[Evento Global] The End Is Where We Begin - Día 1
Publicado: Lun Nov 05, 2012 12:00 am
Las campanas del reloj marcaron las seis de la tarde.
Su sonido despertó a un Saxor (¿o Xaiyim?) desorientado, confuso y con la lengua pastosa. El sol en la lejanía le golpeaba el cuello, obligándole a despertar del sueño en el que había caído cuando Ariasu les había anunciado que formarían parte de un juego, confundiéndole con alguien más de Tierra de Partida. O... Quizás no estuviese equivocada. Cabía la posibilidad de que les hubiese dado la espalda, ¿no?
Se encontraba en lo alto de la torre de la estación, frente a las gigantescas agujas de un reloj que marcaban la hora a la que había despertado. Era todo tan confuso... ¿Conocía de antes Villa Crepúsculo o no? Si así fuese, sabría que desde allí podía ver toda la colina sobre la que se situaba la ciudad, y si rodeaba la torre, incluso alcanzaría a ver la playa, que solo era posible alcanzar mediante tren.
Extraño... ¿Qué hacía allí?
* * *
Hiro abrió los ojos y sus ojos alcanzaron a ver a dos muchachos pegándose. Sí, pegándose; con bates de Struggle, pero era una pelea al fin y al cabo.
El solar deportivo, allí había despertado. Se encontraba en uno de los bancos, sentado con el tórax inclinado hacia adelante. Muchos ciudadanos estaban allí reunidos, observando el combate por entretenimiento... Pero nadie se había sentado junto a él. Incluso había alguna mirada de odio hacia su persona de los más jóvenes.
Uno de los participantes golpeó con fuerza la cabeza del otro, desorientándolo por completo y aprovechando para un ataque final en las costillas que tiró al rival al suelo, haciéndole soltar algunas de sus canicas. El público gritó lleno de júbilo, olvidándose de la presencia de Hiro.
Al menos estaría entretenido un rato.
* * *
Fran despertó. Estaba apoyado en una pared, con una farola iluminada dislumbrándole... Pese a que era todavía de día. Extraño.
Conocía aquel lugar. Ser de Villa Crepúsculo jugaba a su favor por el momento: estaba en el callejón que conectaba los Altos de la estación con el Solar deportivo. Si escuchaba atentamente, podría oír gritos de júbilo y ánimo viniendo de allí, probablemente por un combate que se estuviese disputando en aquellos mismos instantes.
Todo parecía seguir igual. Bueno, había sido extraña la caída de la vidriera que les había mostrado Ariasu... Y el extraño caso de que habían hablado de un juego. Pero todo lo demás, normal. Sin Sincorazón, sin peligros, sin voces en la cabeza...
Espera. Un momento.
¿¡Por qué no podía oír a SentenciOS!?
* * *
El sueño de Mei se vio interrumpido con el traca traca del tranvía. Abrió los ojos justo cuando la gente se bajaba, dejándola sola en el interior del transporte; la verdad es que parecía estar algo lleno segundos antes, pero ahora era como si todos hubiesen decidido bajarse en el mismo momento. Si pensó en bajarse, no le dio tiempo.
El tranvía volvió a ponerse en marcha, con ella sentada en uno de sus asientos. Podía ver a través del cristal que viajaba por una gran plaza, con algunas tiendas de ropa, chuches... Incluso de distintos tipos de espadas de Struggle.
Y ella allí, encerrada hasta que el tranvía se detuviese.
* * *
¿A Neas le gustaba saltar por los tejados de Mundo Inexistente? Pues le encantaría despertar en lo alto de un edificio, a unos veinte metros del suelo.
Quitando el vértigo de la situación, le despertó el murmullo de la gente bajándose de un tranvía no muy lejos de allí, como una nube de personas que huían de la escena de un crimen. El tranvía no tardó en volver a ponerse en marcha, aunque a él aquello debía darle igual.
Quizás lo que le interesase saber es que no veía modo de bajar, aparte de suicidarse.
* * *
Yagami y Fyk despertaron juntos en los Altos de la estación, sentados en el suelo de espaldas a un garaje, muy cerca de la Plaza donde habían estado anteriormente.
El primero todavía debía estar confuso de por qué la Maestra Ariasu no le había apartado del resto de miembros de aprendices de Tierra de Partida, invitándole a jugar a él también. El dolor del corazón todavía seguía latente en él, como si le hubiesen arrebatado algo de gran importancia... Pero era imposible reconocer el qué. No hasta que llegara su debido momento.
Por otra parte, Fyk tuvo que colocarse prácticamente de inmediato alerta. Al final de la calle podía ver cómo algunos niños jugaban entre ellos con un monopatín, pero concretamente le impresionó haber visto entre ellos a una chica pálida de pelo azulado: Alexis. Sin embargo, aquella sensación no duraría, pues en cuanto estuviese más despierto se daría cuenta de que debió ser su imaginación. Allí solo había niños normales...
Aunque una risita pasando por su mente y estar junto a un aprendiz de Bastión Hueco no debió tranquilizarle, y lo mismo iba por su enemigo.
* * *
Todos los aprendices se vieron sorprendidos cuando algo vibró en sus bolsillos. Al rebuscar en ellos, encontrarían dos objetos que no habían visto antes: un pin negro con el dibujo de lo que parecía ser una calavera blanca, junto con sus móviles y pociones, aunque en el caso de Fyk también encontró una esfera brillante circular. ¿Cómo habían llegado hasta allí...? Y para colmo, sus objetos de curación, armamento habituales... ¡No había nada!
El teléfono móvil, por su parte, indicaba la entrada de dos mensajes de texto nuevos. Al abrir el menú para leerlos encontrarían pocas opciones: los textos, la posibilidad de hacer llamadas (aunque si lo comprobaban, el teléfono no pedía un número de teléfono, sino una especie de código) y lo que parecía ser el icono de un libro con el nombre "Conceptos".
* * *
—¡Yo, tío! ¡Por fin te encuentro!
Para sorpresa de Saxor, no estaba solo en la torre del reloj. Directo de las escaleras que conectaban con la estación de trenes, la figura de un adolescente se dejó aparecer, vestido de blanco y con un gorro negro que casi le tapaba los ojos azules. Apretaba los dientes y mantenía los puños apretados, dedicando una mirada llena de odio hacia el chico.
—¡Se acabó el juego para ti, puto Reaper! —amenazó el joven, colocando los brazos en posición defensiva—. ¡Voy a hacer que pagues tus mierdas riperas, tío!
¿Se conocían? Saxor no le recordaba de nada. Alguien tan singular se hubiese quedado seguramente grabado en su mente, pero por lo visto él sí que le conocía y bien. Y más cuando se pronunció más alto:
—¿A qué esperas, Xaiyim?
Y con aquella pregunta, el adolescente lanzó un puñetazo directo hacia la cara de Saxor.
* * *
El combate de Struggle se vio súbitamente interrumpido cuando unas sombras oscuras surgieron entre ambos combatientes, permitiendo aparecer a un Sincorazón entre ellas. Su aspecto de martillo podía ser intimidante, pero su pequeña cabecita y su aspecto de despistado haría bajar la guardia a más de uno.
Si Hiro esperaba que la gente huyese alarmada, se equivocó enormemente. Hubo alguna queja en voz alta y algunas miradas furiosas hacia el joven, como si él hubiese provocado aquello, pero la reacción general fue la misma: retroceder lentamente hacia las salidas de los altos de la estación y la plazoleta del tranvía, dejando completamente libre el escenario de batalla. Incluso los combatientes se unieron a la multitud.
Esperaban que el chico se enfrentase al Sincorazón. ¿Era una nueva especie de entretenimiento? ¿Una trampa?
* * *
Mientras Fran se preocupaba porque su voz digital no resonaba en su cerebro, un claxon llamó su atención. Si dirigía la mirada hacia el callejón que llevaba a los altos de la estación, podría ver una imagen perturbadora: un coche azul con dientes que se dirigía a toda velocidad hacia él, preparado para... ¡Atropellarle!
El coche no dejaba de tocar el claxon, advirtiéndole que se apartara. La verdad era que sus posibilidades estaban muy limitadas: o retrocedía al solar depotivo, o intentaba cruzar una verja metálica a su izquierda, aunque no sabía bien adónde le llevaría. Quizás a un lugar sin salida. ¡El tiempo se acababa!
* * *
Mei se llevó una desagradable sorpresa cuando el tranvía se detuvo, y no porque hubiesen llegado a una nueva estación.
Por el cristal del transporte podía ver cómo un grupo de seis Sincorazón golpeaban con sus extremidades el tranvía, dando vueltas y abollando las dos puertas de acceso. Eran pequeños, pero con aspecto peligroso: y hambrientos, muy hambrientos.
Mei solo pudo encontrar una posible salida lógica, pero nada segura: en el techo había una escotilla que le llevaría hasta el techo del tranvía, aunque después tendría que arreglárselas entre tanto Sincorazón. También podía abrir las puertas de emergencia y abrirse paso entre los enemigos... Aunque tenía alguna que otra torta asegurada. Todo parecía peligroso.
Quedarse allí dentro más, pues uno de los Sincorazón acababa de agrietar un cristal lanzándose de cabeza a él. Ya casi estaban dentro.
* * *
Neas observó cómo alrededor del tranvía surgían seis sombras, y de ellas, seis Sincorazón verdes y pequeños que comenzaron a atacarlo. Estaba claro que buscaban algo que estaba dentro, o más concretamente, a alguien. Un rojo y brillante corazón para su merienda de las seis de la tarde.
Por fin, pudo localizar unas escaleras a su izquierda, por donde podría saltar a un tejado más bajo y de allí a un pequeño arco por el que pasaba el tranvía, donde podría usar unas escaleras para bajar al suelo. Claro que tardaría la vida en aquello y tendría que hacer frente a los Sincorazón frente a frente. O también podía...
Podía saltar desde el tejado hasta el tranvía. ¡Sí, era una locura y la torta que se iba a llevar tremenda! Pero a aquella altura no se mataría, y si aterrizaba bien, podría evitar a los Sincorazón con facilidad y abrir la escotilla que daba acceso a su interior.
Tenía que elegir. Una vida podía estar en peligro.
* * *
La situación entre Yagami y Fyk era complicada. No solo por la paranoia del extraterrestre y el posible enfrentamiento entre ambos, sino porque, al poco de llegar el SMS, cinco sombras surgieron alrededor de los dos jóvenes. No tardaron en salir figuras de su interior que rápidamente dejaron sin escapatoria a los chicos: un grupo de altas y delgadas momias que se movían torpemente, pero no por ello dejaban de ser peligrosas. Y bien lo sabían ambos, pues tenían en su pecho un símbolo de Sincorazón.
No había escapatoria, pero claramente ponía en el mensaje que debían alcanzar la Plaza de la estación... ¡Y desde allí podían verla! Si intentaban abrirse paso entre los Sincorazón, seguramente estos les atacarían para que no pudiesen huir. Y si se quedaban quietos en su sitio, sus corazones serían invitados a una agradable cena en grupo.
Pero entonces... ¿Qué iban a hacer? Los dos estaban en el mismo barco.
Su sonido despertó a un Saxor (¿o Xaiyim?) desorientado, confuso y con la lengua pastosa. El sol en la lejanía le golpeaba el cuello, obligándole a despertar del sueño en el que había caído cuando Ariasu les había anunciado que formarían parte de un juego, confundiéndole con alguien más de Tierra de Partida. O... Quizás no estuviese equivocada. Cabía la posibilidad de que les hubiese dado la espalda, ¿no?
Se encontraba en lo alto de la torre de la estación, frente a las gigantescas agujas de un reloj que marcaban la hora a la que había despertado. Era todo tan confuso... ¿Conocía de antes Villa Crepúsculo o no? Si así fuese, sabría que desde allí podía ver toda la colina sobre la que se situaba la ciudad, y si rodeaba la torre, incluso alcanzaría a ver la playa, que solo era posible alcanzar mediante tren.
Extraño... ¿Qué hacía allí?
Hiro abrió los ojos y sus ojos alcanzaron a ver a dos muchachos pegándose. Sí, pegándose; con bates de Struggle, pero era una pelea al fin y al cabo.
El solar deportivo, allí había despertado. Se encontraba en uno de los bancos, sentado con el tórax inclinado hacia adelante. Muchos ciudadanos estaban allí reunidos, observando el combate por entretenimiento... Pero nadie se había sentado junto a él. Incluso había alguna mirada de odio hacia su persona de los más jóvenes.
Uno de los participantes golpeó con fuerza la cabeza del otro, desorientándolo por completo y aprovechando para un ataque final en las costillas que tiró al rival al suelo, haciéndole soltar algunas de sus canicas. El público gritó lleno de júbilo, olvidándose de la presencia de Hiro.
Al menos estaría entretenido un rato.
Fran despertó. Estaba apoyado en una pared, con una farola iluminada dislumbrándole... Pese a que era todavía de día. Extraño.
Conocía aquel lugar. Ser de Villa Crepúsculo jugaba a su favor por el momento: estaba en el callejón que conectaba los Altos de la estación con el Solar deportivo. Si escuchaba atentamente, podría oír gritos de júbilo y ánimo viniendo de allí, probablemente por un combate que se estuviese disputando en aquellos mismos instantes.
Todo parecía seguir igual. Bueno, había sido extraña la caída de la vidriera que les había mostrado Ariasu... Y el extraño caso de que habían hablado de un juego. Pero todo lo demás, normal. Sin Sincorazón, sin peligros, sin voces en la cabeza...
Espera. Un momento.
¿¡Por qué no podía oír a SentenciOS!?
El sueño de Mei se vio interrumpido con el traca traca del tranvía. Abrió los ojos justo cuando la gente se bajaba, dejándola sola en el interior del transporte; la verdad es que parecía estar algo lleno segundos antes, pero ahora era como si todos hubiesen decidido bajarse en el mismo momento. Si pensó en bajarse, no le dio tiempo.
El tranvía volvió a ponerse en marcha, con ella sentada en uno de sus asientos. Podía ver a través del cristal que viajaba por una gran plaza, con algunas tiendas de ropa, chuches... Incluso de distintos tipos de espadas de Struggle.
Y ella allí, encerrada hasta que el tranvía se detuviese.
¿A Neas le gustaba saltar por los tejados de Mundo Inexistente? Pues le encantaría despertar en lo alto de un edificio, a unos veinte metros del suelo.
Quitando el vértigo de la situación, le despertó el murmullo de la gente bajándose de un tranvía no muy lejos de allí, como una nube de personas que huían de la escena de un crimen. El tranvía no tardó en volver a ponerse en marcha, aunque a él aquello debía darle igual.
Quizás lo que le interesase saber es que no veía modo de bajar, aparte de suicidarse.
Yagami y Fyk despertaron juntos en los Altos de la estación, sentados en el suelo de espaldas a un garaje, muy cerca de la Plaza donde habían estado anteriormente.
El primero todavía debía estar confuso de por qué la Maestra Ariasu no le había apartado del resto de miembros de aprendices de Tierra de Partida, invitándole a jugar a él también. El dolor del corazón todavía seguía latente en él, como si le hubiesen arrebatado algo de gran importancia... Pero era imposible reconocer el qué. No hasta que llegara su debido momento.
Por otra parte, Fyk tuvo que colocarse prácticamente de inmediato alerta. Al final de la calle podía ver cómo algunos niños jugaban entre ellos con un monopatín, pero concretamente le impresionó haber visto entre ellos a una chica pálida de pelo azulado: Alexis. Sin embargo, aquella sensación no duraría, pues en cuanto estuviese más despierto se daría cuenta de que debió ser su imaginación. Allí solo había niños normales...
Aunque una risita pasando por su mente y estar junto a un aprendiz de Bastión Hueco no debió tranquilizarle, y lo mismo iba por su enemigo.
Todos los aprendices se vieron sorprendidos cuando algo vibró en sus bolsillos. Al rebuscar en ellos, encontrarían dos objetos que no habían visto antes: un pin negro con el dibujo de lo que parecía ser una calavera blanca, junto con sus móviles y pociones, aunque en el caso de Fyk también encontró una esfera brillante circular. ¿Cómo habían llegado hasta allí...? Y para colmo, sus objetos de curación, armamento habituales... ¡No había nada!
Spoiler: Mostrar
El teléfono móvil, por su parte, indicaba la entrada de dos mensajes de texto nuevos. Al abrir el menú para leerlos encontrarían pocas opciones: los textos, la posibilidad de hacer llamadas (aunque si lo comprobaban, el teléfono no pedía un número de teléfono, sino una especie de código) y lo que parecía ser el icono de un libro con el nombre "Conceptos".
Bienvenidos, Jugadores.
Comienza el Reapers' Game. Vuestra misión es sobrevivir 7 días. Cumplid las misiones encomendadas por el Game Master cada día, o investigad la ciudad a vuestro antojo. Fallad, y vuestra existencia será eliminada.
~ El Compositor
Spoiler: Mostrar
Misión del Día 1:
· Sector crepúsculo: Alcanzad la Plaza de la Estación.
Tenéis 120 minutos. Fallad, y seréis eliminados.
~ El Game Master
Spoiler: Mostrar
Spoiler: Mostrar
—¡Yo, tío! ¡Por fin te encuentro!
Para sorpresa de Saxor, no estaba solo en la torre del reloj. Directo de las escaleras que conectaban con la estación de trenes, la figura de un adolescente se dejó aparecer, vestido de blanco y con un gorro negro que casi le tapaba los ojos azules. Apretaba los dientes y mantenía los puños apretados, dedicando una mirada llena de odio hacia el chico.
Spoiler: Mostrar
—¡Se acabó el juego para ti, puto Reaper! —amenazó el joven, colocando los brazos en posición defensiva—. ¡Voy a hacer que pagues tus mierdas riperas, tío!
¿Se conocían? Saxor no le recordaba de nada. Alguien tan singular se hubiese quedado seguramente grabado en su mente, pero por lo visto él sí que le conocía y bien. Y más cuando se pronunció más alto:
—¿A qué esperas, Xaiyim?
Y con aquella pregunta, el adolescente lanzó un puñetazo directo hacia la cara de Saxor.
El combate de Struggle se vio súbitamente interrumpido cuando unas sombras oscuras surgieron entre ambos combatientes, permitiendo aparecer a un Sincorazón entre ellas. Su aspecto de martillo podía ser intimidante, pero su pequeña cabecita y su aspecto de despistado haría bajar la guardia a más de uno.
Spoiler: Mostrar
Si Hiro esperaba que la gente huyese alarmada, se equivocó enormemente. Hubo alguna queja en voz alta y algunas miradas furiosas hacia el joven, como si él hubiese provocado aquello, pero la reacción general fue la misma: retroceder lentamente hacia las salidas de los altos de la estación y la plazoleta del tranvía, dejando completamente libre el escenario de batalla. Incluso los combatientes se unieron a la multitud.
Esperaban que el chico se enfrentase al Sincorazón. ¿Era una nueva especie de entretenimiento? ¿Una trampa?
Mientras Fran se preocupaba porque su voz digital no resonaba en su cerebro, un claxon llamó su atención. Si dirigía la mirada hacia el callejón que llevaba a los altos de la estación, podría ver una imagen perturbadora: un coche azul con dientes que se dirigía a toda velocidad hacia él, preparado para... ¡Atropellarle!
Spoiler: Mostrar
El coche no dejaba de tocar el claxon, advirtiéndole que se apartara. La verdad era que sus posibilidades estaban muy limitadas: o retrocedía al solar depotivo, o intentaba cruzar una verja metálica a su izquierda, aunque no sabía bien adónde le llevaría. Quizás a un lugar sin salida. ¡El tiempo se acababa!
Mei se llevó una desagradable sorpresa cuando el tranvía se detuvo, y no porque hubiesen llegado a una nueva estación.
Por el cristal del transporte podía ver cómo un grupo de seis Sincorazón golpeaban con sus extremidades el tranvía, dando vueltas y abollando las dos puertas de acceso. Eran pequeños, pero con aspecto peligroso: y hambrientos, muy hambrientos.
Spoiler: Mostrar
Mei solo pudo encontrar una posible salida lógica, pero nada segura: en el techo había una escotilla que le llevaría hasta el techo del tranvía, aunque después tendría que arreglárselas entre tanto Sincorazón. También podía abrir las puertas de emergencia y abrirse paso entre los enemigos... Aunque tenía alguna que otra torta asegurada. Todo parecía peligroso.
Quedarse allí dentro más, pues uno de los Sincorazón acababa de agrietar un cristal lanzándose de cabeza a él. Ya casi estaban dentro.
Neas observó cómo alrededor del tranvía surgían seis sombras, y de ellas, seis Sincorazón verdes y pequeños que comenzaron a atacarlo. Estaba claro que buscaban algo que estaba dentro, o más concretamente, a alguien. Un rojo y brillante corazón para su merienda de las seis de la tarde.
Por fin, pudo localizar unas escaleras a su izquierda, por donde podría saltar a un tejado más bajo y de allí a un pequeño arco por el que pasaba el tranvía, donde podría usar unas escaleras para bajar al suelo. Claro que tardaría la vida en aquello y tendría que hacer frente a los Sincorazón frente a frente. O también podía...
Podía saltar desde el tejado hasta el tranvía. ¡Sí, era una locura y la torta que se iba a llevar tremenda! Pero a aquella altura no se mataría, y si aterrizaba bien, podría evitar a los Sincorazón con facilidad y abrir la escotilla que daba acceso a su interior.
Tenía que elegir. Una vida podía estar en peligro.
La situación entre Yagami y Fyk era complicada. No solo por la paranoia del extraterrestre y el posible enfrentamiento entre ambos, sino porque, al poco de llegar el SMS, cinco sombras surgieron alrededor de los dos jóvenes. No tardaron en salir figuras de su interior que rápidamente dejaron sin escapatoria a los chicos: un grupo de altas y delgadas momias que se movían torpemente, pero no por ello dejaban de ser peligrosas. Y bien lo sabían ambos, pues tenían en su pecho un símbolo de Sincorazón.
Spoiler: Mostrar
No había escapatoria, pero claramente ponía en el mensaje que debían alcanzar la Plaza de la estación... ¡Y desde allí podían verla! Si intentaban abrirse paso entre los Sincorazón, seguramente estos les atacarían para que no pudiesen huir. Y si se quedaban quietos en su sitio, sus corazones serían invitados a una agradable cena en grupo.
Pero entonces... ¿Qué iban a hacer? Los dos estaban en el mismo barco.
Spoiler: Mostrar