[Evento Global] Ruta de los Perdidos

por **Sombra** » Mar Ago 25, 2015 1:04 am

Aquellos con sangre pura creen tener el derecho para gobernar, que todo es un juego. Pero esa no tiene por qué ser la verdad.

La verdad puede estar escondida, protegida por un guardián, o tal vez donde Los Perdidos aguardan ser despertados una vez más.

La Luz debe adelantarse y mover ficha, antes de que los errores que se han cometido en el pasado arrasen el presente futuro. Un futuro, donde por fin los Portadores puedan cumplir la Gran misión que les fue encomendada...

Los huecos se rellenaron a medida que los aprendices iban hablando. Las palabras brillaban con un tono dorado y cuando la última palabra apareció en donde tenía que estar una nueva línea, que parecía haber estado oculta apareció.

... Todos están bien.

-Neizan

Aquella extraña línea se que parecía no pegar ni con cola allí se desvaneció sin más junto a todo el texto anterior, y un portal de oscuridad se abrió en medio del arco. Era la salida. Los aprendices notarían que al otro lado una maldad sin igual aguardaba por ellos. Aaron.

Sin embargo, no tenían tiempo de retroceder, era imposible hacerlo. El enfrentamiento final estaba por empezar, todo el cansancio que notaban se había desvanecido y sus heridas estaban sanadas como por arte de magia. Alguno de ellos, entre las sombras del túnel de oscuridad que desembocaría en el lugar donde se llevaría la batalla, reconocería al Guía. ¿Tal vez él era quien les había sanado? Quizás no era tan malo al fin de cuentas.

***

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Los aprendices aparecieron en un campo de hierba pocas horas antes del amanecer. Las siniestras siluetas de los estandartes de alguna guerra desconocida se reflejaban gracias a la luz de la luna, y el viento agitaba las banderas de algún reino desconocido del que poco importaba su identidad. Miles de espadas yacían clavadas en el suelo de una manera caótica junto a los cuerpos sin vida de personas enfundadas en armaduras medievales. Algún que otro fuego consumía carros y telas a lo lejos... Y en el centro de aquel caos estaba él: Aaron.

Awyr y Rayim yacían en el suelo, mientras se volatilizaban lentamente en chispas luminiscentes que flotaban en el aire hasta consumirse. Sus cuerpos se descomponían de una manera grotesca que casi hacía que fuesen irreconocibles para ellos. Era horrible, ya no había forma de salvarlos.

―Este lugar es un escenario cualquiera de cualquier mundo que veáis ―empezó a hablar Aaron mientras contemplaba a los dos que se habían enfrentado a él y habían muerto en el proceso. Tal vez si alguien les hubiese ayudado, si hubiese ido por la brecha pudiese haberlos utilizado de aliados y mantenerlos con vida un poco más... Pero no había sido ese el caso―. Guerras, hambre, muerte... Todo ello provocado por la egoísta naturaleza humana. Somos seres crueles por naturaleza, lo único por lo que la gente trata de ser "buena" es por el miedo a la muerte, a las leyes, a que alguien quiera vengarse. Una tontería.

Los ojos dorados de Aaron se clavaron como un puñal en Hiro. El aprendiz sintió como si su interior se revolviese con cientos de recuerdos desagradables de su vida, como si toda la negatividad que hubiese sentido a lo largo de su existencia despertasen, incluyendo traumas infantiles, pesadillas... Todo eso con una simple mirada. Era complicado saber cómo lo hacía, pero lo cierto era que su presencia podía infundir verdadero Miedo en cualquiera..

―La oscuridad es el inicio de todo. Todo nace de la oscuridad y todo vuelve a ella: Los corazones, los mundos... El universo entero debe rendirse a la oscuridad para un nuevo renacer, uno hermoso y puro.

Una sonrisa macabra se dibujó en su rostro y abrió los ojos hasta parecer que se iban a salir de sus órbitas mientras ponía sus brazos en forma de cruz.

―Todos los portadores del universo estáis reunidos en Tierra de Partida, si este mundo cae, vosotros lo haréis con él... Ya nada impedirá que las fuerzas oscuras destruyan todo. ¿No lo véis? Esta guerra fue una conspiración, algo que fue maquinado a la sombra por vuestros verdaderos enemigos para que estuviéseis lo suficientemente entretenidos como para que no notáseis como los hilos se iban tejiendo... Para atraparos como si fuéseis presas de una araña. Tiene gracia, el único que se dio cuenta de que todo era un espectáculo no abrió la boca, ni siquiera para detener las muertes de sus aprendices... Este Kazuki... Tan egoista...

―¿Kazuki?

―Oh, ¿no os dijo nada el Guía? Boca mala ―rió―. Kazuki, ese gran samaritano y bobalicón Maestro es más traidor que Ryota incluso. Él permitió que se iniciase la guerra, él es el culpable de ella, no Ronin. Vosotros habéis traído al origen de la guerra con vosotros.

Nanashi se puso pálida como un fantasma. Si Aaron estaba tratando de hacer algún ataque psicológico parecía haber funcionado.

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Repentinamente, el escenario cambió a otro que parecía estar en medio del intersticio de los mundos, todo estaba hecho de cristal oscuro y había grandes diamantes con peligrosos pinchos. Al fondo, justo al borde de aquel lugar (que acababa en un abismo infinito) había un trono blanco donde Aaron estaba sentado portando su llave espada. Una sonrisa socarrona estaba dibujada en su rostro a pesar de que varias heridas verdaderamente graves estaban presentes.

El joven se levantó de su trono y se dirigió a Saito.

―Dime. ¿Es tu corazón lo suficientemente fuerte como para resistir a la oscuridad o cederás a ella una vez más?

De pronto, el aprendiz notó como lentamente perdía el control de su cuerpo mientras "algo" en su interior trataba de despertar para tomar el control. La oscuridad trataba de revelarse contra su dueño. ¿Podría el aprendiz mantenerla a ralla?

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Tras eso, pasó por al lado de Simbad como una sombra. Si trataban de golpearlo no lo lograrían, era como si su cuerpo no fuese material en aquel momento.

―¿Tratarás de engañarte a ti mismo diciendo que la luz es justicia? ¿Qué clase de justicia permite la desigualdad que sufre tu pueblo? Los gitanos sois un pueblo débil, de esos que son devorados por los más poderosos. ¿No preferirías un mundo donde fuese el blanco el que fuese el débil? Si el universo se crea de cero otra vez... Eso sería posible

>>¿Por qué no os unís a mí? Erradicar la oscuridad es imposible, la misión de Tierra de Partida es inútil. La de Bastión Hueco es posible, ¿pero mantener la balanza? ¿Eso acaso soluciona el problema? ¡Lo único que conseguiría eso es NADA! ¿Verdad Nanashi? ¿Mantener un frágil equilibrio no es solo ser conservador? Ahora que los sincorazón se pasean por los mundos la balanza está bastante igualada. No son un verdadero problema siempre que nadie se ponga a juguetear con ellos ya que suelen aparecer solo cuando los Portadores están cerca o cuando alguien les controla.

La Dama de Hierro, que había permaneció en silencio con la llave espada en ristre a pesar de que parecía querer echarse a llorar se limitó a mantener su posición expectante a cualquier movimiento que resultase sospechoso.

―Pero... ¿Sabéis quién puede cumplir el objetivo de hundir todos los mundos en la oscuridad? ―Aaron paseó sus ojos sobre todos los presentes como esperando que alguien respondiese, tras unos segundos respondió él mismo―: El Guardián. Su poder es más que suficiente para destruir todos los mundos: quien lo tenga de su lado gana. Para que os hagáis a la idea de su poder: El Guía tiene poder absoluto en el Castillo del Olvido, es como un Dios personificado, podría cambiar cualquier cosa dentro de este castillo con solo pensarlo: Aplastaros, mataros al instante haciendo desaparecer el suelo bajo vosotros, quitando el aire, haciendo que todo arda... Nithael es capaz de resistir sus poderes en gran medida y proyectarse donde le da la gana haciendo ciertas... Trampas. ¿Sabéis cuánto poder se necesitaría para hacer eso? Aun más si tenemos en cuenta que está sellado en lo más profundo del castillo, claro.

>>Pero bueno, hablemos de vosotros. Queréis la mitad de la Llave Espada que está al otro lado, donde también esperan Los Perdidos con todas las respuestas que habéis venido a buscar. Si llegáis hasta ahí conseguiréis lo que queréis... Aunque por desgracia os toca enfrentaros a mí primero. Con esto quiero decir una cosa: No tenéis posibilidades de ganar.

El hombre desapareció y reapareció frente al trono, se puso en guardia y mostró los dientes amenazador invitándolos a atacar.

―Hagamos esto divertido, como un juego de ajedrez. ¿A alguno le gusta el ajedrez? ¿Qué me dices tú, Lyon? ¿Freya?

Soltó una risotada digna de un loco y apuntó con su llave espada al grupo.

―Luz mueve primero, ¿cierto?

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Fecha límite 29/08/2015

por **Marioxulo** » Jue Ago 27, 2015 5:49 pm

Una a una las palabras fueron completando la frase. Cuando todas estuvieron en su sitio, una nueva frase apareció:

... Todos están bien.

-Neizan

Desapareció antes de que pudiésemos darnos cuenta, unto con la otra frase, y un portal de scuridad apareció. Al otro lado estaba Aaron. No preguntéis como lo sabía, simplemente lo sabía. Se podía sentir su maldad desde ese lado.

—Vamos —les dije a mis compañeros—. Cuanto antes acabemos con esto, antes podremos volver. Aún tenemos que salvar Tierra de Partida.

Y dicho esto atravesé el portal.

Aparecimos en un campo de batalla, con cientos de espadas y cadáveres. Delante de nosotros, Aaron, que había acabado con Awyr y Rayim, cuyos cadáveres desaparecían en ese mismo momento.

―Este lugar es un escenario cualquiera de cualquier mundo que veáis ―empezó a hablar Aaron―. Guerras, hambre, muerte... Todo ello provocado por la egoísta naturaleza humana. Somos seres crueles por naturaleza, lo único por lo que la gente trata de ser "buena" es por el miedo a la muerte, a las leyes, a que alguien quiera vengarse. Una tontería.

Los ojos de Aaron se clavaron en aquel momento en el aprendiz que tenía aquella extraña arma.

―La oscuridad es el inicio de todo. Todo nace de la oscuridad y todo vuelve a ella: Los corazones, los mundos... El universo entero debe rendirse a la oscuridad para un nuevo renacer, uno hermoso y puro.

Una sonrisa de loco se mostraba ahora en su rostro, mientras abría los brazos en forma de cruz. Aaron definitivamente estaba completamente mal de la cabeza.

―Todos los portadores del universo estáis reunidos en Tierra de Partida, si este mundo cae, vosotros lo haréis con él... Ya nada impedirá que las fuerzas oscuras destruyan todo. ¿No lo véis? Esta guerra fue una conspiración, algo que fue maquinado a la sombra por vuestros verdaderos enemigos para que estuviéseis lo suficientemente entretenidos como para que no notáseis como los hilos se iban tejiendo... Para atraparos como si fuéseis presas de una araña. Tiene gracia, el único que se dio cuenta de que todo era un espectáculo no abrió la boca, ni siquiera para detener las muertes de sus aprendices... Este Kazuki... Tan egoista...

―¿Kazuki?

―Oh, ¿no os dijo nada el Guía? Boca mala ―rió―. Kazuki, ese gran samaritano y bobalicón Maestro es más traidor que Ryota incluso. Él permitió que se iniciase la guerra, él es el culpable de ella, no Ronin. Vosotros habéis traído al origen de la guerra con vosotros.

Vuelta a empezar. De nuevo, todo el tema de la guerra volvía a surgir. Aquella estúpida guerra entre portadores. Daba igual quien la hubiese empezado: no dejaba de ser una estupidez.

***

De repente, el escenario volvió a cambiar. Todo estaba hecho de cristal oscuro, con diamantes puntiagudos por doquier. Al fondo, encima de un trono blanco, se encontraba Aaron. Un trono blanco para alguien tan partidario de la oscuridad. Irónico cuanto menos.

Aaron se levantó y se dirigió entonces a Saito:

―Dime. ¿Es tu corazón lo suficientemente fuerte como para resistir a la oscuridad o cederás a ella una vez más?

Dejó a Saito en el sitio como ido completamente, y pasó ahora a dirigirse a uno de los que estuvo encerrados en la jaula junto a aquella araña.

―¿Tratarás de engañarte a ti mismo diciendo que la luz es justicia? ¿Qué clase de justicia permite la desigualdad que sufre tu pueblo? Los gitanos sois un pueblo débil, de esos que son devorados por los más poderosos. ¿No preferirías un mundo donde fuese el blanco el que fuese el débil? Si el universo se crea de cero otra vez... Eso sería posible

>>¿Por qué no os unís a mí? Erradicar la oscuridad es imposible, la misión de Tierra de Partida es inútil. La de Bastión Hueco es posible, ¿pero mantener la balanza? ¿Eso acaso soluciona el problema? ¡Lo único que conseguiría eso es NADA! ¿Verdad Nanashi? ¿Mantener un frágil equilibrio no es solo ser conservador? Ahora que los sincorazón se pasean por los mundos la balanza está bastante igualada. No son un verdadero problema siempre que nadie se ponga a juguetear con ellos ya que suelen aparecer solo cuando los Portadores están cerca o cuando alguien les controla.

Demasiado hablar. Se notaba que a Aaron le gustaba hacerse el magnífico, dar discursos grandilocuentes. Era bastante pesado. Todo el rato hablando de lo mismo. No dejaba de ser un extremista partidario de la oscuridad, y ningún extremo era el correcto.

―Pero... ¿Sabéis quién puede cumplir el objetivo de hundir todos los mundos en la oscuridad? ―Aaron paseó sus ojos sobre todos nosotros, yo incluido―: El Guardián. Su poder es más que suficiente para destruir todos los mundos: quien lo tenga de su lado gana. Para que os hagáis a la idea de su poder: El Guía tiene poder absoluto en el Castillo del Olvido, es como un Dios personificado, podría cambiar cualquier cosa dentro de este castillo con solo pensarlo: Aplastaros, mataros al instante haciendo desaparecer el suelo bajo vosotros, quitando el aire, haciendo que todo arda... Nithael es capaz de resistir sus poderes en gran medida y proyectarse donde le da la gana haciendo ciertas... Trampas. ¿Sabéis cuánto poder se necesitaría para hacer eso? Aun más si tenemos en cuenta que está sellado en lo más profundo del castillo, claro.

¿Nithael era tan poderoso? Menos mal que estaba de nuestra parte entonces.

>>Pero bueno, hablemos de vosotros. Queréis la mitad de la Llave Espada que está al otro lado, donde también esperan Los Perdidos con todas las respuestas que habéis venido a buscar. Si llegáis hasta ahí conseguiréis lo que queréis... Aunque por desgracia os toca enfrentaros a mí primero. Con esto quiero decir una cosa: No tenéis posibilidades de ganar.

Desapareció y volvió a aparecer frente al trono. Su pose nos indicaba que estaba listo para que le atacásemos.

―Hagamos esto divertido, como un juego de ajedrez. ¿A alguno le gusta el ajedrez? ¿Qué me dices tú, Lyon? ¿Freya?

Soltó una risotada digna de un loco y nos apuntó con su llave espada.

―Luz mueve primero, ¿cierto?

Me dirigí a mis compañeros con la voz lo más baja posible, para que Aaron no pudiese escucharnos.

—Sigamos entonces el plan de antes ¿no? Lo que hablamos antes de entrar a la sala.

Me fije en Saito. No sabía si lo que le había dicho Aaron le permitiría seguir luchando con todas sus fuerzas, así que le pregunté.

—Saito, ¿puedes luchar? Si es así, ven conmigo. El resto, si preferís apoyarnos en la distancia, hacedlo. Hay que defender a Nanashi, aunque ahora disponemos de más armas que antes… —me dije pensando en lo que Nithael nos había dado, tanto a la chica de pelo rosa como a Saito.

Aaron tenía mucha más fuerza que yo, de eso no había duda. El modo en el que antes me lanzó como si fuese una muñeca era motivo más que de sobra para pensarlo. Tenía que buscar alguna debilidad si quería hacerle algo, o al menos crearla para mis compañeros.

Si Saito podía luchar, comenzaría a correr hacia Aaron mientras que esperaba que mis compañeros le distrajesen con sus hechizos o ataques. Entonces, cuando estuviese cerca, le dispararía un Hielo, e intentaría atacarle por un costado. En cuanto hiciese esto, me echaría hacia atrás esperando las arremetidas de Aaron e intentando defenderme.

Si Saito no podía luchar, entonces simplemente le dispararía un Hielo.

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por **RedXIII** » Sab Ago 29, 2015 5:02 pm

—¿Hasta cuando vas a tener complejo de mochila? — Dijo el aprendiz, refiriéndose a Goei, que en todo momento se había quedado agarrado a su espalda.

—Ya me bajo, ya me bajo — Dio un salto hasta el suelo y se reincorporó al grupo.

Ambos cruzaron el portal sin tener en cuenta que podía haber al otro lado.

―Este lugar es un escenario cualquiera de cualquier mundo que veáis. Guerras, hambre, muerte... Todo ello provocado por la egoísta naturaleza humana. Somos seres crueles por naturaleza, lo único por lo que la gente trata de ser "buena" es por el miedo a la muerte, a las leyes, a que alguien quiera vengarse. Una tontería.

Miró a Hiro.

—¿Que, tengo algo en la cara? — No entendió bien a que se refería hasta que en su mente empezaron a volar recuerdos, pocos recuerdos, pero dolorosos.

—¡¿Que coño has hecho?! — Exclamó mientras revivía pequeños fragmentos de su vida.

>>Es demasiado tarde para entrar ahí, lo siento.

>>No se en que lugar te has metido, estas lleno de moratones.

>>¡Tu no entiendes nada, solo eres un criajo que juega a ser como los demás!

>>Deberías estar aquí y no con tu estúpido padre.

Su cigarrillo cayó y a continuación escupió en el suelo, un sudor frio empezó a correr por todo su cuerpo, alzó la vista hacia aquel prepotente, le costaba escuchar con claridad y su vista era borrosa ¿Que clase de artimaña era aquella? Goei se acercó, preocupado por Hiro, parecía estar mal.

Posó su muñón sobre la pierna del aprendiz, este se abofeteó y alzó su cuerpo mientras se sacudía el sudor con la mano.

>>¿Por qué no os unís a mí? Erradicar la oscuridad es imposible, la misión de Tierra de Partida es inútil. La de Bastión Hueco es posible, ¿pero mantener la balanza? ¿Eso acaso soluciona el problema? ¡Lo único que conseguiría eso es NADA! ¿Verdad Nanashi? ¿Mantener un frágil equilibrio no es solo ser conservador? Ahora que los sincorazón se pasean por los mundos la balanza está bastante igualada. No son un verdadero problema siempre que nadie se ponga a juguetear con ellos ya que suelen aparecer solo cuando los Portadores están cerca o cuando alguien les controla.

―Pero... ¿Sabéis quién puede cumplir el objetivo de hundir todos los mundos en la oscuridad? El Guardián. Su poder es más que suficiente...

Palabrería pura y dura que a Hiro no le parecía más que un extracto de su prepotencia, una absurda actuación para los presentes que solo hacía que aburrir al presente.

—Bla bla bla, me aburres — Dijo mientras se quitaba las gafas protectoras y las guardaba.

—Sigamos entonces el plan de antes ¿no? Lo que hablamos antes de entrar a la sala.

—Saito, ¿puedes luchar? Si es así, ven conmigo. El resto, si preferís apoyarnos en la distancia, hacedlo. Hay que defender a Nanashi, aunque ahora disponemos de más armas que antes…

—Déjame a Nanashi a mi — Salió corriendo mientas cogía su rifle con ambas manos, se puso delante de la maestra, se agachó y se puso las gafas de sol.

—Cuando quieras reincorporarte, adelante — Dijo mientras dejaba caer el cargador del arma y lo cambiaba por otro —No puedes escapar de mi ¡Blanco Fijado! — Había usado su habilidad potenciadora y a continuación usó un disparo Kasai acompañado de dos disparos normales hacia Aaron.

Si se acercaba a él o a la maestra, o intentaba atacarles a distancia, cambiaría su posición y se alzaría rápidamente con el escudo para interceptarlo.

Goei se agachó delante de Hiro y dejó a un metro de el una bomba Rizoma y luego salió corriendo junto a los demás aprendices hacia Aaron para atacarle con su látigo.

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por **H.S Sora** » Sab Ago 29, 2015 8:12 pm

Con la colaboración final de Hiro y Simbad, logramos hacer que los huecos se fuesen completando con las palabras que nosotros habíamos propuesto hasta el punto de que todo se completó quedando así:

Aquellos con sangre pura creen tener el derecho para gobernar, que todo es un juego. Pero esa no tiene por qué ser la verdad.

La verdad puede estar escondida, protegida por un guardián, o tal vez donde Los Perdidos aguardan ser despertados una vez más.

La Luz debe adelantarse y mover ficha, antes de que los errores que se han cometido en el pasado arrasen el presente futuro. Un futuro, donde por fin los Portadores puedan cumplir la Gran misión que les fue encomendada...Todos están bien.

-Neizan

Enarqué una ante aquella línea que acababa de aparecer y que era obvio que no formaba parte del mismo texto. ¿Entonces por qué estaba ahí, que clase de mensaje había tratado de darnos aquel tal Neizan? Eso si iba dirigido hacía nosotros, claro.

Pero no tuve tiempo de preocuparme por ello, ya que un portal de oscuridad engulló todo el texto para darnos paso al túnel que debía sacarnos de allí. Una presencia que se me antojaba repugnante se encontraba al otro lado, podía sentirla sin hacer ninguna clase de esfuerzo y la reconocía sin ver a la persona que se hallaba al otro lado. No podía pertenecer a otro que no fuese Aaron, nuestro querido “jefe final”; todos los caminos como él había dicho, acababan llevando hasta su odiosa persona.

Antes de internarme en lo que sabía que sería aquella trampa mortal, noté como todas mis fuerzas volvían a mí, cambiando el cansancio por renovada energía. Busqué con mi mirada al ángel, pero tan solo pude toparme con el Guía que ya se hallaba dentro del túnel; al no haber nadie más supuse que debía ser obra suya, ¿buscaba que estuviésemos con nuestras fuerzas al máximo para el enfrentamiento decisivo?

No podía saberlo, pero no le haría ascos a una dosis de energía si nos teníamos que enfrentar al precursor de una masiva extinción de aprendices. Todo ápice de fuerza sería completamente necesaria si queríamos poner punto y final a la existencia de aquel demente.

***

¿Dónde estamos?

A mi alrededor lo único que se podía visualizar era caos. Un terreno en el que toda clase de vida había sido despojada por la fuerza a pesar de que las miles de espadas, las banderas desconocidas y los cuerpos con armadura continuaban yaciendo allí bañados por la luz de la caprichosa luna. A lo lejos un lento fuego empezaba a consumirlo todo de manera persistente.

Aquello parecía una guerra en toda regla, un lugar donde la gente moriría y sería silenciada el resto de su vida. Donde aquellos que caerían, lejos de hacer historia, solo servirían para contribuir a una causa que jamás verían realizada; en el centro de aquella trágica masacre se encontraba Aaron, pero no estaba solo: Awyr y Rayim estaban en el suelo.

Antes de que pudiese tratar de echar a correr, me percaté de unas pequeñas chispas que salían de manera irremediable del cuerpo de los Maestros para consumirse. Ninguno de ellos se movía, y lejos de morir de una manera agradable, sus cuerpos empezaban a descomponerse mientras se hacían cada vez más irreconocibles. Tal y como había dicho Nithael, habían peleado contra Aaron y habían muerto en el intento tratando de luchar por nosotros hasta el final y nosotros tan siquiera habíamos aparecido para ayudarles.

Mientras un par de lágrimas descendían por mis mejillas, me obligué a contemplar aquella desgarradora escena: serían antiguos de Tierra de Partida y quizá incluso ya estuviesen muertos, pero eso no quitaba el hecho de que fuesen humanos. Ni que hubiesen tratado de protegernos hasta el final.

―Este lugar es un escenario cualquiera de cualquier mundo que veáis ―Me sequé las lágrimas antes de fijar mi mirada en el bastardo que había asesinado a ambos Maestros, a los que miraba con satisfacción.―. Guerras, hambre, muerte... Todo ello provocado por la egoísta naturaleza humana. Somos seres crueles por naturaleza, lo único por lo que la gente trata de ser "buena" es por el miedo a la muerte, a las leyes, a que alguien quiera vengarse. Una tontería.

Miró a Hiro tras su discurso, solo él podría saber lo que aquel hombre quería transmitirle de verdad con aquellos ojos bañados en demencia y locura. Apreté mis puños mientras pensaba en que fuese lo que fuese que costase, aquella batalla debía suponer el definitivo final para Aaron o aquel loco encontraría alguna manera de romper toda barrera existencial y saldría del Castillo del Olvido tarde o temprano.

―La oscuridad es el inicio de todo. Todo nace de la oscuridad y todo vuelve a ella: Los corazones, los mundos... El universo entero debe rendirse a la oscuridad para un nuevo renacer, uno hermoso y puro. ―Las facciones de aquel loco se exageraron entonces mientras nos miraba con una aterradora sonrisa y colocaba sus brazos teatralmente.

―Todos los portadores del universo estáis reunidos en Tierra de Partida, si este mundo cae, vosotros lo haréis con él... Ya nada impedirá que las fuerzas oscuras destruyan todo. ¿No lo véis? Esta guerra fue una conspiración, algo que fue maquinado a la sombra por vuestros verdaderos enemigos para que estuviéseis lo suficientemente entretenidos como para que no notáseis como los hilos se iban tejiendo...

¿Una conspiración?

Lo miré inquisitivamente, buscando una respuesta a todo el sin sentido que estaba diciendo. La Guerra la había provocado Ronin al apuñalar a Ryota y aquello era una verdad amarga pero totalmente cierta. Todos habíamos visto a Ronin retirar aquella especie de arma del cuerpo de Ryota, no había ninguna clase de trampa en ello.

>>Para atraparos como si fuéseis presas de una araña. Tiene gracia, el único que se dio cuenta de que todo era un espectáculo no abrió la boca, ni siquiera para detener las muertes de sus aprendices... Este Kazuki... Tan egoista...

―¿Kazuki?

―Oh, ¿no os dijo nada el Guía? Boca mala ―Empezó a reír―. Kazuki, ese gran samaritano y bobalicón Maestro es más traidor que Ryota incluso. Él permitió que se iniciase la guerra, él es el culpable de ella, no Ronin. Vosotros habéis traído al origen de la guerra con vosotros.

Miré a la Maestra Nanashi en busca de respuestas, pero esta había empalidecido y con su expresión en el rostro no pude evitar hacer lo mismo que ella. ¿Acaso buscaba desestabilizarnos de una manera tan ruin como jugando con aquel hecho tan traumático?

Debe ser eso... no hay manera de que esto sea una trampa... ¿quién se tomaría esas molestias?...

Antes de que pudiese abrir la boca el escenario cambió con brusquedad a otro totalmente opuesto comparado con el que habíamos estado hacía unos segundos; ahora nos hallábamos en el espacio entre mundos, donde un suelo de cristal oscuro nos impedía caer al vacío a pesar de que una serie de pinchos gigantescos se encontraban repartidos por toda aquella sala.

Al fondo de esta, sentado y acomodado en un trono blanco, se encontraba Aaron que a pesar de encontrarse muy herido nos sonreía con su Llave Espada en mano.

Se alzó de pronto mientras se dirigía hacia mí, por lo que desenvainé mi espada lo más rápido que pude para colocarme en una pose defensiva que me permitiese esquivar su primer ataque.

―Dime. ¿Es tu corazón lo suficientemente fuerte como para resistir a la oscuridad o cederás a ella una vez más?

¿Como sabes eso cabrón?

Las palabras no salieron de mis labios, al igual que tampoco le envestí con todas mis fuerzas como había planeado hacer para defender a los demás. Todo lo contrario, mis rodillas empezaron a fallarme mientras que mi cuerpo no respondía a las órdenes que le estaba dando a la vez que sentía una presión oprimir mi pecho, sensación que cada vez se iba haciendo más grande a cada segundo que pasaba.

Otra vez no... no...

Mis ojos apenas se mantenían abiertos. Había llevado mi mano con gran dificultad a aquella zona del pecho de la cual emanaba aquel implacable dolor. Oía voces que se iban distorsionando, aunque me pareció oír la de Aaron con alguno de sus discursos que si no fuesen por ser divagaciones de un loco, sonarían medianamente bien.

Noté mi cuerpo acabar de derrumbarse, mientras adquiría la vaga sensación de que una mano me mecía con suavidad hacia las profundidades del abismo.

***

―Administración de la substancia en forma de suero a los sujetos. Nombre en clave del proyecto: Lázarus.

¿Qué es esto?

Me encontraba en una especie de capsula llena de agua con una mascarilla de oxigeno puesta, dormitando. ¿Como había ido a parar allí? Toda imagen facial que llegaba a ver de las personas que estaban frente a mí resultaba borrosa, por lo que no era capaz de reconocer a ninguna con claridad. Por el rabillo del ojo era capaz de entrever a más personas metidas en capsulas similares a las que yo me encontraba, pero mi intento de reconocer a alguna resultó fallido también.

>>Sujeto del Lote 111, capacidad de rechazo de solo un 40%... proceso de asimilación casi completo. Estado del recipiente humano intacto e incorrupto, pero comatoso por el momento.

Una voz robótica continuó añadiendo datos que varias personas anotaban sin cesar hasta que una a una fueron saliendo de aquella sala, o lo que fuese. Traté de moverme, pero mis músculos seguían sin ceder a pesar de que imponía toda la fuerza que podía.

―¿Qué? ―Un ojos azules y analíticos me miraban con una mezcla de horror e incredulidad, parecían rasgos femeninos a pesar de que su voz la escuchaba distorsionada y superpuesta a otras que se habían adentrado a ver el espectáculo― No deberías estar despierto, no aún... como es posible que tú...

Empezó a alejarse entre susurros para decir al final:

>>¡Realizad una descarga eléctrica sobre este sujeto y un reconocimiento exhaustivo de todo su sistema sanguíneo! ¡Ahora!

Y antes de poder abrir la boca, noté la excesiva cantidad de electricidad viajando por todo mi cuerpo hasta dejarme fuera de combate.

***

De pronto desperté en mi vidriera, o en lo que quedaba de ella.

La oscuridad se había propagado como una masa pastosa a través de aquello que representaba de algún modo mi corazón y parte de todos mis recuerdos. Me lancé a por ella como un desesperado, pero solo conseguí que mis pies se estancasen en aquella oscuridad hecha fango sin apenas poder avanzar.

Traté de apartarla de mi imagen y del resto de personas que tenían un significado especial para mí, pero mis manos solo conseguían arañarla y diluirla un momento para que pocos segundos después volviese a aquel mismo sitio. Era una oscuridad desbordante, y que cuando quise darme cuenta, emanaba de mi propio pecho, de mi corazón.

Una figura se formó con parte de aquella Oscuridad, un yo completamente negro, sin expresión alguna en su rostro.

Lo hemos perdido todo. Han despertado todo ese potencial que habías estado evitando usar para que no pasase esto. Es inútil que trates de controlarlo: tanto la persona que ha hecho esto como la Oscuridad son mucho más fuertes que tú.

Pronto tu corazón quedará totalmente negro e inservible y no podrás evitar convertirte en un Sincorazón, o en lo que ese sujeto llamado Aaron quiera. Eres un experimento fallido en cada uno de los sentidos.

Empecé a hundirme en mi perdición mientras miles de pequeñas manos de oscuridad me arrastraban, sin poder rescatar una sola palabra o un solo lamento; la figura se acercó con lentitud al lugar donde yo había estado absorbido, a la par que hacía crujir sus nudillos y me miraba vacía mientras se empezaba cerrar aquel circulo de oscuridad que me había engullido.

Que tu hubieses luchado al lado de ellos no hubiese cambiado nada. Pelear contra Aaron sigue siendo una estupidez, y segará todas esas vidas y muchas más antes de que puedan arrepentirse de esto; tú no eres diferente de ellos. Jamás habrías podido con él.

Se dio la vuelta y echó a andar, pero se giró al oír el estruendo con el que había agujereado aquel portal de un golpe.

―¡Y una mierda! ―vociferé golpeando una y otra vez aquel pozo hasta lograr que mis manos se apoyasen en aquella oscuridad de la vidriera. A pesar de que mis manos sangraban, el dolor era lo de menos.

Me abrí paso hasta volver ponerme en pie, mirando a la cara a aquel engendro. A pesar de que aquellas “cadenas” trataban de tirar de mí me mantuve impasible.

―No pienso permitir que esto me controle, ¿me oyes Aaron? ―grité― Me da igual que estéis tratando de joderme. No pienso caer aquí, no a un paso de conseguirlo.

Eres un iluso.

―Yo al menos estoy vivo. Y aún puedo arreglar todo esto... ―musité mientras la figura se deshacía― Ryota me dijo que podía tomar ventaja de todo esto porque era más fuerte que ella. Y así lo haré, no dejaré que me moldee hasta matarme.

Cerré los ojos mientras trataba de relajarme y hacía que toda aquella desparramada oscuridad volviese a entrar en mi pecho a la par que se acumulaba en mi cuerpo.

>>Pero voy a necesitar un poco de tiempo para hacer que todo esto vuelva por donde ha venido... por lo que espero que no te importe conocer mi versión más oscura, Aaron. Lo siento por vosotros chicos... pero no hay otro remedio que dejar de ser yo por un rato si no quiero perder el mando.

>>>Te necesito, sé que estás ahí.

Suspiré hondo, mientras realizaba los preparativos para la batalla final. Más le valía a Alice ser capaz de entretenerle el tiempo suficiente.

***

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Respirar aire después de tanto tiempo sentaba endiabladamente bien.

Al abrir los ojos noté como mi mente había captado todo aquel discurso que Aaron había estado dando y que se basaba en unirnos a él para sumir todos y cada uno de los mundos en la Oscuridad con la ayuda del Guardián del Castillo del Olvido. No sonaba nada mal lo de unirme a él para consumirlo todo, pero había cometido un tremendo error que le costaría nuestra nueva alianza.

Decir que yo no tenía probabilidades de ganar a un mierdas como él.

Sentadito en su trono, retando con ingeniosas frases al resto de los presentes a atacarle mientras nos apuntaba amenazantes con aquella Llave Espada perteneciente a su padre. Tras la risotada de aquel maníaco que me provocaba dolores de cabeza, no tuve otra opción que taparme los oídos.

―Luz mueve primero, ¿cierto?

Entonces el grupo se reunió, pero yo solo me incorporé en el suelo sin llegar a acercarme a ellos mientras tanteaba con éxito el objeto de Nithael para comprobar que había sido guardado bien. Saito necesitaba tiempo para hacer retroceder toda aquello que Aaron había despertado en nosotros, y yo no tendría problemas en dárselo.

—Saito, ¿puedes luchar? Si es así, ven conmigo. El resto, si preferís apoyarnos en la distancia, hacedlo. Hay que defender a Nanashi, aunque ahora disponemos de más armas que antes…

—Puedo luchar, pero no cuentes con que aceptaré las ordenes de un inepto aprendiz de Tierra de Partida —Mi mirada era totalmente diferente ahora, añadiendo el plus de que los ojos del aprendiz habían tomado prestado mi color morado, por lo que quizá Lyon entendiese que algo no iba del todo bien— lo mismo va para el perrito faldero con escudo gigante. Deberíais dejar de intentar jugar con los mayores y dejar que arreglemos vuestra mierda de Castillo.

Tras esto escupiría a los pies de Lyon, mientras miraba a mi alrededor con una desencajada sonrisa.

>>Yo me encargaré de Aaron, vosotros tratad de no molestar o de dispararme por error —miré con aquella misma sonrisa cargada de reproche a Freya, mientras que a Simbad le hice un corte de mangas. Finalmente me dirigí a la Maestra Nanashi, sabiendo que Saito lo sentiría más adelante— Solo pido que usted Maestra Nanashi le remate con la Llave Espada, no quiero cargar con más errores suyos.

Guardé aquella espada mientras sacaba mi guadaña y empecé a caminar en dirección a Aaron. Me detuve a mitad de camino, con dos de aquellas estacas a mis lados y mirando de reojo como Hiro se había decidido a proteger a Nanashi y su mascota había dejado un regalito que sorteé por suerte.

Con una mano hice señas al asesino de aprendices y maestros.

—¿Te sientas en tu trono porque ya no puedes ni andar?—echaría un vistazo a sus heridas, riendo de la misma forma en que lo hacía él— Querías enfrentarnos uno a uno, pues aquí me tienes.

>>Lo tomas, ¿o tienes que esperar a que tu mami la Muerte te lo ordene?

Si Aaron venía, lo recibiría con los brazos abiertos usando todas mis fuerzas para bloquear su primer ataque y realizarle un Aturdidor con aquella arma que portaba yo ahora, para luego retroceder un poco para esquivar algo de lo que aquellos inútiles pudiesen lanzarle. Esperando de paso la siguiente jugada del tarado.

Si Aaron ni se inmutaba, avanzaría con cuidado hasta donde estaba él y me pondría en guardia tras tirarle un Electro en la cara.

Necesitaba ganar tiempo por encima de todo, y provocarle parecía el mejor método para ello.

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por **Crystal** » Sab Ago 29, 2015 9:46 pm

Aquellos con sangre pura creen tener el derecho para gobernar, que todo es un juego. Pero esa no tiene por qué ser la verdad.

La verdad puede estar escondida, protegida por un guardián, o tal vez donde Los Perdidos aguardan ser despertados una vez más.

La Luz debe adelantarse y mover ficha, antes de que los errores que se han cometido en el pasado arrasen el presente futuro. Un futuro, donde por fin los Portadores puedan cumplir la Gran misión que les fue encomendada...

... Todos están bien.

-Neizan

Aquella última línea no tenía sentido alguno allí. De todas maneras, desapareció con las demás y se abrió un portal de oscuridad; la salida. Freya sabía perfectamente que se ocultaba tras él; la maldad absoluta, Aaron.

¿Era posible echarse atrás en aquel momento? Ella sabía perfectamente que no. Notó la ausencia de dos personas en su corazón y se estremeció. No sabía de quién se trataba, pero quizás habían sido personas importantes para ella, y tenía la sensación de que debía hacer algo para ¿vengarlas? No... Quizás no era esa la palabra...

Estaba echa un lío. Y al entrar en el túnel y encontrarse con el Guía, apenas fue consciente de que su energía se había renovado.
***

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Todos aparecieron en un campo de hierba dónde las siluetas de la guerra se reflejaban por la luz de la luna. El viento que agitaba las banderas de algún reino desconocido para ellos, provocó un escalofrío en la pelirrosa, que tuvo que cruzarse de brazos para mantener el calor. Era el puro caos; personas muertas y amontonadas de manera desordenada. En aquel sitio no había vida. Solo la del creador de todo aquello: Aaron.

Awyr y Rayim yacían ya en el suelo. Freya tuvo el impulso de lanzarse hacia ellos, pero ya era tarde; se estaban volatilizando en pequeñas chispas que flotaban hasta consumirse. Hasta desaparecer. Porque ese era el objetivo de Aaron.

―Este lugar es un escenario cualquiera de cualquier mundo que veáis ―empezó a hablar―. Guerras, hambre, muerte... Todo ello provocado por la egoísta naturaleza humana. Somos seres crueles por naturaleza, lo único por lo que la gente trata de ser "buena" es por el miedo a la muerte, a las leyes, a que alguien quiera vengarse. Una tontería.

La mirada de Aaron se clavó en la de Hiro, causando en él un efecto desagradable. Freya apartó la vista unos segundos, temerosa de lo que podía ocurrir si mantenía contacto visual con él.

―La oscuridad es el inicio de todo. Todo nace de la oscuridad y todo vuelve a ella: Los corazones, los mundos... El universo entero debe rendirse a la oscuridad para un nuevo renacer, uno hermoso y puro.

Se posicionó en forma de cruz, con una sonrisa tenebrosa en sus labios.

―Todos los portadores del universo estáis reunidos en Tierra de Partida, si este mundo cae, vosotros lo haréis con él... Ya nada impedirá que las fuerzas oscuras destruyan todo. ¿No lo véis? Esta guerra fue una conspiración, algo que fue maquinado a la sombra por vuestros verdaderos enemigos para que estuviéseis lo suficientemente entretenidos como para que no notáseis como los hilos se iban tejiendo... Para atraparos como si fuéseis presas de una araña. Tiene gracia, el único que se dio cuenta de que todo era un espectáculo no abrió la boca, ni siquiera para detener las muertes de sus aprendices... Este Kazuki... Tan egoista...

―¿Kazuki?

―Oh, ¿no os dijo nada el Guía? Boca mala ―rió―. Kazuki, ese gran samaritano y bobalicón Maestro es más traidor que Ryota incluso. Él permitió que se iniciase la guerra, él es el culpable de ella, no Ronin. Vosotros habéis traído al origen de la guerra con vosotros.

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De repente, el escenario cambió, convirtiéndose en una clase de intersticio entre todos los mundos; todo parecía estar hecho de un cristal oscuro, y unos grandes diamantes amenazaban con sus peligrosos pinchos. Al final de aquel abismo, Aaron se regocijaba en su trono blanco, portando su llave espada. Aquella sonrisa socarrona que se había plantado en sus labios exasperaba a la pelirrosa; le parecía desagradable y creaba cierto malestar en ella.

Aaron se levantó y se dirigió a Saito.

―Dime. ¿Es tu corazón lo suficientemente fuerte como para resistir a la oscuridad o cederás a ella una vez más?

En ese momento, Freya intuyó que iban a perder a Saito. El aprendiz instantáneamente a la llamada de la oscuridad, sin poder hacer nada para evitarlo.

>>¿Por qué no os unís a mí? Erradicar la oscuridad es imposible, la misión de Tierra de Partida es inútil. La de Bastión Hueco es posible, ¿pero mantener la balanza? ¿Eso acaso soluciona el problema? ¡Lo único que conseguiría eso es NADA! ¿Verdad Nanashi? ¿Mantener un frágil equilibrio no es solo ser conservador? Ahora que los sincorazón se pasean por los mundos la balanza está bastante igualada. No son un verdadero problema siempre que nadie se ponga a juguetear con ellos ya que suelen aparecer solo cuando los Portadores están cerca o cuando alguien les controla.

Nanashi parecía impasible, aunque por una vez, Freya notó una pizca de fragilidad.

―Pero... ¿Sabéis quién puede cumplir el objetivo de hundir todos los mundos en la oscuridad? El Guardián. Su poder es más que suficiente para destruir todos los mundos: quien lo tenga de su lado gana. Para que os hagáis a la idea de su poder: El Guía tiene poder absoluto en el Castillo del Olvido, es como un Dios personificado, podría cambiar cualquier cosa dentro de este castillo con solo pensarlo: Aplastaros, mataros al instante haciendo desaparecer el suelo bajo vosotros, quitando el aire, haciendo que todo arda... Nithael es capaz de resistir sus poderes en gran medida y proyectarse donde le da la gana haciendo ciertas... Trampas. ¿Sabéis cuánto poder se necesitaría para hacer eso? Aun más si tenemos en cuenta que está sellado en lo más profundo del castillo, claro.

No entiendo por qué tiene la necesidad de hacer tanto discurso...

>>Pero bueno, hablemos de vosotros. Queréis la mitad de la Llave Espada que está al otro lado, donde también esperan Los Perdidos con todas las respuestas que habéis venido a buscar. Si llegáis hasta ahí conseguiréis lo que queréis... Aunque por desgracia os toca enfrentaros a mí primero. Con esto quiero decir una cosa: No tenéis posibilidades de ganar.

Aaron reapareció delante del trono.

―Hagamos esto divertido, como un juego de ajedrez. ¿A alguno le gusta el ajedrez? ¿Qué me dices tú, Lyon? ¿Freya?

Pienso ir a por ti, maldita sea.

―Luz mueve primero, ¿cierto?

—Saito, ¿puedes luchar? Si es así, ven conmigo. El resto, si preferís apoyarnos en la distancia, hacedlo. Hay que defender a Nanashi, aunque ahora disponemos de más armas que antes…

Freya se giró para encontrarse con... lo que quedaba de Saito. Se tapó la boca, horrorizada. Si era aquello lo que la oscuridad podía hacer en las personas, empezaba a temer qué podría llegar a pasarle a ella.

—Puedo luchar, pero no cuentes con que aceptaré las ordenes de un inepto aprendiz de Tierra de Partida —Saito no tenía aquel color de ojos, de aquello estaba segura. Y, si bien es cierto que el aprendiz tenía una manera no muy sutil de decir lo que opinaba, aquella brusquedad la dejó impactada— lo mismo va para el perrito faldero con escudo gigante. Deberíais dejar de intentar jugar con los mayores y dejar que arreglemos vuestra mierda de Castillo.

>>Yo me encargaré de Aaron, vosotros tratad de no molestar o de dispararme por error —La mirada de reproche que cargó en la pelirrosa, la obligó a apartar la vista. Recordó cómo había fallado momentos antes, hiriendo a alguien que le importaba demasiado. Aunque no supiese bien de quién se trataba. Se prometió que no volvería a ocurrir—. Solo pido que usted Maestra Nanashi le remate con la Llave Espada, no quiero cargar con más errores suyos.

>>Lo tomas, ¿o tienes que esperar a que tu mami la Muerte te lo ordene?

Freya gruñó por lo bajo, harta de todo aquel espectáculo. Harta de estar perdiendo todo lo que le importaba poco a poco, sin poder hacer nada. Volviendo a sentirse inútil.

El culpable de todo aquello era sin duda Aaron, pero estaba segura de que la batalla estaba desequilibrada si no podían contar con los ataques de Saito. Necesitaban más poder, y tener a un aprendiz loco de atar, no aseguraba para nada la victoria.

Desenfundó sus pistolas y apuntó a Saito sin pensárselo dos veces. ¿Estaría haciendo lo correcto? ¿Sería esa la manera de despertarle de la oscuridad, o por el contrario, ya había perdido a su compañero?

—¡Saito! ¿Puedes oírme? —le chilló, mientras corría hacia él—. Sé que tiene que quedar algo de ti ahí adentro, así que atiéndeme. ¡No puedes dejarnos solos! ¡Tienes que ser fuerte y recuperarte!

Cuando estuviese lo suficientemente cerca, le dispararía un par de veces en las piernas, intentando así disminuir su posibilidad de atacarla a ella. No podía arriesgarse a salir muy herida.

—¿Crees quizás que podemos prescindir de ti? ¡Pedazo de idiota! —dispararía otra vez a su hombro—. ¿Voy a ser yo la que tenga que matarte antes de que Aaron te toque? ¡No me des ese placer!

Fuera cual fuese la reacción del aprendiz, Freya se alejaría un poco y lanzaría un Hielo a Aaron. Después, le dispararía varias veces con balas normales, puesto que las oscuras no le harían mucho efecto. Aquella batalla solo había comenzado.

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por **Suzume Mizuno** » Mar Sep 01, 2015 12:45 am

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Saito podía luchar, y tanto que podía. Lyon recibió la fría respuesta del que incluso tal vez pudiese considerar amigo como si le hubiesen tirando una jarra de agua helada encima. Simbad permaneció en la retaguardia junto a Goei, que colocó la bomba rizoma y Nanashi, que permaneció junto a Hiro cuando éste lo pidió.

―¿Qué planeas? ―Le preguntó Nanashi en un discreto susurro.

En ese momento, el aprendiz pudo contar lo que planeaba para después lanzar un Disparo Kasai junto a otros dos disparos. Aaron recibió cada una de las balas con su cuerpo, sin embargo no se había esperado que una de ellas fuese explosiva, por lo que la explosión abrió todavía más sus heridas haciendo que una gran cantidad de sangre surgiese de su costado.

―Me toca, guerreros de la Luz.

Aaron corrió hacia Lyon justo cuando Saito recibió uno de los balazos de Freya en su pierna (los demás, por suerte para él, fallaron). Lyon atacó con un hielo a Aaron. La heridas que cubrían su cuerpo ya no le permitían tener la misma velocidad y reflejos que antes, por lo que el hechizo pasó rozando su cara provocando un corte en su mejilla. La sangre brotó de la herida en finos hilillos, sin embargo aquello no detuvo a Aaron, que ya estaba alzando su llave espada sobre el aprendiz de Tierra de Partida. Aaron no pudo evitar de ningún modo, por lo que el hechizo golpeó su cara justo cuando él ya levantaba su Llave Espada para atacarlo. Por suerte para Lyon, el ataque no llegó a dañarle puesto que una Coraza Mágica se había levantado como una leve aura que cubría su cuerpo.

Nanashi, apuntaba hacia él con su mano, que resplandecía levemente con el mismo tono azulado que el aura de Lyon.

―¡Bien jugado Nanashi! ―felicitó―. ¡Pero vuestras tontas protecciones no son nada! Protegidos o no seréis hundidos en la oscuridad.

>>¡Nega!

El suelo empezó a cubrirse de un amplio charco de brumas. Lyon, Saito y Freya acabaron dentro de él.

―¡Dejad de pelear entre vosotros! ―espetó Nanashi a Saito y Freya―. Necesitamos a todos ahora mismo para ganar, de lo contrario moriremos.

―Oh, vamos Nanashi ―restó importancia Aaron mientras golpeaba la coraza una vez más lanzando a Lyon a varios metros de distancia (por lo menos no había sido dañado gracias a la Coraza)―. No seas así, deja que se diviertan. ¡Deja que el caos siga su curso! Ese es... El destino.

>>¿Y tú? Te veo muy quietecito ―señaló a Hiro.

***

Freya sintió un gran dolor en el pecho cuando fue envuelta por el charco de brumas, como si acabasen de arrancarle el corazón de cuajo. Se sentía mal sin motivo aparente, sus ganas de vivir se desvanecían. ¿Por qué estaba viva? ¿De qué le servía? ¿Alguien la echaría de menos de todos modos? ¿Qué sentido tenía la vida? Cuando muriese ni siquiera quedaría un cuerpo, solo una espada muerta que se oxidaría con el tiempo en un polvoriento y lejano mundo. Lyon y Saito sintieron exactamente lo mismo que la aprendiza. Nada tenía sentido, todos eran simples seres que iban de paso, de camino a una inevitable muerte que llegaría con el tiempo sin excepciones.

¿Cómo iban a enfrentarse a ello? ¿Podrían encontrar la Luz?

***

Aaron clavó sus ojos en Hiro, que sentiría un escalofrío recorrer su espina dorsal. Por suerte, esta vez ningún extraño recuerdo atravesaría su memoria. Aaron empezó a correr hacia el aprendiz de frente, e incluso esquivando varias balas que pudiese disparar el aprendiz con facilidad. Sin embargo, lo que el Maestro Corrupto no sabía era lo que el Moguri había ocultado en el suelo.

La Bomba Rizoma estalló lanzando a Aaron hacia atrás mientras las enredaderas y espinos provocaban varios cortes por todo su cuerpo desgarrando su ropa y su piel.

―¡Esto es divertido! ―comenzó a reírse―. ¡Ha sido un buen movimiento! ¿Quién puso esa trampa? ¿Tú? ―señaló a Goei.

>>Maté a varios de los tuyos que metieron demasiado las narices en mis asuntos, moguri. Eres el siguiente.

Aaron se teletransportó junto a Goei y atravesó con su llave espada el pecho, dejándolo muy malherido. El pobre moguri no pudo hacer nada, fue derrotado al instante.

―¿Duele ver morir a tus compañeros, Hiro? ―Aaron le dedicó una encantadora sonrisa, casi afable.

―¡Aparta!

Nanashi lanzó una onda de choque contra Aaron que lo tiró al suelo a un par de metros de distancia. Su cuerpo rodó como un muñeco de trapo quedando en una posición antinatural, como si todos sus huesos y articulaciones estuviesen rotas. El joven Maestro Corrupto se levantó con total tranquilidad a pesar de eso.

―¿Quién soy? ―preguntó cantarín, no como si el propio Aaron quisiese saberlo, pues ya lo sabía. Sino que parecía que había algo que los aprendices y Nanashi desconocían… Y aquel malnacido esperaba que ellos lo adivinasen―. Lo sabéis… Estuve ahí todo el rato… Ya me conocéis…

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Fecha límite:domingo 6 de septiembre a las 23:59

Canal de youtube · por **xXOrbOOkXx** » Mar Sep 01, 2015 5:51 pm

Acertamos con el acertijo. No fue especialmente difícil, pero sí que había sido tenso.

Aaron, como suponía, nos esperaba al otro lado. Era un paisaje desolador, con carromatos quemados, estandartes. Di gracias a que todo era una ilusión, una terrible y real ilusión. Nuestro enemigo parecía como pez en el agua, resuelto y definitivamente mucho más poderoso que todos nosotros juntos. Tragué saliva, la hora de la batalla había llegado.

Sin embargo, comenzó con un monólogo en blanco y negro. Estaba usando la guerra psicológica contra nosotros, para que diéramos un paso en falso y nos cayéramos estrepitosamente por el abismo. Hubo algo, algo relacionado sobre la guerra que impactó a Nanashi: Kazuki. Podría ser verdad, o podría no serlo, lo único que importaba era que estábamos a un paso de creer en sus sucias palabras.

Hubo un movimiento, como si el espacio se estuviera descuartizando de nuevo. Había sido el paisaje, que había cambiado repentinamente a un tablero macabro. Se acercó a un aprendiz y... la oscuridad pareció consumirle de alguna forma inexorable.

>>Los gitanos sois un pueblo débil<<

Me contuve por no golpearle, ni decir nada. Estaba loco, todos lo sabíamos, pero esas palabras habían despertado mi rabia. Si fuéramos tan débiles no hubiéramos podido sobrevivir tantísimo tiempo, y si fuera tan débil, me hubiera unido a él. Pero eso no iba a pasar. Por primera vez iba a luchar.

Lucharía como estaban luchando mis compañeros. Algunos lanzaron hechizos, otros ataques directos. El aprendiz que parecía "poseído" pareció haber cambiado radicalmente su personalidad, lanzando comentarios punzantes a todo el mundo ¿Por qué? ¿Habría sido la oscuridad? ¿Tan poderosa y peligrosa era?

―Me toca, guerreros de la Luz.

Algunos ataques le dañaron, y me fijé que ya no era tan rápido como antes. Freya había disparado hacia las piernas del aprendiz poseído, aunque algunos disparos fallaron. Si me quedé sorprendido, las respuestas llegaron cuando se excusó, suspiré aliviado, por un momento había pensado que Aaron había tomado el control del cuerpo de la chica. Invoqué mi Llave, presto para lo que pudiera suceder. Sin embargo, con un hechizo... ¡Un charco de brumas se había materializado bajo los pies de tres aprendices!

―¡Freya! ―grité, pero era demasiado tarde. Había algo que no me dejaba pensar con claridad, como un embotamiento que me impedía moverme. Fue frustrante y extraño. La tensión de la batalla.

Todo pasó muy deprisa, la bomba que había puesto la mascota de Hiro explotó cuando el antagonista se dirigió hacia nosotros, raudo como el viento y letal como una cuchilla.

―¡Esto es divertido! ―se jactó―. ¡Ha sido un buen movimiento! ¿Quién puso esa trampa? ¿Tú?

>>Maté a varios de los tuyos que metieron demasiado las narices en mis asuntos, moguri. Eres el siguiente.

Tenía teletransportación, y por tanto, ensartó al pobre animalito para luego reírse más de ello. Sopesando las posibilidades que tenía Hiro de hacer un ataque suicida, me dispondría a detenerle:

―Espera Hiro ―Le agarraría con fuerza (a pesar de que él tendría mucha más que yo), para detenerle si era el caso de que se lanzara como un loco. En caso contrario, sólo le advertiría―. Sólo esta intentando hacer que te enfurezcas para cometer errores, tu mascota parece... Sólo parece herido.

―¡Aparta!

Nanashi interfirió como un rayo. Lanzó una onda expansiva que dejó a Aaron por los suelos, literalmente. Pero para pasmo mío se levantó como si no le hubiera pasado nada. Fruncí el ceño, ¿cuánto le quedaría hasta el golpe final?

―¿Quién soy? Lo sabéis… Estuve ahí todo el rato… Ya me conocéis…

¿Pero qué estaba diciendo? A lo único que me recordaba era a un lisiado, aunque no estaba para pensar de todas formas. Imaginé una estrategia, rápida y parecida para dos personas, para tres si Nanashi quería y podía participar en ella. Pero no podía pensar con claridad, era como si algo me lo impidiese. Tragué saliva.

No esperé. Primero lanzaría un Zarza para ganar tiempo, esperé que no sedirigirse como una flecha hacia nosotros. Por otra parte podía fallar el hechizo, si ese era el caso, esperaría hasta que estuviera lo suficientemente cerca para dañarle con un Electro y tras eso volver a ejecutar el hechizo Zarza más de cerca. Por otra parte, si no conseguía detenerle y se materializaba a nuestro lado, usaría un Aturdidor (aunque fuera inútil), intentando esquivar sus ataques y lanzando el mío con la Llave si se interponía en mi camino.

Lanzaría una mirada elocuente hacia la Maestra y Hiro. Si querían atacar mientras el hechizo hacía efecto ésa era su oportunidad. También miraría de reojo a los otros aprendices con angustia. ¿Y si no podían salir?

―¡¿Cómo sabremos cuándo está al límite?! ―Preguntaría a la Maestra, haciendo alusión al ataque final con la Llave.

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por **RedXIII** » Dom Sep 06, 2015 5:27 am

Una bala del infierno
Una mirada que destruye el alma
La protección de la naturaleza

Una combinación de ataques se había manifestado ante los presentes, la bomba rizoma de Goei había conseguido su objetivo, proteger a Hiro y a Nanashi, aunque tuvo que pagar un alto precio.

―¡Esto es divertido! ¡Ha sido un buen movimiento! ¿Quién puso esa trampa? ¿Tú? ― el pequeño Moguri sonrió al ver que se referían a su persona, pero su rostro de satisfacción pronto cesó.

>>Maté a varios de los tuyos que metieron demasiado las narices en mis asuntos, Moguri. Eres el siguiente.

Ni siquiera pudo mover su ala antes de ser alcanzado por Aaron, quien cogió al Moguri y lo atravesó con su arma. Cayó fulminado al suelo.

—He sido útil — Dijo mientras sus ojos se cerraban lentamente —Al menos me queda el consuelo... de que si muero tú vendrás conmigo — Susurró con las pocas fuerzas que le quedaban.

―¿Duele ver morir a tus compañeros, Hiro?

—Go...

―Espera Hiro. Sólo esta intentando hacer que te enfurezcas para cometer errores, tu mascota parece... Sólo parece herido.

―¡Aparta!

La maestra lanzó un ataque contra Aaron, lanzandolo varios metros y moliendole casi todos los huesos del cuerpo.

—¡Go...!

―¿Quién soy? Lo sabéis… Estuve ahí todo el rato… Ya me conocéis…

...

¡¡¡Goei!!!

El grito de desesperación y dolor retumbó por toda la sala como si de un grito por los caidos se tratara, las lágrimas brotaban de los inocentes ojos del aprendiz quien no podía dejar de contemplar aquella macabra escena.

—No... no puede ser, Goei, prometiste que nunca me abandonarías... — No podía creer lo sucedido, aquello le podía —Y yo, teniendo este escudo no he sido capaz ni de defenderte ¿Que clase de amigo soy? — Susurró en su desesperación.

Su arma cayó contra el suelo, su concentración desapareció como una hoja a merced del viento, todo corría a su alrededor como si no importara.

>>En las escaramuzas a los camaradas se les recuerda después...

—Si no vas a alzar tu espada contra quien amenaza tu vida — Susurró a Nanashi, aunque Simbad también pudo escucharlo —Al menos hazlo por los que te rodean. Si aun así no te ves capaz, al menos tírame el rifle cuando te lo diga.

Lentamente se separó de Nanashi, empezó a caminar hacia donde estaba Aaron, ni siquiera Simbad pudo pararle, sus ojos, que parecían los de una bestia, solo miraban en una dirección.

Se quitó la gabardina y la dejó sobre el malherido Moguri, continuó su camino, aunque sabía que era una locura, pero era algo que debía hacer, no podía perdonar al monstruo que había tumbado a su amigo de aquella forma.

>>Grillo — Tiró una moneda al aire, cara o cruz, victoria o derrota, todo dependía de él y sus compañeros.

Alzó el escudo y su puño izquierdo por enfrente de su cara, su cuerpo empezó a brillar y su pelo se levantó un poco.

—Prepárate... — Se lanzó a toda velocidad contra Aaron —¡Para el Kaiō Ken! — Su cuerpo se volvió de color rojo y un aura rojiza apareció a su alrededor, su habilidad en combate cuerpo a cuerpo había crecido un poco y, aunque así fuera una locura luchar así contra el, estaba decidido, si debía caer estaba dispuesto a hacerlo, pero luchando hasta el final.

Metió varios puñetazos y empujones con el escudo hacia el cuerpo de Aaron —¡Yo conseguiré protegerlos a todos! ¡¿Me oyes, Rayim?! — Gritó al cielo —¡Vamos, moveos! — Dijo a sus compañeros, si Aaron intentaba atacarle o moverse del lugar, interpondría el escudo para frenarle y le empujaría para que reculara, en el fondo no era más que un señuelo.

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por **H.S Sora** » Dom Sep 06, 2015 11:07 pm

Antes de poder si quiera abalanzarme sobre Aaron, noté como una de mis piernas fallaba a la par que surgía un dolor punzante en esta que me hizo genuflexionarme. Al darme la vuelta pude ver con horror e incredulidad como una de las compañeras de mi Caballero se estaba dirigiendo hacia mí gritando sandeces acerca de que Saito recobrase el control y de que volviese en si mismo.

¡¿No veía la gilipollas que eso era lo que estábamos intentando?!

La chica siguió despotricando sobre la importancia de que volviese en mi para ayudar a Aaron mientras seguía tratando de acribillarme a balazos, por suerte solo me había dado una bala. Como si no tuviese suficiente con Aaron solo faltaba otra loca, y además en nuestras propias filas.

―¡Deja de dispararme, zorra, el verdadero enemigo está ahí! ―espeté de mala gana, tratando de concentrarme en el maníaco.

―Me toca, guerreros de la Luz.

Herido por los sorprendentes y certeros disparos del perro, Aaron ― que cada vez sangraba por más lados ― se fue a por Lyon, al que entendí como el más débil del grupo por la información que poseía de él; el muchacho solo pudo disparar un Hielo que pasó rozando la cara del monstruo que trató de exterminar al aprendiz; y lo hubiese conseguido si no fuese por los rápidos reflejos de aquella Maestra que había procurado protegerle antes del fatal golpe.

Me levanté apretando los dientes, mientras esperaba no fallar aquella oportunidad de oro por culpa de la pistolera. Si volvía a ponerse en mi camino, no dudaría en degollarla para que pudiese hacer mi trabajo lo mejor que pudiese hasta que Saito hubiese acabado de dominar toda aquella Oscuridad.

―¡Bien jugado Nanashi! ¡Pero vuestras tontas protecciones no son nada! Protegidos o no seréis hundidos en la oscuridad.

>>¡Nega!

Y hablando de oscuridad, no había dado tres pasos antes de que un charco invadiese todo el suelo cercano a Aaron, hundiéndome a pesar de que había intentado luchar con todas mis fuerzas para escapar.

―¡Dejad de pelear entre vosotros! ―Traté de gritar que no era mi culpa que la otra tuviese un serio complejo por disparar a todos, pero no pude―. Necesitamos a todos ahora mismo para ganar, de lo contrario moriremos.

Lo último que pude ver antes de sentir los efectos de aquella habilidad en mí, fue como el perturbado lanzaba a Lyon de un golpe con la facilidad que se podía golpear una pelota. Era endemoniadamente fuerte pero se estaba debilitando, por eso trataba de dejarnos fuera de combate lo antes posible, por que contaba con que podíamos con él.

Que ganas tenía de partirle la boca a aquel loco profeta.

***

¿Qué es esto?

En cuanto me hundí en aquel charco noté como si mi verdadero corazón hubiese sido arrancado de golpe, arrancándome un desgarrador chillido. ¿Formaría parte de vivir el dolor físico y mental que experimentase el propio Saito? No podía saberlo, lo único que sentía era que el vacío que provocaba la ausencia de mi corazón se iba agrandando a cada minuto que pasaba envuelta en todo aquello, como si una enorme herida se hubiese formado donde estaba mi corazón y hubiese empezado a extenderse por el resto de aquel cuerpo, infectándolo.

Pero no era aquello lo único que se había extendido, ya que por un motivo que me resultaba incomprensible de saber, un imposible malestar se apoderó de todo mi ser dejándome con los ánimos vegetativos. Todo empezó a darme igual, como si el lugar al que debía pertenecer no bastase para llenarme, como si mi Caballero hubiese dejado de importar y ya no fuese parte de mi mundo.

Vagué por aquella maraña de sentimientos durante un rato, dejando que mi mente se perdiese en cada uno de ellos de la forma que más conveniente creía. ¿Para que ayudar a un grupo de mortales que al fin y al cabo acabarían feneciendo? Sus vidas ya de por si eran efímeras, demasiado. Un día podían resplandecer como la luz del Sol y al otro estar muertos por un ataque de aquellos monstruos a los que llamaban Sincorazón. Y si no les sucedía eso, siempre podían morir porque sus cuerpos se podrían y enmohecían con el paso del tiempo.

Y con todo mi pesar, Saito no sería diferente a todos ellos. Llegaría un día en el que clavarían la Llave Espada de él en aquel mundo conocido como Necrópolis de las Llaves Espada, y allí fingiría un descanso eterno y placentero junto al resto de aprendices, mientras a mí me volvería a dejar sola, llorando.

Pero a diferencia de las otras veces, esta sería para toda la eternidad.

Aquello era lo único que verdaderamente me enfurecía... ¿por qué no recordaba nada? ¿Acaso no era tan importante como el resto de aquellas personas que tenía a su alrededor? No podía ser eso. No, mi Caballero... ¿acaso ellos habrían bloqueado sus recuerdos también? Faltaban piezas que ni yo misma podía completar, y es que cada vez que trataba de recordar según qué cosas estas dolían como si un algo tratase de consumir aquellos recuerdos por completo.

Hinché los mofletes mientras las lágrimas seguían descendiendo por mi rostro ― por el de Saito, mejor dicho ―. No recordaba haberme sentido tan mal en mucho tiempo, pero a pesar de aquello no quería dejar las cosas como estaban. Quería justicia.

Quería que mi Caballero me rescatase de nuevo, aunque antes tuviese que rescatarlo yo a él.

Si que tenía motivos para estar ahí, para ayudarle a él a lograr sus objetivos... y es que había confiado en mí sin apenas conocerme de verdad. Y no quería traicionar su confianza, no podía; además si alguien podía encontrar la manera de que la vida de Saito dejase de ser tan efímera como la del resto de mortales era yo, y estaba dispuesta a conseguirlo.

Tomé aire aceptando todo aquel dolor mientras me decía a si misma que aquello no me detendría, vencería a Aaron incluso si tenía que colaborar con aquellos peleles. No permitiría que me venciese con aquella habilidad. Me alzaría y lucharía, demostraría que era digna de aquella confianza que me habían dado.

Lucharía con todas mis fuerzas y convicciones para librarme de aquella habilidad, y si lo lograba correría en dirección a Aaron para asestarle un Aturdidor seguido de un Electro para finalmente retroceder, colocándome con mi guadaña en guardia.

El segundo asalto iba a dar comienzo.

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por **Crystal** » Dom Sep 06, 2015 11:13 pm

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―¡Deja de dispararme, zorra, el verdadero enemigo está ahí!

―¡Eh, eh! ¡Te me bajas dos tonitos, para empezar!

―Me toca, guerreros de la Luz.

Aaron se lanzó hacia Lyon, cuyo ataque de antes apenas le provocó un rasguño, dispuesto a atacarle. Pero falló, puesto que una Coraza mágica le protegía. Freya se giró bruscamente para buscar la fuente, y rápidamente la halló: se trataba de Nanashi.

―¡Bien jugado Nanashi! ―la felicitó―. ¡Pero vuestras tontas protecciones no son nada! Protegidos o no seréis hundidos en la oscuridad.

>>¡Nega!

El suelo empezó a cubrirse de un amplio charco de brumas. Freya no pudo hacer nada, y acabó dentro de él, junto a Saito y Lyon.

―¡Dejad de pelear entre vosotros! ―espetó Nanashi a Saito y Freya, pero esta última solo pudo suspirar ante aquel comentario―. Necesitamos a todos ahora mismo para ganar, de lo contrario moriremos.

―Oh, vamos Nanashi. No seas así, deja que se diviertan. ¡Deja que el caos siga su curso! Ese es... El destino.

***

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Era un dolor únicamente comparable a cuándo te arrancaban el corazón de cuajo.

Freya se llevó la mano al pecho instintivamente, como si de alguna manera pudiese retener aquel dolor y evitar que se expandiese. Pero era inútil. Se sentía débil, sin ganas de seguir allí, sin ganas apenas de existir; dudaba de sus razones para seguir viva. Cayó al suelo de rodillas, rasgándoselas aún más. ¿Qué más daba? La vida ya no tenía sentido. ¿Quién estaría allí para recordarla? Nadie. Porque en el fondo estaba sola, y lo sabía.

Siempre había estado sola.

Y la muerte ya no parecía tan lejana, era tentadora, un descanso para aquel sinsentido de vida que había llevado hasta ahora. Ya había hecho suficiente.

No estás sola.

¿Quién estaba hablando? No era la misma voz que una vez había hablado con ella cuando se desmayó. Era distinta.

¡Pero nunca te dejas ayudar! Siempre estás igual, ¿eh? No vas a cambiar.

Era una voz tan... inocente. Tan dulce. Tan libre de maldad... Freya se sintió llena de tristeza al saber que sólo se trataba de una voz. Tan solo eso, sonido.

Si no haces por ti... Al menos hazlo por mí. Sé fuerte, Freya.

¿Por qué le resultaba tan cálida aquella voz? ¿Por qué aún así no la reconocía? No era capaz de ponerle rostro, pero le resultaba familiar, cercana. Quizás, tan solo por eso, valía la pena luchar. Por recordar. Porque aun quedaban tantas cosas por zanjar que nadie excepto ella lo podría hacer. Y, aunque a veces fuese demasiado impulsiva y quizás la cagase, aun necesitaba demostrar muchas cosas a todos. Ella no era un error. Todo aquello tampoco. Y si se dejaba vencer ahora, aquella voz se perdería con ella, y no podía permitirlo.

Por ti y por mí.

Si aquello surgía efecto y Freya encontraba la luz, se encargaría de volver a recuperar la compostura y apuntar de nuevo a Aaron para disparar los Hielo. Después, se quedaría disparando desde una distancia considerable, para evitar algún que otro ataque.

Era cuestión de seguir luchando, ¿verdad?

por **Marioxulo** » Lun Sep 07, 2015 12:04 am

Logramos golpear a Aaron, pero no fue suficiente. Tampoco es que esperase que lo derrotásemos con tan solo eso, pero aun así la resistencia de el maestro corrupto no dejaba de asombrarme. Vino directo a golpearme. Por suerte, Nanashi logró levantar una coraza justo a tiempo para detener el impacto, y no sufrí daño alguno. Cuando intenté volver a atacar sin embargo, Aaron había lanzado un extraño hechizo hacia mi. No pude evitarlo de ninguna forma.

De golpe, un dolor increíble me golpeó en el pecho. Sentí de golpe como mis ganas de vivir se desvanecían, como un profundo sentimiento de depresión me invadía el cuerpo, haciéndome creer que no era nada en este mundo, una simple mota de polvo en comparación con el resto del mundo. Una mota de polvo que tan pronto como aparece, se va sin dejar rastro alguno de su paso. No era más que un grano de arena en el desierto. Sintiendo como las fuerzas me fallaban y las ganas por luchar por la vida desaparecían, caí de rodillas, dejando caer la espada...

De golpe, una imagen me vino a la mente. Mike, mi fiel amigo, siendo destrozado por los sincorazón. Vi mi hogar, arrasado por un ejercito y envuelto en la más densa oscuridad, todo porque no había nadie que la defendiese, porque Tierra de Partida había caído. TIerra de Partida... El que había sido mi hogar durante mi tiempo como portador. No podía dejar que todo acabase así. Que hubiese caído tan fácil, que el esfuerzo de tantos hubiese acabado en nada, los que habían caído por el camino, los desaparecidos... No podía caer ahora, y menos contra alguien como Aaron, tenía que luchar para impedir que los Sincorazón lo destrozasen todo. Por Mike, por mi familia, por Bavol... Tenía que luchar. Quizás fuese una mota de polvo, pero sería la mota de polvo más por culera de la historia.

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por **Suzume Mizuno** » Jue Sep 10, 2015 11:42 pm

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—¡¡¡Goei!!!

El grito de Hiro sonó por todo el escenario al ver a su compañero caído. Goei no estaba muerto, pero estaba herido de gravedad. Su vida estaba en muy grave peligro, aunque eso Aaron no lo sabía pues parecía creer que de verdad lo había matado.

—Pobre, pobre Hiro… Creía que eras menos quejica. ¿Qué más da? Solo era un moguri, su vida no valía nada. Puede que incluso te haya hecho un favor librándome de ese lastre, ¿no opinas igual? —opinó Aaron con acidez.

Ni Simbad pudo detener al aprendiz. Sus ojos

El grito de desesperación y dolor retumbó por toda la sala como si de un grito por los caidos se tratara, las lágrimas brotaban de los inocentes ojos del aprendiz quien no podía dejar de contemplar aquella macabra escena.

—No... no puede ser, Goei, prometiste que nunca me abandonarías... Y yo, teniendo este escudo no he sido capaz ni de defenderte ¿Que clase de amigo soy? — Susurró en su desesperación.

—Levántate, Hiro —animó Nanashi—. Trataremos sus heridas, pero el combate aún no ha terminado.

Nanashi soltó un gritó de esfuerzo al invocar una barrera que paró justo a tiempo un torrente de oscuridad que estuvo a punto de pillarlos de lleno.

—¡Vaya Nanashi! ¡Qué sorpresa que puedas hacer algo! Creía que tu magia de luz solo serviría para hacer el tonto.

—Si no vas a alzar tu espada contra quien amenaza tu vida — susurró el aprendiz —Al menos hazlo por los que te rodean. Si aun así no te ves capaz, al menos tírame el rifle cuando te lo diga.

—Os lanzaré magia de apoyo y os sanaré. Trataré de ayudar a Mogu… Goei por ahora, mi magia ofensiva no funcionará contra Aaron —afirmó la Maestra recogiendo el rifle.

>>Ahora mismo los bandos dan igual. Luchemos codo con codo y volvamos a casa.

Nanashi le tendió la mano. Hiro era libre de cogerla o no antes de enfrentarse a Aaron.

Simbad atacó en aquel momento con todo lo que tenía. Materializó unas zarzas que atraparon los pies de Aaron por unos valiosos momentos en los que Simbad pudo lanzar también un electro que impactó de lleno en el Maestro de la Corrupción, que soltó un grito de dolor.

—¡Tú! Maldito debilucho, estúpido ser inferior —señaló a Simbad—. Voy a arrancarte los ojos, arrancaré tu piel a tiras y después te curaré para repetir de nuevo todo eso una y otra vez —aseguró con los ojos inyectados en sangre.

Pero Hiro no se quedó quieto tampoco, Aaron trató de atacar a Simbad, sin embargo Hiro pudo interponerse en medio con su escudo levantado y Grillo invocado deteniendo su ataque. El escudo hizo un gran estruendo metálico y el aire pareció retorcerse por un instante como si hubiese gas en el ambiente. Al instante, los brazos del joven Aaron se llenaron de cortes, como si el escudo hubiese contraatacado por arte de magia.

—¡Eso es, Hiro! —sonrió Aaron—. ¡Ódiame! ¡Deja fluir la oscuridad de tu corazón!

En ese momento, Saito, Freya y Simbad se colocaron a su lado, alineados y dispuestos a luchar hasta el final.

***

—¡Dejad de pelear entre vosotros! —gritó Saito mientras se hundía en las tinieblas de Nega—. Necesitamos a todos ahora mismo para ganar, de lo contrario moriremos.

—Cuánto optimismo… ¡A ver cuánto dura eso!

Saito, Lyon y Freya fueron devorado por las tinieblas, sin embargo algo que Aaron no había previsto sucedió. Una intensa luz envolvió a Freya, y poco después a Saito y solo unos instantes más tarde Lyon. Las tinieblas de Nega retrocedían abriéndoles un sendero hasta Aaron, invitándolos a enfrentarse a él. El hombre torció una mueca de desagrado mientras veía como se iban alineando dispuestos a enfrentarse a él, dispuestos a levantarse por muchos obstáculos que aquel enemigo les pusiese.

Aaron podía ser el rey de la oscuridad, el mal personificado. ¿Pero era la oscuridad tan negra y la luz tan blanca? ¿Algo tan poderoso lo era realmente? ¿Podían los débiles derrotar a un enemigo como aquel?

Lyon se unió a Hiro, quien también avanzaba con su escudo en ristre amenazador. Freya se colocó junto a los dos con sus dos pistolas levantadas, apuntando hacia él, Saito alzó su espada y Simbad se preparó junto al resto con su Llave Espada. Un escudo para protegerlos a todos, una espada para aniquilar, unas pistolas para cubrir las espaldas de sus aliados, unas llaves que les abrirían las puertas a la victoria.

Sin embargo, algo ocurrió de golpe. Algo que ni Aaron, ni ninguno de ellos podría haber esperado. Un estruendo tan grande y ensordecedor que hizo temblar los propios cimientos del castillo hasta las torres más altas. Tuvieron que hacer acopio de su equilibrio para no caer al suelo.

****
En la entrada
Los portones, surcados por interminables grietas, astillados hasta el punto de que casi resultaban irreconocibles, se estremecieron tras una última embestida. Sus guardianes retrocedieron tras la barrera.

Habían hecho todo lo que había estado en sus manos.

Un puño gigantesco reventó las hojas, que dejaron al descubierto una negrura salpicada por cientos de ojos dorados hambrientos.

La oscuridad se puso en marcha y comenzó a fluir a través de los resquicios, sin prisa pero sin pausa.

El Coloso había vencido, al fin, la resistencia del Castillo del Olvido. Ahora el resto quedaba en manos de sus defensores.

****
—Oh, oh —canturreó Aaron burlón—. Parece que las puertas se han roto… La verdadera cuenta atrás ha empezado, los sincorazón han invadido el castillo… Y vosotros todavía no habéis conseguido la llave… Imaginad, aprendices. Imaginad… Los que se quedaron en la puerta son cebos y van a morir porque todos vosotros fuisteis demasiado lentos, demasiado débiles. Quién sabe, quizás incluso los que fueron a los sótanos también estaban en la puerta… Esperando por unos aliados que nunca aparecieron. Todos moriréis… Por vuestra culpa —señaló acusador.

>>¿Lo sabíais? Antes érais muchos más, pero uno a uno el castillo empezó a consideraros indignos de él, les apartó y gracias al poder de Nithael, les olvidasteis. Solo diré una cosa: La oscuridad siempre acaba ganando.

—Prepárate... — dijo Hiro furioso mientras se abalanzaba contra Aaron —¡Para el Kaio Ken!

—¡¿Cómo sabremos cuándo está al límite?! —Preguntó Simbad.

Nanashi negó con la cabeza

—No lo sé —dijo—. Pero Awyr y Rayim ya le han herido, a eso súmale el daño que le hicimos antes. Sus ataques se han vuelto más débiles y muchísimo más lentos, yo diría que lleva al límite desde hace un buen rato, pero es demasiado terco como para morir. Es tal como contaba Ronin. Aaron fue el mayor monstruo que Tierra de Partida dio a conocer.

Hiro y Saito encabezaron el combate lanzándose al frente mientras Freya y Lyon disparaban un Hielo cada uno. Freya siguió disparando varias veces más contra él evitando así que se moviera del sitio. El combo del Kaio Ken de Hiro y Saito fue bastante eficaz. Aaron no podía atacar al escudo de Hiro, cada vez que lo hacía nuevas heridas aparecían en su cuerpo. Lo mismo pasaba con la espada de Saito. Era literalmente imposible de bloquear, cada golpe que Saito daba contra su llave espada provocaba que el Maestro de la Corrupción retrocediese con nuevas heridas. El aturdidor de Saito formó nuevos cortes en el maestro, que apenas podía responder a sus ataques mientras trataba de esquivar los golpes del escudo de Hiro y sus puñetazos. Aaron logró esquivar el Electro de Saito por solo unos milímetros.

—¡Estáis acabados! —rugió Aaron fundiéndose en el suelo como si de un sincorazón se tratase y apareciendo a varios metros de distancia. El aspecto del hombre cada vez era más penoso—. ¡Es hora de MORIR!

Levantó su llave espada y un corte de oscuridad se dirigió contra Freya y Lyon, sin embargo Hiro interpuso su escudo bloqueando el ataque una vez más. Aaron soltó un grito de frustración y se teletransportó junto a Nanashi, que estaba sanando las heridas de Goei, que pese a estar inconsciente tenía bastante mejor aspecto y la herida de su pecho era ahora mucho más pequeña.

—Adiós, Nanashi.

Sin embargo, Freya disparó. El tiro dio en su mano desarmándole y destrozando su mano haciendo que perdiese varios dedos. Aaron empezó a reírse y Nanashi dio un fuerte tajo contra él con su llave espada. Aaron retrocedió respirando con dificultad y apretando con sus manos la herida, que ya no se cubrían con aquella defensa extraña.

—La habéis hecho buena… No sabéis contra qué os enfrentáis… —aseguró siseante con una mirada inundada en odio e intenciones asesinas.

>>¡Los humanos no sois nada contra la oscuridad! Os lo demostraré.

Aaron hizo aparecer su llave espada en su mano buena y la cogió por el filo, apuntando con él su pecho. Sin pestañear, el hombre se clavó a sí mismo el arma. El sonido de una cerradura fue perfectamente audible en aquel momento, como si algo hubiese sido abierto en su interior.

La llave espada desapareció en volutas negras y su cuerpo empezó a convulsionarse y retorcerse como si fuese de gelatina, sus ojos se volvieron completamente amarillos y su cabello se hizo más largo. Las orejas de Aaron se alargaron como las de un elfo y sus dientes se ensancharon y crecieron convirtiéndose en colmillos similares a los de un vampiro. Unas líneas negras imitando lágrimas se marcaron en su rostro y descendían hasta su mentón, un par de enormes y majestuosas alas negras de murciélago se desplegaron y apareció una larga cola demoniaca digna del mismísimo Satanás. Su piel palideció hasta casi lo imposible y hasta el último de los poros de su piel rezumaba un aura tan negra como un abismo infinito.

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Los músculos de Aaron ganaron masa y había ganado al menos diez centímetros más haciendo que su ropa quedase algo corta.

—Game over.

Aaron se levantó en el aire y cayó en picado entre todos los presentes provocando una onda expansiva que lanzó hacia atrás a todos con tan mala suerte de que Saito impactó contra uno de los bloques de cristales en forma de punta. Uno de los cristales atravesó su hombro, aunque solo de refilón, por lo que podría seguir usando aquel brazo.

—Os estoy esperando, portadores…

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Fecha límite:jueves 17 de septiembre a las 23:59

Canal de youtube · por **xXOrbOOkXx** » Mié Sep 16, 2015 5:12 pm

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Desesperación.

Eso fue lo que pude reconocer en el desgarrador grito de Hiro. El eco resonó en la estancia, calándome en los huesos y helándome las venas. Quizá no fuera por el grito en sí, sino porque ya había escuchado ese grito en otro sitio, saliendo de mis propios labios. Incluso cuando intenté detener al híbrido para que no cometiera ninguna locura, todo fue en vano.

—Pobre, pobre Hiro… Creía que eras menos quejica. ¿Qué más da? Solo era un moguri, su vida no valía nada. Puede que incluso te haya hecho un favor librándome de ese lastre, ¿no opinas igual? —Compuse una mueca, entornando los ojos. Millones de personas estarían condenadas por ser lo que él llamaba como lastre.

—Levántate, Hiro —sentenció la Maestra de la Escarcha—. Trataremos sus heridas, pero el combate aún no ha terminado.

Me siguió pareciendo extraordinariamente fuerte. La típica persona que no se rendía ante el combate inminente, y quién sabe si a la derrota. Apreté los dientes, mirando hacia el suelo por un momento. Ojalá no tuviera tanto miedo. Aferré la Llave. Nuestros hechizos podrían haber funcionado hasta cierta manera, pero no podía ocultar el verdadero mi verdadero temor.

Un torrente de oscuridad se precipitó hacia nosotros, intenté cubrirme con la llave pero Nanashi volvió a la carga formando una barrera, casi... Casi con lo que parecían sus últimas fuerzas.

—Si no vas a alzar tu espada contra quien amenaza tu vida, al menos hazlo por los que te rodean. Si aun así no te ves capaz, al menos tírame el rifle cuando te lo diga. —Eran palabras crudas. Sin embargo había valor en ellas.

—Os lanzaré magia de apoyo y os sanaré. Trataré de ayudar a Mogu… Goei por ahora, mi magia ofensiva no funcionará contra Aaron

>>Ahora mismo los bandos dan igual. Luchemos codo con codo y volvamos a casa.

<<¿Pero darán igual después de que todo acabe?>> Esperé que así fuera.

No podía quedarme sin hacer nada. Aferré mi arma y respiré, fijé a Aaron en mi punto de mira y susurré uno de mis primeros hechizos. Las zarzas sujetaron los pies del Maestro Corrupto, momento que aproveché para freírle con un Electro y mandarle al infierno del que había salido. Sonreí cuando soltó un alarido de dolor. Me sorprendí porque jamás pensé que podría alegrarme tanto causando tal sufrimiento.

—¡Tú! Maldito debilucho, estúpido ser inferior. —Me señaló—. Voy a arrancarte los ojos, arrancaré tu piel a tiras y después te curaré para repetir de nuevo todo eso una y otra vez —se abalanzó sobre mí, no hubiera conseguido esquivar el ataque, pero afortunadamente, Hiro se interpuso.

Lo que sucedió a continuación quedaría grabado para siempre en los libros de historia, en las canciones de los trovadores que hubieran estado allí. Porque demostró que la luz bailaba con la oscuridad, pero siempre acababa siendo la que llevaba el ritmo. Toda la información que estaba en el libro La Leyenda de los Caballeros y que me había memorizado tantas veces, se borró por una más nueva y más fiable. La de nuestras propias experiencias.

Porque con rayos de luz, de los compañeros que creía completamente perdidos en las brumas negras, se alzaron de nuevo. En fila parecíamos los guerreros que formaban el apocalipsis: el escudo para proteger; las pistolas, para que el enemigo no se acercara; la espada, para abrir tajos a diestro y siniestro. Y el arma, tanto mía como la de los otros: las Llaves, que guardaban la puerta a nuestra alma. La que daría el golpe final.

Pero también teníamos otras armas, como la que Nithael había entregado a Freya o la de los otros aprendices, que podía vencer a la inmunidad a la oscuridad de Aaron. Si teníamos alguna oportunidad de usarlas sería ahora.

Pero ocurrió algo. Algo oscuro que no hacía más que empeorar la situación. Un estruendo hizo que el mundo se volviera borroso, y que me precipitara al suelo sin poderlo evitar, caí de rodillas, y el impacto hizo que mis huesos se resintieran. Aaron pareció tampoco esperárselo, una sonrisita burlona apareció en su rostro

—Oh, oh —canturreó—. Parece que las puertas se han roto… La verdadera cuenta atrás ha empezado, los sincorazón han invadido el castillo… Y vosotros todavía no habéis conseguido la llave… Imaginad, aprendices. Imaginad… Los que se quedaron en la puerta son cebos y van a morir porque todos vosotros fuisteis demasiado lentos, demasiado débiles. Quién sabe, quizás incluso los que fueron a los sótanos también estaban en la puerta… Esperando por unos aliados que nunca aparecieron. Todos moriréis… Por vuestra culpa. —Los sótanos. Fruncí las cejas, casi con la furia en mi mirada, ¿de quiénes estaba hablando?

>>¿Lo sabíais? Antes érais muchos más, pero uno a uno el castillo empezó a consideraros indignos de él, les apartó y gracias al poder de Nithael, les olvidasteis. Solo diré una cosa: La oscuridad siempre acaba ganando.

<<¿Miente?>> Pensé, pero su rostro era sincero y ácido.

—No lo sé —respondió Nanashi ante mi pregunta—. Pero Awyr y Rayim ya le han herido, a eso súmale el daño que le hicimos antes. Sus ataques se han vuelto más débiles y muchísimo más lentos, yo diría que lleva al límite desde hace un buen rato, pero es demasiado terco como para morir. Es tal como contaba Ronin. Aaron fue el mayor monstruo que Tierra de Partida dio a conocer.

Volvimos al combate. Hechizos, estocadas, balas de oscuridad. Lo impensable. Trató de atacar a Nanashi, pero su ataque fue bloqueado y frustrado. Poco a poco Aaron se iba... quedando sin piel, sin partes de su cuerpo, sangrando, como había dicho Nanashi, parecía estar completamente en su límite. Como si no pudiera más.

—La habéis hecho buena… No sabéis contra qué os enfrentáis…

>>¡Los humanos no sois nada contra la oscuridad! Os lo demostraré.

No pude creer lo que vieron mis ojos. Se clavó la Llave en el pecho. No imaginaba que alguien pudiera sobrevivir a algo así. Se convulsionó, pareció que se metamorfoseaba, le creció el pelo, sus... Sus extremidades parecieron hacerse más largas, más estilizadas, al igual que sus dientes, que crecieron hasta hacerse de punta, sus ojos se volvieron ambarinos, le crecieron alas de murciélago. Era grotesco. Era un demonio.

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La onda expansiva nos dio de lleno y caímos al suelo.

—Os estoy esperando, portadores…

Intenté incorporarme y prepararé mi arma, a la par que invocaría mi armadura para suavizar los daños. La última oportunidad.

—Parece hecho de oscuridad —diría lo suficientemente alto para que todo el mundo pudiera escucharlo, miraría a Saito y a Freya—. Si queréis usar los objetos hacedlo ahora, porque más tarde estaremos muertos.

Era un enemigo volador. Dado que nuestras posibilidades de sobrevivir eran parcial o totalmente nulas, decidí hablar más de la cuenta, cuando la regla de oro en la lucha era: "No fardes a menos de que tengas la fuerza para ello". Algún día sería tan fuerte como para cumplir aquella frase.

—Respira Aaron —murmuraría con una sonrisa torcida—. Porque respirar es un lujo que no te podrás permitir.

Invoqué hacia su posición el hechizo Quasar, y si surtía efecto, correría hasta su lugar, e invocaría un Piro. Si conseguía quemarle, enarbolaría la Llave Espada para darle una estocada. Si el hechizo Quasar no surtía efecto, lanzaría el segundo hechizo de todas formas, para ejecutar las siguientes acciones. Si intentaba atacarme con la cola o de cualquier otra forma, invocaría un Electro contra ella.

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por **RedXIII** » Jue Sep 17, 2015 8:45 pm

El aprendiz se movía incesantemente mientras paraba todos los golpes del enemigo con su escudo, era increíble el poder que albergaba, ya que conseguir pararlos casi sin esfuerzo.

—La habéis hecho buena… No sabéis contra qué os enfrentáis…

>>¡Los humanos no sois nada contra la oscuridad! Os lo demostraré.

—Tss — escupió al suelo —Creo que no has tenido en cuenta de que yo no soy un humano cualquiera.

Aaron se clavó su propia llave espada, como les pasó a ellos casi al principio de la aventura, y su cuerpo empezó a cambiar de forma; una especie de demonio con alas emplumadas apareció delante.

—Game over.

Provocó una extraña onda expansiva que le tiró hacia atrás, pero Hiro soltó una carcajada al ver como la ropa le había encogido.

—¿Problemas con la secadora? — Se burló, pero enseguida cesó su sobreactuación, acomodó su escudo hacia adelante y se preparó.

—Os estoy esperando, portadores…

—Parece hecho de oscuridad.

—Creo que eso ya se nota — Comentó el aprendiz, teniendo en cuenta que ya parecía serlo de antes.

—Si queréis usar los objetos hacedlo ahora, porque más tarde estaremos muertos.

Era algo redundante y lógico, pero Hiro no iba a atacar en aquel momento, iba a defender a los demás con su escudo, se puso el primero y se agacharía para que los compañeros que planearan atacar desde atrás lo hicieran, si Aaron intentaba pasar lo bloquearía con su escudo, al igual que sus ataques, y si se pegaba a el, le lanzaría un Electro a la cara.

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por **H.S Sora** » Jue Sep 17, 2015 11:04 pm

La calidez volvió a mí de manera inesperada, liberándome de aquel mal que había tratado de apoderarse de toda la voluntad que tuviese, para envolverme en un abrazo con forma de luz que me devolvió a la vida por segunda vez en aquel día.

Me había alzado ante aquellas tinieblas, pero no estaba sola. Miss Disparos Certeros y Lyon también habían vuelto a levantarse, y entre los tres envueltos en aquel manto de esperanza logramos que aquella habilidad que Aaron había mencionado como “Nega” se pusiese a retroceder como si tuviese vida propia hasta abrirnos paso a la raíz de todo aquel problema que seguía altivo y alzado frente a nosotros.

Aaron.

Era consciente de lo que Saito sabía o teorizaba, y probablemente hubiese sido un niño con el que su pariente familiar materno hubiese experimentado hasta hacer del joven un adepto a la Llave Espada de su fallecido padre. Lleno de más heridas psicológicas que físicas, había tratado de buscar un poder más allá, algo de lo que creía que solo un sangre pura como él era digno; consternado por su fallida búsqueda, empezó a matar Aprendices con tal de ser el único que quedase digno para encontrar su propósito, pero acabó siendo aniquilado por los Maestros Rayim y Awyr junto con Ronin.

Su locura era algo a tener en cuenta, ya que más que una discapacidad le hacía ser del todo imprevisible, con habilidades tan traicioneras como Miasma o Nega. Era fuerte, quizá lo más fuerte a lo que Saito y yo nos hubiésemos enfrentado nunca, y quizá de paso lo más peligroso; había que derrotarle antes de que pudiese tendernos una trampa con alguno de sus trucos.

Incluso si eso significaba colaborar con aquellos casi ineptos, estaba dispuesta a hacerlo con tal de no fracasar.

—¡Eso es, Hiro! ¡Ódiame! ¡Deja fluir la oscuridad de tu corazón!

Podía sentir la clase de odio que una persona como ella albergaba, el dolor que podría haberse detenido si se hubiese llegado a tiempo... pero ahora era demasiado tarde. Con aquella torcida y enigmática sonrisa, el Corrupto nos invitaba a tratar de ponerle fin.

Me coloqué al lado del perro a la par que lo hacían mis compañeros. Guardé la guadaña con rapidez y la substituí por la espada que aquel hombre le había otorgado a Saito, si iba a acabar con él que mejor manera que hacerlo con el filo de su propia arma; la formación que habíamos adoptado nos incluía a todos los presentes, cada uno con sus armas fijadas en Aaron. Alcé mi espada en su dirección dispuesto a degollar su asqueroso cuello cuando un estruendo me hizo trastabillar hasta el punto de casi caer al suelo.

¿Qué había sido eso?

—Oh, oh —Aaron continuaba usando aquel tono que me era tan exasperante—. Parece que las puertas se han roto… La verdadera cuenta atrás ha empezado, los sincorazón han invadido el castillo… Y vosotros todavía no habéis conseguido la llave… Imaginad, aprendices. Imaginad… Los que se quedaron en la puerta son cebos y van a morir porque todos vosotros fuisteis demasiado lentos, demasiado débiles. Quién sabe, quizás incluso los que fueron a los sótanos también estaban en la puerta… Esperando por unos aliados que nunca aparecieron. Todos moriréis… Por vuestra culpa —finalizó señalándonos.

Rebusqué en toda la información que Saito poseía, sabiendo a ciencia cierta que nosotros no podíamos tener la culpa de aquello. Aquel miserable había sido quién nos había estado atrasando con sus jueguecitos con tal de ir eliminando competencia como un buen miserable que era, pero aquello se había acabado.

Acabaríamos con él aquí y ahora, y evitaría que los compañeros y Maestros de Saito que estaban en aquella peligrosa situación perdiesen la vida, una buena manera de demostrar ser digna merecedora de aquella confianza.

>>¿Lo sabíais? Antes érais muchos más, pero uno a uno el castillo empezó a consideraros indignos de él, les apartó y gracias al poder de Nithael, les olvidasteis. Solo diré una cosa: La oscuridad siempre acaba ganando.

Hiro se preparó para la pelea, y yo no me quedé atrás; quizá no sabíamos cuanto necesitábamos para acabar con él, pero por muy monstruoso que fuese no dejaba de ser un mero humano. Y si hay algo a lo que todos los humanos son débiles, es a la muerte.

Con el apoyo de Freya y Lyon, Hiro y yo entablamos una batalla contra Aaron en la que el Maestro Corrupto no tuvo demasiadas opciones; por algún extraño motivo cada vez que la espada que yo portaba chocaba con su Llave Espada de alguna manera acababa hiriéndole y obligándole a retroceder mientras que algo similar sucedía con el escudo de Hiro y los golpes que este propiciaba. Apenas pudo percatarse del Aturdidor que estaba ejecutando hasta que la espada cortó su carne, por mala suerte esquivó el hechizo eléctrico que le había lanzado por pura suerte.

—¡Estáis acabados! —La desesperación del hombre era palpable, no pude evitar sonreírle con una de sus sádicas sonrisas mientras este se fundía con el suelo para dejar de recibir golpes. ¿De verdad se pensaba que podría huir?—. ¡Es hora de MORIR!

Atacó con una extraña habilidad a las dos personas que nos cubrían la retaguardia, pero por suerte para ellos, el escudo del aprendiz que había peleado a mi lado sirvió para protegerles. Al volver la vista hacia Aaron este había desaparecido, como odiaba a aquella clase de magos.

—Adiós, Nanashi.

Abrí los ojos como platos, mientras trataba de impulsarme hacia ella con toda la velocidad que tenía, dado que la Maestra estaba poniendo toda su atención en curar al Moguri del chico del escudo que había sido gravemente herido.

Era una de las Maestras de Saito, no podía morir ella mientras yo seguía aquí... ella no.

Bang.

Observé atónita como de un disparo, Freya le había volado a Aaron casi la mitad de los dedos de la mano, obligándole a soltar el arma incluso. Nanashi estaba tan sorprendida como yo, pero no dudó en atacar a Aaron para defenderse. El maníaco reía ante la situación, tratando de taparse la herida que acababa de recibir; por algún extraño motivo ya no se cubría con oscuridad, lo que me resultaba demasiado sospechoso.

¿Acaso le interesaba estar herido?

—La habéis hecho buena… No sabéis contra qué os enfrentáis…

—A un mundano medio moribundo, —aseguré, volviendo a tenerle como objetivo con el filo de la espada listo.

>>¡Los humanos no sois nada contra la oscuridad! Os lo demostraré.

Cambié a una posición defensiva, pero por extraño que me pareciese ninguno de los presentes resultamos atacados o daños. Todo lo contrario, Aaron se clavó su propia Llave Espada en el pecho haciendo un peculiar sonido. ¿Acaso pretendía “suicidarse” antes que dejarse rematar por nosotros? Negué rotundamente con la cabeza mientras me acercaba, quizá si hacia eso tendríamos que volver a enfrentarnos a él por no haberle rematado por nosotros mismos, y a eso si que no estaba dispuesta a aceptarlo.

Pero algo que no alcanzaba a comprender le estaba pasando al cuerpo del “fallecido” mientras su Llave Espada se deshacía en el aire: se retorcía y convulsionaba mientras le daban toda clase de espasmos, era como si aquel cadáver se estuviese volviendo a levantar. Pero al fin y al cabo los muertos no podían hacer eso, pero pocos segundos después — cuando los ojos le cambiaron de color y el pelo le creció de manera considerable — descubrí que él no estaba muerto.

Tal y como había temido al principio de la batalla, habíamos caído en su trampa.

Minutos más tarde, Aaron había acabado de metamorfosearse en algo tan maligno y diferente que no tenía palabras para describirlo. Entre otras cosas además de fuerza y altura, había ganado colmillos, una palidez digna del mismísimo hielo, un par de alas a juego con una cola demoníaca y por último un aura oscura que logró inquietarme más de lo que nadie había logrado en mucho tiempo.

Toda representación de odio, rencor o cualquier sentimiento similar quedaba totalmente obsoleto frente a la encarnación de todo mal que tenía delante.

—Game over.

Antes de poder hacer nada, nuestro alado enemigo ascendió y descendió en el aire para impactar contra nosotros a la par que provocaba un efecto en forma de onda que nos hizo retroceder a todos, haciendo que yo me estampase contra uno de aquello bloques de cristales recibiendo un leve golpe en la cabeza — por suerte no habían pinchos en la zona con la que había sido golpeada —y recibiendo una herida en el hombro producida por uno de aquellos odiosos cristales.

Me erguí realizando una mueca de dolor, mientras comprobaba que podía seguir usando el brazo en el que tenía la herida.

—Os estoy esperando, portadores…

—Te vas a enterar de lo que es bueno... —mascullé entre dientes, recogiendo la espada de nuevo mientras planeaba una estrategia.

—Parece hecho de oscuridad —empezó a decir Simbad, pero un súbito mareo me impidió poder responderle o acabar de entender lo que replicó Hiro—. Si queréis usar los objetos hacedlo ahora, porque más tarde estaremos muertos.

***

Alice, ya es suficiente.

¿Qué? Saito aún puedo ayudar... de verdad.

Lo sé, y te agradezco mucho lo que has hecho. Has peleado de manera formidable y has defendido a los que me importaban, pero ya he conseguido controlar esa Oscuridad.

Pero puedo eliminar a Aaron aunque esté en esa forma... déjame demostrártelo.

No Alice, soy yo quien debe librar esta última batalla. No tú.

P-Pero podría hacerte daño, deja que me encargue...

No, devuélveme todo el control que te he cedido.

Por favor, solo un último acto para demostrarte que no te he fallado mi Caballero...

No, Alice... ¡ALICE DETENTE!...

***

Me dirigía hacia Aaron a la par que rebuscaba en mis bolsillos aquello que el ángel le había dado a Saito, aquello que haría que la Oscuridad se volviese en contra de aquel fanático homicida. Una vez la encontrase, se lo lanzaría tal y como él había dicho que funcionaba y esperaría hasta que estallase para actuar. Una vez lo hiciese, tendría treinta vitales segundos para atacarle con todo aquel poder que Saito tenía.

Lanzaría entonces el primero de mis hechizos, apuntando con la palma de mi mano al cuerpo de aquel nuevo Aaron y efectuaría una Explosión de Oscuridad, corriendo segundos después de lanzar el hechizo con cuidado de que la explosión no me dañase para atacarle con la espada e intentar dañar o la cola o una de aquellas molestas alas, lanzando una Flama Tenebrosa al último de aquellos dos objetivos.

Una vez lo hubiese hecho retrocedería y me quedaría detrás de Hiro y su escudo para protegerme y además tomaría un Éter para reponer mis fuerzas mágicas.

Avanzar me costaba más de lo que querría desear, ya que aquello significaba que Saito estaba volviendo en si mismo, y a aquel paso no tardaría en recuperar el control completo, debía darme prisa.

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