[Port Royal] Sombra de Luna

Trama de Malik, Hana y Jess

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

[Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Suzume Mizuno » Vie Dic 27, 2013 1:51 am

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Tortuga. Un remanso fuera de la ley, donde rige la ley del más fuerte. El punto de reunión de la peor calaña del mar del Caribe. Una ciudad de tortuosas calles inmundas, edificios destartalados, recintos que apestaban a todo tipo de alcohol y otros fluidos cuya procedencia era preferible no conocer. Uno de los últimos lugares donde todavía reinaba la cruel e inestimable libertad.

La isla de los piratas.

Hasta aquel lugar les había llevado Ronin. Los Aprendices aguardaban en el porche de una mugrienta taberna a que el Maestro de Maestros decidiera salir y explicarles la situación. De momento, no parecía que tuviera la intención de hacerlo.

Si miraban a través de una de las sucias ventanas encontrarían que el interior de la taberna era sucio y abigarrado; a pesar de los churretes podían darse cuenta de que las mesas no debían haber sido limpiadas en mucho tiempo, pero no parecía que a los clientes les importara. Un par de camareras repartían enormes jarras de cerveza y ron esquivando las manos largas de los barbudos hombres que poblaban el establecimiento incluso a esas horas de la madrugada.

Ronin charlaba desde hacía más de media hora con alguien, sin lugar a dudas también un pirata, bastante mejor vestido que los demás y, también, más joven. Era incluso atractivo, aunque sus gestos eran rudos y no parecí muy feliz de hablar con el Maestro.

Los aprendices estaban cansados: Ronin los había levantado poco antes del amanecer ordenándoles que se reunieran en el vestíbulo con todo lo que creyeran necesario para una misión. Una vez allí el Maestro, alegre como él solo, les informó:

Tenemos una misión en un mundo que, sin duda, os va a encantar. ¡Así que fuera esas caras de sueño y pensad que vais a ver piratas! ¡Vamos a Tortuga, muchachos!

No dijo más; en los jardines de Tierra de Partida invocó su glider y salió disparado hacia el cielo. Tuvieron que apresurarse para que no les dejara atrás. Parecía muy ansioso por llegar a su destino.

Cuando llegaron al mundo de Port Royal, tras un viaje largo y sin contratiempos, todavía era de noche. La visión de la isla de Tortuga fue, desde luego, hermosa: la luna en cuarto creciente brillaba en el cielo tiñendo de plateado no sólo las aguas sino el perfil de la isla, cuyas calles estaban vagamente iluminadas. A continuación les recibió un penetrante olor a salitre, a mar y a pescado. Ronin los llevó a través de las calles, sonriente, haciendo caso omiso a los bucaneros que todavía estaban despiertos y los miraban con hostilidad, extrayendo cuchillos de sus casacas o jugueteando con pistolas. Perdieron la cuenta de los hombres que roncaban entre cajas y barriles, de los perros callejeros que escarbaban en busca de comida y de las figuras furtivas que, de tanto en tanto, aparecían al fondo de un callejón. Más de una mujer trasnochadora y bastante ligera de ropa lanzó descaradas miradas evaluadoras a Ronin y a Malik.

Cuando llegaron, por fin, ante la taberna, Ronin les ordenó que esperaran.

¡Nada de emborracharos sin mí mientras esperáis! Y menos si sois menores de edad. ¡No creas que no te he calado, muchacha! —el Maestro guiñó su único ojo a Jess—. ¡De todas formas no sé si señoritos como vosotros os atreveréis a beber lo que os pongan! Ah —añadió antes de meterse en la taberna, sonriendo de oreja a oreja—. No os metáis con ninguno de estos amigotes: os meterán una bala entre ceja y ceja. ¡Y no sabéis cuánto cuesta coser esas heridas!

Y allí los dejó, cabeceando de sueño, mientras se alejaba entre carcajadas.

Los aprendices podían hablar entre ellos si lo deseaban, para combatir el sueño y el hambre, aunque había una camarera cerca limpiando con desgana el mugriento suelo, así que no convendría sacar temas espinosos.

Transcurrieron todavía quince largos minutos hasta que la puerta se abriera bruscamente y el hombre que había estado bebiendo con Ronin se plantara frente a ellos con las piernas separadas y cruzado de brazos. Era difícil distinguirlo a la luz que se escapaba por las sucias ventanas, pero tenía la piel tostada, los ojos muy oscuros, una nariz respingona y le caía una trenza negra sobre el hombro. Era sorprendentemente bajo, casi demasiado…

Esbozó una sonrisa desdeñosa, casi insultante.

Maravilloso, me traes una panda de niños de tierra adentro. Se ahogarán en su propio vómito, si es que pueden moverse el primer día de travesía.

Era una voz, inconfundiblemente, de mujer, aunque bastante grave.

¡Pero eso a ti no te tiene que importar! —exclamó Ronin, saliendo tras ella.

Me importa. No voy a pagar por gente que estará echando las entrañas y no será capaz de mantenerse en pie durante el viaje.

¡Bah! —Ronin restó importancia a las palabras de la mujer con un gesto—. ¡Se acostumbrarán! O les acostumbrarás tú.

La mujer sonrió de medio lado y clavó los ojos por un momento en Malik.

Al menos ese le alegrará la vista a las mujeres. Pero si mueren, es cosa tuya —dio la espalda a los aprendices; había perdido todo interés en ellos—. No busco a niños en mi barco, sino a gente dispuesta a matar a personas, Ronin. No sé por qué tienes tanto interés en detener a esa Chihiro, pero la quiero muerta. Tiene que correr la sangre o las sirenas acabarán con… con nosotros.

¡Sin problemas! ¡Tú déjalo todo en mis manos! Si no te sirven, podrás hacer lo que quieras con ellos, Ana.

La tal Ana soltó una resonante carcajada y dedicó una mirada siniestra a los aprendices.

En ese caso los echaré de comer a las sirenas, te lo aseguro —se encasquetó entonces un amplio sombrero en la cabeza y gruñó:—. Partimos en una hora, Ronin, ni se te ocurra llegar tarde —dedicó una mirada desdeñosa a las mujeres y añadió:—. ¡Por Calipso que si no sois útiles lo pagaréis caro!

Acto seguido se marchó con resolución, dando largas zancadas.

Encantadora, ¿verdad? —Ronin hizo un gesto a los muchachos y echó a caminar en pos de la mujer, sólo que a un ritmo más plácido—. ¡Va a ser un viaje entretenido! —y rió de muy buen humor.

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¡Feliz Año Nuevo!
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Tanis » Sab Dic 28, 2013 5:49 pm

No recordaba haber tenido tanto sueño desde que era aprendiz en Tierra de Partida. La verdad es que ahora que lo pensaba, se estaba malacostumbrado a dormir tanto como los niños de pecho, y ahora acusaba el cambio.

Ah, pero estaba valiendo la pena.

¡Un Mundo nuevo, así sin avisar! ¡Y lo mejor de todo, tenía mar!

Desde que tuviera aquel trance en La Red y volviera a ver el mar, y no en sueños poco lúcidos, se había decidido como meta personal a encontrar aquel lugar, de blanca arena, sol radiante y olas plácidas y azules, y por ende, intentaba por todos los medios visitar Mundos que poseyeran océano.

Lo poco que sabía de Port Royal era lo que había ojeado en archivos. No había tenido tiempo de leer más sobre él, por ello la visión del mar rizado y plateado, mientras descendían con el glider, que rodeaba la isla Tortuga le sobrecogió, pensando que podía estar cerca de su objetivo. Sin embargo, al pisar tierra se dio cuenta de que no iba a ser tan fácil.

«Supongo que no todas las playas son iguales», pensó para sus adentros, mientras intentaba seguir el ritmo de Ronin, obviando las miradas de las prostitutas de aquel puerto y manteniéndose alerta por si a algún hombre, de esos a los que llamaban piratas, se les ocurría acercarse a sus compañeras. Aunque a dos de ellas no las conociera, y seguramente fueran aprendices más fuertes que él, no dejaban de ser unas niñas a sus ojos. Y no es como si pudieran invocar las llaves-espada a la mínima.

¡Nada de emborracharos sin mí mientras esperáis! Y menos si sois menores de edad. ¡No creas que no te he calado, muchacha! ¡De todas formas no sé si señoritos como vosotros os atreveréis a beber lo que os pongan!

No apostemos, maestro —murmuró Malik.

La verdad es que era una bravuconería, porque hacía años que no bebía hasta perder el sentido. Seguramente cualquier cosa que sirvieran en un sitio así, de mala muerte, le disolvería la garganta.

Ah. No os metáis con ninguno de estos amigotes: os meterán una bala entre ceja y ceja. ¡Y no sabéis cuánto cuesta coser esas heridas!



«Gracias por el aviso».

Seguía pensando en eso mientras esperaban allí fuera, a que el maestro saliera, les dijera algo, lo que fuera, porque apenas sabían nada de lo que fueran a hacer allí, salvo lo que les había dicho antes de partir. Suspiró, un poco resignado. Cruzado de brazos, con el porte adusto, podía pasar desapercibido en un lugar como ese. Ni siquiera sus rasgos eran raros en ese Mundo, podía sentirse tranquilo en ese aspecto.

Daba gracias de tener paciencia porque incluso él, que quizá podría alardear de santo paciente, se estaba poniendo nervioso. De cuando en cuando miraba en derredor, asegurándose de que sus compañeras estaban «bien», y no se les ocurría hacer ninguna tontería, o se les acercaba un pirata con intención de divertirse. Conociendo un poco más a Jess… esperaba no tener que ir tras ella si se le ocurría dar una vuelta para matar el tiempo. Recordaba que ese era su mundo natal y quizá sintiera nostalgia. Él la sentiría, desde luego.

De vez en cuando se atrevía a mirar a través de la sucia ventana, para ver cómo le iba a Ronin. Que seguía, al parecer bebiendo y hablando con un pirata. ¿Qué narices quería que hiciesen en realidad? Bueno, al menos no hacía frío…

Esto está empezando a parecer una broma… —masculló, justo antes de que la puerta de la taberna volviera a abrirse, de sopetón, y saliera el pirata…

Si es que era un pirata. Malik retrocedió un par de pasos, evaluando no demasiado descaradamente a aquel hombre, dándose cuenta de que era tan bajito y menudo que…

Maravilloso, me traes una panda de niños de tierra adentro. Se ahogarán en su propio vómito, si es que pueden moverse el primer día de travesía.

… vale, era una mujer. La voz podía er grave para una, pero habría que ser idiota para no darse cuenta. Aunque teniendo eso, en cuenta, que la mayoría de la gente ahí estaba hasta las cejas de ron…

Su tono agrio y desdeñoso le hizo fruncir ligeramente el ceño. Niños, sí, podía enseñarle lo «niño» que era, si se dejaba.

¡Pero eso a ti no te tiene que importar! —exclamó Ronin inmediatamente después, saliendo tras ella.

Me importa. No voy a pagar por gente que estará echando las entrañas y no será capaz de mantenerse en pie durante el viaje.

¡Bah! ¡Se acostumbrarán! O les acostumbrarás tú.

Oh, genial… Iban a viajar en el barco de esa pirata. Y él, que nunca había puesto los pies en un barco... Genial, absolutamente genial.

Al menos ese le alegrará la vista a las mujeres. Pero si mueren, es cosa tuya —sin querer, Malik se erizó bajo los ojos de esa mujer, tan oscuros como los suyos, tan morena como él y desvió la vista, incómodo. No le terminaba de gustar y dio gracias de que ella les diera la espalda al final—. No busco a niños en mi barco, sino a gente dispuesta a matar a personas, Ronin. No sé por qué tienes tanto interés en detener a esa Chihiro, pero la quiero muerta. Tiene que correr la sangre o las sirenas acabarán con… con nosotros.

«¿Chihiro?, ¿el maestro quiere detener a alguien en persona?».

Miró a sus compañeras con intriga, como si dijera: «¿Quién es Chihiro?».

Eso se parecía más a una misión de verdad que a un simple viaje en barco por puro antojo del maestro. Malik escuchó más atentamente por eso, aunque no logró sacar nada en claro. No le sonaba nadie llamado Chihiro. Tampoco se le ocurría qué podía haber hecho para que esa mujer quisiera matarla. Ah, se sentía tan perdido cuando visitaba Mundos por primera vez…

¡Sin problemas! ¡Tú déjalo todo en mis manos! Si no te sirven, podrás hacer lo que quieras con ellos, Ana.

La risa de Ana le resultó siniestra, aunque esa vez logró mirarla de frente cuando ella lo hizo, sin amedrentarse.

En ese caso los echaré de comer a las sirenas, te lo aseguro. Partimos en una hora, Ronin, ni se te ocurra llegar tarde. ¡Por Calipso que si no sois útiles lo pagaréis caro!

Observó su marcha, notándose aun tenso, y tragó saliva. Si iba a navegar bajo sus órdenes, ya podía andarse con cuidado. No tenía tampoco idea de qué clase de criaturas podían ser esas sirenas, pero si comían carne humana…

Encantadora, ¿verdad?

Como una tormenta de arena —adjudicó Malik, siguiendo los pasos del maestro, cabeceando con entereza.

¡Va a ser un viaje entretenido!

«Sí, seguro que sí… », pensó Malik, con las carcajadas sempiternas de Ronin resonando en los oídos. «En serio, ¿qué hacemos aquí?».
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Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Sometron » Mar Dic 31, 2013 8:59 pm

No era aún de día cuando la potente voz de Ronin la instó a reunirse con él y otros aprendices en el vestíbulo. Se levantó y vistió a toda prisa, aunque de forma bastante torpe debido al cansancio, y salió en dirección al punto de encuentro. Esta ocasión dejó atrás a Ryu, no quería interrumpir el sueño del felino.

El Maestro había reunido a tres aprendices más aparte de a ella. Dos eran chicas a las que no había visto anteriormente. En cuanto al tercero, no fue difícil de reconocer, puesto que era probablemente el aprendiz más mayor de toda Tierra de Partida: Malik. Verle le recordó a las dificultades que tuvieron que pasar en La Red, cosa que hizo que un escalofrío recorriera su espalda. Debido a la somnolencia que sufría en aquel momento, se limitó a saludarle con un leve movimiento de cabeza.

Una vez llegaron todos, Ronin procedió a explicarles en qué iba a consistir su tarea de aquel día.

Tenemos una misión en un mundo que, sin duda, os va a encantar. ¡Así que fuera esas caras de sueño y pensad que vais a ver piratas! ¡Vamos a Tortuga, muchachos!

<<¡¿Salimos de Tierra de Partida?!>>

¡Al fin había llegado el ansiado momento de abandonar Tierra de Partida y visitar otros mundos —el incidente en La Red prefería no tenerlo en cuenta—! El tiempo de “celebración” fue breve, pues el Maestro Ronin ya había desplegado su Glider y se alejaba del suelo. Jess invocó su Glider y armadura inmediatamente y le siguió cómo pudo.

Durante el viaje tuvo algo de tiempo para pensar sobre las palabras del Maestro.

<<¿Tortuga? ¿Se referirá a ESA Tortuga? Ha dicho piratas, así que no creo que haya confusión posible. Entonces… ¿vamos a mi mundo?>>

* * *


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Por lo que había oído sobre Tortuga durante su estancia en Port Royal, no cabía duda de que estaban en la Tortuga que le habían descrito. La suciedad invadía las calles, que estaban infestadas de borrachos, piratas y demás escoria que frecuentaba aquellos lares. Siguió a Ronin haciendo caso omiso a toda aquella gente y finalmente llegaron a una taberna, que no parecía especialmente destacable respecto al resto de la isla. El Maestro les hizo quedarse fuera mientras él atendía unos asuntos.

¡Nada de emborracharos sin mí mientras esperáis! Y menos si sois menores de edad. ¡No creas que no te he calado, muchacha! —miró a Jess y le guiñó el ojo.

<<Si hace estas cosas estando supuestamente sobrio… ¿qué hará cuándo haya bebido?>>

>>¡De todas formas no sé si señoritos como vosotros os atreveréis a beber lo que os pongan!

<<No todos podemos aguantar lo mismo que alguien con tanta experiencia en ese arte como tú.>>

>> Ah. No os metáis con ninguno de estos amigotes: os meterán una bala entre ceja y ceja. ¡Y no sabéis cuánto cuesta coser esas heridas!

Sonrió de forma sarcástica al Maestro, que ya se había adentrado en la taberna. Seguidamente buscó un sitio cercano al resto de aprendices en el que reposar: una caja o un barril en el que sentarse, una columna o pared decentes en que apoyarse, o incluso un trozo de suelo medianamente limpio le valía.

No intentaría entablar conversación por el momento, estaba demasiado cansada para ello; tampoco se le pasaría por la cabeza la idea de ir a explorar, puesto que aquel lugar no contenía ningún recuerdo para ella.

Después de una espera bastante larga, que no tenía nada que envidiar a las que provocaba Kazuki, el Maestro salió de la taberna acompañado de un hombre. Era de piel algo morena y ojos negros. Lucía una trenza también oscura sobre su hombro; pero lo que más llamaba la atención era su corta estatura, resultaba extraño.

Maravilloso, me traes una panda de niños de tierra adentro. Se ahogarán en su propio vómito, si es que pueden moverse el primer día de travesía.

Al escucharla hablar, descubrió sorprendida que se trataba de una mujer. Una mujer un poco masculina, pero una mujer al fin y al cabo.

¡Pero eso a ti no te tiene que importar!

Me importa. No voy a pagar por gente que estará echando las entrañas y no será capaz de mantenerse en pie durante el viaje.

¡Bah! ¡Se acostumbrarán! O les acostumbrarás tú.

Tanta confianza me abruma. —susurró por lo bajo.

Al menos ese le alegrará la vista a las mujeres. Pero si mueren, es cosa tuya —dijo la mujer mirando a Malik, Jess soltó una risita—. No busco a niños en mi barco, sino a gente dispuesta a matar a personas, Ronin. No sé por qué tienes tanto interés en detener a esa Chihiro, pero la quiero muerta. Tiene que correr la sangre o las sirenas acabarán con… con nosotros.

<<¿Matar personas? ¿Chihiro? ¿Sirenas? No entiendo nada.>>

La joven lanzó una mirada llena de duda a Ronin, ¿por qué les había traído a aquel lugar? El asunto parecía bastante turbio, pero nada podían hacer ya para evitarlo, estaban metidos de lleno y sin haber dado siquiera su consentimiento.

¡Sin problemas! ¡Tú déjalo todo en mis manos! Si no te sirven, podrás hacer lo que quieras con ellos, Ana.

En ese caso los echaré de comer a las sirenas, te lo aseguro —Ana cogió un sombrero y se lo puso—. Partimos en una hora, Ronin, ni se te ocurra llegar tarde —las miró con desprecio, que Jess correspondió de la misma forma—. ¡Por Calipso que si no sois útiles lo pagaréis caro!

Se giró y se marchó, perdiéndose en aquella calles iinmundas; aunque no por demsiado tiempo, ya que el Maestro les indicó que le siguieran.

Encantadora, ¿verdad?

Como una tormenta de arena

Completamente, creo que me casaría con ella si se diera la ocasión. —rió.

¡Va a ser un viaje entretenido!

Y así, entre carcajadas, se dispusieron a seguir a la tal Ana para partir en un viaje muy incierto.
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Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Nell » Vie Ene 03, 2014 2:14 am

Hana estaba emocionada.

¡Por fin una misión en su mundo de origen! Incluso el precipitado e irritante abandono de su cómoda cama estaba perdonado. Había olvidado lo mucho que extrañaba la peste marinera, las ciudades sin ley y los desvergonzados canallas sin abuela. Tortuga era un sueño hecho realidad para los pilluelos como ella. Si no tuviese su lealtad entonces hacia Tierra de Partida, de buena gana se hubiese buscado la vida allí.

Ni siquiera se molestó en apuntar a Ronin que ella ya se consideraba toda una pirata. Aunque no lo fuera.

Nunca había estado en Tortuga, lo que convertía la experiencia en una mucho más emocionante. Comía con los ojos cada detalle, saboreando la belleza que los demás no apreciarían, desde la isla vista desde el cielo hasta sus calles en el suelo. Pasaban por delante de rufianes peligrosos, durmientes borrachos y sombras amenazadores, pero nada la aplacó, sino que rezumaba confianza por todos los poros, apreciando en cada uno los rasgos alrededor de los cuales había crecido. Hana se alimentaba de todo aquello. La hacía sentir de vuelta a su legítimo hogar.

Por otra parte, le parecía una situación rara. Nunca había imaginado cómo sería su retorno, pero desde luego, no esperaba que fuera en compañía del presunto Maestro pirata, con un parche cuanto menos ridículo a lo que intentaba imitar; un gigantón que tonalidad morena, que probablemente hubiese repetido varias veces el examen a Maestro; y una exótica joven sobre la que no sabía muy bien qué opinión formarse, puesto que le daba el punto de que no parecía la clásica damisela que no se desenredara bien en los bajos fondos. No conocía a ninguno de los dos, ni siquiera de los pasillos de Tierra de Partida, y eso los hacía completos extraños en una tierra que creía conocer.

Llegaron hasta una taberna, donde Ronin les ordenó esperar. ¡Encima prohibiéndolos beber! Puso los ojos en blanco cuando mencionó lo de la minoría de edad. Port Royal era, probablemente, uno de los lugares donde menos se seguía aquella estúpida ley. Incluso estuvo tentada a aceptar el reto de tomar la bebida de su elección.

En otro momento, Hana habría odiado cada minuto de la impuesta espera, impaciente por ponerse en acción, pero en aquel en concreto, no le importaba. Sobre todo en cuanto echó un vistazo dentro comprobó quién era la persona a la que el Maestro se dirigía. Un pirata. ¿Quién sería? Hacía tanto tiempo que no charlaba con uno que de verdad lo añoraba. Sí, añoraba a esos malditos bastardos demasiado.

Sin embargo, sabía que el sentimiento no era recíproco. Cuanto más creciera, más se distanciaría de ellos. En cuanto sus diferencias fueran tan evidentes…

Fueron largos minutos de espera. Como no quería pensar demasiado en el tema que antes le había estado rondando por la cabeza, intentó entablar conversación con sus compañeros…

Por cierto, mi nombre es Hana ―se presentó. Y añadió con un suspiro, algo impropio de ella: algo cortés―. Un gusto.

… sin éxito. Vaya, le habían tocado los más tímidos. O los más silenciosos. Se encogió de hombros y esperó, entreteniéndose con todos los detalles que pudo captar, de dentro y fuera de la taberna. Estaba cansada, pero lo soportaba bien, entre la emoción y las siestas matutinas.

Entonces, salió Ronin de la taberna, junto a su acompañante. Viéndolo de cerca, a Hana se le cayó la imagen piratesca que había percibido a través de la ventana. En serio, ¿quién diablos usaba una trenza en alta mar? ¡Era demasiado… femenino!

Y la voz no ayudaba demasiado a subsanar la imagen. No obstante, las palabras le importaban más, y la pequeña conversación que mantuvieron Ronin y ella sobre su inutilidad. Pero, ¿¡qué se habían creído!? ¡Los estaban infravalorando! ¡La estaban infravalorando!

¿Por qué no dejas de hacer suposiciones ridículas y nos pruebas? Tal vez te lleves una sorpresa. O te rías un rato ―le reprochó Hana, soltando lo primero que le vino a la cabeza, e incapaz de contenerse―. Cualquiera de las dos opciones hará más entretenido y fácil tu viaje.

Ana…

No, imposible. No podía ser…

Eso, junto a que Ronin también accedía a que hicieran con ellos lo que quisiera, terminó por consternar lo suficiente a Hana como para que se mantuviera callada. Incluso ante las pullas de ser echada a las sirenas, no ser útil, y las tormentas y bodas de sus compañeros. Todo empezaba a ser completamente surrealista.

Y lo peor de todo era Ronin. Siendo tan… ¡tan Ronin!

Recapitulemos ―comenzó a decir, dramáticamente―. A ver si lo he entendido bien. Vamos a viajar en el barco de esa mujer a… ¿adónde? ¿Y quién es ella como para tenérselo tan creído? ―no iba a admitir que tenía cierta envidia de su dura actitud―. Supongo que tenemos que matar a esa tal Chihiro. ¿Qué ha hecho para que tanto tú como Ana queráis su muerte? Y he de suponer, después de todo esto, que… tú no vienes con nosotros.

No sabía si tomárselo como una buena noticia. Normalmente, le gustaba tener a los Maestros alejados, porque eso le dejaba más libertad de acción. Menos ética en todo lo que pudiera hacer. Sin embargo, la alternativa era estar a las órdenes de Ana… alguien a quien, sabía, tendría que respetar y obedecer mucho más que a Ronin.

No bromeaba cuando dijo que les echaría a las sirenas.
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Notapor Suzume Mizuno » Sab Ene 04, 2014 3:21 am

Ronin rió de buen humor ante las palabras de Jess y comentó:

¡Yo no lo haría, pero estás en tu derecho!

Apenas habían dado un par de pasos, internándose en las oscuras calles, cuando Hana presentó sus dudas:

Recapitulemos A ver si lo he entendido bien. Vamos a viajar en el barco de esa mujer a… ¿adónde? ¿Y quién es ella como para tenérselo tan creído?. Supongo que tenemos que matar a esa tal Chihiro. ¿Qué ha hecho para que tanto tú como Ana queráis su muerte? Y he de suponer, después de todo esto, que… tú no vienes con nosotros.

Ronin soltó una buena carcajada y palmeó con excesiva fuerza la espalda de la joven.

¡Haces muchas preguntas! ¡Y no creáis que os vais a librar de mí tan fácilmente! —se dio un golpe en el pecho y echó a reír con ganas—. Esa tormenta de arena es la capitana del barco en el que vamos a viajar. ¡Así que tratadla bien! ¡Ella no lo hará con vosotros! Porque seáis chicas no os va a tratar mejor (¡incluso diría que os va a tratar como si fuerais piltrafas!) y los hombres… —Ronin le dirigió una sonrisa sugerente a Malik—. Chihiro es nuestro objetivo —añadió entonces—. No me puedo creer que no la conozcáis, ¡si no paramos de hablar de ella en Tierra de Partida! —Ronin meneó la cabeza, como si no pudiera contar con alumnos tan despistados—. Es una delincuente, ¡de dos pares de narices! Ha huido de una prisión galáctica y atentó contra el rey del Castillo Disney, también miembro de la Orden de la Llave Espada. Ahora parece que está reuniendo una tripulación para conseguir un gran tesoro, pero está en aguas de sirenas… ¡No os penséis que son simpáticas, eh, que os veo! ¡Malik, ni se te ocurra imaginar nada raro! ¿Qué iba diciendo? Ah, sí. Nuestra misión es capturar a Chihiro. Ana quiere matarla pero… —se encogió de hombros, restándole importancia—. Tendrá que aguantarse. Nosotros la cogeremos primero. Es peligrosilla, así que, si la veis, cuidado con ella.

Media hora después llegaron a uno de los embarcaderos de Tortuga. Estaba oscuro y las lámparas de aceite no conseguían terminar de iluminar los numerosos perfiles de los barcos atracados. Pero en seguida se dieron cuenta de que, en aquella isla, la actividad comenzaba muy pronto. Un buen número de los barcos ya estaban llenos de gente que trabajaba entre gritos y maldiciones.

Ronin los guió hacia el barco más alejado, y también más grande, de todos. A la luz de la luna pudieron ver que se trataba de un impresionante galeón con una elegante sirena en la proa. Varias personas trabajaban en la cubierta y otras tantas cargaban barriles y cajas desde el embarcadero. A medida que se aproximaban, se dieron cuenta de que había algo fuera de lugar…

Y es que todas eran mujeres.

En algunos casos era difícil distinguirlo, pues todas vestían con ropas de hombre, pero sus voces por lo general eran inconfundibles. Todas, sin excepción, portaban espadas, cuchillas y pistolas, casi como si estuvieran en guardia ante cualquier posible ataque.

Una mujer rubia que gritaba órdenes, espoleando a las mujeres para que se dieran prisa en cargar los bultos, se giró hacia ellos.

Ah, tú debes ser Ronin —dijo, tocándose el ojo en el que el Maestro llevaba un parche.

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¡En persona!

La capitana ha ordenado que os dejemos pasar a todos —recorrió con la mirada a las dos muchachas, arqueando una ceja, y le asomó una sonrisilla cuando llegó a Malik, deteniéndose unos segundos de más en examinarlo—. Yo soy la segunda de abordo, Faris Scherwiz. Obedeceréis mis órdenes durante el viaje sin rechistar —dirigió una brusca mirada de advertencia a los aprendices—. La travesía durará probablemente más de una semana si nos topamos con alguna tormenta, así que es probable que haya algún altercado. Pero no quiero problemas u os colgaremos, ¿entendéis? Bien, pues —sonrió maliciosamente—. Partimos de inmediato, ¡así que arriba! ¡Bienvenidos a la tripulación de la Sombra de Luna!


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Durante media hora, los aprendices se sintieron un estorbo constante. Las mujeres les apartaban con rudeza e incluso les insultaban si estaban en su camino y no tenían ni idea de dónde meterse. Malik y Ronin en particular eran blanco constante de las miradas pero ahí donde el Maestro reía y devolvía los piropos, Malik quizás se sintiera incómodo, pues aquellas mujeres eran bastante descaradas.

Pero, poco a poco, la cubierta se fue despejando y el barco dejó el puerto de Tortuga, rumbo al horizonte. Las mujeres treparon por las cuerdas y desplegaron las velas, que se inflaron con el viento e hicieron crujir los mástiles. La segunda de abordo ladraba alguna que otra orden y varias mujeres recorrían el barco asegurándose de que todos cumplían con su papel.

Nadie les dijo qué hacer, ni dónde meterse, de modo que pudieron pasear a sus anchas por la cubierta siempre que no molestaran a nadie.

Entonces comenzó a despuntar el amanecer.

Una lágrima roja rompió el horizonte y los tenues rayos del sol acariciaron las nubes. Fue una visión hermosa, incluso para aquellas piratas, que se detuvieron unos instantes a contemplar el nacimiento de un nuevo día.

¡A la cubierta todas! —el grito de Faris rompió la tranquilidad. La vieron tocar con violencia una pequeña campana que provocaba unos tañidos estridentes—. ¡La capitana va a hablar, todas a cubierta!

Con un estruendo de pisadas, el barco se llenó de mujeres de todas las edades y aspectos posibles. Reían entre ellas o se gruñían amenazas, pero cuando Faris dio un taconazo todas guardaron un silencio casi militar.

En ese momento, del camarote principal del castillo de popa salió la capitana, que se apoyó en la barandilla y contempló a su tripulación en silencio. Luego sonrió, mostrando unos dientes blancos. Se había soltado el cabello negro, que se sacudía con el fuerte viento que comenzaba a levantarse.

Tenemos entre nosotras a nuevos miembros de la tripulación —las mujeres clavaron los ojos en las caras que les resultaban desconocidas y entonces los aprendices pudieron comprobar que ellos no eran los únicos extraños en aquel barco. Había hombres robustos y fuertes que parecían ser a todas luces mercenarios, además de un joven acompañado por dos muchachas que se mantenía aparte—. No he tenido más remedio que permitirles subir porque, como sabéis todas, vamos a la guerra —a sus palabras siguió un murmullo— y necesitamos toda la gente que podamos permitirnos.
»Las sirenas han pedido ayuda. Una tal Chihiro se ha atrevido a desafiar mi autoridad y ha reunido varios barcos para intentar conseguir el tesoro que protegen las sirenas, nuestras aliadas.¡Leo la codicia en vuestras miradas cuando digo «tesoro»! ¡Pero aquí os digo que nunca seréis capaces de acceder a él sin que las sirenas os devoren antes! No, nunca obtendréis lo que custodia el dragón del mar. Pero yo os ofrezco otro tesoro. Os ofrezco oro, más del que podéis cargar por vosotros solos en un cofre. También os ofrezco ver a las sirenas y sobrevivir para contarlo. ¡Pero sólo a cambio de que me entreguéis la cabeza de Chihiro! ¡Esa zorra lamentará haber navegado por las aguas de Ana Lucía!

****


Me llamo Mary y si tenéis algún problema venid a decírmelo a mí y no se os ocurra molestar a la capitana o a sus oficiales. Yo me encargo también de decidir vuestras tareas: hoy os va tocar dejar la cubierta como los chorros del oro —dijo una mujer de voz cascada y cubierta de arrugas. A pesar de que parecía ser bastante mayor, por sus movimientos tenía más energía que cualquiera de ellos. Delante de ella había varios cubos llenos de agua, de estropajos y cepillos—. Una sola queja y la segunda de abordo os encerrará en la bodega —sonrió, irónica y les miró con los ojos entrecerrados—. Veo en vuestras caras que no habéis venido a limpiar barcos, pero así es la vida. Sois recién llegados y hasta que no entremos en batalla y comprobemos vuestras habilidades, sois grumetes.

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Y recorrió con la mirada al grupo que se reunía a su alrededor: la mayoría de los hombres eran más grandes que ella, pero no parecía tenerles ningún miedo.

Entonces el joven, al que le seguían siempre dos muchachas, cogió un cepillo y un cubo y se alejó a un extremo de la cubierta. Si los aprendices buscaban a su alrededor, no verían a Ronin por ninguna parte, de modo que no pudieron ver qué habría hecho el maestro en su lugar. Aunque podían imaginarlo, claro.

—Bien, seguid su ejemplo. ¿O alguien tiene alguna queja?

Les dirigió una mirada interrogante.

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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Tanis » Sab Ene 04, 2014 11:16 pm

Completamente, creo que me casaría con ella si se diera la ocasión —oyó reír a Jess, a lo que él ahogó también una pequeña risa, convertida en bufido.

¡Yo no lo haría, pero estás en tu derecho!

La verdad es que compartía la opinión de Ronin, aunque las mujeres con carácter eran muy interesantes… y atrayentes.

Aparte de Jess, tras ellos caminaba la otra aprendiza, que se había presentado como Hana y que mostrándose como una voz común de sus pensamientos, formuló varias preguntas que de igual forma a Malik se le habían pasado por la cabeza.

Recapitulemos A ver si lo he entendido bien. Vamos a viajar en el barco de esa mujer a… ¿adónde? ¿Y quién es ella como para tenérselo tan creído? Supongo que tenemos que matar a esa tal Chihiro. ¿Qué ha hecho para que tanto tú como Ana queráis su muerte? Y he de suponer, después de todo esto, que… tú no vienes con nosotros.

Parecía que ninguno de ellos, salvo el maestro y Ana, parecía saber nada de esa Chihiro. Algo debía de haber hecho esa chica… Y muy grave, para que al menos la mujer pirata quisiera matarla.

¡Haces muchas preguntas! ¡Y no creáis que os vais a librar de mí tan fácilmente! —casi lo sintió por Hana, al ver cómo Ronin le palmeaba la espalda—. Esa tormenta de arena es la capitana del barco en el que vamos a viajar. ¡Así que tratadla bien! ¡Ella no lo hará con vosotros! Porque seáis chicas no os va a tratar mejor (¡incluso diría que os va a tratar como si fuerais piltrafas!) y los hombres… —si no fuera porque Malik se consideraba un hombre estoico, se habría asustado. Así que iba a ser eso… —. Chihiro es nuestro objetivo. No me puedo creer que no la conozcáis, ¡si no paramos de hablar de ella en Tierra de Partida!

Pues la verdad… —musitó Malik, pensativo.

Que recordase, nunca había oído el nombre.

Es una delincuente, ¡de dos pares de narices! Ha huido de una prisión galáctica y atentó contra el rey del Castillo Disney, también miembro de la Orden de la Llave Espada. Ahora parece que está reuniendo una tripulación para conseguir un gran tesoro, pero está en aguas de sirenas… ¡No os penséis que son simpáticas, eh, que os veo! ¡Malik, ni se te ocurra imaginar nada raro!

«¿Pero este hombre que clase de mente tenía?, ¿qué narices iba a imaginar de raro con una sirena?».

¿Qué iba diciendo? Ah, sí. Nuestra misión es capturar a Chihiro. Ana quiere matarla pero… Tendrá que aguantarse. Nosotros la cogeremos primero. Es peligrosilla, así que, si la veis, cuidado con ella.

Malik asintió en silencio, casi más para sí mismo. Peligrosa… Bueno, ya había pasado por un peligro de muerte bastante peliagudo en La Red, y esta vez no estaba solo, no él ni Jess. Hana iba con ellos, y Ronin… Y esa capitana pirata, y su tripulación. Aunque dudaba que Chihiro fuera a ser objetivo fácil si hasta un maestro iba con ellos en la misión. Tenía que ser cuidadoso esa vez, y más que la anterior. Tenía poca experiencia aún, pero era más fuerte que cuando entró a la Orden a pesar de su particular ineptitud para la magia. Iba a estar tranquilo, ¿de acuerdo? Tranquilo.

Los muelles poco iluminados parecían lenguas de madera que intentaban adentrarse en el vasto mar y la oscuridad y los barcos fantasmas olvidados en las sombras, pero a Malik le parecieron fascinantes, tanto en sus formas como en algarabía… La luz de la luna iluminaba muy pobremente el puerto, pero bastaba para poder verlos, gracias también a la luz de las antorchas y lámparas de aceite. Se preguntó cómo habría sido su vida de haber nacido en aquel Mundo…

No le dio muchas más vueltas a eso, porque Ronin pronto se detuvo, tras haberles guiado a través de la red de dársenas, hasta un navío que seguramente sería de la capitana Ana. Quizá se detuvo durante un instante a admirar el mascarón de la proa –aunque él no supiera denominarlo así-, cuya forma de mujer, hermosa, con cola de pez…

«¿Eso es… ?».

¿Era eso lo que llamaban sirenas?, ¿su aspecto? Parecían seres más allá de lo inimaginable…

No tardó en retomar los pasos de Ronin, Hana y Jess hasta el barco, en dónde la tripulación estaba trajinando de aquí a allá, cargando con cajas, barriles, sacos, del muelle a la cubierta y de la cubierta al interior del buque. Por lo que había visto en los demás barcos de pasado… la tripulación del que iba a acogerles para la misión era diferente.

Todos los miembros a la vista eran mujeres, aunque todas vestidas de hombre. No importaba qué llevasen, el pelo recogido o no, sus voces no dejaban lugar a dudas. Armadas y dispuestas a pelear a la mínima, Malik decidió no meterse en el camino de ninguna y aguardar bien cerca del maestro.

¿Les dejarían pasar? Es más, ¿le dejarían subir a él, que era un hombre, a su tripulación de féminas? No estaba seguro. Aunque el viaje en barco le entusiasmase, la verdad es que si le tenían que mandar a Tierra de Partida tampoco se iba a quejar. Si Chihiro de verdad era un peligro, él, que era quizá uno de los aprendices más débiles del castillo aún, iba a ser un estorbo.

Ah, tú debes ser Ronin —una mujer rubia se había plantado delante del maestro, y tocado el ojo como señalando el parche de Ronin.

¡En persona!

Malik se permitió el lujo de mirarla más de la cuenta.

«Que guapa...»

La capitana ha ordenado que os dejemos pasar a todos —Malik alzó ligeramente una ceja y esbozó una sonrisilla divertida en cuanto ella desvió la vista lejos de él. Interesante—. Yo soy la segunda de abordo, Faris Scherwiz. Obedeceréis mis órdenes durante el viaje sin rechistar. La travesía durará probablemente más de una semana si nos topamos con alguna tormenta, así que es probable que haya algún altercado. Pero no quiero problemas u os colgaremos, ¿entendéis? Bien, pues —No supo porqué pero su malicia le algo contagiosa. Así que colgarles…—. Partimos de inmediato, ¡así que arriba! ¡Bienvenidos a la tripulación de la Sombra de Luna!

«Sombra de Luna… ».

Malik miró de nuevo hacia la figura de la sirena antes de subir tras los demás. En Agrabah, los viajeros a veces agradecían el transporte no a los sólo a los guías, sino también a las monturas, así que él hizo lo propio, y le dedicó un saludo

«Gracias por llevarme»

****


El caos de la cubierta se le antojó nostálgico, como si hubiera regresado al caos del bazar de su mundo natal. Los empujones, las disputas, los insultos. Faltaba el canto de las monedas, porque el crisol de voces y acentos también estaba allí. Aunque tuviera que apartarse de vez en cuando se en medio, o se llevara un codazo, Malik estaba emocionado, y entusiasmado… hasta que empezó a sentirse como un esclavo desnudo sobre una tarima ante la vista de todo el mercado.

Ciertamente ser blanco de tantas miradas, directas, de refilón, palabras sucias constantes y promesas que en otro momento no habría rechazado, le hacía sentir… extraño. Puede que no del todo incómodo, pero sí raro.

«¿Así se sienten las mujeres cuando están rodeadas de hombres?». Se sentía como si en cualquier momento cualquiera de las tripulantes fuera a cogerle en brazos para llevárselo Alá sabía dónde.

Dio gracias cuando el barco se despejó tras zarpar. Pudo respirar más tranquilo, observando la faena natural del marinero, contemplando la maestría de aquellas chicas trepando por las jarcias, subiendo hasta el mástil principal para desplegar las velas… Y la voz de la segunda de abordo tronando por todas partes, como un clamor infernal.

No se había movido demasiado del sitio, ni alejado de sus compañeras. Sabía que Jess procedía de ese Mundo, así que tocó su brazo suavemente, para llamar su atención, sin apartar la vista del ondeo de las velas, y el horizonte.

¿Siempre es así? —se refería a la navegación, y al amanecer que clareaba por el este, coloreando las nubes de dorado y rojo. Ni siquiera se habían adentrado en alta mar y ya le cosquilleaba el estómago.

Era la emoción, los nervios por la aventura.

¡A la cubierta todas! —la voz de la segunda de abordo interrumpió su conversación—. ¡La capitana va a hablar, todas a cubierta!

Casi como si hubieran sido invocadas de la nada, la tripulación entera de agolpó en cubierta, armando un jaleo que enmudeció de golpe al dar Faris un severo taconazo en el suelo. Malik alzó la vista hacia la popa, a tiempo para ver el pelo de Ana ondulando al viento del alba, que lo agitaba fuertemente a su espalda. Sonreía, con unos dientes blancos regulares y perfectos –algo que Malik sabría más tarde, era muy raro en Port Royal en personas adultas-. Malik contuvo el aliento, esperando.

Tenemos entre nosotras a nuevos miembros de la tripulación.

Él se dio cuenta entonces, al mirar en derredor mientras un murmullo general se alzaba, que ellos no eran los únicos extraños en una tripulación de mujeres tan variopinta. Varios hombres, altos, musculosos, un muchacho…


… …

¿Dónde estaba Ronin?

«Demonios».

No he tenido más remedio que permitirles subir porque, como sabéis todas, vamos a la guerra —el murmullo se hizo más alto— y necesitamos toda la gente que podamos permitirnos.

»Las sirenas han pedido ayuda. Una tal Chihiro se ha atrevido a desafiar mi autoridad y ha reunido varios barcos para intentar conseguir el tesoro que protegen las sirenas, nuestras aliadas. ¡Leo la codicia en vuestras miradas cuando digo «tesoro»! ¡Pero aquí os digo que nunca seréis capaces de acceder a él sin que las sirenas os devoren antes! No, nunca obtendréis lo que custodia el dragón del mar. Pero yo os ofrezco otro tesoro. Os ofrezco oro, más del que podéis cargar por vosotros solos en un cofre. También os ofrezco ver a las sirenas y sobrevivir para contarlo. ¡Pero sólo a cambio de que me entreguéis la cabeza de Chihiro! ¡Esa zorra lamentará haber navegado por las aguas de Ana Lucía!

Varios gritos de hombres se oyeron, aclamando la promesa de la capitana, sin embargo Malik no los secundó. Las riquezas le eran muy, muy tentadoras, claro, pero… Guerra... Ronin no había dicho nada de una guerra.

«No puedo centrarme en unas cuantas joyas mientras Hana y Jess piensan en Chihiro y las sirenas».

Sirenas… Sirenas que por palabras de Ana, devoraban carne humana. De pronto ya no le apetecía tanto ver una.

«Pero son aliadas de la capitana, no nos harán daño».

Los aliados se respetaban. Además, si ayudaban a las sirenas… No, definitivamente no les harían daño.

****


Me llamo Mary y si tenéis algún problema venid a decírmelo a mí y no se os ocurra molestar a la capitana o a sus oficiales. Yo me encargo también de decidir vuestras tareas: hoy os va tocar dejar la cubierta como los chorros del oro.

Junto a otros hombres, sus propias compañeras y el otro muchacho, que también estaba acompañado de otras dos chicas más jóvenes, Malik formaba en una fila frente a una anciana que parecía ser también un cargo. Delante de ella también formaba una fila de cubos llenos de agua, cepillos y estropajos, y no le hizo falta que ella les fijera nada para saber cuál era su trabajo.

Una sola queja y la segunda de abordo os encerrará en la bodega.

… la verdad es que a mí no me importaría que me encerrase —musitó Malik en voz baja, esperando que no lo oyera.

«Pero que se encerrase conmigo a ser posible».

Apretó los labios, callándose, al ver que la mujer entornaba los ojos, mirándoles.

Veo en vuestras caras que no habéis venido a limpiar barcos, pero así es la vida. Sois recién llegados y hasta que no entremos en batalla y comprobemos vuestras habilidades, sois grumetes.

No parecía tan aterradora como Ana o Faris. Si hacían lo que les mandaban…

Malik siguió con la mirada al jovenzuelo que, sin decir nada más, ya había cogido un cubo y un cepillo y alejado por la cubierta para fregar.

Bien, seguid su ejemplo. ¿O alguien tiene alguna queja?

Suspiró y se adelantó, cogiendo otro cepillo y otro cubo, alejándose un poco, aunque no tanto como el otro chico.
Metió el cepillo en el agua y empezó a frotar la cubierta. Chasqueó la lengua. Aunque fueran bastantes, el barco era grande… Les hizo una seña a Jess y a Hana para que se dieran prisa y empezaran a trabajar. Quién sabía, quizá si mostraban buena voluntad de trabajo no tendrían que hacer siempre las tareas más pesadas.

—Parece que el maestro se ha escapado —comentó para romper un poco el hielo—. Por cierto, no me he presentado hasta ahora, disculpa —dijo, dirigiendose a Hana, volviendo a mojar el cepillo—. Soy Malik, mucho gusto.
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Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Sometron » Mar Ene 07, 2014 3:52 pm

¡Yo no lo haría, pero estás en tu derecho!

Viniendo de Ronin no le sorprendería que su respuesta no fuera irónica, pero lo dejó pasar por alto. Poco después, la aprendiz del pelo azul, Hana, le presentó unas dudas al Maestro. La joven se había presentado poco antes y Jess se sentía un poco mal por no haberle respondido a causa del sueño, intentaría hablar con ella en cuanto tuviera ocasión.

Recapitulemos A ver si lo he entendido bien. Vamos a viajar en el barco de esa mujer a… ¿adónde? ¿Y quién es ella como para tenérselo tan creído?. Supongo que tenemos que matar a esa tal Chihiro. ¿Qué ha hecho para que tanto tú como Ana queráis su muerte? Y he de suponer, después de todo esto, que… tú no vienes con nosotros.

¡Haces muchas preguntas! ¡Y no creáis que os vais a librar de mí tan fácilmente!

<<No podía resultar tan simple deshacernos de ti.>>

. Esa tormenta de arena es la capitana del barco en el que vamos a viajar. ¡Así que tratadla bien! ¡Ella no lo hará con vosotros! Porque seáis chicas no os va a tratar mejor (¡incluso diría que os va a tratar como si fuerais piltrafas!) y los hombres… —el Maestro sonrió de forma extraña a Malik, Tierra de Partida parecía estar cada vez más repleta de pervertidos—. Chihiro es nuestro objetivo. No me puedo creer que no la conozcáis, ¡si no paramos de hablar de ella en Tierra de Partida!. Es una delincuente, ¡de dos pares de narices! Ha huido de una prisión galáctica y atentó contra el rey del Castillo Disney, también miembro de la Orden de la Llave Espada. Ahora parece que está reuniendo una tripulación para conseguir un gran tesoro, pero está en aguas de sirenas… ¡No os penséis que son simpáticas, eh, que os veo! ¡Malik, ni se te ocurra imaginar nada raro!

No recordaba haber oído hablar nunca de la tal Chihiro, pero cada vez tenía más ganas de encontrarla, se preguntaba qué tendría para que el Maestro de Maestros quisiera encontrarla con tanto fervor. Debía ser algo importante.

¿Qué iba diciendo? Ah, sí. Nuestra misión es capturar a Chihiro. Ana quiere matarla pero…. Tendrá que aguantarse. Nosotros la cogeremos primero. Es peligrosilla, así que, si la veis, cuidado con ella.

Es decir, ¿estaban enfrentados abiertamente a Chihiro y las sirenas y secretamente a la capitana? No parecía que aquella misión fuera a resultar nada fácil, pero nadie había dicho que fuera a serlo.

Después de un buen rato recorriendo las inmundas calles de Tortuga, llegaron al puerto que estaba ya en plena actividad pese a ser de noche. Empezó a analizar los barcos uno por uno y llegó a la conclusión de que debía de ser el que estaba más lejos en el muelle. Supuso que un barco capitaneado por una mujer no debía ser usual ni aceptado entre la población pirata, por lo que el embarque más alejado de las miradas de la gente sería un buen lugar.

Hubiese acertado las razones o no, el galeón era correcto. Era bastante grande y constaba de un mascarón en forma de sirena. Malik parecía estar fascinado mirando aquella figura.

Una vez allí, les recibió una mujer rubia. Aquella mujer resultaba algo más femenina que Ana a simple vista.

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Ah, tú debes ser Ronin —parecía estarse burlando de él tocándose el ojo donde el hombre tenía el parche, Jess tuvo que hacer un esfuerzo por aguantar la risa.

¡En persona!

La capitana ha ordenado que os dejemos pasar a todos —examinó a los tres de arriba abajo, centrándose especialmente en Malik, al que parecía agradarle aquel trato—. Yo soy la segunda de abordo, Faris Scherwiz. Obedeceréis mis órdenes durante el viaje sin rechistar —Jess asintió sin ganas—. La travesía durará probablemente más de una semana si nos topamos con alguna tormenta, así que es probable que haya algún altercado. Pero no quiero problemas u os colgaremos, ¿entendéis? Bien, pues. Partimos de inmediato, ¡así que arriba! ¡Bienvenidos a la tripulación de la Sombra de Luna!

Y subieron a la nave, preparados para partir de inmediato.

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...y así empezaron sus desgracias. Okno


* * *


El inicio del periplo no fue demasiado prometedor, no hicieron más que apartarse una y otra vez para dejar que pasaran miembros de la tripulación que realizaban sus tareas. Durante esa espera, la muchacha se dio cuenta de algo que había dejado pasar por alto, algo que en realidad era bastante obvio: toda la tripulación estaba formada por mujeres. No pudo evitar soltar una carcajada ante su propia estupidez por no haberlo notado antes de subir siquiera al barco.

La Sombra de Luna zarpó al fin de la isla y la cubierta se volvió más y más tranquila cada vez, a excepción de Faris gritando órdenes y algunas otras mujeres cumpliéndoles y comprobando que todo estuviera correcto.

Nadie se molestó en decirles nada a ellos, por lo que era su oportunidad para hablar de una vez por todas con Hana; pero el tacto leve de la mano de alguien en su brazo hizo que abortara el plan y se girase. Era Malik, que miraba el horizonte a través de todos los aparejos del buque. Tenía entendido que su mundo estaba cubierto de un gran desierto, era lógico, pues, que la vista del mar le sorprendiera tanto.

¿Siempre es así?

Supuso que se refería al mar, los piratas, la navegación y todo aquello.

Podría decirse que barcos y piratas es algo que sobra en este lugar; pero una tripulación formada sólo de mujeres es algo muy extraño, incluso mal visto por la población en general, es posible que tengan que pelear constantemente para demostrar su valía. —explicaba mientras miraba el mar, apoyada en la baranda del galeón.

>>Es triste, ¿no crees? Les será muy difícil ser aceptadas por los hombres como iguales y mucho más como superiores, están destinadas a tener que luchar para poder ser consideradas.

>>Aunque, en cualquier caso, los piratas no son precisamente las perlas de la sociedad. Eso lo sabe hasta una niña de los bajos fondos como yo.

Posiblemente antes de que el aprendiz de Agrabah tuviera oportunidad de replicar, el amanecer llegó y la voz de la segunda de abordo cruzó la nave entera.

¡A la cubierta todas! —gritaba mientras golpeaba la campana—. ¡La capitana va a hablar, todas a cubierta!

Jess se enderezó mientras la cubierta volvía a llenarse de mujeres vestidas de pirata, que seguían a su albedrío hasta que Faris provocó un fuerte ruido que provocó que todas mirasen en su dirección. Una puerta que se hallaba cercana a la mujer rubia se abrió y por ella salió Ana, esta vez sin la trenza que lucía antes.

Tenemos entre nosotras a nuevos miembros de la tripulación

Las mujeres se giraron y les miraron fijamente, aunque no sólo a ellos. Parecía haber otros invitados en el barco aquel día. Jess miró a Ronin extrañada, pero él no estaba allí.

No he tenido más remedio que permitirles subir porque, como sabéis todas, vamos a la guerra y necesitamos toda la gente que podamos permitirnos.

»Las sirenas han pedido ayuda. Una tal Chihiro se ha atrevido a desafiar mi autoridad y ha reunido varios barcos para intentar conseguir el tesoro que protegen las sirenas, nuestras aliadas.¡Leo la codicia en vuestras miradas cuando digo «tesoro»! ¡Pero aquí os digo que nunca seréis capaces de acceder a él sin que las sirenas os devoren antes! No, nunca obtendréis lo que custodia el dragón del mar. Pero yo os ofrezco otro tesoro. Os ofrezco oro, más del que podéis cargar por vosotros solos en un cofre. También os ofrezco ver a las sirenas y sobrevivir para contarlo. ¡Pero sólo a cambio de que me entreguéis la cabeza de Chihiro! ¡Esa zorra lamentará haber navegado por las aguas de Ana Lucía!

Los gritos y vítores inundaron el lugar, pero ella permaneció callada. Cada información nueva que descubría sobre la tarea que debían realizar ensombrecía más su visión de ésta. Probablemente mucha gente moriría en aquel viaje, no iba a ser tan fácil como aquellas mujeres esperaban, podía intuirlo.

* * *


Una mujer anciana se hallaba ante de pie frente a los invitados de aquel buque, Jess incluida; tenía una serie de cubos y cepillos a sus pies, por lo que no era difícil adivinar qué quería aquella mujer de ellos.

Me llamo Mary y si tenéis algún problema venid a decírmelo a mí y no se os ocurra molestar a la capitana o a sus oficiales. Yo me encargo también de decidir vuestras tareas: hoy os va tocar dejar la cubierta como los chorros del oro. Una sola queja y la segunda de abordo os encerrará en la bodega. Veo en vuestras caras que no habéis venido a limpiar barcos, pero así es la vida. Sois recién llegados y hasta que no entremos en batalla y comprobemos vuestras habilidades, sois grumetes.

Malik hizo un comentario sobre la segunda de abordo y Jess le lanzó una mirada asesina. No quería pensar en él como en otro pervertido más de aquella orden de la Llave Espada.

El chico desconocido cogió uno de los cubos y se alejó, dispuesto a empezar con la tarea.

Bien, seguid su ejemplo. ¿O alguien tiene alguna queja?

<<¡Por supuesto, pero no quiero que me tiren por la borda!>>

Se quedó parada un momento, hasta que su compañero de Agrabah les hizo una seña a Hana y ella para que empezaran a trabajar. Por su parte, cogió un cubo e hizo una seña con la cabeza a su compañera para que la siguiera.

Se colocó relativamente cerca de Malik y empezó a trabajar, con pocas ganas. Entonces, él intentó entablar una conversación.

—Parece que el maestro se ha escapado. Por cierto, no me he presentado hasta ahora, disculpa. Soy Malik, mucho gusto.

Cierto, qué poca consideración por mi parte. Yo soy Jess, encantada —sonrió a la joven de pelo azul mientras seguía cepillando—. En cuanto al Maestro, espero que tenga una buena explicación o prometo que le sacaré el otro ojo con mis propias manos.

Y esperó que charlando la tarea fuese algo más amena.
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Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Nell » Vie Ene 10, 2014 2:08 am

Definitivamente, prefería tener a Ronin lejos. Tal vez eso los hubiese dejado desamparados ante Ana, pero de todas formas él ya la había asegurado que podría hacer y castigar a los aprendices como quisiera. Al menos, con el Maestro apartado, sólo sufrirían con el control de la capitana.

Hana apenas prestó atención a la retahíla de delitos de Chihiro. Lo cierto es que no, no había oído hablar de ella hasta entonces, ni tampoco la importaba mucho. Sólo era una fugitiva a la que tenían que capturar, mientras se aseguraban de que Ana no la matara. Y de que no les matara a ellos por impedírselo. Si la misión salía bien, seguramente más les valdría no volver por aquellas aguas hasta que la pirata les olvidara.

Lo que, sin duda, hizo que la cabeza de Hana empezara a dar otra vez saltos de la emoción fue la información sobre el tesoro. Un gran tesoro, como había remarcado Ronin. La joven no podía esperar a tenerlo a su alcance. Y, ¿qué más daba la protección de las sirenas? Les bastaba un cebo, Malik probablemente, para cogerlo y salir corriendo.

No tuvo mucho tiempo para desarrollar el plan, ya que Ronin les guió hasta la embarcación pirata enseguida. Fue sorprendente comprobar la rareza, por no decir casi imposible en la mente de Hana, que sólo fueran a navegar con mujeres. Vale, ella misma se consideraba pirata, y mujer, pero se veía como un caso aparte, diferente, criada de otra manera. Y ni siquiera hubiese podido asegurar que necios hombres la tomaran en serio. Mirándolas, en cambio, no le cabía duda de que nadie desestimaría su valía.

Era una nueva perspectiva muy refrescante. E, indudablemente, sería enriquecedora.

A partir de ese momento, se portó bien. Increíblemente bien. Asintió ante todas las órdenes, se calló a todas las palabrotas que le dirigieran y no se metió en el camino de nadie. Y, una vez zarparon, se aproximó a la barandilla para ver perderse la costa, balanceada de nuevo por las olas. Una sensación que, hasta entonces, no había sabido lo mucho que añoraba.

La segunda de abordo, Faris, organizó una reunión para dejar a hablar a Ana. Que de verdad guardaran silencio con respeto hacia ella también le pareció fuera de lo corriente. Normalmente los hombres no eran tan educados, sobre todo cuanto más borrachos estuviesen. Pero, supuso, era aún pronto.

El discurso estaba dirigido a la tripulación, pero hizo mención a los polizones. Hana se sorprendió al saber que no se refería a ellos, y miró con curiosidad al resto de figuras. Aquello se complicaba. Si ya iba a ser difícil dar esquinazo a Ana para llevarse a Chihiro, ¿cómo sortearían a otros tantos ojos que iban por libre?

El resto de la charla casi parecía exclusiva para Hana. Bueno, para Hana y la mayor parte de las piratas, que tenían pensamientos parecidos a los de la joven. Ésta, lejos de convencerla de cambiar de idea, sólo lo vio desde la perspectiva de que tendría menos competidoras en su obtención del tesoro, las que se dejaran seducir por esa imaginativa cantidad de monedas que Ana prometía. No sabía cómo, pero encontraría la manera de llegar a él.

Además, cuanto más avanzaba la misión, más peligros surgían. ¿Sirenas? ¿Ahorcamientos? ¿Dragones marinos? Y sólo acababan de comenzar. Ningún pececito sería nada si superaba todas las amenazas y riesgos de dolorosas muertes antes de llegar.

Fiel a su actitud, una vez se hubo dispersado la reunión y una tal Mary, demasiado vieja para ser pirata, les ordenó limpiarla a fondo, se encogió de hombros y no se quejó. Aunque ser encerrada en la bodega habría tenido sus ventajas. La travesía acababa de comenzar y el alcohol estaría intacto.

Cogió un cepillo y un cubo, mientras miraba de reojo al muchacho que se había adelantado para irse al otro extremo de la cubierta. Era, definitivamente, el que más le chocaba de los presentes, y no sólo porque pareciera menos peligroso, sino porque le escamaban sus dos acompañantes. Algo raro tenía el trío, sin duda.

Captó la seña de Malik y depositó el cubo cerca del de su compañero. Jess se les unió a ellos, y ambos se presentaron, mencionando la desaparición y escaqueo de Ronin. A Hana no le cabía ninguna duda de que el Maestro no necesitaba ni siquiera escabullirse de esas obligaciones. Probablemente tenía suficiente poder en el barco, o sobre Ana, para que no le mandaran ninguna de aquellas tareas. Ellos, en cambio, estaban a un nivel inferior. Muy, muy inferior.

Probablemente sólo nos haya traído para esto ―estaba acostumbrada a la sobreprotección de los Maestros. También a la desobediencia, por lo que buscaría hacer algo más divertido, aparte de perseguir a la criminal contra la que seguramente sólo luchara Ronin―. Avísame con lo del ojo. Me encantaría verlo ―y apostar por el resultado―. Por cierto, ¿habéis visto alguna vez a una sirena? ¿U oído hablar de ellas?

No creía que fueran a tener respuestas para sus preguntas, pero charlar le sentaría bien, mientras no matara. Además, le preocupaba un poco las leyendas que ella conocía, que variaban desde las bellas doncellas que rescataban marineros hasta las víboras que se los comían. Nunca las había dado crédito, pero si Ana afirmaba que existían que, además, pertenecían al segundo grupo, no estaba de más informarse mejor.

Y había otra cosa más que quería hacer.

Según fuera pasando el cepillo por suelo y barandilla, y transcurrieran las horas, trataría de acercarse lentamente a la zona del muchacho. Si tenía alguna conversación con las otras dos muchachas, quería ser capaz de captarla.
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Ronda 3

Notapor Suzume Mizuno » Dom Ene 12, 2014 1:38 am

Por cierto, ¿habéis visto alguna vez a una sirena? ¿U oído hablar de ellas?

Respondieran lo que respondieran, cuando terminaron los tres fueron conscientes de que alguien les observaba y se encontraron con que Faris se había acercado a ellos y, evidentemente, había escuchado su conversación. La segunda de abordo se acuclilló para estar a la altura de los aprendices.

Es muy raro encontrar a gente que se embarque sin conocer todas las leyendas sobre las sirenas. En especial un hombre —y miró intensamente unos instantes a Malik—.Pero después de lo que la capitana me ha contado sobre Ronin, no me extrañaría que no os haya explicado nada, si es verdad que venís de tan lejos —se apartó el pelo, que el viento le empujaba contra la cara, y dijo:—Es cierto que las sirenas devoran hombres. Entrar en sus aguas significa, por lo general, una sentencia de muerte. Las únicas veces que un hombre no muere de inmediato es cuando quieren reproducirse. Entonces es cuando se vuelven más encantadoras. Es como si no les gustara que su presa se asustara hasta el último segundo. Parecen gatos jugando con ratones —arqueó un par de veces las cejas y esbozó una sonrisa traviesa—. Por eso más les vale a todos los hombres comportarse. No es la primera vez que Ana ofrece un regalo a las sirenas para tenerlas contentas. Así empezó su amistad con ellas, a decir verdad. Y, que yo sepa, no es temporada de reproducción

Se incorporó con la agilidad de un gato, giró sobre los talones para continuar paseando por la cubierta pero, en el último momento, se volvió hacia Malik con una mirada juguetona.

La capitana puede no soportaros porque os ha traído Ronin, pero yo quiero daros una oportunidad. Esta noche habrá puestos de vigía. Quién sabe, puede que si solicitáis uno, os llevéis una sorpresa —hablaba en plural, pero estaba claro que sólo se dirigía a una persona—. Dicen que no hay nada mejor que beber ron en alta mar a la luz de la luna.

¿Alguien ha dicho «ron»? —inquirió una nueva voz.

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Era una muchacha exuberante, con los ojos de un bonito verde claro, muy intensos y atrayentes. Hana y posiblemente Jess la reconocerían como una de las dos mujeres que acompañaba al taciturno joven. Faris la recorrió de arriba abajo con la mirada, haciendo un gesto de irritación hasta que se detuvo a mirar la botella de ron que sostenía en una mano.

He pensado que a la segunda de abordo le gustaría compartirlo con la capitana esta noche.

No me gustan las personas que intentan ganarse a los demás comprándolas —respondió Faris con sequedad.

¿No es lo que hacen todos los piratas? —respondió rápidamente la otra, sonriendo de oreja a oreja.

Los piratas también envenenan las bebidas ajenas.

Siempre puede invitarme a mí a tomar un trago esta noche, si no se fía. Por cierto, me llamo Rosa.

Y le tendió, con una sonrisa que, en otras circunstancias, habría parecido… insinuante. Tras un silencio, Faris soltó una fuerte carcajada y aceptó el regalo. Rosa lanzó una mirada triunfante a Malik, esbozando una afilada sonrisa.

Hablaré con la capitana. Quizás acepte verte. Si no te comportas como una estúpida, es posible que incluso te invite a cenar —reconoció—. Pero yo tengo otros asuntos que atender. ¿No, grumete? —arqueó las cejas en dirección a Malik.

Cuando hubo obtenido una respuesta de parte del aprendiz, se dirigió al castillo de proa, con la botella de ron bajo un brazo. Rosa suspiró y comentó:

Una pena. Qué suerte tienen algunos —y se marchó.

****


Hana fue acercándose lo más disimuladamente que pudo hacia la zona donde se encontraba el trío que tanto le había llamado la atención. La mayoría de los hombres estaban terminando de limpiar, por eso quizás no le sorprendería ver que el joven estaba sentado sin hacer nada. Pero, si miraba con más atención sus ropas, se daría cuenta de que no estaban sucias, al contrario que las de sus compañeras: parecía claro que no había movido ni un dedo en las dos horas que llevaban deslomándose los demás.

Las dos mujeres cuchicheaban entre ellas. No podían ser más diferentes la una de la otra. De no ser por su voz y otros detalles que la camisa que llevaba dejaban patentes, la segunda podría haber pasado perfectamente por un hombre.

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Quizás no fuera buena idea acercarse demasiado…

Pero Hana parecía dispuesta a escuchar su conversación.

Como nos tengan limpiando todos los días, habrá un motín—la mujer grande dirigió una mirada nerviosa a su compañero, que permanecía inmóvil, apoyado contra la amura, contemplando el mar.

No te preocupes, Vanora. Estoy segura de que no tardaremos mucho más de una semana. No parece que hayan cargado víveres para mucho más —Rosa fregó con fuerza el suelo y dijo:—. Esa Chihiro me tiene intrigada. ¿Por qué gritar a los cuatro vientos que quiere enfrentarse a Ana Lucía cuando sabe que ella tiene que defender su territorio?

Porque es una trampa —respondió el joven, huraño, volviéndose hacia ellas—. Nadie tiene claro dónde está la isla del dragón, pero Ana Lucía nos va a guiar allí para vigilar que nadie se acerque —de golpe clavó unos fríos ojos en Hana y los entornó, amenazante—. Lárgate, niñata, o te tiro por la borda.

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Rosa y Vanora giraron la cabeza hacia Hana. La primera sonrió, soltando casi un ronroneo a modo de saludo.

Hola guapa, ¿no te han enseñado que escuchar conversaciones ajenas es de mala educación?

Apenas había tenido tiempo para responder cuando uno de los hombres a los que le habían encargado limpiar se incorporó con rabia, golpeando a Hana sin querer en un costado, y exclamó:

—¿Quién te crees que eres para no trabajar como todos los demás? ¡Si nosotros limpiamos, tú también!

El joven crispó la mandíbula y sus ojos relampaguearon de ira.

****


Mary examinaba la cubierta con ojo crítico y terminó por esbozar una sonrisa de aprobación.

Bien hecho. Podéis descansar. Vosotros dos —señaló con un gesto a Jess y a Malik—.Recoged los cubos y llevadlos a la bodega. Si alguien tiene algo que preguntar, estaré en el castillo de proa.

Dicho esto dejó a los aprendices a cargo de una nueva tarea. Serían un par de viajes, pero no valía la pena protestar. No daba la impresión de que Mary les hubiese seleccionado con mala conciencia. Además, el barco entero estaba sumido en una bulliciosa actividad: las mujeres cantaban mientras trepaban por las jarcias para asegurar las cuerdas o comprobar las velas, arreglaban desperfectos, comprobaban la velocidad a la que se desplazaba el barco... No era difícil imaginar que el descanso que habían concedido a los recién llegados sería temporal.

Cuando Jess pasó cerca de un par de hombres, que por sus pintas tenían todo el aspecto de ser criminales, uno de ellos le dio un cachete en el trasero y exclamó:

Las mujeres de aquí son todas unas virago, pero parece que hay algo de carne fresca. ¿Cuánto pides, pelirroja?

Ninguna de las oficiales estaba cerca y ninguno de los hombres que trabajaban en fregar el suelo parecía dispuesto a echarles una mano. Pero aquel tipo, con una barba rala y la cara salpicada de cicatrices, parecía dispuesto a volver a manosear a Jess si le daban la más mínima oportunidad.

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Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Tanis » Dom Ene 12, 2014 4:04 am

Por cierto, ¿habéis visto alguna vez a una sirena? ¿U oído hablar de ellas?

Bueno… —contestó Malik.

Quizá en algún libro, pero no lo recordaba. Y seguramente, de recordarlo, esas criaturas perfectamente podían llamarse de otra manera. De modo que terminó negando, mientras se concentraba en frotar el suelo, particularmente sucio, con el cepillo, esperando alguna historia que pudiera contarles Hana.

Entonces se detuvo gradualmente, con la sensación de que le miraban de cerca, para alzar la cabeza al mismo tiempo que Faris, la segunda de abordo, se agachaba junto a ellos. Cerca… Su presencia tan repentina le tensó y retomó el cepillado, un tanto nervioso. Esa mujer podía ejercer poder sobre ellos, debía mostrarse cuidadoso.

Es muy raro encontrar a gente que se embarque sin conocer todas las leyendas sobre las sirenas. En especial un hombre —por suerte o por desgracia, tuvo la osadía de mirarla a los ojos durante unos segundos, sin parar de frotar aunque lo hiciera más lentamente. Bajó la vista al poco, esbozando sin querer una muy tenue sonrisa—. Pero después de lo que la capitana me ha contado sobre Ronin, no me extrañaría que no os haya explicado nada, si es verdad que venís de tan lejos.

«No sabes cuánto de lejos… ».

Sin embargo, su expresión satisfecha se borró y se congeló en una mueca de impresión al escucharla de nuevo.

Es cierto que las sirenas devoran hombres. Entrar en sus aguas significa, por lo general, una sentencia de muerte. Las únicas veces que un hombre no muere de inmediato es cuando quieren reproducirse. Entonces es cuando se vuelven más encantadoras. Es como si no les gustara que su presa se asustara hasta el último segundo. Parecen gatos jugando con ratones.

Volvió a mirarla, intrigado, curioso, y en el fondo asustado. Demonios, no, Ronin podría haber dicho algo como eso y él habría tenido el buen juicio de no irse de viaje a un lugar en el que su género significaba ser la comida de monstruos marinos aterradores.

Por eso más les vale a todos los hombres comportarse. No es la primera vez que Ana ofrece un regalo a las sirenas para tenerlas contentas. Así empezó su amistad con ellas, a decir verdad. Y, que yo sepa, no es temporada de reproducción.

Malik siseó, mostrando su irritación para con el hecho de que a lo mejor tenía que andarse con más cuidado del que debía en un principio. No quería ser devorado, usado como cebo, regalo o lo que fuera. Si ver una sirena significaba la muerte para él, entonces no quería verlas, no, de ninguna manera. Reprimió un bufido ante esa idea, y siguió con la mirada el movimiento de Faris, cepillando de nuevo, pensativo.

«Muy bonito, estupendo.», pensó con sorna.

Entonces ella se volvió, y le miró directamente.

La capitana puede no soportaros porque os ha traído Ronin, pero yo quiero daros una oportunidad. Esta noche habrá puestos de vigía. Quién sabe, puede que si solicitáis uno, os llevéis una sorpresa. Dicen que no hay nada mejor que beber ron en alta mar a la luz de la luna.

Alzó lentamente una ceja, quizá un tanto sorprendido. ¿Estaba haciendo lo que creía que estaba haciendo? Miró de reojo a Jess y a Hana, como si con eso quisiera preguntarlas: «¿La habeis oído?»

Estaba levantándose para responder cuando una nueva voz, otra chica, terciaba en la conversación.

¿Alguien ha dicho «ron»?



«Por amor de… Estoy empezando a pensar que me he muerto y he terminado rodeado de vírgenes en el Paraíso, aunque seguramente aquí nadie lo sea… ».

Si no fuera porque tenía que guardar las formas, le habría dado un buen repaso con la vista, y aún así esta se le fue bastante, sin poderlo evitar.

He pensado que a la segunda de abordo le gustaría compartirlo con la capitana esta noche.

Tuvo que reprocharse mentalmente, recordándose que tenía que pensar en un plan para no terminar de cena para las sirenas si las cosas llegaban a torcerse. Debían capturar a Chihiro, y muerto él no servía de nada. Quizá…

No me gustan las personas que intentan ganarse a los demás comprándolas.

¿No es lo que hacen todos los piratas?

Una idea empezó a formarse en su cabeza. Mientras ellas hablaban, Malik comenzó a desarrollarla, y a sopesar los pros y los contras. Una muy buena manera de guardarse las espaldas, lógicamente era caerle bien a la capitana. Ese objetivo era bastante difícil, pero la segunda de abordo le había dado la idea. A lo mejor, tomando la oferta…

Los piratas también envenenan las bebidas ajenas.

«Puedo joderla muy rápido, pero Ronin no está… ».

Y de alguna forma tenía que tener un salvoconducto. Hana y Jess no tenían que temer de las sirenas, ellas eran mujeres y estarían a salvo. Sí, podía funcionar si tenía cuidado.

Siempre puede invitarme a mí a tomar un trago esta noche, si no se fía. Por cierto, me llamo Rosa.

Correspondió la mirada de triunfo de Rosa con una sonrisa ladina, casi cómplice, y aguardó a que terminaran.

Hablaré con la capitana. Quizás acepte verte. Si no te comportas como una estúpida, es posible que incluso te invite a cenar. Pero yo tengo otros asuntos que atender. ¿No, grumete?

Malik miró a Faris, serio como era él y con toda su cortesía y docilidad disponible, asintió, y dijo:

Sería un honor para mí que la segunda de abordo me instruyera para la vigilia de esta noche, si esa es su orden, y su deseo.

Vale, a lo mejor se había pasado de cortés y pomposo, pero tenía que llevar a cabo su plan lo mejor posible. Ganarse a Faris y cubrirse las espaldas con su favor. Si lo lograba, evitaría ser un candidato para convertirse en comida de sirenas. No podía ser muy difícil, ella parecía haberle echado el ojo, y a él nunca le había costado ganarse a una mujer. Pero estaba nervioso, Faris no se parecía a las mujeres que había conocido en Agrabah. Ni siquiera Tsuniro había tenido tanto carácter.

Oyó el suspiro de Rosa, y no pudo evitar contagiarse de ese suspiro.

Una pena. Qué suerte tienen algunos.

Malik observó su marcha y sus andares, y se preguntó de dónde habría salido esa chica.

Espero que esa suerte no se me acabe —murmuró por lo bajo, volviendo al trabajo.

****


Bien hecho. Podéis descansar. Vosotros dos. Recoged los cubos y llevadlos a la bodega. Si alguien tiene algo que preguntar, estaré en el castillo de proa.

La orden de Mary le sonó como música celestial. Llevaban como dos horas limpiando la cubierta. Daba gracias de ya tener las manos ásperas y callosas, porque se le habían formado callos nuevos en las palmas. Recoger los cubos y dejarlos en su sitio era un bálsamo comparado con el rastrojo continuo del suelo. Muchas manchas de la madera no salían con facilidad y había sido un autentico suplicio el estar tiempo y tiempo frotando sin obtener resultado.

¿Lo bueno? La cantidad de grumetes había acelerado la limpieza. Daba gracias.

Malik cogió los dos cubos que aún contenían más agua, dejando a Jess llevar cepillos y estropajos como tarea menos pesada. Caminó con soltura entre las tripulantes que corrían de aquí para allá, rumbo a la bodega, admirando de nuevo de refilón el bullicio natural del barco. Pudiera ser que ejercer de marinero no fuera el mejor de los trabajos, pero parecía una vida más atractiva que muchas otras.

Absorto como estaba en esas cosas, no se dio cuenta de que aquellos dos tipos habían interceptado a Jess, pero en cuanto oyó el golpe, y hablar a uno de ellos…

—Las mujeres de aquí son todas unas virago, pero parece que hay algo de carne fresca. ¿Cuánto pides, pelirroja?

Exhaló un suspiro paciente, dejó los cubos en el suelo y se volvió, metiéndose en medio y atrapando la manaza de aquel indeseable por la muñeca, justo antes de que la tocara siquiera, de nuevo.

Vuelve a tocarla y el que te devore una sirena será la menor de tus preocupaciones.

Apretaba fuerte, muy fuerte, sin intención de ir a soltarlo.
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Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Sometron » Mié Ene 15, 2014 8:27 pm

Por cierto, ¿habéis visto alguna vez a una sirena? ¿U oído hablar de ellas?

Bueno…

Antes de dejar este mundo oí algunas historias, pero no sé hasta qué punto pueden llegar a ser ciertas, se suelen ir exagerando de boca en boca. En cualquier caso, nunca he visto una...

Observó entonces que Malik parecía incomodado, y desvió la mirada hacia detrás suyo, ella le imitó y encontró allí a la segunda de abordo. Parecía bastante obvio que había estado escuchando su conversación, quizá interesada en el tema.

Es muy raro encontrar a gente que se embarque sin conocer todas las leyendas sobre las sirenas. En especial un hombre —miró fijamente a Malik, que bajó la mirada y sonrió; verlos a los dos cada vez resultaba más insoportable—.Pero después de lo que la capitana me ha contado sobre Ronin, no me extrañaría que no os haya explicado nada, si es verdad que venís de tan lejos. Es cierto que las sirenas devoran hombres. Entrar en sus aguas significa, por lo general, una sentencia de muerte. Las únicas veces que un hombre no muere de inmediato es cuando quieren reproducirse. Entonces es cuando se vuelven más encantadoras. Es como si no les gustara que su presa se asustara hasta el último segundo. Parecen gatos jugando con ratones —sonrió de forma ligeramente perversa—. Por eso más les vale a todos los hombres comportarse. No es la primera vez que Ana ofrece un regalo a las sirenas para tenerlas contentas. Así empezó su amistad con ellas, a decir verdad. Y, que yo sepa, no es temporada de reproducción

Algo no le acababa de convencer sobre aquella mujer. Era la segunda de abordo, por lo que teóricamente era la persona en quien más confiaba la capitana, ¿por qué querría contarles esa clase de cosas que sólo les harían desconfiar de Ana? Teniendo esto en cuenta, no podía evitar pensar que ambas mujeres estaban tramando algo y que para ello necesitaban su confianza, especialmente la de Malik.

No hizo otra cosa más que darle más razones a Jess para creer en ese teoría cuando, estando a punto de irse, se giró para mirar al hombre y hacerle una proposición.

La capitana puede no soportaros porque os ha traído Ronin, pero yo quiero daros una oportunidad. Esta noche habrá puestos de vigía. Quién sabe, puede que si solicitáis uno, os llevéis una sorpresa. Dicen que no hay nada mejor que beber ron en alta mar a la luz de la luna.

El aprendiz las miró a Hana y ella, sorprendido; la muchacha le sostuvo la mirada unos instantes y luego la bajó para seguir cepillando el suelo. Decidió que a partir de ese momento estaría ojo avizor ante cualquier movimiento de ambas mujeres, no tenía ninguna intención de dejar que les tendieran una trampa.

¿Alguien ha dicho «ron»?

Una chica desconocida apareció y se unió a la conversación de forma descarada. Era una mujer bastante atractiva, con el pelo de color castaño, largo y rizado, y unos ojos muy brillantes de color verde. Era una de las féminas que acompañaban al chico que se había puesto a limpiar el primero.

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En un inicio, había pensado en aquel grupito como un obstáculo en su camino; pero al ver que a Faris no le hizo ninguna gracia verla, comenzó a cambiar de opinión.

<<El enemigo de mi enemigo es mi aliado, ¿no?>>

He pensado que a la segunda de abordo le gustaría compartirlo con la capitana esta noche. —se refería a la botella de ron que llevaba en la mano.

No me gustan las personas que intentan ganarse a los demás comprándolas.

¿No es lo que hacen todos los piratas?

Los piratas también envenenan las bebidas ajenas.

Siempre puede invitarme a mí a tomar un trago esta noche, si no se fía. Por cierto, me llamo Rosa.

La mujer rubia aceptó al fin la botella y lanzó una fuerte carcajada. Ni librándose de Ronin podían zafarse de esas risas molestas…

Hablaré con la capitana. Quizás acepte verte. Si no te comportas como una estúpida, es posible que incluso te invite a cenar. Pero yo tengo otros asuntos que atender. ¿No, grumete? —dijo dirigiéndose a Malik de nuevo.

Aquello ya le gustaba menos, aquella mujer no sería vista como un enemigo mientras se opusiera a la capitana, si cenaban juntas quizás llegaran a alcanzar un acuerdo, una alianza en otras palabras. Y eso la dejaría sola con sus teorías sobre conspiraciones en su contra.

Sería un honor para mí que la segunda de abordo me instruyera para la vigilia de esta noche, si esa es su orden, y su deseo.

No se molestó ni en volver a mirarle y siguió frotando el suelo sin ganas. Mientras tanto, Faris se fue; quizá triunfal. Rosa, por su parte lanzó un suspiro antes de irse dejando atrás unas palabras.

Una pena. Qué suerte tienen algunos

Espero que esa suerte no se me acabe —dijo Malik en voz baja.

<<A este paso se nos acabará a todos antes de darnos cuenta.>>

* * *


Bien hecho. Podéis descansar. Vosotros dos —les señaló a Malik y ella—.Recoged los cubos y llevadlos a la bodega. Si alguien tiene algo que preguntar, estaré en el castillo de proa.

Cogió los cepillos y estropajos que su compañero le había dejado a conciencia, intentando que ella cargara con menos peso, y se dirigió a la bodega.

Desde que Rosa y Faris se habían ido, había intentado hablar con Hana para contarle sus sospechas —a Malik no quiso decírselo porque temía que no lo entendiera y dejara de hablarle—, pero había sido imposible encontrar a la Aprendiza del cabello azul, especialmente con la actividad que se había generado en cubierta.

La chica caminaba a paso tranquilo por la cubierta cuando sintió una mano en su trasero. Soltó todo lo que llevaba en las manos instantáneamente. Por suerte no había cogido los cubos, si lo hubiera hecho tendrían que limpiar de nuevo.

No debiste hacer eso. —afirmó dejando una pausa más larga de lo normal entre cada palabra.

Las mujeres de aquí son todas unas virago, pero parece que hay algo de carne fresca. ¿Cuánto pides, pelirroja? —sólo con escuchar su voz ya supo que no era más que escoria.

Se giró lentamente, con cara de pocos amigos y miró fijamente al hombre, que tenía pinta de criminal.

La basura no tiene derecho a mirar siquiera a los seres de rango superior. —su tono de voz era firme.

Y avanzó, preparada para enfrentarse a aquel individuo. Paró antes de llegar a tocarle, puesto que Malik se puso entre los dos, agarrando el brazo del supuesto criminal.

Vuelve a tocarla y el que te devore una sirena será la menor de tus preocupaciones.

Gracias por la intención, Malik —soltó una risita—. En serio.

Entonces hizo ademán de poner una mano en el hombro de Malik, parando a medio camino en realidad y convocando en su mano la Llave Espada. Había usado su propio cuerpo y el de Malik para cubrir el hechizo de miradas indiscretas, ignorantes de que la magia era algo más que aquellos trucos que realizaban extraños hombres de las Indias.

No debiste hacer eso... —repitió por tercera vez— ...pero lo has hecho. Así que ahora…

Agarró fuerte el mango del arma y se lanzó contra el hombre con ella en alto, pasando por al lado del aprendiz de Agrabah.

>>...¡muere!

El primer golpe lo dirigiría a la parte trasera de las piernas, a las rodillas en concreto, en un intento de hacerlo caer al suelo. Los siguientes los dirigiría al pecho o a la cabeza, golpeando sin parar hasta que alguien la frenase completamente.

Si por alguna razón su primer golpe era ineficaz, seguiría intentándolo. Si le quitaban el arma, lucharía a puños. Si le cogían de los brazos, atacaría con patadas. Incluso si eso fallaba, una cabezazo podía servir; pero no tenía ninguna intención de dejar que aquel hombre escapara airoso.

Las escaramuzas entre piratas eran frecuentes, por lo que era posible que nadie interviniera. Si esto sucedía, recogería los cepillos y demás instrumentos, una vez vencido el hombre, y se dirigiría hacia la bodega haciendo una señal con la cabeza a Malik para que la siguiera. Pero era poco probable que todo saliera como ella quería... al fin y al cabo, él estaba junto a otras personas cuándo le atacó…
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Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Nell » Jue Ene 16, 2014 3:35 pm

Ninguno de sus compañeros sabía nada de sirenas, nada que no esperase, pero la pregunta atrajo la atención de Faris, que se acercó a ellos para aportarles la información que tenía sobre ellas. Los rumores que la aprendiza había escuchado no iban muy desencaminados, puesto que las sirenas adoptaban uno u otro comportamiento según sus intereses, cosa que muchos hombres quizá no entendieran.

Aunque era muy interesante, Hana se quedó con el importante dato de que, siendo una mujer, estaba a salvo. Eso y que, además, las piratas tenían algunos tratos o amistad con ellas, lo que los respaldaría aún más en cuanto llegaran a su territorio.

Le gustaba Faris. Era, al menos, más encantadora que Ana, sin rebajar su porte fiero y franco. Y la analogía de las sirenas con los gatos le sacó una ligera carcajada cuando imaginó la escena en su cabeza.

Ni se le pasó por la cabeza que hubiera algo oculto detrás de esa aparente amabilidad.

Iba a marcharse para continuar con sus tareas, dejando a una Hana embobada incluso por sus gráciles movimientos, pero cambió de opinión y se insinuó descaradamente a Malik. Cuando captó la mirada que les dirigió a Jess y ella, le respondió alzando las cejas un par de veces. Estaba disfrutando muchísimo de la situación y no pensaba perderse ni un detalle.

Entonces, intervino una nueva mujer. Hana gruñó al reconocerla. Era una de las que acompañaban al tipo que más desentonaba en el barco. Que se metiera en la conversación la recordaba que tenía a alguien a quien vigilar y que, además, no podría hacerlo al menos en unas cuantas horas. Y ella, en cambio, se pasearía por la cubierta con total libertad durante todo ese tiempo.

Tenía que concederle a la joven, no obstante, que era muy guapa, con una mata de pelo envidiable y unos preciosos ojos verdes. Sin embargo, la belleza no quitaba que no fuera muy bien recibida. El sentimiento de desagrado, pensó Hana, era compartido con Faris, que no parecía muy contenta con la polizón.

La guardaespaldas, como claramente parecía, se presentó como Rosa, después de una creciente disputa con Faris que Hana contempló sin apartar la vista de la botella de ron. Si no la hubiese querido, la aprendiza habría estado expectante a su paradero, ya que algo la decía que no cataría nada de alcohol aquella noche, al contrario que las vigías y sus acompañantes.

Al final, Faris y Rosa enterraron el hacha de guerra, por el momento, y la segunda de abordo aceptó la botella, para desilusión de Hana. Maldito fuera Malik, quien probablemente la bebería.

El aprendiz, por cierto, parecía encantado con la propuesta, que no tardó en aceptar una vez Faris exigió una respuesta. Hana había hablado poco con él, pero no le había imaginado hasta entonces tan pelota. Probablemente, ya estaría babeando por dentro acerca de sus planes nocturnos. Las dos mujeres dieron por zanjada la conversación y se marcharon.

Miró de reojo el camino escogido por Rosa y, cuando estuvo lo suficiente lejos, se dirigió a sus compañeros:

Vaya, puede que ésas sí estén en temporada de reproducción ―silbó Hana―. No te vayas a cebar demasiado, hombretón.

Y volvió a su tarea, conteniendo la risa.


****



Pasaron dos horas de extremo aburrimiento. Hana frotaba y frotaba, consciente de que no dejar impoluto el barco equivaldría a un banquete con las sirenas. Hasta entonces, no se había tomado a broma ninguna de sus amenazas de muerte y, por ello, se aplicó en la tarea, al mismo tiempo que se proponía cumplir una segunda y personal.

Acercarse disimuladamente a la zona donde el hombre y su pandilla limpiaban fue fácil, pero implicó tener que separarse de Malik y Jess. No es que albergara hacia ellos algún tipo de sentimiento de unión, o le preocupara que dividieran el frente común, pero eran lo más parecido a aliados que tenía en el barco. Ronin no contaba como uno.

Gracias a la proximidad, pudo fijarse mejor en el trío. A Rosa ya la conocía, pero la otra mujer era aún más sorprendente, porque parecía la contraparte de ésta. Toda la feminidad de la primera era nula en la segunda, marimacho y de complexión musculosa, ¡encima calva! Si no fuera por los pechos, Hana habría pensado que era un hombre.

Simplemente, increíble. Ni siquiera las piratas intentaban asemejarse tanto a sus contrapuestos.

Por otro lado, también estaba el misterioso joven, que se mantenía quieto y apartado durante las labores de limpieza. Tenía el cabello blanco, rebelde, y unos ojos verdes que le gustaron más que los de Rosa, a pesar de no estar tan vivos como los de la guardiana. Sus ropas le llamaron la atención, por lo estrafalarias y llamativas que eran, impropias de la calle. Lujosas, tal vez…

Las guardaespaldas cuchicheaban y Hana alcanzó a oír, por fin, lo que decían.

El riesgo valió su peso en oro, a pesar de la brevedad. Vanora, la otra guardiana, predecía un motín, cosa improbable a ojos de Hana, puesto que quienes limpiaban era los polizones, no las piratas. Ana no era tan estúpida como para tener descontenta a la tripulación que la defendería de los extraños.

Rosa, en cambio, estaba interesada en Chihiro, la fugitiva a la que buscaban. El dato que dio y que Hana no sabía era que la propia Chihiro estaba haciendo mucho ruido en aguas de Ana. Hana y el joven coincidieron de inmediato: era una trampa. Lo que significaba que la capitana les llevaba a todos ellos hacia ella. No era de extrañar, por tanto, que hubiera aceptado tanto polizón. Eran carne de cañón.

Y sobre esa isla del dragón…

Entonces, Hana fue descubierta por el joven, que la miraba fría y amenazadoramente. Le sostuvo la mirada lo suficiente para saber que era peligroso. Muy peligroso. Tampoco bromeaba con echarla por la borda.

Las dos mujeres se encararon con ella, sobre todo Rosa, a quien Hana ya sabía cómo tantear:

Nos debieron… ―comenzó a decir, pero un hombre la empujó, quejándose de que el muchacho no estuviera trabajando.

Si hasta entonces el problema lo tenía ella, no le cupo la menor duda de que ahora lo tenía el mercenario, a quien el principito le dirigió una mirada igual de peligrosa que a Hana.

La aprendiza se recompuso del golpetazo, de pie y con una mano chulesca en la cadera, y retomó la anterior frase.

Nos debieron de enseñar lo mismo ―se encogió de hombros, esperando que Rosa cogiera la referencia a su anterior conversación, si acaso había notado que Hana estaba presente. No era Faris, y no sería tratada como tal, pero le habría gustado que reaccionara igual de precavida y arrogante.

La situación era, cuanto menos, delicada. Si había una trifulca entre el mercenario y el joven, o más bien contra sus guardaespaldas, echarían a Hana de nuevo en cuanto acabaran. Y ella, pese al palpable riesgo, quería quedarse un poco más.

Y, pensándolo bien, si sólo tenía un par de aliados, entonces tendría que hacerse con más.

¿Es qué no ves que ya ha terminado su parte, mentecato? ―la impoluta ropa blanca del chico revelaba lo contrario y el mercenario bien podía haber estado observándole más tiempo―. ¡Menos hablar y más trabajar! Si Ana Lucía te ve, te cortará la lengua y lo que los rayos del sol no alumbran.

Intentó poner una voz firme y dura, consciente de que fácilmente podían cambiar las tornas y ser ella el objetivo de todo ser presentes en esa parte de la cubierta. No pertenecía a la tripulación de Ana, pero tal vez en un barco lleno de líderes mujeres contuviese el puñetazo que muy fácilmente se había ganado Hana.

Por otro lado, tenía que retomar el contacto con el trío, si no quería perder la oportunidad de acercarse más a ellos. Si consideraban que Hana había pretendido hacerles un favor, era posible que no se lo tomaran muy bien.

¿Dónde nos quedamos? Ah, sí, la borda ―mencionó Hana, deseosa también de apartar la idea de la mente del joven, donde sin duda aún permanecía la tentación―. Una polizón más o menos no se notará, por supuesto. Pero diría que Ana Lucía prefiere conservar a todos los que pueda. Es mejor que arriesgar a su propia tripulación.

Mantendría la mirada con el joven, sabiendo que estaba llegando al punto clave. Y que debía tener cuidado en la elección de sus palabras.

Y, ya sabes, a nadie le gusta ser tan… desaprovechado. Sobre todo si no está en este viaje de placer para una posible muerte heroica a favor del grupo. Puede ser interesante escuchar otras ofertas.

»Si ella resta escudos… tú puedes sumarlos.

Esperaba que la insinuación quedara clara. Quizá la echase ipso facto, pero la propuesta quedaría planteada. Y tenía toda una semana para ganarse el trabajo.
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Ronda 4

Notapor Suzume Mizuno » Dom Ene 19, 2014 12:21 am

Vuelve a tocarla y el que te devore una sirena será la menor de tus preocupaciones.

La fría amenaza del aprendiz no pareció hacer efecto en el mercenario, que lo miró con un gesto de desprecio y trató de sacudirse su mano de encima, sin éxito.

Si quieres pelea por una mujerzuela, la tendrás, amigo —le aseguró el hombre.

Y un par de hombres que, por su armamento y estilo de moverse debían estar también avezados en la lucha cuerpo a cuerpo, se incorporaron. En ese momento Jess dio un paso al frente y toda la atención se centró en ella.

Gracias por la intención, Malik —rió la muchacha—. En serio.

Dio la impresión de que la joven venía a poner paz de por medio y los compañeros del agresor se relajaron y agacharon, probablemente para volver a sus tareas.

Sin embargo, lo que sucedió a continuación nadie se lo esperaba. La chica materializó su Llave Espada en medio de un pequeño resplandor que dejó desconcertados a los hombres. Por mucho que hubiera intentado disimular la convocación de su arma, era imposible disimular la luz, el característico sonido que provocaba al hacer presencia en este mundo y, sobre todo, su diseño: si la hubiera llevado antes encima no habría levantado sospechas.

Pero todos a su alrededor se dieron cuenta de que, de pronto, tenía un arma que había salido de la nada.

No debiste hacer eso... —repitió por tercera vez— ...pero lo has hecho. Así que ahora…

La aprendiz arremetió entonces contra el mercenario que se había atrevido a insultarla.

—...¡muere!

Por lo inesperado del ataque, consiguió derribar al hombre, que la superaba en altura y fortaleza, tumbándolo de espaldas. Pero antes de poder acertarle en la cabeza, el mercenario se revolvió y consiguió esquivar la Llave Espada e incorporarse de un salto.

¡Maldita puta! —escupió, furioso, desenvainando su propia espada.

Jess no se arredró y le embistió. Sin embargo, aquel hombre había lidiado con la suficiente gente para poder detener los espadazos de la joven. A su alrededor varios compañeros del hombre se incorporaron y se dispusieron a intervenir, mientras que el resto apartaba la cara. Una oficial empezó a gritarles que se detuvieran, que les iban a colgar, que estaban locos, pero ninguno de los dos escuchó. Jess recibió un buen corte en un brazo y otro en el muslo, además de que entonces una mujer la aferró por el cabello y le rodeó un hombro para intentar separarla de él, mientras los amigos de este hacían el mismo trabajo.

La cubierta entera se había volcado sobre ellos y gritaban a favor de uno u otro, hasta volver el ruido ensordecedor…

Entonces restalló un disparo que sumió al galeón en silencio.

Desde el castillo de popa, Ana Lucía sostenía una pistola humeante y les miraba sin reprimir una ira sorda.

¿Qué está pasando aquí? ¡No llevamos ni medio día en el maldito mar y ya me estáis causando problemas! —dirigió una mirada fulminante a Jess, que estuvo segura de que no iba a salir bien parada. Ana Lucía parecía lo suficientemente furiosa como para descerrajarle un tiro en la cabeza y quedarse satisfecha. Y cuando la apuntó con su arma, quizás pensó que era lo que iba a hacer. Sin embargo, la capitana se limitó a apuntarles a ella y a su contrincante con fiereza—. ¡Los dos a la bodega! ¡Segunda de abordo!

¡Sí, mi capitana! —exclamó Faris, acercándose a toda velocidad al tumulto.

¡Enciérralos en las jaulas! ¡No quiero que nadie les de ni una venda para las heridas! Esta noche probarán la compañía de las ratas. Y si alguien vuelve a causar problemas, juro por Calipso que yo misma le volaré la cabeza antes de lanzarlo al mar.

Dirigió una mirada fulminante a todos los recién llegados y se volvió con brusquedad para entrar de un golpe en su camarote.

****


Hana tuvo suerte. Su lengua afilada no le salió caro gracias al tumulto que estalló en el otro lado del barco. Sin embargo, antes de prestar atención a la pelea que se desarrollaba a pocos metros de distancia, el hombre insultado le dirigió una mirada cargada de odio. Quizás le convendría no meterse con nadie más por el momento, al menos si esperaba seguir saliendo bien parada.

Pero, al igual que con el resto de la tripulación, la atención del trío con el que Hana esperaba congeniar estaba clavada en la trifulca. Si la muchacha se volvía, vería con claridad, antes de que la masa rodeara a los combatientes, que Jess había materializado su Llave Espada.

¿Eso es…? —musitó Rosa, con una expresión desconcertada.

El joven se cruzó de brazos y entrecerró los ojos, adoptando una actitud todavía más hostil que antes, y lanzó una mirada fría a Hana.

Sonó el disparo y se hizo el silencio con la aparición de Ana Lucía. Cuando se llevaron a Jess y a su contrincante a las bodegas, las oficiales consiguieron a gritos que la gente volviera a sus tareas habituales, pero un murmullo se expandió por el barco y no fue posible acallarlo:

—Una bruja.

—Han traído magos.

—¿A dónde vamos a ir a parar? Llego a saberlo y nunca me alisto. Aunque claro, este barco está maldito. Lo llevan mujeres.

—Y están aliadas con esos demonios del mar.

—¡Silencio! —exclamó una oficial, acallando a los hombres.

Pero las mujeres también murmuraban entre sí y no parecían muy satisfechas con lo que habían visto. Muchas sabían que Malik y Hana habían venido con Jess y les dedicaban miradas desconfiadas.

Vaya, vaya —Rosa miraba a Hana con nuevos ojos. Una sonrisa indescifrable asomó a sus bonitos labios—. Parece que tienes una compañera muy… Interesante. ¿No, Vanora?

La mujer calva asintió, con una sonrisa que Hana tampoco pudo descifrar. Bien podría haber sido de interés, bien una que ocultara su verdadera desconfianza.

¿Alejandro? —preguntó Rosa a su compañero.

Éste guardó silencio largo rato hasta que asintió y les dio la espalda con brusquedad. No parecía por la labor de hablar.
Rosa sonrió a Hana.

Pensaremos tu propuesta, guapa…

¡Tú! —exclamó entonces Faris, sobresaltando a Hana. Rosa rápidamente volvió a sus quehaceres, dejando a la aprendiza sola—. Ven conmigo a las bodegas.

****


Malik también fue obligado a descender a la apestosa y oscura bodega. El suelo estaba encharcado y se escuchaba el crujido de las tablas de madera cada vez que el barco superaba una ola de consideración. Un triste candil se balanceaba colgado de un gancho y apenas aportaba luz a la estancia. Encerrada en una jaula de metal, Jess no tenía más sitio para sentarse que un pequeño trozo de madera y apenas sí podía moverse; podía recorrer cada extremo de la apañada celda en dos pasos. La otra jaula estaba vacía. Parecía que habían trasladado a su amigo a otro lugar.

Ana Lucía les contemplaba con rabia mal contenida y Faris permanecía en silencio a su espalda, con una mirada neutral, ni amistosa ni desagradable. Ronin palpaba los barrotes de la celda con una sonrisilla.

¿Es el mismo sitio en el que intentaste encerrarme, Ana? ¡Qué recuerdos! ¡Y qué risa! Pero has alejado los barriles, así no tiene gracia.

No quiero volver a despertarme y encontrarme con que carecemos de la mitad de las reservas de ron, maldito hijo de perra —respondió Ana con irritación—. ¿No te dije que los tiraría por la borda si me causaban problemas?

¡Pues hazlo! —rió Ronin.

¡Y a ti al primero! ¿Qué les enseñas a estos mocosos de pacotilla que hacen magia en medio de mi barco y no tienen mejor idea que iniciar una maldita pelea? —apuntó con un dedo amenazador a Jess—. No te atravieso con mi espada ahora mismo porque necesito toda la gente posible, pero cada pelea supone un guerrero menos a mi favor. ¡No me sirven de nada mercenarios con un brazo roto! ¡Y menos todavía más asustados porque hay magos en al barco!

Estaba claro que Ana Lucía sabía que todos ellos tenían habilidades especiales y no se mostraba sorprendida. Había suficientes criaturas mágicas en aquel mundo para que lo aceptara con tranquilidad. Pero no por ello le gustaban más las cosas sobrenaturales.

Ronin se encogió de hombros, divertido, y miró a sus aprendices, en especial a Jess. Ellos se habían metido en aquel lío. Ellos tendrían que salir.

Pero, ¿habría alguna forma de calmar a Ana Lucía?

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Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Tanis » Dom Ene 19, 2014 3:55 pm

—Si quieres pelea por una mujerzuela, la tendrás, amigo —le aseguró el hombre.

Malik frunció el ceño, apretando aún más la presa sobre la muñeca ancha de ese tipo. Ni siquiera se amedrentó cuando dos hombres más, que parecían ser compañeros del primero, se incorporaron y acercaron, con una actitud hostil y peligrosa.

Estaba calculando los movimientos y el tiempo que le llevaría desarmar a uno para atacar si era necesario cuando Jess les interrumpió, y avanzó con un paso al frente, centrando toda la atención sobre sí. De la extrañeza, Malik aflojó los dedos hasta soltar al mercenario.

Gracias por la intención, Malik. En serio.

Conocía a la chica lo suficiente para saber que no iba a exigir sólo perdón, que Jess no se quedaría ahí, con una sonrisa tensa. No. Sabía que… haría algo estúpido. Y no se equivocó.

Con la rapidez de una serpiente, vio como Jess invocaba la Llave-Espada.

«Oh, no, eso no».

Una de las cosas que Lyn le había grabado a fuego —ella y todos los demás maestros— era que nunca, jamás, por ningún motivo, se mostrase el poder del portador si no era absolutamente necesario. Nada de magia tampoco, nada de invocar la Llave-Espada. Nada. Y Jess lo había hecho. Así que estaban en problemas…

Malik retrocedió por puro acto reflejo cuando el destello de luz se apagó. Sintió como los ojos de toda la cubierta se clavaban en ellos.

«Esto no es bueno».

No debiste hacer eso... pero lo has hecho. Así que ahora…

Espera, Jess...

La necesidad de parar a Jess antes de que cometiera una imprudencia más le empujó a casi invocar su propia Llave-Espada.

... ¡muere!

Antes de que él pudiera hacer nada, reaccionar siquiera, Jess ya había derribado a su adversario e iniciado una pelea con todas las de la ley.

¡Maldita puta!

Malik se vio rodeado de los compañeros de aquel mercenario, que miraban y gritaban para intervenir, unirse a la fiesta. Por todas partes se levantaron los gritos, y él trató de avanzar hasta la chica, para quitarla de en medio, separarla de aquel imbécil baboso. Pero la marea de tripulantes en torno era tal que no pudo. El movimiento de los demás le llevó fuera del círculo, y estaba a punto de armarse él también, cuando un disparo tronó, y se hizo el silencio.

Levantó la vista, medio resollando por el esfuerzo de apartar a la gente, y vio a la capitana, sobre el castillo de popa. Furiosa. Iracunda.

«Mierda… ».

¿Qué está pasando aquí? ¡No llevamos ni medio día en el maldito mar y ya me estáis causando problemas! —Ana Lucía no sólo estaba enfadada, se le notaba. Malik aguantó el aliento cuando apuntó a Jess con su arma, que volvió a expulsar cuando gritó—: ¡Los dos a la bodega! ¡Segunda de abordo!

¡Sí, mi capitana!

También vio a Faris aparecer rápidamente entre los contendientes. Reprimió un gruñido. Maldijo mentalmente la impulsividad de la jovencita. Vale, esos imbéciles no deberían haberse sobrepasado con ella, pero… No, definitivamente podría haber hecho cualquier otra cosa antes que pelearse, y así.

¡Enciérralos en las jaulas! ¡No quiero que nadie les de ni una venda para las heridas! Esta noche probarán la compañía de las ratas. Y si alguien vuelve a causar problemas, juro por Calipso que yo misma le volaré la cabeza antes de lanzarlo al mar.

Malik vio cómo se llevaban al tipo y a Jess a la bodega, sin poder hacer realmente nada. Porque se le ocurrían un montón de cosas, pero sabía que la palabra de un capitán —del jefe, en realidad, fuese el lugar que fuese—, era ley. Y contra la ley no se podía hacer nada, a no ser que quisieras que te lanzaran por la borda. A su alrededor los murmullos germinaban como flores en los oasis y pronto empezaron a mirarlo a él también con recelo.

No supo si agradecer que le bajaran a la bodega a él también o no.

****


Aquel era uno de los sitios más malolientes y oscuros que había pisado en su vida. Y ni siquiera contaba las ratas. El suelo estaba pegajoso y la luz trémula de un candil era lo único que le dejaba ver por dónde pisaba, y ni siquiera eso. Pasó junto a la jaula vacía, y vio a Jess encerrada en la otra, hacinada como un animal. Sintió un sabor amargo en la boca, una especie de… injusticia. Jess se había precipitado, de acuerdo, pero ese hombre había empezado primero. A él sí que tendrían que echarle por la borda.

No tardó en notar que también habían hecho bajar a Hana. Aquello pintaba mal. Cerca, la capitana observaba con mal disimulada ira contenida, Faris a su espalda sin mostrar ningún tipo de emoción aparente. Se atrevió a mirarla de refilón antes de encontrarse con que Ronin también estaba ahí, encima haciendo una gracia sobre la situación. Encima de que desaparecía…

¿Es el mismo sitio en el que intentaste encerrarme, Ana? ¡Qué recuerdos! ¡Y qué risa! Pero has alejado los barriles, así no tiene gracia.

No quiero volver a despertarme y encontrarme con que carecemos de la mitad de las reservas de ron, maldito hijo de perra —la voz de Ana podía congelar el desierto—. ¿No te dije que los tiraría por la borda si me causaban problemas?

¡Pues hazlo! —rió Ronin.

Malik torció el gesto imperceptiblemente, y puso los ojos en blanco. Daba gracias a la penumbra, si le hubieran visto se le habría caído el pelo, seguro.

¡Y a ti al primero! ¿Qué les enseñas a estos mocosos de pacotilla que hacen magia en medio de mi barco y no tienen mejor idea que iniciar una maldita pelea? —la capitana volvió a encararse a Jess— No te atravieso con mi espada ahora mismo porque necesito toda la gente posible, pero cada pelea supone un guerrero menos a mi favor. ¡No me sirven de nada mercenarios con un brazo roto! ¡Y menos todavía más asustados porque hay magos en al barco!

Malik dedujo, por la poca sorpresa de la capitana, que ella debía saber sobre sus habilidades. Por eso no dijo nada, aún, pensando en algo que pudiera solventar un poco la situación. Ah, demonios… ¿Qué podían hacer? No sabía gran cosa de ese Mundo, de sus creencias, sus supersticiones… Se dijo que si volvía a casa de una pieza tendría que estudiar más.

Los ojos de Ronin pesaban: Apañároslas, decían.

Quizá… —aventuró sin todavía saber exactamente cómo calmar a Ana Lucía—. La tripulación no os creerá si negáis que somos magos —quizá así nos dejen en paz un poco y no tomen represalias. Levantó la vista hacia la capitana, sin desafío, tranquilo—. Podéis decir que nos contratasteis porque también hay hechiceros en la… flota enemiga, y no existe mejor manera de enfrentar a un brujo que otro brujo—lo cual igual hasta era verdad—. En cuanto a vuestros mercenarios heridos —miró de soslayo a Jess, sabía que no le gustaría la idea—. Siempre puede curarlos ella antes de entrar en combate.

No era la más brillante de las ideas, pero era lo mejor que había podido pensar. La gente no dejaría de creer lo que quería creer, ¿por qué mentir entonces cuando se podía aprovechar la verdad?
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Re: [Port Royal] Sombra de Luna

Notapor Sometron » Mié Ene 22, 2014 7:07 pm

Un ruido repentino provocó que Jess volviera en sí. Estaba rodeada de gente, que permanecían callados cual tumbas repentinamente; también reparó en un par de cortes que habían aparecido en sus brazos y piernas. El ruido, un disparo, parecía proceder del arma de Ana Lucía, que se encontraba en el castillo de popa. Les miraba de forma furiosa.

¿Qué está pasando aquí? ¡No llevamos ni medio día en el maldito mar y ya me estáis causando problemas! —le apuntó con la pistola durante unos instantes en que el tiempo parecía haberse congelado, aunque luego la apartó para apuntar con ella a su contrincante; dejó escapar un leve suspiro—. ¡Los dos a la bodega! ¡Segunda de abordo!

¡Sí, mi capitana! —contestó mientras se acercaba a ellos a toda velocidad.

¡Enciérralos en las jaulas! ¡No quiero que nadie les de ni una venda para las heridas! Esta noche probarán la compañía de las ratas. Y si alguien vuelve a causar problemas, juro por Calipso que yo misma le volaré la cabeza antes de lanzarlo al mar.

<<¡Estúpida! ¡Estúpida! ¡Estúpida!>> se auto-recriminaba <<No deberías haber hecho eso, ganarse la confianza del enemigo es la mejor forma de prepararse contra él.>>

Nada podía hacerse, en cualquier caso, por eso se limitó a seguir a la segunda de abordo en silencio y sin hacer ningún intento de resistencia.

Pronto estuvo encerrada en una pequeña cárcel de metal, con poca cosa más que un trozo de madera que usar a modo de asiento. Tampoco podía decirse que la habitación fuera muy luminosa, pero no parecía un mal sitio, no sería demasiado diferente del lugar donde solían dormir los marineros normales.

Cuando quiso darse cuenta, había varias caras conocidas en aquel habitáculo: Ana Lucía, que parecía seguir bastante furiosa —cosa que parecía muy graciosa a la muchacha—; Faris, la silenciosa y aparentemente apática sombra de la capitana; Ronin, que había vuelto a aparecer sin previo aviso; y por último sus compañeros, Hana y Malik, al parecer ellos también habían sido arrastrados a aquello.

Su situación no le preocupaba demasiado en un principio, al fin y al cabo que la tiraran por la borda no significaba nada para ella. <<Puedo volar a lomos de mi caballo metálico.>> se decía. Pero todo cambió cuando vio a los otros dos aprendices implicados, no podía permitir que ellos tuvieran que pasar por algo desagradable por culpa de algo que ella había hecho. Tenía que conseguir que al menos ellos no recibieran castigo por aquello.

¿Es el mismo sitio en el que intentaste encerrarme, Ana? ¡Qué recuerdos! ¡Y qué risa! Pero has alejado los barriles, así no tiene gracia. —Ronin reía mientras tocaba los barrotes de aquella jaula.

No quiero volver a despertarme y encontrarme con que carecemos de la mitad de las reservas de ron, maldito hijo de perra —la irritación de Ana se hacía patente también a través de su voz y sus palabras—. ¿No te dije que los tiraría por la borda si me causaban problemas?

¡Pues hazlo!

¡Y a ti al primero! ¿Qué les enseñas a estos mocosos de pacotilla que hacen magia en medio de mi barco y no tienen mejor idea que iniciar una maldita pelea? —la señaló, airada—. No te atravieso con mi espada ahora mismo porque necesito toda la gente posible, pero cada pelea supone un guerrero menos a mi favor. ¡No me sirven de nada mercenarios con un brazo roto! ¡Y menos todavía más asustados porque hay magos en al barco!

Ronin se encogió de hombros y rió, dejando el problema en sus manos. Malik parecía algo preocupado, tenía que pensar algo rápido.

No veo la necesidad de que ellos estén aquí —agitó la cabeza en dirección a sus compañeros—. He sido yo la que ha causado el conflicto, no ellos. Y también soy la única que ha usado magia, puedes decirle a la tripulación que ellos sólo son mis guardianes o incluso carceleros, que se limitan a intentar evitar que pierda el contro cómo he hecho antes. ¡Diles que no son más que gente normal!

Esa solución no le convencía ni a ella, que seguía hablando para poder dar tiempo a que el resto pensara. Poco después de que callara, el aprendiz de Agrabah se dirigió a Ana con una nueva propuesta.

Quizá… La tripulación no os creerá si negáis que somos magos. Podéis decir que nos contratasteis porque también hay hechiceros en la… flota enemiga, y no existe mejor manera de enfrentar a un brujo que otro brujo. En cuanto a vuestros mercenarios heridos —la miró de reojo—. Siempre puede curarlos ella antes de entrar en combate.

En un principio podía parecer una mala idea, pero no lo era en absoluto. De hecho, ¡era genial! Había dado una propuesta perfecta, con una pequeña modificación incluso resultaría provechosa. Por dentro se sentía realmente entusiasmada, aún así no podía mostrarlo si no quería que pensaran que aquello no era una propuesta inocente.

Podría hacerlo... —dijo, después de mirar fijamente a Malik y bajar la mirada al suelo— Sabiendo la falta que nos hacen esos hombres, no volveré a herir a ninguno. Lo prometo —<<¡Que te lo has creído!>>—. Pero… —miró consecutivamente a Ana y Faris— ...si no confiais en mi palabra, estoy dispuesta a ir pegada a la señora Segunda-de-abordo o a la excelsa capitana Ana Lucía. —exageró una reverencia.

>>Eso… o podéis dejarme aquí encerrado y esperar al inminente motín, provocado por el miedo y las supersticiones de este decadente lugar, en el que todos y cada uno de los presentes acabaremos muertos.

Y calló, dejando la propuesta en el aire; el resto estaba en manos de la capitana del Sombra de Luna.

Por otra parte, aunque Jess había estado entretenida pensando cómo salir del problema que les ocupaba, no se había olvidado del hombre con quien había tenido la trifulca. Recordaba su cara, y no pensaba dejarle marchar a su aire mientras la siguiera recordando.
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