[Atlántica] Bajo el mar

BH: Saeko, Coli y Nico; TdP: River, Maya y Bavol

La aparente traición de Tierra de Partida en un acuerdo de paz provocó el anuncio de la guerra por parte de Bastión Hueco. Los aprendices deben enfrentarse entre sí, entre antiguos amigos y compañeros. ¿Cómo lograrán sobrevivir cuando otras amenazas acechan?

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro, Sombra

Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Mentos » Mar Feb 17, 2015 11:41 pm

La bellísima orca decidió acercarse al grupo musical para recoger información mientras sus compañeras intentaban lo mismo en otro sitio.

Cuando llegó, más que un concierto, parecía una fiesta; todo el mundo estaba pasándoselo bien, bailando y tocando junto al público. Sin embargo, quería intimidar algo más por lo que decidió abrirse paso entre los presentes hasta poder obtener un sitio digno para ella.

<<Espero que nadie se haya orinado por aquí…>>

Observó que durante su travesía una estrellita de mar se le pegó a su robusto cuerpo. Le susurró algo que no llegó a oír muy bien debido al jaleo por lo que simplemente se la dejó ahí, como complemento de última moda.

Mierda, tío, mira ahí. ―comentó un pez cercano―. Una orca. Como se ponga a cantar, nos arruinará la música.

Veo que alguien quiere que le cante las cuarenta, ¿eh? ―respondió ella, molestada.

¡No seáis así! ¡Cualquiera puede participar ―Una sirena cercana interrumpió la escena para evitar problemas.

>>Toma, puedes utilizar esto.

Le entregó una flauta que podía usarse en el agua. Por suerte, Coli sabía más o menos como tocarla ya que la Tigresa del Oriente la obligó desde que era bien pequeña.

Gracias querida, qué bien que aún haya gente respetuosa por estos mares…

Colibritany tomó aire y sopló mientras tocaba una sensual y casi mágica melodía. Intentó controlarse para no destacar por encima del resto y no llevarse por la música, aunque le costó bastante.

<<Creo que esto es suficiente>>.

Una vez terminó de tocar, decidió quedarse callada mientras bailaba con la esperanza de que oyera información útil de los demás.

Conversaban nostálgicamente sobre tiempos pasados… y sobre como un concierto anterior acabó en desastre. Al parecer, el organizador llamado Sebastián era muy cercano al Rey pero no a la princesa, que acabó sin realizar su parte en el musical y condenándolo al fracaso. Eso hizo que Tritón se endureciera con ella.

Me recuerda un poco a mi situación en Port Royal... aunque con amor de por medio ―se dijo a sí misma por lo bajo―. Bueno, no creo que haya nada más interesante por aquí, debería comunicárselo a las demás.

Por lo que decidió volver hacia el punto de partida y, si alguien hacía lo mismo, revelaría la poca información que había obtenido.
"La nostalgia es como el alcohol; arruina tu juicio".

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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor River » Mié Feb 18, 2015 2:23 am

Una vez llegaron a Atlántica, River se dispuso a realizar la transformación que tanto había practicado con Yami. ¿Tenía que saltar al agua directamente del Glider, o debía aterrizar en otro lugar primero? Tras un segundo de indecisión, la bruja decidió elevarse lo suficiente para poder transformase durante la caída. Se deshizo de su armadura y del Glider, y realizó un salto del ángel hacia las profundidades marinas. El pequeño Bavol hacía ya tiempo que se había metamorfoseado, ahora era su turno.

Dejó que la magia acuática que corría por sus venas la llenara plenamente sin ningún tipo de obstáculo, mientras en su cabeza dibujaba la forma que quería adoptar. Sintió una sensación de calor en el pecho y bajó los párpados, sonriente. Cuando abrió los ojos de nuevo, ya bajo el agua, por un momento sintió que los pulmones se le llenarían de agua, sólo que ya no tenía pulmones. Ya no era una bruja.

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Al ver su nueva condición, lo primero que sintió fue una gran emoción en el pecho, como si toda su vida hubiese estado esperando aquel momento. Trató de nadar unos metros, y se sorprendió al ver la facilidad que tenía, casi innata. Podría haber pasado todo el día descubriendo aquel nuevo mundo, pero después recordó la misión y se dirigió hacia el pequeño Bavol, que se había transformado en un gracioso y pequeño renacuajo.

Se encontraba junto a un tritón de aspecto bastante tímido, que se asustó sólo con verlos tras el ancla del gran barco que se alzaba sobre nosotros.

¡E-Es co-como la imagen que en-enseñó la bruja! ―exclamó al ver el lirio, saliendo de su escondrijo y acercándose a Bavol―. ¡Un lirio de agua dulce! ¿Có-cómo sabías que lo ne-necesitaba? ―preguntó emocionado, mientras lo cogía sin ningún tipo de reparo.

Ah, pues me lo dijo mi Maestra. Ella sabía que necesitabas esto, quería evitar que cayeras en la oscuridad por culpa de un trato injusto que habías hecho con un pulpo.

Entonces, ¿ya hemos terminado la misión? ―le preguntó la adolescente a su compañero. Si de verdad era así, ¡ahora podrían aprovechar el día para descubrir los secretos de Atlántica!

¡Cáspita! ¡Harold, ahora podremos ir a jugar! ―River no había reparado en el delfín, que se acercó al Aprendiz para observar también la flor. Era bastante alegre. Tal vez Risitas fuera un buen apodo para él

Hmm, jugar, me gusta cómo suena eso ―coincidió Bavol mientras ascendía.

¿Podríamos jugar nosotros también? ―La Aprendiza realizó una voltereta hacia atrás, entusiasmada con su nueva condición.

¡No! Tengo que… ―Harold ocultó su rostro entre sus palmas, como si estuviese avergonzado.

¿Estás bien?

¡Agh, no! ¡Esto no so-soluciona nada! ¡Lo compli-plicado sigue siendo compli-plicado!

¿Qué ocurre? ―lo miró, extrañada. ¿No habían solucionado ya el priblema?

Ay, ¡siempre lamentándote! Tienes que saber disfrutar más de la vida. ¡Juguemos! ―le riñó su amigo―. Yo soy Squirt. Él es Harold. ¿Y tú…?

Bavol, un placer~

River ―Sonrió, al igual que Bavol, alzando las manos.

»Y ahora, seamos sinceros los unos con los otros. Confesemos. ¿Quién ha estado últimamente haciendo tratos con exiliadas famosas por su crueldad? No seáis tímidos, levantad la mano.

La bruja se quedó algo sorprendida con el “juego”, y más aún cuando el tritón levantó la mano. Entonces, ¿el pulpo era un... desterrado?

No pudo evitar sentir una punzada en el corazón al escuchar aquella palabra. Ella misma era una renegada por su Clan, pese a haberse ido voluntariamente. Era una paria.

Hmm, no conozco a ninguna exiliada famosa por su crueldad ―declaró Bavol. De haber sido River malvada (era pícara, pero no quería hacer daño a nadie), el niño hubiese mentido sin darse cuenta; observó ella―. ¡¿Tú sí?! Muy mal, Harold, no hay que hacer tratos con esas personas. Su mismo nombre lo dice, son malas personas.

No todas las exiliadas tienen por qué ser malvadas… ―musitó la adolescente, aunque sacudió la cabeza, alejando los malos pensamientos.

No tuve más re-remedio ―trató de justificarse, muy apenado―. Los humanos secuestraron a Vivian. Ella era la única que podía proporcionarme la fuerza suficiente para rescatarla. Pero… he tardado demasiado en encontrarla y se me agota el tiempo que me dio la bruja ―Su tartamudez había desaparecido prácticamente, tal vez más consciente―. Incluso con el lirio, na-nada ha cambiado. Si subo a salvarla, puede que me quede sin tiempo y la bruja me castigue de manera horrible por haber incumplido mi parte del trato. Y si voy a llevarle el lirio, perderé de nuevo el barco y quizá no logre hallarla nunca más. ¡Qué desastre!

¿Nadie más? ¡No pidáis que yo levante la mano, porque no tengo! ―El delfín parecía ajeno a todo. ¿Cómo podía ser tan feliz cuando su amigo era tan desgraciado? Comenzaba a caerle mal. Estaba bien divertirse, pero no ignorar el dolor.

¿Qué… Qué crees que debería hacer? ¿Subir o bajar?

Hagamos esto: tú subes y yo bajo ―planeó Bavol, tras meditar―. Yo me encargaré de darle este lirio a la bruja y tú mientras te encargarás de rescatar a tu amiga. ¿Te parece bien?

» ¿Te vendrías conmigo, Squirt? Después de darle la flor a la bruja podríamos ir a jugar.

Ella asintió ante la estrategia del muchacho, bastante acertada. Aunque faltaba un pequeño e insignificante detalle...

Mmm, pero cuéntame más detalles. ¿Quién es esa Vivian y qué le ha pasado? Y además, ¿qué trato has hecho exactamente? Si no me lo explicas todo bien, no te puedo ayudar.

Ejem, Bavol... —Aquello era clave—. ¿Y qué hago yo?

Antes de que pudiese contestar, algo apareció de pronto desde el cielo, cayendo en el agua; un ser enorme y deforme. En definitiva, feo.

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River se preguntó quién sería. Entonces se percató de algo: ¿sería aquel bicho la "ayuda" de Yami?

Pero qué puta mierda, esto sigue apestando a pescado ―De haber tenido, su voz chillone su hubiese incrustado en sus tímpanos hasta taladrarlos—. ¿HOLAA? ¿HAY ALGUIEN EN ESTE MARUCHO? ¡Estoy buscando a un tal Banco!

Entonces, desgraciadamente (acababa de verlo y a la bruja ya no le agradaba) nos avistó y se acercó con paso torpe.

Oh, hola —le Bavol, como si le conociera—. Lo siento, pero ninguno de nosotros es ese tal Banco.

» Aunque ahora que lo dices, creo que por aquí cerca hay dos muchachas y una de ellas se llamaba así. Será mejor que le preguntes a ellas, suerte~

¿Qué? ¿Me lo ha encasquetado?

Tras un instante de confusión, reaccionó rápidamente.

Creo que debería acompañar a Harold, y así que no vaya solo a rescatarla... Podría ser peligroso, ¿no?

Era una excusa algo barata, pero ni en broma iba a ir con ese monstruo. Me sabía mal por la pobre y pequeña Maya, pero con ella se iba a quedar. Y tenía en mente unas cuantas palabritas para Bavol por la jugarreta.

Me alejé nadando hacia atrás del enorme animal (fuera cual fuese), aproximándome al tritón. Así que íbamo sa rescatar a una tal Vivian... Sería bonito ver su reencuentro.

Lo miré y levanté el pulgar hacia arriba, preparada. Un rincón de mi mente ya estaba pensando apodos para todos los presentes.

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¡Perdón por faltar a la ronda! Mi profesora es una auténtica bruja >.< . No volverá a pasar.
He supuesto que River escucha todo lo de esta ronda, que sólo se pierde la anterior. Espero que sea correcto.
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Zodiark » Jue Feb 19, 2015 2:30 am

Tras unos fallidos intentos, por fin logré transformarme en un animal marino. El animal que escogí fue el caballito de mar. Nunca había visto uno de verdad, pero en el Castillo Disney había leído cuentos ilustrados donde aparecían dichos animales, y me parecían bastante bellos. Mi nuevo cuerpo se trataba de un híbrido entre mi cuerpo de humana y un caballito de mar: mientras que mi torso y cabeza se mantuvieron intactos, aunque mi ropa había cambiado a simplemente la parte superior de un bikini de color rojo a juego con mi cabello, la parte inferior era la cola de un caballito de mar de color rosa pálido, parecido al color de la túnica que solía utilizar, y tenía dos pequeñas aletas a los lados de "las caderas". Era como una sirena, pero en vez de mitad pez, era mitad caballito de mar.

Así pues, una vez transformada y dentro del mar, miré a mi alrededor. A diferencia de con mi cuerpo humano, el agua no irritaba mis ojos ni limitaba mi visión, y además podía respirar sin dificultades. Estaba viendo el enorme mar abierto desde dentro, en directo. Era asombroso.

Tras salir de mi asombro, comencé a practicar la natación con mi nuevo cuerpo. No era muy difícil, simplemente tenía que mover un poco la cola y los brazos, así que me acostumbre pronto.

Vaya, y eso que nadar no es lo mío. Con esta forma está chupado —pensé en voz alta mirando de arriba a abajo mi nueva apariencia.

Entonces oí algo. Eran gritos de pánico. Miré de nuevo a mi alrededor y entonces vi qué sucedía: el barco que acabábamos de ver en la superficie estaba levantando una red llena de peces, y estos, a los que al parecer ahora entendíamos a la perfección, estaban gritando asustados. Sabía que sólo eran peces, pero no podía evitar sentir pena por ellos al oírles, pero no podía hacer nada, después de todo no podíamos interferir en los asuntos de otros mundos, y aunque fuese simplemente evitar que un grupo de navegantes pescara un puñado de peces, era mejor no hacer nada al respecto. Después de todo, ya nos la estábamos jugando mucho al aceptar el encargo que nos había dado Yami.

Lo siento, te-tengo que hacer otras cosas como… ¡decidir! ¡Ay, pero…! ¿Qué voy a hacer…? ¡Qué! Oh, por qué todo es tan complicado, tan, tan complicado…

Busqué al emisor de la voz para descubrir de quién se trataba, pero no lo vi hasta que Bavol intervino:

¿E-eso no es el ancla? ¿Qué hace allí?

¿Eh?

Al observar dicha ancla, vi que tenía razón. En ella, había, agarrado, un flacucho tritón con cara de angustia, la cual era adornada con unas gafas. A su alrededor, nadaba feliz un delfín.

Bavol y yo escuchamos la conversación de algo, hasta que el tal Harold mencionó sobre una bruja y un contrato. ¡Bingo! Por pura casualidad, parecía que habíamos encontrado al hombre que andábamos buscando. ¡Y en un tiempo récord!

Sin dudarlo ni un segundo, Bavol se acercó a él y le entregó el lirio de agua dulce. El chico parecía contento, pero pronto borró la sonrisa de su cara para recuperar aquella expresión de angustia que tenía anteriormente, y nos contó lo que ocurría, sin muchos detalles, lo que sucedía.

Bavol parecía dispuesto a ayudarle, y le hizo una propuesta: él iría a entregar el lirio junto a Squirt, si el delfín quería, y mientras Harold iría a rescatar a la tal Vivian. Me pareció una buena idea, después de todo habíamos ido a ayudarle, así que asentí, y cuando estaba a punto de preguntar cómo nos organizaríamos River y yo, apareció algo, o más bien alguien, en la lejanía.

Pero qué puta mierda, esto sigue apestando a pescado ―dijo la obesa foca, con un lenguaje muy soez y un tono bastante antipático—. ¿HOLAA? ¿HAY ALGUIEN EN ESTE MARUCHO? ¡Estoy buscando a un tal Banco!

No tardé mucho en reconocerle: Derhe Yeno. El aprendiz más infame de toda Tierra de Partida, y con razón. ¿Qué hacía allí? Esperaba no tener que aguantarle durante toda la misión...

Oh, hola —le saludó Bavol—. Lo siento, pero ninguno de nosotros es ese tal Banco.

»Aunque ahora que lo dices, creo que por aquí cerca hay dos muchachas y una de ellas se llamaba así. Será mejor que le preguntes a ellas, suerte~

¿Nos lo estaba intentando encasquetar a nosotras? ¡Pero qué morro!

Creo que debería acompañar a Harold, y así que no vaya solo a rescatarla... Podría ser peligroso, ¿no? —preguntó River, rápidamente, para quitarse el muerto de encima también.

Me había quedado sola, y si no hacía nada, Derhe empezaría a darme la brasa, y teníamos una misión que hacer, así que no había tiempo que perder.

Eh... —balbuceé, pensando qué decir—. Banco se acaba de ir... ¡Por allí! —exclamé señalando a una dirección al azar—. ¡Sí, por allí!

Una vez Derhe se marchase, si es que lo hacía, me iría con River para acompañar a Harold si decidía aceptar la propuesta de Bavol.
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Tsuna » Jue Feb 19, 2015 7:45 pm

Escuché atentamente al guardia, sin perder detalle de nada. No tenían ningún lugar en el que poder sacar yo misma más información sobre el reino de Atlántica, y dejando de lado las ruinas a las que no se podía acceder me quedaba con aquel tal Harold y el consejero del Rey. El propio monarca con el que teníamos que aliarnos le había pedido a Sebastián que acudiera a palacio por un asunto personal.

Me llevé la mano derecha al mentón, pensando. Si acudía a por el cangrejo malhumorado tendría más posibilidades de que nos invitase al Palacio, pero por otro lado aquel tal Harold se pasaba el día estudiando y tenía pinta de ser un sabelotodo, al menos por la descripción que me había dado. Dejando de lado su último comentario, en el cual me pedía que no me los comiera, me di la vuelta y vi que Nico volvía al punto en el que habíamos empezado. Supuse que a alguna le interesaría venirse a por Sebastián.

Entonces es cierto que está en el jardín de Coral.


Nicoxa nos resumió lo que ella misma había descubierto, alegando que podíamos pedirle una audiencia al propio consejero. Al final no iba a resultar tan complicado visitar el Palacio.

Nico, el guardia me ha comentado que el Rey lo está buscando por un asunto de su… hija —expliqué confusa, porque no sabía qué se podían traer entre manos, recordando los detalles del hombre—. Intenta conseguir una audiencia con él, ¿vale? Yo investigaré un poco por aquí, me han dicho que un tal Harold es un sabelotodo, igual encuentro algo interesante.

Normalmente hubiese ido con ella, dispuesta a cumplir la misión yo misma para convencer a Sebastián de que nos dejase ver al Rey Tritón, pero sentía que podía confiar en Nicoxa y Coli, por lo que no me importó seguir mi propia travesía por la ciudad de Atlántica. Me separé del grupo y fui directa a la casa de Harold, con la esperanza de descubrir algo interesante que nos pudiese ayudar de alguna forma, en nuestra misión o en el futuro.

Además, me divertía mover aquella cola de caimán que tenía por piernas.
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Nell » Sab Feb 21, 2015 6:55 pm

Bastión Hueco


El niño se portó bien y no tiró del pelo de Nicoxa, sino que le berreó un poco y ya está. Coli, por otro lado, se hizo con una flauta genial que no devolvió. Y Saeko, por último, había podido averiguar algo más sobre un tal Harold al que quiso ir a visitar.

Las tres se reunieron donde habían quedado, con una Alexis que no había hecho nada. Había sido de ayuda en cuanto a información sobre el mundo, pero a medida que pasaban más tiempo allí daba a entender que no aportaría ni se esforzaría en nada más. La misión quedaba casi exclusivamente en sus manos.

Pues sigamos esa pista, ¿no? ―mencionó Alexis, después de que Saeko decidiera irse por su cuenta.


Nicoxa y Colibritany


Nadaron hacia el jardín de coral, siguiendo las instrucciones que le habían dado a Nico. Enseguida lo divisaron, ya que era un lugar frecuentado por los habitantes de Atlántica como zona común.

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En aquel momento solo había una sirena allí, pelirroja y con la cola verde, que se apoyaba en una roca del centro. Estaba arrancando los pétalos de una flor, ensimismada.

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Me quiere… ―Sonrió―. No me quiere… ―Arrugó la nariz, entonces arrancó el último pétalo y lo estrujó contra sí, de nuevo feliz―. ¡Me quiere! ¡Sí, lo sabía!

Por otro lado, había un cangrejo dando vueltas con preocupación bajo la misma roca sobre la que se tumbaba la chica, ajeno a la felicidad de esta y sumido en sus propias cavilaciones.

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Hasta ahora todo va bien, todo va bien… No creo que el Rey lo sepa. ¡Pero no será fácil mantener por mucho tiempo un secreto así! ―Subió a la roca―. ¡Ariel, no digas tonterías!

¡Tengo que volver a verlo! ¡Esta misma noche! ―comentó, sin pararse a pensar en el cómo.

¡Ariel, por favor! ¡Bájate de las nubes y pon tu aleta en el agua!

―.¡Nadaré hasta su castillo y… y…! ¡Averiguaré de algún modo dónde vive!

Serán esos, ¿no? ―comentó Alexis, al margen de la situación―. Tendréis que convencer a uno de los dos para que os lleve hasta el rey. ¿A cuál?

¿Cómo se iban a acercar para empezar a entablar relación con aquellos dos que podían guiarles al soberano?


Saeko


Al llegar a la casa del tal Harold, la aprendiza se daría cuenta de que no sabía demasiado sobre los modales de Atlántica. La puerta consistía en apenas un montón de algas que caían desde el marco superior para tapar por completo el interior, por lo que no había forma de llamar (no, de manera convencional). Las ventanas, por otro lado, eran cavidades en la roca y a todas luces en cualquier mundo era una falta de respeto asomarse sin más.

No obstante, tenía que llegar a él de algún modo. Fuera mirando por la ventana o retirando las cortinas de algas, Saeko comprobaría que la casa estaba vacía. Vacía y desordenada. Había un montón de libros (de los de papel, sí) amontonados en un rincón, y tablillas en otro. Incluso la cama, una concha con mantas y almohadas, no se había hecho.

De los libros no sacaría mucho en claro, porque estaban tan mojados (naturalmente) que las páginas se deshacían al menor contacto. En cambio, en un escritorio, encontró un montón de tablillas donde había dibujada una especie de esqueleto de un gigantesco animal. Señalaba la boca y daba varias instrucciones sobre cómo llegar desde Atlántica. También había al margen unas anotaciones de «Peligro» y «La única forma de estar con Vivian».

En otra, hallaría algo más interesante. El dibujo parecía el de un templo, «escondido entre las olas», según rezaba la inscripción. En el reverso había escrito «A Tritón le interesará».

¿Hola? ―Alguien golpeó en la roca de la casa desde fuera―. Harold, ¿estás ahí? ¿Has vuelto?

Si Saeko se asomaba por la ventana, disimuladamente, vería que era un pez globo que nadaba nerviosamente alrededor de la puerta. Podía acercarse a hablar con él, dejarle entrar o salir por la ventana trasera para que no se percatara de su intromisión.

Harold, no me esquives. Quiero hablar sobre tus planes.


Tierra de Partida


Harold asintió a la propuesta de Bavol, todavía no muy convencido. Desconocía si debía hacer él mismo el pago o no, puesto que no conocía a nadie que hubiese hecho un trato anteriormente con la bruja (extrañadamente), y de todas formas, creía que sería lo suficiente maja para aceptarlo.

Squirt, por otro lado, se mostró entusiasmado por acompañar a Bavol. Sabía dónde se hallaba la gruta y le mostraría el camino. Además, como delfín, no tenía forma de subir al barco.

Ay, Vivian ―Puso ojos ensoñadores, lo que les indicaría claramente que estaba prendado de ella―. Es una mujer increíble, lista y valiente. Hablábamos todos los días en el cabo. Hace unos días, vi cómo unos piratas la ataban y la subían a su barco, contra su voluntad. Gritó mi nombre, pidiendo auxilio, pero yo… no soy fuerte, no habría podido hacer nada por ella. Eso fue lo que le pedí a Úrsula, la bruja: fuerza. Y ahora que les he encontrado, ¡lucharé contra ellos!

Da igual cómo se mirara, Harold no parecía en absoluto fuerte. Era un chiquillo delgaducho, sin músculo ni pectorales. Las gafas se le resbalaban por la nariz constantemente y parecía el tipo de persona que se asustaría de su propio reflejo. Quizá la bruja lo había timado y seguía siendo un completo mequetrefe.

Sin embargo, puesto que Maya y River se habían ofrecido para acompañarle, podrían ayudarle en su plan de rescate.

Gra-gracias… a todos ―murmuró Harold―. No sé quiénes sois, ni… ni por qué me queréis ayudar, pero sin vosotros… seguramente no hubiese tenido ni una oportunidad. ―Pudo terminar de agradecer.

Y por el momento, se habían librado de Derhe. El chico iba a subir de nuevo para encontrarse con las chicas mencionadas por Bavol, pero tras ver a Maya y River, se imaginó que se refería a estas. Iba a preguntarles de nuevo por Banco, pero Maya estuvo rápida y le señaló una dirección falsa. Derhe ni le dio las gracias y se marchó.

Joder, ya sabía que no tenía que venir, y menos por orden de la loca ―se quejó para sí—. Voy a tirarme horas buscándolos para luego tener que hacer de niñero de unos jodidos novatos que seguro que todavía van en pañales.[/b]

Enseguida se perdió de vista y pudieron continuar con sus respectivos planes. Squirt animó a Bavol a que se agarrara de su aleta para que pudieran bajar juntos más rápido; Harold, por otro lado, después de devolver con reticencia el lirio al renacuajo, se puso colorado al verse solo con dos chicas.


Bavol


Sujetarse a la aleta dorsal de Squirt y sostener la esfera que contenía el lirio fue un completo reto para el cuerpo de renacuajo tan pequeño en el que se había transformado. Squirt no iba demasiado rápido, pero le encantaba hacer piruetas y sortear con gracilidad los obstáculos en el camino. Bavol no podría quejarse del paisaje, rodeado de corales, algas y animales acuáticos que conversaban (cotilleaban) entre ellos.

A partir de cierto punto, dejaron de toparse con otros seres amigables, según fueron descendiendo. Squirt, aun así, estaba tranquilo y canturreaba una canción animada con la misma ilusión. Y finalmente, pudo ver su destino:

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No era un lugar donde uno quisiera vivir. Los vapores de alrededor hacían sudar a Bavol (sí, bajo el mar), y por si fuera poco, la entrada a la que se dirigía Squirt era la susodicha boca del esqueleto al que había pertenecido la criatura… de haber estado viva alguna vez, y no ser simple roca.

¿No es un lugar genial para jugar? ¡Hay un montón de escondites! ―se mostró emocionado.

Al acercarse a la boca, antes de introducirse en ella, Squirt paró. Frente a ellos, había dos morenas enroscadas entre sí,

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¿A qué se debe esta visita? ―preguntaron a la vez.

¡Venimos a hacer el pago de Harold!

Las morenas sonrieron y, desenroscándose entre ellas, se introdujeron en la caverna.

Síguenos.

El túnel inmediato era, en una palabra, escalofriante. Una especie de algas se extendían por todo el suelo, en aquel estrecho espacio, con cabezas y expresiones en ellas de tortura y suplicio. Emitían un chirrido de lamento, mirando a Bavol y Squirt sin apartar la vista de ellos. Varias intentaron agarrar las aletas del delfín, pero resbalaban en su piel y no podían sujetarlo.

De repente, una de ellas agarró con su cuerpo la esfera del lirio (aprovechando que Squirt trataba de librarse de otra), y se la arrebató a Bavol de las patas. Entre varias cubrieron el objeto, pero seguían siendo algas y eran frágiles y finas, por lo que el renacuajo seguía viendo su ubicación. Solo tendría que bajarse a cogerlo, o dar instrucciones al delfín.


River y Maya


No-no sé cómo hacerlo ―les reconoció Harold―. Sigo siendo un tritón y no puedo caminar por el barco. Quizá si… si destruyo la quilla…

El ancla comenzó de pronto a descender, asustado a Harold, que se agarró a la cola de River en un acto reflejo. Sin embargo, viendo su oportunidad, tragó saliva y se lanzó hacia la cadena, para que esta le hiciera subir. Hizo señas a las dos aprendizas para que le siguieran.

En cuanto salió del agua, Harold pasó de la cadena a un pliegue del barco, donde encontró un sitio para sentarse y agarrarse al mismo tiempo. Ayudaría a Maya y River a ponerse junto a él, de ser necesario. Una vez el ancla hubo subido del todo, el barco desplegó las velas y volvió a ponerse en marcha.

Harold se mordisqueaba las uñas, completamente arrepentido.

¿Aho-hora qué hacemos? ¡Estamos en movimiento! ―susurró, aun en pánico―. ¡Y ninguno podemos caminar por ahí!

A su espalda, se escuchaba cómo los marineros estaban en pleno movimiento para optimizar el barco y su rumbo. Si ponían atención, escucharían al supuesto capitán dando gritos a la tripulación y poniéndose a mirar con un catalejo el horizonte, cerca del cascarón.

Podría buscar una ventana… ―siguió murmurando Harold, ajeno a nada más― y escurrirme por ella. ¡Pero seguiría sin poder andar! ¿Qué… qué pensáis?

Por otro lado, aparte del capitán conocerían otra ubicación clave: la del timonel. Si escalaban hasta la parte trasera del barco, verían al hombre que dirigía el rumbo. Podía serles de utilidad espiarle o, por lo menos, saber su ubicación para más adelante.


Fecha límite: 26 de febrero.
Zodiark (1), River (1).
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Zodiark » Mié Feb 25, 2015 9:34 pm

Uf, menos mal... —musité después de soltar un suspiro de alivio cuando Derhe se hubo alejado lo suficiente como para no oírme. Acto seguido, observé a Bavol y a River, con los brazos cruzados y el ceño fruncido—. ¡Y a vosotros ya os vale! Mira que encasquetarme a mí sola el marrón de cargar con ese tío... ¡Qué morro!

En cualquier caso, y sin la siniestra presencia de Yeno, podíamos continuar con el plan. Harold y Squirt habían aceptado la propuesta de Bavol, así que era hora de dividirse: ellos dos irían a entregar el lirio a la bruja, asi que el chico se alejó junto al delfín agarrado a su aleta, dejándonos a River y a mí con la tarea de ayudar a Harold a rescatar a la tal Vivian.

Bien, eh... —intervine para comenzar a idear un plan, cuando vi a Harold un poco... raro. Tenía las mejillas coloradas, lo cual resaltaba mucho más debido a su tez blanquecina, y parecía más tímido que anteriormente—. ¿Te encuentras bien? ¿Tienes fiebre?

Pero no había tiempo de entretenerse con esas cosas. ¿Quién sabía qué le estarían haciendo a la pobre Vivian? Había leído cuentos y escuchado historias sobre piratas, y no se caracterizaban por ser muy benevolente y piadosos precisamente. Quizá la pobre Vivian ya había sido convertida en comida para tiburones... Que, hasta ese momento no me había dado cuenta, ¿pero y si había tiburones, o algo peor, en aquellas aguas? No me hacía demasiada gracia estar allí. ¡Debíamos terminar aquel encargo cuanto antes y volver a casita sanos y salvos!

Bueno, al grano. Deberíamos trazar un...

No-no sé cómo hacerlo ―interrumpió Harold, con total honestidad―. Sigo siendo un tritón y no puedo caminar por el barco. Quizá si… si destruyo la quilla…

River y yo seríamos capaces de hacerlo si nos convertíamos en humanas, pero no estaba segura de si era buena idea hacer eso frente al tritón. Después de todo, estábamos allí saltándonos una de las principales normas de la Orden: no intervenir en asuntos internos de otros mundos. Si descubrían que no éramos de aquellas tierras... o mejor dicho, aguas, nos podíamos meter en un lío tremendo, a pesar de contar con el respaldo de Yami... lo cual no estaba muy segura de si era de fiar. Así pues, tendríamos que disimular y buscar otra forma de ir a por Vivian.

De pronto, el ancla del barco descendió violentamente, haciendo un ruido metálico espantoso y asustándonos, al menos a Harold, que se escondió tras River, y a mí, que me aparté con un golpe de cola hacia atrás. En ese momento, Harold comenzó a nadar decididamente hacia la cadena.

¡Eh, espera! ¡Todavía no tenemos un plan!

El tritón nos hizo una señal tras agarrarse a la cadena para que fuéramos con él. Suspiré resignada y comencé a bucear a toda prisa hacia él sin dejar a River atrás. Como siempre, tendríamos que improvisar el plan sobre la marcha.

El ancla subió, y finalmente pudimos salir del agua. ¿Cuánto tiempo seríamos capaces de aguantar con nuestra nueva anatomía fuera del ecosistema acuático? Y lo más importante: ¿cuánto aguantaría Harold? Con su fisiología enclenque, seguramente no mucho, así que debíamos darnos prisa.

El tritón saltó hacia un pliegue del barco, y le extendí la mano para que me ayudase a subir. Cuando llegase y me pudiera sentar, ayudaría yo misma a River. Con los tres en el barco, era hora de decidir adónde nos dirigiríamos, pero al observar a Harold me percaté de que parecía estar muy nervioso y asustado. Para colmo, el barco comenzó a moverse, lo cual agravó el pánico del tritón.

Maldición —mascullé mientras me recuperaba del desequilibrio que me había provocado el movimiento del navío y me agarraba fuerte a la madera para no caerme—. Esto es malo... Si nos alejamos demasiado, quizá no podamos encontrar de nuevo a Bavol y Squirt.

¿Aho-hora qué hacemos? ¡Estamos en movimiento! ¡Y ninguno podemos caminar por ahí!

Vaya, no parecías tan asustado cuando decidiste subir agarrado a la cadena. Deberíamos haberlo pensado mejor —susurré, en tono de regañina, pero acto seguido decidí calmarle y no ponerle más nervioso—. Bueno, no te preocupes. Encontraremos la forma de ir a por Vivian.

Las voces de los marineros se escuchaban a nuestras espaldas. El que parecía el capitán daba órdenes, gritando, y se oían pasos y mucho movimiento. No tenía pinta de que infiltrarse en el barco fuese a ser coser y cantar, y menos si íbamos los tres juntos.

Podría buscar una ventana… y escurrirme por ella. ¡Pero seguiría sin poder andar! ¿Qué… qué pensáis?

Me quedé pensativa unos segundos, y se me ocurrió algo. Era muy peligroso, pero era la única forma que se me ocurría de buscar por el barco.

Déjame hablar con River un segundo —le dije, acercándome al oído de la bruja y susurrándole, mirando a Harold de reojo en todo momento para que no escuchase lo que tenía que decirle—. Tengo una idea, pero necesito que distraigas a Harold. Lo mejor es que no descubra cómo somos en realidad, por eso necesito que te vayas con él y encontréis el momento y el sitio adecuado para meteros en el barco sin que os pillen, y adueñaros del timón. Yo me convertiré en humana y me infiltraré para buscar una forma de ayudaros y, de paso, intentar mantener distraído al capitán. Si nos pilla, se acabó —hice una pausa de un par de segundos para asegurarme de que River estababa entendiendo mi propuesta—. Si me descubren, diré que soy una niña que se perdió en el puerto y se confundió de barco, o algo así. Quizá cuela. Y si no, con mi magia podré mantenerlos a raya si la cosa se tuerce —hice otra breve pausa para finalmente terminar— ¿Qué te parece?
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor River » Jue Feb 26, 2015 12:11 am

Afortunadamente, aquel ser tan horrendo se tragó la mentira de Maya, largándose hacia donde la pequeña le había indicado. River suspiró aliviada.

Uf, menos mal... —se relajó Maya al verlo marchar—. ¡Y a vosotros ya os vale! Mira que encasquetarme a mí sola el marrón de cargar con ese tío... ¡Qué morro!

La peliazul se rascó la nuca (se le hacía extraña la ausencia de su cabello cayendo por los hombros), dibujando una sonrisa de disculpa.

Así, mientras Bavol se iba con Risitas a llevar el lirio, ellas dos se encargan de salvar a Vivian. Genial, la cosa marchaba. No sabía exactamente cómo habían terminado en aquel asunto, pero si había una muchacha en peligro, debían ayudarla. Además, Harold le recordaba al Sr. Vasijita, el zombie que había conocido en Ciudad de Halloween. No quería que le pasase a él con su amiga igual que a Charlie con Martha.

Bien, eh... —La intervención de Maya le despertó de los recuerdos. No era hora de melancolía, era tiempo de acción—. ¿Te encuentras bien? ¿Tienes fiebre?

La bruja miró al tritón. Sí, era cierto, estaba bastante acalorado; pese a vivir bajo el agua. Le llevó la mano a la frente como inconscientemente, para calcular su temperatura. Los años como aprendiza de curandera no se borraban fácilmente. Luego murmuró un perdón y la retiró, ya que posiblemente le hubiese molestado.

Bueno, al grano. Deberíamos trazar un...

No-no sé cómo hacerlo ―le cortó el chico, algo avergonzado―. Sigo siendo un tritón y no puedo caminar por el barco. Quizá si… si destruyo la quilla…

River pensó que lo más fácil sería que se transformasen ellas en humanas y así poder subir. Tal vez los piratas se sorprendieran un poco de tener “polizones”, pero podrían inventarse una excusa lo bastante buena. Tal vez si les dijesen...

Ay no, las normas. Casi había olvidado que no podían revelar que provenían de otros mundos. ¿Cómo iban a explicarle a Charlie su metamorfosis?

La bruja se colocó el dedo en la barbilla, tratando de pensar. Harold y una de las chicas podrían distraer a los marineros, y mientras la otra se transformaba en humana y se colaba en el barco. Iba a confiarles su idea cuando un sonido atronador la cogió por sorpresa. Era el ancla del barco pirata, que había bajado de pronto. Harold, atemorizado, se agarró a la cola de la adolescente.

¡Eh! ¡Suelta! —exclamó, aunque luego se arrepintió. El pobrecito estaba asustado.

Entonces, el muchacho se soltó y comenzó a nadar con una decisión inédita hacia la cadena del ancha, a la que se agarró, tras indicarles a las dos que le imitasen.

¡Eh, espera! ¡Todavía no tenemos un plan!

Bueno... ¡Podría funcionar!

La bruja buceó con primor hacia Harold junto a Maya y se agarró con fuerza a la cadena mientras ascendía, sacándoles de las aguas. Por suerte, podían respirar aire también, o al menos por ahora. Tal vez fuese cosa de la magia, aunque no sabía si Harold aguantaría también. Mejor hacerlo rápido, sea como fuere.

El tritón se sentó en un pliegue del barco, ayudando a la brujita a ponerse a su lado, que le tendió la mano a River. Ésta subió como pudo (era difícil sin piernas) y suspiró. Si se echaban atrás, no podrían volver a tener la oportunidad. La adolescente notó cómo Harold se ponía más y más nervioso, sobre todo al comenzar a moverse el barco. Me agarré fuerte a mi asiento, no quería caer.

Maldición —murmuró la niña, que se había desequilibrado por el bamboleo—. Esto es malo... Si nos alejamos demasiado, quizá no podamos encontrar de nuevo a Bavol y Squirt.

Definitivamente, tenemos que ser muy rápidos —Enfatizó la penúltima palabra.

¿Aho-hora qué hacemos? ¡Estamos en movimiento! ¡Y ninguno podemos caminar por ahí!

Vaya, no parecías tan asustado cuando decidiste subir agarrado a la cadena. Deberíamos haberlo pensado mejor —le regañó Maya, aunque luego lo calmó—. Bueno, no te preocupes. Encontraremos la forma de ir a por Vivian.

Detrás de ellos, River pudo escuchar las voces de los marineros. Había una que se sobreponía a las demás, seguramente el capitán. Echó un vistazo. El dirigente estaba concentrado en su catalejo. Tal vez no les viera.

Pensó qué sabía de los piratas. Había algunos en Ciudad de Halloween, pero parecían mucho más divertidos que los que veía en ese momento. No cantaban alegres canciones ni contaban leyendas.

Podría buscar una ventana… y escurrirme por ella. ¡Pero seguiría sin poder andar! ¿Qué… qué pensáis?

La bruja hizo un gesto de desacuerdo. No quería acabar con sus ilusiones, pero esa era una idea descabellada, por no decir estúpida.

Déjame hablar con River un segundo —le dijo su compañera al tritón, acercándose a mi oreja sin perderlo de vista. Me agaché un poco para poder oírla mejor—. Tengo una idea, pero necesito que distraigas a Harold. Lo mejor es que no descubra cómo somos en realidad, por eso necesito que te vayas con él y encontréis el momento y el sitio adecuado para meteros en el barco sin que os pillen, y adueñaros del timón. Yo me convertiré en humana y me infiltraré para buscar una forma de ayudaros y, de paso, intentar mantener distraído al capitán. Si nos pilla, se acabó —Asentí para mostrar que lo había entendido—. Si me descubren, diré que soy una niña que se perdió en el puerto y se confundió de barco, o algo así. Quizá cuela. Y si no, con mi magia podré mantenerlos a raya si la cosa se tuerce. ¿Qué te parece?

Asentí de nuevo.

De acuerdo. Trata de encontrar a Vivian, nosotros nos encargaremos del timonel. Así —añadió en voz más baja— no nos alejaremos mucho del lugar y distraeré a Harold. Si nos descubren... —No tenía mucha fe en su poder mágico, y tampoco en la "fuerza" de Harold— Trataremos de escapar por nuestra cuenta. Tú... Encuéntrala. Y ten cuidado, ¿vale? —No quería que le pasase nada.

Una vez Maya se marchara, le diría a Harold:

Nos encargaremos del timón, ¿de acuerdo? —Le señaló su posición, en la parte trasera—. Lo observaremos antes de decidir si... Adueñarnos de él —No quería ni nombrarle la idea de atacar—. No hagas ruido y... Confía en mí... Y en tí mismo también. Podemos hacerlo, ¿vale?

Alzó la mano para chocarla, aunque si no lo hacía la retiraría poco a poco. Suspiró (el discurso le había servido también a ella) y se dirigió hacia el timonel, comenzando a escalar.
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Tidus Cloud » Jue Feb 26, 2015 1:28 am

Bavol escuchó con atención los detalles que Harold había decidido darles sobre la situación. Vivian era la mujer de la que estaba enamorado, o al menos eso era lo que parecía por la forma que tenía de hablar de ella, y había sido raptada por unos piratas. El renacuajo hizo una pequeña mueca, seguramente no serían como los piratas a los que él admiraba.

Sin embargo, la sorpresa más grande llegó cuando el tritón aseguró que la bruja le había concedido la fuerza que él necesitaba. Miró de arriba abajo al escuálido joven y abrió ligeramente la boca para replicarle, aunque finalmente decidió no hacerlo. Al él también le habían juzgado muchas veces por su aspecto, por lo que pensó que no sería justo hacer lo mismo con Harold. Pese a todo, agradeció que sus compañeras quisieran acompañarlo por si las moscas.

Gra-gracias… a todos. No sé quiénes sois, ni… ni por qué me queréis ayudar, pero sin vosotros… seguramente no hubiese tenido ni una oportunidad.

Esbozó una sonrisa al ver cómo habían conseguido ayudar a una persona necesitada. Para el pequeño era una prueba de que la regla de no intervenir en los mundos podía llegar a ser bastante absurda. Si tenían el poder para salvar a la gente, ¿por qué no debían usarlo?

Por otra parte, antes de marcharse, echó un último vistazo a Derhe mientras se marchaba. Seguidamente, se volvió a sus dos compañeras y se encogió de hombros mientras sonreía nerviosamente ante el comentario de Maya. Esperaba que sus compañeras no se hubieran enfadado demasiado por haber intentado encasquetarles a ellas al Aprendiz que les había mandado Yami, ya que sólo había pretendido quitarse a aquel pesado de encima.

Tranquilo, Harold, volveremos enseguida y estará todo solucionado ―indicó el renacuajo cuando el tritón le devolvió el lirio.

Intentó sostener el orbe entre sus brazos como buenamente pudo a la vez que agarraba la aleta que le ofrecía el delfín. El animal parecía ser bastante juguetón, estaba seguro de que gracias a él conseguiría pasárselo bastante bien durante el camino.

Mucha suerte a las dos ―se despidió Bavol alegremente de sus compañeras.

***

Uauuuuh ―exclamó el renacuajo eufórico con otra de las pirueta del delfín.

Llevarse a Squirt había sido una gran idea, y no sólo porque conocía bien el camino y le llevaría mucho más rápido, sino porque también sabía la forma de amenizar el trayecto con sus simpáticos movimientos. El único problema es que tenía que estar muy pendiente del lirio, ya que más de una vez estuvo a punto de que se le resbalara de entre los brazos. No obstante, aquel minio detalle no iba a estropear lo bien que se lo estaba pasando.

Sin embargo, poco a poco el agradable paisaje submarino fue dando paso a un tétrico escenario, repleto de pequeño cráteres que desprendían vapor, y en el que la boca de un gran animal, del cual sólo quedaba su esqueleto, daba paso a una nueva gruta.

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¿No es un lugar genial para jugar? ¡Hay un montón de escondites!

Uff ―suspiró agobiado por lo molesto que le hacían sentir aquellos vapores―. Seguro que aquí hay escondidos montones de monstruos feos. No me extraña que aquí viva esa bruja tan mala.

Dos extraños animales de una especie que no había visto en su vida fueron los que recibieron al renacuajo y al delfín cuando entraron en la boca del animal. Su peculiar aspecto confirmaba la sospecha de Bavol de que allí vivirían criaturas terroríficas.

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¿A qué se debe esta visita?

¡Venimos a hacer el pago de Harold!

Sí, mirad, lo tengo yo ―indicó el pequeño intentando mostrar el lirio que había entre sus brazos.

Síguenos.

El panorama no mejoró en el interior del túnel. Bavol esbozó una mueca de sorpresa mezclada con asco al contemplar las pequeñas criaturas que poblaban el suelo. En un principio, prefirió ignorarlas y llegar a su destino cuanto antes, no fuera a ser que fueran peligrosas. No obstante, aquellas algas intentaron atrapar a Squirt y aunque no tuvieron mucho éxito en su objetivo, consiguieron quitarle el lirio en un momento de despiste.

Lo que faltaba… ―protestó el renacuajo para sí mismo―. Espera, Squirt, baja un momento ahí, se me ha caído la flor.

Una vez el delfín se frenara y se acercara a la zona en la que las algas habían cubierto el orbe, Bavol alargó la mano y conjuró un Piro para apartarlas de ahí. En caso de que no fuera suficiente, invocaría su Llave Espada y las amenazaría con cortarlas si no se apartaban.

Como no conocía lo suficientemente bien a aquellos seres, pensó en la posibilidad de que se pusieran agresivos e intentaran atraparlo como habían hecho con el lirio. Si eso ocurría, conjuraría su hechizo Calma con el objetivo de que las algas se relajaran y le dejaran tranquilo.

Fuera como fuese, en cuanto tuviera vía libre, Bavol recuperaría el pago de Harold, volvería con el delfín y buscaría a la bruja para saldar de una vez por todas la deuda que el tritón había contraído.
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Sito » Sab Feb 28, 2015 3:42 pm

Cuando se reunieron las tres aprendizas, Saeko les contó además que al tal Sebastián le estaban buscando en palacio. Quizás si le daban ese mensaje colaboraría con ellas... Coli por su parte no parecía haber descubierto demasiado, aunque reveló que el consejero del Rey no llegó a realizar decentemente un importante musical por algo relacionado con la princesa.

Nico, Coli y Alexis fueron al Jardín de corales, tal y como le habían sugerido tanto el guardia como Pangea. Saeko por su parte fue a investigar a Harold, alguien que según le habían dicho sabía muchas cosas.

Mientras nadaban hacia el jardín, Nico observó a Alexis sin poder evitar pensar en que podría involucrarse más en la misión. Contaba con que, llegado el momento, intervendría.

Al llegar al bonito jardín, Nicoxa se sorprendió al ver que apenas había nadie; de hecho sólo pudieron divisar a una única sirena pelirroja, acompañada de un pequeño cangrejo con semblante preocupado que nadaba incansable a su alrededor.

Me quiere… ―Sonrió la chica tiernamente―. No me quiere… ―Se entristeció ligeramente, pero en cuanto arrancó el último pétalo de la flor que estaba deshojando la alegría volvió a ella―. ¡Me quiere! ¡Sí, lo sabía!

Hasta ahora todo va bien, todo va bien… No creo que el Rey lo sepa. ¡Pero no será fácil mantener por mucho tiempo un secreto así! ―Dijo el cangrejo mientras se subía a la roca en la que estaba la sierna ensimismada―. ¡Ariel, no digas tonterías!

¡Tengo que volver a verlo! ¡Esta misma noche! ―comentó, sin escuchar lo que decía el cangrejo.

¡Ariel, por favor! ¡Bájate de las nubes y pon tu aleta en el agua!

¡Nadaré hasta su castillo y… y…! ¡Averiguaré de algún modo dónde vive!

Serán esos, ¿no? ―comentó Alexis sin inmiscuirse en esa conversación―. Tendréis que convencer a uno de los dos para que os lleve hasta el rey. ¿A cuál?

El cangrejo debía de ser Sebastián. Estaba tan pegado a la que sería entonces la princesa y a la que había llamado Ariel, que convencer a uno separado del otro era una tarea imposible. Tendrían que hablar con los dos a la vez.

Nico estaba pensativa en aquel momento, no tenía claro como actuar a continuación, y ahora que habían encontrado al consejero del Rey no quería fastidiarla. Y menos después de que Saeko confiara en ellas, lo que la presionaba un poco.

Miró a su amiga Coli en busca de ayuda y entonces se percató de algo que hizo que se horrorizara.

Eh... Coli... No estarás pensando en comerte a Sebastián, ¿no? Es cierto que esos animales son muy sabrosos pero en este mundo todo es diferente... sería casi como canibalismo, incluso ―masculló Nicoxa un poco preocupada―. Bueno, ¿qué hacemos? ¿vamos y les hablamos de buenas, usamos un tono amenazante, nos acercamos bailando mientras una toca esa flauta que llevas ahí o qué?

»Aunque la princesa parece más inocente y amigable, creo que conocemos más datos sobre Sebastián y podríamos usarlos para ganárnoslo. Podríamos pedirle la audiencia amablemente, o podríamos contarle que le están buscando en palacio y que como recompensa por hacer de mensajeras nos permita tener una audiencia con el Rey, o comentarle algo de aquel musical que no acabó bien ―suspiró abatida. Había pensado tantas posibilidades que ahora se le hacía imposible elegir―. Estoy bastante indecisa, podemos hacer muchas cosas y no me termino de decantar por ninguna, ¿qué opinas?
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v. Ficha de Nicoxa .v
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Mentos » Dom Mar 01, 2015 11:36 pm

Al final, las tres aprendizas se reunieron para revelar toda la información que habían obtenido. No eran los datos más reveladores del mundo pero servirían al menos para avanzar algo.

<<Algo es algo o eso se dice en estas situaciones...>>

Teniendo en cuenta lo que sabían, el mejor destino a tomar era hacia el jardín de corales. Saeko, por su parte, decidió separarse del grupo para ir a visitar a un tal Harold.

Poco más quedaba hacer en la plaza, por lo que Coli, Nicoxa y Alexis partieron hacia su nuevo objetivo.

Al llegar, sólo había una sirena de cabellos rojos. Se mostraba realmente ocupada en una roca, arrancando pétalos de una flor como una de aquellas adolescentes enamoradizas sin remedio.

Me quiere… No me quiere… ―Arrancó el último pétalo y... ― ¡Me quiere! ¡Sí, lo sabía!

Un cangrejo cercano a la muchacha se encontraba dando vueltas alrededor de la roca. Tenía un rostro de preocupación que no inspiraba mucha felicidad.

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Hasta ahora todo va bien, todo va bien… No creo que el Rey lo sepa. ¡Pero no será fácil mantener por mucho tiempo un secreto así!

¿Secretos? Me encantan los secretos ―comentó en voz baja a su amiga-

¡Ariel, no digas tonterías!

¡Tengo que volver a verlo! ¡Esta misma noche! ―comentó firmemente.

¡Ariel, por favor! ¡Bájate de las nubes y pon tu aleta en el agua!

¡Nadaré hasta su castillo y… y…! ¡Averiguaré de algún modo dónde vive!

<<¿Castillo? ¿Se refiere al de Atlántica o...?>>

Serán esos, ¿no? ―interrumpió Alexis―. Tendréis que convencer a uno de los dos para que os lleve hasta el rey. ¿A cuál?

Eh... Coli... No estarás pensando en comerte a Sebastián, ¿no? Es cierto que esos animales son muy sabrosos pero en este mundo todo es diferente... sería casi como canibalismo, incluso ―Coli no pensaba por una vez en comerse al cangrejo, aunque ahora que había sacado el tema no podía evitar pensar en comer―. Bueno, ¿qué hacemos? ¿vamos y les hablamos de buenas, usamos un tono amenazante, nos acercamos bailando mientras una toca esa flauta que llevas ahí o qué?

Pues...

Aunque la princesa parece más inocente y amigable, creo que conocemos más datos sobre Sebastián y podríamos usarlos para ganárnoslo. Podríamos pedirle la audiencia amablemente, o podríamos contarle que le están buscando en palacio y que como recompensa por hacer de mensajeras nos permita tener una audiencia con el Rey, o comentarle algo de aquel musical que no acabó bien ―suspiró―. Estoy bastante indecisa, podemos hacer muchas cosas y no me termino de decantar por ninguna, ¿qué opinas?

Bueno, yo tampoco estoy muy segura... pero hay que hacer algo antes de que se vayan.

Coli empezó a acercarse a ellos mientras por el camino intentaba encontrar un plan. No tenía muy claro como actuar pero decidió arriesgarse:

¡Hola! No he podido evitar escucharos ―dijo a modo de perdón por la intromisión―. Pero si estás buscando algo, estás de suerte; yo soy la mejor buscadora. Mi nombre es Coli y... tengo una forma de recorrer estas aguas y la superficie del mar rápidamente. Si me ayudas a conseguir una audiencia con el Rey para que atienda a mi amiga, que está sola con un hijo y desesperada ante su situación económica ―señaló a Nicoxa―, la usaré para encontrar aquello que tanto deseas ―finalizó con una gentil sonrisa.

La hermosa orca se refería a su glider. No debería ser muy difícil buscar aquel castillo usándolo y, de todas formas, quizás ni haría falta si conseguía la audiencia primero... así que decidió probar suerte.
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Tsuna » Dom Mar 01, 2015 11:54 pm

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Siguiendo las indicaciones del guardia, o al menos intentando recordar por dónde era, terminé alcanzando lo que parecía una casa de roca como las demás, decorada con algas que simulaban la entrada y agujeros que hacían de ventanas. Por supuesto, rechacé la tentación de mirar en el interior como si nada, no fuese a ver algo de lo que me pudiese arrepentir más tarde.

No supe bien cómo entrar sin llamar la atención, por lo que me quedé allí nadando, a veces diciéndome a mí misma que tenía que entrar como si nada, y otras esperando a que alguien me recibiese. Finalmente me decanté por dar algunos golpes en la roca, junto a la entrada, pero ni rastro. Nadie respondía.

Qué raro… —musité, extendiendo mis manos hacia las algas de la recepción para asomarme un poco

¿Porque no había ningún problema en asomarme si absolutamente nadie me recibía, cierto? Miré a mi alrededor, un poco nerviosa, para comprobar que no había nadie pendiente de mí. Y cuando estuve segura, metí la cabeza dentro. La casa, lejos de lo que me había esperado, estaba hecha un auténtico desastre. Hice una mueca de repulsión al ver todo tirado y abandonado, y me encontraba muy desilusionada con aquel tal Harold.

Finalmente me decanté por entrar, porque sospechaba que allí no había nadie y estaba perdiendo el tiempo. Le eché un vistazo rápido a los libros que había amontonados en un rincón, al igual que aquella especie de concha, que suponía que hacía de cama. Me rasqué un poco la cabeza antes de proseguir, sin saber bien qué hacer allí. Yo esperaba conocer a un tal Harold para sacarle información, pero no había más que basura.

Agarré un libro con las manos, pensando que igual conseguía leer algo de provecho, pero las páginas se deshacían nada más tocarlas. ¿Qué sentido tenía entonces usar libros de papel bajo el mar?

Oh.

Aunque al final sí me terminé fijando en un escritorio concreto, sobre el que descansaban una especie de tablillas con diseños y frases ilustradas. Dejé caer el libro al suelo convencida de que no me iba a ayudar y, sin dudarlo, cotilleé todo lo posible aquellas tablas: sobre una se mostraba lo que parecía un gran esqueleto de algún animal marino, que me provocó un ligero escalofrío; la otra en cambio hablaba sobre un templo oculto entre las olas.

No pasé desapercibidas las frases allí grabadas. Desconocía quién era Vivian y tampoco me interesaba, pero lo del Tritón sí consiguió captar toda mi atención. Agarré esta última, dándole la vuelta numerosas veces para ver si conseguía ver algo oculto, pero nada de nada. Decidí dejarla donde estaba, pero antes de poder hacer cualquier cosa alguien llamó a la puerta, provocándome un sobresalto.

Con el ceño fruncido y claramente nerviosa, me asomé por la primera ventana que vi de la forma más disimulada posible. Se trataba de un pez, cómo no, y preguntaba por Harold. Volví a esconderme lo más rápido que pude, regresando hasta el escritorio con la tablilla entre mis manos. No me serviría de nada escapar de allí, y mucho menos robarle al supuesto Harold cuyo paradero desconocía, tampoco tenía nada de lo que arrepentirme, porque el propio guardia me había dado las indicaciones pertinentes para llegar a la casa. Y era una fanática de la historia, no podía olvidar eso. ¿Qué problema podía haber? Ninguno, pensaba yo.

Decidida y dejando la tablilla sobre la mesa, opté por asomarme para responder.

Harold no se encuentra en esta casa. Yo misma lo estaba buscando, pero me preocupó que nadie respondiera y decidí entrar. ¿Lo buscabas por algo?

Me mantuve bajo la cortina de algas con un brazo en el aire, elevando las pocas que había para que no me molestaran y me permitiesen ver cara a cara aquel pez.
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Nell » Mar Mar 10, 2015 6:47 pm

River y Maya


Harold parecía cada vez más sumamente arrepentido de estar allí, incluso si él mismo deseaba llevar a cabo la misión de rescate (motivo por el que había hecho ese odioso trato con la bruja). Maya y River no ayudaban precisamente a que se sintiera más seguro sino que, por el contrario, comenzó a abrazarse y a temblar mientras ellas cuchicheaban.

Cuando River alzó la mano para chocarla, Harold le imitó, pero no demasiado convencido. Y, acto seguido, se colgaron como pudieron para comenzar a vadear el barco hacia el timón. El tritón observaría una última vez a Maya, antes de perderla de vista.

¿Y qué va a hacer ella? ―preguntó a River, refiriéndose a Maya.

Una vez se hallaran en la zona del timón, escondidos bajo la barandilla, empezarían a escuchar el rumor de una conversación entre dos hombres.

… después de tres días, esperaba haber dado con él.
Según Vivian, estamos cerca ―Harold soltó un gritito y casi cayó al escuchar el nombre―. Dijo que se situaba por estas aguas. Y tenemos provisiones suficientes para aguantar otra semana más, por si no aparece y tenemos que buscarlo.
¿Qué crees que será ese tesoro?

Empezaron a discutir sobre cuántas monedas de oro y joyas contendría, y acordando que tratarían de echarle el guante a algo más sin que nadie se diera cuenta, porque el capitán tenía fama de avaricioso y no se repartiría en partes iguales. Harold, tras encontrar un hueco donde apoyar la aleta, se mordía con nerviosismo las uñas.

Tuvieron que esperar un rato hasta que el compañero del timonel decidió despedirse para echarse una siesta. Si observaba por encima de la barandilla, River comprobaría que pese a que la parte del timón estaba solo ocupada por el hombre encargado de dirigirlo (y elevada respecto al barco), el resto de la cubierta se hallaba repleta de marineros, atando nudos, vigilando el horizonte, revisando las coordenadas… Entre ellos, además, se escuchaba el rumor de una canción mientras trabajaban.

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En definitiva, que hacerse con el timón no iba a ser fácil. Bastaba que intentaran hacerse con su control para que alguien se percatara de su presencia y entonces ¿qué?

Harold instó en silencio a River a que descendieran un poco, para evitar que nadie los escuchara.

¡Es-esto es una lo-locura! ―Al chico ya casi no le quedaban uñas―. Vivian… Vivian está bien. ¡Ay! ―Se le resbaló una lagrimilla, que la aprendiza no sabría si era de miedo o de alegría―. Po-podemos… acabar con ellos ―propuso de repente, con voz chica―. La bru-bruja me dio poderes. Quiz-zá no haga falta más…

Esperaba la aprobación de River. La muchacha podía escalar y continuar con su plan de hacerse con el timón, aunque necesitaría de alguna argucia para que nadie se percatara del ataque y la suplantación. De no disponer de ninguna, estaba el plan nuevo de Harold o el antiguo de colarse por una ventana a inspeccionar el interior. Cerca había una, aunque estaba cerrada.

Maya, que tendría que esperar a que Harold dejase de mirarla, pudo trepar hasta la barandilla y, por supuesto, adoptar de nuevo su forma humana infantil. Nadie en la cubierta pareció percatarse de que una niña acababa de escalar por su barco, sino que los marineros seguían vagando de aquí allá, cantando su canción.

Enseguida identificó al capitán. Era un hombre musculoso, de cabello cobre y largo recogido en una coleta, lleno de cicatrices y con un parche en el ojo derecho. El parche podía asemejarlo al Ronin, pero, al contrario que la expresión amistosa del Maestro, el capitán mostraba una tosca y malhumorada.

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Y, cómo no, seguía pegando gritos incluso mientras miraba por el catalejo, ensombreciendo la canción con ellos.

¡Ni una puta isla en el horizonte! ¡Esta estúpida expedición de esa reliquia legendaria va a arruinarnos! Nos habríamos ahorrado el oro desperdiciado en ese material que no sirve ni como comida de peces y seguiríamos ganando botines con nuestras pescas habituales. Que es mucho más fácil, ¡joder! ¡Pero no, claro! ¡Tenía que hacer caso a esa carroñera!

Se quitó el catalejo del ojo y, a su alrededor, los marineros más próximos asintieron con vehemencia, sin prestarle mucha atención. Le lanzó el aparato al primero que vio con las manos vacías y, al que pilló tocando una flauta tras unos barriles, le señaló para darle una orden:

¡Baja a la bodega y trae a esa miserable! ¡La quiero atada al palo mayor hasta que encontremos la jodida isla!

El marinero salió corriendo a cumplir la orden, bajando por la escotilla hacia el interior del barco. Entonces, el capitán se giró hacia los demás, buscando a alguien a quien chillar y lo encontró: Maya. La niña habría comprobado para entonces que no había lugar donde esconderse, porque siempre quedaba visible incluso entre cajas y barriles. Además, no había podido caminar por el barco

El capitán se plantó frente a ella de dos zancadas, no sin antes abrir mucho el único ojo que le quedaba por la sorpresa.

¿¡Y quién cojones eres tú!? ―le preguntó. Pero, como si no esperara respuesta, se volvió hacia sus marineros dispuesto a echarles la culpa―. ¿¡Qué demonios hace una niña en mi barco!?

Era hora de inventarse una excusa y desprender todos sus encantos. Y más le valía que convenciera al taciturno capitán, o acabaría con la otra en el palo mayor.


Bavol


El Piro fue suficiente para apartar las algas. Estas, asustadas por las llamas, se apartaron y se extendieron a los lados todo lo que pudieron. Una de ellas, la que le había arrebatado el lirio, prácticamente ardió. Bavol aprovechó el momento para recuperar la esfera y, sin miedo a que le detuvieran, pudo ascender y regresar con Squirt.

A su alrededor, el resto siguió gimiendo y lamentándose, mientras delfín y renacuajo avanzaban por el túnel hasta llegar a una estancia. Era la morada de la bruja, un espacio amplio con diversas conchas en las paredes que servían de armario, un tocador, un caldero en el centro y un cuarto más privado al fondo.

Squirt se detuvo sobre el caldero y ambos escucharon una voz procedente del hueco al otro extremo.

Os estaba esperando, queridos.

La bruja se deslizó por la obertura, avanzando por la cueva hasta situarse frente a ellos y haciendo ondas con los tentáculos que le sobresalían. Probablemente era tan monstruosa como Bavol se temía: un pulpo, de piel morada salvo por sus terminaciones negras, pelo blanco y mirada maliciosa. Desde luego, Harold debía de haber estado loco para confiar en alguien así.

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Las morenas nadaban a una prudente distancia sobre ellos, dando vueltas a su alrededor.

¡Tenemos el lirio! ―exclamó Squirt, exultante.

La bruja observó la esfera que contenía el lirio, en brazos de Bavol, con una sonrisa de triunfo. Su mirada divagó por el renacuajo que la sostenía, como si le estuviera evaluando.

Ah, sí, el pago del pequeño Harold. Qué bien, perfecto, comenzaba a preocuparme ―No lo parecía―. ¿Y quién es vuestro nuevo amigo? ―preguntó, refiriéndose a Bavol―. Mi nombre es Úrsula. Habrás escuchado cosas terribles sobre mí, pero no debes temerme ―se carcajeó―. Estoy tan arrepentida de mis antiguos actos que ahora dedico mi magia a ayudar ―Desvió brevemente la mirada hacia el túnel de la entrada― a pobres almas en desgracia. Como el dulce Harold.

Probablemente a Bavol no le interesara nada de eso. Había ido a entregar el pago del tritón y la bruja solo le estaba haciendo perder el tiempo. Y si no se fiaba de ella, convenía realizarlo cuanto antes.

Sin embargo, al tenderle el lirio, comprobaría que la bruja no lo cogía de inmediato. Había inclinado la cabeza para apoyarla en el puño, sin quitar aún la vista del renacuajo.

Pequeño, pequeño… Piénsalo bien. ¿Estás seguro de que quieres entregarme la salvación de tu amigo…

Bavol no entendería a qué se refería. ¿Por qué no iba a querer, al fin y al cabo? Se dio cuenta tarde, cuando al observar los ojos de la bruja, comprobara que no le había estado mirando a él, sino a alguien muy, muy cerca.

… Squirt?

¡Oh! ¡Claro! ¡No había caído!

Con un brusco movimiento, Squirt se deshizo del agarre de Bavol (de seguir manteniéndolo este), al que empujó con el hocico. Las manos del renacuajo resbalaron por la superficie de la esfera, incapaz de retenerla, y su cuerpo dio varias vueltas hacia atrás por culpa del golpe antes de estabilizarse de nuevo. Para entonces, el delfín mordía con la boca el tesoro y se alejaba a esa velocidad vertiginosa suya, por el mismo camino que acababan de recorrer.

Enseguida se daría cuenta de que con un cuerpo de renacuajo no podía competir con el de uno de delfín. Podía tratar de perseguirlo o lanzar magia, eso sí.

Úrsula reía maliciosamente. No parecía en absoluto arrepentida.

Pobre y estúpido Harold. Confió en el amigo equivocado ―murmuró Úrsula. Su voz sonaba cada vez más cerca de Bavol y este, al darse la vuelta, se percataría de que se estaba acercando a él. Sus tentáculos, de hecho, incomodarían a cualquiera (y más a alguien pequeño)―. Pero aún puedes salvarlo. Hay una manera…

Las morenas fueron quienes rieron esta vez, mientras Úrsula desplegaba un papel vacío y resplandeciente con uno de sus tentáculos. No había nada escrito. Aún.

Hagamos un trato ―le propuso, sonriente.

¿Qué debía hacer? ¿Ir tras Squirt, a quien ya no vería por el túnel; o quedarse a negociar, atacar o preguntar qué había ocurrido a la bruja? Aún llegaban a sus oídos los gemidos lastimeros de las algas…

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Puedes seguir a Squirt inmediatamente e ignorar la última parte.



Nicoxa y Colibritany


Por supuesto, la orca captó de inmediato la atención de ambos. Si desconfiaban de su aspecto, no lo hicieron notar. Enseguida a la sirenita le brillaban los ojos, interesada en esa información; mientras que el cangrejo los ponía en blanco y se llevaba una tenaza a la cara, fastidiado.

¿De verdad? ¿Cualquier cosa? ―sonrió la chica con inocencia―. ¿Y un príncipe…?

¡¡Ariel!! ―exclamó el cangrejo, interponiéndose entre la sirena y Colibritany―. ¡No te dejes engañar por estas criaturas! ¡Te están utilizando para llegar hasta el rey! ―resopló, como si las hubiese calado―. ¡Y tú! ¡Aquí abajo está tu hogar! ―le reprendió, situándose frente a su cabeza.

Y en vez de empezar otra discusión, prefirió de nuevo recurrir a la música (algo que parecía muy natural en el mundo).

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Ariel, escucha. Ese mundo está muy mal. La vida bajo el mar es mucho mejor que el mundo de allá arriba ―La sirenita retrocedió hasta la roca donde había estado divagando para sentarse a escuchar―. Tú crees que en otros lados, las algas más verdes son. Y sueñas con ir arriba, ¡qué gran equivocación! ¿N o ves que tu propio mundo no tiene comparación? ¿Qué puede haber allá fuera que cause tal emoción?

Alrededor del jardín comenzaron a congregarse peces, cangrejos, delfines y toda clase de criaturas, atraídas por la canción. Colibritany comprobaría que, entre ellas, había algunos miembros de la pandilla musical que había visto antes.

Bajo el mar, bajo el mar~ Vives contenta, siendo sirena, ¡eres feliz! Sé que trabajan sin parar, y bajo el sol para variar. Mientras nosotros, siempre flotamos, ¡bajo el mar!

Sebastián comenzó a revolotear entre el público, que se había unido a la marcha cada uno con su instrumento para hacer el acompañamiento, lamentando lo mucho que sufrían los peces en la superficie. A Nicoxa una trucha le pasó dos almejas, para que las tocase como castañuelas. Por otro lado, Ariel apenas parecía prestar atención.

… si no te quieres arriesgar, bajo el mar te quedarás. ¡Y sin problemas, entre burbujas, tú vivirás!

Estaba tan sumergido en el ritmo, animando a la participación de cada criatura (Colibritany, con su flauta, podía colaborar), que no se dio cuenta de que un pez amarillo de rayas azules se hacía paso hasta Ariel.

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Le susurró algo al oído y, con esa sonrisa inocente suya, se marchó nadando con el pez y abandonando al cangrejo. Tras la nefasta presentación, volvían a tener que decidir y esta vez de manera irrevocable: ¿a quién iban a pedir ayuda? ¿A Ariel o a Sebastián? ¿Seguirían a la muchacha, se quedarían con el cangrejo o se dividirían las tareas? Con Alexis comprobarían que no podían contar, pues estaba completamente absorta en otra araña marina (masculina), que le enseñaba a tocar una especie de contrabajo formado por dos pulpos.

Y mientras tanto, Sebastián llegaba al final de su canción (si se quedaban y no se iban ipso facto):

¡… para que bailes, en esta fiesta, bajo el mar!

Tratando de que captara el mensaje de la canción, terminaron el baile hacia la roca donde se hallaba la princesa hasta hacía unos escasos segundos, como bien sabían las aprendizas. Sin embargo, allí ya no había nadie… y todos, con desilusión, comenzaron a retirarse.

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Saeko


En cuanto el pez globo vio que un cocodrilo se asomaba por la puerta de su amigo, se hinchó (como un globo, vaya), y comenzó a gritar, con una vocecilla ridícula:

¡Ladrona! ¡Hay una ladrona en casa de Harold! ―Una vecina se asomó por su ventana para cotillear―. ¿Qué has hecho con él? ¿Has venido a por el tesoro que descubrió?

Sin embargo, tras retroceder unos cuantos metros, pareció entender lo que había pasado (lo que Saeko le había explicado), y tras deshincharse, suspiró de alivio. Un guardia se estaba acercando, pero al ver quién era el causante, resopló, cambió de parecer y regresó a su puesto. El pez globo le sacó la lengua.

¡Algún día estaré en aprietos de verdad! ¡Y tú vete a fisgonear a otro sitio que todo el mundo sabe cómo te gustan las mantas! ―Después de que la mujer resoplara también y se metiera en su casa, el pez se dirigió al cocodrilo, aunque aún con cierto recelo―. Perdón, perdón… ¡Es que hace tanto que no aparece! ¡Por eso mismo estoy vigilando que nadie se aproveche! Hablemos mejor dentro.

Pasó a su lado, aun manteniendo una cierta distancia, y animó a Saeko a que le acompañara al interior. Se llevó una aleta a la boca, pidiéndole silencio.

¡Vamos, vente! ¡O los caimanes se nos comerán!

Una vez de nuevo dentro, Saeko comprobaría que al pez globo no le sorprendía nada el desorden. Miró la montaña de libros, quizá sospechando que sí había tocado algo, pero no lo mencionó.

¡Harold lleva tres días perdido! ¡Y ya no sé qué hacer! ―se lamentó, lloriqueando―. Pero yo soy un pececito muy pequeño, y cuando salgo por ahí, los tiburones se meten conmigo. Tú, en cambio… ―Le miró de arriba abajo y asintió―. ¡Tú puedes hacerlo! ¡Puedes ir a buscarle! No sé qué asuntos tendrás con él, pero si lo haces, ¡yo te ayudaré en lo que sea! ―se ofreció.

»Lleva algunos meses investigando una especie de templo y sé qué hace poco logró situarlo ―Señaló con la aleta tablilla que había llamado la atención a Saeko, solo que como ella no entendía de cartografía, no había podido verlo como un mapa―. ¡Y de repente, hace tres días, se fue muy nervioso! Le pregunté qué adónde iba y me dijo que a ver a la bruja del mar. ¡Nadie en su sano juicio hace eso! ―exclamó, como si fuera obvio―. No puedo contárselo a los guardias, porque está prohibido. Ni tampoco seguirle, porque sus moneras me comerán, ¡seguro! ¡Ayúdale, por favor!

Desde luego, quizá Saeko tuviera algunas preguntas más sobre el templo, ese tesoro que había mencionado, Harold o la bruja del mar. El pez globo parecía dispuesto a responder, por lo que era una buena oportunidad para plantearlas.

Por otro lado, parecía tener tres opciones: ayudar al pez y buscar a Harold, en la guarida de la bruja o en el templo (el pez conocía ambas indicaciones y le diría la que quisiera saber); o bien, juzgar que ya se había desviado demasiado de su tarea principal (lograr una audiencia con el rey), y reunirse con sus compañeras. Quedaba en sus manos, es decir, en sus patas.


Fecha límite: 19 de marzo.
Zodiark (1), River (1).
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Tidus Cloud » Dom Mar 15, 2015 2:45 am

Las algas se apartaron ante el hechizo ígneo y el pequeño renacuajo aprovechó para recuperar el lirio. Antes de volver con Squirt, echó un último vistazo a esas miserables criaturas. Esperó que no fueran seres inteligentes, que aquel aspecto agónico no significara que realmente estuvieran sufriendo, sino que simplemente fuera parte del aspecto que tenían los de su especie.

Fueran lo que fuesen, decidió agarrar la aleta del delfín y continuar con su camino para ver a Úrsula. En cuanto contempló aquel caldero circular en medio de la sala, supo que ya se encontraba en la morada de la bruja. El delfín se colocó junto a él y mientras el niño fijaba su atención en el decorado de la caverna, una voz comenzó a hablar:

Os estaba esperando, queridos.

Rápidamente, Bavol fijó su atención en una enorme y alargada caracola empotrada en la pared. La voz había provenido de aquel lugar. Nada más ver cómo los primeros tentáculos emergían de la obertura de la concha, el renacuajo tragó saliva. Se trataba de una gorda criatura mitad pulpo, mitad mujer, de piel morada y con una maligna expresión pintada en su rostro.

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Aunque su instinto le advertía de que iba a ser un asunto complicado, se intentó auto-convencer de que estaba preparado para tratar con aquel pulpo. Lo importante era tener las ideas claras: debía entregarle el lirio y cumplir así con el pago de Harold. Nada más. No podía dejarse llevar por las mentiras que tratara de contarle la bruja.

¡Tenemos el lirio!

Sí, aquí lo tenemos ―confirmó Bavol mostrando el lirio y mirando con especial atención a Úrsula.

Ah, sí, el pago del pequeño Harold. Qué bien, perfecto, comenzaba a preocuparme. ¿Y quién es vuestro nuevo amigo?

Bavol ―respondió el renacuajo secamente. Seguía concentrado en que la exiliada famosa por su crueldad no le engañara.

Mi nombre es Úrsula. Habrás escuchado cosas terribles sobre mí, pero no debes temerme ―La risa que soltó Úrsula impidió que se tomara aquellas palabras en serio―. Estoy tan arrepentida de mis antiguos actos que ahora dedico mi magia a ayudar a pobres almas en desgracia. Como el dulce Harold.

Lo que tú digas…

Alargó los brazos para tenderle el lirio y poder terminar con el trato que había hecho el escuálido tritón. Sin embargo, Úrsula no tomó el orbe. Bavol soltó un suspiro consciente de que el pulpo tenía ganas de juguetear con él, por lo que continuó insistiendo en entregárselo, pero no consiguió lo que pretendía.

Pequeño, pequeño… Piénsalo bien. ¿Estás seguro de que quieres entregarme la salvación de tu amigo…

¿Por qué no iba a quer-…? ―Bavol se percató entonces de que la bruja no le estaba mirando a él.

… Squirt?

¿Qué? ―soltó el renacuajo dirigiendo una mirada aturdido a su compañero.

¡Oh! ¡Claro! ¡No había caído!

Antes de que pudiera entender lo que estaba ocurriendo, el delfín le propinó un buen golpe con el hocico, lo que provocó que se desestabilizara provocando que soltara el orbe en algunas de las piruetas que dio.

¡¿Pero qué estás haciendo, Squitch?!

No tuvo mucho tiempo para reaccionar. El delfín había agarrado con la boca el lirio y se alejaba ya a gran velocidad. Sabía que el animal nadaba mucho más rápido que él, lo había podido comprobar durante el camino hacia la caverna. Decenas de preguntas se le vinieron en aquel momento a la cabeza: ¿Por qué lo había hecho? ¿Estaba compinchado con Úrsula? ¿Cómo podría alcanzarle?

Bavol se giró furioso hacia Úrsula, quien se reía descaradamente de lo ocurrido. No sabía cómo lo ha hecho, pero tenía claro que ella era la culpable. Soltó un pequeño gruñido mientras fulminaba a la bruja con la mirada. Sabía que si se distraía, el pulpo se la jugaría.

Pobre y estúpido Harold. Confió en el amigo equivocado. Pero aún puedes salvarlo. Hay una manera…

Se dio cuenta de que Úrsula se acercaba lentamente hacia él, no se avecinaba nada bueno. Con uno de sus tentáculos le mostró un brillante pergamino en blanco, lo cual extrañó al pequeño renacuajo.

Hagamos un trato.

Era tal y como había estado intuyendo todo aquel rato, la bruja pretendía liarle para convertirle en otra víctima de sus trucos, justo como había hecho con Harold. No obstante, había una gran diferencia entre Bavol y el tritón: estaba convencido de que a él no podría engañarle.

Espera, espera, espera ―dijo el renacuajo rápidamente apartando el tentáculo con el pergamino a un lado―. ¿Qué es lo que ha pasado? ¡Seguro que lo tenías planeado! A mí no me engañas, Úrsula, sé que eres una bruja malvada a la que mandaron al exilio. A saber qué hiciste para qué te castigaran así… Quiero que me contestes. ¿Estabas aliada con Squitch para conseguir que Harold no pudiera cumplir con el trato?

Escucharía con atención (y mucha desconfianza) las explicaciones que le quisiera brindar Úrsula. Quería entender cuál era exactamente la situación antes de decidir hacer cualquier trato con aquella bruja.

Y bien, te voy a dejar a una cosa clarita ―comenzó a explicar Bavol una vez hubiera acabado de hablar la bruja―. Yo sólo he venido aquí para ayudar a Harold. Para nada más. Así que lo que quiero es liberarle del trato que hizo contigo. ¿Puedes hacer eso, sí o no?

Había decidido hablar con total claridad para que Úrsula no pudiera distraerle con otros asuntos. Tenía su misión clara, incluso le había prometido a Yami que esta vez las cosas saldrían bien, así que no podía fallar.

Ah, y hay ciertas cosas que no pienso hacer. Yo no soy malvado. Si quieres hacer un trato, ni asesinatos ni cosas raras. ―aclaró el renacuajo para disgusto o no de la bruja―. Bueno, ahora, dime tú, ¿qué es lo que quieres a cambio de lo que te he pedido?
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Tsuna » Dom Mar 15, 2015 5:07 pm

¿Qué?

Me quedé con la boca abierta, alucinada, cuando empezó a tratarme de ladrona. Cierto era que podía resultar confuso encontrar a una desconocida en una casa ajena, pero yo no llevaba nada encima que pudiese delatarme como tal, y de hecho, el propio guardia que me había indicado la dirección del hogar de Harold sabía mis motivos para estar allí. No tenía de qué preocuparme. Aunque no pude evitar ponerme nerviosa cuando una vecina se asomó a contemplar la escena, o cuando otro vigilante se aproximó para resoplar y marcharse por donde había venido.

Alcé una ceja al hombre, dando a entender que yo tampoco sabía a qué había venido esa reacción tan exagerada. Por la respuesta de éste imaginé que esa pez globo no paraba de causar problemas, o al menos le daba por suponer cosas que no eran. Pero yo no era nadie para juzgarla, y tampoco era un asunto que me importase.

Le expliqué la situación de forma clara y concisa, a lo que se tranquilizó y me pidió sus debidas disculpas. Al parecer ella se encargaba de proteger su casa durante su ausencia… Y si con cualquier extraño armaba semejante escándalo Harold tenía mucha suerte.

Harold es muy afortunado de tenerte por aquí —aparté mi brazo de las algas que cubrían la entrada y nadé hacia atrás, procurando no chocarme con nada. Me dio la impresión de que esa pez globo intentaba evitarme; imaginé que por mi aspecto—. ¿Caimanes? —pregunté sin entender bien a qué se había referido con lo de que nos iban a comer unos caimanes, observando mi aspecto

La mujer se movió por la casa como si fuera suya, igual era alguna familiar o quizás una amiga, no lo sabía. Y cuando le echó un vistazo al montón de libros tirados en el suelo clavó la vista en el que yo había cogido antes, pero no me dijo nada, lo que me dio a entender que, si se había molestado en aprender dónde se encontraba cada mueble… ¿Por qué no había hecho algo de provecho ordenando su hogar? Parecía un basurero y me daba un poco de asco moverme por allí, a diferencia de ella.

Estuve dispuesta a preguntarle acerca de mis reflexiones mientras la seguía, pero comenzó a relatarme que Harold llevaba ya tres días desaparecido y no sabía cómo solucionar la situación. Era incapaz de buscarle porque los tiburones la amenazaban, y cuando me miró de arriba abajo no tardé en entender sus intenciones, abriendo los ojos por un instante, sorprendida: cómo no, se quería aprovechar de mí.

Me vi tentada en rechazar su oferta, pero si se ofrecía a ayudarme en lo que fuera… Con una mano en el mentón y mirando al techo, seguí escuchando. Comentó que consiguió ubicar el famoso templo de la tablilla que había analizado yo antes, aquella que le interesaba tanto al Rey —según recordaba de Shinju, se trataba de Tritón—, sin embargo, por algún motivo, se marchó con la supuesta Bruja del Mar, la misma que mencionó Alexis al llegar y con la que había hecho alguna clase de negocios. Ella era incapaz de ir por el evidente peligro que suponía, y si nuestro bando ya no quería nada más de esta yo tampoco tenía razones para acudir a su presencia.

No obstante, Harold llevaba tres días desaparecido porque acudió a ella. Alexis nos había advertido de que muchos pensaban en esta como un remedio a sus problemas, desconocía por qué, pero todo empezó a encajar en mi cabeza poco a poco cual solución a un rompecabezas. La tablilla mencionaba que el hogar de la bruja era la única manera de estar con Vivian, por lo que Harold había acudido a ella para intentar remediar esto. ¡Y era el propio Harold el que poseía información sobre el templo que le interesaba al Rey!

Shinju nos advirtió de que Tritón recelaba de la Orden, pero esa era nuestra oportunidad, por supuesto. Nuestra oportunidad de demostrarle que Bastión Hueco era diferente a Tierra de Partida. Quizás, si ayudábamos a Harold, nos lo agradeciese de alguna forma, y la pececilla se ofrecía a echarme una mano en lo que fuera.

Me estoy metiendo en un lío…


Me estaba involucrando en algo bastante serio, y no era esa mi misión principal. Pero estaba segura, y quería confiar, en que si ayudaba a Harold Tritón accedería a hablar con nosotros. Pensé en Nico y Coli, preguntándome cómo les habría ido. ¿Y si ya habían conseguido una audiencia con el Rey y yo me estaba yendo por las ramas? Fuera como fuese, ver a aquella pobre allí suplicándome consiguió sacarme un suspiro de resignación.

Está bien. —Y afirmé con la cabeza

Pasé a su lado y me sitúe en las tablillas del escritorio, cogí entonces la que suponía que era el hogar de la bruja, donde se representaba un enorme esqueleto.

Igual estoy equivocada, pero sospecho que Harold ha ido con la bruja porque es la única forma de estar con Vivian. Mira aquí, ¿lo ves? —y le señalé con el dedo índice la frase que lo revelaba. Por supuesto, esperaba que la pequeña consiguiera atar cabos y me aclarase mejor el asunto, porque imaginaba que ella sí conocería a Vivian, en caso contrario estaría profundamente decepcionada— Aquí dice cómo llegar, así que me la llevaré conmigo.

Con la tablilla entre mis manos y recordando la advertencia de que estaba prohibido buscar a esa bruja, la coloqué de forma que el dibujo del monstruo se mantuviese lo más oculto posible. Y antes de partir, le pregunté por su nombre. ¿Cómo iba a dar con Harold si no sabía quién me había metido en ese berenjenal?

>Me llamo Saeko, ¿tú cómo te llamas? ¿Estás segura de que no quieres acompañarme?

Así pues, partí hacia el enorme esqueleto siguiendo las indicaciones que Harold había dejado escritas, con o sin la pez globo. Puede que incluso Harold ya no estuviese en este mundo, cosa en la que no quería pensar.
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor River » Mar Mar 17, 2015 1:57 am

River notó cómo el tritón parecía cada vez más arrepentido de aquella misión. No habían servido de mucho sus palabras de aliento, y chocó su mano carente de entusiasmo.

Mientras se dirigían al timón, Harold observó marchar a la pequeña bruja, preocupado.

¿Y qué va a hacer ella?

¿Eh? Ella... Maya ha ido a intentar encontrar una forma de ayudarnos. Tranquilo, estará bien ―Su respuesta era muy ambigua, pero tenía la cabeza en otras cosas.

En el momento en el que se situaron bajo el timón, a los oídos de la bruja llegó una conversación, a la que prestó atención:

―… después de tres días, esperaba haber dado con él.

Según Vivian, estamos cerca ―El tritón soltó un gritito al escuchar el nombre de su amiga. La adolescente lo agarró con un brazo cuando estuvo a punto de caer e hice una señal de silencio poniendo el dedo sobre sus labios―. Dijo que se situaba por estas aguas. Y tenemos provisiones suficientes para aguantar otra semana más, por si no aparece y tenemos que buscarlo.

―¿Qué crees que será ese tesoro?

El resto de la conversación se fue por unos derroteros que no le interesaban a la muchacha. Así que habían secuestrado a Vivian porque conocía el paradero de un tesoro... Interesante. Harold consiguió un lugar donde apoyarse y comenzó a morderse las uñas, poniendo a River de los nervios.

Hasta que el amigo del timonel no se hubo marchado, ambos estuvieron allí escondidos. La chica aprovechó esos momentos para observar el lugar: aparte del timonel, no había nadie más allí; todos estaban en cubierta atareados en sus quehaceres. Incluso intuyó una canción marinera entre el rumor de las olas. Era bonita (incluso con las raídas voces de los marineros), pero no era tiempo para música.

River veía muchos agujeros a ese plan. En el caso que consiguieran hacerse con el timón, ¿qué se suponía que sucedería entonces? ¿Pararlo, virar su rumbo? Y cuando los demás se dieran cuenta de ello, ¿cómo defenderían su posición? No era la Aprendiza más poderosa de la Orden, precisamente. Tenía que ingeniárselas con astucia.

Entonces, el tritón le señaló que descendieran. Parecía al borde de la histeria.

¡Es-esto es una lo-locura! ―Sin duda, el muchacho no tendría hambre, se debía haber llenado el estómago de uñas―. Vivian… Vivian está bien. ¡Ay! ―De pronto, le pareció que el chico iba a llorar. ¿Acaso la bruja le había dado el poder de cambiar de humor repentinamente?―. Po-podemos… acabar con ellos ―ideó, aunque no parecía muy seguro―. La bru-bruja me dio poderes. Quiz-zá no haga falta más…

Pensó en esa opción. Pero si no había visto nunca los poderes de Harold, no podía confiar en ellos.

Harold... Primero, tranquilízate. Segundo, y va en serio, tranquilízate. Hagamos lo que hagamos, los lloriqueos no servirán de nada ―Había intentado ser amable con él, esperaba que ese cambio de "estrategia" lo hiciera cambiar de actitud―. Así que espabila de una vez. Tu amiga está en apuros, y has hecho un trato con una bruja sólo para salvarla. Pero no servirá de nada si te comportas como un cobarde ―No quería hacerle sentir mal, pero era hora que reaccionara―. Por tanto, tercero: explícame con pelos y señales qué "poderes" te ha otorgado la bruja.

Esperó a que se lo explicara, si había algo que explicar.

>>Muy bien, esto es lo que haremos: derribaremos a ese hombre y lo interrogaremos. Con suerte, sabrá donde está Vivian. Y si no... Lo dejaremos K.O. Y no tocaremos el timón. Intentaremos que nadie se de cuenta de nuestra presencia. ¿De acuerdo? Estoy segura de que puedes hacerlo. Vivan confía en ti. Y yo también ―Le sonrió amigablemente, o al menos lo intentó.

Aguardó a que mostrara asentimiento y comenzó a escalar hacia el timonel. Miró alrededor en busca de una cuerda o algo que pudiera atarlo, si no encontraba nada, desgraciadamente tendría que improvisar.

Yo lo tiro al suelo y tú te acercas a atacarlo ―le indicó a Harold con un susurro. Si había por ahí algo con lo que atarlo, se lo señalaría.

La idea de River era sentarse en la barandilla y esperar a que el tritón se colocara en posición. Después, apuntando a las piernas del timonel, le dispararía un Aqua, que con probabilidad lo derribaría. Entonces, con cuerda o sin ella, Harold tendría que inmovilizarlo de alguna manera. En todo caso, la bruja ya se estaría acercando (reptando por el suelo debido a la cola). Una vez llegara, le taparía la boca con las manos y sisearía, lo más amenazadora posible:

Ni se te ocurra mover ni un solo músculo, humano. Habéis enfurecido a las nereidas con vuestra incursión en aguas sagradas. Pagaréis las consecuencias por hacer enfadar a las diosas que dominan estas aguas.

>>¿Dónde está la chica? ¿¡Dónde!? ―le exigió, manteniendo el tono bajo.

Si trataba de hablar, le quitaría las palmas del rostro, pero le agarraría del cuello de la camisa amenazadoramente.

Harold, inmovilízale ―Si tenía cuerda, le indicaría que le atara las manos. Si no, ya pensaría él una forma―. Habla si no quieres tragarte la lengua, mortal. Y ni se te pase por la cabeza pedir ayuda, si no quieres probar mi magia.

Una vez dijera lo que viese oportuno, otro Aqua directo a la cabeza lo dejaría sin sentido. Asimismo, si se le ocurría hacer algo extraño, lo mismo le ocurriría.

Se la veía segura, pero, en su interior; la bruja estaba muerta de miedo.

Spoiler: Mostrar
Aqua (HM) [Nivel 3] [Requiere Poder Mágico: 4]. Ataque básico de elemento Agua. Pequeña ola de agua fría que brota de la palma del personaje, con pocas probabilidades de derribar al enemigo al suelo.

Que Ryota nos pille confesados.
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River
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