[Torre de los Misterios] Asalto a la torre

[Kairi]

Gracias a Hiro, Kairi pudo apartarse a tiempo del enorme Mickey y Saxor consiguió recuperar el cristal que se le había caído a la Aprendiza.

Alec, con el sombrero de mago, realizó un ataque hacia Mickey, pero fue tan potente que derribó a todos los presentes. Kairi estaba que no podía más. Por si fuera poco, la sombra volvió a recomponerse y ahora se enfrentaban a tres Mickeys gigantes.

Kairi se lanzó un Cura a sí misma para recuperarse un poco. Por suerte Hiro les había mostrado una forma de acabar con los tres Mickeys. Atravesó a uno con la Llave y lo juntó con otro.

- ¡Vamos, pillad al otro y traedlo, hay que destruirlos ya!

La joven imitó a su compañero perruno y atravesó con su Llave Espada al Mickey que quedaba, pero no sabía si iba a poder con él.

- ¡Me vendría bien un poco de ayuda! - gritó mientras trataba de juntar al enorme ratón con los otros. Si le daba tiempo, se apartaría del próximo ataque de Alec.

[Saxor]

Conseguí recuperar el cristal por los pelos, y el ataque de Hiro sirvió para que Kairi se apartara a tiempo. Fue entonces cuando Alec hizo un hechizo con el sombre ro puesto. Y... Casi pareció una explosión. El ataque no pudo ser más potente, y la onda expansiva me había dejado destrozado. Acabé volando de la potencia, incluso.

—Ugh...—tosí un par de veces mientras me levantaba.

¡Hostia! ¡Quiero ese sombrero!

Acabé de levantarme aún dolorido. "Mickey" estaba dividido en 3, y aunque no se movía, no tardarían en atacarnos. La cosa iba de mal en peor... Pero no nos detuvimos. Hiro envistió con su llave espada hacia uno de ellos, y lo estaba empujando hacia otro.

—¡Vamos, pillad al otro y traedlo, hay que destruirlos ya!

—¡Me vendría bien un poco de ayuda!—Kairi hizo lo mismo, y ante su petición, respondí de inmediato. Como suponía que me vendría mal tener la mano ocupada, solté mi Espada Mediana y sujeté el cristal con la mano derecha, aunque aún no lo utilicé.

Seguidamente ayudé a Kairi a envestir al "Mickey" atravesándolo con la llave espada, dirigiéndolo hacia el mismo objetivo que Hiro. Una vez estuvieron juntos, si lo necesitaba, atacaría con la llave espada al tercero restante, y seguidamente... Abriría la palma y empujaría mi mano con el cristal en el cuerpo de uno de los tres (si es que seguían separados).

[Zodiark]

—¡Chicos! —exclamé mientras el hechizo de Alec golpeaba con fuerza a los demás.

Todos se reincorporaron, pero Alec estaba en el suelo, y estaba temblando. Parecía que el poder del sombrero le venía grande, y necesitaría un poco de práctica para dominarlo.

—¿Estás bien? —pregunté acercándome a él y ayudándole a levantarse.

Acto seguido, me apartaría de él, pues no quería que uno de sus hechizos me golpeara a mí también. Sabía que él podría manejar el asunto. Lo que me preocupaba era la nueva "forma" de nuestro contrincante, que ahora eran dos más.

—¡Libra!

Los chicos se pusieron manos a la obra, tratando de volver a unir, de alguna forma, al hombre de humo oscuro. Yo poco podía hacer ya que no tenía mi arma, así que me limité a lanzar un hechizo Libra a la copia original, la más grande. Después de analizarlo, compartiría los datos de alguno de sus puntos débiles que pudiésemos explotar, si es que los hallaba.

Introduje entonces mi mano en el bolsillo donde tenía la última pócima, la agarré y la observé. ¿Qué debía hacer? Podía consumirla, y quizá así recuperaba mi Llave Espada, ¿pero y si no conseguíamos recuperar los objetos para despertar a Yen Sid? Quizá aquel brebaje era nuestra última baza para completar la misión que se nos había encomendado...

Volví a guardar el frasco en el bolsillo. Pero al menos contaba con él, si las cosas se ponían muy feas, no tendría más remedio que utilizarlo. No quería ser un estorbo inútil y si mis compañeros estaban en apuros debía hacer todo lo que estuviera en mi mano para colaborar.

[LightHelco]

Me miré las manos sorprendido por lo que acababa de realizar ¿aquel era el poder que otorgaba el sombrero? Notaba como mi respiración se aceleraba por la emoción de tener tal fuerza entre mis manos, se me había descontrolado el ataque segundos antes, pero no importaba, dominar aquella magia era algo secundario. Lo importante era que podía destruirle.

—¿Estás bien? —. Escuché la voz de Maya a mi lado y seguidamente la niña me ofreció su ayuda para levantarme.

—Si… —. Me miré la mano en donde podía notar todo aquel poder reuniéndose —. Estoy perfectamente.

Ya en pie, me centré en la nueva forma que había adquirido nuestro enemigo, o más bien formas, ya que ahora eran tres monstruos sombríos a lo que nos enfrentábamos. Pero aquello no debía ser ninguna molestia, contaba con habilidades para dañar a más de un enemigo al mismo tiempo y gracias a ese gorro iba a ser imposible detener mi magia.

Observé como los miembros de Tierra de Partida se lanzaban a usar sus Llaves Espada para intentar detener a los monstruos, parecía que aquel ser contaba con la misma debilidad que los espectros que habían poseído a Ilana y el Moguri, así que si queríamos dañarlos lo máximo posible, tendríamos que usar nuestras Llaves. Hice aparecer entonces a Naipe Mágico en mi mano y me quedé unos instantes mirándola.

Las Llaves Espada podían canalizar la magia, pero esos conjuros seguían siendo tan potentes como sin hacer uso de ningún canalizador, mas ahora llevaba el gorro del mago y si había aumentado mi poder mágico hasta tal nivel… ¿también habría aumentado el poder de mi arma? Si era así, si Naipe Mágico era en estos momentos más poderosa que antes, canalizar mi conjuro mediante ella podría hacer que lo potenciara.

—Y eso… destruiría cualquier cosa —hablé en bajo levantando con una mano el arma y apuntando al enemigo —. Voy a hacerte pagar por lo de Ilana…

La mano con la que empuñaba el arma volvió a temblarme, pero no me importaba, iba a matarlo, iba a desatar todo ese poder. Porque con esto demostraría a cualquiera de lo que era capaz, con esto me convertía en el Brujo más poderoso.

—¡Arde en el infierno! —bramé antes de cortar el aire con la Llave Espada y formar bajo los pies de los monstruos una linea de fuego que esperaba que hiciera bien su trabajo quemándolos hasta la muerte.

Spoiler: Mostrar

▪ Sota de Corazones [Nivel 5][Poder mágico requerido: 9]: Crea una pequeña hilera de fuego bajo los pies del enemigo causándole pequeñas quemaduras e hiriendo a cualquiera que esté cerca.

[Darkness Seeker]

Aquella pelea se convirtió en una verdadera batalla. El sombrero de yen Sid provocó que el hechizo de Alec fuera tan potente que nos lanzó a todos por los aires. Hiro no perdió el tiempo y se dirigió hacia uno de los Mickeys, pues se habían formado tres, y atravesó a uno de ellos con su Llave Espada, tratando de empujarle a otro. Acto seguido kairi y saxor se dirigieron hacia el otro, para juntar los tres. Viendo la que se venía encima, saló corriendo al encuentro con Hiro, junto al cuál le ayudé a empujar y acabar de una vez con aquel monstruo usando mi llave espada.

[Astro]

El plan inicial de los aprendices de Tierra de Partida, de embestir con las Llave Espada para obligar al Mickey nubloso a reformarse en un solo cuerpo, parecía funcionar. Los tres eran pura niebla que se deshacía al contacto con el metal de sus armas legendarias, aunque se regeneraban bastante rápido. Al estar juntos, en lugar de hacerlo por separado, lo hacían en un solo cuerpo, lo que pretendían los jóvenes.

Saxor estaba apunto de introducir el cristal en el centro de la niebla, ahora que sólo había un cuerpo, pero entonces llegó el devastador hechizo de Alec. Una vez más, los cuatro aprendices (Hiro, Kairi, Saxor y Neru), se vieron en medio del fuego cruzado (literalmente). La potencia del sombrero provocó que surgiera una larga lengua de fuego desde el suelo, dañando a todos los estaban alrededor de Mickey.

El dolor fue tan fuerte e inesperado, que Saxor no pudo evitar soltar el cristal de su mano. Un agudo clink sonó cuando la lágrima tocó el suelo, rompiéndose en mil pedazos y liberando toda la luz que contenía.

—¡¡NOOOOOOOOOOOO!!

Incluso sin boca, todos pudieron escuchar el chillido del Mickey oscuro. Cuando la luz y el fuego desaparecieron, lo que quedaba (además de unos aprendices con las piernas chamuscadas) era una simple esfera de niebla, del tamaño de una pelota de tenis. Flotaba en el aire a duras penas, y en más de una ocasión parecía que se iba a caer sin control al suelo. Se alejaba, muy lentamente, de los portadores, intentando escapar. Pero sin éxito alguno.

Un simple golpe de la Llave Espada bastó, de cualquiera de los presentes (menos de Maya, que la pobrecita seguía sin la suya, por tramposa), para acabar de una vez por todas con su enemigo. Habían ganado.



Una nueva luz cegadora les envolvió, devolviendo a los aprendices al desván del hechicero. A simple vista, nada había cambiado. Yen Sid dormía en su trono, todavía envuelto por un aura oscura proveniente de la partitura. Al menos, tendrían una buena noticia si miraban encima de la mesa: allí reposaban la caja de música de Tierra de Partida, cerrada, y el pergamino de Bastión Hueco, enrollado. ¡Los verdaderos! Por fin podrían despertar al mago y dar por finalizada la misión...

Vale, no iba a ser tan sencillo.

Spoiler: Mostrar

Algo golpeó de improviso a Alec por detrás, tirándolo al suelo y arrebatándole el sombrero. Al segundo, alguien agarró del brazo a Maya, tirando con fuerza para acercarla a él.

—Si alguien hace el mínimo movimiento, decid adiós a la cabeza de esta pequeña monita.

El mismo hombre de largos cabellos plateados, alto, vestido con ropa estrafalaria y apariencia andrógina (en serio, resultaba fácil confundirle con una mujer), había llevado a Maya hasta su lado de un tirón, y ahora señalaba la sien de la brujita con su dedo índice, cuya punta estaba cargada de energía. Era como si le hubiesen puesto una pistola, salvo que lo que le volaría los sesos sería un hechizo si no hacían lo que el captor decía.
En la otra mano, la izquierda, sostenía el sombrero de pico de Yen Sid.

Spoiler: Mostrar

—Nunca imaginé que los aprendices sobrevivierais tanto. Sois como cucarachas. —Hizo una mueca de desprecio y superioridad, acercando más el dedo a la cabeza de Maya—. Pero no dejaré que unos animales ignorantes arruinen todo por lo que he trabajado tanto.

»Un chucho arrogante —miró a Hiro—, un ratón insignificante —ahora a Alec—, una gatita asustada —Kairi—, un lagarto traidor —Saxor—, y un lobo perdido —Neru fue el último.

Se colocó el sombrero en la cabeza, apuntando con el brazo que ahora tenía libre hacia todos los aprendices. Una esfera de luz surgió en ella, creciendo por momentos.

—Me pregunto quién morirá primero.

Atacaría en cuestión de segundos. Hicieran lo que hicieran, tendrían que hacerlo rápido. Aunque claro, con Maya como prisionera, lo tenían difícil. Los objetos para poder despertar a Yen Sid estaban cerca, pero no lo suficiente como para poder cogerlos con sólo estirar el brazo.

¡Rápido, reaccionad!

Spoiler: Mostrar

Alec
VIT: 19/20
PH: 10/28

Ilana [Inconsciente]
VIT: 0/30
PH: 5/20

Hiro
VIT: 7/28
PH: 2/28

Goei
VIT: 1/18
PH: 5/10

Kairi
VIT: 1/22
PH: 9/20

Saxor
VIT: 3/46
PH: 4/32

Guilmon
VIT: 1/24
PH: 6/12

Neru
VIT: 3/26
PH: 2/22

Maya [Sin Llave Espada]
VIT: 24/34
PH: 9/32

¡Penúltima ronda!

Fecha límite: viernes 3 de julio.

[RedXIII]

Todo iba tal y como había planeado y eso no podía ser ¿Hiro ejecutando un plan de forma correcta? Era casi como una broma del destino, y eso fue, ya que antes de que pudieran hacer nada más el elemento de Bastión Hueco les achicharró a todos por igual, sin importarle quien hubiera en medio.

El cristal que tenía Saxor cayó al suelo y se fragmentó, una fuerte luz procedió de su interior y debilitó al enemigo hasta tal punto que parecía que se iba a caer solo.

—Mh... — se expulsó la ceniza que había encima suyo y se recuperó como pudo del impacto, se acercó al ratón, alzó su espada y la hizo descender de una forma brusca y casi perfecta —Es algo personal — Dijo, había dado el golpe de gracia a aquel bicho.

Aunque se sintiera mejor por haber derrotado aquel ser no podía ignorar las heridas que le había causado aquel ataque, ni tampoco quien era el culpable.

>>Tienes mucha suerte de que sea zona neutral — Pensó mientras iba a por su Moguri y lo cogía con ambas manos.

Una luz intensa volvió a dejarlos en el despacho, o lo que fuera, del hombre dormido, aunque había alguien más, Hiro se percató de su presencia demasiado tarde, tenía a Maya de rehén y había robado el gorro aquel tan raro.

¿Debía hacer algo? No, pensó que ese era el trabajo de Perú, era el momento de que demostrara si era un capitán de verdad o solo se merecía el desprecio del aprendiz.

—Nunca imaginé que los aprendices sobrevivierais tanto. Sois como cucarachas. Pero no dejaré que unos animales ignorantes arruinen todo por lo que he trabajado tanto.

»Un chucho arrogante —Le miró, aunque no era un secreto lo que acababa de decir —, un ratón insignificante, una gatita asustada, un lagarto traidor y un lobo perdido .

Se puso el sombrero hortera en la cabeza.

—Me pregunto quién morirá primero.

—Tú — De golpe y por sorpresa Goei, quien había estado fingiendo todo el rato estar inconsciente, saltó de los brazos del aprendiz y, aunque estaba malherido, usó su Gin Jampu, la distancia era más corta que en la carrera y su objetivo no era otro que golpear al pintamonas plateado para despistarle, incluso si podía, quitarle el sombrero como fuera, con su látigo o yendo directamente a por el.

Hiro se tiró a por la caja, confiando en que sus compañeros controlaran la situación, y la hizo sonar.

—Vamos, coño, vamos —

[Darkness Seeker]

Tras la pelea nos encontramos de nuevo en la habitación de Yen Sid. Encima de la mesa de Yen Sid se encontraban los objetos mágicos, junto al Yen Sin somnoliento.

—Si alguien hace el mínimo movimiento, decid adiós a la cabeza de esta pequeña monita.

En la entrada abía un hombre de cabello plateado, con una ropa increíblemente extraño. De hecho, sus ropas me parecían familiares, como de haber visto algo parecido antes... Entonces me percaté: Mateus Palamecia. Sus ropas eran del mismo estilo. Era mucho aventurar, pero teniendo en cuenta la situación era lo más probable.

Spoiler: Mostrar

—Nunca imaginé que los aprendices sobrevivierais tanto. Sois como cucarachas. —mientras decía aquello me llevé una mano a la espalda, pensando ya en lo que iba a pasar—. Pero no dejaré que unos animales ignorantes arruinen todo por lo que he trabajado tanto.

»Un chucho arrogante, un ratón insignificante, una gatita asustada, un lagarto traidor y un lobo perdido —dijo dirigiéndose a cada uno de nosotros.

Acto seguido, el enigmático hombre se puso el sombrero de Yen Sid y comenzó a cargar su ataque. Mientras, aproveché mi mano en la espalda para "cargar" mi propio ataque: Una Coca-Cola del loco de Villa Crepúsculo. Con la explosión seguro que lograría distraerle lo suficiente para que pudiéramos despertar a Yen Sid.

—Me pregunto quién morirá primero.

—Tú — De golpe y por sorpresa Goei, quien había estado fingiendo todo el rato estar inconsciente, saltó de los brazos de Hiro y se lanzó en picado sobre el extraño. En cuanto Goei salió volando yo le tiré mi proyectil en forma de refresco, y mientras todo eso sucedía me giré para agarrar el pergamino del brujo para usarla en caso de que Yen Sid no reaccionara a la caja.

[Kairi]

El plan de Hiro dio resultado. Consiguieron juntar a los tres Mickeys gigantes, pero el segundo ataque de Alec quemó a todos los que estaban en la zona. Kairi volvía a quedar muy débil, como antes de haberse echado Cura.

El cristal de Saxor se cayó al suelo a causa del impacto, rompiéndose en mil pedazos.

- ¡¡NOOOOOOOOOOOO!!

El grito del Mickey oscuro indundó la sala. Al final, sólo quedaba una pequeña bola de niebla flotando en el aire que Hiro se encargó personalmente de hacerla desaparecer.

Volvieron a aparecer en el despacho de Yen Sid.

- ¿Ya... ya ha terminado? - dijo Kairi jadeando, no se encontraba demasiado bien para otra pelea.

En el escritorio podían verse la verdadera caja y el auténtico pergamino que despertarían al mago. Pero antes de que pudieran hacer nada, alguien golpeó a Alec, tirándolo al suelo y quitándole el sombrero. Al mirar, Kairi vio a un hombre (¿o era una mujer?) con una larga melena plateada que tenía a Maya de rehén y le apuntaba a la cabeza con el dedo.

- Si alguien hace el mínimo movimiento, decid adiós a la cabeza de esta pequeña monita.

La punta del dedo brillaba, cargada de energía. Era igual que una pistola, pero con magia.

- Nunca imaginé que los aprendices sobrevivierais tanto. Sois como cucarachas. Pero no dejaré que unos animales ignorantes arruinen todo por lo que he trabajado tanto.

»Un chucho arrogante, un ratón insignificante, una gatita asustada - miró a Kairi cuando dijo esto, a lo que ella respondió con una miraba de rabia - , un lagarto traidor, y un lobo perdido.

Dicho esto, se puso el sombrero en la cabeza. Kairi, con la Llave Espada detrás, se preparó para lanzar Piro en cuanto notara que el ser andrógino bajaba la guardia.

- Me pregunto quién morirá primero.

- Tú - Goei había estado todo el rato fingiendo estar inconsciente pero ahora se había lanzado sobre el tío raro. Neru aprovechó para atacar tambien y Kairi lanzó su Piro justo al brazo con el que apuntaba a Maya. Aprovechando la confusión y si podía, Kairi se lanzaría después a quitarle el sombrero.

[Saxor]

La estrategia de Hiro parecía tener un éxito rotundo. Las llaves espada les afectaban de maravilla, y al intentar regenerarse se juntaban al estar tan pegados. Se estaban convirtiendo en uno solo. Solo faltaba por clavarles el cristal y...

—¡Aaagh!—un grito quebrado de dolor emergió de mi boca. Alec había utilizado otro hechizo más, esta vez de fuego, sin tener ninguna consideración de los que estábamos allí. Todos ardimos de dolor a partes iguales, y sin poder evitarlo acabé soltando el cristal. Un fuerte destello siguió al sonido de vidrio roto. Y a pesar del doloroso imprevisto, tuvo un efecto claro en "Mickey".

—¡¡NOOOOOOOOOOOO!!

Cuando la enorme luz se disipó, solo quedaba una esfera gris flotando. Me levanté como pude, y alcancé la Espada Mediana que dejé en el suelo durante el combate. Me sentía fatal tras el enfrentamiento: mis heridas eran demasiadas y un golpe normal podría derribarme al instante. Respecto a la esfera, Hiro no tardó en destruirla con un golpe de su llave espada. Otra luz igual de fulgurante nos envolvió de nuevo.



Cuando pude volver a abrir los ojos, descubrí con alivio que habíamos regresado a donde dormía Yen Sid, todo en el mismo estado que antes de la batalla contra el ratón. Además, la caja y el pergamino se encontraban sobre la mesa. Todo habría seguido de maravilla de no ser por todo lo sucedido a continuación.

Alguien había atacado a Alec, arrebatándole el sombrero, y había tomado a Maya de rehén. Era un hombre de cabello plateado, vestido con una ropa muy extravagante y, para ser sinceros, lo habría confundido con una mujer si no fuera por la voz masculina que salió de él.

—Si alguien hace el mínimo movimiento, decid adiós a la cabeza de esta pequeña monita. Nunca imaginé que los aprendices sobrevivierais tanto. Sois como cucarachas. —con esas palabras de desprecio, acercó más a Maya el dedo cargado con el hechizo que la mantenía amenazada. Solo podía chasquear la lengua ante tal problema que nos mantenía a todos en cruz—. Pero no dejaré que unos animales ignorantes arruinen todo por lo que he trabajado tanto.

»Un chucho arrogante, un ratón insignificante, una gatita asustada —fue comparándonos con animales uno a uno, y al cuarto me tocó a mí:—, un lagarto traidor —Mi gruñido de enfado contenido pudo oírse claramente ante aquellas palabras, y muy seguramente una ligera aura oscura emergiera por unos segundos. NO era traidor. Y NUNCA lo sería—, y un lobo perdido.

Se colocó el sombrero y nos apuntó con otro hechizo más, que junto con el sombrero podía borrarnos del mapa.

Estamos jodidos.

—Me pregunto quién morirá primero.

—Tú—para mi sorpresa, y sin ninguna consideración del rehén, el moguri de Hiro atacó a nuestro enemigo, mientras que Hiro y Neru se encargaban de intentar despertar a Yen Sid. Kairi también se dirigió a por nuestro enemigo.

Yo por mi parte, lancé un par de Piros en dos blancos distintos: el pecho y el sombrero, intentando que tuviera que usar sus manos para evitarlo, y de paso liberar a Maya de la amenaza. Seguidamente corrí con ambas armas hacia el hombre de pelo gris. Durante el ataque, una esfera amarilla emergió de mi bolsillo, colocándose tras él y materializando a Guilmon, quien descargó sus Piro-Garras sobre él.

Spoiler: Mostrar

Acciones de Saxor:
▪ Piro (HM) [Nivel 2] [Requiere Poder Mágico: 3]. Proyectil de fuego lineal, con muy pocas posibilidades de producir quemaduras. (x2)

Acciones de Guilmon:
▪ Piro-Garras (HC) [Nivel 3] [Requiere afinidad con Piro; Combate Cuerpo a Cuerpo: 5]. Concentra fuego en sus garras, para hacer un zarpazo de fuego. Tiene posibilidades de producir quemaduras.

[Zodiark]

Finalmente, lo lograron. El Mickey oscuro soltó un grito desgarrador, y, tras una cegadora luz, todo lo que quedaba de él era una especie de orbe de niebla oscura, que Hiro se encargó de destruir con su arma. No llegué a saber quién era en realidad, y seguía confusa, pero al menos nos habíamos librado de la amenaza.

Un nuevo destello. Cuando recobré la vista, me di cuenta de que habíamos vuelto al desván, y Yen Sid seguía allí, sumido en su sueño profundo. Pero, había aparecido algo más. ¡Los objetos para despertarle que tenía el Mickey oscuro estaban allí, sobre la mesa!

—¡Despertémosle de una buena vez! —exclamé dando un paso adelante, en dirección a la mesa donde reposaban ambos objetos.

Pero antes de poder seguir avanzando, oí un golpe a mi espalda. Frené y me giré para ver qué había pasado, y vi a Alec en el suelo, sin su sombrero. Antes de poder siquiera reaccioner, noté cómo alguien agarraba mi brazo y me estiraba con fuerza.

—¡E-Eh!

—Si alguien hace el mínimo movimiento, decid adiós a la cabeza de esta pequeña monita.

Estaba en tensión, sin mover un solo músculo, pues notaba su poder, cargado en la puta de su dedo, junto a mi sien, amenazante. Iba totalmente en serio. Acababa de oír aquella voz poco antes, y el girar los ojos, que no la cabeza, para observar a mi captor, vi que, en efecto, se trataba del tipo que había encontrado al tocar la partitura, el que me había mandado volando de vuelta al desván con un rápido movimiento de brazo.

Tras un pequeño discurso, vi, de reojo, cómo se colocaba el sombrero que acababa de arrebatarle a Alec, y cómo comenzaba a cargar un hechizo de luz en la palma de su mano. Aquel sombrero, sin duda, potenciaría su hechizo, y quién sabía si, a diferencia de Alec, él sí iba a ser capaz de controlar su poder sin que se le fuera de las manos.

—Me pregunto quién morirá primero.

Tenía que hacer algo rápido, tanto para zafarme de él como para ayudar a mis compañeros, que serían alcanzados por su hechizo si nos hacíamos nada. Todos parecían estar preparándose para actuar, pero si le atacaban directamente, primero tendría que alejarme de él, o me vería perjudicada.

Así pues, antes de que ninguno de ellos hiciera nada, lancé disimuladamente un hechizo Mutis al hombre, desde la mano inmóvil por la que me estaba agarrando. Tras eso, le propinaría una patada en la espinilla, y me intentaría librar de él forcejeando. Si lo lograba, sacaría la pócima antimaleficios de mi bolsillo y bebería su contenido al mismo tiempo que saltaría hacia un lado para colocarme a su espalda, y entonces trataría de invocar mi Llave Espada. Si el brebaje había funcionado y la Llave Espada se materializaba en mis manos, le daría un buen golpe con ella en la nuca, aprovechando su distracción con los ataques y hechizos de los demás.

[LightHelco]

Aun casi llevando al desmayo a algunos de los miembros de Tierra de Partida, mi magia había sido capaz de retener al Mickey falso y permitir que la esfera de luz lo destruyera del todo, dejando únicamente una esfera grisácea que ya se encargaría otro de destruir.

Mientras los de Tierra de Partida se encargaban, yo recogí a Ilana y la sostuve con cuidado en mis brazos acariciándole la cabeza. No tuve mucho tiempo para encargarme de ella, ya que nuevamente, una luz nos cegó y para cuando abrimos los ojos volvíamos a estar en el estudio de Yen Sid. Lo mejor de todo aquello es que los objetos que el monstruo nos había robado se encontraban sobre el escritorio del mago, por fin íbamos a poder despertarle.

Pero claro, las cosas nunca podían irnos bien.

Antes de que pudiese dar un solo paso en dirección al escritorio, sentí un fuerte golpe en la espalda que me derribo al instante casi haciendo que aplastase a Ilana. El golpe me aturdió por unos segundos ya que por proteger a la gatita acabé golpeándome la cabeza en el suelo, momento que el asaltante tuvo que aprovechar para tomar el gorro del brujo. Pude notar como toda aquella fuerza de la que había hecho gala durante el combate desaparecía, aunque no era la perdida de aquel poder lo que me alarmó, si no que el ladrón había tomado un rehén.

—¡Maya! —grité desde el suelo cuando vi como una figura de aspecto femenino, pero voz masculina agarraba a la niña y la amenazaba con matarla —. ¡Suéltala o te obligaré a hacerlo!

Sabía que amenazarle no iba a funcionar de nada y menos si aun no había conseguido levantarme. Se me quedó bastante claro el cómo nos veía cundo empezó a compararnos con animales ¿Un ratón insignificante? ¿Era así como me veía? Apretando los dientes intentaba contenerme lo mejor que podía para no lanzar un hechizo de fuego contra su cara, tenía que hacerlo por Maya, ni loco podía dejar que le pasara algo.

La situación empeoraba, ya que el hombre se había colocado el sombrero y ahora nos apuntaba a nosotros con una esfera que aumentaba su poder por segundos gracias al gorro. En cuanto la disparase nos mataría a todos.

Fue entonces cuando el moguri del chico perruno saltó contra el hombre en un ataque desesperado. El resto aprovecharon aquella momentánea distracción para atacar al ladrón o despertar a Yen Sid. Yo tenía bastante claro que debía hacer, dejando a Ilana a un lado para que no sufriera en un posible fuego cruzado, preparé un hechizo Piro en mi mano mientras en la otra hacía aparecer el escudo Vanguard.

Esperaría un buen momento para lanzarme contra el enemigo y estamparle el hechizo de fuego en la cara, mi prioridad era alejarlo de Maya o no permitirle llegar hasta ella, además de que si intentaba atacarla con magia a la desesperada, me interpondría entre los dos alzando el escudo para reducir daños.

[Astro]

Todo ocurrió rápido, demasiado. El hechizo Mutis de Maya, más la sorpresa del salto de Goei, permitieron que la niña pudiese apartarse del misterioso enemigo (patada en la espinilla incluida), pero el poder del sombrero le devolvió enseguida la magia. Una gran esfera de luz salió disparada hacia delante, llevándose por en medio a todos los aprendices que se habían lanzado al ataque y que no se habían apartado, empotrándolos con violencia contra la pared y dejándoles al borde de la inconsciencia.

A Hiro y Neru, el ataque sólo les rozó, tirándoles al suelo. Al menos, ambos habían conseguido coger los objetos que les interesaban a cada uno. La caja de música y el pergamino se abrieron, liberando un torrente de notas musicales que brillaban con fuerza, que bailaron por todo el desván.

—¡Os mataré, sucias cucarachas!

Levantó el brazo, con un nuevo hechizo concentrado, dispuesto a lanzarlo contra los dos aprendices, pero algo le detuvo. El sombrero de su cabeza brillaba, levantándose en el aire y saliendo disparado hacia el hombre que yacía sentado en el trono de madera. Yen Sid abrió los ojos de golpe, liberando un viento por toda la habitación.

—¡N-no! ¡No es posible!

—Fuera. Fuera de mi torre.

Ambos se señalaron mutuamente con los brazos, y hubo un choque de luces que hizo difícil que los aprendices pudieran saber qué estaba pasando. Tras un breve silencio, sus ojos pudieron volver a ver, encontrándose con un Yen Sid de pie, en mitad de la sala, con el borde de su túnica levemente chamuscada, pero ileso.

Por la ventana, pudieron ver la figura de un gran dragón plateado, con el misterioso individuo que les había atacado en su lomo, alejándose hacia el horizonte a toda velocidad.

—He pasado demasiado tiempo dormido. He sido... Descuidado —comentó el anciano, que ahora reflejaba un aspecto más cansado, con unas grandes ojeras, acercándose despacio al escritorio—. No preví que hombres como Kuja pudieran aprovecharse de ello.

Hizo un gesto con la mano, y la partitura (que todavía desprendía un aura oscura), se cerró de golpe, dejando escapar el sonido de lo que parecía ser un rugido. Cerrada, ya era inofensiva.

Yen Sid se sentó en su trono con lentitud, suspiró, y dirigió su mirada hacia los aprendices.

»Hiro. Neru. Kairi. Saxor. Maya. Alec. Tenéis mi más sincera gratitud. Me habéis salvado.




Después de los agradecimientos del mago, los seis aprendices fueron llevados a la habitación que había junto al desván, por la puerta que ninguno llegó a abrir. Allí, deberían descansar mientras el anciano solucionaba todos los problemas que acechaban a la torre y devolverla a la normalidad.

La habitación no era muy grande, y estaba llena sobre todo de espejos de todos tamaños y formas tapados con mantas. Hizo aparecer varios sillones, sillas y sofás, y una larga mesa llena de comida de todo tipo. Antes de marcharse, les aplicó a todos un gran hechizo curativo (incluidas a las mascotas), y les dejó bien claro que no debían volver a discutir mientras él no estaba. Para asegurarse de lo último, dejó al cargo dos extrañas escobas animadas, que se sostenían en pie por propia voluntad e incluso tenían brazos.

Allí dentro, los aprendices pudieron descansar, hablar entre ellos, y comer todo lo que pudiesen de la comida que aparecía sin cesar en la mesa. ¡Cada vez que cogían algo, otra cosa ocupaba su lugar, qué chollo! Pasaron ahí metidos una hora, hasta que la puerta se abrió y les llamaron de vuelta al desván.

Allí, les esperaban dos caras conocidas.

—Enhorabuena, eh, chicos. —Kazuki, sentado en un taburete frente a la larga mesa, les sonrió—. Estoy muy orgullos de vosotros.

El Maestro tenía aspecto de acabar de despertarse: bostezaba, estaba más despeinado que de costumbre, e incluso tenía alguna que otra legaña en los ojos. Aunque lo más llamativo era el bigote falso que alguien le había pintado en la cara con tinta negra.

—¿Ves? Te dije que no la palmarías aunque fueses solo. —Apoyada en la pared, Shinju le hizo una seña a Alec para que se acercase—. Enhorabuena, eres más competente de lo que creía. Le debo veinte platines a Ariasu.

La pequeña maestra jugaba con un rotulador negro entre los dedos, mientras su inseparable compañero con plumas picoteaba la maceta de una de las estanterías más altas.

Yen Sid carraspeó, llamando la atención de todos los presentes.

—Maestros. Agradezco vuestra ayuda al mandar a vuestros aprendices al salvarme. Pero me temo que debemos posponer nuestra charla para más adelante. —El anciano se acarició la barba, cerrando los ojos durante unos instantes—. Todavía tengo mucho trabajo en la torre, y he de recuperar mis fuerzas. Hablaré con ambos bandos por separado en unos días.

—No se preocupe, esto, Maestro —respondió Kazuki, asintiendo.

—Yo sólo tenía que despertarte, y he cumplido. Ya vendrá otra a la reunión, yo paso —comentó por su parte Shinju, mirando por la ventana con aire aburrido, hasta que de pronto algo le vino a la mente—. Ah, sí. Mis disculpas por haberle dormido e iniciar esta catástrofe, y todo eso.

Yen Sid sonrió levemente, inclinando la cabeza como signo de agradecimiento.

—Antes de marcharos, creo que mis jóvenes salvadores se han ganado el derecho a hacerme todas las preguntas que quieran sobre lo que han vivido hoy en mi torre. Adelante, no seáis tímidos. Aunque algunas de vuestras actitudes, peleándoos entre vosotros, han llegado a ofenderme, contestaré a todo lo que esté en mi mano.

—¡¿Os habéis, esto, peleado?! ¡Os dije que no lo hicierais! —cuestionó Kazuki, mirando con cara de reproche a los suyos, sobre todo a Neru.

—Lo sabía —rió Shinju.

Aparte de eso, ambos maestros hicieron un gesto de aprobación a sus aprendices, incitándoles a preguntar. Cuando terminasen y tuvieran sus respuestas, por fin podrían volver a casa y dar la misión por concluida.

¡Siento mucho que la trama se haya alargado tanto, pero ya es oficial! ¡Última ronda! En el caso de que queráis que la experiencia vaya a vuestras mascotas, éste es el momento.

Fecha límite: sábado 11 de julio.

[Saxor]

Entre el salto de Goei y el Mutis de la propia Maya se pudo evitar que la usaran de rehén... Pero el hechizo nos lo llevamos igualmente, sobre todo Kairi, Maya y yo. El potente hechizo me estrelló de bruces contra la pared, tardando unos segundos en caer al suelo. Y si ya había estado en las últimas, ese ataque me había dejado a punto del desmayo. Apenas podía percibir lo que estaba ocurriendo a mi alrededor... Y por si fuera poco, mi cerebro no era capaz de procesar bien la poca información que obtenía, olvidándola casi al instante.

A Hiro y Neru, el ataque sólo les rozó, tirándoles al suelo. Al menos, ambos habían conseguido coger los objetos que les interesaban a cada uno. La caja de música y el pergamino se abrieron, liberando un torrente de notas musicales que brillaban con fuerza, que bailaron por todo el desván.

—¡...mataré... cucarachas!

—Fuera... torre.

Tal vez fue la explosión de luz la que me devolvió a la consciencia absoluta debido a su potencia, ya que me desveló al completo. Yen Sid estaba despierto y a la perfección, con el gorro en la cabeza. Me preguntaba a dónde se habría ido aquel hombre de pelo plateado, pero no tuve que buscar mucho: un dragón del mismo color lo llevaba encima a la lejanía.

—He pasado demasiado tiempo dormido. He sido... Descuidado. No preví que hombres como Kuja pudieran aprovecharse de ello.—mientras el poderoso mago se sentaba frente a su escritorio, yo me apoyé en la pared para intentar levantarme. Mientras lo intentaba, Yen Sid se dirigió a nosotros.

»Hiro. Neru. Kairi. Saxor. Maya. Alec. Tenéis mi más sincera gratitud. Me habéis salvado.



Tras aquella escena, fuimos llevados hasta el cuarto vecino, donde lo único llamativo que pude ver era un ejército de espejos cubiertos con mantas. No parecía un sitio donde descansar, pero todo cambió cuando Yen Sid hizo aparecer cómodos asientos y una mesa a rebosar de comida. Ni qué decir que a Guilmon se le hizo la boca agua, que no tardó ni un segundo en meter sus zarpas en la comida (sobre todo en el pan)... Ojalá no engordara demasiado tras la cominola que se estaba agenciando. Yo también empecé a coger comida, aunque más para reponer fuerzas y por el madrugón que nos habíamos metido para la misión.

Tardé en darme cuenta de que me había acabado durmiendo, poco después de haberme sentido lleno. Guilmon fue quien me despertó, al parecer porque nos llamaban de nuevo al desván. Al abrir la puerta, pude ver a Kazuki y a... Shinju, una de los aprendices originales de Bastión Hueco. Solté un gruñido nada disimulado ¿Qué narices hacía ella ahí?

—Enhorabuena, eh, chicos. Estoy muy orgullos de vosotros.—el Maestro parecía recién levantado (para variar), aunque tenía un llamativo bigote pintado con permanente. ¿No se había dado cuenta?

—Eh, Maestro... Tienes un...—señalé a su bigote, aunque no llegué a terminar la frase.

¡Aguafiestas!

El dueño de la torre se aclaró la garganta a propósito, indicando que quería decirnos algo.

—Maestros. Agradezco vuestra ayuda al mandar a vuestros aprendices al salvarme. Pero me temo que debemos posponer nuestra charla para más adelante. Todavía tengo mucho trabajo en la torre, y he de recuperar mis fuerzas. Hablaré con ambos bandos por separado en unos días.

—No se preocupe, esto, Maestro.

—Yo sólo tenía que despertarte, y he cumplido. Ya vendrá otra a la reunión, yo paso. Ah, sí. Mis disculpas por haberle dormido e iniciar esta catástrofe, y todo eso.—¿Que hizo qué? No podía comprender ni el hecho de que lo dijera como si no fuera importante ni que el anciano mago no mostrara ni una pizca de apatía con ella.

—Antes de marcharos, creo que mis jóvenes salvadores se han ganado el derecho a hacerme todas las preguntas que quieran sobre lo que han vivido hoy en mi torre. Adelante, no seáis tímidos. Aunque algunas de vuestras actitudes, peleándoos entre vosotros, han llegado a ofenderme, contestaré a todo lo que esté en mi mano.

—¡¿Os habéis, esto, peleado?! ¡Os dije que no lo hicierais! —mi cara se llenó de una enorme expresión de extrañeza. ¿Tanto se habían matado entre ellos? Ni me había enterado.

—Lo sabía.

—¡Yo he hecho nada!—sacudí los brazos, intentando excusarme. Me creyeran o no, parecía que el Maestro prefirió que preguntáramos, por lo que cambié mi atención a Yen Sid—Bueno... ¿Qué son esas criaturas que nos han atacado en la torre? —esa fue mi primera pregunta. Solo sabía que quien había tomado la apariencia de Eileen las había llamado... ¿pesadillas?

Spoiler: Mostrar

PX a mi mascota hasta subir de nivel, y el resto para Saxor.

[RedXIII]

—Me encanta cuando los planes salen bien — Dijo el Moguri, regozijandose y a la vez lamentándose por sus heridas —Aunque tú me dejaras tirado yo aun tengo algo de compañerismo — Dijo con una mirada casi fulminante hacia la damisela rescatada.

El plan del pequeño Moguri había salido bien, su modesto cuerpo había servido con su objetivo, distraer al malvado raptor de la dama en apuros y así plocamarse como héroe salvador del momento más tenso y crucial de la misión, como si todo aquello lo hubiera planeado aproposito desde el principio, aunque no fuera así.

Tanto Hiro como Neru habían conseguido su objetivo, con lo cual consiguieron ahuyentar al afeminado desconocido de aquel lugar.

Hiro se acercó a su compañero y lo cogió otra vez entre sus brazos, aunque se negaba haciendo ver que estaba en perfecto estado era obvio que no era así.

»Hiro. Neru. Kairi. Saxor. Maya. Alec. Tenéis mi más sincera gratitud. Me habéis salvado.

***

El mago les dejó en una sala y curó a todos, Goei dio un salto de los brazos del aprendiz y empezó a gesticular como si de un culturista se tratara para demostrar en la buena forma que estaba mientras el aprendiz guardaba su rifle en el bolsillo mágico que tenía detrás, escondido en la gabardina.

La sala estaba llena de comida y espejos tapados, algo que era imposible que Goei y Hiro no cotillearan.

Después de cotillear unos cuantos espejos se acercaron a la comida.

—¡Juejuejuejuejuejue, birra, birra! — Gritó el mestizo mientras apoyaba el codo y se bebía todo aquello que pareciera alcohol, sin saber si lo era realmente o no, a su vez su narizudo compañero empezó a coger todo lo que rebosaba de un plato, chuletas, costillas, ensalada, arrasaba con todo lo que veía, cualquiera diría que cabía tanta comida en tan poco cuerpo.

—¡Perú, Caqui — Dijo refiriéndose a Neru y Kairi —¡Venid a tomar un trago, que no os muerdo! — Levantó una botella de lo que parecía whisky y empezó a bebérsela.

—¡Estírate un poco más, Saxomofón, que parece que tengas miedo de la comida, mira tu lagarto como aprovecha, jajajajajajaja! Pero que no intente volver a comerse a Goei — El obsequio de bebida y alcohol fue suficiente para calmar el mal humor del aprendiz durante aquel rato, incluso se pudo ver a un Goei animado bailando con flores en las manos y por la cabeza al grito de "soy una linda flor".

Poco despues el aprendiz se dio cuenta de un pequeño detalle, en la sala habían dos extrañas escobas, no pudo evitar hacer broma con ellas.

—¡Mirad, chicos! — Dijo refiriéndose a los tres nombrados anteriormente —¡Estoy tocando una guitarra! — Gritó mientras sujetaba igual que como si fuese dicho instrumento una de las dos escobas, la cual dejó rápidamente en el suelo al ver que tenía brazos y pensó que al igual le metía una hostia.

Al rato la puerta de la sala se abrió, parecía que querían que fueran todos al desván, Hiro se acercó a la mesa de la comida y observó como un goloso Moguri estaba rodeado de comida y pastelitos Moguri, incluso alguna nuez de kupó estaba escondida entre ellas. Alargó la mano y se puso a Goei sobre el hombro, con la otra mano cogió otra botella de whisky y subió al desván con ella, aunque no le gustaba mucho que le vieran como un borracho necesitaba estar algo bebido para no liarse a guantazos.

—Nadie se preocupa de los pequeños Moguris — Dijo con cierto tono de empacho, solo Hiro podía escuchar lo que decía —Todos nos quieren cual mascota, mas luego se olvidan de un servidor... maldita gata, maldita bruja, malditos buhos... malditos todos... — el pobre quedó dormido sobre el hombro del aprendiz.

—Enhorabuena, eh, chicos. Estoy muy orgullos de vosotros.

Kazuki apareció con otra persona que le sonaba un poco al aprendiz pero que ahora no caía en quien era, pero sin duda lo que le llamó la atención fue el bigote que tenía el maestro pintarrajeado en la cara.

—Eh, Maestro... Tienes un...

Hiro intentó aguantarse la risa pero no pudo.

—¡Jajajajajajajajajajajajajajaja, pero por le amor de dios, donde vas con eso en la cara, jajajajajajajajajajajaja!

—Maestros. Agradezco vuestra ayuda al mandar a vuestros aprendices al salvarme. Pero me temo que debemos posponer nuestra charla para más adelante. Todavía tengo mucho trabajo en la torre, y he de recuperar mis fuerzas. Hablaré con ambos bandos por separado en unos días.

—No se preocupe, esto, Maestro.

—Yo sólo tenía que despertarte, y he cumplido. Ya vendrá otra a la reunión, yo paso. Ah, sí. Mis disculpas por haberle dormido e iniciar esta catástrofe, y todo eso.

—Buen chiste, despertarle tú, como que el menda de la cajita no tiene nada que ver, encima te he arreglado el marrón, lo que me faltaba por escuchar.

—Antes de marcharos, creo que mis jóvenes salvadores se han ganado el derecho a hacerme todas las preguntas que quieran sobre lo que han vivido hoy en mi torre. Adelante, no seáis tímidos. Aunque algunas de vuestras actitudes, peleándoos entre vosotros, han llegado a ofenderme, contestaré a todo lo que esté en mi mano.

—¡¿Os habéis, esto, peleado?! ¡Os dije que no lo hicierais! —cuestionó Kazuki, mirando con cara de reproche a los suyos, sobre todo a Neru.

—¡Yo he hecho nada!— Supuso que los nervios por aquella acusación hicieron poner nervioso a Saxomofón y se lió al declararse inocente, pero desde luego era una opinión que compartía con el.

—No pretendo faltarle al respeto, ni siquiera le conozco, aunque parece que usted sabe quien soy yo, igualmente me presentaré, mi nombre es Hiro, Hiro Inukai, posiblemente el mejor tirador de Tierra de Partida y adiestrador de Moguris a tiempo parcial. He cruzado los rincones más extraños de esta torre, he luchado contra las criaturas más llamativas que podían verse, he resuelto los retos más importantes que podían presentarse, aunque luego me cayeran dos hechizos encima — hizo un leve sonido con la garganta, como si se refiriera a alguien en especial —Pero en todo momento he respetado el campo neutral que representa esta torre, incluso me he tragado el orgullo por ello ¿Y ahora quiere decir que YO he entado en combate con una persona que, lejos de querer respetar esta idea, ni he tocado, o pretende decirme que esto es un ataque aunque ni siquiera le diera una inofensiva bomba de humo? — Mostró en su mano una bomba de humo como la fallida bomba que usó casi al principio de aquella loca carrera.

—Mire, lo siento, pero ya me he llevado suficientes hostias por cumplir su deseo, o la promesa que le hice a Kazuki, simplemente no me hace gracia ese comentario acusador hacia mi, yo no ataqué al hortera de copa ni he roto mi promesa — Declaró mientras se sentaba en el suelo con las piernas cruzadas y tiraba la bomba de humo a Neru para que la cogiera, si decidía no cogerla caería al suelo pero no explotaría.

—Tu decides — Aquel cambio fue muy radical y extraño ¿A que se refería Hiro, tal vez estaba incitando a que la usara si quería irse, o era para que se la pusiera en los pantalones del chico de sombrero de copa? Quien sabía.

El aprendiz se quedó distraído en el suelo hasta que no quedara ningún aprendiz más en la sala, entonces se levantó y miró a Yen Sid.

—Es... extraño que durante todo el tiempo que llevo viviendo en Villa Crepúsculo nunca haya encontrado este lugar o que nunca le haya visto, pero bueno, eso no es que me importe demasiado, me interesaba más preguntarle si podría darme algún recuerdo, me gusta coleccionar cosas de distintos lugares.

—Ah... siento haberme llevado esta botella antes de la sala, esta sin abrir — Alzó la botella para entregársela al mago y así poder coger a su Moguri, aun dormido, con ambas manos —El pobre hoy ha trabajado mucho, parecía todo un héroe —

Todo camino tiene una meta y aunque la llegada sea dulce y a la vez amarga es un placer para el espíritu contemplar el camino recorrido.