Re: [Evento Global] The End Is Where We Begin - Día 6
Publicado: Vie Jul 19, 2013 4:51 pm
El futuro de aquel combate era incierto, pero sobre todo, negrísimo a la vista de las oscuras expectativas. Allí, en el hall de la mansión, todos los Jugadores excepto Zait se habían arrimado a las esferas de luz para protegerse de la oscuridad. En cualquier momento, ésta cubriría toda la sala y les atraparía.
Zait y Neku todavía no habían regresado: sus vidas claramente peligraban. Por un lado, estaba la lámpara de la habitación, que caería estrepitosamente en cualquier momento. Después, estaba Ariasu, quien trataba de asesinar a Neku desesperadamente, tras la jaula eléctrica.
Los últimos momentos del combate transcurrieron a una velocidad desorbitada. Zait y su capa atravesarían el campo eléctrico para darle el golpe de gracia a Ariasu. La Game Master acorralada intentó lidiar con todos ellos, casi con éxito, mas el destino no estuvo de su parte al final.
Zait, cubierto por su capa, había decidido girar sobre su propio eje, rasgando el aire con el espectro y devolviéndole a Ariasu su propia Llave Espada, derrotándola en el acto.
—¡Lo hizo! —declaró Light eufórico, contemplando la delgada figura de la Game Master desmoronándose. No se levantaba, definitivamente habían acabado con ella.
No obstante, la lámpara ya se había soltado del techo. Atraída por la fuerza de la gravedad, se dirigía a una velocidad alarmante hacia Neku y Zait. De no ser por las habilidades magnéticas de Xefil, ambos hubieran perecido al instante. En cambio, para Ariasu, aquella lámpara había supuesto su improvisada tumba.
Ariasu se había ido definitivamente, aunque la oscuridad les había acorralado. De ninguna manera se podían alejar de aquellos focos luminosos que, desesperadamente, el compañero de Zait intentaba conservar, haciendo uso de su arma eléctrica.
—¿Y ahora? —Light oteaba a en todas direcciones, pero únicamente daba con oscuridad. Oscuridad, oscuridad y más oscuridad. Minutos después, algo más nervioso, se dirigió a Maya y los demás—. Qué va a ser de nosotros... Espera, ¿y Fátima? —recordó que se la había tragado la tierra, literalmente—. ¿Qué demonios…?
—Me pregunto si Fátima habrá sido eliminada realmente... —comentaba Maya, preocupada por la desaparición de su compañera—. Ella me salvó cuando estaba a punto de morir en la batalla contra Andrei, no podría soportar la idea de pensar que ha muerto después de haber llegado tan lejos.
—Que haya podido morir es una posibilidad —indicó fríamente, sin cuidar el tacto de sus palabras. Había visto a tantos compañeros morir que empezaba a tomárselo con naturalidad—. Pero también ha podido sobrevivir, no nos pongamos en el peor de lo casos.
>>Y hablando del peor de los casos: ¿Qué se supone que vamos a hacer ahora…?
Tarde o temprano, los móviles de todos los Jugadores sonaron para avisarles de que habían recibido un nuevo mensaje. Light buscó entre sus bolsillos y comprobó la bandeja de entrada para leerlo.
—Así que este es el final —la puerta de la entrada se abrió repentinamente, permitiendo que un rayo de luz entrara y penetrara la oscuridad, otorgándoles una salida a los Jugadores. "Qué detalle por tu parte, Avatar", se dijo a sí mismo. Sin esperar a los demás, se adelantó para salir cuanto antes de la gran mansión, rodeando la lámpara y atravesando la puerta que se había abierto.
La luz del ocaso, el sonido del viento, el sabor de la libertad...
La calma antes de la tormenta. Light saboreó cada segundo de aquella libertad reconfortante, y se preguntó si duraría para siempre. ¿Realmente no iba a haber más obstáculos en su camino? ¿Realmente se habían acabado las batallas?
Y la pregunta más importante de todas, que seguramente empezaba a rondar por las cabezas de los Jugadores: ¿Realmente iban a abandonar el mundo digital? ¿Cumpliría Avatar su palabra…?
—Recordad que Avatar no es nuestro Maestro. Tampoco es nuestro padre… biológicamente, quiero decir —comentó a sus compañeros sin girarse hacia ellos. Definitivamente lo había aceptado: él no era Light Hikari, y Avatar no era su Maestro de Tierra de Partida—. Él es nuestro Creador, y nosotros sólo somos eso: programas creados por él para cumplir sus objetivos. Una vez hayamos cumplido nuestro trabajo, Avatar no tendrá la obligación de ayudarnos —les advirtió con voz amarga, haciendo énfasis en la última frase.
He sido tan ingenuo todo este tiempo...
Quizás, en el fondo, lo seguía siendo, al contrario que el astuto de su compañero Ragun.
Sin perder de vista el horizonte, escucharía a todos sus compañeros y continuaría andando, preguntándose qué ocurriría con ellos a partir de ese punto. Avanzaría hacia delante sin pararse, hasta que alcanzaran el lugar acordado por el Creador.
La estación de Villa Crepúsculo, donde el verdadero Light Hikari vio a Ronin por primera vez. El mismo lugar donde Ariasu, sus compañeros Reaper’s y la población de Villa Crepúsculo les recibieron, donde empezó oficialmente el Reaper’s Game.
El lugar donde todo comenzó.
Zait y Neku todavía no habían regresado: sus vidas claramente peligraban. Por un lado, estaba la lámpara de la habitación, que caería estrepitosamente en cualquier momento. Después, estaba Ariasu, quien trataba de asesinar a Neku desesperadamente, tras la jaula eléctrica.
Los últimos momentos del combate transcurrieron a una velocidad desorbitada. Zait y su capa atravesarían el campo eléctrico para darle el golpe de gracia a Ariasu. La Game Master acorralada intentó lidiar con todos ellos, casi con éxito, mas el destino no estuvo de su parte al final.
Zait, cubierto por su capa, había decidido girar sobre su propio eje, rasgando el aire con el espectro y devolviéndole a Ariasu su propia Llave Espada, derrotándola en el acto.
—¡Lo hizo! —declaró Light eufórico, contemplando la delgada figura de la Game Master desmoronándose. No se levantaba, definitivamente habían acabado con ella.
No obstante, la lámpara ya se había soltado del techo. Atraída por la fuerza de la gravedad, se dirigía a una velocidad alarmante hacia Neku y Zait. De no ser por las habilidades magnéticas de Xefil, ambos hubieran perecido al instante. En cambio, para Ariasu, aquella lámpara había supuesto su improvisada tumba.
Ariasu se había ido definitivamente, aunque la oscuridad les había acorralado. De ninguna manera se podían alejar de aquellos focos luminosos que, desesperadamente, el compañero de Zait intentaba conservar, haciendo uso de su arma eléctrica.
—¿Y ahora? —Light oteaba a en todas direcciones, pero únicamente daba con oscuridad. Oscuridad, oscuridad y más oscuridad. Minutos después, algo más nervioso, se dirigió a Maya y los demás—. Qué va a ser de nosotros... Espera, ¿y Fátima? —recordó que se la había tragado la tierra, literalmente—. ¿Qué demonios…?
—Me pregunto si Fátima habrá sido eliminada realmente... —comentaba Maya, preocupada por la desaparición de su compañera—. Ella me salvó cuando estaba a punto de morir en la batalla contra Andrei, no podría soportar la idea de pensar que ha muerto después de haber llegado tan lejos.
—Que haya podido morir es una posibilidad —indicó fríamente, sin cuidar el tacto de sus palabras. Había visto a tantos compañeros morir que empezaba a tomárselo con naturalidad—. Pero también ha podido sobrevivir, no nos pongamos en el peor de lo casos.
>>Y hablando del peor de los casos: ¿Qué se supone que vamos a hacer ahora…?
Tarde o temprano, los móviles de todos los Jugadores sonaron para avisarles de que habían recibido un nuevo mensaje. Light buscó entre sus bolsillos y comprobó la bandeja de entrada para leerlo.
Enhorabuena, Jugadores. Veo que Ariasu, finalmente, ha caído. Ya puedo liberaros de las prisiones de este mundo.
Reuníos conmigo en la estación del Crepúsculo. Ignorad a las cosas blancas que encontréis en vuestro camino: las he programado para que no os ataquen a menos que lo hagáis vosotros.
Estoy muy orgulloso de vosotros.
~Avatar
—Así que este es el final —la puerta de la entrada se abrió repentinamente, permitiendo que un rayo de luz entrara y penetrara la oscuridad, otorgándoles una salida a los Jugadores. "Qué detalle por tu parte, Avatar", se dijo a sí mismo. Sin esperar a los demás, se adelantó para salir cuanto antes de la gran mansión, rodeando la lámpara y atravesando la puerta que se había abierto.
La luz del ocaso, el sonido del viento, el sabor de la libertad...
La calma antes de la tormenta. Light saboreó cada segundo de aquella libertad reconfortante, y se preguntó si duraría para siempre. ¿Realmente no iba a haber más obstáculos en su camino? ¿Realmente se habían acabado las batallas?
Y la pregunta más importante de todas, que seguramente empezaba a rondar por las cabezas de los Jugadores: ¿Realmente iban a abandonar el mundo digital? ¿Cumpliría Avatar su palabra…?
—Recordad que Avatar no es nuestro Maestro. Tampoco es nuestro padre… biológicamente, quiero decir —comentó a sus compañeros sin girarse hacia ellos. Definitivamente lo había aceptado: él no era Light Hikari, y Avatar no era su Maestro de Tierra de Partida—. Él es nuestro Creador, y nosotros sólo somos eso: programas creados por él para cumplir sus objetivos. Una vez hayamos cumplido nuestro trabajo, Avatar no tendrá la obligación de ayudarnos —les advirtió con voz amarga, haciendo énfasis en la última frase.
He sido tan ingenuo todo este tiempo...
Quizás, en el fondo, lo seguía siendo, al contrario que el astuto de su compañero Ragun.
Sin perder de vista el horizonte, escucharía a todos sus compañeros y continuaría andando, preguntándose qué ocurriría con ellos a partir de ese punto. Avanzaría hacia delante sin pararse, hasta que alcanzaran el lugar acordado por el Creador.
La estación de Villa Crepúsculo, donde el verdadero Light Hikari vio a Ronin por primera vez. El mismo lugar donde Ariasu, sus compañeros Reaper’s y la población de Villa Crepúsculo les recibieron, donde empezó oficialmente el Reaper’s Game.
El lugar donde todo comenzó.