Re: [Bastión Hueco] Poker Face
Publicado: Sab May 04, 2013 11:18 pm
—¿¡Q-qué!?
Pareció que mi pregunta había sido como un fino filo de cristal que la había pinchado levemente, ya que esta vi como retrocedía con los ojos algo más abiertos de lo habitual. Pareció intentar decirme algo, pero no podía escuchar el que debido a que su voz parecían susurros en el aire. ¿Había algo malo en lo que le había preguntado? Tan solo era simple curiosidad que necesitaba ser saciada…
—Perdona Saeko, ¿Qué intentabas decirme?...—Intenté exponer mi tono más amable para que se calmase, pero pareció no funcionar.
Sus manos estaban… ¿Temblando? En el tiempo que llevaba con Saeko jamás la había visto temblar. Quizá si la había visto sorprenderse, pero jamás temblar como estaba haciéndolo en aquel momento. ¿Tan temible era Shinju para ella que ni siquiera podía mantenerse controlada?...
—Yo... eh.. No.. no es lo que parece... eeh.. esto.. —Saeko había dejado de hablar en susurros, pero aún así era incapaz de contarme cualquier excusa que sonase coherente en aquella situación.
Pensé que lo mejor sería ofrecerle una disculpa o ayuda, cualquier de ambas cosas podrían venirle bien en fuese cual fuese su problema o circunstancia para temer a Shinju.
—Saeko, quería decirte que…
—A ti... ¡A ti no te tiene porqué interesar eso! —Exclamó mientras me interrumpía y señalaba con su dedo índice. Toda gota de cualquier nerviosismo que hubiese sufrido antes parecía haberse esfumado en cuestión de minutos o quizá segundos.
Entonces pude percibir como volvía a caminar hacia mí, parecía realmente furiosa por haber sido capaz de exponer ese sentimiento. Por la forma en la que se encontraba, temía que tuviese que emplear mi Llave Espada en el caso de que intentase herirme.
—¡Deja de cotillear mi vida sin mi permiso! ¿Te ha quedado claro? ¡Pues espero que no se repita!
Estuve a punto de responder a eso cuando de pronto, escuché el ruido que indicaba que Shinju se había levantado y unos segundos más tarde abría la puerta dejándonos la vista del interior de su habitación.
—¿Por qué sois tan pesados? ¡Dejadme vivir en paz! —Aquellos gritos significaban dos cosas probablemente. Una, que Saeko no se contendría lo más mínimo aunque solía ser imprevisible, y dos que teníamos otra oportunidad para encontrar la famosa Baraja de cartas. Ni tan siquiera me fijé en el interior de la habitación de Shinju, esperaba una reacción cualquiera de Saeko y poder impedirla.
Antes de poder hablar con Shinju, noté como Saeko me daba un empujón y que pretendía llamar la atención de Shinju, cosa que me dejó más confundido aún.
¿Realmente intentaba hacer ver que no temía a Shinju? No era alguien tan ingenuo, las reacciones que había tenido anteriormente y su muestra reacia de querer volver a verla dejaban claro que tendría que tener miedo… ¿Entonces por qué se comportaba como una idiota e intentaba llamar su atención? ¿Tan vanidosa o valiente era Saeko como para enfrentarse a su temor cara a cara? ¿O solo quería demostrar que yo me equivocaba y no sentía miedo por ella?... Fuese lo que fuese, imaginaba que no podía acabar bien de ninguna manera.
—¡Shinju! ¡Eres la única sospechosa aquí! ¡El Maestro Ryota nos lo ha confirmado! ¡Dinos de inmediato dónde está la baraja!
Aquello me desmontó por completo.
Esperaba varias reacciones por parte de Saeko, desde un interrogatorio muy brusco hasta un intento de confrontación directo con ella… Pero no esperaba que dijese nuestros únicos ases en caso de que ella negase relación alguna con las cartas de Andrei. Ahora ella podría cerrarnos la puerta y negarse a dar respuestas haciendo alusión a que Saeko había sido muy brusca con ella y a que ahora no le apetecía respondernos.
Aquello me enfadó lo suficiente como para dejar de banda mis sentimientos de compresión hacía Saeko y obligarme a volver a tener la mente y la sangre tan fría como pudiese en aquellos instantes. Cualquier cosa que hiciese era crucial, y un movimiento en falso podía hacernos combatir con Shinju o fracasar en nuestra misión de encontrar aquella puñetera Baraja.
Saeko seguía en un enfrentamiento cara a cara con Shinju, por lo que decidí que lo primero que debía cambiar era eso. Muy poco nos iba a decir Shinju si Saeko seguía mirándola como si fuese a saltar encima de ella con katana en mano en cualquier momento. Me adelantaría y cogería del brazo a Saeko lo suficientemente fuerte como para que notase que estaba allí y entonces le susurraría a la oreja con la mano puesta para que Shinju no pudiese oírnos:
—Cállate de una vez, no vas a convencerme jodiendo la misión...—Después de darme cuenta de que yo tenía una parte de culpa añadí— ¿Y sabes? No estoy dispuesto a que te mate, aunque me tenga que poner delante y llevarme yo el golpe.
Dicho esto tiraría del brazo de Saeko lo suficientemente fuerte como para tirarla hacia atrás y le sostendría la mirada durante unos segundos para que pudiese comprobar que no estaba para bromas. Volvería a girarme y miraría a Shinju de frente.
La Baraja la tenía que tener ella si o si, pero no podía obligarle a dármela ya que ni me plantaba ser capaz de hacerle un rasguño. Así que tendría que intentar recurrir a mi ingenio y fingida amabilidad en esta ocasión para conseguir algún avance.
—Perdona a mi compañera... está algo frustrada como yo, ya que no hemos logrado pista alguna sobre donde puede estar la ya tan famosa Baraja de cartas. —Le esbozaría una sonrisa— Hasta que el Maestro Ryota y Wix nos han confirmado que seguro que tú podrías tener alguna información sobre ello. Y hemos pensado que quizá antes se te pasase contarnos algo que quizá ya hayas recordado…
Esperaba que con aquello no hiciese falta decir nada más al respecto, de lo contrario añadiría
>>¿Realmente prefieres que el Maestro Ryota o Ariasu te pregunten el paradero de esas cartas personalmente?...—Le sostendría con aquella mirada pasase lo que pasase— Puedo apostar a que si se enfadan, ellos no serán para nada tan amables como nosotros.
Aquello último no había sido solo por la misión, y en el fondo lo sabía. Había sido también por Saeko, la cual por muchas idioteces que hiciese seguía siendo una compañera. Y no tenía intención de dejar que mi compañera, enfrentase aquel miedo sola.
Pareció que mi pregunta había sido como un fino filo de cristal que la había pinchado levemente, ya que esta vi como retrocedía con los ojos algo más abiertos de lo habitual. Pareció intentar decirme algo, pero no podía escuchar el que debido a que su voz parecían susurros en el aire. ¿Había algo malo en lo que le había preguntado? Tan solo era simple curiosidad que necesitaba ser saciada…
—Perdona Saeko, ¿Qué intentabas decirme?...—Intenté exponer mi tono más amable para que se calmase, pero pareció no funcionar.
Sus manos estaban… ¿Temblando? En el tiempo que llevaba con Saeko jamás la había visto temblar. Quizá si la había visto sorprenderse, pero jamás temblar como estaba haciéndolo en aquel momento. ¿Tan temible era Shinju para ella que ni siquiera podía mantenerse controlada?...
—Yo... eh.. No.. no es lo que parece... eeh.. esto.. —Saeko había dejado de hablar en susurros, pero aún así era incapaz de contarme cualquier excusa que sonase coherente en aquella situación.
Pensé que lo mejor sería ofrecerle una disculpa o ayuda, cualquier de ambas cosas podrían venirle bien en fuese cual fuese su problema o circunstancia para temer a Shinju.
—Saeko, quería decirte que…
—A ti... ¡A ti no te tiene porqué interesar eso! —Exclamó mientras me interrumpía y señalaba con su dedo índice. Toda gota de cualquier nerviosismo que hubiese sufrido antes parecía haberse esfumado en cuestión de minutos o quizá segundos.
Entonces pude percibir como volvía a caminar hacia mí, parecía realmente furiosa por haber sido capaz de exponer ese sentimiento. Por la forma en la que se encontraba, temía que tuviese que emplear mi Llave Espada en el caso de que intentase herirme.
—¡Deja de cotillear mi vida sin mi permiso! ¿Te ha quedado claro? ¡Pues espero que no se repita!
Estuve a punto de responder a eso cuando de pronto, escuché el ruido que indicaba que Shinju se había levantado y unos segundos más tarde abría la puerta dejándonos la vista del interior de su habitación.
—¿Por qué sois tan pesados? ¡Dejadme vivir en paz! —Aquellos gritos significaban dos cosas probablemente. Una, que Saeko no se contendría lo más mínimo aunque solía ser imprevisible, y dos que teníamos otra oportunidad para encontrar la famosa Baraja de cartas. Ni tan siquiera me fijé en el interior de la habitación de Shinju, esperaba una reacción cualquiera de Saeko y poder impedirla.
Antes de poder hablar con Shinju, noté como Saeko me daba un empujón y que pretendía llamar la atención de Shinju, cosa que me dejó más confundido aún.
¿Realmente intentaba hacer ver que no temía a Shinju? No era alguien tan ingenuo, las reacciones que había tenido anteriormente y su muestra reacia de querer volver a verla dejaban claro que tendría que tener miedo… ¿Entonces por qué se comportaba como una idiota e intentaba llamar su atención? ¿Tan vanidosa o valiente era Saeko como para enfrentarse a su temor cara a cara? ¿O solo quería demostrar que yo me equivocaba y no sentía miedo por ella?... Fuese lo que fuese, imaginaba que no podía acabar bien de ninguna manera.
—¡Shinju! ¡Eres la única sospechosa aquí! ¡El Maestro Ryota nos lo ha confirmado! ¡Dinos de inmediato dónde está la baraja!
Aquello me desmontó por completo.
Esperaba varias reacciones por parte de Saeko, desde un interrogatorio muy brusco hasta un intento de confrontación directo con ella… Pero no esperaba que dijese nuestros únicos ases en caso de que ella negase relación alguna con las cartas de Andrei. Ahora ella podría cerrarnos la puerta y negarse a dar respuestas haciendo alusión a que Saeko había sido muy brusca con ella y a que ahora no le apetecía respondernos.
Aquello me enfadó lo suficiente como para dejar de banda mis sentimientos de compresión hacía Saeko y obligarme a volver a tener la mente y la sangre tan fría como pudiese en aquellos instantes. Cualquier cosa que hiciese era crucial, y un movimiento en falso podía hacernos combatir con Shinju o fracasar en nuestra misión de encontrar aquella puñetera Baraja.
Saeko seguía en un enfrentamiento cara a cara con Shinju, por lo que decidí que lo primero que debía cambiar era eso. Muy poco nos iba a decir Shinju si Saeko seguía mirándola como si fuese a saltar encima de ella con katana en mano en cualquier momento. Me adelantaría y cogería del brazo a Saeko lo suficientemente fuerte como para que notase que estaba allí y entonces le susurraría a la oreja con la mano puesta para que Shinju no pudiese oírnos:
—Cállate de una vez, no vas a convencerme jodiendo la misión...—Después de darme cuenta de que yo tenía una parte de culpa añadí— ¿Y sabes? No estoy dispuesto a que te mate, aunque me tenga que poner delante y llevarme yo el golpe.
Dicho esto tiraría del brazo de Saeko lo suficientemente fuerte como para tirarla hacia atrás y le sostendría la mirada durante unos segundos para que pudiese comprobar que no estaba para bromas. Volvería a girarme y miraría a Shinju de frente.
La Baraja la tenía que tener ella si o si, pero no podía obligarle a dármela ya que ni me plantaba ser capaz de hacerle un rasguño. Así que tendría que intentar recurrir a mi ingenio y fingida amabilidad en esta ocasión para conseguir algún avance.
—Perdona a mi compañera... está algo frustrada como yo, ya que no hemos logrado pista alguna sobre donde puede estar la ya tan famosa Baraja de cartas. —Le esbozaría una sonrisa— Hasta que el Maestro Ryota y Wix nos han confirmado que seguro que tú podrías tener alguna información sobre ello. Y hemos pensado que quizá antes se te pasase contarnos algo que quizá ya hayas recordado…
Esperaba que con aquello no hiciese falta decir nada más al respecto, de lo contrario añadiría
>>¿Realmente prefieres que el Maestro Ryota o Ariasu te pregunten el paradero de esas cartas personalmente?...—Le sostendría con aquella mirada pasase lo que pasase— Puedo apostar a que si se enfadan, ellos no serán para nada tan amables como nosotros.
Aquello último no había sido solo por la misión, y en el fondo lo sabía. Había sido también por Saeko, la cual por muchas idioteces que hiciese seguía siendo una compañera. Y no tenía intención de dejar que mi compañera, enfrentase aquel miedo sola.