[La Cité des Cloches] El Festival de los Bufones

Trama de Gata, Saeko, Saito + Hana

La aparente traición de Tierra de Partida en un acuerdo de paz provocó el anuncio de la guerra por parte de Bastión Hueco. Los aprendices deben enfrentarse entre sí, entre antiguos amigos y compañeros. ¿Cómo lograrán sobrevivir cuando otras amenazas acechan?

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro, Sombra

Re: [La Cité des Cloches] El Festival de los Bufones

Notapor Nell » Mié Mar 18, 2015 1:56 am

¡Pero dónde estabas escondida hasta ahora! ¿Jana?¿Qué es, un nombre inglés?—Iba a responderle «Casi», cuando se vio arrastrada por el personajillo hacia fuera—. Vaya perlita, amigo. Y bueno, Jana, entonces sabrás más o menos de qué va todo esto, si tanto has viajado, ¿no?

Prefirió no decir nada. La verdad es que, para una vez que podía hablar orgullosa de algo, tendría que haberse mordido la lengua. ¿Qué sabía ella de París, si se había criado en las costas de Port Royal? ¡Pues nada!

Sin embargo, no necesitó ni montarse una excusa, porque Clopin la entretuvo durante todo el camino. Estaba hecho un completo personaje, era divertido y uno de los mejores comediantes con los que se había topado jamás Hana. Si no estuviese allí con la exclusiva misión de matar a Frollo (y de ciertos sincorazón), le habría pedido que le enseñara un par de trucos.

La guio hacia la Plaza de Notre Dame, la cual no le traía muy buenos recuerdos. No obstante, su visión era completamente diferente de lo animada que parecía a la espera de que empezara el Festival. Además, enseguida Clopin la metió en una de las tiendas retiradas donde se preparaban los actores.

¡Mamma Louisa! ¡Te traigo a una chica! ¡Prepáranosla para el espectáculo, anda, y déjasela a Esmeralda! La mamma se ocupará de todo, nos vemos luego.

Hana vio cómo los dos hombres salían, y apenas tuvo tiempo de hacer una seña de despedida a Zac. Al fin y al cabo, él era su pase de salida. Y apenas acababa de descubrir en qué follón se había metido.

¡Ábrase visto! ¿Otra chica? ¿Y por qué no me la mandan antes? —exclamó nada más verla. Hana no supo qué decir, porque en su cabeza solo pensaba en lo diminuta que se sentía frente a esa inmensa mole—. Eres bonita, niña, pero estás en los huesos. ¡Y ese pelo! Ojalá lo tuvieras negro, entonces te resaltaría más la carita. Necesitas carne, guapa, o bailando no conseguirás atraer la atención. Nadie quiere ver a un palo bamboleándose de un lado a otro. ¡Ajá! ¡Esto es!

Al igual que Clopin, no se cortó en arrastrar y manosear a Hana todo lo que quiso y más. El contacto tan físico y estrecho con aquellos gitanos, desconocidos más bien, le incomodaba. Cada vez que podía, trataba de retroceder un paso para alejarse y marcar una distancia de seguridad. Sin embargo, en ocasiones la curiosidad le vencía y se asomaba para ver qué sacaba la mamma del baúl.

Quiso negociar con ella el tema de las vendas, pero fue imposible. Al final, tuvo que ceder, porque imaginaba que sería mucho más difícil acercarse a Frollo si este pensaba que tenía la lepra. En su lugar, los ocultó con brazaletes, pulseras y tobilleras.

Junto al vestido azul de volantes, tenía un aspecto... diferente. No parecía ella. ¿Cuánto hacía que no se arreglaba así? Dio una vuelta para comprobar el vuelo, y se quedó maravillada. Después de años de aprendiza y de piratería, había olvidado esos pequeños momentos femeninos. Extasiada por sentirse guapa, se dejó peinar sin ser capaz de ocultar una sonrisa alegre.

¡Preciosa!

Sí… ―No supo qué decir, hasta que recordó que no se estaba vistiendo simplemente para bailar―. ¿Y no tienes algo para cubrirme la cara? Basta con la parte inferior ―le pidió. Iba a malograr el buen aspecto que había conseguido, pero lo importante era ocultar su identidad todo lo que fuera posible sin llamar la atención.

En ese momento, entró otra mujer gitana. Lo primero que le llamó la atención, aparte de sus brillantes ojos verdes, fue la cabellera negra. Desde luego, tal y como había dicho la mamma, le quedaba bien. A la tal Esmeralda, claro; a Hana, creía, no. Aunque si el plan salía bien, probablemente en su siguiente visita tendría que usar un tinte diferente.

Con ella venía una cabra, y en vez de reconocerla, simplemente trató de mantenerse apartada por si no estaba bien entrenada y evacuaba en cualquier lado.

Disculpa por llegar tarde, mamma. Menudo día.—Hana prefirió no mirar la bolsa. Entre ladrones habría aprendido que no se hacían preguntas—. ¿Y tú eres…?

Una chica que va a bailar. La ha traído Clopin.

Ya veo. Soy Esmeralda, un placer. Y perdona a mamma si te ha asustado, en el fondo es buena persona—sonrió. Hana reconoció que la mujer era demasiado franca, directa y que le incomodaba; sin embargo, no le había caído mal—. Bueno, ¿qué sabes bailar? Ah, ¿y sabes en qué orden salimos? Creo que podrías ir un poco antes que yo. ¿O prefieres después?

Hana ―se presentó―. Ni idea, acaban de reclutarme. Si te gusta bailar… ―le correspondió la sonrisa―, saldré después de ti. Pero soy flexible en el orden.

Iba a arruinarles la actuación a todas las personas que se colocaran detrás de ella. Porque, en fin, supuso que el rey no querría seguir con ningún Festival cuando mataran en medio de la plaza a un alto cargo. Desde que le propuso el plan a Zac, no había parado de repetirse su objetivo mentalmente. No quería perderlo de vista, entre el baile y las ropas bonitas.

De todas formas lo confirmaremos luego. Ven conmigo.

Esmeralda la llevó entre las feriantes hasta una plataforma de madera que habían montado para las representaciones. Siguió la explicación sin mucho interés, porque le gustaba más observar de reojo el ajetreo de las mujeres y las prácticas de última hora.

Allí estarán el rey y su hermana. Al otro lado, el juez Frollo.—Dicha indicación fue la única que Hana intentó memorizar—. Procura no salirte del centro, a menos que los guardias no te den miedo, y mirar al público. Cuando termines, haces una referencia y te bajas. ¿De acuerdo?

Entendido. ¿Suelen intervenir con frecuencia los guardias? ―quiso saber―. ¿O solo están para intimidar? ―La pregunta iba con segundas intenciones, y esperó a evaluar la respuesta de Esmeralda.

Volvieron a la tienda. Por el sonido de las trompetas, Esmeralda le notificó:

Parece que se acerca el rey. Empezaremos dentro de un rato. ¿Qué quieres hacer? Puedes practicar conmigo, si te apetece. Aunque es posible que quieras ver al rey. Y dicen que su hermana es muy hermosa.

Ni le interesaba el rey, ni la posible hermosura de su hermana. De hecho, puede que ya tuviera ocasión de verle cuando bailara. En aquel momento, su único miedo era cumplir con la farsa antes de poder actuar, y comenzaba a no estar muy segura de sus capacidades. Se había oxidado, seguro.

Sí, prefiero practicar ―decidió.

Ensayaría algunos pasos de baile, los más básicos que recordaba, y pediría la opinión de Esmeralda. A su vez, trataría de observar lo que hacían las otras mujeres y de copiarlo para aprenderlo lo más rápidamente posible. Cuanto más imitara su estilo, mejor. A las malas, sabía que podía tirar por el camino fácil y simplemente cantar. Sin embargo, con el precioso vestido que llevaba, prefería bailar.

Si la mamma no le había proporcionado una máscara o un pañuelo para cubrirse el rostro (la mitad solo, de ser posible), se lo pediría a Esmeralda. Podía incluso buscarlo por ella misma, o birlar algo de lo que había salido del baúl. Necesitaba proteger su identidad de cara al futuro.

En cierto momento, se asomaría fuera de la tienda un segundo para buscar con la mirada a Zac; pero al no encontrarlo, se encogió de hombros y continuó con lo suyo. Ojalá volviese. Seguro que se quedaba impresionado al verla.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

Re: [La Cité des Cloches] El Festival de los Bufones

Notapor Tsuna » Mié Mar 18, 2015 2:02 am

Qué ingenua había sido. Por supuesto que no iba a ser tan fácil salir de allí. El guardia me agarró de improviso el hombro, obligándome a soltar un grito ahogado y un leve respingo. Me giré con el corazón a punto de salirme del pecho, todavía con Marie sujeta a mi mano, contemplando con una rabia impotente al hombre, deseando poder liberarme de su agarre a la mínima para perderme entre la multitud. Pero resultaba imposible, al menos si no quería llamar más la atención ni hacer uso de mis auténticas habilidades; estaba a su merced.

Ya me he disculpado. —Comenté secamente y molesta por sus formas, en un intento de que me soltase

Y sin embargo no conseguí que me soltara a base de gruñidos, sino gracias a un chico pelirrojo, de más o menos mi edad y buen ver, que montaba a caballo. Conseguí zafarme del agarre del soldado junto a Marie, todavía dirigiendo una mirada envenenada al susodicho. Éste intentó culparnos por haber chocado con la carroza, pero el nuevo personaje nos ayudó alegando que era una fiesta. Lo miré extrañada, sin saber bien por qué nos había ayudado, o qué quería de nosotras. Aunque tendría que agradecerle el gesto, por supuesto. Aún así, mantuve a Marie a mi lado; no se me volvería a escapar.

No le presté atención tampoco a los murmullos que escuchaba a duras penas en el interior de la carroza, porque todos mis sentidos estaban puestos en el guardia y el pelirrojo, además de en la gente de mi alrededor que tendrían que mirarme con asombro en ese instante, compadeciéndose de mí. Me negaba a perder más tiempo del necesario allí por lo que caminé hacia la multitud para desaparecer de nuevo, y sin embargo Marie no se movió de su sitio, asombrada por algo.

Comprendí al instante con un gemido de asombro que el hombre que había salido de la carroza y, según la pequeña, se trataba del famoso monarca a quienes todos habían deseado una larga y próspera vida minutos atrás. Mi compañera cayó de rodillas al suelo, consiguiendo que me preocupara por un momento, pero parecía que solo estaba abrumada por la situación. Por mi parte procuré mantenerme en el sitio, desconfiada de aquel guardia que había intentado agarrarme sin piedad, ni siquiera respondí cuando nos preguntó si estábamos bien. ¿Es que no lo veía por sí mismo? El rey en cambio me transmitía cierto porte, una carisma abrumadora acompañada de exquisita elegancia, se tenía bien merecido aquel título.

No obstante, la que se quedaría de piedra sería yo al ver cómo el propio rey nos ofrecía una montura, humillando —o eso pensé que había hecho por las risas del público— al soldado. Aquello me consiguió sacar una breve sonrisa, a modo de pequeña venganza. El peculiar chico que me había salvado cogió a Marie y la subió, para luego tenderme la mano. Incrédula, le correspondí siguiendo a la niña. Y eso no fue todo, porque incluso me susurró que así conseguiría no armar más escándalo y le haría un favor a Marie. Asentí sobre el caballo, seria al ser consciente de que era ahora el centro de atención. ¡Yo, una Portadora de otro mundo!

Gracias. —Musité esperando que me escuchase. Era lo menos que podía decirle, porque igual sin su ayuda en ese momento hubiese estado camino a un calabozo… o algo mucho peor

El joven se apresuró para montar en su caballo y llevar las riendas del nuestro. Comenzó entonces a presentarse, y mientras tanto yo me mantuve fría como un témpano, incómoda por ser el centro de atención, sin quitarle el ojo de encima al guardia, y descubriendo que dentro de la carroza había alguien más aparte del rey.

Al parecer se llamaba Raphaël, y estaba impresionado por mi valor al enfrentarme a una lanza. Una lanza en la que ni me había fijado por los nervios, ¿pero acaso tendría que estar asustada por un arma de esas características? Claro que no, a fin de cuentas… había enfrentado cosas muchísimo peores y más aterradoras, como el Reaper’s Game, o Yafar, o Erased Data, entre muchas otras. Pero claro, ¿qué iba a saber una persona como aquella, que no tenía ni idea de nada? Suspiré ante tantos recuerdos amargos, y con la bolsa sujeta a mí, posé una de mis manos sobre un hombro de Marie, sonriente y contenta por ella; por verla tan ilusionada.

Soy Saeko, Raphaël. —imaginé que mi nombre lo desconcertaría, al igual que había sucedido con Marie. Pero estaba dispuesta a asumir aquella reacción, era una extranjera, al fin y al cabo, como siempre. Marie por su parte, en su diminuto mundo de felicidad y totalmente roja, se aferró a mí eufórica— Ya veo que te lo estás pasando bien. —le comenté sonriente, no perdía nada por ayudar y hacer feliz a una niña un día cualquiera en un mundo tan duro como aquel, mis pensamientos no habían cambiado desde que la vi en la calle horrorizada por el asunto de Esmeralda

Raphaël entonces nos condujo a ambas hacia el otro extremo del carruaje, donde pude ver a una mujer rubia y ataviada en un vestido elegante y asombroso. No cabía esperar menos de alguien relacionado con la monarquía, claro estaba. Para mi sorpresa nos ofreció unas cuantas monedas que no rechacé, las cogí tan rápido como pude y se las ofrecí a Marie; yo no las necesitaba para nada. La mujer nos preguntó sobre nuestros próximos movimientos, incluso ofrecía la protección de Raphaël. No se me ocurrió nada al principio, porque no era mi idea disfrutar del Festival como tal, simplemente aproveché mi misión de buscar el origen de los Sincorazón para ayudar a Marie, simplemente. Pero cómo iba a decirles eso, tendría que estar loca; ni por asomo.

Ver a los gitanos, sí —mentía, pero la verdad es que no me vendría mal echarles un ojo a ese grupo para verlos más de cerca. Y cuando me preguntó si podía hacer algo por mí me quedé sin palabras, muda y desconcertada. Por mi cabeza pasaron muchas ideas, desde preguntar si sabía algo de los Sincorazón hasta de hacerse cargo de Marie, todas una auténtica locura, y aun así no podía olvidar mi auténtico cometido: los monstruos de oscuridad. Ver tanta gente reunida y recordar las palabras de la maestra antes de partir me hicieron temblar un poco, esculpiendo en mi rostro un frío semblante. Mi deber, al final y por mucho que me pesase, no era ayudar a la niña, ni disfrutar de las representaciones del Festival, ni ganar monedas de oro, sino estar atenta a cualquier cosa. Y por supuesto, no iban a detener la fiesta por los rumores de una loca—. Agradezco de veras su ofrecimiento, pero por favor, mantened los ojos bien abiertos.

Poco más podía decir, aparte de pedirles que se mantuviesen atentos a todo. Igual no sucedía nada, que sería lo ideal, pero… ¿Y si aparecían Sincorazón? No había visto ni uno, y si los rumores de la maestra eran ciertos, algo no cuadraba allí. Tenía una mala sensación en el cuerpo, estaba nerviosa.
Avatar de Usuario
Tsuna
57. Ferrocustodio I
57. Ferrocustodio I
The Unknowns
 
Mensajes: 1680
Registrado: Mar Ene 03, 2012 5:12 am
Dinero: 691,216.48
Banco: 0.00
Ubicación: Perdida en el océano.
Sexo: Femenino
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 17

Re: [La Cité des Cloches] El Festival de los Bufones

Notapor Soul Eater » Sab Mar 21, 2015 8:38 pm

Por un momento, durante un solo instante, me pareció que había logrado ponerme a salvo. Los pasos del capitán se oyeron muy cerca de mi escondite, y pude escuchar el sonido de los papeles que había sobre la mesa. Pero como ya he dicho, fue únicamente un segundo, porque en cuanto volví a respirar, segura de estar a salvo, noté un tacto metálico en mi nuca y fui arrastrada hacia el exterior.

La sorpresa fue tan grande que durante unos segundos fui incapaz de reaccionar. Antes de poder comprender lo que había ocurrido me encontré con un hombre joven que me miraba fijamente. Sin embargo, en cuanto observé las manchas que había dejado entre el polvo al correr, comprendí que el capitán me había atrapado. Y eso, evidentemente, significaba problemas.

Sin dudarlo un instante, me revolví para librarme de su presa y salir corriendo fuera del edificio, pero fue una acción inútil. El soldado era tan fuerte que prácticamente me había levantado en el aire y no tocaba el suelo más que con las puntas de los pies. Olvidando la dureza del metal, traté de pegarle un puntapié para borrarle la estúpida sonrisa de suficiencia que llevaba en su cara, pero solo sirvió para que me hiciera daño en los dedos.

Vaya, vaya, mira qué tenemos aquí. ¿Qué estabas intentando robar? Aquí no hay nada que te interese. ¿O eres una espía?— preguntó, sin inmutarse lo más mínimo por mis esfuerzos por recuperar la libertad.

Solté un gruñido, sin dejar de debatirme, dispuesta a agotarme yo sola antes que rendirme. Durante un momento, pensé en invocar la llave espada o usar la magia, pero no me atreví, a sabiendas de que si lo hacía y no escapaba sería todavía peor. A fin de cuentas, si esa gente consideraba “demonios” a los sincorazón, no sabía que harían con alguien como yo… o quizás sí lo sabía: quemarme en una hoguera.

Sin embargo, el sonido de una voz detuvo en seco mi forcejeó y me hizo volver la cabeza violentamente para mirar al que me parecía casi un fantasma. No podía creerlo, pero efectivamente, allí, en medio de ese mundo llamado la Cité des Cloches, y en nada menos que el Palacio de Justicia, se encontraba Cid Raines.

Agradecí en cierto sentido comprobar que el asombro era recíproco, y que el misterioso personaje tampoco se encontraba preparado para encontrarme allí… aunque no sabía si eso era algo bueno o malo. ¿Me guardaba rencor por lo que ocurrió en el País de los Mosqueteros? Era un asesino, eso era cierto, pero realmente fue Hisa Wix la que me engañó con el antídoto y solo me enfrenté a él por orden suya. ¿Debería seguir considerándolo un enemigo?

He encontrado a esta chiquilla aquí escondida. Empiezo a entender por qué me necesitan; ni siquiera el Palacio puede impedir que se cuelen rateros— Escuché que contestaba el capitán a la pregunta que Raines había formulado, pero no le presté apenas atención. Me encontraba demasiado ocupada observando las ropas que vestía mi viejo conocido, comprobando atónita que cuadraban perfectamente con todo lo que había visto en la ciudad. Era evidente que, como yo, viajaba “de incógnito”.

¿Se puede saber qué sucede? ¿A qué viene este retraso?— Resonó la voz del juez, mientras este entraba también en la habitación. Pude comprobar como su rostro se tornaba tan frío como el mismo hielo al verme, y tuve que retener un escalofrío. No estaba realmente justificado, pero lo cierto era que ese hombre viejo me resultaba aterrador.

¿Qué haces tú aquí, mujer?— preguntó en cuanto se recompuso a su vez de la sorpresa. Me mordí el labio durante un par de segundos, mientras pensaba a toda velocidad, pero me había quedado completamente en blanco. No tenía ni idea de cómo salir de allí a no ser que fuera por la fuerza de las armas, pero no las tenía todas conmigo teniendo en cuenta que estaba en minoría.

Yo venía buscando a alguien— mentí finalmente en voz baja, sin tener que esforzarme en absoluto por fingir un leve temblor en la voz, teniendo en cuenta que la situación hacía que me saliera de forma natural. —A él— Añadí señalando a Raines con la cabeza, sin atreverme a decir su nombre por miedo a que hubiera dado una falso.

Tomé aire antes de continuar, mientras trataba de decir algo con sentido. Lo único a lo que podía aferrarme era a que probablemente él tuviera tan pocas ganas de ser descubierto como yo, lo cual podía convertirle en un aliado provisional siempre y cuando lograra convencerle de que podía ser un peligro para él si no me ayudaba. Aunque claro, no sabía cómo llevar eso a la práctica.

Tengo las pruebas que me pidió— inventé, tratando de aparentar que estaba a sus órdenes —Con ellas no habrá dudas de quién es el responsable del envenenamiento— Tal vez estaba hablando de más, o incluso diciendo cosas que no tenían sentido en ese mundo, pero no me preocupaba. Ya se encargaría Raines de arreglarlo si es que quería, y si se ponía en mi contra no me cabía duda de que lo que yo hubiera dicho iba a ser lo de menos. —Supongo que preferirá que se las de a solas— Terminé finalmente, mirándole directamente a los ojos.

Por supuesto, yo no tenía ninguna prueba de nada, ni ninguna mentira preparada, ni absolutamente nada que decir. Solo quedaba comprobar si el conspirador lo sabía o si por el contrario mordía el anzuelo.

Spoiler: Mostrar
Como todavía no se ha actualizado la trama aprovecho para postear. Espero que no haya problema por haberlo hecho fuera de plazo, pero es que acabo de volver de Roma.
Avatar de Usuario
Soul Eater
8. Gárgola
8. Gárgola
 
Mensajes: 217
Registrado: Sab Nov 16, 2013 3:10 pm
Dinero: 0.00
Banco: 18,923.43
Sexo: Femenino
Karma: 0

Ronda 8

Notapor Suzume Mizuno » Lun Mar 23, 2015 1:35 am

Gata

Yo venía buscando a alguien—dijo Gata, algo asustada—A él.

Tanto el capitán como Frollo giraron la cabeza en dirección a Cid Raines, quien no se mostró sorprendido. Al contrario, parecía bastante dueño de sí mismo y se limitó a entornar los ojos.

Tengo las pruebas que me pidió—continuó la muchacha—.Con ellas no habrá dudas de quién es el responsable del envenenamiento.—Llegados a este punto el capitán carraspeó y arqueó las cejas—Supongo que preferirá que se las de a solas.

¿Maestre? Espero que tenga una explicación para esto —dijo Frollo, arrastrando las palabras.

La tengo, excelencia. Se refiere a mi Orden, pero me temo que esta mujer se ha excedido al perseguirme hasta aquí.—Se adelantó y cerró una mano de hierro en torno a una de sus muñecas—. Si me permite, capitán.—Éste miró a Frollo que, renuente, asintió con la cabeza. Entonces Cid aumentó su agarre sobre Gata—. Me encargaré de ella.

Espero, Maestre, que pueda ofrecernos una explicación… Más tarde—dijo Frollo con un tono tan suave que resultaba todavía más amenazador que si hubiera levantado la voz.

Por supuesto. Por favor, no os retraséis por mí. Me uniré más tarde al Festival.

Después dio un pequeño tirón a Gata y se la llevó por uno de los pasillos. Hasta el último segundo pudo sentir la mirada de Frollo clavada en su espalda. Después torcieron hacia la derecha y entonces Cid Raines la llevó por unas escaleras, hacia abajo. Quizás encaminándose a las mazmorras.

Por suerte para ella, se detuvo en el primer piso y la hizo entrar en una pequeña sala desangelada, con una mesa, una silla y una ventana… enrejada. La única salida era la puerta y Cid la cerró, interponiéndose frente a ella.

La próxima vez deberías evitar decir la palabra «envenenamiento». Me he planteado seriamente dejar que el capitán te dejara inconsciente y te llevara a la sala de interrogatorios, pero eso sólo me habría causado más problemas a la larga. Tienes dos minutos para explicarme qué haces aquí. Después valoraré si merece la pena dejarte marchar o no.

Dicho esto se cruzó de brazos y aguardó. Gata no tenía muchas opciones, a menos que quisiera volar la ventana por los aires y escaparse, tendría que convencer a Cid Raines de que debía respetar su vida.

Con todo, no había dicho qué haría si no la dejaba marchar, ¿no? Y tampoco la había matado sin más. Era una buena señal… dentro de lo que cabía.


****
Hana


Entendido. ¿Suelen intervenir con frecuencia los guardias? ¿O solo están para intimidar?

Esmeralda sonrió y meneó la cabeza, haciendo un gesto con la mano para tranquilizarla:

A veces dan problemas, pero en principio sólo quieren pasárselo bien, como el resto de la gente, así que están más distraídos que de costumbre.

Después Esmeralda quiso saber qué haría Hana.

Sí, prefiero practicar ―decidió.

Así me gusta. Voy a ir cambiándome.

Desapareció tras una de las cortinas, dejando espacio a Hana para que pudiera ensayar por su cuenta y ponerse uno de los velos que Louisa le había señalado. Fuera la música se volvía cada vez más intensa. Escuchó de nuevo unas trompetas, aplausos y gritos de «¡viva el rey!» y explosiones de carcajadas. También podría reconocer la voz de Clopin en la distancia. En ese momento, alguien soltó un grito y de repente una figura baja y gruesa, encapuchada, atravesó la lona trastabillando. Desesperada, trató de agarrarse a la cortina y cayó al suelo, arrancándola de cuajo. Esmeralda, que por suerte llevaba una bata azul encima, soltó una exclamación de sorpresa y se volvió bruscamente.

L-l-lo siento—farfulló la figura. Tenía voz de hombre, bastante joven, y trataba de cubrirse el rostro con una inmensa mano. Hana se percataría de la joroba al primer vistazo.

No pasa nada. ¿Estás bien?—Esmeralda sonrió a Hana y luego se agachó sobre el chico, intentando comprobar si se había hecho daño.

Este protestó enérgicamente, pero al final Esmeralda consiguió descubrirle.

Era horrendo. Pelirrojo, con una mata de pelo que no llegaba a crecerle demasiado, sus facciones eran deformes. Tenía unos ojos grandes e inocentes, asustados, pero uno de ellos se ocultaba bajo un hueso demasiado salido. Sus paletas eran descaradas y la gigantesca nariz parecía la de un cerdo, por no hablar de su inexistente mentón.

Spoiler: Mostrar
Imagen


Esmeralda lo ayudó a incorporarse.

¡Qué suerte! No hay desperfectos. Pero la próxima vez intenta tener más cuidado, ¿de acuerdo?

El chico la observó, desconcertado. Y después sonrió, avergonzado. Miró de reojo a Hana y agachó el cabezón, mientras cojeaba hacia la salida acompañado por Esmeralda.

Lo intentaré—farfulló, incapaz de apartar la mirada de Esmeralda.

Por cierto, ¡gran máscara!—sonrió ella cuando hubo salido de la tienda. Se volvió ajustándose la bata y comentó—: Menos mal que no me había cambiado del todo. ¿Te importa si me siento un rato a verte practicar? Creo que tienes razón, debería salir yo antes, así podré ayudar a los demás con la comida. Dame un segundo.

Recolocó la cortina y desapareció tras ella. Entonces Hana escuchó que alguien la chistaba. De pronto Zaccharie asomó la cara entre la lona y le hizo señas para que se acercara.

¡Frollo ya está aquí! Pronto se sentará. Viene acompañado de un guardia nuevo, nunca le había visto antes y… ¿De verdad quieres hacerlo?—Le clavó los ojos, buscando un asomo de duda—. Te ayudaré a salir, haré lo que sea necesario pero, ¿seguro que…?

Esmeralda descorrió la cortina. Lucía un impresionante vestido rojo que marcaba su escultural cuerpo y llevaba adornos dorados que resaltaban sobre su cabello negro. Al verlos a los dos cuchicheando sonrió, burlona, y Zaccharie farfulló alguna excusa.

¿Vas a entrar o no? ¿Has visto qué guapa está Hana?

Zaccharie miró a la aprendiza de arriba abajo y arqueó las cejas. Había estado tan preocupado por lo que iban a hacer que ni se había percatado del cambio de ropa. Ahora sonrió y abrió un poco la tela y dijo tras soltar un suave silbido:

Pues sí que te queda muy bien.

Esmeralda le preguntó si quería quedarse un rato mientras ellas repasaban un poco los bailes, pero Zac denegó la oferta: tenía que ayudar a Clopin con una de sus actuaciones. Con todo, antes de salir se inclinó sobre Hana y le susurró al oído:

Estaré cerca. Si es necesario usaré una cortina de humo. Si no quieres hacerlo, quítate el velo.—La miró un segundo y después se marchó.

Bueno, vamos allá.

Mientras Hana practicaba, Esmeralda la ayudó a corregir algunas de sus posturas y alabó sus movimientos. También le recomendó varias cosas: que intentara no fruncir demasiado el ceño, que hiciera alguna que otra reverencia y, ante todo, que se lo pasara bien. El público notaba cuando alguien estaba muy tenso o no disfrutaba de lo que hacía. Y la gente odiaba eso porque quería disfrutar. En esas estaban cuando se abrió de nuevo la lona y un gitano indicó a Esmeralda que se acercara. Cuchichearon un momento y después volvieron a quedarse a solas.

¡Ha habido un cambio de planes! ¿Te importa si antes de tu baile nos ayudas con una cosa? Será rápido, no creo que dure más que unos minutos. Hay que elegir al Rey de los Bufones. Me harías un gran favor si me ayudaras a subir a los hombres con careta que quieran participar.

Esmeralda no le explicó en qué consistía el evento, quizás porque asumía que todo el mundo lo sabía. En cualquier caso, Hana no tuvo tiempo de responder porque entonces llamaron a la joven desde el exterior. Pasó por su lado a toda velocidad, le guiñó un ojo y se dirigió hacia el escenario, dejando la entrada abierta.

Desde allí pudo ver a Clopin en la tarima, cantando, atrayendo a la gente con sus gestos melodramáticos.

Y, entonces, el hombre lanzó algo al suelo y se levantó una nube de humo.

Cuando esta se dispersó, en su lugar estaba Esmeralda. Y comenzó a bailar, jugando con un pañuelo translúcido azul. Era como si tuviera alas en los pies, aunque su danza era de todo menos delicada. Los hombres comenzaron a silbar y a aplaudir, encantados, mientras ella danzaba como si estuviera envuelta en fuego con una sonrisa de confianza en los labios.

Incluso hizo algo impresionante: saltó hacia el palco de Frollo, que observaba el espectáculo con un gesto de repugnancia, aprovechando que había una mesa entre ellos. Casi como si le estuviera mostrando a Hana lo que tenía que hacer. El público estalló en carcajadas cuando la joven, en vez de darle el beso —atrajo al juez con el pañuelo, envolviéndolo en torno a su cuello— le bajó el sombrero. Antes de que él pudiera hacer nada, Esmeralda salió disparada, dando alguna que otra voltereta y terminando abierta de piernas. Después le arrancó la lanza aun soldado, la clavó en el suelo, y la usó como apoyo para girar a su alrededor más como si se tratara de una mujer de circo. Cuando realizó su reverencia, llovieron las monedas por todas partes.

¡Y ahoraaaaaaaaa DAMAS Y CABALLEROS! ¡Ha llegado el momento que todos esperábamos! —exclamó Clopin, saltando hábilmente al escenario—. ¡Hora de coronar al REY BUFÓN!

El público coreó con ganas, pateando el suelo y aplaudiendo a rabiar. Esmeralda, entre tanto, que había recogido a toda velocidad su premio, se acercó al borde de la tarima e hizo señas a Hana para que se acercara, ayudándola a subir.

¡Máscaras horribles, diabólicas! ¡Caras horrendas, que parecen gárgolas! ¡El hombre más feo ha de ser coronado! ¡Vamos valientes, acercaos!

Desde la multitud comenzaron a acercarse todo tipo de personas con máscaras exageradas, de ojos saltones, dientes gigantescos o pelambreras ridículas. Esmeralda le indicó por gestos que les ayudara a subir y a colocarse en filas. Entre la gente descubrió al mismo chico que se había caído dentro de su tienda, mirando en dirección a Esmeralda con un gesto soñador.

Bien, ya estaba posicionada. Y después podría bailar. Puede que incluso no le prestaran tanta atención si a la gente le gustaba mucho el Rey de los Bufones.

Al lado de Frollo, montado sobre un caballo blanco, había un soldado con armadura dorada que sonreía. Sus ojos, en realidad, se desviaban bastante hacia Esmeralda, pero aun así se mantenía atento. Si mbuscaba a su alrededor comprobaría que había también varios guardias de negro, pero parecían tan entusiasmados con Clopin como el resto del público.

Sentados en los tronos, había una pareja de jóvenes rubios. Por la corona, debía ser el rey y la otra su hermana.

Y a su lado, charlando con dos jóvenes de apariencia bastante pobre, estaba Raphaël.

Entre tanto, Esmeralda había ayudado a subir al jorobado, que chocó con Hana y farfulló una disculpa sin atreverse a mirarla, y se posicionó en el otro extremo de la fila. La gitana pasó por su lado y le dio un toquecito en el brazo:

¡Ayúdame a quitarles las máscaras!

Y para demostrarle lo que tenía que hacer, le arrancó una a un hombre. El público lo abucheó y Djali, que en algún momento había subido con ellas, le dio un empujón que lo mandó directo al suelo.

¡Siguiente!

Justo al lado del pobre hombre, Zac la miraba con seriedad. Esperando su decisión.

****
Saeko


Mientras Marie contaba las monedas con los ojos abiertos como platos, la mujer se inclinó hacia la ventana para poder escuchar mejor a Saeko.

Agradezco de veras su ofrecimiento, pero por favor, mantened los ojos bien abiertos.

Pudo ver cómo fruncía el ceño y, si estaba atenta, también se daría cuenta de que Raphaël tensaba las mandíbulas al escuchar aquello. No era algo tan raro, al fin y al cabo aunque el pueblo quisiera a sus reyes, siempre había peligros. De lo contrario no irían protegidos por tanto soldados. Incluso Marie miró a Saeko con extrañeza.

¿A qué os referís?—inquirió.

¡Hermana!—exclamó entonces el rey—. ¡Mirad, ya está todo preparado!—Carlos se asomó al lado de su hermana y sonrió a Saeko y Marie—: ¿Estabais hablando con ellas? ¿Por qué no las traéis al palco? Bueno, no al palco en sí, pero ya sabéis, pueden quedarse cerca si quieren. ¿Os gustaría?

Marie se puso roja hasta la raíz del cabello. Pero, de todas formas, ¿se le podía decir que no a un rey? En realidad ni siquiera se detuvo a escuchar su respuesta, dio por sentado que no rechazarían su invitación y volvió a desaparecer dentro de la carroza. Una oleada de gritos ascendió al otro lado de la calle y pudieron imaginarse que estaba saludando a sus súbditos.

Llegaron poco después al púlpito real, donde la multitud aclamó al rey y a su hermana con entusiasmo, lanzando confeti al aire, inclinándose y gritando «¡viva el rey!», coreados por trompetas que anunciaban su llegada. Raphaël las ayudó a desmontar y las acompañó hasta una serie de asientos inferiores. Mientras tanto, Carlos y su hermana, la princesa Ana según pudo oír Saeko que la llamaban un par de doncellas, se sentaron en sus tronos tras saludar a la multitud. En un palco cercano un pequeño carruaje oscuro, de hierro y bastante siniestro se había detenido para dejar bajar a un hombre anciano y estirado, vestido con un traje negro. Se inclinó en dirección al rey y después tomó asiento.

Marie se fijó en unas mesas llenas de comida y cuando miró a Raphaël con la pregunta escrita en sus ojos, él sonrió. La muchacha, encantada, corrió hacia ellas para coger todo lo que le cupiera entre las manos.

Mientras tanto, el espectáculo había comenzado. Y la joven Esmeralda, a la que tan poco le había gustado Saeko, salió al escenario a bailar. Marie sonrió y se le iluminaron los ojos mientras se llenaba la boca con comida. Al menos parecía que alguien se lo estaba pasando bien, Saeko debía sentirse satisfecha.

Al menos hasta que Raphaël se inclinó hacia ella con una mirada seria. Casi dura.

Disculpad—dijo. Tenía que elevar la voz para hacerse oír, pero aun así la chica se daría cuenta de que quería que fuera algo entre ellos dos. Quizás por eso había dejado que Marie fuera a picotear entre las mesas más cercanas—.¿A qué os referíais? Por favor, sed clara. Mi deber es proteger a su alteza, la princesa, y si decís que puede haber peligro…—Miró a su alrededor cuando hubo un estallido de carcajadas: Esmeralda había bajado el sombrero de Frollo y volvía a bailar en el escenario—. ¿Son los gitanos? El juez Frollo nos ha advertido mucho contra ellos. Dice que planean asesinar al rey.—A pesar de su tono calmado, pudo ver la sombra de angustia y preocupación tras sus ojos—. Por favor, por la amabilidad que ha mostrado con vos la reina: ¿a qué os referíais? Si es cierto que la van a hacer daño, ¡necesito saber cuándo para poder evitarlo!

La cogió por un brazo, en una mezcla de amenaza y prevención, por si trataba de escaparse, y aguardó con ansiedad mal contenida. Estaba claro que apreciaba mucho a la princesa. Quién sabe si intentaría hacerle daño si Saeko no colaboraba. Pero, de todas formas, ¿qué podía decir?

Debía tener mucho cuidado. No podía usar su magia para librarse de esa situación, no sin arriesgarse a llamar la atención de todos los guaridas. Al menos Marie no podía escucharles y seguía disfrutando despreocupadamente del Festival.


****
Saito


La verdad es que sí. Mi nombre es Saito, y el caso es que...ha habido antes un hombre que me ha salvado la vida de un guardia algo ebrio y hostil que me ha atacado, pero antes de poder siquiera agradecérselo ha ido en esta dirección y le he seguido hasta aquí. Tenía una pinta y un peinado bastante peculiares, como de demonio... ¿no lo habrán visto verdad?

Los dos hombres intercambiaron una mirada.

Precisamente estábamos hablando de él. Sí, nos lo hemos cruzado hace unos minutos. Pero… Vaya—el joven frunció el ceño y miró a su alrededor—, no lo veo por ningún lado…

¿Podrían acompañarme alguno de los dos, o indicarme el camino que ha seguido? La verdad es que esta es mi primera visita a la ciudad, y carezco de buena orientación. Y de verdad que me gustaría agradecerle lo que ha hecho por mí...Ha sido mi salvador, y necesito hacérselo saber.

El sacerdote más mayor sonrió con amabilidad, le puso una mano en el hombro al más joven:

¿Por qué no ayudas a este muchacho?

Claro. Vayamos a buscarlo, aunque no puede estar muy lejos. ¿Se habrá dirigido hacia la sacristía…?—Su ceño se acentuó y de pronto se puso un poco pálido mientras se volvía hacia una puerta lateral—. No habrá…

El anciano se pasó una mano por el mentón, también inquieto, y entonces dijo:

Ya no tengo edad para subir esas escaleras. Iré a buscar en la sacristía. Si ha subido a la torre, deberíais impedir que llegue hasta él, Eminencia. Ya sabéis que se pone muy nervioso si se encuentra con otras personas…

Eso haré.—Con un gesto indicó a Saito que lo siguiera y se encaminó hacia la puerta que había mirado. Estaba entreabierta—. Vaya… Un verdadero demonio, ¿eh? Puedes acompañarme parte del camino, pero no hasta las torres—le explicó—. Son el hogar del campanero y es un hombre solitario, así que no deberíamos molestarle, ¿comprendes? Quédate detrás de mí y si te digo que te alejes, te alejas. —Su tono no admitía réplica.

Subieron por la escalera de caracol, estrecha y algo angustiante, mientras resonaban todos sus pasos, con el joven portando un pequeño candil en una mano para iluminar el camino, bastante oscuro.

Eres muy amable por seguirle para darle las gracias justo cuando están celebrando el Festival. ¿Qué es lo que sucedió con ese guardia?—inquirió.

Mientras escuchaba su respuesta llegaron a una pequeña puerta de madera. Al abrirla les golpeó una ráfaga de aire caliente y salieron a la parte superior de la Catedral, con un camino que unía las dos torres incompletas.

Spoiler: Mostrar
Imagen
Estás aquí. Ignora los círculos, por favor xD


En medio del mismo estaba el hombre al que Saito buscaba. Su capa ondeaba al viento, así como los largos mechones de su pelo plateado que no estaban recogidos en aquellos extraños cuernos. Incluso a la luz del día, aparte de imponente, resultaba escalofriante. Era como si despidiera un aura de peligro. De algo muy oscuro.

Entonces se volvió hacia ellos. Sus ojos refulgían con un color dorado.

Bienvenidos—dijo como se encontrara en su propia casa—. Siempre es un placer encontrar a gente con corazones fuertes. Aunque quizá el tuyo sea… demasiado fuerte. No crees, ¿muchacho?—Alzó los labios, dedicándole una sonrisa elegante y escalofriante al mismo tiempo—.¿Jugamos un poco?

Dio un golpe con su vara al suelo. Y, de la nada, brotó un Sincorazón Neosombra. Armand se puso blanco como un fantasma y farfulló:

Otra vez… Pero… dentro de la… ¿Cómo es posible—empezó a retroceder. Sólo tenía el candil para defenderse y no era una gran arma, de modo que el hombre debía sentirse terriblemente inseguro.

El desconocido alzó las comisuras de los labios.

Me temo que ni los lugares santos están a salvo de la oscuridad.—Desde fuera le llegaron los gritos de disfrute de la multitud y se acercó hacia la baranda, desde la cual tenía una visión perfecta de la plaza de Notre Dame—. No con tantos corazones tentándola.—Hizo un gesto con la mano—. Acaba con ellos.

Y la Neosombra se arrojó sobre los dos mientras el hombre miraba.

Podían interponerse entre él y el joven. Al fin y al cabo, Saito estaba al lado de alguien inocente que podía resultar gravemente herido en la batalla. O también podía pedirle ayuda. A pesar de estar asustado, parecía mantener el control sobre sí mismo. Quizás si pudiera darle un arma… ¿O sería mejor salir corriendo y buscar un lugar más seguro?


Fecha límite: domingo 29 de marzo



Spoiler: Mostrar
Quería explicar por qué la parte de Hana es desproporcionadamente más larga que las demás; su ruta es la que la ha llevado a interactuar con más personajes y con Esmeralda, que tiene escenas centrales. No es que las demás partes no sean importantes, pero he decidido condensar mucho lo de Hana para poder permitir que la trama avance. Siento si alguno se ha sentido molesto por ello (y en especial Nell, que tiene que escribir de más x_D. Aun así no pasa nada si te saltas muchas cosas, de verdad, lo comprendo perfectamente). Por favor, si tenéis cualquier queja con la trama comentádmelo por privado o en sugerencias.

También quiero pedir perdón por el ritmo tan lento que estamos llevando, pero entre el global y la universidad no doy para más. Siento todas las molestias u__u.

Y me gustaría consultaros qué vais a hacer en Semana Santa, si preferiríais que hubiera o no ronda durante la misma. ¡Por favor, no lo dejéis para el último minuto e id comentándome!
Imagen

¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Suzume Mizuno
63. Komory Bat
63. Komory Bat
 
Mensajes: 1883
Registrado: Vie Mar 02, 2012 9:52 pm
Dinero: 1,462,577.72
Sexo: Femenino
Karma: 6

Re: [La Cité des Cloches] El Festival de los Bufones

Notapor Tsuna » Dom Mar 29, 2015 9:11 pm

Por la expresión de la mujer comprendí que no había sido para nada una buena idea advertirla. Alterné la vista, nerviosa, entre ella y Raphaël por unos instantes, como intentando confirmar que, en efecto, no había dicho nada bueno. Y así era. Fruncí el ceño y realicé una mueca de disgusto, muy incómoda por la situación, ¿pero qué otra cosa podía haber dicho? Tenía al menos la esperanza de que mi advertencia sirviese para salvar algunas vidas. No pude, sin embargo, responder cuando la mujer me pidió ser más clara, porque el monarca se asomó tan alegre como siempre para ofrecernos el estar junto a ellos.

Atisbé por el rabillo del ojo cómo Marie se ponía colorada por completo, actitud que me resultó tan inocente como graciosa. Pero lo mío era ya diferente, yo no tenía razones para estar con ellos y si aparecían Sincorazón estaba segura de que irían a por mí, y los pondría en peligro de forma inevitable. Aun así, siempre podía consolarme con la idea de intentar sacar información sobre los monstruos de oscuridad a la propia realeza; monstruos que todavía no habían hecho acto de presencia, igual no tenía de qué preocuparme.

Claro —conseguí responder, decidida finalmente a acompañarlos, y procurando alzar mi tono de voz para que se me escuchara. Aunque el Rey terminara por ignorarme sin remedio. Resoplé resignada y murmuré una última vez, al recordar el gesto de la mujer que lo acompañaba—. Por supuesto…

Alcanzamos los palcos, y con la ayuda de Raphaël tanto Marie como yo bajamos de nuestra montura, a ésta última por supuesto la llevé de la mano tal y como había hecho hasta ese entonces. Seguía sintiéndome incómoda por cómo había desembocado la petición de la aparente princesa Ana, según alcancé a escuchar de unas mujeres sumamente elegantes de por allí. Las trompetas resonaron y los gritos del público se hicieron todavía más notables, logrando que mi tarea de buscar algún atisbo de oscuridad en la plaza fuese casi imposible.

Con la vista nerviosa de un lado para otro sin cesar, conseguí ver a Esmeralda por allí cerca bailando, mientras Marie comía de unas mesas cercanas, y cuando vi a aquel hombre de vestimenta oscura que estaba casi en los huesos, mis ojos se abrieron de par en par por la impresión a la vez que un escalofrío me recorría la espalda. Tendría que mantener a todo el mundo vigilado, dentro de lo que mis límites me lo permitiesen. Me dispuse a acercarme a la mesa junto a la niña para echarle un bocado a algo, pero una voz me detuvo de pronto. Se trataba del mismo chico pelirrojo que me había ayudado hasta ese entonces, y claro, ya imaginaba que se había dirigido a mí por el asunto que me había tenido tan absorta e incómoda en los últimos minutos. La expresión de su cara me lo decía todo, y la mía no era muy diferente a la suya.

Asentí con la cabeza cuando comenzó a hablar, confirmándole que sí, que le estaba escuchando pese al gentío conglomerado en la plaza. Me preguntó que a qué me refería, que su deber era proteger a la princesa a toda costa, y que un tal juez ya había advertido sobre los gitanos que planeaban asesinar al rey. Yo no tenía ni idea de quién era Frollo, pese a que ya algunos guardias hablasen de éste por la ciudad; no sabía qué motivos movían a los gitanos a querer asesinar al rey, pero no era difícil imaginarlos; y tampoco sabía por qué los Sincorazón habían desaparecido. Estaba totalmente perdida, ¿qué podía decirle? Que su mano se aferrara a uno de mis brazos me confirmó que no podía irme de allí, o evadir su petición. Era consciente del lío en el que nos encontrábamos todos, pero era mi tarea, a fin de cuentas, descubrir qué estaba sucediendo en esa ciudad. Tampoco entraba dentro de mis planes escapar de su agarre, mucho menos utilizar magia, claro que no.

Raphaël… —comencé a explicarme, pensando todavía qué decir y con el corazón acelerado— Raphaël yo no sé si se trata de los gitanos —aclaré, todavía pensativa, buscando las palabras adecuadas—. Pero sí sé quién podría atentar contra todos nosotros, no solo contra la princesa, o contra ti. He visto en persona a esos demonios, y creeme, que si aparecen aquí, Raphaël, todos estaremos en peligro —no sabía cómo se iba a tomar el chico mis palabras. Él esperaba que le diese algún culpable: los gitanos, algún guardia, Frollo, yo misma, ¡cualquiera! Pero no tenía ni idea de la situación de París ni de quién movía los hilos. Sólo podía aferrarme a lo que sabía y responderle en la medida de lo posible. Además, puede que él sí supiese responderme—. Y eso es precisamente lo que quiero saber: si se trata de los gitanos o… de alguien más.

Estaba claro: ¿estaban los gitanos detrás de los demonios, o no? Esperaba que Raphaël pudiese darme más información sobre el tema, al menos confirmar eso. Y no tenía ningún motivo para arrrepentirme de mis palabras, los Sincorazón representaban un peligro para todos, y hasta ese momento sólo había escuchado rumores e información suelta. Igual no aparecía ninguno, pero quería pensar que mis advertencias les abrieran los ojos. Intenté, finalmente, liberarme de su agarre moviendo el brazo, molesta por el hormigueo que comenzaba a sentir sobre éste.

Spoiler: Mostrar
Respecto a mi parte, la verdad es que me ha encantado el haber llevado a Marie por las calles y estar ahora junto a la realeza, pero me pregunto qué va a salir de todo esto porque hay mucha tensión >w<

Sobre semana santa, yo la tengo libre, así que por mí en principio no hay problema para continuar ^^
Avatar de Usuario
Tsuna
57. Ferrocustodio I
57. Ferrocustodio I
The Unknowns
 
Mensajes: 1680
Registrado: Mar Ene 03, 2012 5:12 am
Dinero: 691,216.48
Banco: 0.00
Ubicación: Perdida en el océano.
Sexo: Femenino
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 17

Re: Ronda 9

Notapor H.S Sora » Mar Mar 31, 2015 1:09 am

Mi primer instinto al ver que aquellos dos hombres intercambiaban miradas, fue el de sentir angustia y sudar ligeramente. ¿Y si mi mentira no les había resultado suficiente convincente? Aún podía dar media vuelta e irme corriendo, ¿pero a qué precio sería si aquel hombre seguía suelto?

Por suerte parecía que aquellos dos hombres se habían creído mi historia, puesto que compartieron conmigo la poca información que tenían sobre aquel tipo misterioso; pero por desgracia se habían cruzado con este hacía unos minutos y ahora no lo veían por ningún lado.

Entonces les propuse que me acompañasen, puesto que yo no tenía ni la menor idea de dónde podía estar, y tampoco tenía tiempo como para intentar jugar a ser detective en aquella gigantesca Catedral.

¿Por qué no ayudas a este muchacho?—comentó el más mayor de aquellos dos hombres.

Claro. Vayamos a buscarlo, aunque no puede estar muy lejos. ¿Se habrá dirigido hacia la sacristía…?—Parecía preocupado porqué el hombre se hubiese dirigido hacia una puerta que había hacía uno de los laterales—. No habrá…

Ya no tengo edad para subir esas escaleras. Iré a buscar en la sacristía. Si ha subido a la torre, deberíais impedir que llegue hasta él, Eminencia. Ya sabéis que se pone muy nervioso si se encuentra con otras personas…

¿Él?... ¿Qué diantres hay en esa torre?

Ambos sacerdotes parecían muy inquietos por algún extraño motivo que desconocía, ¿acaso guardaban a algo — o por como hablaban, a alguien más bien — peligroso? Solo había una manera de comprobarlo: mirándolo por mi mismo, si aquellos dos accedían claro.

Eso haré.—Fue entonces cuando el sacerdote en cuestión, al que habían llamado “Eminencia” me guió por una puerta que se hallaba cerca de nosotros y que se encontraba lista para ser abierta—. Vaya… Un verdadero demonio, ¿eh? Puedes acompañarme parte del camino, pero no hasta las torres—le explicó—. Son el hogar del campanero y es un hombre solitario, así que no deberíamos molestarle, ¿comprendes? Quédate detrás de mí y si te digo que te alejes, te alejas.

Asentí, mientras observaba como aquel enigmático joven religioso se adelantaba a mí; el caso era que me resultaba desconcertante aquella autoridad que había demostrado apenas unos segundos atrás. ¿Tan importante era aquel campanero como para que fuese un lugar casi restringido para las personas que no éramos de allí? Algo me decía que se escondía algo mucho más peculiar en aquello que me había comentado la Eminencia en cuestión, algo mucho más interesante y enigmático que un pobre campanero solitario.

Eres muy amable por seguirle para darle las gracias justo cuando están celebrando el Festival. ¿Qué es lo que sucedió con ese guardia?—preguntó, rompiendo así el hielo.

Nos encontrábamos subiendo por unas escaleras de caracol, las cuales me recordaban vagamente a aquellas que había usado para descender en el Salón del Trono del Castillo de Ciudad Disney; nuestra única compañía aparte de la que nos hacíamos mutuamente era la luz que proporcionaba el chico en cuestión, usando una extraña lámpara que debía ser típica de aquel mundo o época en la que me encontraba.

Eso, y el eco de nuestros pasos a medida que subíamos en busca de mi amigo, el demonio “salvador”.

Fue todo muy confuso y rápido... —empecé a decir, marcando las pausas para darle más emoción al relato— un guardia y sus amigos parecían haber bebido de más, y mientras estaba en la plaza donde se va a celebrar el Festival, tropecé con uno de ellos y este me acusó de gitano, brujo y me propició toda clase de insultos tras aquello —sonreí, con fingida amargura— intenté convencerle de que se equivocaba y marcharme, pero de poco sirvió ante ese bruto. —mostré la cicatriz que me había quedado gracias al guardia que había perseguido a aquella joven gitana— Y no llegó a hacerme más porque aquel señor se interpuso, y pareció infundirles tanto miedo a él y a sus amigos que se fueron. Después de eso se esfumó sin que pudiese reaccionar... por eso quería agradecerle que me salvase del calabozo o de algo peor.

Entonces llegamos a unas puertas de madera, que tras atravesar nos hicieron recibir una desagradable ráfaga de aire caliente que me hizo ejecutar una involuntaria mueca. Tras aquel extraño momento, llegamos a lo que parecía ser un camino que unía las torres de aquella Catedral; y allí en medio estaba él.

S-Sin duda oculta algo...

Tragué saliva, mientras observaba aquella figura escalofriante que se encontraba ante mí: a pesar de que la luz jugaba a nuestro favor, su porte era realmente aterrador y estremecedor. Aquel sexto sentido que poseemos los Portadores, pitaba como loco: aquel hombre era extremadamente peligroso y sin duda no podía tener miramientos acerca de acabar con él — si es que realmente tenía alguna oportunidad.

Fue entonces cuando caí en que no me encontraba solo, había un civil inocente conmigo. ¿Cómo iba a emplearme a fondo si ni tan solo debía hacer nada fuera de lo común con aquel sacerdote delante? Debíamos dar media vuelta, ya le daría cualquier excusa al sacerdote para volver yo solo, pero no podíamos enfrentarnos a él ahora.

Bienvenidos—dijo mientras clavaba en nosotros aquellos ojos dorados de manera inexorable, dejándonos sin la posibilidad de huir sin ser vistos—. Siempre es un placer encontrar a gente con corazones fuertes. Aunque quizá el tuyo sea… demasiado fuerte. No crees, ¿muchacho?—Le miré con odio, mientras me dedicaba una sonrisa demasiado peligrosa como para no tenerla en cuenta—.¿Jugamos un poco?

Hijo de puta... ¿Qué puedo hacer? ¿Sabrá que existen los Portadores o es solo un loco peligroso?

Entonces golpeó con aquella vara que en un principio pensé que había sido de adorno el suelo, pero demostró que no era en absoluto de adorno. Pero el hecho de que un Sincorazón Neosombra surgiese de la nada confirmaba mis sospechas: aquel bastardo tenía una estrecha relación con los casos de aparición de Sincorazón en aquel mundo.

¿Pero como diantres había obtenido aquel poder de invocar Sincorazón a su antojo?

Otra vez… Pero… dentro de la… ¿Cómo es posible—el sacerdote empalideció de golpe, reacción normal ante aquellas criaturas de oscuridad, sobretodo cuando una lámpara era lo único que podía usar para defenderse.

Me temo que ni los lugares santos están a salvo de la oscuridad.—El todavía desconocido hizo el amago de una sonrisa, a la vez que se acercaba a una baranda desde la que podía observar a toda aquella multitud eufórica que se encontraba celebrando el Festival en la plaza.—. No con tantos corazones tentándola.—Hizo un gesto, dirigiéndose al Sincorazón que teníamos delante—. Acaba con ellos.

Sin duda alguna y fuese cual fuese, el plan de aquel hombre acababa de empezar.

No me lo pensé un segundo, y me adelanté a que el cura hiciese cualquier cosa me puse en medio, esperando la llegada del enemigo, mientras sacaba aquella peculiar pelota que siempre llevaba conmigo. Una vez el Neosombra se hubiese acercado lo suficiente como para casi herirme, le golpearía lanzándole la pelota en la cara para desequilibrarle, mientras que con mi otra mano disparaba dos Perla lo más rápido posible, esperando que con aquello pudiese eliminar al Sincorazón.

Tanto si lo había eliminado como si no, retrocedería y recogería la pelota que debía volver sola a mis manos, y se la entregaría al civil, pero antes de que pudiese decir cualquier replica por lo absurdo que pudiese ser la situación en cuestión, le diría:

Sé que puede no parecer una gran arma, pero valdrá para que no salga herido, Eminencia, y que además pueda combatir. ¿Acaso quiere que estas criaturas lleguen al Festival? Debemos hacer algo, aquí y ahora.

Si aún no habíamos eliminado al Sincorazón, esperaría a que este se abalanzase de nuevo sobre nosotros y aprovecharía para esquivarle y golpearle físicamente las veces que hiciese falta hasta que cayese, pues quería dejar la Llave Espada como un factor sorpresa a tener en cuenta por el momento, dado que aquel diablo era el verdadero enemigo al que abatir.

Si habíamos acabado con el monstruo en cuestión, o si acabábamos rápidamente con él tras darle la pelota al sacerdote, me acercaría a aquel diablo con prudencia y le miraría a aquellos ojos dorados con desdén.

¿Qué es lo que pretendes hacer con estas criaturas? ¿Que se culpen a los gitanos por los accidentes que sucedan? ¿Qué ganas tú con eso?

Esperaría a que me respondiese, aunque la acción que emprendería si intentaba atacarme sería la misma en aquel caso cuando acabase de responderme: retroceder y esquivar cualquier ataque que tratase de hacerme mientras le lanzaba un Electro y esperaba una oportunidad para atacarle.

Aquella pelea no había hecho más que empezar.

Spoiler: Mostrar
Aclaraciones para la batalla:

-Saito usa la pelota de Wakka para desequilibrar al Sincorazón, mientras le lanza dos Perla.

-Saito le dará la pelota al Sacedote tanto si han eliminado al Neosombra como sinó.

-Si aún no han eliminado al Neosombra, Saito peleará usando los puños mientras que espera que el Sacerdote le apoye con su nueva arma.

-Al poder eliminar al Neosombra, intentará hablar con el "demonio"

Eso es todo, un saludo y perdón por las molestias~~
Imagen

Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
H.S Sora
22. Espectro
22. Espectro
 
Mensajes: 655
Registrado: Mar Sep 25, 2012 7:43 pm
Dinero: 3,775.22
Banco: 213,774.43
Sexo: Masculino
Karma: 3

Re: [La Cité des Cloches] El Festival de los Bufones

Notapor Nell » Mar Mar 31, 2015 2:31 am

Practicaron durante un rato más, hasta que Esmeralda tuvo que irse a cambiar. Mientras tanto, Hana se colocó la mascarilla de seda y se adecuó el vestido. Estaba enfrascada en esa simple tarea cuando alguien irrumpió en la tienda: un ser monstruoso y abominable, con joroba y una parte de la cara que sobresalía del resto. Era inmundo.

Hana tuvo que esforzarse mucho por no gritar de pavor. Por suerte, fue Esmeralda quien acudió a ayudar al hombre, que se había caído, y quien apreció que este llevaba puesta una muy realista máscara. La aprendiza se tranquilizó. Menos mal que había sido una falsa alarma y que no existían de verdad cosas tan horrendas.

A continuación, fue Zac quien llamó su atención para preguntarle si iba a seguir adelante con el plan. Ni se molestó en responderle, porque Esmeralda andaba cerca y porque, obviamente, no iba a echarse atrás tan cerca de su objetivo. Solo tenía que bailar. Y que ayudar con algo a Esmeralda, aunque no sabía muy bien el qué.

La vio bailar cuando llegó su turno, anonadada, y desternillándose de risa cuando osó acercarse a Frollo. Cuando acabó, Clopin anunció que había llegado la hora de coronar al rey bufón y entendiendo que esa era su tarea, Hana subió al escenario y obedeció las silenciosas instrucciones de Esmeralda. Allí estaba otra vez ese hombre disfrazado.

No se fijó en nada ni en nadie más. No quería ver a la multitud aglomerada, ni mucho menos a la monarquía, para mantener la cabeza fría todo lo que pudiera. Retiraría las máscaras, como la gitana le había pedido, y bailaría después. Antes del último vals, Frollo estaría muerto y su única preocupación sería huir. Con eso en mente, se apresuró a cumplir con la tarea.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

Ronda 9

Notapor Suzume Mizuno » Mié Abr 01, 2015 8:39 pm

Hana



Hana se dedicó única y exclusivamente a su trabajo. Por cada máscara que arrancaba, un hombre hacía muecas en un desesperado intento por ser declarado el tipo más feo de la fiesta. El público lo rechazaba a gritos y Djali lanzaba sin misericordia al candidato a Rey al suelo. Y así uno tras otro, avanzando poco a poco. Esmeralda llegó entonces frente al jorobado, agarró su máscara y…

Una exclamación ahogada, de incredulidad, recorrió al público. Esmeralda, estupefacta, retiró las manos y luego ella misma realizó una mueca de asco.

—¡No es una máscara! —gritó alguien.

—¡Es su cara!

—¡Es horrendo!

Las voces comenzaron a elevarse por todas partes. El jorobado, asustado, retrocedió y alzó los enormes brazos para cubrirse.

—¡Es el campanero de Notre Dame!

En la distancia, el juez Frollo se incorporó entreabriendo la boca, completamente lívido, debatiéndose entre la sorpresa y la indignación.

En ese momento Clopin se acercó dando saltos, animado como nunca, y exclamó, poniéndose delante del jorobado, que gemía mientras se encogía sobre sí mismo:

¡Señoras y señores, no haya pánico! ¡Queríais la cara más fea de todo París, y aquí está! —Con dramatismo, señaló al muchacho. La gente dejó de gritar para prestar atención, cayendo en la cuenta de que sí, era lo que habían estado buscando todo aquel tiempo—. ¡¡QUASIMODO, EL CAMPANERO DE NOTRE DAME!! ¡¡Vamos, traed su trono!!

Tras unos momentos de duda, la gente se echó hacia delante y antes de que el tal Quasimodo tuviera tiempo de reaccionar, lo sacaron del escenario y se lo llevaron hacia un lado. En cuestión de un par de minutos lo habían sentado en un trono que varios hombres sostenían por los hombros y comenzaron a pasearlo mientras la multitud clamaba y lo saludaba.

Esmeralda, con los brazos en jarra, se detuvo junto a Hana.

Le darán una vuelta y lo dejarán frente al rey. ¿Qué prefieres, bailar ahora o después?

Ahora la mayor parte de la gente miraba hacia Quasimodo, aunque en las mesas se habían quedado muchos hombres y mujeres bebiendo, aprovechando el momento, y que observarían a Hana si salía a bailar. La joven se daría cuenta de que Frollo seguía con la mirada a Quasimodo, cruzado de brazos y con tal expresión que parecía que quisiera fulminarlo. El muchacho lo saludó con una sonrisa tímida.

Zac no estaba muy lejos, con una mano metida en el bolsillo. Si quería hacerlo, ¡era el momento!


****
Saeko


Y eso es precisamente lo que quiero saber: si se trata de los gitanos o… de alguien más.

Raphaël había escuchado con una expresión indescifrable. Se quedó rumiando sus palabras un rato, pensativo, como valorando si le estaba diciendo o no la verdad. Estaba claro que no le había hecho gracia que no supiera qué iba a pasar —¿o que se lo escondiera?—. Sin embargo, terminó por liberarla y suspirar.

Confiaré en vos porque no me queda otro remedio. Sin embargo, por favor…

No pudo terminar la frase porque la multitud ahogó una exclamación. Si se volvían hacia el escenario podrían ver que quedaba una única persona junto a los gitanos a la que no le habían arrebatado la máscara. Porque no tenía. Un jorobado deforme, desproporcionado, con unos rasgos repugnantes. Saeko pudo sentir la inquietud que se elevaba hasta volver la atmósfera tensa.

Y entonces, por el rabillo del ojo, lo vería: una acumulación de oscuridad.

Una Neosombra se había materializado no muy por detrás de la caseta que habían levantado para que el rey y la princesa pudieran disfrutar del espectáculo. Por suerte, la mayor parte de la gente se había precipitado para el centro de la plaza, intentando ver desde cerca el concurso de máscaras. Pero con que un soldado se diera la vuelta, con que una dama se percatara…

La Neosombra se bamboleó y desapareció detrás de la caseta, de modo que Saeko lo perdió de vista al mismo tiempo que un rugido de satisfacción llenaba la plaza y comenzaban a pasear al hombre en un trono. El rey reía y aplaudía, encantado por cómo se estaban desarrollando los hechos.

Podía apresurarse e ir sola a por el Sincorazón pero… ¿Y si lo perdía? ¡Se desataría el caos! La gente se volvería loca y a saber si le sucedía algo a Marie. ¿Podía pedirle ayuda a Raphaël o sería mejor avisar a la princesa? ¿O actuar por su cuenta?

En cualquier caso debía darse prisa.


****
Saito


Saito, por suerte, tuvo una reacción rápida y se interpuso frente al hombre para protegerlo con su cuerpo. La Neosombra se precipitó sobre él, pero recibió el pelotazo en pleno rostro, quedando aturdida y… Lo suficientemente lejos para que el muchacho disparara dos Perlas que acertaron en su objetivo, si bien no lograron eliminarlo. Saito pudo escuchar sin problemas la exclamación de horror del joven al ver que aquel chico… ¡Había hecho magia!

Oh Dios mío…—farfulló con un hilillo de voz, acongojado.

Cuando Saito le entregara la pelota, el religioso lo miraría como si fuera un demonio salido del mismísimo Averno.

Sé que puede no parecer una gran arma, pero valdrá para que no salga herido, Eminencia, y que además pueda combatir. ¿Acaso quiere que estas criaturas lleguen al Festival? Debemos hacer algo, aquí y ahora.

El… Festival—repitió, desconcertado, cogiendo la pelota con estupefacción. Se le escapó una risilla que rozaba el histerismo—. ¡El Festival!

Saito recibió entonces un zarpazo tan violento en la espalda que por poco cayó al suelo. La Neosombra retrocedió para evitar ser golpeada. Pero, entonces, el hombre le lanzó la pelota, derribándola con una fuerza sorprendente y dándole la oportunidad a Saito de eliminarla.

¿Qué es lo que pretendes hacer con estas criaturas? ¿Que se culpen a los gitanos por los accidentes que sucedan? ¿Qué ganas tú con eso?

Abajo, en la plaza, la gente lanzaba exclamaciones porque algo estaba sucediendo, algo desagradable, pero Saito no podía arriesgarse a asomarse. El hombre vestido de demonio se quedó callado, como dándole vueltas a una idea, y entonces esbozó una sonrisa sumamente desagradable:

Has incumplido las reglas, ¿no es así? Has hecho magia frente a quien no debías. ¿No deberías eliminar a ese hombre, antes de que cause problemas?

El religioso pegó un respingo y miró a Saito con los ojos desorbitados. Ahora sin pelota, no tenía ningún arma a mano.

Por tus ropas veo que eres un cardenal. Qué gran casualidad[b]—Arrastró las palabras, disfrutando. Hasta Saito comprendería que un cardenal era una persona muy importante dentro de la Iglesia. Quizás la que más—. [b]¿No crees, cardenal, que este chico puede haber tenido algo que ver con las muertes que asolaron París en su momento? Quizás busque ganarse tu confianza fingiendo que te salva. ¿Por qué alguien que hace magia… iba a hacer algo bueno?—Guardó un momento de silencio—. Quizás es todo cosa de los gitanos, ¿verdad? ¿No está todo demasiado bien orquestado? Un golpe mágico y tu cuerpo, eminencia, desaparecería sin dejar rastro y el juez Frollo perdería un gran aliado, quedando debilitado… Además, es improbable que haya más gente… capaz de hacer magia, ¿no cree?

No hacía falta tener dos dedos de frente para comprender que Saito había perdido la confianza del Cardenal o estaba a punto de hacerlo. Matarlo sería ir demasiado lejos —aunque, ¿quién iba a impedírselo?— pero si lo dejaba ir sin más sin duda hablaría. Estaba aterrorizado. Y, a su vez, si intentaba dejarlo inconsciente, se arriesgaba a que aquel tipo lo atacara por la espalda.

El Cardenal retrocedió un paso, dispuesto a salir corriendo.

¡Y todo por haber usado magia!

Saito debía decidir. Quizás el destino de los gitanos estuviera en sus manos...

Spoiler: Mostrar
Saito
VIT: 14/22
PH: 45/50



****
Gata


Gata no contestó, perdiendo su oportunidad de salir ilesa de aquel lugar. Cid Raines la observó en silencio y su gesto se fue endureciendo poco a poco. Al final suspiró.

Muy bien entonces. Como tú prefieras.

Alzó la mano.

Gata nunca supo qué habría sucedido si la hubiera bajado.

Te agradecería que te apartaras de mi aprendiza.—Sólo quien hubiera estado muy atento a la suave corriente de aire que llegó a través de la puerta se habría podido percatar de la llegada de Ryota. Prácticamente había aparecido de la nada, y apoyaba la punta de su Llave Espada contra la espalda de Cid Raines, que se había quedado inmóvil—. Vete, Gata y reúne a tus compañeros en la plaza. Ahora.—De pronto la ventana se vio envuelta en una bola de oscuridad. Cuando ésta desapareció, se había llevado consigo las rejas. Parecía que la salida daba al nivel del suelo. El hueco no era amplio, pero Gata cabría si se esforzaba. Entre tanto, Ryota se dirigió a Raines—: Me gustaría saber qué haces en este mundo. Tú y tus compañeros.

Cid Raines esbozó una suave sonrisa.

Es mi mundo natal. Es normal que vuelva de vez en cuando, tengo muchos deberes que atender.

Raines clavó la mirada en Gata. La muchacha tenía dos opciones, aunque si escogía quedarse, quizás enfureciera a Ryota. No podía ser muy buena idea quedarse en un lugar tan estrecho donde, de un momento a otro, podía estallar un enfrentamiento muy peligroso…

Pero era su opción, claro. Quizás le interesara escuchar.


Fecha límite: miércoles 8 de abril
Imagen

¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Suzume Mizuno
63. Komory Bat
63. Komory Bat
 
Mensajes: 1883
Registrado: Vie Mar 02, 2012 9:52 pm
Dinero: 1,462,577.72
Sexo: Femenino
Karma: 6

Re: Ronda 9

Notapor H.S Sora » Mié Abr 08, 2015 10:56 pm

En este mundo las decisiones abundan, para bien o para mal, pero al final no hay otro responsable de nuestras acciones que uno mismo. No debemos excusarnos en nuestra propia “inocencia” ni “impotencia”, pues eso solo nos retrasará y hará que la vida nos golpee con más fuerza aún cuando nos quiera mostrar la violenta realidad.

Yo había tomado una de aquellas decisiones que podían ser cuestionadas, pero fuese o no correcta ya era demasiado tarde como para que pudiese pensarlo: había hecho magia delante de alguien ajeno a todo un mundo demasiado complicado y oscuro como para poder hacerle frente; lo supe en el preciso momento en que había oído a aquel hombre mascullar el nombre de Dios en voz baja, conmocionado sin lugar a dudas por lo que acababa de ver: un civil usando artes mágicas que podrían ser consideradas diabólicas.

A pesar de eso, aceptó la pelota — cosa que realmente me extrañó, pues esperaba que hubiese salido corriendo a las primeras de cambio. — , quizá por el aturdimiento de lo absurdo que debía estar viviendo ahora mismo, o quizá al percatarse de que el propio Festival debía encontrarse en peligro. Pero el caso es que agarró aquel objeto que podía ser usado como arma.

Y entonces lo noté.

Maldito bastardo...

Aquella Neosombra por poco no me había tirado al suelo de un zarpazo, aprovechando mi conversación con la Eminencia, e incluso había decidido pelear “evitando” problemas al retroceder. Pero para sorpresa de todos, el sacerdote golpeó entonces violentamente con la pelota al Sincorazón derribándole así, y no desaproveché aquella oportunidad para golpearla varias veces hasta que esta desapareció al fin.

Ahora era el momento de encarar a aquel poderoso enemigo, solo esperaba que el sacerdote pudiese controlarse el tiempo suficiente como para que pudiésemos llegar a reducir al hombre demoníaco que teníamos delante.

Fue entonces cuando unas exclamaciones aparentemente de horror llegaron hasta donde nos hallábamos: ¿acaso aquel hombre había ya invocado Sincorazón mientras habíamos estado distraídos y había inundado aquella festividad de algo tan horroroso como aquellos monstruos arrebata corazones? Definitivamente, solo me quedaba confiar en que Saeko y Gata estuviesen cuidando de aquel lugar, o incluso de que el Maestro Ryota apareciese allí para ayudar de ser necesario.

Has incumplido las reglas, ¿no es así? —dijo mediante una sonrisa que me heló la carne, aquel hombre era mucho más listo de lo que aparentaba ser— Has hecho magia frente a quien no debías. ¿No deberías eliminar a ese hombre, antes de que cause problemas?

Aquello me dejó mudo, y sin lugar a dudas más mudo dejo el que hasta entonces había sido mi compañero: ahora sin su pelota, debía sentirse más aterrado que antes frente algo tan sumamente perturbador como la magia. Defenderle de aquella manera me había salido caro, y sospechaba que el plan de aquel demonio aún iba a más.

Sigues sin decirme cuales son tus planes... ¿habré acertado por un casual? Pero sigo sin saber que ganas tú con todo esto...

Por tus ropas veo que eres un cardenal. Qué gran casualidad—dijo regocijándose ante aquel hombre, el cual ya había supuesto que tenía un gran valor dentro del rango eclesiástico cuando lo habían llamado Eminencia—. ¿No crees, cardenal, que este chico puede haber tenido algo que ver con las muertes que asolaron París en su momento? Quizás busque ganarse tu confianza fingiendo que te salva. ¿Por qué alguien que hace magia… iba a hacer algo bueno?

A cada segundo que pasaba, aquella criatura demoníaca no hacía más que poner al cardenal en mi contra, y por su culpa estaba seguro de que aquello pesaría en el hecho de que este se creyese o no mis palabras. ¿Pero por qué actuaba de aquella manera? Probablemente podía haberle eliminado aunque yo hubiese querido evitarlo. ¿Buscaba algo más? Aquel demonio escapaba a mi total comprensión, y aquello era una total faena para mí. ¿Como iba a rebatir sus argumentos si ni tan solo podía hablar de la existencia de otros mundos?...

>>Quizás es todo cosa de los gitanos, ¿verdad? ¿No está todo demasiado bien orquestado? Un golpe mágico y tu cuerpo, eminencia, desaparecería sin dejar rastro y el juez Frollo perdería un gran aliado, quedando debilitado… Además, es improbable que haya más gente… capaz de hacer magia, ¿no cree?

N-No... mierda... ¿acaso este tío lo tenía todo planeado?... ¿o acaso tiene un don para saber como ser así de cabrón?

Entonces vi lo que más me había temido: el clérigo de alto rango había perdido su total confianza en mí y ahora retrocedía, dispuesto a huir lo más rápido posible. ¿Y qué sería lo siguiente? ¿Llamar a más guardias y que me quemasen en la hoguera por brujo?

Me angustié ante la idea de que volviese a suceder como en Agrabah: Todo torciéndose. Los Sincorazón acabando y segando la vida de pobres inocentes, mientras que yo no podía hacer nada porque todo era absolutamente mi culpa; me volví a ver a mi mismo, amenazando a un Príncipe ante la prepotencia y sus insolencias que había mostrado a los muertos.

Y me volví a ver de aquella manera frente al Cardenal, yo indefenso e impotente y a punto de ser atravesado por una lanza que podía llegar de un momento a otro.

No... otra vez no. Esta vez no pienso dejar que me gane nadie, sea un Principito o un ser diabólico. No, me niego.

Miré a los ojos de aquel demonio, incapaz de saber si lo que mi cabeza planeaba sería o no lo adecuado. ¿Pero que perdía por intentarlo?

¿Y lo que tu has usado como se llama? —dije señalando su bastón mientras lo miraba con odio— Sí, eso con lo que has invocado a esas criaturas demoníacas que el cardenal ha reconocido nada más ver. Y las mismas que nos has tirado encima para acabar con nosotros sin dudar.

Recogí la pelota que había quedado en el suelo al arrojársela al Sincorazón y miré entonces al cardenal, sin perder de vista tampoco a aquel demonio, y esperando complacerle con lo que iba a decirle: nada de mentiras, nada de engaños. Solo la verdad que seguro que quería oír, aunque sabía perfectamente y mejor que nadie lo dolorosas que estas podían ser.

Cardenal, sé que todo esto puede sonar confuso, pero hasta el momento no le he dado suficientes motivos para desconfiar del todo de mí. Si hubiese tenido las intenciones de las que me acusa este demonio, habría podido hacer lo que ha dicho cuando estábamos de camino a este sitio... además que tampoco podía saber cual de ustedes iba a acompañarme en un principio.

>>Lo que le he ocultado, es lo siguiente: creo que este hombre es el verdadero responsable que está detrás de los ataques y muertes que se produjeron. Usa esas criaturas que usted mismo ha visto, para que hagan el trabajo sucio y de esa forma incriminar a los gitanos, haciendo que inocentes mueran en las hogueras. ¿Por qué sino los gitanos iban a usar criaturas para atacarse a ellos mismos?

Inspiré, esperando que realmente tuviese suerte con lo que iba a hacer:

>>>Cardenal, he visto a Príncipes dejar a los suyos morir por el simple hecho de querer salvarse a ellos mismos. Pero no creo que usted sea así, creo que lo que pasa es que tiene miedo, cosa comprensible. Pero si ahora apela a ese miedo y huye, solo conseguirá que este hombre me mate en cuanto se vaya, o como mucho que me haga pagar a mí por lo que él ha hecho, y de esta manera que más muertos se produzcan durante el Festival —le ofrecí entonces la pelota que había recogido— la otra opción, es ayudarme a derrotarle y ponerle fin a estos asesinatos y muertes innecesarias.

>>>>Ayudarse a si mismo, o ayudar al pueblo. Ahora le toca elegir a usted, Cardenal.

Las cartas estaban sobre la mesa, fuese cual fuese la respuesta del Cardenal yo no podía detenerme a frenarle, ni tampoco podía matarle, el hecho de tan solo intentarlo solo lograría que desconfiase plenamente de mí y perdería cualquier oportunidad.

Si quería luchar a mi lado sería bien recibido, de lo contrario tendría que darme prisa en acabar con el susodicho diablo. Fuese como fuese, me pondría en guardia y esperaría a que la eminencia decidiese ayudarme o no.

Tanto si se iba como si se quedaba, no dudaría en lanzar un Electro y un Perla a mi rival, mientras retrocedía esperando ver algo que me ofreciese la ventaja que necesitaba. Sin duda, iba a ser un combate apasionante: ¿cementerio o hoguera? ¿Dónde estaba dispuesto a llegar antes?

Spoiler: Mostrar
Buenas Suzu, creo que las acciones de Saito han quedado bastante claras, pero por si acaso te hago un resumen ya que además tengo que comentarte algo xD:

-Intentará convencer al Cardenal de que luche a su lado para así vencer al "demonio" desconocido.
-Tanto si el Cardenal se une a la lucha como si no lo hace, lanzará un Electro y un Perla al desconocido demonio.
-Hecho esto, retrocederá buscando algún punto débil.

Y lo siguiente que te quería decir es que has intercambiado mis estadísticas; quiero decir, mi VIT es lo que llega a 50 y en mi PH lo máximo que podría tener sería 22. Por lo que en el anterior turno quedaría así:
"Saito
PH: 14/22
VIT: 45/50"

Un saludo, y perdón por las molestias xD
Imagen

Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
H.S Sora
22. Espectro
22. Espectro
 
Mensajes: 655
Registrado: Mar Sep 25, 2012 7:43 pm
Dinero: 3,775.22
Banco: 213,774.43
Sexo: Masculino
Karma: 3

Re: [La Cité des Cloches] El Festival de los Bufones

Notapor Tsuna » Jue Abr 09, 2015 12:39 am

Raphaël se tomó mis argumentos con demasiada desconfianza, lo cual supuse que era normal en una situación así, en la que tenía que proteger a los monarcas del reino. Pese a todo, seguía sintiéndome incómoda con el hecho de que desconfiaran de mí de tal forma, y también de no haber podido responder al muchacho con la claridad que me hubiese gustado, porque era evidente que él buscaba un culpable en particular y yo quería saber qué estaba sucediendo en ese mundo: si había alguien entre los gitanos capaz de controlar a los Sincorazón, o en cambio, se trataba de algún ciudadano normal y corriente u otra persona.

Conseguí liberarme de su agarre, y aun atenta a sus susurros, el enorme estruendo de la plaza captó por completo mi atención. Me acerqué un poco para contemplar el espectáculo, el cual me estaba perdiendo por la discusión. Según llegué a ver todos se habían fijado en un hombre completamente deforme, hasta el punto de dejarme horrorizada y con los ojos abiertos como platos. Era todo tal y como había comentado Marie en las calles, se elegía a la persona más fea y las mujeres teníamos que besarla. Pues al menos di gracias de no tener que estar allí, obligada a besar a aquel individuo.

A continuación, curiosa por su reacción, dirigí la vista hacia Marie, y de pronto mis sentidos consiguieron captar una nube de oscuridad no muy lejos de allí. Irremediablemente se me aceleró el corazón al ver que se trataba de una Neosombra, y tragué saliva, frunciendo el ceño y pensando cómo reaccionar. No quería poner en peligro a los reyes, ni a Raphaël ni a nadie, pero si me lanzaba como una loca posiblemente consiguiera todo lo contrario. Sin comerme más la cabeza me acerqué al pelirrojo para susurrarle:

Deseo proteger a los reyes tanto como tú, Raphaël… Pero si desconfías de mí, no vamos a llegar a ningún lado. Mira, allí mismo he visto uno. —y señalé a la caseta donde se suponía que se había escondido

Esperaba poder contar con él, que al menos avisara a los guardias o algo. Yo tampoco podía perder el tiempo, y tenía la intuición de que se centraría en mí por encima de todos los demás al portar la Llave Espada. Así pues, aun si Raphaël se negaba a ayudarme, haría el amago acercarme lo más discreta posible hacia la caseta con el propósito de que olvidara a los demás y me persiguiera a mí. No podía invocar tampoco la Llave Espada, pero si no me quedaba otra opción, como que la propia Marie o los monarcas estuviesen siendo atacados, no tendría más opción; sabía que no podría ocultar el resplandor que emanaba de mi arma al ser invocada. Y evidentemente, arremetería contra la criatura haciendo uso de todas mis fuerzas.
Avatar de Usuario
Tsuna
57. Ferrocustodio I
57. Ferrocustodio I
The Unknowns
 
Mensajes: 1680
Registrado: Mar Ene 03, 2012 5:12 am
Dinero: 691,216.48
Banco: 0.00
Ubicación: Perdida en el océano.
Sexo: Femenino
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 17

Re: [La Cité des Cloches] El Festival de los Bufones

Notapor Nell » Vie Abr 10, 2015 1:51 am

La tarea era sencilla y Hana se rio de los hombres que iba tirando. Hasta que, finalmente, ocurrió el bombazo. El tipo con el que se había horrorizado en un principio ¡resultó ser de verdad horrible! Al igual que ella, todos a su alrededor contemplaron estupefactos aquel engendro de la naturaleza. ¿Seguro que no era un sincorazón?

¡Señoras y señores, no haya pánico! ¡Queríais la cara más fea de todo París, y aquí está! —En realidad, como se pensaba que no existían monstruos así, se habían inventado máscaras para suplirlos. ¡Quién iba a decir que habían descubierto uno por fin!—. ¡¡QUASIMODO, EL CAMPANERO DE NOTRE DAME!! ¡¡Vamos, traed su trono!!

Lo sentaron en un trono y comenzaron a pasearlo, como a un héroe, al que la gente alabó y aplaudió. Hana rio de nuevo ante el espectáculo. Para ser algo improvisado, si es que los gitanos no lo tenían previsto, había sido increíble.

Le darán una vuelta y lo dejarán frente al rey. ¿Qué prefieres, bailar ahora o después? ―inquirió a su lado Esmeralda, sacándola de su entretenimiento.

Ahora que había llegado el momento, se sintió nerviosa. Sabía que era su oportunidad y que no podía dejarla pasar, pero al asimilar lo que estaba a punto de hacer, por poco le fallaron las piernas. Apenas pudo asentir hacia Esmeralda, en respuesta para no hablar, y posicionarse en la tarima para bailar. No pudo evitar intercambiar una mirada con Zac, que desvió con rapidez para no verse tentada a echarse atrás.

Cuando estuviera lista, comenzaría a bailar. Trataría de recordar lo que le había estado enseñando Esmeralda durante el rato que estuvieron practicando, para imitar su estilo e intentar agradar al público. Además, si tenía que acercarse a Frollo, debía parecer tan natural como ella. Lanzarle un cuchillo estaba descartado, porque con su puntería no daría ni al caballero que lo acompañaba.

Se aproximó poco a poco, con gracia, hacia la tribuna de Frollo, aunque enseguida comenzó a dudar de que pudiera ser tan descarada como Esmeralda. Había visto que al hombre no le había hecho ninguna gracia y Hana no creía que fuera a dejar que se le siguieran subiendo a la chepa. Sobre todo los gitanos, a quienes tanto odiaba.

Por ello, decidió acabar el baile a una distancia mínima de él, no tan cerca como le hubiera gustado ni tan lejos. Se inclinó pomposamente como dictaba el protocolo hacia el público y, tras un beso al aire descarado y un canturreo, simplemente desapareció.

La atención se había visto dirigida hacia el nuevo Rey, y por eso Hana esperaba que su pequeño acto de magia pasara algo desapercibido. Esmeralda le había dado la idea con sus repentinas apariciones, salvo que lo suyo formaba parte del espectáculo. Invisible, Hana se dirigió hacia la tribuna de Frollo sin vacilación (porque si no se moriría de miedo), mientras convocaba la Llave Espada. Y una vez frente a él, se la clavaría en el corazón.

Además, le apeteció intentar llevarse un premio del atentado.

Spoiler: Mostrar
Canturreo (HM) [Nivel 7] [Requiere Poder Mágico: 13]. Canto que vuelve invisible al objetivo temporalmente.

Robar (HC) [Nivel 9] [Requiere Elasticidad: 8]. El usuario es capaz de birlarle, sin ser descubierto, un objeto consumible al enemigo al azar, sólo si éste tiene. Sólo puede aplicarlo una vez, y al final del tema dicho objeto se perdería, salvo que sea comprado.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

Ronda 10

Notapor Suzume Mizuno » Sab Abr 11, 2015 3:11 am

Hana



Hana danzó con gracia mientras se iba aproximando poco a poco a Frollo. Recibió aplausos y también le llovieron monedas, si bien no tuvo tiempo para detenerse a recogerlas. Cuando realizó la reverencia varios hombres silbaron y rieron. No había sido un baile que los hiciera gritar como el de Esmeralda, pero había estado bastante bien. El caballero dorado que protegía a Frollo sonrió en su dirección y también le lanzó una moneda antes de volver a mirar a su alrededor, cumpliendo su trabajo.

Frollo, por su parte, apenas sí parecía haberse percatado de la presencia de Hana: seguía con los ojos entrecerrados a Quasimodo, a quien habían subido a una especie de podio y le habían intentado encasquetar una corona de juguete —sin mucho éxito por su cabezón—. La multitud lo aclamaba y cada aplauso, cada coro a «Quasimodo» parecía provocar que Frollo se pusiera más y más pálido…

Por eso, cuando Hana se esfumó en el aire, su víctima no se percató. El soldado de la armadura dorada, en cambio, pareció sorprenderse, como algunos miembros del público.

Pero el efecto fue demasiado rápido. Nadie supo cómo reaccionar y, además, como bien había pensado Hana, se imaginaban que sería un truco de magia gitano.

Y la Llave Espada cayó.

Frollo se arqueó de dolor y la sangre empapó el arma de la muchacha. Pero entonces, sin que ella pudiera comprender qué estaba sucediendo hubo una violenta explosión de fuego verde. Apareció entre ella y su víctima y la catapultó hacia atrás. Al menos tuvo la satisfacción de llevarse consigo el crucifijo del juez, nada más y nada menos de oro con un par de rubíes. ¡Buen botín!

Aunque en ese momento no podría apreciarlo, porque tenía toda la parte superior de los brazos quemada. La magia desapareció y Hana se volvió visible.

El capitán de los soldados se percató de que algo iba mal y se lanzó a sostener a Frollo antes de que cayera de su trono. Recorrió los alrededores con la mirada y clavó los ojos en Hana. Abrió la boca. No pudo escuchar lo que decía, pero sí que señalaba en su dirección.

Entonces alguien la cogió por la espalda, la puso en pie y de pronto estalló una bomba de humo. De un tirón la arrastraron hacia la multitud. Pudo vislumbrar que su salvador era Zac y que, por cierto, parecía muy agobiado. Cuando salieron de la cortina de humo y se abrieron paso a codazos, Zac se volvió hacia ella y al ver que estaba entera sonrió y gritó:

¡Lo has hecho! ¡Virgen Santísima, lo has con…!

Un guantelete lo atrapó por el cogote y Zac no pudo terminar lo que iba a decir. De entre la multitud salió el soldado rubio, con la espada desenfundada. Rodeó con un brazo el cuello de Zac y apretó el arma contra su mejilla.

Os habéis metido en un buen lío, chicos. Si no quieres que deje a tu amigo sin nariz, acércate, jovencita.

Zac trató de patalear pero la hoja se hundió en su rostro con suavidad y el muchacho decidió que el soldado iba en serio. Buscó con los ojos a Hana, aterrorizado, aunque no pidió ayuda. Simplemente se quedó mirándola, en vilo, a la espera de que decidiera qué hacer.

La gente de su alrededor comenzó a gritar, pero no podían alejarse. Eso podía ser tanto una ventaja como una desventaja: las personas trataban de evitar a soldado pero recibían empujones y tarde o temprano terminarían por golpearle. Hana podría escurrirse y casi con seguridad escapar.

Pero…

¿Lo haría?

También podía atacar, por supuesto, aunque se enfrentaba a un soldado profesional. Quién sabía lo que podía ocurrir.


****
Saeko


Deseo proteger a los reyes tanto como tú, Raphaël… Pero si desconfías de mí, no vamos a llegar a ningún lado. Mira, allí mismo he visto uno.

Frunciendo el ceño, Raphaël siguió el dedo de Saeko. No llegó a ver nada, por lo que miró a la chica con una mezcla de extrañeza y desconfianza. Aun así, cuando Saeko se deslizó para rodear la caseta, Raphaël la siguió, dejando a cargo a un soldado de la protección de los monarcas. Pero tomó el camino contrario que Saeko, rodeando por el otro lado.

Saeko iba desarmada y no podía arriesgarse a invocar su Llave Espada, no frente a tanta gente. ¡Vaya problema! Y se convirtió en uno todavía más grave cuando giró la esquina de la caseta se encontró de golpe con la Neosombra. Esta se había erguido de tal forma que sus saltones ojos amarillos prácticamente estaban a la misma altura que los de la chica.

Sus garras se hundieron en su estómago y la criatura la empujó con tanta fuerza que estuvo a punto de derribarla. Aun así, Saeko se había mentalizado para alejarla del lugar y pudo abrir una distancia… Aunque ya estaba herida y no era demasiada.

Entonces Raphaël se arrojó sobre la Neosombra y la atravesó con su espada por la espalda. No se sorprendió cuando el demonio se recuperó de su embestida, aunque quedó malherido. Esquivó con agilidad uno de sus zarpazos, la rodeó y se situó al lado de Saeko.

Debemos actuar rápido, antes de que la gente la vea y sucumba al pánico. Avisad a la princesa. Decidle que han aparecido, que ella y el rey deben retirarse de inmediato y…

En ese momento escucharon una multitud de gritos discordantes con las risas y los aplausos de la multitud. Eran gritos de pánico. A ellos se sumó la voz de la princesa:

¡Raphaël! ¿Dónde estás? ¡Ven, rápido!

El hombre miró a Saeko, poniéndose pálido, y justo en ese momento una nueva Neosombra apareció junto a la anterior, de tal modo que les cortaban la retirada a ambos. Raphaël chasqueó la lengua mientras los gritos al otro lado de la caseta se incrementaban.

Salid de aquí, yo me ocuparé de ellos. ¡Sólo tendréis una oportunidad!

Por buen espadachín que fuera, Raphaël no podría solo contra las dos Neosombras. Pero Saeko no debía invocar la Llave Espada frente a él, ni tampoco hacer magia, pues la acusaría de bruja. Aunque, ¿importaba? Sus vidas corrían peligro, y al otro lado parecía estar sucediendo algo horrible.

Era eso o abandonar a Raphaël. Pero Marie podía estar corriendo. ¡El rey y la princesa también!

Y aun así, Saeko no podría hacer magia frente a la gente. Sin Raphaël no podría tendría que escoger entre ir en busca de Marie, investigar qué estaba pasando, o ayudar a los monarcas.

El joven se lanzó al frente y arremetió contra la Neosombra que estaba herida, dando su oportunidad a Saeko de salir escopetada.

****
Gata


La muchacha no reaccionó lo suficientemente rápido y, cuando quiso darse cuenta, la batalla había empezado. No comprendió bien qué sucedió: sólo sintió un inmenso dolor en el cráneo y, después, todo se volvió oscuridad.

****
Saito



El Cardenal, muy pálido, escuchó las palabras de Saito alternando la mirada entre él y el demonio, sin saber qué hacer. Protestó con debilidad acerca de eso que los gitanos se atacaban a sí mismos y dijo que no lo hacían, pero no parecía muy convencido. Sólo asustado.

El otro, entre tanto, escuchaba las explicaciones con una sonrisa tranquila.

Lo que le he ocultado, es lo siguiente: creo que este hombre es el verdadero responsable que está detrás de los ataques y muertes que se produjeron. Usa esas criaturas que usted mismo ha visto, para que hagan el trabajo sucio y de esa forma incriminar a los gitanos, haciendo que inocentes mueran en las hogueras. ¿Por qué sino los gitanos iban a usar criaturas para atacarse a ellos mismos?

El Cardenal se mordió el labio inferior y se llevó una mano a la cadera donde la cerró en el aire. Como si buscara una espada que ya no estaba allí.

Cardenal, he visto a Príncipes dejar a los suyos morir por el simple hecho de querer salvarse a ellos mismos. Pero no creo que usted sea así, creo que lo que pasa es que tiene miedo, cosa comprensible. Pero si ahora apela a ese miedo y huye, solo conseguirá que este hombre me mate en cuanto se vaya, o como mucho que me haga pagar a mí por lo que él ha hecho, y de esta manera que más muertos se produzcan durante el Festival —Saito le ofreció la pelota y el joven se quedó mirándola sin saber bien qué hacer—. La otra opción, es ayudarme a derrotarle y ponerle fin a estos asesinatos y muertes innecesarias. Ayudarse a si mismo, o ayudar al pueblo. Ahora le toca elegir a usted, Cardenal.

Quizás para sorpresa de Saito, su enemigo decidió esperar. Ni siquiera intentó intervenir. Puede que se hubiera cansado del juego, o que realmente le interesa la respuesta del Cardenal, que parecía a punto de caer en un ataque de histeria.

Armand—dijo de pronto, cogiendo la pelota de Saito—. Mi nombre es Armand. Y que Dios me perdone, pero prefiero intentar acabar con uno de vosotros antes que quedarme de brazos cruzados.

No confiaba en Saito, eso estaba claro. Pero prefería unirse a él antes que creer al hombre. Era un consuelo. Al menos no tendría que preocuparse porque le atacara por la espalda.

Conmovedor y estúpido. En cualquier caso te equivocas, Caballero. No siento apenas interés por este mundo, a excepción de un par de detalles que no te incumben. Quien invoca a los Sincorazón es otra persona. ¿Os gustaría saber quién?—añadió, ampliando su sonrisa—. Podríais evitar todas esas matanzas que tanto teméis, ¿no? E incluso seríais capaces de juzgarlo en público, de acabar con todo. A cambio sólo pido una cosa. Una minucia. Sería…—Entonces las pupilas del hombre se ensancharon y su piel empalideció todavía más. Se quedó quieto unos segundos, como recuperándose de una sorpresa… Antes de sonreír y musitar—. [b]Así que ella está aquí… Habéis tenido suerte. Por ahora me voy.

Y les dio la espalda. Armand, sin embargo, dio un paso al frente y exclamó:

¿Quién es el responsable? ¡Decídnoslo!

El hombre pareció titubear, pero continuó caminando. Quizás, si Saito también quería obtener esa vital información e intentaba detenerlo, el desconocido cedería. Aunque, ¿podían fiarse de su palabra? Además, parecía que acababan de salvarse. A lo mejor era el momento de poner pies en polvorosa y llevarse al Cardenal de aquel lugar...

Si es que el hombre hablaba en serio y no pretendía atacarles en cuanto intentaran marcharse, claro. Parecía que le gustaba jugar con la gente, no sería extraño que les estuviera poniendo a prueba para divertirse. Y Saito no tenía ni idea de qué tipos de Sincorazón podría invocar.

En cualquier caso, tocaba decidir, y cuanto antes, mejor.

Fecha límite: jueves 16 de abril


Spoiler: Mostrar
Saito
VIT: 45/50
PH: 14/22


Saeko
VIT: 36/40
PH: 23

Hana
VIT: 35/42 [+2 Anillo Coraza]
PH: 16/32



Spoiler: Mostrar
Perdón por el error con las estadísticas, Sora, se me fue la cabeza xDDDDDDDD.

Y, Soul Eater, si no posteas en esta ronda se te expulsará de la trama.
Imagen

¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Suzume Mizuno
63. Komory Bat
63. Komory Bat
 
Mensajes: 1883
Registrado: Vie Mar 02, 2012 9:52 pm
Dinero: 1,462,577.72
Sexo: Femenino
Karma: 6

Re: Ronda 10

Notapor H.S Sora » Vie Abr 17, 2015 12:42 am

Mi corazón comenzó a acelerarse a medida que las palabras salían de mi boca, mientras no dejaba de observar al Cardenal que seguía pálido a más no poder; ¿me creería o me haría ajusticiar? Aquellas eran las dos únicas ideas que rondaban por mi mente.

Mientras tanto, el señor demonio ni se inmutaba, ni tan solo trató de detenerme mientras hablaba... ¿Tan seguro estaba de si mismo que no necesitaba interrumpirme?

Tiene algún as guardado... no entiendo como puede estar sino tan tranquilo.

La pelota quedó entonces suspendida en el aire, a la par que un silencio sepultaba aquel momento, pues era el que marcaría la diferencia entre el significado de estar muerto o tener alguna probabilidad de ganar aquel combate.

A medida que pasaba el tiempo, perdía la confianza en mi mismo, sin saber que era lo que sucedería y dudando de que el eclesiástico decidiese ayudarme. ¿Por qué iba a arriesgarse a morir por una causa desconocida y un hombre que le podía parecer el demonio? — eso sin contar el que ya estaba vestido como tal —. Quizá mis palabras fuesen vanas a sus oídos, y por eso el demonio esperaba y acechaba, para deleitarse de aquel espectáculo que estaba a punto de comenzar.

¿Como de bellas serían las cárceles de París?

Armand —se limitó a decir el hombre, mientras me sacaba de mis pensamientos a la vez que no entendía a que se refería.

Pero entonces cogió la pelota, dando lugar a una posibilidad tan remota que casi quería ponerme a llorar de alegría en aquel momento. Armand , aquel era el nombre del Cardenal que había elegido ayudarme a salvar a París y a sus queridísimos gitanos antes que entregarme y dejarme arder o que me pudriese en una celda.

>>Mi nombre es Armand. Y que Dios me perdone, pero prefiero intentar acabar con uno de vosotros antes que quedarme de brazos cruzados.

Gracias Armand, estás haciendo lo correcto.

Respiré tranquilo, mirando entonces al demonio que seguía frente a nosotros. La treta de poner al hombre en mi contra le había salido mal. ¿Cual sería el siguiente movimiento de aquella sabandija?

Conmovedor y estúpido. En cualquier caso te equivocas, Caballero. —La manera en la que había pronunciado aquella palabra y el hecho de que supiese usar magia, me hizo replantearme que supiese de la existencia de los Caballeros de la Llave Espada. ¿Quién coño era?— No siento apenas interés por este mundo, a excepción de un par de detalles que no te incumben. Quien invoca a los Sincorazón es otra persona. ¿Os gustaría saber quién?—su sonrisa se ensanchó, e intercambié una rápida mirada con Armand: ¿podíamos fiarnos de aquel tipo?—. Podríais evitar todas esas matanzas que tanto teméis, ¿no? E incluso seríais capaces de juzgarlo en público, de acabar con todo. A cambio sólo pido una cosa. Una minucia. Sería…

El hombre se detuvo, aunque en un principio pensé que lo que pretendía era darle más “emoción” al asunto o pensar en alguna clase de estrategia. Pero su piel empalideció más aún y sus pupilas se habían ensanchado de tal manera que me quedé confuso; ¿Acaso había pasado algo de lo que no me había percatado? ¿O simplemente estaba actuando para atacarnos en cuanto menos nos lo esperásemos?

>>Así que ella está aquí… —dijo tras sonreír de nuevo, dejando atrás aquel extraño momento de lapsus que acababa de sufrir— Habéis tenido suerte. Por ahora me voy.—Y como si la cosa hubiese dejado de ir con él, el demonio cuyo nombre aún no sabíamos dio media vuelta y no vaciló en irse con toda la calma del mundo.

¿Tanto interés en conseguir algo de nosotros y ahora se va?...

Armand no me dejó más tiempo para pensar, pues este avanzó hacia nuestro hombre con más coraje del que esperaba de él por lo asustado que había estado momentos antes. Pero en este caso la eminencia le pedía explicaciones acerca de la identidad del que según el demonio era el “verdadero responsable” de todos aquellos incidentes que poco a poco asolarían París hasta dejarla en nada.

Tal y como esperaba, el hombre tan solo dudó un instante y prosiguió su camino sin responder a las “plegarias” de mi nuevo compañero. Pero la pregunta era, ¿hacia dónde iba?

A pesar de que parecía que hubiese dejado de prestarnos atención, no dejaba de pensar en el hecho de que nos estuviese dejando ir tan fácilmente. ¿Qué trampa había en todo aquello? Y aunque no hubiese dicha trampa, no podía dejarle marchar con aquella promesa de información tan jugosa como la que decía tener. Dejarle escapar era lo último que podía hacer, pues tampoco creía que Armand fuese a irse por las buenas tras escuchar lo mismo que yo.

¿Tan pronto quiere irse?, ¿Qué prisa tiene? —diría, interponiéndome entre Armand y él, por si intentaba atacar a este en primer lugar, tratando de ser cauteloso con mi alrededor, por si invocaba más Sincorazón— Ha dicho que quería una minucia a cambio de esa información tan valiosa, no es momento para irse así como así.

Le haría una señal a Armand para que me siguiese y tuviese cuidado, pues me posicionaría aún más cerca de aquel hombre tan peligroso y estrafalario.

Si tiene tanta prisa, puede darnos la información sin más y se lo recompensaremos en nuestro próximo encuentro. De lo contrario, no estamos dispuestos a dejarle marchar sin conocer la identidad de esa persona que menciona, por lo que deberíamos negociar que es lo que verdaderamente quiere. Porque por lo que a mí respecta por ahora, es usted el único capaz de invocar a esos demonios.

Esperaría entonces a que se detuviese, o de lo contrario no tendría más remedio que buscar pelea a pesar de que las cosas ya estuviesen más calmadas. Sin duda alguna, me iba a meter en un lío aún mayor como el demonio se enfadase y dejase de tener prisa, para centrarse en nosotros más de lo debido.

>>No quiero que tengamos que enfrentarnos ahora, y menos teniendo usted la prisa que tiene y teniendo en cuenta el caos que se formaría. Por lo que solo díganos quién es la persona a la que buscamos, le daremos lo que pida y nos marcharemos por donde hemos venido. Yo lo veo un buen trato, ¿usted no?

Esperaba que con aquello lograse que el hombre se decidiese a dejar de avanzar y se decidiese a ayudarnos a cambio de lo que sea que quisiese, a pesar de que quizá no nos podíamos fiar de él. ¿Aunque, qué perdíamos por intentarlo?

En el caso de que el hombre tratase de atacarnos tanto a mi como a Armand, invocaría la Llave Espada y la usaría para defendernos a ambos de los ataques que este pudiese lanzarnos.

Si por el contrario nos dejaba el primer movimiento, no dudaría en dispararle una Flama Tenebrosa y un Perla, además de pedirle a Armand que retrocediese y que estuviese atento, pues no sabía cuanto poder podía poseer aquel hombre.

Si el momento anterior había sido tenso, este lo superaba con creces.
Imagen

Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
H.S Sora
22. Espectro
22. Espectro
 
Mensajes: 655
Registrado: Mar Sep 25, 2012 7:43 pm
Dinero: 3,775.22
Banco: 213,774.43
Sexo: Masculino
Karma: 3

Re: [La Cité des Cloches] El Festival de los Bufones

Notapor Nell » Sab Abr 18, 2015 2:06 am

La tentativa de asesinato salió… bien. Más o menos. Nadie gritó cuando desapareció por arte de magia y se tomó su tiempo, regocijándose ya en el éxito, en aproximarse a Frollo, convocar su Llave y clavársela en el corazón. Si no tuviera en su cabeza la visión de los gitanos ardiendo, quizá hubiese caído en que habría sido mejor usar al menos la daga.

Sin embargo, a pesar de la sangre borboteando del cuerpo de su víctima, algo salió mal. Unas llamas verdes le separaron de repente de este y, por si fuera poco, su hechizo de invisibilidad se disipó. Entre sus manos sujetaba un crucifijo que había logrado extraerle, aunque eso no era mucho consuelo. Estaba expuesta, a la mirada de todos, y además herida. Las quemaduras provocadas por las llamas le recorrían todo el brazo y le dolían como mil demonios. Qué ironía.

El capitán que había estado custodiando a Frollo reafirmó la sospecha de Hana de que acababa de delatarse como culpable. El dedo del hombre la señaló acusadoramente y, pese a que la aprendiza no se arrepentía de haber dado muerte al malvado hombre (porque se iba a morir con esa herida, ¿no?), sabía que las cosas iban a complicársele a partir de entonces.

Oportunamente, Zac acudió a su ayuda y los camufló con una bomba de humo. La aprendiza se dejó arrastrar, recordando que él era su vía de escape. Y probablemente, su única posibilidad de huir sin que la capturaran.

¡Lo has hecho! ¡Virgen Santísima, lo has con…! ―Consiguió decirle, emocionado y, como no se le escapó a Hana, abrumado por lo que vendría a continuación.

Entonces, le pillaron. El mismo capitán de antes había logrado atrapar a Zac por detrás y, reteniéndole, le rodeó el cuello con la espada.

Os habéis metido en un buen lío, chicos. Si no quieres que deje a tu amigo sin nariz, acércate, jovencita.

Ni siquiera se le pasó por la cabeza escapar. Zac había sido quien le había colado en el Festival; sin él, ni siquiera habría tenido la oportunidad de cumplir su venganza contra Frollo (aunque en realidad, había sido más un capricho). No le hacía gracia arriesgarse a que la pillaran, aunque en el peor de los casos podía usar la magia para huir de su prisión o esperar a que los Maestros le rescataran.

Aun así, prefirió no arriesgarse a llegar a esos extremos. Tenía prisa y ni pensó en decirle algo ingenioso al capitán. Se limitó a actuar y a jugársela: usó la magia Magneto, recordando lo que había pasado la última vez que la había empleado en esa misma ciudad, para atraer la espada del guardia y liberar a Zac de la hoja. El riesgo radicaba en que iría directa hacia ella, por lo que trataría de esquivarla y, solo en caso de que fuera posible, recogerla para que el hombre no pudiera recuperarla.

Puesto que había sido un factor sorpresa para el capitán, Hana esperaba que eso fuera suficiente para que Zac reaccionara y se librara por sí mismo del agarre. De no ser suficiente, Hana iría a su rescate con la daga contra el hombre desarmado, procurando dañarle el brazo para que soltara al chico.

En cuanto el gitano estuviera libre, echaría a correr con él. Ni loca se quedaba allí más tiempo, cuando suponía que en escasos minutos pasaría a ser la persona más buscada de todo París.

Spoiler: Mostrar
Magneto (HM) [Nivel 6] [Requiere Poder Mágico: 8]. El usuario es capaz de atraer a enemigos de poco peso mediante una fuerza magnética.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

Re: [La Cité des Cloches] El Festival de los Bufones

Notapor Tsuna » Sab Abr 18, 2015 7:51 pm

La actitud de Raphaël, por mucho que me hubiese ayudado frente a la carroza y yo se lo agradeciera, me seguía crispando los nervios. Para mi suerte accedió a seguirme, bordeando la caseta desde el otro extremo, y el susto que me llevé al ver al monstruo delante de mí no fue menos. Me preparé para su siguiente movimiento cuando se irguió de pronto, fijándose en mí, a sabiendas de que no podría defenderme. Estaba preparada.

Y así fue. Sentí una terrible punzada de dolor en el estómago, a la vez que el monstruo me empujaba con fuerza bruta hacia atrás. Cerré los ojos y gemí por el dolor, con ambos puños apretados para resistir mejor el golpe. Ya había decidido alejarla, porque era solo una y no había peligro alguno, así que no tenía necesidad de lanzar magia, ni invocar mi Llave Espada. La propia sombra me seguiría a mí, en busca de mi corazón.

Fue entonces cuando, para mi sorpresa y alivio, Raphaël se lanzó con espada en mano hacia el monstruo. Sorprendida y todavía cogiendo aire, retrocedí unos pasos llevándome la mano izquierda a la herida, contemplando la escena. Debía admitir que el chico no lo hacía nada mal, pues incluso consiguió evitar un zarpazo del enemigo y reunirse conmigo. Me ordenó de acudir hasta la princesa y al rey para avisarles y que se retiraran. No había sido esa mi idea desde el principio, sino ser yo misma el cebo, pero si con eso conseguía salvar a Marie y los reyes o vigilar si había alguien sospechoso, así sería.

Dispuesta estuve a responderle, pero ni siquiera él pudo terminar de hablar cuando los gritos de la plaza se mezclaron con las risas del festival. Por si no fuera poco, otra sombra apareció para hacernos frente. Maldije todo por lo bajo, agonizante y agobiada con la situación.

Era cierto que en Tierras del Reino no tuve reparo en lanzarme, con aspecto de pantera, a por los Sincorazón en plena llanura, ante la Gran Roca. Pero aquel mundo era muy distinto, y yo no tenía las capacidades de un animal para escapar en caso de que se pusiese fea la situación. No se trataba de animales, sino de personas ignorantes que no veían más allá de sus propias narices.

Raphaël, empeñado en luchar contra los Sincorazón, se lanzó él solo a por ambos. Pude invocar mi Llavero y terminar con aquello, pude inmovilizar a los monstruos y darle una oportunidad de vencer, pero no, no hice nada de eso. Si de verdad los Sincorazón habían aparecido después de tanto tiempo ausentes en París, es que alguien andaba detrás. Y tenía la corazonada de que esa persona tenía que encontrarse en la plaza.

Gracias… —conseguí decir, todavía agotada por el golpe

Asentí con la cabeza y me di la vuelta, dándome todas las prisas posibles para acudir a donde la princesa y el rey. Raphaël no tenía un pelo de tonto, estaba convencida de que si se veía en apuros, sabría escapar de ahí. Buscaría con la mirada a toda prisa cada lugar del palco, intentando ver dónde se encontraban los monarcas para así ir a su posición. No pasaría la ocasión de buscar a Marie tampoco, pues me tenía profundamente preocupada, pero si no la encontraba tendría que darle prioridad a los gobernantes.

Me acercaría a ellos como pudiese, todavía con la mano sobre el costado.

Tenéis que escapar, os lo ordena Raphaël.

Si por algún casual insistían o ponían pegas, yo misma me encargaría de agarrarlos por sus prendas y llevarlos a algún lugar seguro como fuese. Y si algún Sincorazón se nos ponía en medio, haría el amago de empujarlo con mi propio cuerpo, reteniéndolo contra su voluntad, con suerte algún soldado me ayudaría. Iba a cumplir con la misión de la maestra Nanashi, y tampoco iba a quebrantar las normas, además de que necesitaba que confiaran en mí. En caso de que la princesa y el rey consiguieran ponerse a salvo, me lanzaría desesperada a la plaza en busca de Marie, a la cual protegería de la misma forma.
Avatar de Usuario
Tsuna
57. Ferrocustodio I
57. Ferrocustodio I
The Unknowns
 
Mensajes: 1680
Registrado: Mar Ene 03, 2012 5:12 am
Dinero: 691,216.48
Banco: 0.00
Ubicación: Perdida en el océano.
Sexo: Femenino
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 17

AnteriorSiguiente

Volver a Tercera Saga

¿Quién está conectado?

Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 1 invitado

cron