[Atlántica] Bajo el mar

BH: Saeko, Coli y Nico; TdP: River, Maya y Bavol

La aparente traición de Tierra de Partida en un acuerdo de paz provocó el anuncio de la guerra por parte de Bastión Hueco. Los aprendices deben enfrentarse entre sí, entre antiguos amigos y compañeros. ¿Cómo lograrán sobrevivir cuando otras amenazas acechan?

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro, Sombra

Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Mentos » Sab Jun 20, 2015 11:35 pm

Las bellas jóvenes nadaron rápidamente hacia el hueco que les hacía Ariel aunque por el camino tuvieron que luchar contra las medusas restantes ante la persistencia de éstas. Cuando por fin cruzaron, la sirenita soltó la roca y el pasadizo se cerró por completo.

Por fin... ―dijo Coli, aliviada.

Una vez pudo observar donde se encontraba, se quedó muy sorprendida; los cuatro estaban en una especie de gruta algo estrecha, pero que subía muchos metros hacia arriba... Sin embargo, más que el fondo del mar parecían estar en una especie de museo. No importaba hacia donde mirase la bella muchacha, que todo lo que sus ojos verían eran cosas inútiles procedentes de la superficie terrestre como cubiertos de mesa, espejos, cuadros y un largo etcétera.

¿Crees que podemos robar algo de valor? ―susurró la orca a su compañera y fiel amiga Nicoxa.

Ariel y yo las hemos estado reuniendo durante años ―comentó Flounder― ¡pertenecen al mundo humano!

¡Es igual que él! ―exclamó Ariel de repente.

Colibritany se giró para ver sobre qué hablaba, y vio que era una estatua de piedra que se asemejaba a la figura de un príncipe o un noble.

<<No está mal...>>

Pero Eric, ¿que huya contigo…? No…, es que es tan repentino…

<<¿De qué habla ahora?>>

Este lugar es secreto ―les dijo Flounder, como advertencia―. Si el Rey Tritón se entera…

¿Eh? Pero termina la fra- Oh.

La bella aprendiza escuchó algo moverse detrás suya y decidió mirar el qué... y fue en ese mismo instante cuando por fin le vio. Era un tritón que poseía un largo cabello blanco junto con una barba similar y esa corona que tenía en su cabeza delataba su posición de rey.

<<Bingo>>.

¡Papá!

Aunque a primera vista podía parecer calmado, no lo estaba en absoluto. Era palpable la rabia que en él se acumulaba y las dos bellezas no sabían el por qué aún... aunque Sebastían ―que había llegado junto con el rey― y Flounder se escondieron ante la escena, asustados ante lo que podía pasar.

Me considero un rey bastante razonable. Establezco ciertas reglas y espero que esas reglas sean obedecidas.

<<Uhm...>>

Pero papá…

¿Es cierto que salvaste a un humano de que se ahogara?

¡Tuve que hacerlo!

Está prohibido todo contacto entre el reino de las sirenas y el humano, ¡ya lo sabes, Ariel! ―le recordó―. ¡Todo el mundo lo sabe!

¡Hubiera muerto!

¡Un humano menos del que preocuparse!

¡Ni siquiera lo conoces!

¿Ah, no? No necesito conocerlo. ¡Todos son iguales! No tienen espinas, arponean a los nuestros y comen pescados, sin sentimiento alguno…

¡Es que yo lo amo!

Y de repente, un merecido silencio ocurrió. El Rey Tritón se sorprendió ante tal revelación mientras Ariel lo estaba aún más por haberse atrevido a decirla.

<<Así que era eso...>>

¿Has perdido la cordura? Él es humano y tú una sirena.

No importa ―finalizó Ariel, cansada de la discusión.

Parecía que todo se iba a acabar de alguna manera, y eso impulsaba a Coli a hacer algo pues se acordó que la misión inicial era conseguir una audiencia con el Rey. La tensión aún seguía acumulada en el ambiente pero quién sabe si habría otro momento más tarde, así que se decidió a actuar:

Ehm... disculpa, somos Colibritany y Nicoxa y venimos de... mares muy lejanos ―le explicó de forma sutil―. Y nos gustaría saber si, a pesar de estas condiciones, nos concederías una audición algo más tarde, cuando puedas. Tenemos unos asuntos muy importantes que tratar con usted que no pueden ser pasados por alto ya que tienen que ver con su majestuoso reino.

>> ¿Verdad, Nico?
"La nostalgia es como el alcohol; arruina tu juicio".

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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Zodiark » Dom Jun 21, 2015 4:23 am

¿Trabajar para este mamarracho? Ni en sueños —dije en medio del caos, observando al capitán que estaba lloriqueando después de que lanzara mi hechizo, mientras me acercaba a Harold para agarrarlo y salir de allí junto a una inconsciente River.

¿Quién te ha puesto esas piernas? ―preguntó Harold arrastrándose hacia mí bajo los efectos embriagadores de Dulce Aroma, con una boba sonrisa en la cara.

Esto... —no quería que descubriera mi verdadera naturaleza, pero era un poco tarde, así que comencé a darle vueltas a la cabeza para buscar una respuesta con la que evadir la pregunta, lo cual no sería muy difícil teniendo en cuenta su estado.

Por suerte, o quizá por desgracia, no tuve oportunidad de responder. El barco dio un brusco giro, lo cual era normal teniendo en cuenta que el timonel también se encontraba bajo los efectos de mi hechizo, y me hizo perder el equilibrio. Cuando levanté la cabeza, me di cuenta de que nos dirigíamos a toda velocidad hacia una de las paredes de la caverna por la cual el barco estaba navegando, y que acabaríamos estrellándonos y, en el peor de los casos, ahogándonos en medio de un barco medio destruido.

Maldición... ¡Harold! —Me reincorporé todo lo rápido que pude y agarré al ebrio tritón y corrí hacia River para llevarla también a cuestas. Una vez estuve cargando a los dos, me dirigí rápidamente a uno de los laterales de la cubierta y me lancé después de lanzarles a ellos.

Ya dentro del agua, volví a transformarme en mujer-caballito de mar para poder respirar y moverme con soltura y agarré a River y Harold para que no se hundieran. Harold despertó poco después.

Eh, Harold... ¿Estás bien?

Maya, he tenido un sueño rarísimo. Íbamos a rescatar a Vivian, pero ella era mala, y además, tú… tú tenías pi-piernas… ¡Ay! ―exclamó, observando su mano, dándose cuenta de las heridas que tenía―. Te-tenemos que rescatarla, da igual cuánto cueste. Si Bavol ha entregado el lirio, podré quedarme los poderes que me dio Úrsula y huir con ella… Po-podemos incluso buscar el Templo del Agua juntos…

Harold... —respondí, agachando la cabeza, sabía que sería duro para el tritón, y que posiblemente le costaría aceptar lo que estaba a punto de decirle—. Harold, no... no fue un sueño... Vivian te está utilizando... No sé si ella ha sido así siempre, pero ahora mismo está aliada con los piratas, y sólo quería utilizarte para encontrar ese Templo del Agua con ellos. —Hice una breve pausa y negué con la cabeza, compadeciéndome de la inocencia del pobre chico—. No voy a ir a rescatarla, no después de lo que te ha hecho. Esas heridas... La propia Vivian te las ha hecho. Además River está inconsciente, no podemos ponerla en peligro.

»Lo siento, espero que lo compre-

El impacto del barco chocando contra la pared de la caverna me interrumpió, y Harold, cargando con River, no dudó un segundo en subir a la superficie, posiblemente para ir a comprobar si Vivian estaba bien.

¡Eh, espera!

Subí a la superficie tras él, y allí vi a los piratas desesperados, evacuando el ruinoso barco como podían, montados en barcas. Me sentí un poco mal, ya que yo misma había sido la responsable de aquel naufragio, aunque después de como me habían tratado...

¿Qué voy a hacer ahora?

¿Huh?

Vivian… y el Templo… No tendría que haber recurrido a Úrsula. Ahora ella lo sabe y… y yo no tengo nada. Yo he pagado su precio… ¿quién pagará el mío…?

Sonreí cándidamente y coloqué mis manos en los hombros del tritón, afable. Giré mi cabeza y dirigí la mirada al tenue resplandor azul que se veía al fondo de la caverna, como señalándosela.

Escucha, no sé qué está pasando aquí exactamente —dije de forma honesta, mirándole a los ojos—. Pero sé que no eres mala persona, y que lo estás pasando mal, y por eso quiero ayudarte. Después de todo para eso estamos los amigos, ¿no?

»No sé de qué va ese rollo del Templo del Agua, ni qué traman Vivian y los piratas, pero quiero descubrirles y detenerles, porque sé que no será nada bueno. —De nuevo, señalé con la cabeza hacia el resplandor azul, mirando a Harold curiosa—. ¿Por algún casual aquello de allí es el Templo del Agua?

Sin esperar una respuesta, agarré a Harold de la mano, que a su vez llevaba a River a cuestas, y comencé a bucear hacia la débil luz azulada, arrastrándole quisiera o no ir.

Pero no quiero que a River le pase nada, ¿vale? Yo te ayudo y tú a cambio tienes que cuidar bien de ella —dije buceando lo más rápido que podía, sin girarme.
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Sito » Dom Jun 28, 2015 1:00 am

Aunque habían logrado alcanzar la gruta de Ariel, las dos bellas aprendizas sufrieron algunas heridas por el camino. La princesa tuvo que poner todo su empeño en abrir más la apertura para que Colibritany pudiera entrar en su estado de orca, lo que hizo gracia a Nico.

Por fin... —comentó Coli aliviada.

Nicoxa la miró y asintió, restando importancia a las magulladuras que tenían; no parecían nada grave y además habían logrado golpear a algunas de las medusas.

En el nuevo lugar en el que estaban —una zona estrecha pero bastante alta— había muchísimos objetos de todo tipo que pertenecían al mundo humano, aunque no parecía haber nada de valor.

¿Crees que podemos robar algo de valor? —le preguntó en susurros su amiga.

No tiene pinta, aunque bueno si quieres tenedores nuevos... los que usas están ya desgastadísimos

Nicoxa fue nadando por el lugar para observar con detenimiento los objetos que allí se encontraban.

Ariel y yo las hemos estado reuniendo durante años ―les comentó Flounder― ¡pertenecen al mundo humano!

La primera impresión de Nico era que esos dos seres estaban locos, pero tras pensarlo con detenimiento no era tan raro. A fin de cuentas el mundo humano les era totalmente desconocido y era normal que les produzca curiosidad.

¡Es igual que él! ―gritó Ariel con euforia.

Se refería a una estatua que destacaba bastante en comparación con el resto de cosas. En ella se veía a un atractivo joven que empuñaba una espada. La sirena parecía contentísima con ese objeto, por lo que era posible que lo que quería enseñarles Flounder fuera eso.

Pero Eric, ¿que huya contigo…? No…, es que es tan repentino…

«Qué...», pensó Nico mientras abría los ojos como platos. Estaba hablando con la estatua, eso ya no era tan normal... Se sintió tentada de responderle poniendo voz de chico haciéndose pasar por él pero Flounder se puso a hablar justo en ese momento.

Este lugar es secreto ―Nicoxa asintió, aún pensando en lo raro que era estar hablando con un pez―. Si el Rey Tritón se entera…

Como no podía ser de otra forma, alguien apareció a sus espaldas. Se trataba de un tritón barbudo que portaba una corona y un tridente, blanco y en botella... Nicoxa se fijó también en su torso musculado, el rey se mantenía bastante bien a pesar de la edad que supuso que tendría. Sebastián también había llegado con él, aunque se escondió nada más entrar en la gruta. Flounder hizo lo mismo. La aprendiza le lanzó una dura mirada al cangrejo, algo le decía que la presencia del evidentemente colérico rey era culpa suya.

Me considero un rey bastante razonable. Establezco ciertas reglas y espero que esas reglas sean obedecidas.

Las dos jóvenes iban a ser, por desgracia, espectadoras de lo que parecía convertirse en una discusión familiar. Al menos el tritón no les hizo mucho caso al acercarse a su hija.

Pero papá…

¿Es cierto que salvaste a un humano de que se ahogara?

¡Tuve que hacerlo!

Está prohibido todo contacto entre el reino de las sirenas y el humano, ¡ya lo sabes, Ariel! ―le recordó―. ¡Todo el mundo lo sabe!

¡Hubiera muerto!

¡Un humano menos del que preocuparse!

¡Ni siquiera lo conoces!

¿Ah, no? No necesito conocerlo. ¡Todos son iguales! No tienen espinas, arponean a los nuestros y comen pescados, sin sentimiento alguno…

¡Es que yo lo amo!

Parecía un partido de tenis, Nico no hacía mas que girar su cabeza a un lado y a otro sucesivamente. Le daba bastante pena Ariel, su padre se notaba que la quería pero es demasiado estricto con ella...

¿Has perdido la cordura? Él es humano y tú una sirena.

No importa ―contestó Ariel intentando finalizar la discusión.

Se hizo el silencio momentáneamente. El rey iba a replicar a su hija de un momento a otro, pero su Coli intervino a tiempo.

Ehm... disculpa, somos Colibritany y Nicoxa y venimos de... mares muy lejanos ―solo faltó guiñarle un ojo para ver si captaba la indirecta―. Y nos gustaría saber si, a pesar de estas condiciones, nos concederías una audición algo más tarde, cuando puedas. Tenemos unos asuntos muy importantes que tratar con usted que no pueden ser pasados por alto ya que tienen que ver con su majestuoso reino.

>> ¿Verdad, Nico?

Nicoxa miraba sorprendida a su amiga. Le dio un pequeño codazo y le susurró lo siguiente:

Dios mío tía... ¿no crees que has sido demasiado... directa?

Tras sus rápidas palabras con Coli, Nico se adelantó para intentar ganarse al rey. Hizo una torpe reverencia y comenzó a hablar:

En efecto, mi amiga tiene razón. Se que no es el mejor momento, pero... creo que has visto a los sincorazón de la entrada, ¿verdad? Pues antes había muchos más, y fuimos nosotras dos las que vimos a la princesa en apuros y nos ofrecimos a escoltarla poniendo nuestra propia seguridad en peligro para salvar la suya —se paró un momento para tomar aire (agua, mejor dicho)—. Sólo queremos una audiencia contig... con usted a cambio —pidió casi en una súplica.

Miró a la princesa, que seguía bastante tristona. Era tan enternecedor...

Por cierto —sabía que se estaba metiendo donde no debía, pero no pudo evitarlo—, n-nadie elige de quién se enamora... Pero todos tenemos derecho a cometer errores de ese tipo.
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v. Ficha de Nicoxa .v
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Nell » Mar Jun 30, 2015 11:57 pm

Saeko


Úrsula denegó la tablilla como ofrenda. Le había dicho de forma explícita que se quedaría ella misma con el objeto que Saeko usase para liberar a Harold y una tablilla, cuyo contenido ya sabía mediante Harold (había sido uno de los precios a pagar) no le servía de nada.

Debes llevárselo antes de que se ponga el sol ―explicó Úrsula―. Y te queda poco tiempo, sí. Suficiente con mi ayuda. Mis pequeñines te guiarán si así lo quieres ―ofreció, como había supuesto la chica, a las dos moneras―. Cumpliré con lo prometido, querida. Al fin y al cabo, una vez llegues, ellos me devolverán lo que me pertenece. ―Dejó la frase en el aire, aunque Saeko podía imaginarse el final de esta: las moneras le llevarían el objeto sacrificado… o a Harold.

Saeko aceptó con agrado el ofrecimiento de Úrsula y se aprovechó de ello. Cuando la bruja le había dicho que le enseñaría lo que quisiera, estaba pensando en alguna imagen concreta de aquel mundo (el Rey o sus compañeras, por ejemplo). Por eso no pareció contenta cuando la aprendiza le preguntó sobre el Templo.

Querida, me parece que eso es información que no te concierne ―le dijo con amabilidad.

Sin embargo, pasó la mano por encima de la imagen y volvió a transformarse: ahora, Saeko vería una enorme puerta doble, empotrada en una pared blanca y artificial que se había construido en el fondo de una caverna. La puerta tenía en el centro una gran cerradura brillante. Y ante ella, había dos personas que se acercaban al coloso. Reconoció a una como el tritón de una imagen anterior; la otra, en cambio, era un caballito de mar algo extraño.

Este es el Templo del Agua. Es un lugar al que nadie se ha adentrado desde hace siglos y que guarda algo más allá de este mundo. Harold ha estado indagando acerca del misterio que le rodea. Según tengo entendido, ha molestado mucho al bueno de Tritón ―se rio entre dientes―. Podrás preguntárselo tú misma si accedes.

Materializó en su mano un pergamino que se desenrolló frente a Saeko. En él, podría leer las mismas cláusulas que Úrsula le había explicado: la bruja obtendría información de su mente y, a cambio, ella recibiría un objeto que liberaría a Harold de su trato (y que más tarde Úrsula se quedaría como pago).

For all eternity
signed,

_____


Las condiciones del trato eran las mismas que se habían planteado desde el inicio. Si había trampa en ellas, la aprendiza no podía saberlo. No podía quejarse de la predisposición de la bruja a brindarle las comodidades necesarias, aunque sí sospechar. En cualquier caso, ya había decidido que aceptaría si los detalles eran tolerables. Firmó con una pluma que le entregó la bruja.

El pergamino se enrolló sobre sí mismo y Úrsula lo estrujó entre sus manos, con una desquiciada mirada que hasta entonces había ocultado muy bien y una perversa sonrisa que no le presagiaba nada bueno al cocodrilo. Empezó a remover otra vez la bruma de su caldero y de él surgieron dos brazos intangibles cuyas manos se posaron sobre la cabeza de Saeko.

La aprendiza no sintió nada. No hubo dolor, solo una sensación desagradable. Y una vez las manos se retiraran, se daría cuenta de que no sabía qué era lo que le había enseñado, aunque por contrato no podía haber indagado en nada que no estuviera pactado.

A continuación, Úrsula le pidió que le hiciera entrega de su objeto personal. Saeko escogió los protectores, que echó sobre el caldero junto a un montón de frascos que fue sacando de un armario, totalmente concentrada en su tarea. Tras una última explosión en el interior de este, los protectores flotaron hasta su anterior dueña. Saeko no notaría nada raro en ellos.

A Harold le queda menos de una hora. No llegarías en tu estado actual. Pero, como te he dicho, te ayudaré. ―Chasqueó los dedos―. Adiós, querida.

Las moneras se enroscaron alrededor del cocodrilo y, como por arte de magia, los tres animales desaparecieron.


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Protectores oculares eliminados.
Este es el último turno antes del atardecer.



Maya y Saeko


Harold se quedó completamente impresionado. Comenzó a llorar y a balbucear cosas incomprensibles, mientras se dejaba arrastrar por Maya. La aprendiza no sabía qué se le había pasado por la cabeza, pero fuera lo que fuese, había renunciado a ello.

Bucearon hasta el fondo de la caverna. En ella, había una costa sobre la que se erigía una pared blanca y artificial que se había construido entre la roca. Como habían visto en la distancia, lo único allí de interés era la gran puerta doble que emitía ese fulgor azulado, con la cerradura en mitad de su superficie.

En la costa, Harold depositó a River con cuidado sobre la tierra y, con la magia de viento, les hizo levitar a él y a Maya para que pudieran flotar hasta quedar frente al portón. Dio por hecho que la aprendiza quería verlo de cerca y saber más cosas sobre la leyenda. Al igual que con Vivian, decidió confiar a ella el conocimiento del que disponía, con la esperanza de que esta vez el resultado fuera diferente.

Esta es la primera vez que vengo aquí con alguien ―confesó, sin tartamudeo, aunque no era capaz de mirar a Maya―. Solo me acercaba para mirarlo de vez en cuando, pero nunca he podido ir más allá. Encontré algunas tablillas en ruinas arqueológicas que hablaban sobre este Templo. Decían que en su interior se había guardado un tesoro de incalculable valor, e incomprensible para nadie de este mundo. Y que debía quedarse aquí, o algo horrible sucedería. ―Esta vez sí, miró a Maya, avergonzado―. Es decir, e-eso po-ponía. Parece muy exagerado. Se supone que la única forma de abrirlo es con una llave especial que hay «más allá de estos mares», pero no sé a qué puede referirse. Vivian… ―hizo una pausa― no habría podido acceder a él. Ni ella, ni nadie. Aunque… me encantaría saber qué hay dentro… ―Se volvió hacia Maya―. Gracias. Por todo. Eres… muy buena amiga. ―Lloriqueó de nuevo.

Iba a ser una situación incómoda. Podía probar a abrir la cerradura para descubrir qué había allí, pero, ¿sería algo inteligente? Si no lo sellaba después, quizá otras personas fueran a por el botín. Si oteaba al navío, vería que los cazadores habían logrado echar unas cuantas barcas al agua y aquellos que habían salvado la vida se alejaban hacia la salida de la cueva, en retirada. Además, lo que fuera que hubiese dentro era algo «sagrado» de ese mundo, puede que no debiera moverlo de allí, como aconsejaban.

En aquel momento, Saeko y las dos moneras aparecieron bajo el agua, y estas guiaron al cocodrilo hasta la superficie. Se hallaba en el interior de la misma caverna que había visto en la imagen, totalmente oscura salvo por dos luces: una azul, muy cercana; y otra roja, procedente de un barco que había naufragado en el otro extremo.

Frente a ella, vería el islote, la puerta y, sobre todo, a las dos personas que ya conocía (flotando en el aire, por cierto). Harold debía de ser una de ellas. Y si quería entregarle el objeto que le salvaría, debía de darse prisa. No obstante, las moneras, a su alrededor, aún tenían algo más que decir:

Pobre alma en desgracia…

… ella no sabe la verdad…

Está a punto de cometer un terrible error…

Cuando estuvieron seguros de haber captado la atención de Saeko, continuaron explicando la parte no vinculada al trato que nadie se había tomado la molestia de relatarle.

Dos contratos firmó Úrsula a dos criaturas diferentes…

Una se salvará y la otra sucumbirá, no hay final feliz posible para ambas, pues una entregó en su trato a la otra…

Entregó a aquel al que acudes. Si él vive, a su amigo Squirt condenará…

¿Y es eso lo que él quiere…?

El tiempo se agota. Sálvalo o déjalo decidir. Pero… ¿qué te conviene más?

Después de darle la críptica información, las moneras volvieron a hundirse, a la espera de que se desarrollaran los acontecimientos. Al atardecer, se llevarían la nueva pertenencia de Úrsula a su ama.

¿Qué haría? Por no hablar de que quizá Harold no quisiera contarle nada del Templo, al ser algo tan personal y secreto…


Colibritany y Nicoxa


El Rey Tritón se giró ceñudo hacia las aprendizas, puesto que no les había prestado atención durante la discusión con su hija para interrumpirla tan abruptamente con una petición diferente al tema de la riña.

Me he desecho de esas criaturas. No las toleraré en mi reino mientras sea el rey ―aclaró, mirándolas ceñudo―. Y tal como dices, ese amor es un error. Y por lo tanto, debe corregirse.

Visiblemente enfadado, e ignorando su petición por el momento, se giró de nuevo hacia su hija, que se escondía detrás de la estatua del príncipe.

Quieras o no voy a hacer que me obedezcas ―le advirtió, fuera de sí―. Y si solo puedo lograrlo de esta forma… que así sea.

El tridente que portaba el Rey brilló y lo dirigió hacia uno de los rincones al azar de la gruta. De él salió un rayo amarillo que hizo explotar su objetivo (un globo terráqueo, libros, cuadros…); a continuación, siguió cebándose y destruyendo todas y cada una de las preciadas reliquias (y baratijas) que Ariel había estado reuniendo. La sirenita gritó, rogó y suplicó que parara, pero Tritón no tuvo compasión.

La gruta estaba en caos. Miles de piezas flotaban, destruidas, y el pelo de Nicoxa se había puesto tieso por la cercanía de tantos rayos. Las aprendizas incluso tuvieron que refugiarse tras la misma roca que Sebastián para asegurarse de que no se ponían en el camino del desquiciado Rey.

Finalmente, Ariel se abalanzó sobre su padre para intentar detenerlo y, al hacerlo, le dio la vía libre para su último castigo: apuntó a la estatua y, al igual que todo lo demás, explotó en pedazos.

Destrozada, salió llorando de la gruta. Flounder, sin pensarlo dos veces, se fue tras ella. Independientemente de si las aprendizas querían seguirla o no (si les importaba algo), tenían otros asuntos en ese momento. El Rey, por fin, les prestó atención. Aún parecía algo alterado por la reciente situación, pero se mostró serio y sereno.

Si es cierto que habéis salvado antes a mi hija, os estoy agradecido. Pero veo que conocéis la existencia de los sincorazón ―les caló, puesto que a Nicoxa se le había «escapado» la palabra― y no os había visto nunca por mis dominios. Sois de otro mundo, ¿me equivoco? Ya que os habéis tomado la molestia de violar las reglas y venir a este por ese asunto tan importante, hablad. ¿Qué queréis de mí?

No parecía que fuera a invitarlas a palacio para la audiencia, sino que esperaba que trataran el tema allí mismo, entre los sueños rotos de su hija.

Debían elegir bien sus palabras. Ya sabían un poco cómo era, el poder que tenía y qué había pasado con su anterior interlocutora. Ahora había llegado su turno.


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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Sito » Dom Jul 12, 2015 1:37 am

Me he desecho de esas criaturas. No las toleraré en mi reino mientras sea el rey ―declaró con un tono algo impetuoso―. Y tal como dices, ese amor es un error. Y por lo tanto, debe corregirse.

Nicoxa le miró enfadada, ella no había intentado sonar romántica y soñadora para que el rey le respondiera de esa forma. Por si fuera poco las ignoró completamente de nuevo, volviendo a prestar atención a su hija, que estaba escondida cutremente tras la estatua del noble.

Quieras o no voy a hacer que me obedezcas ―impuso con algo de crueldad para el gusto de la peliazul―. Y si solo puedo lograrlo de esta forma… que así sea.

El tritón extendió el brazo con el que portaba un curioso tridente, que empezó a brillar. Apuntó hacia un lugar aleatorio de la estancia y un rayo salió disparado, destruyendo su objetivo: las diversas baratijas humanas que Ariel había coleccionado.

La pobre princesa suplicó a su padre que parara en diversas ocasiones, pero le hizo caso omiso. Los rayos seguian volando por el lugar y los objetos iban explotando con cada gesto del rey. Nicoxa no sabía si le daba mas pena la bochornosa situación que estaban viviendo en aquel momento —nunca es muy cómodo estar presente cuando hay una discusión familiar en una casa que no es la tuya— o el estado de su pelo debido a la electricidad que había en el ambiente.

¿No crees que se está pasando tres pueblos? —preguntó en voz baja a Coli mientras intentaba volver a arreglarse el pelo por enésima vez— Y yo que pensaba que mis padres eran muy estrictos conmigo... —musitó cabizbaja mientras los recuerdos aparecieron en su cabeza.

Ariel se fue visiblemente afectada de la gruta, seguida por Flounder. Nicoxa quería seguirla para consolarla de algún modo, pero ahora que estaban a solas con el rey (y el chivato de Sebastián), era su oportunidad.

No hizo falta que ellas iniciaran la conversación porque Tritón, una vez se calmó ligeramente —literalmente, puesto que aun con esas seguía algo nervioso—, se dirigió personalmente hacia ellas.

Si es cierto que habéis salvado antes a mi hija, os estoy agradecido. Pero veo que conocéis la existencia de los sincorazón ―Nicoxa miró hacia otro lado esbozando una sonrisa inocente― y no os había visto nunca por mis dominios. Sois de otro mundo, ¿me equivoco? Ya que os habéis tomado la molestia de violar las reglas y venir a este por ese asunto tan importante, hablad. ¿Qué queréis de mí?

Antes de responder, la aprendiza miró a su compañera con un aire decidido. Era el momento que habían estado esperando y tenían que ganarse en medida de lo posible el favor del rey.

Pues sí, somos de otro mundo, lo reconozco —admitió sin pelos en la lengua, ya lo había supuesto él mismo de todas formas—. Siento mucho si hemos causado algún problema, pero teníamos que llegar hasta ti de alguna forma. Verás... —hizo una pequeña pausa para ordenar las palabras en su mente— Ya has visto a los sincorazón antes. Y no están solamente aquí, han aparecido en grandes cantidades en muchos mundos causando estragos. Es un problema muy serio y la gente como nosotras somos los mejores indicados para encargarnos de esto y mantener así el equilibrio que debería haber entre los mundos. Necesitábamos realizar esta audiencia para estrechar las relaciones entre mi orden y tu mundo; es todo por el bien común, para así ayudarnos mutuamente y acabar así por fin con esta amenaza que nos acecha.

Terminó, por fin. Casi le faltaba el aire de todo lo que había hablado sin parar, pero Nico creía que lo había hecho bien, recalcando la necesidad del pacto para que todo fuera a mejor. No había revelado a qué orden en concreto pertenecía porque quería dejar expresarse también a su amiga.

Antes de que el rey respondiera, la aprendiza pareció darse cuenta de algo y miró de un lado a otro, buscando a Alexis, ¿donde se había metido?
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Mentos » Dom Jul 12, 2015 6:47 pm

Me he desecho de esas criaturas. No las toleraré en mi reino mientras sea el rey ―dijo, impasible, mientras miraba a las bellísimas jovenzuelas―. Y tal como dices, ese amor es un error. Y por lo tanto, debe corregirse.

Nicoxa se mostró totalmente enfadada ante tal comportamiento. La verdad era que el Rey no mostraba demasiada empatía, sin importar si se trataba de desconocidos o su propia hija. Así iba a ser bastante complicado lograr un acercamiento, pensaba la hermosa orca.

Quieras o no voy a hacer que me obedezcas ―dijo esta vez a Ariel―. Y si solo puedo lograrlo de esta forma… que así sea.

Fue entonces cuando levantó su tridente y de él surgió una especie de rayo que destrozó sin piedad varias baratijas. Volvió a repetirlo hasta que acabó destruyendo todos los restos humanos que quedaban en la gruta.

Cuando por fin consiguió su objetivo, en el mar ya estaban flotando los restos de la destrucción, sin posibilidad de vuelta atrás. Y no era todo el botín lo que acabó destrozado, también fue Ariel y la confianza que tenía en su padre. Ella simplemente se limitó a huir, llorando, mientras era seguida por Flounder.

¿No crees que se está pasando tres pueblos? —preguntó su compañera— Y yo que pensaba que mis padres eran muy estrictos conmigo...

Coli se sentía mal por todo aquello que acababa de presenciar, pero ahora era el turno de Nicoxa y ella, y debían proseguir con su misión pasase lo que pasase:

Si es cierto que habéis salvado antes a mi hija, os estoy agradecido. Pero veo que conocéis la existencia de los sincorazón y no os había visto nunca por mis dominios. Sois de otro mundo, ¿me equivoco? Ya que os habéis tomado la molestia de violar las reglas y venir a este por ese asunto tan importante, hablad. ¿Qué queréis de mí?

Pues sí, somos de otro mundo, lo reconozco —confesó Nico—. Siento mucho si hemos causado algún problema, pero teníamos que llegar hasta ti de alguna forma. Verás... —La joven se pausó por un momento y luego prosiguió— Ya has visto a los sincorazón antes. Y no están solamente aquí, han aparecido en grandes cantidades en muchos mundos causando estragos. Es un problema muy serio y la gente como nosotras somos los mejores indicados para encargarnos de esto y mantener así el equilibrio que debería haber entre los mundos. Necesitábamos realizar esta audiencia para estrechar las relaciones entre mi orden y tu mundo; es todo por el bien común, para así ayudarnos mutuamente y acabar así por fin con esta amenaza que nos acecha.

Nicoxa había optado por ser honesta a la hora de hablar con el Rey, cosa que aún era incierto que fuese a funcionar. Sin embargo, eran lo único que podían hacer y decidió coincidir con su amiga:

Mi compañera tiene razón —dijo—. Los sincorazón han invadido lamentablemente este mundo y ahora todos sus habitantes están en peligro. No dudo de su poder, ni mucho menos, pero usted sólo no va a poder acabar con ellos. Es por eso por lo que nosotras estamos aquí. Somos unas simples mensajeras por el momento pero si decides hacer un trato con Bastión Hueco, juramos que recibirá cobertura contra los enemigos del reino y que, juntos, seremos capaces de acabar con los Sincorazón para siempre. Antes de que tomes una decisión, medítalo, por favor.

>>Este mundo es inmenso y siempre en acecho, ¿crees que merece la pena poner todo esto en riesgo rechazando una alianza?
"La nostalgia es como el alcohol; arruina tu juicio".

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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Tsuna » Lun Jul 13, 2015 12:34 am

Como ya había imaginado la tablilla no funcionó. Aun así las dos morenas estaban dispuestas a ayudarme a cumplir el trato, que no era otra cosa que entregarle a Harold los protectores oculares que llevaba conmigo a cambio de ayudarlo y liberarlo de su trato. Si todo iba como lo tenía planeado Kipli y Harold se esforzarían en deberme el favor, y eso se traducía en una audiencia con Tritón. Todavía anonadada por el lío en el que me había metido, tardé un poco en salir de mi mundo para contemplar, curiosa, lo que parecía una doble puerta enorme con Harold y un caballito de mar delante.

La explicación que me dio Úrsula a continuación, a pesar de decir que aquello era un asunto que no tenía por qué interesarme —qué sabría ella—, fue que aquel lugar era el famoso Templo del mar. Aquel que trataban los estudios de Harold, y por el que el rey Tritón estaba interesado. Reconocí de inmediato la cerradura que brillaba en el centro. Estaba segura de que con la Llave Espada podría abrirla.

Ni mencionar que el detalle de que Harold había molestado a Tritón con lo del Templo me sorprendió. Había dado por hecho todo ese tiempo que ambos se llevaban bien, y la verdad, es que no conocía a ninguno.

La bruja materializó una especie de pergamino delante de mí, brillante y reluciente. Lo leí por encima varias veces, intentando ver alguna trampa, pero por el poco tiempo del que dispuse y, al no ver nada que me llamase la atención y se saliese del trato que habíamos acordado, accedí a firmarlo. Si sus morenas me iban a ayudar no tenía nada que temer, ¿no? Me estaban regalando la audiencia en bandeja de plata.

Cuando dejé la pluma, o aquello que me hubiese dado Úrsula para firmar, en pergamino se enrolló y entonces supe que no había vuelta atrás. La mirada de la mujer, sin embargo, sí consiguió echarme un poco para atrás. Como si hubiese estado desesperada porque lo firmase. Y ya para dejarme fuera de combate, una bruma misteriosa surgió del caldero y se me acercó a la cabeza.

Pensaba que todo era parte del proceso, y el contrato mismo decía que no iba a perder nada. Así que cerré los ojos, intentando mantenerme serena, y esperé a que todo terminara.

No me siento muy bien.


Efectivamente, cuando volví a abrir los ojos sentía dentro de mí algo raro que no supe describir. Como si estuviese revuelta por viajar en un barco, mareada, o algo así. No era una sensación muy buena. Y encima, ni siquiera sabía qué era lo que había visto Úrsula de mí. ¿Sería ahora consciente de cómo trabajábamos en Bastión Hueco? ¿De lo que le había sucedido al maestro Ryota? ¿De mi noche especial con Nikolai o mis momentos personales? No me hacía sentir muy cómoda, pero bueno, tampoco es que hubiese olvidado nada importante… ¿No?

En ese momento me encaré a Úrsula, sin saber muy bien cómo empezar mi objetivo, si esperar a las dos morenas o salir ya.

Pues ya tienes lo que querías. —comenté, esperando que me diese instrucciones sobre qué hacer a continuación.

La idea era simple, solo tenía que arrojar los protectores, que no me habían servido de nada hasta ese entonces, al caldero. Úrsula se encargó de echar encima distintos líquidos, haciendo alguna especie de mezcla que terminó explotando. Tosí al tragar el humo y se me quedaron los ojos llorosos. Y como por arte de magia, mientras me concentraba en coger de nuevo el aire, los protectores volvieron a mí. Los agarré.

A Harold le queda menos de una hora. No llegarías en tu estado actual. Pero, como te he dicho, te ayudaré. Adiós, querida.

Todavía con la mirada confusa, las dos morenas salidas de la nada me rodearon y, tras un sonoro chasquido de dedos, todo se volvió negro y muy raro. Ni siquiera me dio tiempo a preguntarle nada a Úrsula, sobre qué había visto exactamente. Pero era cierto que no tenía tiempo. Debía darme prisa.

****


Tardé unos segundos en ubicarme. Me encontraba con las dos morenas bajo el agua, pero en un sitio distinto. Las acompañé rápida hasta la superficie, donde me asomé un poco para ver a duras penas el islote en el que se encontraba Harold y el caballito de mar, que por cierto, estaban levitando. Apreté los protectores oculares en mis manos, decidida a saltar fuera del agua y entregarlos de inmediato. Me sentía nerviosa e inquieta, como si tuviera un contador encima de mi cabeza que solo auguraba mi final.

Porque no sabía lo que me iba a pasar si no cumplía mi trato. Había estado tan segura de que lo iba a cumplir que ni siquiera me lo había planteado. A continuación me sumergí de nuevo, viendo que las morenas querían decirme algo.

Pobre alma en desgracia…

… ella no sabe la verdad…

Está a punto de cometer un terrible error…

Sentí de pronto cómo se me encogió el estómago y se me formaba un nudo en la garganta. Por supuesto, debí haber imaginado que todo no podía pintar tan fácil. Las miré con desesperación, pensando que al final sí iba a terminar siendo un alma sin sol.

Dos contratos firmó Úrsula a dos criaturas diferentes…

Una se salvará y la otra sucumbirá, no hay final feliz posible para ambas, pues una entregó en su trato a la otra…

Claro, ahí estaba el truco. Cómo iba a saberlo yo, si no tenía ni idea de nada, cegada como estaba por mis propias ambiciones.

Entregó a aquel al que acudes. Si él vive, a su amigo Squirt condenará…

¿Y es eso lo que él quiere…?

El tiempo se agota. Sálvalo o déjalo decidir. Pero… ¿qué te conviene más?

Como si hiciera falta pensarlo.

Me da igual si condeno a alguien. Pero yo no pienso perder.

Me seguía pareciendo raro el hecho de que Úrsula hubiese querido ayudarme a mí, y no a ese otro personaje… Squirt. Pero estaba decidida, vamos, había que ser tonta para dejar escapar la oportunidad. Recé porque Harold no se asustara por mi aspecto y nada ni nadie me impidiese alcanzar de nuevo la superficie, que no quedaba a más que un par de metros. Una vez allí, me acerqué despacio a la orilla, hasta estar segura de haber captado la atención de los presentes, pero en especial la de Harold.

Segura de mí misma, extendí la mano con los protectores al tritón.

Acéptalos, te libraré del trato con Úrsula si lo haces. Porque tú eres Harold, ¿no? —Y una vez hubiese respondido, o si se negaba a moverse, me acercaría a él lentamente, intentando no asustarlo—. Te estado buscando todo el día, y Kipli te sigue esperando. La tienes muy preocupada. Toma.

Si éste se empeñaba en no aceptarlos, simplemente intentaría entregárselos en persona, haciendo fuerza de forma que los agarrara. Si los aceptaba de buen gusto, podría respirar tranquila y vivir feliz para el resto de mis días; dejar de ser un alma sin sol. Entonces, pasaría a explicarle los detalles, deseosa de que accediera a mi petición.

Te buscaba porque quiero ayudarte con tus investigaciones y el Templo. Y ya que tanto conoces a Tritón, ¿crees posible que podamos tener una audiencia con él? Tenemos que hablar de algo.

Sólo quedaba rezar para que todo fuese bien… Y sobre aquel Squirt, era una pena, pero ni siquiera le conocía. No me llegaría su pérdida, no cuando me estaba jugando yo misma el cuello. Esperé unos momentos a ver si las morenas hacían o decían algo, de no hacerlo y en caso de que Harold tuviese los protectores en sus manos, se los quitaría y se los devolvería a estas, lanzándolos al agua. Se suponía que ese era el trato, ¿no? Darle a Harold un objeto que pasaría a ser de Úrsula luego.
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Zodiark » Mar Jul 14, 2015 11:13 pm

¿Sabes usar magia? —cuestioné al tritón, curiosa, viendo cómo me estaba haciendo levitar.

En cualquier caso, nos acercamos al portón. Lo osbervé de arriba a abajo varias veces, pero más allá de la luz azulada que emitía y de la cerradura que se encontraba en el centro de su superficie, no parecía tener nada raro.

Esta es la primera vez que vengo aquí con alguien —dijo Harold, justo en el momento en que iba a pedirle algunos detalles de lo que supiera sobre el templo—. Solo me acercaba para mirarlo de vez en cuando, pero nunca he podido ir más allá. Encontré algunas tablillas en ruinas arqueológicas que hablaban sobre este Templo. Decían que en su interior se había guardado un tesoro de incalculable valor, e incomprensible para nadie de este mundo. Y que debía quedarse aquí, o algo horrible sucedería.

¿Incomprensible para nadie de ese mundo? ¿Significaba aquello que se trataba de un tesoro de otro mundo exterior, quizá? En ese caso, a lo mejor no era "incomprensible" para mí. Valía la pena mirar, y me picaba la curiosidad. Además, Harold parecía muy interesado en aquel lugar, y quería ayudarle, también.

Es decir, e-eso po-ponía. Parece muy exagerado. Se supone que la única forma de abrirlo es con una llave especial que hay «más allá de estos mares», pero no sé a qué puede referirse.

¿Una llave especial... más allá de estos mares...?

Me observé la mano, pensativa. ¿Y si...? Sí, tenía que ser lo. ¡Todo encajaba! Un tesoro incomprensible para los habitantes de aquel mundo, al que solamente se podía acceder con una "llave especial" de más allá de aquellos mares... ¡No podía ser otra cosa! ¿Pero significaba eso entonces que dicho tesoro tenía algo que ver con la Orden?

Vivian... no habría podido acceder a él. Ni ella, ni nadie. Aunque… me encantaría saber qué hay dentro… Gracias. Por todo. Eres… muy buena amiga ―añadió antes de volver a soltar unos sollozos.

No hay de qué, no hay de qué —contesté ruborizada—. Creo que... —cambié de tema, girándome de nuevo hacia el portón—. Sé cómo abrirlo. De hecho, creo que tengo la llave para abrirlo.

»No le digas a nadie lo que vas a ver ahora, ¿sí? Será nuestro pequeño secreto.

Concentrando mi poder en la palma de mi mano, materialicé mi Llave Espada, y sin perder tiempo apunté hacia la cerradura.

Escucha, como la leyenda dice que el tesoro no se puede retirar de donde está, sólo entraremos a mirar, ¿vale? —dije antes de intentar desbloquear la cerradura—. No me interesa llevármelo, sólo quiero saber qué es lo que busca esa Vivian tan desesperadamente como para lastimar a alguien que la aprecia. Así además podrás investigar el interior. Cuando acabemos, saldremos y volveremos a cerrar este lugar para que Vivian y los piratas no entren.

Comencé a concentrar poder en la Llave Espada, pero antes de poder siquiera liberarlo, algo, o mejor dicho, alguien, apareció, distrayéndome y haciéndome interrumpir mi "hechizo".

¿Quién anda ahí?

Al ver a los tres seres que se acercaron, desmaterialicé mi arma, agarré a Harold de la mano y lo arrastré hacia mi espalda, para ocultarlo detrás de mí, y me eché un poco hacia atrás. Ciertamente, aquellos tres ¿animales? tenían un aspecto bastante siniestro, en especial el que parecía un híbrido, como yo.

Acéptalos, te libraré del trato con Úrsula si lo haces. Porque tú eres Harold, ¿no? —dijo la mujer medio-cocodrilo, alargando la mano y mostrando una especie de gafas con un diseño de lo más inusual—. Te he estado buscando todo el día, y Kipli te sigue esperando. La tienes muy preocupada. Toma.

Observé más atentamente a la chica, entrecerrando los ojos y forzando la vista, incluso, y me di cuenta de que era alguien que conocía, a pesar de estar algo cambiada. De hecho, cuando la reconocí me di cuenta de que era ni más ni menos que una aprendiza de Bastión Hueco.

Te buscaba porque quiero ayudarte con tus investigaciones y el Templo. Y ya que tanto conoces a Tritón, ¿crees posible que podamos tener una audiencia con él? Tenemos que hablar de algo.

¡Espera! —exclamé avanzando un poco, interponiéndome más entre Harold y ella—. Tú... Eres Saeko, ¿verdad? Harold —dije alargando un poco el brazo hacia el costado, justo donde estaba Harold, indicándole que no se acercase a ellos—, quédate detrás de mí.

»Así que los de Bastión Hueco también estáis rondando por aquí —comenté, y acto seguido dirigí la mirada hacia el objeto que Saeko quería entregarle al tritón—. ¿De verdad quieres ayudarle? Yo soy la primera en contra de esta estúpida guerra, pero sé cómo os las gastáis los de Bastión Hueco —añadí, dirigiendo la mirada hacia las dos morenas que la acompañaban, quienes no tenían cara de buenas intenciones. No parecían especialmente amigables—. No dejaré que a Harold le pase nada. Ya ha sufrido bastante.

Encogí el brazo y lo estiré hacia delante, con la palma de la mano hacia arriba, y señalé con la cabeza hacia el objeto para darle a entender que yo me haría cargo de ello.

Yo me encargaré de eso. Quiero que Harold me cuente los detalles de su trato con Úrsula antes de saber si es fiable darle esa cosa. No conozco las intenciones de esa bruja, ni las tuyas, así que prefiero andarme con ojo, sobre todo si vais a perjudicar a mi amigo.

No conocía lo suficiente a Saeko como para saber sus intenciones en aquel asunto, pero siendo de Bastión Hueco y conociendo su forma de actuar lo mejor sería andar con pies de plomo. Habría sido diferente en el caso de Alec, por ejemplo, pero con aquella ¿chica? no podía bajar la guardia, y mucho menos si lastimaban de cualquier forma a Harold.
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Nell » Lun Ago 03, 2015 12:31 am

Maya y Saeko


Harold estaba impresionado. No dijo ni una palabra, solo asintió a la promesa de que no revelaría el secreto de Maya y asistió al espectáculo con una mudez que ocultaba la emoción, a la espera de que hiciera realidad el milagro. Sin embargo, cuando la aprendiza apuntaba a la cerradura, apareció Saeko, que tenía mucha información para él. Por otro lado, Maya ya la conocía y quiso hacerle de escudo, aunque Harold no escuchó y se quedó en el sitio.

Después de una breve conversación, sobre la que no se enteró de nada, la impaciencia de Harold era muy obvia. Tal vez esa fue una de las causas por las que no le dio importancia a la precaución de Maya.

Creo que dice la verdad. Conoce a Kipli, que es mi amiga. Kipli nunca le hablaría a alguien malo de mí, ¿no crees? ―reflexionó Harold―. Me fío de ella. Pero ¡creía que el trato ya estaba solucionado! Tu amigo le iba a llevar el lirio de agua dulce a la bruja. ¿Qué le pasó?

Como ninguno tenía respuesta para aquella pregunta, Harold no insistió. Fiándose de Saeko, levitó hasta ella, recogió los protectores y los sostuvo entre sus manos. Al principio no ocurrió nada, hasta que unos segundos de tensión después brillaron con intensidad. Harold los dejó caer del susto y estos se sumergieron en el agua. Una de las morenas los recogió con el hocico, mientras la otra se asomaba para decir unas últimas palabras:

El trato ha sido cancelado.

Y con una última sonrisa, se sumergió para marcharse junto a su compañera.

Entonces, tanto Maya como Harold cayeron al suelo. Este se miró las manos, sorprendido, hasta que comprendió que había perdido los poderes que la bruja le había otorgado para liberar a Vivian. Eso demostraba, de cierta forma, que la bruja no había engañado a Saeko. Harold pareció apenado por la pérdida, aunque se le pasó mientras se arrastraba con los brazos hasta el agua.

Vaya, ¿qué era eso que me has entregado? ―preguntó, mirando el lugar por donde se habían marchado, ya que nunca había visto unos protectores antes―. Gracias por todo, ¿Saeko? Creo que me has salvado. Pero siento decirte que no puedo ayudarte respecto al tema del Rey Tritón. Le conozco, aunque digamos que no le caigo muy bien y que no quiere saber nada de mí. Por alguna razón, no le gusta que se investigue este Templo.

»Maya, ¿estarías dispuesta a intentar abrirlo de nuevo con tu llave? Siento no haberte hecho caso antes, pero alguien que sabe que estás en peligro y va a buscarte no puede ser malo ―argumentó, inocentemente―. Sé que no te llevas muy bien con ella, así que lo entenderé si no quieres mostrármelo cuando esté presente. ―Suspiró.

Y aunque Harold no lo supiera, la decisión correspondía a ambas aprendizas. Tanto Maya como Saeko podían abrir la cerradura con su Llave Espada. Sin embargo, sería decisión suya hacerlo o no. Una vez lo hubieran hecho, Harold se dirigiría otra vez más a ambas.

Gra-gracias, me habéis ayudado mu-mu-muuucho ―agradeció de nuevo, con alguna lagrimilla―. Me gustaría ayudaros de algún modo, pero vuelvo a ser tan débil como antes y solo soy un estorbo. Al menos, quedaos con esto.

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¡Harold entrega a Maya y Saeko un Éter!


La misión de Saeko había fracasado. A pesar de sus esfuerzos, Harold no tenía suficiente contacto con el Rey como para conseguir una audiencia. Al menos, podía alardear de haber recabado más información sobre el mundo y sobre ese Templo (y tenía a Harold para que le hablara más de él). Por lo tanto, iba siendo hora de regresar con las demás.

Por otro lado, para sorpresa de Maya, Derhe y Bavol hicieron acto de aparición.

Qué día de mierda, llevo horas buscándoos a todos. Parece que os paguen por dispersaros, joder ―comenzó a despotricar Derhe—. Me encontré con Banco cuando volvía de ver a una gorda y luego con unas especies de anguilas bizcas que nos dijeron que estabais aquí. ¿Se puede saber qué cojones habéis andado haciendo? ¿Y por qué huele tanto a pescado?

Harold se olisqueó disimuladamente.

Habréis terminado la tarea de la loca, espero, porque no me apetece mover el culo por nadie más. ¿Nos vamos? ―siguió balbuceando. Se fijó entonces en la inconsciente River—. ¿Y a esta qué le pasa? ¿Se ha muerto?

Maya, ¿te vas? ¿Adónde? ―Parecía dar por hecho que iba a volver con él a Atlántica.


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En el caso de que abráis la puerta, os pondré en el siguiente post lo que veis en el interior (y debéis especificar si la dejáis abierta o cerrada).



Colibritany y Nicoxa


El Rey ya había demostrado que no tenía piedad ante las opiniones contrarias a la suya. El caso de Nicoxa y Colibritany no fue diferente al de su propia hija. Las escuchó con paciencia y mirada severa, y hasta ellas mismas comprenderían que habían perdido la batalla incluso antes de comenzar a hablar. Respondió a sus peticiones de forma tajante:

No necesito la ayuda de extranjeros para espantar a los sincorazón. Mientras yo sea el rey, ninguno de ellos será bienvenido en mi reino, ni podrá vagar a sus anchas. Mi poder es suficiente para protegerlos a todos. ¿Por qué iba a aceptar una alianza con los poseedores de la llave? ―replicó―. Ah, ¿creíais que no lo sabía? Es fácil reconoceros. No mucha gente sale de su mundo, ni puede combatir a los sincorazón.

»Como poseedoras de la llave, sabréis que uno no puede entrometerse en los asuntos de otro mundo. Vuestra Orden no merece ningún trato especial, sus intervenciones solo logran destruir la paz y traer la ruina. Os agradezco que hayáis salvado a mi hija. Pero no hay sitio en mi océano para vosotras, ni para vuestra llave.

Dicho esto, se dio la vuelta y salió de la cueva, dejándolas con un palmo de narices. Ni siquiera había permitido que las aprendizas le respondieran (aunque podían gritar a su espalda todo lo que quisieran, antes de que se marchara). Aun así, no habría servido de mucho. La tozudez del Rey no se curaría con unas cuantas palabras.

Entonces, reapareció Sebastián, tras la roca en la que se había escondido durante la tempestad. Sacó un pañuelo, no se sabe muy bien de dónde, y se secó la frente, aliviado por haber salido indemne.

¡Qué desastre! Y todo ha sido mi culpa… Pobre Ariel, espero que no esté muy disgustada ―se lamentó―. No juzguéis mal al Rey, él solo quiere lo mejor para Atlántica y para su hija. Lamento que hayáis tenido que ver todo esto y agradezco que defendierais a Ariel. Os lo compensaré, si me dejáis ayudar.

Les entregó a cada una de ellas una batuta, que no tendrían más que agitar (como si de una varita mágica se tratara) cuando quisieran llamarle.

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▪ Sebastián. [Nivel 4]. El cangrejo, aparte de ser experto en ver las desgracias de la situación en la que se halla, también es capaz de ayudar estando, de algún modo, en el lugar adecuado, en el momento adecuado, ya sea para salvar el pellejo o cortar a alguien con sus tenazas. Sin embargo, también es muy dado a huir si se ve en peligro.


Qué desastre…

Sebastián se marchó, en pos del Rey, antes de que este le echara de menos. Por otra parte, ni Nicoxa ni Colibritany tenían nada más que hacer allí. La audiencia había fracasado y era hora de regresar junto a Alexis.


Saeko, Nicoxa y Colibritany


Encontraron a Alexis en la misma plaza de Atlántica donde las cuatro se habían separado para recabar información. Estaba tocando un contrabajo formado por dos pulpos, tan inmersa en su tarea que ni las oyó llegar. El resto de la plaza la esquivaba, porque producía un ruido horroroso.

En cuanto llamaron su atención, elevando la voz por encima del sonido, Alexis despidió a los pulpos para centrar su atención en ellas.

Hola, ¿habéis conseguido esa audiencia? ―les preguntó, bostezando. Daba la impresión de que no se había movido mucho desde que Nico y Coli la dejaron practicando con ese mismo contrabajo en el Jardín de corales.


Fecha límite: 6 de agosto.
¡Atención! Colgaré las puntuaciones y cerraré el tema este día, por lo que tendréis que haber posteado antes. La última ronda no es obligatoria responderla, y con el retraso que llevamos, no tomaré en cuenta que hagáis chorri-posts para cerrar lo que necesitéis.
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Sito » Jue Ago 06, 2015 12:28 pm

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Aunque el rey las escuchó pacientemente, su semblante dejaba ver que no iba a ceder lo más mínimo. Nicoxa se cruzó de brazos y escuchó la respuesta que daría con atención, aunque ya se esperaba que no le iba a gustar lo que iba a oír.

No necesito la ayuda de extranjeros para espantar a los sincorazón. Mientras yo sea el rey, ninguno de ellos será bienvenido en mi reino, ni podrá vagar a sus anchas. Mi poder es suficiente para protegerlos a todos. ¿Por qué iba a aceptar una alianza con los poseedores de la llave? ―contestó con firmeza―. Ah, ¿creíais que no lo sabía? Es fácil reconoceros. No mucha gente sale de su mundo, ni puede combatir a los sincorazón.

»Como poseedoras de la llave, sabréis que uno no puede entrometerse en los asuntos de otro mundo. Vuestra Orden no merece ningún trato especial, sus intervenciones solo logran destruir la paz y traer la ruina. Os agradezco que hayáis salvado a mi hija. Pero no hay sitio en mi océano para vosotras, ni para vuestra llave.

La aprendiza estaba preparada para contestarle y continuar con la discusión, pero Tritón no. Nada más terminar de hablar se fue sin darles siquiera tiempo a responder.

¡Pero bueno, oye!

Aunque le gritó para volver a llamar su atención mientras abandonaba la cueva no sirvió de nada: no les hizo el menor caso. Las chicas se quedaron solas en la gruta, o al menos eso pensaron por un instante.

El consejero del rey, Sebastián, seguía pululando por ahí ahora que había salido de su escondite.

Estarás contento —comenzó a decir, enfadada aún por su fracaso con la audiencia—, ya... has conseguido lo que querías.

Seguramente el cangrejo vio como se alejaron junto con Ariel del concierto, alertaría al Rey y por eso se presentó allí. No sabía qué pretendía con eso porque si él conocía el temperamento de Tritón era evidente que la cosa iba a acabar mal.

¡Qué desastre! Y todo ha sido mi culpa… —Nicoxa asintió— Pobre Ariel, espero que no esté muy disgustada ―parecía arrepentido, pero ella seguía teniendo tan reciente el palmo de narices que les había dejado Tritón que no pudo sentir lástima por él―. No juzguéis mal al Rey, él solo quiere lo mejor para Atlántica y para su hija. Lamento que hayáis tenido que ver todo esto y agradezco que defendierais a Ariel. Os lo compensaré, si me dejáis ayudar.

Después de todo Sebastián les estaba hasta agradecido en cierto modo. Nicoxa aceptó el regalo que le dio tanto a ella como a Coli —una misteriosa batuta— y se la guardó.

Gracias...

Nico estaba bastante triste, parecía que no le salía nada bien desde que llegó a Bastión Hueco. Ya de hecho cuando conoció a su maestra fracasó en cierto momento, y en su primera misión en Espacio Paranoico tampoco logró cumplir su objetivo. Esperaba que en esta ocasión se le diera mejor pero casi parecía que el Rey odiaba más a la orden que antes.

Se tapó la cara con las manos, abatida. Le daba mucha rabia porque intentaba esforzarse por hacerlo bien, pero a veces sólo con intentarlo no basta.

«Basta ya, bella extrema» se dijo a sí misma. No servía de nada pensar así y deprimirse, y tampoco iba con su estilo. Quería ser positiva y quedarse con lo bueno que le había aportado aquella excursión. Se dio un par de cachetadas en la cara para espabilarse y observó al cangrejo, que parecía que iba a irse ya de la gruta.

Qué desastre…

¡Sebastián, espera un momento, por favor! —pidió— No puedes irte aún porque... —Nicoxa ensombreció su rostro— mi amiga quiere devorarte —señaló a Coli, que en su forma de Orca infundía respeto y todo.

¡Es broma, es broma! —se apresuró a decir para evitar que saliera despavorido mientras le restaba importancia con un gesto de su mano— Escucha, gracias de nuevo por la batuta —sonrió mientras intentó coger sus pinzas con las manos para hablar de forma más cercana, ya estaba más calmada—. Quería decirte también que bueno, eres el consejero de Tritón, ¿no? Él... impone bastante, la verdad. Pero creo que un buen rey debe escuchar a su gente, y se puede ver a simple vista que tú aprecias mucho tanto a la princesa como a él. Se que en el fondo eres bueno, y podrías darle buenos consejos para tratar a Ariel con más delicadeza, ya sabes... ¡Pero tienes que hacerte oír y no amedrentarte! Hazlo por mí, ¿vale? —Nicoxa le dio un beso en la mejilla y le dejó ir mientras le despedía con la mano.

Finalmente se quedaron solas, ahora de verdad. Nico miró a su amiga, exhausta.

Qué mal, tía... Ojalá el Rey cambie de opinión en el futuro. En fin, al menos hemos logrado realizar la audiencia —se encogió de hombros—. Deberíamos volver, pero antes creo que nadaré un rato por aquí, quiero aprovechar hasta el último instante que esté en este mundo con esta forma —miró a Coli de forma traviesa.

»¡Ven aquí, venga!

Empezó a nadar detrás de su amiga para intentar agarrarla por la cola, como si estuvieran jugando a la pilla. Cuando acabaron, tras un buen rato, decidieron volver finalmente con Alexis y Saeko.

* * *


La espeluznante niña se encontraba tocando un instrumento constituido por dos pulpos —bastante mal, para ser sinceros— en la plaza donde se dividieron con anterioridad. Saeko también llegó.

Cuando Alexis vio a las aprendizas, que tuvieron que gritar para llamar su atención, soltó a los pobres pulpitos y fue con ellas también.

Hola, ¿habéis conseguido esa audiencia? ―les preguntó mientras bostezaba con pereza.

Sí venga vámonos —dijo muy rápido mientras agarró a Coli y tiró de ella para hacer como que se iban, pero se detuvo casi al instante de comenzar tal absurdo plan—. Aish... veréis, conseguimos la audiencia, en efecto. Pero no salió del todo bien, y mira que nos costó entablar conversación con el Rey.

»Le pintamos la alianza como algo indispensable que hacía falta para mantener la seguridad y el equilibrio de los mundos, pero nada. No sé qué habrá ocurrido en el pasado pero tiene mucha tirria a la orden, porque rechazó la oferta incluso sabiendo que tanto Coli como yo escoltamos y pusimos a salvo a la princesa. En fin —suspiró profundamente— lo siento mucho, lo hemos intentado pero no ha servido.

No podía hacer nada más, explicaría con más detalle lo que había sucedido si hiciera falta y zanjó el tema. Esperaba que no fueran demasiado duras con ellas.

Nicoxa observó todo lo que había a su alrededor antes de abandonar el mundo. Los peces, las casas, la plaza, el palacio que se veía a lo lejos... Quería grabar a fuego esas imágenes en su cabeza para no olvidarlas nunca. Es cierto que la misión había salido mal, pero sólo por haber vivido esa preciosa experiencia había merecido la pena.
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v. Ficha de Nicoxa .v
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Mentos » Jue Ago 06, 2015 1:05 pm

No necesito la ayuda de extranjeros para espantar a los sincorazón. Mientras yo sea el rey, ninguno de ellos será bienvenido en mi reino, ni podrá vagar a sus anchas. Mi poder es suficiente para protegerlos a todos. ¿Por qué iba a aceptar una alianza con los poseedores de la llave? ―respondió con un tono tajante―. Ah, ¿creíais que no lo sabía? Es fácil reconoceros. No mucha gente sale de su mundo, ni puede combatir a los sincorazón.

>>Como poseedoras de la llave, sabréis que uno no puede entrometerse en los asuntos de otro mundo. Vuestra Orden no merece ningún trato especial, sus intervenciones solo logran destruir la paz y traer la ruina. Os agradezco que hayáis salvado a mi hija. Pero no hay sitio en mi océano para vosotras, ni para vuestra llave.

<<Genial...>>

El Rey simplemente las abandonó, sin darles la oportunidad de responder. La misión había fallado, por desgracia, y no parecía haber alguna solución para ello.

¡Pero bueno, oye! —exclamó Nicoxa intentando obtener su atención sin éxito.

Déjalo, ya da igual...

¡Qué desastre! Y todo ha sido mi culpa… —Comenzó a decir Sebastián, que había salido por fin de su escondite—. Pobre Ariel, espero que no esté muy disgustada. No juzguéis mal al Rey, él solo quiere lo mejor para Atlántica y para su hija. Lamento que hayáis tenido que ver todo esto y agradezco que defendierais a Ariel. Os lo compensaré, si me dejáis ayudar.

¿Es gratis...?

Dicho eso, el cangrejito sacó y entregó dos misteriosas batutas a las jóvenes y bellas aprendizas. Al parecer, permitían llamarle cuando hiciese falta.

Gracias...

Sí, es un... detalle por tu parte.

Qué desastre…

La verdad es que nada había acabado bien para ninguna de las partes, pero de nada servía lamentarse. Debían aceptar sus errores y seguir adelante. Coli pudo observar como su amiga Nico se mostraba también preocupada y decidió intentar animarla:

<<Pobrecita, se ha tomado esto muy en serio... debería decirle algo>>.

¡Sebastián, espera un momento, por favor! No puedes irte aún porque... mi amiga quiere devorarte.

Pero qué...

¡Es broma, es broma! —Dijo casi seguido— Escucha, gracias de nuevo por la batuta. —Le dedicó una sensual sonrisa—. Quería decirte también que bueno, eres el consejero de Tritón, ¿no? Él... impone bastante, la verdad. Pero creo que un buen rey debe escuchar a su gente, y se puede ver a simple vista que tú aprecias mucho tanto a la princesa como a él. Se que en el fondo eres bueno, y podrías darle buenos consejos para tratar a Ariel con más delicadeza, ya sabes... ¡Pero tienes que hacerte oír y no amedrentarte! Hazlo por mí, ¿vale? —También le... besó.

Mi compañera tiene razón. Un rey como él debería tener más paciencia y entender que todo el mundo tiene sus propios problemas. No puede esperar que todos sean felices sólo porque él les proteja... Debería hacer un intento en entender mejor lo que pasa a su alrededor.

Sebastián terminó por abandonar la gruta, y ahora ambas chicas se habían quedado solas.

Qué mal, tía... Ojalá el Rey cambie de opinión en el futuro. En fin, al menos hemos logrado realizar la audiencia. Deberíamos volver, pero antes creo que nadaré un rato por aquí, quiero aprovechar hasta el último instante que esté en este mundo con esta forma. —Dedicó una mística mirada a su amiga.

¿Te recuerdo que mis proporciones son algo... gigantescas? No creo que sea buena idea.

¡Ven aquí, venga!

Qué remedio...

Nadaron un poco por el ambiente marino, persiguiéndose la una a la otra mientras practicaban su técnica de natación. Era una escena algo... absurda pero ambas se lo pasaron bien, ya que estaban juntas y felices, olvidando el fracaso de su misión.

* * *


Cuando acabaron, tenían que volver con Alexis para reportar lo que habían hecho. Estaba esperando en la plaza central, donde tocaba un instrumento de lo más extraño. Parecían dos pulpos conectados que emitían sonidos para nada agradables aunque era más bien porque Alexis no sabía tocar.

Las aprendizas gritaron fuertemente para atraer su atención y detener la horrible melodía.

Hola, ¿habéis conseguido esa audiencia? ―preguntó mientras bostezaba posiblemente de aburrimiento.

Sí venga vámonos. —La joven tiró del brazo de Coli para huir de la penosa situación... pero no sería muy inteligente teniendo en cuenta que tendrían que volver a Bastión Hueco todas juntas—. Aish... veréis, conseguimos la audiencia, en efecto. Pero no salió del todo bien, y mira que nos costó entablar conversación con el Rey.

>>Le pintamos la alianza como algo indispensable que hacía falta para mantener la seguridad y el equilibrio de los mundos, pero nada. No sé qué habrá ocurrido en el pasado pero tiene mucha tirria a la orden, porque rechazó la oferta incluso sabiendo que tanto Coli como yo escoltamos y pusimos a salvo a la princesa. En fin. —Emitió un profundo suspiro de derrota—. Lo siento mucho, lo hemos intentado pero no ha servido.

Básicamente lo que ha dicho Nicoxa. La culpa es de ambas... y de Tritón también por no escuchar. Pero bueno, al final no ha servido de mucho...

La misión había llegado a su fin. Coli sentía tristeza por tener que acabarla en esas condiciones pero no se podía decir que no lo habían intentado. Ahora, debían volver a Bastión Hueco y ver qué pasaba. Esperaba que no hubiera ningún castigo o algo de eso pero de Shinju no esperaba mucha simpatía.

<<Al menos ya no seré más una orca>>.
"La nostalgia es como el alcohol; arruina tu juicio".

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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Zodiark » Jue Ago 06, 2015 8:40 pm

Harold quiso confiar en ella, así que se acercó y agarró aquellos protectores oculares. Seguía sin fiarme, pero el chico parecía bastante decidido y no le puse más pegas. En cualquier caso estaba allí preparada para protegerle si algo sucedía, aunque de todas formas aquella naturaleza tan confiada del chico acabaría pasándole factura...

Al parecer salió bien. Las dos morenas se fueron, y nos quedamos nosotros tres solos. Seguía sin entender qué sucedía allí, pero el pequeño tritón parecía contento y satisfecho así que parecía que la cosa había acabado bien, por el momento.

Maya, ¿estarías dispuesta a intentar abrirlo de nuevo con tu llave? Siento no haberte hecho caso antes, pero alguien que sabe que estás en peligro y va a buscarte no puede ser malo

Aquello me hizo reflexionar. Observé a Saeko, inexpresiva, como analizándola. ¿Por qué hizo aquello, y qué hacía en aquel mundo? ¿De verdad había ayudado a Harold desinteresadamente, o tenía algún tipo de trato con la bruja?

—respondí asintiendo con la cabeza, dejando a un lado el tema y volviendo la mirada hacia la gran puerta.

De nuevo, alcé la Llave Espada y apunté con ella hacia la cerradura. Reuní toda mi energía en la punta del arma y la liberé en forma de un rayo que atravesó la cerradura. Después de echar un vistazo en el interior, volvería a sellarla, y me aseguraría de que Saeko no la volviese a abrir, ya que ella también tenía la llave necesaria para hacerlo. Pero no quería que Vivian y los piratas entrasen allí.

Gra-gracias, me habéis ayudado mu-mu-muuucho. Me gustaría ayudaros de algún modo, pero vuelvo a ser tan débil como antes y solo soy un estorbo. Al menos, quedaos con esto.

El tritón nos entregó un Éter a las dos, y acto seguido hicieron acto de presencia Bavol y Derhe. Miré al último algo decepcionada, incluso respirar su mismo aire me resultaba molesto. Y más molesta me resultó su presencia cuando abrió su sucia bocaza:

Qué día de mierda, llevo horas buscándoos a todos. Parece que os paguen por dispersaros, joder. Me encontré con Banco cuando volvía de ver a una gorda y luego con unas especies de anguilas bizcas que nos dijeron que estabais aquí. ¿Se puede saber qué cojones habéis andado haciendo? ¿Y por qué huele tanto a pescado?

»Habréis terminado la tarea de la loca, espero, porque no me apetece mover el culo por nadie más. ¿Nos vamos? ―Dirigió entonces la mirada hacia River, que permanecía inconsciente—. ¿Y a esta qué le pasa? ¿Se ha muerto?

No, está bien... Creo.

Maya, ¿te vas? ¿Adónde? —preguntó Harold.

A mi hogar, Harold. Yo no pertenezco aquí. Éste no es mi mar.

»Pero...

Dirigí la mirada hacia el lugar en el que se encontraba el barco pirata, y la imagen de la cara de Vivian atravesó mi mente. Apreté dientes y puños, furiosa, cuando la recordé maltratando a un atado Harold. No podía intervenir en asuntos internos de otros mundos, pero tampoco podía permitir que aquella tipeja siguiera a sus anchas, y menos cerca de Harold, que posiblemente seguiría confiando en ella si yo no hacía algo. Y más de lo mismo con aquellos malolientes piratas.

No puedo marcharme aún. Tengo algo que tratar todavía —dije a Bavol y Derhe—. Cuidad de River, ¿vale?

Transformada en mujer-caballito de mar, salté al agua de nuevo, agarré a Harold de la muñeca y comencé a nadar en dirección al barco, arrastrando al tritón.

Harold —le llamé, sin frenar—. Háblame sobre Vivian, y dime por qué decidiste confiar en ella.

»Quiero tener unas palabras con esa chica.

Por suerte, el naufragio del barco habría dejado a los piratas confusos y dispersos, e ir a ver a Vivian no sería tan peligroso como lo habría sido cuando nos infiltramos en el barco.
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Tsuna » Dom Ago 09, 2015 12:44 am

Pero por supuesto, no iba a ser tan fácil. La niña con cola de caballito de mar se interpuso entre ambos, aun después de darle todas mis razones. Fruncí el ceño y me puse tensa, intentando no perder la paciencia que me quedaba, que no era mucha precisamente sabiendo el poco tiempo que me quedaba.

¡Espera! Tú… Eres Saeko, ¿verdad? —mi cara tenía que ser un poema en ese momento, todavía con el brazo extendido, sujetando los protectores. ¿Cómo es que ella…?—. Harold, quédate detrás de mí.

»Así que los de Bastión Hueco también estáis rondando por aquí. ¿De verdad quieres ayudarle? Yo soy la primera en contra de esta estúpida guerra, pero sé cómo os las gastáis los de Bastión Hueco. No dejaré que a Harold le pase nada. Ya ha sufrido bastante.

Estuve a punto de protestar varias veces, sin poder creer lo que estaba escuchando. Al principio me quedé helada cuando mencionó Bastión Hueco, porque por la poca oscuridad que había en la caverna no lograba distinguir bien quién era, pero sí terminé por reconocerla, claro que sí… Se trataba de Maya, la misma niña que me había ayudado durante el Reaper’s Game y que ya había visto en varias ocasiones por ahí, con los de Tierra de Partida.

Seguía sin entender a qué venía el tema de la guerra, pero no podía estarme quieta allí más tiempo.

¿Pero qué estás…?

Yo me encargaré de eso. Quiero que Harold me cuente los detalles de su trato con Úrsula antes de saber si es fiable darle esa cosa. No conozco las intenciones de esa bruja, ni las tuyas —cogí aire, con los ojos bien abiertos, intentando no perder la calma—, así que prefiero andarme con ojo, sobre todo si vais a perjudicar a mi amigo.

No hay nada que explicar. Harold, se te acaba el tiempo, ¡toma! —Y alcé con fuerza los protectores, para que los agarrara de una vez.

Tragué saliva, rezando desde mi corazón para que, por favor, Harold agarrara los protectores y pudiese librarme tanto yo como él del contrato de Úrsula. No recordaba la última vez que me había arriesgado tanto, para ser sincera.

Creo que dice la verdad. Conoce a Kipli, que es mi amiga. Kipli nunca le hablaría a alguien malo de mí, ¿no crees? Me fío de ella. Pero ¡creía que el trato ya estaba solucionado! Tu amigo le iba a llevar el lirio de agua dulce a la bruja. ¿Qué le pasó?

Bueno, por lo menos no tendría que usar la fuerza para apartar a la niña… Cosa que tampoco quería, pero dadas las circunstancias no me iba a quedar otra opción si Harold le hacía caso. Pensé unos segundos la respuesta, recordando cómo había sido mi primera visita al hogar de la bruja, y pensé que igual se estaba refiriendo al renacuajo que ya se encontraba allí.

Mm, no lo sé, ya se había marchado cuando llegué.

Suspiré de alivio cuando, por fin, Harold agarró los condenados protectores oculares. No quería volver a saber de ellos, así que no les eché en falta cuando una de las morenas de Úrsula se los llevó con el hocico, desde la orilla.

Vaya, ¿qué era eso que me has entregado?

Unos protectores oculares… ―respondí, intentando esconder la sonrisa que se me formó en la cara, divertida porque no supiese qué era aquello, y feliz también por haber salvado el día―. Son como unos anteojos, pero mucho mejores. ―decidí terminar de explicar, viendo que él mismo llevaba unos.

Gracias por todo, ¿Saeko? ―negué con la cabeza, restándole importancia―. Creo que me has salvado. Pero siento decirte que no puedo ayudarte respecto al tema del Rey Tritón. Le conozco, aunque digamos que no le caigo muy bien y que no quiere saber nada de mí. Por alguna razón, no le gusta que se investigue este Templo.

Y bueno… Suponía que no todo iba a salir bien, ¿no? Ya podía considerarme afortunada por haber salido ilesa del contrato con Úrsula, el cual me recordaba el precio que había tenido que pagar. Me crucé de brazos, pensativa, y pensé qué podía interesarle de mis recuerdos a esa mala bruja.

»Maya, ¿estarías dispuesta a intentar abrirlo de nuevo con tu llave? Siento no haberte hecho caso antes, pero alguien que sabe que estás en peligro y va a buscarte no puede ser malo. Sé que no te llevas muy bien con ella, así que lo entenderé si no quieres mostrármelo cuando esté presente.

Sí.

Perpleja por la respuesta de Maya, que no dudó un segundo en invocar su Llave Espada para abrir el templo, observé todo el proceso. Yo tampoco me lo quería perder, y estaba muy, muy interesada en saber qué había detrás de todo ese lío. Igual nos estábamos metiendo en uno mucho mayor, pero la responsabilidad no caería sobre mí, sino sobre Tierra de Partida, nada más ni nada menos.

Alguien se está saltando las normas. —le indiqué a la niña, todavía desde atrás y con ese aire autoritario que solía tener.

Aun así, me las apañé para arrastrarme por la orilla con mis brazos y mi peculiar extremidad de caimán. Investigaría, si no salía nada peligro de su interior, lo que había en el famoso templo del mar, al igual que Maya, y tampoco me interpondría con la niña de nuevo, cuando se dispuso a cerrar la puerta. Si así había estado hasta ahora, eso era lo ideal. No podíamos interferir en otros mundos, aunque yo ya tuviese las manos manchadas por lo de París.

Gra-gracias, me habéis ayudado mu-mu-muuucho. Me gustaría ayudaros de algún modo, pero vuelvo a ser tan débil como antes y solo soy un estorbo. Al menos, quedaos con esto.

Agarré con las dos manos el Éter que Harold me ofreció. La verdad es que estaba de muy buen humor, a pesar de todo, por lo que le dediqué una sonrisa sincera al tritón.

No es nada, muchas gracias por todo. Y dale a Kipli recuerdos de mi parte.

Me despedí con la mano y salté al agua de nuevo, nadando a toda velocidad para regresar a Atlántica. Le deseé lo mejor a Harold, igual tenía suerte con su investigación, y era una pena que no pudiese haber obtenido la audiencia. En el informe que le debía a Shinju tendría que omitir los detalles de Úrsula, pero podía ganar muchos puntos por lo que había visto en el templo, claro que sí.

****


Tardé un poco en ubicarme, pero recordando dónde se encontraba el hogar de Harold, y el lugar en el que había hablado con el guardia, conseguí encontrar la plaza donde se había quedado Alexis, y donde todavía seguía. Nico y Colinda ya se encontraban allí, y eso me dejaba a mí la última, pero bueno, al menos podía presumir de tener información.

Aish... veréis, conseguimos la audiencia, en efecto. Pero no salió del todo bien, y mira que nos costó entablar conversación con el Rey.

»Le pintamos la alianza como algo indispensable que hacía falta para mantener la seguridad y el equilibrio de los mundos, pero nada. No sé qué habrá ocurrido en el pasado pero tiene mucha tirria a la orden, porque rechazó la oferta incluso sabiendo que tanto Coli como yo escoltamos y pusimos a salvo a la princesa. En fin —Pues sí que se las gastaba el rey, pensé en mi fuero interno— lo siento mucho, lo hemos intentado pero no ha servido.

Básicamente lo que ha dicho Nicoxa. La culpa es de ambas... y de Tritón también por no escuchar. Pero bueno, al final no ha servido de mucho...

Me crucé de brazos y di una vuelta sobre mí misma, en el agua, antes de añadir lo que pensaba sobre el rey Tritón, que no parecía llevarse bien con nadie.

No es culpa vuestra. He conocido a un erudito que estudia un templo muy interesante y “extraño” ―remarqué la palabra con mis dedos, dando a entender que tenía que ver con algo fuera de ese mundo, concretamente la Llave Espada. Aunque ya me encargaría de detallarlo al llegar a casa―. Pensaba que si le ayudaba me daría una audiencia con el rey, pero no se llevan bien precisamente por sus estudios.

Y eso era todo, ¿o no?

>Ah, y Tierra de Partida también está detrás del templo.

Cómo olvidar a Maya, que me hizo pasar un muy mal trago. Y sobre Úrsula no pensaba decir nada. Alexis nos había advertido sobre ella, y aun así había caído en sus redes, e imaginaba que no les haría gracia lo que le había entregado: mis recuerdos sobre Bastión Hueco.

Con todo preparado, tocaba volver. Era pensar en que mi formación dependía de Shinju y marearme. Ella no merecía el título de maestra, a diferencia de mí. Y también quería contarle toda esa aventura a Nikolai, cuando tuviese la ocasión, ya me imaginaba su cara cuando le contara que por culpa de Maya estuve a punto de ser un alma sin sol.

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¡Pues se acabó! Aunque la trama fuese a un ritmo muy lento, decir que me ha encantado y me ha resultado muy entretenida (en general, que he ido leyendo las partes de todos) xD

Hasta la próxima~
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Re: [Atlántica] Bajo el mar

Notapor Nell » Mar Sep 08, 2015 2:58 am

Maya y Saeko


El portón se abrió, dejando ver al grupo qué había detrás de él. Daba paso a una cueva espaciosa y, sobre todo, bellísima. Algunos resquicios del techo proyectaban rayos de luz (los últimos del atardecer) sobre las paredes, que estaban repletas de minerales azulados, haciéndoles brillar. El suelo estaba completamente encharcado, y a juzgar por el vaivén, el agua no estaba del todo varada, sino que se colaba desde el mar.

Sin embargo, lo más impresionante de todo era el centro. En él, sostenido por varias estalagmitas y estalactitas, había un reluciente cristal azul. Desprendía un aura difícil de describir. Era calmada y sosegada, pero al mismo tiempo, transmitía poder. Era posible que incluso fuera peligroso, dada esas dos combinaciones.

Harold había abierto mucho los ojos, como si quisiera fotografiar con ellos lo que veían. No dijo nada, ni siquiera cuando Maya volvió a sellar la cerradura. Se despidió de Saeko y, finalmente, se recobró lo suficiente para responder a su nueva amiga:

Pues porque… ―Paró un momento, durante el cual las mejillas se le sonrojaron de vergüenza. Habló en voz baja, no para mantenerlo en secreto, sino porque era algo que le costaba reconocer―… me escuchaba. N-No tengo muchos amigos, todos piensan que soy muy raro y ella siempre me prestaba atención. Pe-pensaba que le importaba. Creo que tengo que disculparme con Kipli… ella sí es una buena amiga.

A pesar de su historia con Vivian, Harold no tenía ningunas ganas de volverla a ver. No obstante, como Maya estaba empeñada en tener unas palabras con ella, la acompañó a regañadientes. Derhe, que se había sentado sobre su pandero enorme de foca y desde hacía rato que parecía aburrido, protestó y se quejó, pero ni cien copias de un aprendiz de relleno iban a detener a Maya. Se quedó a esperarla, junto a Bavol y River.

El barco aún no se había hundido del todo, pero a bordo ya no quedaba nadie. Habían usado las balsas para escapar y aunque echaron un vistazo, ya no se veían en el horizonte. Harold lamentó que Maya se llevara ese chasco, no tanto el no rencontrarse con Vivian.

Finalmente, se despidieron. Harold pidió a Maya que le visitara en alguna ocasión y que, si quería, a él no le importaría viajar hasta «u mar». Tras unas últimas palabras, los cuatro aprendices regresaron a Tierra de Partida, donde les esperaba Yami, muy contenta con que hubieran cumplido la tarea. Ronin no se había enterado de nada (¡de esa misión en contra de las reglas!), así que no tenían nada de lo que preocuparse, con que no fueran por ahí divulgándolo. Por alguna razón, Derhe se frotó las manos.

Antes de que se marchara, Yami paró un momento a Maya y le dio un obsequio más: otra esfera de cristal en cuyo interior había un lirio de agua dulce.

Encontramos dos, mientras buscábamos uno para Harold. ¡Este es para ti! Quedará bonito en tu habitación. ¡Puedes plantarlo o disecarlo! A nosotras nos gusta más lo segundo, porque las plantas necesitan agua y no hay siempre a mano, ¿verdad?

Sin esperar respuesta (quizá la había recibido de sí misma), se fue tarareando una canción cuya letra describía las ventajas que suponía vivir bajo el mar.


Saeko, Nicoxa y Colibritany


Sebastián aceptó los consejos de las chicas. Ya había visto qué habían provocado sus decisiones respecto a Ariel y se sentía muy mal por ello. A partir de entonces, prometió, intentaría no solo hacer lo mejor por la chica, sino lo mejor para que ella lo hiciera bien.

Por otro lado, Alexis no pareció molesta porque no hubieran cumplido la misión. No parecía sorprendida por el resultado, y así lo expresó:

Esto era una tontería desde el principio. Ya había oído hablar de que el Rey Tritón era un viejo cascarrabias que odia cualquier mención sobre los humanos o «el mundo de la superficie». Era lógico pensar que tampoco le gustarían los otros mundos ―les explicó―. Pero Shinju insistió en intentarlo. Como ha subido hace poco a Maestra, quiere demostrarle a todo el mundo que se hacen progresos gracias a ella. ―Se encogió de hombros―. Al menos hemos estirado las piernas… patas o aletas.

Y además, no todo había sido en balde. Además del contacto con Ariel y Sebastián de Nico y Coli, Saeko traía otro tipo de información sumamente interesante, que le contó de vuelta a Bastión Hueco.

¿Templo?

Alexis prestó atención al relato de Saeko, mientras ordenaba a las dos amigas que fueran a presentar su informe a Shinju. Una pena que la batuta no tuviera algún mecanismo para hacer esa tarea tan engorrosa. Tendrían que conformarse con animar a partir de entonces las fiestas coordinando a la orquesta… si la había.


Spoiler: Mostrar
¡Fin de la trama!

No voy a demorarme en decir que se ha retrasado mucho su cierre, eso ya lo sabéis. Bueno, ¡espero que estéis contentos al menos con las compensaciones! Solo comentar que, lo siento, Soda, pero no era ya posible meter un post para que conversaras con Vivian, puesto que todos los demás frentes estaban cerrados. Te puedo asegurar que no volverá a tener relevancia en futuras tramas de Atlántica, por lo que si te interesa seguir con esa historia, te doy vía libre para que lo desarrolles en Encuentros, si quieres, claro.

Y sin retrasarme más, vamos a lo que interesa, ¡puntuaciones!

Tidus Cloud, 40 PX. Qué te voy a contar si ya no estás aquí para leerlo ;_; al menos, los PX te los llevas, por si decides volver.
¡Subes a nivel 17!

River, 35 PX. Más de lo mismo.
¡Subes a nivel 7!

Mentos, nada, porque eres extra, pero no he escrito todo el comentario para borrarlo. Una de las cosas que más me gusta de tu rol es que interactúas siempre con la situación en la que te encuentras, es decir, que te implicas en ella. La inmersión te falla en lo que respecta a los NPCs, no sueles prestarles demasiada atención o implicarte mucho con ellos, solo lo necesario. Ejemplo: ¿qué leches?, están discutiendo Tritón y Ariel, y Coli solo interviene para preguntar por la audiencia xDD Puede no importarle lo que hablen padre e hija, e incluso no prestarles atención, pero tampoco ignorar la tensión del momento. Por otro lado, apenas te explayas en describir las impresiones de Coli, sino que te limitas solo a la descripción general y al final da la sensación de que no se sabe mucho realmente del personaje, salvo por lo que dice o piensa directamente.
¡Subes a nivel 8!

Sito, 65 PX. Te recalco lo mismo positivo que le he dicho a Mentos: te unes a la situación y, además, sí sueles interactuar con los NPCs. Quizá te pasas un poco con darle un adjetivo a cada sustantivo que se te pone por delante, pero bueno. Y no sé qué más decirte, salvo que sigas trabajando en Nico y tengas cuidado con que no se quede varada, porque aunque es un personaje muy alegre e impredecible, me da la sensación en los últimos posts de que se repite o que no tiene la frescura del principio, no sé cómo explicarlo.
¡Subes a nivel 7!

Zodiark, 70 PX. Qué te voy a contar ya que no sepas. Me ha parecido muy bien llevada Maya, respecto a Harold y a la situación en el barco. Has sabido tomar las decisiones adecuadas y has salido bien parado… quizá demasiado. Si hay algo que echarle en cara a Maya, es que le falta fuerza, le falta un no sé qué, algo que deje marca en una escena, aunque puede que esté pidiendo un imposible, dado que es una niña y se comporta como tal. Bien llevada, lo dicho.
¡Subes a nivel 18!

Zeix, nada, porque eres extra, pero no he escrito todo el comentario para borrarlo. No mucho que decir tampoco. Si a Coli le cuestan los NPCs, a Saeko le cuestan los personajes. No tengo quejas respecto a Kipli o Harold, pero se nota mucho que no tiene contacto con los otros jugadores, y un poco también le pasaba con Alexis y Shinju. Es una chica con carácter, muy introspectiva, pero con lo que te estoy diciendo no logra imponer, sino que parece ir por su parte (incluso antes de tener su parte xD). En sí, no es malo que un pj sea independiente, claro. Pero no puede quedarse impasible por todo. Y en fin, creo que no tengo nada que resaltar de la interpretación o de la escritura.

¡Hasta la…!















Y en la Gruta…


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Tenías razón. Son muy fáciles de engañar.

La bruja del mar observaba la imagen que proyectaba su caldero, a su interlocutora, con una siniestra sonrisa de complicidad. Entre sus manos sostenía el mismo cofre que había ofrecido tanto a Bavol como a Saeko, y que ambos habían rechazado. Ahora, la Perla en su interior tendría una nueva ama.

Te he conseguido algo muy interesante. Te lo haré llegar, junto a esto. ―Señaló el cofre―. A partir de ahora, Bastión Hueco no tendrá ningún secreto para nosotros.

»¿Dirías que es suficiente pago para sumarme a la causa?

La figura le devolvió la sonrisa.

Lo es.

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Nell
161. Kairixula
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