[Evento Global] The End Is Where We Begin - Día 7

THE END

Nunca olvidarás que tomaste parte en alguno de estos jolgorios. Kazuki tampoco.

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro, Sombra

Re: The End - Ronda #4

Notapor Zee » Lun Dic 30, 2013 9:55 pm

¿Es que me engañan los oídos? ¿De verdad me necesitas, princeso?

¡Sí! —rugí, extendiendo ambas manos a los Incorpóreos, dispuesto a cambiar mi estrategia para continuar con hechizos gravitatorios—. ¿Puedes hacer algo? ¿Puedes?—Joshua no me respondió. En lugar de ello, decidió sacar un teléfono móvil del bolsillo de su camisa. Y así, sin más, se puso a escribir un mensaje—. No me jodas que tienes cobertura ahora.

Muy pronto, sin embargo, entendí que el Compositor no estaba mensajeándose con Mami o jugando Snake. Cuando volvió a dirigir su mirada hacia los Incorpóreos, comprendí que aquello era parte de algún plan que yo todavía no entendía. Recé porque su móvil tuviese alguna función oculta o que hubiese llamado a alguien cuya existencia todavía no nos hubiese sido revelada, porque de lo contrario estaríamos acabados.

Y entonces los Incorpóreos miraron al cielo. No diría que asustados, porque las bestias no poseen sentimientos, pero sí extrañados sin duda. Salidos del vacío, decenas de objetos cayeron como una especie de lluvia. Todos objetos urbanos y cotidianos transformados en letales meteoritos. Neumáticos, señales, máquinas expendedoras, autos y bicicletas... Gran parte de nuestros enemigos pereció sepultada.

¡Sí, eso es fantástico! —felicité. No obstante, al instante tuve que volver a alzar las manos, porque el ejército se recuperó en sólo unos cuantos segundos. Incluso con la ayuda de Joshua, seguían siendo demasiados como para detenerlos. Y con Ariasu y Eileen ocupadas, dependía de sólo nosotros cuatro enfrentarnos a aquella interminable horda.

¡Ah, demonios!

Uno de los Incorpóreos se escabulló en el último momento, esquivando la lluvia de Joshua, las cartas de Joker y mis propios hechizos. Como una infernal serpiente, se deslizó por el suelo a una velocidad increíble; en unas milésimas, ya estaba frente a mí.

Intenté dar un salto hacia atrás, pero su cuerpo se enredó alrededor de mis rodillas y me impidió moverme. Inmediatamente materialicé mi daga e hice amago de clavársela a la criatura, pero fue demasiado veloz: escaló por mi cuerpo y bloqueó los movimientos de todas extremidades.

¡Quítate, fuera! —rugí, sacudiéndome. Mi mente trabajaba a mil por hora, intentando buscar una solución con los recursos que me quedaban. Pero aquella bestia se movía todavía más rápido... se acercó a mi rostro, posando sus ojos amarillos a sólo unos pulgadas de los míos, y abrió sus fauces para asestar el golpe fatal—. ¡Ayuda! —fue lo único que se me ocurrió gritar, mientras alejaba la cabeza tanto como mis músculos me lo permitían.

Respondiendo a mis plegarias, un disparo se estrelló en el Incorpóreo, desintegrándolo inmediatamente. Retrocedí un par de pasos en cuanto perdí el equilibrio, pues toda la tensión que había puesto en mi cuerpo de pronto se encontró con que ya no había nada deteniéndolo. Me llevé una mano a la cabeza, sin poder creerme que hacía sólo unos instantes había estado tan cerca de perder... era tan sencillo morir en aquel apocalipsis.

Me giré en todas direcciones, buscando a mi salvador. Sabía muy bien que ni Joker, ni Light, ni Joshua tenían armas de fuego. ¡Había alguien más, tenía que haberlo!

Una nueva serie de disparos me otorgó las pistas que necesitaba: siguiendo el sonido, dirigí mi mirada hacia la cima de uno de los edificios, donde distinguí la silueta de una joven, quien inmediatamente saltó al centro de la tormenta, justo sobre los Incorpóreos. No pude reconocerla debido a sus rápidos movimientos, pero al niño que había estado detrás de ella...

¿Maestro Akio...?

Mirad quiénes han sobrevivido —comentó Joshua, agradeciendo en silencio la ayuda y dirigiendo sus ataques hacia otra zona—. Me pregunto quién les habrán recordado quiénes eran antes del juego...

¿¡Los Maestros!? —exclamé, entusiasmado. ¡Así que habían sobrevivido! Era un alivio tenerlos allí. ¡Jamás en mi vida me había alegrado tanto de ver a Kazuki! La chica que había saltado a la multitud debía ser la Maestra Lyn, sin duda... Y la que apoyaba a mi Maestro con un magnífico hechizo ígneo debía ser la Maestra Rebecca.

No pude evitar soltar una carcajada cuando la Maestra Yami apareció montada sobre una mariposa gigante.

¡Abierto! —llamó Ariasu, declarando que finalmente había logrado hackear la puerta. Sin necesidad de que lo repetiera por segunda vez, inmediatamente me di la vuelta y eché a correr hacia la puerta. Eileen y Joshua iban delante de mí, y no tardaron ni un segundo en cruzarla.

¡Deprisa! —exclamé, girando mi cabeza hacia Joker y Joshua, cuando sólo me quedaba un paso para seguir al Compositor y la Creadora. Luego me giré hacia Ariasu, sin poder evitar dedicarle una sonrisa sincera...

...cuando una terrible sensación invadió mis oídos. Una estática que en realidad no estaba allí, sino en el interior de mi cabeza, apareció en cuanto mis ojos se toparon con los de Ariasu. Y entonces comprendí... que la Corrupción se estaba apoderando de ella. No pretendía seguirnos.

Sin decir nada al respecto, la Maestra me sujetó del hombro y me sostuvo la mirada. El sonido aumentó hasta ser insoportable, pero me esforcé por no demostrarlo con ningún gesto. En silencio, tomó la cajita de madera que había estado protegiendo y me la tendió, esperando que la tomara.

Ve.

La tomé con la mano izquierda, apretándola con fuerza. Con la otra mano, sujeté por un momento el antebrazo de Ariasu.

Gracias. Ganaremos —prometí. Tras aquello, miré por encima de su hombro y grité con tanta fuerza como puede permitirme—: ¡¡Maestros...!!

Como reflejando las mismas palabras que Ragun me había dicho cuando todo había comenzado, les rogué:

>>¡¡No mueran!!

Y con una sonrisa de determinación, me di la vuelta y entré al edificio. Guardé la cajita en el interior de mi saco y me apresuré a seguir a Joshua y a Eileen por las escaleras.
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
también hay un amor a la humanidad~


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Re: [Evento Global] The End Is Where We Begin - Día 7

Notapor Light » Mar Dic 31, 2013 3:02 am

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Entre todos empezaron a lidiar con todos los Incorpóreos que iban llegando, con éxito. Joker obstruía su camino con sus naipes y Felix se dedicaba a dormirlos con Morfeo, la magia que su compañero Light le había sugerido que utilizara.

¡Cuidado!

En un principio, Light había decidido centrarse en proteger a la anterior Game Master, pero en cuanto vio a su compañero en apuros no le quedó otra alternativa que acudir en su ayuda. El chico se lanzó contra las criaturas y derribó a ambas con un poderoso puñetazo explosivo.

Sus habilidades estaban funcionando, pero eran demasiados enemigos: no podían detenerlos a todos. Se estaban quedando sin opciones y su situación empeoraba por momentos.

¿Es que me engañan los oídos? ¿De verdad me necesitas, princeso?

Light estaba más centrado en la llegada de los Incorporeos que en el próximo movimiento de Joshua, pero por lo que estaba escuchando de su amigo parecía que el Compositor de Shibuya había decidido sacar el teléfono móvil e ignorar el combate. Light se giró hacia Joshua y comprobó que en efecto era así: ¿¡Cómo podía mantener la calma en una situación como aquella!?

No obstante, era mentira que Joshua estuviera simplemente jugueteando con su teléfono móvil.

Un montón de objetos voladores fueron invocados por el afeminado joven, los cuales aplastaron sin contemplaciones a sus enemigos, obstruyendo su camino. Light únicamente podía retroceder, resguardándose de la lluvia de objetos invocada por Joshua. Naturalmente, se mostró asombrado por la habilidad que les había salvado el pellejo.

Aunque todavía no estaban salvados definitivamente. Cada vez llegaban más Incorpóreos a la plaza; y los que ya se hallaban en ella terminarían sorteando los obstáculos invocados por el joven de pelo grisáceo. El pánico se apoderaba del impaciente de Light: ¡se les estaba acabando el tiempo!

¿Aún no la habéis abierto? —preguntaba Light desesperado a Ariasu.

Si esto sigue así...

La primera criatura que logró evitar la maniobra de Joshua finalmente les alcanzaría; en primer lugar, a Xefil. El Incorporeo hizo uso de su cuerpo para atrapar e inmovilizar al Jugador sin remedio. Light se dispuso a eliminarla con Ragun cuando, de repente, escuchó un disparo y se paró en seco.

¿De dónde…?

Más disparos se hicieron sonar en la plaza y más Incorporeos resultaban eliminados por estos. A Light simplemente le bastó levantar la cabeza para comprobar el origen de los disparos.

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Aquellas orejas de bestia las reconocería en cualquier parte, sin importar cómo fuera vestida la mujer. Al rubio y pequeñajo bribón que la acompañaba también, por supuesto. Estos descendieron de lo alto de la estación y aterrizaron en la plaza, preparados para enfrentarse a todo aquel ejército.

¡El Maestro Akio y la Maestra Lyn!

Mirad quiénes han sobrevivido —les indicó Joshua, quien seguía obstruyendo a los enemigos con todo tipo de trastos—. Me pregunto quién les habrán recordado quiénes eran antes del juego...

“¡Maestra Yami! ¿No nos has visto? ¡Soy Light, Light Hikari, Aprendiz de Maestro Ronin! ¿Dónde están todos los Maestros?”

“Lo recuerda? El día del meteorito. Usted me curó en aquella ocasión también, cuando me caí por las escaleras de los túneles. Usted y todos los de Tierra de Partida se convirtieron en una nueva familia para mí. Nunca encontraré palabras para agradecéroslo. Jamás”

Allí, en la plaza en la que el verdadero Light conoció a Ronin y comenzó todo, se encontraban casi todos los Maestros de Tierra de Partida. Todos estos les protegerían de múltiples maneras para otorgarles el tiempo que necesitaban.

Aquel momento fue imposible de describir. Nostalgia, alegría, esperanza: el aprendiz experimentaría un cúmulo de sentimientos increíbles. Ahora lo tenía más claro que nunca.

No estamos solos en esto.

A pesar de la tensión del momento, una pequeña sonrisa se dibujaría en el rostro del aprendiz al ver la mariposa imperial de la Maestra Yami. Los incorpóreos no eran rivales para el descomunal insecto y el viento huracanado que creaba con su aleteo. ¿Tendría que ver aquella mariposa con el inocente insecto que Light atrapó aquel día para la Maestra Yami…?

El amable Maestro Kazuki también les protegería, combinando sus fuerzas con la tímida Maestra Rebecca para crear una barrera de fuego de gran poder. Aquella era la realidad: todos ellos estaban de su parte para ayudarles y hacer posible un sueño, un ansiado objetivo.

Un mundo libre, sin la dictadura impuesta por Avatar.

¡Abierto!

Ariasu había terminado de desbloquear la cerradura que les impedía avanzar. Ahora que tenían vía abierta, sólo había una cosa que hacer. Light echó un último vistazo a los Maestros y empezó a correr hacia la estación, ahora accesible.

Gracias de verdad.

Joshua y Eileen fueron los primeros en escapar. Después de ellos, sería Light quien entraría en la estación de Villa Crepúsculo, resguardándose definitivamente del ejército de criaturas al mando de Avatar. Su compañero Felix se rezagaría un poco, por alguna razón.

Extrañado, Light se volteó para comprobar esa razón. El Jugador sería testigo de como su compañero recibía la caja con el arma que podía eliminar a Avatar. Si Felix tenía aquella jeringuilla sería perfectamente capaz de acabar con su enemigo de una vez por todas: el hombre que tanto odiaban, aquel que les había hecho tanto daño.

A la Creadora, a Nadhia, a Villa Crepúsculo y a todos sus habitantes…

Qué afortunado eres, Xefil —susurraba Light con una voz casi inaudible mientras comenzaba a subir por las escaleras de la estación. ¡Lo que daría él por rematar a Avatar y expulsarle de manera definitiva de aquel mundo!

¡¡No mueran!!

Light escucharía el último ruego de su compañero y apretaría el puño, deseando que así fuera.
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Re: [Evento Global] The End Is Where We Begin - Día 7

Notapor EspeYuna » Mar Dic 31, 2013 3:49 pm

¿Alguna vez has creído en el infierno?

¡Piedad, por favor...!


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Cuando el señor de la casa me animó a seguir recordando e hice caso, hubiera deseado con todas mis fuerzas no haberme esforzado en absoluto. Aquellas escenas del pasado eran demasiado extrañas, sádicas... eran una terrible pesadilla. Miraba mis manos, temblorosas ante lo que mis recuerdos me mostraban. Mis propios pensamientos, de un lugar y tiempo lejanos.

Pidiendo ayuda a mis amigos.

Pero, ¿tenía amigos?

No podía recordar exactamente a quién pedía ayuda mientras aquel hombre, vestido con ropajes azules, me torturaba. No quería acordarme de más, quería detenerme, despertar de la pesadilla. Pero no era capaz, pues algo dentro de mí pedía a gritos que indagara más, que buscara respuestas. Era todo tan raro. Se suponía que, en aquel sueño, me daba cuenta de que mi identidad era falsa. Algo de un corazón de datos... que mi corazón era falso.

"No... yo quiero seguir sonriendo."

Saeko...

Mi compañera. Recordé la cálida sonrisa que se dibujaba en su gélido aspecto. Como nos aventuramos juntas en aquella torre siguiendo a alguien que nos pedía ayuda. Pero no lograba acordarme de dónde procedíamos. En alguna ocasión hablábamos de unos juegos, algo que se me hacía muy borroso, tanto o más que a la gente que intentaba recordar.

Otra imagen impactante, la de mí misma subiendo por unas escaleras y con Saeko a la espalda. Caía una y otra vez, en un intento de salvarla. Pero, ¿de qué?

Co...corrupción.

Me llevé las manos a la cabeza, sonriendo al hombre y a Fátima para que no se preocuparan por mí. La cabeza me explotaba de un suceso tras otro, todos intentando buscar una conexión.

Volvía a estar presa, encadenada, desnutrida. La tortura era... no podía ser real. Me observé las muñecas. No había rastro de tortura por ninguna parte. Huí del lugar. Con la muñeca rota. Volví a fijarme en mis brazos.

Todo debe tratarse de una pesadilla, señor —dije con una sonrisa de medio lado—. No puede ser que alguien así exista. Que experimentara conmigo estando viva. ¿Eso sólo... suceden en los cuentos de terror, no?

Otra punzada en la sien.

¿Yo... intenté... suicidarme...?

La huida. La torre. Me encontraba sin salida. El monstruo que me había descuartizado, acompañado de muchos más. Y un hombre en la lejanía que no pudo salvarme.

Ryota.

No. Nada tenía sentido. Le pedí a Fátima que me sirviera un poco de agua, si era posible. Bebí con la garganta seca, comenzando a sudar. ¿De qué clase de pasado estaba huyendo?

Hola, pequeña...

¿No tienes por qué temerme? ¿Eso crees, niña?

Eres mi joya más preciada... Pero mereces un castigo por ser tan traviesa.

Corre la niñita, no puede escapar...


Es imposible que eso sean recuerdos. Es decir, yo... ese hombre me descuartizaba, pero al rato volvía a estar de una sola pieza. Y luego, me tiro de una torre. Y aquí estoy, viva. No, no tiene sentido. Tiene que tratarse de una pesadilla.

>> No puede ser real.

Sólo quiero protegerte.

Te quiero...


Ei...leen... ¡Eileen!

Me levanté del sofá, para sorpresa de los presentes. Entonces todo empezó a cobrar sentido. Aquel había sido el pasado de la persona que quería ser salvada por ambas, Saeko y yo. Eileen fue quien se había quitado la vida. Ryota lloraba abrazando su frío cuerpo, mientras yo volvía a poseer mi cuerpo. Y la Eileen espectral, la que había conocido junto a Saeko, me explicaba parte de la historia.

De pronto ambas nos encontramos en una puesta de sol, en la misma torre. Un sentimiento familiar me abrazaba mientras tomaba un helado con Eileen.

Eileen era como yo. Una copia de datos. Yo era la copia de una chica. De Nadhia Hoghes. Aunque no lograba recordar su pasado antes de la torre, ¿por qué?

No recordaba toda la conversación. Pero sí algunas palabras que le regalé a Eileen, antes de partir...

"Adiós, amiga."


Eileen y Saeko. Ambas eran amigas mías.

Era lo más importante que había descubierto. Pero todo aquello me superaba. Y, a pesar de ello, seguía sonriendo ante los presentes, intentando no preocupar, seguir disfrutando de la buena compañía... ser feliz.

Es como si mi propio corazón me pidiera que no sufriera... nunca más.

Le prometí a Eileen que acabaría con alguien. El amo del castillo.

Una sucesión de imágenes, antes muy borrosas, por fin cobraron sentido. La calavera, aquellos ojos... y el sombrero que se mostraba ante mis ojos.

Corrupted Data. Fue a él a quien vencí. O... eso creo.

>> Y luego...

"Este gorro... parece especial..."

"¡Eileen!"

"Yo sola no. Las dos."


Contemplando el sombrero, visioné un último recuerdo. No conseguía fijarlo en un lugar concreto, pero tenía que ver con el sombrero. Voces. Millones de voces hablándome.

Ese sombrero... me hablaba.

>> Me encomendó una misión.

Ignórale.
Sólo importa lo que va a pasar.
Lo que va a venir...
Avatar... Le queremos a él...
El mundo real... Queremos volver allí...
A nuestro mundo original. A todos los demás.
Shibuya y todo lo que podamos.
Ayúdanos, asesina del Corrupto.


La imagen de una ciudad envuelta en llamas. Villa Crepúsculo destruida. Un montón de gente... muerta. Y mi cuerpo sujetado por...

¡Ah!

La última imagen hizo que se me resbalara la taza de los dedos y cayera al suelo. Sin saber a dónde mirar, me senté de nuevo y fijé la mirada al suelo.

Y aún así, tenía una sensación extraña en el cuerpo. Una que me decía "Relájate, disfruta. No pienses en lo malo.", pero aquel descubrimiento me había abierto los ojos, aunque fuera difícil luchar contra el sentimiento de felicidad que embriagaba mi mente. Más bien, la endulzaba.

Tu futuro es triste.
Sólo nosotros podemos cambiar el destino.
Nadie más, mujer. Sólo nosotros.


Lo siento, señor.

Llévanos con él.


El sombrero... sus voces, me pidieron algo... buscar a alguien... pero no sé quién es.

>> Perdone por haber roto la porcelana, señor. Me he puesto muy nerviosa, es que... todo es demasiado absurdo en mi cabeza ahora mismo.

>>> Pero estoy muy feliz. Estoy recordando a mis amigos. A Eileen y a Saeko. Desgraciadamente, ellas están...

"¿Qué pasará cuando os lleve ante Avatar? ¿Qué pasará con mis amigos? ¿Y conmigo?

>> Os ayudaré, sois enemigos de Avatar. De quien me hizo daño, a mí y a Eileen. Y puede que a mis compañeros. Justo ahora, en algún lugar. Corrupta o no, jamás permitiré que ese futuro suceda.

>>> Si cerramos por última vez nuestros ojos, será porque nosotros lo decidamos. No porque él nos obligue a ello y se salga con la suya. No dejaré que use este mundo virtual a su voluntad. "


Había recordado mi promesa. No sólo con Saeko o con Eileen. Sino con un mundo, borroso para mí. Acabaría donde había empezado todo.

Era demasiado tentador estar tan cerca del sombrero. Quizás, si lo agarrara, pudiera recordar. En la batalla me lo puse. Me dio poderes extraordinarios. Pero no me acordaba de cómo había parado a encontrarme allí, perdiendo todos los recuerdos. Algo se me escapaba.

Señor, es cierto. No debería estar aprovechándome de su hospitalidad. Gracias por acogerme, de verdad.

Tenía que salir de allí, y descubrir por mí misma qué hacer. No podía involucrar a aquellas personas en algo tan peligroso como ese ente llamado Avatar. Agarré con decisión el sombrero y me lo puse. Ridículo, puede. Pero los recuerdos no me engañaban: me había sentido muy segura con él. Aunque los últimos recuerdos fueran turbios y escalofriantes. Caminé con decisión a la puerta donde se encontraban los dos guardaespaldas.

"Voces, estoy aquí. Estamos muy cerca el uno del otro. Ayudadme a recordar. ¿Qué tengo que hacer? Si... si he fallado, prometo no volver a hacerlo, perdonadme. Esta situación me hace pensar que así es. Por favor."

Si esa gente me había encontrado herida, lo más seguro es que Avatar o cualquiera a sus órdenes me hubiera atacado. Tenía que darme prisa, y encontrar a Avatar. Antes de que fuera demasiado tarde.

Pero, ¿para quiénes? ¿Por quiénes luchaba?

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The End - Ronda #5

Notapor Soul Artist » Jue Ene 02, 2014 2:59 am

Antes de que Nadhia comenzase a recordar los sucesos de aquel día en la Torre Crow reaccionó por fin a la orden de su nuevo maestro. Frunció el ceño y escuchó cómo insistía en que abandonara la habitación; pero desde el día anterior no estaba contento con adónde estaba conduciendo todo aquello. Se había unido a él para obtener una vida real, no para que fuese vestido con varios conjuntos cutres ni tampoco para hacer de recadero.

Eso no formaba parte del trato.

Ronin no se molestó en girarse siquiera. Dirigió sus dos ojos hacia el té y tomó un sorbo lentamente, dándose su tiempo para contestarle. Sonrió directamente a Fátima cuando decidió hablar, aunque sus palabras iban dirigidas hacia los dos chicos:

Cambio el trato. Y ruega para que no cambie nada más.

Crow gruñó, pero al Avatar no pareció importarle lo más mínimo. Finalmente el chico tuvo que dar media vuelta para salir de la habitación por la puerta, seguido por Jain. En cuanto abrió la puerta se dirigió hacia Ronin y bajó la cabeza enseñando los dientes y murmurando por lo bajo:

Este trato cada vez va a peor.

Y cerró con un portazo, mostrando así su inconformidad. Ronin sonrió plácidamente a Nadhia y la invitó a recordar todo lo que pudiese.

Por favor, cuéntenos.

* * *

Aquí es donde empezó.

Fue en lo alto de la torre del reloj donde Eileen volvió a hablar. Desde allí podían contemplar todo el mundo virtual y cómo aquel atardecer tan rojo lo arruinaba. Abajo la batalla parecía haber cesado definitivamente; no había ni rastro ni de los Maestros ni de los Incorpóreos, y mucho menos de Ariasu. El misterio sobre qué había pasado estaba en el aire.

Pero aquello no era lo importante. El objetivo de los supervivientes, la torre de Avatar, se encontraba frente a ellos, flotando en el aire con una pequeña parcela de tierra que ensombrecía algunos edificios de la ciudad. Sólo les quedaba acceder hasta allí.

Eileen, te necesitamos.

La chica dirigió sus ojos hacia Joshua. Se quedó quieta por un segundo para después pasar los ojos por los demás. Vio la necesidad de los tres ex jugadores de acabar con todo aquello: no parecía tener mucha más opción, pero no parecía cómoda con algo de todo aquello.

La chica caminó lentamente hacia el borde de la torre del reloj hasta quedar al borde de una caída libre. Tomó aire y lo expulsó lentamente con los ojos cerrados, liberando su mente; después dio un paso hacia adelante, dispuesta a tirarse.

Pero no cayó, pues su pie chocó con algo invisible en el aire que brilló por un momento. Dio otro paso hacia adelante y caminó hacia la torre en silencio, como si un camino invisible se abriese ante ella. Tras unos pocos pasos se inclinó hacia el suelo y volvió a erigirse levantando los brazos hacia el aire. Un majestuoso puente de paredes blancas y un suelo de piedra azul claro apareció debajo de ella por arte de magia con una poderosa luz, abriéndoles el camino a los jugadores hacia la pequeña isla.

Eileen dirigió la mirada hacia ellos, pero su rostro reflejaba miedo. Algo no iba bien con ella desde que habían despertado, eso estaba claro. Y cuanto más se acercaban a la torre más incómoda parecía estar.

Bueno, se acabó lo que se daba, ¿no creéis?

No estaban solos. Al final del puente esperaban dos figuras muy conocidas para ellos: Jain y Crow, que parecían totalmente despreocupados de su presencia. Aunque los dos habían cambiado sus ropajes el segundo seguía llevando encima el abrigo pirata que había recibido el día anterior al despertar su corazón. Había aprovechado para volver a ponérselo nada más salir de la habitación en la que estaba Ronin.

¿Qué hacemos? —preguntó Jain a Crow, golpeando su puño contra la palma de su mano—. Avatar quiere que nos encarguemos de ellos.

Crow se llevó la mano a la nuca y levantó la vista hacia el cielo, planteándose su siguiente paso. Dirigió sus ojos hacia los jugadores y se detuvo un momento en Joshua, el cual le sonrió pícaramente al dedicarle un segundo entero para él.

La decisión estaba tomada. Crow se hizo a un lado y se apoyó sobre la cornisa del puente, despreocupado.

No merece la pena. Déjales pasar.

Jain se quedó extrañado ante el comportamiento de su compañero. ¿Se habían jugado el tipo sólo para llegar hasta allí? ¿No quería llegar al mundo real? Pensó en protestar, pero prefirió callar. Se hizo a un lado también, vigilando de cerca a los jugadores.

Cuando Eileen pasó la primera junto a Joshua Crow volvió a hablar, con la mirada aún clavada en el cielo.

Dicen que tú puedes sacar a quien quieras de este mundo. Espero que tengas presente nuestra ayuda.

Ni Eileen contestó a aquel comentario en voz alta ni Crow siguió insistiendo sobre el tema. Los demás tenían el camino abierto hacia las puertas de la torre; era decisión de ellos pasar adentro o no.

* * *

Señor, es cierto. No debería estar aprovechándome de su hospitalidad. Gracias por acogerme, de verdad.

Con un movimiento veloz de la mano Nadhia se colocó el sombrero sobre su cabeza y se apresuró a salir de la habitación. Sin embargo, antes de llegar a la puerta, el cuerpo de Nadhia fue atraído hacia atrás; chocó contra la pared y toda la ilusión se vino abajo. Estaban en una habitación completamente diferente a la que Ronin se había molestado en construir con ilusiones: estaban en el despacho de Yen Sid.

Ya es la cuarta vez, Fátima. ¿Te lo puedes creer? ―Ronin se llevó la mano a la frente mientras se levantaba de su asiento y dejaba el té sobre el escritorio, junto a una calavera cuyos ojos brillaban al rojo vivo―. Siempre intenta escapar o ponerse el sombrero. Empiezo a pensar que la psicología no funciona.

Ronin se dirigió hacia Nadhia y la observó pasándose la mano por la barbilla. Extendió su brazo hacia el sombrero y se lo quitó sin problema alguno, despreocupado de la Corrupción; y nada más estar en su poder lo desintegró a ceros y unos, los cuales absorbió en la palma de la mano.

Se nos acaba el tiempo, Fátima. ¿Qué deberíamos hacer? No puedo sacaros de este mundo si no tengo los datos de la Corrupción. Y mátame si permito a esta niña ponerle el sombrero en su poder. O...

Avatar se giró hacia Fátima y su rostro se volvió sombrío. Sonrió y supo que no tramaba nada bueno: iba a ser cruel.

Ya sé.

Se dirigió hacia Nadhia de nuevo y extendió su brazo derecho hacia su lado, comenzando a mover rítmicamente sus dedos. De la ventana de la habitación surgieron dos corazones digitales que bailaron lentamente hasta él, los cuales comenzaron a tomar forma. Y los reconoció: eran Felix y Light, dos de las personas más especiales de la vida de Nadhia. Recordó todo sobre ellos, lo importantes que eran. Todos los recuerdos de su vida digital regresaron.

Ayer tus amigos murieron. ¿Lo recuerdas? Claro que sí. Pero aquí tengo sus corazones, como puedes ver.

Sólo Fátima sabía que aquello era puro teatro. Había visto a Avatar manipular el poder de los datos de los corazones; arrebatando recuerdos a Nadhia, ajustando un poco algunos aspectos de sí misma... Y convirtiendo algunos corazones en personas que no eran.

Puedo resucitarlos. Aquí, ahora; puedes verlos, están delante de ti. Sólo necesito una cosa de ti, Nadhia.

»Dime cómo derrotaste y mantuviste a raya a la Corrupción.

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Fecha límite: 18:00, sábado, 4 de Enero.

· Los personajes Crow y Jain pasan al control del Game Master.
· Posible extensión de la hora dependiendo de planes personales.
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Nadhia - Coraje

Notapor EspeYuna » Jue Ene 02, 2014 8:27 pm

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Todavía estaba intentando acordarme de respirar cuando una fuerza invisible y descomunal me atrajo hacia atrás y me hizo chocar, irremediablamente, contra la pared. Por un momento pensé que me había roto la columna. Cuando me di cuenta, seguía empotrada contra la pared. La gravedad no hacía efecto sobre mi cuerpo, como sería normal.

"No."

Alcé la mirada y comprobé el mal presentimiento que subía a mi boca con un sabor amargo: ya no estábamos en la habitación cálida y feliz, y... pomposa. Zarandeé la cabeza y comprobé que la felicidad, aquella chispa de alegría y despreocupación que me recorría el cuerpo se esfumaba poco a poco, dando paso a una angustia atroz. Reconocí entonces el lugar. Un sitio al que no hubiese deseado regresar.

"Esto... no puede ser. ¿Acaso no cogí un tren?", pensaba, perdida y confusa.

Ya es la cuarta vez, Fátima. ¿Te lo puedes creer?

La terrible verdad. Otra punzada en la sien, más aguda, más dolorosa. Me hizo recordar una serie de sucesos que hasta aquel momento había pasado por alto, incluyendo la visión de las voces del sombrero. La imagen de Avatar.

La... la cuarta vez.

Siempre intenta escapar o ponerse el sombrero. Empiezo a pensar que la psicología no funciona.

Tú...

Comprendí la situación en la que me hallaba y alcé la mirada a la del hombre que me quitaba el sombrero de la cabeza, acercándose a mí. Para mi desgracia, el sombrero se desintegró en ceros y unos que el propio impostor absorbió con su mano.

Avatar.

La rabia que emergió de mi interior se manifestaba en la ira de mis ojos, con la absurda intención de golpearlo con mis propias manos. Sin embargo, no era más capaz que mover con dificultad la cabeza. Estaba atrapada.

¿Qué demonios había pasado? ¿Acaso...?

Se nos acaba el tiempo, Fátima. ¿Qué deberíamos hacer? No puedo sacaros de este mundo si no tengo los datos de la Corrupción. Y mátame si permito a esta niña ponerle el sombrero en su poder. O...

"¿Se te acaba el tiempo para qué, maldito?"

Cuando Avatar se giró a la joven, comprendí que Fátima había estado engañándome: su mirada lo decía todo. No parecía en trance, sino...

Mi... mi cabeza...

"Estoy muy orgulloso. Siempre has sido mi hija favorita, la más inteligente. Nunca dudé de ti, aunque tú lo hayas hecho de mí."


Manipulada. Él la había engañado... "Neku".

"¡No seas mala perdedora, Creadora! Este mundo es mío ahora. Ya no hay vuelta atrás: es imposible de defender. Tengo todo lo que necesito para acceder al código, la suficiente cantidad de datos para crear cuanto quiera, y por supuesto... Mis niños. ¿Pero ellos me tienen a mí?"


Cobarde. Manipulador. Aquel era Avatar. Recordaba cómo se había mostrado ante nosotros, después de acabar con...

Saeko.

Una lágrima descendió inevitablemente por mi mejilla. Había recordado a Erased Data. A todos mis amigos, y como Saeko se disculpaba por haberme hecho daño. Había olvidado por completo a mi amiga, su muerte. La de la pequeña Maya, la compañera de...

"¡No le escuchéis! Habéis sido sus herramientas, al igual que fueron Ariasu y compañía antes de vosotros. Para él nunca habéis sido nada más, sólo piensa en sus objetivos."


Eileen. Estaba allí, consolándome. Por no tener la oportunidad de nacer con un corazón de luz. La Corrupción me lo impedía. Pero las sonrisas de mis amigos eran lo más importante. Salvar aquel mundo digital. Me acordé de Joshua, de cómo me ayudó a llegar hasta ellos. El antiguo Compositor.

"Creadora, déjales. Sólo quieren terminar con esto. Salir de aquí, ¿verdad? Todos lo sabemos. Pero estar junto a Eileen me hace dudar un poco de vosotros. Fátima me ha resultado ser fiel, pero... ¿Vosotros?"


¿Qué había sido de ellos? ¿Y de mis amigos...? ¿Mis amigos...?

Ya sé.

Avatar me mostraba algo brillante frente a mí. Al dirigirme a él, se me escapó un grito ahogado. Dos corazones danzaban en su mano, hasta que se materializaron en dos rostros, tan familiares, tan queridos.

"¡Por ella, lo haré lo mejor que pueda!"

"¡Ya nos has enseñado antes lo bien que sabes defenderte!"


Light... Felix...

"Pero esto significa que..."

¡¡No!!

Intenté por todos los medios alcanzar a Avatar, aunque fuera para dar un fiero mordisco, pero todo esfuerzo fue inútil: él me miraba con una sonrisa, que a pesar de querer ser sinónimo de amabilidad y paternidad, yo comenzaba a recordar como la sucia mentira que era.

Sí, recordé cómo había perdido el conocimiento antes de acabar allí jugando al té, sin recuerdos. Él me había atacado. Estaba dispuesta a atravesarle con una Flecha Celestial, cuando él... oh. Se me encogió el estómago.

Con tan sólo acordarme de mis palabras, agradeciéndole su ayuda como el señor de la casa, me mordí los labios y no me hubiese extrañado haberme hecho sangre. Había caído tan bajo...

"Es asqueroso."

Ayer tus amigos murieron. ¿Lo recuerdas? Claro que sí. Pero aquí tengo sus corazones, como puedes ver.

¡¡Monstruo!!

No podía ser verdad. Light y Felix, ¿ellos también habían muerto? ¿Como Saeko? ¿Como Ragun?

Puedo resucitarlos. Aquí, ahora; puedes verlos, están delante de ti. Sólo necesito una cosa de ti, Nadhia.

La rabia se esfumó. Sus palabras me paralizaron y la imagen de Light y Felix sonriéndome aturdieron mi razón. Estaba sola. Me había quedado sola. Joshua, Eileen. ¿Dónde estaban? Observé a Fátima, con la duda en mis ojos. ¿Qué narices estaba haciendo ella? Lo recordé, y entonces volví a mirar el rostro de mis dos amigos. De quien fue como un hermano para mí en otra vida, una vida lejana pero que significaba mucho para mí. Y quien había sido, y siempre sería... esa persona tan especial. Como Ryota lo fue para Eileen.

Dime cómo derrotaste y mantuviste a raya a la Corrupción.

No hizo falta pensarlo. Mis recuerdos, mis sentimientos. Lo dijeron todo.

Sonreí a Felix y a Light, a sus almas quizás perdidas y en manos de Avatar.

Avatar... yo...

"Lo siento, Ronin. Esta vez no te seguiré, ¡te aseguro que jamás me dejaré dominar por ti! ¡Escojo la libertad!"

"Pero me quedo. Es una locura, pero es lo que voy a hacer."

"Protegeré este lugar y los liberaré de tus garras. ¡Soy el Game Master y no pienso dejar que gente como tú invada mi mundo!"


Sin que el presente quizás se esperara una reacción así por mi parte, aproveché que aún podía controlar mi boca y le mandé al ojo un escupitajo. Llena de valentía y desafío, exclamé:

¡¡Antes muerta!!

Me giré a Fátima y le grité con todas las fuerzas que me quedaban:

¡Fátima! ¿Crees que este monstruo te va a dar lo que quieres? ¡Fíjate! ¿¡Cuántas veces me ha quitado los recuerdos!? ¡¡Cuántas, contesta!!

Me revolví en el sitio, luchando contra la fuerza que me tenía atrapada contra la pared.

¿¡Y si te ha manipulado a ti también!? ¡¡Por favor, Fátima!!

No obtendría respuesta. Y comprendí que, quizás, ella tenía miedo. O respeto por él. Pero si era aquel hombre tan capaz de manipularla, hasta aquel punto. Hasta el punto de matar a su propio compañero.

Volví a mirar a Avatar. Sin miedo en los ojos. Además, ¿por qué debería? Había sufrido tanto que aquellas amenazas, o aquel intento de hacerme hablar no servirían de nada.

Cuatro veces y no suelto prenda, ¿acaso piensas que lo haré alguna vez?

>> Y después de atacarme, de matar a mis amigos. ¡Como si me creyera que no los has matado tú!

Light y Felix jamás me perdonarían resucitarlos en aquella condición. Un trato sucio y rastrero. Contarle algo tan importante a Avatar supondría que se saliera con la suya. Me sentiría sucia, y su decisión estuvo tomada, al igual que la mía.

Sonreí a Avatar.

¿Hacerte perder el tiempo? Por mí, encantada.

Jamás me haría hablar. A mí, a la Asesina del Corrupto.
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Re: [Evento Global] The End Is Where We Begin - Día 7

Notapor Suzume Mizuno » Vie Ene 03, 2014 3:42 am

Como había esperado, Avatar se negó a detener el interrogatorio. ¿Cómo iba a hacerlo, si tenían «problemas»? Qué inocente por su parte. Además, si ya había mandado a Jain y Crow —no deberían mostrar su descontento de forma tan descarada; Avatar no confiaba en ellos y si además se mostraban rebeldes…— significaba que los problemas eran más apremiantes de lo que quería dar a entender.

Entonces Nadhia trató de marcharse. No le sorprendió que no pudiera ni siquiera rozar el picaporte de la entrada antes de que Avatar la detuviera con sus poderes. La ilusión se desmoronó y Fátima contempló con fascinación cómo las paredes se transformaban y aparecía el verdadero lugar en el que se habían encontrado desde el principio. Un despacho pequeño, agradable en comparación con aquella habitación recargada de rosa. Una muestra más del poder de Avatar…

Ya es la cuarta vez, Fátima. ¿Te lo puedes creer? —Fátima asintió, ausente, mirando con curiosidad la calavera que reposaba en el escritorio del que se levantó el hombre, preguntándose a cuento de qué quería un detalle tan macabro―.Siempre intenta escapar o ponerse el sombrero. Empiezo a pensar que la psicología no funciona.

Se puso tensa. ¿Eso qué significaba? ¿Que iba a hacer uso de la violencia? Contuvo un escalofrío a duras penas, recordando lo que había hecho con Nadhia. Lo peor era que estaba convencida de que, por poder, podía hacerla hablar a medida de torturas más refinadas.

Tú...Avatar.

«Magnífico, lo ha recordado» pensó Fátima con inquietud.

Se nos acaba el tiempo, Fátima. ¿Qué deberíamos hacer?

«¿Y quiere que se lo diga yo?» se dijo con sarcasmo, a pesar de que sabía que se trataba de una pregunta retórica.

No puedo sacaros de este mundo si no tengo los datos de la Corrupción —Fátima se puso en tensión y prestó atención—. Y mátame si permito a esta niña ponerle el sombrero en su poder. O…

De repente la miró y esbozó una sonrisa que le puso los pelos de punta. Tragó saliva, comprendiendo que lo que iba a venir a continuación no resultaría agradable. Por un momento pensó en salir de la habitación antes que sentarse a contemplar un espectáculo como los que le gustaban a Avatar.

Pero no tuvo tiempo. Una nueva pantomima empezó en ese instante: Avatar invocó dos corazones digitales y se los mostró a Nadhia.

Ayer tus amigos murieron. ¿Lo recuerdas? Claro que sí. Pero aquí tengo sus corazones, como puedes ver.

¡¡Monstruo!!

«¡No será capaz…!» Fátima se irguió con la boca entreabierta.

Pero la cerró rápidamente y apretó los puños. Pues claro que sí era capaz. Aquello era sucio, era cruel. Sin embargo, ¿no era lo que había imaginado que ocurriría si aceptaba estar con Avatar? Ya le había demostrado que haría lo que fuera necesario por conseguir sus objetivos. Y, después de todo, ella era igual.

Con todo, tuvo que hacer un gran esfuerzo para sentarse de nuevo y ser testigo de aquel chantaje emocional; la especialidad de Avatar.

Puedo resucitarlos. Aquí, ahora; puedes verlos, están delante de ti. Sólo necesito una cosa de ti, Nadhia. Dime cómo derrotaste y mantuviste a raya a la Corrupción.

Fátima miró a la chica atentamente, sin atreverse a respirar, preguntándose qué ocurriría, qué respondería. Si sería capaz de sacrificar a sus amigos. Daba igual que aquellos datos no fueran los de sus verdaderos compañeros, porque para Nadhia lo eran. De modo que si los abandonaba, sería como si lo estuviera haciendo de verdad…

La muchacha escupió a Avatar.

¡¡Antes muerta!! —se giró hacia ella, luchando contra las ataduras invisibles que la mantenían inmovilizada, y gritó:—.¡Fátima! ¿Crees que este monstruo te va a dar lo que quieres? ¡Fíjate! ¿¡Cuántas veces me ha quitado los recuerdos!? ¡¡Cuántas, contesta!! ¿¡Y si te ha manipulado a ti también!? ¡¡Por favor, Fátima!!

Por último, temeraria, sonrió a su captor y dijo:

¿Hacerte perder el tiempo? Por mí, encantada.

Fátima no lo pensó. Simplemente se incorporó, cubrió la distancia que la separaba de Nadhia de dos zancadas y le asestó un puñetazo en el pómulo.

Estúpida —siseó, con el pulso latiéndole con violencia y la respiración acelerada—.¿Quién te crees que eres, escupiendo a quien no debes? ¡Mi Padre no necesita manipularme para que le sea leal! ¿Y cómo que hacerle perder el tiempo? ¿Tú? —dejó escapar una ronca carcajada desdeñosa—. Eres una arrogante, de la peor clase. No eres tú quien le interesa, ¡sólo estás impidiendo que consigamos acabar con el mayor mal de todos! Si te ha tenido que manipular la memoria, por algo será, maldita idiota —todavía respirando con fuerza se retiró un par de pasos—. Si no vas a contarnos lo de la Corrupción, será mejor que cierres la boca si quieres seguir viva —y le lanzó una dura mirada.

Después se alejó de Nadhia y se plantó al lado de Avatar, dejando bien claro que de ella no iba a obtener ninguna ayuda. Se esforzó entonces por tranquilizarse y que su ritmo cardíaco volviera a la normalidad. Dirigió una mirada titubeante a Avatar, preguntándose si su reacción le habría molestado, y se las arregló para esbozar una tímida sonrisa interrogante.
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Re: [Evento Global] The End Is Where We Begin - Día 7

Notapor Light » Sab Ene 04, 2014 2:36 am

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Aquí es donde empezó.

Finalmente, habían terminado de subir por la torre y ahora se encontraban en la cima de ésta; la cumbre de Villa Crepúsculo, donde podían contemplar toda la villa: ahora, una ciudad hundida bajo el sol carmesí y ocupada por los Incorpóreos. Destruida y sin vida, aquella era la desagradable imagen de la ciudad que quería crear Avatar, su supuesta utopía; en parte, obra suya también. Puede que su nacimiento sí que resultara una desgracia al fin y al cabo. Ariasu había tenido la razón desde el principio: habían estado tan ciegos...

Entonces, el chico se percató de que Ariasu no se encontraba con ellos: Xefil había acudido sin ella. ¿Se habría quedado a luchar con los otros Maestros?

Ariasu no sería la única que echaría en falta allí. Light no se esperaba que se respirara tanta tranquilidad en la plaza de la estación. De hecho, no había allí ningún alma, ni los Maestros ni las tropas de criaturas mandadas por Avatar se encontraban allí. Sólo estaban ellos cinco, los supervivientes que habían decidido enfrentarse a Avatar para expulsarle de aquel mundo.

Y pensar que nos embarcamos en esta aventura para evitar que algo como esto sucediera… —declaraba Light con cierta melancolía, recordando el día que Ronin les citó a todos para que le acompañaran a Villa Crepúsculo.

Tras echar un rápido vistazo, se fijó en su siguiente destino. El hogar de Avatar se hallaba delante de ellos, sobre una isla flotante. Si querían alcanzarla, necesitaban de la ayuda de la Creadora.

Eileen, te necesitamos. —sugeriría Joshua.

La chica dedicó un momento a mirar a todos los que la acompañaban. A su vez, Light observaría a la muchacha y comprobaría que la joven no parecía demasiado entusiasmada con la idea de acabar con Avatar de una vez por todas. Parecía nerviosa... ¿Sería su imaginación?

No. Definitivamente, algo no iba bien. ¿Pensaba que no podían conseguirlo, quizás? ¿Pensaba que Avatar era demasiado poderoso para ellos?

Eileen se aproximó al borde de la torre y dio un paso hacia adelante, aun así. La Creadora empezó a caminar sin necesidad de una superficie, como si allí hubiera un puente invisible, misteriosamente. Después, se agachó momentáneamente y elevó los brazos hacia el cielo, iluminando con fuerza la superficie a través de la cual estaba caminando. Los acompañantes de la chica contemplarían el puente de piedra que había creado Eileen con sus poderes.

Se acercaba el momento del enfrentamiento final, ya quedaba muy poco.

Light no lo pensó y se dispuso a cruzar la plataforma.

Otra vez esa mirada” el chico volvió a encontrarse con la mirada preocupada de la Creadora, extremadamente incómoda para él. Light no podía mantener la mirada fijada en ella, le resultaba imposible.

¿Qué demonios le pasaba a esa chica? ¿Por qué les miraba de esta manera? Light se temió lo peor y apretó el puño, donde llevaba grabado el contador. ¿Acaso… se estaban quedando sin tiempo? Intentando no pensar más en eso, el chico agitó la cabeza y siguió avanzando.

¿Zait? Y Crow también está con él. Así que siguen aquí… —les distinguiría Light a los lejos.

Dos de sus viejos compañeros les esperaban al otro lado del puente. Jain y Crow habían decidido seguir a Avatar para poder salir de aquel mundo digital, mas todavía no lo habían hecho. ¿Qué podía decir Light de su decisión? Estaba claro que la oferta de salir de aquel mundo era muy atractiva, y en parte comprendía el deseo de sus compañeros de salir del infierno digital en el que se encontraban.

Bueno, se acabó lo que se daba, ¿no creéis?

¿Vais a luchar contra nosotros? —preguntó Light sin más preámbulo, posando su mirada sobre cada uno de los jóvenes y apretando su mandíbula. ¡Ni hablar! Por nada del mundo estaba dispuesto a enfrentarse a sus antiguos compañeros; no le daría a Avatar ese gusto.

¿Qué hacemos? Avatar quiere que nos encarguemos de ellos.

No tenía sentido que se enfrentaran a ellos. Light esperaba que recapacitaran y se negaran a las órdenes de Avatar, aunque sabía que aquella decisión no debía ser fácil para ellos.

Crow alzó la vista al cielo y empezó a pensárselo. Tras meditarlo unos instantes, se retiró de su camino.

No merece la pena. Déjales pasar ―dijo Crow.

Jain no contrariaría a su compañero y también dejaría de obstruirles. Ahora tenían vía libre para entrar en la guarida de Avatar de una vez por todas, ya nada les impediría alcanzarle.

Dicen que tú puedes sacar a quien quieras de este mundo. Espero que tengas presente nuestra ayuda ―añadió Crow, dirigiéndose a la Creadora.

La chica no dijo absolutamente nada y continuó con su camino. Razones tenía para no hacerlo: el mundo real posiblemente no se beneficiaría de su presencia allí, y tal como había asegurado la Creadora el día anterior, el precio era demasiado alto.

Gracias ―diría simplemente Light, sin entablar conversación alguna con ellos. Light se imaginaba que les habían dejado pasar porque estaban en una clara desventaja, claramente. Si Joshua y Eileen no hubieran estado con ellos, puede que todo hubiera sido bastante distinto.

Por fin, habían llegado a la torre de Avatar: seguramente, su tumba. Aunque lograran acabar con él y liberar el mundo, de alguna manera que otra terminarían sucumbiendo. O morirían o acabarían corruptos, una de esas dos posibilidades.

Light se giró y visualizó ―por última vez, posiblemente― el triste y rojizo crepúsculo de la ciudad. Deseó que el crepúsculo original regresara, aunque no pudiera verlo nunca más.

Las promesas del primer día empezaron a resonar en su cabeza. Nada había cambiado desde entonces.

Chicos, pase lo que pase... siempre juntos.

Voy a proteger Villa Crepúsculo, y mataré a cualquiera que intente impedirlo

Pase lo que pase. Nadhia. Light. Y... ¿Alec, me parece? Nunca estamos solos.

Hagámoslo.

Se reunirían los cuatro de nuevo, definitivamente. Light se adelantó y abrió las puertas de la guarida de Avatar, y sin más preámbulo, se adentró en ella. Alzó la cabeza, cogió aire de los pulmones y anunció su llegada, deseando que le escuchara y se preparara para su fin.

¡Avatar! ―rugió―. ¡Venimos a por ti!

No tenía intención alguna de esconderse: Light sabía que les estaba esperando, a sus amigos y a él, el Vástago Traidor.

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No he encontrado ninguna frase de Alec de ese momento <_< si es que...
kparalelismo con el fin del post de espe e xD
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Re: The End - Ronda #5

Notapor Zee » Sab Ene 04, 2014 7:40 pm

Aquí es donde empezó.

La Torre del Reloj era tan alta que gobernaba toda Villa Crepúsculo; o al menos, lo que quedaba de ella en aquel infierno virtual. Había escuchado hablar de aquel monumento, alzándose como el único punto de aquel mundo, recortándose bella e imponente contra la luz del aclamado atardecer. Pero nunca había estado allí antes; y ahora que aquel mundo se hallaba vacío, como un eco de lo que alguna vez fue, y su sol se había teñido de un color rojo sangriento, no podía decir que yo me encontraba disfrutando de la vista. Evidentemente, nunca esperé que mi primera vez en la Torre del Reloj sería de aquella manera...

Y pensar que nos embarcamos en esta aventura para evitar que algo como esto sucediera… —murmuró LIght, decepcionado de contemplar a lo que habíamos llegado.

¿Aventura? —repetí, en desacuerdo con la selección de palabras de Light, con un tono de voz que denotaba clara ofensa.

La plaza que se hallaba bajo nosotros se encontraba vacía. No había rastro alguno de ninguno de los Maestros, incluida Ariasu. Tampoco de los Incorpóreos. Sencillamente... habían desaparecido. ¿Había terminado la batalla o Avatar se había encargado de eliminarlos con movimiento de muñeca? No sabía si quería saberlo con certeza...

Y frente a nosotros flotaba la isla, con la torre retorcida alzándose todavía más allá que la del reloj. El último refugio de Avatar, a sólo unos pasos... Francamente, nunca hubiera pensado que llegaría tan lejos. No después de las amargas derrotas que habíamos tenido y las numerosas pérdidas sufridas.

Maya... —pronuncié entre dientes, apretando la tela de mi pantalón con mis dedos para externalizar mi ira y no terminar estallando con el tiempo.

Eileen, te necesitamos. —pidió Joshua finalmente, expresando lo que todos habíamos pensado pero no nos habíamos atrevido a pronunciar. Una vez más, Eileen pareció querer buscar algo en los ojos de todos los presentes, pues nos recorrió con la mirada como ya había hecho el resto del día.

Sus ojos... parecían tan vacíos...

¿No quieres hacer esto...? ¿Eileen...? —pregunté, haciendo ademán de tomarla de la mano. Sin embargo, la chica no me respondió y me pensé mi mejor mi gesto, pues la Creadora dio un paso al frente, dispuesta a avanzar a través del vacío pese a que no hubiese ningún puente físico para cruzarlo.

Desafiando las leyes de aquel mundo, Eileen avanzó por el aire, dejando una breve estela de luz cada vez que daba un paso. Cuando se halló aproximadamente a mitad del camino, alzó sus brazos a lo alto, comandando a su creación a obedecerla. Muros y paredes nacieron del vacío, creando un brillante puerte de color blanco que nos daría paso a la torre de Avatar.

Entonces miró de nuevo hacia nosotros. Y no tuve que usar mis ojos para comprender sus sentimientos, comprender que algo no andaba bien... Se hallaba aterrada, por lo que podía ver. Claramente, algo de aquello no le convencía.

¿Pero por qué? ¿Por qué no podía decirnos qué era? ¿Por qué había tenido que permanecer tan silenciosa todo ese tiempo?

Eileen, escucha, si esto no termina de convencerte, puedes...

Había comenzado a hablar mientras cruzaba el puente. No obstante, tuve que interrumpirme cuando advertí dos siluetas de reojo, frente a nosotros. Al instante aparté la mirada de la Creadora y me giré hacia la entrada del puente.

Bueno, se acabó lo que se daba, ¿no creéis?

Jain y Crow. Vivos.

¿Qué podía decir? No esperaba verlos allí. Supuestamente, Avatar les había ofrecido un boleto de salida. No tenía sentido que todavía estuviesen en la Villa, y mucho menos ataviados con aquellos ridículos atuendos de sirviente. Sólo había una explicación, obvia, pero que había pasado antes por alto: Avatar no cumplía con sus promesas.

¿Vais a luchar contra nosotros? —preguntó Light, amenazándoles entre líneas.

¿Qué hacemos? —inquirió entonces el hermano menor, no sin antes envolver su puño con la otra palma, como preparándose—. Avatar quiere que nos encarguemos de ellos.

Despreocupado, Crow se llevó una mano a la nuca y miró al cielo, algo meditativo. Luego de ello, se encargó de examinarnos a todos con la mirada, Eileen y Joshua incluidos,

Y de pronto, se hizo a un lado.

No merece la pena. Déjales pasar ―dijo simplemente. Jain se giró hacia él, confundido; preguntándole con la mirada en qué demonios estaba pensando. Pero su lealtad hacia su hermano mayor superaba toda clase de dudas, por lo que decidió permanecer en silencio. Y aunque no nos quitó la mirada de encima, como había hecho Crow, también prefirió dejarnos pasar.

>>Dicen que tú puedes sacar a quien quieras de este mundo. Espero que tengas presente nuestra ayuda ―añadió Crow, dirigiéndose a la joven Eileen, en cuanto ésta pasó a su lado. La chica no le respondió. En su lugar, fui yo quien agregó:

Ahora se lo está pensando mejor, ¿no, Capitán? Gracias ―sonreí mientras pasaba al lado de la pareja de hermanos. Luego borré mi gesto, cambiando a un semblante más serio, mientras cuestionaba―. Nadhia... ¿Está ella... —"viva?". No encontré dentro de mí el valor para pronunciar aquella palabra, por lo que inmediatamente la cambié por una que me resultaba más sencila—: ...bien?

Si Crow prefirió no contestarme, me alejé chasqueando la lengua. No estaba dispuesto a rogarle a un traidor.

Avanzamos sólo un par de pasos más hasta la entrada de la torre. Sus gigantescas puertas dobles fueron lo que nos recibieron: no más Incorpóreos, no más Jugadores. No más sorpresas. Sólo nosotros, un par más de escaleras y Avatar... eso era todo lo que quedaba-

¡Avatar! ―rugió entonces Light, abriendo las puertas sin más preámbulos―. ¡Venimos a por ti!

Dramático ―me quejé para mí mismo, mientras dejaba escapar un suspiro y lo seguía al interior de la torre.
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
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Re: [Evento Global] The End Is Where We Begin - Día 7

Notapor LightHelco » Sab Ene 04, 2014 8:33 pm

Ariasu

Miraba hacia la plazoleta en donde habíamos estado luchando minutos antes, ahora vacía de cualquier rastro de vida que hubiese antes. Ni a los Maestros ni a los Incorpóreos podían verse ya, los segundos me importaban bastante poco, pero el saber que los primeros habían dejado de existir me hacía hervir la sangre.

Se suponía que yo debía impedir que hubiera más muertes, ya era suficiente sabiendo que toda la ciudad era ahora una manada de seres blancos que buscaban nuestras cabezas, como para saber que los Maestros también se habían unido a ese grupo de monstruos.

Y pensar que nos embarcamos en esta aventura para evitar que algo como esto sucediera… —le escuché decir a Light con un tono melancólico.

Al menos tú no tienes el titulo de protector de la ciudad

Dejé de mirar la plaza para centrarme en el puente que Eileen estaba creando para poder acceder a la morada de Avatar. Ya quedaba poco para que pudiésemos llegar hasta él y hacerle pagar por todo, sobretodo podía notar en la mirada de Light y Xefil las ganas que tenían de llegar allí y salvar a Nadhia.

Recordaba bien el primer día cuando me uní a los tres, tanto por esa reunión como por los recuerdos que tenía de Alec era consciente de lo fuerte que era su relación y la prioridad que le iban a dar al rescate de su amiga. Solo esperaba que aquello no entorpeciera mi venganza.

Según avanzábamos por el puente, pudimos ver dos siluetas que no tardamos en reconocer. Eran Jain y Crow, dos de los que habían pasado por el portal de Avatar. Por fortuna para ellos, sus intenciones para abandonar haber pasado por el portal eran nobles, por lo que no tenía ninguna razón para odiarlos.

Bueno, se acabó lo que se daba, ¿no creéis?

Aquellas palabras por parte de Jain me dejaron algo descolocado, pero al ver que sus ropas habían cambiado me di cuenta de que quizás si hubiesen pasado el portal para unirse a Avatar o que más tarde hubiesen decidido seguirle.

¿Qué hacemos? —preguntó Jain a Crow, golpeando su puño contra la palma de su mano—. Avatar quiere que nos encarguemos de ellos.

Instantáneamente, apunté con la Llave Espada a Jain, la cual cambió su aspecto a una que seguramente conociera muy bien.

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¿Estás seguro de ello? —amenacé con Héroe del Tiempo —. Ya que puedo hacer que tu tiempo acabe muy rápido si sigues con esa idea.

No merece la pena. Déjales pasar.

Crow se apartó a la vez que decía aquello, al contrario que su compañero él no parecía estar tan contento de hacer lo que Avatar quisiese, lo cual nos beneficiaba a nosotros, ya que no estaba por la labor de causarle daños a Crow, seguía siendo Edge y en parte me hacía sentir mal el pensar siquiera el amenazarle.

Jain dudó al principio en si hacer lo mismo que su aliado, pero tras unos segundos también nos dejo pasar, por lo que aproveché para seguir avanzando y volver a transformar la vara del Game Master en Naipe Magico.

Crow, ten cuidado —le hablé al chico al pasar por su lado —. Avatar no os dejara marchar tan fácilmente, a mí también llegó a ofrecerme algo que buscaba.

Sin decir nada mas, dejamos a los dos jóvenes atrás para seguir nuestro camino. Cada vez quedaba menos para que alcanzáramos nuestro destino. Pronto terminaríamos con todo aquello, pronto todos los que habían dado su vida podrían descansar en paz y la ciudad volvería a recuperar su color y su belleza.

Miré la mano en la que había aparecido el infernal contador. Quería ser testigo de cómo volvía la vida a Villa Crepúsculo, pero si la corrupción volvía a manifestarse nuevamente en mi cuerpo tenía claro que no lo conseguiría.

Quizás no sobreviva para poder seguir defendiendo la ciudad o para volver a ver a Shiki sonreír —alcé la vista hacia el rojo cielo que ahora cubría la villa —. Pero al menos aguantaré lo suficiente para que todos aquellos que buscan la destrucción de este lugar perezcan.

Avatar, Fátima…preparaos, porque vamos a por vosotros.
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The End - Ronda #6

Notapor Soul Artist » Sab Ene 04, 2014 10:20 pm

Nadhia... ¿Está ella... bien?

Crow levantó la mirada y apartó la vista de Felix, como si la pregunta del chico le resultase una tremenda pesadez. Le dio la vuelta y apoyó los codos en el puente, dedicándose a observar la silenciosa ciudad. Fue Jain quien intervino para explicarle al muchacho qué había sido de ella:

Perdónale, está harto de ella. Avatar lleva todo el día jugando al té con tu chica; Crow ha estado a nada de volcar la mesa del té y mandar a la mierda todo.

Light pasó por al lado de los dos chicos mientras Felix hablaba con Jain. Se limitó a dar las gracias por lo bajo y continuar su camino; sin embargo, Joker se detuvo a advertir a su antiguo compañero de la situación.

Crow, ten cuidado. Avatar no os dejara marchar tan fácilmente, a mí también llegó a ofrecerme algo que buscaba.

No me digas ―contestó con sarcasmo él, sin siquiera darse la vuelta para observar a Joker.

Este se limitó a seguir su camino, tras Light y Felix. Se detuvieron un momento en la puerta, junto a Joshua y Eileen, que observaron la entrada detenidamente. Joshua se acercó y, colocando la mano sobre la madera, desapareció con un flash de luz para dar acceso a un hall con una escalera de caracol eterna.

Joshua fue el primero en aventurarse. Sin embargo, tras caminar hacia el interior giró la cabeza para ver que la Creadora seguía clavada en su sitio, firme.

¿Eileen?

Yo me quedo aquí.

Joshua desvió la mirada y se llevó la mano al cuello, dubitativo. Tras planteárselo unos segundos se encogió de hombros y se dio la vuelta, aventurándose al interior.

Chicos...

Antes de que entrasen los tres jugadores Eileen requería su atención. Se llevó la mano al pecho y clavó su mirada de uno en uno; lo que iba a decirles era muy importante. Tomó aire y lo expulsó lentamente, cerrando los párpados ligeramente.

Ya no volveremos a vernos ―explicó ella, con voz triste y algo temblorosa―. Hay... Algo que debo hacer. No podréis volver a verme.

La chica invocó tres helados de sal marina, ofreciéndolos a los tres. No se derretían, como comprobarían al tomarlos, y probablemente fuesen los helados más ricos que había probado nunca. No era momento para dulces, sin embargo; aquel regalo parecía fuera de lugar.

Pero quiero haceros una promesa ―una vez tomaran sus helados, Eileen invocó uno más que se acercó a la boca―. Prometo que siempre me tendréis cerca cuando lo necesitéis. Que cuando me llaméis, acuda. Aunque no me veáis, estaré con vosotros, siempre.

»Este es mi último regalo.

La chica guardó silencio mientras esperaba las respuestas de los tres jóvenes. Después de que hablaran bajó la mirada y sonrió ligeramente, contenta de haberles tenido cerca todo aquel tiempo.

Gracias por todo lo que habéis hecho.

Y con ello, se marchó en dirección al puente. Ya sólo quedaban los tres fuera de la torre y Joshua, que observó todo desde el interior del edificio. Se giraron hacia este y les dedicó una sonrisa amarga, antes de comenzar a subir apresuradamente las escaleras. Se les acababa el tiempo.

¡Avatar! ―rugió el antiguo compañero de Ragun, esperando que su enemigo escuchase sus palabras―. ¡Venimos a por ti!

Y con ello, entraron al interior de la torre.

* * *

¡¡Antes muerta!!

La respuesta de Nadhia más clara no podía ser. El escupitajo que la chica le lanzó alcanzó la nariz del Avatar, el cual no giró la cabeza para esquivarlo. Invocó un pañuelo mientras apretaba los dientes con fuerza y se limpió la cara intentando conservar la calma mientras la chica comenzaba a bramar que jamás le ayudaría.

Y sin embargo no se cobró su venganza. Fátima le defendió y apoyó, explicándole a la ingenua Nadhia que sólo trataba de evitar un mal mayor como era la Corrupción. Si alcanzaba el Reino de la Luz el desastre podía ser incontrolable; ¿quién hacía más mal en aquella habitación ocultando cómo mantenerla a raya?

Fátima volvió con su padre tras golpear con fuerza a Nadhia, demostrando de lado de quién estaba. Avatar le sonrió ampliamente y revolvió su pelo, dándole a entender que le había agradado mucho aquello que hizo.

Muy bien, Nadhia. Entonces pasemos a un plan alternativo...

Ronin se giró y dio la espalda a la chica, sabiendo qué iba a suceder a continuación. La puerta del despacho se abrió de un brusco golpe y tras ella aparecieron cuatro personas muy bien conocidas para él: Joshua, Light, Felix y Joker. Nadhia pudo comprobar que, después de todo, Avatar le había mentido.

Y aunque estos pudiesen reconocer a Ronin y Nadhia, les costó un poco más hacerlo con la tercera. Por descarte sólo podía tratarse de Fátima, pero parecía que Avatar había cambiado un poco su aspecto más acorde a sus gustos privados. La chica había crecido unos centímetros en altura, su pelo era mucho más alargado y sus pechos... Bueno, era imposible no notar que su figura ya no era en absoluto plana, sino todo lo contrario. Era bastante evidente lo que le gustaba a Ronin.

¡Sorpresa!

Avatar levantó sus brazos y una onda expansiva surgió de él, traspasando a Fátima sin dañarla en absoluto y empujando a los cuatro chicos hacia atrás, cayendo escaleras abajo. La puerta se cerró por sí sola de nuevo y Ronin se apresuró a volver al escritorio. Tomó en la palma de su mano la calavera en la que la chica se había fijado y esta se transformó en el sombrero de la Corrupción, el cual envolvió con una pequeña barrera protectora. Tras ello, extendió su brazo izquierdo y se abrió uno de los falsos portales de luz.

Fátima, vete. Protege a Neku y los demás, no permitas que nadie llegue a ellos. Lo último que necesito ahora mismo es que te pase algo.

La puerta se abrió de nuevo de golpe y Joshua apareció en ella. Avatar lanzó otra onda expansiva que el chico bloqueó con una barrera mágica; sin embargo, no estaba falto de recursos. Hizo flotar a Nadhia en el aire y la lanzó contra el antiguo Compositor, derribándole a él y a cualquiera que estuviese detrás, a lo que Ronin cerró bruscamente la puerta de nuevo con un movimiento de muñeca. Al menos habían recuperado a su amiga.

¡Lárgate de una vez! ¡No necesito que esos seis te maten! ―ordenó el hombre a su hija. Era el momento definitivo de Fátima para decidir en qué lado de aquella historia estaba.

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Fecha límite: 19:00, lunes, 6 de Enero.

· Podéis abrir la puerta. Vamos, no creo que haya dudas, pero podéis.
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Notapor EspeYuna » Dom Ene 05, 2014 12:21 am

El puñetazo que recibí de Fátima en el pómulo me dejó aturdida durante unos segundos. Jamás llegué a imaginar que se atrevería a golpearme ella misma frente a Avatar. Su mirada tímida, comprobando que su "padre" estaba orgulloso de sus actos, me revolvió el estómago.

¿Sabes? Más que una hija pareces su perrito faldero.

La había manipulado. No tenía ni idea de qué le había prometido, y si Neku, aquel muchacho que resultó ser su compañero en el Reaper's Game, llegó alguna vez a importarle. Mis palabras sólo expresaban lo que veían mis ojos: el engaño.

Para qué engañarme, el daño que recibí por parte de sus nudillos no tuvo punto de comparación con lo a gusto que me quedé escupiendo a aquella sabandija. Seguí sonriendo, mientras Avatar no hacía otra cosa que enseñar sus dientes, perdiendo la paciencia y revolviendo el cabello de una Fátima bastante diferente a quien fue en su momento. Hasta ahora no me había fijado en que su aspecto era bastante diferente. Parecía más mujer, en cierto modo.

Los dos rostros de Felix y Light se esfumaron, seguramente para siempre. Algo dentro de mí se rompió en mil pedazos, pero el orgullo y la razón intentaban aminorar el dolor de haber perdido mi última oportunidad para verles de nuevo.

Esperé en silencio lo que Avatar me tuviera preparado. Me había borrado la memoria cuatro veces, chantajeado emocionalmente... ya sólo me esperaba lo peor.

Una tortura, y a pesar de aparentar ser fuerte y recibir con los brazos abiertos al sufrimiento de nuevo, no pude evitar que mi cuerpo se estremeciera. Agradecí de corazón los recuerdos de Eileen y cerré los ojos.

Muy bien, Nadhia. Entonces pasemos a un plan alternativo...

Ronin se giró hacia la puerta por la que había decidido marcharme, en un intento de encontrar a Eileen y a Saeko, a quien creía viva. Entonces, se abrió de golpe. Abrí los ojos y el corazón se me encogió de tal manera que todo mi cuerpo se quedó helado. Mas lo que despertó dentro de él fue calidez... y esperanza.

Los reconocí a todos. No era una ilusión, no tenía que serlo. Mis labios temblaron y no supe hacer otra cosa que intentar gritar sus nombres:

¡Sorpresa!

Estaban vivos. ¡Estaban vivos, maldita sea!

¡¡Felix!! ¡¡Ligh...!!

Sin embargo, Avatar se interpuso en nuestro encuentro. Invocó una onda expansiva a la cual Fátima no hizo daño alguno y empujó a mis cuatro amigos. Escuché sus quejidos bajando estrepitosamente por las escaleras, a la vez que se cerraba la puerta. Vi como Avatar se apresuraba en ir al escritorio del despacho y me eché hacia delante, luchando contra la fuerza invisible que me tenía contra la pared.

Le mataría.

¡¡Cobarde!! ¡¡Juro que acabaré contigo!!

"¡El sombrero!", grité en mi fuero interno cuando se hizo aparecer tras la calavera de Corrupted Data. Me sentí estúpida por haber caído en sus juegos de té, pero no habría podido hacer nada. Había jugado muy sucio conmigo, y lo pagaría bien caro.

Estaba claro que usaba una barrera protectora contra el sombrero. ¿Temía tocarlo...?

Eso es ―mascullé entre dientes.

Por eso me había estado interrogando. Avatar quería el poder de la Corrupción. ¿Para mantenerlo a raya o usarlo para sus fines? No lo sabía con ciencia cierta. Pero estaba segura de una cosa: si llegaba a tocarla, algo malo le sucedería.

Y parece que yo, la copia de Nadhia Hoghes, había logrado que las voces tuvieran compasión conmigo. La asesina del Corrupto. Aquellas voces... tenía que ayudarlas. Las advertencias de Eileen habían sido claras.

"Hanekoma era, sin duda alguna, quien más sabía de la Corrupción, pero se sacrificó por los demás al enfrentarse a ella. Me contó que son todos los malos sentimientos acumulados de un mundo, prisioneros aquí al acompañar a la creación del Juego. No dudo en que lo hizo accidentalmente, pero... Avatar fue quien la trajo hasta aquí."


Avatar era algo malo. Las voces, la Corrupción en sí, también lo era. Ambas partes no podían salir al exterior, al mundo real. Ni acabar con el mundo digital, tampoco. Entonces, ¿qué opción me quedaba?

¡Es él! ¡Debemos ir con él!
¡Ahora! ¡Sorpréndele!
¡El poder es casi nuestro!
¡El mundo exterior nos espera!


"Acabar con ambos... el uno al otro. ¿Podría ser posible?"

Avatar abrió un portal de luz mientras extendía con su brazo izquierdo el sombrero.

Fátima, vete. Protege a Neku y los demás, no permitas que nadie llegue a ellos. Lo último que necesito ahora mismo es que te pase algo.

¡Mentiroso! ―exclamé, intentando por todos los medios patear la pared y despegarme de ella― ¡Fátima! ¡No le escuches!

La puerta se volvió a abrir de nuevo.

¡Joshua!

Como era de esperar, Joshua fue el antiguo Compositor y supo bloquear los poderes de Avatar con una barrera mágica. Sin embargo...

¡Ah!

No entendí muy bien lo que sucedió. Mi cuerpo se despegó de la pared mientras flotaba y, de repente, me vi lanzada contra Joshua. Creí caer en el suelo junto a él y escuchar como la puerta se cerraba de nuevo. Era... era libre, en cierto modo. Intenté levantarme, pero la cabeza me daba vueltas.

Alguien me levantó del suelo y me acercó a él con lo que pude sentir como desesperación. Aquella calidez... la reconocí al instante.

Él... me dijo que estabais... Felix... me ha borrado la memoria... cuatro veces... me hizo decir que era un buen hombre... el té... yo...

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Intentando conectar palabras inconexas sin mucho éxito, sus labios sellaron los míos con una necesidad desbordante. No fue ni medio segundo, pero saboreé ese beso como un regalo por todo lo que había tenido que pasar.

Escuchando un comentario razonable de Light cuando presenció el reencuentro entre Felix y yo, volví en mí misma y sacudí la cabeza una vez ambos nos apartamos.

¡¡Tenemos que detenerle!!

Percaté que Eileen no estaba allí, pero no había tiempo que perder para preguntarles sobre ella. Joker y Light estaban dispuestos a abrir de nuevo la puerta, cuando los detuve a tiempo.

¡Ya lo habéis visto! Si seguimos así no conseguiremos entrar. Salvo...

Invoqué mi arco y el arsenal de flechas. Volviendo a sentir el alma de Gengar dentro de mí y la calidez de Saeko, me agaché delante de la puerta y me coloqué en posición, con una flecha ya preparada y otras dos más en el suelo y a mano.

En cuanto abráis, le dispararé con flechas. Será suficiente para que podamos entrar todos en la sala y cerrar la puerta. O eso espero.

>> Hay que quitarle el sombrero. Yo soy la única capaz de controlarlo. Y sé que podemos vencerle, y acabar con la Corrupción también.

>>> Fui la Asesina del Corrupto... y volveré a serlo.

En cuanto abrieran la puerta, lanzaría tres flechas, una detrás de otra y con el poder de Gengar envolviendolas, esperando que mi puntería fuese lo bastante aguda como para darle en el brazo izquierdo o en los ojos, recordando mi batalla con Corrupted Data. Cuando terminara mi parte, me lanzaría para entrar en el despacho y me colocaría apartada de la puerta para no volver a salir disparada fuera.

La batalla final había comenzado.
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Notapor Light » Dom Ene 05, 2014 1:46 am

El impulsivo de Light corría por las escaleras de la torre, deseando encontrarse con Avatar cara a cara. Aunque sus compañeros le advirtieran que se parara a reflexionar o meditar un plan, el joven les ignoraría por completo. Tenían que cumplir aquella misión a toda costa.

Por Ragun. Por Maya. Por Hana. Por Mei. Por Eileen…

Apretó el palo de helado que sostenía en la mano en cuanto recordó su nombre, y lo volvió a guardar. Si estaba tan determinado a cumplir aquella misión, en parte era por ella.

***


Yo me quedo aquí.

Light había sabido que algo extraño había pasado con Eileen desde el principio. Estaba cada vez más asustada y no parecía conforme con la idea de entrar en la torre. Si la chica que les había impulsado a rebelarse contra Avatar y luchar por este mundo no estaba dispuesta a entrar en la torre con ellos, lo menos que podían hacer era quedarse con ella y atender sus palabras.

Chicos...

Antes de entrar en el hogar de Avatar, el chico se pararía en seco para comprobar qué quería decirles Eileen. En el fondo, tenía miedo de escuchar los que la chica tuviera que decirles, pero quería saberlo ya.

Ya no volveremos a vernos ―manifestaba la chica, afligida. Light no se esperaba que de repente Eileen soltase algo como eso. ¿Cómo que no se volverían a ver? ¿A dónde iba a ir, entonces?―. Hay... Algo que debo hacer. No podréis volver a verme.

Eileen… ―musitó el muchacho, sin pedirle ninguna explicación. Seguramente tenía otros asuntos más importantes que tratar como Creadora de aquel mundo virtual, como los Incorporeos que acechaban en cada esquina de la ciudad. Mientras tanto, Ella podían encargarse de la tarea de acabar con Avatar sin su ayuda.

Aunque… ¿Por qué decía que no la volverían a ver? ¿Adónde iba a ir realmente?

La chica invocó tres helados que Light identificaría de sobra: se trataban de los famosos helados de sal marina. Les entregó uno de aquellos dulces a cada uno, invitándoles a que lo probaran. Light aceptó su generosidad, enmudecido. ¿Acaso era el momento para pararse a comer un helado?

Light se llevó el dulce a la boca y experimentó el salado sabor del postre. Tan delicioso como lo recordaba: frío, bastante salado; y con un sabor adicional además, el de la nostalgia. Inevitablemente, apretó el mango oscuro de su espada en cuanto se acordó de aquella promesa que habían hecho hace cuatros días.

Aquel helado de Eileen no estaba fuera de lugar, en absoluto.

"Claro. ¡Buena ideal! Hagamos una promesa, todos los aprendices. Cuando ganemos este juego, nos reuniremos para hacer una fiesta. ¡En serio! Jugaremos al Struggle, haremos carreras con el Glider, comeremos Helados de Sal Marina hasta reventar… sí, todos…"

Habría preferido tomarlo en cuanto todo esto hubiera terminado. ¿Te acuerdas de la promesa del tercer día? ―comentaba, dirigiéndose a su compañero Felix en aquel momento―. Pero… puede que esta sea la última oportunidad de hacerlo, ¿no?

Terminó con su helado rápidamente y guardó el palo en uno de sus bolsillos, como si se tratara de un tesoro muy valioso: el último helado que tomaría, seguramente. Hubiera querido disfrutar de aquel postre con Ragun y los demás… pero no había podido ser, el destino no lo había permitido. Igualmente, no valía la pena lamentarse por ello.

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Pero quiero haceros una promesa ―dijo Eileen, materializando otro dulce para ella ―. Prometo que siempre me tendréis cerca cuando lo necesitéis. Que cuando me llaméis, acuda. Aunque no me veáis, estaré con vosotros, siempre.

>>Este es mi último regalo.

¡Eileen…!

Era el momento de despedirse de Eileen.

Gracias a ti soy quien soy, Eileen ―expresó Light su profundo agradecimiento, acercándose a la chica. Sin más dilación, la abrazó. Por las visiones que había tenido de ella y Erased Data, sabía que la Creadora había sufrido tanto como ellos, o puede que incluso más. Lo menos que podía hacer era consolarla y agradecérselo todo―. No habríamos encontrado nuestros corazones sin tus palabras, estamos en deuda contigo.

Apretó a la chica contra su pecho y prosiguió.

Yo al principio no hacía nada más que hacer lo que el Light Hikari original hubiera hecho, seguir ciegamente a Ronin ―confesaba. Volver a recordar aquella conversación que había tenido por primera vez con Avatar le revolvía el estómago. También tenía que guardarse las ganas de llorar―. Pero entonces… Ragun murió. Me hundí en la miseria, yo… perdí la fe en todo. Solamente quería acabar con Ariasu, alejarme de Avatar y de todo lo relacionado con este mundo virtual. Pero… cambié de opinión.

Gracias a ti sé quién soy y tengo un motivo por el que luchar de verdad. Gracias a ti he dejado de temer a la Oscuridad ―continuó mientras apretaba a Ragun: la prueba real de sus palabras―. Supe quién era y lo que tenía que hacer... no, lo que tengo que hacer. Debo destruir a Avatar y protegerte a ti y a Nadhia de sus garras: me aseguraré de que nos os vuelva a hacer daño. Tengo que expulsarle de una vez por todas de este mundo y evitar que vuelva a crear abominaciones… como nosotros ―soltó finalmente a la muchacha y retrocedió, encandilado por la sonrisa de la chica―. Detener sus experimentos, impedir que futuras creaciones vivan el infierno que vivimos nosotros. Destruir su absurda utopía. Eso es realmente lo que quiero.

>>Evitar… que se vuelva a repetir esta historia.

Era el turno de que los demás se dirigieran a Eileen, así que se calló y se quedó mirando fijamente el suelo, escuchando con atención las palabras de sus compañeros.

Gracias por todo lo que habéis hecho ―expresó agradecida la joven.

Gracias a ti.

Finalmente, les abandonaba. La chica se dirigió al puente que previamente había creado y empezó a caminar por éste, alejándose cada vez más de ellos. Light observó a Eileen por última vez e inevitablemente sonrió.

Ahora tocaba el enfrentamiento final contra Avatar. Decidido a no perder más el tiempo, se dirigió a la guarida donde les esperaba Avatar.

¡Avatar! ¡Venimos a por ti!

***


¡Nadhia!

¡Sabía que estabas viva! ¡Lo sabía!

Tras abrir de imprevisto la puerta de la sala de Avatar, la primera persona que vería no sería otra que su amiga Nadhia. El joven se llevó la mano al pecho y observaría a su compañera, jadeante. Ver a su compañera sana y salva resultaría un alivio imposible de describir, al fin se habían reencontrado de una vez por todas.

Con ella, se encontraban dos figuras que reconocería más o menos. Fulminaría con la mirada a uno de ellos: al Ronin rejuvenecido que tanto ansiaba destruir, el culpable de todo el sufrimiento, el Avatar que les había manejado desde el principio para hacerse con el mundo.

Tengo que matarte...

Pero… después había otra chica. Una joven bastante atractiva, de pelo oscuro y largo, se encontraba con Nadhia y Avatar. Aquella chica sólo podía tratarse de la Jugadora que había acabado con Neku, la mano derecha de Avatar: Fátima Laforet. Light por un momento lo dudó, se la veía tan cambiada…

¿Eres Fátima?―la preguntó Light, aturdido por completo. Bastante sorprendido, empezó a recorrer el cuerpo de la atractiva aprendiza con la mirada―. Pero… tu pelo, tu cuerpo y tus…

¡Sorpresa!

Antes de acabar su frase Avatar le interrumpiría, liberando una onda expansiva que empujaría a él y a todos sus compañeros, mandándolos de vuelta a la escalera y cerrando la puerta que permitía entrar en su despacho. Light rodó durante unos segundos por los escalones, al igual que el resto de sus compañeros. El chico se levantó del suelo rápidamente y se dispuso a volver a entrar.

Maldito… ―mascullaba mientras volvía a subir por los escalones.

Antes de que pudiera volver a entrar en la habitación, Joshua y Nadhia recibirían aquella onda expansiva y saldrían disparados de la habitación, chocando contra él y haciéndole rodar nuevamente por las escaleras.

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Maldito cabrón, maldito hijo de puta… ―pronunciaba Light, quien se llevó la mano a la cabeza tras aquel segundo golpe. Se aseguraría de que él comiera aquellas escaleras también, iba a enterarse de lo que era bueno. Tras recuperarse de aquella segunda caída, observaría a Nadhia y a Xefil juntos, e hizo una mueca. Antes de seguir subiendo las escaleras, se detuvo delante de ellos―. Esto… entiendo vuestra situación, pero… ¿Avatar?

Nadhia se separó de su compañero y agitó la cabeza después de escuchar sus palabras. Para variar, aquel no era el momento para pararse a abrazarse.

¡¡Tenemos que detenerle!!

Light continuó con la subida y se paró delante de la puerta que se interponía entre Avatar y ellos. Estaba dispuesto a entrar a toda prisa en la sala, esquivar cualquier ataque que le lanzara y acabar con él de una vez por todas.

¡Ya lo habéis visto! ―Nadhia le detendría justo a tiempo―. Si seguimos así no conseguiremos entrar. Salvo...

Entonces, la aprendiza materializó su arma de Jugadora: un carcaj con flechas y un arco. Light conectó con la mirada decidida de Nadhia y rápidamente supo que la chica había pensado en algo. Interesado, la escucharía atentamente.

En cuanto abráis, le dispararé con flechas. Será suficiente para que podamos entrar todos en la sala y cerrar la puerta. O eso espero.

>> Hay que quitarle el sombrero. Yo soy la única capaz de controlarlo. Y sé que podemos vencerle, y acabar con la Corrupción también.

>>> Fui la Asesina del Corrupto... y volveré a serlo.


¿Ah, sí? Pues no tengas piedad con él. A por él.

Rápidamente, y sin perder ni un solo segundo más, Light se apartó del camino de Nadhia y abrió la puerta para que la chica lograse hacer llegar sus flechas hasta el Avatar. Mientras la chica le distraía y evitaba que volviera a utilizar sus ondas expansivas, Light se adentraría en el cuarto, después de Felix y Joker. Una vez dentro de la habitación, se colocaría en una posición de tal manera que no tuviera la puerta tras su espalda, sino la pared.

Avatar no volvería a hacerle rodar por las escaleras. Él sería quien saborearía el suelo la próxima vez.
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Re: [Evento Global] The End Is Where We Begin - Día 7

Notapor Suzume Mizuno » Dom Ene 05, 2014 3:54 am

Avatar le revolvió el pelo y Fátima supo que había ganado su aprobación, pero aquel gesto la sorprendió. Le resultó, en gran medida, inesperado.

«Así parece un padre… De verdad» pensó, sintiendo un pinchazo en el pecho y un amargo regusto en los labios.

Se rehizo el peinado en silencio, ignorando la pulla de Nadhia, intentando desterrar aquel sentimiento. Estaba preguntándose qué era lo que haría Avatar a continuación con la chica cuando las puertas se abrieron de par en par. Se puso en guardia de inmediato, dispuesta a defenderse y a obedecer cualquier orden que le diera Avatar. Cuatro jóvenes atravesaron el umbral y recorrieron la estancia de un vistazo, analizando momentáneamente la situación. Los ojos de Light se detuvieron unos segundos de más en ella y el muchacho balbució:

¿Eres Fátima?―la chica arqueó una ceja. ¿A él qué le parecía?— Pero… tu pelo, tu cuerpo y tus…

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Antes de que Fátima tuviera ni tiempo de indignarse o pensar en calcinar hasta los huesos al chico, Avatar exclamó:

¡Sorpresa!

Y todos, excepto Fátima, salieron despedidos por los aires, cerrando la puerta.

«Gracias» pensó con un resoplido.

Luego se volvió hacia Avatar, que tomaba entre sus manos la calavera. Ésta se transformó en el dichoso sombrerito y Fátima comprendió entonces la tranquilidad con la que el hombre se había desenvuelto durante toda la conversación: en ningún momento había dejado a disposición de Nadhia la Corrupción. Típico de él.

¿Qué hacemos? —preguntó, intentando mantener la calma, aunque, para sus adentros, lo lamentó por Crow y Jain. Si Avatar tenía tiempo, no dudaría en deshacerse de ellos por aquella traición. Porque, desde luego, habían dejado pasar a sus enemigos. No eran tan débiles como para no poder entretenerlos un par de minutos.

De pronto se abrió un portal de luz artificial que Avatar solía usar para viajar de un lado a otro y la joven se quedó desconcertada: ¿es que iban a huir? ¿Tan peligrosos eran los chicos?

Sin embargo, Avatar dejó claro que él no se iba a mover de allí:

Fátima, vete.

¿Qué? —lanzó una fugaz mirada a Nadhia, pero la muchacha todavía estaba inmovilizada y no suponía ningún problema, aunque no dejaba de gritar, fuera de sí—. No, no me voy a…

Protege a Neku y los demás, no permitas que nadie llegue a ellos. —iba a continuar protestando, pero al escuchar el nombre de su antiguo compañero el corazón le dio un salto y se mordió el labio inferior―Lo último que necesito ahora mismo es que te pase algo.

Se quedó unos instantes en vilo, sin saber cómo reaccionar ante aquellas palabras. ¿Había verdadera preocupación, había…?

¡Mentiroso! ―chilló entonces Nadhia, interrumpiendo el hilo de sus pensamientos―. ¡Fátima! ¡No le escuches!

Fátima la fulminó con la mirada.

Soy un perrito faldero, ¿recuerdas? —replicó, lacónica.

La puerta se abrió de nuevo de par en par con brusquedad y Fátima se sorprendió al encontrarse con una cara desconocida. ¿Y ese chico, de dónde…?

¡Joshua!

Iba a invocar una llama para atacar, pero se quedó congelada en el sitio. Avatar le había mencionado varias veces aquel nombre: era el Compositor. Cuando el delicado joven detuvo con una barrera la onda expansiva que le dirigió Avatar, pensó que estaban perdidos. Pero se precipitó. Utilizando a Nadhia, su Padre expulsó a ambos de la habitación y cerró con un brusco gesto de mano las puertas.

¡Lárgate de una vez! ¡No necesito que esos seis te maten! ―le espetó con un tono que no daba lugar a objeciones.

«Seis» repitió para sus adentros, sintiendo que algo no encajaba. Sin embargo, no había tiempo para pensarlos: eran demasiados para ella, eso estaba claro. Y Avatar no le pediría que se marchara si no supiera que iba a convertirse, ante todo, un estorbo.

Pero, aun así, Avatar estaba preocupado. De lo contrario, no le habría pedido que fuera a donde se encontraban Neku y los demás. Eso significaba que, quizá y todo fueran una amenaza para él... O que tenía algo en mente. Se hizo la luz y Fátima comprendió.

Respiró hondo y asintió, encaminándose apresuradamente hacia el portal de luz:

Me ocuparé de ellos —dijo con la voz ronca, sin poder ocultar su nerviosismo.

¿Saldría todo bien?

Dedicó una última mirada a Avatar antes de cruzar el portal…

Y entonces se dio cuenta de qué era lo que no encajaba: ella sólo había contado cinco personas, no seis.
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Re: [Evento Global] The End Is Where We Begin - Día 7

Notapor LightHelco » Lun Ene 06, 2014 9:52 pm

Joshua se encargó de despejar la puerta dándonos acceso a una larga escalera de caracol que nos llevaría directos hasta la habitación de Avatar. Siguiendo los paso de Joshua, entramos al hallo y empezamos a subir la enorme escalera, pero tras unos pasos nos dimos cuenta de que Eileen se había detenido en el comienzo de esta.

Yo me quedo aquí —sentenció la Creadora con firmeza.

E-espera ¿te quedas? —pregunté confuso, no entendía aquella decisión de última hora, parecía que Eileen se había olvidado de Nadhia al segundo de abrir aquella puerta.

Ya no volveremos a vernos ―continuó con un tono de tristeza ―. Hay... Algo que debo hacer. No podréis volver a verme.

¿Qué podría tener que hacer para que fuera más importante que derrotar a Avatar? La respetaba por quien era, pero no podía entender el porqué nos dejaba atrás ahora que estábamos tan cerca de aquel tirano. Intentando alegrarnos antes de la despedida, Eileen invocó tres helados azules que nos dio a los tres, el cual probé al momento debido a la curiosidad de saber a que sabía.

Dulce…¿salado? —miré a Light por sea estaba dispuesto a decirnos el nombre de aquel curioso dulce.

Se me hacía raro tomarme aquel helado en un momento como aquel, pero no recordaba cuando fue la última vez que llegue a comer algo y aun con aquella extraña mezcla de sabores, aquel helado estaba realmente delicioso y tras unos segundos ya lo había dejado a la mitad.

Habría preferido tomarlo en cuanto todo esto hubiera terminado. ¿Te acuerdas de la promesa del tercer día?―le comentó Light a Xefil, no entendía a que promesa se referían debido al infierno que pasé aquel día, pero supuse que habría sido durante un momento importante —. Pero… puede que esta sea la última oportunidad de hacerlo, ¿no?

Seguí tomándome el helado ya que no podía participar en la conversación entre mis dos compañeros. Nada más terminarlo, Eileen materializó un cuarto helado para ella de forma que pudiésemos hacer una especie de promesa.

Prometo que siempre me tendréis cerca cuando lo necesitéis. Que cuando me llaméis, acuda. Aunque no me veáis, estaré con vosotros, siempre.

»Este es mi último regalo.

Alcé el palo del helado, aquello sería lo único que tendríamos para recordar a Eileen, una dulce promesa de que aun estando separados nos mantendríamos juntos.

Y con gusto lo guardaremos, Eileen —asentí guardando el palo dentro de la chaqueta —. Prometo devolver esta ciudad al estado en el que se encontraba antes de nuestra llegada y si llego a sobrevivir, juró protegerla de todo aunque tú no estés.

>>No pienso permitir que el mundo que creaste desaparezca en un infierno, lo recuperaré para que puedas verlo otra vez brillar.


Gracias por todo lo que habéis hecho —nos agradeció la Creadora tras que todos hubiésemos hablado.

Gracias a ti por mostrarnos quiénes éramos en realidad.

Con aquellas últimas palabras, nuestros caminos se separaban. Eileen iría hacia algún lugar que desconocíamos, mientras que nosotros terminábamos de subir la infinita escalera.

Preparaos para vuestro final.

***


Con un golpe brusco, Joshua nos abrió la puerta del despacho de avatar dejándonos ver la escena que se estaba llevando a cabo en aquel lugar.

¡Nadhia! —gritó Light al ver a la joven.

Esta se encontraba pegada a una de las paredes, mientras que Avatar se mantenía firme en el centro de la sala y a su lado se encontraba una mujer de una edad aproximada a la nuestra, el cabello de color negro recogido en un extraño moño. Podía haber cambiado y crecido, pero solo quedaba una persona aparte de todos nosotros con vida en aquella ciudad y por mucho que lo intentase ocultar, sabía muy bien quién era.

Fátima.

Naipe volvió a cambiar de forma al escuchar el nombre de la mujer, perdiendo sus colores y adoptando una forma más sencilla y conocida para cualquiera.

¡Prepárate, porque pienso acabar hoy con-

Una potente onda nos envió a todos escaleras abajo cerrando la puerta en el proceso. Empezando a cabrearme, me levanté de inmediato y volvía a subir las escaleras con la intención de no dejar escapar otra vez a aquella bruja.

Nuevamente, Joshua abrió la puerta para que volviéramos a entrar por ella, en esta ocasión llegué a ver un portal de luz igual al que Avatar había usado el día anterior para huir y en esta ocasión estaba ahí para dejar escapar a Fátima.

¡No mientras yo vi-

El ataque que nos impidió movernos en aquella ocasión fue Nadhia siendo lanzada contra nosotros y llevándonos por segunda vez una veintena de escaleras abajo. Intenté levantarme con rapidez en aquella ocasión también, pero no pude al descubrir que Nadhia había acabado encima de mí.

¡Joder! ¡Déjanos atacar de una puta vez! —grité de los nervios hacia la puerta, sabía que era imposible que me escuchasen los de dentro, pero esto ya empezaba a pasarse de castaño oscuro.

Dejé que Nadhia se levantase y… ¿besara a Xefil? No sabía que esos dos estuviesen juntos ni quería meterme en asuntos privados, pero creo que no era el mejor momento para ponerse tan cariñosos.

Esto… entiendo vuestra situación, pero… ¿Avatar?

Sí, podemos dejar la novela romántica para después.

Separándose de su amado, la joven trazó rápidamente un plan para que pudiésemos entrar de forma satisfactoria y no volver a subir las putas escaleras por enésima vez. Su idea consistía en que nosotros abriéramos la puerta y ella rápidamente le atacaría a Avatar con su arco para así tenerlo ocupado durante unos segundos y permitirnos atacar.

Hay que quitarle el sombrero —añadió la arquera refiriéndose al sombrero que había llevado durante el anterior día —. Yo soy la única capaz de controlarlo. Y sé que podemos vencerle, y acabar con la Corrupción también.

>> Fui la Asesina del Corrupto... y volveré a serlo.

Yo solo quiero que me dejéis a esa traidora para mí, también quiero matar a Avatar, pero si no veo a Fátima muerta antes no me quedaré tranquilo —avisé preparándome para el tercer ataque.

Light fue el primero en avanzar abriendo él la puerta y permitiendo a Nadhia atacar a Avatar con su arco. Aprovechando el ataque de Nadhia, salí corriendo contra la traidora portando la Cadena de Reino que hubiese pertenecido a la Fátima verdadera. Tenía que impedir como fuese que llegase al portal, por lo que salté encima suyo para separarla del portal.

Si conseguía tirarla al suelo le atacaría rápidamente con la Llave Espada buscando su pecho y atravesándolo con el arma.

¡Esto es por Shiki, zorra!
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Re: The End - Ronda #6

Notapor Zee » Lun Ene 06, 2014 11:59 pm

Perdónale, está harto de ella. Avatar lleva todo el día jugando al té con tu chica; Crow ha estado a nada de volcar la mesa del té y mandar a la mierda todo.

Un suspiro de alivio escapó por mis labios. Era inevitable que hubiese expresado mi descanso y la total desaparición de mi preocupación. Después de todo, ya no me encontraba en la oscuridad: sabía con certeza que Nadhia seguía viva. Ahora no luchaba por saber si lo estaba o no, sino por encontrarla y rescatarla; para mantenerla a salvo.

Agradecí a Jain por aquello y me alejé hacia la puerta.

Joshua hizo algo bastante curioso y, apenas posar su mano en la puerta, ésta desapareció en un destello. De tal manera que el primero en entrar fue él, seguido de Light y Joker. De alguna manera, que quedé algo detrás junto con Eileen. Miré a la chica y le sonreí para intentar tranquilizarla, pero sus ojos nunca se posaron en mí. Seguía tan ausente...

Fue entonces cuando noté que no se movía, pese a que Joshua y los demás nos llevaban varios pasos de ventaja. Era cierto: no había dicho casi nada en todo el día, pero nunca se había retrasado y mucho menos detenido por completo.

Ehm... Oye, ¿Joshua? Es Eileen... ―llamé. Curiosamente, pensaba que Joshua era, de alguna manera, el que podría comprender mejor a la joven.

El chico giró la cabeza y se dio cuenta de lo que ocurría, e inmediatamente volvió hasta donde estaba la Creadora.

¿Eileen? ―la llamó, tan preocupado como yo. Si no es que más todavía, pues era quien parecía entenderla. Para mi sorpresa, la joven no tardó en responderle, tajante y decisiva:

Yo me quedo aquí.

E-espera ¿te quedas? —repitió Joker, mientras Joshua decidía sencillamente darse la vuelta y volver al interior de la torre.

Chicos...

>>Ya no volveremos a vernos ―señaló la joven, claramente afligida por la decisión que había tomado―. Hay... Algo que debo hacer. No podréis volver a verme.

De la nada, la joven hizo aparecer tres helados para nosotros. De color azul celeste y con un curioso sabor que confundía a mi boca, quien no sabía decir si era dulce o salado. Nunca, en mi vida, había escuchado sobre aquella extraña golosina, pero acepté el regalo con fingido gusto: no era el momento para ello, pero no quería ofender a Eileen.

Habría preferido tomarlo en cuanto todo esto hubiera terminado. ¿Te acuerdas de la promesa del tercer día? ―me comentó Light de pronto, mientras comíamos el helado. Oh, sí, claro que la recordaba:

Ah, ¿la que hiciste mientras Maya estaba abierta por la mitad y a punto de morir hasta que Fátima tuvo un mínimo de decencia y decidió sanarla? ―señalé, tosco―. Sí, me acuerdo.

Pero quiero haceros una promesa. Prometo que siempre me tendréis cerca cuando lo necesitéis. Que cuando me llaméis, acuda. Aunque no me veáis, estaré con vosotros, siempre.

No comprendí nada de lo que Eileen estaba diciendo. ¿Estaba... diciendo que iba a morir, o algo por el estilo? ¿Por qué no íbamos a verla de nuevo?

O tal vez éramos nosotros los que debíamos morir. Después de todo, estábamos rebosando de Corrupción, ¿no era cierto?

Este es mi último regalo.

No... no entendía nada.

Permanecí en silencio mientras Light y Joker decidían despedirse. Y cuando fue mi turno, decidí dejarlo breve y claro:

Te hice una promesa, ¿no? Y espero que cuando solucionemos todo esto, estés allí para felicitarnos ―pedí―. Esto no es un adiós, Eileen. Todavía tienes que hacerme un favor y darle un reset al mundo ―le guiñé un ojo, esperando que al menos aquello le sacara una sonrisa.

Gracias por todo lo que habéis hecho.

No le agradecí en voz alta. Ella ya sabía lo mucho que ella había hecho por nosotros. Sencillamente, no era necesario. Ella podía ver mi corazón y lo que éste llevaba dentro.

Con una determinación y una sonrisa sacadas de no sé dónde, me apresuré a entrar en la torre.

* * *


Madre mía... ―musité entre dientes, esforzándome por encontrar mi punto de equilibrio en aquella masa de escalones, carne humana y dolor―. Llevátelo suave, tío; acabamos de comenzar... ―me quejé, llevándome la mano a la nuca.

Y aquella era la segunda vez. No hacía más que demostrar lo poco preparados que nos hallábamos, sin duda alguna. No quería arrojarle la culpa a nadie, pero había sido Light quien había decidido abrir la puerta sin más. "¿Ningún plan, tío? ¿No? ¿Seguro? Okay, bueno, allí vamos".

¿Y en qué habíamos terminado? Escaleras. Siempre tan apropiadas, las malditas escaleras.

Me puse de pie, quejumbroso. Teníamos que armar algo, y rápido, si queríamos atravesar los obstáculos que Avatar nos ponía con tanta facilidad. De tal manera que comencé a recorrer a los presentes con los ojos: Joshua, el Compositor, capaz de hacer llover automóviles como si hubiésemos ganado la lotería. Light, wannabe hero, que no paraba de gritar y apuntar el puño de un lado a otro. Nadhia, mi Nadhia, quien...

¡Nadhia! —exclamé, advirtiendo de pronto que de alguna manera la chica había escapado de la habitación. Había caído encima de Joshua, quien... por alguna razón, no quería quitársela de encima. Apresuradamente me aproximé a ellos y tomé a Nadhia por la muñeca, ayudándola para levantarse, mientras a Joshua le pisaba "accidentalmente" una mano y murmuraba—: Quita, bicho.

No supe qué se apoderó de mí en ese momento, pero las palabras de Nadhia se convirtieron en un eco distante, mientras la envolvía con mis brazos y la pegaba a mi cuerpo. ¡Estaba viva! ¡Y estaba allí, conmigo! No pude resistirme y, sin pedirle su permiso o darle siquiera una señal de mis intenciones...

Cállate, testaruda —sellé sus labios con los míos.

Demonios, ¿a quién le importaba Avatar? ¡Estaba besando a Nadhia Hoghes!

No me voy a exceder con palabras lindas sobre lo mucho que me agradó ese beso. Sencillamente la besé. Lo hice. Y fue la mejor decisión que había tomado en aquellos siete días, de eso estaba seguro.

Lo siento, yo... —murmuré, separándome de ella—. Me prometí que si te volvía a ver, esto sería lo primero que iba a hacer.

Volví a darle otro beso, pero éste más breve, mientras una sonrisa estúpida se me dibujaba en el rostro.

Esto… entiendo vuestra situación, pero… ¿Avatar?

Sí, podemos dejar la novela romántica para después.

¡Sí, lo siento! —me disculpé, soltando a Nadhia y materializando mi daga—. ¡El tirano, sí, lo había olvidado!

¡¡Tenemos que detenerle!!

>>En cuanto abráis, le dispararé con flechas. Será suficiente para que podamos entrar todos en la sala y cerrar la puerta. O eso espero.

>> Hay que quitarle el sombrero. Yo soy la única capaz de controlarlo. Y sé que podemos vencerle, y acabar con la Corrupción también.

Repetí el plan de Nadhia en mi mente un par de veces más. Sonaba arriesgado, sin duda, y no estaba conforme con su decisión de luchar apenas había escapado de él... pero, para ser justos, aquello era el final. El verdadero verdadero final. Y teníamos que terminar pronto, o de lo contrario no nos quedaría tiempo para resistir la Corrupción y aplicarle el ban al hombre.

Miré a Joker, esperando que fuese él quien me acompañase contra el hombre. Oh, cuánto me arrepentiría de aquella decisión y aquel gesto silencioso...

En cuanto se abrieron las puertas y vi las flechas volar sobre mi cabeza, salí disparado en dirección a Avatar, quien sostenía en sus manos el sombrero. Noté que hacía lo posible por no hacer contacto con él, pues éste levitaba protegido por una barrera mágica.

Posé mis Ojos de la Locura en ella y en el brazo del hombre, sonriente. Ése era mi objetivo, no su corazón.

Lo primero que hice fue plantar mi pie en su rodilla, intentando hacerle perder el equilibrio o la compostura al menos. Continué mi estrategia con un gancho al vientre, con mi mano derecha, y luego intenté hacerle daño en su brazo con mi daga. Estaba seguro que el hombre respondería al instante; o incluso intervendría, si no demostraba ser lo suficientemente rápido. Por ésta razón, disparé un Púlsar con ambas manos a su pecho en el mismo instante que intentaba retroceder de un salto.

El hijo pródigo está de vuelta en casa, papá ―me burlé, mientras esperaba que fuese a por mí de nuevo, alzando mi daga al frente. Y tras haber examinado la barrera que protegía el sombrero, aproveché la oportunidad para usar mis Ojos en Avatar.

Oh, iba a ponerse salvaje, sin duda.
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