Re: Ronda 14
Publicado: Dom Jul 05, 2015 8:40 pm
—Se trata del fundador de la Orden. Fue un ángel extremadamente poderoso y sabio, que impidió que los mundos se sumieran en el caos y nos recordó que había que luchar contra la oscuridad. Ayudó a levantar Tierra de Partida y, con ella, nacieron los clanes. El Unicornio fue de los primeros—Nadhia escuchó cabizbaja aunque con interés la historia que Cornelia le estaba contando. Percibió el orgullo de la maestra al decir que su clan había sido de los primeros en nacer y no pudo evitar sonreír. Realmente amaba su labor como líder, y no sólo del clan que la había visto crecer—. Lamentablemente, el Primero desapareció. En su lugar llegó Nithael. Quizás lo viste durante la reunión. Es un clon del Primero, si bien no tiene la mitad de sus capacidades, ni sus recuerdos, ni nada. Más bien parece un niño al que debamos proteger.
Nadhia, quien había permanecido tras Cornelia sin levantar cabeza escuchándola, pareció llamarle la atención el tono con el que la maestra de los Unicornios había mencionado a Nithael. Irritada, como si la existencia de aquella persona, si es que se le podía llamar así, le molestara.
La aprendiz recordaba vagamente al supuesto clon del fundador de la Orden. Si hacía un poco de memoria, cuando Cornelia y los demás líderes hicieron llamar a la ciudadela entera y a sus caballeros para anunciar los planes para el día siguiente y levantar ánimos con sus palabras... sí, él estuvo ahí. Igual que contra los sincorazón allá fuera, pero no pudo tener constancia de que aquel ser alado fuera real tras el ataque del escorpión. Y era extraño pensar que siendo el clon del Primero no fuera el auténtico líder supremo de la Orden. Es decir... ¿desde cuándo se habría impuesto que uno de los clanes rigiera el poder sobre los demás?
Aunque imponer no fuera la palabra que Nadhia buscaba cuando pensaba en la persona que tenía delante. Sí que podía dar miedo su porte si no la conocías, como le pasó a ella al principio. Pero Nadhia ya estaba completamente segura, estando a su lado y hablando con la pequeña Patricia, de que muchos ciudadanos no sabían de qué hablaban por culpa de la situación por la que pasaban. El miedo muchas veces cambiaba a las personas.
De hecho, siempre se echaba las culpas a alguien en momentos duros como aquel. Era injusto pensar así, pero era una realidad que sucedía en todas partes, fuera el mundo o el año que fuera.
Quiso preguntar más por Nithael. Era un ángel, después de todo. No estaba muy segura de que aquella raza realmente existiera en otros mundos en su presente, o fueran seres que perecieran hace siglos. El alma de su Llave-Espada estaba representado por uno, o al menos lo parecía. Hubiera sido tan interesante hablar sobre aquello...
... pero no quería que Cornelia se sintiera más irritada aún dada la situación.
Ojalá, cuando todo aquello terminara, pudiera sincerarse con ella. Y si no la desterraba antes de volver al presente, le gustaría hablar con ella más. Saber más sobre el pasado de Tierra de Partida.
Quizás aprendiera mucho de ella por el bien de su hogar.
*****
Y ya era de noche cuando llegaron al lado contrario de aquella enorme montaña que habían estado rodeando a lo largo de la tarde. Nadhia ya no se sentía tan segura como hacía unas horas. El sonido de la naturaleza había desaparecido casi por completo, y sólo se escuchaba el tenue silbido del viento sobre los árboles cercanos a la zona a la que habían llegado, una ciudad que, al parecer, había sido abandonada hace muchos años. Nadhia olvidó por un momento la tensión y contempló, estupefacta, el tesoro que había permanecido años sin la visita de habitantes de Tierra de Partida. Aquellas ruinas eran una auténtica joya visual en medio de la oscuridad, con arcos, corredores y columnas que la conformaban.
—Hace unos veinte años había una zona de entrenamiento para los clanes, con un templo, pero terminó por abandonarse—explicó Cornelia, teniendo Nadhia que acercarse un poco a ella para escucharla al hablar tan bajo—. Es el único lugar donde se me ocurre que podría estar el alfa…
Tanto como hizo Cornelia en aquel momento Nadhia se lanzó contra la columna contraria. No se agachó, preguntándose si sería buena idea que aguantara la respiración durante unos segundos. Aquella cosa que se había movido en la distancia... no, no era posible.
Recordaba aquellos ojos. Su tamaño, aún siendo descomunal, no tenía nada que ver con el día anterior (valga la redundancia habiendo viajado al pasado) que Tierra de Partida había sido atacada por aquella bestia sincorazón. Era él, el sincorazón que había roto las cadenas del castillo. El que había intentado alcanzar el corazón de su mundo. Con el que estaba luchando en aquel momento, quizás, su amiga Fátima.
Tragó saliva y cerró los ojos en medio de la oscuridad, rezando porque no hubiera percibido la presencia de ambas. Había sido buena idea no invocar su Llave-Espada en ningún momento. En aquel momento, a Nadhia le daba vueltas la cabeza. ¿Cómo demonios era posible? Aquel era el sincorazón que había atacado su hogar, el de su presente, el del futuro de aquel preciso instante. ¿Había existido anteriormente?
Sabía que las razas perduraban con el tiempo, o se extinguían, quizás como los animales o las plantas. Pero que aquel engendro de oscuridad hubiera coincidido en el pasado, en una situación dada la cual Tierra de Partida estaba en peligro... y no parecía un sincorazón común. Sólo de haber visto sus ojos de nuevo se le había puesto la carne de gallina y una sensación desagradable corría por sus entrañas.
«No. No puede ser una mera coincidencia», se dijo, apretando los dientes. «Tiene que haber una relación...»
Nadhia pegó un pequeño respingo, aun controlándose, cuando Cornelia se acercó a ella al ver pasado el peligro de ser descubiertas. Enseguida le susurró al oído:
—Debo acercarme. Necesito comprobar si hay alguna prueba o algo que mantenga al Alfa inmóvil aquí. Quédate o sígueme. En cualquier caso no hagas ruido.
Nadhia asintió, aun no estando muy segura de que enfrentarse a aquella cosa ellas solas fuera una buena idea. Todavía le temblaban las rodillas siguiendo de cerca a la maestra. Pero antes de dar dos pasos, Cornelia se le quedó mirando un rato, en absoluto silencio.
Finalmente, la aprendiz perdió la paciencia, ruborizándose.
—¿Qué... qué pasa?
—No podemos ir juntas. Llamaríamos demasiado la atención. Necesito que lo despistes. ¿Te atreverías?
—¿Despistarle...? —Cornelia le señaló con un gesto antes de que pudiera seguir hablando. Nadhia observó que el lugar donde el sincorazón se encontraba estaba rodeado de una infraestructura concéntrica, con corredores que lo rodeaban y una media de tres columnas donde la maestra le estaba señalando— Pero t-tú... señora Cornelia...
Su plan era que Nadhia lograra distraer al supuesto Alfa desde otro blanco diferente para que ella pudiera acercarse. Cornelia era bastante atrevida: apenas había sitio por el que esconderse si seguía aquel camino. Pero si Nadhia lograba despistar al coloso haciendo de cebo...
Quiso suspirar de frustración. Aquel comportamiento temerario le recordaba a ella misma cuando Fátima se lo echaba en cara. Escuchó a Cornelia pensando en los mil y un quebraderos de cabeza que debía darle constantemente, asintiendo cuando comentó lo de lanzar un hechizo básico al cielo si el coloso se comportaba de forma extraña.
—Si corres peligro, escapa. Nos reuniremos en la catarata. También estate atenta a cualquier cosa que no sea antigua que te llame la atención. Cristales, runas, círculos mágicos… Cualquier cosa. Tiene que haber algo o alguien en este lugar…
—¡E-Espera, Cornelia! —chilló Nadhia por lo bajo al no poder alzar mucho la voz.
Y sin poder decir más, Cornelia se lanzó al frente. No pudo detener su plan. Nadhia, algo irritada, supo que lo mejor que podía hacer por ella era seguir con el plan acordado. Seguirla sería un suicidio para ambas.
Lo que tenía que hacer, pues, era hacer lo que mejor se le daba: lanzarse sin pensar en las consecuencias, fuera una orden o mera cabezonería suya.
Corrió alcanzando la primera columna, permitiéndose el lujo de echar un vistazo al coloso al asomarse lo justo y necesario para verlo con un único ojo, en el cual confiaba plenamente, pues eran de arquera. Tenía que impedir que se centrara en Cornelia, con un corazón de seguro más brillante que el suyo.
Vio las dos siguientes columnas, y pensó que podía usarlas a su favor. Estaba segura de que al invocar su Llave-Espada el coloso ya percataría su presencia, así que tenía que darse prisa.
Ángel Forjado apareció en su zurda como así mismo deseó ella, entre gotas de luz y plumas cayendo con delicadeza en el suelo. No tenía mucho tiempo. Enseguida se colocó y, agachada, preparó un hechizo de luz* que lanzaría cerca de la tercera columna, en el suelo. Así, si rebotaba, lo haría hacia arriba y no dañaría la columna: la necesitaba con urgencia si el plan seguía en pie.
Si miraba en la oscuridad que aquellos ojos inyectados en sangre se dirigían hacia su posición, correría hacia la tercera columna para evitar un posible ataque. Si ese no era el caso y su hechizo le había llamado más la atención que el poder de la Llave-Espada en sus manos, permanecería en la primera, esperando qué hacer a continuación y según lo que observara de las acciones de Cornelia. Y observando las cercanías con la luz de su ataque, recordando la tarea de mantener los ojos bien abiertos si encontraba cualquier cosa fuera de lo común en aquel paraje abandonado.
Nadhia no se iba a engañar: se sentía increíblemente manca en aquel momento.
Y Cornelia se le había quedado mirando demasiado rato poco antes de iniciar aquel plan. ¿En qué había estado pensando tanto? ¿Realmente sólo para hacer de cebo, o había algo más en su estrategia?
Pero si Nadhia quería volver a su hogar y descubrir el misterio de aquel coloso sincorazón, tenía que confiar en ella.
Nadhia, quien había permanecido tras Cornelia sin levantar cabeza escuchándola, pareció llamarle la atención el tono con el que la maestra de los Unicornios había mencionado a Nithael. Irritada, como si la existencia de aquella persona, si es que se le podía llamar así, le molestara.
La aprendiz recordaba vagamente al supuesto clon del fundador de la Orden. Si hacía un poco de memoria, cuando Cornelia y los demás líderes hicieron llamar a la ciudadela entera y a sus caballeros para anunciar los planes para el día siguiente y levantar ánimos con sus palabras... sí, él estuvo ahí. Igual que contra los sincorazón allá fuera, pero no pudo tener constancia de que aquel ser alado fuera real tras el ataque del escorpión. Y era extraño pensar que siendo el clon del Primero no fuera el auténtico líder supremo de la Orden. Es decir... ¿desde cuándo se habría impuesto que uno de los clanes rigiera el poder sobre los demás?
Aunque imponer no fuera la palabra que Nadhia buscaba cuando pensaba en la persona que tenía delante. Sí que podía dar miedo su porte si no la conocías, como le pasó a ella al principio. Pero Nadhia ya estaba completamente segura, estando a su lado y hablando con la pequeña Patricia, de que muchos ciudadanos no sabían de qué hablaban por culpa de la situación por la que pasaban. El miedo muchas veces cambiaba a las personas.
De hecho, siempre se echaba las culpas a alguien en momentos duros como aquel. Era injusto pensar así, pero era una realidad que sucedía en todas partes, fuera el mundo o el año que fuera.
Quiso preguntar más por Nithael. Era un ángel, después de todo. No estaba muy segura de que aquella raza realmente existiera en otros mundos en su presente, o fueran seres que perecieran hace siglos. El alma de su Llave-Espada estaba representado por uno, o al menos lo parecía. Hubiera sido tan interesante hablar sobre aquello...
... pero no quería que Cornelia se sintiera más irritada aún dada la situación.
Ojalá, cuando todo aquello terminara, pudiera sincerarse con ella. Y si no la desterraba antes de volver al presente, le gustaría hablar con ella más. Saber más sobre el pasado de Tierra de Partida.
Quizás aprendiera mucho de ella por el bien de su hogar.
Y ya era de noche cuando llegaron al lado contrario de aquella enorme montaña que habían estado rodeando a lo largo de la tarde. Nadhia ya no se sentía tan segura como hacía unas horas. El sonido de la naturaleza había desaparecido casi por completo, y sólo se escuchaba el tenue silbido del viento sobre los árboles cercanos a la zona a la que habían llegado, una ciudad que, al parecer, había sido abandonada hace muchos años. Nadhia olvidó por un momento la tensión y contempló, estupefacta, el tesoro que había permanecido años sin la visita de habitantes de Tierra de Partida. Aquellas ruinas eran una auténtica joya visual en medio de la oscuridad, con arcos, corredores y columnas que la conformaban.
—Hace unos veinte años había una zona de entrenamiento para los clanes, con un templo, pero terminó por abandonarse—explicó Cornelia, teniendo Nadhia que acercarse un poco a ella para escucharla al hablar tan bajo—. Es el único lugar donde se me ocurre que podría estar el alfa…
Tanto como hizo Cornelia en aquel momento Nadhia se lanzó contra la columna contraria. No se agachó, preguntándose si sería buena idea que aguantara la respiración durante unos segundos. Aquella cosa que se había movido en la distancia... no, no era posible.
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Recordaba aquellos ojos. Su tamaño, aún siendo descomunal, no tenía nada que ver con el día anterior (valga la redundancia habiendo viajado al pasado) que Tierra de Partida había sido atacada por aquella bestia sincorazón. Era él, el sincorazón que había roto las cadenas del castillo. El que había intentado alcanzar el corazón de su mundo. Con el que estaba luchando en aquel momento, quizás, su amiga Fátima.
Tragó saliva y cerró los ojos en medio de la oscuridad, rezando porque no hubiera percibido la presencia de ambas. Había sido buena idea no invocar su Llave-Espada en ningún momento. En aquel momento, a Nadhia le daba vueltas la cabeza. ¿Cómo demonios era posible? Aquel era el sincorazón que había atacado su hogar, el de su presente, el del futuro de aquel preciso instante. ¿Había existido anteriormente?
Sabía que las razas perduraban con el tiempo, o se extinguían, quizás como los animales o las plantas. Pero que aquel engendro de oscuridad hubiera coincidido en el pasado, en una situación dada la cual Tierra de Partida estaba en peligro... y no parecía un sincorazón común. Sólo de haber visto sus ojos de nuevo se le había puesto la carne de gallina y una sensación desagradable corría por sus entrañas.
«No. No puede ser una mera coincidencia», se dijo, apretando los dientes. «Tiene que haber una relación...»
Nadhia pegó un pequeño respingo, aun controlándose, cuando Cornelia se acercó a ella al ver pasado el peligro de ser descubiertas. Enseguida le susurró al oído:
—Debo acercarme. Necesito comprobar si hay alguna prueba o algo que mantenga al Alfa inmóvil aquí. Quédate o sígueme. En cualquier caso no hagas ruido.
Nadhia asintió, aun no estando muy segura de que enfrentarse a aquella cosa ellas solas fuera una buena idea. Todavía le temblaban las rodillas siguiendo de cerca a la maestra. Pero antes de dar dos pasos, Cornelia se le quedó mirando un rato, en absoluto silencio.
Finalmente, la aprendiz perdió la paciencia, ruborizándose.
—¿Qué... qué pasa?
—No podemos ir juntas. Llamaríamos demasiado la atención. Necesito que lo despistes. ¿Te atreverías?
—¿Despistarle...? —Cornelia le señaló con un gesto antes de que pudiera seguir hablando. Nadhia observó que el lugar donde el sincorazón se encontraba estaba rodeado de una infraestructura concéntrica, con corredores que lo rodeaban y una media de tres columnas donde la maestra le estaba señalando— Pero t-tú... señora Cornelia...
Su plan era que Nadhia lograra distraer al supuesto Alfa desde otro blanco diferente para que ella pudiera acercarse. Cornelia era bastante atrevida: apenas había sitio por el que esconderse si seguía aquel camino. Pero si Nadhia lograba despistar al coloso haciendo de cebo...
Quiso suspirar de frustración. Aquel comportamiento temerario le recordaba a ella misma cuando Fátima se lo echaba en cara. Escuchó a Cornelia pensando en los mil y un quebraderos de cabeza que debía darle constantemente, asintiendo cuando comentó lo de lanzar un hechizo básico al cielo si el coloso se comportaba de forma extraña.
—Si corres peligro, escapa. Nos reuniremos en la catarata. También estate atenta a cualquier cosa que no sea antigua que te llame la atención. Cristales, runas, círculos mágicos… Cualquier cosa. Tiene que haber algo o alguien en este lugar…
—¡E-Espera, Cornelia! —chilló Nadhia por lo bajo al no poder alzar mucho la voz.
Y sin poder decir más, Cornelia se lanzó al frente. No pudo detener su plan. Nadhia, algo irritada, supo que lo mejor que podía hacer por ella era seguir con el plan acordado. Seguirla sería un suicidio para ambas.
Lo que tenía que hacer, pues, era hacer lo que mejor se le daba: lanzarse sin pensar en las consecuencias, fuera una orden o mera cabezonería suya.
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Corrió alcanzando la primera columna, permitiéndose el lujo de echar un vistazo al coloso al asomarse lo justo y necesario para verlo con un único ojo, en el cual confiaba plenamente, pues eran de arquera. Tenía que impedir que se centrara en Cornelia, con un corazón de seguro más brillante que el suyo.
Vio las dos siguientes columnas, y pensó que podía usarlas a su favor. Estaba segura de que al invocar su Llave-Espada el coloso ya percataría su presencia, así que tenía que darse prisa.
Ángel Forjado apareció en su zurda como así mismo deseó ella, entre gotas de luz y plumas cayendo con delicadeza en el suelo. No tenía mucho tiempo. Enseguida se colocó y, agachada, preparó un hechizo de luz* que lanzaría cerca de la tercera columna, en el suelo. Así, si rebotaba, lo haría hacia arriba y no dañaría la columna: la necesitaba con urgencia si el plan seguía en pie.
Si miraba en la oscuridad que aquellos ojos inyectados en sangre se dirigían hacia su posición, correría hacia la tercera columna para evitar un posible ataque. Si ese no era el caso y su hechizo le había llamado más la atención que el poder de la Llave-Espada en sus manos, permanecería en la primera, esperando qué hacer a continuación y según lo que observara de las acciones de Cornelia. Y observando las cercanías con la luz de su ataque, recordando la tarea de mantener los ojos bien abiertos si encontraba cualquier cosa fuera de lo común en aquel paraje abandonado.
Nadhia no se iba a engañar: se sentía increíblemente manca en aquel momento.
Y Cornelia se le había quedado mirando demasiado rato poco antes de iniciar aquel plan. ¿En qué había estado pensando tanto? ¿Realmente sólo para hacer de cebo, o había algo más en su estrategia?
Pero si Nadhia quería volver a su hogar y descubrir el misterio de aquel coloso sincorazón, tenía que confiar en ella.
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