Re: Ronda 3
Publicado: Sab Jul 11, 2015 10:56 pm
Durante un instante solo podía percibir silencio por parte de mis dos acompañantes. Quizá aquello de que les apetecía hablar habían sido solo imaginaciones mías después de todo. Pero justo cuando había decidido desistir, comprobé en que me había equivocado por completo.
—Yo provengo de un país curioso y excéntrico para la mayoría, tuve problemas al llegar a la Orden por mi comportamiento.
Asentí, pensativo y divertido para mis adentros: ¿habría existido antaño una versión de Ariasu capaz de desquiciar a cualquier Maestro que se propusiese adiestrarla, o a pesar de todo no habría cambiado con el paso del tiempo?
>>El País de las Maravillas es un mundo que necesita gente de mente abierta que acepte lo contrario a lo que se considera "normal". Si eres abierto de mente, Saito, disfrutarás mucho la estancia en El País de las Maravillas. Si no, te volverás loco. Bueno, ¡como todos los que habitan allí!
No pude evitar sonreír mientras me apuntaba mentalmente el nombre de aquel interesante mundo dónde había nacido Ariasu; si aquel lugar era capaz de poner a prueba la cordura de cualquiera era algo que por muy peligroso que fuese, me apetecía comprobar por mi mismo. ¿Qué podía salir mal de ir a comprobar si existían más personas igual de peculiares que la Maestra?
—Yo... —En un principio, Diana no habló, parecía querer pensarse mucho en si debía o no abrirse tal y como habían hecho los demás.— Coliseo del Olimpo. Por ciertos motivos la Orden se involucró en asuntos del hogar de los dioses. Y por otra serie de razones, acabé siendo acogida por ellos.
Tal y como pensaba, Diana no había querido excederse en la información que acababa de darme, pero sin duda era mejor que nada; apunté el nombre de aquel otro nombre y el irónico hecho de que alguien como Diana — considerada una semidiosa — creyese en algo como eso. Y más preocupante y desconcertante me resultaba que creyese en más de uno.
Nada más haber formulado mi segunda y tercera pregunta, supe que habían sido un completo error; Ariasu y Diana habían intercambiado miradas, unas miradas que no podía comprender pero cuyo significado podía tratar de intuir: “Te has metido donde no te llamaban, chico”, o algo por el estilo. Pero la curiosidad me podía más que cualquier otro sentimiento en aquel momento.
Más incluso que aquello que Diana era capaz de hacer sentir con su mirada coaccionando a la tuya, lo hiciese o no sin querer.
—Como te he dicho, Saito, —Ariasu parecía encantada de que preguntase ya que me estaba respondiendo a todo. A medida que nos íbamos adentrando más y más en aquel bosque y en aquellos asuntos, sabía que había tomado la elección correcta yendo con ellas— ellos no aceptaban del todo la oscuridad en los mundos, y menos en la gente que se encontraba entre sus filas. Alexis es una niña que ha sufrido su condición en Tierra de Partida por haber nacido como un ser afín a oscuridad. La excentricidad de la pequeña era difícil de entender, pero quizás tú sí... proviene de Ciudad de Halloween. —Abrí los ojos como platos casi sin proponérmelo, a pesar de que en su día me había imaginado que aquella chica podría venir de allí por su apariencia. ¿Acaso me habría conocido sin yo saberlo durante su tiempo allí? Quizá algún día pudiese hablarlo con ella.
—Ellos nunca consiguieron aceptar los gustos de Alexis, pero tanto yo como Diana y Shinju sí. Es una buena chica, pero atormentada por su pasado y por las consecuencias de convivir con gente de la Orden.
—El Maestro Ryota —intervino Diana esta vez para mi sorpresa— fue la primera persona que logró enfrentarse a Ronin, y admiramos mucho su valentía pues fue tan amigo de él como lo soy yo de Alexis y Shinju... renunciar a una amistad por un acto noble es algo que todos tenemos en estima...
Así que Ryota sacrificó su amistad con Ronin para fundar el bando de Bastión Hueco... sabía que el Maestro Ryota era el mejor, pero esto lo confirma.
Me dispuse a continuar con aquella interesante ronda de preguntas cuando un repentino grito de terror hizo que pegase un bote que casi me costó un tropiezo. Por el tono de aquella voz, parecía ser un hombre el que se había visto metido en aquel problema. Inmediatamente lo sentí, pero ya me lo había imaginado solo con oír como aquel hombre gritaba.
Solo una cosa lo suficientemente real y aterradora podía hacerte gritar así al más valiente de los hombres: los Sincorazón.
—Vaya, parece que alguien se ha metido en la boca del lobo. Necio.
—Pero no podemos entretenernos —replicó casi al instante Ariasu, claramente desinteresada en lo que fuese a pasarle al desconocido—. Si no nos damos prisa, Tierra de Partida se nos puede adelantar. Además, no me extrañaría que Lyn hubiera escuchado el grito. Nanashi ya nos advirtió de que tiene un olfato y oído increíbles.
—Estamos bastante cerca del castillo. Puedo encargarme de ese idiota y su caballo y asegurarme de que Lyn ni ninguno de sus aprendices se acerquen.
Me paré en seco. ¿Estaba hablando enserio? ¿Quería dejarnos ahí tirados? A pesar de que ella decía que nos encontrábamos relativamente cerca de nuestro objetivo... ¿Qué tenía pensado hacer con el hombre y el caballo que le acompañaba? ¿Salvarles?
Por la indescifrable sonrisa con la que Ariasu miraba a la aprendiza, podía imaginarme que quizá aquel hombre con mucha suerte tuviese una inesperada muerte rápida y sin dar paso a convertirse en un verdadero monstruo.
—¿Cerca? ¿A cuántos metros?
—Setecientos hacia el norte
¿Aquello era cosa de su afinidad, o se estaba inventado las coordenadas? No tenía demasiado claro que motivo podía empujar a Diana a querer salvarle la vida a aquel hombre, pero no podría adivinarlo aunque me esforzase.
—Mmm... Saito, ¿te vienes conmigo o querrías ayudar a Diana?
La pregunta de Ariasu me pilló completamente desprevenido dado que yo había estado centrado en mis propias conspiraciones mentales. De alguna manera, agradecía que la Maestra quisiese darme un poco de libertad para hacer lo que creyese conveniente, pero dudaba que pudiese serle de mucha ayuda a Diana.
>>Aunque debo reconocer que el castillo te va a parecer más interesante que luchar por la vida de un inepto.
Y mi curiosidad volvía a la carga, para que negarlo.
—La acompaño Maestra Ariasu, —explicaría— no creo que fuese capaz de ayudar en mucho a Diana. Como mucho podría estorbarla si me entrometo.
Entonces me dirigiría a mi rubia acompañante haciendo acoplo de todas mis fuerzas por no parecer un estúpido integral.
>>Mucha suerte con ello Diana, supongo que nos veremos en el Castillo. Ten cuidado.
Después de hacer aquella absurda despedida a una aprendiza que estaba más que experimentada, esperaría a que la Maestra Ariasu emprendiese la marcha y la seguiría.
El castillo nos estaba esperando.
—Yo provengo de un país curioso y excéntrico para la mayoría, tuve problemas al llegar a la Orden por mi comportamiento.
Asentí, pensativo y divertido para mis adentros: ¿habría existido antaño una versión de Ariasu capaz de desquiciar a cualquier Maestro que se propusiese adiestrarla, o a pesar de todo no habría cambiado con el paso del tiempo?
>>El País de las Maravillas es un mundo que necesita gente de mente abierta que acepte lo contrario a lo que se considera "normal". Si eres abierto de mente, Saito, disfrutarás mucho la estancia en El País de las Maravillas. Si no, te volverás loco. Bueno, ¡como todos los que habitan allí!
No pude evitar sonreír mientras me apuntaba mentalmente el nombre de aquel interesante mundo dónde había nacido Ariasu; si aquel lugar era capaz de poner a prueba la cordura de cualquiera era algo que por muy peligroso que fuese, me apetecía comprobar por mi mismo. ¿Qué podía salir mal de ir a comprobar si existían más personas igual de peculiares que la Maestra?
—Yo... —En un principio, Diana no habló, parecía querer pensarse mucho en si debía o no abrirse tal y como habían hecho los demás.— Coliseo del Olimpo. Por ciertos motivos la Orden se involucró en asuntos del hogar de los dioses. Y por otra serie de razones, acabé siendo acogida por ellos.
Tal y como pensaba, Diana no había querido excederse en la información que acababa de darme, pero sin duda era mejor que nada; apunté el nombre de aquel otro nombre y el irónico hecho de que alguien como Diana — considerada una semidiosa — creyese en algo como eso. Y más preocupante y desconcertante me resultaba que creyese en más de uno.
Nada más haber formulado mi segunda y tercera pregunta, supe que habían sido un completo error; Ariasu y Diana habían intercambiado miradas, unas miradas que no podía comprender pero cuyo significado podía tratar de intuir: “Te has metido donde no te llamaban, chico”, o algo por el estilo. Pero la curiosidad me podía más que cualquier otro sentimiento en aquel momento.
Más incluso que aquello que Diana era capaz de hacer sentir con su mirada coaccionando a la tuya, lo hiciese o no sin querer.
—Como te he dicho, Saito, —Ariasu parecía encantada de que preguntase ya que me estaba respondiendo a todo. A medida que nos íbamos adentrando más y más en aquel bosque y en aquellos asuntos, sabía que había tomado la elección correcta yendo con ellas— ellos no aceptaban del todo la oscuridad en los mundos, y menos en la gente que se encontraba entre sus filas. Alexis es una niña que ha sufrido su condición en Tierra de Partida por haber nacido como un ser afín a oscuridad. La excentricidad de la pequeña era difícil de entender, pero quizás tú sí... proviene de Ciudad de Halloween. —Abrí los ojos como platos casi sin proponérmelo, a pesar de que en su día me había imaginado que aquella chica podría venir de allí por su apariencia. ¿Acaso me habría conocido sin yo saberlo durante su tiempo allí? Quizá algún día pudiese hablarlo con ella.
—Ellos nunca consiguieron aceptar los gustos de Alexis, pero tanto yo como Diana y Shinju sí. Es una buena chica, pero atormentada por su pasado y por las consecuencias de convivir con gente de la Orden.
—El Maestro Ryota —intervino Diana esta vez para mi sorpresa— fue la primera persona que logró enfrentarse a Ronin, y admiramos mucho su valentía pues fue tan amigo de él como lo soy yo de Alexis y Shinju... renunciar a una amistad por un acto noble es algo que todos tenemos en estima...
Así que Ryota sacrificó su amistad con Ronin para fundar el bando de Bastión Hueco... sabía que el Maestro Ryota era el mejor, pero esto lo confirma.
Me dispuse a continuar con aquella interesante ronda de preguntas cuando un repentino grito de terror hizo que pegase un bote que casi me costó un tropiezo. Por el tono de aquella voz, parecía ser un hombre el que se había visto metido en aquel problema. Inmediatamente lo sentí, pero ya me lo había imaginado solo con oír como aquel hombre gritaba.
Solo una cosa lo suficientemente real y aterradora podía hacerte gritar así al más valiente de los hombres: los Sincorazón.
—Vaya, parece que alguien se ha metido en la boca del lobo. Necio.
—Pero no podemos entretenernos —replicó casi al instante Ariasu, claramente desinteresada en lo que fuese a pasarle al desconocido—. Si no nos damos prisa, Tierra de Partida se nos puede adelantar. Además, no me extrañaría que Lyn hubiera escuchado el grito. Nanashi ya nos advirtió de que tiene un olfato y oído increíbles.
—Estamos bastante cerca del castillo. Puedo encargarme de ese idiota y su caballo y asegurarme de que Lyn ni ninguno de sus aprendices se acerquen.
Me paré en seco. ¿Estaba hablando enserio? ¿Quería dejarnos ahí tirados? A pesar de que ella decía que nos encontrábamos relativamente cerca de nuestro objetivo... ¿Qué tenía pensado hacer con el hombre y el caballo que le acompañaba? ¿Salvarles?
Por la indescifrable sonrisa con la que Ariasu miraba a la aprendiza, podía imaginarme que quizá aquel hombre con mucha suerte tuviese una inesperada muerte rápida y sin dar paso a convertirse en un verdadero monstruo.
—¿Cerca? ¿A cuántos metros?
—Setecientos hacia el norte
¿Aquello era cosa de su afinidad, o se estaba inventado las coordenadas? No tenía demasiado claro que motivo podía empujar a Diana a querer salvarle la vida a aquel hombre, pero no podría adivinarlo aunque me esforzase.
—Mmm... Saito, ¿te vienes conmigo o querrías ayudar a Diana?
La pregunta de Ariasu me pilló completamente desprevenido dado que yo había estado centrado en mis propias conspiraciones mentales. De alguna manera, agradecía que la Maestra quisiese darme un poco de libertad para hacer lo que creyese conveniente, pero dudaba que pudiese serle de mucha ayuda a Diana.
>>Aunque debo reconocer que el castillo te va a parecer más interesante que luchar por la vida de un inepto.
Y mi curiosidad volvía a la carga, para que negarlo.
—La acompaño Maestra Ariasu, —explicaría— no creo que fuese capaz de ayudar en mucho a Diana. Como mucho podría estorbarla si me entrometo.
Entonces me dirigiría a mi rubia acompañante haciendo acoplo de todas mis fuerzas por no parecer un estúpido integral.
>>Mucha suerte con ello Diana, supongo que nos veremos en el Castillo. Ten cuidado.
Después de hacer aquella absurda despedida a una aprendiza que estaba más que experimentada, esperaría a que la Maestra Ariasu emprendiese la marcha y la seguiría.
El castillo nos estaba esperando.