Re: [Paraíso de los Bromistas] El dolor de la traición
Publicado: Lun Oct 12, 2015 6:48 pm
Por más que forzara la vista, no era capaz de ver nada raro, fuera de lo común. Era un parque de atracciones sin nada en especia. Lo único que me llamó la atención fue ver a las dos chicas de Bastión Hueco juntas, haciendo cola para subir a la montaña rusa. Menos mal, parecía que estaban entretenidas y no me buscarían al menos durante un rato.
―¿A quién estás buscando? —preguntó de pronto Ettore a mi espalda.
Me giré para contestarle, con una mentira piadosa, obviamente, pero antes de poder siquiera abrir la boca, el chico continuó hablando:
―Yo también estoy buscando a alguien. A mi hermana, Bianca. Se enfadó conmigo porque no quería venir aquí y se fue corriendo. Es una estúpida. En la Isla ya no tendremos que preocuparnos por adultos gruñones o profesores exigentes. A partir de ahora, solo estaremos ella y yo, haciendo lo que nos dé la gana. Y ese burro tonto, si de verdad quiere adoptarlo.
—¿Se enfadó? ¿Por qué? Quiero decir, es un parque de atracciones... Quitando a los niños gamberros correteando, ensuciando y molestando... me parece un sitio divertido.
»Aunque comprendo que no quisiera separarse de vuestros padres... —me quedé pensativa unos segundos, mirando al suelo—. No es fácil separarse de tu familia tan repentinamente...
―Es una niña rubia con dos trenzas ―dijo tras mirar por la ventana, con poco entusiasmo―. Si la ves, ¿podrías tirarle de una? Se lo merece.
Arqueé una ceja y le miré extrañada. ¿Acaso no se daba cuenta...?
—Pero yo no lo haría contigo, ¿sabes? Es solo que ella… pues es más pequeña y... ―sí, efectivamente, sus rojas mejillas indicaban que se había dado cuenta―. Da igual.
—Bueno, no le haré nada si la veo, pero le diré que quieres tirarle de sus trenzas tú mismo, ¿vale? —respondí dedicándola una sonrisa cómplice, intentando hacer que el chico se abriera mucho ya que se había quedado callado por completo, y de por sí no parecía muy extrovertido.
Me pasé el resto del viaje disfrutando de las vistas del parque desde la noria, ya que Ettore no parecía tener muchas ganas de hablar y ya había analizado todo lo que pude cada uno de los puntos importantes del lugar con la vista, poco podría encontrar ya.
—Al final no he encontrado lo que buscaba en la noria—dije una vez ambos hubimos bajado de la atracción—. Tendré que explorar el parque personalmente...
Quería que el chico se interesase por aquello que estaba buscando, que, en realidad, no era nada concreto. No quería entrar en detalles, pero Ettore me podía ser de ayuda ya que seguramente conocía el parque de antemano. Ya que tenía algo de confianza con él, debía aprovechar su colaboración indirecta con mi misión.
―Voy a ir a la Casa de la Vidente. Le pediré que me diga dónde está Bianca.
¿La Casa de la Vidente? Por el nombre, resultaba un lugar interesante y, sobre todo, útil. Quizá valía la pena ir a echar un vistazo y, quién sabe, preguntar algunos detalles sobre mi misión.
—Si sigue enfurruñada, me iré a la Casa de las Riñas para jugar. He escuchado que hay un premio fabuloso para el ganador. ¿Quieres venir? Si te gusta, podría conseguírtelo. Soy bueno peleando.
—¡Claro! —respondí, me había entrado curiosidad por aquel premio y, en cualquier caso, lo mejor iba a ser explorar todo el parque en profundidad. Aquella "Casa de las Riñas" parecía un lugar bastante concurrido por lo que había visto durante mi estancia en la noria, por lo que también valdría la pena echar un vistazo allí.
―… un rufián y un ladronzuelo, eso es lo que…
Al oír aquella voz adulta, algo sorprendente y poco común en aquel lugar, a mi espalda, me giré para ver que se trataba del hombre grandullón que nos había abierto la entrada al parque. Por sus palabras, parecía algo enfadado, aunque con su cara de mala uva constante no era raro. Quizá había habido un conflicto o algo así, pero no quería perder de vista a Ettore, así que decidí acercarme al bar al que se dirigían él y la niña que le acompañaba cuando saliéramos de la Casa de las Riñas para ver si me enteraba de algo, si es que de veras había sucedido alguna cosa.
Así pues, me giré de nuevo y decidí seguir a Ettore hacia la Casa de la Vidente. En cualquier caso, y por el momento, lo más prudente iba a ser mantenerme alejada de la montaña rusa, donde se encontraban Nicoxa y Freya. Seguramente tendrían la mosca detrás de la oreja por mi repentina huida así que lo mejor era evitar interrogatorios innecesarios.
―¿A quién estás buscando? —preguntó de pronto Ettore a mi espalda.
Me giré para contestarle, con una mentira piadosa, obviamente, pero antes de poder siquiera abrir la boca, el chico continuó hablando:
―Yo también estoy buscando a alguien. A mi hermana, Bianca. Se enfadó conmigo porque no quería venir aquí y se fue corriendo. Es una estúpida. En la Isla ya no tendremos que preocuparnos por adultos gruñones o profesores exigentes. A partir de ahora, solo estaremos ella y yo, haciendo lo que nos dé la gana. Y ese burro tonto, si de verdad quiere adoptarlo.
—¿Se enfadó? ¿Por qué? Quiero decir, es un parque de atracciones... Quitando a los niños gamberros correteando, ensuciando y molestando... me parece un sitio divertido.
»Aunque comprendo que no quisiera separarse de vuestros padres... —me quedé pensativa unos segundos, mirando al suelo—. No es fácil separarse de tu familia tan repentinamente...
―Es una niña rubia con dos trenzas ―dijo tras mirar por la ventana, con poco entusiasmo―. Si la ves, ¿podrías tirarle de una? Se lo merece.
Arqueé una ceja y le miré extrañada. ¿Acaso no se daba cuenta...?
—Pero yo no lo haría contigo, ¿sabes? Es solo que ella… pues es más pequeña y... ―sí, efectivamente, sus rojas mejillas indicaban que se había dado cuenta―. Da igual.
—Bueno, no le haré nada si la veo, pero le diré que quieres tirarle de sus trenzas tú mismo, ¿vale? —respondí dedicándola una sonrisa cómplice, intentando hacer que el chico se abriera mucho ya que se había quedado callado por completo, y de por sí no parecía muy extrovertido.
Me pasé el resto del viaje disfrutando de las vistas del parque desde la noria, ya que Ettore no parecía tener muchas ganas de hablar y ya había analizado todo lo que pude cada uno de los puntos importantes del lugar con la vista, poco podría encontrar ya.
—Al final no he encontrado lo que buscaba en la noria—dije una vez ambos hubimos bajado de la atracción—. Tendré que explorar el parque personalmente...
Quería que el chico se interesase por aquello que estaba buscando, que, en realidad, no era nada concreto. No quería entrar en detalles, pero Ettore me podía ser de ayuda ya que seguramente conocía el parque de antemano. Ya que tenía algo de confianza con él, debía aprovechar su colaboración indirecta con mi misión.
―Voy a ir a la Casa de la Vidente. Le pediré que me diga dónde está Bianca.
¿La Casa de la Vidente? Por el nombre, resultaba un lugar interesante y, sobre todo, útil. Quizá valía la pena ir a echar un vistazo y, quién sabe, preguntar algunos detalles sobre mi misión.
—Si sigue enfurruñada, me iré a la Casa de las Riñas para jugar. He escuchado que hay un premio fabuloso para el ganador. ¿Quieres venir? Si te gusta, podría conseguírtelo. Soy bueno peleando.
—¡Claro! —respondí, me había entrado curiosidad por aquel premio y, en cualquier caso, lo mejor iba a ser explorar todo el parque en profundidad. Aquella "Casa de las Riñas" parecía un lugar bastante concurrido por lo que había visto durante mi estancia en la noria, por lo que también valdría la pena echar un vistazo allí.
―… un rufián y un ladronzuelo, eso es lo que…
Al oír aquella voz adulta, algo sorprendente y poco común en aquel lugar, a mi espalda, me giré para ver que se trataba del hombre grandullón que nos había abierto la entrada al parque. Por sus palabras, parecía algo enfadado, aunque con su cara de mala uva constante no era raro. Quizá había habido un conflicto o algo así, pero no quería perder de vista a Ettore, así que decidí acercarme al bar al que se dirigían él y la niña que le acompañaba cuando saliéramos de la Casa de las Riñas para ver si me enteraba de algo, si es que de veras había sucedido alguna cosa.
Así pues, me giré de nuevo y decidí seguir a Ettore hacia la Casa de la Vidente. En cualquier caso, y por el momento, lo más prudente iba a ser mantenerme alejada de la montaña rusa, donde se encontraban Nicoxa y Freya. Seguramente tendrían la mosca detrás de la oreja por mi repentina huida así que lo mejor era evitar interrogatorios innecesarios.