[Evento Global] El Esclavo del Olvido

[James Bond]

La oscuridad infinita reinaba por el lugar en el que Keiko caminaba. Otra vez volvía a tener ese sueño, aunque ya no los tenía tan a menudo como en Villa Crepúsculo, de vez en cuando, le acosaba de nuevo. Aunque había algo raro aquella vez. Normalmente siempre que aparecía en ese sitio, todo estaba tranquilo y en calma, pero... por algún motivo, todo temblaba.

La respuesta a eso la encontró cuando de repente, algo resonó con mucha fuerza en todo el castillo y la hizo despertar. La chiquilla estaba empapada en sudor y se asomó a la ventana de su cuarto, a través de la cual, observó con mucho horror, que había un gran sincorazón. Era gigantesco. Nunca había visto nada semejante. La chica se quedó paralizada por el miedo al ver aquella criatura.

—E-Esto no puede ser cierto, tiene que ser un sueño... ¿verdad?

La respuesta no tardó mucho en llegar, cuando aquella gigantesca criatura tiró con fuerza de una gran cadena que hizo temblar todo el castillo. De pronto, golpearon la puerta de su dormitorio.

—¡Nos atacan, kupó! ¡Todos los aprendices acudid a la Sala del Trono! ¡Rápido, kupó! ¡Nos atacan, kupó!

Así que no era un sueño, y realmente Tierra de Partida estaba siendo atacada. No había mucho tiempo para preparativos. Keiko deslizó su brazo debajo de su cama y sacó su espada, que siempre guardaba ahí, junto a aquellas extrañas garras. Como solía dormir en ropa interior, Keiko, cogió una bata de casa y se la puso. Lo importante ahora era la supervivencia, no ir bien vestida. Cogió los objetos curativos que compró hace poco y se los guardó en el bolsillo de la bata. También cogió su trozo de armadura y emprendió el camino hacia la Sala del Trono. Durante el recorrido, pudo comprobar que todos los aprendices también se dirigían hacia alli.

Una vez en la Sala, Kei comprobó que todos los Maestros se encontraban alli, armados con sus Llaves. Parecía que iban a presentar batalla.

—¡Aprendices de Tierra de Partida! Nuestras defensas están a punto de ser penetradas. ¡Antes de que digáis nada, no sabemos si los causantes son los miembros de Bastión Hueco! Pero... si los veis... Acabad con ellos.

¿Acabar los miembros de un bando, que ni siquiera el Maestro de Maestros tenía la certeza absoluta de que fueran ellos los causantes de aquel ataque? ¡Ya tenían bastante con lo que se les venía encima como para además, matar a posibles ayudas! Al menos ella, no iba a obedecer aquella orden de Ronin. No al menos hasta que se demostrase que era Bastión Hueco los responsables del asedio.

—Bien, eh... Ahora nos organizaremos en grupos de cinco, todos con un líder para...—de pronto se calló. Una mujer con orejas de perro y armadura recorrió la sala hasta la enorme cristalera, para acto seguido dar una orden muy clara y concisa.
—¡Al suelo!

De pronto, algo provocó que el muro explotase, como si hubieran puesto una bomba. La onda expansiva tiró a Keiko al suelo, la cual maldició todo lo maldecible. Cuando pudiese levantarse, Keiko lo haría, invocaría su Llave-Espada y se prepararía para pelear contra todo lo que le viniera encima.

[Crystal]

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Freya estaba sentada en frente de la ventana, observando el cielo. Otra noche más, pensando en sus cosas. Sus parpados se iban cerrando poco a poco mientras ella luchaba por mantenerse despierta.

Toc, toc, toc.

Se giró.

—¡Abre la puerta, kupó! —era la voz de un moguri—. ¡El ilustrísimo Maestro Ryota solicita que acudas de inmediato a la sala del trono, kupó! ¡Sin excepciones, kupó!

Salió lo más rápido que pudo y se encaminó hacia la sala del trono, sin saber que le esperaba.

***

La Sala del Trono era horriblemente terrorífica aquella noche, o al menos eso pesaba ella. Todo le parecía más lúgubre de lo normal: pocas luces y muchos maestros. Muchos maestros con caras de amargura, o quizás era enfado. Sin embargo Ariasu y Shinju sonreían, como siempre. Algo malo estaba pasando.

Shinju fue la primera en hablar. Freya puso los ojos en blanco sin poder evitarlo; recibir órdenes de ella era una de las cosas que menos le gustaban.

—Damas y caballeros… —sonrió, pero era una sonrisa cruel—. Tengo el placer de informaros de que Tierra de Partida está siendo atacada en este preciso instante.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de la aprendiza. No había tenido mucha relación con gente de Tierra de Partida, pero no era agradable escuchar aquellas cosas.

Ryota se levantó y alzó la mano, llamando la atención de todos.

—Parece ser que una horda de Sincorazón, como nunca habíamos visto antes, está ciñendo un cerco en torno a Tierra de Partida. Los que la conozcáis sabréis que tiene una serie de cadenas inmensas. No son solo decorativas, son dicho de una manera vulgar… Un repelente de Sincorazón. Hace apenas unos minutos, una de esas cadenas se ha roto y pronto lo hará la otra. Ahora todos los Sincorazón se están viendo atraídos por tal cantidad de portadores que posee el mundo.

La aprendiza no sabía todo aquello sobre Tierra de Partida, pero le parecía impresionante todo lo que estaba pasando. Se cruzó de brazos, buscando apoyo en si misma, intentando templarse.

El Maestro hizo un gesto.

—Chihiro

Unos pasos firmes se escucharon, y con ellos entró una mujer a la sala. Cabello largo plateado, ojos rojos y una actitud imponente. Observaba a los presentes, uno por uno, y en especial un par que Freya no conocía. De todas maneras aquella mujer no le daba buena espina. Tenía pinta de tener un carácter parecido al de Shinju.

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—¡Puede que hayamos sido enemigos en algún momento, pero ahora vuestros Maestros y yo hemos decidido pactar una tregua por un interés común: lo que oculta Tierra de Partida.

¿Lo que oculta Tierra de Partida?

Tierra de Partida guarda un secreto desde hace siglos, algo enterrado en sus entrañas y al que solo unos pocos han podido acceder. —Chihiro se paseaba entre los aprendices—. Ni los Maestros ni los Aprendices podrán hacer frente a una amenaza sincorazón de tal magnitud. Caerán como fichas de dominó. —realizó una pausa muy corta, como si hubiese pensado en algo—: Es el momento para desvelar lo que oculta ese lugar y, por supuesto, desentrañar la magia que ha permitido que Tierra de Partida resistiese al ataque los sincorazón durante tanto tiempo. Antes de que se hunda en la oscuridad

Freya se fijó en la mirada tan fría de Nanashi, y deseó no haberlo hecho. Suspiró. No sabía qué era peor, si pasarse todas las noches aburrida mirando el cielo, o que pasase alguna cosa de estas que pusiese en peligro la vida de todos.

—Ya habéis oído —dijo Ryota—. Tierra de Partida va a ser destruida. Es nuestra oportunidad. Hemos de aprovechar el caos y el desconcierto del ataque para obtener el secreto de sus defensas. Eso significa, claro, que hemos de infiltrarnos... Y no perder tiempo peleando contra nadie.

—Al fin y al cabo, están condenados. A menos que intenten mataros, claro. Entonces deberíais defenderos. La gente desesperada puede resultar… Problemática, cuanto menos.

Entonces los Maestros esperaron alguna intervención de los presentes en la sala.

—¿Alguna pregunta antes de partir?

Ella no iba a hablar, nunca hablaba, nunca cuestionaba en ocasiones como esa. Negó con la cabeza, y mientras los demás aprendices interrogaban a los Maestros, ella se dedicó a buscar rostros conocidos en los que respaldarse. Encontró a Enok y a Simbad allí, y se alegró de no sentirse tan sola. Se prometió que en algún momento iría a saludar a Simbad, pero no dudó ni un instante en acercarse a Enok sigilosamente por detrás y tocarle con cuidado el hombro.

—Todo esto es muy extraño... —susurró, la voz le temblaba. No supo si había sido un pensamiento en voz alta o de verdad tenía intención de decirlo.

[Tanis]

Malik despertó sobresaltado con el primer trueno de la cadena. Se irguió de golpe, con su pequeña mascota, Asah, acurrucada y aterrorizada en el regazo. Mentiría si dijera que él no lo estaba. Durante el primer y angustioso silencio tras el estruendo, el hombre no se movió de la cama, sintiendo las gotas de sudor fría bajándole por las sienes. Ni siquiera acariciar el pelaje de la conejita le tranquilizó, una sensación de angustia y terror oscuro le atenazaba el pecho.

Entonces la cadena sonó de nuevo, y Malik estuvo seguro de que no había sido una pesadilla.

Saltó de la cama aún con Asah en brazos y se asomó a la ventana. La conejita revoloteó lejos de la balaustrada del balcón y se escondió bajo las sábanas revueltas. Malik la miró, desconcertado, pero en cuanto echó un ojo hacia los jardines, quiso poder imitar a la mascota. El sonido de la magistral cadena era ensordecedor... pero eso no era lo peor de todo.

Paralizado, Malik apretó los dedos sobre la baranda mientras recorría con la mirada la extensión tensa de la cadena gigante hasta atisbar las manos de aquel... monstruo. Despacio levantó la vista hacia arriba, hasta vislumbrar por completo los treinta metros de aquel enorme sincorazón.

—Dios... santo...

Le temblaron las rodillas. Aquel ser tiraba de la cadena intentando romperla. Esa cadena, que junto con otra más, era la que impedía a los sincorazón acercarse al castillo. Tragó saliva, atenazado por el miedo. Ese enorme monstruo no estaba solo, a sus pies borboteaban ingentes cantidades de sincorazones más pequeños, purasangre ávidos por entrar a Tierra de Partida. ¿De dónde había salido aquel ser, ¡de dónde!? Malik no se quedó a ver cómo rompía la cadena, consiguió despegarse de la balconada y se precipitó al cuarto. Se puso encima y a toda prisa la primera camisa que vio y alcanzó la cápsula de Asah que reposaba sobre la mesa. No perdió tiempo en meter a la mascota en ella, no quería que le pasara nada. Se metió la cápsula en el bolsillo.

Y salió al pasillo justo cuando los moguris ya avanzaban por él avisando del ataque.

Malik fue en dirección contraria a la escalera. Tenía que buscar a Fátima, encontrarla y asegurarse de que estaba bien, que estaba... Sin embargo, cuando llegó a la habitación, la puerta ya estaba abierta, y ni la muchacha ni Harun estaban dentro.


* * *

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Nervioso, Malik se mantuvo todo lo quieto que pudo en medio de todos los demás aprendices. Buscó a Fátima con la mirada, pero no consiguió verla y empezó a preocuparse en serio. Por allí estaba Nadhia, Hana, incluso Neru... Pero tampoco sus amigos, Albert y Stelios... Únicamente el peso de la cápsula de Asah en el bolsillo consiguió calmarlo. ¿Dónde podrían estar?

—¡Aprendices de Tierra de Partida! —Malik contuvo el aliento ante las palabras de Ronin. Esperaba que pudiera tranquilizarlos, o que tuviera un plan. Malik ponderaba la idea de una evacuación, porque de ningún modo serían capaces, siquiera entre todos, de enfrentarse a aquella cosa si rompía las cadenas—. Nuestras defensas están a punto de ser penetradas. ¡Antes de que digáis nada, no sabemos si los causantes son los miembros de Bastión Hueco! Pero… Si los veis…—Alzó las cejas, mordiéndose la lengua y pensando para sí que no lo dijera, que no pronunciara la sentencia—: Acabad con ellos.

Soltó un suspiro. No de decepción, ni tristeza. Sólo resignación. No, no sabían quién era el causante de aquel ataque tan repentino y desproporcionado, a todas luces ejecutado para destruir y sólo destruir. Pero si había sido Bastión Hueco, en respuesta final a aquel abrazo... Entonces no les quedaría otra. Tierra de Partida era su hogar, su casa, y aquellos aprendices sus amigos y compañeros de causa. Tendrían que defenderlo todo.

—Bien, eh… Ahora nos organizaremos en grupos de cinco, todos con un líder para...

Malik estaba a punto de asentir y buscar a alguien conocido para reunir un grupo de defensa cuando aquel sentimiento de nuevo le apretó el corazón y la garganta. Un silencio denso y asfixiante le hizo casi boquear, como cuando se asomó para ver a aquel monstruo en el jardín. Fue Lyn, su maestra, quién se adelantó y rompió el silencio de la sala del trono. Malik pudo ver a cámara lenta su expresión, oír su rugido, antes de tirarse al suelo y tirar a los dos aprendices más cercanos que tuviera, de forma instintiva.

No pudo verlo, pero sintió el rayo oscuro reventando la cristalera y la pared, el muro tras los tronos de la estancia, al igual que sintió los mordiscos de los cristales rotos cayéndoles encima.

«Dios, no, ha roto la cadena... ».

Tosió, limpiándose la sangre que le resbalaba de un corte en la mejilla. Había cubierto a uno de los aprendices con su propio cuerpo y se había llevado la primera herida de la noche. Se irguió lo suficiente sobre una de las rodillas para atisbar el espectral panorama que se abría tras el agujero humeante de la pared. El enorme sincorazon estaba mirando, observando, con la cadena oxidada, inservible en las manos. Malik se corrigió a si mismo porque el monstruo no había roto la cadena, pero estaba seguro de que lo haría...

Miró hacia los maestros, hacia sus compañeros. Todos estaban aterrorizados. No era para menos. Lo único que quería era invocar el glider y salir volando de allí, pero era incapaz de vencerse al miedo y abandonarlo todo. Un estúpido sentimiento de protección y amor hacia aquel lugar le impedían pensar en huir. Malik contempló al ser, que esperaba y esperaba com osi quisiera asegurarse de que todos estaban pendientes de él. De forma absurda, una pequeña mota de esperanza le hizo pensar que al final no haría nada, que se daría la vuelta y se iría. Pero eso no pasó.

El quiebre de la cadena le hizo soltar un grito ahogado

Habían perdido una de las que protegían el castillo. Si la otra era destruida... sólo les quedaría rezar, porque si los maestros estaban tan asustados, es que no existía salvación posible...

—¡¡Todavía no es el fin!! ¡Aún hay una cadena intacta! ¡¡Maestro Akio, Maestro Ronin...!!

La voz de Nadhia, alzándose por encima de todos los demás murmullos, le hizo tomar conciencia real de la situación como otrora hizo Fátima en La Red. Pensar en Fátima y su paradero desconocido le hizo tomar aún más conciencia. Quería defender Tierra de Partida. DEBÍA defender Tierra de Partida, a sus amigos, a sus maestros, a su amor.

Todo.

Con un gruñido de angustia, Malik se levantó del todo y se acercó a zancadas a Nadhia, que había invocado su Llave-Espada y tratado de arengar a los maestros. Bien, no iba a dejarla sola.

—¡¡Nadhia tiene razón, no podemos dejar que destruyan la otra cadena, si nos concentramos en defenderla quizá podamos ganar tiempo para que los maestros destruyan a ese sincorazón gigante!! ¡No luchéis por el castillo si no queréis, pero hacedlo por vuestra vida! —Puso una mano sobre el hombro de Nadhia, con la confianza de un amigo y compañero de armas, e invocó su propia Llave-Espada, Viento del Atardecer. Le dio una mirada determinada, de que no la abandonaría a su suerte y luego giró la cabeza hacia el hueco abierto en el muro—. ¡¡Maestro Ronin, a su orden!!


Estaba preparado para pelear, iba a darlo todo por sobrevivir, y por que los demás sobrevivieran. Así que esperó, con el corazón en un puño, a la orden del maestro. Si es que la daba...

Si no lo hacía, estaba decidido a darla él.

[Marioxulo]

Estaba en mitad de la oscuridad. No lograba distinguir nada en ella, notaba un gran agobio en mi cuerpo, y me era imposible moverme. No sabía donde estaba, ni en que hora, día o mes del año. Simplemente, flotaba en la oscuridad.

Tras un rato, algo se movió. Era imposible no notarlo, después de tanto rato observando pura oscuridad. Unos ojos brillantes, de color amarillo, daban vueltas a mi alrededor. Incapaz de moverme, cuando pasaba por mi espalda, notaba puro terror al pensar en lo que me podría hacer pero tras un rato, volvía a pasar por mi derecha, mirándome continuamente.

Tras unos minutos así, aquél ser se detuvo, justo en frente de mi. Ladeo la cabeza, como si estuviese extrañado, y se acercó lentamente hacia mi. Mirándome fijamente a los ojos, un extraño magnetismo me impedía desviar la mirada. Ese ser me provocaba un miedo increíble, y aun así, me tenia fascinado. Se paró, a escasos centímetros de mi cara.

Podía notar su aliento en mi cara. Seguía observándome fijamente. Los dos, quietos, sin mover ni un solo músculo. El fue el primero en reaccionar. Se echó un poco hacia atrás, mirándome como si estuviese decepcionado y dio media vuelta y desapareció, dejándome de nuevo solo con las sombras. Entonces, estas me engullían del todo, y yo, al no poder emitir sonido o palabra alguna, notaba como el dolor invadía mi cuerpo, sin que pudiese hacer nada por evitarlo.


***


Desperté sobresaltado por aquella pesadilla, sudando y con la respiración agitada. Hacía un tiempo que tenía ese sueño, pero no le había contando a nadie que por culpa de aquella pesadilla llevaba varios días sin dormir bien. Me levanté, dispuesto a despejarme. Dentro de mi, una pequeña parte pensaba que aquel sueño no era buena señal, que algo malo iba a pasar. Y no estaba equivocado.

Un gran estruendo metálico rompió el silencio de la noche. Y otra vez. Y otra. Y otra. Preguntándome que diablos era eso, me asomé por la ventana de mi cuarto. No se veía nada a simple vista. De nuevo, aquel estruendo resonó por toda Tierra de Partida. Pude ver entonces de donde provenía.

A lo lejos, agarrando las cadenas que protegían Tierra de Partida, una enorme silueta tiraba de ellas con una fuerza sobrehumana, agrietándolas a cada sacudida. Entonces, me fijé en el símbolo tan conocido que llevaba en el pecho, en los enormes cuernos que había en su cabeza y, por último, en aquellos ojos amarillos, tan familiares para mi. Ese monstruo llevaba atormentándome durante días, aunque no parecía que fuese tan grande en mis sueños.

—¿Que diablos es eso...? —dije, mirando embobado como aquel monstruo destrozaba las defensas con una facilidad increíble.

Entonces, escuché la voz de un mogurí que alertaba por todo el castillo.

—¡Nos atacan, kupó! —exclamó a lo largo del pasillo—. ¡Todos los aprendices, acudid a la Sala del Trono! ¡Rápido, kupó! ¡Nos atacan, nos atacan, kupó!

Aquél moguri me hizo reaccionar. Llegaba la hora de defender mi nuevo hogar, de impedir que la oscuridad lo engullese. Me vestí y salí corriendo hacia la Sala del Trono. El caos reinaba por los pasillos. Algunos corrían hacia la Sala, otros huían a otro lado, algunos estaban en el sitio, en estado de shock. Entonces salí corriendo de camino a la Sala del Trono, intentando pensar en alguna forma de parar aquel ataque de los sincorazón.


***


Pude ver a Aru y a algunos aprendices junto a mi en la Sala del Trono. Los maestros formaban al frente, todos en tensión y cada uno con su llave espada en mano. No respondían preguntas, únicamente se dedicaban a contar a los aprendices y a ver como se llenaba la sala. Una vez lo estuvo, Ronin dio un paso al frente, y de un grito acalló a todos los presentes.

—¡Aprendices de Tierra de Partida!—gritó Ronin—. Nuestras defensas están a punto de ser penetradas. ¡Antes de que digáis nada, no sabemos si los causantes son los miembros de Bastión Hueco! Pero… Si los veis…—calló unos segundo mientras miraba a los demás maestros, que uno a uno asentían, aunque con cierto reparo—: Acabad con ellos.

Espera... ¿Bastión Hueco tenía algo que ver en esto? No conocía la historia con todo detalle de lo que había ocurrido con aquellos aprendices, pero no le hacía gracia la idea de matar gente, aunque fuesen traidores.

—Bien, eh… —Kazuki dio un paso al frente tomándole la palabra al tuerto—. Ahora nos organizaremos en grupos de cinco, todos con un líder para...

Kazuki se quedó a medias, en silencio, al igual que de golpe lo hizo toda la sala. El miedo se notaba en la sala, aquello era una pequeña calma que avecinaba que algo estaba a punto de pasar, algo horrible. Por primera vez, temí por mi vida en aquel momento.

Lyn reaccionó en primer lugar. Se acercó a la cristalera que había cerca de la entrada. Tras mirar por un instante, sus ojos se abrieron como platos, se giró y gritó:

—¡Al suelo!

Me agaché rápidamente, y un enorme rayo de oscuridad atravesó la cristalera, destrozándola y abriendo otro boquete en la parte de atrás del trono. Noté algunos cristales clavándose en mi piel, y cuando aquel rayo desapareció, una neblina oscura permaneció en la sala. Cuando me levanté, vi a los maestros observando por el agujero de la cristalera, observando a aquel gigantesco sincorazón.

De nuevo, el silenció fue roto por un sonido familiar, aunque esta vez mucho más fuerte que el resto de veces. La cadena se rompió del todo.

La defensa de Tierra de Partida empezaba ahora.

[Saxor]

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Tiende la mano, blande esta llave.

Mis ojos se abrieron como platos en un instante. Ese ensordecedor ruido metálico había interrumpido mi sueño tan rápidamente que ya ni recordaba qué es lo que estaba soñando. Además, fue tan repentino que ni siquiera le dio tiempo a mi cuerpo para despertar junto a mi cerebro. A ese ruido le siguieron unos segundos en los que no podía moverme y había un silencio mortal. Tras esos segundos, en los que ese inquietante silencio seguía dominando el ambiente, volví a recuperar la movilidad de mi cuerpo. Entonces me giré hacia la ventana que había junto a mi cama.

En ese preciso instante, el origen del sonido (o eso suponía) volvió a rechinar ligeramente... Era una de las cadenas que, según me habían comentado hacía un tiempo, eran las que protegían el mundo de que los sincorazón entraran (¿Y por qué no había una cadena como esa en cada mundo?). Y esos ojos amarillos fueron los que me hicieron distinguir la figura que se presentaba tras ella. Mi boca se abría lentamente cada segundo que veía rechinar aquella cadena, tirado por esa silueta.

¿Qué demonios...?

—¿...Es eso?

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¿Es que esa cosa era un maldito sincorazón? Era enorme... ¡Maldita sea, era inmensamente grande! Podía oír el gruñido de Guilmon a mis espaldas, pero mi vista se había clavado en la cadena llena de grietas y en los sincorazón que había a los pies del más grande. Mi "corazón" estaba palpitando a una velocidad que iba aumentando a cada vez que aumentaban las grietas, pero no era por el miedo... Pero, ¿por qué era?

—¡Nos atacan, kupó! ¡Todos los aprendices, acudid a la Sala del Trono! ¡Rápido, kupó! ¡Nos atacan, nos atacan, kupó!

Esos gritos fueron como un detonante que hizo que pudiera volver a pensar con agilidad. Corrí rápidamente a coger la bolsa con mis objetos, mi cinturón y mis gafas protectoras colgando de la cabecera de la cama, pero eso fue todo. No había tiempo de vestirse con ropa normal, tendría que ir con el pijama.

—¡V-vamos, Guilmon!—insté a mi compañero a moverse. Aunque algo reacio al principio, no tardó en hacerme caso y salir junto a mí.

Mientras corría y me ataba el cinturón con la bolsa al pantalón del pijama, pensaba en esa situación. ¿Qué demonios estaba pasando? Aquello claramente no era normal. Los mundos a veces llegaban a ser invadidos por un sincorazón algo más poderoso de lo normal, pero nunca había oído de algo esta escala. Tampoco era normal que estuvieran cientos y cientos de sincorazón esperando con ansias que esas cadenas fueran destruidas. La invasión no podía ser tan grande. ¿O había sido por la gran cantidad de portadores que nos encontrábamos allí? De todas formas, seguía estando ese sincorazón tan grande... Definitivamente, aquello había sido provocado.

Siempre que poseas los arrestos, con este humilde acto de consentimiento...

Por fin llegamos Guilmon y yo a la sala del trono. Una enorme tensión invadía el ambiente, mientras se seguía oyendo el chirriar de las cadenas a través de las paredes. Poco a poco fue llegando gente. Aunque en ese momento no era realmente importante, me estaba dando cuenta de que mucha gente de los que se encontraban allí ya los había conocido alguna vez en lo que llevaba en Tierra de Partida. Neru, Bavol, Light, Hana, Nadhia, Malik... Y cada uno estaba tomándose la situación a su manera. Algunos, como Light, estaban inusualmente tranquilos, mientras que otros estaban nerviosos como Malik. Sin embargo, las palabras de Hana resonaron con fuerza en mi cabeza.

— Si no hay esperanzas, lo mejor que podemos hacer es marcharnos con el glider. Huir, ¿no? Puede que nos hayan reunido para eso. Pero, ¿adónde…?

Mira, cuánta razón tiene esa chica. Va a ser cuestión de tiempo que nos maten, ¿no crees?

Pero... No podemos... Este es nuestro único hogar.

Puedes mendigarle un dormitorio a tu amigo el peliblanco, no te pongas sentimental con este matadero.

Cada vez que Xayim mencionaba algo relacionado con la muerte, creía sentir como si las cadenas sonaran aún más. Todas las personas allí presentes podían convertirse en sincorazón si eran aplastados por esa cosa. Había oído que los sincorazón destruidos por la llave espada liberarían el corazón de sus legítimos dueños, así que podían volver a tener una segunda oportunidad si los portadores de Bastión Hueco acababan posteriormente con ellos. Sin embargo... ¿qué me esperaba a mí? Yo no era un ser humano, hacía mucho tiempo que había dejado de serlo. Lo que yo era no tenía precedentes, así que desconocía por completo lo que me deparaba después de la muerte.

...su portador un día acabarás siendo.

—¡Aprendices de Tierra de Partida! —los gritos del Maestro Ronin me sacaron de aquellos pensamientos destructivos. No, no podía pensar en eso, había que luchar—. Nuestras defensas están a punto de ser penetradas. ¡Antes de que digáis nada, no sabemos si los causantes son los miembros de Bastión Hueco! Pero… Si los veis…—me agradó un poco que solo fuera Lyn la única que mostrara con un gesto estar en contra de la guerra—. Acabad con ellos.

Estaba claro que aquella invasión había sido provocada, pero quien la provocó era un misterio. No descartaba la posibilidad de que fuera Bastión Hueco, pero podrían haber sido perfectamente los Villanos Finales o cualquier otra fuerza distinta... Entonces el Maestro Kazuki dio un paso al frente.

—Bien, eh… Ahora nos organizaremos en grupos de cinco, todos con un líder para...

De repente el Maestro se calló, y el silencio invadió la estancia... Sí, el silencio. Las cadenas no estaban sonando. Por eso se había callado el Maestro Kazuki. Algo no iba bien... Tenía un muy mal presentimiento.

Y a mi lado llegarás, amigo mío.

—Ugh...—un quejido leve salió de mi garganta, llevándome la mano derecha al pecho, agarrándolo fuertemente. Los latidos eran tan rápidos que me estaba empezando a doler. Ya sabía lo que los aceleraba, era una presión, algo que también estaba excitando a los sincorazón que había más allá de la barrera. Mientras intentaba mantener los ojos abiertos a pesar del dolor, sentía cómo mis ojos brillaban de forma intermitente. Y apenas pude ver cómo la Maestra Lyn se acercaba a una de las vidrieras del castillo.

—¡Al suelo!

Me dejé caer justo antes de que un oscuro y muy potente rayo atravesara una de las paredes del castillo, cuyas secuelas provocaron un temblor y el ruido ensordecedor de todas las vidrieras siendo destruidas por la onda de choque. En uno de los dos agujeros formados, justo detrás de los tronos, se pudo ver al enorme sincorazón con la cadena oxidada en sus manos. Pasaron unos segundos en los que se invadió toda la sala de verdadero terror.

—No... no lo hagas...—Nadhia fue una de los pocos que hablaron, pero esa petición estaba completamente vacía de esperanza.

¿Cómo podíamos considerarnos portadores de la llave espada? ¿Cómo podíamos considerarnos guardianes y protectores de la Luz? Aquellas afirmaciones eran absurdas. Porque todos nuestros esfuerzos a lo largo de esos tres años se estaban viendo completamente en vano. ¿Cómo podíamos llamarnos Protectores de la Luz si una oscuridad de ese calibre estaba justo a nuestras puertas?

Y entonces, con el sonido de un enorme crujido, podía asegurar que la cadena claramente se rompió. Ese último crujido sin duda intensificó el dolor en mi pecho aún más. Había demasiada oscuridad a mi alrededor. Estaba ejerciendo tal presión que Xayim estaba siendo impactado directamente por ella. No quedaba ninguna esperanza de solucionar la situación...

Océano no habrá que sea un desafío.

—¡¡Todavía no es el fin!! ¡Aún hay una cadena intacta! ¡¡Maestro Akio, Maestro Ronin...!!

—¡¡Nadhia tiene razón, no podemos dejar que destruyan la otra cadena, si nos concentramos en defenderla quizá podamos ganar tiempo para que los maestros destruyan a ese sincorazón gigante!! ¡No luchéis por el castillo si no queréis, pero hacedlo por vuestra vida! ¡¡Maestro Ronin, a su orden!!

No más fronteras, ni aquí ni allá habrá.

Claro... ¿Cómo podía haberse dejado influenciar por Xayim y ese enorme enemigo de esa manera? Estaríamos acabados precísamente si no luchábamos. Aún con un enorme dolor en el pecho, me alcé y extendí mi mano izquierda horizontalmente, mientras pequeñas y constantes sombras emergían del suelo hacia mi mano. Tardaron más de lo normal en formar la silueta de mi llave espada debido a mi flaqueante voluntad, pero... Había que luchar. Por Tierra de Partida, por el Maestro Ronin... Por sobrevivir. Por fin se materializó completamente, y mientras me levantaba, hice todo mi esfuerzo para extender mi brazo derecho e invocar mi Espada Mediana.

—¡Cierto, hay que luchar! ¡¡Si nos acobardamos ahora sí que estaremos acabados, hay que actuar ahora!! ¡¡¡Acabamos con Erased Data, y vamos a acabar con esta cosa!!!—y con ese último grito, me levanté completamente, aún con un enorme dolor en el pecho. El yo que emergió en La Red debía de estar alguna parte de mí, y la iba a sacar. Porque había que sobrevivir.

Ninguna mientras quien amas sepas amparar.

[Zodiark]

—¿Q-Qué es e-eso...? —pensé en voz alta, con voz temblorosa, mientras observaba la tenebrosa silueta que se dibujaba en la lejanía a través de la ventana de mi alcoba.

Aquel horrible estruendo acababa de despertarme, y ni siquiera sabía si aquello era real o seguía durmiendo. Mientras me iba despejando la mente poco a poco, seguía mirando lo que fuese que se encontraba allí, en las afueras del castillo. Quería apartar la vista, pero por alguna razón no podía. De vez en cuando, un súbito escalofrío me recorría la espina dorsal, y no podía borrar la atónita y aterrada expresión que se había dibujado en mi rostro. Ni siquiera sabía qué era aquello, pero sabía que no nada bueno. Tenía un muy mal presentimiento.

Entonces, me di cuenta del símbolo que adornaba el pecho de la silueta, y supe que, efectivamente, era malo, muy malo.

—¿Un S-Sincorazón...?

La criatura agarraba una de las cadenas que, según tenía entendido, eran las que se encargaban de mantener a los Sincorazón a raya en Tierra de Partida, y parecía tener intención de romperla. Aquello era algo terrible; la gran cantidad de portadores de la Llave Espada que vivíamos allí atraería una inmensa masa de Sincorazón si no teníamos ningún sistema para repelerlos.

Saliendo de mi asombro, me vestí a toda velocidad y me dirigí corriendo a la puerta para ir a hablar con los Maestros y saber qué debíamos hacer ante la horrible situación que se nos podía avecinar. Pero cuando estaba a punto de girar el pomo para abrir la puerta, alguien la golpeó. A causa del susto que me provocó, ya que tenía los nervios a flor de piel, retiré la mano rápidamente.

—¿Quién es?

Esperé una respuesta durante unos segundos que se me hicieron eternos, pero pronto escuché unas voces al otro lado de la puerta, acercándose y alejándose, como si estuvieran gritando mientras hacían grandes carreras por los pasillos.

—¡Nos atacan, kupó! ¡Todos los aprendices, acudid a la Sala del Trono! ¡Rápido, kupó! ¡Nos atacan, nos atacan, kupó!

Suspiré aliviada al descubrir que se trataban de los Moguris, a pesar de que parecían bastante alterados, pero si los Maestros nos habían convocado en la Sala del Trono a todos significaba que tenían la situación controlada.

...O eso esperaba.

***

"Sabía que este momento acabaría llegando...", pensé tras las palabras del Maestro Ronin, suspirando, ya en la Sala del Trono.

La guerra contra Bastión Hueco era algo que temía con toda mi alma. No había elegido verme en esa situación, pero necesitaba respuestas, y más allá de lo que nos dijo el Kazuki del futuro en Río Eterno no había conseguido descubrir nada de nada. Si de verdad Bastión Hueco estaba detrás de aquello había que luchar. No quería, y sobre todo, pensar que quizá tendría que enfrentarme a Alec me atemorizaba. Pero si de veras era cosa suya, se habían pasado de la raya, y teníamos que luchar para defender nuestro hogar, a nuestros amigos y nuestras propias vidas.

—Bien, eh… —intervino Kazuki—. Ahora nos organizaremos en grupos de cinco, todos con un líder para...

El Maestro se calló, frenando su discurso en seco, como si algo le atormentase. El silencio se hizo en la sala, y una extraña sensación, a medio camino entre miedo y confusión, se apoderó de mí. Quería preguntar si pasaba suecía algo, pero la tensión del ambiente me impedía abrir la boca siquiera.

Fue entonces cuando Lyn reaccionó, sobresaltándome un poco, y corrió hacia el otro lado de la sala. La observé confusa mientras miraba a través de la cristalera hacia el exterior, cuando de pronto se giró con brusquedad y exclamó:

—¡Al suelo!

Me quedé congelada medio segundo, confusa, y acto seguido reaccioné lanzándome al suelo con las manos en la cabeza, cerrando los ojos. Lo único que pudieron captar mis sentidos, fue el ruido del muro rompiéndose en mil pedazos, mientras aguantaba las ganas de llorar por el terror y la tensión.

Cuando todo pareció haberse calmado un poco, retiré las manos de mi cabeza y la levanté lentamente para observar qué había pasado frente a mí. Y lo que vi fue espeluznante. La misma sensación que había tenido al mirar a través de la ventana de mi habitación, pero diez veces más intensa, inundó todo mi cuerpo. Un gélido escalofrío recorría mi espalda de arriba a abajo una y otra vez, mis manos temblaban, mi corazón latía con más fuerza y rapidez que nunca... Y mi mirada sólo seguía clavada en los siniestros ojos brillantes de aquella colosal criatura. No podía apartar la vista, por más que mi mente quisiera hacerlo, y tampoco podía pensar en qué iba a pasar con nosotros, mi mente estaba en blanco. Todo lo que se hallaba en ella era lo que se veía tras aquel agujero en la pared.

Un estrenduoso sonido metálico me hizo reaccionar por fin. Pero cuando me di cuenta de lo que aquello significaba, la sensación se disipó para dar lugar al pánico. Observé las manos de la bestia, que tenía la cadena, quebrada, agarrada. Lo había hecho.

Alterada, dirigí la mirada hacia Ronin como acto reflejo, esperando que dijese o hiciese algo, lo que fuera. Pero su rostro era todo un poema, parecía estar tan nervioso como yo.

Tenía ganas de gritar, de salir corriendo... Pero el temor ni siquiera me permitía hacer eso. Simplemente me quedé allí quieta, mirando a mi alrededor, observando a los demás y, de nuevo, al enorme Sincorazón.

¿De verdad Bastión Hueco era capaz de crear algo así...?

[Kairi]

Kairi se despertó sobresaltada en mitad de la noche a causa de un horroroso estruendo.

- ¿¡Qué... qué es ese ruido?!

Miró por la ventana. Todo estaba demasiado oscuro y no se veía nada extraño, hasta que le llego el sonido de una de las enormes cadenas del castillo moviéndose. Después un gemido de algo. Una enorme criatura negra, con cuernos en la cabeza y ojos amarillos inconfundibles, estaba balanceando la cadena con intención de romperla. Tenía el símbolo de un Sincorazón en su pecho. Por si fuera poco, de sus pies emergían más y más Sombras que esperaban impacientes para poder entrar.

Kairi dio un grito. Nunca había visto un Sincorazón de ese tamaño y mucho menos se imaginaba que podía existir algo así. Algo tan grande que podía destruir el castillo en un abrir y cerrar de ojos. Y eso es lo que intentaba hacer. Esas cadenas impedían que los Sincorazón entraran en aquel mundo y si se las cargaba sería fatal. Cada vez que el Sincorazón enorme tiraba de ellas, aparecían nuevas grietas.

- ¡Nos atacan, kupó! - se oyó la voz de un Moguri muy apurado y asutado - . ¡Todos los aprendices, acudid a la Sala del Trono! ¡Rápido, kupó! ¡Nos atacan, nos atacan, kupó!

Kairi se puso lo primero que encontró y acudió rauda a la Sala del Trono.

***

¿Por qué pasaba esto de repente? Era lo que Kairi se preguntaba mientras llegaba a la sala con todos los Maestros y Aprendices. ¿Sería obra de Bastion Hueco? Pero no, no podía ser. Ellos también luchaban contra los Sincorazón. No tendría sentido. A no ser...

- ¡Aprendices de Tierra de Partida! - la voz de Ronin resonó en la sala, poniendo silencio al alboroto que había entre los Aprendices - Nuestras defensas están a punto de ser penetradas. ¡Antes de que digáis nada, no sabemos si los causantes son los miembros de Bastión Hueco! Pero… Si los veis… Acabad con ellos.

- Bien, eh… Ahora nos organizaremos en grupos de cinco, todos con un líder para...

Pero antes de que Kazuki terminara su explicación, una horrible sensación recorrió el cuerpo de Kairi. Algo muy malo iba a suceder. Silencio. Hasta que...

- ¡Al suelo!

Kairi tiro al suelo a tiempo antes de que el muro de la entrada reventara en pedazos. Se tapó los oídos a causa del molesto estruendo, con el corazón en un puño y con miedo de levantarse y mirar lo que había en la sala. Pero no podia quedarse ahí eternamente. Temblando, se apoyó sobre sus piernas y brazos y fue levantándose lentamente. Lo que vio le heló la sangre por completo. El enorme monstruo los miraba, con la cadena en sus manos. La joven no sabía a dónde ir ni qué hacer, sólo que estaba a punto de perder el lugar que hasta ahora consideraba hogar. Los Maestros estaban tan asustados como ellos y Ronin no podía articular palabra.

Lo mejor era permanecer con el resto de Aprendices mientras esperaba órdenes de Ronin o de cualquier otro Maestro. Kairi hizo un gesto para invocar su Llave Espada, preparada para atacar.

[H.S Sora]

Aquella noche había sido una de las más tranquilas que podía recordar, pero a pesar de eso, no era capaz de conciliar correctamente el sueño; no tenía ni la menor idea de a que se debía eso, pero cuando conseguía dormirme, extrañas pesadillas hacían que me levantase en intervalos de entre una y dos horas.

¿Qué coño me pasa hoy?...

Mi imagen frente al espejo del baño de mi habitación resultaba de lo más frustrante: tenía sueño pero no podía dormir... acabé harto y decidí que visitar algún mundo sería mucho más productivo que quedarse en la cama a esperar un milagro que evidentemente no llegaría.

Hice mi cama y apilé en mi mochila todas aquellas cosas que creía que eran indispensables si me iba a ir de exploración sin compañía de alguien, ya que por mi experiencia personal sabía que una vez fuera las cosas podían irse de las manos y acabar en un total y absoluto descontrol del que había que estar prevenido. Era eso o morir de una forma probablemente no muy agradable.

Acababa de colgarme a Alice de la espalda cuando un sutil golpe en la puerta llamó mi atención. En un principio no le presté la menor de las importancias, ya que pensé que lo habría imaginado, pero dicho acto se repitió dos veces más, alertándome mientras me encaminaba hacia la puerta. ¿Quién podía ser a aquellas horas?

La voz y la repetición de la palabra que hacía de los Moguris criaturas extrañas para mí me hicieron vacilar durante unos segundos: ¿qué coño podía querer de mí aquella criatura a aquellas horas? Fuese lo que fuese ni tan siquiera iba a abrirle la puerta, pues yo ya tenía otros planes que el de atender a aquellos seres. Si querían algo de mí que dejasen una nota en mi habitación, pero aquella noche ya tenía planes.

—¡El ilustrísimo Maestro Ryota solicita que acudas de inmediato a la sala del trono, kupó! ¡Sin excepciones, kupó!

Por suerte, me paré segundos antes de salir por la ventana, y empalidecí brevemente por el acto de estupidez que había estado a punto de cometer. ¿Faltar a una llamada del Maestro Ryota? No me imaginaba el tremendo castigo que me hubiese caído de haber sido tan imbécil como para huir sin acabar de escuchar al Moguri en cuestión.

Abrí la puerta de mi habitación inmediatamente ya que me encontraba preparado, mientras pensaba en si me llamaría para alguna clase de misión especial o para alguna clase de entrenamiento con algún aprendiz nuevo, cuando me percaté de que no era el único que estaba saliendo en aquel momento: muchos otros aprendices, al igual que yo, se disponían a salir también, y podía imaginarme sin mucha dificultad a donde iban.

¿Una reunión general con todos los aprendices?...

Cerré con un portazo y aligeré el paso en dirección a la sala del trono, con una mala sensación en el cuerpo. La última vez que nos convocaron a todos juntos algo muy malo había pasado; no quería ni pensar en lo que había sucedido tiempo atrás, pero no podía evitar pensar en que algo iba a suceder aquella noche.

***

Una vez hube llegado al destino que el Moguri me había indicado, comprobé con una pizca de asombro y fastidio que no se trataba tan solo de la presencia del Maestro Ryota y algunos aprendices, todo lo contrario. Todos los Maestros y aprendices del Bastión estábamos allí reunidos, expectantes en su gran mayoría.

Recordaba la primera vez que había visitado el lugar en el que ahora me encontraba, un primer entrenamiento inolvidable en todos los sentidos. Pero lo que me había llamado la atención era la oscuridad que desprendía la instancia en sí, la cual no me resultó en absoluto molesta y que se me hacía incluso agradable; aquella noche no me acompañaba aquella usual sensación que me transmitía cada vez que visitaba la sala, más bien parecía como si la propia oscuridad a la que tanto me había acostumbrado hubiese sido perturbada en aquella curiosa noche.

Miré a mi Maestro, tratando de descifrar los motivos que le habían empujado a reunirnos a todos en aquel lugar, pero no era capaz de averiguar nada en absoluto, ya que su aspecto de cansancio no hacía más que preocuparme cuando le observaba de verdad. ¿Acaso se había reincorporado antes de tiempo?

Si de Ryota no había sacado nada, Nanashi resultaba más imposible aún. Un solo segundo mirándola me bastó como parar apartar la vista y pensar en que realmente no deseaba que se hubiese dado cuenta de mi intento de saber algo por adelantado; por total contraste, se encontraban Ariasu y Shinju, las cuales parecían más felices que nunca.

¿Qué está pasando?...

—Damas y caballeros… —Shinju, o mejor dicho, la Maestra Shinju, se había adelantado y había sobresalido de entre los demás.—. Tengo el placer de informaros de que Tierra de Partida está siendo atacada en este preciso instante.

Aquello me pilló realmente por sorpresa, aunque no resultaba ser negativo a fin de cuentas. Pero había algo que me inquietaba, ¿Tierra de Partida, siendo atacada? Desde luego no estábamos siendo nosotros, ya que todos nos encontrábamos allí... ¿Que estaba pasando?

En aquel momento, mi Maestro se levantó mientras pedía la atención de los aprendices. Por fin íbamos a entender algo de aquel endiablado asunto.

—Parece ser que una horda de Sincorazón, como nunca habíamos visto antes, está ciñendo un cerco en torno a Tierra de Partida. Los que la conozcáis sabréis que tiene una serie de cadenas inmensas. No son solo decorativas, son dicho de una manera vulgar… Un repelente de Sincorazón. Hace apenas unos minutos, una de esas cadenas se ha roto y pronto lo hará la otra. Ahora todos los Sincorazón se están viendo atraídos por tal cantidad de portadores que posee el mundo.

El Maestro Ryota hizo entonces un gesto que no entendí a que venía.

—Chihiro.

¿Ella?...

Recordé las palabras del Kazuki futurista acerca de aquella mujer... Tal y como la había conocido no me había parecido una mala chica, y mucho menos hacer algo como lo que sucedió en Ciudad Disney. ¿Pero que motivo podría tener Kazuki para culpar a alguien que no se encontraba en nuestro bando? En un principio, no había nada que me hiciese dudar acerca de las palabras que había dirigido a la chica en cuestión; En conclusión, de todo lo que dijo aquel día, lo único que fui capaz de sacar en claro era que aquella mujer resultaba ser peligrosa en todos y cada uno de los sentidos.

Avanzó lentamente, y con aquello me bastó para reconocerla: a pesar de su cambio físico notorio, seguía compartiendo los rasgos de aquella tímida chica que había conocido en aquel pasado sin color; esta ahora intercalaba miradas conmigo y con mi compañero Alec, mientras sonreía de una manera que no sabía muy bien como calificar: ¿significaba aquello que recordaba nuestra conversación en la embarcación de su amigo, o por el contrario sabía que era de los aprendices a los que casi elimina?

Noté como el joven que había compartido misión conmigo me miraba, claramente preocupado. ¿Sabían los Maestros del peligro que aquella chica suponía? Fuese como me fuese, miré a Alec Ocus y asentí como manifiesto de que la presencia de aquella mujer también me causaba cierto furor. ¿Sería ella la desgracia que había presentido para aquella noche?

—¡Puede que hayamos sido enemigos en algún momento, pero ahora vuestros Maestros y yo hemos decidido pactar una tregua por un interés común: lo que oculta Tierra de Partida. —¿Cómo que lo que guarda? Miré a mi alrededor, y todo tipo de reacciones sucedieron en las caras de los aprendices—. Tierra de Partida guarda un secreto desde hace siglos, algo enterrado en sus entrañas y al que solo unos pocos han podido acceder. Ni los Maestros ni los Aprendices podrán hacer frente a una amenaza sincorazón de tal magnitud. Caerán como fichas de dominó. Es el momento para desvelar lo que oculta ese lugar y, por supuesto, desentrañar la magia que ha permitido que Tierra de Partida resistiese al ataque los sincorazón durante tanto tiempo.

>>Antes de que se hunda en la oscuridad —añadió con una desagradable sonrisa.

Todo pareció quedar realmente en silencio en aquel momento, como si realmente no hubiese nada ni nadie en aquella sala. Solo las palabras de Chihiro, flotando a mi alrededor y en la de los demás aprendices que se habían quedado petrificados de la misma manera en que yo lo había hecho.

Quizá fuese por mi desconfianza hacia la muchacha, pero algo me decía que las cosas no iban bien, en absoluto. ¿Se trataba de una casualidad que Chihiro se uniese a nuestro bando temporalmente, cuando Tierra de Partida había resultado atacada de manera extraña por los Sincorazón? No podía evitar pensar que esta parecía ser capaz de manipular a todo el mundo de la manera que ella quería, y en el hecho de que quizá Ryota hubiese caído preso de sus palabras y de la promesa de información de vital importancia para nosotros. Quizá todo esto no fuese más que una trampa organizada por ella...

—Ya habéis oído —dijo mi Maestro, haciendo que volviese a prestar atención de nuevo—. Tierra de Partida va a ser destruida. Es nuestra oportunidad. Hemos de aprovechar el caos y el desconcierto del ataque para obtener el secreto de sus defensas. Eso significa, claro, que hemos de infiltrarnos... Y no perder tiempo peleando contra nadie.

¿Cómo?... ¿Partir, ahora?...

—Al fin y al cabo, están condenados —añadió la bella Diana junto a Alexis, las cuales se encontraban tan felices como Ariasu y Shinju—. A menos que intenten mataros, claro. Entonces deberíais defenderos. La gente desesperada puede resultar… Problemática, cuanto menos.

Me temblaban las manos hasta el punto en que busqué con la mirada alguna mirada amiga, pero no era capaz de entrever ninguna dado que la oscuridad del ambiente no me permitía ver algunas de las zonas de la sala.

Respiré hondo varias veces, tratando de calmarme. Todo aquello resultaba tan precipitado, que el corazón parecía que me iba a salir del pecho en cualquier momento. Me recordaba a todo lo que había pasado con Erased Data, y aquellos recuerdos no eran precisamente buenos; todos desgarrados por nuestros propios recuerdos vividos a través de otros yo, la oscuridad arrebatándonoslo todo...

No quería tampoco presenciar la destrucción de Tierra de Partida de una manera en la que nosotros tampoco estábamos del todo involucrados, ya que ¿acaso podíamos considerarnos vencedores con aquello? Fuese lo que fuese, lo único que podía hacer ahora era confiar en que los Maestros sabían realmente lo que hacían, no quería volver a vivir aquel infierno.

—¿Alguna pregunta antes de partir? —fue lo último que nos dijo Ryota, antes de que una multitud de aprendices se le echase encima de manera no literal.

La primera persona en preguntar lo hizo de manera tranquila y civilizada, y me sorprendí gratamente de reconocer la voz de Yui: esta tan solo había querido saber si los Maestros vendrían o no con nosotros, a lo cual supuse que nos responderían afirmativamente, ya que mandarnos allí, con todo aquel caos y sin ayuda sería un completo suicidio.

La siguiente duda surgió de la manera formal en que esperaba que fuese, sabiendo así por el color de sus cabellos que se trataba de nada más ni nada menos que de Saeko, la cual parecía ir acompañada por un joven que particularmente no me sonaba. Mi amiga expuso su desconfianza hacia Chihiro como era normal, pero por lo visto no había tenido el placer de oír hablar de ella de la manera en que yo lo había hecho.

Por lo menos no ha habido ninguna queja por ahora...

Llegó entonces el turno de mi compañero brujo: había hablado demasiado pronto.

Alec empezó con lo que pareció un siseo del cual no se entendía absolutamente nada — había llegado a creer incluso que aún se estaba formulando la pregunta a si mismo — pero entonces dio un paso al frente y empezó a disparar como si de un arma de fuego se tratase. ¿Qué coño estaba haciendo?

Lejos de parar, el muchacho prosiguió:

>>El enemigo son los Sincorazón que van a matarlos, es el hombre que intentó asesinaros, ¡Es esa mujer que tenéis a vuestro lado y que no tuvo reparo alguno en intentar matarnos a Saito y a mí! Dadme una razón para que viaje a Tierra de Partida y deba contemplar como más de una decena de inocentes muere mientras rechazo ayudarles. Dadme una razón para que deba confiar en una asesina.

>>>¡Dadme una razón para que pueda seguir siéndole fiel a Bastión Hueco! —cada vez iba empalideciendo más y más ante los ataques verbales del muchacho a todo nuestro hogar, a todo lo que el Bastión representaba para mí—. Si no podéis, habréis demostrado ser peor que el Maestro Ronin.

A pesar de que quizá alguna de sus ideas no estaban mal planteadas, eran realmente fáciles de cuestionar: ¿Acaso no se había comprometido a serle leal a Bastión Hueco? ¿Que le hubiésemos acogido como a uno más no bastaba?...

Pude oír como el enfado de Alec por la destrucción de su antiguo lugar generó alguna que otra queja más... ¿Acaso intentaban rebelarse en aquel momento en que se nos necesitaba y en el que teníamos que trabajar juntos?

Inconscientemente me encaminé junto a Alec, a pesar de que ya había otro muchacho ahí que intentaba que este se calmase, me dio exactamente igual y me coloqué lo suficientemente cerca de esta como para que notase mi presencia, incluso apreté su hombro con fuerza para que este tuviese que girarse y mirarme a los ojos, mientras yo contenía mis ganas de intentar partirle la cara.

—Respecto al asunto de Chihiro, Alec, —dije mirando a esta última de reojo, sabiendo que prestaría atención— creo que los Maestros ya tienen en cuenta estos hechos, aunque no por ello excuso nada de lo que sabemos que sucedió ese día. Pero ella ha aceptado una tregua, y si los Maestros han apoyado esa idea ni tú ni yo somos nadie para discutirla.

Tomé aire varias veces, para lo que estaba a punto de decir:

—¿Quieres motivos para seguir siendo fiel a Bastión Hueco? ¿Acaso se necesitan motivos para serle fiel a la familia? —haría un ademán con la mano mostrándole todos y cada uno de los aprendices que se encontraban en aquella sala— Porque de una manera u otra, todos aquí nos ayudamos y apoyamos como lo que somos: una gran familia. Todos los que hemos elegido este bando hemos aceptado por nuestros propios motivos, pero siempre bajo el hecho de saber lo que somos: Portadores de la Llave Espada.

>>Tienes todo el derecho del mundo de añorar a tu antigua “familia”, pero nosotros te aceptamos a ti cuando viniste. Tu viste lo que hizo Ronin aquel día ¿no es así? —incriminé, haciendo que el recordatorio del suceso pasado me encendiese la sangre que llevaba en las venas— traicionó alguien equivalente a un Padre para mí, o a alguien a seguir para todos; pero tu lo viste y viviste desde tu lado. ¿Sabes como fue desde el mío? Observé la reacción de todos aquellos a los que llamas inocentes y quizá compañeros, ¿y sabes lo que vi? Alegría.

>>>Quizá no en todos, hubo gente que comprendió lo que había pasado y vino aquí para escoger el camino que era verdaderamente correcto, otros que decidieron creer a pesar del desacuerdo y finalmente los había que apoyaban aquello... Pero la gente que no escogió la oportunidad que les ofrecimos, desde mi punto de vista nos ha traicionado de la misma manera en que lo hizo uno de tus antiguos Maestros; tu mismo escogiste esto, escogiste a tu nueva familia con sus pros y sus contras a pesar de todo. Ellos podían haber hecho lo mismo que tú, pero decidieron apoyar a un traidor: ahora que ardan ellos mismos en el infierno que se han buscado.

>>>>Ahora bien Alec, —diría mirándole fijamente a los ojos, tratando de hacerle saber que iba en contra de cualquier intento de rebelión que causase— ¿nos elijes a nosotros de nuevo o prefieres arder tu solo con ellos? —miré al resto de aprendices que habían intentado iniciar revuelo también— Lo mismo va para todos aquellos que quieran seguir dudando de nuestro hogar, de Bastión Hueco.

Tanto si el brujo me respondía como sino, me disculparía ante el Maestro Ryota y los demás Maestros por interrumpir y volvería a mi sitio para esperar ordenes. Tenía la amarga sensación de que iba a ser una noche muy pero que muy larga.

[RedXIII]

Un silencio tranquilo envolvía toda Tierra de Partida, un ambiente tan relajado era perfecto para que Hiro quisiera dormir a la estepa sobre una rama, como de costumbre, pero antes de que pudiera acomodarse y cerrar los ojos un escalofrió recorrió su cuerpo junto a un estruendoso y molesto ruido metálico.

No le habría dado importancia si no fuera porque este empezó a repetirse de forma incesante, el aprendiz en un principio creyó que era imposible pero al mirar se dio cuenta; era la cadena de Tierra de Partida.

—¡¿Q...que coño?! — No tardó en bajar del árbol y sacar su rifle para observar con la mirilla la cadena —¡¿Como es que se mueve?! — Se preguntó alarmado mientras seguía con la mira la cadena hasta ver al enorme monstruo que tiraba de ella, un rostro de incredulidad se dibujó en su cara, pero mucho peor fue cuando empezó a ver los siniestros puntos amarillos aglomerándose alrededor de Tierra de Partida; Los sincorazones pequeños se reunían alrededor de aquel coloso.


—Mierda... — Sacó su comunicador y llamó a Goei —¡¿Que coño esta pasando?!.

—Esperaba que usted me lo dijera ¡Están todos los aprendices corriendo hacia la sala del trono y los Moguris no paran de gritar! — Respondió de forma alterada el pequeño Moguri mientras este se unía a los aprendices para llegar a dicha sala.

—¡Hay una especie de... Coloso! — Dijo con duda, no sabía como describir aquello —¡Y encima hay un montón de bichos de esos de los ojos amarillos que brillan!... Voy a la sala del trono, espérame allí — Cargó el rifle a su hombro y empezó a correr hacia la sala del trono.

Cuando llegó un panorama de confusión y caos se presentaba, junto a un pequeño Moguri que sólo tenía interés en encontrar a su compañero perruno.

—¡Maese, maese! ¿Donde esta? — Preguntaba mientras daba pequeños saltos entre los aprendices reunidos.

Al aprendiz no le costó encontrarlo, lo cogió y lo puso sobre sus hombros.

—¿Me he perdido algo?.

—Maese Ronin elucidó que estamos siendo atacados...

Pero antes de que pudiera terminar una agria sensación recorrió el cuerpo de ambos, y poco después un potente grito de la maestra del aprendiz, Lyn.

—¡Al suelo!

Un Rayo oscuro cruzó la sala y destruyó los cristales. El incrédulo mestizo dejó en el suelo a su compañero y se asomó a la ventana acompañado de su arma con la cual observó al gigante que terminó rompiendo la cadena.

¿Y ahora que debía hacer?

Apoyó su arma sobre el marco de las ventanas mientras aguantaba la culata con el pecho y sacaba con sus manos un cigarrillo, lo encendió y volvió a coger su arma con ambas manos.

—Bueno, odio ser yo quien lo dice pero ¿Que hacemos? — Añadió ante los comentarios de los aprendices.

El Moguri se asomaba, por el borde de la ventana, intrigado ante la situación.

—¿Atrincherarnos en la sala?

[Mentos]

La oscuridad de la noche apresaba a Colibritany, que tan lindamente dormía en su cómoda cama, hasta que un insistente sonido se produjo contra la puerta de su habitación. Se trababa de uno de los moguris, despertando a todos los aprendices… algo importante iba a ser anunciado.

—¡Abre la puerta, kupó! —Indicó el pequeño—. ¡El ilustrísimo Maestro Ryota solicita que acudas de inmediato a la sala del trono, kupó! ¡Sin excepciones, kupó!

«Pero si sólo llevo durmiendo trece horas…»

Aún apagada debido a su interrumpido sueño, Coli se incorporó y preparó rápidamente para alcanzar la Sala del Trono. Estaba deseando ver qué era aquello tan importante, aunque en el fondo sabía que nada bueno iba a salir de aquello.

***

Cuando llegó, su mal presentimiento cobró fuerza; los maestros se habían reunido en la lúgubre estancia. La tenuidad de las luces iluminaban tímidamente los rostros de todos los que se encontraban allí, que esperaban a que algo sucediera.

Por suerte, la maestra Shinju decidió avanzar dos pasos y explicar de una vez que era lo que estaba pasando:

—Damas y caballeros… —Observó fríamente su alrededor, acompañada de una enigmática sonrisa—. Tengo el placer de informaros de que Tierra de Partida está siendo atacada en este preciso instante.

Las palabras golpearon, extrañamente, a Colibritany. Sólo conocía la existencia del lugar por otras personas y, aunque sabía que debía de tratarles cómo enemigos, nunca había visto por sí misma el por qué. Tenía dudas.

Se limitó a quedarse callada, pensando en qué estaría ocurriendo en esos instantes allí, hasta que Ryota se alzó del asiendo donde reposaba para reclamar atención hacia su persona.

—Parece ser que una horda de Sincorazón, como nunca habíamos visto antes, está ciñendo un cerco en torno a Tierra de Partida. Los que la conozcáis sabréis que tiene una serie de cadenas inmensas. No son solo decorativas, son dicho de una manera vulgar… Un repelente de Sincorazón. Hace apenas unos minutos, una de esas cadenas se ha roto y pronto lo hará la otra. Ahora todos los Sincorazón se están viendo atraídos por tal cantidad de portadores que posee el mundo.

«¿Qué pudo causar la rotura de una de ellas? ¿La hizo Bastión Hueco…? ¿O fue una flatulencia de Nicoxa?»

—Chihiro —llamó el maestro.

El sonido de unos pasos retumbaron por la sala, hasta que la persona causante de ellos se mostró: era una seria mujer que vestía con un cuidado uniforme. Su plateado pelo y rojos ojos imponían a la muchacha, que observaba interesada lo que tenía que decir.

—¡Puede que hayamos sido enemigos en algún momento, pero ahora vuestros Maestros y yo hemos decidido pactar una tregua por un interés común: lo que oculta Tierra de Partida. —Murmullos de los aprendices comentando se oían por la sala, pero Coli no tenía ni la más ligera idea sobre tan importante misterio—. Tierra de Partida guarda un secreto desde hace siglos, algo enterrado en sus entrañas y al que solo unos pocos han podido acceder. —Empezó a moverse libremente mientras explicaba la situación, como una general—. Ni los Maestros ni los Aprendices podrán hacer frente a una amenaza sincorazón de tal magnitud. Caerán como fichas de dominó. —Pausó por un momento antes de continuar—: Es el momento para desvelar lo que oculta ese lugar y, por supuesto, desentrañar la magia que ha permitido que Tierra de Partida resistiese al ataque los sincorazón durante tanto tiempo. Antes de que se hunda en la oscuridad —finalizó sonriendo.

Colibritany se sorprendió ante la información que acababa de recibir. Si había una tregua de por medio, ¿no deberían ser fieles a ella? Por supuesto que quería conocer el secreto que ocultaban esas tierras, pero arriesgarse por ello no era una idea que le hiciera demasiada ilusión. Si al menos hubiese dinero de por medio…

—Ya habéis oído —Ryota interrumpió—. Tierra de Partida va a ser destruida. Es nuestra oportunidad. Hemos de aprovechar el caos y el desconcierto del ataque para obtener el secreto de sus defensas. Eso significa, claro, que hemos de infiltrarnos... Y no perder tiempo peleando contra nadie.

—Al fin y al cabo, están condenados —añadió Diana, de forma tan cruel como honesta—. A menos que intenten mataros, claro. Entonces deberíais defenderos. La gente desesperada puede resultar… Problemática, cuanto menos.

—¿Alguna pregunta antes de partir?

—Yo —indicó mientras le guiñaba un ojo inocentemente— ¿Te refieres a infiltrarnos TODOS nosotros durante el caos? ¿De verdad eso tiene alguna posibilidad de funcionar? —Sonaba como una auténtica locura para ella —Debe de haber un método menos… explosivo. Rodar tampoco es recomendable, lo digo por experiencia propia.

Tras obtener sus respuestas, nada más podría retenerla realmente, así que estaba decidida a partir. Aunque… los demás no lo tenían tan claro.

Alec, el joven una apariencia algo extravagante como Coli, se encaró ante los maestros. Al parecer, antes pertenecía al lugar y significaba mucho para él.

Y ella pudo entenderle: también se sentiría así si tuviese que traicionar a toda la gente de Port Royal por órdenes ajenas. En un mar de desesperanza, todo el mundo quiere lo mismo. Todos luchan por salvarse y sobrevivir y tanto Bastión Hueco como Tierra de Partida tenían aquello en común… un poco de empatía no vendría nada mal, como la que tuvo Nicoxa con ella en el burdel.

Intentó acercarse para hablar con él, puesto que el sermón de Saito no iba a resultar muy efectivo:

—Si vamos hacia allí, quizás podamos hacer algo más. No hay orden de matar, por lo que a lo mejor podemos ayudarles... si ellos también están dispuestos a cooperar con nosotros —comentó con toda su lindeza, llegando a ser casi palpable por todos los presentes— ¿O crees que ya no confían en ti?

[Sito]

Volaba a lomos de un dragón que, por alguna extraña razón, llevaba puesto en la cara un kilo de maquillaje. Aquel ser descendió en picado y se dedicó a darse cabezazos ensordecedores contra los muros de un castillo.

Esos golpes se fueron haciendo más y más fuertes, hasta que Nicoxa despertó sobresaltada.

Era un sueño. Se secó el sudor de la frente y giró su cabeza para mirar hacia la puerta de su habitación, donde seguían llamando. Se sintió tentada de lanzar la bolsa térmica a la que solía abrazar cuando dormía contra la puerta, ¿a quién se le ocurría llamar a mitad de la noche? Pero optó por levantarse malhumorada para ver quién era el que había interrumpido su sueño.

—¡Abre la puerta, kupó! —esa voz pertenecía a uno de esos pequeños gatos con alas que se hacían llamar moguris. Le parecían unos bichos muy monos, así que no pudo cabrearse con él—. ¡El ilustrísimo Maestro Ryota solicita que acudas de inmediato a la sala del trono, kupó! ¡Sin excepciones, kupó!

Parecía ser un asunto de gran importancia si habían despertado a todos los aprendices. Se lavó la cara lamentando las ojeras que tendría cuando amaneciera y se peinó lo más deprisa que pudo para no llegar tarde.

***

En aquella sala tan mal iluminada se podía palpar la tensión que había en el ambiente. Nunca había visto a todos los aprendices juntos, así que se puso un poco nerviosa al pensar qué era lo que podría haber pasado para que los convocaran. Nicoxa había hecho sus deberes y al menos sabía que aquel portador que estaba sentado en el trono era Ryota. Había más maestros por ahí, como la novata de Shinju, que no podía esconder una sonrisa. Verla así no tranquilizó a Nico, por raro que sonase.

—Damas y caballeros… —Comenzó a decir Shinju mientras daba unos pasos al frente—. Tengo el placer de informaros de que Tierra de Partida está siendo atacada en este preciso instante.

A Nicoxa no se le había perdido nada ahí, y tampoco sabía mucho de lo que pasaba con ellos, más allá de que era el otro bando. Se sintió un poco mal por ellos, pero estaba aliviada de no estar en su lugar. ¿Quién habría atacado aquel mundo? Imaginó que los responsables eran ellos, pero había tanta gente allí reunida que no parecía que quedara nadie más para encargarse de eso.

Ryota fue quien habló a continuación.

—Parece ser que una horda de Sincorazón, como nunca habíamos visto antes, está ciñendo un cerco en torno a Tierra de Partida. Los que la conozcáis sabréis que tiene una serie de cadenas inmensas. No son solo decorativas, son dicho de una manera vulgar… Un repelente de Sincorazón. Hace apenas unos minutos, una de esas cadenas se ha roto y pronto lo hará la otra. Ahora todos los Sincorazón se están viendo atraídos por tal cantidad de portadores que posee el mundo.

Nicoxa escuchaba lo que decía, cada vez más preocupada. Entonces Ryota llamó a una chica de cabellos plateados llamada Chihiro que avanzaba entre los aprendices con paso decidido.

—¡Puede que hayamos sido enemigos en algún momento, pero ahora vuestros Maestros y yo hemos decidido pactar una tregua por un interés común: lo que oculta Tierra de Partida. —gritó aquella mujer para hacerse oír—. Tierra de Partida guarda un secreto desde hace siglos, algo enterrado en sus entrañas y al que solo unos pocos han podido acceder. —eso sonaba muy interesante y misterioso, estaba intrigada—. Ni los Maestros ni los Aprendices podrán hacer frente a una amenaza sincorazón de tal magnitud. Caerán como fichas de dominó. —Parecía que no le hacía especial alegría lo que acababa de decir. Nicoxa no sabía de qué palo iba Chihiro, primero confesando que fueron enemigos y ahora al decir eso la hizo desconfiar un poco—: Es el momento para desvelar lo que oculta ese lugar y, por supuesto, desentrañar la magia que ha permitido que Tierra de Partida resistiese al ataque los sincorazón durante tanto tiempo. Antes de que se hunda en la oscuridad —terminó.

Había que asimilar mucha información en caso de que todo eso fuera cierto. El resto de aprendices reaccionó de diversas formas ante su comunicado, pero a Nicoxa le llamó atención lo que dijo en concreto uno de ellos: el que portaba una chistera.

—¿Por qué deben morir ellos? —preguntó en voz baja. Nicoxa le pudo escuchar porque no se encontraba lejos de él—. Los aprendices no tienen la culpa de nada, ¡¿Por qué deben morir ellos en esta estúpida guerra?!

Aquel chico se debía sentir bastante frustrado. Cuestionó con bastante lógica algunos temas que a Nico le sonaban a chino, pero se le notaba bastante desesperado, por lo que ella se decidió a intervenir.

—A ver, que tampoco han atacado a un grupo de ancianitas indefensas precisamente —comenzó a decir— Ellos también saben usar la llave espada, pueden defenderse ¿no? Yo creo que si tienen un secreto que nos puede ayudar a combatir esa amenaza, deberíamos intentar conseguirlo ahora que tenemos una oportunidad. No es justo que sólo ellos tengan algo tan importante, si tuvieran en cuenta también nuestra seguridad habrían compartido esa defensa con nosotros...

Nicoxa hablaba desde el desconocimiento total. No tenía ni idea de si había alguna defensa mística en Bastión Hueco, pero si lo que decían era cierto los de Tierra de Partida contaban con una ventaja importante para que mereciera la pena esa especie de misión de espionaje que les habían puesto.

Se acercó alel chico de la chistera y le susurró unas palabras.

—Además... si tan preocupado estás por ellos, ¿no crees que lo mejor que puedes hacer es ir y ayudarles a luchar? Porque quedarse de brazos cruzados tampoco solucionará nada. Tampoco creo que nadie te impida defender a tus amigos —se notaba que aquel chico conocía a gente de aquel mundo para haber reaccionado como lo había hecho—. Yo al menos no vería mal que lo hicieras —le sonrió para que no se sintiera tan mal—. Me llamo Nicoxa.

[Sombra]

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Un silencio sepulcral asfixiaba la sala del trono, interrumpido por el chirriante gemido de la otra cadena que aquel colosal Sincorazón retorcía con tenacidad. Sus pequeños compañeros se agolpaban contra la última barrera, impacientes, rascando con sus zarpas el muro invisible e impenetrable que les separaba de sus ansiadas presas.

La desesperación se apoderó de los miembros de la Orden. ¿Cómo iban a enfrentarse a tal criatura? Ellos no eran más que hormigas a su lado, un manotazo o un pisotón sería suficiente para acabar con ellos de un plumazo. Era imposible que pudiesen ganar contra algo así… Y todos eran dolorosamente conscientes de ello. La moral de los aprendices e incluso de los Maestros estaba por los suelos.

Sin embargo…

Nadhia, armada de valor se levantó de entre todos los demás, Llave Espada en mano y, luchando contra el miedo, gritó con todas sus fuerzas:

—¡¡Todavía no es el fin!! ¡Aún hay una cadena intacta!¡¡Maestro Akio, Maestro Ronin...!!

Malik, que había resultado herido tratando de defender a sus camaradas, también se irguió y bramó:

—¡¡Nadhia tiene razón, no podemos dejar que destruyan la otra cadena, si nos concentramos en defenderla quizá podamos ganar tiempo para que los maestros destruyan a ese sincorazón gigante!! ¡No luchéis por el castillo si no queréis, pero hacedlo por vuestra vida! —Se acercó a Nadhia y colocó su mano en su hombro mientras invocaba su propia Llave Espada—. ¡¡Maestro Ronin, a su orden!!

—¡Cierto, hay que luchar! ¡¡Si nos acobardamos ahora sí que estaremos acabados, hay que actuar ahora!! ¡¡¡Acabamos con Erased Data, y vamos a acabar con esta cosa!!!—clamó Saxor.

Ronin los miró en silencio, dejando a los demás Maestros en vilo. Después su expresión se suavizó un poco y alzó las comisuras de los labios. Agradecido, orgulloso incluso. Acto seguido asintió, invocó su Llave Espada y apuntó con la misma en dirección al coloso.

—¡Preparaos para luchar! —ordenó con una voz resonante, que superó el lamento de las cadenas—. ¡Aprendices, os enfrentaréis a los Sincorazón que están penetrando por donde ha caído la Cadena! ¡Maestros, nos encargaremos de ese coloso!

—¡Un momento!—exclamó Lyn, avanzando rápidamente—. Tenemos que reforzar la segunda cadena como sea, ¡no podemos perder tiempo en llegar! Alguien debe quedarse y reforzarla desde la torre. Y tú… Eres el único que sabe cómo hacerlo.

Ronin cerró el ojo y lo pensó rápidamente. Después dio un cabezazo de asentimiento. Le puso una mano en el hombro a Lyn.

—Me ocuparé de ello. ¡Kazuki! —rugió, sobresaltando a la Maestra—. ¡Encárgate de dirigir el ataque! ¡Ganad todo el tiempo que podáis! —Ronin calló un momento y luego recorrió con la mirada a todos los presentes—. Y que a nadie se le ocurra morir. ¡Saldremos adelante! ¡En marcha!

—¡Aquellos que no estén dispuestos a perder su hogar avanzad! —animó Lyn—. ¡Vamos, moved el culo! ¡Reuníos en el vestíbulo y organizaos a los pies de la cadena partida! ¡No dejéis que entren!

—¡Luchad codo con codo! ¡Nada de hacerse los valientes! ¡Lo importante es evitar que avancen! —Kazuki parecía, por una vez, completamente despierto, y marchaba al frente de los Maestros con decisión, precipitándose hacia el vestíbulo.

Ronin, después de intercambiar un par de palabras con Lyn, se separó de ellos y echó a correr en dirección a la torre a cuyo pináculo se unía la última cadena. En seguida dejó atrás a los aprendices y se perdió de vista. Estaba subiendo los escalones a toda velocidad cuando, de pronto, recibió un mensaje. Pero estaba demasiado ocupado para echarle un vistazo.

***

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Los aprendices, por culpa de sus propios pasos, de sus voces y respiraciones aceleradas, no lo escucharon. Tampoco los Maestros, que estaban ocupados discutiendo su estrategia para destruir al gran coloso mientras abrían los inmensos portones.

Por eso, lo que les aguardaba fuera los cogió por sorpresa.

La plaza inmediata a la salida, justo antes de los jardines, estaba bordeada de innumerables ojos amarillos que resplandecían en medio de la oscuridad. Al quedar las puertas abiertas, se abalanzaron hacia delante sin pensar.

—¡Chocobitos, atacad, atacad!—chilló Yami, la primera en reaccionar.

Kazuki fue el siguiente; alzó su bastón y después apuntó con el mismo. Un grupo de Sincorazón quedó congelado en pleno salto, completamente vulnerable, aunque no por mucho tiempo. Lyn rugió y cargó a espadazos contra las Neosombras que trataron de saltar sobre Akio. Éste, tras la primera impresión, pegó un brinco y empezó a lanzar Hielo ++ contra sus enemigos. Por una vez, no dijo nada. estaba completamente serio. Rebecca se apresuró a unirse a Yami y protegerla por la espalda mientras la maga invocaba un potente hechizo de oscuridad que hizo saltar por los aires a más de quince Sincorazón.

Sin duda, el embiste de los Maestros fue útil. Pero los Aprendices pronto comprendieron que se iban a quedar solos; ellos estaban avanzando, desapareciendo en medio de la marea de Sincorazón, pues su objetivo era abrirse paso hasta el gigante. La figura del mismo resaltaba contra la luz de las estrellas, oscura, ominosa, devorando la escasa luz de la noche. Él era su enemigo, no la horda de criaturas.

Defender el Castillo quedaba, pues, en manos de los Aprendices. ¡Debían alejarlos de las puertas a toda costa, antes de que intentaran introducirse!

Y como una ola, las criaturas cayeron sobre ellos, hambrientos de corazones.

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—¿Nos acompañarán algunos Maestros? Si es así, ¿quiénes?

—Iremos todos —afirmó Ryota—. Esta tarea es peligrosa, pero necesaria, y no vamos a permitir que ninguno de vosotros muera en ese lugar.

A continuación intervino Saeko alzando la voz para que todos la escuchasen bien, incluida la propia Chihiro, que en aquel ignoró a Adam sin dirigirle ni una mirada.

—Maestro Ryota, disculpe pero… ¿De dónde ha salido esta mujer? ¿Qué papel tiene en todo esto? Como comprenderá, es evidente que desconfíe.

—Chihiro es quien nos ha informado del ataque que está sufriendo Tierra de Partida —respondió con cierta dureza. Alzó una mano antes de que nadie pudiera protestar—. Me he asegurado de comprobar que lo que dice es cierto, no temas. Y puedes desconfiar, Saeko. Nunca te hemos pedido que hagas lo contrario. Sólo estamos aliados de forma temporal —dijo, dirigiendo una mirada helada a Chihiro. La mujer no se dio por aludida.

Entonces Alec estalló. Por algún motivo pensó que el objetivo de la misión era matar a los aprendices, dejando claro que no había escuchado el discurso de sus Maestros.

Nanashi frunció el ceño y sus labios se convirtieron en una fina línea blanca, sin embargo, ninguno de los maestros interrumpió al joven, ni tampoco a los demás aprendices. Preferían observar y comprender hasta qué grado se sentían poco dispuestos a colaborar. Gata mostró su desacuerdo mientras que otros como Nikolai o Coli intentaron calmar al brujo. Saito fue quien terminó con aquello, respondiendo con dureza a Alec. Ariasu y Shinju, que parecían estar pasándoselo bastante bien, cuchichearon sobre algo y las dos rieron por lo bajo, dirigiendo miradas maliciosas a Alec.

Una vez hubo terminado, Nanashi avanzó hacia el joven. Sin embargo, Ryota la detuvo, poniéndole una mano con suavidad en el brazo, y se adelantó en su lugar. El Maestro tenía una expresión severa, pero no enfadada.

—Gracias, Saito. Alec. —Le clavó los ojos—. Tal y como tu compañero ha dicho, cuando viniste a nosotros asumiste una responsabilidad… Y sus consecuencias. Estamos en guerra. Tierra de Partida defiende unos ideales distintos a los nuestros. No busca un equilibrio, trata de rechazar la oscuridad que todos poseemos en nuestro interior, en mayor o menor medida. Vosotros no lo vivisteis, pero antes… La Orden se imponía sobre los mundos, eliminando todo aquello que no fuera luz. Borrando lo diferente. —Dejó caer una pausa y respiró hondo, esta vez mirando al resto de aprendices—. Los que han permanecido allí apoyan esa ideología. Ahora sólo hay niños en Tierra de Partida, pero son muchos. Y un día, siguiendo las directrices con los que se los instruye, volverán a las andadas, aprovechando el conocimiento, el poder que les legó una Orden tirana y cruel. Nosotros buscamos la igualdad, el conocimiento. Si se usa bien, sin imponer, puede ser beneficioso para todos. —Llegados a este punto, su voz se agravó—. Pero Tierra de Partida rechazó nuestro ofrecimiento. Y esa es nuestra realidad. El mundo no es agradable, la realidad no es suave. Lo cierto es que estamos en inferioridad de condiciones, que somos una minoría.—Esta vez miró a Colibritany—. Los que crean que es una estrategia arriesgada, pueden quedarse. —Luego, a Gata—. Quien no quiera venir, es libre de permanecer. Sin embargo…—Se retiró, con las manos a la espalda y se posicionó junto a los Maestros—. Quienes se queden solos deben comprender que si Tierra de Partida nos atribuye este ataque, estarán a su disposición y tendrán que defenderse por su cuenta y riesgo. Y tras esto, no dudéis que nos odiarán, aunque no hayamos perpetrado el ataque.
»Cuando aceptasteis uniros a la Orden debisteis imaginar que os pediríamos algo a cambio. Si no podemos contar con vuestra lealtad, tampoco merecéis las armas que os hemos entregado. Si queréis defender Tierra de Partida, hacedlo. Si queréis invitarles a unirse, intentadlo. Si optáis por quedaros atrás, sabed que habéis traicionado a Bastión Hueco.

Calló, respiró hondo y relajó los hombros. Nanashi, a su lado, asintió con la cabeza. Los Maestros aguardaron la respuesta —si es que había alguna— de los aprendices.

Una vez todos hubieron tomado su decisión…

—¡Aprendices! —gritó Ryota—. Es hora de partir rumbo a Tierra de Partida.

Un portal de oscuridad surgió en medio de la estancia. Chihiro fue la primera en adelantarse, sin parpadear. La siguieron los Maestros. Cuando todos los que habían decidido ir lo atravesaron, éste se desvaneció en medio de volutas de humo.

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Desde la colina sobre la que habían aparecido los miembros de Bastión Hueco vieron… Caos. Parte de la fachada del Castillo había sido reventada, como si la hubiera atravesado una titánica bola de cañón. Los aprendices luchaban con denuedo, desesperados, frente a las puertas del mismo contra un mar de Sincorazón. Los hechizos estallaban en medio de la noche, pequeñas explosiones de luz que sólo contribuían a complicar la comprensión de la situación. Y, cerca de las montañas, estaba el Sincorazón más grande que habrían visto jamás… Sus manos se cerraban sobre la única cadena dorada que todavía permanecía entera. Y solo a duras penas. Estaba cubierta de grietas humeantes de oscuridad; cada tirón resonaba dolorosamente, martilleando los tímpanos de los aprendices, estremeciendo la tierra.

—Parece que están entretenidos —se burló Diana—. En fin, ¿qué hacemos?

—Por ahora esperar —intervino Ariasu—. Todavía pueden pelear porque tienen fuerzas, pero ya irán cayendo. Poco a poco se quedarán sin magia, sus heridas serán mayores y se quedarán sin pociones ni éteres que les sane o recupere sus energías.

—Eso si no surge antes la otra cara del mundo —cortó Ryota tajante—. No queda tiempo.

Se encaró a los aprendices, dispuesto a explicar su plan cuando un inmenso rayo de luz partió la noche.

***

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Ronin había logrado alcanzar la torre. Desde allí contempló el desagradable espectáculo de sus alumnos enfrentándose a los Sincorazón y distinguió las figuras de los Maestros: habían invocado sus glider y se precipitaban hacia el titán para derribarlo a base de hechizos. El corazón se le encogió; a pesar de que eran tan fuertes, no conseguían hacerlo flaquear en su tarea.

¿Por qué ahora? ¿De dónde podía haber salido un monstruo semejante?

Pero no había tiempo para dudas. Apuntó con las manos hacia la cadena, que rechinaba, agónica, y comenzó a formular hechizos para reforzarla. La energía fluía por su cuerpo, intensa, cálida, bombeando la sangre con tanta fuerza que casi hacía daño. La sintió salir por sus dedos y la vio rodear la cadena, con todos sus sentidos agudizándose por instante.

Contuvo un gemido.

No iba a ser suficiente.

Desesperado, miró a los Maestros. Sólo tenían que obligar al Sincorazón a alejarse. ¡Que dejara de presionar tanto la cadena o…!

Entonces, lo sintió.

El Castillo entero se estremeció.

«¡NO!»

Ronin bajó las manos y giró sobre sus talones. Bajó a toda velocidad por las escaleras, de tres en tres, de cuatro en cuatro. Invocó su glider y atravesó los pasillos lo más rápido que fue capaz, partiendo floreros, haciendo volar papeles y rasgando las paredes a su paso.

¡Tenía que llegar!

****

Era imposible controlar a todos los Sincorazón. Simplemente, eran demasiados. Y aunque la gran mayoría prefería dedicarse a probar suerte e intentar matar a los aprendices, hubo uno que continuó su camino, fusionado con el suelo, hacia el interior del Castillo. La pequeña Sombra se arrastró hasta que alcanzó la Sala del Trono. Allí se bamboleó sobre sus patas, fijando los saltones ojos amarillos en el trono central. Avanzó, levantando las garras.

*

El glider de Ronin embistió las puertas de la Sala. Tuvo tiempo de recorrerla con la mirada, horrorizado antes de localizar la pequeña masa de oscuridad.

—¡NO!

Durante unos instantes, en el respaldo del trono resplandeció una cerradura. La Sombra metió la pata en ella y fue violentamente absorbido.

La luz lo inundó todo

****

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La potencia de la explosión arrojó al suelo a los aprendices de Tierra de Partida y cegó a los de Bastión Hueco. Los Sincorazón se dispersaron, despavoridos.

Y el mundo entero cambió.

Cuando quisieron darse cuenta, las montañas habían desaparecido junto a los jardines, el lago y el cielo estrellado. Bastión Hueco podría ver que se encontraba al principio de un camino de piedra violácea, que se suspendía sobre… La nada. En lo alto, a los lados, bajo ellos, sólo había una oscuridad mareante, de otra dimensión. Como si hubieran acabado suspendidos en un lugar que no podía ser real.

Y quizás fuera así, puesto que el Castillo entero había desaparecido. No. Había sustituido por… otro. Uno oscuro, retorcido, con torres en combadas en posturas imposibles y figuras demoníacas adornando sus balcones.

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Tras él, casi como una inmensa ventana que se asomara a otro mundo, se podía ver un cielo más claro, los tenues rayos del sol acariciando las tenebrosas paredes del Castillo y puede, que incluso, montañas. Sin embargo, todo estaba difuminado, como si se tratara de un cuadro.

Ryota exhaló un suspiro, mezcla de admiración y de horror a partes iguales.

—El Castillo del Olvido.

En ese instante, un rugido sacudió el puente y todos se volvieron a tiempo de ver al colosal Sincorazón no muy lejos de ellos, rodeado a sus pies por una masa de oscuridad con cientos de ojos amarillos. Ya no había cadenas que destruir. Sólo muchos, muchos corazones que devorar.

Los Maestros de Tierra de Partida retrocedieron en sus glider, regresando a toda velocidad a aquel Castillo que ya no era suyo.

—Aquí no estamos a salvo —apuntó Chihiro.

—¡No me digas, ¿en serio?!—rugió Shinju—. ¡Rápido, moveos todos! ¡Retirada! ¡Al Castillo, al Castillo!

—¡¿Ryota?! —exclamó de pronto Kazuki, apartándose el casco de su armadura.

—¡Habéis sido vosotros! ¡Lo sabía, era todo cosa vuestra! —chilló Akio.

—¡No te detengas, estúpido! —Lyn le dio un violento empujón y lo obligó a continuar de largo.

Ryota intercambió una rápida mirada con Nanashi. La Maestra asintió y espoleó a los aprendices, elevando la voz e invocando su Llave Espada mientras se dirigía a la retaguardia para protegerlos mientras escapaban.

—¡Al Castillo todos!

Ryota invocó su glider y ascendió en un santiamén hacia Kazuki. A partir de ese momento, los aprendices no pudieron escuchar nada, sólo verlos gesticular. Ryota, sin duda, era el más calmado de los dos. Al final, para sorpresa de todos, Kazuki asintió. Ryota descendió hasta la altura de los aprendices y exclamó:

—¡Nos abrirán las puertas! ¡Vamos!

Las únicos que permanecieron quietas fueron Nanashi, Shinju y Diana, que estaban levantando unas barreras de plantas para retrasara a los Sincorazón.

Y Chihiro. La mujer se había detenido en medio del camino y miraba directamente a Kazuki. Este permaneció unos instantes suspendido en el aire, sobre su glider, antes de acelerar y continuar su camino. Chihiro cerró los ojos. Después también echó a correr.

Mientras tanto, junto a las puertas del Castillo del Olvido, Lyn gritaba:

—¡Abrid las puertas, al interior, rápido, rápido!

—¡No ataquéis a nadie! —rugió Kazuki—. ¡Dejadlos entrar! ¡Buscad a Ronin! ¡Buscadle!

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Fecha límite: Sábado a las 23:59

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Ausencias:
Sito I
Duniman I

[Reimeow]

-Iremos todos–dijo el Maestro contestando a mi pregunta-.Esta tarea es peligrosa, pero necesaria, y no vamos a permitir que ninguno de vosotros muera en ese lugar.

Aquello, en verdad, me calmó por lo que solté un largo suspiro a la vez que me soltaba la mano mientras otra aprendiza formulaba su pregunta. Era cierto que seguía con miedo, pero ahora yo lo controlaba y me era más fácil no demostrarlo.

La chica se dirigió a él como “Maestro Ryota”, por lo que no iba muy desencaminada en que era él. Esta preguntaba sobre el origen de aquella mujer, Chihiro, demostrando su desconfianza.

El Maestro le contestó alegando que ella había sido la que nos había informado sobre el ataque al bando contrario, que podía desconfiar de ella y que solo éramos aliados temporales. Intenté quedarme con el nombre de la chica, Saeko.

Por alguna razón en medio de todo, habló un aprendiz encarándose con los Maestros; lo que me dejó bastante perpleja.

“¿Pero que hace? ¿Está loco?”- pensé

Miré a los Maestros, ninguno lo detenía, y algunos aprendices le dieron la razón. Estaba bastante confusa, ¿por qué se había rebelado de aquella manera? A lo mejor el miedo lo había vencido.

Preferí mantenerme en la retaguardia temiéndome la peor reacción posible de los Maestros hacia él, aunque a diferencia de mí, unos cuántos se acercaron a calmarlo, entre ellos estaba Coli.

Y de pronto reconocí entre las voces la de Saito, sentí una mezcla de sorpresa y agrado al verlo, mientras él terminaba con todo aquello.

Por lo que se ve aquel chico había pertenecido a Tierra de Partida, ahora medio comprendía lo que pasaba, pero seguía sin estar de acuerdo con lo que había dicho aquel aprendiz. Por lo que apoyaba lo que había dicho Saito sin duda.

Entonces el Maestro Ryota comenzó. Se ve que Tierra de Partida no buscaba un equilibrio entre luz y oscuridad, si no que eliminaba todo lo distinto a ellos, lo que me parecía desagradable a la vez que repugnante por su parte, mientras que nosotros solo buscábamos el equilibrio.

“Si hubieran aceptado..todos habríamos salido bien parados”

-Los que crean que es una estrategia arriesgada, pueden quedarse. Quién no quiera venir, es libre de permanecer. Sin embargo…-se retiró, colocándose junto a los demás Maestros.-Quiénes se queden solos deben comprender que si Tierra de Partida nos atribuye este ataque, estarán a su disposición y tendrán que defenderse por su cuenta y riesgo. Y tras eso, no dudéis que nos odiarán, aunque no hayamos perpetrado el ataque.
Cuando aceptasteis uniros a la Orden debisteis imaginar que os pediríamos algo a cambio. Si no podemos contar con vuestra lealtad, tampoco merecéis las armas que os hemos entregado. Si queréis defender Tierra de Partida, hacedlo. Si queréis invitarles a unirse, intentadlo. Si optáis por quedaros atrás, sabed que habéis traicionado a Bastión Hueco.

Me quedé fascinada ante el Maestro, era impresionante. Aún con su mal aspecto no podía evitar sentir admiración y respeto hacia él. Claramente era diferente a mi Maestra Ariasu, la cual se estaba divirtiendo con la situación, aún así le había cogido algo de cariño aceptando su actitud.

Me crucé de brazos a contemplar a los aprendices, yo ya estaba decidida, no iba a traicionar a Bastión Hueco, ellos me habían acogido y eran lo único que tenía.

-¡Aprendices!–gritó de repente Ryota haciéndome pegar un pequeño brinco-.Es hora de partir rumbo a Tierra de Partida.

Un portal de oscuridad surgió en medio de la Sala del Trono. Nada más aparecer, aquella mujer, Chihiro, lo atravesó la primera y tras ella fueron los Maestros.

Empecé a mirar nerviosamente a los aprendices que tenía a mi alrededor y que comenzaban a entrar por el portal.

Tenía que avanzar, pero tenía miedo de ver lo que me depararía aquel mundo. Apreté los puños y los dientes para seguidamente soltar un profundo suspiro y encaminarme al portal para atravesarlo junto a mis compañeros.

***

Nada más salir del portal un enorme escalofrío recorrió mi espalda al contemplar aquel páramo. Había un Castillo con parte de la fachada destrozada mientras los aprendices luchaban en ese mar de oscuridad. Todo era un caos, hechizos por doquier, explosiones…Pero lo que me dejó helada no era eso, era el enorme Sincorazón que se alzaba cerca de las montañas y que estaba destruyendo la única cadena que quedaba “intacta” tirando con fuerza de ella.

Cada tirón hacia que me recorriera un escalofrío. El miedo comenzaba a reirse otra vez de mi, echándome en cara mi verdadero yo que intentaba ocultar tras una máscara de frialdad.

Apreté los puños mirando a mi alrededor, buscando algún conocido al que acercarme, para a su lado intentar calmar el miedo que me atenazaba. Entonces divisé a Saito cerca de mi posición y me deslicé entre los aprendices colocándome tras él y tirando de su camisa para llamar su atención.

-Hola..-le susurré lo más calmada posible, sin dejarle ver el miedo.

Me mantuve detrás de él intentando no prestar atención al panorama, intentando calmarme y volver a desterrar ese sentimiento lejos de mí, mientras la enorme cadena seguía emitiendo aquel sonido desagradable.

¿Qué me pasaba? ¿Por qué tenía tanto miedo? ¡Soy una portadora, joder! Tenía que tranquilizarme, sabía que aquel Sincorazón estremecía y helaba la sangre, pero los Maestros estaban con nosotros, nos protegerían..

“¿Y si te quedas sola?”

Apreté los dientes soltando un poco la camisa del chico, a la cuál me había estado aferrando inconscientemente, e incorporándome. Tenía que hacer frente al miedo, sí o sí.

Mientras seguí luchando contra aquel sentimiento traicionero, Ryota cortaba tajantemente a mi Maestra, demostrando su desacuerdo con la propuesta de quedarnos a esperar. Y, justo cuando el Maestro iba a hablar, surgió un haz de luz que me hizo cerrar los ojos y esconderme detrás de Saito usándolo como escudo.

Cuando volví a abrir los ojos todo había cambiado.

-¿Qué cojones?...-susurré mientras estiraba el cuello y me asomaba por detrás de mi “escondrijo”.

Estábamos en un sitio totalmente diferente al que estábamos hacía un segundo y ahora nos encontrábamos en un camino violeta que flotaba, ¡literalmente!. Solo nos rodeaba una oscuridad mareante.

¡Hasta el Castillo había cambiado! Ahora era más oscuro y retorcido, con torres que se creían gimnastas haciendo extrañas posturas. Tras él estaba todo difuminado pero se podía distinguir algo de claridad, pero no me interesaba ver lo que había más allá.

-El Castillo del Olvido– dijo el Maestro Ryota con cierto horror y admiración.

Justo cuando iba a buscar respuestas en los Maestros un rugido sacudió el camino, llamando nuestra atención y provocándome un grito ahogado.
Mientras me giraba con un horror que no pude ocultar, no pude evitar palidecer aún más al ver a aquella enorme criatura rodeada de miles de Sincorazón no muy lejos de nosotros. Pero esta vez...no había nada que nos separara de él.

Todo fue muy rápido. en un momento me encontré gritándole a Saito que corriera más rápido mientras todos huíamos de aquello hacia el Castillo, mientras una de las Maestras nos apremiaba y quedaba atrás junto a otras dos para intentar retener la horda que nos perseguía, aunque tampoco tardaron mucho más en dar media vuelta y echar a correr.

Todo el miedo que sentía se empezó a arremolinar en mi interior haciendo que mi mente no pensara con claridad y mi corazón se encogiera como si me encontrara subida en una montaña rusa; apretaba con tanta fuerza los dientes que me comenzó a doler la mandíbula y mientras respiraba agitadamente huía de aquello que esperaba con ansias devorarnos.

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Acciones acordadas con H.S Sora.

[Light]

—¡¡Todavía no es el fin!! ¡Aún hay una cadena intacta! ¡¡Maestro Akio, Maestro Ronin...!!

«Claro. Queda otra, ¿verdad? Entonces no está todo perdido».

—¡¡Nadhia tiene razón, no podemos dejar que destruyan la otra cadena, si nos concentramos en defenderla quizá podamos ganar tiempo para que los maestros destruyan a ese sincorazón gigante!! ¡No luchéis por el castillo si no queréis, pero hacedlo por vuestra vida!

«No, quiero luchar por el castillo también. Pero…».

—¡Cierto, hay que luchar! ¡¡Si nos acobardamos ahora sí que estaremos acabados, hay que actuar ahora!! ¡¡¡Acabamos con Erased Data, y vamos a acabar con esta cosa!!

De repente, Light reaccionó. Erased Data… el ser diabólico que amenazó la orden; el mismo que corrompió a su versión digital y a la copia de su mascota; el mismo que le extrajo el eidolon y le produjo un trauma imposible de olvidar. Nunca se hubiera visto capaz de derrotarlo, pero al final entre todos los aprendices lo consiguieron, aunando fuerzas.

La historia se podía volver a repetir con aquel Sincorazón gigante: debían luchar en equipo. De lo contrario, si todos se dejaban llevar por el miedo, no habría salvación para Tierra de Partida.

«Recuerda por qué empezaste esta aventura», le decía Gaomon.

No podía rendirse, no todavía. Tenía que buscar a sus padres y asumir el legado que le dejaron.

—¿Me engañan los oídos o de verdad estoy oyendo al tímido Saxor que se pone nervioso cuando habla con chicas? —Se permitió bromear en aquel momento, más relajado. Tras levantarse del suelo, colocó la mano sobre el hombro de Saxor y le transmitió su apoyo—. Tenéis razón. Es arriesgado, pero tenemos que luchar, no podemos dejarnos vencer sin más. —Dirigió la mirada hacia el gigante, sin mostrar miedo. Ya no.

El líder de Tierra de Partida, satisfecho, materializó su llave y apuntó al descomunal Sincorazón.

—¡Preparaos para luchar! —bramó—. ¡Aprendices, os enfrentaréis a los Sincorazón que están penetrando por donde ha caído la Cadena! ¡Maestros, nos encargaremos de ese coloso!

—¡Un momento! Tenemos que reforzar la segunda cadena como sea, ¡no podemos perder tiempo en llegar! Alguien debe quedarse y reforzarla desde la torre. Y tú… Eres el único que sabe cómo hacerlo.

Ronin asintió, a favor de la sugerencia de la joven.

—Me ocuparé de ello. ¡Kazuki! —llamó a su compañero Maestro con un potente grito—. ¡Encárgate de dirigir el ataque! ¡Ganad todo el tiempo que podáis! —Le dedicó un rato a mirar a sus aprendices antes de dirigirse a ellos otra vez—. Y que a nadie se le ocurra morir. ¡Saldremos adelante! ¡En marcha!

—¡Aquellos que no estén dispuestos a perder su hogar avanzad! ¡Vamos, moved el culo! —La exclamación de Lyn bastó para que Light empezara a moverlo—. ¡Reuníos en el vestíbulo y organizaos a los pies de la cadena partida! ¡No dejéis que entren!

—¡Luchad codo con codo! ¡Nada de hacerse los valientes! ¡Lo importante es evitar que avancen!

Se detuvo en seco y se volteó hacia el perezoso Maestro, sobresaltado tras escucharle. Se veía mucho más espabilado que de costumbre.

«Vamos allá».

Inspirado por las palabras de los Maestros, Light prosiguió su camino hacia el vestíbulo junto con sus compañeros.

***

Después de reunirse en el vestíbulo, los aprendices abandonaron el castillo. Tras los portones no se encontraron algo precisamente agradable.

—¿¡Pero cuántos…!? —Observó estupefacto la masa de oscuridad viviente que se acercaba a ellos con malas intenciones. No tuvo tiempo para reaccionar.

—¡Chocobitos, atacad, atacad! —exclamó Yami.

Los Maestros se lanzaron contra los Sincorazón, abriéndose paso. Todos estos exhibieron sus avanzadas habilidades de combate delante de sus aprendices, las cuales les permitieron librarse de muchos enemigos de un plumazo. No se quedaron con ellos mucho tiempo y avanzaron hacia el monstruo cornudo que les amenazaba.

—¡Tened cuidado! —les advirtió antes de que les dejaran atrás—. ¡Vamos! —instó a los aprendices más rezagados y se dirigió hacia el frente, con más confianza que nunca.

En comparación con el Sincorazón grande, aquellos pequeñajos no eran nada. Por esa razón no tenía nada que temer; además estaba luchando con sus compañeros.

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La batalla de los aprendices finalmente empezaba. Light detuvo a un grupo de enemigos gracias a la habilidad Círculo de minas. Rodeado de explosivos ocultos, destruyó fácilmente a las débiles Sombras que, fusionadas con el suelo, pasaron por encima de las bombas. El joven procuraría por todos los medios alejarse de sus compañeros para cubrir más terreno y resguardarse de sus ataques: eran multitud y lloverían hechizos por todos lados. Por su parte, rebanaría con su llave y utilizaría frecuentemente su habilidad cortante Onda Lunar con el fin de acabar con adversarios lejanos y proteger a los suyos.

Su eidolon, por supuesto, participó en el combate, apoyando a su invocador con el hechizo Cura. La habilidad Luna protectora también le ayudó, pues hizo retroceder a las criaturas oscuras que intentaban entrar en el castillo.

***

«¿Eh?».

El desesperado combate finalizó irremediablemente en aquel momento. Todo lo que le rodeaba se iluminó intensamente y la onda expansiva de una explosión le impelió. El chico cayó rodando por el suelo y permaneció ahí tumbado escasos segundos, aturdido.

Lo primero que vio al abrir los ojos fue un suelo violáceo que no le sonaba de nada. Levantó la cabeza para comprobar la nueva edificación y simplemente se quedó sin habla.

«¿Dónde... estamos?».

Incluso podía pensar que habían ido a parar a un mundo distinto: aquel castillo no tenía nada que ver con el suyo. De hecho ni siquiera parecía real. Curioso y preocupado, se levantó y se acercó a la oscura edificación para examinar mejor su extraordinaria fachada.

—¿Qué le ha pasado al castillo? No… —Se giró hacia atrás y comprobó que no era lo único que había cambiado— ¿¡qué ha pasado con todo el mundo!? —Incrédulo, miró primero a los aprendices más cercanos a él y luego a su alrededor.

Las montañas, el lago, los jardines… simplemente ya no estaban. Un escalofrío recorrió su espalda y su nuca: ahora solo quedaba oscuridad en su lugar. ¿Podía interpretar que el mundo había sido destruido? ¿Que había acabado como Vergel Radiante? Se negaba a creerlo.

De improvisto, un tremendo rugido se hizo oír. Light, alarmado, volvió a observar a la monstruosa criatura y al centenar de ojos repulsivos. Resultaba una visión espeluznante.

—¿Qué demonios va a pasar ahora? —pensó en voz alta.

—Relájate —recomendó Gaomon, tan sereno como siempre—. Por cierto, mira quién viene por allí.

Miró hacia la dirección que le señalaba su mascota y comprobó que los Maestros regresaban montados en sus glider. Estos no serían los únicos que se aproximarían...

—¿¡Bastión Hueco!? —En la lejanía podía divisar al grupo de Portadores del bando contrario. Algunos como Saeko y Ariasu, que resaltaban por el cabello morado y el curioso sombrero respectivamente, no pasaron inadvertidos.

En un primer momento pensó que ellos, sus principales enemigos, habían sido los responsables del ataque. Permaneció en el sitio, con la llave materializada todavía, preparado para luchar. No lo dudaba: ellos destruyeron Vergel Radiante hace años, eran perfectamente capaces de repetir sus crímenes.

Los principales líderes de la facción contraria les hicieron señas a los suyos para que se dirigieran al castillo: querían entrar a toda costa allí.

“Si los veis… Acabad con ellos”.

«Venid si os atrevéis».

Un sentimiento de profundo odio afloró dentro de él. A pesar de que no quería volver a matar, ahora se veía capaz de alzar las armas contra ellos. Y no se iba a cortar un pelo.

A continuación, un descomunal muro de plantas se interpuso entre el ejército de Sincorazón y los Caballeros de la Llave Espada. Tres Portadoras del bando contrario se retrasaron para invocar aquella magia; entre ellas, la misma Nanashi que le atacó en Nunca Jamás hace unos días. Light les observaba atentamente, ¿acaso les estaban protegiendo? Los seres de la oscuridad también suponían una amenaza para ellos, supuso.

Lyn regresó con sus aprendices y, desde las puertas del transformado castillo, les dio la siguiente orden:

—¡Abrid las puertas, al interior, rápido, rápido!

—¡No ataquéis a nadie! ¡Dejadlos entrar! ¡Buscad a Ronin! ¡Buscadle!

Kazuki volvió a sorprenderle; aunque esta vez por el mensaje en sí, no por la violencia de su voz. ¿Iba a dejar entrar a la orden enemiga así por las buenas?

No discutiría aquella orden y simplemente obedecería. Light recomendó a su eidolon que se desmaterializara —se merecía un buen descanso— y salió corriendo hacia la entrada. Si era el primero en llegar, haría fuerza contra las puertas para abrirlas y se internaría dentro.

«Ya vamos, Ronin», preocupado por su Maestro, deseó encontrarle de una pieza al otro lado de las puertas.

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Editado por errata xD (no posteéis por la noche (?))

[Drazham]

Aparte de Nikolai, otras dos chicas que no conocía de nada se unieron para intentar calmar al brujo: una con una larga coleta y otra más regordeta. A diferencia de sus palabras, las de ellas eran un tanto… bromistas, pero sin malicia alguna, como si pretendiesen calmar el ya cargado ambiente. El aprendiz las observó divertido, nunca estaba de más tener a gente así para animar en los momentos más tensos.

Pero no tardó en hacer acto de presencia alguien que no compartía el modo de pensar de Alec: un chico de pelo negro que intervino con un estrafalario discurso en el que se refería a Bastión Hueco como una familia, que todos y cada uno de los aprendices les debían obediencia a los Maestros sin rechistar, y como colofón final, alegó que los miembros de Tierra de Partida no hicieron más que expresar “alegría” por el hecho de que su líder hubiese atacado a traición a Ryota con una falsa tregua.

Niko no descartaba la posibilidad de que en el castillo hubiesen fanáticos que no cuestionasen en absoluto a los Maestros, pero lo de ese chaval era radical e, incluso, insultante.

El Maestro Ryota no tuvo más remedio que intervenir, dándole parte de la razón al aprendiz conocido como Saito. Sus palabras fueron duras, pero no equivocadas: unirse a Bastión Hueco conllevaba sus responsabilidades, y una de ellas era la lealtad a la Orden y el apoyo a sus objetivos.

Nikolai ya era consciente del precio que estaba pagando cuando aceptó la oferta de Nanashi aquel día. El trabajo era el trabajo, y como cualquier otro, comprometía a realizar tareas con las que no te sintieses a gusto.

—¡Aprendices! —bramó el Maestro—. Es hora de partir rumbo a Tierra de Partida.

Seguido de aquella orden, un portal de oscuridad se materializó en medio de la estancia, invitando a todo aquel que aceptase la misión de invadir Tierra de Partida a que lo atravesase. Los Maestros y Chihiro fueron los primeros en adentrarse sin pensárselo dos veces, y momentos más tarde, los aprendices comenzaron a movilizarse cuando ya se habían hecho a la idea.

Antes de que entrase al portal, Niko se aproximó al aprendiz fanático, Saito.

—Tienes una idea bastante peculiar de lo que es una familia —comentó, pasándose la mano por la barbilla—. Aunque las “familias” no suelen lavarles el cerebro a los demás e intentan disuadirles de sus propios ideales.

>>Eso es más propio de las sectas.

Dicho eso, giró sobre sus talones y encaró a Alec, dándole una palmada en el hombro.

—Alec, vamos —le alentó—. Quedándonos aquí plantados no conseguiremos nada.

Viniese o no su amigo, Niko caminó hacia el portal y, tras tomar una buena bocanada de aire, se adentró en la densa oscuridad que lo formaba.

Aunque si Alec decidía acompañarle, antes se permitiría formularle una duda que le estaba carcomiendo desde hace un rato.

—Por cierto, tú conoces a Chihiro, ¿verdad? —le preguntó, sabiendo que el brujo no parecía tragarla del todo—. ¿Que me puedes decir sobre ella?

***

Tierra de Partida hubiese sido en su momento un paraje digno de ver, pero lo que se encontraron los aprendices de Bastión Hueco nada más llegar al mundo del bando contrario fue un completo desastre. Desde la lejanía se podía divisar el gran castillo; con la parte superior derrumbada, que debía servir como base para la orden, y a un par de metros más abajo, localizaron una ingente cantidad de Sincorazón que se habían aglomerado en las puertas del edificio.

Por desgracia, eso era lo de menos, ya que al lado del mar negro se encontraba un problema mayor. Uno de dimensiones… titánicas.

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<Dios mío…>

Niko contempló con asombro y temor al coloso. Era el Sincorazón más grande que había visto en su vida. No había duda de que aquella criatura era la responsable de haber destruido una de las cadenas que protegían el castillo, y ahora mismo estaba intentando hacer lo mismo con la que quedaba, tirando de ella con una portentosa fuerza mientras varios gliders revoloteaban a su alrededor como si de moscas se tratasen, lanzando hechizos a diestro y siniestro que no tenían efecto alguno en el gigante.

Era cuestión de tiempo que la cadena, resquebrajada casi del todo, cediese.

—Parece que están entretenidos —se mofó con crueldad Diana—. En fin, ¿qué hacemos?

—Por ahora esperar —aconsejó Ariasu—. Todavía pueden pelear porque tienen fuerzas, pero ya irán cayendo. Poco a poco se quedarán sin magia, sus heridas serán mayores y se quedarán sin pociones ni éteres que les sane o recupere sus energías.

<Con amigos así, ¿quién necesita enemigos?>

—Eso si no surge antes la otra cara del mundo —intervino Ryota. ¿La otra “cara”? ¿Qué quería decir con eso?—. No queda tiempo.

El maestro se dirigió a los aprendices con la intención de detallarles el plan que se llevaría a cabo, pero nada más voltearse hacia ellos, un destellante fulgor, proveniente del castillo, se tragó todo lo que encontró a su paso.

Niko se cubrió los ojos con las manos, cegado por la intensa luz. Cuando pareció que el destello se había apagado por completo, abrió los párpados, vislumbrando motitas centelleantes debido al fogonazo, y una vez que su vista volvió a la normalidad, se cercioró de que todo lo que le rodeaba había cambiado.

—Pero… ¿Qué ha pasado?

Lo primero que pensó nada más ver el panorama fue que ya no se encontraban en Tierra de Partida: El cielo nocturno había sido sustituido por una densa bruma. Los jardines, montañas y el lago habían desaparecido, dejando tan solo un páramo sombrío.

¿Y el castillo? Allí seguía, pero ya no se trataba de la majestuosa edificación que se erigía en el centro del mundo. Ahora era todo lo contrario: una estructura que no tenía pies ni cabeza, con torreones desfigurados y una arquitectura de lo más siniestra.

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—El Castillo del Olvido —pronunció Ryota con el miedo reflejado en su cara.

Pero no había tiempo para las preguntas. El aterrador rugido que escucharon a sus espaldas les alertó de que el titán Sincorazón seguía allí, rodeado de las pequeñas criaturas que habían huido despavoridas por el destello de antes y se resguardaban debajo de sus pies.

—Aquí no estamos a salvo —advirtió Chihiro.

—¡No me digas, ¿en serio?! —le contesto la Maestra novata con sorna—. ¡Rápido, moveos todos! ¡Retirada! ¡Al Castillo, al Castillo!

Antes de que llegasen a hacer nada, los gliders que estaban atacando al gigante retrocedieron, pero en su trayectoria no tardaron en percatarse del pequeño grupo de expedición que había formado Bastión Hueco.

—¡¿Ryota?! —vociferó uno de ellos, quitándose el casco y revelando a un hombre de mediana edad y pelo castaño.

—¡Habéis sido vosotros! ¡Lo sabía, era todo cosa vuestra! —les acusó el que debía ser un niño por su estatura y voz.

Mal asunto. Era el peor momento para que Tierra de Partida se les echase encima, y aunque la situación se les había encrudecido al haber sido descubiertos, Ryota no pareció inmutarse, haciendo gala de esa serenidad que tanto le caracterizaba. Le dirigió la mirada a Nanashi y está asintió, entendiendo lo que le quería decir su superior.

—¡Al Castillo todos! —les ordenó a pleno volumen.

Ryota se elevó con su glider a la altura del que debía ser uno de los Maestros de Tierra de Partida y el que lideraba al resto. Tras una discusión que no se llegó a escuchar desde donde se situaban, el líder de Bastión Hueco bajo para darles las nuevas noticias:

—¡Nos abrirán las puertas! ¡Vamos!

<¿Nos van a dejar pasar?> se preguntó Niko para sus adentros. <¿Así sin más?>

—¡Señor Niko, no puede quedarse ahí parado! —La voz de Saic, el asistente virtual, reverberó desde el bolsillo en el que guardaba el móvil—. ¡Vamos!

No era el momento para pensar en ello. Tenía que marcharse de allí ahora.

—Tienes razón.

Sin cuestionar las órdenes de sus Maestros, se unió al resto de aprendices que habían iniciado la carrera hacia el tenebroso castillo. En mitad del trayecto, divisó a otro grupo de Caballeros correr en la misma dirección. Debían de ser los aprendices de Tierra de Partida que intentaban repeler el ataque de los Sincorazón.

—¡Abrid las puertas, al interior, rápido, rápido! —gritó la Maestra de rasgos animales.

—¡No ataquéis a nadie! ¡Dejadlos entrar! ¡Buscad a Ronin! ¡Buscadle!

<Entonces es verdad lo de que nos van a dejar pasar por las buenas.>

Mejor para ellos. Nikolai avanzó a toda velocidad a las puertas del castillo con el fin de atravesarlas.