Re: [Evento Global] El Esclavo del Olvido
Publicado: Dom Sep 27, 2015 10:59 pm
—¿Puedes volver a llevarla, por favor? —me pidió Kazuki tras que hubiésemos eliminado al Sincorazón.
—Sin problemas, Maestro, yo me encargo.
* * *
Junto a los dos aprendices que se nos habían unido por el camino y que cargaban con el Fragmento de la Llave Espada, conseguimos alcanzar finalmente el vestíbulo en donde se encontraban todos los Maestros y aprendices que habían intentado mantener a los Sincorazón fuera del lugar.
Ninguno presentaba un buen estado, estaban cansados al límite de sus fuerzas y aun debían seguir luchando con hordas de aquellos monstruos que insistían en avanzar por el Castillo del Olvido. Me fijé en la falta de varios Maestros, pero me imaginé que estarían guiando al resto de grupos. Salvo uno… ¿no había mencionado el Guía a Yami? ¿Donde se encontraba esta entonces?
Ladeé la cabeza y me centré en lo que importaba, ayudar a los Maestros en el combate contra los Sincorazón. Me giré hacia los dos aprendices que sostenían la Llave Espada aun cargando a Chihiro.
—No sé cómo puede ser esa Llave Espada de peligrosa, pero es mejor que os quedéis atrás protegiéndola de los Sincorazón —les dije acercándome a una pared y depositando con cuidado a la mujer en el suelo que su espalda se apoyara en esta — ¿Podéis también cuidarla? Es importante para el Maestro Kazuki, os lo agradecería mucho.
Tras eso corrí hacia los Maestros junto a Ilana desenvainando mi espada. Me coloqué al lado de Ariasu para apoyarla con mis hechizos y si los Sincorazón se acercaban mucho, con una estocada. Ilana ayudó también, usando su invisibilidad para intentar pasar algo más desapercibida entre los Sincorazón, la gatita saltaba contra ellos dispuesta a morderlos y clavarles sus afiladas garras hasta hacerlos desaparecer.
Aquello no acababa y llegado a un punto me vi obligado a hacer uso de un Éter para recuperar fuerzas. Justo a tiempo, ya que en esos instantes todo el vestíbulo tembló y desde la ya desaparecida puerta de la entrada pudimos ver el rostro del Coloso. Este nos observaba con uno de sus dorados ojos haciendo que me estremeciera, pero no impidiéndome seguir luchando.
—¡Ilana a tu izquierda! —alerté a la felina que saltó a tiempo para esquivar a una Neosombra que fue eliminada poco después por alguno de los presentes.
Por el rabillo del ojo pude ver como el Maestro Kazuki y Ryota se adelantaban al resto del grupo con la intención de llegar hasta el Sincorazón gigante. La marea negra de monstruos se lanzó a por ellos en cuanto abandonaron la protección que les ofrecía la barrera y empezaron a luchar uno al lado del otro contra ella con tal de avanzar.
—Ariasu —llamé a la mujer que se encontraba a mi lado —. Tenemos que apoyarles, lance sus hechizos a los Sincorazón, les abriremos paso hasta el Coloso —le pedí apuntando con la mano a los monstruos y cargando un hechizo Piro en ella —. ¡Ilana, protege al Maestro!
Con un poco de nuestra ayuda y el hecho de que el Coloso estaba aplastando a sus propias tropas, los dos Maestros llegaron hasta a él y empezaron a arremeter con fuerza con tal de destrozarle el brazo al enorme monstruo. Tras una potente combinación de sus hechizos, consiguieron que el Sincorazón gigante se sacudiera de dolor y comenzara su contraataque.
Tuve que llamar a Ilana rápidamente cuando el Coloso barrió el suelo y liberó un centenar de cascotes de piedra que podrían aplastarla. Espada en mano, me adelanté un poco a la barrera para coger a Ilana y cuando lo hice me encontré con una imagen que hubiera deseado no ver nunca: Kazuki había intentado defenderse del ataque del monstruo con una barrera, pero el cansancio y la falta de energías acabaron por impedirle mantenerla y una de las rocas lo alcanzó en la cabeza.
Me llamo Kazuki, soy un... simple viajero. Eh... ¿Puedo saber tu nombre?
Me llamo Alec, Alec Ocus, encantado de conocerte Kazuki
Ilana se escapó de entre mis brazos y eliminó a una Sombra que se me había acercado demasiado. El tiempo se paró a mí alrededor mientras veía como el cuerpo de mi Maestro caía al suelo formando un charco de sangre en él. Pequeñas volutas de luz lo rodearon permitiéndonos ver sus ojos vacios y faltos de vida. Las piernas me fallaban incapaces de sostenerme y el corazón me latía a gran velocidad mientras observaba como mi Maestro desaparecía.
Dime... ¿Te gustaría vivir eh... aventuras? Hacer tu vida más... ¿emocionante?
Algo frío y húmedo pasó por mi rostro, una sensación que hacía años que no había sentido. Mi visión se volvió borrosa debido a las lágrimas que empezaban a formarse en mis ojos deslizándose por mis mejillas sin que pudiera detenerlas. Los gritos de horror del resto de Maestros y aprendices llegaron a mis oídos, pero era incapaz de entenderlos, no podía salir del estupor que me causaba aquella imagen.
Majestad... Creo que eh... Deberíamos hablar del tema que nos trae aquí. Esto... El tiempo es oro.
¡Dichoso lo que ve mi ojo! ¿Tú con prisa por algo que no sea ir a dormir o a estudiar esos libros raros de magia y paradojas temporales hasta las tantas de la madrugada? Chicos, no olvidéis esto. Es un momento histórico.
¿Lo apunto en la misma hoja en donde voy apuntando sus errores, Maestro?
Alargué el brazo de forma inconsciente, como intentando llegar hasta el hechicero y salvarlo de alguna forma.
—¿Ma… Maestro? —conseguí pronunciar en aquel estado, palabras totalmente silenciadas por los gritos de la batalla y el alarido de Chihiro.
Y en el momento en que ya solo quedaba una Llave Espada sobre el lugar en donde había estado Kazuki, en la que pude escuchar el frío acero chocando contra el blanquecino suelo del Castillo del Olvido, estallé.
—¡MAESTRO! —grité con todas mis fuerzas intentando hacerme escuchar por encima del bullicio que era aquella batalla.
Ilana maulló con fuerza acompañándome en aquel grito y no dudó en saltar contra el primer Sincorazón que pudo con la intención de arrancarle la cabeza a base de mordiscos y zarpazos. La había invadido la ira, la misma que yo le estaba transmitiendo.
¡Guía a los novatos, Caleb!
Con un nuevo grito me lancé contra los Sincorazón cortando con mi espada a los más débiles y usando un hechizo Piro contra uno fuerte o una Sota de Corazones contra un grupo de ellos. Sabia en que me estaba metiendo y me importaba ya un rábano, Kazuki se había ido, nunca más podría volver a ser su aprendiz, ni a tener que corregirle mil y una vez mi nombre porque era incapaz de recordarlo. Todo había terminado y ahora yo iba a acabar con la existencia de aquellos jodidos monstruos.
Junto con Ilana intenté avanzar entre la marea de Sincorazón usando mis hechizos. Llegado un momento hice desaparecer mi espada para poder lanzar mis magias más fácilmente. Intentaría hacer todo lo posible para alcanzar la Llave Espada del Maestro, lo único que quedaba de él y que no dejaría que ese Coloso destruyera.
Todos comenzamos con gran potencial… Y en lo que nos convirtamos es, eh, algo que depende de nosotros… Y de nadie más. Somos los únicos responsables de nuestras acciones.
Me sequé las lágrimas con el brazo sin dejar de correr o atacar a cualquier Sincorazón que se me acercara. En cuanto consiguiera llegar hasta la Monocromo, la recogería con una mano y la pegaría contra mi pecho protegiéndola con mi vida. Era lo último que quedaba de Kazuki y haría todo lo posible para impedir que lo destruyeran.
—Sin problemas, Maestro, yo me encargo.
Junto a los dos aprendices que se nos habían unido por el camino y que cargaban con el Fragmento de la Llave Espada, conseguimos alcanzar finalmente el vestíbulo en donde se encontraban todos los Maestros y aprendices que habían intentado mantener a los Sincorazón fuera del lugar.
Ninguno presentaba un buen estado, estaban cansados al límite de sus fuerzas y aun debían seguir luchando con hordas de aquellos monstruos que insistían en avanzar por el Castillo del Olvido. Me fijé en la falta de varios Maestros, pero me imaginé que estarían guiando al resto de grupos. Salvo uno… ¿no había mencionado el Guía a Yami? ¿Donde se encontraba esta entonces?
Ladeé la cabeza y me centré en lo que importaba, ayudar a los Maestros en el combate contra los Sincorazón. Me giré hacia los dos aprendices que sostenían la Llave Espada aun cargando a Chihiro.
—No sé cómo puede ser esa Llave Espada de peligrosa, pero es mejor que os quedéis atrás protegiéndola de los Sincorazón —les dije acercándome a una pared y depositando con cuidado a la mujer en el suelo que su espalda se apoyara en esta — ¿Podéis también cuidarla? Es importante para el Maestro Kazuki, os lo agradecería mucho.
Tras eso corrí hacia los Maestros junto a Ilana desenvainando mi espada. Me coloqué al lado de Ariasu para apoyarla con mis hechizos y si los Sincorazón se acercaban mucho, con una estocada. Ilana ayudó también, usando su invisibilidad para intentar pasar algo más desapercibida entre los Sincorazón, la gatita saltaba contra ellos dispuesta a morderlos y clavarles sus afiladas garras hasta hacerlos desaparecer.
Aquello no acababa y llegado a un punto me vi obligado a hacer uso de un Éter para recuperar fuerzas. Justo a tiempo, ya que en esos instantes todo el vestíbulo tembló y desde la ya desaparecida puerta de la entrada pudimos ver el rostro del Coloso. Este nos observaba con uno de sus dorados ojos haciendo que me estremeciera, pero no impidiéndome seguir luchando.
—¡Ilana a tu izquierda! —alerté a la felina que saltó a tiempo para esquivar a una Neosombra que fue eliminada poco después por alguno de los presentes.
Por el rabillo del ojo pude ver como el Maestro Kazuki y Ryota se adelantaban al resto del grupo con la intención de llegar hasta el Sincorazón gigante. La marea negra de monstruos se lanzó a por ellos en cuanto abandonaron la protección que les ofrecía la barrera y empezaron a luchar uno al lado del otro contra ella con tal de avanzar.
—Ariasu —llamé a la mujer que se encontraba a mi lado —. Tenemos que apoyarles, lance sus hechizos a los Sincorazón, les abriremos paso hasta el Coloso —le pedí apuntando con la mano a los monstruos y cargando un hechizo Piro en ella —. ¡Ilana, protege al Maestro!
Con un poco de nuestra ayuda y el hecho de que el Coloso estaba aplastando a sus propias tropas, los dos Maestros llegaron hasta a él y empezaron a arremeter con fuerza con tal de destrozarle el brazo al enorme monstruo. Tras una potente combinación de sus hechizos, consiguieron que el Sincorazón gigante se sacudiera de dolor y comenzara su contraataque.
Tuve que llamar a Ilana rápidamente cuando el Coloso barrió el suelo y liberó un centenar de cascotes de piedra que podrían aplastarla. Espada en mano, me adelanté un poco a la barrera para coger a Ilana y cuando lo hice me encontré con una imagen que hubiera deseado no ver nunca: Kazuki había intentado defenderse del ataque del monstruo con una barrera, pero el cansancio y la falta de energías acabaron por impedirle mantenerla y una de las rocas lo alcanzó en la cabeza.
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Me llamo Alec, Alec Ocus, encantado de conocerte Kazuki
Ilana se escapó de entre mis brazos y eliminó a una Sombra que se me había acercado demasiado. El tiempo se paró a mí alrededor mientras veía como el cuerpo de mi Maestro caía al suelo formando un charco de sangre en él. Pequeñas volutas de luz lo rodearon permitiéndonos ver sus ojos vacios y faltos de vida. Las piernas me fallaban incapaces de sostenerme y el corazón me latía a gran velocidad mientras observaba como mi Maestro desaparecía.
Algo frío y húmedo pasó por mi rostro, una sensación que hacía años que no había sentido. Mi visión se volvió borrosa debido a las lágrimas que empezaban a formarse en mis ojos deslizándose por mis mejillas sin que pudiera detenerlas. Los gritos de horror del resto de Maestros y aprendices llegaron a mis oídos, pero era incapaz de entenderlos, no podía salir del estupor que me causaba aquella imagen.
¡Dichoso lo que ve mi ojo! ¿Tú con prisa por algo que no sea ir a dormir o a estudiar esos libros raros de magia y paradojas temporales hasta las tantas de la madrugada? Chicos, no olvidéis esto. Es un momento histórico.
¿Lo apunto en la misma hoja en donde voy apuntando sus errores, Maestro?
Alargué el brazo de forma inconsciente, como intentando llegar hasta el hechicero y salvarlo de alguna forma.
—¿Ma… Maestro? —conseguí pronunciar en aquel estado, palabras totalmente silenciadas por los gritos de la batalla y el alarido de Chihiro.
Y en el momento en que ya solo quedaba una Llave Espada sobre el lugar en donde había estado Kazuki, en la que pude escuchar el frío acero chocando contra el blanquecino suelo del Castillo del Olvido, estallé.
—¡MAESTRO! —grité con todas mis fuerzas intentando hacerme escuchar por encima del bullicio que era aquella batalla.
Ilana maulló con fuerza acompañándome en aquel grito y no dudó en saltar contra el primer Sincorazón que pudo con la intención de arrancarle la cabeza a base de mordiscos y zarpazos. La había invadido la ira, la misma que yo le estaba transmitiendo.
Con un nuevo grito me lancé contra los Sincorazón cortando con mi espada a los más débiles y usando un hechizo Piro contra uno fuerte o una Sota de Corazones contra un grupo de ellos. Sabia en que me estaba metiendo y me importaba ya un rábano, Kazuki se había ido, nunca más podría volver a ser su aprendiz, ni a tener que corregirle mil y una vez mi nombre porque era incapaz de recordarlo. Todo había terminado y ahora yo iba a acabar con la existencia de aquellos jodidos monstruos.
Junto con Ilana intenté avanzar entre la marea de Sincorazón usando mis hechizos. Llegado un momento hice desaparecer mi espada para poder lanzar mis magias más fácilmente. Intentaría hacer todo lo posible para alcanzar la Llave Espada del Maestro, lo único que quedaba de él y que no dejaría que ese Coloso destruyera.
Me sequé las lágrimas con el brazo sin dejar de correr o atacar a cualquier Sincorazón que se me acercara. En cuanto consiguiera llegar hasta la Monocromo, la recogería con una mano y la pegaría contra mi pecho protegiéndola con mi vida. Era lo último que quedaba de Kazuki y haría todo lo posible para impedir que lo destruyeran.
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