Re: [Evento Global] The End Is Where We Begin - Día 1
Publicado: Mar Nov 13, 2012 4:27 am
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Lo que me esperaba fuera de la biblioteca no era ningún pasillo. Abrí la puerta, apresurado, y me lancé al frente esperando hallarme en una habitación de similar diseño. Pero para mi sorpresa, me hallé en el interior de un Corredor de Luz.
—¡Una trampa!
No caí en la cuenta hasta que fue demasiado tarde. Cuando quise girarme para volver sobre mis pasos, descubrí que me hallaba ya encerrado, envuelto en los cegadores destellos de aquel mágico pasillo. Como la liebre que cuelga de la cuerda: ya no había salida.
Salvo...
Había algo al final. A lo lejos, la luz del crepúsculo se recortaba contra el marco de la salida. Sólo aquello me quedaba. Al contrario que la primera vez, ya no había ningún Maestro para guiarme... Ronin ya no estaba. Y sin embargo, supe exactamente a dónde ir. Algo... o alguien... me decía a dónde dirigirme. No sabría explicarlo puesto que, pese a que no podía ver nada en aquella brillante luz, iba avanzando, finalmente, por cuenta propia.
Y tras caminar durante lo que me pareció una eternidad, salí del portal.
Caminaba por los Altos de la Estación (¿ese nombre...?), subiendo la colina con muy poco esfuerzo, una proeza que antes me hubiese resultado imposible. En mi mano sujetaba un helado de sal marina (¿un helado de qué?) y lo disfrutaba con alegría, deleitándome en su perfecta mezcla entre dulce y salado, ligeramente preocupada (¿preocupada?) por no mancharme las manos o la ropa. Sencillamente, adoraba aquel sabor. Era demasiado perfecto.
—¿Te gusta el helado?
Giré mi cabeza, regresándole la mirada a Ronin (y aunque su rostro era muchos años más joven, con una barba más cuidada, y menos cicatrices y arrugas; con aquel parche y aquella característica sonrisa, el Maestro de Maestros era inconfundible...).
—¡Maestro! ¡¡Está vivo!!
—¡Ya lo creo! ¡No hay nada así en mi mundo!
Me llevé los dedos a los labios, cuestionándome cómo era posible que unas palabras que no habrían cruzado por mi mente hubiesen escapado de mi boca, y cómo aquellas que había querido expresar no se habían presentado de ninguna manera... pero mi mano no respondió. E incluso cuando quise hacer una mueca de asombro en mi rostro, ésta jamás se dibujó, pues la sonrisa que le dediqué a Ronin tenía más fuerza que cualquiera de mis pensamientos.
Y entonces lo noté... aquel no era mi cuerpo. Ni siquiera era una marioneta o había sido atacado por un hechizo. No, era un espectador en el cuerpo y mente de alguien más.
¿Estaba... reviviendo recuerdos? Si era así, ¿por qué? ¿Quién me había guiado allí, y cómo? ¿Cómo era posible que un Portal de Luz me transportara al pasado, a la cabeza de otra persona?
O tal vez... era un engaño.
—Estos días han sido mágicos —"señalé", a la par que movía mi helado de un lado a otro—. Primero visitamos aquel lugar donde los sustos estaban siempre asegurados. Luego, viajamos a tu mundo, donde pude volar por primera vez. ¡Y luego le dimos una tunda a esos hunos metomentodos!
Mientras Ronin dejaba salir una fuerta carcajada (parecía que no había cambiado nada en veinte años), en mi mente hice nota de los viajes de aquella joven: Ciudad de Halloween, Nunca Jamás y Tierra de Dragones. Así que el Maestro era nativo de Nunca Jamás, ¿eh...? Volví a prestar atención a la mirada de mi "portadora" y advertí que el mencionado parecía más alegre de lo normal, e incluso algo orgulloso (¿y apenado?) gracias a las palabras de su amiga.
—¿No te arrepientes entonces de haber tomado la Llave Espada? —preguntó el joven Ronin. Así que se trataba de una Aprendiza...
—¿Bromeas? ¡Si puedo seguir luchando como ayer, habrá sido la mejor decisión de mi vida!
Ronin y yo, la Aprendiza, reímos con entusiasmo. Ambos continuamos subiendo la colina hasta lo que mi portadora reconoció como la Plaza, justo frente a la estación de trenes de Villa Crepúsculo. Y no pude evitar notar cómo alguien parecía estar esperándonos, sentado en las escaleras que llevaban a las puertas de cristal. Algo emocionada, lo saludé con la mano, y éste me respondió casi inmediatamente.
—¿Y qué me dices de él? Imposible no notar que has mostrado mucho interés... —expresó Ronin, que, como bien dijo, no había podido evitar advertir el apego de la Aprendiza por el otro muchacho. A manera de respuesta, le empujé, entre juguetona y enfadada.
—¡Calla! ¿Es que quieres problemas conmigo?
—No, que se une tu novio —continuó burlándose el joven Ronin. En respuesta, amenacé:
—¡Te vas a enterar!
...y luego eché a correr tras de él, quien había decidido que ya era un buen momento para iniciar su huida.
Me sentí extrañamente feliz. Como si aquellas situaciones fuesen las más preciadas de mi vida.
No sabría decir si realmente era más rápida y ágil que Ronin, o si éste se dejó atrapar a propósito; lo único acertado era que al final logré alcanzarlo. Lo derribé al suelo de un salto, asiéndome fuertemente de su cuello. Rompí cualquier clase de resistencia por parte de Ronin y caí encima de él una vez se precipitó al piso.
—¡Te volví a ganar! —celebré, poniendo todo mi peso sobre la cabeza de Ronin.
—Sois peores que unos niños de párvulos...
No tuve que prestar atención a la mirada de la Aprendiza para advertir quién hablaba, pues ella reconoció la voz al instante y un nombre recorrió su mente, apenas en contacto con la mía.
Ryota. El Maestro de la Oscuridad.
Así que... al final habían sido compañeros. Ronin y Ryota... y la Aprendiza también.
Tomé la mano de Ryota y éste me ayudó a levantarme. No pude evitar notar cómo, por supuesto, el también era unos veinte años más joven. No tenía ni una sola cana o arruga, al igual que Ronin, y sus facciones parecían más inseguras que las que nos habían recibido en Bastión Hueco.
—¡Eres testigo, ya le he ganado seis veces esta semana! —señalé, refiriéndome a mi nueva victoria sobre Ronin. Ryota simplemente sonrió.
—Bueno, aquella en el comedor de Tierra de Partida de anteayer no la contaría como...
—¿A que te doy una tunda? —le interrumpí, provocando que Ronin soltara unas cuantas risas. Se puso de pie sin ninguna clase de ayuda y luego puso su mano sobre mí:
—¡Témela, Ryota! Yo creo que sería capaz de darle hasta a nuestro Maestro con tal de pelearse con alguien.
—¿Vuestro Maestro? Así que los tres entrenabais juntos, ¿eh...?
—Cuánta violencia...
—Pero...
La Aprendiza se detuvo un momento mientras Ronin y Ryota echaban a andar rumbo a la estación de trenes. Sincerándose en la soledad, expresó, con una mano en el corazón:
—No es por la violencia por lo que me gusta luchar...
—¿...quién eres tú...?
Estuvimos a punto de dar un paso al frente para alcanzar a Ronin y a Ryota, pero nos detuvimos a medio camino. No, me detuve a medio camino. El mundo quedó atado y sólo mi conciencia permaneció despierta; la Aprendiza quedó fuera de mi alcance.
Un encapuchado me había interceptado. El mismo que me había estado observando en la biblioteca. Su cuerpo entero estaba cubierto por el mismo abrigo negro, el cual le quedaba bastante grande para su estatura. No supe decir si era un niño o una chica algo pequeña. Pero de una cosa estaba seguro: no era un Jugador, y parecía estar bastante interesado en mí...
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Súbitamente, una luz cegadora comenzó a rodear toda la Plaza, separándome de Ryota y de Ronin. Dejé de sentir finalmente la mente y el cuerpo de aquella misteriosa Aprendiza, y recobré el control sobre los míos propios. Poco a poco, aquel mundo del pasado comenzó a desaparecer entre destellos...
—¡Espera! ¿Cuál es su nombre? ¿Cuál es tu nombre? ¿Qué es lo que quie--
Pero no pude terminar mi frase. Sin previo aviso, me hallé de nuevo frente a la biblioteca, tirado en el suelo como si hubiese quedado inconsciente. Y no dudé que hubiese sido así. El encapuchado no se hallaba en los alrededores, ni tampoco rastro alguno del Portal de Luz. Sólo yo y el libro que llevaba conmigo.
—Maldita sea... El Pacto... —me quejé, a la par que me ponía de pie con no poco esfuerzo. Tenía que encontrar a alguien, y rápido. La salida, la salida, la salida... Debía encontrarla y tal vez allí podría encontrarme con otro Jugador.
Pero en ningún momento el misterio de aquella Aprendiza abandonó mi mente.