[La Cité des Cloches] Santuario

Celeste, Bitron, Simbad, Saito y Dos

Aquí es donde verdaderamente vas a trazar el rumbo de tus acciones, donde vas a determinar tu destino, donde va a escribirse tu historia

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor LightHelco » Vie Oct 27, 2017 12:52 am

Febó la guió hasta un lugar alejado y algo oculto de la plaza, en donde esperaban varias personas. Dos abrió bien los ojos, como analizando a aquellos hombres, no quería que se le escapara nada sobre ellos, después de todo si eran sus aliados tendría que saber en que podrían destacar o no.

Yo soy la dro… digo... —la robot carraspeó antes de presentarse debidamente —. Los orga… la gente me llama Dos. Un placer trabajad con ustedes —. De fijo que nadie había notado sus meteduras de pata.

Casi ni hubo tiempo para charlar, ya que todos los presentes pudieron escuchar los golpes de tambor que anunciaban que el momento de la ejecución se acercaba. Empeorando las cosas, los guardias sacaron a Esmeralda de la jaula y la llevaron hacia la pila. Aquello no ayudo en nada al pobre Febo a mantenerse tranquilo, Dos podía notar como las pulsaciones del hombre aumentaban rápidamente.

Mientras unos intentaban lidiar con el Capitán, el hombre que se había presentado como Raphaël se volvió hacia la droide y le hizo una petición para poder salvar a la gitana. Escuchando atentamente sus palabras, Dos creyó entender que alguien de la Orden había hecho uso de un Glider en alguna misión y que Raphaël había sido testigo de aquello, pero… lo tenía prohibido.

Vale, era cierto que en alguna ocasión se había saltado alguna pequeña norma, pero Ryota no la había hecho ponerse más capas de las que tiene incluso una cebolla para que ahora fuera volando en su monopatín espacial.

Vaya, señor Raphaël, me pone en un gran aprieto —Dos se rascó la parte de atrás de la cabeza —. El uso el Glider en situaciones que no sean de viaje entre una localización y otra es algo que los Maestros nos tienen prohibido. No creo que pueda hacer lo que me pide… —. La robot se le quedó mirándole, sus ojos pasaron después a Febo y finalmente a Esmeralda en la pila de madera.

Entendía como se sentían, esa frustración al saber que no puedes hacer nada por los que te importan. Ella misma había pasado por algo así cuando el Maestro Light dejó Tierra de Partida, por lo que quería ayudarles con todas sus fuerzas. Volví a mirar a observar a Esmeralda, aumentando el alcance de visión de sus ojos y justo al hacerlo, también se encontró con la fachada de la catedral y las estatuas que la decoraban.

Se le encendió la bombilla al instante, literalmente, ya que al venirle aquella idea, su nariz se iluminó casi al máximo. Alegrándose de que su cola estaba oculta, ya que no pudo evitar moverla, Dos volvió a mirar a Raphaël a los ojos con una sonrisa que el hombre no podía ver.

Es cierto que no puedo hacer uso del Glider, pero eso no me impide volar. ¿Señor Febo, podría ayudarme con una cosa? —llamó Dos al capitán y le señaló dos puntos de la espalda —. ¿Es posible que pudiera hacer dos cortes en vertical en estos dos puntos de aquí? Superficiales, solo necesito que me rasgue la túnica.

Esperó a que el hombre realizara su pedido antes de dar un paso hacia atrás y activar su sistema de vuelo. Dos barras de acero crecieron de la espalda de Dos e inmediatamente desplegaron una suerte de alas de plasma.

Digamos que soy una especie de ángel de metal, por eso me cubro de esta forma y puedo realizar acciones como las que el señor Febo vio en la plaza —explicó Dos intentando ser breve ya que iban con el tiempo justo —. Soy única entre mis compañeros, por lo que les pido que ni se asusten, ni en un futuro les pidan estas cosas a ellos. Pero a lo que iba. Volaré y salvaré a la señorita Esmeralda cual ángel de la guarda.

Siempre y cuando no empezaran a gritar demonio o alguna cosa parecida, Dos se prepararía para llevar a cabo el plan. Había comprobado en las últimas semanas, que su fuerza ya estaba algo por encima de la media y Esmeralda tampoco parecía ser una mujer con mucha masa corporal, por lo que podría cargar con ella. Aun así estaba lista para sobrecargar sus propios sistemas en caso de que necesitara un impulso extra.

CUBO, tan pronto como echemos a volar, quiero que actives uno de los bloques de energía que tenemos, seguramente vaya a necesitarlos —le ordenó a la inteligencia artificial que vivía en su cuerpo. Si alguno de los hombres la miraba extrañado respondería con una sonrisa: —. Un Querubín invisible al ojo mortal.

En cuanto le dijeran cuando debía actuar, Dos saltaría hacia una pared para ir tomando impulso y que sus alas aletearan un poco, además de ganar algo de altura, aunque no la suficiente para que Andrei lo notara. Momento en que viera que se armaba la de Dios, se lanzaría a toda velocidad al lugar en donde se encontraba Esmeralda con uno de sus brazos por delante, realizaría esta acción para liberar un espeso humo sobre los guardias y la pila de madera e impedir de aquella forma que actuaran con rapidez.

Sería el momento de cambiar su visión a la térmica para poder localizar a la mujer entre el humo. CUBO estaría atento de usar algún que otro Éter tan pronto como Dos se quedara sin energía y que pudiera seguir con el rescate. En cuanto tuviera a Esmeralda, le pediría amablemente que no se asustara ante su aspecto, para así poder recogerla y salir volando hacia alguna calle que no tuviera ni mucha gente, ni guardias. Si se daba el caso de que limitaciones físicas no la permitían realizar alguna de aquellas acciones con rapidez, haría que todo su cuerpo se sobrecargara, entrando en un estado de frenesí con el que poder finalizar su tarea.


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Todas las habilidades y objetos a usar porque dios como me he flipado.

PHs iniciales: 27/34

Dos inicia todo esto con Vuelo Propulsado 13/34:

▪ Vuelo Propulsado (HC) [Nivel 14] (Afinidad a Fuego, Alas, Cuerpo Robótico) Desplegando unas alas mecánicas y ayudándose de algún propulsor, el usuario puede despegar y moverse en el aire durante un máximo de tres post.

Al acercarse lanza Pantalla de humo para cubrir la zona central 7/34:

▪ Pantalla de humo (HC) [Nivel 6] El usuario despliega un espeso humo que le permite a este y a aliados cercanos esconderse o huir del enemigo. En espacios abiertos puede llegar a aumentar el radio de alcance

Y activa Visión Termica para encontrar a Esmeralda 2/34:

▪ Visión térmica (HC) [Nivel 5] [Requiere afinidad a Fuego] La vista del usuario pasa a detectar calor en vez de luz. Dura dos turnos o hasta ser cancelada. Es imposible volver a la vista normal sin cancelar esta habilidad.

CUBO usa dos Eteres para recuperar PHs 22/34 y si es necesario, Dos entra en locura mediante Sobrecarga Critica para huir rapidamente 12/34:

▪ Sobrecarga Crítica (HC) [Nivel 10] Tras que el cuerpo del usuario haya recibido múltiples daños, este podrá entrar en un modo critico en el que libera una gran cantidad de energía, aumentando sus estadísticas de Fuerza y Velocidad (x1,25). Este estado funciona como una locura.

Y si esos niveles 40 me matan de un plumazo, tengo a CUBO para sobrevivir el golpe mortal 7/34:

▪ USER_CUBO (HC) [Nivel 5] [Requiere cuerpo robótico]. Tras bajar la energía del usuario a cero y desactivarse, una IA de emergencia toma el control del cuerpo de forma temporal hasta que este pueda ser sanado o rematado completamente. (Se activa automáticamente siempre que tenga 5 puntos de habilidad).
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Ronda 4

Notapor Suzume Mizuno » Lun Oct 30, 2017 1:49 am

Grupo de Nanashi



Nanashi sonrió a Saito y asintió con la cabeza. El cardenal tragó saliva por su parte y se santiguó, si bien no pareció echarse atrás. Ni siquiera gritó cuando Garuda apareció y se posó en su hombro.

Excelencia, esta criatura puede volar y cargar con vos si es necesario. Es fuerte y obedecerá vuestras órdenes. Usadla como mejor os parezca. Manteneos aquí abajo mientras nosotros subimos y, si podéis, robadle el cristal de fuego a Andrei o atacadlo por la espalda.

Armand asintió con seriedad y acarició el cuello del ave, titubeante. Garuda cerró los ojos, sumiso. Luego Nanashi se incorporó y le dijo a Saito:

No puedo darte instrucciones, solo que esperes a mi señal, todavía tenemos que darle algo de tiempo a Ryota si podemos, y que tengas cuidado con los Sincorazón. No sabemos a lo que nos vamos a enfrentar.

Acto seguido, subió por las escaleras.

Andrei esperaba sentado en un trono de tinta —que no manchaba. Cortesía de Karel—. Lo hizo girar hacia ellos y sonrió de lado.

Os habéis tomado vuestro tiempo. ¿Cuál de los dos será el rehén?—Andrei chasqueó los dedos y toda la terraza se llenó, en un círculo que les impedía la huida del edificio a menos que fuera por las escaleras que habían subido, de defensores. Nada menos que 15.

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Antes queremos a Esmeralda libre.

Andrei apoyó la barbilla en una mano, con las piernas cruzadas, como si estuviera teniendo una agradable conversación.

Pero de eso os vais a ocupar vosotros, ¿verdad? Igual que de intentar romper la barrera de la catedral. Lástima que hayáis tardado tanto; ya no podréis hacer nada.—El joven sonreía, divertido, y notaron que los iris se le habían tornado amarillos de pura oscuridad—. Yo que vosotros les diría que se anduvieran con cuidado; a lo mejor acaban destruyendo solitos el corazón del mundo. Y ya que hablamos de Notre Dame… Sí, está a punto de empezar. ¿Os acercáis a verlo?

*


Vaya, señor Raphaël, me pone en un gran aprieto —dijo Dos. Raphaël apretó los labios, pero no la interrumpió—. El uso el Glider en situaciones que no sean de viaje entre una localización y otra es algo que los Maestros nos tienen prohibido. No creo que pueda hacer lo que me pide…

Raphaël dirigió la mirada hacia Febo, que apretaba las mandíbulas y respiraba hondo. El joven noble dijo:

Entonces habrá que hacerlo a lo tradicional. Si Quasimodo y Zac no consiguen ayuda de los otros Caballeros tampoco, te ayudaremos como se ha hecho siempre, capitán.

Pero tan pronto como dijo aquello, la nariz de Dos se iluminó y todos los hombres dieron un pequeño brinco de la impresión hacia atrás.

Es cierto que no puedo hacer uso del Glider, pero eso no me impide volar. ¿Señor Febo, podría ayudarme con una cosa?

Lo que sea—respondió este, ansioso, agachándose a su lado y viendo los puntos que Dos indicaba en su espalda.

¿Es posible que pudiera hacer dos cortes en vertical en estos dos puntos de aquí? Superficiales, solo necesito que me rasgue la túnica.

Febo y Raphaël se miraron y se encogieron de hombros. El primero sacó un puñal e hizo lo que la robot le indicó. Luego casi cayó hacia atrás cuando las alas de metal salieron y empezaron a resplandecer. Raphaël y Clopin, que silbaba por lo bajo, lo ayudaron a levantarse y retroceder.

Digamos que soy una especie de ángel de metal, por eso me cubro de esta forma y puedo realizar acciones como las que el señor Febo vio en la plaza —explicó Dos, ante las miradas desconcertadas de los hombres. Si entendieron lo que dijo, no quedó muy claro, porque tenían muy poco tiempo para asimilar nada—. Soy única entre mis compañeros, por lo que les pido que ni se asusten, ni en un futuro les pidan estas cosas a ellos. Pero a lo que iba. Volaré y salvaré a la señorita Esmeralda cual ángel de la guarda.

Eso fue todo lo que necesitó Febo, que olvidó sus reticencias y la cogió de una mano.

Gracias. Nosotros te cubriremos. En cuanto empiecen a…

Los tambores empezaron a tocarse, ensordecedores, y superaron con facilidad el murmullo de la multitud. De pronto se encendió un fuego. Una de las criaturas de tinta alzó la antorcha, miró en derredor con rigidez, casi como desafiando a la gente a detenerlo.

No hubo palabras, no hubo discurso. Esmeralda apretaba los labios y seguía el dibujo del fuego en el aire. Entonces la criatura lo arrojó contra la madera, que se prendió al instante y empezó a despedir humo.

¡Ahora! ¡Ahora, ahora, rápido!—gritó Febo.

Dos saltó contra un edificio para coger impulso y voló directa hacia Esmeralda. De inmediato desplegó una pantalla de humo que se sumó a la que ya empezaba a rodear a la joven, que tosía como si fuera a escupir los pulmones. Bajo ella, la multitud comenzó a rugir y un buen grupo se abalanzó sobre los soldados. Parecía que Febo y Raphaël habían traído consigo muchos amigos y amigas que, armados con palos, picas, sartenes y todos los instrumentos posibles, se lanzaron cual ola sobre sus enemigos. En cuanto llegó a su lado, Dos tuvo que cortar las cuerdas. Esmeralda, con los ojos anegados en lágrimas pero la mente clara, no titubeó dos veces en aferrarse a ella. Dos la elevó en el aire con un brutal impulso.

Entonces, un disparo de fuego, tan grande que las habría devorado sin problemas, salió contra ellas desde la localización de Andrei. Dos pudo pivotar y esquivarlo en el último instante, pero el impulso las arrojó dando vueltas de campana y la robot perdió el control hasta que fue a estrellarse no muy lejos de Notre Dame, en medio de un círculo que abrió la gente entre gritos de alarma.

Esmeralda se levantó de un salto, todavía tosiendo pero con los ojos alerta.

Entonces, empezó a caer lava.

*


Andrei chasqueó los dedos, se acercaran o no, y los tambores empezaron a resonar debajo. Nanashi apretó los labios y materializó la Llave Espada.

Tienes una última oportunidad, Andrei. Puedes pensar lo que quieras, pero aún te queda mucho para estar a mi nivel.

Caramba, Nanashi, ¿la muerte de Ronin te ha afectado tanto que te has embriagado con parte de su estupidez? ¿Nada de negociar?

Nanashi se permitió una fría sonrisa. Andrei se encogió de hombros e hizo un gesto con una mano. Desde abajo les llegaron los primeros gritos de horror cuando la pira se encendió.

¡Saito!

La dama saltó en el aire, dejando una estela de luz tras ella, y los Sincorazón atacaron con sus escudos, que vomitaron bolas de oscuridad contra la Maestra y Saito. Luego empezaron a avanzar hacia ellos. Andrei lanzó una serie de naipes gigantes al aire, que se quedaron suspendidos como escalones cristalinos, y se elevó sobre uno de ellos. En cuanto Nanashi puso el pie en uno, este desapareció, pero para la Maestra fue suficiente porque le permitió coger impulso y arrojarse detrás de Andrei. El joven había materializado un pequeño cristal rojizo que a Saito le resultaría familiar y disparó un brutal torrente de fuego hacia la plaza. Nanashi arrojó su Llave Espada, desviándolo unos centímetros hacia arriba y después cayó hacia el borde de la terraza.

Saito, entre tanto, tenía sus propios problemas. Rodeado de Sincorazón, tenía que actuar rápido. Muy rápido. Por suerte eran grandes (y torpes) y mientras no lanzaran oscuridad, podía intentar decidir una estrategia, ya fuera escabullirse hacia las escaleras con la esperanza de que lo atacaran de uno en uno o idear otro plan. Vio algo plateado entre las escaleras. Garuda. ¿Debía pedir ayuda al cardenal o dejar que él decidiera cuándo actuar?

*



Dios Santo. ¡Dios Santo!—Esmeralda tosía, pero se mantenía en pie mientras intentaba retroceder, junto a toda la multitud, de las cascadas de lava. Sin embargo, las criaturas de Karel y la guardia estaban atacando. Empujando hacia el charco de lava, que por fuerza tenía que ser mágica por lo rápido que se extendía. Dos podría fijarse en que la lava salpicaba las paredes de Notre Dame, pero no le hacía ningún efecto, mientras que todo el resto se deshacía a su paso. Era un arma mortal—. ¡Ángel!—gritó, sacudiendo a Dos por los hombros—. ¡Debemos destruir esas…!

Entonces uno de los guardias corruptos se abalanzó sobre ellas. Esmeralda esquivó el golpe con agilidad, pero estaba desarmada y empezó a buscar por el suelo algo que la ayudara a protegerse. La gente huía, daba empujones, abría el círculo, pero Dos y Esmeralda pronto se encontraron atrapadas entre la lava y cuatro de estos guardias. La joven se hizo con un machete y lo sujetó con firmeza.

Entonces, al lado de los soldados, aparecieron dos criaturas de Karel armadas con arcos. Si iba a querer volar, más le valía a Dos tener cuidado. Quizás cargar con una persona no sería lo más inteligente del mundo, pero estaban atrapadas y debían actuar pronto.

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Soon in La Cité!

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Dos
VIT: 34/40
PH: 34/44



Escáner:

-Soldados corruptos:
Nivel 40.
VIT: 90.
PH: 15.

-Criaturas de tinta.
¿???
¿???


Grupo de Ryota


Quasimodo cogió la mano de Celeste y la enterró con infinita delicadeza entre las suyas, tan grandes y amables.

Con que todos salgamos vivos de aquí, rompería los cristales de la catedral entera.

Luego fue a cumplir su comprometido sin vacilar.

Abajo, Zaccharie se quedó boquiabierto.

Que matasteis…—Pareció permanecer en blanco unos segundos. Simbad casi escuchó el clic cuando conectó dos ideas y se le escapó una sonrisa—.Así que al final lo consiguió, eh. Le debo ya dos grandes favores, por eso preguntaba. Conociéndola, seguro que está bien.

Luego tocó trepar y Zac no volvió a mencionar a Hana. Una vez arriba, los dos jóvenes Caballeros discutieron entre ellos y Ryota contempló con el ceño fruncido cómo Simbad regresaba. Tuvo que defenderlo —a Celeste no llegaba, estaba demasiado alta— con sus plumas cortantes, que recuperaba con el sistema de la Llave Espada cada vez que cumplían su cometido.

¿Vosotros podéis defenderme desde aquí?

Zaccharie miró a Quasimodo, que se encogió de hombros. El primero dijo:

Si Quasi me coge de la cintura puedo asomarme y arrojarles cristales, pero no mucho más. Tendrás que ser rápida. ¿Por qué perdemos el tiempo en esto?

Celeste respondió y él resopló, pero se puso en posición. Celeste saltó con una habilidad hasta la gárgola. Las criaturas de tinta se abalanzaron sobre ella de inmediato. Zac arrojó los cristales, que se clavaron en cabezas y manos, pero no eran demasiado efectivos. La chica tuvo que ser muy rápida.

¿Qué…?

Los tambores empezaron a sonar. Lo escucharon con total claridad. Siguieron los gritos y estruendos.

Entonces Simbad le resumió rápidamente que habían encontrado un círculo extraño y le mostró la foto. Ryota tomó el móvil con el ceño fruncido y lo estudio. Primero su cara se tornó cenicienta. Después se pasó una mano por el pelo. Miró hacia la catedral, el cielo, en derredor. No parecía que estuviera viendo como tal, al menos no lo que había delante de él. Se pasó una vez más la mano entre los cabellos grisáceos y gritó:

¡CELESTE! ¡ROMPED ESE CÍRCULO! ¡ROMPEDLO AHORA!

Y la chica, que estaba estudiando la gárgola, encontró algo dentro de la boca de la misma. Si metía la mano encontraría restos de un nido de pájaro.

Y un fragmento de cristal rojo.

Acto seguido, los ojos y las bocas de todas las gárgolas se iluminaron. El calor se volvió insoportable, Celeste tuvo que apartarse porque quemaban y el cristal que sostenía estalló en llamas. Se le cayó de entre los dedos y se precipitó directo contra el suelo. La muchacha tuvo el tiempo justo para volver al interior de la catedral antes de que empezaran a escupir chorros de lava.

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Ryota cogió a Simbad por la ropa y saltó hacia atrás antes de que acabaran regados del dorado líquido, que siseó contra las piedras y comenzó a extenderse a una velocidad ridícula.

Y todavía no podían acercarse ni usar magia en la catedral. La cuerda ardió y las criaturas de tinta se quedaron a la espera. Un solo fallo y los empujarían directos contra las cascadas de lava. Celeste se había quedado aislada en el interior con dos personas que no podían hacer magia y Ryota y Simbad fuera, incapaces de hacer nada hasta que Bitron regresara con un remedio para abrir la maldita catedral.

Dentro de la misma, el círculo se inflamó de oscuridad, casi latiendo como un corazón vivo. Quasimodo y Zac miraron a Celeste, sin saber qué hacer.

Ryota maldijo, pero actuó rápido:

¡No hay tiempo! ¡Debemos ir a la parte delantera de la catedral e intentar entrar por las torres!

Pero no iba a ser tan sencillo. No con toda la multitud horrorizada y en estampida, que trataba de escapar de la catedral. Y se encontraron con que criaturas de Karel les daban la espalda y cerraban el paso para entrar a la plaza. No solo a ellos, sino que se la cerraban a todos los ciudadanos que se habían reunido dentro y atacaban, cortando a la gente sin esfuerzo, cuando intentaban abalanzarse sobre ellos.

Esto era lo que querían. Querían alimentar el Corazón de oscuridad y hemos caído.

Allí dentro estaban Dos y Saito, hasta donde sabían. Y muchos ciudadanos inocentes.

Simbad podía decidir. Celeste estaba dentro, pero al menos la lava no le haría daño. Por otra parte, dar con sus compañeros podía ser imposible, pero era probable que estuvieran desesperados.

¿A quién ayudar? Quizás sus palabras, pronunciadas rápido, lograran que Ryota se pusiera de su parte —o siguiera con su propio plan de ir a intentar ayudar a Celeste—.

Celeste
VIT: 23/23
PH: 28/52


Simbad
VIT: 88/88
PH: 35/66



Faltas:

-Astro 1



Fecha límite: jueves 2 de noviembre.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor H.S Sora » Vie Nov 03, 2017 12:19 am

Nanashi, Garuda, Armand y yo. Ese iba a ser el singular equipo que intentaría derrotar a Andrei. No. El que lo haría. Porque si fallábamos ahora, si jugábamos el todo por el todo y salía mal… no quería ni pensar en las consecuencias que podía tener para la Cité.

La Maestra fue la primera en subir las escaleras, y me giré en dirección al cardenal. Garuda y él se esperarían, actuando con suerte como factor sorpresa.

Lo conseguiremos.

Fue un viaje corto a través de los peldaños, pero lo atesoré lo mejor que pude: la sonrisa de Nanashi, la confianza que había depositado en mí Armand. Ambas cosas me producían una cálida sensación en el pecho.

Mi cara cambió de expresión al toparme con Saavedra. Se encontraba sentado en un trono, tan peculiar como lo era el general de Xihn responsable. Con toda la discreción que pude, miré a los lados para ver si lo encontraba, pero chasqueé la lengua al recordar que aquello era imposible.

Karel en persona había mandado invitaciones para el baile de Cenicienta, la princesa del Corazón desaparecida. Dudaba que hubiera dejado a su «ahijada» sola, y menos cuando Andrei ya parecía tener las cosas bajo control.

La sonrisa del susodicho me asqueó todavía más.

Os habéis tomado vuestro tiempo. ¿Cuál de los dos será el rehén?

Un solo chasquido le había bastado para invocar a una marabunta de defensores. Tragué saliva, intentando mantenerme firme. Eran quince, y no parecía haberle costado ningún esfuerzo. Los Sincorazón estaban posicionados bien, lo suficiente como para que la única vía de escape fueran las escaleras que acabábamos de recorrer.

Antes queremos a Esmeralda libre.

Aquel bastardo parecía estar pasándoselo en grande. Nos subestimaba, y había demostrado que no le importaba que hubiéramos llegado hasta él sin llamar la atención de sus Sincorazón. ¿Tan seguro estaba de la victoria?

Pero de eso os vais a ocupar vosotros, ¿verdad? Igual que de intentar romper la barrera de la catedral. Lástima que hayáis tardado tanto; ya no podréis hacer nada.

Mi pulso empezó a acelerarse. Sabía lo que intentábamos hacer, y aún así se reía. Era obvio que íbamos a liberar a Esmeralda y a intentar recuperar Notre Dame… ¿por qué nos dejaba actuar entonces? ¿Por un rehén Caballero, un Maestro?

Sus ojos cambiaron a una tonalidad que me era muy familiar. El mismo amarillo que el de los Sincorazón.

Monstruo.

Yo que vosotros les diría que se anduvieran con cuidado; a lo mejor acaban destruyendo solitos el corazón del mundo. Y ya que hablamos de Notre Dame… Sí, está a punto de empezar. ¿Os acercáis a verlo?

Me quedé en el sitio, observando a la Maestra mientras los tambores repicaban. Se mantenía firme, y acababa de invocar la Llave Espada. Todavía intentaba procesar las palabras de Saavedra respecto a la situación de mis compañeros. ¿Qué le había hecho al corazón? O todavía peor… ¿qué era lo que podíamos hacer nosotros para acabar de condenarlo?

Tienes una última oportunidad, Andrei. Puedes pensar lo que quieras, pero aún te queda mucho para estar a mi nivel.

Un escalofrío me recorrió entero. Los recuerdos del corazón de Ciudad de Paso siendo engullido por Mateus Palamecia me golpearon con violencia. Sacudí la cabeza, tratando de alejarlos y de volverlos a encerrar. Invoqué mi Llave Espada.

Aquello no iba a volver a pasar.

Caramba, Nanashi, ¿la muerte de Ronin te ha afectado tanto que te has embriagado con parte de su estupidez? ¿Nada de negociar?

Estaba rígido, y podía hacerme a la idea de lo que iba a ocurrir dentro de poco. Miré a los Sincorazón, que todavía no se habían movido desde su invocación. Lo que llegó después fue demasiado rápido: la muda respuesta de la Maestra, la indiferencia de Andrei. Un solo gesto. Gritos en la plaza.

La ejecución había empezado.

¡Saito!

Los Sincorazón empezaron a atacar, pero para entonces Nanashi ya se había lanzado a por su líder. Me alegré de haber mejorado mis reflejos durante todo aquel tiempo, o la situación podría haber sido mucho más catastrófica de lo que ya era con todas aquellas bolas de Oscuridad danzando por el campo de batalla.

El resplandor de un pequeño fragmento atrajo mi mirada hacia Saavedra, elevado sobre una de sus malditas cartas, que disparó en dirección a la plaza. Por suerte la intromisión de la Maestra consiguió desviarlo un poco.

No tenía que preocuparme por ella, si no por todos los Defensores que seguían ahí y que podían entrometerse en cualquier momento. Sabía que eran resistentes, y además jugaban con ventaja numérica… Noté la presencia de Garuda en las escaleras. Armand estaba ahí, esperando al momento oportuno. Tenía que quitarle el cristal a Andrei, no podíamos fallar en eso ni hacer que Saavedra supiera cuál era su objetivo.

Respiré hondo y invoqué mi estilo: Rex Abyssum. Noté la magia como un hormigueo por todo mi cuerpo, a medida que los cambios físicos se iban produciendo.

No perdí el tiempo. Podían volver a la carga de un momento a otro.

Enlacé al Defensor más cercano que tenía con Andrei mediante Dolor Abisal. Llamé a Alice de inmediato. Nos miramos un momento, e invocó su guadaña colocándose delante de mí mientras le resumía lo que iba a hacer lo mejor que podía.

«Voy a intentar cegarlos.» le expliqué «Podrán sentir el corazón de los presentes, pero en principio tú pasarás desapercibida. Ayúdame.»

Mientras me tomaba tres Éteres, ella se encargaba de protegerme de proyectiles enemigos.

«Me encargaré de ellos. Ten cuidado.»

Utilicé Tacita Tenebris tratando de ubicarme en el mejor sitio para que afectase al Sincorazón que había enlazado con el General de Xihn y al resto. Concentraría la magia que me quedaba en un Sagitta Tenebris, esperando que entre el alcance de mi magia y los ataques de Alice pudiéramos quitarnos de encima alguno de esos Sincorazón.

Las piernas me temblaban. Me habría recuperado, pero hacía mucho no utilizaba tantas habilidades además del estilo. Estaría atento, por si alguno de los Sincorazón intentaba atacarme.

Esto era un combate real. Cualquier error podía ser el último.

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—Estilo (Que son 10PH si no he entendido mal).

Dolor Abisal (HM) [Nivel 21] [Requiere Afinidad a Ilusión; Mareridt]. El usuario enlaza un máximo de dos enemigos, haciendo que sientan el mismo daño e incapacitaciones durante dos turnos cuando se les ataca a pesar de que solo los reciba uno. Al acabar esta conexión todos los estados alterados y daños que no hayan sufrido como tal los individuos desaparecen.

Alice (HM) [Nivel 22] [Requiere Afinidad a Oscuridad; Poder Mágico: 60]. Saito utiliza un recipiente de barro con forma humana para invocar a Alice, siguiendo ésta sus órdenes. Se aprovecha de su alta velocidad para atacar con una guadaña de oscuridad durante dos rondas a los objetivos. Puede dañarse, pero al ser de barro no tendrá problemas en seguir peleando hasta agotar su tiempo.

— Éter x3

Tacita Tenebris (HM) [Nivel 27] [Requiere Afinidad a Ilusión; Afinidad a Oscuridad; Mareridt; Poder Mágico 60]. El usuario genera una densa nube de Oscuridad a su alrededor que abarca todo el área en un radio de siete metros. Esta Oscuridad afecta solo a los enemigos que entren en contacto con ella, impidiendo que sean capaces de ver durante dos rondas.

Sagitta Tenebris (HM) [Nivel 21] [Requiere Afinidad a Oscuridad; Poder Mágico: 30]. El usuario dispara una concentración de poder mágico hacia el cielo, que al llegar se fragmenta y cae en forma de una lluvia flechas que ataca a todos los enemigos en un radio de 5 metros.
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Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor xXOrbOOkXx » Vie Nov 03, 2017 1:48 am

Supe el momento exacto en el que la expresión de Ryota cambió a una de súbito terror. Se quedó pálido, todo su cuerpo se tensó.

¡CELESTE! ¡ROMPED ESE CÍRCULO! ¡ROMPEDLO AHORA!

Y de repente estalló el caos. Noté un fuerte tirón que me ahogó y me apartó de los muros de la catedral. Lo que vieron mis ojos a continuación se quedaría grabado en mi retina. Al principio fue como un fogonazo y una ola de calor imparable, pero después me di cuenta de que aquella noche sería el principio del fin.

Lava.

Bajando en cascada por Notre Dame, brillante lava descendía como anunciando el juicio final. Pánico, tambores, gritos. Todo se entremezcló en una sinfonía de pesadilla.

¡No hay tiempo! ¡Debemos ir a la parte delantera de la catedral e intentar entrar por las torres!

¡Espera Ryota! —increpé—. ¡No podemos acceder a la catedral con toda esta lava, y menos sin magia! Solo nos queda confiar en que Celeste pueda romper el círculo. ¡Mientras necesitamos evacuar la plaza como sea!


Me siguiera o no, yo no perdería tiempo. Primero me tomaría un éter. Luego, corriendo como alma que llevaba el diablo saldría del rango de la catedral para poder usar magia. Sin embargo no lo iba a tener tan fácil, puesto que las criaturas de Karel me cortaban el paso a la plaza. No perdería más tiempo. Mi objetivo era abrir un hueco fuera como fuese.

Ejecutaría un Manta de primeras y después lo alternaría con un Tiro. Sabía que se fijarían en mí sin dudarlo, así que trataría de esquivar sus ataques con Doble Salto y Planeador. No sería lo único. Tomé otro éter e invocaría uno de los hechizos que más me gustaban: cerbero para que arremetiera en contra de las bestias.

Tras eso, sacaría mi metralleta evidentemente tendría cuidado de no dar a ningún ciudadano de París, y lo usaría para mantener a los bichos a raya, pero también volvería a usar Tiro.

Sabía que no sería suficiente. En cuanto uno se me abalanzara, aprovecharía para realizar un Puerta trasera para ponerme a su espalda y disparar de nuevo.

Entre unas cosas y otras intentaría buscar a Dos o a Saito. Sabía que se iba a armar una buena porque la gente intentaría salir en desbandada. No quería que me arrollaran de ninguna de las formas, así que intentaría esquivar la gente, bestias y todo lo que pudiera.

¡DOOOS, SAITO! —grité—. ¿¡Dónde estáis?!

¡CORRED! —increparía si podía abrir el hueco.

Mi corazón latía asustado y cansado del esfuerzo. Llegó un momento que casi parecía estar en un sueño. Usaría la guadaña para repeler ataques enemigos, estaba claro, pero estaba seguro que Andrei haría de las suyas. Todo se transformó en una amalgama de caos.

Me obligué a no pensar. Lanzar ataque y repeler, era lo único que tenía que hacer. No sabía cuánto podría avanzar hacia la plaza, pero no esperaría a poder averiguarlo.


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SIMBAD: ÉTER (20pm) - 55 PH


▪ Manta (HM) [Nivel 25] [Requiere Afinidad a Viento; Poder Mágico: 30] El usuario proyecta una manta de viento de cinco metros hacia los enemigos, a los que daña y empuja hacia atrás, haciendo que vuele por los aires según su tamaño. Si se desea, el usuario podrá doblar esta manta en forma de tubo, haciendo que solo afecte a un sujeto y aumentando su daño hacia él.

▪ Tiro (HC) [Nivel 23] [Requiere Puntería: 25] El usuario lanza su arma a corta distancia (Llave Espada, guadaña, daga,...) y esta dará vueltas en un radio medio causando daño a los enemigos que encuentre durante un solo post para regresar a su propietario al final. Podrá dañar varias veces a un enemigo si es el único en el espacio.

25 PH

TOMA OTRO ETER 45 PH

▪ Cerberus (HM) [Nivel 32] [Requiere Afinidad a Viento; Poder Mágico: 35] El usuario invoca un can de viento de tamaño medio y tres cabezas que obedecerán al usuario. Al estar hecho de viento se puede ir regenerando, pero esta cualidad no es capaz de enfrentarse a hechizos muy superiores al nivel de la habilidad. Dura como máximo dos post.

10 PH

DOS ÉTERES 50 PM

▪ Puerta trasera (HM) [Nivel 19] [Requiere Afinidad a Viento; Afinidad a Espacio; Puntería 16; Poder Mágico: 20] El usuario invoca una varilla de viento punzante que clava a un objetivo dañándolo. Si impacta el usuario se teletransportará automáticamente a la espalda del mismo.

30 PM
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


Proyectos:



UseBars:

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Rol:

Ficha

Wiki

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Tercera Saga:

Prólogo de Simbad
"Bastión Hueco" Choque de culturas (Encuentro)
"Bastión Hueco" Novatos bajo la lluvia (Primer encuentro - Saga Novatos)
"Tierras del Reino" El nacimiento de un príncipe (Trama)
"Islas del Destino" ¡Buscad a mi perro! (Misión)
"Castillo de Bestia" Solos entre lobos (Primer encuentro - Saga Délaissé)
"La Cité des Cloches" Los miserables (Encuentro)
"Villa Crepúsculo" Una visita guiada (Encuentro)
"Selva Profunda" Día de monos (Encuentro)
"Port Royal" Los muertos no cuentan cuentos (Trama)
"Tierra de Dragones" Linda Flor (Misión)
"Bastión Hueco" Novatos bajo el amanecer (Segundo encuentro - Saga Novatos)
"Ciudad de Paso" Lo que vale la pena (Encuentro)
"Ciudad de Paso" The Game Never Ends (Trama)
"Torre de los Misterios" Orden en la Biblioteca (Misión)
"Evento Global" El esclavo del olvido
"Evento Global" Ruta de los perdidos

Evento Halloween 2014
"Especial libre" El laberinto de los corazones
"Especial libre" San Valentín III
"Islas del Destino" Yincana veraniega
"Evento libre" La Mansión Encantada II: La Venganza

Cuarta Saga:


"Ciudad Inexistente" Dos velas para el diablo (Encuentro)
"Port Royal" De copas con la muerte (Encuentro)
"Bastión Hueco" De magdalenas y vicios franceses (Encuentro)
"La Cité des Cloches" Insomnia (Primer encuentro - Saga La Musique du Silence)
"La Cité des Cloches" Somnia (Segundo encuentro - Saga La musique du Silence)
-"Port Royal" El barco que desaparece en la niebla (Misión)
"Tierras del Reino" Donde duermen los gigantes (Trama)
"País de los Mosqueteros" Todos Para Uno (Trama)
"Ciudad de Paso" Un nuevo Crepúsculo (Trama)
"Ciudad de Halloween" El ataque de Boogieman (Trama)
"La Cité des Clochés" Fuego Infernal (Trama)
"Espacio Profundo" Planta 313 (Encuentro)
"Mundo Inexistente" Pasajes Oscuros (Trama)
"Tierra de Partida" Penúltima Parada (Encuentro)
"Evento Global" El principio del fin
"Atlántica" Perdona pero quiero casarme contigo (Encuentro)

"Especial libre" El laberinto de los corazones II: Escape
"Especial libre" World War Christmas
"Especial libre" El San Valentín está aquí
"Especial libre" ¡Exámenes finales
"Especial libre" La inocencia perdida
"Especial libre" Misión: Salvar la Navidad

Timeskip (Finales 1013-1017)

"Tierra de Partida" Examen de Maestría (30 Diciembre 1013)
"Jardines de Tierra de Partida" Doomsnight (Libre) (31 Diciembre 2013)
"País de las Maravillas" El último regalo (Minitrama) (Julio 1014)
"Jardines de Tierra de Partida" El Regreso (Libre) (Finales de Marzo de 1017)

Saga final:

"La Cité des Clochés" Santuario (Trama)
"La Cité des Clochés" La última noche en París (Libre)
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor Denna » Vie Nov 03, 2017 2:18 am

¿Por qué perdemos el tiempo en esto?

Estaba a punto de saltar cuando Zaccharie hizo la pregunta. Me volví, un poco irritada por su tono de voz, y contesté con toda la neutralidad que pude reunir:

Si Andrei les ha hecho algo a las gárgolas es mejor que sepamos, al menos, de qué se trata. Me daré prisa, gracias.

Bueno, quizás no fui del tono «neutral». Me sentí culpable por ello hasta que le oí resoplar.

Respiré hondo. No ayudó a que me calmara, pero sí que pude ordenar un poco mis ideas. Todos estábamos nerviosos. Y yo, a mirar la puñetera gárgola.

Un segundo más tarde volvía a encontrarme fuera. Y entonces todo pasó muy rápido.

Lo primero fueron los tambores. Altos y claros, tanto que casi ahogaban los gritos y el ruido que venía de la plaza. Algo estaba ocurriendo, algo más allá de la ejecución. Me obligué a concentrarme en lo que hacía, conteniendo el aliento, y metí la mano en la boca de la gárgola, buscando lo que fuera que Simbad había visto o creído ver.

Ojalá hubiera sido lo último.

¡CELESTE! ¡ROMPED ESE CÍRCULO! ¡ROMPEDLO AHORA!

El grito de Ryota sonó tan cerca que por poco no me caí del susto. Cerré el puño sobre algo pequeño y puntiagudo encima de un nido de pájaros y tuve que moverme de nuevo para evitar a las criaturas de tinta.

Sólo en ese momento vi lo que había cogido, pero ya era demasiado tarde.

Antes había creído notar calor. Lo había atribuido a los nervios, a la paranoia y a mi imaginación. Qué tonta. El cristal de fuego me quemó la mano y retrocedí para meterme de nuevo en la catedral, pero no antes de ver cómo todas las gárgolas reaccionaban. Tardaría mucho en olvidar el fulgor de sus ojos y sus bocas antes de empezar a escupir fuego. Fuego que cayó sobre la plaza, sobre la gente, líquido como si fuera agua.

En realidad, nunca lo olvidaría.

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Me tambaleé y caí hacia atrás. La vista se me tiñó de rojo y naranja.

Tonta, tonta, tonta. ¿En qué momento había creído que el fuego me dejaría en paz?

Contuve el inmenso impulso de cerrar los ojos —de cerrarme yo— hasta que todo pasara. Lo habría hecho de no haber notado ese dolor en la mano, la piel tirante y dolorida por la quemadura del cristal. Por alguna razón, me mantuvo alerta. Tenía que recordar dónde estaba y por qué, recordar lo que tenía que hacer antes de...

El círculo —murmuré. Apenas podía reconocer mi propia voz—. ¡El círculo! ¡Hay que romperlo!

¿Acabaría eso con el fuego? No me atrevía a esperarlo, pero sólo había una forma de averiguarlo. Me puse en pie como un resorte y, sin pensármelo dos veces, salté hacia la galería ayudándome de un Planeador. El tiempo corría. A cada segundo que pasaba, la lava bien podía estar devorando la plaza. Cogí aire, preparada para lo que sería acercarme a esa cosa, e invoqué la Llave Espada.

Su aura cálida y rojiza estuvo cerca de hacerme flaquear otra vez, pero respiré hondo y apreté la empuñadura con fuerza. «No todo el fuego es malo», me dije. Se lo debía, por lo menos, a Alanna. Si me dejaba bloquear ahora, no me lo perdonaría jamás. Y eso era lo último que quería.

Por favor, investigad el resto de la galería por mí —les pedí a Quasimodo y a Zac—. Me extrañaría que Andrei no hubiera dejado nada más y... Quién sabe, quizás encontramos algo que pueda sernos de ayuda.

«Y tengo la sensación de que esto no ha hecho más que empezar. Así que por favor, por favor, no os acerquéis al círculo.»

Esperé a que se alejaran un poco antes de conjurar la primera habilidad: Estela de chispas. Apunté al centro del círculo sin muchas esperanzas. La intención era afectarlo como fuera, que la fuerza de la habilidad hiciera... algo. Pero quizás era demasiado débil. Así que recurrí a lo más poderoso que tenía en aquel momento, Sonata. Traspasando los límites del círculo si hacía falta, descargaría una a una las cinco lanzas sobre él, sin apuntar a ninguna parte en concreto. Su poder destructivo podía ocuparlo entero, o eso suponía.

Si eso tampoco funcionaba, emplearía la Llave Espada. Nada más. Era el último recurso que tenía, tratar de dañar el propio suelo para deformar los dibujos sobre él. Si era poderoso, también, por lógica, debería perder su poder a la mínima infracción.

Daba igual cómo fuera. Tenía que romperlo. Aunque me dejara las uñas en ello. No saldría del círculo hasta conseguirlo.

«Por favor.»

Tenía que hacer algo.

«Rómpete.»

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^Yo al leer que volvían a colarme fuego en otra trama^

Ejem, sí, las habilidades...

Planeador (HC) [Nivel 4] [Requiere Elasticidad: 6]. Evita la caída planeando un tiempo determinado por el cielo.

Estela de chispas (HC) [Nivel 7] [Requiere afinidad a Rayo; Combate con armas blancas: 10]. Blandiendo un arma blanca, desata el poder del Rayo en un corte en zigzag con pocas probabilidades de causar parálisis a los enemigos.

Un éter(?)

Sonata (HC) [Nivel 22] [Requiere Afinidad a Rayo y Espacio; Combate con armas blancas: 40; Poder mágico: 20] [Personalizada]. Invoca cinco lanzas imbuidas en electricidad que llueven encima del enemigo con altas probabilidades de paralizar. No todas las lanzas tienen por qué dirigirse a un único objetivo.
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Re: Ronda 4

Notapor LightHelco » Vie Nov 03, 2017 2:22 am

—Vengo de parte del señor Febo y otros, no debe preocuparse, señorita Esmeralda —Dos intentó calmar a la mujer en caso de que su llegada la hubiera asustado.

Cortando las cuerdas y sosteniéndola en brazos, la droide volvió a despegar, pero en esta ocasión el aterrizaje le resultó más accidentado, ya que una gran bola de fuego intentó calcinarla junto a la gitana. Tuvo suerte de poder esquivarla a tiempo, pero al hacerlo, perdió todo control de sus alas y terminaron rodando por el suelo cerca de la catedral.

Bueno, el plan ha tenido un 70% de éxito, tampoco creo que podamos quejarnos, ¿verdad? —sonrió Dos agitando las alas y comprobando que aun tenía todo en orden.

Pero claro, con Andrei por la zona, era difícil decir hasta que punto aquello había sido un éxito.

Ay tuercas…

Se quedó sin palabras al ver como desde la catedral empezaban a caer cascadas de lava que acabarían con todo lo que estuviera alrededor. Dos podía decir que esa era una de las pocas veces en las que su corazón de metal la había hecho sentir miedo de verdad. Sus alarmas saltaron e incluso CUBO se puso a la total defensiva, en esta ocasión no podían hacer locuras, no podían arriesgarse más de lo debido, porque mientras un Sincorazón no iba a destruirla del todo, la lava fundiría hasta el último de sus tornillos. Un paso en falso y Dos sabía que desaparecería para siempre.

¡Ángel!

El grito y la sacudirá por parte de Esmeralda trajeron a Dos de vuelta a la realidad, una horrible y candente realidad eso sí. La mujer intento avisarle de algo, pero antes de que pudiera terminar de hablar, uno de los guardias corruptos apareció de la nada y ataco por sorpresa. Las dos pudieron esquivarlo, a la droide le tocó usar los últimos segundos de la sobrecarga para hacerlo y aquello lo notó tras que la energía se le acabara de golpe.

Podía sentir a CUBO moviéndose por todo su cuerpo, desesperado por sacar a la robot de aquella situación. Dos dejó la mente en blanco durante un instante y seguidamente extendió el visor sobre sus ojos para iniciar el combate. No podía dejarse llevar por la situación, tenía un objetivo y aun no lo había cumplido.

No debe preocuparse, señorita Esmeralda —. Hizo aparecer su espada de plasma en el brazo, mientras que con el otro apuntaba hacia el suelo —. Me ha llamado usted ángel y como tal, pienso llevarle de vuelta con el seños Febo aunque me quede sin brazo —. Dos sonrió de oreja a oreja, aunque posiblemente la mujer no la viera debido a la tela cubriéndole la parte inferior de la cara —. Agárrese a mi espalda, señorita Esmeralda, vamos a realizar un segundo vuelo.

Ya se había fijado en la presencia de los arqueros de tinta, pero no eran sus alas lo que iba a usar en esta ocasión. Además de que por algo estaba apuntando al suelo. Reuniendo gran cantidad de energía en sus piernas, y tras que la mujer se hubiera aferrado a ella, Dos pegó un enorme Salto e inmediatamente liberó otra pantalla de humo a la par que ascendía.

¿Sabía usted que esta era la técnica básica de los caballeros dragontinos? —rió mientras descendía rápidamente contra uno de los seres de tinta para golpearlo con fuerza con la espada.

Nada más le golpeara, saldría corriendo aprovechando la fuerza del impacto y el humo que había creado, tirando de la mujer tras de sí para alejarse todo lo posible de sus enemigos antes de que pudieran reaccionar. Si veía que las atacaban, usaría su espada para golpear al enemigo con una Hoja Electro+, mientras que CUBO se hacía cargo de volver a recargar las energías de Dos con otros dos Éteres más, necesitaba la posibilidad de seguir usando sus técnicas todo el rato y si tenía que consumir todas sus reservas lo haría.

Le era algo difícil guiarse entre toda la gente asustada, pero intentaría poner su objetivo en el callejón por el que había venido o si localizaba a algún aliado, dirigirse hacía él. Nuevamente atacaría con Hoja Electro+ si necesitaba volver a defenderse, pero su principal objetivo iba a ser llegar a una zona segura más que liarse a palos con los guardias.

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Acciones realizadas. Combina Salto con Pantalla de Humo:

▪ Salto (HC) [Nivel 13] [Requiere Doble Salto; Elasticidad: 12; Fuerza: 15]. Realiza un gran salto, mayor que Doble Salto, y acto seguido se abalanza sobre su enemigo desde el aire con mayor fuerza que un ataque normal, causando un gran impacto.

▪ Pantalla de humo (HC) [Nivel 6] El usuario despliega un espeso humo que le permite a este y a aliados cercanos esconderse o huir del enemigo. En espacios abiertos puede llegar a aumentar el radio de alcance

y usa una vez Hoja Electro+ para defenderse si es necesario. De seguido CUBO hace que Dos cargue las pilas con otros dos Eteres:

▪ Hoja Electro+ (HC) [Nivel 15] (Requiere Hoja Electro, Fuerza 16) El usuario realiza un corte descendente u horizontal causando daños considerables de elemento Electro. Probabilidadesmedias de causar parálisis.

Y si nuevamente necesita atacar, soltara otro Hoja Electro+.
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Ronda 5

Notapor Suzume Mizuno » Lun Nov 06, 2017 3:21 am

Grupo de Nanashi


El plan de Saito funcionó, más o menos. Algunos de los Defensores quedaron cegados, pero en un espacio tan pequeño no importaba mucho porque avanzaban y daban golpes con sus enormes escudos. Por otra parte, sus hechizos sirvieron hasta cierto punto… Solo que eran demasiados. Alice en seguida se vio apabullada y un golpe de refilón estuvo a punto de partirla por la mitad. ¡Si no fueran tantos, si tuvieran más espacio! Los Defensores eran un caos, chocaban entre ellos, atacaban con oscuridad —y, vaya, se golpeaban unos a otros con esas bolas si Saito y Alice eran lo suficiente rápidos para esquivarlas—, pero así era casi igual que si los hubieran localizado. O incluso peor, porque significaba que no sabían de dónde iban a venir los ataques. Un disparo acertó a Saito en una pierna y un golpe por la espalda lo arrojó al suelo.

De pronto, uno de los Defensores embistió a Alice y la arrojó contra Saito. Los dos cayeron hacia atrás, justo sobre uno de los escudos de las criaturas. Saito no tuvo tiempo de gritar, sintió cómo las mandíbulas iban a cerrarse sobre él… Y algo blanco cubrió su vista. Reconoció el canto de Garuda, que atacó directo a la cabeza de la criatura. Este soltó el escudo que cayó, pesado, detrás de Saito y Alice, dándoles el tiempo justo para que pudieran saltar sobre el Sincorazón y partirlo por la mitad. Por suerte, sin sus armas no eran tan resistentes.

Entonces escucharon una explosión. Saito no tuvo tiempo para ver qué sucedía, pero, más arriba, entre los naipes gigantes que flotaban sobre sus cabezas, Nanashi detuvo a Andrei y le sonrió con fiereza. ¿A dónde se creía que iba? Andrei torció la boca, hizo crujir el cuello y se elevó sobre su naipe.

Bien. Si iban a jugar… Andrei hizo aparecer el cristal de fuego, jugueteó con él un instante y luego juntó las yemas de los dedos pulgar e índice y los acercó a la boca. Como un niño que quiere hacer pompas de jabón. Solo que, lo que surgió, fue una brutal llamarada que traería ciertas reminiscencias de un dragón.

Nanashi levantó una barrera, pero ni aun así logró evitar que aquella brutal fuerza la envolviera. Con una mano arrojó una lanza de luz que Andrei esquivó por muy poco, sin dejar de vomitar fuego. Entonces, el naipe bajo sus pies desapareció. La mujer soltó un grito de alarma cuando cayó entre las llamas y dos alas surgieron a su espalda. Al escapar, Andrei se arrojó sobre ella y la acertó en todo un costado. Giró sobre sí mismo y arrojó a la mujer hacia lo alto. Andrei volvió a hacer el gesto y le guiño un ojo a la Maestra, cuyo vestido ardía y la cabellera también. Dejaba detrás de sí un importante rastro de olor a carne quemada.

Sabes que nunca me gustó jugar limpio.

¡No!

Garuda, que se había alejado del combate y desaparecido debajo del tejado, reaccionó ante la voz de Armand (que también vino de abajo. ¿Quizás estaba asomado a una de las ventanas?). Voló directo contra Andrei y, aunque este desvió el fuego, Garuda no era una flecha. Esquivó la columna de fuego y lo atacó directo a la cara. Andrei soltó un alarido de dolor, el fuego estalló alrededor de ambos como una flor y Nanashi pudo planear con alas de luz de vuelta al edificio. De inmediato, los Defensores se abalanzaron sobre ella.

Andrei, por su parte, abrasó a Garuda, que se consumió en una llama. Nanashi soltó un alarido de dolor y se apretó el pecho, doblándose por la mitad. El joven cayó hacia atrás pero se elevó en el glider y, cuando lo hizo, tenía a Armand cogido, pasándole un brazo por el cuello. Andrei, con un ojo sangrando y en muy mal estado, sonrió a Saito.

Así que vosotros también hacéis trampas, ¿eh? ¡Un tres contra uno es demasiado! No se preocupe, Eminencia. Le voy a mandar a donde pertenece.

Y lo soltó. Armand se precipitó con un grito hacia la plaza. Saito pudo verlo con claridad. Nanashi todavía estaba doblada por la mitad, y luchaba por incorporarse para defenderse. Alice no podía volar. Él sí. Andrei, por su parte, se apretaba el ojo destrozado para efectuar un hechizo sanador.

No había tiempo para pensar. Tres opciones. Solo podía elegir una.


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Saito
VIT: 80/92
PH: 56/56


Grupo de Ryota



Zac y Quasimodo obedecieron de inmediato a Celeste, aterrorizados pero precisamente por eso dispuestos a escuchar las órdenes de alguien que al menos pareciera saber lo que hacía.

En efecto, la estela de Celeste no hizo mucho. Al menos, al círculo. Y lo que sucedió a continuación no le dio tiempo a emplear Sonata.

Este, por otra parte, comenzó a resplandecer y del diseño de sus glifos y figuras geométricas apareció de súbito… tinta. Tinta que comenzó a acumularse en una figura que se manifestó en su centro. Un gigante pálido y cabellos albinos, protegido por una deteriorada armadura. No parecía capaz de levantarse sobre sus piernas pero, aun así, con solo ponerse de rodillas superaba con diferencia los dos metros de altura. Un extraño casco le cubría los ojos y, en la mano, llevaba una espada dos veces más larga que la propia Celeste.

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Parecía ciego, pero Celeste ya sabía a esas alturas que las criaturas de tinta de Karel no obedecían a las reglas de los seres vivos.

El caballero abrió la boca, de la que no emergió ningún sonido y, entonces, a una velocidad ridícula para su tamaño, cargó adelante y dio un tajo que por poco cortó por la mitad a Celeste.

Pero no se salió del círculo, así que la chica se salvó. Zac la cogió de la ropa y tiró de ella hacia atrás, con los ojos abiertos de par en par y la piel cenicienta de la impresión. Quasimodo, armado con uno de los pebeteros, se plantó al lado de ambos. Intentó tartamudear algo, pero no le salieron las palabras.

Ahora, la pregunta era… ¿No se alejaba porque no quería o porque no podía salir?

*


Dos y Esmeralda —que no pudo contestar a la pregunta de Dos porque en medio de los alaridos no oía nada— se llevaron por delante a uno de los seres de tinta, que se deshizo por el impacto. Con una pantalla de humo tras ellas, pudieron avanzar rápido, esquivando los golpes, hasta que…

¡DOOOS, SAITO! —gritó—. ¿¡Dónde estáis?!

Dos descubrió a su compañero no tanto por sus gritos como por el estruendo de la ametralladora. Porque Simbad había cargado contra el bloqueo y, a duras penas, había logrado despejar el camino. Contó mucho la ayuda de Ryota, que se detuvo un momento para levantar un pequeño tornado que arrojó por los aires a las criaturas y permitió que Simbad les acertara. El muchacho se llevó algún que otro tajo en las piernas y el pecho, en especial cuando hizo un mal cálculo y no le dio suficiente magia para hacer Cerberus. Las criaturas volvieron a la carga y Simbad decidió sacar su arma. La gente, aterrorizada, aulló. Aunque pretendiera no hacer daño a nadie, estaba en medio de una plaza que huía por su vida de una lava que lo devoraba todo. Los extremos de la misma, como donde se encontraba Simbad, eran los más repletos, donde la gente pisaba, mordía y golpeaba por abrirse paso.

Y comenzaron a caer los cuerpos. Simbad no sabría bien si fue culpa suya, de las criaturas de tinta o de la propia multitud, pero el caso es que la gente empezó a caer y a ser aplastada por la turba.

Ryota tuvo que coger a Simbad, a quien un ciudadano dio un puñetazo en la cara que le hizo crujir el pómulo. y dar un enorme salto para evitar que los aplastaran porque empezaron a cargar incluso contra las criaturas con tal de intentar sobrevivir. Gracias a eso, llegaron a una zona algo más despejada y vieron cómo Dos corría con Esmeralda y los guardias corruptos venían tras ellas. Uno de ellos logró alcanzar a Esmeralda. La mujer se giró y, con una agilidad impresionante, le asestó un rodillazo bajo la barbilla. Luego dio un cabezazo y, aunque no logró tumbarlo, sí que ganó unos instantes para librarse de su alcance. Pero esos monstruos no se detenían porque sí y volvió a la carga.

¡ESMERALDA!

Ella se volvió, con una desgarrada expresión de esperanza y rompió a llorar de alivio al ver cómo Febo atravesaba por detrás al soldado. Luego se arrojaron a los brazos el uno del otro. Otro guardia corrupto los habría alcanzado de no ser porque Raphaël apareció justo a tiempo con su espada.

¡No es el momento! ¡Tenemos que…!—No se supo qué tenían que, porque Raphaël vio a Simbad y se quedó mudo. Sin duda, tras todo aquel tiempo, había imaginado lo peor. En cualquier caso, no tuvo tiempo para entender lo que estaba sucediendo, porque los demás guardias los alcanzaron y tuvo que defenderse de ellos.

En ese instante, un Portal de Luz se abrió de pronto delante de Simbad y Ban, que cruzaba lo más rápido que podía, se dio de bruces contra el muchacho. Por poco se le cayó la pólvora y el polvo mágico.

Tendrían poco tiempo para explicar lo que estaba sucediendo. Por suerte, la Luz del Portal llamó la atención de Dos, así como de… Bien, de los monstruos de tinta y los soldados, que corrieron a rodearlos.

Ryota, que aún corría junto a Simbad, rechazó a dos de las criaturas de tinta de un impulso de viento que los envió volando por los aires, y se volvió hacia Ban:

¿Lo has traído? ¡Bien, olvida las puertas! Vamos a por esas malditas gárgolas.—Ryota atrajo a los aprendices y dijo—: Elegid ahora. Celeste necesita ayuda en el interior de la catedral para romper ese círculo. Si sigue adelante, consumirá una gran cantidad de oscuridad y no quiero pensar cómo eso afectará al Corazón. Liberando a esta gente, puede que haya menos, pero ya es… tarde. Cada uno debe aceptar su propia batalla, así que quien venga conmigo ¡que use el glider, vamos!

Si Andrei pretendía destruir el mundo como tal, entonces poco importaba que desvelaran todas sus cartas. Ryota ascendió a una distancia prudencial, porque la maldita catedral seguía repeliendo magia. Prácticamente tuvo que hacer un salto de fe, pero se las apañó para caer sobre el puente entre las torres. Luego, de un ágil salto, se situó sobre una de las gárgolas. Sacó un poco de pólvora y algo de polvo mágico y lo arrojó contra la lava al tiempo que saltaba atrás para que las criaturas de tinta de Andrei no lo cortaran en pedazos. La explosión fue tan brutal que la gente aulló y cayó al suelo, aterrorizada. En el lugar de la gárgola solo quedó una herida roja. Ryota se arremangó y empezó a trabajar.

Al menos una persona —en realidad dos sería apropiado— deberían ir a la catedral para intentar eliminar ese círculo. Al fin y al cabo, quien se quedara abajo contaría con el apoyo de Esmeralda, Febo, Raphaël y buena parte del resto de gitanos. La gente moría bajo las armas de los soldados y las criaturas de tinta pero, aun así, intentaba escapar con desesperación. Al menos, si Ryota daba permiso para usar el glider, significaría que había libertad total para la magia, ¿no?


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Celeste
VIT: 23/23
PH: 30/52


Simbad
VIT: 73/88
PH: 47/66


Dos
VIT: 30/40
PH: 0/44




Faltas:

-Astro 1



Fecha límite: jueves 9 de noviembre.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor H.S Sora » Jue Nov 09, 2017 7:41 pm

No podía hacer nada absolutamente nada para apartarme ahora que estaba apoyado sobre aquella trampa mortal. La mandíbula del escudo de aquel Sincorazón iba a cerrarse de un momento a otro y me veía incapaz de reaccionar. Bloqueado, sin tiempo, ni siquiera fui capaz de gritar.

Algo pasó por delante nuestro a una velocidad apabullante. Reconocí el sonido del animal, que obligó al Defensor a soltar el escudo. No nos lo pensamos dos veces y lo asaltamos, entre el golpe de Alice y el mío pudimos acabar con él.

El sudor perlaba mi frente y quise agradecerle su ayuda a Garuda cuando la explosión llamó mi atención. No podía ver nada a través del fuego, y los Defensores seguían rodeándonos. A pesar de haber cegado a unos cuantos, no había servido de nada. Estos se limitaban a avanzar y a golpear con el escudo, haciendo el cerco cada vez más pequeño, mientras que los que podían seguir viendo combinaban sus ataques.

Arrugué el ceño y me llevé una mano a la pierna. Dolía pero aguantaría. Si pudiéramos quitarles los escudos como había hecho Garuda…

Entonces lo vi, y empalidecí de golpe. Andrei estaba escupiendo fuego, a bocanadas, como un maldito dragón. Como Maléfica. Quise salir al momento, pero el impacto del escudo de un Sincorazón me echó hacia atrás mientras Alice lo repelía como podía.

«¡No puedes distraerte!»

Estábamos rodeados, y no parecían querer dejarnos escapar. La imagen de la Maestra en llamas fue una de las peores que pude grabarme en la cabeza, y probablemente nunca la olvidaría. El olor a quemado, a carne humana quemada, me revolvió el estómago. Saavedra no quería dejarla escapar y yo me veía impotente.

Pero tenía que hacer algo, lo que fuera.

¡No!

Todo fue muy confuso. La voz de Armand vino de abajo, y Garuda salió disparado también desde ahí, en dirección a Saavedra. El grito de dolor de este último fue lo único que consiguió animarme antes de que el fuego los envolviera a ambos. Nanashi llegó entonces al tejado planeando con sus alas, y salí corriendo en su dirección mientras los Sincorazón la ponían en su punto de mira.

«¡Ven conmigo, Alice!»

Había que ayudar a la Maestra, pero me percaté entonces de que Andrei había desaparecido. O al menos lo hizo por poco tiempo. Volvió montado en su Glider, pero no estaba solo. Frené en seco, mientras se me paraba el corazón. Mientras Armand quedaba como un títere a su merced.

A pesar de tener un ojo destrozado, sonreía.

«No. No, no. No, no, no.»

Le agarraba con la misma intención que había tenido Mateus Palamecia en su día conmigo, aunque ya hiciera años de eso. No estábamos en Notre Dame, pero tampoco era la primera vez que le ponía en peligro. Era capaz de imaginarme bien el vértigo que el Cardenal debía sentir en aquel momento.

Así que vosotros también hacéis trampas, ¿eh? ¡Un tres contra uno es demasiado! No se preocupe, Eminencia. Le voy a mandar a donde pertenece.

¡SAAVEDRA, NO!

Y le soltó. No sé cómo pero, aún preso del pánico, llegué a ponerle un Elixir a Alice en las manos.

«¡SÁLVALA Y APÁRTALA DE LOS SINCORAZÓN!» grité para mis adentros, con los ojos a punto de estallarme en lágrimas.

Invoqué mis Alas del Anochecer y salí disparado, evitando pasar cerca del General de Xihn, aunque parecía muy ocupado curándose su maldito ojo. Aceleré todo lo que pude.

No podía fallarle, no después de todo lo que habíamos pasado. De que confiara en mí.

Cuando estuviera lo suficientemente cerca emplearía el Rex Nominis Umbra y estiraría los tentáculos todo lo posible hasta cogerle en brazos. Pero no le dejaría caer.

Una vez que estuvo bien cogido, pude contemplar con mudo horror lo que estaba sucediendo, en lo que se había convertido la ejecución de Esmeralda. Parecía que no le importaba ni su propio mundo.

«Es un maldito monstruo.»

Subí arriba sin perder el tiempo. Atravesé una ventana situada a una distancia prudencial del tejado y del suelo, y dejé a Armand. Luego le tendí una Poción.

¿Estáis bien Eminencia? —pregunté—. Necesito que os quedéis aquí.

»Gracias por salvarme antes, pero no puedo dejar que volváis allí arriba. —Me incliné y besé sus manos. Quizá con sus bendiciones tuviera más suerte esta vez.

Salí pitando hacia el tejado mientras bebía un Éter. A aquellas alturas Alice estaría a punto de desaparecer y Nanashi estaría sola frente a los Sincorazón y al bastardo de Andrei.

La sangre me hervía. No era capaz de hacerle daño, y lo sabía. La única que podía hacerlo era Nanashi pero aún así necesitaba intentarlo. Apliqué Dolor Abisal a otro Defensor y volví a enlazarlo con el General de Xihn. Quizá los estados alterados no le afectaran... pero el dolor físico tenía que funcionar.

Aprovechando que estaba en el aire, cogería al Sincorazón enlazado con los tentáculos y lo lanzaría fuera del tejado. En el caso de que pesara demasiado, lo arrastraría por los hombros hasta tirarlo. La caída tenía que ser dolorosa para el Sincorazón, pero esperaba que lo fuera más para Andrei.

Me quedaría en el aire y trataría de defender a Nanashi de los ataques de los Defensores interponiendo mi Llave Espada mientras ella se encargaba de Saavedra.

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—Elixir x1

Alas del Anochecer (HM) [Nivel 14] [Requiere Habilidad Alas del Equinoccio; Poder Mágico: 15]. Crea unas alas de Oscuridad adosadas a la espalda que permiten planear a gran velocidad o volar. Dura un máximo de tres posts. Afín a Oscuridad.

Rex Nominis Umbra (HM) [Nivel 27] [Requiere Afinidad a Oscuridad; Baile de Sombras; Poder Mágico: 40]. El usuario hace que su sombra se sitúe en sus lumbares y la ramifica en cuatro tentáculos moldeables que pueden utilizarse para diversas tareas (atacar, agarrar…). Son débiles a la Luz. Desaparecen tras dos rondas o con un ataque físico o mágico de nivel superior.

— Poción x1

— Éter x1

Dolor Abisal (HM) [Nivel 21] [Requiere Afinidad a Ilusión; Mareridt]. El usuario enlaza un máximo de dos enemigos, haciendo que sientan el mismo daño e incapacitaciones durante dos turnos cuando se les ataca a pesar de que solo los reciba uno. Al acabar esta conexión todos los estados alterados y daños que no hayan sufrido como tal los individuos desaparecen.
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Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
H.S Sora
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor Astro » Jue Nov 09, 2017 9:37 pm

¡Au!

Llegar a París y darte un cabezazo contra Simbad no estaba pagado. Al menos, el camino de vuelta a la Cité había sido más estable que los portales anteriores. A veces Fátima Lafastidiosa hacía cosas bien.

Todavía recuperándose del golpe (aunque era digital, el dolor seguía estando ahí, para su desgracia), intentó ponerse al día con lo ocurrido en su ausencia. Al parecer, alguien había decidido jugar a la versión más auténtica de "El suelo es lava", y chorros de magma caían desde la catedral directos hacia al plaza. Súper divertido. El caos reinaba después de que hubieran salvado a Esmeralda, porque los poseídos y los monstruos de tinta atacaban a diestro y siniestro a los parisinos.

En cuanto le explicó a Ryota lo que había traído (haciendo hincapié en que no fuese idiota y nunca mezclase los polvos mágicos y la pólvora antes de tiempo), el maestro dio órdenes. Debían entrar en la catedral para deshacer un círculo mágico (¿parecido al de China con los obeliscos?) que estaba infectando el corazón del mundo de mala manera.

Después de ir de excursión de propio, no me voy a quedar sin ver la catedral por dentro mientras todavía está entera. Yo voy dentro —declaró, ya buscando con la vista por dónde debería ir con el glider para entrar—. ¿Alguien más?

Esperaría para ver si alguno de los otros portadores se sumaba, mientras repartía entre Ryota y él los polvos y la purpurina mágica. Vació dos pociones para poder tener frascos de sobra donde meter los polvos y que no hubiera riesgo ni de que se juntaran por error ni que perdieran algo mientras se movían.

Invocó el glider, y salió disparado hacia el interior de Notre Dame, esquivando cualquier ataque que pudiera recibir durante el vuelo. Una vez dentro, buscaría a toda prisa a Celeste, que debía estar cerca del círculo que buscaban. Cuando lo hiciera...

¡Celeste! ¿Dónde está el cír...? Oh. —Se paró en seco al verlo, sobre todo por la criatura que habitaba encima—. Qué cosa más fea.

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Se puso en guardia, pero se dio cuenta que el monstruo no atacaba a menos que se acercaran. Parecía proteger el círculo, pero también podía ser que estuviera sellado dentro. Fuera como fuese, ese círculo debía desaparecer cuanto antes.

Tenemos que destruir el círculo ya, órdenes de Ryota. Hace daño al corazón del mundo o lo que sea. Por suerte para nosotros, traigo una purpurina mágica que combinada con pólvora solucionará todos nuestros problemas. De venta en su hada más cercana.

Sacó los botes, haciendo señas a los otros para que se alejaran un poco. Él podría reformarse si por un casual la explosión mágica le dejaba sin cabeza, pero seguramente los demás no.

»Imagino que a esa cosa de dentro no le hará gracia, así que estad atentos y tal.

No dudó, ni dejó que los demás apenas se prepararan. Un poco de ambos polvos, un glitch-jump para moverse por sorpresa a un lado del círculo, y arrojó la pólvora mágica contra el suelo. Procuraría saltar hacia atrás en cuanto lo hiciera para evitar recibir daños, pero lo primero sería asegurarse de que llegaba a tener efecto la purpurina.

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▪ Glitch jump (HC) [Nivel 10] [Requiere Cuerpo Digital; Reflejos: 15; Velocidad: 15; Elasticidad: 15]. El cuerpo del usuario se descompone en datos durante un instante, reformándose al momento a una distancia máxima de dos metros. Útil para esquivar o sorprender al enemigo.
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor Denna » Vie Nov 10, 2017 1:48 am

Empezaba a cargar Sonata, tan tensa que temía romperme yo antes que el círculo, cuando éste empezó a brillar. Y no para bien.

Retrocedí enseguida, incapaz de apartar la mirada de la tinta que empezaba a acumularse y a formar... algo. Una figura. Antes de que pudiera darme cuenta, un hombre gigantesco y cubierto por una armadura había aparecido, arrodillado, en el centro del círculo. No me hizo falta clavar la vista sobre la inmensa espada en llamas que portaba para leer sus intenciones, pero aún así la esquivé sólo por los pelos, y Zaccharie me empujó hacia atrás, bien lejos de su alcance.

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«Es... ¿es ciego?», pensé, fijándome en el casco que le tapaba los ojos. Retrocedí un poco más. Era una criatura de tinta, de manera que no tenía por qué, pero deseé que lo fuera sólo por pura maldad. Y eso que tampoco es que necesitara ver. Le bastaba con zarandear esa monstruosa espada para matarnos de un golpe y...

¡Celeste! ¿Dónde está el cír...? Oh. Qué cosa más fea.

Me di la vuelta tan deprisa que me hice daño en el cuello.

¡Bitron! ¡Y Dos! —exclamé, no muy segura de que hacían ahí. ¿Acaso la ejecución...?—. ¿Qué ha pasado en la plaza?

Por poco no me eché a llorar de alivio cuando Dos respondió. Sin embargo, nuestra situación no era nada comparada con el horror que debían estar viviendo ahí abajo, y enseguida les puse al corriente sobre el círculo y la criatura de tinta.

Tenemos que destruir el círculo ya, órdenes de Ryota —dijo Ban—. Hace daño al corazón del mundo o lo que sea. Por suerte para nosotros, traigo una purpurina mágica que combinada con pólvora solucionará todos nuestros problemas. De venta en su hada más cercana.

Sea lo que sea eso, apunta al gigante. Ahora mismo es mucho peor que cualquier círculo, y no me gustaría tenerlo correteando por aquí —señalé.

Me mordí la lengua para no hacer ningún comentario despectivo. ¡Si tan sólo hubieran llegado con los malditos explosivos diez minutos antes...! Respiré hondo e hice señas a Quasimodo y a Zaccharie para que se cubrieran. No sabía hasta qué punto era potente esa cosa, pero si se parecía a lo que había visto en su día, haría falta algo más que un poco de distancia. Sólo esperaba que Bitron y Dos supieran lo que se hacían porque, sin magia, no tenía nada con qué protegerles.

Antes de que Bitron pasara al ataque, invoqué la Llave Espada y arrojé un Tiro mortífero contra el gigante, con la intención de aturdirlo —o despistarlo— aunque fuera sólo un momento para que no levantara la espada contra él.

Quizás era demasiado pedir, pero realmente esperaba que la explosión dañara de gravedad a la criatura. Por si acaso, tendría preparada Sonata de nuevo con la intención de retenerlo, como mínimo. Y si ni siquiera eso surtía efecto...

Ayudadnos —les pediría a Quasimodo y a Zaccharie—. Aunque esté ciego de verdad, si escapa... A m-menos que caiga fuera, sobre la lava...

Callaría de repente. ¿Podríamos atraerlo lo bastante hacia esa ventana como para cayera por ahí? Imposible. Si teníamos que deshacernos de él, tendría que ser dentro de Notre Dame.

Por mi parte, iría adónde más se me necesitara. Quizás Bitron o Dos tenían problemas para escapar del alcance del gigante, y en ese caso les ayudaría a subir al segundo piso.

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Para Lorian, con amor:

Tiro mortífero (HC) [Nivel 15] [Requiere Puntería: 13]. Lanza el arma hacia los enemigos, siendo capaz de causar aturdimiento.

Y en caso de que no muera con la explosión, Celeste se toma un Éter y:

Sonata (HC) [Nivel 22] [Requiere Afinidad a Rayo y Espacio; Combate con armas blancas: 40; Poder mágico: 20] [Personalizada]. Invoca cinco lanzas imbuidas en electricidad que llueven encima del enemigo con altas probabilidades de paralizar. No todas las lanzas tienen por qué dirigirse a un único objetivo.

y esto para subir/ayudar a subir en caso de necesidad:

Gran alcance (HC) [Nivel 9] [Requiere Afinidad a Espacio; Elasticidad: 15; Habilidad Doble salto]. Transporta al usuario a una localización que tenga a la vista. No puede atravesar paredes ni ningún tipo de materia orgánica. Combinado con Doble salto puede escalar muros y trepar a sitios altos.
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor LightHelco » Vie Nov 10, 2017 3:06 am

Buff, en cuanto llegue al Castillo me pongo en modo hibernación —jadeó Dos tras que salieran de la plaza Esmeralda con vida y ella con todas las piezas en su sitio.

Aunque al menos había cumplido con su objetivo. La mujer estaba de vuelta con el grupo de rebeldes y sin ninguna quemadura, todo un logro a sabiendas que casi les cae un río de lava encima. Dos sacudió la cabeza para intentar borrar esa imagen de ella.

Simbad, gracias por echarnos un cable ahí afuera, no veas la que hay montada entre la lava, los solados, la lava, la gente corriendo, la lava, los bichos feos esos de tinta y la lava —agradeció la droide repitiendo innecesariamente aquello que la mantenía en alerta en esos momentos.

Tampoco tuvieron mucho tiempo para decirse más cosas, ya que entre la accidentada llegada de Bitron y la orden del Maestro Ryota para que ayudaran con los problemas que habían tanto dentro como fuera de la catedral, se tuvieron que poner en marcha en seguida.

Eso sí, a Dos le llamó la atención que tras tantas medidas de seguridad para taparla a ella, ahora el Maestro se pusiera a andar con el glider. ¿Significaba eso que podía dejar de cubrirse con la ropa? ¡Fantástico! Ni se lo pensó y en nada ya había tirado al suelo tanto los incómodos pantalones como la tela que le cubría la cara. Se tuvo que dejar la túnica por dificultades técnicas al quitársela con las alas aun sin plegar, aunque sí que se bajó la capucha.

Señor Febo, señorita Esmeralda —se dirigió a ellos ignorando el cómo se podrían tomar ya el que tuviera tanto cola, como unas piernas para nada humanas —. Intenten ponerse a salvo lo antes posible, no se esfuercen en luchar contra esos hombres y los arqueros que los acompañan, céntrense en huir.

Con aquello dicho, la portadora invocó su modesto glider y ascendió para ver si podía colarse en la catedral. Usando el zoom de sus ojos, buscó de alguna ventana que no tuviera vidrieras, que tampoco era ponerse ahora a destruir todo lo que se encontraran a su paso.

CUBO, voy a necesitar más energía ¿Qué tal vamos con nuestras reservas? —preguntó a Dos extendiendo bien sus alas para llegar sin problemas al interior.

Aun contamos con suficientes tanques de energía, aunque informo que la batería está descendiendo rápidamente y no le queda mucho tiempo

¿Cuánto exactamente? —insistió activando otros dos Éteres y calentando motores.

Una hora y quince minutos si no te excedes en uso de funciones

Bah, sobran la mitad, ya me habías asustado y todo —sonrió juguetona —. Pues venga, ¡a salvar un mundo que vamos!

Dos saltó del glider que desapareció al instante y usando las alas, planeó hasta el interior del edificio, en cuanto estuviera dentro aterrizaría junto sus compañeros y plegaría un poco las alas para no asustar a los dos parisinos que vio junto a Celeste.

Iba a preguntar a la portadora para que le pusiera al día, pero en cambio se quedó mirando con mucha curiosidad y sorpresa al ser que se estaba aguardándolos dentro de un círculo en el centro de la planta.

Como dudo que se haya vuelto una invocadora de demonios en esta última hora, voy a dar por hecho que ese ser de ahí es un enemigo con muy malas pulgas que quiere hacernos daño —señaló Dos antes de que Celeste le preguntara sobre que estaba ocurriendo fuera —. Pues la cosa es que estaba intentando salvar a la señorita Esmeralda y ya casi cuando lo tenía empezaron a caer ríos de lava desde la catedral y entonces unos soldados y monstruos de tinta empezaron a empujar a la gente hacia estos y la gente corría y los rebeldes empezaron a atacar y la lava seguía corriendo por la plaza y había más gritos y gente pisándose y no sé porque Simbad estaba haciendo uso de un arma de fuego automática, porque había mucha gente ¡y mucha, muchísima lava! —lo soltó todo de sopetón casi sin hacer pausas, lo bueno de no necesitar respirar para hablar, y siendo incapaz de quitarse de la cabeza la imagen de ella misma quedando derretida.

Celeste les informó inmediatamente sobre la criatura que se encontraba en el círculo y Bitron se lanzó al instante a probar su polvo de hadas para ver la reacción. Dos por su parte, desplegó el visor sobre sus ojos para ir tomando notas sobre el lugar. Por lo que había dicho la portadora, aquel enemigo parecía ser muy peligroso en las distancias cortas y Dos justo se centraba en el combate cuerpo a cuerpo, pero era inseguro de que pudiera soportar el peso de aquella mole.

Mirando a su alrededor, se fijó en las seis enormes lámparas que colgaban cerca del circulo. Por probar…

Señorita Celeste, voy a intentar atacar desde las alturas, cuando les de la señal, les pido que se aparten del enemigo, ya que podría ser peligroso —pidió Dos volviendo a extender sus alas.

Mientras el resto realizaban sus acciones, la droide se elevó hasta alcanzar una de las lámparas y posarse con cuidado en ella. Su plan era sencillo, haría que la lámpara se balanceara hasta que pudiera estar apuntando al círculo y con ello al monstruo de tinta que había en él.

¡Ahora! —gritaría para después cortar con su espada de plasma la cuerda que la sostenía y hacerla caer sobre este.

En caso de que el enemigo intentara defenderse o no sirviera de mucho, usaría una Hoja Electro+ haciéndola pasar por el metal del que estaba hecha la lámpara, para así aumentar la potencia de la descarga que pudiera causar el ataque.

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Dos vuelve a usar dos Eteres para recuperar todos sus PHs

Usa Planeador para llegar a la catedral desde el glider (es un y esta justificada en el aspecto del personaje, asi que supongo que no se vera afectada por la barrera):

▪ Planeador (HC) [Nivel 4] [Requiere Elasticidad: 6]. Evita la caída planeando un tiempo determinado por el cielo.

Para llegar a la lampara:

▪ Vuelo Propulsado (HC) [Nivel 14] (Afinidad a Fuego, Alas, Cuerpo Robótico) Desplegando unas alas mecánicas y ayudándose de algún propulsor, el usuario puede despegar y moverse en el aire durante un máximo de tres post.

Y para atacar al ser:

▪ Hoja Electro+ (HC) [Nivel 15] (Requiere Hoja Electro, Fuerza 16) El usuario realiza un corte descendente u horizontal causando daños considerables de elemento Electro. Probabilidades medias de causar parálisis.
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Re: Ronda 5

Notapor xXOrbOOkXx » Vie Nov 10, 2017 4:12 am

Tenía la garganta seca, y el calor comenzaba a ser insoportable. Las armas se me resbalaba, pero no sabía si sudaba por eso o por miedo. Miedo de perder a París. Miedo de que más inocentes murieran, de que la resistencia muriera. Todavía sentía la escena como ralentizada, como si en realidad yo no estuviera allí, y estaba seguro de que de un momento a otro me iba a desplomar de pura angustia. Pero tenía que seguir firme. Recordé 1014 y todos los esfuerzos por sacar a mi gente adelante. Pero sobre todo recordé todos los errores que había cometido.

Despejar la zona fue difícil e infructífero. Eran demasiadas criaturas, y para colmo, calculé mal y no pude invocar a Cerberus, lo que me ocasionó tajos que parecían hechos al rojo vivo. Siseé de dolor. Pronto tuve que sacar la metralleta, pero casi fue peor. Aunque intentaba apuntar a los monstruos de tinta, estaba claro que en una zona donde la gente se aglomeraba atropelladamente histérica era tarea casi imposible. Pronto los cuerpos comenzaron a caer. Apreté los dientes.

Alguien me dio un puñetazo. El golpe no me sacó del trance, pero dolió. Ryota fue quien me sacó de la turba. Ya le debía dos. Una por esta y otra por la lava. Si le debía la vida a alguien, él sería el segundo de la lista.

Mierda —maldije en cuanto vi a los ciudadanos cargar contra las criaturas—. ¡Tenemos que...!

¡ESMERALDA!

Me giré de súbito. Un ramalazo de alivio me cruzó de parte a parte. Bien cierto era que los soldados les pisaban los talones, pero habíamos encontrado a Esmeralda. Dos iba con ella, y me alegré de ver que ninguna de las dos estaba especialmente malherida.


Simbad, gracias por echarnos un cable ahí afuera, no veas la que hay montada entre la lava, los solados, la lava, la gente corriendo, la lava, los bichos feos esos de tinta y la lava —agradeció Dos, pero no pude responderle.


Febo abrazaba a la primera, que sollozaba de alivio. Un soldado sollozaba junto a ellos. Me lancé contra él con la guadaña en ristre, sin pensármelo dos veces.

¡No es el momento!

Entonces todo se paró. Y volvió a comenzar. De repente el mundo pareció descubrirse. Fue cuando escuché los gritos, vi los colores rojos de la sangre, vi el esfuerzo, los sacrificios. Volvía a estar en 1014. Volvía a estar en la resistencia dando todo mi esfuerzo: peleando, pensando en planes para atacar. Volvieron las largas noches en vela, el cansancio, la angustia, el frío eterno. Pero al final de cada noche siempre estaba el amanecer. Volvieron las risas, el olor a violetas, las conversaciones de madrugada, las camas mullidas, la música, los libros, el placer.

Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene.
Al verla se ha levantado
el viento que nunca duerme.


No esperaba encontrármelo. Es más, preferiría no habérmelo encontrado nunca. Dos años. Dos puñeteros años esperando poder volver a verle y ahora no sabía cómo reaccionar, pero mi admito que mi primer impulso fue abrazarle, y explicarme, y pedirle perdón por todo. No pude.

Un tajo en la espalda me hizo volver a la realidad. Estábamos en la guerra, ahora lo sabía. Ahora lo tenía claro. Miré con valía a la catedral, con toda la aprehensión evaporada. Todo se veía mucho más sencillo, mucho más claro. Estaba en la Orden, y ellos lucharían a mi lado. Recordé el fracaso de mi examen a maestría. Ariasu tenía razón: tenía que confiar en mi equipo. Tan difícil...

Señor Febo, señorita Esmeralda —se dirigió a ellos ignorando el cómo se podrían tomar ya el que tuviera tanto cola, como unas piernas para nada humanas —. Intenten ponerse a salvo lo antes posible, no se esfuercen en luchar contra esos hombres y los arqueros que los acompañan, céntrense en huir.

Eso es justo lo que estábamos intentando hacer, pero para ello había que abrir un puñetero agujero. Suspiré, frustrado, antes de chocarme de bruces. Por un momento pensé que había sido algún parisino, pero no. Era Ban. Justo a tiempo.

Elegid ahora. Celeste necesita ayuda en el interior de la catedral para romper ese círculo. Si sigue adelante, consumirá una gran cantidad de oscuridad y no quiero pensar cómo eso afectará al Corazón. Liberando a esta gente, puede que haya menos, pero ya es… tarde. Cada uno debe aceptar su propia batalla, así que quien venga conmigo ¡que use el glider, vamos!

Estuve a punto de invocar el glider y seguirle, al igual que Ban y Dos. Sin embargo, al otro lado de la plaza estaría a Andrei. Hubiera matado por tener su corazón en mis manos. Tenía dos caminos a elegir, ambos igual de peligrosos. Pero sería en ellos donde podría elegir el destino de la Cité, porque si caía por mi culpa no me lo perdonaría jamás.

Pero me quedé. Me quedé porque no solo tenía que aprender a confiar, sino también a proteger.

¡Esmeralda! —grité en el fragor de la lucha—. ¡Necesito que intentes reorganizar la resistencia para evacuar la plaza ya! —me dirigí hacia Febo—. ¡Pero antes necesitamos librarnos de los monstruos lo antes posible para hacer más hueco! ¿¡Hay más gente armada?! ¡Y después quiero que salgáis por patas TODOS! ¿¡Entendido?!

»¡Necesito vuestra ayuda!

Porque tenía que confiar en mi equipo. Porque daba igual si mi equipo era la Orden o la gente de París. Daba igual que me empeñara, yo solo no podía hacerlo. En parte me tensaba, porque era mandar a civiles contra soldados, pero no había otra opción. Maldita sea, si tan solo tuviera más tiempo...

Si Andrei quería fuego, habría fuego. Invocaría a Farenheit y me tomaría dos éteres.

«Astaroth: Por el pacto que realizamos, ¡exijo tu poder!»

Pentaculum consumió mi cuerpo. Dos gigantescas alas amanecieron en mi espalda. Fue como estirarse después de estar tanto tiempo encogido, pero no era eso lo que me interesaba. Volví a ingerir otro éter. Lupus forma. El lobo aparecería centelleante, y al instante se lanzaría contra los guardias más cercanos.

En esencia me defendería con la guadaña, en especial usando Tiro si no podía mantenerlos a raya.


¡Raphaël! ¡Necesito que me cubras! —me acercaría. Le tendiría el arco de Celeste, con esperanza de que lo cogiera. Sin embargo, antes de que pudiera arrebatármelo, añadiría mucho más serio—: Si sobrevivimos a esta prometo contártelo todo. —Compuse una brevísima sonrisa antes de lanzarme al ataque de nuevo.

Me centraría entonces en las criaturas que pudieran cortar el paso a los ciudadanos. En esa forma, podía levitar a unos palmos del suelo, así que no me sería tan difícil llegar hasta allí. Buscaría una zona entre la lava y la furiosa multitud, intentando que no me arrollaran entre unos y otros. Allí me tomaría otro éter. El dolor de tripa iba a ser bueno. Siempre intentaría que los monstruos se centraran en mí. Invocaría la Llave Espada por si acaso eso les atraía.

Cerberus, que lancé directamente contra ellos. Utilizar cuerda sería muy arriesgado. Tras esto, pasaría de la metralleta a no ser que los tuviera a distancia cercana, y usaría la guadaña para defenderme.

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Pelea de Simbad:

PM iniciales: 47

▪ Farenheit (HM) [Nivel 30] [Requiere Afinidad a Fuego; Poder Mágico: 40] Esta habilidad añade a las habilidades físicas de ataque y las de tipo viento la afinidad de fuego, convirtiéndolos en hechizos de mixtos durante dos post aumentando así el daño de éstas (x1.5).

47 - 30 = 17 PM

Se toma dos éteres.

17 + 20+20 = 57

Invoca el estilo: 10 PM

Nombre: Pentaculum

Apariencia: Los ojos de Simbad adquieren una tonalidad gris metálica mucho más brillante, casi tragándose la pupila y dos alas de cuervo aparecen en su espalda, con las que puede levitar.

La primera vez que realiza el estilo, aparece una marca en su pecho en forma de estrella, y esta echa humo cada vez que activa el estilo.

Efecto: 35% más de ataque para hechizos de elemento viento.


57 - 10 = 47

Toma otro éter 47 + 20 = 66

▪ Lupus forma (HM) [Nivel 28] [Requiere Afinidad a Viento; Poder Mágico: 30] El usuario invoca a un lobo de viento gigantesco (tres metros), cuyo principal atractivo es poder hacer mucho daño con las zarpas y mordiscos. Dura dos post. Sufre daño físico y mágico, pero al estar hecho de una forma elemental se puede reformar al poco tiempo de ser atacado.

66 - 28= 38

Se toma otro éter. 38 + 20 = 58

▪ Cerberus (HM) [Nivel 32] [Requiere Afinidad a Viento; Poder Mágico: 35] El usuario invoca un can de viento de tamaño medio y tres cabezas que obedecerán al usuario. Al estar hecho de viento se puede ir regenerando, pero esta cualidad no es capaz de enfrentarse a hechizos muy superiores al nivel de la habilidad. Dura como máximo dos post.

58 - 32 = 26


A ver si esta vez no me equivoco, cojones.
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


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Tercera Saga:

Prólogo de Simbad
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Evento Halloween 2014
"Especial libre" El laberinto de los corazones
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Cuarta Saga:


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"Port Royal" De copas con la muerte (Encuentro)
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"La Cité des Cloches" Insomnia (Primer encuentro - Saga La Musique du Silence)
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Ronda 6

Notapor Suzume Mizuno » Lun Nov 13, 2017 1:25 am

Grupo de Nanashi


Saito saltó, seguramente como Andrei había planeado (dándole un tiempo inestimable para curarse el ojo ciego) pero logró atrapar a Armand antes de que se estampara con el suelo. Se elevó en el aire sin que nadie intentara dispararle o alcanzarle e introdujo al joven cardenal por una ventana. El hombre se había aferrado a él y estaba más rígido que una tabla, pero cuando estuvo en el suelo empezó a respirar de nuevo. Lo miró con incomprensión, como si no entendiera qué había sucedido.

¿Estáis bien Eminencia? —preguntó Saito. Armand asintió con lentitud—. Necesito que os quedéis aquí. Gracias por salvarme antes, pero no puedo dejar que volváis allí arriba.

Dicho esto, le besó las manos. Armand casi no podía reaccionar pero, en cuanto Saito intentó salir corriendo, lo cogió por la muñeca.

Espera—dijo con debilidad. Le devolvió la poción—. Llévate esto.

Le puso algo en la mano junto a la poción. Saito lo reconoció de inmediato (y casi se quemó con él). Es más, la mano de Armand estaba quemada, pero no parecía importarle. Le dedicó una sonrisa desmayada.

Buena suerte. Que Dios te proteja.—Hizo el signo de la cruz y le rozó la frente.

Saito voló fuera del lugar, fragmento del cristal en mano, y se encontró con que tanto Andrei como Nanashi habían terminado de recuperarse. Nanashi había ordenado a Alice que la defendiera de los Sincorazón y rechazado el Elixir —la joven podría comentarle a Saito que la respuesta de la Maestra había sido que se lo guardaran para cuando fuera necesario de verdad—. Después de Nithael, seguía siendo la mejor curandera de Tierra de Partida, al fin y al cabo. Se le había quemado buena parte del pelo, todavía tenía zonas quemadas de la piel y sus ropas eran un desastre, pero se cubrió con una armadura. Antes de que el casco le cubriera el rostro, y Alice podría confirmárselo, comprobaría que Nanashi estaba furiosa. No había dejado de repetir por lo bajo mientras se curaba: cómo se atreve, cómo se atreve, CÓMO SE ATREVE.

Dos gigantescas alas blancas emergieron a su espalda y se elevó en el aire. Andrei, no muy por debajo de ella, sonría con tensión. Solo Saito se percataría de que estaba buscando con disimulo en sus bolsillos.

Saito aterrizó en el tejado y, con sus tentáculos, arrojó a uno de los Sincorazón por los aires. El esfuerzo por poco le dejó una hernia en la espalda, pero mereció la pena. Alice, por su parte, habría podido librarse de dos más gracias a la ayuda de Nanashi. Andrei soltó un grito cuando, al fin, el Sincorazón se estampó contra el suelo, poéticamente como lo habría hecho Armand. Por un momento pareció que Andrei fuera a caer pero, en su lugar, miró a Saito con los ojos enrojecidos. Los Sincorazón, ignorando a Nanashi, comenzaron a apuntarlo a él.

Alice tuvo tiempo de cercenar la cabeza de uno que le daba la espalda antes de que su cuerpo no pudiera más.

Cuando Saito volvió a mirar, Andrei saltaba hacia atrás, cada vez más lejos del edificio, y Nanashi lo seguía. O más bien, lo empujaba. ¿Trataba de hacerlo retroceder hacia el centro de la plaza?

Una plaza que estaba cada vez más llena de lava, pero donde la multitud se acumulaba alrededor de un punto concreto, escuchando a alguien. También había explosiones en la catedral y, en unos puntos, había dejado de surgir la lava. Pero todavía había mucha…

Y ahora Saito tenía un arma extra. ¿Quizás debería emplearla?


Spoiler: Mostrar
Saito
VIT: 80/92
PH: 14/56


Grupo de Ryota



Esmeralda asintió a las palabras de Simbad y Dos. Ella y Febo intercambiaron una mirada antes de que este la cogiera de la mano y echaran a correr. Pero no huyeron, no, sino que se subieron a uno de los puestos que todavía no habían sido derribados por la multitud enloquecida. Por el camino, Clopin apareció y arrojó algo a las manos de Esmeralda. La muchacha sonrió a su compañero y, una vez arriba, no se molestó en gritar. Arrojó algo al suelo y hubo una explosión violeta que envolvió a la pareja. Lo suficiente llamativa para que algunas personas se detuvieran para mirarla.

¡AMIGOS! ¡ESCUCHAD! ¡HAN VENIDO A SALVARNOS, LOS CABALLEROS ESTÁN AQUÍ!

Y, como para corroborar sus palabras, en la catedral hubo una explosión. Ryota, que se enfrentaba a las criaturas de Karel, había hecho explotar una de las gárgolas, que se precipitó vomitando lava al suelo. Del agujero incandescente que dejó detrás no manó más fuego maldito.

La gente comenzó a detenerse.

Raphaël, que había llegado hasta donde estaba Simbad, sonrió de lado.

Maldito mocoso, siempre haciéndome esperar.

Pero obedeció y le cubrió la espalda, espada en mano. Cortó a uno de los soldados que se abalanzaban sobre Simbad y lo echó atrás de una violenta patada, al tiempo que Esmeralda por fin conseguía que el grupo que la escuchaba se hiciera más grande y comenzara a retroceder hacia un mismo punto, lejos de la catedral y de la lava. Podía seguirla y tratar de abrirle camino contra las criaturas de Karel o dejar que se las apañara por sí sola ya que muy pronto se dio cuenta de que tenían un problema mayor por los relámpagos que empezaron a darse sobre su cabeza: la lucha entre Andrei y Nanashi, ahora un ángel acorazado, se había trasladado sobre su cabeza.

Si solo recibiera algo de ayuda para librarse de esos malditos bichos. Sus lobos atacaban con violencia, pero era relativamente fácil librarse de ellos porque los enemigos tenían bastante resistencia. La gente se asombró ante el gigantesco can de viento, que tumbó a varios de los guardias y a un par de las criaturas de Karel. Aun así, todas se levantaban y venían en tropel. Sus alas le permitieron evitarles, pero no demasiado, seguían siendo bastante lentas. Al menos tenía cierta ventaja sobre ellos. Si se seguía esforzando, podría acabar con todos, cazándolos uno a uno. Raphaël y los gitanos, junto a algunos ciudadanos jóvenes, habían acudido a intentar apoyarlos, seguramente guiados por Esmeralda. Vio a la propia mujer armada con una espada que alguien le había dado, con las espaldas protegidas por Febo, dispuesta a defenderse mientras guiaba a la multitud.

¿O debería usar el glider y trasladarse a lo alto? ¿Iba a abandonar el campo de batalla? ¿O sería mejor esperar a que se despejara y cortar algunas alas? Mejor darse prisa, porque se les acababa el tiempo. Ryota por su parte, estaba a punto de desaparecer de la fachada de la catedral, enfrentándose a las últimas criaturas de tinta, porque le quedaba solo una gárgola y tendría que pasar después a los laterales.



*


Ryota se quedó atrás, ocupándose de las gárgolas, y el resto entró rápidamente a enfrentarse a aquella criatura de Karel. Esta se había quedado muy quieta, con aire digno a pesar de la longitud extraordinaria de sus brazos. Esperaba. ¿Escuchaba? ¿Podría entenderlos? Era poco probable, sin embargo, no parecía carecer de inteligencia.

Quasimodo se quedó mirando a Dos con los ojos muy abiertos, tanto que ni respondió a Celeste, si bien Zac le dio una colleja y el joven balbució:

¡S-sí!

Dos fue la más rápida e hizo caer sobre la criatura un candelabro. El caballero se sorprendió y dio un tajo con su gigantesca espada. Dos evitó acabar partida gracias a su rapidez. La gigantesca espada se hundió en una de las columnas, cortándola hasta la mitad como si fuera mantequilla. La criatura forcejeó, agrietando la enorme columna, y arrancó su espada para volver a prepararse. La robot solo llegó a efectuar su Hoja gracias a que Ban, aprovechando sus rapidísimos movimientos, hizo explotar el polvo mágico. Celeste salvó al muchacho de la enorme envergadura del arma atacando contra la cabeza de la criatura y consiguió aturdirla durante unos instantes gracias a su, esta vez sí, Sonata.

Acto seguido, la explosión hizo retumbar la catedral desde sus cimientos y la criatura retrocedió, con el brazo derecho destruido. El círculo bajo sus piernas… bien, se había desvanecido, junto con un buen pedazo de antiguas baldosas.

De inmediato notaron cómo la oscuridad ralentizaba su flujo.

Sin embargo, la tinta hervía y trataba de reformarlo. Cogió la espada con el otro brazo y ejerció un violento tajo que los obligó a retroceder a todos. Para colmo, ahora había quedado liberado del círculo y comenzó a avanzar, pisando fuerte con las rodillas, hacia delante.

Pero, de súbito, dejó de avanzar. Un Portal de oscuridad se había abierto tras él. Y, aferrando a una muchacha alta que reconocerían como Alanna en unas cuerdas de oscuridad, apareció una mujer delicada a la que quizá identificarían como una de las Princesas del Corazón perdidas y que debería estar celebrando una fiesta en Castillo de los Sueños.

Cenicienta se quedó mirándolos a todos, entre desconcertada y a la defensiva. Estaba ojerosa, amarillenta (aunque no tanto como sus ojos dorados) y parecía que fuera a desplomarse de un momento a otro. Sin embargo, se mantenía en pie y despedía un aura brutal, asfixiante, muchísimo más que la del círculo o la de los obeliscos que había notado Ban —lo cual tenía sentido ya que eran meros catalizadores—. Puso a la muchacha por delante como si acabara de acordarse y le susurró que se estuviera quieta. La criatura de tinta se inclinó hacia ellas y Cenicienta pareció tranquilizarse. Más cuando, por algún motivo, el gigantesco caballero sonrió de forma amable.

¡Escuchadme…! ¡Abridme paso hasta la salida y no le sucederá nada malo a esta chica!

Apretó contra su garganta algo. Una Llave Espada, informe, negra como un eclipse y sin una forma determinada. Todas las Princesas tenían una. Solo que ninguna era como aquella. No de una oscuridad tan pura.


¡Dejadme pasar y no haré daño a nadie! ¡No me obliguéis a haceros daño!

Cenicienta parecía cansada y débil, pero con su grito, todas las columnas se fragmentaron y los Caballeros notaron que les temblaban las piernas y empezaban a marearse. Un frío insoportable se apoderó de sus miembros y no faltaría mucho para que empezaran a castañearles los dientes.

Cenicienta decía que quería avanzar. Si la dejaban, saldría a la plaza, de la que todavía les llegaban gritos, pero en teoría debería faltar poco para despejarla. Pero ¿qué haría una vez fuera?

Y, si no la dejaban marchar, ¿mataría de verdad a Alanna?

Con todo, el mayor problema que tenían era la criatura de tinta. Se había puesto detrás de ella, para protegerle la retaguardia, como un gigantesco perro guardián.

Celeste notó que algo le golpeaba, suave, la cabeza. Un pequeño fragmento de algo. Si levantaba la vista encontraría que, en el piso superior, Quasimodo y Zac hacían señales silenciosas. Habían atado unas cadenas alrededor de una de las columnas fragmentadas y hacían gesto de empujar. Pero ellos solos no podrían y Ban se había quedado sin polvo mágico. No podrían tumbarla sin más…

¿Sería demasiado arriesgado?

Cenicienta comenzó a avanzar y, a cada paso que daba, la oscuridad se tornaba más densa y aplastante.




Spoiler: Mostrar
Alanna
VIT: 54/60
PH: 9/30


Celeste
VIT: 23/23
PH: 4/52


Bitron/Ban
VIT: 60/60
PH: 20/30



Simbad
VIT: 73/88
PH: 27/66


Pues sí, te has equivocado otra vez, aunque por poquito :V

Dos
VIT: 30/40
PH: 7/44

Faltas:

-Astro 1



Fecha límite: jueves 16 de noviembre.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor Astro » Vie Nov 17, 2017 1:00 am

Reboot apareció en la mano de Ban, transformándose al instante en los guantes metálicos mientras el aprendiz adoptaba posición de combate. Las buenas noticias eran que habían logrado acabar con el círculo mágico gracias al polvito de hada; pero las muy malas eran que ahora la criatura de tinta estaba libre y enfadada, y ni siquiera perder un brazo (que ya se estaba reformando) parecía detenerla.

Tocaba pelear.

Pero claro, no iba a ser tan fácil. Antes de que ninguno pudiera lanzarse al ataque, incluso la criatura de tinta, un portal de oscuridad surgió en la catedral, detrás del monstruo. De entre las sombras surgieron dos figuras: una era Alanna, otra aprendiz de Tierra de Partida a la que Ban conoció al poco de volver entre los muertos digitales. Tenía mal aspecto, sobre todo porque estaba atrapada por unas cuerdas de oscuridad nada cómodas.
¿Su captora? Una princesa. ¿Cenicienta, era su nombre? Ban nunca se había interesado por ellas, pero logró reconocerla a pesar de lo cambiada que estaba, para mal. Parecía la princesa zombie. Pero lo más inquietante era el aura que desprendía. Oscura, nociva, nada agradable. A su lado, los obeliscos de China parecían colonia.

El gigante de tinta se acercó a ella, y para sorpresa de todos, le sonrió. Fue la mar de siniestro.

¡Escuchadme…! ¡Abridme paso hasta la salida y no le sucederá nada malo a esta chica!

Genial... Como si antes no tuviéramos suficientes problemas —murmuró Ban para sus adentros.

La amenaza de Cenicienta se completó con la invocación de una llave espada totalmente negra, sin forma definida, que posó sobre el cuello de Alanna. Parecía estar hecha de oscuridad pura, lo cual no podía ser nada bueno para ellos.

¡Dejadme pasar y no haré daño a nadie! ¡No me obliguéis a haceros daño!

El grito fue tan fuerte que hizo que todo el cuerpo de Ban temblara y se fragmentara en datos durante un segundo. No, no fue fuerza, fue... oscuridad. ¿Acaso la princesa estaba sucumbiendo a la oscuridad delante de ellos? ¿Qué demonios le habían hecho? Si no recordaba mal, otro grupo de caballeros había acudido al Castillo de los Sueños por una fiesta relacionada con ella... Demasiadas preguntas sin respuesta, pero importaban poco ahora.
Alanna estaba en peligro, y aunque a Ban personalmente no le importaba que se quedara sin cabeza, seguro que Ryota y Nanashi no estaban de acuerdo. No podían dejar que le pasara nada... pero por otra parte, que Cenicienta saliese de la catedral tampoco podía ser nada bueno.

Un ruido metálico le sacó de sus pensamientos. Celeste le había tirado una piedra a Dos para captar la atención de los demás, y señalaba hacia arriba. Allí, Quasimodo y el otro (no recordaba su nombre) hacían señas a una columna fragmentada. Pues no era mala idea, pero estaba el problema de la princesa malvada y neurótica y el monstruo de tinta gigante que la protegía...

Alanna empezó a hablar con Cenicienta, intentando que entrara en razón. Vale, suficiente distracción. Celeste no perdía de vista a las dos, y Dos parecía estar fijándose en el monstruo. Ban, por su parte, optaría por facilitar la pelea con la ayuda de la columna. Fue un plan improvisado, pero no podían perder el tiempo hablando entre ellos o Cenicienta sospecharía y el esfuerzo de Alanna se echaría a perder.

Se movió rápido. Uso un doble salto para subir al piso de arriba, dejando caer sobre Dos un par de éteres (había notado que su energía estaba baja, los seres digitales se entendían). En cuanto aterrizó, y rezando para que estuvieran distrayendo a los dos enemigos de abajo, Ban les hizo señales a Quasimodo y al otro para que le ayudaran con la columna.

Usando todas sus fuerzas, Ban empezó a empujar, y en cuanto viera que el gigante de tinta seguía en el sitio adecuado, le daría un último empujón para dejarla caer. Incluso usaría un Golpe bestial en el caso de que la columna fuese caprichosa y no se quisiera soltar con solo empujar.

Esperaría a que el humo se disipase. Si la bestia de tinta seguía viva, se dejaría caer sobre ella desde arriba para golpearla con fuerza en la cabeza, un buen pisotón con las suelas de metal para procurar rematarla. En el caso de que ya no hubiera monstruo, se quedaría en el piso de arriba con Quasimodo y el otro observando las reacciones de Cenicienta.

¿Qué podía salir mal? Muchas cosas.

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▪ Doble salto (HC) [Nivel 3] [Requiere Elasticidad: 4]. El usuario es capaz de saltar mucho más alto que los demás, alcanzando lugares más inaccesibles.

▪ Golpe bestial (HC) [Nivel 10] [Requiere Fuerza: 15; Combate cuerpo a cuerpo: 10]. Alrededor del puño o la pierna se acumula energía azul con forma de cabeza de león, que se libera con un potente golpe físico. Pequeñas posibilidades de atudir.
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor Drazham » Vie Nov 17, 2017 1:18 am

Estaba tan fuera de sí por la adrenalina liberada durante el combate que no supo qué hacer al sentir que algo la agarró de las extremidades y la frenó en seco. Fuera lo que fuese, tampoco tuvo tiempo a forcejear, ya que enseguida se vio propulsada en el aire, arrojada cual muñeca de trapo. Alanna ahogó una exclamación al caer de bruces sobre el brillante suelo; el círculo de luz palpitaba con violencia. Una muy mala señal.

Todavía en el suelo, buscó con la mirada a una Cenicienta al borde del llanto. Trató de gritarle, pero al notar que las paredes de la habitación, del pasillo y sus compañeros se iban desvaneciendo poco a poco… ¿Qué estaba ocurriendo?

Recuerda, querida ahijada, ¡un corazón de luz! —Alanna volteó la mitad de su cuerpo hacia Karel con violencia, incapaz de mover el resto por la persistencia de aquella magia inmovilizadora—. Yo te ofrezco uno... pero Andrei tiene otro más grande guardado para ti.

¿Andrei? ¿Qué tenía que ver esa otra sabandija en aquello? Se suponía que ya estaba ocupado causando problemas en…

¡Oh, dioses! ¡La Cité! ¡No!

¡¿Qué demonios intentas?! ¡Karel! —le gritó, furibunda. Para cuando quiso darse cuenta, todo a su alrededor salvo la reina se teñían de negro—. ¡Ni se te ocurra…!

* * *


Pero se le ocurrió.

Para cuando quiso darse cuenta, estaban cruzando uno de esos túneles que conectaban con los Portales de oscuridad. Y varios zarcillos negros enrollados en su cuerpo la mantenían presa, como colofón final al recobrar la conciencia. Una vez la oscuridad se disipó, lo que le esperó no fue el castillo en el que momentos antes luchaba contra Karel y sus monstruos. Ni tampoco Yami y Xefil.

Era una habitáculo bastante amplio, y muy antiguo por las columnas que se erigían a su alrededor. Le recordaban sobremanera a los interiores de las iglesias, o de una catedral. Sin embargo, eso fue lo de menos al discernir a tres figuras delante suya a las que ya conocía: la mujer cacharro, aquel chico que se llamaba Bitron y…

¡Celeste! —exclamó, con los ojos abiertos de par en par.

Solo quizás se le pudiese cruzar por la cabeza que ya no estaba en el castillo de los Sueños. Quizás. Y muy brevemente.

Intentó avanzar con la intención de ir hasta su amiga, pero las ansias le hicieron olvidarse de que estaba presa, y de otra presencia en la que no reparó hasta que esta tironeó de sus ataduras y le susurró que estuviese quieta. Cenicienta también acabó junto a ella. No supo si para su bien o desgracia, pero con la corazonada de que aquello fue todo una estratagema del cretino de Karel, apuntaba a lo segundo.

Y si todavía albergaba dudas… ¡Por todas las deidades! ¡¿Cómo no vio semejante mole?! Resultó que Karel también se las ingenió para ponerles trabas en París, porque la aberración que se arrodillaba ante ellas tenía la marca indiscutible de sus criaturas de tinta. Le recorrió un escalofrío de solo ver la grotesca mueca que le dedicó el gigante a Cenicienta. ¿Eso… pretendía ser una sonrisa?

Karel estaba enfermo para ocurrírsele crear a esas cosas.

Entonces, Cenicienta voceó con un deje de duda:

¡Escuchadme…! ¡Abridme paso hasta la salida y no le sucederá nada malo a esta chica!

Alanna boqueó por pura incredulidad e indignación. Los dioses eran testigos de que estaba haciendo todo lo posible para ayudar a esta pobre mujer. Y ella la utiliza como un mero rehén.

No se giró para pegarle cuatro gritos, los que bien se estaba ganando a pulso por ser una insensata, porque en su garganta se pinchó con algo negro y encorvado. Una Llave Espada, todavía más deformada que las que vio en el círculo.

¡Dejadme pasar y no haré daño a nadie! ¡No me obliguéis a haceros daño!

Dicho eso, lo pudo sentir hasta en el último de sus huesos, incluso temiéndose que corriesen el mismo destino que las columnas que se agrietaron. Las piernas le comenzaron a fallar e hizo acopio de sus fuerzas para que esa portentosa fuerza no la tirase al suelo. Pero hacía frío, mucho frío, y a cada segundo parecía que su fuego se estuviese extinguiendo.

«¡Espabila! ¡No se lo permitas!», hasta que la vocecilla que no sabría definir por su conciencia o su “Sangre” se pronunció. «Esto es lo que ese monstruo quería desde un principio. ¡Si sale de aquí y Andrei la encuentra se acabó!»

Porque Karel también le mencionó. Desconocía en qué demonios consistiría su plan, pero tenía que impedir por todos los medios que Cenicienta no fuese a donde se proponía. ¿Qué seguía emperrándose en ignorarle? Muy bien, a cabezonería podían jugar dos.

Se prometió a si misma que iba a devolvérsela al Hada Madrina, y por su queridísima y difunta abuela que iba a hacerlo.

Soltó un gañido para reunir auge y puso las piernas lo más rígidas que pudo para frenar con su cuerpo a Cenicienta. Antes de darle oportunidad a protestar o a mover su Llave Espada, alzó la voz. Una vez más.

Si de verdad no queréis hacer daño a nadie dejad de comportaros como una niña —le recriminó. Aunque se contenía (vaya si lo hacía), no pudo evitar proyectar su enervación con ella—. Por lo que más estiméis, dejadlo ya. No necesito veros el rostro para saber que estáis aterrada por lo que pueda pasar. ¿De verdad pensáis que algo bueno va a salir de todo esto si ni siquiera estáis segura de vos misma? —Poco a poco, fue tomando un tono más condescendiente—. No sé lo que os habrá contado Karel para que penséis que esto es buena idea, pero no lo es. Necesito que comprendáis que hay muchas vidas en juego, y no solo las que se encuentran en el palacio en estos momentos.

Aprovecharía cualquier momento de flaqueza de la mujer para pegarse de espaldas a su cuerpo, protectora, e interponerse entre ella y el perro guardián de Karel. Le dedicaría a este último una mirada desafiante —tendría los ojos cubiertos con ese casco, pero bien sabía que no sería impedimento para que lo notase—, a que se atreviese a tocarla con Cenicienta tan cerca de ella. Solo esperaba que la oscuridad que desprendía no se volviese en su contra.

Antes dijisteis que no estábamos allí cuando os hicieron daño. —En realidad lo mencionó Karel, pero viniendo de su boca de cloaca quería andar sobre seguro. Aunque una parte de ella temía descubrir que fue lo que ocurrió—. Escuchadme, por favor: puede que antes no estuviésemos, pero ahora sí. No vamos a permitir que nada ni nadie os haga daño. Pero necesito que confiéis en mí, majestad. Nuestro propósito es ayudaros, pero sin que hayan víctimas… ni que vos seáis una.

Fuera lo que ocurriese a continuación, estaría atenta a cualquier peligro que se abalanzase sobre ella, o sobre Cenicienta. Especialmente sobre ella. No dudaría en echar cuerpo a tierra y llevársela con ella para ponerla a salvo.
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Drazham
26. Umbrío
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