[Epílogo] The Beginning
Publicado: Dom Ene 12, 2014 8:57 pm
Silencio. Desolación. Así podía definirse el final de la historia.
Andrei disfrutaba de aquella paz observando la destrucción de la Villa Crepúsculo de Eileen que durante tanto tiempo había había estado persiguiendo. Los medios para su obtención habían sido muchos, sacrificando más de un año a un objetivo que cada vez parecía más inalcanzable. Y por fin lo tenía en la palma de su mano, disponible para su reconstrucción.
Los corazones bailaban por encima de él, alegres de tener a un nuevo señor ante el que postrarse. Con ellos el gitano podía hacer lo que quisiera: nuevas formas de vida, nuevos mundos, armas de inimaginable poder. Habían sido su objetivo, y ahora que contaba con ellos podía relajarse.
Los ojos de Andrei se detuvieron en Fátima, a quien había enviado allí mismo al castillo cuando todavía se ocultaba tras los datos del Avatar. Se encontraba junto a las estatuas de Neku y compañía, más el recién añadido Joshua; su fuente de poder absoluta.
—Fátima, querida...
Andrei caminó lentamente hacia la chica y le tomó la mano, esperando alguna reacción por su parte. El gitano sonrió a la chica con confianza y la arrastró hasta el borde de la plataforma, obligándole a mirar cómo Villa Crepúsculo quedaba destruída.
—Ya no debes temer. No queda nadie para que venga a por ti —aseguró Andrei, colocando sus dos manos sobre los hombros de la chica para asegurarse que contemplaba bien el increíble poder que ahora poseía—. Pronto estaremos fuera de aquí. El mundo real que te prometí está cerca. Mi utopía, Fátima, donde yo seré el rey.
El joven dejó a la muchacha observar la destrucción del que quizás podía haber considerado su hogar y se acercó a las estatuas de Neku y compañía. Se llevó la mano a la barbilla y echó una carcajada frente a ellos, mofándose de su victoria final: les había engañado por completo.
—Ay, Neku. Ay.
Andrei caminó hacia el centro de la plataforma y con un chasquido de dedos hizo que los corazones se lanzaran volando hacia donde se dirigía, haciendo que se tranformaran en un cómodo trono. Se sentó en él y apoyó su cabeza sobre su puño, observando a la chica.
—Haz una última cosa por mí, Fátima. Mata a Neku. Absorberé sus datos y seré inmortal.
»En cuatro horas habremos salido de este espacio digital.
* * *
Oscuridad. Soledad. Así podía definirse el final de la historia.
Más allá de la muerte dicen que no hay nada. Un silencio infinito que te hace compañía cuando tu mente se apaga y deja de ser consciente de lo que le sucede a tu cuerpo. Tu alma, tu corazón... Nada de todo eso existe. Sólo paz.
¿Avatar? ¿Mundo digital? ¿Acaso esas palabras tienen importancia para alguien muerto? Si es que alguna vez estuviste vivo, te preguntas. Deja tu pasado atrás. La corriente quiere llevar tu mente apagada hasta un lugar muy, muy lejos de aquí. Apágate.
Pero no puedes. Hay algo que todavía necesitas hacer, piensas. ¿Qué más da? Déjalo ir. No merece la pena luchar por algo que has perdido y no podrás recuperar. Tus acciones te han llevado hasta este lugar y eso es bueno. No intentes volver.
Lucha.
Ella. Oh, ella. No intentes recordar su rostro. ¿Es que acaso te ayuda a dormir? Sólo ha complicado tu existencia. No la escuches, ya no merece la pena. Déjate llevar.
Este no es tu final.
Deja de escuchar. No prestes atención al regalo que te hizo. ¿Un palo de helado? ¿Para qué? Es inútil. Tíralo lejos. Está eliminado, como todo lo demás. No desprende ninguna luz, no le prestes atención. Sigue mirando la oscuridad. Sigue haciéndolo.
Has luchado más de lo que yo he hecho nunca.
¿Un corazón? ¿El regalo de ella es un corazón? No, es parte de uno. El corazón más brillante que has visto nunca. Te hace sonreír, recordar los buenos momentos, el cómo te divertiste... Incluso en la oscuridad más profunda existen buenas cosas. Pero, ¿qué digo? Deja de luchar. Deja de hacerlo.
Este es mi último regalo.
¿Tu mente absorbe el corazón? No hay datos que existan ya en ti. Todos tus ceros y unos se han dispersado en la nada. ¿Crees que puedes luchar contra esto? Es imposible. Has muerto. Finito. Ni siquiera entregar parte de su corazón te salvará. Es tu fin.
El final es donde vosotros comenzaréis.
* * *
—¿Qué?
Crow y Jain habían llegado hasta lo más alto del castillo de la nada. Acompañados por una Eileen transparente y de aspecto serio habían volado desde la Villa Crepúsculo virtual hasta la posición de Andrei, el cual se mostró seriamente perplejo al ver la llegada de estos.
―¡Fátima, ahora!
Las estatuas de Neku y compañía desaparecieron con el contacto de la chica, quedando sólo Joshua. Andrei mostró sorpresa en su rostro, llevando sus dos manos hasta el respaldo de su trono. Observó con odio a los dos jugadores y Eileen, sabiendo lo que estaba ocurriendo.
—Entiendo... Así que tenías un plan después de todo. ¿Y qué? Es imparable ya. Tres copias y una pequeña muerta contra un dios. ¿Tenéis algo contra mí?
—Sí.
La contundente respuesta de la joven hizo efecto en Andrei. La chica cerró los ojos y se llevó la mano al pecho, haciendo aparecer frente a ella tres palos de helado brillando con intensidad. Estos se transformaron en las figuras de tres personas con una fuertísima luz como sus auras, a la par que las figuras de Crow, Jain y Fátima también se iluminaban.
Y surgieron. Como el último aliento de un mundo condenado, los muertos volvieron a la vida. Joker, el Game Master y amigo de Shiki; Felix, el de los Ojos de la Locura; Nadhia, la Asesina del Corrupto. Crow, el Rey de los Piratas; Jain, el Muchacho del Destino. Y Fátima, la Traidora del Avatar.
Todos habían sido bendecidos con el poder de Eileen. Todos habían vuelto a la vida con un regalo del mismísimo cielo: el sagrado corazón de la Creadora. Ellos pasaban a ser los Señores de ese mundo.
—Chicos...
Eileen estaba desapareciendo en la nada. Les había entregado su corazón fragmentado en seis partes, con todo lo que conllevaba: ella no podía seguir manteniendo su presencia allí. Pero llevaba ya diecisiete años viviendo en aquel mundo digital que ella misma había creado. Era hora de pasar el legado a una nueva generación.
—... Gracias.
La joven desapareció y Andrei se entrecruzó las manos. Su barrera se levantó de forma visible para todos, y Felix pudo identificar su única debilidad en ella.
Ellos.
Andrei disfrutaba de aquella paz observando la destrucción de la Villa Crepúsculo de Eileen que durante tanto tiempo había había estado persiguiendo. Los medios para su obtención habían sido muchos, sacrificando más de un año a un objetivo que cada vez parecía más inalcanzable. Y por fin lo tenía en la palma de su mano, disponible para su reconstrucción.
Los corazones bailaban por encima de él, alegres de tener a un nuevo señor ante el que postrarse. Con ellos el gitano podía hacer lo que quisiera: nuevas formas de vida, nuevos mundos, armas de inimaginable poder. Habían sido su objetivo, y ahora que contaba con ellos podía relajarse.
Los ojos de Andrei se detuvieron en Fátima, a quien había enviado allí mismo al castillo cuando todavía se ocultaba tras los datos del Avatar. Se encontraba junto a las estatuas de Neku y compañía, más el recién añadido Joshua; su fuente de poder absoluta.
—Fátima, querida...
Andrei caminó lentamente hacia la chica y le tomó la mano, esperando alguna reacción por su parte. El gitano sonrió a la chica con confianza y la arrastró hasta el borde de la plataforma, obligándole a mirar cómo Villa Crepúsculo quedaba destruída.
—Ya no debes temer. No queda nadie para que venga a por ti —aseguró Andrei, colocando sus dos manos sobre los hombros de la chica para asegurarse que contemplaba bien el increíble poder que ahora poseía—. Pronto estaremos fuera de aquí. El mundo real que te prometí está cerca. Mi utopía, Fátima, donde yo seré el rey.
El joven dejó a la muchacha observar la destrucción del que quizás podía haber considerado su hogar y se acercó a las estatuas de Neku y compañía. Se llevó la mano a la barbilla y echó una carcajada frente a ellos, mofándose de su victoria final: les había engañado por completo.
—Ay, Neku. Ay.
Andrei caminó hacia el centro de la plataforma y con un chasquido de dedos hizo que los corazones se lanzaran volando hacia donde se dirigía, haciendo que se tranformaran en un cómodo trono. Se sentó en él y apoyó su cabeza sobre su puño, observando a la chica.
—Haz una última cosa por mí, Fátima. Mata a Neku. Absorberé sus datos y seré inmortal.
»En cuatro horas habremos salido de este espacio digital.
Oscuridad. Soledad. Así podía definirse el final de la historia.
Más allá de la muerte dicen que no hay nada. Un silencio infinito que te hace compañía cuando tu mente se apaga y deja de ser consciente de lo que le sucede a tu cuerpo. Tu alma, tu corazón... Nada de todo eso existe. Sólo paz.
¿Avatar? ¿Mundo digital? ¿Acaso esas palabras tienen importancia para alguien muerto? Si es que alguna vez estuviste vivo, te preguntas. Deja tu pasado atrás. La corriente quiere llevar tu mente apagada hasta un lugar muy, muy lejos de aquí. Apágate.
Pero no puedes. Hay algo que todavía necesitas hacer, piensas. ¿Qué más da? Déjalo ir. No merece la pena luchar por algo que has perdido y no podrás recuperar. Tus acciones te han llevado hasta este lugar y eso es bueno. No intentes volver.
Lucha.
Ella. Oh, ella. No intentes recordar su rostro. ¿Es que acaso te ayuda a dormir? Sólo ha complicado tu existencia. No la escuches, ya no merece la pena. Déjate llevar.
Este no es tu final.
Deja de escuchar. No prestes atención al regalo que te hizo. ¿Un palo de helado? ¿Para qué? Es inútil. Tíralo lejos. Está eliminado, como todo lo demás. No desprende ninguna luz, no le prestes atención. Sigue mirando la oscuridad. Sigue haciéndolo.
Has luchado más de lo que yo he hecho nunca.
¿Un corazón? ¿El regalo de ella es un corazón? No, es parte de uno. El corazón más brillante que has visto nunca. Te hace sonreír, recordar los buenos momentos, el cómo te divertiste... Incluso en la oscuridad más profunda existen buenas cosas. Pero, ¿qué digo? Deja de luchar. Deja de hacerlo.
Este es mi último regalo.
¿Tu mente absorbe el corazón? No hay datos que existan ya en ti. Todos tus ceros y unos se han dispersado en la nada. ¿Crees que puedes luchar contra esto? Es imposible. Has muerto. Finito. Ni siquiera entregar parte de su corazón te salvará. Es tu fin.
El final es donde vosotros comenzaréis.
—¿Qué?
Crow y Jain habían llegado hasta lo más alto del castillo de la nada. Acompañados por una Eileen transparente y de aspecto serio habían volado desde la Villa Crepúsculo virtual hasta la posición de Andrei, el cual se mostró seriamente perplejo al ver la llegada de estos.
―¡Fátima, ahora!
Las estatuas de Neku y compañía desaparecieron con el contacto de la chica, quedando sólo Joshua. Andrei mostró sorpresa en su rostro, llevando sus dos manos hasta el respaldo de su trono. Observó con odio a los dos jugadores y Eileen, sabiendo lo que estaba ocurriendo.
—Entiendo... Así que tenías un plan después de todo. ¿Y qué? Es imparable ya. Tres copias y una pequeña muerta contra un dios. ¿Tenéis algo contra mí?
—Sí.
La contundente respuesta de la joven hizo efecto en Andrei. La chica cerró los ojos y se llevó la mano al pecho, haciendo aparecer frente a ella tres palos de helado brillando con intensidad. Estos se transformaron en las figuras de tres personas con una fuertísima luz como sus auras, a la par que las figuras de Crow, Jain y Fátima también se iluminaban.
Y surgieron. Como el último aliento de un mundo condenado, los muertos volvieron a la vida. Joker, el Game Master y amigo de Shiki; Felix, el de los Ojos de la Locura; Nadhia, la Asesina del Corrupto. Crow, el Rey de los Piratas; Jain, el Muchacho del Destino. Y Fátima, la Traidora del Avatar.
Todos habían sido bendecidos con el poder de Eileen. Todos habían vuelto a la vida con un regalo del mismísimo cielo: el sagrado corazón de la Creadora. Ellos pasaban a ser los Señores de ese mundo.
—Chicos...
Eileen estaba desapareciendo en la nada. Les había entregado su corazón fragmentado en seis partes, con todo lo que conllevaba: ella no podía seguir manteniendo su presencia allí. Pero llevaba ya diecisiete años viviendo en aquel mundo digital que ella misma había creado. Era hora de pasar el legado a una nueva generación.
—... Gracias.
La joven desapareció y Andrei se entrecruzó las manos. Su barrera se levantó de forma visible para todos, y Felix pudo identificar su única debilidad en ella.
Ellos.
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