[Evento Global] The End Is Where We Begin - Día 2
Publicado: Sab Nov 17, 2012 11:00 pm
Saxor, Hikaru, Kailee, Fran e Hiro despertaron en la Estación del Ocaso.
La pequeña estación ya sería conocida por los que habían vivido en Villa Crepúsculo. Apenas tenía unos bancos para la espera de trenes y conectaba con una empinadísima calle que se dirigía hacia la playa, al fondo del paisaje. Un cartel avisaba de que el próximo tren llegaría en pocos minutos.
En cuanto despertaron, Saxor pudo localizar a Beat de pie, mirando directamente al sol. Eran las cinco de la tarde según su móvil, pero el sol ya comenzaba a ocultarse en la lejanía. Parecía un crepúsculo sin fin... ¿Es que no era nunca de día en aquella ciudad?
—¡Tú, yo! —le señaló, acercándose a él y dándole unos ligeros golpes en el hombro—. ¡Nos vamos ahora mismo! ¡Conozco a alguien en este Sector que va a romper ese Pacto que me has obligado a hacer, Reaper!
Beat echó a caminar hacia la calle, pero un muro invisible chocó con él. El chico se llevó la mano a la nariz, donde se había dado, y pegó un grito con fuerza. Dirigió una mirada asesina hacia Saxor, indicándole que le siguiera: al parecer, un compañero no podía abandonar una zona si el otro no le acompañaba. Útil sería saberlo para el futuro.
El resto ya verían qué hacían.
* * *
—Oh, Xefil. Cuánto tiempo.
Xefil despertó al oír aquellas palabras y ni el lugar ni la persona que tenía enfrente suya eran esperados por el chico. Estaba sentado frente a la barra de lo que parecía ser una cafetería moderna, con algunos cuadros de grafitis en la pared e incluso fotografías de gente que el chico imaginó que se trataba de clientes habituales.
Y Higashizawa, el cocinero de Tierra de Partida, estaba sentado al otro lado.
El enorme hombre apenas cabía en el asiento en el que estaba, mientras disfrutaba de un café con leche y un croissant con nata por dentro al que ya había dado un mordisco. Lo cierto es que parecía algo fuera de lugar, pues por una vez no era el cocinero, sino el comensal. ¿Pero cómo había llegado hasta allí?
—Me satisface ver que te interesas por el dulce arte de la cocina —comentó Higashizawa, haciendo mención a la situación del aprendiz: estaba tras la barra del bar, como camarero, aunque sus ropas no eran un uniforme de tal—. Se ve que mis clases te sirvieron de algo.
Aquella situación era incomprensible. Xefil debía tener miles de preguntas en mente.
* * *
Fuera como fuese, todos recibieron el mismo mensaje en el móvil:
Menudo día les esperaba.
La pequeña estación ya sería conocida por los que habían vivido en Villa Crepúsculo. Apenas tenía unos bancos para la espera de trenes y conectaba con una empinadísima calle que se dirigía hacia la playa, al fondo del paisaje. Un cartel avisaba de que el próximo tren llegaría en pocos minutos.
En cuanto despertaron, Saxor pudo localizar a Beat de pie, mirando directamente al sol. Eran las cinco de la tarde según su móvil, pero el sol ya comenzaba a ocultarse en la lejanía. Parecía un crepúsculo sin fin... ¿Es que no era nunca de día en aquella ciudad?
—¡Tú, yo! —le señaló, acercándose a él y dándole unos ligeros golpes en el hombro—. ¡Nos vamos ahora mismo! ¡Conozco a alguien en este Sector que va a romper ese Pacto que me has obligado a hacer, Reaper!
Beat echó a caminar hacia la calle, pero un muro invisible chocó con él. El chico se llevó la mano a la nariz, donde se había dado, y pegó un grito con fuerza. Dirigió una mirada asesina hacia Saxor, indicándole que le siguiera: al parecer, un compañero no podía abandonar una zona si el otro no le acompañaba. Útil sería saberlo para el futuro.
El resto ya verían qué hacían.
—Oh, Xefil. Cuánto tiempo.
Xefil despertó al oír aquellas palabras y ni el lugar ni la persona que tenía enfrente suya eran esperados por el chico. Estaba sentado frente a la barra de lo que parecía ser una cafetería moderna, con algunos cuadros de grafitis en la pared e incluso fotografías de gente que el chico imaginó que se trataba de clientes habituales.
Y Higashizawa, el cocinero de Tierra de Partida, estaba sentado al otro lado.
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El enorme hombre apenas cabía en el asiento en el que estaba, mientras disfrutaba de un café con leche y un croissant con nata por dentro al que ya había dado un mordisco. Lo cierto es que parecía algo fuera de lugar, pues por una vez no era el cocinero, sino el comensal. ¿Pero cómo había llegado hasta allí?
—Me satisface ver que te interesas por el dulce arte de la cocina —comentó Higashizawa, haciendo mención a la situación del aprendiz: estaba tras la barra del bar, como camarero, aunque sus ropas no eran un uniforme de tal—. Se ve que mis clases te sirvieron de algo.
Aquella situación era incomprensible. Xefil debía tener miles de preguntas en mente.
Fuera como fuese, todos recibieron el mismo mensaje en el móvil:
Sobrevivid a un divertido pilla-pilla. Procurad no cruzaros con los Reapers.
Tenéis 180 minutos. Fallad, y seréis eliminados.
~ La Game Master
Menudo día les esperaba.
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