Re: [Evento Global] El Esclavo del Olvido
Publicado: Vie Feb 20, 2015 8:46 pm
Bavol salió un momento del miedo en el que estaba inmerso cuando escuchó alzarse las voces de sus compañeros exclamando que aquello no había acabado, que todavía podían luchar.
Esperanza. Ellos aún tenían esperanza en que podían combatir contra un sincorazón gigante que era capaz de atacar directamente a Tierra de Partida. El pequeño también quería creer, pero no estaba seguro de que realmente hubiera una salida…
Pero entonces él habló.
—¡Preparaos para luchar! —Ronin estaba apuntando con su Llave Espada hacia el gigante sincorazón—. ¡Aprendices, os enfrentaréis a los Sincorazón que están penetrando por donde ha caído la Cadena! ¡Maestros, nos encargaremos de ese coloso!
El gitano asintió decidido en cuanto escuchó a su Maestro hablar. Había sentido miedo cuando contempló cómo los sincorazón habían conseguido invadir su hogar, el único lugar en el universo en el que pensaba que podía estar seguro. También se había sentido desmoralizado cuando se percató de que sus Maestros, las personas más fuertes que conocía, estaban tan asustados como ellos. Pero finalmente Ronin, su héroe, se había decidido a liderar la situación. Ahora estaba más convencido de que no estaba todo perdido, que podía combatir para proteger Tierra de Partida.
—¡Un momento! Tenemos que reforzar la segunda cadena como sea, ¡no podemos perder tiempo en llegar! Alguien debe quedarse y reforzarla desde la torre. Y tú… Eres el único que sabe cómo hacerlo.
—Me ocuparé de ello. ¡Kazuki! ¡Encárgate de dirigir el ataque! ¡Ganad todo el tiempo que podáis! Y que a nadie se le ocurra morir. ¡Saldremos adelante! ¡En marcha!
—¡A sus órdenes, Capitán! —exclamó Bavol esbozando una media sonrisa mientras se levantaba—. Esos sincorazón no durarán ni dos segundos.
Los demás Maestros alentaron al resto de Aprendices a combatir contra los sincorazón. Mientras tanto, Bavol se crujía los nudillos como si estuviera calentando las manos antes de empezar a conjurar hechizos.
Antes de marcharse de la Sala de Trono con sus compañeros, echó un último vistazo atrás y se dio cuenta de cómo Ronin tomaba un camino diferente al de los demás. Sintió un pequeño impulso de ir tras él para ayudarle en lo que fuera, sin embargo, algo le decía que era más útil donde estaba. Confiaba en su Maestro, seguro que él podría resolver aquella situación.
***
—¿P-pero qué es esto?
Justo a la salida del castillo los Aprendices y Maestros de Tierra de Partida se encontraron con una cantidad ingente de sincorazón dispuestos a invadir el castillo. No obstante, Bavol ya no estaba dispuesto a permitírselo.
Aunque en un principio contaron con la ayuda de los Maestros, éstos pronto les dejaron solos para que se encargaran de los enemigos menores, mientras ellos se concentraban en el líder de aquel ejército sincorazón.
—Pues a por ellos… —musitó el gitano alzando los brazos.
Las manos del pequeño comenzaron a brillar con intensidad mientras concentraba la energía suficiente para llevar a cabo el hechizo. Acto seguido, unos rayos de luz salieron disparados desde las puntas de sus dedos atravesando a algunos de sus enemigos. Si iban a luchar por el castillo, tendrían que dar lo mejor de sí.
***
Sin saber qué había ocurrido exactamente, una repentina explosión los tiró a todos contra el suelo finalizando con aquel combate. Cuando recuperó la visión, intentó levantarse lo más rápido que pudo para descubrir qué es lo que había pasado, pero se percató enseguida de que no estaba en el mismo lugar.
¿Qué le había pasado a su mundo? Ya no había rastro de la naturaleza que cubría Tierra de Partida, todo aquello había sido sustituido por oscuridad y un frío camino de piedra a sus pies. Por unos instantes llegó a pensar que finalmente habían perdido, que el castillo había caído, pero no tardó en darse cuenta de la existencia de un nuevo edificio que ocupaba el lugar donde había estado su antiguo hogar.
—¿Dónde estamos? —preguntó Bavol mirando a un lado y a otro a sus compañeros, que parecían tan confusos como él.
Un nuevo rugido les reveló que el gigante aún no había sido derrotado. Bavol se giró asustado para descubrir a qué distancia se encontraba su enemigo y, además de darse cuenta de que el ejército sincorazón no había sido derrotado, se percató de la presencia de otros individuos, de sus peores enemigos: Bastión Hueco.
—Vosotros… vosotros habéis causado esto —musitó el gitano con un evidente tono de odio en sus palabras.
Tenían que haber sido ellos. En circunstancias normales era imposible que un sincorazón pudiera entrar en Tierra de Partida, tenía que haber sido ayudado por alguien con suficiente poder y que quisiera destruirlos. Ellos encajaban a la perfección en la descripción.
Lo peor es que aún le quedaban más sorpresas desagradables por descubrir. Los Maestros se habían dirigido hacia el castillo montado en sus Glider, pero Kazuki se había retrasado con respecto a los demás. Cuando el gitano se fijó más atentamente, se dio cuenta de que estaba hablando con un miembro de Bastión Hueco. ¿Pero qué hacía hablando tan tranquilamente con esa chusma?
—¡Abrid las puertas, al interior, rápido, rápido! —exclamó Lyn junto a las puertas.
—¡No ataquéis a nadie! —ordenó Kazuki para sorpresa de Bavol—. ¡Dejadlos entrar! ¡Buscad a Ronin! ¡Buscadle!
El pequeño no podía entender qué es lo que estaba pasando exactamente aquel día: sincorazón atacando Tierra de Partida, la aparición de un nuevo castillo por arte de magia, los Maestros ayudando a Bastión Hueco… Quería una buena explicación y tenía derecho a una, sin embargo, lo primero sería salvar la vida de aquel maldito gigante.
Echó una última mirada de odio hacia los miembros de Bastión y acto seguido, se dirigió hacia el interior del castillo. Una vez dentro, esperaría a que todo el mundo entrara y después buscaría a Kazuki, o en caso de que no estuviera a cualquiera de los otros Maestros de Tierra de Partida.
—¡¿Por qué les ayudamos, Maestro?! —preguntó el gitano muy alterado mientras señalaba al bando contrario acusadoramente— ¡Ellos son nuestros enemigos!
Esperanza. Ellos aún tenían esperanza en que podían combatir contra un sincorazón gigante que era capaz de atacar directamente a Tierra de Partida. El pequeño también quería creer, pero no estaba seguro de que realmente hubiera una salida…
Pero entonces él habló.
—¡Preparaos para luchar! —Ronin estaba apuntando con su Llave Espada hacia el gigante sincorazón—. ¡Aprendices, os enfrentaréis a los Sincorazón que están penetrando por donde ha caído la Cadena! ¡Maestros, nos encargaremos de ese coloso!
El gitano asintió decidido en cuanto escuchó a su Maestro hablar. Había sentido miedo cuando contempló cómo los sincorazón habían conseguido invadir su hogar, el único lugar en el universo en el que pensaba que podía estar seguro. También se había sentido desmoralizado cuando se percató de que sus Maestros, las personas más fuertes que conocía, estaban tan asustados como ellos. Pero finalmente Ronin, su héroe, se había decidido a liderar la situación. Ahora estaba más convencido de que no estaba todo perdido, que podía combatir para proteger Tierra de Partida.
—¡Un momento! Tenemos que reforzar la segunda cadena como sea, ¡no podemos perder tiempo en llegar! Alguien debe quedarse y reforzarla desde la torre. Y tú… Eres el único que sabe cómo hacerlo.
—Me ocuparé de ello. ¡Kazuki! ¡Encárgate de dirigir el ataque! ¡Ganad todo el tiempo que podáis! Y que a nadie se le ocurra morir. ¡Saldremos adelante! ¡En marcha!
—¡A sus órdenes, Capitán! —exclamó Bavol esbozando una media sonrisa mientras se levantaba—. Esos sincorazón no durarán ni dos segundos.
Los demás Maestros alentaron al resto de Aprendices a combatir contra los sincorazón. Mientras tanto, Bavol se crujía los nudillos como si estuviera calentando las manos antes de empezar a conjurar hechizos.
Antes de marcharse de la Sala de Trono con sus compañeros, echó un último vistazo atrás y se dio cuenta de cómo Ronin tomaba un camino diferente al de los demás. Sintió un pequeño impulso de ir tras él para ayudarle en lo que fuera, sin embargo, algo le decía que era más útil donde estaba. Confiaba en su Maestro, seguro que él podría resolver aquella situación.
—¿P-pero qué es esto?
Justo a la salida del castillo los Aprendices y Maestros de Tierra de Partida se encontraron con una cantidad ingente de sincorazón dispuestos a invadir el castillo. No obstante, Bavol ya no estaba dispuesto a permitírselo.
Aunque en un principio contaron con la ayuda de los Maestros, éstos pronto les dejaron solos para que se encargaran de los enemigos menores, mientras ellos se concentraban en el líder de aquel ejército sincorazón.
—Pues a por ellos… —musitó el gitano alzando los brazos.
Las manos del pequeño comenzaron a brillar con intensidad mientras concentraba la energía suficiente para llevar a cabo el hechizo. Acto seguido, unos rayos de luz salieron disparados desde las puntas de sus dedos atravesando a algunos de sus enemigos. Si iban a luchar por el castillo, tendrían que dar lo mejor de sí.
Sin saber qué había ocurrido exactamente, una repentina explosión los tiró a todos contra el suelo finalizando con aquel combate. Cuando recuperó la visión, intentó levantarse lo más rápido que pudo para descubrir qué es lo que había pasado, pero se percató enseguida de que no estaba en el mismo lugar.
¿Qué le había pasado a su mundo? Ya no había rastro de la naturaleza que cubría Tierra de Partida, todo aquello había sido sustituido por oscuridad y un frío camino de piedra a sus pies. Por unos instantes llegó a pensar que finalmente habían perdido, que el castillo había caído, pero no tardó en darse cuenta de la existencia de un nuevo edificio que ocupaba el lugar donde había estado su antiguo hogar.
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—¿Dónde estamos? —preguntó Bavol mirando a un lado y a otro a sus compañeros, que parecían tan confusos como él.
Un nuevo rugido les reveló que el gigante aún no había sido derrotado. Bavol se giró asustado para descubrir a qué distancia se encontraba su enemigo y, además de darse cuenta de que el ejército sincorazón no había sido derrotado, se percató de la presencia de otros individuos, de sus peores enemigos: Bastión Hueco.
—Vosotros… vosotros habéis causado esto —musitó el gitano con un evidente tono de odio en sus palabras.
Tenían que haber sido ellos. En circunstancias normales era imposible que un sincorazón pudiera entrar en Tierra de Partida, tenía que haber sido ayudado por alguien con suficiente poder y que quisiera destruirlos. Ellos encajaban a la perfección en la descripción.
Lo peor es que aún le quedaban más sorpresas desagradables por descubrir. Los Maestros se habían dirigido hacia el castillo montado en sus Glider, pero Kazuki se había retrasado con respecto a los demás. Cuando el gitano se fijó más atentamente, se dio cuenta de que estaba hablando con un miembro de Bastión Hueco. ¿Pero qué hacía hablando tan tranquilamente con esa chusma?
—¡Abrid las puertas, al interior, rápido, rápido! —exclamó Lyn junto a las puertas.
—¡No ataquéis a nadie! —ordenó Kazuki para sorpresa de Bavol—. ¡Dejadlos entrar! ¡Buscad a Ronin! ¡Buscadle!
El pequeño no podía entender qué es lo que estaba pasando exactamente aquel día: sincorazón atacando Tierra de Partida, la aparición de un nuevo castillo por arte de magia, los Maestros ayudando a Bastión Hueco… Quería una buena explicación y tenía derecho a una, sin embargo, lo primero sería salvar la vida de aquel maldito gigante.
Echó una última mirada de odio hacia los miembros de Bastión y acto seguido, se dirigió hacia el interior del castillo. Una vez dentro, esperaría a que todo el mundo entrara y después buscaría a Kazuki, o en caso de que no estuviera a cualquiera de los otros Maestros de Tierra de Partida.
—¡¿Por qué les ayudamos, Maestro?! —preguntó el gitano muy alterado mientras señalaba al bando contrario acusadoramente— ¡Ellos son nuestros enemigos!