. Al menos esta mujer era mucho más divertida que Nanashi.

―Por cierto, tengo un encargo que hacer en el mundo exterior. ¿Por qué no te vienes? Debes de sentirte aquí muy amargado, con Nanashi pendiente de cada fechoría que haces. Soy más dada a hacer la vista gorda. ¿Por qué ponerle frenos a la diversión?

―Claro ―contestó, encogiéndose de hombros.

Cualquier cosa por salir de excursión a divertirse un poco. Su Maestra no paraba de soltarle sermones por todo lo que hacía, y estar encerrado en el bastión empezaba a resultarle demasiado aburrido. Aunque Ariasu podría haber elegido una hora más oportuna.

La cabeza de la mujer desapareció en el interior del Portal, que se desvaneció al instante. En su lugar, otro apareció frente a la cama de Adam, listo para ser atravesado.

Con algo de pereza, se levantó de un salto y apunto estuvo de cruzarlo, pero se detuvo en el último instante. ¿El motivo? Se acababa de dar cuenta de un detalle: estaba desnudo.

... Seguramente sería una mala idea ir así a otro mundo. Incluso para él.

De una patada abrió el baúl donde guardaba la ropa, poniéndose lo primero que encontró dentro.

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Tras asegurarse de que llevaba puesto el anillo, y coger la petaca llena de sangre (de la que echó un trago), Adam por fin estaba preparado. De nuevo entre bostezos, cruzó el portal de oscuridad sin pensárselo ni una vez.

La diversión aguardaba.

por **Nell** » Lun Ene 26, 2015 1:43 am

Tierra de Partida

Al final, todos estaban colaborando y eso se pudo notar en el humor de Pepito Grillo, que no decayó. Asentía a las explicaciones de cada uno e iba anotando cosas en su cuaderno. El primero fue Neru:

―Por lo tanto, tienes una razón para combatir a los sincorazón ―reflexionó el grillo―. Esa será una de tus mejores virtudes, porque no buscarás gloria ni poder. Siempre que sigas buscando y no te desvíes hacia un camino de venganza.

»Hay infinitos mundos, y tarde o temprano tendrás alguna noticia. Los corazones nos conectan y esos vínculos nunca se esfuman del todo ―le sonrió con ánimo.

Acto seguido, fue el turno de Light, quien ya había intervenido brevemente en la parte de Neru (Pepito no había interrumpido aposta), y se cerró en banda al principio. Cambió de idea para aportar un relato más tenebroso. Al psicólogo se le borró la sonrisa, pero no puso ninguna cara en especial.

―Así es la guerra ―matizó al principio―. Obliga a unos y otros luchar por la supremacía. Sin embargo, no puedes culparte por hacer lo correcto: ella escogió ir en contra de todos, aun sabiendo las consecuencias; y tú solo actuaste fielmente a tu corazón, para salvar a todo el mundo. Nadie te está juzgando: el único que lo hace eres tú mismo.

Por último, le tocaba a Kei. Pepito se equivocó completamente con ella cuando creyó que por su recién incorporación no tendría mucho que contar. Fue de los tres la que más se abrió a los demás, e incluso relató cómo había llegado hasta allí. El grillo la escuchó con la más franca sonrisa en la boca, tan estática que parecía haberse quedado paralizado.

―Ya lo sabes por Neru, pero no debes desesperar en la búsqueda de tu hermano. Y que os hayáis conocido aquí os puede ayudar a aliaros y a cooperar en vuestros respectivos objetivos, a ayudaros mutuamente, puesto que sentís lo mismo ―animó, poniéndose una mano en el corazón.

»Respecto a tu sueño, estos representan tu subconsciente, esa parte de ti que es inherente y desconocida. Diría que la Llave Espada te da seguridad, puesto que te salvaba de la oscuridad ―reflexionó―. Y quizá esta sea la clave para rescatarle a él.

»¿Temes la oscuridad? No hay nada de malo en tener miedo. De hecho, vamos a hacer ahora un ejercicio de confianza. Neru, ve al armario, coge uno de los pañuelos, vuelve a la silla y véndate los ojos. Luego…

―TOC, TOC ―se escuchó un grito en el exterior, acompasado por dos golpes en la puerta.

―Adel…

Y el que apareció en ella fue, cómo no, Akio, el Maestro más renacuajo para quien no le conociera aún. Tenía una mirada prepotente y una sonrisa pícara, mientras pasaba la vista entre los presentes, sin apenas hacer caso a Pepito. Algo le divertía en la situación.

―Como suponía, otros más que se unen al club ―Akio puso los ojos en blanco. Era obvio que no tragaba al nuevo servicio de Tierra de Partida—. Me los llevo. Tenemos una misión.

—No te preocupes, a mí me pagan por sesión ―rio Pepito, cerrando el cuaderno y metiéndolo en un mini-maletín―. Estaba siendo muy productivo, chicos. Continuaremos otro día.

Si acudían a la siguiente citación, claro. Solo estaban obligados a una de presentación por los Maestros, según les habían contado.

El psicólogo les invitó amistosamente a que abandonaran la consulta y se marcharan con Akio, quien había salido a esperarles fuera para que terminaran de arreglar sus asuntos con el grillo. Era su última oportunidad para comentarle algo más, si querían, con los otros dos o en privado.

En el pasillo, Akio les esperaba con impaciencia, cruzado de brazos y con un tic en el pie.

―Id a prepararos, nos vamos en media hora. Os espero en la puerta principal ―les ordenó, para acto seguido echar a andar hacia el punto de reunión él primero. Al menos había sido considerado y no había indagado más en la charla con el loquero. ¿O se lo estaría reservando para después?

Cuando estuviesen listos y arreglados, encontrarían a Akio, con la armadura puesta y subido al glider. Les haría una seña para que le siguieran y, sin mediar ninguna palabra más, partiría hacia el espacio con ellos.

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Lo primero que les podría llamar la atención del mundo es que era un vasto campo verde, de solo un terrorífico bosque a lo lejos. Light sería el único que reconocería el mundo, al que llamaban el «Bosque de los Enanitos». Aunque, como se apreciaba, era mucho más que eso. Verían desde lo alto a muchos jornaleros trabajando la tierra, a pleno sol, puesto que era lugar muy agrícola; y digamos, tradicional.

Akio les condujo hasta un camino, transitado por algunos comerciantes a aquellas horas, por lo que aterrizaron entre los árboles que había alrededor. Al fondo de este, se apreciaba una ciudad y un castillo en lo alto de una colina.

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Cuando pusieron los pies en la tierra, Akio les advirtió:

―Haced desaparecer el glider, pero no os quitéis la armadura.

Tomó ejemplo y, únicamente desprendiéndose del casco para mostrar su rostro, les dio la explicación, mientras echaba a andar hacia el camino principal, en dirección al castillo, y esperaba que le secundaran para ir acercándose durante la charla.

―Esta misión va a ser un poco especial en varios aspectos. En primer lugar, quiero que llevéis la armadura en todo momento, debido a dos razones: una, porque tuvimos un reporte hace unos años de que había magia oscura acechando en este mundo; y la segunda la descubriréis en cuanto os deis una vuelta por la aldea. En definitiva, por precaución. Os protegerá de la oscuridad más perversa y no tendré que andar recomponiendo cachitos de vuestros corazones. ―Puso otra vez los ojos en blanco, como si alguna vez se hubiese visto obligado a hacerlo―. A ver, vosotros dos. ―Señaló a Light y Neru―. Como sois más experimentados, podéis quitárosla entera o solo el casco para no impresionar a nadie mientras estemos por la aldea, a la que ahora vamos; pero tú ―se dirigió a Kei― eres novata y posiblemente ni siquiera sepas controlarla. Tendrás que dejártela puesta o arriesgarte a no poder convocarla otra vez. Hagáis lo que hagáis, la quiero bien puesta cuando salgamos. ¿Entendido? ―Les miró de uno en uno, como si esperara alguna queja―. Y si a alguien le extraña vuestro aspecto, excusaos con que sois extranjeros y ya.

»En segundo lugar, hemos venido por una misión que ha llegado hasta los moguris. La Reina ha convocado a todo cazador interesado para que se una a una cuadrilla de caza, que formará con el fin de capturar a una bestia que últimamente anda azotando el reino. El pueblo la ha denominado «Missgunst» y ha destruido ya varias aldeas. Cuentan que llena de oscuridad el corazón de todo aquel se cruza en su camino, ¿os suena de algo? ―sonrió, puesto que era una historia que se repetía constantemente―. En realidad dicen muchas cosas de ella, pero os enteraréis mejor si investigáis por la ciudad.

»Ah, y en tercer lugar, yo os acompañaré en todo momento, aunque eso no es muy novedoso. ¿Alguna pregunta?

Comenzaban a cruzarse con gente, así que tendrían que empezar a ser disimulados con la jerga que usaran.

Bastión Hueco

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Al salir del Portal, lo primero que vería Adam sería un castillo al final del camino al que había ido a parar. Ariasu, frente a él, lo miraba poniéndose la mano de visera para tapar el sol. No había nadie más a la vista y el Portal desapareció enseguida.

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―Ese es nuestro destino ―le explicó, echando a andar hacia delante―. Verás, querido Adam, desde hace algunas semanas estoy en la búsqueda de un sincorazón muy especial, que antes tenía bajo mi dominio y un día de repente, «¡plof!», desapareció. Curioseando las últimas noticias sobre sincorazón en algunos mundos, parece que este está sufriendo ataques graves de, seguramente, algún jefe. Quiero saber si es mi sincorazón y quién lo convocó, así que iremos a la ciudad principal para recabar información. En caso de que sea el mío, tienes terminantemente prohibido matarlo. ¿Entendido? Lo quiero vivo. Es decir, tan vivo como puede estar siendo sincorazón ―se carcajeó―. Tú ya me entiendes.

»A ti te estoy sacando para darte un paseo. Haz lo que quieras mientras no me molestes.

A pesar de las duras palabras, de que no lo había convocado por dejarle ver mundo o entrenarle en la práctica, Ariasu no parecía tener mala intención. No en eso. Simplemente era un hecho que no valoraba a Adam como una posible ayuda para cumplir su capricho.

Se hubiese dado cuenta o no, se dio la vuelta hacia él, comenzando a andar hacia atrás y sonriéndole.

―¿Y qué hay de ti? ¿Qué le interesa a un vampiro fuera de un mundo constantemente en Halloween? ―Error, preparando Halloween―. Encima tienes que llevar ese farragoso anillo. Nanashi ya me ha hablado de él. Qué desencanto, con lo mucho que se alababa la fuerza nocturna de los vampiros y demás leyendas ―Hizo una mueca con la boca―. Que supongo que serán mentira, ¿no? ¿Lo del ajo también? ¿Puedo probarlo?

Si Ariasu tenía planeada alguna maldad relacionada con su debilidad, tendría que posponerla para más tarde, porque algo tras Adam le llamó la atención. Empujó al chico hacia los arbustos que había en la linde del camino, ocultándole en ellos, y ella desapareció.

Por el cielo Adam observaría cuatro puntos que fueron aumentando hasta distinguirse como gliders, con sus respectivos portadores. Descendieron entre los árboles rápidamente para no llamar la atención en un punto no muy lejano a ellos.

―Malditos sean, siempre apareciendo en el peor momento. Vamos a tener que matarl… ¡¡Mira, es Akio!! ―Adam escuchaba la voz de Ariasu a su lado, aunque no pudo verla por su hechizo de invisibilidad.

Le cogió de la mano (Adam notó el agarre) y le condujo hasta el punto en el que habían aterrizado, a una prudente distancia puesto que el aprendiz seguía visible.

Escondidos y callados, puesto que Ariasu expresó su desconfianza hacia el chico tapándole la boca (como si no temiera sus colmillos), y escucharon las palabras de Akio al completo, siguiéndole por el camino desde los matojos. Cuando llegaron a la sección de preguntas, Ariasu le frenó y le liberó. Todavía era invisible, por lo que Adam no podía verla, pero sí ubicaba más o menos su posición.

―¿Estás pensando lo mismo que yo…?

La risa que vino a continuación le haría saber que se le había ocurrido un plan divertido.

―Enhorabuena, Adam. Vas a participar en mi juego de hoy. A partir de ahora, y hasta que nos marchemos de este mundo, serás el quinto miembro de ese grupo, un aprendiz más que ha mandado «Lyn» para ayudarles. ¿Hasta ahí bien? Te repetiré lo que haga falta, porque en unos minutos vas a acercarte al Maestro Akio, el niño rubio sin casco, y le contarás ese cuento.

»Supongo que sabrás que estamos en guerra contra Tierra de Partida, ¿no? Nanashi seguro que te ha hablado de eso. Ya prevenimos que pudiera suceder desde que nos escindimos de ellos, qué se le va a hacer. Es el precio de la traición. Y le daremos una alegría si en esta excursión regresamos con noticias de unos cuantos aprendices muertos, ¿no te parece? Además, te harías todo un nombre en el castillo, puesto que es una de tus primeras salidas.

»Y qué diantres, ¡será divertido!

Incluso sin verla, podía notar su sonrisa, esperando la aprobación de Adam en el plan.

―Vamos por partes: como te he dicho, acércate a Akio y dile que has sido enviado por Lyn. Esa tipa le supervisaba todo el rato, seguro que sabe exactamente dónde está y qué va a hacer, así que no se extrañará. Has llegado hace poquísimo al castillo y no conoces a nadie más. Puede que recelen, pero nadie dudará de tu palabra porque tienes la Llave Espada y hay montones de aprendices novatos en ese casucho. No se conocen entre todos. Tus hábitos pueden ayudar a que no desconfíen por no haberte visto en zonas comunes.

»Sígueles el rollo con eso de ir a buscar al Missgunst, actúa como uno más. Seguramente sea el sincorazón por el que hemos venido. Sin embargo, si la Reina va a organizar una partida de caza y tú vas a estar en ella… Digamos que puedes «influir» en el fracaso de la misión. Sé creativo, a ver qué se te ocurre. Y sobre todo, pásatelo bien. Si te descubren, o hay muchas sospechas a tu alrededor, intervendré y los mataré a todos directamente. ―Hizo una pausa que no le pasaría inadvertida a Adam―. Excepto a Akio. A él ni se te ocurra plantarle cara, porque te destrozará a la velocidad del rayo. Limítate a odiarle como todos los demás.

»¿Tienes alguna duda? Como te quejes, te doy una colleja. ¡Es lo mejor que podía pasarnos!

Algo cayó frente a Adam, supuestamente soltado por Ariasu. Al acercarse, vería que era un pinganillo para colocarse en el oído, y que podría cubrirse disimuladamente con el pelo.

―Estaré siempre por alrededor, y puede que incluso le haga alguna jugarreta a Akio. Podré escucharlo todo a través del comunicador que te he dado, y si alguien te plantea una pregunta que no sabes responder, te la chivaré. Por lo que hemos oído, Akio te ordenará que te pongas la armadura, así que obedece. Estarás en el mismo caso que esa novata.

Parecía sumamente emocionada por poner en marcha el juego. O más bien, el «experimento».

Fecha límite: 29 de enero.

por **Astro** » Mar Ene 27, 2015 1:58 am

Ajustando su vista a la luz del sol (¡maldito sol!), Adam observó el panorama que se abría ante él tras haber cruzado el portal. Parecía un mundo muy verde y florido, donde destacaba sobre todo el castillo que se veía al final de un camino. A escasa distancia, Ariasu oteaba el horizonte con curiosidad.

―Ese es nuestro destino. Verás, querido Adam, desde hace algunas semanas estoy en la búsqueda de un sincorazón muy especial, que antes tenía bajo mi dominio y un día de repente, «¡plof!», desapareció. Curioseando las últimas noticias sobre sincorazón en algunos mundos, parece que este está sufriendo ataques graves de, seguramente, algún jefe. Quiero saber si es mi sincorazón y quién lo convocó, así que iremos a la ciudad principal para recabar información.

―¿Encontrar un sincorazón especial? Genial. ―Adam esbozó una sonrisa, imaginándose a si mismo peleando contra un sincorazón gigante.

―En caso de que sea el mío, tienes terminantemente prohibido matarlo. ¿Entendido? Lo quiero vivo. Es decir, tan vivo como puede estar siendo sincorazón. Tú ya me entiendes.

―¡Oh, venga ya, matarlos es lo más divertido! ―protestó el vampiro, cruzándose de brazos, enfurruñado.

»A ti te estoy sacando para darte un paseo. Haz lo que quieras mientras no me molestes.

―Claro, claro ―comentó con desgana.

Ahora que sabía que no podría divertirse con el sincorazón, había perdido todo el interés por la misión, fuera la que fuera. Adam tenía claro que aprovecharía para largarse por su cuenta en cuanto pudiera para ir a beber algo a alguna taberna o a seducir a alguna bella doncella de buen ver que se encontrara, para que acabara como su postre.

Sonaba bien.

―¿Y qué hay de ti? ¿Qué le interesa a un vampiro fuera de un mundo constantemente en Halloween? ―preguntó Ariasu.

―Beber, morder, pelear contra algo ―Adam se encogió de hombros, con las manos en los bolsillos―. Lo normal.

―Encima tienes que llevar ese farragoso anillo. Nanashi ya me ha hablado de él. Qué desencanto, con lo mucho que se alababa la fuerza nocturna de los vampiros y demás leyendas. Que supongo que serán mentira, ¿no? ¿Lo del ajo también? ¿Puedo probarlo?

―No, no y no. Puaj, mantén el ajo lej... ―intentó decir Adam, pero de pronto la Maestra le empujó contra los arbustos.

Cuando el joven se recompuso, encontró que Ariasu se había esfumado. ¿Dónde se había metido? Intentó buscarla a su alrededor, pero algo más llamó su atención: desde el cielo descendían cuatro gliders, cada uno montado por una persona enfundada en una armadura. Incluso para Adam, tan poco interesado en los asuntos de la llave espada, le resultó evidente interpretar aquella escena... Más o menos, tampoco estaba muy seguro.

―Malditos sean, siempre apareciendo en el peor momento. Vamos a tener que matarl… ¡¡Mira, es Akio!!

La voz de Ariasu pilló por sorpresa al chupasangre, quien volvió a buscarla a su alrededor. Sus palabras habían sonado tan cerca, casi como si estuviera a su lado. Un momento... Olfateó el aire. Sí, sin duda estaba allí. ¿Se había vuelto invisible?

Adam hizo una leve mueca de desagrado. Odiaba la magia.

Agarrado por una mano invisible, se dejó llevar por pura curiosidad hasta el lugar donde los cuatro recién llegados habían aterrizado. Allí, intentó acercarse más de la cuenta, pero Ariasu parecía tener ideas diferentes: tapó la boca del vampiro con su mano (Adam estuvo bastante tentado de morderla, pero el recuerdo de la paliza que Nanashi le dio en su día hizo que se aguantara), y le obligó a seguir avanzando a su ritmo, guardando una distancia de seguridad con el otro grupo.

El chupasangre escuchó con bastante aburrimiento cómo un chavalito rubio daba órdenes a los otros tres, que no se quitaran la armadura por no-se-qué oscuridad. Luego, algo de una cacería de una criatura que captó ligeramente el interés de Adam. Aunque el joven estaba más distraído olfateando la mano de Ariasu.

Olía bien.

Casi le costó darse cuenta de que le había soltado.

―¿Estás pensando lo mismo que yo…?

―No creo.

Sobre todo, porque él estaba pensando en morderla. La risita de la mujer consiguió que Adam se centrara un poco, guiado por su curiosidad.

―Enhorabuena, Adam. Vas a participar en mi juego de hoy. A partir de ahora, y hasta que nos marchemos de este mundo, serás el quinto miembro de ese grupo, un aprendiz más que ha mandado «Lyn» para ayudarles. ¿Hasta ahí bien? Te repetiré lo que haga falta, porque en unos minutos vas a acercarte al Maestro Akio, el niño rubio sin casco, y le contarás ese cuento.

―¿Lo qué? ―Adam se rascó la cabeza, confundido.

Tenía la impresión de que Ariasu le estaba metiendo en un buen marrón, aunque no estaba seguro de si en uno divertido o en uno malo.

»Supongo que sabrás que estamos en guerra contra Tierra de Partida, ¿no? ―El vampiro asintió, recordaba vagamente algunas explicacioens sobre el tema―. Nanashi seguro que te ha hablado de eso. Ya prevenimos que pudiera suceder desde que nos escindimos de ellos, qué se le va a hacer. Es el precio de la traición. Y le daremos una alegría si en esta excursión regresamos con noticias de unos cuantos aprendices muertos, ¿no te parece? Además, te harías todo un nombre en el castillo, puesto que es tu primera salida.

»Y qué diantres, ¡será divertido!

―Puede estar bien... ―respondió, rascándose la barbilla.

No estaba del todo convencido, pero si podía acabar peleando y mordiendo a alguien, estaba dispuesto a intentarlo. Total, ¿qué podría pasarle?

―Venga, me apunto ―decidió al fin, encogiéndose de hombros.

Al fin y al cabo, siempre podía irse a la taberna si acababa aburriéndose.

―Vamos por partes: como te he dicho, acércate a Akio y dile que has sido enviado por Lyn. Esa tipa le supervisaba todo el rato, seguro que sabe exactamente dónde está y qué va a hacer, así que no se extrañará. Has llegado hace poquísimo al castillo y no conoces a nadie más. Puede que recelen, pero nadie dudará de tu palabra porque tienes la Llave Espada y hay montones de aprendices novatos en ese casucho. No se conocen entre todos. Tus hábitos pueden ayudar a que no desconfíen por no haberte visto en zonas comunes.

Adam asintió repetidas veces, esforzándose en memorizar lo que le decía. Seguramente, se le acabaría olvidando algún detalle. O casi todos.

»Sígueles el rollo con eso de ir a buscar al Missgunst, actúa como uno más. Seguramente sea el sincorazón por el que hemos venido. Sin embargo, si la Reina va a organizar una partida de caza y tú vas a estar en ella… Digamos que puedes «influir» en el fracaso de la misión. Sé creativo, a ver qué se te ocurre. Y sobre todo, pásatelo bien. Si te descubren, o hay muchas sospechas a tu alrededor, intervendré y los mataré a todos directamente. ―Adam esbozó una amplia sonrisa y soltó una carcajada. Aquello mejoraba por momentos―. Excepto a Akio. A él ni se te ocurra plantarle cara, porque te destrozará a la velocidad del rayo. Limítate a odiarle como todos los demás.

―Eh, podrías dejar de subestimarme ―protestó, molesto porque una vez más le prohibía rematar la faena.

»¿Tienes alguna duda? Como te quejes, te doy una colleja. ¡Es lo mejor que podía pasarnos!

―¿Pasa algo si me como a alguno de los no-Akio? ―Fue lo primero que le vino a la cabeza―. ¿Y cómo decías que se llamaba mi nueva falsa maestra? ¿Pin?

Tras escuchar las respuestas, el joven agarró al vuelo algo que debía de haber soltado Ariasu: una especie de pequeño aparato.

―¿Qué hago con esto?

Con las indicaciones de la Maestra, se colocó el pinganillo en el oído. Por si no había quedado claro, Adam y la tecnología no se llevaban bien.

―Estaré siempre por alrededor, y puede que incluso le haga alguna jugarreta a Akio. Podré escucharlo todo a través del comunicador que te he dado, y si alguien te plantea una pregunta que no sabes responder, te la chivaré. Por lo que hemos oído, Akio te ordenará que te pongas la armadura, así que obedece. Estarás en el mismo caso que esa novata.

―Sí, señorita~

Adam se incorporó de un salto, asegurándose de llevar bien puesto tanto el pinganillo como el anillo protector. Hizo un gesto de despedida al aire, esperando que Ariasu lo viera, y retrocedió por los arbustos el camino que habían avanzado cuando Akio estaba explicando aquel rollo a los de Tierra de Partida. Cuando hubo una distancia suficiente como para que no le vieran salir de los matorrales, saltó al camino principal y echó a correr hacia el grupo a simple vista de todos.

―¡¡Eh, esperad!!

Cuando llegó hasta ellos, freno de golpe y enseñó su mejor sonrisa, mirando a cada uno de arriba a abajo con su descaro natural. Al final se centró sobre todo en el chico rubio del que Ariasu le había hablado, el maestrillo.

―Eres Akio, ¿no? Lyn me dijo que viniera a este mundo y que te buscara para unirme a la misión, o algo así, pero me he despistado y llego un poco tarde ―comentó, rascándose el pelo―. Soy Adam, por cierto. Hace poco que he llegado a Tierra de Partida.

Hizo un gesto de saludo con la mano.

»¿Me he perdido algo?

por **Darkness Seeker** » Mar Ene 27, 2015 10:38 am

―Por lo tanto, tienes una razón para combatir a los sincorazón ―comentó Pepito al poco de terminar de contar mis experiencias―. Esa será una de tus mejores virtudes, porque no buscarás gloria ni poder. Siempre que sigas buscando y no te desvíes hacia un camino de venganza.

»Hay infinitos mundos, y tarde o temprano tendrás alguna noticia. Los corazones nos conectan y esos vínculos nunca se esfuman del todo.

Se sentía bien saber que siempre había gente apoyándote, pero... ¿Todavía habría esperanza? ¿Tras cerca de un año ya de búsqueda? Intenté relajarme y, de paso, averiguar algo más sobre el resto de presentes. Me sorprendió ver que Light también era un chico cuyo mundo había sido destruido, y aunque no dió datos específicos, me imaginaba que de eso hacía ya tiempo.

Después le toco a la chica: Su nombre era Keiko Akarui. Cada vez tenía más dudas sobre esta chica. ¿Porqué su apellido me resultaba familiar? Al parecer la niña estaba buscando a su hermano pequeño, al igual que yo a mi familia...

―TOC, TOC

El golpeteo contra la puerta me despertó de mis pensamientos, haciéndome preguntar de quién se trataría para interrumpir las ayudas de Pepito.

―Adel…

Sin siquiera esperar a que terminara Pepito, Akio (Mi Maestro personal) entró por la puerta con su clásica despreocupación por todo cuánto ocurriera mientras nos observaba a los aprendices allí presentes.

―Como suponía, otros más que se unen al club. Me los llevo. Tenemos una misión.

—No te preocupes, a mí me pagan por sesión ―respondió Pepito mientras cerraba su cuaderno y lo guardaba en un sitio seguro―. Estaba siendo muy productivo, chicos. Continuaremos otro día.

Tras despedirme de Pepito, salí por la puerta junto a mis compañeros, esperando una explicación más a fondo de Akio.

―Id a prepararos, nos vamos en media hora. Os espero en la puerta principal.

A poco de irse, cada uno de nosotros se fue en una dirección para atajar antes hacia su cuarto, por lo que para cuándo terminamos ya Akio nos esperaba con la armadura puesta, haciéndonos una seña para que le siguiéramos.

Imagen

Finalmente llegamos a un mundo sorprendentemente vivaz. No parecía haber ningún problema a primera vista, de hecho reinaba una paz casi absoluta. Tras un pequeño rodeo, acabamos bajando en un camino vacío, donde Akio ya nos contó que hacíamos allí.

―Haced desaparecer el glider, pero no os quitéis la armadura.

Extrañado por la petición, hice lo propio y me deshice del glider sin llegar a quitarme la armadura.

―Esta misión va a ser un poco especial en varios aspectos. En primer lugar, quiero que llevéis la armadura en todo momento, debido a dos razones: una, porque tuvimos un reporte hace unos años de que había magia oscura acechando en este mundo; y la segunda la descubriréis en cuanto os deis una vuelta por la aldea. En definitiva, por precaución. Os protegerá de la oscuridad más perversa y no tendré que andar recomponiendo cachitos de vuestros corazones. A ver, vosotros dos. ―Dijo señalándonos a Light y a mí―. Como sois más experimentados, podéis quitárosla entera o solo el casco para no impresionar a nadie mientras estemos por la aldea, a la que ahora vamos; pero tú ―comentó mientras dirigía su mirada a Keiko― eres novata y posiblemente ni siquiera sepas controlarla. Tendrás que dejártela puesta o arriesgarte a no poder convocarla otra vez. Hagáis lo que hagáis, la quiero bien puesta cuando salgamos. ¿Entendido?

― Y si a alguien le extraña vuestro aspecto, excusaos con que sois extranjeros y ya.

―Entendido―comenté una vez me desactivara el casco de la armadura

»En segundo lugar, hemos venido por una misión que ha llegado hasta los moguris. La Reina ha convocado a todo cazador interesado para que se una a una cuadrilla de caza, que formará con el fin de capturar a una bestia que últimamente anda azotando el reino. El pueblo la ha denominado «Missgunst» y ha destruido ya varias aldeas. Cuentan que llena de oscuridad el corazón de todo aquel se cruza en su camino, ¿os suena de algo? En realidad dicen muchas cosas de ella, pero os enteraréis mejor si investigáis por la ciudad.

Tras la explicación, comenzamos a andar hacia delante, pero...

―¡¡Eh, esperad!!

Extrañado, o más bien pensando a quién se refería, me giré para encontrarme con un chico al que no había visto jamás en mi vida. Sus rasgos más curiosos era el raro anillo que llevaba puesto y que al hablar... ¿Le había visto colmillos?

―Eres Akio, ¿no? Lyn me dijo que viniera a este mundo y que te buscara para unirme a la misión, o algo así, pero me he despistado y llego un poco tarde.Soy Adam, por cierto. Hace poco que he llegado a Tierra de Partida.

Estaba algo confuso por aquella presentación ¿Cómo es que si tenía la misión no había venido con nosotros desde Tierra de Partida? Decidí no darle más vueltas para concentrarme en nuestra misión.

―Encantado, soy Neru

»¿Me he perdido algo?[/quote]

por **Light** » Mar Ene 27, 2015 2:02 pm

―Así es la guerra. Obliga a unos y otros luchar por la supremacía. Sin embargo, no puedes culparte por hacer lo correcto: ella escogió ir en contra de todos, aun sabiendo las consecuencias; y tú solo actuaste fielmente a tu corazón, para salvar a todo el mundo. Nadie te está juzgando: el único que lo hace eres tú mismo.

Mira que había intentado dar énfasis al trauma del veneno. Pero no, le tenía que restregar lo de su muerte. Tenía que haberlo omitido, maldita sea.

Light se limitó a asentir una y otra vez, aparentando que le importaba lo que estaba diciendo (que en realidad no), cruzado de brazos.

El discurso de Pepito sería diferente y le hubiera servido de algo si Light no hubiera mentido. En realidad Wix no escogió ir en contra de todos los asistentes, todo había sido una manipulación suya para que pareciera que ese era el caso; pero en realidad ella había planeado ser la única en morir aquella noche, de una forma u otra. Y esa forma fue al final… luchando contra él.

Claro que Light no estaba dispuesto a contarle la verdad a su psicólogo. Aunque Bavol lo fuera soltando por ahí, él iba a cumplir la última voluntad de la Guardiana y no iba a revelar nada. No conseguiría ningún beneficio con eso, pero al menos tendría la mente tranquila.

El relato de la chica, la tal Keiko, le resultó bastante familiar. No porque la conociera o lo hubiera oído antes, sino porque él también experimentaba muchas pesadillas y también tenía algún familiar desaparecido, dos de hecho.

Light atendió con mucho más desinterés los discursos de Pepito que iban dirigidos a sus dos compañeros. Llegó un momento en el que se tapó la boca para disimular un bostezo. Aquella sesión no estaba resultando de ninguna utilidad para él.

Pepito incluso sugirió realizar un juego para ayudarles a superar su fobia a la oscuridad. Inevitablemente, Light sintió algo de curiosidad por aquel ejercicio. Por desgracia, no pudieron continuar con la terapia porque alguien interrumpió la sesión.

―TOC, TOC.

«¿Qué forma de llamar a la puerta es esa?».

La de un crío como Akio.

―Adel…

El pequeño Maestro entró en la sala sin más. Ni siquiera pidió permiso para interrumpir la clase o para preguntar si molestaba su presencia.

La expresión del niño le puso de los nervios y le hizo sentir que realmente estaba haciendo el ridículo en aquel lugar.

―Como suponía, otros más que se unen al club ―«Todos locos»—. Me los llevo. Tenemos una misión.

—No te preocupes, a mí me pagan por sesión. Estaba siendo muy productivo, chicos. Continuaremos otro día.

A la vista de que le había servido más bien de poco, lo dudaba.

Se levantó de su asiento con premura, se despidió de Pepito Grillo con un simple «adiós» y salió al pasillo, donde les estaba esperando Akio. Una vez todos se hubieran reunido, éste les comentaría lo que tenían que hacer.

―Id a prepararos, nos vamos en media hora. Os espero en la puerta principal.

Y se marchó sin más, hacia el lugar acordado. Light intercambió fugaces miradas con sus compañeros y, decidido a no perder el tiempo, se dirigió a su cuarto para coger algunos objetos como ultrapociones y éteres simplemente.

***

La sorpresa se dibujó ligeramente en el rostro del aprendiz cuando localizó un mundo que ya había visitado con anterioridad. Él ya acudió al Bosque de los Enanitos hace dos años por una misión que le encomendó la Maestra Rebecca.

Cabía decir que no tenía precisamente buenos recuerdos de aquella misión. Desde el primer momento se vio superado por infinitos SIncorazón; y ahí no acabó la cosa, después tuvo que escapar de la máquina responsable de los temblores en la mina. Desgraciadamente no pudieron derrotarla, por entonces era demasiado débil.

Siguieron a Akio y aterrizaron cerca de un camino por el que transitaban varios comerciantes. Por suerte no llamaron mucho la atención porque aterrizaron en la arboleda.

El castillo y la ciudad que se avistaban a lo lejos no le resultaron nada familiares. De su anterior visita solo recordaba el bosque lleno de Sincorazón, la solitaria cabaña que se encontraba al lado del bosque, el camino que llevaba a la mina y la mina en sí.

―Haced desaparecer el glider, pero no os quitéis la armadura ―recomendó Akio.

No llegó a comprender del todo su consejo, pero aun así no le desobedeció.

―Esta misión va a ser un poco especial en varios aspectos ―empezó a explicarles mientras se movían―. En primer lugar, quiero que llevéis la armadura en todo momento, debido a dos razones: una, porque tuvimos un reporte hace unos años de que había magia oscura acechando en este mundo; y la segunda la descubriréis en cuanto os deis una vuelta por la aldea. En definitiva, por precaución. Os protegerá de la oscuridad más perversa y no tendré que andar recomponiendo cachitos de vuestros corazones.

Light puso también los ojos en blanco, enmudecido.

―A ver, vosotros dos. ―Se dirigió a Neru y Light―. Como sois más experimentados, podéis quitárosla entera o solo el casco para no impresionar a nadie mientras estemos por la aldea, a la que ahora vamos; pero tú ―se refería a Keiko esta vez― eres novata y posiblemente ni siquiera sepas controlarla. Tendrás que dejártela puesta o arriesgarte a no poder convocarla otra vez. Hagáis lo que hagáis, la quiero bien puesta cuando salgamos. ¿Entendido? Y si a alguien le extraña vuestro aspecto, excusaos con que sois extranjeros y ya.

Light imitó a Neru y simplemente hizo desaparecer casco, no muy convencido. ¿Estaría a salvo de la magia oscura con el rostro al descubierto? Obedeció a Akio porque no quería llamar la atención, pero no se podía decir que le hiciera mucha gracia.

―En segundo lugar, hemos venido por una misión que ha llegado hasta los moguris. La Reina ha convocado a todo cazador interesado para que se una a una cuadrilla de caza, que formará con el fin de capturar a una bestia que últimamente anda azotando el reino. El pueblo la ha denominado «Missgunst» y ha destruido ya varias aldeas. Cuentan que llena de oscuridad el corazón de todo aquel se cruza en su camino, ¿os suena de algo? ―«¿Un Sincorazón?»―. En realidad dicen muchas cosas de ella, pero os enteraréis mejor si investigáis por la ciudad.

«Llena de oscuridad el corazón de todo aquel que se cruza en su camino… Qué mal rollo, ¿no?», observó con disimulo al único compañero suyo que llevaba la cara al descubierto (si Keiko había obedecido a Akio, claro está) e interpretaría por su rostro su reacción tras escuchar a Akio. ¿Estaría tan preocupado como él?

«Bah, será solo un Sincorazón de esos grandes».

―Ah, y en tercer lugar, yo os acompañaré en todo momento, aunque eso no es muy novedoso. ¿Alguna pregunta?

―En definitiva, tenemos que exterminar a la criatura esa y ya está, ¿no?

La verdad es que no tenía ninguna pregunta más. Quería saber más cosas de aquel Sincorazón, pero tal como le dijo Akio, obtendrían más información investigando la ciudad.

Mientras caminaban hacia el castillo, la exclamación de alguien le obligó a detenerse y a voltearse para comprobar de quién se trataba. Era un joven altísimo, de cabello blanco, de piel pálida y de ojos color escarlata. Un color extraño para un par de ojos sin duda...

―¿Quién eres tú? ―interrogó Light en primer lugar, algo aturdido.

―Eres Akio, ¿no? Lyn me dijo que viniera a este mundo y que te buscara para unirme a la misión, o algo así, pero me he despistado y llego un poco tarde ―indicaba mientras se rascaba el pelo―. Soy Adam, por cierto. Hace poco que he llegado a Tierra de Partida. ―Eso se lo creyó totalmente porque no recordaba haberle visto en Tierra de Partida. Tampoco tenía motivos para sospechar que se tratara de un farsante, ni se le pasó por la cabeza.

Observó la reacción de Akio y, tras escuchar lo que tuviera que decirle a Adam, le tendió la mano al joven para que las estrecharan.

―Todo un detalle de Lyn enviarnos refuerzos.

»Bienvenido al grupo, mi nombre es Light.

por **James Bond** » Mar Ene 27, 2015 9:49 pm

Cuando Keiko terminó de contar su historia personal, Pepito empezó a analizar caso por caso hasta llegar a ella.

—Ya lo sabes por Neru, pero no debes desesperar en la búsqueda de tu hermano. Y que os hayáis conocido aquí os puede ayudar a aliaros y a cooperar en vuestros respectivos objetivos, a ayudaros mutuamente, puesto que sentís lo mismo— afirmó el pequeño animal, aunque Keiko no estaba segura de que eso la ayudase.
>>Respecto a tu sueño, estos representan tu subconsciente, esa parte de ti que es inherente y desconocida. Diría que la Llave Espada te da seguridad, puesto que te salvaba de la oscuridad. Y quizá esta sea la clave para rescatarle a él.

Keiko reflexionó. Era cierto que, en su sueño, la Llave Espada aparecía en el último segundo antes de ser tragada por completo por la oscuridad y luego despertaba de repente. Pero no estaba segura de si en su sueño, se salvaba de verdad o no. Luego, Pepito le comentó a la joven que no era malo tener miedo a la oscuridad, y trató de empezar un ejercicio cuando fue interrumpido.

Quien había cortado la sesión era ni más ni menos que un renacuajo rubiales que a Keiko le dió la sensación de que se creía el dueño del lugar.

—Como suponía, otros más que se unen al club. Me los llevo. Tenemos una misión— la muchacha puso cara de sorpresa, puesto que... ¿qué autoridad tenía aquel crío para llevárselos así sin más?
—No te preocupes, a mí me pagan por sesión— Kei se quedó más descolocada al oír aquello. A Pepito ni le importaba lo más mínimo que alguien se llevara a sus pacientes a Dios sabe donde—. Estaba siendo muy productivo, chicos. Continuaremos otro día.

El grillo se marchó e inmediatamente, los tres aprendices presentes se marcharon, pues el criajo les ordenó que les veía en la puerta en menos de treinta minutos. La muchacha corrió todo lo que pudo hacia su habitación, pues tenía un par de cosas que recoger: su espada y unas garras provenientes de un regalo que fue obsequiado por la Maestra Yami. Nada más recoger sus armas, ella se dirigió al punto de encuentro, en el cual, el pequeñajo les estaba esperando con una armadura puesta y el glider listo. Así que por lo visto, iban a viajar fuera.

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—Haced desaparecer el glider, pero no os quitéis la armadura— advirtió el joven.

Los aprendices, no tardaron mucho en hacer aquello que se les había ordenado.

—Esta misión va a ser un poco especial en varios aspectos. En rpimer lugar, quiero que llevéis la armadura en todo momento, debido a dos razones: una, porque tuvimos un reporte hace unos años de que había magia oscura acechando en este mundo; y la segunda la descubriréis en cuanto os deis una vuelta por la aldea. En definitiva, por precaución. Os protegerá de la oscuridad más perversa y no tendré que andar recomponiendo cachitos de vuestros corazones. A ver, vosotros dos— señaló a los compañeros masculinos de Keiko en la terapia—. Como sois más experimentados, podéis quitárosla entera o solo el caso para no impresionar a nadie mientras estemos por la aldea, a la que ahora vamos; pero tú— dijo a Kei— eres novata y posiblemente ni siquiera sepas controlarla. Tendrás que dejártela puesta o arriesgarte a no poder convocarla otra vez. Hagáis lo que hagáis, la quiero bien puesta cuando salgamos. ¿Entendido? Y si a alguien le extraña vuestro aspecto, excusaos con que sois extranjeros y ya.

La excusa era simplona, pero efectiva para aquel caso, desde luego, nadie iba a dudar de que fueran extranjeros si llevaban puestas extrañas armaduras. Keiko, solo por precaución, se dejó la armadura puesta. No es como si quisiera obedecer a aquel niño.

—En segundo lugar, hemos venido por una misión que ha llegado hasta los moguris. La Reina ha convocado a todo cazador interesado para que se una a una cuadrilla de caza, que formará con el fin de capturar a una bestia que últimamente anda azotando el reino. El pueblo la ha denominado <<Missgunst>> y ha destruido ya varias aldeas. Cuentan que llena de oscuridad el corazón de todo aquel que se cruza en su camino, ¿os suena de algo?— sí, eso era más propio de un sincorazón, según tenía entendido—. En realidad dicen muchas cosas de ella, pero os enteraréis mejor si investigáis por la ciudad.
>>Ah, y en tercer lugar, yo os acompañaré en todo momento, aunque eso no es muy novedoso. ¿Alguna pregunta?

Keiko levantó la mano.

—Perdona, ¿quién eres tú y por qué hemos de seguir tus órdenes?

Si el pequeñajo le respondía, la muchacha comenzaría a andar cuando...

—¡¡Eh, esperad!!— un extraño chico corría hacia ellos—. Eres Akio, ¿no? Lyn me dijo que viniera a este mundo y que te buscara para unirme a la misión, o algo así, pero me he despistado y llego un poco tarde.Soy Adam, por cierto. Hace poco que he llegado a Tierra de Partida.
―Encantado, soy Neru.
―Todo un detalle de Lyn enviarnos refuerzos. Bienvenido al grupo, mi nombre es Light.
―Keiko Akarui― respondió la chica.

por **Nell** » Mié Ene 28, 2015 11:56 pm

Bastión Hueco

El suspiro de Ariasu fue claramente audible.

―Lyn. ¡Lyn! Memorízalo o te cazarán a los dos segundos, y quizá sí sea más divertido verte escapar de ellos. ―No sonaba a broma―. Come lo que quieras una vez hayas sido descubierto, aunque no creo que te sepan bien. Y recuerda: ¡no te enfrentes a Akio!

Esperó unos segundos en silencio hasta comprobar que Adam estaba listo y no tenía más preguntas.

―Mi pobre vampirito. Al final del viaje, sabremos si yo te subestimo o si tú te sobrestimas.

»Ahora, ve. Sé cauto y paciente, que el juego no ha hecho más que comenzar.

Tierra de Partida
(y Adam)

Tanto Light como Neru, los más experimentados, decidieron dejarse quitado el casco por pura comodidad. Akio no comentó nada, ni volvió a prevenirles de un peligro que parecía solo preocuparle a él, sobre todo porque tenía otro problema: Keiko. Por un momento, se quedó mudo de espanto (literalmente) cuando le preguntó que quién era. Luego, poco a poco, fue enrojeciendo, aunque no pudieron saber muy bien si de vergüenza o de ira.

―¡Soy un Maestro, idiota! ¿Es que te pones a seguir al primero que te dice que lo hagas? ¡Los aprendices de ahora sois demasiado sumisos!

Tan dignamente como pudo, dio varias zancadas largas para andar por delante de ellos, con los puños apretados y murmurando sin voz algo con los labios (seguramente nada bonito). Se le había olvidado que, antes de Keiko, le habían hecho otras preguntas. Mientras al Maestro se le pasaba el enfado, los aprendices vieron acercarse a alguien más hacia ellos.

Akio se dio la vuelta para contemplar a Adam, que le llamaba, y enarcó una ceja. Sin embargo, era obvio que no sospechaba absolutamente nada.

―Pff, ¿es que Lyn no se va a cansar nunca de encasquetarme holgazanes? ―gruñó. No era la primera vez que se lo hacía―. ¡Ya no tengo diez años! ―Se rumoreaba por el castillo que eran catorce. Sin embargo, en vez de seguir protestando a unos aprendices que el asunto no les importaba, prefirió asumirlo y guardárselo para seguir rumiándolo por dentro―. Únete a la cola con los demás. Decías que eras nuevo, ¿no? Pues ponte la armadura y no te la quites. Te habrán enseñado, digo yo. Vamos a unirnos a una partida de caza para matar a un sincorazón. Si quieres los detalles, que te los cuenten alguno de ellos.

»El objetivo es exterminarlo, sí ―respondió con más calma, recordando la pregunta de Light―. Pero en vez de hacerlo por nuestra cuenta, seguiremos las órdenes de la Reina. ―Y ahí paró, sin explicar del todo el motivo.

Por el contrario, recordando algo, se giró hacia Kei:

―¡Hasta este novato lo sabe! ―le restregó. Se estaba comportando como un completo niño enrabietado con el asunto.

La ciudad ya no quedaba lejos. A medida que se acercaban, se fueron cruzando con más personas: algunas, observaban con curiosidad sus armaduras; otras, en cambio, tenían mejores cosas que hacer. Por el momento, nadie había mostrado la suficiente curiosidad para preguntarles, cuando era obvio que no eran caballeros (sobre todo en algunos casos).

Cuando entraron en ella, comprobaron que el camino principal que habían recorrido estaba hecho para ser una senda directa hasta el castillo de la Reina, alzado sobre un gran montículo por el que tendrían que subir, tras atravesar un puente, puesto que estaba rodeado de agua. A ambos lados de él, había toda clase de comercios en plena hora de venta, y el bullicio era tal que habría de alzar obligatoriamente la voz para oírse entre ellos. Además, tenían que estar pendientes de que ningún carro los arrollara.

Si salían de la avenida principal, comprobarían que el resto de la ciudad se componía de los hogares de los ciudadanos, donde había más tranquilidad y menos marabunta de personas, puesto que no era zona de mercado.

Akio les puso en corro para que se oyeran bien, y les señaló hacia el castillo: la audiencia con la Reina iba a comenzar pronto y él tenía que ir para presentarlos a todos. Sin embargo, si alguno quería rezagarse un poco más o no entrar, suya era la decisión. Además, así tendrían la oportunidad de investigar por su cuenta. Una vez dicho, se perdió entre la gente, con lo pequeño que era, rumbo adonde había indicado.

Spoiler: Mostrar

A poco que escucharan a la gente hablar de algo más que el regateo, sabrían que el tema de moda era el dichoso Missgunst, al que todos maldecían a viva voz, y del que corrían innumerables rumores. La criatura era popular porque, aparte de los estragos causados y del misterio alrededor de su naturaleza, aquel era el día en el que partirían los cazadores a asesinarlo. Es decir, ellos.

Había un corrillo especial de un par de marujas y un marido, frente al puesto del pescado, divagando acerca del monstruo:

―… grande como el castillo de la Reina, capaz de comerse ciudades enteras y de arrasar los campos en segundos. ¡Es el mismísimo Diablo! Dicen que sumirá al mundo en el caos y que nada podrá impedírselo. ¡Dios nos asista! ―explicaba la primera mujer.

―Tonta, que te estás confundiendo. El Missgunst es una deidad del río, que castiga a los hombres por sus pecados. ¿Por qué crees si no que se echa toda la cosecha a perder? Su influencia llega mucho más allá que la destrucción: condena a los perversos a su propia ruina, como a ese crío, Burke ―apuntó la amiga, esbozando una sonrisa con su siguiente comentario―. No sera por tanto de extrañar que algún día venga a por nuestra querida Reina. Dicen las malas lenguas que incluso ya lo intentó.

―¿Lo llamas deidad? ¡No creerás esas bobadas! ―le reprochó el esposo de la primera―. Es la maldad personificada. No puede ser otra cosa si acudió para llevarse a la Reina y esta sigue con vida. Los demonios no se matan entre sí. Mala hierba nunca muere.

―Sé de lo que me hablo: mi prima murió en esa última aldea que atacó. Su hermano nos trajo las nuevas.

―¿Y cómo no pereció con ella, eh? ¿Insinúas que quien está libre de pecado puede librarse de su maldad?

―Ha de suponerse que sí. Dios sabe que le dio una cara fea a cambio de un buen corazón. Y una buena mujer, porque lo que no tenía él lo suplía ella.

Por otro lado, en la pared de la calle estaba apostada una mendiga, a la que los niños se acercaban para preguntarle por su experiencia con el Missgunst. Al parecer, era una de los pocos supervivientes de sus masacres, como el primo anteriormente mencionado, y lo había perdido todo.

―Me escondí en el sótano por orden de mi padre. Fue espantoso. Escuché los gritos de socorro, pero me habían advertido que no abriera a nadie. Arañaron la puerta y pidieron piedad hasta su último aliento. Creí estar a salvo, hasta que la escotilla reventó y lo vi. Me observó atentamente, con unos horribles ojos ámbar, y como si no hubiera nada interesante en mí, se retiró y me dejó con vida. Mi madre no sobrevivió, y mi padre no aguantó la pena.

―¿Y cómo era? ¿Grande? ¿Había mucha sangre? ―le preguntaron de uno en uno los niños.

―No sé, no mucho… ¿Sangre? No… Solo quiero olvidar…

Por último, verían a una pareja hablar con un cura, cuyo asunto también estaba referido a la criatura.

―Si la criatura ha introducido al demonio dentro de él, solo una sesión de exorcismo le curará. Haré lo que pueda por su sobrino, y han de tener esperanza, pues Dios ya le salvó una vez del mal. Volverá a hacerlo si eso entra dentro de su plan divino.

―Gracias, padre. Le hemos dejado en la vieja casa abandonada del distrito sureste, la que tiene un sahumerio con incienso y mirra sobre su ventana. Está encadenado, para que no pueda hacer daño a nadie.

―Pasaré a verle más tarde.

Si a alguno le interesaba la historia del niño, encontrarían la casa con suma facilidad por las indicaciones del padre. No obstante, eso les alejaría del camino principal y quizá no pudieran acudir a la cita con la Reina.

Ahora, solo les quedaba escoger qué querían hacer: si recabar información de una fuente directa, o seguir a Akio hacia el castillo, donde el asunto de la caza del sincorazón sería más discutido que su procedencia.

Fecha límite: 2 de febrero.

por **Astro** » Jue Ene 29, 2015 7:33 pm

―Pff, ¿es que Lyn no se va a cansar nunca de encasquetarme holgazanes? ¡Ya no tengo diez años! ―se quejó el pequeño maestro, una vez Adam se había presentado frente a él.

―¿Tienes once? ―bromeó el vampiro.

―Únete a la cola con los demás. Decías que eras nuevo, ¿no? Pues ponte la armadura y no te la quites. Te habrán enseñado, digo yo. Vamos a unirnos a una partida de caza para matar a un sincorazón. Si quieres los detalles, que te los cuenten alguno de ellos.

―Vaaale~

Adam golpeó la placa que llevaba en el muslo de la pierna derecha, enfundándose en su armadura de color rojo sangre. Esperó con los brazos cruzados a que Akio terminara de responder las dudas que le habían hecho los otros aprendices, y siguió al grupo como uno más. Caminaba con los brazos tras la cabeza, silbando una alegre canción. Si alguno de los otros le preguntaba o le contaba algo por el camino, contestaría sin problemas.

Llegaron a la ciudad al poco, atravesando una senda recta directos hacia el castillo. Pasaron por delante de tiendas y de negocios, todos abarrotados por ser hora punta del mercado, y más de uno se quedó mirando al extraño grupo y a sus armaduras. Aunque por otra parte, los ojos de Adam iban más pendientes en buscar a alguna bella doncella que en curiosear la ciudad. Se quedó mirando un poco el imponente castillo, pero poco más.

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Las indicaciones de Akio fueron claras. Él se adelantaría al castillo para presentar al grupo antes de que empezara la cacería de la reina. Los aprendices, podían hacer lo que quisieran, más o menos. En teoría, tenían que investigar la zona. Menudo coñazo.

En cuanto el pequeño maestro desapareció entre la multitud, Adam se quitó el casco de la armadura y lo dejó caer al suelo, sin darle ninguna importancia.

―Esta cosa es agobiante ―comentó.

Se habría quitado directamente toda la armadura, pero las palabras de Ariasu resonaron en su cabeza. Tendría que aguantar un poco más para "seguir el juego".

"Pues que empiece pronto la diversión o me largo."

Apoyado en un poste de madera, esperando a ver qué hacían el resto de aprendices, las conversaciones de alrededor no tardaron en llegar a sus oídos. Y todas parecían hablar sobre el monstruo que asolaba el reino, el famoso Missgunst. Que si era grande como un castillo, que si castigaba a los hombres por sus pecados, que si las personas sin maldad no debían tenerle miedo... Bah, tonterías.

Ariasu lo había dicho, era un sincorazón. Había que destruirlo, y todos contentos. Sobre todo Adam.

―Bah, yo me largo. ―El chupasangre se incorporó, señalando hacia el castillo, por el mismo camino por el que había ido Akio―. ¿Alguien se viene?

Solo o acompañado, Adam se dirigió con total tranquilidad hacia el castillo, silbando una de sus melodías. Al menos allí sabría algo más sobre su presa.

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por **Darkness Seeker** » Vie Ene 30, 2015 8:06 pm

―¡Soy un Maestro, idiota! ¿Es que te pones a seguir al primero que te dice que lo hagas? ¡Los aprendices de ahora sois demasiado sumisos!

Akio se tomó de mala manera la pregunta de Keiko, por lo que una vez se alejara, me acequé a Keiko para intentar calmarla, pero entonces Akio comenzó a hablar:

―Pff, ¿es que Lyn no se va a cansar nunca de encasquetarme holgazanes? ¡Ya no tengo diez años!―arrugando el ceño, volvió a seguir con las respuestas y explicaciones ―. Únete a la cola con los demás. Decías que eras nuevo, ¿no? Pues ponte la armadura y no te la quites. Te habrán enseñado, digo yo. Vamos a unirnos a una partida de caza para matar a un sincorazón. Si quieres los detalles, que te los cuenten alguno de ellos.

»El objetivo es exterminarlo, sí Pero en vez de hacerlo por nuestra cuenta, seguiremos las órdenes de la Reina.

Nada más aclarar aquél dato, y antes de que siguiéramos, dirigió una mirada inquisidora a Keiko.

―¡Hasta este novato lo sabe!

―Tranquila, siempre es así. Diría que todos hemos pasado por esto, así que... intenta aguantarle como puedas.―le comenté con una sonrisa final.

Era capaz de comprender por lo que estaba pasando, cuándo yo empecé también tuve muchas dudas al principio de todo cuánto pasaba a mi alrededor: Los sincorazón, el intersticio, la protección de los mundos, Bastión Hueco... Mhm... Bastión Hueco... Era algo que aún me costaba entender. Si buscábamos ambos la paz entre mundos... ¿Porqué nos enfrentábamos entre nosotros? ¿Porqué no nos uníamos como en el pasado frente a Erased Data?

Mientras pensaba en aquello, comenzamos a entrar en la ciudad. A medida que avanzamos por las calles de la ciudad medieval, no faltaron los que comenzaron a mirarnos, aunque aquello no era lo más importante. Llegados a una plaza, comenzamos a oír a muchisímos ciudadanos hablando sobre el misterioso "Mistgunst". Algunos de ellos mencionaron datos físicos, lo cuál nos sería útil, no eran precisos, pero algo era algo.

En un momento, Akio nos reunió para avisarnos de que él se adelantaría en el camino para solicitar la audiencia con la Reina. Tras esto marchó, dejándonos unos segundos para elegir adonde ir.

―Bah, yo me largo. ―comentó el aprendiz que Lyn había enviado―. ¿Alguien se viene?

―Sí, ahora voy, pero espera―comenté tras ver el torrente de información que podíamos perder si íbamos al castillo. ― ¿Alguno tiene pensado quedarse? Si es así, tomad mi número para que pueda informaros de si ocurre algo dentro.

Una vez le diera mi número a Light, que había decidido quedarse*, seguiría a Adam y a Akio antes de perderlos de vista, no sin antes despedirme de Light y de Keiko en caso de que decidiera quedarse.

*

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por **James Bond** » Sab Ene 31, 2015 2:50 pm

―¡Soy un Maestro, idiota! ¿Es que te pones a seguir al primer que te dice que lo hagas? ¡Los aprendices de ahora sois sumisos!
―Y-Yo no...― se intimidó mucho cuando aquel criajo mostró su enfado. Simplemente le había preguntado quien era, nada más.
―Pff, ¿es que Lyn no se va a cansar nunca de encasquetarme holgazanes? ¡Ya no tengo diez años! Únete a la cola con los demás. Decías que eras nuevo, ¿no? Pues ponte la armadura y no te la quites. Te habrán enseñado, digo yo. Vamos a unirnos a una partida de caza para matar a un sincorazón. Si quieres los detalles que te los cuenten alguno de ellos.
>El objetivo es exterminarlo, si. Pero en vez de hacerlo por nuestra cuenta, seguiremos las órdenes de la Reina.

El joven Maestro dirigió una mirada a Keiko, que provocó que la joven se sintiera muy pequeña.

―¡Hasta este novato lo sabe!
―Tranquila, siempre es así. Diría que todos hemos pasado por esto, así que... intenta aguantarle como puedas― le comentó Neru, dedicándole una sonrisa.
―Y-Yo es que no sabía que...― la joven aún estaba demasiado impresionada como para articular palabra.

Y emprendieron el viaje hacia la ciudad. No tardaron mucho en llegar y nada más hacerlo, descubrieron que los ciudadanos no hablaban de otra cosa que el sincorazón a por el que iban. El joven Maestro les dejó solos, argumentando que iba a solicitar una audiencia con la Reina, y el aprendiz al que habían enviado como soporte, decidió de largarse, dejando solos a Kei, Neru y Light.

―¿Alguno tiene pensado quedarse? Si es así, tomad mi número para que pueda informaros de si ocurre algo dentro.
―Yo no me quedo, no conozco este lugar y no me gustaría perderme...― y que de paso se ganase otra bronca de aquel Maestro, del que por cierto, no sabía su nombre―. Neru, pareces conocer muy bien a ese jovencito, ¿cómo se llama?

Keiko seguiría a Neru a donde este fuera.

por **Light** » Sab Ene 31, 2015 3:22 pm

«Pobre chica», pensó Light mientras presenciaba la bronca de Akio. Por suerte no duró mucho.

Después, al nuevo aprendiz que se unía a ellos le explicó lo más básico.

―El objetivo es exterminarlo, sí ―le confirmó el pequeño Maestro a Light―. Pero en vez de hacerlo por nuestra cuenta, seguiremos las órdenes de la Reina.

«¿Seguir las ordenes de la Reina? ¿Por qué?».

Aquella cuestión, de momento, se quedaría sin resolver.

Prosiguieron su camino hasta alcanzar finalmente la ciudad localizada bajo el gran castillo. Durante el trayecto, Light inevitablemente sintió vergüenza a causa de las miradas dirigidas hacia él. Era consciente de que su armadura moderna destacaba un poco; aquel era el coste de protegerse de la oscuridad de aquel mundo (y era aún más consciente de esto por su última visita).

Hizo todo lo posible para ignorar todas las miradas dentro de la ciudad también. Al final se acabó acostumbrado a éstas y se olvidó de que estaba llamando la atención.

Se acercarían al castillo siguiendo la avenida transitada de la ciudad, llena de comercios. Akio les señalaría la gran edificación y les explicaría que tendrían allí una audiencia con la Reina.

Gracias a la muchedumbre reunida en la calle principal, se enteraron de algunos datos interesantes. Para Light, mucho de lo oído le parecieron rumores inventados, porque no se llegaba a creer que aquella bestia fuera tan grande como aquel castillo. Demasiado exagerado, ojalá no fuera cierto.

Un detalle del testimonio del mendigo le llamó la atención.

«¿Ojos ámbar?», inmediatamente se acordó de los ojos amarillos de algunos Sincorazón, como las Sombras por ejemplo. ¿Casualidad? No lo creía.

La conversación de la pareja y el cura le puso los pelos de punta. Akio ya les había dicho que aquella criatura llenaba de oscuridad los corazones de la gente con la que se topaba. Podía comprender que les convirtiera en Sincorazón, pero tanto como introducirles el demonio…

Aquello era algo que tenía que ver por él mismo, no se lo creería hasta comprobarlo con sus propios ojos.

―Bah, yo me largo ―dijo el aprendiz enviado por Lyn―. ¿Alguien se viene?

―Sí, ahora voy, pero espera ―A la vista de que podían conseguir allí mucha información, Neru les preguntó―: ¿Alguno tiene pensado quedarse? Si es así, tomad mi número para que pueda informaros de si ocurre algo dentro.

―Yo me quedo, no conozco este lugar y no me gustaría perderme...

―Yo no voy al castillo de momento, me quedo para buscar más pistas. Si alguien le ha visto hace poco en algún lugar en particular podremos seguirle la pista y localizarle más fácilmente ―explicó―. De acuerdo, voy anotando... ―Se aseguró de que ningún habitante les estaba mirando de cerca (puede que aquella tecnología fuera ajena a ellos) y entonces sacó disimuladamente su dispositivo de comunicación. Ahí registraría el número de su compañero rápidamente.

Puede que no llegara al encuentro con la Reina a tiempo, era consciente. Le conformaba saber qué estaban haciendo sus compañeros y cuál era su plan para cazar a la bestia; si él no llegaba a la audiencia al menos estos podrían informarle.

Sin más dilación, se dispuso a salir de la calle principal para empezar a recorrer los barrios residenciales.

«Casa abandonada del distrito sureste, con sahumerio en la ventana», repitió varias veces para si mismo. No había olvidado la conversación de la pareja con los curas.

Se dirigió hacia aquel barrio y buscaría aquella casa; en especial examinaría las ventanas y el estado de los edificios para localizar la casa abandonada del sahumerio en particular. También se guiaría por los posibles carteles y preguntaría a algún transeúnte en el caso de que se desorientara y fuera incapaz de localizar el barrio sureste por sí mismo.

Una vez llegara a la casa abandonada, investigaría e intentaría encontrarse con aquel muchacho encadenado, la supuesta víctima de Missgunst.

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