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Capítulo 2[/center]
Las llamaradas de los dragones pasaban frente a la ventana. Mick juró haber visto pegasos pasar fugazmente. El amenazante fuego negro de las Sombras ardía de manera innatural y se quedaba flotante en el aire.
Mick salió de su pequeño refugio. Los sollozos de Gwen fueron lo único que se escuchó después de una fuerte explosión. Seguramente era uno de esos NeoTanques, capaces de volar y andar por tierra y agua.
—¿Q-qué… fu-ue eso? —preguntó Gwen, arrastrando a Mick de nuevo hacia abajo.
—Creo que un NeoTanque lanzó un misil busca-calor, y los dragones no son exactamente fríos. —respondió el muchacho, asomando la cabeza de nuevo.
Fue un silencio tan largo que Mick incluso pensó que había sido un hechizo exterminante por parte de las Sombras, y que, por alguna razón, él y Gwen seguían allí.
Repentinamente, la cabeza de un dragón apareció frente al local, probando el aire con la lengua. Parecía una lagartija enorme. Su cabeza mediría un metro y medio de largo, más o menos, y estaba cubierta por escamas verdes. Sus ojos tenían doble párpado y unos grandes cuernos coronaban su enorme cabeza. De sus fosas nasales manaban columnas de humo y sus dientes estaban cubiertos de ceniza y sangre.
De nuevo, sacó su lengua y giró su ojo a interior del local. Mick se agachó y se sentó junto con Gwen. La ventana quedaba a sólo un metro de ellos. Un hueco en el cristal y el dragón sabría que estaban allí.
Mick se asomó de nuevo y, para su alivio, el dragón se había ido.
—A salvo. —susurró.
Se quedaron ocultos bajo la mesa durante un buen rato, escuchando los gritos y golpes que se escuchaban por las rendijas. Las sombras de la pared bailaban con cada llamarada de dragón, con cada hechizo de los Sombras.
Se podían escuchar disparos, misiles, explosiones y sirenas. Todo esto, más los sollozos de Gwen, ponían a Mick irritable e impaciente.
—Hay una puerta detrás del mostrador —señaló Mick, después de haber explorado el lugar con la mirada. —Seguro que estaremos más seguros allá dentro que aquí, cerca de la puerta.
Gwen sólo asintió con la cabeza. Mick la tomó de la mano, la ayudó a pasar por encima del mostrador y luego lo hizo él. Abrieron la puerta y entraron a la habitación. Era una cocina, por lo que Mick se dio cuenta de que ese lugar había sido un restaurante.
Una puerta más estaba al fondo de la habitación. Gwen se sentó en el suelo, con las piernas plegadas hacia el cuerpo, rodeadas con los brazos y con la barbilla en las rodillas.
—Quédate aquí. No vayas a salir —dijo Mick.
La chica asintió con la cabeza, aún sollozando. Mick se dio cuenta de la ridiculez de su frase. Empujó la otra puerta y asomó la cabeza. La cerró de inmediato y corrió a donde estaba Gwen. La puerta daba hacia fuera y se había encontrado con un enorme ojo de dragón.
Dios. Si realmente existes, si realmente me escuchas, sálvanos, por favor, rezó Mick, para sus adentros.
Durante un momento llegó a creer que el dragón no lo había distinguido, al estar tan cerca de su ojo, pero el pensamiento se esfumó cuando la puerta se rompió en decenas de pedazos. Una cabeza azul de dragón entró por la puerta y soltó un gran rugido. Los chicos se hicieron a un lado, mientras una enorme llamarada pasaba por donde habían estado sentados. Mick sintió el infernal calor en su rostro y el apestoso olor a humo. Las mesas y el mostrador se prendieron de inmediato, como si les hubieran puesto gasolina de antemano.
—¿Ua eskil raolgure, toa?
Un hombre estaba hablando en un idioma desconocido. La voz llegaba desde fuera, detrás del dragón. Mick se dio cuenta de que estaba temblando. Acorralados por los dos lados. Se dio cuenta de que su pantalón estaba mojado en la entrepierna.
—¡Wegaind roteind!
El dragón lanzó otra lengua de fuego. Otros hombres gritaron desde la lejanía y varias alas rompían el viento, provocando gran estruendo.
Repentinamente el dragón soltó un aullido de dolor, su hocico chorreó sangre y su cabeza se desplomó en el suelo. Se escucharon disparos y hechizos en idiomas extraños. La explosión de una granada, unos segundos de silencio y el grito de un hombre:
—¡El dragón olfateaba algo! ¡Hay algo o alguien dentro!
Un individuo, en un traje extrañamente robótico, entró a la habitación y miró a los chicos. Se llevó una mano al casco y dijo:
—Hay dos muchachos. Una chica y un chico. La niña está inconsciente y el tipo mojó sus pantalones.
Su traje era parecido al de un astronauta, sólo que algunas partes parecían de metal. Llevaba pistolas de distintos calibres, algunas granadas y cosas que Mick no pudo reconocer. El hombre sacó un rociador de su compartimiento y se lo aplicó a Mick en el rostro.
—Cof… Cof… ¿Qué carajos crees que haces?
Empezó a marearse y a ver borroso. Sus músculos se pusieron débiles y sus ojos comenzaron a cerrarse.
—Descuida, niño. Así será más fácil. Cuando lleguemos…
Mick no pudo escuchar la última frase. Sólo sintió una pérdida tremenda de fuerza y el suelo acercándose de manera amenazante.[center]————[/center]
Otro mal capítulo. Llevo mala racha… Descuiden, el siguiente será mucho más largo y entretenido.
Lex-Phoenix escribió:(...)Me encanta Gwen
Lex, malas noticias, Gwen es sólo un personaje circunstancial. No hará más apariciones =(
Sophonax escribió:(...)Lo que no me gusta tanto es la primera impresión con los personajes, espero que tras esas caras bonitas halla algo de chicha. El chico de turno que se liga a la chica de turno, los dos son guapísimos, un poco topicazo pero hay que tener en cuenta que esto es solo el comienzo(...)
Ya verás. Se pondrá interesante. Y por cierto, Gwen no volverá a aparecer.
Narrador escribió:(...)¿Una qué? ¿Eran dos o más, o una mujer? No queda nada claro xD(...)
Hay un boom de travestismo en estos tiempos D:
Bueno, gracias a los lectores. Espero que lo hayan disfrutado... Porque yo no ¬¬
Zero says: Cya!
Pd. Perdonen el doble-post.