[Evento Global] Datastream - Ruta de la Perdición

Ruta de Malik, Neru, Stelios, Albert, Hikaru y Xefil

Nunca olvidarás que tomaste parte en alguno de estos jolgorios. Kazuki tampoco.

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro, Sombra

[Evento Global] Datastream - Ruta de la Perdición

Notapor Nell » Dom Mar 30, 2014 2:16 am

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Participantes: Malik, Neru, Stelios, Albert, Hikaru, Xefil.


¡Bienvenidos a la Ruta menos poblada después de la opción de quedarse en el sitio!

Vaya, parece que a la gente no le gustan los nombres que traen ruina, graves daños, pasiones desenfrenadas o condenaciones eternas (según WordReference). ¡Incluso nos han calificado de Ruta 1! ¡Qué ultraje! Uy,sifuiyoquienlallevo.

Por unas cosas u otras, a pesar de la mala publicidad, aquí estáis. ¿Qué puedo deciros? Intentaré que no os arrepintáis de dicha elección y creo firmemente que se ha recelado mucho de la Ruta cuando ésta tal vez esconda algunas sorpresas que espero desarrollar tan bien como pueda.

También debo daros la noticia contraria a la que he dado en la Ruta de la Eliminación: vais a ser los más perjudicados respecto al desequilibrado número de jugadores, porque vais a abarcar menos de lo que podríais y a elevar vuestra dificultad. Espero, por tanto, de que vuestras elecciones os lleven a los mejores escenarios y no os perdáis el jugo de ésta.

He dado en la Ruta de Eliminación una serie de advertencias, pero salvo que me deis motivos para daros también un toque, no creo que sea necesario copiarlas aquí también.

Si en algún momento os arrepentís de vuestra decisión, lo he hablado con Narra y tendréis siempre la oportunidad de retroceder y volver al punto de partida para elegir otro camino, salvo que la situación en la que estéis diga lo contrario.

Ahora, dejadas las cosas claras, ¡adelante!


Quorra se había marchado con premura, pero corriendo tras ella, los aprendices tardaron apenas unos minutos en alcanzarla, siguiendo los gritos de los programas que estaban siendo cruelmente perseguidos por el ejército de Erased.

La encontraron en uno de los pasillos tras las gradas, arrodillada frente al cuerpo de un hombre al que estaba cerrando los ojos, antes de que éste desapareciese. Hasta entonces, habían avanzado por una serie de largos y anchos corredores, llenos de puertas deslizantes que, o bien estaban destruidas sobre sus goznes, o habían sido bloqueadas con fuerza bruta para romper el mecanismo de apertura.

En su camino, lo único que iluminaba sus pasos eran lámparas portátiles, alargadas y finas, que los programas solían llevar encima, como moda o necesidad, colgadas del pantalón. Estas colgaban aún de la hebilla de la mayor parte de los cuerpos con los que se cruzaron, tirados como sacos en el suelo, moribundos y desapareciendo al cabo de unos segundos, cubiertos de formas cúbicas, que eran la sangre de aquel mundo. Ninguno había luchado, sino que todos tenían su herida letal en la espalda, donde les habían alcanzado cuando huían despavoridamente del enemigo.

La mujer alzó los ojos para mirarlos y, si le pareció raro que Stelios cargara sobre su hombro a Albert, no lo mencionó. Fue directa al grano:

Ya se han encargado de toda esta área ―transmitió el mensaje del programa muerto, haciendo caso omiso de los gritos que aún les llegaban―. Pero están cerca. Se han detenido para mantenerse a la espera de las órdenes de su líder.

Quorra se puso en pie, sacando su propia lámpara de luz para iluminar el camino que tenían delante. Les indicó que cogieran una de cualquier moribundo que encontraran, si no lo habían hecho ya, por si se separaban.

Como antes no había podido alcanzarla, Xefil procedió a hacerle sus preguntas, ante las que asintió y respondió, con solemnidad:

Un día. Sólo un día ―miró el sitio que había ocupado el cadáver―. Y mira lo que ha sucedido. Y nadie más, del que tenga conocimiento.

Retomaron el camino hacia delante, guiados por Quorra, que avanzaba prácticamente corriendo. En algún momento, los gritos cesaron y todo quedó en un absoluto silencio. Los pasos de la mujer, los suyos propios y las respiraciones entrecortadas eran lo único que se escuchaba, como si fueran los únicos seres vivos en el estadio.

Al final del pasillo, Quorra se acercó a la puerta, que se abrió de manera automática, evidenciando que era una de las pocas aún no rotas. La sala a la que accedieron era, indiscutiblemente, la entrada. A su izquierda, verían un largo mostrador, separado por ventanillas, para la venta de entradas del estadio; y a ambos lados de éste, dos puertas, cuyos caminos habían sido controlados por cordeles, al igual que el de las ventanillas. A su derecha, un par de portones por los que se salían del recinto al exterior. Y enfrente (lo que sería ir a la derecha, en vez de a la izquierda como estaban ellos) había otra puerta más.

Quorra se encaminó hacia el centro de la habitación para observar con mayor detenimiento su alrededor, en silencio. Los sofás que había cerca de la puerta, para amenizar la espera, estaban desgarrados; y las mesitas de cristal, destrozadas. Sin embargo, ningún cuerpo. La mujer se agachó para coger algo a sus pies, que enseñó a los demás: un solitario pendiente de plumas.

A su alrededor, verían también unas riendas y una silla de montar gigantes apoyadas en una pared, desentonando con la sala; y si pasaban por una puertecita lateral a la zona trasera de las ventanillas, verían que había preparado todo un festín: bambú, pan, nueces, algunas frutas y verduras… Además de ovillos de lana y pelotitas de colores, aunque era de suponer que eso no se lo comían. Debían de tener una celebración antes de que empezaran el ataque y… todos huyeran.

Deberíamos…

Entonces, sonó un ladrido lastimero y, con recelo, salió algo de detrás de uno de los sofás. A pesar de que algunas zonas de su pelaje eran oscuras, los reflejos rubios permitieron a todos distinguir su forma en cuanto se hubo expuesto un poco a la luz, a cuatro patas y con las orejas y la cola agachadas. Sus llamativos ojos verdes claro brillaban con tristeza. Era un cachorro de pastor alemán.

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En cuanto hubo llamado su atención, agachó la cabeza, emitiendo sollozos, y vagó la mirada alrededor, buscando a alguien. Al no encontrarlo, acrecentó sus llantos y se sentó sobre sus cuartos traseros.

Quorra se acercó a él, agachándose a su lado, pero sin llegar a tocarlo.

Se habrá perdido ―¿había lástima en su mirada?―. ¿Cómo no le ha llevado el instinto a seguir a los demás? ¿Quién será su dueño?

El perro volvió a mirarlos a todos con aquellos ojitos de pena que intentaban emitir un mensaje que no podía dar por el habla. Levantó el hocico, movió con inquietud las orejas, y olfateó en dirección a las puertas que tenía enfrente.

La mujer siguió la dirección, se levantó y se dirigió de nuevo hacia los chicos.

El ejército debe de estar cerca, pero no concibo aún cómo no hemos podido localizarlos. Si son tantos como creemos, su presencia tendría que ser más evidente. Sea la manera que sea la que usen para ocultarse tan bien, si se desplazan o hieren a más gente volveremos a estar tras su pista fácilmente ―dedujo―. Por el momento parecen haberse calmado. Sabemos que están cerca, por lo que ampliaremos la búsqueda para dar con ellos rápidamente. Y en cuanto los localicéis... ―hizo una pausa, recorriéndolos con la mirada― no luchéis solos: volved para buscar a los demás.

Tenían, por lo tanto, tres lógicas opciones para avanzar: la puerta enfrente de ellos (la que estaría a la derecha si acabaran de entrar en el estadio) o una de las dos a su izquierda, situadas a cada lado de las ventanillas. Por supuesto, no eran los únicos caminos: también tenían los portones de la derecha, la salida, que Quorra les advirtió que no habría tomado el ejército para no alejarse de Erased; y la puerta por la que acababan de pasar.

También podían ignorar la orden de Quorra. ¿Quién era ella para darles tantas indicaciones? ¿Se habían convertido acaso en subordinados suyos? Podían ir a cualquier parte juntos y cubrir menos terreno, pero estar más seguros.

¿Y si no hay ningún ejército? ―dijo una voz a sus espaldas.

Shinju cruzó la puerta, ataviada con un vestido mezcla entre los atuendos de la Red y su habitual de lolita, rosa fosforescente. Les había seguido mucho después de que ellos hubiesen tomado el camino. Estaba de un evidente malhumor y llevaba en cada mano una barra de luz.

Este ridículo Juego es una completa tomadura de pelo ―refunfuñó la aprendiza―. Al igual que todos esos… recuerdos. Por supuesto que nada de eso pasó. Y ahora nos tienen aquí encerrados porque nos toman por ¡completos idiotas!

Al parecer, a la chiquilla no le gustaba en absoluto la aventura que estaba viviendo. Ya no sólo se resistía a creer en su veracidad, cruzada de brazos y con una mueca gruñona en sus labios, sino que no le gustaba la idea de que estuvieran jugando con ellos. ¿Ironía?

Si se acercaban un poco a cada puerta, aparte de abrirse automáticamente para revelar un espacio de profunda oscuridad, escucharían… cosas. En una de las puertas de la izquierda, la más próxima a ellos, era la única silenciosa. En la siguiente de la izquierda, en cambio, se podía escuchar a alguien cantando, quien acompañaba su voz en ocasiones con una armónica. Y en la de enfrente, por último, un llanto…

¿Qué era menos aterrador?
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Re: [Evento Global] Datastream - Ruta de la Perdición

Notapor Darkness Seeker » Dom Mar 30, 2014 5:53 pm

Tras atravesar varios metros logré encontrar a Quorra, la cuál estaba agachada e inspeccionando lo que parecía el cadáver de un posible habitante de aquel mundo digital. Volví la vista atrás y me encontré con que más gente había decidido venir por el mismo camino. Por suerte o por desgracia, de todo aquel grupo sólo conocía a Hikaru.

Ya se han encargado de toda esta área . Pero están cerca. Se han detenido para mantenerse a la espera de las órdenes de su líder.―Nos informaba Quorra mientras dejaba al cuerpo en el suelo.

Poco después de eso, nos avisó de que deberíamos de tomar precauciones, y de paso una de las pequeñas linternas de luz que habían por el suelo. Me acerqué entonces al suelo y cogí una de las pequeñas lámparas y proseguimos nuestro camino.

Continuamos corriendo tras Quorra, hasta que nos dimos cuenta de el sonido de los gritos y exclamaciones habían cesado por todo el camino. Entonces, atravesamos una puerta que nos condujo a la entrada del estadio. La sala estaba completamente desierta, a excepción de los muebles como mesas, decoración y la propia taquilla del estadio.

Quorra se dirigió al centro de la entrada para asegurarse de que no había ningún peligro en aquella sala, y una vez se cercioró de ello, comenzó a comentar algo, pero un ladrido proveniente de detrás de uno de los sillones cortó su mensaje.
Se trataba de un perro que e encontraba allí sentado, con ojos de pena mirándonos a todos, casi con el propósito de llamar nuestra atención.

Se habrá perdido ―comenzó a decir Quorra mientras se acercaba al pobre animal―. ¿Cómo no le ha llevado el instinto a seguir a los demás? ¿Quién será su dueño?

El ejército debe de estar cerca, pero no concibo aún cómo no hemos podido localizarlos. Si son tantos como creemos, su presencia tendría que ser más evidente. Sea la manera que sea la que usen para ocultarse tan bien, si se desplazan o hieren a más gente volveremos a estar tras su pista fácilmente . Por el momento parecen haberse calmado. Sabemos que están cerca, por lo que ampliaremos la búsqueda para dar con ellos rápidamente. Y en cuanto los localicéis... no luchéis solos: volved para buscar a los demás.

En aquella sala habían numerosas salidas y puertas, por lo que la decisión no estaba del todo clara. Sin embargo, por una de sus puertas a la izquierda me pareció oír algo... ¿Una armónica?

Tomé la decisión que mejor creí. Pero por supuesto también podía tratarse de una trampa, por lo que decidí agarrar con una mano mi cadena y con otra la lámpara fluorescente. Si había necesidad de atacar o defenderse, trataría de evitar cualquier mal menor a base de esquivar y contraatacar.

Tras esta pequeña decisión mental, me encaminé hacia la puerta de la misteriosa melodía

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Neru decide ir por el camino de la izquierda en la que suena la canción con la armónica
LET YOUR HEART SURRENDER BY THE DARKNESS¡

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Re: [Evento Global] Datastream - Ruta de la Perdición

Notapor Tanis » Lun Mar 31, 2014 1:41 pm

Malik corrió detrás de la chica todo lo rápido que pudo. Sintió un poco de alivio al ver que no era el único que había decidido ir por ese camino, aunque no el suficiente cuando oyó la voz de Stelios gritando a su espalda.

«¿Es que no podía cumplir una simple orden?».

Al detenerse tras Quorra se dio la vuelta para mirar atrás, con el aliento un poco entrecortado. Gruñó al darse cuenta de que no era sólo Stelios el que le había seguido, a pesar de que seguir no sería la palabra correcta para ligar a Albert, cargado como un saco de arena sobre el hombro de Stelios. Además de ellos, otros dos muchachos que no conocía y el chico que antes había estado acompañando a Nadhia estaban allí. No eran demasiados, pero Malik asumía que la gran mayoría habría preferido otros caminos.

Bueno, no importaba, estaban allí para entretener al ejército de esa chica en lo que los demás la encontraban y la destruían. Aun no estaba seguro de si aquello le gustaba más que los Juegos del Enjambre, o…

Así que quedarse con Fátima no te resultaba buena idea, ¿no? —preguntó con cierta ironía a Stelios, en cuanto se hubieron reunido tras Quorra. Debería haberlo sabido, que Stelios no se conformaría con ello—. Baja a Albert, anda… y vamos, o perderemos a nuestra guía.

Echó a andar de nuevo por el camino. Todo estaba oscuro, a excepción de los puntos de luz que eran aquellas extrañas lámparas… A su paso la destrucción se hacía patente, pero no se veían enemigos por ninguna parte. Tan sólo cadáveres…

Ya se han encargado de toda esta área ―Malik observó en derredor, aún se oían gritos lejanos, esas sombras debían de andar… ―. Pero están cerca. Se han detenido para mantenerse a la espera de las órdenes de su líder.

Su líder… —murmuró, pensativo.

¿Qué clase de ofensiva querría lanzarles?

Malik siguió el consejo de Quorra, sobre coger una lámpara que ya nadie iba a utilizar. Parecía ser nativa de aquel Mundo y por lo pronto, la que mayores conocimientos poseía sobre él. Daba gracias de tener un aliado así. Se agachó junto a un cuerpo, el de un hombre mayor, tirado de espaldas, y tomó el objeto con algo de pesar, murmurando una oración por la posible alma de aquel ser.

Se preguntó si los programas tenían alma… Pero cabeceó, no podía pensar en esas cosas ahora.

«Concéntrate».

Se colgó la lámpara del cinturón, mientras escuchaba las preguntas de ese chico, y la contestación de Quorra. Pudo notar su gravedad, él mismo se sentía… desolado, pensando en lo rápido que se podía propagar toda esa muerte, virus, habían dicho.

Continuaron avanzando, él en silencio al menos, manteniéndose alerta ante cualquier posible peligro que pudiera surgir de la oscuridad. Iba detrás de Albert, guardando su espalda. De todos ellos, era el más débil y un blanco fácil ante los sombras. Por eso le había hecho pasar delante, para estar seguros de que al menos anda intentaría atacarle por sorpresa.

Los gritos dejaron de oírse al poco, y un silencio denso sólo roto por sus pasos y respiraciones fue lo único que quedó, incluso después de atravesar todo ese pasillo. Llegaron a la sala que parecía ser el acceso principal del estadio, también vacío. O al menos, vacío de vida.

Nadie a la vista… Todo estaba tal y como lo habían dejado al huir, salvo por los destrozos. Al desplegarse por la habitación, Malik vio el pendiente de plumas que Quorra cogió del suelo para enseñarlo, y frunció algo el ceño, intrigado.

¿Sólo uno?

«¿Dónde está el otro?, ¿y la gente?, ¿han logrado escapar?»

Se acercó a las puerta, no del todo para que no se abriera, y pensó en invocar la Llave-Espada, recordando entonces que si no podían, más les valdría encontrar discos de ataque o defensa, o estarían perdidos. Sin embargo no lo hizo.

Deberíamos…

… seguir andando, estoy de acuerdo —completó Malik, justo antes de que un gañido se oyera, y un cachorro de perro apareciera desde detrás de uno de los muebles destrozados.

Era pequeño, y parecía asustado, muy asustado. Agachaba las orejas y la cola, en ademán de sumisión. Debía de haberse quedado atrás durante los ataques. ¿Dónde estaría su dueño?

Se acercó al perrito junto a Quorra, y en tanto que ella no lo tocó, él sí lo hizo. Quizá así podría tranquilizarse.

Se habrá perdido ―¿había lástima en su mirada?―. ¿Cómo no le ha llevado el instinto a seguir a los demás? ¿Quién será su dueño?

Quién sabe…

Observó sus movimientos, el olfateo nervioso que les indicó que por las puertas del vestíbulo podía encontrarse algo.

El ejército debe de estar cerca, pero no concibo aún cómo no hemos podido localizarlos. Si son tantos como creemos, su presencia tendría que ser más evidente. Sea la manera que sea la que usen para ocultarse tan bien, si se desplazan o hieren a más gente volveremos a estar tras su pista fácilmente ―Malik asintió ante su deducción, conforme―. Por el momento parecen haberse calmado. Sabemos que están cerca, por lo que ampliaremos la búsqueda para dar con ellos rápidamente. Y en cuanto los localicéis... ― El perro le daba lástima, y casi sin pensarlo mucho lo sujetó y alzó con un brazo, manteniéndolo en el regazo. No iba a dejarlo ahí, también era un programa, y si su dueño estaba vivo aún, seguro que se alegraba de recuperarlo― no luchéis solos: volved para buscar a los demás.

De acuerdo —Miró a Stelios y a Albert, y también al amigo de Nadhia —¿Xefil?—, y a los otros dos chicos, con un asentimiento de cabeza.

Estarían de acuerdo pues. Sólo había tres caminos adicionales, de modo que podían dividirse perfectamente. Se acercó entonces a Albert, que parecía continuar en medio estado de shock y le dejó el cachorro en los brazos. Podían llevárselo y además, que Albert se calmara ocupándose de otra criatura más frágil que él.

Cuida de él, podría sernos útil —añadió entonces, y después—. Yo iré por esa puerta —señaló la que estaba frente a los mostradores, la que en realidad estaba a su derecha—. Stelios y Albert pueden venir conmigo… Xefil, tú puedes ir con Quorra, si ellos quieren ir juntos —señaló a los dos aprendices que no conocía—. Si encontramos a su ejército…

¿Y si no hay ningún ejército?

Una voz tras ellos resonó con sarcasmo y Malik vio, al darse la vuelta, a una chica con un atuendo demasiado extraño para él. No la conocía, siquiera de vista, así que sólo pudo pensar en…

«¿Bastión Hueco quizá?».

Este ridículo Juego es una completa tomadura de pelo ―Malik frunció el ceño levemente―. Al igual que todos esos… recuerdos. Por supuesto que nada de eso pasó. Y ahora nos tienen aquí encerrados porque nos toman por ¡completos idiotas!

No supo a qué se refería con «recuerdos», pero sí tenía clara una cosa, y por eso se adelantó un poco hacia la chica, con la severidad impresa en la cara.

Esto no es ningún Juego del Enjambre —espetó, con acritud. Desvió sin querer la vista hacia un lado, maldiciendo para sus adentros por culpa de la promesa medio rota hecha a Ronin. Pero no podía dejarlo tapado por más tiempo, había pasado, y era la verdad—. Fui sujeto de experimentos para las pruebas de la IV edición y no se parecen en nada a esto, así que si no te gusta tu situación, cierra la boca y vuelve atrás si te apetece, pero no jodas.

Frío, alterado y tenso como él solo, se giró para encaminarse hacia la puerta que anteriormente había elegido, haciéndole una señal silenciosa a Stelios y a Albert, para que le siguieran. Al acercarse la puerta se abrió, desvelando una oscuridad profunda, que se fue partiendo en dos a medida que la luz de los faroles avanzaba con ellos. Pudo oír un llanto entonces, desde la oscuridad, que a medias le perturbo, a medias le desconcertó.

¿Había alguien allí, llorando? Sintió el impulso de lanzarse para arrojar más luz a la sala, si es que aquello era una sala, pero logró contenerse. En el último segundo había recordado que esas sombras podían andar cerca, y que probablemente se ocultaran en la oscuridad… Sujetó a Stelios del hombro, pensando en que seguramente a él se le habría ocurrido lo mismo,y negó con la cabeza.

Entonces, por si acaso, y sólo por si acaso, invocó la Llave-Espada, rezando por ver el resplandor de luz blanca, en lugar de la nada, como la última vez que había estado allí.

Vamos —murmuró por encima del hombro, caminando paso a paso hacia adelante.
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Re: [Evento Global] Datastream - Ruta de la Perdición

Notapor James Bond » Mar Abr 01, 2014 11:11 pm

Corrí con toda la prisa que pude para alcanzar a la mujer de pelo moreno y corto, la cual se dirigía a la fuente de los gritos. Cuando por fin la encontramos, puesto que me uní a un grupo de aprendices que decidimos tomar la misma dirección, ella estaba en un pasillo que había tras las gradas.

Por el camino, lo único que nos iluminaban eran unas lámparas portátiles en aquella oscuridad que reinaba por el mundo. No parábamos de ver cuerpos que desaparecían al poco.

Ya se han encargado de toda esta área. Pero están cerca. Se han detenido para mantenerse a la espera de la órdenes de su líder.

La mujer nos ordenó que cogiéramos una de las lámparas. Parecía lo más sensato, puesto que ninguno de los que habían muerto volverían a utilizarlas. Me sabía mal por ellos, pero no había otra cosa.

Cuando habló, fue el momento en el que me fijé que uno de los primeros aprendices con los que compartí entrenamiento, estaba allí. Era Xefil, aunque sólo coincidimos aquella vez, podía recordarle, por su modo de hablar y sus ropajes. Le preguntó cuando había sucedido el ataque a La Red, a lo que la chica le respondió que un solo día.

Tras seguir avanzando, llegó un momento en el cual los gritos de nuestro alrededor cesaron. Mis pisadas, y la de los demás aprendices, era lo único que podía oír. Y en aquella situación, no pude evitar ponerme nervioso. Parecía una película de terror todo aquello. Como si en cualquier momento nos fueran a asaltar por la espalda. No, tenía que quitar aquellos pensamientos de mi cabeza. Había que conservar la calma. Respiré hondo, y expiré. Varias veces para tranquilizarme, y me sentí algo mejor.

Al final, tras una puerta automática que seguía en funcionamiento, llegamos a lo que era la entrada del estadio. Quorra se agachó para coger algo que era un pendiente de plumas. ¿Qué quería decir con eso? Era muy enigmático.

Ella fue a sugerir algo, cuando fue interrumpida por lo que parecía ser un ladrido. Cuando pudimos ver mejor a la figura que salía de detrás de un sofá, resultó ser un perro. No lo conocía, pero me daba lástima. ¿Sería el único ser que había logrado sobrevivir al ataque? El canino empezó a buscar a alguien, pero no logró encontrarlo y volvió a ladrar de forma lastimosa.

Se habrá perdido. ¿Cómo no le ha llevado el instinto a seguir a los demás? ¿Quién será su dueño?― Se preguntó Quorra.

La mirada de pena con la que nos miró el animal, me conmovió. Debía de ser muy duro el estar solo, sin saber donde está su dueño. Quería ayudarlo, pero no sabía que hacer por el. Me acerqué y traté de acariciarle para ver si podía calmarle.

Quorra se dirigió entonces a unas puertas que estaban delante nuestra antes de volver a dirigirnos la palabra.

El ejército debe de estar cerca, pero no concibo aún cómo no hemos podido localizarlos. Si son tantos como creemos, su presencia tendría que ser más evidente. Sea la manera que sea la que usen para ocultarse tan bien, si se desplazan o hieren a más gente volveremos a estar tras su pista fácilmente. Por el momento parecen haberse calmado. Sabemos que están cerca, por lo que ampliaremos la búsqueda para dar con ellos rápidamente. Y en cuanto los localicéis no luchéis solos: volved para buscar a los demás.

Asentí con la cabeza. No me parecía bien que tuviera que haber heridos para localizar al enemigo, pero si era el único modo de hacerlo...

¿Y si no hay ningún ejército?― Dijo una voz a mis espaldas.

El corazón se me aceleró a cien, noté como me bombeada rápidamente. Me temblaba el cuerpo. Sí, tenía miedo. Me giré para ver quien había dicho eso y resultó ser una chica. Tenía el pelo moreno y largo hasta la cintura. Ojos azules y llevaba un extraño vestido. No la había visto en Tierra de Partida jamás, así que tenía que ser de Bastión Hueco.

Este ridículo Juego es una completa tomadura de pelo. Al igual que todos esos... recuerdos. Por supuesto que nada de eso pasó. Y ahora nos tienen aquí encerrados por que nos toman por ¡completos idiotas!― La joven parecía malhumorada, por la forma de hablar.
Esto no es ningún Juego del Enjambre. Fui sujeto de experimentos para las pruebas de la IV edición y no se parecen en nada a esto, así que si no te gusta tu situación, cierra la boca y vuelve atrás si te apetece, pero no jodas― dijo el muchacho que en Tierra de Partida mencionó que La Red no era segura. ¿Había sido un sujeto de experimentos? Desde luego, tenía motivos para no gustarle nada el venir a este mundo.
Disculpe a mi compañero, señorita. Soy Hikaru Akarui, encantado de conocerla. Sé que no le gusta el estar encerrada aquí, así que me gustaría pedirle su colaboración para resolver esta situación cuanto antes.― Le ofrecí mi mano para que la estrechara en señal de acuerdo, solo si ella quería. En el caso de no quererlo, la bajaría sin más, sintiéndome un poco decepcionado. Si aceptaba, se la estrecharía con mucho gusto y firmeza, para transmitirle que iba enserio.

Ahora teníamos que decidir por cual de las cuatro puertas íbamos. Pensé detenidamente. Tras lograr decidirme, pasé por la puerta de la cual emergía el sonido de la armónica.
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Re: [Evento Global] Datastream - Ruta de la Perdición

Notapor Thailgar » Mar Abr 01, 2014 11:19 pm

Aquella aventura no estaba progresando como a Stelios le hubiera gustado. Se encontraba en un mundo extrañísimo en el que reinaba la “informática” y la “electricidad”, conceptos desconocidos para él hasta hacía bien poco, y toda la misión giraba en torno a “virus”, copias, cosas “virtuales” y otros cuatrocientos conceptos que no acababan de grabarse en su cerebro. Realmente, había elegido aquel camino porque, de entre todo aquel amasijo de palabras, solo había entendido que había gente que necesitaba ayuda. Y esa era su especialidad, después de todo (o al menos, eso le gustaría a él).

Sin embargo, en aquel momento, y pese a todos sus problemas, solo un pensamiento circulaba en la mente del joven aprendiz de héroe.

«Dioses… ¡¿Pero cuánto pesa este chico?!».

Suponía que era por la carrera, pero el peso muerto de Albert sobre su hombro empezaba a resultarle pesado. Sin embargo, la prisa dio sus resultados. Internándose por aquel camino, terminó por dar con Malik y el resto de aquellos que se habían internado en aquel camino.

Al acercarse, vio que Malik se le acercaba con cara de pocos amigos.

Así que quedarse con Fátima no te resultaba buena idea, ¿no? Baja a Albert, anda… y vamos, o perderemos a nuestra guía.

Solamente he entendido de toda esa charla en el coliseo que por aquí hay gente que necesita ayuda. ¡Nuestra ayuda! Y si hay alguien en peligro, allí es a donde iré, Malik.

Dejo a Albert en el suelo con cierto cuidado, esperando que fuera capaz de caminar por si mismo. Acto seguido, se acercó a Malik mientras caminaban y le susurró, procurando que nadie más le escuchara:

No he querido dejarlo allí, solo. Nadie más se hubiera responsabilizado de él, y no creo que esté preparado para todo esto.

Echaron a andar por el camino a oscuras, aún iluminado por unas antorchas realmente extrañas que utilizaban los habitantes de aquel lugar. Por recomendación de la tal Quorra, se agachó a recoger una de una pobre victima. Ya no la iba a necesitar. Sin poder evitarlo, observó al infeliz que había caído en aquella masacre. Pensó en encomendarse a sus dioses por aquel desdichado, pero no sabía si aquello podía ser del gusto del fallecido. Decidido dejarlo como estaba, simplemente deseándole un buen paso al más allá.

Continuaron su avance. Quorra contestaba a las preguntas de otro chico, aunque Stelios no prestaba realmente atención. Observaba a Albert, que parecía realmente derrumbado por todo aquello. ¿Cómo lo estaría llevando? Decidió dirigirse a él y darle un pequeño puñetazo en el hombro, como hiciera Zack con él tiempo atrás.

Eh, ¿estás bien?

Los gritos dejaron de oírse, y el silencio se adueñó de la escena, envolviéndoles. El sonido de sus pasos parecía haberse multiplicado, un ruido que retumbaba en los oídos de Stelios y le ponía realmente nervioso. No podía evitar sentirse observado, como si hubiera algo más al acecho. Casi sin poder evitarlo, echó un vistazo por encima de su hombro, esperando los horribles ojos amarillos observándole de nuevo en la oscuridad.

Al llegar al final del pasillo se abrió una puerta mágicamente, dándoles paso a una estancia más grande. Parecía una especie de vestíbulo o entrada, con varias puertas. La habitación había sido arrasada, aunque no había rastro de nuevos cuerpos.

¿A donde demonios se ha ido todo el mundo? ¿Han conseguido escapar? —Stelios observó a su alrededor y añadió —. El panorama no parece muy alentador.

Quorra levantó un pendiente de plumas del suelo, enseñándoselo al grupo.

¿Sólo uno?

Deberíamos…

… seguir andando, estoy de acuerdo —completó Malik.

En ese momento, un movimiento sobresaltó a Stelios, que se llevó la mano a la espalda con velocidad, dispuesto a desenvainar la espada. ¡Un enemigo! Sin embargo ya rozaba la empuñadura cuando se dio cuenta de que se trataba de un cachorro de perro. Parecía muy asustado por todo aquello. Se acercó a él con Quorra y Malik, curioso. Hacía un tiempo que no veía uno.

Se habrá perdido. ¿Cómo no le ha llevado el instinto a seguir a los demás? ¿Quién será su dueño?

¿Y como ha sobrevivido a todo este desastre?

Quién sabe…

Sin preocuparse demasiado, acarició al perro en la cabeza, al igual que Malik. Seguramente el animal agradecería la muestra de cariño.

El ejército debe de estar cerca, pero no concibo aún cómo no hemos podido localizarlos. Si son tantos como creemos, su presencia tendría que ser más evidente. Sea la manera que sea la que usen para ocultarse tan bien, si se desplazan o hieren a más gente volveremos a estar tras su pista fácilmente. Por el momento parecen haberse calmado. Sabemos que están cerca, por lo que ampliaremos la búsqueda para dar con ellos rápidamente. Y en cuanto los localicéis no luchéis solos: volved para buscar a los demás.

A la orden —aquella chica parecía saber lo que se hacía, por lo que lo más sensato sería seguir sus instrucciones. Malik había levantado al perro, no parecía dispuesto a dejarlo allí. Stelios estaba de acuerdo con él. Le daba pena la pobre criatura. Sobre el regazo del chico de Agrabah, el aprendiz de héroe le acarició la cabeza, entre las orejas. Tras un instante, Malik se acercó a Albert y depositó al cachorro en sus brazos. Stelios no pudo evitar un ademán. ¿Y si lo dejaba caer?

Cuida de él, podría sernos útil —dijo Malik. Parecía dispuesto a hacerse cargo de la distribución del grupo—. Yo iré por esa puerta —señaló la que estaba frente a los mostradores, a su derecha—. Stelios y Albert pueden venir conmigo… Xefil, tú puedes ir con Quorra, si ellos quieren ir juntos. Si encontramos a su ejército…

¿Y si no hay ningún ejército?

Aquella voz sonó a su espalda, una voz completamente desconocida para Stelios, aunque no estaba seguro de ser capaz de reconocer a todos los aprendices de Tierra de Partida que había en la “sala de informática”. ¿Al fin problemas?

Este ridículo Juego es una completa tomadura de pelo. Al igual que todos esos… recuerdos. Por supuesto que nada de eso pasó. Y ahora nos tienen aquí encerrados porque nos toman por ¡completos idiotas!

¿Juego? ¿Se tomaba todo aquello como un juego? La actitud despectiva de aquella chica le sorprendió muchísimo. Casi parecía… ¿decepcionada? Sin embargo, aquello hizo reaccionar a Malik, que se adelantó hacia ella.

Esto no es ningún Juego del Enjambre. Fui sujeto de experimentos para las pruebas de la IV edición y no se parecen en nada a esto, así que si no te gusta tu situación, cierra la boca y vuelve atrás si te apetece, pero no jodas.

¡Y por fin una respuesta a una de las miles de preguntas! Eso explicaba al menos porque Malik estaba actuando así todo el tiempo y cuando había estado antes. Claro que todo aquello generaba nuevas preguntas, como ¿Qué quería decir con Juego del Enjambre? ¿Cuarta edición? ¿En que había consistido? ¿Era algo parecido a los juegos del Coliseo en su mundo natal? Nuevas preguntas para su cada vez más grande lista. Pensó en si debía decirle algo o animarle de alguna forma, pero Malik se giró sin añadir nada más hacia la puerta que había comentado, haciéndole una señal a Albert y a él mismo. Echó una última mirada a aquel extraño grupo reunido en la sala destruida. Todo aquello era demasiado extraño.

Al acercarse a la puerta, que se abrió mágicamente como la anterior, descubrieron una nueva y profunda oscuridad. Se adentraron en ella juntos, procurando dar toda la iluminación posible con sus “antorchas”. Apenas habían avanzado un poco cuando un sonido escalofriante inundo el pasillo.

Alguien estaba llorando.

Su primer impulso fue mirar hacia Albert. Pura inercia. Pero en aquel caso no se trataba de él. El sonido, mezclado con la densa oscuridad y el recuerdo de los ojos amarillos, provocó un intenso escalofrío en Stelios. Quizá debería iluminar algo más la sala, comprobar quien estaba allí. Se disponía a ello cuando la mano de Malik le sujetó por el hombro, negando por la cabeza. Le había visto venir. Quizá se le había ocurrido lo mismo y le había parecido mala idea. Acto seguido, invocó su Llave-Espada.

Vamos —murmuró por encima del hombro, caminando paso a paso hacia adelante.

Aquello empezaba a ponerse serio, y seguramente peligroso. Sin dudarlo, colocó su espada a su mano derecha, manteniéndose completamente alerta. Y avanzó.
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Cronología de Stelios

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Re: [Evento Global] Datastream - Ruta de la Perdición

Notapor Zee » Mié Abr 02, 2014 12:07 pm

Lo único que iluminaba el camino que seguíamos eran pequeñas lamparitas portátiles que habían quedado abandonadas. Conforme avanzábamos en la oscuridad, la destrucción que el ejército de Erased había dejado tras de sí se hizo evidente y me atravesó el pecho como una puñalada. Pronto la diferencia de tiempo entre nosotros y el avance del enemigo tuvo que haber disminuido, pues a nuestro paso comenzaron a aparecer los cuerpos de los inocentes masacrados. Los programas desaparecían a los pocos segundos, tras exhalar su último aliento, dejando así tras de ellos sólo las delgadas lámparas que nos obsequiaban algo de luz de vez en cuando.

Era aterrador.

Ya se han encargado de toda esta área ―dijo la mujer, como si no hubiese quedado claro después de aquel espeluznante recorrido. Nos habíamos detenido junto a ella, mientras se encargaba de examinar uno de los cuerpos. Alrededor de nosotros, de vez en cuando alguno se desvanecía en la nada, descomponiéndose en pedazos cada vez más pequeños que se perdían en la oscuridad―. Pero están cerca. Se han detenido para mantenerse a la espera de las órdenes de su líder.

Quorra iluminó el camino frente a nosotros con una de las lámparas. Sugirió que tomásemos alguna de las que habían sido abandonadas, o incluso de cualquiera de los cadáveres que no habían terminado de desaparecer, para imitarla. Aunque no me sentía cómodo con ello, me vi obligado a recoger una del suelo, admitiendo que sería útil en un futuro si nos la pasábamos sumergidos en aquellas penumbras durante más tiempo.

Señaló también que Erasd había llegado a aquel mundo hacía solo un día. Un día. Y todo aquello era lo que había provocado.

Habíamos cometido una equivocación al exiliarlo.

Tras unos minutos más de caminar, Quorra logró encontrar, y guiarnos a, la salida de aquel estrecho pasillo. Las apariencias parecían indicar que habíamos terminado en la entrada de aquel extraño coliseo, donde se revisaban los boletos y se controlaba la entrada de las personas. Igualmente aquella recepción se encontraba destrozada, con los muebles rotos y desgarrados, desparramados por allí y por allá y creando un desastre en el suelo. Quorra recogió algo del suelo, pude notar de reojo, pero yo me vi más atraído por una silla de montar con riendas bastante amplia, que inevitablemente me recordó a la que yo usaba con Pema. Había también varias juguetes y alimentos que sugerían que aquel sitio, de alguna manera, había sido preparado para cierta clase de animales.

Deberíamos…

… seguir andando, estoy de acuerdo.

Pero tuvimos que interrumpirnos cuando, para sorpresa de todos los presentes, un cachorro de perro apareció desde detrás de los muebles y se acercó a nosotros, quejándose con lastimeros ladridos y gemidos. No parecía encontrarse lastimado, pero andaba con la cola y las orejas caídas, y sus ojos denotaban tristeza.

Evidentemente se había separado de su dueño, o de su familia. Y no estaban por ningún sitio... Hice una mueca, dolido por la situación.

Se habrá perdido ―expresó Quorra, acercándose al cachorro―. ¿Cómo no le ha llevado el instinto a seguir a los demás? ¿Quién será su dueño?

¿Y como ha sobrevivido a todo este desastre?

Quién sabe…

El pequeño can nos miró a todos, muy seguramente esperando encontrar a su dueño entre nosotros en cualquier momento. Olfateó con algo de inquietud, moviendo un poco su hocico hacia las puertas que estaban a nuestra espalda, las que llevaban al interior del estadio.

El ejército debe de estar cerca, pero no concibo aún cómo no hemos podido localizarlos ―dijo Quorra, poniéndose de pie y mirando en la misma dirección que el cachorro―. Si son tantos como creemos, su presencia tendría que ser más evidente. Sea la manera que sea la que usen para ocultarse tan bien, si se desplazan o hieren a más gente volveremos a estar tras su pista fácilmente ―asentí con la cabeza―. Por el momento parecen haberse calmado. Sabemos que están cerca, por lo que ampliaremos la búsqueda para dar con ellos rápidamente. Y en cuanto los localicéis... no luchéis solos: volved para buscar a los demás.

Aquella era una indicación más que clara para que nos separáramos y comenzáramos a buscar. No sabía si era la mejor idea, considerando la hecatombe que el supuesto ejército había llevado a cabo, pero también era cierto que debíamos cubrir suficiente terreno. Sabía, al menos, que no tenía intención alguna de ir solo. Recorrí rápidamente a los Aprendices que habían tomado el mismo camino que yo, entre los que se encontraba Hikaru y el amigo de Fátima. A los otros tres no los conocía, pero el ambiente no era el más adecuado para hacer presentaciones. Tal vez pudiese ir con Hikaru, o acompañar a Quorra; en cualquier caso...

Yo iré por esa puerta —apuntó el mayor, señalando una puerta a nuestra derechas, y adelantándose así a cualquier decisión—. Stelios y Albert pueden venir conmigo… Xefil, tú puedes ir con Quorra, si ellos quieren ir juntos —declaró, refiriéndose a Hikaru y al chico restante. Como no tuve queja alguna, simplemente me encogí de hombros—. Si encontramos a su ejército…

¿Y si no hay ningún ejército? ―interrumpió alguien detrás de nosotros.

¿Shinju...? ―murmuré, reconociendo la voz de quien había cuidado de mí en Bastión Hueco tras el asunto de Gárland y a quien me había enfrentado como Jugador contra Reaper en una vida completamente diferente. Me sorprendió verla cruzar la puerta, con un vestido algo nativo y una lámpara en su mano, puesto que no había considerado la posibilidad de que alguien más hubiese caminado detrás de nosotros. Y tenía que admitirlo, tampoco era la persona que más ganas tenía de ver en aquel lugar.

Este ridículo Juego es una completa tomadura de pelo ―se quejó la chica, como ya era costumbre en ella―. Al igual que todos esos… recuerdos. Por supuesto que nada de eso pasó. Y ahora nos tienen aquí encerrados porque nos toman por ¡completos idiotas!

Al parecer al joven que había hablado antes no le agradó mucho la actitud de Shinju, puesto que casi inmediatamente se acercó a ella y, con un tono y una expresión severos, le soltó:

Esto no es ningún Juego del Enjambre. Fui sujeto de experimentos para las pruebas de la IV edición y no se parecen en nada a esto, así que si no te gusta tu situación, cierra la boca y vuelve atrás si te apetece, pero no jodas.

Alcé una ceja. ¿Qué tenía eso que ver con el Reapers' Game? ¿Era algo similar...? No sabía a qué se refería exactamente, pero si le había afectado tanto, tampoco debía ser un asunto sencillo de tratar. No le pedí explicaciones, sin embargo, y dejé que se diera la vuelta con su grupo y avanzara por la puerta que habían decidido tomar.

Noté, además, que uno de los chicos ya había desaparecido. Maldije para mis adentros, viendo cómo Hikaru se había apresurado a iniciar una conversación con Quorra.

Lo que dejaba...

Te vienes conmigo, Shinju —espeté, intentando sonar severo y autoritario. Sujeté con fuerza a la chica de la muñeca, intentando que me siguiera por la puerta restante, pero ya sabía que no iba a ser tan sencillo, por lo que me permití agregar—: Claro que te puedes quedar aquí, pero lo que sea que acabó con ellos bien puede acabar contigo si estás a solas. Y, te guste creerlo o no, te aseguro que todas esas personas muertas que vimos al pasar no eran ningún juego o broma.

>>Vamos.


Clavé mi mirada en ella. No sabía si iba a reconocer mis ojos, después de todos los recuerdos que ambos habíamos recuperado. Si bien ella no había muerto a mi mano en el Reapers' Game, me había asegurado de que en sus últimos momentos antes de ser eliminada, me estuviese observando a mí. Había sido un gesto producto de la venganza, cuando Mei había perecido por su culpa, y no había podido evitarlo.

Tal vez aquella mirada significase algo para ella.

Regla número uno del Reapers' Game: confía en tu compañero. Sigue las reglas y no serás "eliminada" como la última vez —añadí, haciendo lo posible por jalarla conmigo hasta la puerta. Podía soltarla, claro, pero siempre y cuando estuviese dispuesta a seguirme (aunque fuese a regañadientes).

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Elijo la puerta silenciosa y a ver si Shinju se quiere venir con Xefil.
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
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Re: [Evento Global] Datastream - Ruta de la Perdición

Notapor Leechanchun » Mié Abr 02, 2014 2:47 pm

El miedo lo oprimía de forma agobiante en su cabeza y el pánico que padecía se acrecentaba por segundos. Se sentía perdido, ajeno a la situación del exterior, extraviado en sus pesadillas.

Comenzó a sentirse zarandeado y poco a poco fue siendo consciente de lo que lo rodeaba. No entendía qué sucedía, veía a aprendices de Tierra de Partida y desconocidos corriendo en todas direcciones.

La imagen de la siniestra chica que le había arrancado el corazón aún le atormentaba, pero gradualmente iba disipándose, dejando lugar a la realidad, una visión que poco le gustaba a Albert. Miró a la persona que le portaba y comprobó que se trataba de Stelios, el joven guerrero lo lleva con él, pero ¿dónde iban?

Poco después Stelios frenó el ritmo, acaba de entrar en un camino y Albert escuchó a Malik conversar con Stelios.

Así que quedarse con Fátima no te resultaba buena idea, ¿no? Baja a Albert, anda… y vamos, o perderemos a nuestra guía.

Solamente he entendido de toda esa charla en el coliseo que por aquí hay gente que necesita ayuda. ¡Nuestra ayuda! Y si hay alguien en peligro, allí es a donde iré, Malik.

El joven guerrero bajó despacio a Albert, el sastre se mantuvo de pie, aunque aún se encontraba un poco aturdido y seguía asustado, no quería estar allí, pero nadie decía nada sobre volver a Tierra de Partida.

Stelios se adelantó a la altura de Malik y comenzaron a hablar en un tono muy bajo. No queriendo quedarse atrás, Albert, les siguió en silencio, no se atrevía a preguntar nada, no le apetecía saber nada, solo quería huir, pero no sabía adonde. Únicamente le quedaba proseguir con sus amigos.

Caminaban en la oscuridad, iluminados por las luces de una mujer que iba al frente de ellos. El suelo estaba cubierto de cadáveres y Albert dio un respingo al verlos, estaba cada vez más asustado. Odiaba aquella situación, cada vez empeoraba más y temía aquello que se pudieran encontrar en su camino. Malik le hizo pasar por delante suya, iluminando, con una de las linternas de los caídos, el pasaje.

Sintió un pequeño empujón en su hombro.

Eh, ¿estás bien? —le preguntó Stelios.

N-no, t-tengo miedo y no se que nos va a pasar…

Calló de pronto, el barullo del enfrentamiento había parado de pronto y no se escuchaba nada, solo sus pisadas. La mujer que les dirigía se agachó y recogió algo del suelo, un pendiente adornado con plumas.

¿Sólo uno?

Deberíamos…

… seguir andando, estoy de acuerdo.

Escucharon un ruido en la sala, provenía detrás de un sofá que se encontraba cerca de ellos. La tensión casi podía palparse, estaban todos muy inquietos y algunos se pusieron en guardia, esperando que, lo que fuera que hubiese tras aquel asiento, les atacase. Albert estuvo a punto de chillar de terror, cuando apareció el ser que se ocultaba tras el sofá: un cachorro de perro labrador.

Se habrá perdido. ¿Cómo no le ha llevado el instinto a seguir a los demás? ¿Quién será su dueño?


¿Y como ha sobrevivido a todo este desastre?

Quién sabe…

No parecía peligroso, pero el sastre estaba tan acongojado que se quedó en el sitio, intentando mantener una respiración normal, procurando calmarse.

El ejército debe de estar cerca, pero no concibo aún cómo no hemos podido localizarlos. Si son tantos como creemos, su presencia tendría que ser más evidente. Sea la manera que sea la que usen para ocultarse tan bien, si se desplazan o hieren a más gente volveremos a estar tras su pista fácilmente. Por el momento parecen haberse calmado. Sabemos que están cerca, por lo que ampliaremos la búsqueda para dar con ellos rápidamente. Y en cuanto los localicéis no luchéis solos: volved para buscar a los demás.

A Albert no le gustaba la idea, si le encontraban, podía darse por muerto, estaba seguro de que sería incapaz de hacer frente a quienes le atacasen e, incluso, dudaba si podría conjurar a tiempo su magia Hielo para poder defenderse.

Malik se acercó hasta él, cargando al cachorrito y se lo puso entre sus delgados brazos.

Cuida de él, podría sernos útil.

Albert miró al perro, parecía triste. Lo acarició suavemente por el lomo y notó que su respiración era algo inquieta, no le extrañó lo más mínimo, él también estaba asustado y se sentía perdido. Lo abrazó y escuchó las órdenes de Malik.

Yo iré por esa puerta. Stelios y Albert pueden venir conmigo… Xefil, tú puedes ir con Quorra, si ellos quieren ir juntos. Si encontramos a su ejército…

¿Y si no hay ningún ejército? Este ridículo Juego es una completa tomadura de pelo. Al igual que todos esos… recuerdos. Por supuesto que nada de eso pasó. Y ahora nos tienen aquí encerrados porque nos toman por ¡completos idiotas!

«¿U-un juego? ¿Están jugando con nosotros?»

La sola idea de pensar que todo aquello era una broma cruel e inhumana lo derrumbaba aún más. ¿Por qué estaba sucediendo todo aquello?

Esto no es ningún Juego del Enjambre. Fui sujeto de experimentos para las pruebas de la IV edición y no se parecen en nada a esto, así que si no te gusta tu situación, cierra la boca y vuelve atrás si te apetece, pero no jodas.

«No puede ser verdad...»

Malik, cabreado por la situación, les dio una señal a Stelios y Albert para que le siguieran por el camino que había escogido. Caminaron por aquellos pasillos oscuros, cuando escucharon un sollozo que provenía de la oscuridad. Albert dio un paso atrás, abrazándose más al cachorro, la mala suerte no paraba de sucederse en aquel mundo.

Stelios quiso avanzar solo pero Malik le detuvo, debían avanzar los cuatro juntos, sin separarse.

Vamos.

Albert avanzaba temblando de miedo, intentando estar alerta. Solo esperaba que lo que le fueran a encontrarse más adelante no fuera nada peligroso.

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El último refugio de las víctimas

Notapor Nell » Jue Abr 03, 2014 1:47 am

El perro reaccionó de maravilla con el tacto de Malik y Albert. Agachó de nuevo las orejas, triste, y sin moverse del sitio aceptó las caricias de los dos, hasta reponerse del estado de ánimo y empezar incluso a ladrar amistosamente y a sacar la lengua de la emoción. Incluso comenzó a pasear por la habitación para olfatearlos a todos, hasta que Malik lo recogió (con las dos manos, que era un cachorro, pero grandote).

Sin embargo, al ponerlo en brazos de Albert, empezó a revolverse de las caricias y abrazos de éste, hasta conseguir regresar al suelo. Y es que, según se dice, los perros huelen el miedo. Trotó detrás de ese grupo de tres hacia la habitación de la que se escuchaba a alguien llorar.

Por otro lado, la reacción de Shinju ante Malik fue radicalmente distinta a la del perro. Frunció los labios y replicó, con evidente odio:

¡No me digas lo que tengo que hacer, niñato! Vuelve a ponerte gallito conmigo y lo lamentarás ―entrecerró los ojos como acompañamiento de aquella infantil amenaza.

Malik le dio enseguida la espalda y se quedó con el resentimiento por aquel aprendiz de Tierra de Partida tan maleducado.

No estaba atenta, por tanto, cuando Xefil le agarró de repente del brazo, se asustó. Y las palabras no ayudaron precisamente.

¡Suéltame, baboso!

Se desasió del agarre y se frotó el brazo con fingido dolor. Negó con rotundidad la cabeza varias veces, mientras recordaba, como él, aquel terrible Reaper’s Game. No, recordar no, se dijo. Todo había sido una mentira. No existía ninguna otra ella, ni había tenido lugar ningún Juego en el que ella hubiese sido la marioneta, no la marionetista.

Sin embargo, tenía que sopesar sus opciones. Aún estaba molesta por la actitud de los demás, que no parecían creerla, pero era incapaz de distanciarse del grupo. Odiaba aquel sentimiento de incertidumbre, de inseguridad. Allí no había nadie que le diera seguridad, ni que la protegiera, salvo aquel chico caballeresco. Los demás serían, seguramente, guerreros del bien y del honor, que tanto le gustaba a ella manipular en sus Juegos; pero no que éstos la tuvieran a su alcance.

Lo lógico habría sido que se fuera con Alexis y Diana, a quienes conocía de más tiempo, pero la nube de oscuridad le daba miedo. Y no quería ni cruzarse con Light, incluso rechazando aquellos recuerdos.

En conclusión: puesto que renegaba de la idea de quedarse sola en mitad de la nada, su única opción era seguir a Xefil.

Bueno… está bien… ―aceptó, con fingido recelo―. ¡Pero ve tú delante!

La sala, a oscuras, salvo por las luces de neón de las paredes, era terrorífica. Shinju avanzó detrás de Xefil, iluminando la mayor parte de la estancia parcialmente. Era una extensa tienda de regalos, con accesorios característicos de gladiadores famosos, camisetas con frases del Coliseo, llavero con forma de las criaturas más monstruosas, un bidón de agua donde alguien había arrojado los peluches de éstos (¡completamente mojados!), gorros enormes y cutres, banderines de ánimo por las paredes, etcétera.

Sin embargo, Shinju no continuó avanzando, sino que se detuvo en seco, al mirar a su alrededor y ver que algo le devolvía la mirada. Alumbró con cuidado los dos ojos brillantes en la oscuridad y se relajó al ver la criatura: era un gato rojizo subido a una estantería llena de esos sombreros horribles, que les observaba con curiosidad, repantingado sobre uno.

Awa, awa.

Balanceó el cuello hacia delante, en un gesto que resultaría obvio para quienes hubieran estado alguna vez en contacto con un gato: quería mimos.

Shinju, por supuesto, no estaba dispuesta a dárselos, sino que se fijó con más detalle en la habitación, iluminando todo lo que podía sin moverse del sitio, ante la atenta mirada del gato. Frunció el ceño cuando contempló la siguiente rareza: un bulto, blanco y peludo, en una de las esquinas, que se confundía fácilmente con los abrigos de piel apiñados que había a su alrededor.

En esta ocasión, la aprendiza sí que avanzó un par de pasos hacia él, dudosa de lo que veía. Entonces, la mole se movió y giró la cabeza por arriba, mirándolos. Pudieron ver que estaba tumbada de costado, volteada hacia la pared, de ahí que se camuflara tan bien. Y con el movimiento, entrevieron mejor su forma: un bisonte.

Xefil reconocería a su compañera de inmediato.

Los ojos del animal transmitían una profunda calma, pero también atención en lo que harían los aprendices a continuación, con especial consideración a su dueño.

Por último, la habitación oscura comenzó a tener ráfagas de luz procedentes de una esquina. Si Xefil se asomaba entre la masa de chorraditas que les ocultaban, verían un pequeño dragón rojizo lanzar fuego por la boca a un ¿ratón amarillo?, que a su vez, le devolvía chispas. Estaban enzarzados y concentrados en la pelea. ¿Sería una redecilla o un juego? Ambos eran muy jóvenes…


Por la segunda puerta, la de la armónica~

De la oscuridad venimos, y a la oscuridad regresaremos;
presos de una vida que no se nos concedió, tan, tan, tan…


Al contrario que su compañero, Hikaru y Neru se dejaron embobar por la bella melodía que se escuchaba a medias desde la puerta. Les siguió tras sus pasos Quorra, sin mediar palabra.

Al programa le llamaba mucho la atención dicha canción, puesto que no daba crédito a que quedara aún alguien por la zona vivo y que, además, cantara. Avanzaron con la luz delante, cruzaron la segunda puerta, y siguiendo la música, en el inmediato pasillo torcieron a la derecha fiándose de sus oídos hasta llegar a una sala.

La estancia estaba oscura, como todo lo demás, salvo las paredes levemente iluminadas por neón. Sin embargo, se encendió de repente una luz al fondo del todo, que alumbró un escenario sobre el que sobrevolaba la criatura que la producía de su pompón. Era un moguri con una forma más parecida a la de un conejo, uno pequeño que les sonreía amistosamente.

Y puede que alguno lo conociese.

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En ese momento, acababa el verso de su canción:

Nos han olvidado, porque nunca nos recordaron;
y por ello obedecemos, tristes, a su corrupción, tan, tan, tan.


Según su vista se acostumbraba a la penumbra, verían el local en el que se encontraban: un bar. Bien podía suponerse que los programas no se privaban tampoco de los caprichos mundanos, aunque no bebieran.

Al fondo, estaba el escenario con el moguri, y delante de éste, mesas redondas esparcidas por doquier para los comensales que asistieran a ver el espectáculo. Y más cerca de ellos, a cada lado, había dos columnas circulares sobre las cuales giraba la barra, y tras la que se disponían y preparaban los ‘datos’ especiales de los que se alimentaban. Les llamaría la atención que, en la de la izquierda, había una pintura muy realista de la espalda de un gato negro, cuya ilusión óptica era increíble, pues parecía que moviera la cola.

El moguri terminó la melodía tocando la armónica que sostenía y, una vez apretó la última nota y ésta se desvaneció en el aire, sólo se escucharon unos aplausos procedentes de debajo de una de las mesas. La criatura despegó los labios del instrumento, ignorando las alabanzas, y miró con ojos risueños a los presentes.

Tenéis que iros, tan, tan, tan. Van a volver pronto y no tendrán piedad con nadie. Daros la vuelta y regresad, tan, tan, tan. Si os acercáis, os descubrirán, tan, tan, tan.

Quorra parpadeó, sorprendida y comenzó a avanzar hacia el moguri.

¿Qué eres? ¿Y qué haces aún aquí? ―le preguntó, pasando entre los pilares.

La primera pregunta puede que la supieran; la segunda, en cambio, era todo un enigma.


Y por la tercera puerta, la del llanto~

Malik, Sterios y Albert (junto al perro, que revoloteaba a su alrededor), llevados por la lástima, decidieron seguir los llantos que se colaban detrás de la puerta. Ésta daba a un pasillo que giraba a la izquierda y daba a una habitación cerrada, alargada y repleta de trastos por en medio, como no tardarían de comprobar en cuanto se tropezaran un par de veces. La luz de neón les permitió hacerse una idea del lugar: un casino.

Había máquinas tragamonedas por todo lo largo de ambas paredes, mesas libres y con espacio para cupieres de cartas, ruletas de la fortuna, etcétera.

Una débil luz les guio hasta el centro, donde se situaba una mesa circular, con un espacio en el centro para el dependiente, donde recogería las apuestas legales del Coliseo. La luz procedía de una lámpara de neón del techo descolgada, que mostraba como algo había rajado con saña ese lugar, dejando la marca de tres líneas paralelas. Si alumbraban a las paredes y se fijaban en las máquinas, apreciarían que algunas también lo habían sufrido.

Bajo ella estaba el causante de los sollozos.

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Se ha ido —murmuraba, entre su llantina—. Se ha ido. Y no volverá nunca, nunca, nunca…

De repente, se escuchó el pitido inconfundible de una de las máquinas, cuando son encendidas y montan prácticamente todo un espectáculo de ruido ensordecedor. Procedía de una situada a su derecha, que iluminó con su brillo prácticamente todo lo que quedaba de estancia. Delante de ella, había sentada una criatura amarilla, que chispeaba continuamente, y tenía unos cables procedentes del aparato colocados en las mejillas. Una vez se encendió del todo, el animal comenzó a tirar de la palanca una y otra vez, sin que le pidieran ni una moneda en cada partida. Se divertía tanto que su risa consistente en “pika, pika” se sobreponía al sonido de la recreativa.

En el suelo, cerca de la criatura, gracias a la luz de la máquina distinguirían la forma de otro animal que, repantingado en toda su longitud por el suelo, dormitaba cual parecido lingüísticamente a un lirón que era. Un hurón.

… nunca, nunca, nunca…

Nada más mirarlo, escucharían un ruido de advertencia animalesco. Al otro lado, a su izquierda, tras una de las ruletas, verían escondido a un mono, con pantalones amarillos y un gracioso sombrero de minero blanco. Les observaba con obvia curiosidad y, en sus ojos, se revelaba el brillo de la travesura.

Él se lo llevó. Siempre conectados. Siempre separados. Y cuando por fin íbamos a reunirnos… ya no estábamos conectados. Se lo había llevado. Ahora somos dos, no uno.

Sólo otra forma más destacaba en la habitación. Les costaría vislumbrarlo, e incluso podía pasar desapercibido, puesto que estaba dado la vuelta y miraba, al fondo, unos paneles de apuestas y precios. Era azul y daba la impresión de ser un gato de pie y, ¡con alas blancas!

Está enfermo. Como nosotros. Pero estamos los dos tan enfermos que ya no nos sentimos el uno al otro. Nunca más lo haremos. Nunca, nunca, nunca…

Al fondo del todo (con su iluminación era suficiente), verían una pintada sobre pared y máquinas, de color azul turquesa, en letras grandes y desiguales:

Somos los nunca amados

Excepto Gaomon

… nunca, nunca, nunca…

Lloraba. Y, salvo el hurón durmiente, los demás se giraron para contemplarlo una vez más con tristeza, y volver después a sus no-hacer-nada. El perro aulló para acompañarle en su tristeza.
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Re: [Evento Global] Datastream - Ruta de la Perdición

Notapor Thailgar » Vie Abr 04, 2014 2:27 pm

Sirviéndose de la luz de las “antorchas” (a falta de un calificativo mejor para el pobre chico de Coliseo), Stelios caminó por el pasillo al lado de sus dos compañeros, siguiendo el origen de aquel llanto. La situación resultaba inquietante, caminando en la oscuridad buscando aquel sonido. Sin embargo, podía ser algún superviviente de aquella masacre, y si había algo que Stelios no haría nunca en su carrera como héroe era dejar atrás a nadie que necesitara su ayuda. Lo había aprendido por las malas.

Al fin, alcanzaron una habitación nueva, cuyo contenido Stelios no comprendió en absoluto. Estaba llena de diversas mesas de todas las formas y tamaños, así como diversos de lo que suponía que eran aparatos electrónicos. Llegó a esa conclusión porque le recordaban, en cierta medida, a los artilugios de la “sala de ordenadores”. Aun se preguntaba porque se llamaba así aquella habitación.

Al adentrarse en el cuarto, Stelios se puso en guardia, dispuesto para el ataque. Aún no estaban seguros de que había allí y podía atacar en cualquier momento y desde cualquier lugar. Se habían quedado solos los tres, y solo podían depender de sus propias fuerzas para salir con vida. El chico aun seguía preguntándose por todo lo que había visto en los últimos, todas las preguntas que tenía (incluyendo las más básicas) y las escasas respuestas que había sacado en claro. Todo resultaba confuso para alguien como él, de un mundo en el que no existía nada relacionado con la electrónica o la informática.

Eh, mirad —Stelios llamó la atención del resto sobre las marcas de garras, tres líneas paralelas que aparecían por varias partes, incluyendo las paredes. Había que tener mucha fuerza para poder hacer algo así —. Puede ser alguna clase de monstruo. Y con una reacción así… seguramente debe estar enfadado.

Al acercarse hacia las máquinas abandonadas, una pequeña voz le sobresaltó. Echó mano a la espada al instante, dispuesto para luchar.

Se ha ido —murmuraba, entre su llantina—. Se ha ido. Y no volverá nunca, nunca, nunca…

Se trataba de una pequeña criatura, curiosamente vestida. Pese a su aspecto monstruoso, no parecía tan agresivo como Stelios se había hecho en un principio a la idea. No supo si acercarse a él, decirle algo o directamente atacarle. Aun le daba vueltas a eso cuando un resplandor apareció en uno de los aparatos, donde una extrañísima criatura de color amarillo soltaba chispas y le transmitía electricidad por unos cables conectados a sus mejillas. Jugaba con una palanca mientras reía.

… nunca, nunca, nunca…

La luz del animal amarillo ayudó al chico a ver el resto de la habitación con mayor claridad, distinguiendo diversas criaturas, como un hurón, un mono y lo que le pareció que era una especie de gato azul, aunque no estaba demasiado seguro de lo último. De estar solos habían pasado a estar en una especie de refugio de animales.

Él se lo llevó. Siempre conectados. Siempre separados. Y cuando por fin íbamos a reunirnos… ya no estábamos conectados. Se lo había llevado. Ahora somos dos, no uno.

»Está enfermo. Como nosotros. Pero estamos los dos tan enfermos que ya no nos sentimos el uno al otro. Nunca más lo haremos. Nunca, nunca, nunca…

Lo cierto es que no sabía si todo aquello le resultaba divertido o inquietante. Los animales parecían espabilados, pero la escasa iluminación, las marcas de garras y las frases del extraño ser no ayudaban a dar una sensación de seguridad. Stelios decidió no atacar como hubiera hecho con otros monstruos, pero no quiso bajar la guardia. No sabían que era aquello y no podían estar seguros de que fueran amigables.

En cualquier caso, había que dar el primer paso. Así que se acercó a la criatura sollozante, con cierta inseguridad.

Eh… ¡Hola! Hemos escuchado a alguien llorando y nos pareció que podías necesitar ayuda. ¿Te encuentras bien? ¿Podemos hacer algo por ti?

El aullido del perro terminó de darle a toda aquella situación un toque siniestro.
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Cronología de Stelios

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Re: [Evento Global] Datastream - Ruta de la Perdición

Notapor Darkness Seeker » Vie Abr 04, 2014 6:04 pm

De la oscuridad venimos, y a la oscuridad regresaremos;
presos de una vida que no se nos concedió, tan, tan, tan…


A medida que avanzábamos por el largo y estrecho pasillo, la canción continuaba resonando junto con su característica armónica. Me llamaba enormemente la atención aquella canción, no sólo por la enigmática letra que resonaba por las paredes, sino por el hecho de que en un lugar así alguien se pusiera a cantar.

Tras un pequeño camino a través del pasillo llegamos a lo que parecía un bar destrozado, en el que sólo una luz de neón quedaba para iluminar el resto de la habitación, en la que varias mesas y sillas estaban tiradas por el suelo. Sin embargo, mis ojos fueron directamente al ser que parecía estar tocando aquella melodía. Era un moguri.

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Sin embargo, al vernos comenzó a terminar de forma apagada la canción, como si no quisiera continuar. Tras acabar, unos aplausos provenientes de debajo de una de las mesas parecieron aclamar al pequeño moguri, que haciendo caso omiso de éstas, proclamó:

Tenéis que iros, tan, tan, tan. Van a volver pronto y no tendrán piedad con nadie. Daros la vuelta y regresad, tan, tan, tan. Si os acercáis, os descubrirán, tan, tan, tan.

¿Qué eres? ¿Y qué haces aún aquí? ―le preguntó Quorra, debido a que probablemente no había visto antes a un Moguri.

Disculpa, si dices que van a volver―comencé a preguntarle― ¿Porqué sigues aquí? Quizás haya alguna manera de que te pongas a salvo...

Aquello no me importaba demasiado, porque lo que más me llamaba la atención eran aquellos aplausos. No podía ver de dónde procedían, ni tampoco podía ver quién los producía. Y si sabía que estábamos allí, lo normal es que se hubiera dejado ver. Eso sólo me dejaba una opción. Mantenerme alerta...
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Re: [Evento Global] Datastream - Ruta de la Perdición

Notapor Tanis » Vie Abr 04, 2014 10:37 pm

La puerta daba a un pasillo oscuro, sin peligro, que a su vez les llevó a una extraña sala llena de cachivaches muy raros, iluminada por aquella luz parpadeante y chillona a la que llamaban neón en Tierra de Partida.

Malik parpadeó varias veces para acostumbrarse a la nueva luz y avanzó con cautela por la habitación junto a sus compañeros.

Eh, mirad —Observó en derredor, notando la saña de las marcas que algún ser había dejado ahí —¿Las sombras enemigas, quizá?—, que parecían arañazos furiosos hechos y provocados por la desesperación—. Puede ser alguna clase de monstruo. Y con una reacción así… seguramente debe estar enfadado.

Las sombras de Eileen tal vez… —aventuró Malik, pensativo.

¿Qué habría pasado allí? No parecía haber nadie, al menos no vivo. Pero seguía habiendo luz…

No bajó demasiado la guardia, aunque se sentía un poco más tranquilo sabiendo que podía invocar su arma, al contrario de la última vez pasada en La Red. Dejó que Stelios se adelantara, y esperó a que Albert continuara avanzando, con el perrito correteando de un lado a otro a su alrededor.

No te quedes atrás, vamos —musitó, dándole un suave apretón en el hombro al muchacho.

Aún estaba tan asustado…

Poco a poco los tres se fueron acercando al centro de la sala, en donde brillaba una luz cenital, una lámpara, que exponía una especie de mostrador redondeado y a una criatura extraña de color azul, que al parecer era la causante de ese llanto.

Se ha ido. Se ha ido. Y no volverá nunca, nunca, nunca…

«¿Qué es?». Debía ser un programa también, aunque su aspecto no era humano. Aquello bien parecía una reunión de insólitos animales.

… nunca, nunca, nunca…

Malik, que no había desinvocado su arma en todo ese tiempo, se mantuvo a una distancia prudencial mientras Stelios sí que se acercaba del todo. Desvió la vista, notando que otras criaturas estaba desperdigadas por el lugar, ocupadas en alguna máquina, durmiendo o…

¿Qué demonios… ? —murmuró sin darse cuenta.

No entendía qué hacían esos seres ahí, por qué lloraba el perro de color azul, o el motivo de la pintada de la pared del fondo, que casi brillaba con su propia luz turquesa. No comprendió su significado real, más allá de la lectura y decidió no acercarse demasiado. Cerca estaba ese mono que parecía vigilarlos de forma… aviesa.

Somos los nunca amados

Él se lo llevó. Siempre conectados. Siempre separados. Y cuando por fin íbamos a reunirnos… ya no estábamos conectados. Se lo había llevado. Ahora somos dos, no uno.

Lo primero que se le ocurrió, además de que a lo mejor eran nativos abandonados ahí a su suerte, era que quizá pertenecían al ejército de Eileen, o a alguien más. Hasta que vio al gato azul con alas, y tuvo la sensación de haberlo visto en alguna otra parte que no lograba recordar.

Está enfermo. Como nosotros. Pero estamos los dos tan enfermos que ya no nos sentimos el uno al otro. Nunca más lo haremos. Nunca, nunca, nunca…

Se acercó despacio al gato con alas, intrigado, escuchando a sus espaldas las palabras del perro azul y las de Stelios. El aullido lastimero del perro que se habían encontrado fue un añadido ciertamente espeluznante y afligido, que no calmó la tensión ni un poco.

Se mantuvo por un momento mirando la pantalla de apuestas, junto al extraño felino alado. Entonces suspiró, le miró de reojo y se volvió, agachándose para preguntarle:

Estamos buscando a una peligrosas sombras que andan atacando a la gente de por aquí, ¿habéis visto algo, sabes si han estado aquí?

Esperaba que por las marcas, al menos hubieran pasado. A no ser que las hubieran hecho ellos… Lo cual no sería nada halagüeño.
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Re: [Evento Global] Datastream - Ruta de la Perdición

Notapor Leechanchun » Dom Abr 06, 2014 1:09 am

Inquieto por los lastimeros sonidos que oía, Albert avanzaba detrás de Malik y Stelios, que estaban en guardia. El sastre no había invocado su arma, estaba atento al cachorro, el cual correteaba a su alrededor, vigilándolo como le había pedido Malik.

Caminaban en dirección a los sollozos, por la oscuridad del pasillo, cuando llegaron a una sala extraña, llena de peculiares máquinas. La habitación estaba iluminada por la luz de una lámpara que colgaba del techo.

La escena le resultaba intimidante y el ambiente de aquella sala, acompañado por el brillo de la lámpara, era aterrador. Albert se acercó más a sus compañeros, cada vez se asustaba más y no quería quedarse solo.

Eh, mirad —dijo Stelios, indicando unas marcas que parecían un zarpazo—. Puede ser alguna clase de monstruo. Y con una reacción así… seguramente debe estar enfadado.

Las sombras de Eileen tal vez…

Albert se encogió y se rodeó el pecho con los brazos, había sentido un escalofrío. Consideraba que aquella situación siempre iba de mal en peor, una especie de broma cruel e inhumana.

Siguieron avanzando por la sala y sintió como Malik le daba un apretón en el hombro.

No te quedes atrás, vamos.

Aunque no hizo nada que lo demostrase, Albert se sintió algo mejor con aquel gesto. Sabía que Malik y Stelios estaban allí con él y era consciente de lo bien que llegaban a desenvolverse batalla. Un pequeño resquicio de esperanza quiso abrirse ante el pavor del joven, pues se aferró a la idea de que, gracias a ellos, conseguirían salir de aquel espantoso mundo.

Continuaron avanzando por la sala, acercándose cada vez más al origen de aquel llanto. Al llegar hasta éste, pudieron comprobar que se trataba de una criatura singular de color azul.

Se ha ido. Se ha ido. Y no volverá nunca, nunca, nunca…

La tristeza que emanaban las palabras de aquel ser hizo que Albert se estremeciera. Vio como sus amigos miraban a los lados de la sala y los imitó. Había más criaturas, muy distintas y cada cual más extraña que la anterior, desperdigadas por la habitación, trasteando entre las máquinas: una especie de mono, un animal que parecía un gato con alas, un ratón chispeante y un hurón.

… nunca, nunca, nunca…

El mono los observaba y su mirada puso nervioso a Albert, pues aquel animal tenía una chispa de travesura dibujada en su cara.

Él se lo llevó. Siempre conectados. Siempre separados. Y cuando por fin íbamos a reunirnos… ya no estábamos conectados. Se lo había llevado. Ahora somos dos, no uno.

»Está enfermo. Como nosotros. Pero estamos los dos tan enfermos que ya no nos sentimos el uno al otro. Nunca más lo haremos. Nunca, nunca, nunca…


No entendía nada. ¿Qué eran aquellas criaturas? ¿Quién se había ido y qué se había llevado? ¿Serían peligrosos aquellos animales? A su última duda, esperaba que la respuesta fuera negativa. Aún le inquietaba como los miraba el extraño mono.

Se fijó en un cartel que letras turquesas que había al fondo de la sala, su mensaje le pareció raro y verdaderamente triste: Somos los nunca amados.

Eh… ¡Hola! Hemos escuchado a alguien llorando y nos pareció que podías necesitar ayuda. ¿Te encuentras bien? ¿Podemos hacer algo por ti? —preguntó Stelios a la criatura sollozante, manteniéndose alerta.

Estamos buscando a una peligrosas sombras que andan atacando a la gente de por aquí, ¿habéis visto algo, sabes si han estado aquí? —le dijo Malik al curioso gato alado.

El perro que lo acompañaba emitió un entristecido aullido. Albert se agachó junto al perro y empezó a acariciarlo.

Tranquilo, a lo mejor solo se han perdido.

Miró de nuevo a todos los animales de la habitación. Sentía lástima por aquellos seres, si el mensaje lo habían escrito ellos, probablemente habrían sufrido mucho.

¿Podrían hacer ellos algo?
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Re: El último refugio de las víctimas

Notapor Zee » Dom Abr 06, 2014 10:18 am

Bueno… está bien… ―aceptó Shinju, claramente haciéndolo sólo porque no le quedaba más remedio―. ¡Pero ve tú delante!

Está bien. Es lo que tenía pensado de todas maneras ―aclaré, sosteniendo en mi mano izquierda la pequeña lamparita que había recogido del suelo, antes perteneciente a una de aquellas víctimas inocentes. Aproveche también para sacar de mi cinturón mi vieja daga de plasma y encenderla al presionar del gatillo. Titiló un poco al inicio, recordándome que tenía que volver a recargarla con el sol, pero supuse que sería suficiente para mantenernos iluminados tanto... tanto como durase aquella "misión".

Avanzamos en las penumbras. A excepción de nuestras lámparas personales, no había más iluminación que las delgadas luces de neón de las paredes, que realmente no eran de mucha utilidad. Parecían ser de emergencia, en realidad. Si no fuese porque iba acompañado de Shinju y porque llevaba mi propia daga, no hubiese sido posible ver lo que había a mi alrededor.

Era... no sabía lo que era, en realidad. Había un montón de productos idénticos, por lo que supuse que sería una especie de tienda. Qué hacía una tienda en un estadio, a saber, pero muy seguramente tendría algo que ver con estrategias publicitarias o algo similar. Había varias prendas de ropa, llaveros con formas variadas (llaveros de verdad, no llaveros mágicos interestelares), muñecos y peluches, banderines... ¿Tal vez la gente los compraba para apoyar a sus combatientes preferidos...? Por lo que podía adivinar, aquel sitio era una especie de coliseo, ¿no?

Tomé uno de los diminutos peluches y lo pesé en mis manos. Estaba... empapado. Parecía que alguien los había arrojado en una pequeña fuente, por lo que había terminarlo por estropearlos.

Este sitio... ―murmuré, pero no pude terminar la frase. No sabía qué decir, siquiera. Tal vez que me resultaba espeluznante cómo un sitio tan inocente había sido destruido. O tal vez era que al sitio lo envolvía un aura enigmática y curiosa. Shinju se detuvo igualmente y por un momento creí que era para hacer algo parecido a lo que yo, contemplar algo a su alrededor.

Pero en su lugar, algo más la contemplaba a ella. Encima de una de las estanterías se encontraba un... ¿qué era eso? ¿Un gato? ¿De color rojo? Le maulló a Shinju, como esperando alguna especie de caricia, pero claramente la chica se ocupó de ignorarlo.

¿No era ese gatito... familiar?

Shinju alumbró con su lámpara a otro rincón de la habitación, ignorando al pequeño felino. Su luz se extendió todavía más por la pequeña tienda, iluminando otra esquina que habíamos pasado por alto. Al girarme en esa dirección, curioso por observar lo mismo que la chica, me topé con un gran bulto de color blanco...

Eso es... —quise advertir a Shinju, quien se acercó con cautela a aquella esquina de la tienda de regalos. No obstante, me detuve antes de terminar la frase porque, después de todo, no podía ser lo que estaba pensando, ¿no? No había manera alguna en la que...

Aquella cosa peluda de color blanco se movió y giró su cabeza hacia nosotros.

Era... ¿Pema?

Me acerqué a ella casi al instante, arrojándome al suelo de rodillas a su lado y acariciándole con afecto el hocico, intentando tranquilizarla. ¿Cómo demonios era posible que hubiese llegado allí? No había ni una sola mascota presente en la Sala del Ordenador, y mucho menos Pema, que era inmensa comparada con el resto. ¿Era tal vez una copia de ella, como parecía haber ya copia de tantas cosas? Pero aquello no tenía sentido... no había razón alguna para que alguien fabricase una copia de Pema.

Aunque por otro lado, tampoco había razón alguna para fabricar doppelgängers nuestros... y ya sabíamos lo que había pasado.

Es mi mascota—le dije a Shinju, girando mi cabeza para observarla desde el suelo. No sabía si tenía interés alguno por ello, pero las explicaciones nunca sobraban. Luego volví a dirigirme a la bisonte, dándole leves palmaditas en la nariz—. ¿De verdad estás aquí? ¿Qué ha ocurrido?

Poco a poco las cosas comenzaban a cobrar sentido. Por eso habíamos encontrado a aquel cachorro, en una habitación llena de juguetes y bocadillos para animales. Y aquella silla y aquellas riendas que me habían parecido tan familiares; maldita sea, si es que eran idénticas...

¿Los demás que estaban allí eran también mascotas? Jamás había prestado mayor atención a otros animales que no fuesen Nyx y Gao, así que no sabía con certeza si los que se encontraban allí también los había visto antes por el castillo o en el animalario. ¿Podría ser...? ¿Pero entonces qué estaban haciendo allí?

Esto es muy sospechoso; ¿por qué... y cómo los han traído a todos aquí? —pregunté en voz alta, más para mí mismo que para Shinju. Me puse de pie y me sacudí los pantalones, girándome hacia la chica. Sin ponerle mucho contexto a mis palabras, añadí—: ¿Tienes mascota? Tenías esta ave gigantesca en el Reapers' Game... —me rasqué el cabello algo ansioso. No quería admitirlo, pero los nervios ya comenzaban a hacer aparición con todo aquello que estaba sucediendo.

¿Qué demonios estaban haciendo todos esos animales allí?

Alcé mi pequeña lámpara, junto con la daga, esperando que la luz me mostrase más de lo que ya había visto. Debía poner particular atención en cualquier otra puerta que no fuese por la que Shinju y yo habíamos llegado. O peor... algún otro animal que pudiese reconocer.
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
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La identidad del ejército

Notapor Nell » Dom Abr 06, 2014 9:44 pm

La tienda de regalos (Xefil y Shinju)

La sorpresa por ver allí a su mascota, a su fiel compañera, le llevó a acercarse inmediatamente a ella y a acariciarla. Pema reaccionó como solía hacerlo, dócil y tranquila, pero algo en sus ojos alertaba a Xefil. Si pudiera comunicarse con él, sin duda tenía algo acuciante que decirle. Sin embargo, por sus dificultades lingüísticas, no sabía cómo.

Shinju había retrocedido en cuanto Xefil se acercó reconociendo a Pema, impresionada por la magnitud de la criatura y la cercanía que parecía tener su compañero con ella. Puso mala cara, avanzando más hacia atrás, mientras respondía:

Lolo… ―asintió Shinju―. Oye, ¡ya te he dicho antes que ese Reaper’s Game nunca ha ocurrido! Obviamente, ¡lo habría recordado antes! ―ni siquiera era capaz de imaginar que existiera una copia suya―. Y aun así, el Lolo falso murió con la Shinju falsa. ¡AGH! ¡No! ¡Olvídalo! ¡No son falsos! ¡Simplemente, NO EXISTIERON!

Cada vez estaba más exasperada. No entendía nada, no sabía cómo había llegado a aquella situación y ponía su afán en borrar y olvidar aquellos falsos recuerdos. ¡Y encima ese aprendiz no hacía más que tomarlos por verdaderos! ¡Pues se acabó! Shinju se dio la vuelta, dispuesta a marcharse por donde había venido e ir a por Diana y Alexis. ¡Qué pena que no estuviese Andrei por allí…!

En su regreso a la puerta, cruzó otra vez la mirada con el gato de la estantería. No hacía más que decir Awa, awa, tierno y calmado, balanceando la cabecita en su afán por atraer a la aprendiza para que le acariciara. Por supuesto, nada habría convencido a Shinju para hacerlo, pues odiaba los gatos. Pero algo le llamó la atención cuando su luz iluminó brevemente al animal.

Ese gato…

Xefil, mientras tanto, miraba a su alrededor, daga y lámpara en mano, para buscar una nueva salida. No obstante, se encontró con que estaban en una habitación cerrada. Sólo les habría quedado retroceder.

¡Eh, tú! ―la voz de Shinju ahora sonaba asustada―. ¡Ese gato…! ¡Es rojo, pero…! ¡Tiene sangre en el pelo!

Cuando Xefil se girase a mirar, vería a una Shinju, espantada, saltar hacia atrás, reaccionando a tiempo de que Awa-chan lanzara un rayo láser por la boca en su dirección, destrozando el suelo. El gato se relamió, volvió con sus Awa, awa y miró con malicia a la aprendiza.

En ese momento de tensión por el impredecible ataque, Xefil escucharía un nuevo ruido. Parecía proceder de Pema y eran… gruñidos.

Fue todo muy rápido. Algo saltó desde detrás de Pema, a quien el mastodonte había estado cubriendo, arrojándose sobre el aprendiz en un implacable Placaje. El cuerpo del extraño chocó con fuerza contra Xefil y se vio lanzado hacia una pila de camisetas de campeones favoritos del Coliseo, en la se enterró con facilidad. Al sacar la cabeza de ellas, vería al animal que, ahora delante suya, entre él y Pema, había estado pensando antes: Nyx.

Mientras se peleaba con las camisetas para salir, habría escuchado un estallido cercano, en otra habitación, pero obviamente, tenía cosas mejores en las que pensar.

El lobo, cuyos ojos destellaban en la oscuridad, mantenía una postura erguida y alerta, mostrándole todos los dientes mientras le gruñía amenazadoramente. Y en esa boca no vio una dentadura perfecta, sino restos. Formas cúbicas aplastadas, la sangre de aquel mundo, y trozos de ropa que había desgarrado junto a sus víctimas. Atrás había quedado el Nyx de Ragun, a quien ni su propio dueño reconocería, pues creyéndole mudo como la mayoría de los animales, su creador no le dotó de ningún habla especial con nadie.

Iba a continuar la lucha. Se notaba en su rabia, su amenaza velada, su actitud precavida… Fuera lo que fuese lo que le hubiera ocurrido, no reconocía a Xefil. Y, si lo hacía, le daba igual.

Pema, por su parte, lloraba. Lágrimas gigantescas caían desde sus ojos y se perdían en el blanco de su pelaje, humedeciéndolo. Aun así, se puso en pie y miró a Xefil con intensidad. Seguía siendo su dueño y, como tal, obedecería cualquier orden que le diera.

En un rincón, Pichu y Harun continuaban con su lucha. El pequeño dragón era ampliamente sobrepasado por la ratita bien entrenada, pero se notaba que ésta se estaba conteniendo. Al parecer, si uno se fijaba bien, estaban entrenando. Pichu era la maestra y Harun, como buen alumno, se esforzaba por imitar sus movimientos e intentar preverlos para mejorar.


PV de Xefil: 12/20
PH de Xefil: 30/30

PV de Pema: 60/60
PH de Pema: 20/20




El bar (Hikaru, Neru y Quorra)

Tandy rio, como si las preguntas de Neru fueran la mar de divertidas.

Porque nosotros estamos ya perdidos, tan, tan, tan.

Quorra puso cara de extrañeza, pero no cesó en su avance. Todos desoyeron las advertencias de Tandy y ninguno la detuvo, error del que se darían cuenta enseguida.

Os lo advertí, tan, tan, tan.

El suelo a los pies de Quorra explotó. Perdió inmediatamente el equilibrio, sorprendida por la bomba que se había plantado en el suelo. Se palpó enseguida los pies, pero los tenía muy dañados y apenas podía moverlos. Le había dado de lleno.

¡Kupó…! ¿¡Qué está pasando aquí!?

Detrás del escenario, saliendo por uno de los laterales, apareció otro moguri. Éste, sin embargo, era diferente: llevaba una peluca gris, una gabardina y destacaba por su enorme naricilla. Llevaba en una mano una espada de madera, manchada de una extraña sustancia.

¡Kupó, intrusos! ―exclamó, emocionado.

Estaba a punto de llamarle, señor MoguDer, tan, tan, tan ―mintió descaradamente Tandy.

Kupó, ¿y Guilmon?

Se resiste al poder de nuestro benefactor, tan, tan, tan.

¿… señor…?

Señor MoguDer ―completó Tandy, con una reverencia, sin perder la sonrisa.

Excelente ―MoguDer asintió, satisfecho por ser, al fin, a quien se le tratara con tanto respeto, y no al revés―. ¡Guilmon!

La mesa que había estado observando Neru, localizada como el foco de los aplausos, se derribó para dejar ver quién había estado bajo ella todo el rato: el tal Guilmon. Era un dinosaurio de color rojo que, contrario a toda personalidad que se le pudiera haber achacado antaño, se mostraba asustado ante la presencia de MoguDer, de quien no apartaba la vista.

¡No, no, no! ―se llevó las manos a las orejas―. Guilmon no obedecerá. ¡No esta vez!

Kupó, ¡cederás, como todos! Pero ni se te ocurra meterte mientras en nuestro camino.

Se volvió nuevamente hacia los nuevos, tras los breves intercambios con los que eran, de alguna manera, súbditos suyos, a juzgar por su actitud.

Kupó, ¡y vosotros! ¡Intrusos! ―repitió MoguDer―. Kupó, nuestras órdenes son eliminar a todo elemento peligroso o no de la zona, mientras esperamos nuevas instrucciones. ¡Y, kupó, estáis en esa descripción! ¡Tandy, acaba con ellos!

Sí, señor MoguDer.

Toda la complicidad entre ellos y el joven moguri, que les había advertido del peligro nada más entrar, desapareció. Su sonrisa se tornó maligna y, soltando la armónica, empleó sus manitas para dirigirlas a Quorra, quien era la más cercana a ellas y por sus heridas en los pies era incapaz de moverse, y lanzar un Perla.

¡Huid…! ―alcanzó a gesticular Quorra.

Guilmon observaba la escena con pánico en sus ojos.

¡No le hagáis daño! ―gritó, aunque nadie supo muy bien a quién―. ¡Guilmon está enfermo! ¡Todos lo estamos! ¡ÉL nos ha corrompido y nuestros datos han sido dañados! ―aún así, no se movió.

Hikaru se había quedado en el marco de la puerta, sin pasar. Fuera cual fuese su razón, se daría cuenta de que, muy en contra de sus intenciones, no había pasado inadvertido: en la pintura del gato, pese a sólo verse la espalda, había dos ojos flotando entre la oscuridad, que le devolvían la mirada con evidente maldad.


PV de Neru: 8/8
PH de Neru: 4/4

PV de Hikaru: 32/32
PH de Hikaru: 20/20




El casino (Malik, Sterios, Albert y Tak)

Gaomon levantó la mirada. Las lágrimas resbalan sin control de sus ojos, pero eso no le cortaba la voz ni estremecía su cuerpo, porque expresaba su tristeza mediante aquellas confusas palabras. Ninguno entendió lo que decía. Quizá, porque no habían conocido al verdadero Gaomon.

Nadie puede hacer nada por nosotros ―le explicó Gaomon, arrojando algo de luz—. Estamos malditos. Enfermos. Nos quitan nuestra libertad y por eso tenemos que obedecer. Y, a pesar de todo eso, me han dejado con este horrible pesar. En cambio, a los demás, con el recuerdo de haber sido olvidados.

»Haré… ¡haré lo que sea! ¡Pero quitadme también este dolor de haber perdido la mitad de mi ser!

Mientras tanto, llevado por un reconocimiento, Malik se acercó al gato azul. Podría comprobar que el panel que miraba estaba dañado por arañazos débiles que apenas habían desgarrado el material. Apenas se notaban. Nada más acercarse a Happy y susurrarle, el gato dio un respingo y se volvió con sus ojos saltones hacia él. Si le reconoció, nada lo indicó, porque exclamó al instante:

¡Pescado!

Y se lanzó a su cara, con sus garras por delante, arañando la piel de Malik. Pese al ataque sorpresa, el aprendiz no tardaría en comprobar la debilidad del animal, al que podría refrenar o despachar a su gusto en cuanto quisiera.

Tak, por su parte, aceptaba las caricias de Albert, empapándose con cariño de ellas, al tiempo que sollozaba. Habría parecido que negaba la cabeza, pero era, al fin y al cabo, un animal.

Y en este panorama, la última de las piezas del rompecabezas encajó.

Somos nosotros ―dijo, débilmente, Gaomon, respondiendo la pregunta de Malik—. Nosotros los estamos atacando. Somos el ejército.

De repente, seis pares de ojos les miraban a todos ellos con atención. ¿Cómo procederían los aprendices?


PV de Malik: 29/30
PH de Malik: 18/18




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The Unknowns
 
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Re: [Evento Global] Datastream - Ruta de la Perdición

Notapor Tanis » Mar Abr 08, 2014 12:59 pm

Estaba seguro de haber visto a aquel gato con alas en algún momento, en Tierra de Partida, quizá de pasada o algo así. Pero no lograba ubicarlo. Bueno, no importaba realmente, si podían averiguar qué estaba pasando allí mejor. Continuaba intranquilo, por supuesto, recordando las marcas de garras que habían visto al entrar, al ver también los débiles arañazos de la pantalla.

¿Los habría hecho el gatito?

Se sobresaltó en cuanto el animal se giró hacia él, sorprendido, y dijo:

―¡Pescado!

Entonces vio cómo se le echó encima, arañándole la cara. Malik gruñó y se mordió la lengua, notando el escozor de las garras en la piel. Se echó unos cuantos pasos para atrás por pura inercia y se quitó al gato de la cara, atrapándolo del pellejo del cuello. Lo mantuvo sujeto a cierta distancia de él, notando una pequeña humedad resbalando por la mejilla. Uno de los arañazos le sangraba…

Gato del demonio… —masculló, volviéndose hacia sus compañeros, justo en el momento en el que el perro azul contestaba a su anterior pregunta, ya que el gato no parecía tener intención de hacerlo.

Somos nosotros ―el tono de voz del perro no cambió, y continuó hablando débil y triste, afligido por algún mal—. Nosotros los estamos atacando. Somos el ejército.

Malik alzó las de forma gradual, desconcertado.

«¿Qué narices... ?».

Sin darse cuenta abrió los dedos y soltó al gato alado, bajando el brazo hasta el costado. Lo había pensado, lo había pensado fugazmente nada más verles allí, pero no hecho caso realmente de ello. ¿Cómo iban a ser esos animales un ejército?

«Pero ese gato, si lo he visto antes quizá sea una mascota de Tierra de Partida». Tragó saliva mientras retrocedía levemente hasta acercase a Albert y decirle en voz baja, intentando que ninguna de esas criaturas le oyese.

Habían encontrado algo, eso sí era cierto.

Ve a buscar a Quorra, corre.

Les habían dicho que volvieran si encontraban al ejército. Malik no estaba seguro de si creerse o no de verdad las palabras de ese extraño perro, pero si eran una amenaza y salían todos corriendo, podrían provocar una persecución. Y si realmente eran… mascotas de aprendices, tenían un problema de intereses.

¿Eileen había traído a las mascotas a La Red también?, ¿las estaba obligando a luchar para él? Podía sentir los ojos de los seis animales clavados en su persona, y se sintió tenso. Reprimiendo las ganas de invocar la Llave-Espada, miró a Stelios y negó con la cabeza, a sabiendas de que estaría pensando en lo mismo: Invocar su arma.

Y con ello ser hostil.

Pero creía que sería mejor idea si permanecían tranquilos, y se defendían sólo si eran atacados. No quería tener que hacerles daño a las mascotas de nadie, aunque hubiesen supuestamente matado a los programas que se habían encontrado por el camino.

Despacio, se fue acercando a la puerta, por si tenían que salir corriendo tras Albert.

Estate alerta, Stelios —advirtió, vigilando por el rabillo del ojo más al mono, al gato y al hurón que a los demás, más cerca de su amigo.
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Tanis
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