Ronda #4
Publicado: Vie Mar 01, 2013 2:26 am
El centro comercial, el único lugar al que podían huir en condiciones. Los Sincorazón les siguieron en todo momento, preparados para atacar a los jóvenes en cuanto tuviesen ocasión. Ragun y Light no se iban a dar por muertos tan sencillamente: no hizo falta que contraatacaran ninguna ofensiva, pero sí que corriesen mucho.
El ave volvió a aparecer en los cielos, soltando un potente graznido que hizo temblar a ambos Jugadores. Después de que la sombra pasase por encima de los dos, pudieron ver el centro comercial a unos metros de ellos. Ya casi estaban.
Pero no sería tan fácil. No sólo los Sincorazón les pisaban los talones, sino que el monstruoso animal había decidido entrar también en la ofensiva. Un zumbido alertó a ambos de la llegada de algo grande y rápido a sus espaldas, y aterrizó a un metro escaso de Ragun, destrozando parte del asfalto y levantando una gran cortina de polvo: un ardiente meteorito del tamaño de una pelota de baloncesto por poco le atravesaba el cuerpo.
El ave era su origen. El monstruo disparó dos de aquellos proyectiles nuevamente, los cuales aparecieron entre sus alas. Los fragmentos de meteorito pasaron a unos centímetros de la mano de Light y otro justo delante de Ragun con el objetivo de cortarles el paso: pero no se iban a detener, no estando tan cerca. Los Sincorazón estaban deseosos de capturarles y alimentarse de sus corazones virtuales, y el monstruo...
Pero el inevitable destino les alcanzó. Un nuevo proyectil cayó justo entre Ragun y Light, lanzando a este último por los aires y chocando contra un muro. Había perdido por completo la concentración, y los Sincorazón habían aprovechado la ocasión.
Antes de que pudiese contraatacar, se lanzaron sobre su cuerpo. Pero el ave no se dio por satisfecha: para asegurarse de que no había supervivientes, invocó un nuevo meteoro y lo lanzó en contra de la ubicación de Light. Los Soldados saltaron por los aires, mientras un gran agujero se hacía en el edificio... Sin dejar rastro del cuerpo del Jugador.
Ragun no podía hacer nada. Nada, excepto seguir corriendo hacia el centro comercial, o intentar luchar contra el ave que surcaba los cielos.
* * *
El Carcelero tomó de inmediato la orden del Reaper, sabiendo lo que tenía que hacer. Le cogió violentamente y lo lanzó en el aire para engullirlo de inmediato.
El efecto fue curioso. El Sincorazón brilló un instante y apareció vestido con un pequeño sobrero de copa, una larga copa y una varita de mago. Apuntó hacia un par de los enemigos de blanco y unas cartas surgieron de su arma, las cuales se dirigieron hacia estos y los atraparon en el papel. Dos de ellos cayeron, pero los otros tres le dieron alcance y comenzaron a golpearle enloquecidamente, obligándole a soltar al Reaper de su boca. Alec cayó a varios metros de distancia de su anterior ubicación, justo frente a la actriz.
Dos de los francotiradores dispararon en dirección a Alec, y con muy buena precisión atravesaron las muñecas de sus manos. El primer disparo sólo le dañó, pero el segundo fue tan potente que se vio pegado en el suelo, incapaz de moverse mientras sus manos se desangraban. Desde aquella posición pudo ver cómo el pequeño Sincorazón Verde era disparado por el tercero de aquellos monstruos, desapareciendo en la oscuridad. Y al Carcelero tampoco le iba bien: los enloquecedores no le daban tregua alguna, machacando su cuerpo y golpeándolo contra la pared.
—Reaper naciste y Reaper morirás...
La mujer actriz colocó su talón en el pecho de Alec, apuntándole con la daga ceremonial que portaba. Sus ojos, a través del antifaz, podían mostrar el mayor de los desprecios posibles por la vida de su enemigo.
—Me habéis engañado y hasta el mismísimo final lo habéis intentado seguir haciendo. Avatar es sabio y omnipotente, Avatar es la auténtica palabra divina. Él es sinceridad, él es amor... Yo quiero ser parte de ese amor. Sólo quiero ser... Real...
La doncella se agachó hacia Alec. Antes de que pudiese defenderse con su mano libre, asestó una rápida cuchillada en su mano libre, clavándola contra el suelo y dejándole sólo las piernas libres, cosa que solucionó colocándose justo encima de él. Chasqueó los dedos y uno de los francotiradores se materializó junto a ella, dándole entrega de su arma.
—Todo es falso. Todo son datos, números, ¡mentiras! ¡Quiero salir de esta obra! ¡Quiero vivir, ser real, dejar de actuar! Ariasu fue mi palabra, ¡mi palabra llena de veneno y morfina! ¡Quiero seguir mi camino, y no el que un Reaper me sentencie!
Apuntó hacia la cabeza de Alec, con el arma a escasos centímetros de su frente. La voz de la mujer ya sonaba quebrada, e incluso divertida: estaba desesperada. Casi reía de pura perdición.
—Que acabe la función.
—¡¡No!! ¡¡Alec!!
La mujer disparó el arma, justo a tiempo para que algo negro desviara la trayectoria. El misterioso salvador, con vida propia, aprovechó la sorpresa de la mujer para golpearla en la cara y echarla hacia atrás, y automáticamente después centrarse en el enemigo blanco que la acompañaba.
Antes de que Alec se pudiera recuperar incluso de la sorpresa, notó cómo alguien le arrancaba la daga y el proyectil morado del Francotirador de las muñecas. Todavía débil, notó cómo quien le había salvado le tomaba de la cabeza para ayudarle a levantarse y beber de un frasco un brebaje que rápidamente le hizo recuperar sus fuerzas de nuevo. Una poción...
—Perdóname, Alec, perdóname por lo de ayer, no pensaba...
El chico pudo reconocer el rostro de su salvadora justo encima de su vista: Shiki. Su propio objetivo había acudido a él para salvarle, sabiendo que se había convertido en Reaper y que si lo dejaba pasar no correría peligro alguno. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y su voz sonaba quebrada, pero allí estaba.
—Debí escucharte, debí confiar en ti. Alec, lo siento, no debí...
Shiki calló en cuanto un proyectil atravesó su hombro. La actriz se había levantado de nuevo, con la nariz sangrándole, y había disparado en contra de la Jugadora: parecía realmente enfadada, y tenía a Mr. Miau justo debajo de si pie, preparada para atravesarle con sus tacones.
—La segunda llave... Qué oportuna eres...
Un Enloquecedor saltó al escenario rápidamente para dirigirse hacia Alec. Tenía pocos segundos para efectuar un contraataque.
* * *
—Levántate, hijo mío.
Light despertó en la confortable luz. No estaba en Villa Crepúsculo, eso lo tenía asegurado. Sentía su cuerpo cálido, plácido y perezoso... Sin ganas de moverse de su sitio. Sin curiosidad alguna. Nunca se había sentido mejor en su vida virtual, puede que ni siquiera en sus recuerdos.
Ronin apareció frente a él entre la luz, colocándose por detrás de su cabeza tumbada. Le sonreía de palmo a palmo, contento de verle. Le ayudó a levantarse y le colocó la mano en el hombro.
—¿Recuerdas cuando nos conocimos, Light? Fue un día realmente especial. Ese día te tomé como aprendiz, aceptaste mi arma tras tener el aprobado de tu abuela. Desde que te vi sabía que llegarías lejos. No me has decepcionado hasta ahora, y no veo por qué debes empezar en este momento.
El Maestro echó una carcajada y golpeó el hombro del chico con energía, esperando alguna clase de respuesta por parte de este.
—Tienes que ganar. Tienes que llegar hasta el final, Light. Quiero que conozcas al otro Light, que hagáis un equipo formidable... De veras. No te rindas nunca.
Ronin sonrió sinceramente al aprendiz. Un portal se abrió frente a ambos, invitando al chico a atravesarlo y volver de nuevo a Villa Crepúsculo.
—Ve. Te estaré vigilando y protegiendo, como tu ángel de la guarda. A ti y a los demás...
El ave volvió a aparecer en los cielos, soltando un potente graznido que hizo temblar a ambos Jugadores. Después de que la sombra pasase por encima de los dos, pudieron ver el centro comercial a unos metros de ellos. Ya casi estaban.
Pero no sería tan fácil. No sólo los Sincorazón les pisaban los talones, sino que el monstruoso animal había decidido entrar también en la ofensiva. Un zumbido alertó a ambos de la llegada de algo grande y rápido a sus espaldas, y aterrizó a un metro escaso de Ragun, destrozando parte del asfalto y levantando una gran cortina de polvo: un ardiente meteorito del tamaño de una pelota de baloncesto por poco le atravesaba el cuerpo.
El ave era su origen. El monstruo disparó dos de aquellos proyectiles nuevamente, los cuales aparecieron entre sus alas. Los fragmentos de meteorito pasaron a unos centímetros de la mano de Light y otro justo delante de Ragun con el objetivo de cortarles el paso: pero no se iban a detener, no estando tan cerca. Los Sincorazón estaban deseosos de capturarles y alimentarse de sus corazones virtuales, y el monstruo...
Pero el inevitable destino les alcanzó. Un nuevo proyectil cayó justo entre Ragun y Light, lanzando a este último por los aires y chocando contra un muro. Había perdido por completo la concentración, y los Sincorazón habían aprovechado la ocasión.
Antes de que pudiese contraatacar, se lanzaron sobre su cuerpo. Pero el ave no se dio por satisfecha: para asegurarse de que no había supervivientes, invocó un nuevo meteoro y lo lanzó en contra de la ubicación de Light. Los Soldados saltaron por los aires, mientras un gran agujero se hacía en el edificio... Sin dejar rastro del cuerpo del Jugador.
Ragun no podía hacer nada. Nada, excepto seguir corriendo hacia el centro comercial, o intentar luchar contra el ave que surcaba los cielos.
El Carcelero tomó de inmediato la orden del Reaper, sabiendo lo que tenía que hacer. Le cogió violentamente y lo lanzó en el aire para engullirlo de inmediato.
El efecto fue curioso. El Sincorazón brilló un instante y apareció vestido con un pequeño sobrero de copa, una larga copa y una varita de mago. Apuntó hacia un par de los enemigos de blanco y unas cartas surgieron de su arma, las cuales se dirigieron hacia estos y los atraparon en el papel. Dos de ellos cayeron, pero los otros tres le dieron alcance y comenzaron a golpearle enloquecidamente, obligándole a soltar al Reaper de su boca. Alec cayó a varios metros de distancia de su anterior ubicación, justo frente a la actriz.
Dos de los francotiradores dispararon en dirección a Alec, y con muy buena precisión atravesaron las muñecas de sus manos. El primer disparo sólo le dañó, pero el segundo fue tan potente que se vio pegado en el suelo, incapaz de moverse mientras sus manos se desangraban. Desde aquella posición pudo ver cómo el pequeño Sincorazón Verde era disparado por el tercero de aquellos monstruos, desapareciendo en la oscuridad. Y al Carcelero tampoco le iba bien: los enloquecedores no le daban tregua alguna, machacando su cuerpo y golpeándolo contra la pared.
—Reaper naciste y Reaper morirás...
La mujer actriz colocó su talón en el pecho de Alec, apuntándole con la daga ceremonial que portaba. Sus ojos, a través del antifaz, podían mostrar el mayor de los desprecios posibles por la vida de su enemigo.
—Me habéis engañado y hasta el mismísimo final lo habéis intentado seguir haciendo. Avatar es sabio y omnipotente, Avatar es la auténtica palabra divina. Él es sinceridad, él es amor... Yo quiero ser parte de ese amor. Sólo quiero ser... Real...
La doncella se agachó hacia Alec. Antes de que pudiese defenderse con su mano libre, asestó una rápida cuchillada en su mano libre, clavándola contra el suelo y dejándole sólo las piernas libres, cosa que solucionó colocándose justo encima de él. Chasqueó los dedos y uno de los francotiradores se materializó junto a ella, dándole entrega de su arma.
—Todo es falso. Todo son datos, números, ¡mentiras! ¡Quiero salir de esta obra! ¡Quiero vivir, ser real, dejar de actuar! Ariasu fue mi palabra, ¡mi palabra llena de veneno y morfina! ¡Quiero seguir mi camino, y no el que un Reaper me sentencie!
Apuntó hacia la cabeza de Alec, con el arma a escasos centímetros de su frente. La voz de la mujer ya sonaba quebrada, e incluso divertida: estaba desesperada. Casi reía de pura perdición.
—Que acabe la función.
—¡¡No!! ¡¡Alec!!
La mujer disparó el arma, justo a tiempo para que algo negro desviara la trayectoria. El misterioso salvador, con vida propia, aprovechó la sorpresa de la mujer para golpearla en la cara y echarla hacia atrás, y automáticamente después centrarse en el enemigo blanco que la acompañaba.
Antes de que Alec se pudiera recuperar incluso de la sorpresa, notó cómo alguien le arrancaba la daga y el proyectil morado del Francotirador de las muñecas. Todavía débil, notó cómo quien le había salvado le tomaba de la cabeza para ayudarle a levantarse y beber de un frasco un brebaje que rápidamente le hizo recuperar sus fuerzas de nuevo. Una poción...
—Perdóname, Alec, perdóname por lo de ayer, no pensaba...
El chico pudo reconocer el rostro de su salvadora justo encima de su vista: Shiki. Su propio objetivo había acudido a él para salvarle, sabiendo que se había convertido en Reaper y que si lo dejaba pasar no correría peligro alguno. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y su voz sonaba quebrada, pero allí estaba.
—Debí escucharte, debí confiar en ti. Alec, lo siento, no debí...
Shiki calló en cuanto un proyectil atravesó su hombro. La actriz se había levantado de nuevo, con la nariz sangrándole, y había disparado en contra de la Jugadora: parecía realmente enfadada, y tenía a Mr. Miau justo debajo de si pie, preparada para atravesarle con sus tacones.
—La segunda llave... Qué oportuna eres...
Un Enloquecedor saltó al escenario rápidamente para dirigirse hacia Alec. Tenía pocos segundos para efectuar un contraataque.
—Levántate, hijo mío.
Light despertó en la confortable luz. No estaba en Villa Crepúsculo, eso lo tenía asegurado. Sentía su cuerpo cálido, plácido y perezoso... Sin ganas de moverse de su sitio. Sin curiosidad alguna. Nunca se había sentido mejor en su vida virtual, puede que ni siquiera en sus recuerdos.
Ronin apareció frente a él entre la luz, colocándose por detrás de su cabeza tumbada. Le sonreía de palmo a palmo, contento de verle. Le ayudó a levantarse y le colocó la mano en el hombro.
—¿Recuerdas cuando nos conocimos, Light? Fue un día realmente especial. Ese día te tomé como aprendiz, aceptaste mi arma tras tener el aprobado de tu abuela. Desde que te vi sabía que llegarías lejos. No me has decepcionado hasta ahora, y no veo por qué debes empezar en este momento.
El Maestro echó una carcajada y golpeó el hombro del chico con energía, esperando alguna clase de respuesta por parte de este.
—Tienes que ganar. Tienes que llegar hasta el final, Light. Quiero que conozcas al otro Light, que hagáis un equipo formidable... De veras. No te rindas nunca.
Ronin sonrió sinceramente al aprendiz. Un portal se abrió frente a ambos, invitando al chico a atravesarlo y volver de nuevo a Villa Crepúsculo.
—Ve. Te estaré vigilando y protegiendo, como tu ángel de la guarda. A ti y a los demás...
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