Re: [Evento Global] The End Is Where We Begin - Día 2
Publicado: Sab Nov 24, 2012 8:46 pm
—Aún no os habéis presentado —se dirigió Hana a sus dos compañeros—. ¿Lo vais a hacer o preferís que os asigne un mote a cada uno?
—Mickael —respondió secamente el hombre-rata—. Mickael está bien... —en el pasado, hubiera sonreido y amablemente dicho que podían llamarlo Mick, pero aquel sobrenombre estaba ligado a un recuerdo demasiado doloroso. Él siempre le llamaba Mick...
Debido a que ninguno de los miembros del grupo propuso una idea alternativa a la subida a la torre, Hana, que parecía haber tomado el liderato del grupo, se dirigió hacía las escaleras, animando indirectamente a que la siguieran. A Mickael no le molestaba ´realmente tener que seguir a alguien o "obedecer" a alguien, él no tenía dotes de liderazgo, pero era una rata solitaria, seguía sintiéndose incómodo al tener que compartir aquella aventura con aquellos muchachos, y además del bando contrario. Temía que, si finalmente todo esto era una prueba, Bastión Hueco lo reprendiera por haberse aliado con el enemigo. Decidió dejar de darle vueltas a las cosas y siguió a la chica. No podían simplemente quedarse quietos y esperar por el reaper.
Durante el ascenso, Hana continuó hablando, comentando que las vistas desde la torre les permitirían trazar un mapa mental en el cual señalar las posiciones de los reapers. Después, se dirigió nuevamente de forma personal a sus compañeros, interrogándolos de cierta forma.
—Recuerdo que fuiste uno de los chicos maniatados por Ronin —se dirigió al aprendiz de Bastión Hueco, que se sorprendió por la apreciación, ¿es que ahora iba a echarle en cara pertenecer al otro bando—. No me malinterpretes. Me dan igual los bandos, al igual que lo que se suponga que planeéis hacer —pareció leerle la mente—. Pero el Maestro mencionó que os raptó, ¿durante o hace nueve días? Da igual. Lo único que quiero es que me expliques qué es este Juego y todo lo que sepas. El paradero de los demás, el del gitano y el de la chica-seta. Al fin y al cabo, parece que incluso los tuyos te han dejado de lado. ¿Qué tienes que perder? —remató.
"Te han dejado de lado", esas palabras golpearon fuertemente a Mickael como si fueran el más fuerte de los hechizos.
—¡No me han abandonado! —gritó, indignado, reaccionando instintivamente. Luego se calmó un poco más al darse cuenta de lo alterado que parecía estar—. Qui-quiero decir... To-todavía no está... no está cla-claro que ha-hago aquí... Aún no sé cual es... cual es mi mi-misión... ¡Pero no me han abandonado! —había recuperado el tartamudeo ante el nerviosismo de la situación, y eso molestó al muchacho, que pasaba cada día desde que eligiera su nuevo camino sufriendo por matar a su antigua personalidad y mostrar una más fuerte. Que de vez en cuando volviera a salir el "Mickael de la luz" no le ayudaba en nada.
Siguieron el camino, que se volvió incómodo y demasiado largo para el chico.
—Lo siento, pero no sé nada sobre el juego —respondió más tarde, más tranquilo, a la pregunta de Hana—. Aunque pertenezca a su bando, aquí estoy en las mismas condiciones que vosotros. O eso parece...
Una vez terminaron el que parecía un eterno camino, la cima les supo a gloria, sobretodo por las magníficas vistas que les brindaba. Mickael se fijó en tres chavales que se encontraban cerca de ellos, comiendo helados y divirtiéndose. El hombre-rata se sintió un poco celoso, a él también le hubiera gustado tener ese tipo de experiencias... Pero ya no podía. Por un momento miró a sus compañeros y una extraña imagen de ellos tres en el lugar de aquellos chicos se pasó por su mente. La borró instintivamente, debía eliminar esa clase de pensamientos, debía renunciar a esa clase de experiencias.
La amistad, gran tesoro...
LA voz sonó en los oídos de lso tres muchachos, que se giraron instintivamente hacia las escaleras, topándose de bruces con una delicada figura totalmente oculta por un traje negro, incluída la cabeza escondida tras una capucha. Avanzó hacía ellos. Mickael se pusó a la defensiva, temiendo que fuera un reaper, pero pasó de largo y se dirigió hacia el borde. Entonces, el móvil de los tres muchachos sonó al unísono. Mickael abrió el nuevo mensaje para comprobar que la Game Master seguía tan poco específica como siempre: un conjunto de números cuyo significado era desconocido para él componían el mensaje.
Me recuerdan tanto a Ronin... A Ryota... Y a ti.
¿Ryota? ¿Ronin? ¿Qué conexión tenían aquellos chicos con los maestros? El hombre-rata no pudo evitar que le picase la curiosidad.
La luz del sol... El eterno crepúsculo de esta ciudad... Me recuerdan a ti. Fue aquí...
Seguía hablando misteriosamente. Después, se giró hacia los aprendices y sacó del bolsillo un pequeño regalo para ellos, una esfera grisácea que dejó caer al suelo. Hana no tardó demasiado en casi lanzarse a por él, pareciendo saber perfectamente de que se trataba. Mickael iba a interrogarla por ellos cuando, entonces, la figura encapuchada se desvaneció, surgiendo a sus espaldas, en las escaleras de nuevo.
El final es donde vosotros comenzáis.
Dijo para después comenzar a descender el camino. Hana, impulsiva como siempre, tardó muy poco en lanzarse a correr tras la figura.
—¡Espera! —la intentó detener Mickael—. ¡Aún no sabemos si se puede tratar de un reaper, o si puede conducirnos a uno de ellos! —eso era lo que creía, a pesar de que parecía que les acababa de ayudar—. ¡Maldita sea! —maldijo al ver que la chica le hacía caso omiso y se dispuso a correr tras ella.
—Mickael —respondió secamente el hombre-rata—. Mickael está bien... —en el pasado, hubiera sonreido y amablemente dicho que podían llamarlo Mick, pero aquel sobrenombre estaba ligado a un recuerdo demasiado doloroso. Él siempre le llamaba Mick...
Debido a que ninguno de los miembros del grupo propuso una idea alternativa a la subida a la torre, Hana, que parecía haber tomado el liderato del grupo, se dirigió hacía las escaleras, animando indirectamente a que la siguieran. A Mickael no le molestaba ´realmente tener que seguir a alguien o "obedecer" a alguien, él no tenía dotes de liderazgo, pero era una rata solitaria, seguía sintiéndose incómodo al tener que compartir aquella aventura con aquellos muchachos, y además del bando contrario. Temía que, si finalmente todo esto era una prueba, Bastión Hueco lo reprendiera por haberse aliado con el enemigo. Decidió dejar de darle vueltas a las cosas y siguió a la chica. No podían simplemente quedarse quietos y esperar por el reaper.
Durante el ascenso, Hana continuó hablando, comentando que las vistas desde la torre les permitirían trazar un mapa mental en el cual señalar las posiciones de los reapers. Después, se dirigió nuevamente de forma personal a sus compañeros, interrogándolos de cierta forma.
—Recuerdo que fuiste uno de los chicos maniatados por Ronin —se dirigió al aprendiz de Bastión Hueco, que se sorprendió por la apreciación, ¿es que ahora iba a echarle en cara pertenecer al otro bando—. No me malinterpretes. Me dan igual los bandos, al igual que lo que se suponga que planeéis hacer —pareció leerle la mente—. Pero el Maestro mencionó que os raptó, ¿durante o hace nueve días? Da igual. Lo único que quiero es que me expliques qué es este Juego y todo lo que sepas. El paradero de los demás, el del gitano y el de la chica-seta. Al fin y al cabo, parece que incluso los tuyos te han dejado de lado. ¿Qué tienes que perder? —remató.
"Te han dejado de lado", esas palabras golpearon fuertemente a Mickael como si fueran el más fuerte de los hechizos.
—¡No me han abandonado! —gritó, indignado, reaccionando instintivamente. Luego se calmó un poco más al darse cuenta de lo alterado que parecía estar—. Qui-quiero decir... To-todavía no está... no está cla-claro que ha-hago aquí... Aún no sé cual es... cual es mi mi-misión... ¡Pero no me han abandonado! —había recuperado el tartamudeo ante el nerviosismo de la situación, y eso molestó al muchacho, que pasaba cada día desde que eligiera su nuevo camino sufriendo por matar a su antigua personalidad y mostrar una más fuerte. Que de vez en cuando volviera a salir el "Mickael de la luz" no le ayudaba en nada.
Siguieron el camino, que se volvió incómodo y demasiado largo para el chico.
—Lo siento, pero no sé nada sobre el juego —respondió más tarde, más tranquilo, a la pregunta de Hana—. Aunque pertenezca a su bando, aquí estoy en las mismas condiciones que vosotros. O eso parece...
Una vez terminaron el que parecía un eterno camino, la cima les supo a gloria, sobretodo por las magníficas vistas que les brindaba. Mickael se fijó en tres chavales que se encontraban cerca de ellos, comiendo helados y divirtiéndose. El hombre-rata se sintió un poco celoso, a él también le hubiera gustado tener ese tipo de experiencias... Pero ya no podía. Por un momento miró a sus compañeros y una extraña imagen de ellos tres en el lugar de aquellos chicos se pasó por su mente. La borró instintivamente, debía eliminar esa clase de pensamientos, debía renunciar a esa clase de experiencias.
LA voz sonó en los oídos de lso tres muchachos, que se giraron instintivamente hacia las escaleras, topándose de bruces con una delicada figura totalmente oculta por un traje negro, incluída la cabeza escondida tras una capucha. Avanzó hacía ellos. Mickael se pusó a la defensiva, temiendo que fuera un reaper, pero pasó de largo y se dirigió hacia el borde. Entonces, el móvil de los tres muchachos sonó al unísono. Mickael abrió el nuevo mensaje para comprobar que la Game Master seguía tan poco específica como siempre: un conjunto de números cuyo significado era desconocido para él componían el mensaje.
¿Ryota? ¿Ronin? ¿Qué conexión tenían aquellos chicos con los maestros? El hombre-rata no pudo evitar que le picase la curiosidad.
Seguía hablando misteriosamente. Después, se giró hacia los aprendices y sacó del bolsillo un pequeño regalo para ellos, una esfera grisácea que dejó caer al suelo. Hana no tardó demasiado en casi lanzarse a por él, pareciendo saber perfectamente de que se trataba. Mickael iba a interrogarla por ellos cuando, entonces, la figura encapuchada se desvaneció, surgiendo a sus espaldas, en las escaleras de nuevo.
Dijo para después comenzar a descender el camino. Hana, impulsiva como siempre, tardó muy poco en lanzarse a correr tras la figura.
—¡Espera! —la intentó detener Mickael—. ¡Aún no sabemos si se puede tratar de un reaper, o si puede conducirnos a uno de ellos! —eso era lo que creía, a pesar de que parecía que les acababa de ayudar—. ¡Maldita sea! —maldijo al ver que la chica le hacía caso omiso y se dispuso a correr tras ella.