[Tierra de Dragones] Vemos lo que queremos ver

Encuentro entre Saeko y Fátima

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[Tierra de Dragones] Vemos lo que queremos ver

Notapor Suzume Mizuno » Vie Nov 06, 2015 11:12 pm

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-Fátima: [Encuentro]Of our elaborate plans > [Encuentro]Vemos lo que queremos ver

-Saeko: [Trama]Bajo el mar >[Encuentro]Vemos lo que queremos ver> [Trama] The Game Never Ends


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Cuando decidió que iba a visitar el lugar donde Mulán había desaparecido, no contó con que hubiera mal tiempo en Tierra de Dragones. Sí, recordaba bien lo que había sucedido por culpa de Shiva y el frío helador que había hecho en plena primavera, pero no pensó que nada más entrar al mundo se encontraría en medio de una virulenta tempestad.

El trueno, que resonó a su alrededor, le arrancó un alarido que se ahogó en medio de la lluvia, el rugido del viento y los relámpagos. Al ver la luminosidad de los rayos en medio de la brutal oscuridad de las nubes, comprendió que estaba en peligro, que iba a convertirse en un pato a la brasa si no tomaba refugio de inmediato. Así que, con la lluvia golpeteando su armadura, bajó en picado hacia el suelo, aterrorizada.

El problema era que no tenía ni idea de dónde estaba el suelo, porque apenas sí lograba ver nada por el visor. Pensó fugazmente que se alegraba de no haber traído consigo a Harun: nunca se perdonaría si le pasara algo. Después un golpe de viento estuvo a punto de descalabrarla y chilló una vez más, aferrándose con todas sus fuerzas al glider. Un relámpago iluminó en la distancia el pico de la montaña donde creía que había estado en su momento el templo de Shiva, pero se apagó con rapidez y Fátima volvió a quedar sumida en la oscuridad. Sólo sabía que estaba descendiendo y que, de un momento a otro, se iba a matar, pero era mejor intentar tomar tierra a limitarse a esperar a que un rayo la alcanzara.

La parte inferior de su glider chocó contra algo que se partió con brusquedad y se le encogió el corazón. ¿Un árbol? ¿Eso había sido la copa de un…?

Entonces su glider frenó con tanta violencia que Fátima salió despedida y creyó que se le partía la columna. Dio varias vueltas de campana, se golpeó contra algo muy duro y cayó a plomo. Debió desmayarse porque, cuando abrió los ojos, el viento había dejado de arreciar. Confusa y dolorida, pensó que debía comprobar si se había roto algo y, con mucho esfuerzo, consiguió golpear el botón de su muñeca para deshacer la armadura. Su ropa se empapó en seguida —había escogido un atuendo masculino e incluso se había recogido el pelo en un moño— y se llenó de barro. Consiguió arrastrarse y apoyar la espalda contra el tronco de un árbol y allí fue comprobando poco a poco que estaba entera. Y muy cansada. No encontró fuerzas para usar magia y se quedó ahí sentada, al borde de la inconsciencia, intentando no desmayarse otra vez.
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Re: [Tierra de Dragones] Vemos lo que queremos ver

Notapor Tsuna » Sab Nov 07, 2015 12:00 am

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Esa mañana el cielo se encontraba nublado, oscuro como nunca antes lo había visto en ese mundo, que yo al menos recordara. En ese momento estaba dentro de un pequeño hostal, sentada frente a una mesa apenas iluminada y esperando lo que había pedido de la carta, haría cinco u ocho minutos. Estaba nerviosa, intentando vislumbrar los rostros de aquellos que entraban y salían, quizás esperando encontrar algún conocido para no sentirme tan sola, y alternaba la vista entre la puerta y las ventanas, que parecían estar a punto de estallar en cientos de pedazos por los tremendos golpes que le daba el viento de fuera.

No había parado de darle vueltas a la idea de visitar el mundo en el que nació mi madre, después de aquella experiencia con la nueva chica, Victoria. Sus palabras antes del entrenamiento me hicieron pensar y tras hablarlo con Gengar e informarme mejor sobre Tierra de Dragones en los documentos de la maestra Nanashi, me decidí por venir yo sola sin compañía. En el fondo pensaba que era una locura, porque solo había visitado ese mundo de pequeña y haría ya muchísimos años. A saber si se habían mudado a otro sitio o qué, me negaba a pensar otras posibilidades para no desanimarme.

Al cabo de un minuto más de espera, el camarero dejó por fin lo que había pedido: Té verde y dango.

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Di un sorbo a la bebida sintiendo la lengua al rojo vivo, y agarré un dango para probar una de las bolas. Estaba todo muy bueno para estar tan tirado de precio. Y mientras me concentraba en la comida un grupo a mi lado empezó a hablar. Les escuché sin intervenir, ajena a todo, hasta que mencionaron que se trataba de un grupo de comerciantes e iban hacia la capital en su carro. Tragué saliva, observando por unos momentos a los hombres, antes de intervenir.

Disculpad —musité en voz baja, y viendo que no me habían escuchado, rectifiqué con un tono más grave—. ¡Disculpad! Si vais hacia la capital… ¿No os importaría llevarme con vosotros?

Ni loca hubiese aceptado esa idea, pero viendo el tremendo temporal que hacía fuera me venía mejor la ayuda de alguien. Los tipos se miraron entre ellos unos segundos, y después de sonreír, accedieron a mi petición sin pedir nada a cambio. Esperaron a que terminara de comer, así como que la tormenta se calmase un poco y, tras pagar, marché con ellos, procurando mantener las distancias. Llegar al carro me supuso un esfuerzo titánico a pesar de todo, la fuerza que ejercía el viento no podía ser normal de ninguna manera, pero allí estaba, arrastrándome hacia atrás. Menos mal que llevaba una gabardina beige para protegerme, porque estaba segura de que, de no haberla traído, ahora tendría el cabello lleno de ramas y basura.

El olor del vehículo dejaba mucho que desear, lleno como estaba de heno y otros materiales, y me arrepentí al momento de haber tomado esa decisión. Pero me intenté mantener serena, ignorando las miradas que mis otros dos acompañantes me echaban con frecuencia, y avanzamos. Estuve sumida en mis pensamientos, trazando rutas y mapas imaginarios en mi mente para llegar a mi hogar, hasta que de pronto nos detuvimos en seco.

¡Chicos, venid a ver esto! ¡Hay una persona herida!

Arrugué el ceño y me quedé quieta, esperando a que los hombres terminaran lo que tuvieran que hacer. Y al cabo de unos segundos entraron con el supuesto herido: un chico con un moño en un estado deplorable. Lo colocaron a mi lado y le miré, curiosa y con una pizca de asco, pero sin llegar a decirle nada, más preocupada por mi propia situación.
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Re: [Tierra de Dragones] Vemos lo que queremos ver

Notapor Suzume Mizuno » Sab Nov 07, 2015 12:02 am

Despertó cuando la cogieron por los brazos. Aturdida, trató de protestar, de decir que le dolía todo, que no la movieran, pero ni siquiera era capaz de distinguir las caras de esos hombres. Entre los dos consiguieron que se tuviera sobre sus pies y la ayudaron a caminar. Fátima maldecía para sus adentros, conteniendo las lágrimas, y no se dio cuenta de que la ayudaban a montar en un carromato hasta que la madera vibró bajo su cuerpo con el traqueteo de las ruedas.

Parpadeó y, entonces, con un gemido, trató de incorporarse. Se dio cuenta de que había alguien a su lado, una mujer, aunque le costó distinguir sus rasgos. Se las apañó para sentarse y entonces pidió, con la garganta seca:

¿Agua…?

Uno de los hombres que montaba con ellas asintió y le tendió una bota de cuero. Fátima bebió con ansiedad y consiguió despejarse un poco. Aspiró entre los dientes cuando sufrió un tirón en la espalda al devolver el recipiente y luego se apartó el pelo de la cara. Estaba empapada de la cabeza a los pies, sucia, y no podía dejar de temblar. Si no se daba prisa en cambiarse pillaría un trancazo de los buenos. Pero antes tenía que acabar con ese maldito dolor.

Con todo, decidió aguantar. No quería sacar una poción delante de desconocidos. Sintió un pinchazo en el corazón, porque aquella gente la había ayudado, pero no tenía ni idea de si por buena voluntad o querrían pedirle algo a cambio. Respiró hondo, con mucho cuidado, y dijo:

Mi nombre es Daliao.—¿Alguna vez le había dado las gracias a Mushu por bautizarla en Tierra de Dragones?—. Muchas gracias por ayudarme. ¿A dónde os dirigís?
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Re: [Tierra de Dragones] Vemos lo que queremos ver

Notapor Tsuna » Sab Nov 07, 2015 12:06 am

Exhalé aire por la nariz un poco incómoda por el lamentable aspecto que tenía el chico, cubierto de barro, ramas y suciedad por toda la cara. Estuve a punto de pedir que detuvieran el carro para que pudiera limpiarse, al menos, pero no era quién para estar pidiendo peticiones. A fin de cuentas, dependía enteramente de ellos para llegar a mi destino, no quería abusar.

Mientras el muchacho bebía el agua volví la vista al suelo, a las paredes y a la oscuridad, pensando en mis cosas, esperando a que el tiempo pasara lo más rápido posible para llegar. Me tendría que bajar poco antes de alcanzar la capital y atravesar un bosque, así como la ladera de una montaña. Y si mi memoria no me estaba engañando, allí se encontraría mi antiguo hogar.

Al cabo de unos instantes, después de que el chico herido bebiese agua se presentó. Se llamaba Daliao y preguntó sobre a dónde nos dirigíamos. Los dos hombres que nos hacían compañía me miraron, confusos y esperando que yo también respondiera porque no les había dicho nada. No tenía ningún problema con eso, a fin de cuentas, socializar un poco me vendría bien.

Vamos hacia la capital. Estábamos tomando algo en una taberna no muy lejos de aquí cuando se nos unió nuestra invitada —explicó, depositando su vista sobre mi capucha—. Somos mercaderes, muchacho, y tenemos que entregar unas cosas muy importantes hoy. Llevamos retraso y para colmo, está la tormenta.

Sí, llevamos espadas, escudos y otras cosas. Las tenemos afuera, en los sacos.

Ni siquiera hizo falta que me dirigieran la palabra, no quería parecer maleducada.

Yo me llamo Saeko. He estado mucho tiempo fuera, algunos años, y he venido a visitar a mi familia. Tengo que bajarme antes de llegar a la capital.

¿Saeko? ¿De qué familia provienes? Igual te podemos acercar.

>No creo que sea necesario. Si no estoy equivocada y no se han mudado, tendré que atravesar el bosque del este y la montaña que sigue. Os tomaría mucho tiempo. —argumenté, convencida de que con aquellos detalles todo estuviese más claro.

Ya seguiría yo misma mi propio camino. Entretanto, el ruido de las ruedas chocando con las piedras del suelo rompió el silencio que se formó a continuación. Los hombres no estaban dispuestos a llevarme tan lejos, y me daban la razón.
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Re: [Tierra de Dragones] Vemos lo que queremos ver

Notapor Suzume Mizuno » Sab Nov 07, 2015 12:08 am

Vamos hacia la capital. Estábamos tomando algo en una taberna no muy lejos de aquí cuando se nos unió nuestra invitada. —Fátima miró de reojo a la mujer, pensando que debía ser muy valiente para viajar con hombres a los que no conocía—. Somos mercaderes, muchacho, y tenemos que entregar unas cosas muy importantes hoy. Llevamos retraso y para colmo, está la tormenta.

Sí, llevamos espadas, escudos y otras cosas. Las tenemos afuera, en los sacos.

Fátima asintió. Le zumbaban los oídos. Dios, necesitaba una poción cuanto antes.

Yo me llamo Saeko. He estado mucho tiempo fuera, algunos años, y he venido a visitar a mi familia. Tengo que bajarme antes de llegar a la capital.

«Saeko», repitió para sus adentros. Le resultaba vagamente familiar, pero no sabía por qué. Entre tanto, la chica indicó dónde vivía. Algo le dijo a Fátima que lo que quería era librarse de los comerciantes y continuar por su cuenta y, por lo visto, funcionó a las mil maravillas. Ninguno tenía la intención de alejarse de la ruta principal.

Fátima, por su parte, quería ir a la montaña pero no tenía ni idea de su nombre. Además, con aquel tiempo no tenía mucho sentido arriesgarse a matarse una vez más. iría a la capital, descansaría y comería un poco y preguntaría para averiguar cuánto solían durar aquella clase de tempestades. Si se terminaba pronto, intentaría volver a visitar la tumba de Mulán. En caso contrario, ya regresaría otro día.

Se arrebujó, temblando de los pies a la cabeza por culpa de la ropa mojada, y palpó una poción. Esperó un rato, a que nadie la viera, antes de tomársela de un trago. De inmediato se sintió bastante mejor, aunque seguía muy dolorida y sospechaba que no iba a poder librarse de la fiebre. Se humedeció los labios resecos y preguntó a la tal Saeko:

Donde vas a bajar, señorita, ¿es un pueblo? Me gustaría saber si hay algún sitio cerca donde pueda cambiarme de ropa, antes de coger una pulmonía—dijo, agravando un poco más de lo normal la voz y sonriendo algo incómoda—. Y ya que pareces conocer la zona, si no es un pueblo, ¿te importaría decirme dónde hay uno? Creo que seré un cubito de hielo si espero hasta la capital…

El bosque a su alrededor se estaba volviendo más y más profundo. Inquieta, se retrepó contra la pared del carro y miró a su alrededor. No le gustaba lo oscuro que estaba el lugar, pero poco podía hacer par remediarlo. Trató de calmarse.

¿Cuánto nos queda de viaje…?—Fue entonces cuando escuchó el silbido de una flecha. Sin pensarlo, se lanzó sobre Saeko y gritó—: ¡Al suelo!

De pronto comenzaron a salir gritos del bosque y, cuando quisieron darse cuenta, bajaban a toda velocidad bandidos hacia ellos. Fátima maldijo. No podía invocar su Llave Espada delante de esa gente.

¡Moveos, rápido!—exclamó, mientras los comerciantes azotaban a las mulas y estas, aterrorizadas, echaban a correr.

El carro comenzó a bambolearse con demasiada brusquedad y Fátima comprendió, con creciente horror, que iban a pillarles.
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Re: [Tierra de Dragones] Vemos lo que queremos ver

Notapor Tsuna » Sab Nov 07, 2015 12:12 am

Al cabo de unos momentos nadie más pareció estar dispuesto a comentar nada, así que lo dejé estar y me intenté relajar, apoyada sobre una de las paredes del carro, escuchando de fondo las ruedas golpeando la tierra, los bruscos movimientos de los hombres y el silbido del viento afuera. Pasó un tiempo hasta que el tal Daliao se dirigió a mí. Abrí los ojos, media somnolienta, y le miré en la oscuridad. Su aspecto era deprimente. Por alguna razón su tono de voz me resultaba familiar, pero era imposible que nos hubiésemos encontrado antes.

Sí, es un pueblo —afirmé, con una sonrisa algo disimulada. Si tenía suerte, no tendría que ir sola todo el camino—. No me importa si me acompañas.

Más tarde Daliao preguntó si quedaba mucho de viaje, y vi de reojo cómo el hombre que estaba sentado al frente iba a responder, pero de pronto… Daliao se me lanzó encima y una flecha —o eso supuse que era por el silbido que provocó al cortar el aire— atravesó el carro de lado a lado, rasgando la tela y la madera a su paso. Ahogué un grito y me golpeé la frente contra una de las esquinas ante el empujón del chico. Noté cómo la capucha se me humedecía y ensuciaba a nuestro contacto, pero qué le iba a hacer. Aquella era la menor de mis preocupaciones.

El carro continuaba avanzando de manera peligrosa, hasta el punto de que, ponerme de pie, resultaba casi imposible. Gruñí por lo bajo, molesta por el golpe y por mi ropa, observé al mercader que tenía enfrente y le grité, nerviosa.

¿Esto es muy habitual por aquí? —Porque de haberlo sabido antes, hubiese preferido ir sola.

Y éste, aferrado a uno de los sacos con esfuerzo, me respondió.

No sabíamos que hubiese bandidos detrás de nosotros. Quizás nos hayan seguido desde donde te nos uniste y… —se detuvo, evaluando con la mirada a su compañero y luego a mí y a Daliao—. Me temo que si queremos salir de esta, habrá que aligerar la carga.

De improviso, el hombre más cercano a la única salida del carro agarró al chico por la cintura y, como un auténtico bárbaro, lo lanzó afuera. En ese momento me quedé con los ojos abiertos por la sorpresa y la incredulidad, sabiendo que la siguiente sería yo. Me puse a la defensiva por instinto y apreté los dientes, los dos se levantaron y, sin piedad alguna por mí, me agarraron y me lanzaron fuera también.

Caí al suelo con un golpe seco, a unos diez metros de Daliao. En ese momento nos encontrábamos sobre un pequeño puente de piedra, decorado con antiguas figuras de dragones sobre un pequeño arroyo. Miré en derredor, nerviosa y con la capucha bajada. Los mechones me dificultaban un poco la vista, pero no lo suficiente como para distinguir dónde había enemigos o no.

Las pisadas de la hierba y la maleza removiéndose, el aire siendo cortado por las flechas y las pisadas de los caballos me indicaban que, de momento, la mayor parte del grupo se encontraba entre los árboles, y nos habían intentado tender una emboscada en ese puente. Un grupo subido a caballo, de al menos tres hombres, así me lo confirmaba. Maldije por lo bajo a los mercaderes, y más me enfurecí al saber que me lo merecía por ir con el primero que pasara por delante. Los hombres desenvainaron las espadas y prepararon los arcos, ya casi encima nuestra, y uno de ellos silbó al verme.

¡Menudo trofeo nos ha tocado! Yo creo que por eso ya merece la pena dejarlos.

¡Salta! —Le grité al chico, aunque en aquel estado no sabía si podía hacer mucho.
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Re: [Tierra de Dragones] Vemos lo que queremos ver

Notapor Suzume Mizuno » Sab Nov 07, 2015 12:14 am

¿Esto es muy habitual por aquí?

Fátima apretó las mandíbulas y trató de no pensar en los hunos. Si no era habitual, al menos la gente del lugar debía estar acostumbrada al acoso de enemigos. No le extrañaba que muchos se echaran al monte. Pero, joder, ¡qué mala suerte estaba teniendo ese día!

No sabíamos que hubiese bandidos detrás de nosotros. Quizás nos hayan seguido desde donde te nos uniste y…

Frunció el ceño. ¿Tanto? Bueno, estaba cansada, quizás no se hubiera dado cuenta…

Me temo que si queremos salir de esta, habrá que aligerar la carga.

Iba a darles la razón, pensando en coger lo primero que tuviera a mano cuando, de pronto, algo la aferró por la cintura. Se quedó sin aliento cuando la levantaron en vilo y de pronto dio una vuelta sobre sí misma mientras caía. Se protegió la cabeza con los brazos y cuando chocó contra un suelo de piedra creyó que se reventaba la piel. Dio varias vueltas y la boca se le llenó de barro. Tosiendo y con los ojos llorosos, se incorporó como pudo, algo mareada, para ver cómo tiraban a la chica del carro.

«¡Serán cerdos!».

Estuvo tentada de invocar la Llave Espada, pero se conformó con sacar el tessen. Quizás si los veían desarmados no intentarían matarlos, aunque era una esperanza vana. En caso desesperado usaría su magia para defenderse.

Con todo, cuando vio cómo los hombres los apuntaban con arcos sobre los caballos recapacitó y giró sobre los talones, retrocediendo hasta ponerse al lado de Saeko.

¡Menudo trofeo nos ha tocado! Yo creo que por eso ya merece la pena dejarlos.

Bueno, al menos a la chica no tratarían de dispararla. Rápidamente miró a su alrededor y comprendió, con el corazón encogido, que no tenían más remedio que lanzarse al río que corría por debajo del puente. Si trataban de seguir adelante, los alcanzarían. Era imposible de librarse de los caballos y las flechas.

¡Salta! —gritó Saeko, que había llegado a la misma conclusión.

Fátima asintió con la cabeza y se precipitó hacia el borde. Resbaló un poco y se golpeó una rodilla, pero logró caer de cabeza al agua mientras rogaba porque el río fuera profundo.

El agua helada le acuchilló el cuerpo y la impresión la dejó sin fuerzas durante unos instantes. Luego una flecha estuvo a punto de alcanzarla en la nariz y consiguió bracear hacia delante, dejándose arrastrar por la corriente y conteniendo el aliento. Esquivó varias rocas y tocó el fondo del río en una ocasión —casi no podía ver nada con lo sucia que estaba el agua—. Cuando logró emerger rompió a toser y se atragantó varias veces. Luego nadó como pudo hacia Saeko y gritó:

¡¿Estás bien?!

Luego miró hacia atrás. Estaban perdiendo de vista el puente. Es más, la corriente los arrastró por un recodo y se perdieron en medio del bosque. Con la esperanza de que perseguir al carro con mercancía les atrajera más que ir tras dos personas sin pertenencias, Fátima gritó a Saeko que debían ir hacia la orilla. Consiguió aferrarse a una roca y le tendió la mano a la joven, para arrastrarla consigo.

Cuando llegaron por fin a las raíces de un árbol, Fátima jadeaba y la cabeza le daba vueltas. Se sentó en la arena, deshaciéndose a tirones el moño, se escurrió el pelo y se lo apartó de la frente.

Vale, estamos enteros. De momento. Yo no conozco nada de este lugar. ¿Tienes alguna idea de a dónde podemos ir?

Sólo quería tumbarse y dormir una semana.
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Re: [Tierra de Dragones] Vemos lo que queremos ver

Notapor Tsuna » Sab Nov 07, 2015 12:18 am

Daliao asintió con la cabeza de inmediato a mi idea, que no era otra sino saltar al río. Yo tampoco me hice de rogar y tan rápida como mis fuerzas me lo permitieron, todavía dolorida por la caída, me agarré del borde y salté como pude, sin pensarlo siquiera.

¡Eh! ¡Quietos ahí! —logré escuchar a mis espaldas, ya en el aire.

Fruncí el ceño y se me comprimió el corazón, tensa por la situación y esperando que no me atravesara una flecha por detrás mientras observaba el riachuelo bajo mis pies, cada vez más cerca. Por suerte la caída se hizo más rápida de lo que en un principio me pareció y el agua helada inundó mis sentidos. Me sentí entonces desorientada, a medida que iba perdiendo el aire. Traté de aguantar la respiración, dando vueltas y tocando el fondo en más de una ocasión.

Me dejé llevar por la fuerza de la corriente, esperando de esa forma que aquellos bandidos nos perdieran la pista. Lo único que lograba escuchar era el ruido de la misma retumbando por todos lados. Claro que, tampoco, escuchaba las flechas, y entonces sentí un potente aguijonazo en la pierna. Abrí los ojos como platos, muerta del dolor, y lo único que alcancé a ver fue un remolino conformado por agua, tierra y mi propio cabello, en pocos segundos mi propia sangre me nubló la vista y maldije todo por lo bajo.

Lo que me faltaba...


Pensé en lo horrible que me iba a resultar el viaje a partir de ese momento, si además tenía que cuidar a Daliao por si aparecían los sincorazón. Y sobre mi pierna, bueno, solo me quedaba confiar en que la tierra pudiese dispersar lo suficiente la sangre para despistarlos.

Ahogada como estaba comencé a salir del agua, abriendo la boca todo lo posible para tratar de coger aire. Agarrotada, no era difícil pensar que la corriente me sumergiría de nuevo y sin dificultad, pero no fue así.

¡¿Estás bien?!

No encontré fuerzas para responder, todavía con el calambre recorriendo mi pierna y sintiendo la madera de la flecha clavada en mi carne. Con una mueca de dolor, alcé mi mano izquierda, agarrando la mano de Daliao para poder salir del río. Ni siquiera sabía dónde estaba, totalmente desorientada.

Salí como pude, arrastrándome unos pocos pasos por la tierra y el suelo. No tenía en ese momento fuerzas para caminar, un solo paso y mi cuerpo entero se moriría de dolor, por lo que procuré quedarme allí, cabizbaja y más pálida de lo normal a causa de la sangre perdida, al pie de aquel árbol en el que el chico se escurría el pelo.

Vale, estamos enteros. De momento. Yo no conozco nada de este lugar. ¿Tienes alguna idea de a dónde podemos ir?

Cerré por un momento los ojos, todavía con la pierna herida en el agua y tosiendo, mareada. Cuando recuperé las pocas fuerzas que me quedaban hablé, con la voz rota por el dolor.

No sé yo si estoy entera, ¡ah! —gemí, al ser tan tozuda de intentar pisar con la pierna herida. Me observé, angustiada, la flecha clavada—. Puedes venirte al pueblo conmigo… Hay que subir la montaña. —La sola idea se me hacía imposible.

Dolorida y procurando hacer uso de toda mi fuerza de voluntad, agarré la flecha con mis dos manos e intenté tirar de ella. Gruñí al primer intento, muerta de dolor, pero lo volví a intentar una y otra vez, y con un último y fuerte tirón logré sacarla de cuajo, no sin arrancarme una tira de piel durante el proceso. Jadeé con fuerza, dejando caer el proyectil sobre la orilla, y me tumbé encima de las rocas con las lágrimas cayendo por mis mejillas.

Intentaría levantarme con la ayuda de Daliao, si se ofrecía, y tras un vistazo al bosque le indiqué que fuese por uno de sus caminos, concretamente una cuesta arriba, intentando parecer segura. Pero la verdad es que no tenía ni idea de a dónde íbamos.
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Re: [Tierra de Dragones] Vemos lo que queremos ver

Notapor Suzume Mizuno » Sab Nov 07, 2015 12:20 am

No sé yo si estoy entera, ¡ah! —Volvió la cabeza hacia la chica, en alerta al escuchar su gemido agónico, y abrió mucho los oos al ver la flecha—. Puedes venirte al pueblo conmigo… Hay que subir la montaña.

¡Luego hablamos eso! ¡Ahora mismo te ayudo!—farfulló Fátima.

Pero Saeko no quiso dejarla y, tras varios intentos que Fátima contempló con los labios apretados, se arrancó la flecha. El aroma de la sangre le recordó a aquel templo donde había hecho algo imperdonable a un hombre y se mareó un poco, pero se obligó a reponerse. La que importaba ahora era Saeko, no ella. Al parecer era una mujer orgullosa así que no intentó consolarla cuando la vio llorar. En su lugar esperó a que se calmara un poco y luego se ofreció para ayudarla a incorporarse. Le dijo que fuera por un camino cuesta arriba y no pudo menos que mirarla con preocupación. Antes también le había dicho que deberían ir montaña arriba pero, ¿se daba cuenta de lo peligroso que era aquello cuando había bandidos? Quizás estuviera delirando…

Por otra parte, Fátima no tenía ni idea de dónde se encontraba, así que debería hacer caso a la chica, que era nativa. El problema era desplazarse con una persona coja, aunque ella no estuviera en mejores condiciones. Maldijo por no poder usar su magia y se agachó a su lado desgarrándose la parte inferior una pernera. Apañó así un vendaje y lo apretó con firmeza entorno a la herida de Saeko.

Bueno… ¿Puedes caminar? No mucho, ¿verdad…?—Suspiró. Estaba cansada, le latía la cabeza como si tuviera un bombo metido dentro y se le caían los párpados. Además, no era la persona más fuerte que uno pudiera encontrar, pero si no había remedio. Le dio la espalda a Saeko y se agachó, ofreciéndola montarse a su espalda—. Te llevaré lo que pueda.—Si Saeko se negaba o protestaba, Fátima chasquearía la lengua con irritación—. ¡Hay bandidos cerca! ¡No podemos seguir tu ritmo y si nos pillan estamos apañados! ¡Así que sube!

Esperaría a sentir el peso de Saeko para doblar los brazos bajo sus piernas y levantarla con un pequeño resoplido de cansancio. Tuvo miedo de que se le doblara el tobillo al dar el primer paso: Saeko era algo más alta que ella así que pesarían más o menos lo mismo. No sería fácil ir cuesta arriba, pero no podían permitirse tiempo que perder, así que apretó las mandíbulas y se puso en marcha.

*


No puedo más—gimió Fátima, dejándose caer de culo frente a la hoguera.

Había fingido encenderla con pedernal, pero como no estaba segura de cómo usarlo había usado una pequeña chispa de fuego sin que se notara para prender la madera. Había tenido que usar muchas hojas porque, por culpa de la tormenta, todo estaba húmedo y el fuego no conseguía nacer.

Era casi noche cerrada y Fátima estaba de muy mal humor. Había caminado casi todo el día llevando a Saeko a cuestas, pero no habían llegado a ningún pueblo. Estaba aterida de frío, cansada, hambrienta y además asustada porque no tenía la más remota idea de dónde se encontraban. Si no fuera porque las piernas prácticamente no le respondían, intentaría buscar algo de comer, pero a esas horas ya no habría ningún animal fuera de su madriguera. Partió un palo y lo lanzó al fuego.

¿Qué tal la pierna?—preguntó.
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Suzume Mizuno
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Re: [Tierra de Dragones] Vemos lo que queremos ver

Notapor Tsuna » Sab Nov 07, 2015 12:25 am

Daliao no dudó en acercarse para ayudarme. Antes de darme cuenta se arrancó un trozo de tela de la pierna para apañar un vendaje que me ató con fuerza. Gemí de dolor todavía mareada por la pérdida de sangre, y me quedé sentada encima del barro, esperando que con el paso del tiempo pudiese volver a caminar, o al menos intentar levantarme por mí misma.

Bueno… ¿Puedes caminar? No mucho, ¿verdad…? —negué con la cabeza de inmediato, con la vista perdida en el agua que bajaba con violencia. Esperaba que después de media hora pudiese al menos recuperarme un poco, pero ya lo había intentado al salir del río y me era prácticamente imposible—. Te llevaré lo que pueda.

No me apetecía ser una carga para alguien que no conocía de nada, y Daliao no parecía de esos hombres que pudiesen levantar mucho peso. Si con solo mirarlo sentía que la brisa se lo fuera a llevar volando.

¿Estás seguro de que vas a poder? —Le pregunté, arqueando una ceja.

¡Hay bandidos cerca! ¡No podemos seguir tu ritmo y si nos pillan estamos apañados! ¡Así que sube!

Me tomé unos segundos para coger aire al verlo tan convencido, tenía razón, no iba a salir de allí viva si me ponía testaruda y con tonterías, y él tampoco, pudiendo haberme dejado tirada hacía ya rato. Así que al final asentí con firmeza, musitando un “vale” que apenas se escuchó, y me levanté como pude, ayudándome de un árbol que había a mi lado y de Daliao.

Me coloqué encima de su espalda y me sostuvo las piernas, quedando mi cuerpo perfectamente suspendido. Comenzamos a caminar sobre las raíces y el barro húmedo de la zona, por un momento miré asustada al suelo, preocupada por si Daliao pisaba arenas movedizas o se tropezaba con alguna peligrosa raíz que pudiese sobresalir. Pero no hubo complicaciones y al cabo de unos minutos, me di el lujo de relajarme.

Muchas gracias. —confesé, agradecida por el esfuerzo al que se estaba sometiendo. No todos los días alguien hacía algo así por mí.

Aunque si me pedía alguna recompensa, sencillamente no sabría qué darle. Le señalé un camino que subía cuesta arriba, imaginando que desde las alturas podríamos ubicarnos mejor, y el día pasó sin mayores problemas.

****


No puedo más —Se quejó Daliao, exhausto cuando logró encender la hoguera de hojas con pedernal.

Yo me había quedado en aquel claro durante un buen rato, con los labios ya agrietados y el estómago rugiendo de vez en cuando. Estaba agotada, no tan mareada como cuando había recibido el flechazo en la pierna, pero sí cansada en general. Sucia, con el cabello grasiento y manchado por la tierra de las hojas y las ramitas que caían de lo alto de los árboles. Algún que otro insecto se me pegaba al cuerpo, e irritada, daba violentos manotazos al aire para quitarlos de encima.

De haberlo sabido no habría saltado. —Me quejé en voz alta, acurrucándome frente a las llamas del fuego para coger calor.

Escuché cómo uno de los palos se quebraba por la mitad y era lanzado al fuego. La verdad es que todo aquel trabajo lo había hecho él solo, el reunir las hojas y preparar la hoguera. Le debía mucho, ahora que lo pensaba.

¿Qué tal la pierna?

Me tomé unos segundos para mí misma, cansada, para ponerme en pie con la pierna sana, despacio y sin prisas. A fin de cuentas tenía todo el tiempo del mundo, ¿no? Luego miré mi pierna herida, dorada por el reflejo de las llamas y todavía vendada. Apoyada como estaba en un árbol, me aventuré a pisar la tierra con esta, pero me fue imposible contener una mueca de dolor nada más tocar el suelo.

Apoyé el pie y un fuerte latigazo me recorrió de arriba abajo. Gemí, apreté los dientes y luego caí al suelo, delante de Daliao y el fuego. Aquella herida no se iba a curar en días, ya me lo veía venir. Moverme por el castillo me iba a suponer un martirio. Igual Nikolai me hacía el favor de ayudarme, o mi propia mascota, pero prefería no seguir pensando en ello. Me veía lamentable.

Estoy hambrienta, aunque supongo que me lo merezco por confiar en extraños.

Bajé la vista, centrada en las llamas y sintiendo un hormigueo por el cuerpo.
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Tsuna
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Re: [Tierra de Dragones] Vemos lo que queremos ver

Notapor Suzume Mizuno » Sab Nov 07, 2015 12:26 am

Estoy hambrienta, aunque supongo que me lo merezco por confiar en extraños.

Fátima reprimió un bostezo y luego sonrió de medio lado.

Supongo que se puede decir lo mismo de mí. Intenta descansar. Yo haré el pri…—Frunció el ceño. Saeko no era una guerrera, por mucho que pareciera ser una mujer bastante independiente, así que no sabía si estaría acostumbrada a hacer turnos por la noche. Contuvo un suspiro y se resignó a no pegar ojo—. Yo me mantendré en guardia. En cuanto salga el sol tendremos que ponernos en marcha.

Entonces escuchó un chasquido. Al principio pensó que vendría de la hoguera pero, después, le pareció que había venido de detrás. Frunció el ceño y se puso en tensión, aunque se negó a girar la cabeza, temerosa de lo que pudiera encontrar detrás. ¿Un animal salvaje? Se suponía que el fuego los asustaba, aunque si tenían mucha hambre quizás…

La otra idea era mucho menos halagüeña. Miró a Saeko fijamente y murmuró:

No te muevas.—Fingió llevarse una mano dentro de la ropa para sacar el tessen, aunque en realidad lo invocó. Luego se incorporó, fingió estirar los brazos y dijo en la voz lo suficiente alta como para que alguien que anduviera cerca pudiera escucharla—: Ahora vengo. Voy a… Bueno. Ya sabes. No puedo decirlo delante de una señorita. Vuelvo enseguida.

Dio la vuelta a uno de los árboles fingiendo clavar la mirada en el suelo, como si buscara el lugar apropiado. Apenas se alejó, pero fue suficiente para descubrir una sombra que se escondía tras un tronco. Fátima respiró hondo, tratando de contener el miedo. Una flecha y, si no era lo suficiente rápida para levantar un escudo, estaría muerta.

«De acuerdo. Puedes hacerlo. Puedes hacerlo Fátima. Tres… Dos…».

Actuando lo más rápido que pudo, cogió impulso y se arrojó contra la figura, lanzando hacia delante el tessen. Escuchó un gemido de dolor. Fátima saltó hacia delante, invocó la Llave Espada y, con la empuñadura, golpeó en un estómago. El bandido cayó redondo, con los ojos en blanco. Jadeando, Fátima recuperó su tessen a la vez que escuchaba un grito de alarma masculino.

Retrocedió corriendo y gritó:

¡Saeko, ponte junto al fuego! ¡Están aquí!

¡Serás capullo!

No vio venir al hombre, si bien captó, gracias a la hoguera, el brillo de su espada. Fátima levantó el tessen y lo interpuso en su camino. Luego, a toda velocidad, se agachó y cortó por debajo del brazo, arrancándole un grito de dolor. Por el rabillo del ojo vio cómo dos hombres se dirigían hacia donde estaba Saeko y maldijo, porque la chica estaba herida y no podría moverse mucho, pero entonces captó que otro hombre —bastante robusto— se unía a su compañero herido y no tuvo más remedio que retroceder para evitar que lo partieran en dos.

¡Cuidado, Saeko, van hacia allí!

—Yo que tú me preocuparía por tu gaznate —respondió el gigante, levantando su espada.

Fátima tragó saliva y se dijo que debía tranquilizarse. Lyn era mucho más dura que esos tipos y hacía mucho daño durante los entrenamientos. Si podía hacerle frente a ella, desde luego eliminaría a estos.

El problema era la magia. El corazón le latía a toda velocidad. ¿Debía arriesgarse? ¿Debía hacerlo?
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Re: [Tierra de Dragones] Vemos lo que queremos ver

Notapor Tsuna » Sab Nov 07, 2015 12:31 am

Supongo que se puede decir lo mismo de mí. Intenta descansar. Yo haré el pri…—Bostecé, media adormilada, imaginando que se me había pegado el propio de Daliao y esperando a que continuara—. Yo me mantendré en guardia. En cuanto salga el sol tendremos que ponernos en marcha.

Asentí con la cabeza a su idea, la verdad es que a mí no se me ocurría nada mejor que quedarme junto al fuego de la hoguera, en lugar de estar perdida por la montaña, herida y congelada.

Está bien. —musité, con la voz ronca. Estaba segura de que ya me había puesto enferma de la garganta.

Me encogí en mí misma, aferrada a mis piernas y apoyando la cabeza sobre mis rodillas, escuchando solamente el silbido del viento, las brasas de la hoguera y los movimientos de Daliao. Se me pasó por la cabeza todo lo sucedido ese día, y me pregunté qué había sido de aquellos mercaderes. No les deseaba el mal tampoco, pero sí esperaba que algún día recibiesen su merecido.

No te muevas.—Me advirtió de pronto y sin venir a cuento, a lo que le dirigí una mirada confusa— Ahora vengo. Voy a… Bueno. Ya sabes. No puedo decirlo delante de una señorita. Vuelvo enseguida.

Podrías haberte ahorrado ese detalle. Haz lo que tengas que hacer.

Volví a bajar la cabeza, concentrada en el rojo intenso que salía de las llamas y esperando a caer muerta sobre mí misma de un momento a otro. Con suerte no pasaría nada hasta la mañana siguiente y podríamos continuar nuestro viaje. Lo que no podía imaginar lo que se nos venía encima. Escuché unos sonidos bruscos del lugar en el que se había metido Daliao, y extrañada, volví a subir la cabeza.

¡Saeko, ponte junto al fuego! ¡Están aquí!

¡Serás capullo!

¿Eh? —inquirí, entre sorprendida y somnolienta.

Sin venir a cuento los chasquidos de las ramas partiéndose a nuestro alrededor se volvieron más intensos, y Daliao había derribado a un hombre con lo que parecía un tessen. Entonces la sombra de dos nuevas figuras se intensificaron gracias a la hoguera, y me temí lo peor.

¡Cuidado, Saeko, van hacia allí!

—Yo que tú me preocuparía por tu gaznate.

Pero para cuando quise darme cuenta, ya estaba atrapada y acorralada. Los dos tipos me miraban de forma repugnante, y por instinto retrocedí con mis manos, arrastrándome por la hierba sin dejar de hacerles frente con mi mirada. Sentí entre mis manos alguna que otra cosa rara bajo las hojas, pero no era esa la mayor de mis preocupaciones.

A Daliao apenas podía verle, pues se encontraba al fondo, y herida como estaba no iba a poder hacer nada. Ni siquiera levantarme e invocar mi Llave Espada. Se me ocurrieron varias opciones, como lanzar una Flama Tenebrosa o proteger mi cuerpo con la escarcha —por el calor de la hoguera no lo veía una buena idea—, y aun así, el sueño me impedía moverme con soltura.

Impotente, me vi agarrada por uno de ellos, que me apretó las manos a mis espaldas y me obligó a ponerme en pie de la manera más brusca posible. Me puse pálida cuando toqué el suelo con la pierna herida y ahogué un grito, reflejando una mueca de agonía en mi rostro. El otro se situó frente a mí, con la espada en alto. No sabía qué se le podía estar pasando la cabeza a unos locos como aquellos, pero no podía ser nada bueno, y Daliao iba a sufrir lo insufrible por mi culpa.

Me mordí el labio inferior, todavía sintiendo un calambre de dolor por mi cuerpo. Si no hubiese sido por mí a él no le habría sucedido nada. Pero claro, ya era tarde…

Podemos… Podemos resolver esto hablando. ¿Queréis dinero? Os daré lo poco que tengo —mentí, intentando convencerlos de que no tenía nada encima, cuando era lo contrario. Esperé alguna reacción suya, del que parecía ser el líder, e intenté ganar tiempo de alguna forma. Igual servía, o quizás el chico pudiese aprovechar para escapar, ya me las apañaría yo sola—. A Daliao dejadlo marchar. Me buscáis a mí, ¿no? Pues ya me tenéis.

Preocupada como estaba, solo rezaba porque se fijaran en mí mientras hablaba. Daliao debía escapar como fuera montaña abajo. Y yo, bueno, no sabía lo que me tenía preparado el destino, tampoco quería pensar en ello. Sudaba y me dolía la cabeza, además de que sentía cierto malestar en la garganta. Enferma como estaba, no les iba a servir de mucho.
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Re: [Tierra de Dragones] Vemos lo que queremos ver

Notapor Suzume Mizuno » Sab Nov 07, 2015 12:32 am

El tessen le ayudó a desviar la espada de su rival, pero le dobló la muñeca en el proceso y un latigazo de dolor le ascendió por el brazo. El impulso del gigante, por suerte para ella, le hizo pasar de largo y Fátima pudo echarse a un lado y esquivar una embestida que la habría noqueado. Rodó y cuando se incorporó supo que no podría manejarse bien con el tessen. Más cuando alguien se le acercaba por la espalda. Un pie se le hundió en el barro y empezó a perder el equilibrio.

Maldijo.

¡A la mierda todo! ¡No pensaba morir por ser tan estúpida como para no usar todas sus técnicas! ¡Y mucho menos permitir que mataran a Saeko por su lentitud!

Sonrió al gigante con amargura.

Yo que vosotros, me preocupaba por vuestro gaznate.

No le dio tiempo a responder. Invocó un Oleaje y se llevó por delante, primero al gigante y después maniobró para arrollar al que había intentado matarla por la espalda. La ola desapareció, Fátima cayó al suelo y salió escopetada hacia la luz al tiempo que gritaba:

¡Saeko, cierra los ojos!

Quizás fuera a arrepentirse de esto, pero prefería hacerle daño a encontrársela muerta o algo peor. Dejó la mente en blanco e invocó un Dragón de agua. Lo demás fue pan comido. La aparición sumió a los bandidos en el pánico y aflojaron el agarre sobre Saeko, pero no pudieron escapar a tiempo, menos cuando Fátima pudo controlar su dragón desde la distancia para atraparlos a todos. Lo malo fue que Saeko se llevó un buen golpe —aunque intentó que la criatura sólo la rozara de refilón— y su cuerpo salió despedido por encima de la hoguera. Fátima aguantó la respiración, pero una vez vio que no se había quemado, se aseguró de dejar inconscientes a los bandidos y, después, corrió por los alrededores para ver si encontraba a algún compañero. Dio con las huellas de uno que debía haber decidido retirarse y optó por no seguirlo. Estaba exhausta. Se aplicó, aprovechando que estaba lejos, un par de Curas para suavizar el dolor de las heridas y aliviar la fatiga y se sintió bastante mejor.

Luego regresó corriendo al campamento.

¡Saeko! ¿Estás bien?

No hubo respuesta. Fátima se agachó al lado del cuerpo exánime de Saeko y puso una mano sobre su nariz. La embargó un profundo alivio cuando notó el cosquilleo de su respiración. Fue hasta uno de los bandidos, le arrancó la capa y se apresuró a cubrir a la chica con la misma. La siguiente media hora la dedicó a desarmar a sus enemigos, a quitarles la poca comida que llevaban encima y llenarse el estómago con ella y luego a dejarlos maniatados.

Cuando hubo terminado se arrodilló junto a Saeko y le aplicó un Cura.

Hola. No te preocupes, están inconscientes. Toma un poco de agua.—La ayudaría a incorporarse y le ofrecería una bota que había birlado al gigante—. Tenemos que largarnos de aquí antes de que se despierten, pero primero deberías comer algo. Creo que no falta mucho para el amanecer. ¿Crees que podrás orientarte cuando salga el sol?

Le acercó un poco de pan y arroz compacto —no muy sabroso, pero era mejor que nada— y esperó su respuesta. Más le valía que sí pudiera porque, si no, estaban metidas en un lío todavía mayor. Fátima se moría por largarse de aquel lugar, pero no podía dejar a Saeko sola. Tenía que llevarla a un lugar donde estuviera a salvo.
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Re: [Tierra de Dragones] Vemos lo que queremos ver

Notapor Tsuna » Sab Nov 07, 2015 12:43 am

Atrapada me encontraba entre los brazos de aquel hombre, los mismos que me mantenían aferrada sin posibilidad de escape. El dolor de mi pierna tampoco me ayudaba, sentía la garganta irritada, y con el sueño y el calor excesivo de mi frente la situación no era lo que se decía sencilla. Lo más probable es que tuviese fiebre, que hubiese enfermado. Escuché detrás de las figuras que tenía ante mí cómo Daliao les intentaba combatir, pero estaba preocupada por él. Maldita sea, ni siquiera me habían prestado la más mínima atención.

Quería creer que mi voz ronca apenas había sido audible, que de lo contrario sí hubiesen estado dispuestos a negociar. Daliao tampoco parecía haberme escuchado, porque no oí ninguna respuesta por su parte. Excepto un grito de advertencia:

¡Saeko, cierra los ojos!

Tan agotada como estaba ni siquiera me dio tiempo a reaccionar, ni a asimilar lo que estaban viendo mis ojos. Me sentí húmeda, empapada, y el agua me llevó a algún lugar hasta que me terminé golpeando con la rama de un árbol por accidente. Escuchaba de fondo los gritos de los ladrones, junto con el silbido del viento y el canturreo de los grillos, pero yo no aguanté más. Me dejé llevar por Morfeo.

****


Abrir los ojos me supuso un esfuerzo enorme. Estaba exhausta y me dolía todo el cuerpo, la cabeza me daba vueltas y sentía que me había puesto más enferma todavía por el frío que había cogido.

Hola. No te preocupes, están inconscientes. Toma un poco de agua.—Logré escuchar de fondo como un eco lejano, mientras alzaba las manos para tantear en el aire y agarrar aquello que me estaba ofreciendo el muchacho—. Tenemos que largarnos de aquí antes de que se despierten, pero primero deberías comer algo. Creo que no falta mucho para el amanecer. ¿Crees que podrás orientarte cuando salga el sol?

Bebí agua como si hubiese pasado una semana entera en el interior de una enorme ballena, con los labios secos y agrietados. Pude sentir cómo el líquido me recuperaba y me devolvía prácticamente a la vida. Poco a poco me fui incorporando con su ayuda, hasta quedar sentada sobre el suelo.

Me resultó un poco extraño, y también reconfortante, ver que la pierna ya se había aliviado. No me dolía tanto como el día anterior. Exhalé un suspiro de alivio contenta porque algo al menos saliera bien. Y echando un nuevo vistazo por la zona, a la vez que me alimentaba de aquel arroz tan amargo y seco, comprobé sorprendida que los bandidos se encontraban inconscientes.

Observé a Daliao sorprendida y con el ceño fruncido. Me esforzaba por intentar recordar lo que había sucedido la noche anterior frente a la hoguera, pero todo estaba nítido hasta que me dejé abrazar por los cálidos brazos que emanaban de la hoguera. Luego todo era borroso, imágenes sueltas, como uno de aquellos bandidos tirándome del brazo. Poco más podía recordar.

Hice un amago de hablar, pero la voz simplemente no me salió la primera vez. Carraspeé, todavía con la garganta irritada, y con una voz ronca y destrozada, le comenté mis impresiones a Daliao:

¿Los has tumbado a todos tú solo? Estoy… estoy sorprendida. Gracias. —Y resoplé, exhausta.

Me resultaba increíble que aquel chico hubiese podido derrotarlos a todos él solo. Me pregunté si hubiese sido todo distinto en el puente donde nos emboscaron, pero allí nos habían rodeado, y no merecía la pena seguir preocupada. Todo había salido bien y eso era lo que importaba. Sonreí débilmente al chico, muy agradecida por dentro.

Al cabo de un ratito empezó a salir el sol por el horizonte, y asentí cuando me preguntó si podía orientarme. En realidad no estaba del todo segura, pero teníamos que llegar a algún lado o no tardaríamos en morir. Me levanté como pude, asustada las primeras veces que apoyé la pierna. Pero por suerte no sentí más allá de un leve pinchazo que no se podía comparar con los latigazos de dolor del día anterior. Tras unos cuantos pasos me vi obligada a detenerme, porque el dolor se iba acrecentando más y más a medida que caminaba, pero ya nadie me tenía que cargar a cuestas.

El pueblo está al otro lado, al pie de la montaña. No queda mucho. —comenté, apoyada en un árbol con pinta de haber estado aislada durante meses en la montaña. Sentía el cabello revuelto y seco, el antebrazo lo tenía rojo y me picaba horrores, y la cara estaba sucia de tierra. Vamos, estaba hecha un desastre—. No te me ofendas, por favor, pero no parecías muy fuerte. Tienes todos mis respetos por… ya sabes. —Señalé hacia atrás, al camino por el que habíamos venido, haciendo referencia a los bandidos, intentando mantener una cansada sonrisa.

Continuamos el descenso por la ladera de la montaña sin mayores problemas que el tener que mirar dónde pisaba para no tropezar con alguna raíz traicionera. El sonido de la naturaleza, los árboles, todo a mi alrededor… era indescriptible. Si no fuese por la fuerza de Daliao, no hubiese estado en ese momento disfrutando de aquel paseo, tranquila.

Al cabo de unas horas alcanzamos finalmente lo que supuse que era la entrada. No la recordaba, porque mi estancia allí había sido muy breve durante mi infancia, pero aquellos monolitos y escaleras de piedra, cubiertos en parte por las hojas de los árboles y las plantas que crecían por todas partes, indicaban que al menos nos acercábamos a la civilización.

Me senté en un escalón para coger aire, agotada. Al bajar las escaleras había un camino cubierto de hojas, frente a un barranco que descendía con árboles y más árboles haciendo imposible el viaje. Y de la derecha, apareció alguien que, a decir verdad, no me sonaba de nada:

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Ignorad al Pokémon. (?)


¿Saeko? —pronunció con voz grave al fijarse en mí, cosa que hizo que me fijara yo en él, todavía desde lo alto de la escalinata—. ¿Saeko, eres tú? ¿Y tú quién eres, si se puede saber? ¿Su amigo, o…? —interrogó a Daliao, con aparente molestia. Aunque yo no le presté atención de lo cansada que estaba.

El hombre vestía con ropas muy elegantes y lujosas, pero yo por mi parte no le conocía. Simplemente me limité a fruncir el ceño, confirmando sus sospechas.

Sí, me llamo así.

Esperé a que Daliao se presentase, y una vez hecho el chico sonrió con amabilidad y nos ofreció ir junto a él y los dos enormes hombres cubiertos por armaduras negras que le acompañaban. No daban buenas vibraciones, precisamente.

Parecéis cansados. ¿Os gustaría venir conmigo? Tendréis al menos un lugar donde dormir y comer un poco.
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Re: [Tierra de Dragones] Vemos lo que queremos ver

Notapor Suzume Mizuno » Sab Nov 07, 2015 12:44 am

¿Los has tumbado a todos tú solo? Estoy… estoy sorprendida. Gracias.

Se debatió entre si sentirse insultada —aunque debía reconocer que su físico, en especial para un hombre, no era nada extraordinario— o halagada porque la chica se hubiese dignado a darle las gracias. Se decantó por la última opción y dijo:

De nada. No te preocupes, descansa un poco. todavía tardarán en despertarse.

Le devolvió la sonrisa a la chica, aunque le pareció que tenía muy mala cara. Podría haberle dado más Cura pero no se atrevía por si se encontraban más enemigos. Además, estaba tan agotada que no sabía cuánto podría seguir a pie. Ella, al contrario que Saeko, no había podido pegar ojo. Necesitaba reservar todas las energías que le quedaban con uñas y dientes.

Ayudó a Saeko a incorporarse cuando empezó a salir el sol y luego la siguió, dirigiendo nerviosas miradas a su alrededor. Tenía los nervios a flor de piel y dio más de un respingo por crujidos de ramas o sonidos de animalitos que comenzaban a despertarse. En una ocasión estuvo a punto de lanzar un Piro contra un pájaro. Resopló y se frotó los ojos. Le ardían el cuerpo entero. ¿Cómo era posible que hubiera entrenado tanto y, aun así, estuviera para el arrastre tras un único día? Lyn se avergonzaría.

El pueblo está al otro lado, al pie de la montaña. No queda mucho. —dijo Saeko durante un descanso.

Bien—suspiró, mientras meditaba si dejar a Saeko y largarse de vuelta a la Orden o si intentaría buscar un lugar donde tirarse y dormir tres días seguidos.

No te me ofendas, por favor, pero no parecías muy fuerte. Tienes todos mis respetos por… ya sabes. —Ella hizo un amago hacia el lugar donde habían venido y le sonrió.

Fátima correspondió el gesto, también cansada.

No me ofendo; no soy muy fuerte. —Malik podía derribarla sin problemas si la pillaba a tiempo. No es que sucediera a menudo, pero Fátima era muy consciente de que su puntos fuertes eran su rapidez y su habilidad con la magia o las armas—. Por suerte, no todo es fuerza, tengo unos… pocos trucos. Pero gracias. Me alegra haberte salvado.

Ya había perdido demasiado en Tierra de Dragones. Últimamente todo el mundo se moría frente a sus narices, al parecer, y la frustración anidaba en su interior como un nido de avispas: cada vez era más ruidosa y más difícil de ignorar o reprimir. No conocía de nada a Saeko, pero no pensaba permitir que le hicieran más daño si podía evitarlo.

*


Se detuvo junto a Saeko, aunque no se sentó con ella porque sabía que, si lo hacía, se quedaría frita y no volvería a levantarse. Ver que estaban, por fin, llegando a la civilización le había insuflado fuerzas.

¿Sabes si hay algún sitio donde pueda… alojarme?—preguntó. Tras horas caminando, estaba convencida de que si intentaba conducir con el glider se estrellaría o se quedaría flotando por el intersticio, porque no podía con su alma. Cualquier clase de cama, aunque fuera un jergón de paja, se le antojaba el paraíso materializado.

De pronto escuchó unos pasos y vio que se acercaba un chico muy guapo.

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¿Saeko?

¡Magnífico! ¡Alguien que la conocía! Podría dejarla en sus manos y marcharse a…

¿Saeko, eres tú? ¿Y tú quién eres, si se puede saber? ¿Su amigo, o…?

El tono del chico sacó de quicio a Fátima. ¿A qué venía esa actitud? Ni se le pasó por la cabeza que, si el tipo conociera a Saeko, sin duda sabría que no era un conocido porque en las poblaciones pequeñas todos sabían lo que pasaba con los vecinos. Lo que sí se le ocurrió fue que estaban en otro mundo, en otra época, y que en su hogar también habrían puesto mala cara si una chica hubiera llegado del bosque acompañada por un desconocido. Así que se esforzó por dominarse y dijo:

No. Nos encontramos por el camino, cuando nos atacaron unos bandidos, y la he acompañado hasta aquí. No nos conocemos de nada más. Me llamo… Daliao.

Sí, me llamo así.

¿Eh…?

Fátima frunció el ceño, pero tampoco tuvo tiempo para preguntar, porque ahora que las cosas estaban más claras, el joven cambió por completo de actitud y les ofreció acompañarlos. Iba a denegar el ofrecimiento cuando vio que aparecían dos hombres con armaduras negras. ¿Guardaespaldas? Se le cayó el alma a los pies. No parecían, lo que se decía, simpáticos.

Estaba claro que Saeko no debía ser familiar o, al menos, cercana al chico porque se había comportado como si no lo conociera aunque… él sí sabía su nombre.

Miró a Saeko, intentando adivinar en qué estaba pensando, a la vez que maldecía su penosa suerte. ¿En serio no podía tener un maldito viaje normal? Ahora se arrepentía de haber dicho que no conocía a Saeko, no podía poner la excusa de que era su pareja, su amigo o algo así para llevársela de allí. Aquel tipo le daba muy mala espina.

Creo que preferiríamos ir a una posada—dijo al final, acercándose a Saeko—. Voy a llevarla con su familia, pero antes me gustaría que pudiera cambiarse de ropa y darle unas cuantas cosas que me pidió durante el camino. Agradezco su amabilidad. —Realizó una seca reverencia y luego ofreció la mano a Saeko, lanzándole una mirada firme—. ¿Vamos?

«Cógela si quieres largarte de aquí», pensaba.

Ojalá pudieran largarse sin que hubiera problemas aunque… No parecía probable.
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