[La Cité des Cloches] El Festival de los Bufones

Trama de Gata, Saeko, Saito + Hana

La aparente traición de Tierra de Partida en un acuerdo de paz provocó el anuncio de la guerra por parte de Bastión Hueco. Los aprendices deben enfrentarse entre sí, entre antiguos amigos y compañeros. ¿Cómo lograrán sobrevivir cuando otras amenazas acechan?

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro, Sombra

Ronda 11

Notapor Suzume Mizuno » Dom Abr 19, 2015 7:23 pm


Hana


La expresión del soldado cuando la espada se le escapó de entre las manos no tuvo precio. Aunque Hana probablemente no lo supiera, era la segunda vez que salvaba a Zac con el mismo recurso.
Y él sí que se dio cuenta, porque contempló a Hana con la boca abierta de par en par.
La espada se precipitó contra ella y la joven la esquivó en el último segundo, antes de que la ensartara como a un montadito. El alarido de dolor que resonó a su espalda —no había que olvidar que estaban rodeados por un muro casi infranqueable de gente— le tuvo que recordar también lo que había sucedido la última vez. Sin embargo, no parecía haber matado a nadie, al menos de momento: parte de la espada se hundía en el muslo de un robusto hombre, que parecía más enfadado que moribundo.

Zac se espabiló y asestó un cabezazo contra la boca del capitán, que soltó una exclamación y soltó al muchacho. Este se arrojó al frente, agarró a Hana por la mano y se fundieron con la multitud. Si Hana quería, podía arrancar la espada del muslo del desconocido.

La gente cantaba y gritaba un nombre al unísono, sin saber lo que había ocurrido con Frollo: «¡Quasi-modo! ¡Quasi-modo!». Si Hana miraba, vería que el jorobado se había elevado sobre el pedestal y saludaba a la multitud riendo, feliz. Incluso llorando.

Eso era malo. Si podía ver sus lágrimas significaba que estaba muy cerca del medio de la plaza, y que sería casi imposible salir por uno de los callejones hasta dentro de un buen rato. Eso si el capitán no les atrapaba antes, porque era posible que estuviera buscándolos. Zaccharie se abrió paso entre la gente hasta que, de pronto, se encontraron casi a los pies del pedestal.

Entonces se hizo el silencio.

Quasimodo se limpiaba algo de la cara. Parecía sangre, pero no. Era un tomate… podrido. El muchacho miró a su alrededor con horror.

—¡Viva el reeeeeeeeey!

Y otra fruta voló, golpeando al joven en la nuca. Trastabilló, trató de dar un paso, resbaló y cayó de espaldas. Hubo una oleada de carcajadas. Zaccharie masculló una maldición y trato de arrastrar a Hana lejos de allí, pero no hubo manera: la gente empujaba hacia delante, no les dejaba irse. Lo peor fue que vieron a dos soldados cerca, vestidos de negro. La fruta, las piedras volaban por encima de las cabezas de los jóvenes.

¡Tenemos que salir, antes de que…!

—¡A dónde crees que vas, jorobado, la diversión acaba de comenzar!

Un hombre rubio reía mientras cogía impulso y arrojaba una cuerda al frente, atrapando a Quasimodo por una muñeca. Hana no pudo ver de dónde salían, pero más cuerdas volaron y trataron de amarrarlo, tirando de sus miembros como si fuera un animal al que quisieran despedazar. Entonces Zac soltó una exclamación al ver un destello dorado en la distancia: la armadura del capitán. Cuando volvió a mirar, Quasimodo estaba atado a una especie de rueda de madera… Y lo hacían girar y girar. La multitud se adelantaba, reía, los empujaba. Apenas sí podían escuchar nada. Pero en seguida se dieron cuenta de que varias personas los miraban, casi con hostilidad, porque no estaban lanzando nada al jorobado.

Mordiéndose el labio inferior, Zac se agachó y cogió una lechuga, un tomate desmenuzado y se lo dio a Hana. Le gritó al oído:

¡Lánzalo! ¡Si huimos no podremos llegar lejos, pero si lanzamos…!

Hana no pudo escuchar el resto. Zaccharie se preparó para arrojar la lechuga contra el jorobado. El mismo que había sonreído y llorado hasta hacía escasos segundos. El capitán apareció entonces en el círculo que se abría alrededor del pequeño patíbulo personal del hombre y buscó a su alrededor con frialdad. Si la veía quieta, probablemente la reconocería. Y había soldados cerca.

¿Qué haría Hana…?

****
Saeko


Gracias…

Raphaël no llegó a escuchar las palabras de Saeko, que se apresuró a dirigirse hacia donde estaba el rey. La otra Neosombra trató de saltar sobre ella, pero Raphaël arrojó al Sincorazón que había ensartado en su espada sobre esta y ambas rodaron por el suelo. Fue lo último que vio Saeko antes de dar la vuelta al palco.

Allí vio que siete Soldados trataban de abrirse paso hacia el rey y la princesa.

Spoiler: Mostrar
Imagen


Donde antes había cinco damas de compañía ahora sólo restaban tres. Los guardias luchaban como podían contra los Sincorazón, mientras la multitud intentaba retroceder, aterrorizada. El rey había desenvainado su espada y se había colocado frente a su hermana, pero el arma temblaba en sus manos y sus ojos estaban tan desorbitados que parecía que le fueran a saltar del rostro de un momento a otro. Marie estaba, a su vez, tras la princesa, aferrándose a ella con horror.

Ya que Saeko quería sacar a los monarcas del lugar y además proteger a Marie, todo estaba muy claro: tenía que abrirse paso entre los Soldados. En ese momento, uno de los guardias reales cayó fulminado y la espada se le escurrió de entre los dedos. ¡Vaya por Dios! ¡Si hasta le daban un arma!

¡Saekooo!—chilló Marie al verla, con los ojos arrasados por las lágrimas.

¡S-Santísima Virgen, Frollo tenía razón!—lloriqueó el rey. Cuando un Soldado hizo amago de arrojarse sobre él, sacudió la espada, aterrado—: ¡A-atrás maldito!

Saeko recibió entonces un empellón de uno de los Sincorazón, seguido de un golpe que la dejó sin respiración. Si quería enfrentarse a ellos sin usar magia, entonces debía recoger la espada o utilizar su propio cuerpo como escudo. Aunque no parecía que le fuera a servir de mucho contra tantos enemigos, aunque fueran de baja categoría.

¿Dónde está Raphaël? —gritó la princesa Ana, pálida y asustada. Tras ella se arremolinaban no sólo Marie, sino sus doncellas, que parecían al borde del desmayo.

Otro guardia real cayó ante las garras de los Soldados. Pero entonces los Sincorazón, quedaban cuatro, se giraron en redondo hacia Saeko, atraídos, sin duda, por su corazón. La princesa Ana se dio cuenta de que algo estaba sucediendo y no titubeó: empujó a sus damas para obligarlas a escapar por una esquina. Cuando ella intentó dejar el palco, acompañada de Marie, dos Soldados se volvieron hacia ella. La mujer se quedó paralizada. El rey soltó una maldición y trató de ir a ayudarlas, pero un tercer Soldado se interpuso en su camino y lo obligó a retroceder. Si no hubiera interpuesto su espada, sin duda lo habría decapitado. El último Soldado estaba rodeado por los restantes guardias reales que, al darse cuenta de lo que estaba pasando, intentaron correr a proteger al monarca y a la princesa.

Pero estaban demasiado lejos. La única lo suficientemente cerca era Saeko. Y no llegaría a proteger a ambos.

A menos que usara su magia, claro. Aunque siempre podía confiar en que los Soldados no hiriera de gravedad a uno de los objetivos y le diera tiempo a encargarse de los Sincorazón… El caso era, ¿en quién confiar? ¿En el rey, armado pero tan aterrorizado que apenas sí podía reaccionar, o en la princesa desarmada que hacía frente a los dos Sincorazón sin asomo de duda y usaba su cuerpo para proteger a Marie?

Tic, tac.

****
Saito


¿Tan pronto quiere irse?, ¿Qué prisa tiene? —exclamó Saito, situándose entre el Cardenal y el desconocido, que detuvo sus pasos— Ha dicho que quería una minucia a cambio de esa información tan valiosa, no es momento para irse así como así.Si tiene tanta prisa, puede darnos la información sin más y se lo recompensaremos en nuestro próximo encuentro. De lo contrario, no estamos dispuestos a dejarle marchar sin conocer la identidad de esa persona que menciona, por lo que deberíamos negociar que es lo que verdaderamente quiere. Porque por lo que a mí respecta por ahora, es usted el único capaz de invocar a esos demonios.

Llegados a ese punto, el hombre se volvió con una sonrisa irónica en los labios.

¿No estáis dispuestos a dejarme marchar? ¿Y cómo pensáis evitarlo, Caballero… y Cardenal?—inquirió con una calma casi escalofriante.

No quiero que tengamos que enfrentarnos ahora, y menos teniendo usted la prisa que tiene y teniendo en cuenta el caos que se formaría. Por lo que solo díganos quién es la persona a la que buscamos, le daremos lo que pida y nos marcharemos por donde hemos venido. Yo lo veo un buen trato, ¿usted no?

El hombre se cruzó de brazos. Su sonrisa se estaba desvaneciendo y sus ojos eran tan fríos que provocarían un escalofrío a Saito. Desvió la mirada hacia el borde de la catedral, pensativo, y entonces avanzó un paso. Luego otro. No se veía nada a su alrededor, pero Saito podría sentir, sin problemas, la presión de la oscuridad que emanaba de aquel tipo. Le dejaba sin respiración y le reblandecía los músculos. Hasta le fallaron las rodillas. A su espalda escuchó gemir a Armand.

En ese caso, muchacho, sólo quiero saber una cosa. Una pequeña cosa—Al sonreír, dejó a la vista unos dientes blancos, afilados—. ¿Qué están haciendo Tierra de Partida y Bastión Hueco al dejar a Maléfica viajar a su antojo? Antes de que se den cuenta, habrá tejido su red—De pronto, el hombre desapareció en una nube de oscuridad. Y reapareció frente a Saito, tan cerca que pudo ver cómo sus pupilas se afilaban hasta no ser más grandes que el ojo de una aguja—y será demasiado tarde para todos—Y cerró su guantelete en torno a la garganta de Saito, levantándolo en vilo. Cuando el joven invocó su Llave Espada, el hombre le apretó tanto el cuello que casi se lo partió y le arrancó el arma de las manos sin apenas dedicarle atención—. Y dime, ¿crees que si te lanzo por el borde de la catedral tu Maestro vendrá a rescatarte? Me gustaría intercambiar un par de palabras con él.

Sólo con mirarle a los ojos pudo ver que hablaba en serio. Armand arrojó la pelota y trató de ayudarle, pero su enemigo levantó los dedos y un rayo le atravesó el pecho. El Cardenal se llevó las manos a la herida humeante, incapaz de respirar, y se desplomó como un saco sobre el suelo de piedra.

Un corazón muy fuerte… Todavía palpita—comentó y sus ojos se iluminaron con un resplandor dorado, mientras su gesto se asemejaba más a la de un animal a punto de saltar sobre su presa que a la de una persona. Se humedeció los labios, casi como si estuviera anticipando un placer muy intenso. Pero entonces pareció recordar que mantenía a Saito en vilo y sonrió con suavidad, avanzando hacia el borde del pequeño puente de piedra. En cuestión de un par de segundos, Saito colgaba sobre el vacío—. Me pregunto qué sería más interesante, si verte caer o probar el corazón de ese hombre. ¿Qué opinas tú?

La oscuridad parecía envolverlo con tentáculos invisibles que le paralizaban todos los miembros del cuerpo. Apenas sí le respondía la lengua. Era muy probable que ni siquiera pudiera invocar el glider para evitar matarse si su ejecutor decidía soltarle.

Una situación delicada. Quizás habría sido más inteligente marcharse.



Fecha límite: domingo 26 de abril


Spoiler: Mostrar
Saito
VIT: 45/50
PH: 14/22


Saeko
VIT: 36/40
PH: 23

Hana
VIT: 35/42 [+2 Anillo Coraza]
PH: 10/32



Spoiler: Mostrar
Soul Eater, lo siento, pero tengo que expulsarte de la trama.
Imagen

¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Suzume Mizuno
63. Komory Bat
63. Komory Bat
 
Mensajes: 1883
Registrado: Vie Mar 02, 2012 9:52 pm
Dinero: 1,462,577.72
Sexo: Femenino
Karma: 6

Re: [La Cité des Cloches] El Festival de los Bufones

Notapor Tsuna » Dom Abr 26, 2015 10:39 pm

Spoiler: Mostrar

Finalmente decidí dar media vuelta y abandonar a su suerte a Raphaël, confiando en que si se veía en apuros, lograría escapar de alguna forma. No quería pensar tampoco en él como un sacrificio, ni mucho menos. Al alcanzar el palco alterné la vista repetidas veces entre todos los elementos que allí se reunían: los Sincorazón, el rostro de Marie, los monarcas, y el hombre deforme de la plaza. El trato que le estaban dando a éste último me dejó, si no impresionada, helada. Lo miré con los ojos abiertos de par en par, escuchando de fondo los gritos de terror de Marie y el rey, contemplando cómo lo trataban cual animal salvaje.

La imagen que ya tenía de las gentes de París se vino abajo entonces, y tampoco estaba dispuesta a seguir perdiendo tiempo ahí como una estatua. Me adelanté varios pasos, todavía con la mano sobre la herida de mi estómago y viendo a varios guardias caer ante las criaturas. No había contado el número de damas o personas que habían acudido al palco, pero algo no cuadraba y se me hacía evidente que quedaban muy pocas personas… y muchos Sincorazón.

Tragué saliva, sin perder de vista el arma tirada en el suelo, cuando uno de los monstruos me propinó un golpe por sorpresa que me quitó el aliento. Mascullé entre dientes, rabiosa, e intenté seguir adelante. No entraba tampoco en mis planes invocar un arma mágica delante de todo el mundo, así que era obvio que debía hacerme con aquella espada como fuera. Y claro, la pregunta sobre Raphaël no tardó en llegar.

Con una mueca de incomodidad, respondí lo que creí más breve y necesario. Los Sincorazón me habían puesto el ojo, por fin, y si me quedaba quieta temía por lo que pudiese ocurrirme.

Se ha quedado atrás. —la miré directamente, confiada en que la princesa supiese interpretar mi mensaje

Aprovechando la situación, tanto la princesa como Marie y las señoras intentaron salir de allí, mientras que el rey se había quedado atrapado. Entre histérica y desesperada por la actitud del hombre, incapaz de sostener un arma, me lancé a por la espada del suelo. Si algún monstruo osaba interponerse, haría mi mayor esfuerzo por girar en el suelo, o incluso saltar sobre él si era necesario. Y una vez sintiese el frío tacto del metal entre mis dedos, alzaría el arma a la vez que giraba sobre mí misma, tras el filo, a modo de despejar mis alrededores.

Una sencilla técnica que había aprendido en incontables entrenamientos por parte de los maestros.

Tragué saliva y, con un gemido de cansancio, me interpuse entre los Sincorazón y las mujeres. Sentí al instante que me costaba más controlar la espada, tan acostumbrada como estaba a mi fina y ligera katana, pero no podía fallar. Pondría mi mayor esfuerzo en sujetarla bien, alzando el filo a mi frente y dando dos fuertes golpes a los Sincorazón que si bien no los derrotaban, los echaría hacia atrás.

Seria, observé por el rabillo del ojo al monarca de París, totalmente aterrado por el monstruo, como si estuviese viendo un verdadero demonio. A ese ritmo no iba a poder salir de allí. El repiqueteo de los guardias al caminar me indicó que estaban lejos todavía. Si no hacía algo yo, moriría él. Estaba convencida y no tenía tiempo apenas para pensar.

Marie, majestad, cerrad los ojos por favor. —imploré, ante ellas

No pude ni tuve tiempo de comprobar si me hacían caso o no, así que, entre tajo y golpe contra mis enemigos, buscaría el momento de adecuado para extender mi mano derecha hacia el Sincorazón que amenazaba al rey y… atraparlo entre mis sombras.

Sabía que, tras eso, no me verían de igual forma. Me tendría que desvincular de Marie, en la cual había visto a mi hermana pequeña, y pese a que esa posibilidad me hacía mucho daño por dentro, había optado por salvar al monarca porque era una persona importante para ella. Recordar a la pequeña gritando ante la carroza con tanta ilusión…

Spoiler: Mostrar
Superficie Umbría (HM) [Nivel 10] [Requiere: Afinidad a Oscuridad; Poder Mágico: 15]. El usuario genera rápidamente un manto de energía oscura en línea recta por la superficie del suelo o bajo sus pies, alcanzando hasta los dos metros y medio de largo, puede disiparse con hechizos de Luz. Un solo enemigo que se encuentre sobre esta sufrirá leves daños de oscuridad y será atrapado por el propio elemento, imposibilitando que pueda moverse durante dos rondas (aunque puede continuar atacando a distancia). Los enemigos pueden liberarse del efecto de este hechizo con la Fuerza suficiente (si esta es mayor al Poder Mágico de la habilidad).
Avatar de Usuario
Tsuna
57. Ferrocustodio I
57. Ferrocustodio I
The Unknowns
 
Mensajes: 1680
Registrado: Mar Ene 03, 2012 5:12 am
Dinero: 691,216.48
Banco: 0.00
Ubicación: Perdida en el océano.
Sexo: Femenino
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 17

Re: Ronda 11

Notapor H.S Sora » Dom Abr 26, 2015 11:35 pm

El hombre detuvo sus pasos debido a que tanto Armand como yo nos negábamos a irnos sin respuestas, y supuse que quizá incluso le vendría bien para conseguir aquella “minucia” de la que había hablado con anterioridad. A pesar de estar perdiéndome el Festival, probablemente me encontraba más cerca del origen de los Sincorazón que cualquiera de mis compañeras.

¿No estáis dispuestos a dejarme marchar? ¿Y cómo pensáis evitarlo, Caballero… y Cardenal?—la ironía y la calma que al tipo emanaba, me hizo darme cuenta de que aquello no había sido una buena idea.

Traté de convencerle de que realmente a ninguno de los dos nos interesaba aquel enfrentamiento, pero el comportamiento de aquel hombre cambió por completo cuando acabé de hablar; se cruzó de brazos, y donde antes había existido aquella sonrisa siniestra, ahora solo quedaban vagos restos de esta. Además sus ojos me miraban con una expresión que resultaba realmente aterradora.

Pareció pensarse durante un momento lo que hacer, momento que aproveché para guardar silencio junto a Armand sin saber muy bien donde nos estábamos metiendo, y donde estaba metiendo yo a un pobre Cardenal, que de lucha debía saber más bien poco.

Quizá si nos vamos ahora...

Entonces, avanzó un paso. Luego otro, y lo sentí entonces sin problema alguno a pesar de que no había nadie: una oscuridad estremecedora y fuerte, más de lo que jamás había vivido. Una sensación desagradable que desprendía aquel hombre a pesar de lo relativamente lejos que se encontraba de mí. O huíamos ahora, o no habría escapatoria.

Hice el amago de agarrarle la muñeca a Armand y salir corriendo, pero no pude; de pronto sentí como me fallaba la respiración, y a duras penas pude evitar caerme cuando sentí como mis rodillas cedían ante aquella misteriosa fuerza que nuestro rival poseía; no pude ver a Armand, pero el gemido que dejó escapar dejó bastante claro que era capaz de notar aquello que el demonio nos había decidido mostrar.

En ese caso, muchacho, sólo quiero saber una cosa. Una pequeña cosa—Su sonrisa dejó al descubierto unos afilados dientes, parecía estar realmente molesto y nosotros éramos los únicos allí; pagaríamos el plato roto por idiotas, por no haber corrido cuando pudimos. Mi vanidad y poco pensamiento frío en ocasiones me dejaban en situaciones como aquella.—. ¿Qué están haciendo Tierra de Partida y Bastión Hueco al dejar a Maléfica viajar a su antojo? Antes de que se den cuenta, habrá tejido su red.

Maléfica...¿De qué me suena?

Y como por arte de magia, el hombre desapareció en una nube oscura. Miré a mi alrededor, pero al instante había reaparecido frente a mí; se encontraba tan sumamente cerca, que podía ver las pupilas de aquel hombre volviéndose tan afiladas como sus propios dientes.

>>Y será demasiado tarde para todos—No pude hacer nada para evitarlo, el miedo que había adquirido instantes atrás sumado a la rapidez del demonio me sobrepasaron por completo.

Cerró su mano alrededor de mi garganta, y me levantó con una sorprendente fuerza que no me esperaba de aquel tipo que parecía más bien un mago; traté de defenderme invocando la Llave Espada, pero entonces aumentó la fuerza del agarre y noté mi cuello al borde de la rotura si aquel hombre lo hubiese querido, mientras me arrebataba la Llave Espada de las manos con una facilidad alarmante. ¿Quién coño era ese tío?...

Y dime, ¿crees que si te lanzo por el borde de la catedral tu Maestro vendrá a rescatarte? Me gustaría intercambiar un par de palabras con él.

Con mi cuerpo tensado, y casi sin poder respirar, no parecía que aquel hombre hablase precisamente en broma. ¿Pero vendría Ryota en mi ayuda? Realmente le resultaría imposible de saber si estaba en peligro o no... Solo se me ocurría una manera de que viniese a ayudarme, pero con aquel demonio ahogándome y amenazando con tirarme de la catedral, dudaba que tuviese la menor de las oportunidades.

Armand trató de ayudarme entonces, pero el resultado fue fatídico: el demonio lanzó un rayo sin dudarlo que perforó al Cardenal, haciendo que cayese al suelo casi muerto, si es que no lo estaba ya. Aproveché aquella oportunidad que me había brindado Armand durante su intervención, y quizá la única que tendríamos de salir con vida.

Mientras el monstruo le atacaba, sacaría lo menos posible aquel móvil, y reenviaría el mensaje que le había mandado a Saeko al Maestro Ryota, pero añadiéndole además mi localización.

Re: Para Saeko/Ryota:

Estaba en la Plaza del Festival cuando ha aparecido alguien sospechoso que podría ser el que se está encargando de invocar a los Sincorazón y controlarlos, no estoy seguro. Sea como sea, no puedo dejarle escapar — quizá trate de hacer algo ahora que el rey se encuentra también aquí.

Volveré en cuanto pueda, tratad de tener cuidado en el Festival por si pasase algo.

PD: Catedral de la Plaza del Festival. SOS. SOS. SOS.


Esperaba por todos los medios que el Maestro recibiese el mensaje, o estaría muerto en cuestión de minutos.

Un corazón muy fuerte… Todavía palpita—aquel demonio seguía ensimismado con Armand, el cual me alegraba que todavía siguiese con vida, pues estaba dispuesto a salvarle fuese cual fuese el precio.

Llamé discretamente al móvil de Ryota varias veces, para que lograse darse cuenta de que algo malo estaba pasando, pero una extraña reacción surgió entonces en aquel demonio; a medida que miraba a aquel hombre más parecía estar concentrado en Armand, surgiendo incluso aquel resplandor dorado que ya había visto. Era como si pensase devorarle, incluso se humedeció los labios como si pensase degustarle. Simplemente era aterrador...

Realicé un último intento de llamada, antes de que aquel monstruo se acordase por fin de mí. Me lo jugaba todo a que Ryota viniese lo más rápido posible, aunque quizá necesitaría más tiempo para venir del que yo podía darle.

Avanzó poco a poco, con una asquerosa sonrisa, hasta que por fin me tenía suspendido sobre el vacío; si no hacía algo por evitar aquella caída, probablemente me mataría, debido a que la catedral no estaba precisamente a pocos metros del suelo.

>>Me pregunto qué sería más interesante, si verte caer o probar el corazón de ese hombre. ¿Qué opinas tú?

Entonces noté como una especie de tentáculos de oscuridad parecían envolverme por completo, paralizándome cada músculo y parte del cuerpo; tenía la extraña certeza de que si me arrojaba catedral abajo con aquellas cosas “frenándome” los movimientos, no sería capaz de poder activar el Glider a tiempo, y acabaría hecho papilla bajo la atenta mirada de los juerguistas de París. Que me dejase caer, no era una opción.

Por otro lado, estaba dejarle “probar” el corazón de Armand, pero podía intuir por aquella mirada que le había echado segundos antes al Cardenal, que si se le tiraba encima para “probar”, lo acabaría devorando por completo. ¿Dejar morir a otro inocente por mi incompetencia? Prefería que me tirase para no verlo.

Tiene que haber otra opción... ¿pero cuál..?

¿Q-Quieres hablar con m-mi M-Maestro?... —musité, casi sin voz, puesto que la lengua apenas me funcionaba por aquellos tentáculos— h-hay otra manera más precisa que la de arrojarme a mí o d-devorar al Cardenal...

Cogí aire con dificultad, puesto que aquellas podían ser las últimas palabras que dijese antes de ser arrojado a una muerte segura.

>>D-Dejame en tierra firme y cuando me ponga en contacto con mi Maestro podrás obtener las respuestas que buscas —traté de patalear en el aire, inútilmente—. Si me matas a mí o a Armand, solo conseguirás enfurecerle, y dudo que quieras tener a todo Bastión Hueco encima de ti... al fin y al cabo, es del Maestro Ryota de quién estamos hablando.

Esperaba que con aquello, pudiese ganarme parte de su envenenada curiosidad y hacer que me soltase en tierra. Con mucha suerte, esperaría de buen agrado a que Ryota llegase para hablar con él; con mucha mala suerte, no dudaría en arrojarme por la catedral y entonces tendría que aprender en menos de lo que alguien tarda en caer al suelo como volar.

Si el demonio psicópata me dejaba caer, no dudaría en invocar mi armadura y mi Glider lo más rápido posible y trataría de evitar la caída; si lograba aquel milagro, subiría de nuevo lo más rápido posible, lanzándole una Explosión de Oscuridad cuando le tuviese a tiro, y cogería a Armand para salir de allí pitando además de curarle si tenía la oportunidad.

No había un solo segundo que perder.

Spoiler: Mostrar
Acciones que realiza Saito si el demonio decide lanzarle: (por si no ha quedado demasiado claro)

-Invoca Glider y armadura, además de tratar de evitar la caída.

-Vuelve a subir hasta donde estaba.

-Le lanza una Explosión de Oscuridad a través del Glider. Explosión de Oscuridad (HM) [Nivel 9] [Requiere Afinidad a Oscuridad; Poder Mágico: 13] Crea una bola de oscuridad de tamaño medio, la cual se divide en otros 3 orbes más pequeños que explotan simultáneamente.

-Coge a Armand y trata de llevárselo lejos, además de aplicarle un Cura.
Imagen

Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
H.S Sora
22. Espectro
22. Espectro
 
Mensajes: 655
Registrado: Mar Sep 25, 2012 7:43 pm
Dinero: 3,775.22
Banco: 213,774.43
Sexo: Masculino
Karma: 3

Re: [La Cité des Cloches] El Festival de los Bufones

Notapor Nell » Lun Abr 27, 2015 12:16 am

Funcionó, y ambos volvieron a retomar la huida sin pensar demasiado en las consecuencias de sus acciones. Incluso se olvidó de la espada, puesto que no quería enrabietar más al hombre al que se le había clavado. Estaban rodeados por personas que celebraban el Festival y que no se habían enterado del atentado, por lo que les costaba atravesar la plaza.

Hana escuchó que el gentío aclamaba a alguien y vio, en primera línea, cómo el hombre deforme era aclamado y alabado por todos. Hasta que, de repente, un tomate voló hasta su cara.

—¡Viva el reeeeeeeeey!

A la primera le siguieron más. El populacho comenzó a tirar toda clase de alimentos podridos al bufón, regodeándose por su aspecto. Estaban tan emocionados por continuar con la lapidación fruteril que Hana y Zac se vieron otra vez empujados hacia delante. La aprendiza trató de empujar, sin éxito y llevándose más de una mirada severa. No podía comenzar una pelea allí en medio, si quería escapar.

¡Tenemos que salir, antes de que…!

—¡A dónde crees que vas, jorobado, la diversión acaba de comenzar!

Empezaron a maniatarle y a burlarse de él. Hana no podía culparles, pero tenía otras cosas más urgentes en las que pensar y se estaba desesperando. Dichoso espectáculo, ¡iban a pillarla por ese maldito numerito!

¡Lánzalo! ¡Si huimos no podremos llegar lejos, pero si lanzamos…!

Entendió a qué se refería cuando atisbó el guardia rubio del que estaban escapando entre la multitud, mirando a su alrededor para localizarles. Ya no llevaba el pañuelo para taparse la cara y, probablemente, la reconocería de un vistazo. Su única alternativa era camuflarse entre tantas personas, como una más.

Por ello, sin ningún tipo de remordimiento, aceptó el tomate que le ofrecía Zac y lo lanzó a Quasimodo. Repetiría el gesto las veces que hicieran falta y, cuando todo terminara y la gente se calmara, podrían retomar la huida.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

Ronda 12

Notapor Suzume Mizuno » Mié Abr 29, 2015 2:02 am

Hana


La rueda a la que habían atado a Quasimodo para hacerlo girar y girar se fue frenando lentamente. Entonces el tomate de Hana voló y lo alcanzó en pleno rostro. El joven, con el rostro arrasado por las lágrimas, sacudió su inmensa cabeza y tosió. La gente reía, era casi imposible moverse, empujaban hacia delante y gritaban. Pero al menos ya no se fijaban en Zac y en Hana.

Fue entonces cuando se hizo el silencio.

Una figura trepó hasta el patíbulo personal de Quasimodo. Hana reconocería a Esmeralda, vestida ya con sus ropas habituales. Se acercó al jorobado, que se encogió sobre sí mismo. Ella le dijo algo, que no pudieron escucharlo, y se agachó para limpiarle el rostro con su chal. Luego se incorporó, cuchillo en mano, furiosa y gritó:

¡Cómo os atrevéis a hacer daño a esta pobre criatura! ¡Dónde está el rey para hacer justicia! ¡El único bufón que hay aquí es el juez Frollo, que permite que intenten desmembrar a un inocente!—Cogió la corona de juguete y la arrojó contra el palco de Frollo.

Cuando Hana mirara en esa dirección comprobaría, con horror, que Frollo estaba en pie. Sus manos estaban empapadas en sangre, y las manchas de su rostro contrastaban con brutalidad contra su piel blanca, cenicienta. Se mantenía a duras penas recto gracias a dos soldados. Había fallado. No había conseguido matarlo, aunque parecía al borde de la muerte.

En medio del silencio, pudieron escuchar los gritos del palco de los reyes. Muchos no lo vieron, otros sí. Las sombras negras que saltaban de un lado a otro.

Frollo extendió un esquelético dedo en dirección a Esmeralda y bramó, con una voz sorprendentemente potente a pesar de que lo habían atravesado:

¡Atrapadla!

El soldado de la armadura dorada comenzó a gritar, dando órdenes, y los guardias comenzaron a salir de entre la multitud para dirigirse hacia Esmeralda. La joven masculló algo, se agachó para cortar las ataduras de Quasimodo y lo ayudó a incorporarse. Después se apresuró a contar los soldados. La gente trataba de apartarse, asustada, empujándoles de un lado a otro.

Zac cogió a Hana por la mano y la miró con ojos aterrorizados.

¡Tenemos que ayudarla! ¡Tú puedes hacerlo, ¿verdad?! ¡Fuiste la que me salvó esa vez! ¡Te vi desaparecer! ¡Eres una bruja, seguro que puedes salvar a Esmeralda! ¡Haré lo que sea, te lo juro por Dios!—suplicó, aferrándola con tanta fuerza que le hizo daño.

Zaccharie se lo pedía, pero era más fácil decirlo que hacerlo: había ocho soldados y avanzaban a toda velocidad; pronto subirían al patíbulo. La rodeaban por los cuatro lados, si bien… Los guardias que había delante de ella tenían la cara amoratada y se tambaleaban. ¿Algún golpe en medio de la avalancha de gente?

Podía intentarlo. También podía largarse corriendo. Zaccharie no la detendría. Sólo la miraba con una infinita desesperación. Y quizás la acompañara, ya que no parecía lo suficiente decidido para salir a defender a Esmeralda por su cuenta. En cualquier caso, la multitud empezaba a retroceder y a escapar, contagiada de miedo por los gritos que les llegaban desde lejos.


****
Saito


Saito intentó abarcar demasiadas cosas en unos pocos instantes. No llegó a ver si el mensaje había sido enviado, ni tampoco pudo hacer más que una llamada perdida antes de que su enemigo lo levantara en vilo.

¿Q-Quieres hablar con m-mi M-Maestro?... —tartamudeó el muchacho—. H-hay otra manera más precisa que la de arrojarme a mí o d-devorar al Cardenal...

El hombre no contestó, se limitó a mirarlo con su venenosa sonrisa, pero esperó. Así que Saito pudo tomarlo como cierto interés y continuó hablando:

D-Dejame en tierra firme y cuando me ponga en contacto con mi Maestro podrás obtener las respuestas que buscas. Si me matas a mí o a Armand, solo conseguirás enfurecerle, y dudo que quieras tener a todo Bastión Hueco encima de ti... al fin y al cabo, es del Maestro Ryota de quién estamos hablando.

Cerró los ojos y soltó una suave risa.

De modo que Ryota. Si es él, no es de extrañar que no se haya hecho nada.—Los dedos se cerraron con tanta fuerza que le cortaron la respiración—. Me gustaría enviarle un nuevo mensaje a Nanashi. No necesito ver su rostro para imaginar la expresión que pondrá cuando sepa que ha perdido a otro aprendiz a mis manos.

Y lo soltó.

Saito se precipitó hacia el vacío.

Lo peor no fue el vértigo, la sensación de la gravedad al atrapar su cuerpo o la imagen de la torre alejándose a toda velocidad. No, lo peor fue que ni siquiera pudo mover sus brazos o sus piernas en un desesperado intento por salvarse.

Entonces se quedó suspendido en el vacío. El viento rugía a su alrededor y le sacudía las ropas con tanta fiereza que casi le hacían daño. Pero lo elevaron rápidamente y lo lanzaron al camino que unía las dos torres. Rodó un poco, se chocó contra el borde de piedra, y cuando se incorporó encontró que Ryota se había plantado frente a él cargando a Armand bajo un brazo. En la otra mano llevaba un móvil.

Eres como una cucaracha, Mateus. Ya te eliminamos una vez y no sólo has vuelto, sino que revoloteas delante de nosotros para que te aplastemos de nuevo.

Esta vez no será tan sencillo, Ryota. Y tampoco será una lucha de dos contra uno. ¿O debería decir tres? —Mateus dio un suave golpe con su vara en el suelo.

¿Qué haces aquí?—El Maestro dejó a Armand en el suelo y lanzó una mirada a Saito, indicándole que cogiera al Cardenal.

Lo mismo que tú—respondió.

Los dos hombres se miraron fijamente. A pesar de que Mateus sonreía y que Ryota parecía tan dueño de sí mismo como siempre, Saito pudo percibir una hostilidad tan fuerte que casi se tornaba palpable.

Entonces la multitud comenzó a rugir, ya no de excitación o alegría, sino de pánico. Mateus retrocedió un paso.

Prefiero evitar un enfrentamiento ahora mismo. Tú tienes a dos personas a las que proteger. Y yo ya he averiguado lo que quería.

Quizás para sorpresa de Saito, Ryota no replicó. Mateus observó a Saito, que sintió como si el desconocido estuviera grabándose a fuego su imagen en la mente. Después se dio la vuelta y un manto de oscuridad lo envolvió. Acto seguido pareció fusionarse con el suelo y se arrastró a toda velocidad, hasta que lo perdieron de vista. Como hacían los Sincorazón. Ryota gimió y se apoyó contra la baranda de piedra. Sólo en ese momento se percataría el aprendiz de que estaba pálido, muy pálido, casi como si hubiera recibido una herida mortal. Pero no había ninguna a la vista.

La próxima vez que te encuentres al líder de los Villanos Finales, muchacho, corre—dijo con la voz tomada. Se pasó una mano por la frente—. Percibo Sincorazón. Están ahí abajo. Envía un mensaje a Saeko y pregúntale por su localización. Nos marchamos. Y mientras bajamos explícame todo lo que ha sucedido, sin saltarte nada.

Cogió al Cardenal y lo cargó con facilidad, aunque su rostro se deformó en una mueca de dolor por un momento. Cuando se dirigieron hacia las escaleras por las que habían venido, Saito pudo ver que Gata reposaba en las mismas, inconsciente. No parecía muy malherida. Ryota le pidió que la cargara y empezó a bajar, mientras le atendía. Sin duda, Saito tendría muchas preguntas. Y Ryota quizás se las respondiera.



****
Saeko



Se ha quedado atrás.

Entonces Saeko agarró la espada y con agilidad realizó un ataque circular. Después no tuvo más que atacar a los Sincorazón. En efecto, no consiguió eliminarlos, pero sí que retrocedieran

Decidió que merecía la pena arriesgarse.

Marie, majestad, cerrad los ojos por favor.

La princesa abrazó a Marie, extrañada, y la chica se abrazó a ella gimiendo de miedo. El rey entre tanto cayó tras el trono y el Sincorazón le arrebató la espada de un zarpazo. Todos pudieron ver la línea de sombra que Saeko dirigía contra el Sincorazón. La Neosombra quedó atrapada. Nadie se movió para eliminarla. Se limitaban a contemplar con los ojos abiertos como platos a Saeko.

De pronto, Raphaël subió al palco de dos grandes zancadas. Estaba herido, pero todavía podía moverse y con su espada rebanó las cabezas de los dos Sincorazón. Sólo a partir de ese instante el resto de guardias reaccionaron y se precipitaron contra las criaturas.

La gente comenzó a gritar.

El rey se incorporó, con el pecho cruzado por un inmenso zarpazo, y clavó una mirada furiosa en Saeko.

¡Es ella! ¡Es todo cosa suya! ¡Ha intentado matarme! ¡Matadla, matadla!

La princesa era la única que parecía mantener la sangre fría. Marie seguía aferrada a ella, con los ojos abiertos como platos y lívida, como si no pudiera creer lo que acababa de ver. De pronto Ana realizó un gesto severo en dirección a Raphaël:

¡Atrápala! ¡Ha atacado al rey! ¡Es una bruja! ¡Llévala a las mazmorras del palacio!

Acto cerró una mano en torno al brazo de Marie, quien había estado mirando anonadada a Saeko. La muchacha dio un brinco y se puso pálida, muy pálida. La princesa le susurró algo. Marie rompió a llorar, pero asintió con la cabeza y se pegó a la princesa.

La mano de Raphaël se cerró en torno a un hombro de Saeko y la empujó con violencia hacia atrás. Al principio, podía pensar que intentaba hacerle daño. Luego se daría cuenta de que había interpuesto su cuerpo entre ella y los guardias, que se debatían entre cumplir las órdenes del monarca y apresurarse a ayudarlo.

Quédate detrás o te matarán—siseó.

Quizás Saeko atisbara el matiz que había entre las órdenes de ambos hermanos. El rey quería matarla. La princesa, capturarla. ¿Estaba intentando protegerla? No podía saberlo. En cualquier caso, Raphaël intentaba alejarla de los demás guardias. La princesa se apresuró a ir a atender a su hermano y se alejó de ella, arrastrando consigo a Marie, que seguía mirando a Saeko con los ojos abiertos como platos.

¿Qué era más sensato? ¿Dejarse capturar? ¿Escapar y dejar atrás a Marie? ¿O intentar llevarse a la niña también? No sabía si podía confiar en Raphaël, por supuesto, pero al menos parecía dispuesto a interponerse entre ella y las órdenes del rey.

El problema: al menos el monarca pensaba que Saeko era una bruja. No podía tener buenas consecuencias. Aunque tenía magia y una forma de comunicarse con Ryota, quizás lo mejor fuera salir escopetada antes de que fuera demasiado tarde.

¿Qué haría Saeko?


Fecha límite: domingo 3 de mayo


Spoiler: Mostrar
Saito
VIT: 45/50
PH: 14/22


Saeko
VIT: 36/40
PH: 13

Hana
VIT: 35/42 [+2 Anillo Coraza]
PH: 10/32


Spoiler: Mostrar
¡Estamos a punto de alcanzar el final! ¡Quedan aproximadamente dos rondas! Intentad aprovecharlas al máximo si todavía queréis obtener alguna clase de información. Lamento si os parece un final anticlimático o si os hubiera gustado algo de pelea, pero planeé la trama desde un principio para que no hubiera un jefe final y se tratara más de interactuar.
Imagen

¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Suzume Mizuno
63. Komory Bat
63. Komory Bat
 
Mensajes: 1883
Registrado: Vie Mar 02, 2012 9:52 pm
Dinero: 1,462,577.72
Sexo: Femenino
Karma: 6

Re: [La Cité des Cloches] El Festival de los Bufones

Notapor Tsuna » Dom May 03, 2015 7:10 pm

Con la espada de acero sostenida por una de mis manos, conseguí presenciar por el rabillo del ojo cómo mi hechizo lograba atrapar al Sincorazón con éxito, todavía intentando mantenerme precavida y atenta con los enemigos que tenía delante de mí. Tragué saliva y se me hizo un nudo en el estómago al ver cómo el propio rey me culpaba de haber intentado asesinarle. Apreté los dientes y fruncí el ceño, impotente y débil; cansada.

Ya me había hecho a la idea de tener que escapar de allí por mi decisión, no volvería a ver a Marie y la relación que había conseguido entablar con la realeza se iría al traste por completo. Pero de no haberlo hecho estaba segura de que el monstruo se habría abalanzado sobre el hombre. No pude pensar mucho tampoco, sino que me dejé llevar. Al final lo que estaba hecho estaba hecho. Gruñí, apartándome de la princesa y de Marie, dejando caer el arma al suelo y llevando mi mano derecha al costado, donde todavía sentía cierto hormigueo y la punzada de dolor se hacía cada vez más fuerte.

Jadeé unos momentos, sabiendo que todos me tendrían que estar mirando como si fuese una bruja, una gitana, o lo que quisieran pensar. Me daba igual a aquellas alturas, porque lo había perdido todo en ese mundo. Lo poco que había conseguido. ¿Pero a cambio de qué? De salvar al rey, esa persona tan importante para Marie. Aunque estaba segura de que tampoco me hubiese importado salvarlo de no haber estado ella, por supuesto, no me habría dolido tanto mi decisión.

¿Quién…?


Había estado tan sumergida en mi propio mundo y con la vista perdida que cuando alguien me agarró del hombro, me sobresalté, alarmada. Al girarme pude ver que se trataba de Raphaël, quién seguía con vida a pesar de todo. Por los gritos entendí que el rey quería ejecutarme, mientras que la princesa intentaba capturarme. Ninguna de las dos opciones me parecía muy halagüeña, pero tenía que aferrarme a la más segura, estaba claro.

Todavía seria y con un gesto amargo en el rostro, seguí al chico pelirrojo sin mediar palabra, dedicándole una última mirada a Marie. Posiblemente no la volviese a ver más, pero al menos estaba a salvo. Ese era mi único consuelo. Asentí con la cabeza a las palabras de Raphaël y le seguí en silencio, sin oponer ninguna clase de resistencia. No sabía cómo, pero ya me las apañaría para escapar, de momento lo más importante era alejarme de allí sin despedirme siquiera. Que me relacionaran con Marie era lo peor que podía pasar.

Tragué saliva y miré a Raphaël directamente, completamente seria y con la voz algo quebrada.

Ya sabes… —y carraspeé, volviendo a hablar con mayor fuerza— Ya sabes por qué no le tengo miedo a una lanza, ¿no? —bajé la cabeza, a continuación. Quería al menos asegurarme de que a la niña no le pasara nada— Marie no tiene nada que ver conmigo, Raphaël. No le hagáis nada… por favor.

En cuanto tuviese un momento a solas con él, le pediría amablemente que me dejara marchar. Tenía que contactar con Saito, con Gata o el maestro de alguna forma. Y no estaba dispuesta a sacar el móvil delante suya, claro estaba, porque solo faltaría eso para que terminase por matarme.

>Disculpad, he de irme. Gracias por protegerme del rey, pero no era mi intención asesinarle, sino averiguar quién lo ha intentado. —e intenté retroceder

No quería seguir allí, necesitaba desaparecer cuanto antes y hablar con mis compañeros, o al menos sacar el móvil para poder comunicar con ellos. Si por el contrario Raphaël se empeñaba en agarrarme y no dejarme marchar, no sería yo la que opusiese resistencia, sino que le seguiría sin mediar palabra. A su lado al menos estaba segura, y si luchaba contra él no tendría motivos para protegerme.

Spoiler: Mostrar
No te preocupes, Suzu, a mí la trama me ha gustado mucho. Pobre Marie ;w;
Avatar de Usuario
Tsuna
57. Ferrocustodio I
57. Ferrocustodio I
The Unknowns
 
Mensajes: 1680
Registrado: Mar Ene 03, 2012 5:12 am
Dinero: 691,216.48
Banco: 0.00
Ubicación: Perdida en el océano.
Sexo: Femenino
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 17

Re: [La Cité des Cloches] El Festival de los Bufones

Notapor Nell » Dom May 03, 2015 11:09 pm

El plan funcionó y pudieron camuflarse entre la marabunta. Sin embargo, el espectáculo se vio interrumpido cuando Esmeralda subió hasta el lugar donde habían colgado al jorobado y lo defendió, enfurecida.

¡Cómo os atrevéis a hacer daño a esta pobre criatura! ¡Dónde está el rey para hacer justicia! ¡El único bufón que hay aquí es el juez Frollo, que permite que intenten desmembrar a un inocente!

Hana había evitado mirar al palco de Frollo intencionadamente, pero todas las miradas se desviaron hacia él cuando la gitana lanzó su acusación y ella hizo lo mismo. Prácticamente se le desencajó la mandíbula cuando vio al juez levantándose, malherido y vivo. ¡No, imposible! ¡Juraría haberlo matado! Cómo odiaba que aquellos a quienes creía muertos regresaran. Lo peor es que no podía hacer nada. Volver para terminar el trabajo sería un suicidio con los guardias rondando.

¡Atrapadla!

Todos los soldados se lanzaron en su persecución. Dándose cuenta, Esmeralda liberó al jorobado y se vio acorralada por los soldados. Era el momento perfecto para huir, si Zac no tuviera otros planes.

¡Tenemos que ayudarla! ¡Tú puedes hacerlo, ¿verdad?! ¡Fuiste la que me salvó esa vez! ¡Te vi desaparecer! ¡Eres una bruja, seguro que puedes salvar a Esmeralda! ¡Haré lo que sea, te lo juro por Dios!

¡Cómo me vuelvas a llamar bruja, te arranco la lengua! ―le espetó, angustiada por la tensión del momento. No soportaba esa palabra―. Olvídate de ella y vámonos. Si no aprovechamos esta oportunidad, no lo lograremos. Esmeralda se lo ha buscado ―¿A quién se le ocurría ayudar a un inválido?

Pero le necesitaba. Necesitaba que Zac le sacara de allí y él parecía tener su cabeza ocupada con Esmeralda. De nada le serviría un guía que, a medio camino, cambiara de opinión y la dejara plantada. Soltó una palabrota y le dieron ganas de seguir lanzando fruta a alguien para descargarse. Y eso mismo se le ocurrió.

Grita, Zac ―le susurró con rapidez, mientras se agachaba a por un par de tomates y un huevo podrido del suelo―. Grita que la suelten, que dejen en paz al rey y a la bailarina, lo que se te ocurra. Y tira esto ―Le pasó una de las frutas―. A ti no te reconocerán tan fácilmente como a mí si lo haces. Vamos a organizar una revuelta contra los soldados. Yo creo que vale la pena intentarlo con un público tan alterado, ¿no crees? ―Podía salir estrepitosamente mal si eran los únicos revolucionarios, porque atraerían más miradas―. Espero que tengas buena puntería.

Si Zac estaba de acuerdo, empezaría a lanzar las susodichas piezas contra los soldados. No llevaría la voz cantante, por temor a que se la reconociera, pero animaría al gitano con gritos, protestas y todo lo malsonante que se le ocurriera contra las respetuosas madres de los guardias. Quería enaltecer a la multitud, que todos se unieran a favor de la gitana, para dificultar a los hombres y que pudiera huir.

En el peor de los casos, los soldados se fijarían en ellos y volverían a ser perseguidos. Qué más daba. En ambos, Esmeralda tenía posibilidades de salvarse y Hana podría guardarse su magia para otras etapas de la huida.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

Re: Ronda 12

Notapor H.S Sora » Lun May 04, 2015 1:00 am

Una risa fue todo lo que obtuve de ese cabronazo, eso y una explicación que no entendí. ¿Acaso acusaba a mi Maestro de no hacer las cosas de manera justa?; fuese como fuese, me encontraba sin respiración mientras él hablaba de mandarle un mensaje a Nanashi. ¿Iba a dejarme libre?

Pero me soltó. Y cuando empecé a caer, supe de manera certera que iba a morir.

¿Cuántos segundos puedo tardar en llegar al suelo?

Aquel pensamiento era uno de los muchos que invadían mi mente, mientras observaba como la torre se alejaba cada vez más rápido; la gravedad me apresaba con fuerza como si quisiera evitar que escapase. Y lo peor de todo, no era capaz de mover un solo músculo de mi cuerpo en aquel momento tan crítico, quién sabe si por culpa de aquel demonio o por el propio miedo que llevaba dentro.

Iba a morir.

Al mirar al cielo, pude ver como este seguía exactamente igual a pesar de que yo estaba a punto de teñir parte de aquel Festival con mi sangre. En el fondo no era nadie importante, solo un niño que jugaba en un terreno de mayores, por lo que no era de extrañar un final así.

L-Lo siento...

Solo me decepcionaba haber mentido a Saeko y haberme mentido a mi mismo. ¿Había cambiado en algo? Yo creía firmemente que sí, pero estaba a punto de expirar por no haber sabido callarme cuando tenía que haber huido. Armand fenecería, por haberse creído mis mentiras. A fin de cuentas, todos resultarían heridos por mi culpa, pues aquel demonio seguiría matando sin compasión y todo por no haber sabido actuar como era debido.

Algo va mal, ¿no debería haber muerto ya?

Me percaté de que había dejado de caer, me encontraba suspendido en la nada; el viento parecía arroparme y sacudirme hasta el punto de que empezaba a doler. Antes de poder articular palabra, aquel viento furioso me devolvió al lugar del que me habían arrojado, escupiéndome contra el borde de piedra de aquel camino. Me incorporé, preguntándome si aquello había sido una artimaña del demonio para divertirse y hacerme pasar aún más miedo antes de acabar finalmente conmigo; pero no lo era, aquello era totalmente distinto, uno de aquellos milagros que suceden tan solo por suerte, por estar allí en el momento y lugar adecuado.

Quizá hoy no era el día.

Frente a mí, se encontraba el hombre que me había otorgado la oportunidad de intentar cambiar las cosas, que había demostrado poder superar la propia muerte: Ryota, con aquel porte que le caracterizaba, cargaba al herido Cardenal, mientras que sostenía además el móvil al que había intentado contactar en mis últimos momentos.

¿Habría recibido el mensaje y la llamada? Si estaba ahí, suponía que sí.

Eres como una cucaracha, Mateus. Ya te eliminamos una vez y no sólo has vuelto, sino que revoloteas delante de nosotros para que te aplastemos de nuevo.

¿Mateus?... Ese nombre me es familiar, ¿pero por qué?

Esta vez no será tan sencillo, Ryota. Y tampoco será una lucha de dos contra uno. ¿O debería decir tres?

¿Qué haces aquí?—Ryota dejó a Armand en el suelo mientras me miraba, y tras coger la pelota que no andaba demasiado lejos del cuerpo del Cardenal y guardarle, lo cogí tal y como había estado haciendo el Maestro.

Lo mismo que tú—dijo el demonio sin vacilar.

Ambos quedaron mirándose fijamente, y pude percibir sin problemas la hostilidad que estaba volviéndose cada vez más intensa.

Mateus Palamecia...

No podía ser él, el Mateus que yo conocía de aquel juicio en Espacio Profundo tenía un aspecto totalmente diferente al que se encontraba sonriendo frente a mi Maestro. ¿Pero era totalmente imposible que fuese él?... La Jueza había acusado a Mateus de asesinar a un miembro de Bastión Hueco, y antes de arrojarme desde aquella altitud, parloteó acerca de saber como se pondría Nanashi al ver que había matado a un segundo aprendiz... debía ser él, ¿pero como?

La batalla parecía ser inminente, incluso la gente que había en la plaza del Festival parecía consciente de ello, pues empezaron a gritar de forma casi desgarradora.

Prefiero evitar un enfrentamiento ahora mismo. —dijo mientras retrocedía— Tú tienes a dos personas a las que proteger. Y yo ya he averiguado lo que quería.

Miré a mi Maestro, el cual no dijo nada en absoluto. ¿Acaso pensaba dejarle marchar por las buenas? ¡Estábamos a un paso de saber quién controlaba a los Sincorazón de aquel mundo! Pero por algún extraño motivo, dejó marchar a Mateus, el cual no dudó en quedarse observando mi rostro, como si no quisiese olvidarse de mí.

Querrá intentar acabar el trabajo...

Finalmente dio media vuelta y desapareció de una manera similar a como lo hacían los Sincorazón. Aquello sumado al hecho de que había querido “probar” el corazón de Armand me causaba una inconmensurable repulsión hacia él. ¿Qué era ese tío?

Fue en aquel momento cuando me alarmé al ver como mi Maestro tras emitir un sonido como el que había hecho Armand, se apoyaba contra aquella dura piedra. Me acerqué lo más rápido que pude mientras seguía cargando al eclesiástico conmigo; hasta aquel momento, no me había dado cuenta de lo blanco que estaba Ryota... verlo con aquel puesto, me recordaba a cuando le había visto casi morir a manos de los traidores de Tierra de Partida.

La próxima vez que te encuentres al líder de los Villanos Finales, muchacho, corre—La voz del Maestro era apenas audible, mientras se pasaba una mano por la frente—. Percibo Sincorazón. Están ahí abajo. Envía un mensaje a Saeko y pregúntale por su localización. Nos marchamos. Y mientras bajamos explícame todo lo que ha sucedido, sin saltarte nada.

Asentí y saqué el móvil cuando Ryota cogió a Armand — pude ver como mi Maestro se dolía durante un breve instante por aquel esfuerzo pero se recompuso rápidamente —, y mientras seguía al Maestro hacia las escaleras le escribiría un mensaje a Saeko que rezaba así:

Para Saeko:

Me he reunido con el Maestro Ryota y ha comunicado que nos marcharemos ya de este mundo, infórmame de tu localización para que podamos ir a buscarte cuanto antes.


Maestro, no sé si Saeko responderá... ya le he mandado antes un mensaje y no me ha respondido, quizá se encuentre aún en el Festival.

Cuando llegamos a las escaleras me encontré con que mi otra compañera se hallaba inconsciente en las escaleras, y tras una indicación del Maestro Ryota no dudé en cargarle conmigo; la diferencia de peso entre Armand y ella se me hacía abismal, pues esta última era mucho más fácil de llevar que mi amigo el cardenal.

Cuando empezamos a bajar, tomé aire y empecé a relatarle los acontecimientos a Ryota. Quizá el principio no le interesaría, pero como mínimo merecía que alguien escuchase todo lo bueno y lo malo que me había pasado en aquel día — concretando lo malo.

Bien Maestro, tras su partida me dirigí a la tienda de ropa más cercana y conseguí adueñarme de una capa que ocultaba un poco mi estrafalaria vestimenta. Investigando un poco el lugar donde me encontraba, conocí a un capitán de la guardia llamado Febo y por intentar salvar a una desconocida gitana de ojos verdes de un guardia, acabé llegando a la Plaza donde se celebraba el Festival. Todo iba bien y planeaba quedarme vigilando por si se daba la aparición de los Sincorazón, pero entonces lo noté.

Tomé aire unos segundos, conmocionado aún en parte por todo lo que había vivido y en parte por el cansancio que me suponía saber que me había ganado un nuevo enemigo muy peligroso, más que cualquiera que hubiese tenido hasta la fecha.

Entre la multitud estaba él —por un segundo no sabía como llamarle— al que usted ha llamado Mateus, pero que yo no recordaba así... el caso, es que se dirigió a la Catedral, y yo lo seguí, pensando que podría estar relacionado con todo el asunto de los Sincorazón en este mundo. Dentro de la Catedral le perdí la pista, pero encontré a este Cardenal llamado Armand y a un compañero suyo: estos me ayudaron a buscarle y lo encontré en el sitio en el que me ha salvado. Invocó a una Neosombra y nos atacó al Cardenal y a mí, además de intentar jugar con la voluntad del eclesiástico diciéndole que yo era el verdadero responsable de todo debido a que tuve que usar magia para defenderle. Pero logré que Armand se pusiera de mi parte, y por un instante llegué a pensar que nos daría respuestas, ya que parecía querer un intercambio de información y a cambio nos diría quién era el responsable de todo lo sucedido. Entonces, pareció agitarse de repente y querer marchar, pero Armand y yo nos opusimos. Y entonces...

Estuve unos instantes tratando de pensar en las palabras exactas que había usado Mateus, el Demonio.

>>Él me preguntó que por qué dejabais a Maléfica viajar a sus anchas por los mundos y dijo que cuando quisiésemos actuar sería demasiado tarde y ella ya habría tejido su red... dicho esto, atravesó a Armand con un rayo y a mí me intentó tirar al vacío sin yo poder hacer nada más que aprovecharme de un descuido para comunicarme con usted, Maestro Ryota. De no ser por usted, yo no estaría relatándole estos hechos... muchas gracias por lo que ha hecho.

Estaría un momento callado, esperando por si el Maestro quería realizar alguna pregunta o inciso en toda la historia que le acababa de contar. De lo contrario, había llegado mi merecido momento de hacer preguntas, las cuales esperaba de verdad que mi Maestro me respondiese.

Maestro me gustaría hacerle algunas preguntas, si no es molestia... —esperaría a que me diese alguna señal afirmativa, y entonces empezaría mi turno— ¿Qué es exactamente Mateus Palamecia? Solo sé que es el líder de los Villanos Finales, pero desde la última vez que le vi ha cambiado mucho, además su comportamiento y ganas de devorar corazones, me ha recordado a un Sincorazón... —esperaría su respuesta, y luego volvería a la carga— ¿Por qué parecía tan asustado por Maléfica? ¿Tan peligrosa es? Según tengo entendido nosotros tenemos una especie de trato de “alianza” con ella actualmente.

Esperaría su respuesta y asentiría, y entonces formularía las tres últimas preguntas que esperaba que mi Maestro respondiese de buen agrado.

¿Sabe qué era lo que buscaba Mateus aquí? Según él apenas tenía interés por este mundo... —esperaría su respuesta y finalmente le diría— Maestro Ryota, ¿ha llegado a alguna conclusión acerca de la persona que controla a los Sincorazón en este mundo?

Esperaría, paciente, mientras seguíamos descendiendo por aquel tramo de escaleras tan profundo. Una vez hubiésemos llegado al final, le pediría un último favor al Maestro que aquel día ya me había salvado la vida.

>>¿Podríamos curar al Cardenal Armand antes de irnos? Yo mismo lo haré, pero es que me siento responsable de que haya acabado así...

Si el Maestro me daba permiso, utilizaría entonces dos Cura sobre Armand, con tal de lograr salvar al cardenal que había decidido confiar en un mentiroso.

Spoiler: Mostrar
A mi la trama también me ha encantado, ha sido una trama llena de elementos y posibilidades de interacción muy amplias. Creo que en estas rondas aún quedan algunos secretos/misterios que desvelar, así que todavia no me voy a aventurar a hacer un comentario global :3 Mucha suerte a todas~~
Imagen

Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
H.S Sora
22. Espectro
22. Espectro
 
Mensajes: 655
Registrado: Mar Sep 25, 2012 7:43 pm
Dinero: 3,775.22
Banco: 213,774.43
Sexo: Masculino
Karma: 3

Ronda 13

Notapor Suzume Mizuno » Mié May 06, 2015 2:59 am

Hana


¡Cómo me vuelvas a llamar bruja, te arranco la lengua!—Zac se quedó tan sorprendido por su reacción que no consiguió darle una contestación contundente—. Olvídate de ella y vámonos. Si no aprovechamos esta oportunidad, no lo lograremos. Esmeralda se lo ha buscado.

¡¿Qué?! —rugió el joven.

Hana, sin embargo, no lo abandonó. En su lugar le susurró, mientras recogía unos tomates:

Grita, Zac.Grita que la suelten, que dejen en paz al rey y a la bailarina, lo que se te ocurra. Y tira esto ―Cogió el tomate con expresión de extrañeza―. A ti no te reconocerán tan fácilmente como a mí si lo haces. Vamos a organizar una revuelta contra los soldados. Yo creo que vale la pena intentarlo con un público tan alterado, ¿no crees? ―Tras un instante de titubeo, Zac pareció recobrar la confianza y sonrió―. Espero que tengas buena puntería.

Mejor que la tuya, seguro.—Dicho esto cogió impulso y el tomate salió disparado, al mismo tiempo que gritaba—: ¡¡Abajo la guardia!!

El tomate dio de lleno en la cara del soldado de la armadura dorada. Nadie pareció reaccionar, excepto el hombre, que buscó a su alrededor con una mirada asesina. Entonces Hana comenzó a gritar y Zac, con puntería impecable, lanzó otra fruta que esta vez dio contra la nuca del soldado más cercano. Acto seguido, igual que había hecho Hana con él, le puso los restos de una masa indistinguible a un hombre en las manos. Cuando este se dio cuenta de que los guardias se fijaban en él, quizás por miedo, arrojó la fruta.

Y se desató el caos.

Volaron frutas y en cuanto se acabaron también lo hicieron los zapatos, los pañuelos, los vasos de madera, las copas y todo lo que la gente encontrara a mano. Los soldados fueron casi arrasados por la multitud y, de paso, Hana y Zac se llevaron un buen número de empujones. Cuando estuvieron a punto de pisotear a Hana, Zaccharie la levantó por un brazo y, de pronto, Esmeralda ya no estaba al lado de Quasimodo.

El plan de Hana había sido todo un éxito.

*


No dejaron de correr a pesar de dejar atrás la zona más concurrida de la ciudad. Allí Zac se metió en un callejón, se asomó para comprobar que nadie les perseguía, y se apoyó contra el muro soltando una risotada.

¡Eso sí que ha estado bien! Joder, no todos los días ves cómo les dan la tunda que se merecen a esos capullos.—Se pasó las manos por el pelo y exhaló un largo suspiro. Luego, mientras la adrenalina se iba calmando, el chico se relajó y la miró con seriedad—. Lamento todo esto. Después de todo lo que te has esforzado y…—Entrecerró los ojos—. Sólo queda rezar porque muera desangrado. Si no…—No llegó a terminar la frase, aunque tampoco hacía falta. En caso de que Frollo sobreviviera, París podía prepararse. Zac suspiró y luego se acercó a Hana—.Y perdona por llamarte «eso», pero… Fuiste tú, ¿verdad? Estoy seguro de que es la segunda vez que me salvas. Gracias—dijo, sonriendo de medio lado, sin importarle si Hana respondía que estaba equivocado—. Estoy en deuda contigo y no pienso olvidarlo. La Corte de los Milagros siempre estará abierta para ti cuando la necesites. Y, ¡joder, no em había fijado! Tus manos.—La cogió por las muñecas para verle las palmas quemadas por aquel fuego verde. Zac sacó un par de pañuelos de su cinturón y se las vendó con rapidez—.¿Tienes un lugar donde te las puedan atender?—Mientras Hana respondía, Zac dijo—: ¿Quién eres, Hana? En realidad, quiero decir. ¿Por qué intentaste matar a Frollo, por qué te arriesgaste tanto?

Se quedó mirándola en silencio, esperando una respuesta.

****
Saito



Maestro, no sé si Saeko responderá... ya le he mandado antes un mensaje y no me ha respondido, quizá se encuentre aún en el Festival.

Ryota asintió y escuchó el resumen de las aventuras del joven sin interrumpirle ni alterar el gesto… Excepto cuando comenzó a explicarle lo sucedido con el Cardenal. Se detuvo en mitad de la escalera y se volvió hacia él para clavarle la mirada.

¿Hiciste magia delante de este hombre? —preguntó, arrastrando las palabras. Cuando Saito respondiera dejaría escapar un ligero resoplido.

Maestro me gustaría hacerle algunas preguntas, si no es molestia....—Ryota asintió, aunque parecía sumido en sus propios pensamientos— ¿Qué es exactamente Mateus Palamecia? Solo sé que es el líder de los Villanos Finales, pero desde la última vez que le vi ha cambiado mucho, además su comportamiento y ganas de devorar corazones, me ha recordado a un Sincorazón...

Eso es porque se trata de un Sincorazón. Ahora mismo existen dos Mateus, ya que no era suficiente con tener uno. Un Sincorazón… Y un Incorpóreo. Y ambos lideran a los Villanos Finales-
¿Por qué parecía tan asustado por Maléfica? ¿Tan peligrosa es? Según tengo entendido nosotros tenemos una especie de trato de “alianza” con ella actualmente.

¿Cómo no temer a un hada con sus poderes? Además, fue su Maestra. Es natural que tema que le de problemas, ahora que están en bandos diferentes.—Puede que Saito se percatara de que Ryota parecía haber ignorado por completo su referencia a la «alianza» con Maléfica.

¿Sabe qué era lo que buscaba Mateus aquí? Según él apenas tenía interés por este mundo...

Ryota se quedó callado un momento.

No creo que te convenga saberlo, muchacho. No todavía. Pero me imagino qué es. Algo relacionado con el fuego.

Maestro Ryota, ¿ha llegado a alguna conclusión acerca de la persona que controla a los Sincorazón en este mundo?

Ryota le dirigió una sonrisa divertida.

He estado ocupado. Y se suponía que ese era vuestro trabajo. Tendremos que esperar a Saeko y a que Gata despierte para comprobar si pueden darnos alguna información útil.

¿Podríamos curar al Cardenal Armand antes de irnos? Yo mismo lo haré, pero es que me siento responsable de que haya acabado así...

Adelante.

Una vez Saito hubo efectuado el Cura sobre el Cardenal, este comenzó a removerse, si bien no llegó a despertarse. Ryota terminó por sanar al hombre y después se asomó por la puerta. Una vez comprobó que el camino estaba despejado, dejó al Cardenal apoyado contra la pared. Lo miró durante unos segundos, como planteándose qué hacer con él, y después meneó la cabeza. Hizo un gesto a Saito para que le siguiera.

*


El exterior estaba sumido en el caos. La gente corría y gritaba, a pesar de que no parecía haber ningún peligro a la vista. Los soldados, con todo, no les prestaron atención y pudieron marcharse sin problemas. En todo caso, a Saito le parecería ver que un anciano con una pipa entraba, renqueante, en la catedral. Por lo demás no había demasiada gente cerca.

Ryota se alejó del centro de la ciudad, hasta encontrar una posada, donde alquiló una habitación algo sucia —a la cama se le salía la paja— donde pudieron dejar descansando a Gata.

¿Saeko te ha respondido?—inquirió Ryota, sentándose con un resoplido en un taburete. Estaba pálido y parecía cansado—.Ahora, Saito, quiero que queden un par de cosas claras. No voy a juzgarte por lo que has hecho, asumo que se trataba de una situación desesperada. Sin embargo, espero uqe comoprendas lo que significa hacer magia delante de una persona normal… En este mundo en concreto.—Respiró hondo—. [b]Me alegra que antepusieras tu propia seguridad a la de una víctima. Ha sido una actitud muy digna.—Esbozó una ligera sonrisa. Sacó el móvil y envió un mensaje a Saeko—. Aprovecha para descansar, tenemos una hora antes de marcharnos. Ha sido más productivo de lo que esperaba.

****
Saeko



Raphaël asintió al escuchar las palabras de Saeko, sin embargo, no la dejó marchar. Es más, las cosas se sucedieron muy rápido. Mientras el rey no dejaba de gritar, Raphaël se la llevó a toda velocidad, con una espada al cuello, exclamando que no se acercaran al resto de los guardias.

Fue un camino muy largo hasta el palacio.

*


Saeko no vio mucho del palacio. Su exterior era robusto, con varias torres y una inmensa puerta de entrada. A ella, sin embargo, la llevaron por otro camino que en seguida se metió bajo tierra. Y, cuando quiso darse cuenta, estaba encerrada en una celda. O lo más parecido que podía imaginar a una celda, ya que tenía una cama bastante aceptable, una jofaina con agua para que pudiera limpiarse. Sólo se echaban en falta las ventanas y que la puerta estaba cerrada a cal y canto. Por mucho que intentara abrirla, no cedería… A menos que usara la Llave Espada, claro. Sin embargo, podía escuchar a dos soldados que aguardaban fuera.

De todas formas, no tuvo mucho tiempo para relajarse. Aparte de los mensajes de Saito, recibió uno de Ryota, que le indicaba que la estarían esperando en la puerta sur dentro de una hora y media.

Entonces escuchó que se acercaban unos pasos. Después una voz femenina, acostumbrada a mandar, despidió a los guardias.

La princesa en persona, acompañada por Raphaël, entraron en la celda. Tras un instante, Ana sonrió e inclinó la cabeza.

Os agradezco que nos protegierais. Raphaël me lo ha contado todo. No sé si te uniste a nosotros por algún motivo concreto o no, pero tienes mi gratitud.—La princesa se sentó en una silla frente a Saeko—. Por ese motivo fingiremos vuestra ejecución. Es la única forma de aplacar a mi hermano. Sin embargo, antes me gustaría preguntaros unas cosas. Comprenderéis que necesitamos saber, ¿verdad? Estos demonios asolan la ciudad desde hace ya más de un año. Nunca antes habían dañado a un rey. Rogamos por respuestas más que nunca, pues ahora temo que sacrificamos inocentes en su momento. ¿O puede que no?—Clavó la mirada en Saeko. Esta, si lo pensaba, quizás comprendiera que la princesa asumía un gran riesgo. Para ellos era una bruja salida de la nada. Y había ido sola a hablar con ella, jugándose la vida desde su punto de vista. No parecía alguien que mintiera o quisiera hacerle daño—. Decidme, por favor, ¿qué es lo que sabéis de esas criaturas? ¿Hay algún modo de vencerlas o… detenerlas?

La princesa posó una mano sobre la otra y aguardó la respuesta de Saeko.

Raphaël se mantenía firme tras la princesa. Entonces sonrió a la muchacha y dijo:

Tu amiga está a salvo. Le daba miedo venir al palacio, así que dejamos que se marchara. Cuando salgas podrás ir a buscarla.

Eso decía, pero Saeko no tenía ni idea de dónde vivía Marie, así que no podría despedirse. La chica se había quedado mirándola, asustada, mientras se la llevaban, a punto de romper a llorar. Por lo meno no había odio o rechazo en sus ojos, por lo que la joven podía recordar. Sólo trauma. ¿Qué debía pensar una persona normal, supersticiosa, al saber que hbaía estado paseando con una «bruja»? Quizás, si volvía a verla, pudiera averiguarlo.

Antes debía decidir si proporcionar o no información a la princesa. Y, si hacía las preguntas correctas, puede que averiguara algo para llevar a Ryota.

Cuando terminara de hablar, la princesa suspiraría.

¿Qué hemos hecho para merecer esto? Ahora con el rey y el juez Frollo heridos, no tendremos otro remedio que incrementar la seguridad… Y las culpas volverán a recaer en los gitanos, por mucho que crea que no son ellos.—Hundió los hombros, aunque se recompuso con rapidez—. Una pregunta más. ¿Hay más gente como tú en París? Por favor, sé sincera. Si tenemos enemigos, he de saberlo para proteger a mi pueblo, ya que no sabemos si todos tienen buenas intenciones como vos. —Una vez hubiera respondido, la princesa asentiría, se incorporaría y le tomaría una mano—.Muchas gracias por salvar la vida de mi hermano. Puede que él no lo aprecie, pero yo sí. Ahora sois libre.

Raphaël le abrió la puerta para que pudiera marcharse. Antes de que traspasara el umbral, sin embargo, la tomó por un hombro y le susurró:

También quería daros las gracias por proteger a la princesa. No lo olvidaré.—Le dedicó una sonrisa.

Saeko podía marcharse, por fin, e ir en busca de su Maestro. Un carcelero la guiaría hasta el exterior y, como le habían prometido, no tendría problemas para ir a donde quisiera.

El sol estaba a punto de ponerse.

Fecha límite domingo 10 de mayo


Spoiler: Mostrar
¡Última ronda! Aprovechad para hacer todas las preguntas que queráis.
Imagen

¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Suzume Mizuno
63. Komory Bat
63. Komory Bat
 
Mensajes: 1883
Registrado: Vie Mar 02, 2012 9:52 pm
Dinero: 1,462,577.72
Sexo: Femenino
Karma: 6

Re: [La Cité des Cloches] El Festival de los Bufones

Notapor Tsuna » Dom May 10, 2015 6:07 pm

No tuve más opción que resignarme. Raphaël no me dejó marchar, al contrario, me apuntó con su espada y me llevó por las calles ignorando mis palabras, cosa que me irritaba hasta cierto punto. Esperaba que me ignorase en lo referente al rey, pero quería al menos tener una respuesta sobre Marie; una confirmación que me aliviase por dentro.

****


Encerrada en una celda, así había terminado. No había tardado en sentarme sobre la cama, y ni siquiera se me había pasado por la cabeza investigar la habitación antes, ni me molesté. No había tenido otro remedio que ir junto a Raphaël para evitar más enfrentamientos. Si no recordaba mal la princesa quería tenerme atrapada y bajo vigilancia, mientras que el rey sí quería acabar conmigo. Era evidente lo que me convenía, pero también temía lo que pudiesen pensar los maestros o mis compañeros.

No me hacía ninguna gracia que Gata me viera allí, encerrada.

Es lo último que me faltaba.


Lo último que me faltaba era tener a esa malcriada mofándose de mi desgracia. Exhalé un suspiro, amargada, y con mis pies sobre la cama me atreví a sacar el móvil de la bolsa, dispuesta a ver si tenía noticias sobre el maestro, o alguien más. No estaba muy equivocada.

Para Saeko:

Estaba en la Plaza del Festival cuando ha aparecido alguien sospechoso que podría ser el que se está encargando de invocar a los Sincorazón y controlarlos, no estoy seguro. Sea como sea, no puedo dejarle escapar — quizá trate de hacer algo ahora que el rey se encuentra también aquí.

Volveré en cuanto pueda, tratad de tener cuidado en el Festival por si pasase algo.


Solté una pequeña risa irónica al leer su advertencia, ahora que ya era demasiado tarde. Agradecí que Saito se hubiese preocupado por mí, pero su mensaje me parecía de lo más intrigante… Según él, había encontrado a alguien lo suficientemente sospechoso como para culparlo de la aparición de los Sincorazón. Si repasaba todos los detalles que nos entregó la maestra antes de partir, estaba claro que los monstruos de oscuridad habían estado ausentes durante muchísimo tiempo, y todo, para volver a aparecer hoy, precisamente intentando atacar al rey.

Me di cuenta de que le estaba dando vueltas a lo mismo, pero yo misma, que estuve junto al rey y la princesa, no había visto a nadie de esas características, ni siquiera a Saito. Por otra parte, al volver a la bandeja entrada, conseguí ver otro mensaje arriba, también suyo. Curiosa y con una pizca de emoción en el pecho, presioné sobre él.

Re: Para Saeko/Ryota:

Estaba en la Plaza del Festival cuando ha aparecido alguien sospechoso que podría ser el que se está encargando de invocar a los Sincorazón y controlarlos, no estoy seguro. Sea como sea, no puedo dejarle escapar — quizá trate de hacer algo ahora que el rey se encuentra también aquí.

Volveré en cuanto pueda, tratad de tener cuidado en el Festival por si pasase algo.

PD: Catedral de la Plaza del Festival. SOS. SOS. SOS.


Arqueé una ceja, sorprendida porque fuese el mismo mensaje excepto… por la última línea, y que esta vez también se lo enviaba al maestro. Inevitablemente me preocupé por él, a saber si seguiría con vida o qué, porque no me había vuelto a enviar nada más. Pero si era cierto que había estado tras ese alguien sospechoso…

Y recibí nuevamente otro mensaje del maestro. Salí del mensaje de Saito sobresaltada y presioné sobre el nuevo, preocupada por lo que tuviese que decir Ryota sobre todo esto. Según lo que pude leer se encontraban ya todos preparados para marcharse y me estarían esperando dentro de una hora y media en la puerta sur. Si no me fallaba la memoria era donde nos habíamos separado al empezar la búsqueda.

Suspiré aliviada y consciente de que estaban todos bien, pero yo no sabía cuánto tiempo iba a estar interna en esa celda, puede que horas, días o incluso semanas. En ese caso los maestros me darían por perdida, como había sucedido en mi misión a Londres con Ragun, en la que terminé encerrada en el estómago de una enorme ballena durante a saber cuánto tiempo. No quería recordar la experiencia, y tampoco revelarle a mis compañeros que estaba apresada como una vulgar criminal; sencillamente me negaba a hacerlo. Mi imagen ante Gata quedaría por los suelos.

Guardé el móvil, con la vista perdida en las paredes y los pocos muebles que pude encontrar, escuchando de fondo el eco de una voces, y saqué el brazalete que le había comprado a Nikolai. Fruncí el ceño, preocupada otra vez. ¿Qué iría a pensar si no volvía a Bastión Hueco? No quería imaginarlo.

De pronto la puerta de la celda se abrió de par en par, provocándome un ligero respingo y obligándome a ponerme recta, asustada por lo que estuviesen dispuestos a hacerme. Eran la princesa y Raphaël, ambos. Estaba claro que no querían dejarme marchar sin respuestas. Tragué saliva, todavía tensa a pesar de los modales de la mujer.

Fue simple casualidad. —respondí, tajante, cuando se planteó mis razones para unirme a ellos. Que yo recordase, había sido todo por Marie…

Seguí con la vista a la princesa, escuchando atenta a lo que decía. Abrí los ojos de par en par cuando mencionó que se iba a fingir mi ejecución, demostrando que estaban dispuestos a matar a una inocente. ¿Y yo misma estaba de acuerdo con eso? Sinceramente lo estaba, no me cabía duda en mi corazón. Mientras yo pudiera seguir viva, que así fuese…

En cuanto acabó de hablar relajé los hombros, todavía tensa, y dediqué unos momentos a serenarme. Me senté sobre la cama, guardando el brazalete en la bolsa y meditando la respuesta. Qué sabía yo sobre los Sincorazón.

Me mantuve en silencio un tiempo, pensando si sería buena idea o no revelar tanta información, aunque tenía la sensación de que la princesa utilizaría mis conocimientos para el bien de París. Con eso en mente, respondí lo que consideré correcto.

No, no hay manera de vencerlas —empecé a relatar, pensando cómo explicarme e intentando ponerme en su punto de vista—. A menos que utilices magia o hechicería, como yo misma he hecho —quedé en silencio unos instantes y, comprendiendo que no estaba ayudando demasiado, decidí concretar más—. Nosotros los llamamos Sincorazón. Son monstruos, o demonios, que no piensan, simplemente buscan presas. Pero sí pueden ser controlados por personas. En una ocasión conocí a un visir que… bueno, los utilizó. Destruyó su palacio y mató a sus súbditos —evidentemente me refería a Yafar, cuyo rostro todavía recordaba con claridad. Tragué saliva impactada por los recuerdos, sin saber si continuar o no, pero al ver sus caras anhelantes de respuestas me animé a hacerlo—. Mi misión en París, como ya le he dicho a Raphaël, era averiguar si había alguien detrás de ellos. Y dado su comportamiento, está claro que hay un culpable…

Hice una pausa, con la cabeza gacha.

>Pensaba que eran los gitanos, pero no estoy segura. No he sacado nada en claro.

Y tras haberme saltado todas las normas de la Orden, quedé en mi posición con una mueca de amargura en la cara. Confiaba en que mis palabras ayudasen a los ciudadanos de París, o al menos a que la princesa tomase las medidas que creyese pertinentes. Pero la idea de estar revelando tanto me asolaba por dentro. Más bien el hecho de estar rompiendo las normas que otra cosa.

Me mantuve apartada de la conversación, aun sin dejar de escuchar, sentada sobre la cama. No supe qué pensar sobre los pensamientos de la princesa, era lo que ella consideraba correcto y no quería involucrarme más. Pero algo estaba claro: ella creía que los gitanos no tenían nada que ver. Entre eso y el informe de Saito, empezaba a pensar que el culpable se trataba de alguien en concreto, ajeno a Esmeralda o Marie.

Sí, los hay —tenía en mis manos la posibilidad de culpar a Tierra de Partida, pero no había forma de que nos distinguieran. Pese a todo, sí me acordaba bien de Andrei Saavedra, o de los famosos Villanos Finales con los que todavía no había tenido el placer de verme las caras—. Y no todos tienen buenas intenciones, está en lo cierto.

Sentí entonces el frío tacto de la princesa en una de mis manos y alcé la vista, atónita porque hubiese decidido liberarme. Me había esperado auténticas torturas tras ver cómo eran los soldados de la ciudad, pero no aquello. Asentí sin pensarlo dos veces y escapé, porque esa era la mejor palabra para definir aquello: escapar. Pero alcanzar mi tan ansiada libertad no iba a ser fácil, claro que no. Raphaël me agarró del hombro otra vez, molestándome aquel gesto que empezaba a hacerse costumbre en él, y me dio las gracias.

Suspiré, abatida tras haber roto las normas de los maestros, y les miré a ambos. Lo único que podía hacer era desearles suerte. Quedaba en nuestras manos encontrar al culpable.

Os deseo mucha suerte a partir de aquí. Adiós.

Y marché, guiada por el carcelero hasta las calles. Una vez allí la brisa del crepúsculo me acarició el rostro, mientras caminaba a mi ritmo por la ciudad. Tenía todavía una hora para llegar al sur de París, así que no me corría prisa de momento. Aproveché durante el camino para ver cómo vivía la gente de ese mundo de primera mano: cómo entraban en sus casas, iban de un lado a otro apurados para terminar lo que tuviesen que terminar antes de que cayera la noche, o seguían haciendo guardia por ahí.

Tampoco quería dejar pasar la ocasión y busqué con la mirada, de forma discreta, a Marie. No tenía ni idea de dónde vivía y en una ciudad tan grande sería imposible encontrarla, pero tampoco quería dejar pasar la ocasión. Pasear con la niña por la ciudad me había recordado a mi infancia en Ciudad de Paso, a mis días en los que iba acompañada de mi hermana pequeña. En caso de verla haría el amago de acercarme a ella sonriente para despedirme, pero si no, simplemente seguiría mi camino hasta donde había indicado el maestro Ryota.

En caso de que el hombre, o Saito o Gata, me preguntasen sobre mi experiencia en París, simplemente omitiría todo lo que había pasado en la celda.

Siento no haber respondido antes, estaba en el Festival y me atacaron unos Sincorazón. No hay nada más que contar.

Me temblaban las piernas con solo imaginar a los maestros dándose cuenta de lo que le había dicho a la princesa y a Raphaël. Pero estaba segura de que mi ayuda les vendría bien, tan perdidos como estaban. De alguna forma, sentía como si yo misma estuviese luchando contra el culpable.

Seguiría al maestro y a mis compañeros hasta Bastión Hueco si no sucedía ningún imprevisto, y contemplaría las últimas luces de París desde el cielo, con la cabeza llena de nuevos recuerdos.
Avatar de Usuario
Tsuna
57. Ferrocustodio I
57. Ferrocustodio I
The Unknowns
 
Mensajes: 1680
Registrado: Mar Ene 03, 2012 5:12 am
Dinero: 691,216.48
Banco: 0.00
Ubicación: Perdida en el océano.
Sexo: Femenino
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 17

Re: [La Cité des Cloches] El Festival de los Bufones

Notapor Nell » Lun May 11, 2015 1:24 am

Al principio, temió que los guardias actuaran con más rapidez que el populacho y que los apresaran antes de que enardecieran a la masa. Sin embargo, como ya llevaban el calentón de antes, fue coser y cantar. Hana enseguida desestimó los pensamientos entorno a cuántos heridos o muertos podrían salir de esa revuelta. Lo único que importaba es que había salvado a Esmeralda, al monstruo, a Zac y a sí misma.

De hecho, escondida en un callejón con Zac y aparentemente a salvo, suspiró y se sintió muy orgullosa de todo lo que había conseguido a lo largo del día.

¡Eso sí que ha estado bien! Joder, no todos los días ves cómo les dan la tunda que se merecen a esos capullos. Lamento todo esto. Después de todo lo que te has esforzado y…—Hana hizo un gesto, para quitarle importancia. Al fin y al cabo, era ella quien había tomado la decisión—. Sólo queda rezar porque muera desangrado. Si no…

Tiene que ser un auténtico demonio para sobrevivir a eso ―Ni siquiera pensó en la posibilidad de que Frollo no muriera. Allí la medicina era aún arcaica, como en su mundo.

Y perdona por llamarte «eso», pero… Fuiste tú, ¿verdad? Estoy seguro de que es la segunda vez que me salvas. Gracias.

Eh… ―No tenía ni idea de que se hubieran encontrado alguna vez antes―. Mira, no sé de qué me estás hablando. Pero no soy una bruja. Sé hacer trucos y poco más, ¿vale? ―Sabía que Zac era de fiar, pero no iba a darle pie a que dispersara rumores sobre magia en un mundo como aquel, de tan fácil hoguera.

Estoy en deuda contigo y no pienso olvidarlo. La Corte de los Milagros siempre estará abierta para ti cuando la necesites. Y, ¡joder, no me había fijado! Tus manos.—Hana tampoco se había dado cuenta, porque el fuego había aparecido de la nada y le había pillado desprevenida. ¿Qué había pasado? Sin embargo, era la menor de sus preocupaciones—.¿Tienes un lugar donde te las puedan atender?

No es para tanto ―Retiró las manos y se las puso a la espalda, mientras usaba la magia curativa (aún le quedaba suficiente) en ella. A continuación, con prepotencia, se las enseñó a Zac―. ¿Ves? Un truquito de nada. Por cierto, ¿qué es eso de la Corte de los Milagros?

¿Quién eres, Hana? En realidad, quiero decir. ¿Por qué intentaste matar a Frollo, por qué te arriesgaste tanto?

Ya te lo dije. Tenía una deuda pendiente con ese juez y he conseguido saldarla, gracias también a ti. Considérame una amiga de los gitanos.

Había llegado la hora de despedirse de Zac. Le diría que la sacase de París, para poder despegar con el glider, y cada uno se iría por su cuenta. Hana esperaba que el gitano supiera esquivar a los guardias durante los próximos días o se marchase algún tiempo para que lo sucedido no repercutiera en su vida. Desde luego, con el tiempo, iba a ser una mejora para todos que Frollo se esfumara.

El Festival había acabado, para bien o para mal, y tenía que ir a reportarle a Lyn lo sucedido. Aunque, pensándolo mejor, se suponía que había acudido para vigilar que los sincorazón no hicieran de las suyas, ¿verdad? Y no había aparecido ni uno solo. Le diría a Lyn que todo había ido bien y, por supuesto, se callaría esa minucia sobre el atentado al juez Frollo. Seguro que iba contra alguna regla estúpida o algo así y no quería ganarse una bronca.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Awards 2010-2011, 2012, 2013, 2014 y 2015
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
ImagenImagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

¡Gracias a todos los que votasteis!
Avatar de Usuario
Nell
161. Kairixula
161. Kairixula
The Unknowns
 
Mensajes: 6373
Registrado: Jue Dic 17, 2009 10:18 pm
Dinero: 19.43
Banco: 48,402.75
Ubicación: Intentando desengancharme de la Lotería ;_;
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 65

Re: Ronda 13

Notapor H.S Sora » Lun May 11, 2015 11:18 pm

Tal y como pensaba, a pesar de que había intentado que el hecho de utilizar magia delante del Cardenal quedase en un plano secundario, el Maestro Ryota se percató de manera inmediata de ello y no dudó en preguntar por aquel turbio asunto.

¿Hiciste magia delante de este hombre? —incluso se detuvo a medio camino para formular la cuestión, clavándome la mirada y esperando aquella respuesta. Solo esperaba que la bronca no fuese a ser demasiado grande.

S-Si Maestro... No tuve remedio —señalé al Cardenal— ,si no lo hubiese hecho probablemente ya estaría muerto y no podía dejarle morir por mi culpa.

Esperaba una gran reprimenda por su parte, pero se limitó a suspirar, como si a aquellas alturas solo estuviese deseando irse de una vez por todas.

Una vez formuladas las preguntas que le había hecho, miré discretamente mi teléfono para ver si Saeko había respondido a alguno de mis mensajes: no había nada. ¿Acaso le habría pasado algo?... Si era así, ¿por qué no había acudido a nosotros?...

No, debe de estar bien. Solo se habrá despistado.

¿Sería aquello verdad? ¿Estaría tan anonadada con el Festival que no habría prestado atención a nada más? Pero si lo que Ryota decía era cierto, allí abajo debía haber Sincorazones actuando. ¿Cómo era que no nos había llamado para ayudarla?

Eso es porque se trata de un Sincorazón. —dijo el Maestro, sacándome de mis propios pensamientos.— Ahora mismo existen dos Mateus, ya que no era suficiente con tener uno. Un Sincorazón… Y un Incorpóreo. Y ambos lideran a los Villanos Finales

Traté de procesar aquello lo mejor que pude, y por la actitud que había mostrado aquel Mateus supuse que debía ser el supuesto Sincorazón de él. Principalmente por sus instinto de querer devorar corazones y poder sentir la “fuerza” de estos. ¿Sería el Incorpóreo aquel que había visto el día del Juicio? Sabía muy poco acerca de aquellos denominados “Incorpóreos”, puesto que particularmente no había conocido muchos, a pesar de que me llegaban los vagos recuerdos de que Hisa Wix, nuestra antigua guardiana y Daichi lo eran. Pero no estaba totalmente seguro de ello.

¿Cómo no temer a un hada con sus poderes? Además, fue su Maestra. Es natural que tema que le de problemas, ahora que están en bandos diferentes.—Asentí, pero realmente había notado que mi Maestro se había ahorrado referirse a la susodicha hada como aliada. ¿Acaso había pasado algo malo relacionado con ella y ahora era un tabú? Para un aprendiz como yo, estaba seguro que sería imposible de saber aunque le preguntase al Maestro.

Ante mi pregunta relacionada con el motivo que había atraído a aquella abominación a la Cité, Ryota calló durante un momento. Había tocado un tema delicado o uno desconocido, no estaba seguro cual de los dos sería peor se diese el caso que se diese.

No creo que te convenga saberlo, muchacho. No todavía. Pero me imagino qué es. Algo relacionado con el fuego.

El fuego...

Sonreí por lo bajo, en parte divertido y en parte decepcionado.Tal y como pensaba había tocado un tema suficientemente importante como para que Ryota ni intentase mentirme al respecto; no sabía a que clase de fuego se refería mi Maestro y quizá lo mejor sería dejarlo en paz por el momento, pero... nadie me impediría intentar buscar por mi cuenta una vez hubiésemos regresado, ¿no?

Ryota me sonrió divertido, ante la pregunta de si él había averiguado algo acerca de los Sincorazón; solo mencionó que había estado ocupado — no parecía querer decir en qué — y que lo mejor sería esperar a que Gata despertase y Saeko volviese para intentar atar algún cabo que ellas pudiesen ofrecernos.

Tras aquella ronda de preguntas, el Maestro Ryota me permitió curar a Armand — este empezó a moverse sin despertarse aún — e incluso él mismo me ayudó acabando de sanar del todo a aquel inocente eclesiástico. Tras dejarle apoyado en una pared, el hombre al que tanto admiraba se quedó mirándole, como tratando de sopesar algo: Mateus había dicho que por haber visto como realizaba magia aquel hombre merecía morir... ¿Acaso se lo estaría planteando Ryota?

Finalmente suspiré, aliviado, cuando el Maestro me hizo un gesto para que lo siguiera. Aquel día la muerte no se llevaría a Armand, el valeroso Cardenal que había demostrado no tenerle miedo ni a los demonios, a pesar de verlos desde cerca.

Recuerda que no todo es lo que parece —dije para mi mismo más que para Armand, el cual probablemente no pudiese oírme—. Hasta otra, Armand.

Y con aquellas últimas palabras y un último vistazo atrás, dejé aquella Catedral atrás.

*


Al salir pude comprobar como aquel ambiente de jovialidad y festejo se había desvanecido por completo: la multitud parecía estar totalmente desbocada y a su vez, parecía que huían de algo. ¿Pero de qué? No tenía la menor idea, pero fuese lo que fuese que hubiese ocurrido parecían que los guardias no tenían demasiadas ganas de detener sospechosos, ya que no nos prestaron ninguna clase de atención, para bien o para mal. Lo único curioso era que apenas había gente, a excepción de un señor anciano que parecía tener intenciones de entrar en la catedral; tal y como había dicho el Maestro Ryota, si queríamos respuestas habría que esperar a nuestras compañeras.

Seguí cargando con Gata mientras seguía a mi Maestro, el cual nos alejó del centro de aquella ciudad hasta que finalmente llegamos a una posada donde se encargó de conseguir habitación — por el aspecto de aquel lugar, se notaba que nos habíamos acercado a la zona más “humilde” de la ciudad —. Deposité a Gata encima de la cama, a pesar de que enarqué una ceja al ver como al mueble se le salía un poco más de relleno al dejar encima a la muchacha, menos era nada.

Desentumecí los hombros y me estiré, más que por costumbre que por el hecho de que la aprendiza pudiese pesar, el cual no era el caso.

¿Saeko te ha respondido?—preguntó Ryota, mientras tomaba asiento. ¿Realmente era mi imaginación, o estaba muy pálido?

Desprevenido por haberme olvidado durante un momento de que teníamos que volver al Bastión, cogí el móvil y revisé la bandeja de entrada: no había ningún mensaje nuevo, tal y como me temía, Saeko seguía sin darnos señales de vida.

Suspiré y respondí a mi Maestro negativamente guardando aquel aparatejo y sentándome en otro taburete, tal y como había hecho él.

>>Ahora, Saito, quiero que queden un par de cosas claras. —tragué saliva, sabía que aquel asunto de Armand no iba a quedarse sin resolver así como así, ¿qué más sino podría querer hablar? ¿Acerca de Palamecia? Lo dudaba.— No voy a juzgarte por lo que has hecho, asumo que se trataba de una situación desesperada. Sin embargo, espero que comoprendas lo que significa hacer magia delante de una persona normal… En este mundo en concreto.—Asentí, mirándole a los ojos. Quizá había sido una decisión estúpida pero... Armand seguía vivo. No más inocentes en aquel día, tal y como me había prometido.—. Me alegra que antepusieras tu propia seguridad a la de una víctima. Ha sido una actitud muy digna.—El Maestro de Maestros mostró parte de una sonrisa y se la devolví lleno de gratitud. No todos los Maestros habrían opinado igual de una actitud como aquella, sin duda era afortunado de tenerle como Maestro.

Esbozó una ligera sonrisa mientras sacaba su móvil, y pareció escribir algo. ¿Estaría reclamando a Saeko de una vez por todas? ¿Qué haría si no se presentaba aquí, marcharse sin mi amiga?

Aprovecha para descansar, tenemos una hora antes de marcharnos. Ha sido más productivo de lo que esperaba.

Asentí, y entonces pensé entonces en aquellos ojos dorados de depredador que se clavaban a fuego en mí. Había dos Mateus, ahora sabía como aquel cabrón había escapado de la condena por aquel juicio: ¿cómo se podía demostrar que existían dos personas iguales sin capturarlas a ambas? A pesar de aquello, estaba inquieto.

Ya van dos veces que te veo Mateus... A ver con que me sorprendes la tercera, ¿Sincorazón o Incorpóreo?

Entonces, casi por inercia disparé una pregunta a Ryota:

Maestro, ¿cómo acabó formándose el Sincorazón de Palamecia? Parece que ya fuese enemigo del Bastión de antes, de mucho antes... —Tomé aire para mirarle, por si me estaba prestando atención o no— Conocí al que supongo que es el Incorpóreo de Mateus en Espacio Profundo, mientras esa sabandija salía indemne por una acusación de asesinato que en principio no pudo cumplir por estar “encerrado” —callé un momento, recordando que habían dicho que había matado a uno de nuestros compañeros— ¿Por qué no dijimos nada de que Palamecia jugueteaba con dos cuerpos a la Federación? Así no creo que le hubiesen soltado...¿acaso aún no lo sabíamos? —pregunté con cautela, esperando una respuesta por parte de mi Maestro.

Respondiese o no, asentiría y dejaría el tiempo pasar hasta que casi tuviésemos que irnos. Cargaría con mi compañera si aún no había despertado y le preguntaría al Maestro.

¿Qué le ha pasado para acabar así, Maestro Ryota?

Dijese lo que dijese, simplemente asentiría, y continuaría con mi labor mientras le seguía a donde fuese que nos dirigiésemos.

Observaría mi alrededor durante el trayecto a donde supuse que habíamos quedado con Saeko. La Cité des Cloches, un mundo peculiar donde los gitanos debían intentar luchar por sobrevivir día a día contra los atentados a sus vidas. Sin duda, había sido mi primera visita a aquel mundo tan extraño, pero no la última; esbocé una sonrisa, pues aún tenía que conseguir el nombre de aquella gitana de ojos verdes y hablar con mi compañero de viajes, Febo.

Una vez nos acercásemos al final —parecía que el Maestro estaba llevándonos al lugar de dónde habíamos partido en un principio— le comentaría al Maestro la siguiente conclusión:

Los Sincorazón han vuelto a aparecer este año —diría recordando que lo había dicho Ryota antes de marcharnos de la Catedral— ¿Coincidencia? No lo creo, alguien intenta sabotear este día. Y sabiendo que los que salen perjudicados de aquí son los gitanos dudo que sea uno de ellos. Alguien intenta echarles la culpa, alguien que se esconde como un cobarde en la sombra. Alguien con un plan que desconocemos, por ahora.

>>¿Cree que volveremos para investigarlo? —le preguntaría directamente entonces al hombre— De ser así, me gustaría volver para ayudar a descubrirlo si no es molestia. Esto no puede quedar así.

Una vez hubiésemos llegado a nuestro destino, me acercaría a Saeko para preguntarle que diablos había pasado. Pero por algún extraño motivo, la muchacha parecía no tener ganas de hablar y tan solo se excusó brevemente por lo ocurrido:

Siento no haber respondido antes, estaba en el Festival y me atacaron unos Sincorazón. No hay nada más que contar.

Asentiría, sin acabar de creerme aquello y mientras continuábamos hasta donde el Maestro nos diese permiso para invocar los Glider; había pasado mucho tiempo desde que nos habíamos separado los tres como para que hubiese estado todo el tiempo en el Festival. ¿Qué había pasado realmente como para que no nos lo quisiese contar?

Mi cabeza ya era un hervidero de preguntas en aquel instante, ya fuesen preguntas sobre el fuego, Mateus, Ryota y ahora también Saeko. Las preguntas sobre los anteriores temas no serían resultas en aquel lugar, por lo que no ganaría nada con un interrogatorio a Saeko allí mismo acerca de lo que había pasado.

Solo podía dejar que el tiempo pasase.

Invocaría mi Glider llegado el momento y me ofrecería a llevar a la chica si aún no había despertado. Fuese cual fuese el caso, me enfundaría la armadura y volvería a casa, con los míos; mientras que la luz que había iluminado París se iba apagando con nuestro regreso.
Imagen

Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
H.S Sora
22. Espectro
22. Espectro
 
Mensajes: 655
Registrado: Mar Sep 25, 2012 7:43 pm
Dinero: 3,775.22
Banco: 213,774.43
Sexo: Masculino
Karma: 3

Ronda final

Notapor Suzume Mizuno » Sab May 16, 2015 5:05 am

Hana


Zaccharie se quedó de piedra al ver las manos curadas de Hana. Si había pretendido hacerle creer que no era una bruja, desde luego no lo había conseguido. Tras un primer momento de recelo, el chico sonrió en su dirección con una mezcla de admiración y sorpresas.

¿Ves? Un truquito de nada. Por cierto, ¿qué es eso de la Corte de los Milagros?

¿En serio no lo sabes? ¿De dónde has salido? —Sonrió de lado—. Es el lugar más seguro de París, donde vivimos los gitanos. Nadie, excepto nosotros y algún que otro amigo, sabe dónde está. Si necesitas refugio busca a algún gitano y dile mi nombre. Dile que solicitas refugio.


Ya te lo dije. Tenía una deuda pendiente con ese juez y he conseguido saldarla, gracias también a ti. Considérame una amiga de los gitanos.

Zac la miró con fijeza, quizás decepcionado porque imaginaba que no le estaba diciendo la verdad. Respiró hondo y luego se irguió, encogiéndose de hombros.

Da igual, supongo.

Cuando Hana le pidió que la guiase lo hizo de buen grado, aunque no hablaron mucho por el camino. La gente no parecía saber lo que había ocurrido en la plaza, de modo que no tuvieron problemas para llegar a la puerta del sur. No se acercó mucho porque había guardias. Allí le dio un toquecito en el hombro.

Muchas gracias Hana. Espero que volvamos a vernos pronto.—Y le guiñó un ojo. Se quedó esperando a que traspasara las puertas y se despidió con un gesto.

Hana podría montar en su glider y dejar atrás París justo cuando empezaba a caer el sol en el horizonte. Tal y como imaginaba, Lyn la esperaba para que diera un informe. Cuando supo que no habían aparecido Sincorazón sonrió y le dio una palmada en la espalda, bastante satisfecha.

Por fin una buena noticia. Gracias por el esfuerzo, Hana. Parece que durante un tiempo no tendremos que preocuparnos por la Cité.

Sí. Por un tiempo. Quizás hasta que descubrieran que no todo había sido como Hana le había contado. O puede que no llegara a enterarse.

Quién sabía.



****
Saeko y Saito



Maestro, ¿cómo acabó formándose el Sincorazón de Palamecia? Parece que ya fuese enemigo del Bastión de antes, de mucho antes... —Apenas sí se notó el cambio pero, de pronto, la mandíbula del Maestro se tensó—. Conocí al que supongo que es el Incorpóreo de Mateus en Espacio Profundo, mientras esa sabandija salía indemne por una acusación de asesinato que en principio no pudo cumplir por estar “encerrado” ¿Por qué no dijimos nada de que Palamecia jugueteaba con dos cuerpos a la Federación? Así no creo que le hubiesen soltado...¿acaso aún no lo sabíamos?

Ryota suspiró.

No estábamos seguros y tampoco teníamos pruebas para demostrarlo.

¿Qué le ha pasado para acabar así, Maestro Ryota?

Durante un largo minuto Ryota no dijo nada. Parecía que no iba a contestar cuando, con la mirada al frente, masculló:

No lo matamos como debimos. Y es un error que estamos pagando muy caro.

Durante el resto del camino, al menos hasta que se acercaron al punto de encuentro, Saito se mantuvo en silencio. Mientras esperaban a Saeko, sin embargo, preguntó:

Los Sincorazón han vuelto a aparecer este año ¿Coincidencia? No lo creo, alguien intenta sabotear este día. Y sabiendo que los que salen perjudicados de aquí son los gitanos dudo que sea uno de ellos. Alguien intenta echarles la culpa, alguien que se esconde como un cobarde en la sombra. Alguien con un plan que desconocemos, por ahora. ¿Cree que volveremos para investigarlo? De ser así, me gustaría volver para ayudar a descubrirlo si no es molestia. Esto no puede quedar así.

Ryota sonrió con suavidad.

Me alegra saber que contaré contigo. Sí, tenemos que volver y averiguar quién está detrás de esto. Antes de que vuelvan a morir inocentes. Y más si él está de por medio… Y ella también—murmuró Ryota, entrecerrando los ojos con frialdad.

Saeko llegó poco después. Ryota la observó, esperando un informe, si bien la joven se limitó a decir:

Siento no haber respondido antes, estaba en el Festival y me atacaron unos Sincorazón. No hay nada más que contar.

Explícame qué sucedió—ordenó Ryota con calma. Escuchó en silencio, asintiendo con severidad y cuando Saeko terminara emitiría un suave suspiro—. Más misterios. ¿Atacaron a los monarcas porque eran ellos… o porque estabas tú cerca? Es difícil saberlo. Por hoy, sin embargo, hemos hecho más que suficiente.

Lo cierto era que Ryota estaba algo cetrino y no presentaba su mejor aspecto. Ya que Gata estaba inconsciente, ninguno de los otros dos aprendices sabía que había tenido un enfrentamiento pocas horas antes. Y parecía haber sido uno bastante duro para alguien en su estado.

Los guió fuera de la ciudad, sin intercambiar más palabras que para coger a Gata en brazos cuando llegó el momento de invocar los glider. El sol empezaba a ponerse y el cielo había adoptado unas tonalidades carmesíes. Ryota frunció el ceño, levantó la vista y meneó la cabeza, como si se dijera que estaba pensando tonterías.

Sin embargo, desde lo alto, en un último vistazo antes de abandonar el mundo de la Cité, pudieron ver con total claridad que los rayos del sol caían sobre las cristaleras de Notre Dame. Y parecían desprender fuego.

****
En las calles


Marie acariciaba las monedas en silencio, acurrucada en un callejón contra un muro. A pesar de que la habían dejado ir sin problemas, estaba aterrorizada. Le daba miedo que volvieran a aparecer aquellos monstruos, que los guardias la acusaran de brua.

Ante todo tenía miedo de lo que había sucedido. Miraba las monedas y era consciente de que no las despreciaría, a pesar de que se las hubiera dado ella. Frunció los labios. Había confiado en Saeko y había creído que quería ayudarla. Luego había visto lo que era capaz de hacer.

Ella que era una bruja. Y por culpa de gente como Saeko habían muerto muchísimos gitanos que no habían hecho nada malo.

¿Por qué?—se preguntó.

Apretó las monedas contra su pecho y sorbió por la nariz, conteniendo a duras penas las lágrimas.

Le había parecido tan, tan buena persona.

****
Notre Dame


Quasimodo se limpiaba las heridas en silencio, con una camisa remendada entre sus cortas piernas. Estaba cansado. No, exhausto. Había vivido el infierno y todavía le costaba creer que hubiera salido vivo.

No volvería a salir. Jamás. Frollo siempre había tenido razón. Su vida estaba entre esos muros, que lo protegían de la monstruosidad del mundo exterior. Entre gemidos de dolor se desplazó hasta su mesita y miró con una mezcla de rabia y tristeza todas las figuras que había tallado mientras miraba por las ventanas.

Nunca habría lugar para él en ese sitio.

En eso seguía pensando cuando escuchó una voz dulce y grave. Abrió mucho los ojos deformes. Él conocía aquella voz. Había sido la única amable, la única que…

¿Hola? ¿Estás ahí?

Quasimodo contuvo el aliento.


****
El Palacio


La princesa Ana tejía una camisa, sentada en una silla junto a la ventana, desde la cual tenía unas impresionantes vistas desde la ciudad. Raphaël la acababa de informar de que su hermano se estaba recuperando. Por supuesto, no había sido una herida demasiado grave, aunque las consecuencias… No podía dejar de dar vueltas a lo que había escuchado de los labios de aquella muchacha.

¿He hecho lo correcto, Raphaël? ¿Acaso no habría sido mejor sacrificarla para proteger a la gente…?

El hombre sonrió con suavidad y se arrodilló a su lado.

Habéis hecho lo correcto, mi señora. Esa joven os protegió. No podía dejarla morir por algo que no ha hecho.

La princesa suspiró y asintió. La información que les había proporcionado, sin embargo, era preocupante. ¿De verdad eran esas criaturas invencibles? En tal caso sólo podían intentar encontrar al responsable, pero sería tan sencillo como dar con una aguja en medio de un pajar. Y aquello la llevó a…

¿Cuál es la condición del juez, Raphaël?

La expresión de su protector se ensombreció.

Todavía no hemos confirmado nada, pero los rumores dicen que ha sido muy malherido.

La princesa entornó los ojos y no contestó. Continuó tejiendo en silencio. Para sus adentros, sin embargo, pensaba. Y se decía que si el juez no abría los ojos, entonces quizás podría hacerse cargo de la situación aprovechando que su hermano estaba indispuesto. Así podría evitar una nueva persecución y más hogueras. Apretó los labios.

¿De verdad habían estado confundidos todo aquel tiempo? ¿Por qué Dios les sometía a tal prueba?

En cualquier caso, no tenía sentido hacerse preguntas inútiles. Sólo la Providencia les indicaría qué deberían hacer. Sólo quedaba ver si Frollo superaba la noche.

****
El Palacio de Justicia


El juez Claude Frollo se desangraba. Los mejores médicos el Palacio, que se encargaban de cuidar de los prisioneros más importantes, no consiguieron detener la hemorragia. Ya era sorprendente de por sí que hubiera logrado sobrevivir tanto tiempo. Tres doctores lo contemplaban con angustia. Lo habían tumbado en un catre, le habían vendado el pecho y dado todo tipo de infusiones. En vano, Frollo estaba inconsciente, al borde de la muerte.

Los soldados que habían llevado al juez hasta aquel lugar murmuraban entre ellos, nerviosos, preguntándose si les culparían por no haber podido salvarlo. ¿Qué había sucedido? ¿De dónde salió aquella chica? No tenían respuestas que dar. Habían estado cumpliendo su función de protección, como les habían encargado, y aun así…

De pronto, la habitación entera se congeló. Los movimientos se detuvieron, desde el gesto incompleto de una mano a una pelusa de polvo cayendo desde un armario.

La puerta se abrió con lentitud y rechinó, dejando a la vista una oscura figura, alta, delgada, y con dos brillantes ojos amarillos. Una gruesa y larga capa negra se arrastraba con elegancia a su paso y su cabeza estaba coronada por dos grandes cuernos.

Spoiler: Mostrar
Imagen


La dama avanzó entre los hombres congelados dedicándoles una mirada de desprecio y se detuvo junto al camastro. Apoyó las manos en su báculo y observó al moribundo con una sonrisa cruel.

Si no fuera completamente necesario no salvaría a un miserable como tú.

Levantó el cayado y posó la punta sobre el pecho del hombre. Frunció el ceño. Hacía mucho que no empleaba poderes curativos. El arma comenzó a resplandecer y a expulsar unas tonalidades doradas y verdosas. Durante unos largos minutos, fue lo único en movimiento de toda la habitación. Cuando terminó, la mujer se retiró y dio un suave golpe al suelo con el báculo.

Frollo abrió los ojos de par en par. Parecía haber envejecido varios años de golpe y su piel estaba tan cetrina que resultaba desagradable a la vista. Cuando se llevara las manos al pecho no encontraría herida alguna.

En ese momento, sin embargo, sólo tenía ojos para la figura que se alzaba junto a él.

La dama sonrió, entrecerrando los ojos.

Bienvenido al mundo de los vivos. Mi nombre es Maléfica. Tenemos mucho sobre lo que hablar.

El juez estaba lívido, parecía a punto de desmayarse.

¿Un demonio del infierno?

Maléfica rió por lo bajo.

Una reacción apropiada. Sí, puedes considerarme uno. También puedes considerarme tu salvadora.—Extendió una mano de largos dedos hacia él, ampliando su sonrisa—. O tu compañera de armas. Dime, Claude Frollo. ¿Qué pensarías si Dios te hubiera otorgado un don?

¡Blasfemia! ¡Maldita criatura, no sé de dónde has salido pero…!

Frollo intentó bajar del camastro, pero Maléfica no tuvo más que interponer su báculo para inmovilizarlo, pues todavía estaba muy débil. Se inclinó sobre él y sus ojos parecieron resplandecer.

Siento la oscuridad en ti, Frollo. ¿Acaso intentarás negar que no sabes quién invocaba a todos esos demonios? ¿Quién esperaba que atacaran a los monarcas?—Maléfica emitió una ronca carcajada—. En el fondo lo has sabido todo este tiempo, pero te limita tu concepto de Dios. No se te ha ocurrido pensar que eran un regalo, ¿no es cierto? Uno que te sirviera para alcanzar tus propósitos y purificar esta ciudad.

Frollo se quedó mirándola con los ojos abiertos de par en par.

¿Quién eres…?

Maléfica se irguió cuan alta era.

Soy quien te enseñará que nada de lo que sabes es cierto. Y que hay más…

»Mucho más
.


Spoiler: Mostrar


¡Fin de la trama!

Siento haber tardado tanto en preparar el post final y las puntuaciones pero es lo que tienen los exámenes y preparar la presentación del TFG ashdajsdas, quiero morir. En cualquier caso aquí las tenéis.

Soul Eater


Sobre la interpretación


Es una pena que hayas tenido tantas faltas y que al final tuviera que sacarte de la trama, por una parte porque se perdió lo que podrías haber hecho en tu ruta y por otra porque me parece que manejas muy bien a Gata. No tengo problemas cuando la leo, siento su personalidad y comprendo sus reacciones. La lástima es que he tenido que expulsarte y eso va a tener repercusiones en tu puntuación. En siguientes ocasiones si no tienes posibilidad de postear no dudes en avisarme por privado, no tengo problemas en extender un día o dos el límite.

Sobre la expresión


-Cuidado con abusar de los adverbios terminados en -mente. Ya sólo en el primer post he encontrado «lentamente», «levemente», «realmente» x2, «amablemente», «igualmente» x2, «Finalmente», «absolutamente», «precipitadamente», «impacientemente», «completamente» y «sorprendentemente». Son muchísimos y abigarran demasiado el texto. Créeme, lo mejor es intentar evitarlos o reducirlos. Se lo comentaré de forma más extensa a los demás, ya que tienen el mismo problema, así que puedes leer sus partes si lo crees conveniente porque explico con algún que otro ejemplo por qué son innecesarios.

-Aunque no son complicadas, tus frases son demasiado largas. Para una persona de carácter tan fuerte e inmediato como Gata, quedarían mejor frases más cortas y secas, sin tantas comas. Alguna que otra frase me ha parecido… ¿Incompleta? Mejor me explico con ejemplos:

«Se notaba que nos estábamos alejando de la zona donde se iba a celebrar el Festival, pero eso tampoco me sorprendía demasiado.»

¿Por qué no le sorprendía demasiado?

-Y alguna que otra tontería a la hora de organizar las frases. Por ejemplo:

« presencia de Ryota, a la que me esforzaba por no mirar». Sería, «a quien me esforzaba por no mirar», ya que hablas de Ryota o deberías estar hablando de él.

-También te voy a comentar los usos de la puntuación en los diálogos. Para empezar te recomendaría que usaras las comillas (“.” o «.») o sólo la misma cursiva para la plasmación de los pensamientos de Gata. Emplear rayas lleva a la confusión ya que las estás utilizando para las frases en voz alta. Además, debo señalar que no empleas bien las mayúsculas y minúsculas en los diálogos. Al caso:

1) Tras raya, sólo se usa minúscula cuando escribes un verbo de habla (gritar, susurrar, chillar, exclamar, preguntar…) y no cuando usas otro verbo cualquiera (entrecerrar, abrir, mover, correr).

2) En cuanto a los puntos. Estos sólo se usan cuando la frase que viene tras la raya es una completamente separada de la que se pronuncia en voz alta. Es decir:

«—Un par de décadas. Las cosas han cambiado mucho desde entonces.— Contestó otra voz que no reconocí»

La forma correcta sería:

«—Un par de décadas. Las cosas han cambiado mucho desde entonces— contestó otra voz que no reconocí».

Porque «contestar» es un verbo de habla, así que va en minúscula y no es una frase separada, sino que está completando el diálogo. En cambio, lo has hecho bien en esta:

«—[…] ¿Cómo la llamaban? Ah, sí, La Corte de los Milagros. —Entrecerré los ojos mientras apuntaba el dato mentalmente. Tal vez fuera relevante, a juzgar por lo rimbombante del nombre —Por eso es importante su papel»

Excepto en la segunda parte. A menos que entre las rayas metas un inciso aclaratorio (—Hola —dije—, me llamo Gata) entonces detrás de la raya tiene que venir un punto porque estás cerrando una frase. De modo que debería quedar así:

«—[…] ¿Cómo la llamaban? Ah, sí, La Corte de los Milagros. —Entrecerré los ojos mientras apuntaba el dato mentalmente. Tal vez fuera relevante, a juzgar por lo rimbombante del nombre—.Por eso es importante su papel»

Conclusión


Es una pena, pero de 13 rondas sólo has estado presente en 6 —sí, sé que te expulsé y que buena parte de las faltas se deben a ello, pero debes acostumbrarte a avisar cuando no puedes postear y tampoco podía estar esperando de forma indefinida hasta que aparecieras, porque estabas acaparando personajes en tu parte—, lo cual ha repercutido mal en la trama y además impide que te de una puntuación como la que podrías haberte merecido.


¡Ganas 35 PX!

¡Te quedan 3 PX para subir de nivel!

Y recuerda que tienes un nivel por actualizar.



Zeix


Sobre la interpretación


Bien… Antes que nada he tenido un pequeño problemilla que no termino de comprender. Saeko afirma que «pero si era cierto que los gitanos habían estado invocando seres de oscuridad… Iba a tener que investigarlos de cerca, con el riesgo que ello conllevaba.»

Pero, después, decide ignorar a Esmeralda. De acuerdo, puede no saber que es una gitana peeero… Si quieres que Saeko sea un personaje tan frío y tan calculador, ¿esta acción es la que me ha parecido menos justificada?

Por otra parte me ha gustado que aparezca el lado más maternal de Saeko, aunque no deja de hacerme gracia cómo trata a las mujeres «seductoras» o fuertes a las que ve como un peligro/enemigo. Es más o menos lo que le pasa con Nadhia (creo) o con Gata. Es incapaz de llevarse bien con ellas. Tiene que ser alguien inofensivo como Marie. Esa es la sensación que he tenido mientras te leía, que puede ser completamente equivocada. En caso de que no sea así, me parece un tema interesante y que podrías desarrollar para el futuro.

Sus elecciones me han parecido lógicas y acordes al personaje, así que en general te doy la enhorabuena por cómo has llevado a Saeko.

Sobre la expresión


-Para empezar diría que tus post me parecen un poco espesos. La personalidad de Saeko, aunque más profunda de lo que quiere dar a entender, se me antoja muy brusca, seca —cuando no está pensando en su cariñín o en Marie— y es algo que creo que se pierde. La mayor parte de tus post con Saeko son completamente introspectivos, pero es como si te diera miedo que alguien creyera que no conoces bien a tu personaje. Y por eso expandes demasiado su línea de pensamiento. No es necesario. Los escritores siempre aconsejan ser simples, recortar en la mayor medida de lo posible las palabras y en el caso de Saeko creo que quedaría mucho mejor si lo hicieras así. De lo contrario te arriesgas a ser un poco reiterativa. Por ejemplo:

«Me sobresalté sorprendida cuando la mujer».

Por una parte el «sorprendida» es una aclaración y debería ir entre comas. Por otra, ya sé que se ha sorprendido. Lo has dejado claro con «sobresalté». No sé si me estoy explicando, pero espero que pilles a lo que me refiero. Es algo que he visto mucho en tus post y que creo que deberías corregir.

-¡Cuidado con los adverbios terminados en -mente! Hacen que la narración sea menos fluida y además la gente tiende a repetirlos. Si lo pones una vez en un post vas más que lista. Dos ya son demasiado. Tres es un horror. Por ejemplo, en un post tuyo he encontrado «accidentalmente», «gravemente», «sencillamente», «solamente», «irremediablemente» e «inevitablemente». Como dice Stephen King (y te lo pongo porque me parece interesante para que piensas sobre Saeko):

Recordarás, por las clases de lengua, que el adverbio es una palabra que modifica un verbo, adjetivo u otro adverbio. Son las que acaban en -mente. Ocurre con los adverbios como con la voz pasiva, que parecen hechos a la medida del escritor tímido. Cuando un escritor emplea la voz pasiva, ésta suele expresar miedo a no ser tomado en serio. […] Mediante los adverbios, lo habitual es que el escritor nos diga que tiene miedo de no expresarse con claridad y de no transmitir el argumento o imagen que tenía en la cabeza.
[…]
Examinemos la frase «cerró firmemente la puerta». Pregúntate si es imprescindible el «firmemente». Me dirás que expresa un grado de diferencia entre «cerró la puerta» y «dio un portazo», y no es que vaya a discutírtelo pero… ¿y el contexto? ¿No debería informarnos de cómo la cerró? Y, si es verdad que nos informan de ello las frases anteriores, ¿no es superflua la palabra? ¿No es redundante?


Te he pegado todo este tocho no para ser plasta ni nada por el estilo, sino porque me parece básico para tu relación con Saeko. Tengo la sensación de que representas mucho mejor cómo es tu personaje en los diálogos que en la parte introspectiva en la que tanto te esfuerzas. Tiendes a ser un poco redundante y es algo que no veo en un personaje como Saeko. ¿No será que te estás plasmando más a ti misma que a Saeko? Teniendo en cuenta que usas una primera persona, ¡tendrías que centrarte en representar en cada palabra a Saeko y no dejar que tu personalidad, tus dudas o tu forma de ver el mundo a través de los ojos de tu personaje se refleje en el texto!

-Aclaración de guiones:

Cuando representando un diálogo en el que se usan las rayas (—) debes tener cuidado con la puntuación. Así se usan de forma diferente las mayúsculas o las minúsculas según el verbo que uses:

«—¿Y cómo te llamas? Yo soy Saeko —esbocé inevitablemente una sonrisa. »

Bien, «esbozar» no es un verbo de habla. Sólo los verbos de habla (decir, exclamar, susurrar, murmurar, chillar, gritar, etc.) se ponen en minúscula tras raya. Los otros (sonreír, esbozar, mirar, etc.) van en mayúscula. Además, tras la presentación has cerrado la oración. «Soy Saeko». Por tanto te falta un punto. Y no me refiero a esa frase, lo he encontrado en otras: (—No tienes porqué pasar por lo mismo que esa mujer —si podía).

Por tanto la forma correcta sería:

«—¿Y cómo te llamas? Yo soy Saeko.Esbocé inevitablemente una sonrisa. »

«—No tienes porqué pasar por lo mismo que esa mujer .Si podía».

Conclusión


Quitando todo lo que te he comentado, me ha gustado mucho seguir tus partes y no he tenido problemas con Saeko. Sólo espero que mis consejos te sirvan de algo en la parte más técnica, porque creo de verdad que te van a ayudar a mejorar.

¡Ganas 64 PX!

¡Te quedan 4 PX para subir de nivel!


Nell


Sobre la interpretación


No tengo problemas con la interpretación, para ser sinceros. Me gusta mucho cómo llevas a Hana, sus reacciones y su línea de pensamiento. Siempre son post divertidos. La pena es que el final se ha notado que estábamos en época de exámenes y que no has desarrollado tanto como podrías a Hana, en especial en el post final.

Y no ha habido reencuentro con Raphaël, qué lástima. A ver si cae en la próxima ;3

Sobre la expresión


De nuevo no tengo muchos problemas. Aunque voy a aclarar un par de cosas sobre la puntuación en los diálogos. Usas bien las mayúsculas y las minúsculas. Sin embargo, te faltan los puntos:

«—En algún momento, bajarán la guardia y se acabó ―Pasó un dedo por el cuello―.»

En este caso, por ejemplo, la frase está cerrada. Así que te falta poner un punto tras «acabó».
«—En algún momento, bajarán la guardia y se acabó. ―Pasó un dedo por el cuello―.»

He visto que lo repites bastante en los diálogos, así que supongo que tenías la duda.

Conclusión


Es una lástima que hayas puesto menos entusiasmo en los últimos post —aunque lo entiendo—, y eso repercutiría un poquito en la nota si no fueras extra suertuda. ¡Espero que nos veamos en la siguiente trama de este mundo!



H.S. Sora


Sobre la interpretación


Me ha parecido que te ciñes bastante a lo que he leído en tu ficha —siempre suelo ir a la misma para asegurarme de que no me equivoco cuando puntúo a alguien—. Saito es una persona amable, alegre, aunque no diría que muy calculador en el sentido que yo entiendo, ya que no ha aprovechado mucho sus encuentros con los NPC. Que eso es cosa de tu personaje, claro, pero es una lástima que no hayas explotado más los encuentros con Febo y Esmeralda. En este caso tu parte es la que me ha resultado menos consistente porque has saltado de un sitio a otro y me has hecho sufrir mientras pensaba qué ponerte.

Sin embargo tienes un gran problema. De nuevo es algo no se aproxima a la idea que yo tengo de persona calculadora —¿quizás deberías quitarlo de la ficha?— y es que Saito habla mucho. Muchísimo. Demasiado. Sus diálogos a veces son tan largos que no le debería dar tiempo material hasta que Mateus le tirara por el borde de la catedral o el chico y Ryota terminaran de bajar por Notre Dame. Te recomiendo y mucho que aprendas a acortar las frases para que sean lo más realistas posibles. En la vida real no tienes tiempo para soltar discursos, ni tampoco para explayarte tanto. Sé que quieres reunir y dar la mayor parte de datos posibles pero hay que aprender a ser selectivo. Por una parte para no cortar el ritmo de la trama o de tu propia aventura y por otro para ser realista.

Y eso me lleva a que intentas hacer mucho, demasiado en los post y eso te acaba viniendo mal a la larga. Por no hablar de los interminables diálogos de Saito. Debes controlarlos, ser más realista.

Por lo demás pienso que es un buen personaje. Me ha gustado su preocupación por el mundo, sus reacciones ante Mateus y su interés en general por lo que está ocurriendo.


Sobre la expresión


-¡Puntos! ¡Usa más puntos! Tienes frases larguísimas que se vuelven difíciles de leer de corrido por su excesiva longitud. Tu interpretación quedará mucho más fluida si pones más puntos y estructuras las frases para que sean más cortas. Prueba a leerlas en voz alta cuando creas que son muy largas y si te quedas sin aliento, considéralo una señal.

Por ejemplo:

« A pesar del disgusto que pareció causar en mis compañeras el hecho de irme de compras un rato — a Saeko por lo menos — había resultado una acertada idea por mi parte ya que durante el pequeño trayecto hacia las tiendas de ropa, podía notar clavadas en mí las miradas de los transeúntes, haciendo que cada vez aligerase más el paso con la finalidad de encontrar por fin una dichosa capa que me permitiese camuflarme mejor con el ambiente festivo que se respiraba en el entorno; aunque a pesar de que aquella parte en la que me encontraba seguía envuelta en el aire festivo del día en cuestión, las tiendas que iba visitando parecían más bien ir en decadencia de calidad, ¿acaso me encontraba en la zona “humilde” de la ciudad?»

¡Ni un punto! Cuando haces cosas demasiado largas se vuelve complicado, por no decir imposible, captar la idea principal. Las descripciones no se tienen que eternizar, ni tampoco le personaje debería extender sus pensamientos hasta el infinito. ¡Cuidado con eso!


-Te voy a decir lo mismo que a Zeix y a Soul Eater. ¡Los adverbios terminados en -mente son el mal y hay que eliminarlos! He ido a un post random tuyo y he encontrado «levemente», «desgraciadamente», «naturalmente», «últimamente», «levemente» y «probablemente». ¡Mal! ¡Fuera todos! Con uno es más que suficiente. Si lees el apartado que le he puesto a Zeix de Stephen King verás a qué me refiero y por qué considero que sobra. Sólo se tienen que usar en casos en los que creas que de verdad son necesarios porque, de lo contrario, no se entendería el sentido de la frase.

-También me remito a lo que les he dicho a todos en sus partes sobre la puntuación y el uso de las minúsculas y mayúsculas en el diálogo. Vamos con este ejemplo:

«—Tan solo quería información, —comenté mirando aquella hermosa pared— más concretamente, quería saber de primera mano la verdad sobre los gitanos respecto a unos extraños sucesos de los que os culpan. Y apareciste como si da una señal se tratase —hice como pude un exagerado gesto teatral con la mano medianamente libre— de ahí que tratase de ayudarte con el grandullón de antes, y al parecer te he venido bastante bien como cebo.»

1) Para empezar la coma jamás se pone antes de la raya, ni tampoco un punto, un punto y coma, dos comas o lo que sea. Siempre se pone detrás de la raya. Sólo se usa el punto antes porque has terminado una oración-frase-lo que sea... Aunque hay una excepción. Esto te lo aclararé luego en otro ejemplo. Se tendría que poner así:

«—Tan solo quería información —comenté, mirando aquella hermosa pared—, más concretamente,»

Aunque yo, en principio, preferiría que estuviera cerrado, me parece más lógico:

«—Tan solo quería información —comenté, mirando aquella hermosa pared—.Más concretamente,»


2) Cuando metes entre rayas una acotación, una aclaración, se siguen unas reglas básicas: si el verbo no es de habla (decir, musitar, susurrar, chillar, gritar), entonces se pone mayúscula tras la raya:

«Y apareciste como si da una señal se tratase —Hice como pude un exagerado gesto teatral con la mano medianamente libre— de ahí que tratase de ayudarte con el grandullón de antes, y al parecer te he venido bastante bien como cebo.»

Es decir, esto que haces aquí está mal:

«Si me sueltas la mano y dejas de amenazarme con un cuchillo, quizá hasta podamos empezar a ser amigos y hablar de cosas más serias. —comenté».

Se tendría que poner así:

«Si me sueltas la mano y dejas de amenazarme con un cuchillo, quizá hasta podamos empezar a ser amigos y hablar de cosas más serias —comenté».

Antes he dicho que hay una excepción a la hora de poner un punto antes de la raya. Y es cuando no metes un inciso, sino que haces una frase separada o diferente de lo que está diciendo tu personaje. Es decir:

«—La gitana que te tiene empotrado contra la pared—la gente de París tenía un sentido del humor fascinante, sin duda—. »

La frase «la gente…» es una aparte. No tiene que ver con lo que está diciendo Esmeralda. Por tanto tiene que llevar punto y, ya que no es un verbo de habla, ir en mayúscula:

«—La gitana que te tiene empotrado contra la pared.La gente de París tenía un sentido del humor fascinante, sin duda—. »

Ea, ya dejo de torturarte con este tema.

-Te comentaría que repasaras la acentuación de tus palabras. He encontrado «que» que deberían ser «qué» y ejemplos similares. Son más causa de despiste porque en ocasiones las usas bien. Así que eso, repasa antes de subir el post y no habrá problemas.


Conclusión


Necesitas hacer diálogos más realistas y controlar más la puntuación, porque vas muy escopetado. Por lo demás no he visto incoherencias en el comportamiento del personaje en general y he disfrutado de tus post y tus reacciones. Eso sí, intenta no abarcar tanto. A veces hacer un golpe o dos te asegura la victoria, al contrario que una sucesión de diez acciones.

¡Ganas 58 PX!

¡Subes a nivel 13!

¡Te quedan 42 PX para el siguiente nivel! Y no olvides actualizar los que tienes pendientes.


****
En definitiva


Me ha gustado bastante llevar esta trama. Podrían haberse aprovechado más partes —como la de Cid o Mateus—, pero en general ha sido suficiente y he salido bastante satisfecha. Además, creo que hemos llevado un buen ritmo entre todos. Espero que también os lo hayáis pasado bien, aunque no haya sido la trama revelación del momento. Cualquier queja, sugerencia o tomatazo me lo podéis comentar en el tema de Sugerencias y agradecería mucho conocer vuestras impresiones.

¡Hasta la próxima!
Imagen

¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Suzume Mizuno
63. Komory Bat
63. Komory Bat
 
Mensajes: 1883
Registrado: Vie Mar 02, 2012 9:52 pm
Dinero: 1,462,577.72
Sexo: Femenino
Karma: 6

Anterior

Volver a Tercera Saga

¿Quién está conectado?

Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 1 invitado

cron