Re: [Evento Global] El Esclavo del Olvido
Publicado: Dom Feb 22, 2015 1:01 am
Varios aprendices alzaron la voz para animarles a todos a luchar. Hana no se unió a ellos, porque entendía que eran los locos que creían que tenían oportunidad contra aquella monstruosidad (se sorprendió de que Malik se hallara entre ellos, le tenía por alguien cuerdo). Además, esperaba la intervención del auténtico líder allí.
Ronin. Puede que en los últimos tiempos hubiese discrepado y odiado algunas de sus acciones, pero en todo barco había un indiscutible capitán y ese era él. Hana estaba dispuesta a luchar por proteger Tierra de Partida; sin embargo, debía hacerlo bajo sus órdenes si quería seguir considerándose supremo Maestro.
Finalmente, reaccionó y dio la orden:
—¡Preparaos para luchar! ¡Aprendices, os enfrentaréis a los Sincorazón que están penetrando por donde ha caído la Cadena! ¡Maestros, nos encargaremos de ese coloso! ―Hana suspiró. Cierto, ellos eran aprendices y de los problemas se encargaban otros.
—¡Un momento!—intervino Lyn. La aprendiza temió por un momento que mostrara su lado más perverso de los entrenamientos y los convocara contra la criatura—. Tenemos que reforzar la segunda cadena como sea, ¡no podemos perder tiempo en llegar! Alguien debe quedarse y reforzarla desde la torre. Y tú… Eres el único que sabe cómo hacerlo.
—Me ocuparé de ello. ¡Kazuki! —rugió, sobresaltando a la Maestra—. ¡Encárgate de dirigir el ataque! ¡Ganad todo el tiempo que podáis! —Genial, iban a luchar sin el más fuerte. ¡Alguien tenía que comprar las flores!―. Y que a nadie se le ocurra morir. ¡Saldremos adelante! ¡En marcha! ―añadió, como si hubiese leído los agrios pensamientos de Hana. A la chica solo se le ocurrían comentarios mordaces para contrarrestar la horrorosa realidad.
—¡Aquellos que no estén dispuestos a perder su hogar avanzad! ¡Vamos, moved el culo! ¡Reuníos en el vestíbulo y organizaos a los pies de la cadena partida! ¡No dejéis que entren!
—¡Luchad codo con codo! ¡Nada de hacerse los valientes! ¡Lo importante es evitar que avancen! —se le unió Kazuki.
Hana no necesitó ni los últimos gritos. Ya estaba en marcha en la dirección que les habían indicado, convocando la Llave en cuanto se abalanzó sobre el primero de los sincorazón. El combate la despertó por completo y enseguida se vio inmersa en una de las cosas que mejor sabía hacer: luchar. Aquello sí tenía sentido. Rodeada de sincorazón se sentía más viva que nunca, activa y con una meta clara. Otros se encargarían de ese rollo de las cadenas y las barreras.
Luchó principalmente con la Llave, porque necesitaba descargar la frustración sobre aquellas “inocentes” criaturillas. Lanzó hechizos solo cuando se vio rodeada, principalmente de Aquia y Géiser, aprovechando su afinidad. Por miedo a herir a los demás, no usó las burbujas. Ya tendrían suficientes bajas sin su ayuda.
Estaba en el fragor de la batalla cuando una inmensa luz lo inundó todo. La explosión que vino de esta le hizo caer al suelo, a ella y a todos los demás a su alrededor. Hana creyó por un momento que todo había acabado. Ya fuera porque estaban a punto de morir o porque la dichosa luz volatilizaría a los sincorazón, la lucha había llegado a su fin.
Nada más lejos de la realidad. Cuando abrió los ojos, se encontró de frente un castillo, uno diferente al que estaba tan acostumbrada. Diablos, ¡ni el paisaje era el mismo! Oscuro y tenebroso. Y, por si fuera poco, los sincorazón seguían allí.
¿Habían perdido? ¿Dónde estaba su hogar?
Perdió las ganas de luchar. Y junto a ella, el resto. Los Maestros se batieron en retirada y fue entonces cuando descubrieron a varios miembros (muchos, de hecho) de Bastión Hueco cerca de donde se encontraban. Hana apenas siguió los acontecimientos siguientes (¡ni siquiera se percató de la presencia de Chihiro!), en los que se reunían Maestros de ambos bandos y acordaban una especie de tregua temporal, ordenándoles la retirada al castillo. Nunca le había importado el politiqueo ni las redecillas entre bandos. Iba a limitarse a obedecer.
Estaba anímicamente destrozada. El castillo al que regresaban no era suyo. No era de nadie. Ni siquiera sabía qué hacía regresando a él. Habían perdido y debían aceptarlo. Lo mejor habría sido dejarles ese castillo desconocido y marcharse a buscar uno nuevo.
En su mente surgió la idea de que ella aún estaba a tiempo. Podía elevarse con el glider y marcharse de allí, huir lo más lejos que pudiera y fingir que nada de aquello había pasado. No habría fallado a nadie, no habría sido derrotada por nadie. No obstante, a pesar de la tentación, siguió corriendo y entró tras los demás.
Quizá en otro momento.
Encontró otro motivo más para quedarse cuando, ayudando a abrir las puertas y entrando tras los demás, se quedó estupefacta al ver por primera vez a Chihiro entre la gente de Bastión Hueco.
―¿Malik? ―balbuceó, apenas audiblemente, al darse cuenta de que el aprendiz se hallaba cerca―. Dame una torta y despiértame. Dime que no estamos a punto de dejar pasar a esa bruja.
¿¡En qué estaban pensando los Maestros!? ¡Había reducido a cenizas una ciudad pacífica delante de sus propias narices, casi por puro capricho! No podían permitirle el paso a su castillo, por mucho que ya no fuera suyo. No, de ninguna manera. Si Ronin se había perdido, más valía que dieran rápido con él para que la echara de una patada. Hana se ofrecería desinteresadamente a soltarla maniatada con una piedra en el lago… el que ya ni se divisaba.
¿Qué hacía allí? ¿Y en Bastión Hueco? ¿Acaso era una Maestra de allí? Nunca se lo había planteado, ni había mostrado la Llave Espada pero… todo podía ser. Lo dudaba porque Ronin nunca se había referido a ella como tal, sino que la había descrito como una fugitiva (¿y no eran todos ellos traidores/fugitivos?). En cualquier caso, ¿qué pintaba ella en aquella historia?
Poner de relieve sus crímenes sería inútil. Todo el mundo tenía otras cosas en las que pensar, como que el castillo en el que habían vivido había sido sustituido por una copia deforme, para tener en cuenta crímenes pasados de una de las refugiadas. Hana decidió dejarlo pasar, sin quitarle el ojo de encima. Ya encontrarían un lugar para ella (no se quitaba la idea del fondo del lago) cuando Ronin volviera.
Ronin. Puede que en los últimos tiempos hubiese discrepado y odiado algunas de sus acciones, pero en todo barco había un indiscutible capitán y ese era él. Hana estaba dispuesta a luchar por proteger Tierra de Partida; sin embargo, debía hacerlo bajo sus órdenes si quería seguir considerándose supremo Maestro.
Finalmente, reaccionó y dio la orden:
—¡Preparaos para luchar! ¡Aprendices, os enfrentaréis a los Sincorazón que están penetrando por donde ha caído la Cadena! ¡Maestros, nos encargaremos de ese coloso! ―Hana suspiró. Cierto, ellos eran aprendices y de los problemas se encargaban otros.
—¡Un momento!—intervino Lyn. La aprendiza temió por un momento que mostrara su lado más perverso de los entrenamientos y los convocara contra la criatura—. Tenemos que reforzar la segunda cadena como sea, ¡no podemos perder tiempo en llegar! Alguien debe quedarse y reforzarla desde la torre. Y tú… Eres el único que sabe cómo hacerlo.
—Me ocuparé de ello. ¡Kazuki! —rugió, sobresaltando a la Maestra—. ¡Encárgate de dirigir el ataque! ¡Ganad todo el tiempo que podáis! —Genial, iban a luchar sin el más fuerte. ¡Alguien tenía que comprar las flores!―. Y que a nadie se le ocurra morir. ¡Saldremos adelante! ¡En marcha! ―añadió, como si hubiese leído los agrios pensamientos de Hana. A la chica solo se le ocurrían comentarios mordaces para contrarrestar la horrorosa realidad.
—¡Aquellos que no estén dispuestos a perder su hogar avanzad! ¡Vamos, moved el culo! ¡Reuníos en el vestíbulo y organizaos a los pies de la cadena partida! ¡No dejéis que entren!
—¡Luchad codo con codo! ¡Nada de hacerse los valientes! ¡Lo importante es evitar que avancen! —se le unió Kazuki.
Hana no necesitó ni los últimos gritos. Ya estaba en marcha en la dirección que les habían indicado, convocando la Llave en cuanto se abalanzó sobre el primero de los sincorazón. El combate la despertó por completo y enseguida se vio inmersa en una de las cosas que mejor sabía hacer: luchar. Aquello sí tenía sentido. Rodeada de sincorazón se sentía más viva que nunca, activa y con una meta clara. Otros se encargarían de ese rollo de las cadenas y las barreras.
Luchó principalmente con la Llave, porque necesitaba descargar la frustración sobre aquellas “inocentes” criaturillas. Lanzó hechizos solo cuando se vio rodeada, principalmente de Aquia y Géiser, aprovechando su afinidad. Por miedo a herir a los demás, no usó las burbujas. Ya tendrían suficientes bajas sin su ayuda.
Estaba en el fragor de la batalla cuando una inmensa luz lo inundó todo. La explosión que vino de esta le hizo caer al suelo, a ella y a todos los demás a su alrededor. Hana creyó por un momento que todo había acabado. Ya fuera porque estaban a punto de morir o porque la dichosa luz volatilizaría a los sincorazón, la lucha había llegado a su fin.
Nada más lejos de la realidad. Cuando abrió los ojos, se encontró de frente un castillo, uno diferente al que estaba tan acostumbrada. Diablos, ¡ni el paisaje era el mismo! Oscuro y tenebroso. Y, por si fuera poco, los sincorazón seguían allí.
¿Habían perdido? ¿Dónde estaba su hogar?
Perdió las ganas de luchar. Y junto a ella, el resto. Los Maestros se batieron en retirada y fue entonces cuando descubrieron a varios miembros (muchos, de hecho) de Bastión Hueco cerca de donde se encontraban. Hana apenas siguió los acontecimientos siguientes (¡ni siquiera se percató de la presencia de Chihiro!), en los que se reunían Maestros de ambos bandos y acordaban una especie de tregua temporal, ordenándoles la retirada al castillo. Nunca le había importado el politiqueo ni las redecillas entre bandos. Iba a limitarse a obedecer.
Estaba anímicamente destrozada. El castillo al que regresaban no era suyo. No era de nadie. Ni siquiera sabía qué hacía regresando a él. Habían perdido y debían aceptarlo. Lo mejor habría sido dejarles ese castillo desconocido y marcharse a buscar uno nuevo.
En su mente surgió la idea de que ella aún estaba a tiempo. Podía elevarse con el glider y marcharse de allí, huir lo más lejos que pudiera y fingir que nada de aquello había pasado. No habría fallado a nadie, no habría sido derrotada por nadie. No obstante, a pesar de la tentación, siguió corriendo y entró tras los demás.
Quizá en otro momento.
Encontró otro motivo más para quedarse cuando, ayudando a abrir las puertas y entrando tras los demás, se quedó estupefacta al ver por primera vez a Chihiro entre la gente de Bastión Hueco.
―¿Malik? ―balbuceó, apenas audiblemente, al darse cuenta de que el aprendiz se hallaba cerca―. Dame una torta y despiértame. Dime que no estamos a punto de dejar pasar a esa bruja.
¿¡En qué estaban pensando los Maestros!? ¡Había reducido a cenizas una ciudad pacífica delante de sus propias narices, casi por puro capricho! No podían permitirle el paso a su castillo, por mucho que ya no fuera suyo. No, de ninguna manera. Si Ronin se había perdido, más valía que dieran rápido con él para que la echara de una patada. Hana se ofrecería desinteresadamente a soltarla maniatada con una piedra en el lago… el que ya ni se divisaba.
¿Qué hacía allí? ¿Y en Bastión Hueco? ¿Acaso era una Maestra de allí? Nunca se lo había planteado, ni había mostrado la Llave Espada pero… todo podía ser. Lo dudaba porque Ronin nunca se había referido a ella como tal, sino que la había descrito como una fugitiva (¿y no eran todos ellos traidores/fugitivos?). En cualquier caso, ¿qué pintaba ella en aquella historia?
Poner de relieve sus crímenes sería inútil. Todo el mundo tenía otras cosas en las que pensar, como que el castillo en el que habían vivido había sido sustituido por una copia deforme, para tener en cuenta crímenes pasados de una de las refugiadas. Hana decidió dejarlo pasar, sin quitarle el ojo de encima. Ya encontrarían un lugar para ella (no se quitaba la idea del fondo del lago) cuando Ronin volviera.