—
¿Y por qué íbamos a decíroslo? —sonrió de lado la ladrona, satisfecha de su hazaña.
—
A decir verdad, creo que es el momento de largarnos—intervino uno de sus compañeros, el más alargado de los tres—.
Antes de que los moguris empiecen a buscarnos otra vez.
Nadhia masculló entre dientes, buscando una manera de soltarse, pero por más que lo intentaba era inútil. En ese momento le habría venido bien tener una punta de flecha entre las ropas. Aunque a saber si eso habría sido suficiente para liberarse. Se fijó en Fátima, dolorida sólo de ver la bestialidad que le había hecho aquel animal en el ojo. Apenas podía abrirlo y a Nadhia se le formó un nudo en el estómago, enrabietada.
Se fijó de nuevo en la ladrona, quien al parecer no era una aficionada después de todo. Sabían usar magia, y parecían manejar armas de fuego también. Sabía que un disparo en un blanco desafortunado podía ser mortal, que por el contrario con la magia curativa que poseían tanto ella como Fátima no habría problemas… pero no podía sentirse segura con las manos atadas. Dependía mucho, no sólo de uno de los brazos, sino de ambos para tensar su arco o usar sus mejores habilidades. Y en aquel momento las necesitaban.
De pronto, sintió un leve codazo por parte de su amiga, e hizo caso a donde señalaba mirando hacia arriba. Una sonrisa picaresca surcó sus labios al reconocer el pompón de su pequeño guardián. Así que había decidido quedarse para salvarles. Pensándolo bien, Tandy no les habría dejado solos, al menos a ella, aunque fuera para pedir ayuda sin que Nadhia le hubiese dado una orden directa.
—
Perla, cuando yo te diga —Nadhia asintió levemente con la cabeza, escuchando las amenazas de la ladrona—.
¿Es que no sabéis que es peligroso meterse con los moguris? —comenzó a decir Fátima. Aquel comentario le sacó una sonrisa a Nadhia: bien era cierto que los moguris eran de armas tomar—.
Están en muchísimos mundos. Si se enteran de que vendéis su mercancía, encontrarán la forma de dar con vosotros. Y si vendéis lo que hayáis robado a mundos que no tienen la tecnología o magia suficiente para usarlos, los Caballeros tendrán que intervenir.
—
No es una mercancía tan llamativa.
«
¿A qué se referirá con eso…?».
Sin embargo, Nadhia no tuvo tiempo para ponerse a pensar en detalles. Un poderoso remolino de viento se acumuló en el suelo, bajo los pies del hombre de aspecto más bruto, lanzándolo contra el techo.
—
¡Ahora!Nadhia lanzó un
Perla directo contra el larguirucho en el momento justo, quien acabó cayendo por las escaleras.
—
Creo que es hora de dormir.
Se puso en alerta cuando unas esporas doradas comenzaron a emerger en el aire. Tenía entendido que una de las especialidades de Natura eran las alteraciones de los sentidos, y si tenía un nivel avanzado, podía ser capaz incluso de dejarlos fuera de combate con potentes somníferos. Intentando concentrarse para usar un
Escudo aún con las manos atadas, Clío se le adelantó, se incorporó e invocó un golpe de viento que dispersó las esporas sin problemas.
—
¡Tandy, suéltala! —gritó Fátima entonces, poniéndose en pie como podía.
Tandy apareció de entre los mecanismos del reloj, intercambiando primero una mirada rápida con su protegida. Al ver que se encontraba bien, hizo caso e intentó con sus manitas peludas liberar a Clío.
El pequeño se sorprendió cuando vio materializarse entre las manos de la joven una pequeña y cortante ganzúa de piedra.
—
¡Deprisa!—Tandy se puso manos a la obra enseguida, mientras que Nadhia vigilaba los movimientos de su alrededor por si era necesario usar magia defensiva.
Comprobó que a Neku no se le estaba haciendo nada difícil mantener a raya al corpulento hombre que había vuelto al suelo por inercia de la gravedad, tras que el remolino de Clío lo lanzara contra el techo. El muchacho era rápido, y esquivaba sin problemas los ganchos de aquel bestia.
—
¡Se escapan!—exclamó de pronto Clío, y Nadhia se giró para comprobar que, en efecto, la ladrona había saltado por una de las aberturas para escapar. En aquel preciso instante, Tandy liberó por fin a la muchacha, quien salió corriendo para darle alcance.
—
¡Pídele a Nadhia que te lleve!—exclamó Fátima, tan de repente que Nadhia, quien en ese momento estaba sonriendo a Tandy mientras la acababa por liberar a ella también, no supo a qué se refería en un primer momento—.
¡Ella puede volar! ¡La alcanzaréis en un parpadeo! Nosotros nos ocupamos de estos dos. —
¡Tandy, quédate con Fátima! —ordenó Nadhia, comprendiendo entonces. Antes de ofrecerle su mano a Clío, unas grandes alas, cegadoras en la penumbra, aparecieron a su espalda. Le sonrió a la mujer antes de agarrarla y tirar de ella hacia el vacío. No sabía si ambas compartían el miedo a volar, pero sería mejor hacerle pasar el trago antes por si acaso.
No tardarían en alcanzar a la ladrona. Ésta, sorprendida al comprobar que una sombra gigantesca crecía a sus pies una vez llegó al suelo, se tiró a éste y sintió una violenta brisa cruzar por encima de ella. Cuando se incorporara de nuevo, tendría a la cazarrecompensas frente a frente, sin oportunidad de escapar.
Nadhia la había dejado en el suelo y se posó sobre uno de los tejados más cercanos, presenciando lo que iba a ser un combate de los que no se olvidaban. Sin embargo, comprobó que la ladrona seguía teniendo a sus escurridizos aliados dispuestos a hacer de las suyas para que Clío tuviera desventaja. La joven no tardó en darse cuenta de que un cuarto hombre apuntaba con su arma de fuego desde una distancia considerable a la escena. Y estaba claro de qué lado se encontraba aquel francotirador.
Sigilosa, Nadhia voló hasta el lugar y, una vez posó sus pies en aquella superficie cubierta de tejas, avanzó en silencio a espaldas del hombre, que se daría cuenta demasiado tarde de su presencia. Sólo le haría falta dar un aviso con el filo de su Llave-Espada a la espalda del hombre. Éste dejó caer de inmediato el arma, poniendo los brazos por encima de la cabeza.
Sin embargo, tuvo el valor de girarse y comprobar qué tipo de arma le tenía entre la espada y la pared. Para sorpresa de Nadhia, éste le mostró una mueca de asco.
—
¿Tomando la justicia por vuestra mano, Caballeros? —cuestionó a la joven, soltando una carcajada—
¿No estáis demasiado ocupados con vuestras batallitas?—
Sería mejor que no gastaras saliva —contestó Nadhia, aún sin poder creerse que la noticia de la Guerra hubiera llegado tan pronto a Ciudad de Paso.
—
La que no debería desperdiciar aliento eres tú, niñat… ¡ah!El cuarto integrante de la banda de aquella ladrona se había girado de pronto para asestarle una patada en el estómago a Nadhia. Pudo bloquearla a tiempo con su arma, y si no fuera por las alas, habría perdido el equilibrio. Y el hombre había ido a asestarle una más, cuando un remolino de viento, más pequeño que el de Clío pero no por ello menos efectivo, le lanzó hacia el tejado más cercano al mismo. Nadhia reconoció el hechizo y suspiró, aliviada.
—
Justo a tiempo, granujilla. Gracias.Tandy apareció frente a ella con una risa cantarina y risueña. Parecía estar divirtiéndose bastante.
—
Soy tu guardián, kupó. ¡Siempre estaré a tiempo, tan, tan!Tanto Nadhia como Tandy observaron en las alturas el clímax del combate de Clío contra la ladrona. Obviamente, la joven no tuvo problemas una vez se enfrentaron de igual a igual, sin trampas ni aliados escondidos para tender emboscadas. Y aunque sí era cierto que aquel último componente habría sido otro obstáculo para la cazarrecompensas primeriza, Nadhia decidió no contarle sobre ello.
Le pidió a Tandy que fuera a comprobar que Fátima y Neku se encontraban bien. Aunque el pequeño se olía bastantes cosas —las pesadillas, el clon de Fátima y los comentarios de la Guerra—, decidió hacer caso a Nadhia y ascender con sus rápidas alas de murciélago.
Ésta, viéndolo alejarse, descendió hacia donde se encontraba Clío e hizo desaparecer sus alas, algo exhausta por haberlas mantenido durante tanto tiempo.
Avanzó a espaldas de Clío, algo cautelosa, sin saber muy bien cómo iniciar una conversación con ella. Era la primera vez que ambas se encontraban a solas.
Ella y la Nadhia original.
—
Al final ha sido un hueso duro de roer.—
No me esperaba que supiera hacer magia—reconoció Clío, apartándose el pelo de la cara—.
¿Tú estás bien? No te he visto durante el combate…—
Oh —Nadhia ladeó la cabeza, intentando no mantener demasiado tiempo el contacto visual con Clío: sería demasiado fácil que su expresión la delatara de mentirosa—.
Sabía que no necesitarías ayuda y, bueno… he estado observando el combate desde las alturas —algo más segura de su propia mentira, pudo volver a mirar a Clío y sonreírle para añadir—:
has estado increíble.—
Gracias—sonrió la joven—.
Lamento no haber podido reaccionar antes. Os habría ahorrado un buen susto. Y algún que otro moratón… —Bajó los hombros y suspiró—.
Pero al menos ya les tenemos a todos. Ahora será cuestión de encontrar su guarida, que no puede estar muy lejos. Me pregunto qué robaron aparte de esto. —Y extrajo de su cinturón un bonito abanico, que abrió y examinó con curiosidad.
—
¿Y cómo os va todo, Nadhia?—preguntó entonces Clío—.
Fátima me ha contado unas cuantas cosas, pero… Bueno. Tú tienes las memorias de la otra Nadhia. Así que en cierta medida me siento responsable. Realmente lamento que hayéis tenido que heredar todos esos recuerdos…—Se estremeció un poco y se cruzó de brazos, cerrando el abanico.
—
¡No… no tienes por qué sentir nada! —exclamó Nadhia, zarandeando las manos—.
Quiero decir, en cierto modo me alegro de haber heredado esos recuerdos —observando la ciudad, Nadhia le contó—:
son… horribles, no pienso decir lo contrario. Y mi copia experimentó recuerdos no sólo de mí misma, sino del pasado de Eileen —antes de seguir, se miró las manos, recordando el momento en el que su copia se dio cuenta de que era una masa de datos—.
Ahora mismo es como si hubiera vivido todo eso… pero en realidad no es así. Es una sensación extraña, y al principio… era molesta.»
Pero no dejaré de agradecéroslo, a ti y a Crow. Uno de los deseos de mi copia era que pudiera contarme todo cuanto había descubierto. Y bueno, sobre cómo nos van las cosas…Nadhia cruzó las manos a su espalda, con una mueca de dolor.
—
Hay tensión en Tierra de Partida —añadió—.
Nadie puede creerse lo que hizo Ronin. Yo también me niego.»
Ni siquiera sabemos sobre el estado de Ryota. Y parece que la noticia de la Guerra ya se está expandiendo por Ciudad de Paso. Incluso… Montblanc lo sabe.Antes de continuar, Nadhia abrió los ojos, recordando algo muy importante, y le preguntó a Clío:
—
¿Pudiste encontrarle? A Andrei.—
Oh…—Clío meneó la cabeza y esbozó una sonrisa amarga—
. No. Le busqué por todas partes, pero parece que Trece se lo llevó. No sé dónde puede estar. Aunque espero que no le hagan daño.—Clío carraspeó algo aparatosamente y pidió perdón con la mirada—
. Sé que no fue bueno con tu otro yo, ni con nadie. Excepto conmigo, en cierta medida. Pero si le pasara algo en ese estado… No podría perdonármelo.
—
Incorpóreo —dejó escapar Nadhia, mordiéndose la uña del pulgar—.
Yo también quería salvarle. Bueno, mi cop… ya me entiendes —subiendo una pizca de color en sus mejillas, comprendió hasta cierto punto que Andrei había querido lo mejor para ella, siendo su “hija”—.
Andrei pudo hacer muchas cosas, pero seguía siendo humano. Pero él…Nadhia dejaría escapar los nervios por la boca, en un intento de contener los recuerdos más terroríficos que conservaba dentro de su cabeza.
—
No creo que haya nada más peligroso e inhumano que Erased. Esta Guerra es una estupidez.Clío entrecerró los ojos.
—
Lo es. Y todos vamos a pagarlo muy caro. Pero… ya no hay nada que hacer. Al menos no de momento. Sólo estar alertas y prepararnos para lo peor.—La chica guardó un silencio y luego dijo, más animada—:
Pero no es algo de lo que debamos hablar ahora. ¿Me ayudas a cargarla?Levantó a la mujer por las piernas. Nadhia sonrió con cierta picardía y se ofreció encantada a ayudarla.
Luego, mientras se movían, Clío añadió:
—
Oye… ¿Cómo crees que puedo conseguir que Fátima se quede tranquila? No quiero molestarme con ella. En realidad me alivia que se preocupe por mí, aunque esa actitud es un poco… Demasiado maternal. No sé qué pensar. Nunca pensé que me encontraría así con mi original. Ni que nos llevaríamos bien.—soltó una risa nerviosa—.
Así que… El caso es que me sabe mal que lo pase tan mal… Por mí. Y tú la conoces mucho mejor que yo...—
Créeme, no eres la única que conoce esa faceta suya. La de “madre” —dijo Nadhia, sonriente—.
Siempre me meto en líos y ella es la encargada de echarme la reprimenda. Pero eso es porque se preocupa mucho por los demás, y es muy madura —pensó en todo cuanto le había dicho Fátima sobre Clío. Mientras llevaban a la mujer, no pudo evitar echar un vistazo al pecho de Clío, acordándose del inocente comentario de Fátima y sus preocupaciones. Evadió la mirada enseguida, antes de que la joven se diera cuenta—.
Y no te preocupes, intentaré hablar con ella para que se quede tranquila. Creo que yo actuaría igual, si mi copia andara rondando por aquí.Más confiada, le guiñó un ojo a Clío mientras cargaban con la mujer, esperando que no se resistiera a contarles dónde tenían escondida la mercancía de la Orfebrería.
Diálogo de Nadhia y Clío escrito de antemano con Suzu :3